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CREAR Y MEJORAR HÁBITOS DE PENSAMIENTO Y DE CONDUCTA

Pensar de manera saludable, nuestra cuenta pendiente

Seguro que en algún momento pensado en el resultado de una situación que aún no pasa, de
manera catastrófica… ¡Todo va a salir mal, no podré hacerlo, seguro me equivoco, no sé afrontarlo,
todo es un desastre!. Estás construyendo un castillo de pensamientos fatalistas que alimentan el
malestar. ¿Por qué lo haces? ¿Por qué el cerebro tiene esta tendencia a pensar siempre lo peor?

Las raíces neurológicas de la negatividad existen y cumplen un fin lógico: centrarnos en las
amenazas para poder reaccionar ante ellas. A nuestro cerebro no le preocupa que seamos felices,
solo quiere que sobrevivamos. Esto explica por qué nos cuesta tanto sentirnos bien, disfrutar de un
enfoque más constructivo, esperanzador y hasta positivo. ¿Significa esto que estamos condenados a
los pensamientos negativos? En absoluto. Aprender a pensar mejor y desactivar nuestros patrones
mentales irracionales es posible.

La salud cognitiva es la capacidad de pensar, razonar, reflexionar, recordar y tomar


decisiones de manera saludable para que reviertan en nuestro bienestar. Es bueno que todas estas
funciones superiores trabajen en armonía para favorecer el equilibrio, la felicidad y la adaptación a
cada evento que nos traiga la vida. Las creencias, las actitudes y los pensamientos juegan un papel
muy importante a la hora de recuperarnos de una enfermedad, de atravesar una situación difícil y
dolorosa, frente a situaciones de fracaso, y por ello es FUNDAMENTAL para afrontar estos hechos
que nuestros pensamientos sean positivos y estén fortalecidos.

¿Cómo puedo cuidar de mi salud cognitiva?

Para promover nuestra salud cognitiva debemos aprender a pensar diferente, sustituyendo
unos pensamientos por otros, siendo conscientes también, de esos esquemas que alimentan el
malestar. Tenemos que dejar de lado los razonamientos que distorsionan nuestra visión del mundo.

Debemos aprender a desarrollar nuestro enfoque, es decir, a orientar la atención hacia lo que
es verdaderamente importante. Hay que educar la mirada y la mente hacia las prioridades.
Asimismo, es necesario poner en práctica actividades de autocuidado. ¿Qué significa esto? Implica
tomar contacto con todo aquello que está pasando por nuestra mente (¿qué me preocupa, por qué
tengo este pensamiento, por qué no busco una solución a este problema?).

Salud cognitiva es pensar despacio y de modo consciente. Las personas se habituaron a


pensar de manera rápida, automática, intuitiva e inconsciente, porque la vida transcurre a gran
velocidad y estamos obligados a responder al instante. Esto causa que vivamos en piloto automático,
sin tener el control y aumentando la ansiedad y la preocupación irracional. Si de verdad deseamos
mejorar nuestra salud cognitiva, debemos empezar a bajar el ritmo. Tomemos el control de cada
pensamiento dándonos calma, siendo más reflexivos y evitando actuar impulsivamente. Pensar de
manera meditada nos ayuda a tener mayores perspectivas de la realidad, regular el estrés y contar
con una mente más preparada para tomar decisiones y dar forma a la vida que merecemos.
HACER ALGUNOS CAMBIOS EN EL PENSAMIENTO:

1) Encuentra el punto de vista optimista en una situación negativa: una de las maneras más simples
de crear una perspectiva más positiva es hacer más preguntas útiles siempre que sea posible. El
objetivo es intentar sacar algo bueno de la situación: convertir la circunstancia en oportunidad.

2) Cultivar y vivir en un ambiente positivo: elige con cuidado con quién eliges pasar el tiempo y qué
haces en tu día a día. La gente con la que estás, lo que ves, lo que escuchas, lo que lees… Para poder
mantener una actitud positiva es esencial tener influencias en tu vida que te respalden y te levanten
en lugar de arrastrarte hacia abajo.

3) Ve despacio: cuando vamos demasiado rápido el curso suele torcerse. Pensamos rápido, hablamos
rápido, nos movemos rápido… todo entra en una espiral que da lugar a una vida estresante y
superficial. Adquirir hábitos de pensamiento positivo exige ir más despacio.

4) Para – Respira – Enfoca: no hagas una montaña de un grano de arena. Es muy fácil perder
perspectiva, especialmente si estás estresado y vas demasiado rápido. Cuando sientas que el
pensamiento negativo te absorbe, para, respira y re-enfoca tus pensamientos.

5) Aporta positividad a tu entorno: Lo que das es lo que recibirás. Si añades optimismo y positividad
a los que están a tu alrededor recibirás lo mismo. La forma en que tratas a los demás y cómo piensas
sobre ellos también tienden a tener un gran efecto en cómo tratas y piensas sobre ti mismo. Empieza
por ayudar, escuchar y sonreír.

6) Lleva un estilo de vida saludable: Haz ejercicio regularmente, come y duerme bien. Esto
mantendrá tu cuerpo sano y tu mente despejada. Tendrás energía para controlar tus pensamientos
y para detectar cualquier atisbo de negatividad.

7) Aprende a responder a las críticas de manera saludable: la crítica es casi inevitable, tanto la que
haces como la que te hacen. Hay que aprender a manejarla de manera más saludable, empezando
por aclarar qué hay de verdad/ objetivo en la crítica y qué es una percepción personal/opinión.

8) Comienza el día de manera positiva: la forma en que comienzas la mañana suele establecer el
tono para el resto del día. Así que ten cuidado con la forma en que pasas tus mañanas.

9) ¡Sonríe! La gente positiva sonríe mucho, sonríe siempre. Cuando sonríes estás aportando
optimismo, estás mostrando buen humor, estás demostrando respeto y estás transmitiendo buenas
vibraciones. Cuando sonríes estás enviando a tu cerebro el mensaje de que todo está bien. Todo es
más fácil sonriendo.

No se puede «no tener pensamientos» por mucho que le atormenten. Lo que sí puede es elegir
otros. "La vida es elegir, puedes elegir ser una víctima o cualquier otra cosa que te propongas".

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