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La familia ha cambiado históricamente, pasando de la gran familia bajo un mismo techo a la familia nuclear. Esto ha afectado la construcción de la subjetividad de sus miembros. La familia cumple tres funciones para esto: 1) dar apoyo, 2) diferenciar al individuo del resto, y 3) transmitir significados entre generaciones de forma sincrónica y diacrónica. La transmisión entre generaciones es clave para dar sentido de pertenencia e identidad más allá de la familia nuclear.
La familia ha cambiado históricamente, pasando de la gran familia bajo un mismo techo a la familia nuclear. Esto ha afectado la construcción de la subjetividad de sus miembros. La familia cumple tres funciones para esto: 1) dar apoyo, 2) diferenciar al individuo del resto, y 3) transmitir significados entre generaciones de forma sincrónica y diacrónica. La transmisión entre generaciones es clave para dar sentido de pertenencia e identidad más allá de la familia nuclear.
La familia ha cambiado históricamente, pasando de la gran familia bajo un mismo techo a la familia nuclear. Esto ha afectado la construcción de la subjetividad de sus miembros. La familia cumple tres funciones para esto: 1) dar apoyo, 2) diferenciar al individuo del resto, y 3) transmitir significados entre generaciones de forma sincrónica y diacrónica. La transmisión entre generaciones es clave para dar sentido de pertenencia e identidad más allá de la familia nuclear.
En este Modulo trabajaremos el concepto de subjetividad, a continuación les
propongo leer un breve resumen del texto: “La transmisión transgeneracional en la familia: su valor y su función en la construcción de la subjetividad” de las autoras De Lucca y Petriz.
Ideas principales del texto:
¿Cómo construyen los adolescentes actuales sus proyectos identificatorios? Lo que hace de la familia una organización o institución atravesada por el devenir histórico, es que cada época construye y propicia determinados valores y modos de funcionamiento por sobre otros, acorde con lo que espera de los sujetos que la componen. El imaginario social o colectivo que constituye la modernidad está asentado en la idea de progreso, de camino evolutivo de direccionalidad única y necesaria. Afirmado en la certeza racional de que todo podría llegar a ser explicado a partir del conocimiento científico, propició discurso totalizantes, de búsqueda de una verdad absoluta y la posibilidad de su demostración. En este paradigma surge el modelo de familia tradicional, como una entidad “naturalizada” de soporte biológico y despegada del contexto histórico en que surgió y que se pensó inmutable. A partir de la Revolución Industrial se fueron produciendo dos fisuras conflictivas en el funcionamiento familiar: 1. Decrece la importancia de la unidad productiva familiar que unía bajo un mismo techo y en torno a la producción del grupo familiar. La madre ya no es solo reproductiva sino que interviene en la producción. 2. En la educación de los hijos la escolarización y el impacto informativo de los medios de comunicación masivos se han erigido frente a la familia como competidores poderosos. Tiende a desaparecer la gran familia bajo un mismo techo reduciéndose a la familia nuclear, transformándose los vínculos extra-afectivos que otrora unían a sus miembros por el trabajo: la unión queda supeditada a la presencia del amor, del afecto, y esto hace más frágiles sus relaciones y su estabilidad. La generación de los abuelos queda tempranamente fuera del aparato productivo. Las migraciones internas de la familia nuclear en busca de centros de trabajo suelen dejarlos aislados en sus lugares de origen. Respecto al concepto de familia, se ha permitido la revalorización de diferentes modelos, pero a su vez, plantea en el hombre actual la incertidumbre, que puede derivar en el sentimiento de vacío como en la creatividad. Tres funciones básicas se articulan en la familia, construyendo la subjetividad de sus miembros: 1. La función de sostén: apuntalamiento que permite que las necesidades del infante, por lo que la madre le ofrece primero y por lo que el padre le ofrece después, pueden ir transformándose en su propia demanda y en deseo singular. 2. Función simbólica de corte y diferenciación: será necesario que un tercero (padre o sustituto) represente un espacio diferente para el bebe, que abra una brecha en la unidad narcisista madre-bebe e inaugure su entrada en la lógica de la presencia y la ausencia, que le permitirá acceder a lo simbólico, a la cultura, a los objetos a construir. Una forma de categorizar estas dos funciones es denominarlas materna y paterna, más allá de quienes la ejerzan. Madre y padre, serán a su vez para el niño los portavoces y mediadores del macrocontexto. 3. La transmisión: cada sujeto metabolizará esta transmisión, creando representaciones objetivas sobre lo recibido, en el marco de los vínculos intersubjetivos entre él y sus objetos primordiales. Pero muy tempranamente ira captando en forma directa el “fondo de la melodía”, construyendo las representaciones transubjetivas (“más allá de…”), que le permitirán saberse incluido en un conjunto más amplio que la familia: el conjunto social. La transmisión tiene dos ejes: a. Uno sincrónico: incluye las significaciones del conjunto social. b. Uno diacrónico: donde están implicadas las generaciones anteriores y que constituye la transmisión transgeneracional. Lo que da a la familia y a sus miembros el sentido de que ni es autoengendrada. Aquí se inscribe la abuelidad. El nacimiento del hijo en la familia crea la función madre y padre, del mismo modo crea la función del abuelo. Este acto implica una donación por parte del abuelo: le da su lugar de padre o madre. Si cumplen su función, se ubicaran como otros terceros de la relación del niño con sus padres, facilitando su apertura a otros vínculos. Si esta función es fallida, su lugar puede indiscriminarse del lugar de madre o padre, borrándose las diferentes generaciones, propiciando que la oferta identificatoria para ese niño sea confusa al ofrecer modelos que pueden ser contradictorios y a veces paradojales.