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U I - 1 - Tonio ANDRADE - Beyond Guns, Germs and Steel
U I - 1 - Tonio ANDRADE - Beyond Guns, Germs and Steel
Introducción1
A principios del siglo XVII, una nueva potencia naval arribó al Océano
Índico y enfrentó a los portugueses. Por medio de poderosas naves repletas de
cañones atacaron sus puertos, hundieron sus carracas y capturaron algunas de
las colonias que controlaban desde hacía mucho tiempo, incluyendo las
imponentes ciudades fortificadas de Mombasa y Mascate. Todo ello fue llevado
a cabo con el objetivo de arrebatarle a Portugal sus rutas comerciales. Como
consecuencia de estos eventos, se aceleró la declinación colonial portuguesa.
¿Cuál era esta potencia?
- Este poder marítimo tenía una imponente presencia en el Extremo Oriente. Tras
la expulsión de los portugueses de Japón en 1639, se convirtió en la principal
fuente de provisión que los nipones tuvieron para la obtención de mercancías
extranjeras y de información sobre el mundo exterior. En el siglo XVII envió
*Traducción del inglés de Fabián Alejandro Campagne para uso interno de la materia “Historia
Moderna” (UNIPE). Texto original: “Beyond Guns, Germs, and Steel: European Expansion and
Maritime Asia, 1400-1750”, Journal of Early Modern History 14.1 (2010): 165-186.
Historia Moderna (UNIPE) 2
una gran armada para fundar una colonia en la isla de Taiwán, utilizada de allí
en más como base de operaciones para dominar el transporte marítimo en el
Extremo Oriente. También amenazó a los españoles en Filipinas.
- En el siglo XVIII, la poderosa armada de este país obligó a las naves que
viajaban hacia el Océano Índico a comprar protección, o a sufrir el decomiso de
sus barcos. Fue un enemigo importante de la East India Company británica, a la
que obligó a pagar los mencionados peajes. También capturó fuertes
portugueses claves en la India, y estuvo a punto de apoderarse de la gran
capital lusitana de Goa.
La primera vez que realicé este juego, mi audiencia era un grupo grande y
distinguido de historiadores profesionales, incluyendo algunos expertos en la
historia del Extremo Oriente, de Asia del Sur y del Islam. Estaba nervioso
pesando que el test podía fallar, que quizás algunos de los asistentes viciaría mi
argumentación pedagógica proponiendo las respuestas correctas. Después de
todo, la dinastía Ya’rubi, el Estado Zheng y el Imperio Maratha fueron
entidades políticas extremadamente importantes, cada uno de ellas
hegemónicas en su propia región. Para alivio mío –y un poco también para mi
sorpresa– los asistentes a mis disertaciones sólo proponían nombres de
potencias europeas. Los asistentes se rieron con asombro cuando revelé las
Historia Moderna (UNIPE) 3
Por supuesto, los historiadores han trabajado duro para desmantelar esta
historia, para complicarla o desafiarla. En las últimas décadas ha comenzado a
emerger una nueva narrativa, que podríamos llamar “Modelo euroasiático”.
Aún cuando todavía se encuentra en formación, podríamos resumirlo en cuatro
puntos.
¿Pero cómo hacerlo sin caer en el mismo discurso eurocéntrico que arruinó
los intentos previos? ¿Cómo evitamos convertirnos en émulos de David
Landes? La clave es tener en mente los ejemplos no europeos. Los
excepcionalistas a menudo afirman que su región resulta única en lo que
respecta a un atributo determinado, por ejemplo, los “derechos de propiedad”,
pero por lo general recurren poco o nada al análisis comparado para sustentar
sus afirmaciones.
imperios europeos merecen nuestra atención porque, para bien o para mal, han
cumplido papeles relevantes en el proceso de globalización. Pero para
entenderlos verdaderamente debemos ponerlos en contexto, lo que implica
tomar seriamente a sus análogos no europeos.
Sultan bin Seif y sus sucesores usaron esta armada de manera deliberada
para construir un imperio marítimo. Saif ib Sultan (1692-1711) comandó una
flota de veinticuatro grandes buques estilo europeo y veintiocho naves más
pequeñas. Ésta era una flota grande para el período, y sus barcos estaban todos
muy bien armados. Atacaron las posiciones portuguesas en la India, incluyendo
un devastador asalto lanzado en 1668 contra uno de los principales centros
comerciales de los portugueses, la ciudad de Diu. Este raid provocó grandes
pérdidas a los lusitanos y afectó por años el comercio de la ciudad. También dio
inicio a un periodo de guerra naval abierta entre Portugal y Omán, durante el
cual éste último parece haber obtenido los mejores resultados.22 Se trataba de
una guerra en nombre del comercio. Usando esta flota, Saif y sus sucesores
tomaron también el control de plazas portuguesas claves en el este de África,
incluyendo Zanzíbar, Pempa, Kilwa y Mombasa (esta última defendida por
fuertes munidos de piezas de artillería).
Historia Moderna (UNIPE) 10
Para principios del siglo XVIII, los omaníes habían creado un imperio
marítimo digno de tal nombre, con poderosas flotas, lucrativas rutas
comerciales y colonias. ¿Qué lecciones podemos extraer de este breve resumen?
Como hemos visto, cuando arribaron al Océano Índico los portugueses se
encontraron con un escenario favorable al ejercicio de su poder marítimo
coercitivo. A principios del siglo XVI existían pocos estados deseosos de usar el
poder marítimo para capturar rutas comerciales. Y quienes lo intentaron, los
mamelucos de Egipto entre los más importantes, eran débiles y fueron por lo
tanto incapaces de detener la incursión portuguesa. El imperio portugués en el
Océano Índico no se hubiera podido establecer con tanta facilidad –ni hubiera
resultado tan efectivo– de no haber existido este vacío de poder. Por lo tanto,
“la emergencia de Occidente” tal como se evidencia en el caso portugués no fue
tanto un producto de su superioridad técnica sino de la importación de
modelos mediterráneos de violencia política en un área que concebía de manera
muy diferente las relaciones entre violencia naval y comercio.
Todo ello indica que, aún cuando los europeos disfrutaron de una ventaja
en términos de tecnología militar, de ninguna manera ésta fue abrumadora. De
hecho, y ésto es lo más importante, se trataba de una ventaja que podía ser
fácilmente contrarrestada. Lo que se necesitaba era un liderazgo deseoso de
poner sus instituciones al servicio de la proyección de un poder ultramarino.
Una vez que esta condición se cumplió, los medios para competir con los
europeos quedaban al alcance de la mano. El gradiente tecnológico no era tan
relevante como para que una autoridad dedicada no pudiera neutralizarlo.
Para cumplir con este objetivo los omaníes tomaron mucho prestado de
los arsenales europeos, lo que muestra la relevancia de otro factor: la
hibridación. Nos queda aún bastante por aprender sobre la armada Ya’rubi.
Pero es indudable que se inspiró mucho en los europeos y en su experiencia.
Los barcos omaníes más grandes y poderosos fueron capturados a los europeos
o bien comprados a occidentales. Al igual que otros poderes asiáticos, los
omaníes emplearon muchos artilleros y armadores europeos. El resultado fue
un préstamo inter-cultural, que dio lugar a naves de diseño híbrido manejadas
por tripulaciones multi-étnicas.
El gobierno de Japón, por otro lado, mostró una evidente tendencia hacia
la expansión oceánica patrocinada por el estado, como lo prueba la invasión a
Corea de 1592 a 1598. Para también abandonó a partir de entonces esta clase de
emprendimientos. Los marineros japoneses lanzaron varias expediciones
marítimas, incluyendo una exitosa invasión a las Islas Ryukyu en 1609 y dos
intentos de invasión a Taiwán (1609 y 1616). A principios del siglo XVII, el
shogunado Tokugawa permitió a su pueblo comerciar con ultramar e incluso
Historia Moderna (UNIPE) 13
Pero durante las décadas subsiguientes Japón se retiró del mar, un proceso
que culminó con el decreto shogunal de 1635, que prohibió a los súbditos
japoneses comerciar con el extranjero. Esta es una de les leyes más
trascendentes de la historia mundial temprano-moderna, mucho más
importante que la subsecuente expulsión de los ibéricos del Japón (1639),
porque antes de dicho decreto los mercaderes japoneses habían tenido una
presencia activa en los mares del este y del sudeste de Asia. El decreto de
inmediato apartó de la escena a un poderoso competidor de los poderes
marítimos europeos. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales fue la
principal beneficiada.
Ello explica por qué, cuando presionó por entrar al Mar de la China a
principios de la década de 1620, Holanda halló pocos competidores. Aparte de
los portugueses, a quienes los holandeses superaban en poder de fuego y en
recursos, y que en todo caso estaban perdiendo su acceso a Japón, los
neerlandeses sólo tuvieron que enfrentar a piratas y contrabandistas, que
sacaban ventaja de la falta de supervisión naval para impulsar sus respectivas
actividades. Uno de los lugares utilizados por estos mercaderes-piratas era
Taiwán, que en aquel entonces se consideraba fuera del área de influencia de
China y sus vecinos. De hecho, parece que los funcionarios chinos urgieron a
los holandeses a establecer una base en Taiwán, y los holandeses cumplieron.
En 1624 establecieron su colonia de Formosa. Aunque al principio tuvieron
algunos problemas con los comerciantes japoneses, que pronto acabaron con la
joven colonia, luego de 1635, el año en que el Shogun prohibió a sus súbditos
comerciar con el extranjero, Taiwán rápidamente se convirtió en una floreciente
colonia.
Conclusiones
¿Qué conclusiones podemos extraer de estos dos casos? La primera y
principal se relaciona con el rol del estado. Los historiadores globales y
transnacionales en ocasiones sugirieron que el estado está sobredimensionado
en su rol de actor histórico. Éste no es ciertamente el caso cuando estudiamos el
colonialismo ultramarino. Jack Wills sostuvo –siguiendo a Michael Pearson,
Sanjay Subrahmanyam y otros – que la habilidad de los europeos de crear
imperios extensos y duraderos en aguas asiáticas se debe a lo que él llama
“estatismo precoz”.32 Con este término aludía a que las políticas de los europeos
occidentales mostraban un inusual deseo de ejercer poder estatal –militar,
burocrático, jurídico-legal– y ponerlo al servicio del comercio oceánico y de la
conquista, un estilo de construcción estatal que este autor y otros relacionan con
el Mediterráneo. 33 Wills no afirma que los estados europeos necesariamente
fueran más centralizados y efectivos que los asiáticos. La cuestión clave es que
los estados europeos occidentales eran efectivos en Asia porque tenían la
voluntad de ejercer el control sobre el comercio marítimo.
Historia Moderna (UNIPE) 16
Tanto los omaníes como los Zheng parecen haber obtenido significativos
ingresos del comercio marítimo. Aún cuando carecemos de cifras claras
referidas al Imperio de Omán, es evidente que obtenía un elevado porcentaje de
sus ingresos del comercio por mar, en particular del comercio de esclavos de
África oriental. Tenemos mejor información sobre el Imperio de la familia
Zheng, que conseguía cerca de dos tercios de sus ingresos del comercio
oceánico. Como resultado, ambos estados tenían un claro interés en fomentar el
poder marítimo, lo que naturalmente los llevó a entrar en conflicto con los
imperios ultramarinos europeos. La hipótesis de Pearson merece ser estudiada
con más profundidad.
El rol del estado es una clave, pero no la única. Algunos estados asiáticos
intentaron y fracasaron a la hora de capturar posiciones europeas y resistir sus
incursiones. Estoy pensando, por ejemplo, en casos como el de Aceh, un estado
marítimo del norte de Sumatra, que intentó sin éxito apoderarse de puertos
holandeses y portugueses (en particular la importante ciudad de Malaca). La
existencia de un activo estado con orientación marítima puede haber sido una
condición necesaria, pero no suficiente. ¿Qué otras condiciones se necesitaban?
Jack Wills y otros han sugerido que la respuesta debe buscarse en las
Historia Moderna (UNIPE) 17
Ciertamente tienen razón en este punto, pero también resulta claro si nos
guiamos por los ejemplos que analizamos en las páginas precedentes, que otra
condición era la tecnología militar. No hay dudas de que los cañones y los
barcos europeos otorgaron ventaja a los portugueses en el Océano Índico y a los
holandeses en el Extremo Oriente. Los fuertes artillados también hicieron lo
propio. De esta forma, el surgimiento del poder europeo en el Asia marítima
apoya otro poderoso modelo de comprensión de las fases tempranas del
“surgimiento de Occidente”: el modelo de la revolución militar.37 Los casos
omaní y Zheng nos obligan sin embargo a ser precavidos en la aplicación de
este modelo. Ambos estados fueron capaces de construir naves y ejércitos
capaces de enfrentar y derrotar a los europeos.
Los dos caos que hemos analizado son simples esbozos. Este artículo es
más una invitación a realizar nuevas investigaciones que un trabajo definitivo.
Pero espero haber podido mostrar que una de las vías más promisorias para
aproximarse al problema del imperialismo temprano-moderno, y así abordar la
cuestión del excepcionalismo europeo, es examinar a los estados marítimos no
europeos y a las colonias europeas capturadas por ellos. La utilidad de esta
perspectiva se extiende mucho más allá de la Edad Moderna. Tomemos en
consideración, por ejemplo, la exitosa modernización del Japón a fines del siglo
XIX. Habitualmente se la ve como una excepción. Japón es incluso en ocasiones
calificado como una potencia occidental. ¿Pero la transformación del Japón fue
realmente tan diferente de la adaptación del Sultanato Omaní a la tecnología y
artillería náutica europea, a la adaptación de los Zheng a las naves, cañones y
estrategias de sitio europeas, o a la adaptación del Imperio Maratha a las
técnicas militares europeas? Por supuesto, las reformas del Japón fueron
sorprendentes por su rapidez y profundidad. Pero resultan menos
sorprendentes si las vemos en el contexto más amplio que estamos delineando.
1 Many organizations and individuals helped in the preparation of this article. The Emory
University Committee on Research, Emory College, and the Emory Department of History
provided time and resources to carry out research and composition. The Emory Institute for
International and Area Studies made available a grant for research abroad. (Unfortunately, that
institute was abolished last year, which is a deep shame.) The Center for Early Modern History
at the University of Minnesota, Twin Cities, provided an opportunity to share an initial draft
with specialists in many areas of early modern history. Although I’ve never met him, Sanjay
Subrahmanyam has inspired me for more than a decade with his path breaking research. The
same goes for Jack Wills, whom I do know, and who, in his work and his advice, helped set me
on a path I’ve been following ever since we first met in 1993. But most important are two
undergraduate research fellows: Matthew Zorn and Christina Welsch. Funded by Emory
College’s wonderful SIRE Program, they provided both research and intellectual stimulation
during the writing of this article.
2 An exception can be found in the work of certain specialists in the Indian Ocean, most notably
Sanjay Subrahmanyam, who has been a pioneer in work along the lines I’m following in this
article. See especially “Of Imârat and Tijârat: Asian Merchants and State Power in the Western
Indian Ocean, 1400 to 1750,” Comparative Studies in Society and History, 37:4 (1995), 750-780.
3 Alfred Crosby, The Columbian Exchange: Biological and Cultural Consequences of 1492 (Westport,
CT, 2003). Jared Diamond, Guns, Germs, and Steel: The Fates of Human Societies (New York, 2005).
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The book is a fi xture on world history syllabi, despite instructors’ misgivings about aspects of
its argument. Perhaps the fairest and most succinct summary of professional world historians’
perspectives on Guns, Germs, and Steel can be found in J. R. McNeill, “The World According to
Jared Diamond,” The History Teacher 34:2.
4 The “Age of Commerce” idea originates in the wonderful work of Anthony Reid. See Anthony
Reid, “An ‘Age of Commerce’ in Southeast Asian History,” Modern Asian Studies 24:3 (1990), 1-
30; and Southeast Asia in the Age of Commerce 1450-1680, 2 vols. (New Haven, 1988-1993).
Scholars of Indian Ocean history, such as Sanjay Subrahmanyam have also been infl uenced by
the idea. See Subrahmanyam, “Of Imârat and Tijârat,” 756. Victor Lieberman criticizes the Age
of Commerce idea by noting that it played out rather differently for mainland Southeast Asian
societies than for insular societies, but he, too, largely agrees with the thrust of the idea that the
1400s ushered in a period of relatively sustained—albeit uneven—economic and demographic
growth. See Victor Lieberman, “An Age of Commerce in Southeast Asia? Problems of Regional
Coherence—A Review Article,” Journal of Asian Studies 54: 3 (1995), 796-807. The other side of
the Age of Commerce is the so-called “Seventeenth-Century Crisis,” which marked an end—or
at least a pause—in the demographic and economic growth of the preceding centuries. See the
articles in the updated edition of Geoff rey Parker and Lesley Smith’s The General Crisis of the
Seventeenth Century (London, 1997). Parker is currently working on a new and quite grand book
about the topic. The seventeenth century crisis marked only a pause, and it seems that the late
seventeenth century and the eighteenth century saw a similar process of global growth and
expansion. See, for example, John Wills Jr., “China’s Farther Shores: Continuities and Changes
in the Destination Ports of China ‘s Foreign Trade, 1680-1690,” in Roderick Ptak and Dietmar
Rothermund, eds., Emporia, Commodities and Entrepreneurs in Asian Maritime Trade, c. 1400-1750
(Stuttgart, 1992), 53-77; and Anthony Reid, “Chinese Trade and Southeast Asian Economic
Expansion in the Later Eighteenth and Early Nineteenth Centuries: An Overview”, in Water
Frontier: Commerce and the Chinese in the Lower Mekong Region, 1750-1880, ed. Nola Cooke and Li
Tana (Lanham, MD, 2004),21-34.
5 Dennis O. Flynn and Arturo Giraldez, “Arbitrage, China, and World Trade in the Early
Modern Period,” Journal of the Economic and Social History of the Orient 38:4 (1995), 429-448. See
also Dennis O. Flynn and Arturo Giraldez, “Cycles of Silver: Global Economic Unity through
the Mid-Eighteenth Century,” Journal of World History 13: 2 (2002), 391-427. The late Andre
Gunder Frank expanded on Flynn and Giraldez’s work to produce his polemical but influential
book ReOrient: Global Economy in the Asian Age (Berkeley, 1998).
6 John E. Wills Jr., “Maritime Asia, 1500-1800: The Interactive Emergence of European
Domination,” American Historical Review 98: 1 (February, 1993), 83-105. Wills has extended his
analyses in more recent work. See especially his articles “Was There A Vasco da Gama Epoch?
Recent Historiography,” in Anthony Disney and Emily Booth, eds., Vasco da Gama and the
Linking of Europe and Asia (New Delhi, 2000), 350-360; and “Interactive Early Modern Asia:
Scholarship from a New Generation,” International Journal of Asian Studies (Japan), 5:2 (2008),
235-245.
7 Jack Goody, The Theft of History (Cambridge, 2007), 5.
8 Julian Bell, “The Golden Age at Its Best,” New York Review of Books, Oct. 11, 2007, 19.
9 David Landes, The Wealth and Poverty of Nations (New York, 1998).
10 For summaries of the most effective critiques of such traditional Eurocentric arguments, see R.
Bin Wong, China Transformed: Historical Change and the Limits of European Experience (Ithaca,
2000) and Kenneth Pomeranz, The Great Divergence: China, Europe, and the Making of the Modern
World Economy (Princeton, 2000).
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11 Immanuel Wallerstein, The Modern World-System, I: Capitalist Agriculture and the Origins of the
European World-Economy in the Sixteenth Century (New York, 1974).
12 Kenneth Pomeranz, The Great Divergence; Andre Gunder Frank, ReOrient; Victor Lieberman,
“Transcending East-West Dichotomies: State and Culture Formation in Six Ostensibly Disparate
Areas,” Modern Asia Studies 31: 3 (1997), 463-546; Victor Lieberman, Strange Parallels: Southeast
Asia in Global Context, c. 800-1830, Volume One: Integration on the Mainland (Ann Arbor, 2003). R.
Bin Wong, China Transformed.
13 Jack Goldstone, “Efflorescences and Economic Growth in World History: Rethinking the ‘Rise
of the West’ and the Industrial Revolution,” Journal of World History 13 (2002), 323-89. For an
example of Patricia Seed’s intriguing new work, see “Jewish Scientists and the Origin of
Modern Navigation,” in Paolo Bernardini and Norman Fiering, eds. The Jews and the Expansion
of Europe to the West, 1450 to 1800 (New York, 2001). David Ringrose, “Europeans Abroad, 1400-
1700: Strangers in Not-so-Strange Lands,” All-UC Group in Economic History Conference, Fall
2006 (available online: http://www.iga.ucdavis.edu/Research/All-UC/conferences/2006-fall,
retrieved 1 May 2008). See also his Expansion and Global Interaction, 1200-1700 (New York, 2001).
14 The major state that did have a tradition of so doing, the Mamluk empire of Egypt (1215-
1517), was in disarray, fighting an intermittent and ultimately disastrous war against the
Ottoman Empire. Similarly, the Persians, who traditionally were a power player in the Persian
Gulf, were fighting against the Ottomans.
15 This perspective can be seen for example in the classic book of Kirti N. Chaudhuri, Trade and
Civilisation in the Indian Ocean: An Economic History from the Rise of Islam to 1750 (Cambridge,
1985), esp. 63-79, and it is refl ected in the work of other specialists on the Indian Ocean and the
Portuguese Empire, such as Michael Pearson, The Indian Ocean (London, 2003), and Malyn
Newitt, A History of Portuguese Overseas Expansion, 1400-1668 (London, 2005), although Newitt
suggests that the military variable has been overlooked in recent work. For a clear and succinct
overview of works that approach Portuguese expansion from this perspective, see David
Ringrose, Expansion and Global Interaction esp. 149-160.
16 Sanjay Subrahmanyam, “Of Imârat and Tijârat.” On the Mamluk’s successes and failures
using Mediterranean-style naval technology and tactics in the Indian Ocean, see John
Guilmartin, Gunpowder and Galleys: Changing Technology and Mediterranean Warfare at Sea in the
16th Century (Cambridge, 1974).
17 Giancarlo Casale, The Ottoman Age of Exploration (New York, 2010). See also his articles,
particularly “Global Politics in the 1580s: One Canal, Twenty Thousand Cannibals, and an
Ottoman Plot to Rule the World.” Journal of World History 18 (2007), 267- 296; and “The Ottoman
Discovery of the Indian Ocean in the Sixteenth Century: The Age of Exploration from an Islamic
Perspective,” Paper presented at Seascapes, Littoral Cultures, and Trans-Oceanic Exchanges
Conference, Library of Congress, Washington D.C., 12-15 February, 2003. Available online as of
April 2008 at www.historycooperative.org/proceedings/seascapes.
18 This is perhaps for reasons adduced by Michael Pearson, to wit, that most Asian powers were
uninterested in affairs of the seas because those powers gained most of their revenues from the
lands, a point I’ll return to later. See M. N. Pearson, “Merchants and States,” In James D. Tracy,
The Political Economy of Merchant Empires (Cambridge, 1991), 41-116.
19The fact that the Omanis managed to overcome this powerful fortress lends credence to those,
like Jeremy Black, who disagree with Geoffrey Parker’s contention that the western artillery
fortress was a key prop to European overseas expansion. The nearby Portuguese colony of
Hormuz had also been captured by a non-European power some years before, when the
Persians captured it. As Black quips, the Persians “evidently had not read some of the literature
on military revolution and did not know that European artillery forces were supposed to
prevail with some sort of technological superiority over non-Europeans.” Jeremy
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Black, “The Western Encounter with Islam,” Orbis 48:1 (2004), 19-28, 23. Black also discusses the
sieges of Hormuz and Muscat in Jeremy Black, War and the World: Military Power and the Fate of
Continents New Haven, 1998), 69.
20 J. Strandes and J. S. Kirkman, The Portuguese period in East Africa (Nairobi, 1968), 198.
21 Salîl-ibn-Razîk, History of the Imâms and Seyyids of ‘Omân, George Percy Badger, trans (London,
Imârat and Tijârat.” (Subrahmanyam adduces the case of the Omani Ya’rubi Sultanate).
24 Geoffrey Parker, “The Artillery Fortress as an Engine of European Overseas Expansion, 1480-
1750,” in James Tracy, ed., City Walls: The Urban Enceinte in Global Perspective (Cambridge, 2000),
386-416.
25 Lee Hun-Chang and Peter Temin, “The Political Economy of Pre-Industrial Korean Trade,”
27 Leonard Blussé et al., eds., De Dagregisters van het Kasteel Zeelandia, Taiwan, 1629-1662, 4 vols.
Early Modern East Asia,” Early Modern Japan, (2006), 24-26, image is on p. 23.
30 For more on this episode, see Tonio Andrade, “The Company’s Chinese Pirates: How the
Dutch East India Company Tried to Lead a Coalition of Pirates to War Against China, 1621-
1662,” Journal of World History, 15:4 (2004), 415-444.
31 I analyze this siege in an upcoming article: Tonio Andrade, “Did Zheng Chenggong Need a
Drunk German’s Help to Capture the Dutch Colony of Taiwan?” Revista de Cultura, in press
(2009).
32 John Wills Jr., “Was There A Vasco da Gama Epoch?” 353-7.
33 Wills, “Vasco da Gama Epoch?” 354. Kitri Chaudhuri states the position delightfully clearly:
“Before the arrival of the Portuguese in . . . 1498 there had been no organized attempt by any
political power to control the sea-lanes and the long distance trade of Asia. The Iberians and
their nor the European followers imported a Mediterranean style of warfare by land and sea
into an area that had hitherto had quite a different tradition.” Trade and Civilization in the Indian
Ocean, 14.
34 Pearson, “Merchants and States.”
that other variables also mattered: the size of states, their geopolitical environment, etc. Because
European states were smaller and in constant competition wiTheach other, they were more
likely to “concede rights for revenue” than were the Asian “empires” (Pearson, “Merchants and
States,” 48).
36 Wills, “Vasco da Gama Epoch?” p. 355.
37 The core work of the military revolution paradigm is Geoffrey Parker, The Military Revolution:
Military Innovation and the Rise of the West, 1500-1800 (Cambridge, 1995).
38 Peter D. Shapinsky, “Polyvocal Portolans” 4-26.
39 Translation of letter from Koxinga to Frederick Coyett, 10 May 1661, Leonard Blussé et al.,