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Psicología clínica en la posmodernidad: perspectivas desde el construccionismo social.

Molinari 2003.

Propósito: analizar el efecto de la critica posmoderna sobre los fundamentos de la


psicología clinica.

La ciencia aspira a conocer al mundo, mientras que la tecnología proporciona herramientas para
modificarlo. Entre el saber puro y las herramientas de intervención que se derivan de ella se
encuentra la ciencia aplicada. Bien sabemos que tanto las teorías psicológicas como las
psicotecnología no son ajenas a su nicho social, éstas son influidas por la dinámica social en la
cual fueron creadas y afectadas por un conjunto de factores extracientíficos: cultura, la economía,
la política. La epistemología no escapa de esto, ya que la manera en la que se entiende el proceso
de construcción de conocimiento se encuentra afectada por su contexto.

El momento actual (posmodernidad) ataca todo lo que se ha considerado indubitable,


problematizando (en lo relacionado a la ciencia de la psicología) certezas relativas a la naturaleza
humana, las maneras de influir sobre ellas y las consecuencias de ésto en la sociedad y la cultura.
En efecto la epistemología de corte posmoderno ha releído la relación entre la ciencia y la
tecnología, y ha añadido una visión critica del rol social y político de las mismas, al igual que las
raíces sociales y carácter histórico de éstas.

El influjo de la mordenidad: tretadiciones en psicología clinica

Metáforas acerca de la naturaleza humana: estas analogías en las que se equiparan al hombre con
un animal, un organismo, un niño o una máquina; remiten a la dicotomía naturaleza-cultura,
apoyando la pregunta de si la construcción de nuestro psiquismo es un hecho social o natural. Estas
metáforas se fundamentan en cuerpos teóricos-doctrinales que las anteceden, y a su vez, éstos
sustentan modelos del hombre que constituyen tradiciones (conjunto de saberes más o menos
sistematizados que conjugan visiones científicas y no científicas de la naturaleza humana.

● Diferencias:

Se pueden establecer sistematizaciones de estas tradiciones haciendo comparaciones en un sentido


geopolítico (centro-europea y anglo-americana), en cuanto a la filiación profesional de los
protagonistas (tradición médica, psicológica), antecedentes filosóficos de las teorías psicológicas
(científico-natural, clínico-observacional, fenomenológico-existencial). La tradición científico-
natural (norte américa), es heredera del empirismo inglés, planteando un modelo del hombre
pasivo y controlado por el entorno, a quien puede estudiarse del mismo modo en que se estudia los
organismos inferiores, siguiendo el método experimental para el estudio de la conducta humana y
la extrapolación de los hallazgos experimentales obtenidos con animales a los humanos. Estos son
dos rasgos característicos de la tradición científico-natural, que a su vez da paso a los diferentes
conductismos y a la psicología cognitiva.

La tradición clínico-observacional es de base asistencial, por lo que se equipara a la tradición


médica (en base a las experiencias clínicas en instituciones de salud o el consultorio privado).
Recoge aportes filosóficos del romanticismo, del idealismo alemán, del positivismo y la
neuropatología francesa esta tradición sostiene un modelo visceral cortical del psiquismo humano,
cuna de distintas escuelas del psicoanálisis.

La tradición fenomenológico-existencial (Centro-europea) recibe los aportes de la


fenomenología husseriana y los distintos existencialismo europeos. Plantea un modelo del
psiquismo auto impulsado y libre de las determinaciones del ambiente y del pasado da origen a la
psicología humanista a la psicología de la tercera influencia.

● Similitudes (Rasgos que las inscriben dentro de la psicología moderna)

Estos modelos implican una reducción, una valoración excesiva del rasgo del hombre. Se plantean
preguntas tales como ¿en qué consiste aquello que denominamos naturaleza humana?
considerando que algunas de estas concepciones sobre la naturaleza humana se enunciadas para
legitimar acontecimientos o condiciones propias del orden social y político o para imponer normas
o parámetros éticos. Por otro lado resulta claro que señalar la naturaleza humana deja abierto el
camino a la identificación de lo que no lo es, y permite establecer diferencias entre seres humanos;
esas diferencias pueden ser científicas mientras que sus aplicaciones son notoriamente políticas.

Sin embargo, hoy existe cierto consenso en afirmar que hablar de la naturaleza humana no hace
otra cosa más que crearla, aunque esta perspectiva nos plantea que no hay un referente empírico
en el constructo naturaleza humana. Parece importante mencionar una de las tareas más frecuentes
del psicólogo clínico: la clasificación de entidades nosológicas; por ejemplo la decisión de
considerar la homosexualidad como una enfermedad ¿se utilizaron criterios científicos con
objetivos para clasificar un cierto tipo de conducta o fue el discurso de un colectivo lo que
construyó a la homosexualidad como evento patológico? Es evidente que lo que llamamos
realidad del discurso planteando que el DSM debería ser tomado más como un registro saturado
de valores de los estilos de comportamiento contemporáneos que como un espejo de la realidad.

Otro rasgo típicamente moderno de la psicología clínica es articular sus prácticas en torno a una
idea de versiones de la realidad jerárquicamente ordenada, donde los procesos terapéuticos
entienden como una sustitución gradual del discurso del paciente considerado como inadaptado
patológico o inauténtico por el discurso del terapeuta que tiende a la adaptación, la salud o la
autenticidad. Esta jerarquización denota una cierta proximidad del discurso del terapeuta una
supuesta verdad práctica, discurso que está capacitado para descubrir en los indicios aportados por
el paciente el camino hacia la versión más objetiva de la realidad permitiendo al paciente
evolucionar desde una posición definida como desfavorable hacia otra definida como favorable.
Sin embargo, resulta problemático en la psicología clínica moderna plantear un rumbo verdadero
que opere como criterio de la sustitución gradual del discurso del paciente por el discurso del
terapeuta. En el primer caso nos encontramos ante una de las ingenuidades en la psicología: querer
separar la realidad del conocimiento de la realidad, hallando una naturaleza humana donde sólo
hay lenguaje performativo. En segundo lugar estamos en presencia de la psicolonización (imagen
de un terapeuta que invade territorio foráneo, al tiempo que blande la biblia del conocimiento
psicológico).

Por último, se comenta la relación de estos rasgos modernos de la psicología clínica con otras
premisas de la modernidad: la importancia central de la mente individual, el carácter objetivo del
mundo y el lenguaje entendido como portador de la verdad.

Una psicología clínica Post-tradiciones: el aporte del construccionismo social

Hoy día se plantea el construccionismo ha demostrado una gran cantidad de cualidades, sin
embargo no ha sido aceptado en su totalidad. El construccionismo social crítica precisamente
donde se articula los conocimientos con la práctica, pone en duda los supuestos básicos que forman
la teoría y la práctica la psicológica.

● Proposiciones construccionistas:

1. Los términos con los cuales entendemos en el mundo no surgen de, ni se corresponden
con, lo que el mundo realmente es ( lenguaje y mundo son diferentes).
2. Nuestros modos de describir, explicar y representar la realidad derivan de relaciones, el
lenguaje adquiere significación de acuerdo al contexto social en el que se desenvuelve y
los significados de los procesos de coordinación entre personas.
3. En la medida en que describimos, explicamos o representamos así damos forma a nuestro
futuro, si existe algo denominado mundo es sólo una creación del lenguaje. Esto no
equivale a afirmar que la realidad es de naturaleza lingüística, sino que la realidad cobra
tangibilidad y solidez a través de las convenciones y prácticas de lingüística. Suponer que
el mundo está construido a base de prácticas y convenciones de nuestro lenguaje autoriza
a suponer lo contrario: en la medida en que nuestras prácticas y convenciones se
modifiquen, el mundo lo hará también.
4. La reflexión sobre nuestras formas de comprensión es vital para nuestro futuro bienestar.
No hay acceso objetivo a la realidad ya que esta es de factura social y lo social incluye lo
axiológico.

Se puede ver cómo el construccionismo articula los aportes del pragmatismo y el relativismo. Se
debe considerar que el criterio de validación de las versiones de la realidad es etnocéntrico y las
cuestiones importantes versan acerca de las características del ser humano que quisiéramos llegar
a ser.

● Rasgos modernos de las tradiciones en psicología clínica:


Anteriormente se menciona la posibilidad de definir la naturaleza humana y el ejercicio de la
psicoterapia como un planteamiento de versiones jerarquizadas sobre la realidad. Respecto a lo
primero, queda claro que desde el punto de vista del construccionismo social no hay lugar a la
aspiración de definir aquello que distingue o tipifica al hombre. Las tradiciones en psicología
clínica son maneras culturalmente ancladas de construir la mente o el psiquismo. Respecto a lo
segundo, parece que para el construccionista no hay modo de establecer la superioridad de una
versión de la realidad sobre otra.

Desde el punto de vista construccionista la psicoterapia es un encuentro en el que se construyen


los significados a través de la interacción colaborativa. La visión tradicional de la relación
terapéutica que hace impugnada la metáfora de pelar la cebolla, de bucear en las profundidades
del inconsciente para hallar la verdad oculta, o de modelar la conducta de un hombre pasivo, cede
lugar a la metáfora conversacional en la que el sentido de la narración el paciente está construido
en base sus propias pautas, y la verdad surge del diálogo, en un proceso circular hermenéutico.

● Planteamientos relacionados con la psicología clínica en las que el construccionismo ha


motivado conceptualizaciones novedosas

1. El rechazo construccionista a las pretensiones totalizantes de las tres tradiciones se verifica


en su crítica al esencialismo de los constructos utilizados en psicología clínica.
2. La objeción del construccionismo a la preeminencia de una versión del mundo por sobre
las demás se evidencia en la textualización de la psicoterapia.
3. La sensibilidad construccionista de la producción de saberes y tecnologías sobre la
sociedad se patentiza en su análisis de las implicancias axiológicas y políticas de la praxis
clínica.

Las críticas al esencialismo de los constructos psicológicos

Esencialismo: Concepción que define que los individuos están dotados de procesos o mecanismos
mentales. La idea de la mente individual como una suerte de lugar nuclear dentro del cual ocurren
eventos, existen cosas, ha otorgado una gran fuerza legitimadora a la vida social y a las
instituciones occidentales. Cómo pensar a la justicia sin la noción de responsabilidad individual,
a la religión sin el idea de libre albedrío, a la educación en el concepto la memoria o motivación.
El concepto de la propia identidad ocupa un lugar central en nuestra cultura; donde el self es el
centro de gravedad de todos los sistemas de creación de significados, es un punto de origen en el
espacio intersubjetivo. Sin embargo, el construccionismo social ha objetado esto, conduciendo a
asumir que la mente individual es un receptáculo de entidades cuya existencia es más o menos
comprobables. El construccionista entiende que esta supuesta entidades (por ejemplo: el
inconsciente) lejos de tener existencia concreta sólo son momentos en el discurso de un
intercambio verbal. En esta perspectiva lo que denominamos self refleja el modo en que el
individuo es construido en las relaciones que mantiene; experimentar una emoción es posicionarse
adecuadamente en un escenario culturalmente construido y poseer memoria es tomar parte de un
proceso de negociación y sanción colectiva de significados.

La textualización de la terapia

Se puede decir que la concepción construccionista de la psicoterapia se fundamenta en el supuesto


de que el significado es el concepto central de la psicología. En un artículo que estudia la influencia
que el posmodernismo ha ejercido en el campo de la psicología clínica y la crítica literaria, se
plantea que la psicoterapia es un encuentro cross-cultural en el que prima la dimensión constructiva
del significado sobre la correctiva, considerando que el significado se materializa en narrativas
(relatos). Los relatos son descripciones de eventos en tiempo, cuya principal función es
proporcionar sentido a la propia existencia. Se establece una diferencia entre la narrativa situada
en el nivel colectivo y la narrativa estrictamente individual, considerando que no sólo construimos
significados en base a narrativas individuales: la cultura aporta sus propias narrativas
materializadas en estos símbolos, mitos y demás producciones.

La terapia construccionista busca, por medio del diálogo colaborativo, neutralizar el efecto de las
narrativas culturales opresivas y dominantes; y lograr que el paciente construya su identidad de
acuerdo a lineamientos genuinamente propios; intentando transformar las narrativas regresivas y
progresivas, los contextos conversacionales de supervivencia en contextos conversacionales
lúdicos, los relatos de terror en relatos de diversión, etc. Esta plantea una reformulación del rol
del terapeuta que cobra un perfil más simétrico y colaborativo; también presupone un fuerte
cuestionamiento de las categorías y procedimientos diagnósticos al uso.

Las implicancias axiológicas y políticas de la práctica fisicoquímica

La psicología clínica misma puede intervenir en la creación de nuevas formas de la sociedad y


cultura, de hecho lo hace, y por eso es necesario que cultiven sus reflexiones respecto a sus
producciones: ¿qué se privilegia y que se relaje? ¿quién gana y quién pierde? ¿qué políticas o
instituciones son favorecidas y cuáles son perjudicados?. Sin embargo, se ha criticado la
incapacidad para suministrar criterios valorativos con los cuales optar por diferentes cursos de
acción, y esto ha sido atribuido a su sesgo relativista y antirrealista.

Mientras que el realismo es una guía para la práctica política orientada por valores: el discurso
factual, objetivo, conduce a conclusiones prácticas; el relativismo advierte acerca de la existencia
de la versión alterna de la realidad, poniendo en un pie de igualdad a las distintas versiones de la
realidad social.

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