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( The quiet man )

Buscando las raíces

Juan-Fabián Delgado

En uno de sus últimos libros el siciliano Leonardo Sciascia ponía en boca de su protagonista,
un veterano comisario corroído por el cáncer (como el propio autor) que a estas alturas de su
vida para él lo más parecido a la felicidad era la relectura -una vez más- de La isla del
Tesoro de Stevenson. Aparte de coincidir totalmente con la opinión del escritor, pienso que si
hacemos un trasvase del universo literario al fílmico no se encontraría un ejemplo más exacto
para ilustrar la idea de Sciascia (lo más parecido a la felicidad) que revisionar -una vez
más- El hombre tranquilo de John Ford.

Director señero en el cine norteamericano, con raíces familiares irlandesas, desde los
años cuarenta barajaba la idea de hacer un film pastoral, elegíaco, de la patria de sus
padres. Ya con gran peso en Hollywood, con títulos indiscutibles como La
diligencia, Las uvas de la ira o Qué verde era mi valle, ese prestigio le permitió ir
concretando su idea y darle forma. Sin embargo la puesta en marcha de la producción
se fue alargando, y no fue hasta 1952 cuando se pudo estrenar este retrato idealizante
que nos narra la vuelta a su pueblo natal de un ex-boxeador con la idea de asentarse
allí.

A partir de ahí Ford se mueve a sus anchas, entre lo bizarro y lo socarrón, entre la
broma y la hondura, y apoyado en un elenco que abundaba en actores y actrices
habituales de su universo fílmico, desde la fogosa y pelirroja Maureen O`Hara al
cabezota Victor McLaglen, sin olvidarse de Barry Fitzgerald, Ward Bond, Mildred
Natwick... todos ellos capitaneados por un John Wayne, icónico emblema de tantas
innumerables cintas del director.
Desde el paseo inicial para reconocer sus viejas andanzas, hasta la estupenda carrera
de caballos por las dunas, pasando por la amplia tipología de los pintorescos
personajes que pueblan este lugar llamado Innisfree, todo contribuye a conocer con
naturalidad, con sensibilidad, la idiosincrasia de un lugar idílico, donde no faltan, sin
embargo, los roces y los problemas. Como la feroz oposición del hermano de la
heroína con el recién llegado o las habladurías y los resquemores de tantos otros
vecinos. Sólo la sabiduría del guión de Frank S. Nugent y la fluida narrativa fordiana
para llevarnos de secuencia en secuencia nos conducen hasta un final servido, como
todo el film, por una maravillosa fotografía que realza con naturalidad, sin cromos, la
belleza natural del paisaje irlandés.

La homérica pelea final entre los dos contrincantes está precedida por una no menos
memorable lucha de sexos entre O’Hara y Wayne, desembocando todo ello en un
final feliz que parece recompensar a los protagonistas de tantos sinsabores y
escaramuzas. John Ford termina así una cinta redonda donde fondo y forma,
apariencia y mensaje se complementan con soltura y sabiduría propias de un
maestro, un film que fue ganando en reconocimiento a medida que los años han ido
pasando, otorgándole una pátina de gran clásico y dándole a El hombre
tranquilo una categoría indiscutible.

El propio autor siempre estuvo muy contento con los resultados (a diferencia de otros
títulos suyos que confesaba no haber vuelto a ver tras el rodaje), y a finales de los
años sesenta del pasado siglo declaraba al periodista Andrew Sarris: "Sí, me gustó
mucho. Sobre todo por el ambiente irlandés. Rodé en mi tierra casi natal y los actores
eran viejos amigos míos o de la familia, trabajando como compañeros. Así es como
me gusta estar en algo tan complicado como son los rodajes".

Y así se completa la mirada a ese gozo sin sombras que es El hombre tranquilo, esa
cinta escandalosamente magistral que nos regaló en plenitud de su carrera el viejo
Ford...

La poesía de Ford
7 de abril de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford imbuido de una inspiración divina dirige una obra de arte
irrepetible, es una de mis películas favoritas por varias razones.

Es complicado explicar todos los detalles porque son muchos, pocos


directores tienen un sello tan personal como Ford, es capaz de dotar las
escenas que quiere con magia, poesía, cadencia, belleza... La fotografía es
preciosa, los colores en general armoniosos.

Como ya dijo alguno, lo idealizado es su mayor virtud, Ford coge su


inconsciente más primario, las cuatro cosas que le harían feliz y las plasma
en imágenes con un cariño impresionante. Pinta a sus personajes con
precisa personalidad, a cada gesto que hacen les añade una fuerza
expresiva extra, les da el don de la inmortalidad, les libera de todo
sufrimiento, físico y psicológico, todo es armonía, virtud. Podría ser el paraíso
que imaginó Ford, o solamente un homenaje onírico a su amada tierra, no lo
se.

Lo que tengo claro es que no es casualidad que muchos grandes directores


cundo se enfrentan a una película de homenaje a ellos mismos, a su familia
o tierra, consiguen una inspiración divina y construyen obras maestras
(véase 8 1/2 de Fellini, El Espejo de Tarkovsky por poner dos ejemplos muy
claros).

El elenco de secundarios hace un trabajo de los mejores que he visto, John


Wayne hace su mejor papel, O'Hara está de otro mundo tal como quería
hacerla parecer Ford, la mujer ideal del paraíso. Inisfree es un universo de
virtud donde todo tiene sentido allí, Ford es fiel a ese mundo idealizado no
tiene porque serlo con nosotros, cada uno es diferente.

Sigo en spoiler:
spoiler:
El primer beso:

Tengo clara otra cosa ¿Quién no ha querido alguna vez coger a otra persona
con la que ha tenido un flechazo a primera vista y plantarle un beso? Es
lógico en nuestro mundo social? NO, pero sí es el idealismo, es lo natural
para Ford el instinto que nos hace humanos, el dejarse llevar por la pasión,
por las emociones, la prueba y error o acierto de una acción, Ford hace que
lo burdo, que en principio supone un beso robado, parezca tan natural que
realmente te preguntas si no es un truco de magia, entre lineas nos dice que
todos tenemos esa chispa de pasión por el amor improvisado o irracional que
nos arrastra, el amor universal que esta dentro de cada individuo se
manifiesta en cualquier lugar y momento, creo que todo ser humano con
emociones quiere un momento mágico como ese beso en su vida, el que
diga que no esta mintiendo.

Hay muchas míticas escenas de besos preciosos en muchas películas pero


para mi esta escena del beso no es de las mejores del cine, es simplemente
"EL BESO" de la historia del cine, nadie ha filmado un momento de amor con
ese lirismo, el viento como metáfora de un torrente de emociones que
envuelve a los dos protagonistas, cada movimiento de los dos personajes
meticulosamente coreografiados hasta que ella sale por la puerta, es magia,
pura pasión, una de las escenas más bellas de la historia que solo pueden
realizar los verdaderos genios, una escena que se imprime en la memoria y
permanece allí para siempre.

Algunas escenas brillantes:


- El primer beso del que ya he hablado.
- El primer encuentro entre los dos desde lejos, ese cruce de miradas lo dice
todo y con el precioso paisaje detrás.
- El bar del pueblo con sus pintorescos personajes tan bonachones, una
atmósfera de jubilo eterno.
- Mary Kate feliz entre sus muebles recuperados.
- La última pelea de Thorton rodeado de todo el pueblo expectante.
- El final con los dos volviendo a su casa junto a la banda sonora.

Un cuento de hadas con mucha magia, que captura lo intangible como pocas
obras en la historia del cine.

Blanca mañana
26 de abril de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford (1894-1973) elevó el western a la categoría de género clásico.
Dignificó el puro cine de entretenimiento, trabajó su oficio abstraído y
siempre convencido de sus propias decisiones técnicas y profesionales, algo
intransigente con quien le sugiriese rodajes, escenas, enfoques de cámaras,
contrastes...El gran valor de Ford fue que además de aprender los primeros
pasos en el cine con su hermano Francis, Ford nació con el don de la
inestimable creatividad así como el de componer y visualizar antes de rodar,
incluidas peleas y bebidas entre insaciables pendencieros, pocos apacibles
buscavidas y gente de bien que solo quiere vivir en paz. En El hombre
tranquilo (1952) Sean Thornton (John Wayne) va al encuentro de sus
orígenes irlandeses. El amor por su lejana Irlanda, inculcado principalmente
por su madre, hizo que a lo largo de su carrera recordara sus orígenes
maternos. En opinión de Roddy McDowall, Maureen O'Hara (Mary Kate
Danaher en la película) "era el tipo de mujer fordiana que mejor representaba
su ideal femenino".

Sean Thornton, ex boxeador, regresa a su Irlanda natal con la intención de


recuperar Blanca mañana, su casa materna, y olvidarse de un pasado
reciente no deseado. Entre indolentes maquinistas, y curiosos lugareños en
la estación de Castletown, consigue ser atraído por Michaleen Oge Flynn
(Barry FitzGerald) el casamentero oficial de Innisfree, receloso del recién
llegado yanqui gigantón. Sin solución de continuidad, Ford nos presenta por
el camino a la absorta pastora Mary Kate, al incansable pescador Padre
Peter Lonegan (Ward Bond), a la discreta viuda Mildred Natwick, al
embrutecido hermano de Mary, Will Danaher (Victor McLaglen) y
particularmente a breve y entrañable aparición de Tiny Jones como la Criada
de Mrs. Natwick.

Con todo este elenco, Ford se lanza a contar una de las suyas, a disfrutar de
las situaciones, de sus personajes, de sus historias y del 'cacao' entre
amenazas y pintas de cerveza que podemos prever sin demasiada dificultad:
el intento de prohibir bodas, de ganar agitadas carreras, recibir herencias,
aclarar confusiones, enfrentar actitudes, y todo por la felicidad de la pecosa
Mary y el grandullón Sean, a lo que se suman Mrs. Elizabeth (Eileen Crowe)
y su esposo el reverendo Cyril Playfair (Arthur Shields) en un intento de unir
dos almas enamoradas entre tanta intransigencia familiar, donde Will tiene
mucho que decir... y poco que ganar.

La sonora melodía de las aireadas trompas del gran Victor Young llamando a
la contienda que se vislumbra en el desenlace de los acontecimientos, se
une a la obstinación tradicionalista de Mary Kate Danaher. Los sonoros
metales, una vez más son la premonición del espectacular desenlace entre
Thornton y el iracundo Will Danaher. Las apuestas, el movimiento de masas,
la ininterrumpida acción general: ancianos, guías espirituales, moribundos y
carismáticas mujeres lugareñas, asisten a la gran pelea por el honor de una
herencia no recibida entre el casado y el hermano de la inconformista Mary.
La magia compositiva de Ford para los grandes espacio abiertos y los
movimientos de cámaras en un largo y precioso encadenado plano
secuencia, eleva a magistral y definitiva su intencionalidad: disfrutar y hacer
disfrutar del cine como oficio y como diversión.

Tras la batalla la reconciliación, tras el tumulto la calma en Blanca mañana, a


lo que ayudaron maquinistas, carretas, rebaños, casamenteros, madres,
viudas, solteras, pintas de cerveza y coloridos personajes cargados de
primarias bondades junto a reverendos, feligreses, apuestas, pubs, algún
despistado coronel, un ruinoso edificio, un tándem, la pertinaz lluvia y
ventiladores, muchos ventiladores dirigidos a la iracunda aunque dominada
irracionalidad reconciliada de nuestros protagonistas. Nuestro director
siempre tuvo presente en su vida profesional que: "Hacer una película es
fácil, no es más que un oficio. Es mi trabajo, mi profesión. Así mantengo a mi
familia. Amo el oficio y me gusta la gente" (John Ford). ¡Bendita facilidad la
de Ford!

Para qué discutir, si puedes pelear

Y si no que se lo digan a los habitantes de Inisfree, este pueblecito ideado por amor;
porque es el amor hacia Irlanda lo que mueve a John Ford: se recrea en el verde de los
campos, en católicos y protestantes, en mujeres pelirrojas y en costumbres arraigadas en
una población que, en otras circunstancias y con una visión menos idílicas, se mataría
unos a otros.

Porque, objetivamente hablando, Inisfree es tremendo...: se utilizan palos para golpear a


la mujer si no se porta convenientemente; el alcoholismo es gracioso; los terroristas son
amigos; los curas ayudan poco; la masa te juzga y te condena si no actúas como ellos; el
verdadero valor no se entiende y la verdadera grandeza se rechaza; la masculinidad es
una pose y la feminidad un engaño... En otras circunstancias, vivir en Inisfree sería un
infierno, pero Ford lo cuenta todo con cariño, intentando ser divertido (y muchas veces
siendo patético), desprovisto de maldad, donde todas las personas son buenas y nobles.
Así todo es fácil, así no hay conflicto y así trata el director de que nos enamoremos
también de Irlanda. Y al final resulta todo tan falso y tan bárbaro, que, al menos conmigo,
no lo consigue.

Eso sí, si algo hay que valorar en "En hombre tranquilo" es la última media hora,
verdaderamente simpática, a pesar de los malos modos y los maltratos; con mucho ritmo,
amena e incluso (esta vez sí) provocando una sonrisa en el espectador al ver esa
marabunta informe, absurda y loca, dirigida con buen ritmo y originalidad.

En conjunto es una película pasable, nunca brillante, nunca genial, a veces mecánica y
otras tantas tirando a pesada: todo el principio, con esa voz en off, con esos diálogos sin
sentido me daban ganas de apagar el televisor. Luego la cosa va mejorando con algunos
momentos de pasión en una historia que, aún siendo de amor, no es nada romántica, y
aún siendo comedia, tiene poco humor.

El mejor non-western de John Ford, y una obra maestra absoluta del mundo rural
17 de abril de 2020

4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil


El mejor non-western de su autor, seguido de cerca por "Las uvas de la ira", constituye no
sólo una obra imprescindible en la sublime cinematografía de su autor, sino una
realización tan perfecta en su aparente sencillez (rodada como si se tratara de un cuento
para niños, pero con una sensibilidad infinita), que hoy en día todavía nadie la ha
superado.

Sin duda, estamos ante la obra de madurez plena de su autor, ansiada y preparada por
éste durante mucho tiempo, en donde destaca una perfecta puesta en escena y
presentación de los personajes (incluida Irlanda, que también es presentada como un
personaje de la película), unos intérpretes magníficos (los de siempre, como era habitual
en los filmes de Ford), una fotografía espléndida (jamás la isla verde estuvo tan bien
fotografiada), unos diálogos perfectos en su sobriedad y sencillez, una manera de contar
una historia como pocas veces se ha visto en la gran pantalla, un guión marca de la casa,
y una dirección de actores tan perfecta que da la impresión de que todos se lo pasaron
genial rodándola.

Es una de mis 10 películas favoritas de la historia del cine, por múltiples razones:
- Porque resume a la perfección el cine de John Ford: un cine aparentemente sencillo,
pero con una gran carga de profundidad, en donde tan importante es lo que se cuenta (la
historia), como cómo se cuenta (los personajes), como lo que no se cuenta (lo que se
intuye o lo que uno cree intuir: véase la última escena, por ejemplo).
- Porque el trío protagonista (Wayne, O'hara y McLaglen) brillan a un alto nivel, y
demuestran lo buenos actores (y actriz) que son. John Wayne demuestra (por si alguien
todavía albergaba alguna duda) lo buen actor dramático que es, y que no sólo sabe rodar
westerns. Bajo mi punto de vista, es su mejor interpretación, junto con la de "Centauros
del desierto". Maureen O'Hara está perfecta en su papel de hermana-esposa rebelde, y
además, está más guapa que nunca con su melena pelirroja al viento. Para quien
suscribe esta crítica, es su mejor interpretación. Victor McLaglen es el contrapunto rudo a
Wayne, y su interpretación también merece todas las alabanzas del mundo.
- Pero es que además del trío protagonista, y ahí radica parte del gran mérito del director,
todos y cada uno de los demás personajes que aparecen están maravillosos, como
tocados por la gracia del director: Ward Bond, como el párroco, se sale, y Barry Fitzgerald
será recordado para siempre por su papel de casamentero en esta cinta. Suyas son las
mejores escenas cómicas y, la verdad, está sublime.
- Por cómo la película está rodada a través de la cámara de su director, narrada en
aparente sencillez, de modo lineal, como si de un cuento infantil se tratara, pero al mismo
tiempo es un cuento que nos cuenta una historia de y para adultos, en donde
curiosamente, apenas aparecen niños.
- Por las ganas irrefrenables que te dan de viajar a Irlanda después de haber visto la
película, y en especial, el pueblo de Cong, donde se rodaron los exteriores.
- Por la manera de exponer la tensión sexual secreta entre dos personajes (los
protagonistas), ayudándose de las inclemencias del tiempo y del paisaje de Irlanda. El
agua y el viento es metáfora de sexo en esta película, más que en ninguna otra que se
haya rodado jamás.
- Porque contiene el mejor beso robado de la historia del cine (Junto con el que le da
Grace Kelly a Cary Grant en "Atrapa a un ladrón").
- Porque si sólo se hubiera rodado la escena bajo la lluvia, previa a la de la boda, en la
que Wayne y O'Hara se besan (aquí el beso ya no es robado), ya de por sí la película
sería una obra maestra.
- Porque contiene la mejor pelea a puñetazos de la historia del cine (nada que ver con las
de Terence Hill y Bud Spencer).
- Porque una simple mirada (la de O'Hara hacia Wayne) puede emocionarnos más que mil
palabras.
- Porque los verdes de esta película son irrepetibles.
- Por el homenaje-plagio voluntario que hizo Spielberg en ET de la escena del primer
encuentro de los protagonistas en la casa de Wayne.
- Porque Ford es el rey en contar silencios. En esta película, más que en otras, hay que
estar atento a las miradas de los personajes. La mirada de la O'hara cuando, a pesar de
que quiere a Wayne, no lo deja entrar en su habitación porque no le ha conseguido la
dote. La mirada de Wayne cuando comprende que sólo conseguirá el amor de O'Hara si
consigue la dote. La mirada de Wayne cuando observa su casa natal desde un puente de
piedra, que se alza sobre un arroyo de ensueño, y se oye la voz de su madre, un recuerdo
preciado, enmarcado por la lírica música de Victor Young. La mirada de Wayne cuando ve
por primera vez a O'Hara entre las ovejas, etc. La mirada hacia abajo de Barry Fitzgerald
cuando Víctor McLaglen se da cuenta de que le han engañado, etc. Son una serie de
miradas sin diálogo tan perfectas que cualquier diálogo sólo habría empobrecido la
escena. Eso hace que, aunque la película es aparentemente sencilla, en su sencillez se
encuentra su complejidad, que sólo intuimos a cada nuevo visionado.
- Porque es imposible que hoy en día se haga una película así: Ford ha vuelto a la tierra
de sus antepasados (el paraíso perdido) para decirnos, señores, antes el mundo era así:
rudo, rural, sin malicia. Hoy todo esto ha cambiado, la gente se ha vuelto distinta y el
mundo se rige por otros códigos. Por esto Wayne es tan distinto del resto de las personas
de Innisfree, porque aunque ha nacido allí, se ha marchado y se ha contaminado por la
modernidad de un mundo que ya no es el que era.

Mi película favorita del maestro John Ford


17 de febrero de 2022

Esta es mi película favorita del gran maestro del Cine, John Ford, y, sin duda, la
que más disfruto cada vez que tengo la oportunidad de ver. Es una historia
vitalista, llena de sentido del humor, pero con una tristeza subterránea que hay que
destacar (sobre todo, la tragedia que envuelve a Sean Thornton -el boxeador
interpretado por John Wayne-). Es una maravilla fresca, llena de buenos momentos
divertidos y también sentimentales, con diálogos chispeantes y memorables.
Hablando de diálogos: destaco sobre todo en los que participa el gran actor Barry
Fitzgerald (uno de mis actores secundarios favoritos de todos los tiempos): algunos
de ellos me los sé de memoria. Todos los actores están magníficos: el magnético
John Wayne, la bellísima Maureen O´Hara, el divertido bruto Victor McLaglen, un
habitual de las películas de Ford como era Ward Bond, la actriz Mildred Natwick,
etc. Magnífico trabajo de todo el equipo técnico, acompañado de la fantástica
música de Victor Young. Una película preciosa que no me canso de ver una y otra
vez.
La estupidez humana
26 de octubre de 2022

2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil


Hay veces que me cuesta comprender a la gente . Lo siento mucho pero me
encuentro bastante enojado y dolido de algunos comentarios, gracias a Dios,
no todos.
Ésta película es una genialidad y posiblemente una de las mejores películas
de la historia. No voy a hablar maravillas sobre ella porque mucha gente ya
lo ha hecho, sí sobre porqué hay gente ingenua que le da menos de 7. Será
seguramente por que hay muchas personas que lo asocia con el machismo y
le parece que esta película lo defiende y de eso nada. Si es por eso todas las
películas de terror y asesinatos tendrían que ser rechazadas y sólo habría
que ver películas cristianas o para niños. Podría contar miles de casos:
Drácula, Hanibal Lecter, la serie de películas « el Pico» en España,
Ripley.........me canso. Todas las películas de « El Padrino» habría que
rechazarlas porque el protagonista es un mafioso, delincuente y asesino. La
grandiosa « Lo que el viento se llevó» eliminarla porque la protagonista,
ejemplo de empoderamiento femenino,golpea y maltrata a su criada,
hermana, marido, marido de Melani y encima enamora al que se iba a casar
con su hermana para dejarlo como un idiota y aprovecharse de él.Todos los
malos tendrían que acabar mal y los buenos triunfar como en la vida.
Jajajajajaja. Habría que haber censura como desgraciadamente ha habido y
toda película tendría que ser moralizante y apostólica. Jajajaja.vamos tipo
Paco Martínez Soria, Teresa de Calcuta, misioners, los dibujos
animados......Jajajajajaja. Está hecha en su época, el protagonista es pacífico
pero por eso su mujer no lo quiere y todos los vecinos y eclesiásticos lo
apoyan cuando hace lo que hace. La mujer, menudo carácter que tiene , y
luego bien enamorada que se queda y que nadie diga que es una víctima. Es
una película y no trata de orientar a la gente en nada ni mostrar como se
deben hacer las cosas. La ventana indiscreta, gran película, también sería
censurada por voyeur y que incidirá a la gente a espiar impudicamente o «
Las diabolicas» que enseña a cómo matar sin tocar a una persona. El boxeo
censurable porque dos personas no se pueden pegar, a prohibirlo. Es una
película que cuenta una historia, nada más y entiendo que no todos le den un
10 como yo. Puede ser un 9 y raspando, raspando un 8. Y ya, el que le
ponga menos y encima la suspenda no tiene ni idea de lo qué es el cine y
cómo rodar y contar una película y sería mejor que dejase de hacer el
payaso, el inmaduro, el bienqueda el sensiblero y el TONTO y por dignidad
no volviese a FILMAFFINITY, porqué no tiene ni idea de lo qué es el arte.
Qué se ponga de Censor o funde una iglesia con sus acólitos pero a un arte
cómo es el cine se le respeta. Lo siento si he hecho muy apresurada la critica
y no la he desarrollado bien, pero acabo de leer todas las críticas y aunque
soy muy educado me ha molestado y decepcionado cuánto estúpido hay en
estas páginas, que no saben diferenciar la vida real del Arte y bien por lo
opinado por Boyero y Garci. Qué lástima me dan algunos, que no tienen ni
idea. Se dice « siempre nos quedará París», en mi caso «siempre me
quedará El hombre tranquilo» una película que constituye una de las cimas
del cine. Vuelvo a pedir disculpas por si he sido un poco brusco y directo,
pero también ante las críticas tontas que he leído, ha habido gente
defendiéndola como pidiendo perdón o comprensión y de eso nada. Si
alguien quiere hacer bien una película de ésta podrá aprenderlo todo. No soy
Dios ni sabiondo , que quede claro, pero esta película ES UNA GENIALIDAD
SIN DISCUSIÓN. Aquí hay mucho ofendidito, victimismo de nueva ola y
puritano, que pena me dan algunas personas que no saben mirar sin
prejuicios.

Monumento imperecedero
23 de noviembre de 2022

Hay unas cuantas películas que entran en todas las listas de clásicos inolvidables, joyas
de las que ningún cinéfilo o simple espectador aficionado pone en duda su
monumentalidad. Hagan listas con sus conocidos y verán que esto es así.

El maestro Ford tiene en esa lista unas cuantas: LA DILIGENCIA, EL HOMBRE QUE
MATÓ A LIBERTY VALANCE, CENTAUROS DEL DESIERTO... Esta no es un western, es
una comedia que ensalza a Irlanda y a sus gentes. Una Irlanda de cuento, que no existe,
como el pueblo en el que sucede todo, el inolvidable Innisfree.

Todo en esta gran obra de arte cinematográfico está idealizado: el carácter irlandés, su
modo de vida, sus costumbres, su campiña, sus tabernas, hasta el verde de sus prados
es más intenso.

O'Hara y Wayne vuelven a formar pareja y lo hacen para pasar a la eternidad


cinematográfica: inolvidables sus besos, sus peleas, sus cruces de miradas. Y junto a
ellos los inolvidables secundarios made in Ford: Victor McLaglen, Barry Fitzgerald, Mildred
Natwick.

Nada hay que añadir a la cinta, ni un minuto hay que suprimir. Desde los créditos a la
maravillosa música, desde la admirable pelea a puñetazos hasta la carrera de caballos en
la playa, todo en esta película es perfecto. E inolvidable.

Quién pudiera vivir en ese Innisfree.

Lo perfecto se puede igualar, pero no mejorar.


5 de diciembre de 2022

¿Por qué no le dieron el óscar a Wayne por esta película? Misterios de Hollywood. Es un
manual de cómo hacer cine: se hace así. Así se fotografía, así se elige un reparto ¡qué
acierto de actores!, así se combina el drama con la comedia, así se hace que no haya un
fotograma de más, que en todo momento interese y entretenga. Así se actúa. Así se
dirige.
Para mí es la mejor película de la historia del cine y si no es la mejor, por lo menos es
perfecta. Se puede igualar, El Padrino, Ser o no ser, Casablanca, Ciudadano Kane,
Cantando bajo la lluvia... pero mejorar no.
Irlanda traspasa la pantalla
17 de agosto de 2023

Si una palabra puede definir esta película es amable. Su visionado resulta relajante,
agradable, optimista, bello e irradia amistad y felicidad. Si una película pedía a gritos dejar
atrás el blanco y negro para pasar al color es esta. No se podrían haber rodado los pastos
y campos verdes de Irlanda sin ese verde technicolor.

El argumento es extremadamente sencillo. Un hombre adulto deja atrás los EE.UU. para
volver a su Irlanda natal y así empezar de nuevo dejando en su pasado en el nuevo
continente un secreto que le atormenta. En su vuelta al hogar de su infancia encontrará el
amor, pero también el choque cultural. Esto no es Nueva York sino la Irlanda rural. Aquí a
las mozas se les pide salir previo permiso del padre/hermano y las manos quietas y donde
pueda verlas, que soy el casamentero John. Que tu fama de vaquero te precede
forastero.

Y entre cortejos a las damas, vecinos graciosos con cierta predilección por hincar el codo
y enfrentamientos con cuñados cuadrúpedos y amadas empeñadas en que su macho se
haga con permisos o dotes que no necesitan, pues esto es Irlanda y sin permiso y dote no
se consuma John, que ya te lo he dicho, transcurren dos horas con una sonrisa en la
cara, con alegría, felicidad, paz, verdes campos y ovejas.

Peliculón, y es que a veces en lo sencillo, en lo simple, en las historias bonitas, bien


contadas y no rebuscadas, está la felicidad, el amor, la amistad pero también el cine con
mayúsculas. Y esto es cine con mayúsculas de un par de Johns que lo mismo les suenan,
Ford y Wayne. Imprescindible.

Anoche soñé que volvía a Innisfree


21 de junio de 2011

Tal vez existan lugares donde la palabra de un hombre y un buen apretón de manos
bastaba para sellar un acuerdo y mantenerlo; donde un tren pueda llegar tarde a su
destino y nadie se queje, donde, en determinadas situaciones se anime a poner en cintura
a una mujer de fuerte caracter o ver un hombre arrastra a su mujer, no solo no provoca
ninguna irritación sino más bien una carcajada; donde para poder casarte con la mujer
que amas tienes que seguir uno trámites y mantener una rígida conducta moral, bajo la
atenta mirada de un vigilante; donde cualquier acontecimiento es válido para cantar y
beber en las tabernas; donde sus habitantes, por encima de diferencias religiosas, eran
ante todo buenos vecinos; donde todos conspiran para conseguir que dos personas que
se aman acaben juntas; donde curas y párrocos son los mejores consejeros y amigos;
donde hasta los borrachines eran tratados con respeto e incluso nos caen simpáticos;
donde al entrar en una casa se bendecía a sus moradores; donde hasta la muerte se
tomaba un respiro para poder presenciar una buena pelea.....No sé si existió (o existirá)
un sitio así alguna vez, pero durante exactamente 129 minutos, John Ford consigue hacer
que exista.

La trama gira alrededor de las tribulaciones de Sean Thornton (John Wayne), que vuelve
a Innisfree, la tierra de sus padres, donde tendrá que adaptarse a costumbres y modos de
comportamiento totalmente ajenos a él. El film está articulado entorno al triángulo que
forma el propio Sean, Mary Kate (Maureen O'Hara) de quien se enamora y "Red Wild"
Danaher (Victor McLaglen), hermano de Mary Kate con quien se enemista. Pero lo que
hace a esta película entrañable es su entorno enmarcado dentro de un paisaje irlandés
exhuberante, campestre y casi idílico, por el que, además de estos tres protagonistas,
circula todo un conjunto de personajes, que pese a tener breves apariciones tienen algo
que aportar al conjunto (desde los párrocos, a viudas, pasando por el borracho del pueblo,
todos ellos constituyen un grupo de personajes que sin proponérselo nos caen
simpáticos), consiguiendo insuflar de realismo a la historia.

Ford realiza un film mágico que engancha, totalmente despojada de aspectos políticos,
religiosos o sociales, y le añade unas gotas de humor. Es el excelente reparto el que
termina de configurar esta soberbia película, que nos deja un poso de optimismo
generalizado, y aunque no descuida ningún aspecto de la puesta en escena son sus
entrañables personajes los que nos acaban capturando.

Es una de esas películas que, desde su aparente sencillez, te llegan bien adentro, y sin
que podamos evitarlo, contemplamos de un tirón, sin apenas pestañear y sin borrar
nuestra sonrisa de su cara, y para cuando sus imágenes sólo quedan en nuestro
recuerdo, es imposible reprimir un torrente de alegría, de ganas de vivir, y sobretodo de
ganas de irse a vivir a Innisfree.

GREEN UTOPÍA
16 de febrero de 2012

John Ford es indudablemente uno de los mejores cienastas de todos los tiempos, el
exponente de un tipo de cine y un narrador de primera. Dicho esto, añadiendo también
que las absurdas acusaciones que se han realizado sobre ser el propagador de una
ideología fascitas ("El hombre que mató a Liberty Valance" y "Fort Apache" demostanrían
esa insensatez en sus respectivos cinco minutos iniciales), "El hombre tranquilo" me
parece su cinta más infra-valorada.

Me atraen más otras evocaciones reales de ese pasado irlandés que este pequeño
cuento, cuya extrema duración no es el problema, es que prácticamente no pasa nada.
Tampoco me atrevería a decir, como en otras críticas se apunta, que haya un mensaje
machista, aunque es cierto que el personaje caracterizado (gran actriz) por Maureen O
´Hara queda atávico y a años luz de la realidad.

John Wayne, otro mito de Hollywood al que a veces se le acusa (sin mucho sentido, bajo
mi modesta opinión) de ser un actor de cartón piedra, hace un simpático protagonista,
aunque tampoco es una de sus mejores creaciones. No obstante, existe un amplio
espectro de público que se deja llevar por sus ingeniosos diálogos, magníficos
secundarios y ese mínimo tinte homérico que el desenlace tiene.

De cualquier modo, me sigue dejando patidifuso, aunque por supuesto respeto a quienes
la encumbran, que este cuento utópico esté a veces mejor considerado que obras mucho
más arriesgadas del maestro y con mensajes universales que no han caducado ni un día.

"El hombre tranquilo" exige demasiadas contextualizaciones, en mi opinión, para atraer a


nuevas generaciones de espectadores.

El Mundo de John Ford


8 de julio de 2021

The Quiet Man o mejor dicho El Hombre Tranquilo, es de las mejores películas del cine
americano y dirigida por el director de directores John Ford, pero ¿por qué?

Las películas de John Ford han sido motivo de festejo para mí, Ford a sido de esos
directores que han sido motivo de inspiración para mí, aunque claro si bien tiene una que
otra obra regular, que se puede esperar de un director que ha estado en el cine, desde
sus primeras etapas, cuando no existía el sonido.

Se dice que a pesar de que Ford había ganado 3 premios Oscar a mejor director (decir
que nunca fue a la gala) los estudios no querían producir esta cinta, no tenían el menor
interés en esta historia romántica irlandesa, la historia de Maurice Walsh fue comprada
por Ford desde los años 30s era una película que quería realizar.

Pero volvamos a concentrarnos en The Quiet Man, no solo es de las mejores películas no
western de Ford. Un mundo armónico retratado a través de los paisajes y las personas
que lo habitan. Y algo especial, es el personaje de Sean Thornton pues es el alter ego del
mismo director John Ford.

Un hombre que busca sus raíces y que escapa de su pasado. Como las mejores películas
de Ford, además de ser de género romántico la película, se da el lujo de tener momentos
divertidos que funcionan para alivianar la trama y todo ese ambiente que implanta Ford es
magistral, es su visión del mundo.

Una de sus mejores películas, una de esas obras que se te quedan grabadas en la mente
y te dan un gran recuerdo, muy recomendable.

Sueños de una tierra lejana


7 de junio de 2019

“El hombre tranquilo” es una comedia romántica en la que John Ford muestra una Irlanda
idealizada, un paraíso en la tierra al que le gustaría trasladarse como hace el propio
personaje de John Wayne. En los años 20, Sean Thornton, un ex boxeador americano de
origen irlandés, viaja a su lugar de nacimiento, Inisfree, en Irlanda. Allí pretende comprar
la antigua granja de la familia y rehacer su vida en esa tierra que su madre tanto
idolatraba. Poco tiempo después de llegar a Inisfree, se encuentra con Mary Kate
Danaher, la temperamental hermana de “Red” Will Danaher, un terrateniente que también
pretende comprar la granja. Sean queda absolutamente prendado de Mary Kate, así que
decide conquistarla. El enfrentamiento entre ambos hombres afecta al cortejo de Sean
hacia Mary Kate, ya que para que la relación pueda llegar a buen puerto, Mary Kate
necesita el beneplácito de su hermano. Algunos residentes de la aldea, entre los que se
encuentran el Padre Peter Lonergan y el casamentero local Michaeleen Óge Flynn,
conspiran para conseguir que la pareja pueda iniciar su relación. Pero el hermano de
Mary Kate no será el único problema que se encontrará Sean, el gran carácter de ésta y
las arraigadas tradiciones no le pondrán las cosas nada fáciles. Partiendo de un choque
cultural entre la arraigada tradición irlandesa y el atrevimiento de un norteamericano, la
película simboliza la idealización de una tierra, con sus particulares gentes y lejanas
tradiciones. A través de imágenes bucólicas de los prados irlandeses y de una banda
sonora con tonos celtas que se repite a lo largo del metraje surge la ensoñación de que
otra vida es posible. Una más sencilla basada en la camaradería, en la que los golpes de
puño forjan amistades y el alcohol puede acabar con cualquier tristeza. La obra contiene
momentos inolvidables como la trepidante carrera de caballos, el beso apasionado entre
los protagonistas en el cementerio, el recuerdo del último combate de boxeo de Sean (en
un flashback que para un servidor es lo mejor del film) o la cómica y exageradamente
larga lucha a puñetazos entre el protagonista y “Red” Will Danaher. Todo un clásico al que
mejor no acercarse con el punto de vista de nuestros días por su machismo y la ligereza
con la que se tratan ciertos temas. La película obtuvo el Óscar a mejor director para John
Ford y a la mejor fotografía para Winton Hoch por las exuberantes imágenes del campo
irlandés. Alcohol que no deja resaca y golpes que no hacen daño en una idílica Irlanda a
la que transportarse mágicamente con su visionado.

Una obra maestra


6 de junio de 2020

"El hombre tranquilo" es un prodigio de sensibilidad, fotografía, concepción de las


escenas y sobre todo, simplicidad. Todo está dicho sobre esta hermosísima declaración
de amor de John Ford a su tierra natal. La he visto al menos diez veces. El motivo de mi
crítica es la sorpresa al leer ciertas valoraciones en esta página. No comprendo cómo
puede ser juzgada desde nuestras concepciones actuales. Es un punto de vista tan pueril
que sorprende leerlo. Irlanda, 1952. ¿Machista?. Claro. ¿Religiosa?. Absolutamente. Es lo
que había, y en gran parte de la Irlanda rural actual sigue siendo lo que hay, ¿Está bién?.
No, claro que no. ¿Podemos filmarlo y contarlo tal y como era?...no veo por qué no.
¿Podemos atrevernos incluso a sugerir que, en una sociedad tan patriarcal las mujeres
podían ser felices y aceptar el papel que les tocó?. Supongo que la gente tendría derecho
a ser feliz en las circunstancias que les tocase vivir en el tiempo que fuera, pero si la
respuesta es que no, entonces les sugiero a las hipersensibilidades que se abstengan de
ver otras cosas. La lista es larga:
- Museos(las obras de arte están plagadas de referencias al papel de la mujer en la
historia)
- Libros. Uf, Quevedo, Dickens,Lope, Pío Baroja, Unamuno(sí, Unamuno, el niño bonito de
la izquierda)....nada,nada. A la hoguera de las vanidades todos ellos.
- Muchísimas películas que, vistas con ese rasero, no deberían ni haberse concebido. El
Padrino, todo Disney(hasta hace ...¿cinco años?), 50 sombras de Grey(esta es bastante
actual,¿eh?)
- Películas ambientadas en la Edad Antígua, Media o Contemporánea. A no ser que sean
de Neftlix y entonces no hay problema porque meteremos ese filtro a todo lo que se
menea. Incluiremos gente de otras etnias (principalmente afroamericana y asiática, que
saldrán sí o sí, para evitar que se sientan excluídos, sin que importe el sonrojante
anacronismo histórico que perpetremos.
Mary Kate, aparte, es una mujer valiente, que defiende sus derechos, que no se deja
manipular por su hermano ni por su marido. Es un personaje precioso y con gran
dignidad. Hasta su forma de vestir es distinta a la de una mujer convencional. Por
supuesto que ahí están las costumbres y la forma de vida pero Mary Kate es una mujer
con una determinación y unas ideas muy claras.
Otra cosa, la película cuenta mucho, pero muchísimo más de lo que aparenta. Hay que
saber algo de historia, eso sí, para apreciarlo. Pero la ofuscación lo nubla todo.

Para verla sin excusas.


9 de febrero de 2021

Tras el visionado de "El hombre tranquilo", no se puede evitar la impresión de que John
Ford, tras terminar la excelente "Río Grande", y sin renunciar a los mismos protagonistas,
sufrió una especie de "epifanía mística", que casi le obligó a roda lo que a todas luces
parece un legado póstumo, bastante contradictorio si se tiene en cuenta que aún le
esperaban varias y buenas películas por delante. y es que "El hombre tranquilo" tiene ese
carácter, casi de cine epigramático, que lo desmarca de otras muchas de sus
producciones, y que resultando tan original como sugerente, no renuncia en ningún
momento a los mejores clichés de su director.

Traspasado el film de inteligentísima nostalgia, con un uso más que excepcional de la


paisajística y el color, que llegan a robar el protagonismo a sus excelentes actores,
convirtiéndose en parte inescindible del argumento, "El hombre tranquilo" puede parecer a
simple vista una "rara avis", pero conforme avanza el metraje, es fácil advertir que la
mano del Ford de siempre se hace omnipresente, con los contrapuntos quasi cómicos (o
sin el quasi) que magistralmente incorporan actores tan estupendos como Victor
McLaglen (en mi opinión, resulta algo más flojo el personaje de Barry Fitzgerald, que aquí
llega a hacerse algo pesado) o un soberbio Ward Bond, y un enternecedor Arthur Shields,
que con maestría interpretativa, deja atrás al antipático Panny de "Qué verde era mi valle"
para componer a un personaje digno de figurar en la cúspide de cualquier producción
navideña de la casa Disney, tan tierno como convincente.

"El hombre tranquilo" se constituye como una maquinaria perfecta, en la que todos los
engranajes y piezas se sitúan estratégicamente para garantizar un funcionamiento de
"Oscar".
En medio de la trama, siempre presente, el tradicional y eterno humor socarrón, tan
característico de Ford en todas sus producciones, siempre adecuado, impagable en varios
momentos.(Escena de la pesca y alusión al "saco de dormir").
Si a eso añadimos una fantástica pelirroja de "rompe y rasga" (Maureen O`Hara) y a John
Wayne, que es la perfecta amalgama entre el cumplimiento estricto de sus roles de duro
habitual, y una sensibilidad y ternura que no renuncia a lo puramente viril (pocas veces el
"fetiche" de Ford estuvo mejor), la campanada resulta clamorosa.

Una película "redonda" que, justamente, es considerada como "cultural, histórica y


estéticamente significativa", e injustamente, no como una de las cuatro o cinco mejores de
todos los tiempo. No hay excusa para no verla.

GLORIOSA DECLARACIÓN DE AMOR DE JOHN FORD A LA IRLANDA DE SUS


ANTEPASADOS
7 de septiembre de 2023

John Ford recrea los ambientes verdosos de sus raíces irlandesas en esta obra capital
dentro de su vasta filmografía.

Estamos ante el que posiblemente sea el trabajo más personal en la carrera de Ford,
quien se aleja del western para ofrecernos una extraordinaria mezcla de comedia con
batalla de sexos, romanticismo con pinceladas poéticas que vinculan maravillosamente el
ardor amoroso-sexual de la pareja Wayne/O'Hara con el lírico ambiente natural que les
rodea, y drama con personaje marcado por un hecho trágico del pasado.

El respeto por la tradición, con manifestación de costumbres transferidas de generación


en generación (alternando el tono paródico con el nostálgico), queda patente a lo largo de
toda la historia, con un especial protagonismo en este sentido para el personaje cómico
interpretado por Barry Fitzgerald.

El maestro Ford nos presenta un curioso catálogo de muy variados caracteres a los que
reúne para entonar cánticos comunales en tabernas en las que se consume cerveza
negra en cantidades industriales, o para montar una fiesta con carrera de caballos incluida
por la arena.

El largo clímax con la pelea entre Victor McLaglen y John Wayne después de que este
último (en una escena puramente paródica y cómica con violencia de dibujo animado)
arrastre por el pueblo a Maureen O'Hara, constituye uno de los momentos indelebles de
esta eterna obra maestra, una de las más grandes historias de amor jamás vistas en una
pantalla. Y no sólo el amor entre los personajes de Wayne y O'Hara, sino también el amor
de Ford a Irlanda, a sus hermosos paisajes rodados en un deslumbrante Technicolor, y a
sus gentes, esas a las que Ford retrata con una mirada profundamente humanista.

La mejor pareja sin duda para esta película son John y Maureen, la cual profesaba gran
admiración por John. Gran pelicula, divertida , sentimental y recomendable ver en versión
original. Un recuerdo de John Ford por su tierra natal.

PD: por favor, feministas, progres,etc no es nada recomendable, ya que hiere la supuesta
sensibilidad igualitaria de los mismos.

IRLANDA IN MY MIND
20 de enero de 2014

Ford ya estaba consagrado a sus 58 años cuando se llevó su cuarto Oscar


como director por esta comedia, en la que homenajea la tierra de sus padres,
una Irlanda idealizada de gentes rudas, simples y nobles, cargadas de
tradiciones y prejuicios, bajo la mirada aplastante de la religión y cuyo
sistema patriarcal y machista relegaba a la mujer a mero complemento de
servicio al varón y los hijos. Todo ello y a la vista del paso de los años se
refleja y subraya el valor de la cinta hoy en día. Por supuesto que la intención
de Ford no fue hacer critica social sino componer una comedia con
pinceladas dramáticas, consiguiendo un entretenimiento que aún resiste el
paso del tiempo y para ello la rellena de secundarios simpáticos,
estandarizados de cualquier comedia al uso hollywoodiense.

Vuelve a contar con su actor fetiche, un Wayne torpe y envarado que se


esfuerza por acomodarse a un vestuario distinto al del cow-boy que le
encumbró. Mauren O´Hara le da la replica al bruto como una bella de
maneras toscas y aguanta con gracia el vapuleo al que Ford y Wayne la
someten, en una actuación donde la naturalidad brilla por su ausencia.

Es Victor McLaguen, nóminado por su papel del hermano de la chica quien


hace una composición brillante del simple y bruto terrateniente irlandes que
lo resuelve todo a base de pintas y puñetazos.

Pero sobre todo y sobre todos destaca el propio Ford que impone sus
paisajes, (Oscar a la mejor fotografía en color) su mirada idilica, sus carreras
de caballos y su mirada limpia y contundente en los exteriores.

El hombre tranquilo merece el hueco notable que la historia del cine le ha


dado, nos sigue haciendo reir y pensar con el engaño de unas imagenes que
endulzan la realidad.

John Ford siembre tuvo buen ojo. Es más, durante unos cuantos años solo tuvo uno, ya
que el otro lo perdió rodando un documental patriótico en la batalla de Midway, según
cuenta la leyenda, y tratandose de John Ford hablar de leyenda es hablar de verdad.

El director irlandes tuvo buen ojo literario cuando en 1936 dió con un cuento publicado en
1933 en la revista norteamicana "The Saturday Evening", se titulaba el hombre tranquilo.
Un libro que hablaba de la vieja Irlanda, habitada por rebeldes deo IRA, leyendas
ancestrales, como las peleas entre clanes familiares, cerveza a raudales, cuentos de los
celtas nacidos al calor de la lumbre, y un trago de agua de los dioses, y como no, la
deliciosa explosión de la generosa Naturaleza; niebla y acantilados, vacas y bueyes. La
lluvia casi a diario, y canciones centenarias cantadas en gaélico. El libro se convirtió en un
best-seller en el mercado anglosajón.
John Ford además de tener buen ojo, tenía fama de tacaño, y no solía ser de los que
tiraban la casa por la ventana. Así que pago 10 dolares al autor del libro en 1936 por
asegurarse una oportunidad de poder llevar la historia al cine. Eso pasó en 1952. La
película fue un éxito de crítica y taquilla. Consiguió dos Oscar, uno par John Ford como
director, y otro a la mejor fotografía. El buen ojo de John Ford convirtieron la película en
inolvidable, y es que no hay nada tan vivo como la melancolía del director que vuelve a
sus origenes para relatarnos la más encantadora historia que se ha hecho nunca sobre el
alma irlandesa contenida en el cuerpo; con un enamoramiento brutal e instantaneo, con
las apreturas de las normas socilaes, los cantos de taberna, el cortejo, la palabra, la
furia...

Nadie me puede rebatir, que sin duda alguna es una gran película para deleitarse, con
esa maravillosa historia de amor en tono de comedia y romantícismo de una pareja
protagonista; John Wayne y Maureen O' Hara que encarnan magistralmente una de los
duetos más emotivos del celudoide. Mostrandonos un gran equilibrio entre la cordura y la
locura, entre la pasión y la verdura del paisaje, entre el pulso y el latido. Realmente una
pareja eterna.

La construcción de los personajes y dirección de actores por parte del maestro es


impecable. El elenco de secundarios es de lujo.
Un guión muy trabajado, lleno de matices y detalles encajan a la perfección, encontrando
ecos y alusiónes a Shakespeare.
El hombre tranquilo es la prueba de que existe el hombre que recobra su tranquilidad. Por
eso es una película redonda y perfecta.

John Ford es uno de los grandes de Hollywood, e hizo grande también a John Wayne.
"HOMERO HABIA ENCONTRADO A ULYSES". Juntos hicienron muchas pelícuas, y
agunas de ellas figuran entre las mejores películas de la historia: "La diligencia"(1939).
"Fort Apache"(1948). "La legión invencible"(1949).
"Centauros del desierto"(1956). "Misión de audaces"(1959). "El hombre que mató a
Liberty Valance"(1962).
Uno de los últimos directores, que pertenecian a la estirpe que hizo grante al cine
americano, y creó un universo inconfundible, con unos personajes bien perfilados, que
parecian tener vida propia, como los que pueblan en esta gran obra. EL HOMBRE
TRANQUILO.

Que película extraña es "The Quiet Man".


Me pongo a escribir para tratar de desarmarla en mi cabeza y darle un sentido. No porque
sea una película compleja y haya que desentrañar algo en su argumento que es más bien
simplón, sino porque todo lo que sucede durante las dos horas de "The Quiet Man"
parece no pertenecer al mundo real. Y no porque sea fantasía o ciencia ficción, claro está.
Es que Ford crea un universo que se rige por sus propias reglas: una paleta de colores
absurdamente bella, canciones jocosas en situaciones disparatadas, tradiciones ridículas
pero revestidas de cierta nobleza y un territorio finamente esculpido donde van y vienen
un montón de personajes que pendulan entre lo entrañable y lo exasperante.
Hay en el registro narrativo cierta complicidad con el espectador pero hasta ahí nomas.
Solo hay una escena, rodada de forma casi abstracta, del pasado de Sean y en ese punto
se nos da a nosotros una información fundamental para entender la lógica del
protagonista. Pero ese es otro mundo, otra realidad. ¿Y si el sueño del exilio es solo eso,
un sueño? Aventurar una interpretación de este tipo tal vez sea estúpido tratándose de
Ford pero valga la metáfora para reafirmar la entidad onírica de Innisfree.
En ese sentido "The Quiet Man" es un paréntesis. (Un pedazo de) la historia de un
hombre sin destino que busca forjarse uno hurgando en sus raíces.

(Continuo en zona spoiler aunque sin revelar nada importante, apenas algún detalle que
no hace al argumento en si mismo.)
spoiler:
Detallando y descomponiendo grosso modo: La "historia de amor" es torpe pero saca a la
luz todas las grandes “problemáticas” de la película: Mary Kate poniendo de relieve su
sentido de la propiedad y la tradición*, Sean tratando de encajar en una realidad que creía
suya y que finalmente no lo es tanto y, finalmente "Big", como último eslabón de la miseria
humana aunque sin ser del todo expulsado; valga un final que redime entre brindis y
comida. Y es que no, no hay realmente un villano en “The Quiet Man”. Solo un
contrapunto que, visto de cerca, recae más sobre el personaje de John Wayne que sobre
el de Victor McLaglen
Lo que tiene de comedia se manifiesta en un sentido casi satírico aunque desde ya no es
una película preocupada por ironizar sobre nada. Y es que Ford quiere a sus personajes.
Los quiere tal y como son: exagerados, abruptos y arraigados. Frente a un cine moderno -
hablo en general, claro está- más preocupado en juzgar a sus personajes que en
quererlos y comprenderlos, tal vez se nos hace difícil asumir la relación que Ford tenía
con su cine. Sobre todo frente a un ejemplo autoral como "The Quiet Man", que bebe de
diversos géneros y no se debe a ninguno.
Alguien dijo que en el fondo todas las películas de Ford son westerns. No hay que pensar
demasiado para encontrar aquí la columna vertebral del género que hizo grande (a) John
Ford. El boxeador que ha colgado los guantes y huye en busca de tranquilidad no es muy
distinto del pistolero que personifica Gregory Peck en la película de Henry King. La
diferencia, claro está, radica en la amargura y desazón de la segunda frente a la alegría –
casi que sin sustent, cosa que me encanta- de la primera. Y es que "The Quiet Man", así
como es; extraña, insólita e incluso amoral, no deja de ser una película celebratoria. Un
cuento de hadas de borrachos y ludópatas que se despiden de la cámara con una
sonrisa.

*Pese a que la película ha sido tachada incontables veces de machista y/o misógina –no
es mi intención decidir si lo es o no, aunque como mínimo es incomodo ver a John Wayne
arrastrar a la muchacha con el gentío detrás- el personaje de O’Hara es el de una mujer
fuerte que, dentro del contexto en el que vive, se hace cargo de su vida. No es, desde ya,
una mujer rompedora y dispuesta a cambiar radicalmente su vida pero, en realidad,
ningún personaje de la cinta lo es.

Sean Thorton huye del mundo y de su pasado, no quiere volver a luchar y, para evitar
nefastas consecuencias pretende, egoístamente, reprimir su virilidad y masculinidad, y
frenar su deseo e impulso de defender la causa de su esposa. No comprende, por su
formación americana y liberal, el significado y trascendencia que tiene para ella la dote,
que no es sino la tradición y símbolo de la honra y dignidad que la mujer ofrece.

Mary Kate Danaher es una mujer orgullosa, brava y de gran carácter, sabe lo que quiere y
lucha por ello, pugna por obtener lo que es suyo por derecho y tradición y no cede hasta
conseguirlo. Sin embargo, ignora las razones por las que su esposo evita la confrontación,
viéndole como un cobarde o, peor, un hombre que no respeta su honorabilidad de esposa.
Danaher abandera la tradición sobre la modernidad de su esposo, y llega al extremo de
negarle consumar el matrimonio (escándalo para la autoridad).

El conflicto tiene su clímax en una divertidísima pelea, en la que finalmente Thorton


explota en masculinidad y defensa por la justicia y la dignidad de su esposa y ésta,
dócilmente y en un alarde cómico en la que se muestra ternura y entereza orgullosa, va a
casa hacer la cena a su marido. El matrimonio ha superado el conflicto.

Las feministas, habitualmente obtusas, han acusado al Hombre Tranquilo de ser una
película misógina, sin embargo no puedo sino defender lo contrario, como prueba el
retrato que hace de feminidad y voluntad altiva de la figura de la mujer, que finalmente
somete la voluntad del esposo y le insta a ser consecuente con su hombría y su
naturaleza, así como ella lo es a la suya. Evidentemente, en la sociedad enferma actual -
donde las mujeres se masculinizan y los hombres se feminizan- es algo que choca. Pero
en la gran obra maestra de John Ford, se engalana y entroniza, de una forma muy
sencilla, la dualidad sexual; la masculinidad y la feminidad.

El hombre tranquilo. John Ford


Orson Welles dijo de Ford que era
un poeta y un comediante, dos
calificativos que encajan a la
perfección con esta obra de arte
cinematográfica.
El lirismo y el tono de comedia
que impera en toda la película
mezclado con la nostalgia, tan
presente en muchas de sus obras,
refleja como ninguna otra la
verdadera alma de este cineasta.
Durante veinte años, tuvo en sus manos el relato de Maurice Walsh intentando adaptarlo
al cine aunque nadie excepto él creía en sus posibilidades, ¿a quién podía interesar una
historia costumbrista en un pueblecito irlandés? A pesar de la categoría tan reconocida de
Ford en Hollywood solo consiguió, gracias a la intervención de John Wayne, la
financiación de una pequeña productora, Republic Pictures y así es como pudo trasladarse
en 1951 con toda su compañía a Cong, el pueblo que haría las veces de Innisfree.

El maravilloso technicolor de esta película es un verdadero goce para los sentidos, pero el
color que queda impreso en la memoria después de verla es el verde, ese verde irlandés que
ya aparece desde la misma llegada del tren que trae a un forastero, Sean Thornton, en
busca de Innisfree, en realidad, su lugar de nacimiento al que vuelve después de muchos
años para instalarse definitivamente tras haber tenido una experiencia traumática que le
hará abandonar América y volver a sus raíces.

Pronto vislumbrará entre los árboles a la mujer de la que se enamorará a primera vista,
Mary Kate Danaher, y conocerá a los personajes que habitan la localidad, la mayoría
tremendamente acogedores, exceptuando al fortachón Danaher que se declarará enemigo
de él nada más verlo por considerarlo un yanki, un intruso que viene a inmiscuirse en las
costumbres de aquella comunidad irlandesa.

Nadie como John Wayne y Maureen O`Hara podrían haber sido la pareja protagonista. La
relación explosiva y cargada de sensualidad que consiguen expresar en cada una de sus
escenas, ya sean en los momentos más románticos y pasionales que puedan verse en una
pareja, como en los enfrentamientos de sus dos fuertes caracteres luchando por sus
principios y sus costumbres, engrandecen de forma brillante esta obra maestra hasta el
punto de encontrarnos con momentos sublimes que nunca podremos olvidar como la
primera visión de Sean Thornton a Mary Kate en el prado, el primer beso robado por Sean
luchando contra el viento o su primera salida, ya prometidos, cuando llegados hasta un
antiguo cementerio se abrazarán, se besarán y se desearán bajo la lluvia y el viento que
desencadena una tormenta.

Igualmente de inolvidable resulta el resto del reparto. Qué decir de Barry Fitzgerald, aquel
Michaleen Flynn siempre sediento y cuyo caballo conoce a la perfección la puerta de la
taberna donde debe parar para que su amo sacie la sed. Aquel párroco católico (Ward
Bond) amante de la pesca, a ratos casamentero aunque para ello deba mentir y rezar dos
Aves Marías y que disfruta al contemplar una buena pelea. Y Will Danaher (Victor
McLaglen) el furibundo hermano de Mary Kate responsable de la triste noche de boda
entre Sean y su hermana al negarse a entregar a ésta su dote y que desencadenará la gran
pelea final entre cuñados, tan esperada por todo el pueblo.

La aparente sencillez con la que Ford dotó la narración de este cuento irlandés convierte en
mágico cada uno de sus planos aunando como pocas veces se ha visto el paisaje, el viento,
la lluvia y los personajes convirtiéndolos en un todo. Las bellas canciones tradicionales
irlandesas junto con la partitura original de Victor Young unida a esas secuencias
magistrales consiguen que el espectador, se conmueva, se divierta, se complazca a cada
minuto de visión hasta el punto de hacernos soñar con Innisfree y desear siempre volver a
él, a aquel paraíso perdido de Ford.

Cuando se conmemoró en el pueblo de Cong el 60 aniversario del rodaje de El Hombre


Tranquilo, allí acudió Maureen O´Hara, única integrante del equipo que permanecía viva.
Era emocionante ver en su hermosa ancianidad los destellos que aun quedaban en sus
enormes ojos y su amplia sonrisa de aquella belleza y bravura que dejaron sin habla a Sean
Thornton y cuando el público la vitoreaba y le aplaudía no podía por menos pensarse que
lo estaban haciendo a la reina de Innisfree, la pelirroja Mary Kate Danaher.
LA BROMA DE JOHN FORD: EL HOMBRE TRANQUILO
JORGE GIRBAU BUSTOS

| 30 OCTUBRE, 2019 AT 17:17

Esta película de John Ford nos enseña otra manera de plantear el cine romántico,
metiéndose más en la moralidad del ser humano.
A cualquier cinéfilo le gusta El hombre tranquilo (1952) y lo sitúa dentro de la
comedia romántica por unas declaraciones del propio director para
promocionar su obra maestra: – ¡Por fin he hecho una película de amor! –.
Pero yo me pregunto: ¿Hasta qué punto es una película sobre amor? Y, ¿qué se
esconde tras los personajes? Es cierto que será siempre una de las películas
románticas más recordadas de la historia del cine. Sin embargo, no es sólo un
romance apasionado entre dos personajes entrañables para nuestra memoria
visual.
Hay diálogos que nos llevan a otros géneros mucho más duros (por ejemplo: El
cine bélico). John Ford recurre a sus raíces para manipular la conciencia de un
público que se sumerge una y otra vez en la tremenda lucha moral de sus
protagonistas, El hombre tranquilo nos transmite que en un pueblo apacible
(Innisfree, Irlanda), y sin apenas grandes problemas, un americano ex
boxeador es capaz de agitarlo.
Si nos paramos en encontrar los significados de esta obra maestra nos
encontraremos que todo tiene una misma estructura que hace llevarnos a
universos ensoñados. Esta película nos acerca a un estilo de vida que poco a
poco ha ido desapareciendo. Pero, aún tenemos El hombre tranquilo para
recuperarlo porque el cine tiene la magia de contar historias y hacernos volver
a un pasado que cuesta olvidar.

¿Por qué en El hombre tranquilo se entremezclan los géneros cinematográficos?


En esta obra maestra de la década de los cincuenta se entremezclan muchas
lecturas tapadas en una comedía deliciosa que camina entre la tradición y
nuestra realidad dibujando en cada espectador una sonrisa que alcanza por
momentos la brillantez. Mucho más que una película sobre amor, su diálogo a
veces nos dan pistas de su verdadero significado. Nos remonta a una guerra
con dos bandos que viven dentro de una batalla que parece que nunca va a
acabar.

En El hombre tranquilo, siempre huele a una batalla dentro de una guerra: el


cura del pueblo lucha constantemente contra un pez. Entre los personajes del
pueblo hay algún amigo del protagonista principal que pertenece al IRA. Vemos
también en una de sus secuencias un general leyendo una revista de coches en
un bar y por último está la batalla principal entre sus dos protagonistas que no
dejan de estar enamorados pero provienen de tradiciones diferentes aunque
hayan nacido en el mismo pueblo.
Un espectador normal puede pensar que El hombre tranquilo se queda en una
bonita historia de chico encuentra chica y chico y chica se enamoran. Ford no
deja nada en el tintero: Sean Thornton tiene una batalla consigo mismo que la
intenta disfrazar con una tranquilidad casi obligada para recuperar su
verdadera personalidad, mientras que, la valiente Mary Kate lucha para
conseguir lo que le pertenece por derecho.
John Ford con esta película nos acerca a Irlanda, un país bello pero muy
marcado por un pasado que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. Así,
nos muestra otra vida llena de sencillez y de una batalla constante por no
perder su identidad.

¿Cómo llegó John Ford a hacer una película eterna en postguerra?


John Ford mostró al mundo el folklore de la tierra de sus ancestros. Esta joya
cinematográfica puede ser la máxima expresión del amor a Irlanda y a su
gente porque nadie se ha atrevido a buscar la sensibilidad del irlandés en el
cine antes y después que él. Analicemos la época en la que el director nos
enseñó lo que es la amabilidad en una historia tan dura como dulce.

Si nos paramos en el año 1952 y sabemos algo de la historia contemporánea


nos daremos cuenta que todavía no había transcurrido una década desde que
Estados Unidos lanzase las bombas atómicas. El mundo se estaba recuperando
de un tiempo convulso y el director quiso ahondar con esta película en las
tradiciones milenarias de una gente que está tan fuera de la sociedad como
dentro.

Pero si hacemos una comparativa sobre el año que se hizo esta película y los
hechos que ocurrieron a principios de la década de los cincuenta, vemos una
metáfora de la guerra: los bandos no son tan destructivos y los protagonistas
tienen sus debilidades dentro de esta sociedad.
¿Qué es la película El hombre tranquilo?
Toda obra de John Ford tiene una doble lectura. Son películas didácticas que
muestran a la sociedad más de una cosa y El hombre tranquilo es la cúspide de
este director que se dedicó a acercar al público esas tradiciones que vivió
desde niño y dar un sentido a la vida sin decoraciones ni artificios.
John Ford no movía la cámara nunca. Así, daba otro sentido a la fotografía
pero sin hacer un travelling o enseñar lo que está fuera de campo y no
interesa en absoluto para avanzar en lo que es la historia. Pero volvamos a la
película: su argumento es muy simple para acercarla a todos los públicos.
Sean Thornton (John Wayne) regresa de Estados Unidos a su tierra para
recuperar la granja donde se crío de niño y vivir allá. Conoce a Mary Kate
Danaher (Maureen O´ Hara) y se enamoran. Pero para conseguir su amor
también deberá de combatir contra las costumbres locales y también contra la
oposición del hermano de la prometida (Victor McLaglen).

El hombre tranquilo es la mejor película para comprender como reacciona el


ser humano ante las adversidades. Aquí podemos ver con mucha claridad
como cada uno reaccionamos ante las adversidades de forma diferente: cada
individuo tiene sus propias batallas para buscar la verdadera felicidad. Todo
ello aderezado con la mejor historia bélica sin ser una película donde se
enseñen muertos, uniformes militares ni escopetas.

¿Cambió la forma de hacer cine la película El hombre tranquilo?


Esta película de John Ford nos enseña otra manera de plantear el cine
romántico metiéndose más en la moralidad del ser humano. Esta película es un
impulso a las obras cinematográficas que se empezaban a hacer.
El hombre tranquilo dentro de su género es un punto y aparte dentro del cine.
Por ejemplo, existe la comedia intelectual como género cinematográfico pero
esta película es en sí mismo un género nuevo. Mezcla referencias bélicas
escondidas en su historia con toques románticos. En definitiva, es una película
experimental llena de tradiciones.
El cine de John Ford forma parte de ese Hollywood dorado pero huye del
Hollywood dorado. Huye de ese glamour de los actores. El cine de este director
nos acerca al destino de sus personajes que, a veces, es muy cruel pero nunca
se olvida de enseñarnos una lección para mejorar a la sociedad.

El hombre tranquilo es el alma mater de todo el género romántico porque


cuenta más cosas de las que cuenta. Fue también la primera película que se
atrevió a explorar más allá de las fronteras del género romántico y retrata la
vida de unas gentes humildes en un mundo muy religioso.

Conclusión
La conclusión de este artículo nos deja en una bifurcación de pensamientos: la
broma empezó cuando el director rodó este filme como una historia de amor
pero con referencias de guerra. El hombre tranquilo empieza analizando sus
metáforas desde una perspectiva nueva.
Hoy en día los buenos cinéfilos están acostumbrados a ver esta maravilla y la
colocan dentro de las películas imprescindibles. Pero regresemos al año de su
estreno para conocer como eran las formas de contar en el cine. Es cierto que
no tiene un discurso nuevo de la forma en que se rodó: fotografía,
construcción de los personajes, ambientación, etc. Hay una atmósfera
diferente para que los espectadores también sean protagonistas de esta
película y vivan esta poderosa historia como algo suyo también.

Así es como nuestro John Ford nos gastó una broma que aún hoy sigue vigente
en nuestras vidas.

Cuando visualizas El hombre tranquilo da igual que sea una película romántica,
bélica o las dos cosas a la vez porque siempre permanecerá en la memoria de
todo el mundo porque hay obras que no envejecen nunca. El hombre
tranquilo es una de ellas.
Una obra maestra especial para John Ford
El hombre tranquilo es la adaptación cinematográfica de la historia creada por Maurice
Walsh. John Ford, cuya historia personal como hijo de irlandeses tiene algo que ver con la del
personaje de este filme, se encargó de la dirección, pero también de la producción y de la
elaboración de un guion donde contó con la ayuda de Frank S. Nugent para completarlo.

Como ya ocurriera en siete de sus anteriores películas, Ford volvió a elegir a John Wayne como
gran protagonista de una de las obras más notables de su exitosa filmografía. El largometraje
fue nominado a siete Oscar, de los que ganó dos, el de Mejor director y fotografía en color.

The Quiet Man. EE.UU., 1952. Comedia. 129 min. Dir.: John Ford. Int.: John Wayne, Maureen
O’Hara, Barry Fitzgerald, Ward Bond, Victor McLaglen, Jack MacGowran, Arthur Shields, Mildred
Natwick.
«EL HOMBRE TRANQUILO»
ALEJANDRO F. ORRADRE

Soy declarado y devoto fordiano. No, no


hablo del presidente nº 38 de los Estados
Unidos; tampoco me refiero a Harrison
Ford (aunque también soy un gran seguidor del
actor). Hablo de John Ford.

El de las películas del Oeste; sí, el abuelete


con un parche en el ojo. Lo admito, adoro a
John Ford y por ende todas sus películas (las
que ya he visto y las pocas que me quedan por
ver), legado imprescindible del mundo
cinematográfico.

Por ello, por el amor y respeto que le profeso,


me embarco en una serie de artículos (no sé
cuántos serán) en los que hablaré de
una película dirigida por Ford, tanto las más
conocidas por el gran público como aquellas
consideradas menores pero que son de
obligado visionado si uno se considera amante
de buen cine. Cuando John Ford inició el rodaje
de El hombre tranquilo en 1952 (que acabaría
Fuente.
siendo una de sus grandes obras maestras)
sabía desde el principio que iba a ser
una película querida por público y crítica, pues al tratarse de una visión idílica de Irlanda tocaba
la fibra de ese sentimiento que ha existido siempre en América en todo lo referente a las raíces.
Además, la familia de Ford procedía de la isla gaélica, con lo que para él era un ejercicio de
nostalgia y homenaje al mismo tiempo, lo cual queda muy bien reflejado en el film. En él, Sean
Thornton (John Wayne) regresa a Innisfree, pueblo del que marchó con apenas doce años; el
regreso es duro, pues las normas y el carácter irlandés le son por completo desconocidos.

Decide comprar la casa familiar y los terrenos circundantes, pero ha de lidiar con Willy
Danaher, quien reclama esa parcela. Por si fuera poco, Thornton se enamora de Mary Kate,
quien resulta ser hermana de Danaher: a partir de ese momento es establece una relación
entre los tres de lo más peculiar, que a medida que avanza la película muta y se transforma
constantemente hasta llegar al clímax (la pelea entre Sean Thornton y Willy Danaher), una de
las escenas más recordadas del mundo del cine.

Ford rodó con el corazón lleno de anhelo y se nota en todas las escenas, en una banda
sonora que acompaña a la perfección unos planos que explican la añoranza que el director
sentía por esa tierra y sobre todo por ese clima de paz perpetua en la campiña irlandesa. En El
hombre tranquilo se habla de la camaradería, ese sentimiento casi familiar que se forja en las
comunidades que estrechan lazos; cuando Thornton llega al pueblo no lo comprende, hasta le
parece excéntrico, pero termina por comprender que en esos sentimientos radica buena parte
de la felicidad.

Porque Innisfree es un lugar feliz, un escenario digno de un cuento mágico en el que hasta
los vicios y las penas parecen menos graves: en la taberna la gente bebe hasta perder el
sentido, pero no importa porque la fuerza de las costumbres lo convierte en un disfrute más de
la vida.

Es también un lugar de redención, la del propio Thornton, quien ha huido de la gran ciudad y
de su más próximo pasado para lidiar con su verdadero origen. De forma metafórica
Ford encarna ese pasado primigenio del protagonista en la figura de Willy Danaher, que
encarna las arraigadas tradiciones y el poder en Innisfree, como si fuera el guardián del pueblo
con la capacidad de decidir quién puede o no vivir ahí; durante toda la película la pugna
entre Thornton y Danaher no es más que la visualización de la lucha interior del primero, que
se esfuerza en encajar en un lugar que a priori parece rechazarle. Porque sólo con dolor
conseguirá dejar atrás los recuerdos de los que huye.

La genialidad de Ford al rodar y guionizar El hombre tranquilo (que parte de un pequeño


relato de Maurice Walsh) radica en sublimar la sencillez para convertirla en trascendental e
imperecedera. No importan los años que vaya sumando el film, pues la idiosincrasia de los
habitantes de Innisfree es la meta de cualquier persona: el anhelo de la felicidad, la búsqueda
del amor (y la lucha por él), la fraternidad, la paz… un retrato de lo que haría dichosos a
cualquier hombre y cualquier mujer convergen a lo largo de los 129 minutos de la película.

Innisfree se muestra como un paraíso terrenal, tanto física como espiritualmente (para John
Ford rodar en Irlanda supuso toda una catarsis personal); es el lugar en el que el dinero y su
corrupto poder no existe, porque la disputa entre Danaher y Thornton por los terrenos se
disfraza de motivos económicos, pero simplemente es una disputa de poder a poder con las
tradiciones y las raíces como verdaderas protagonistas de la liza, como lleva siéndolo durante
siglos en aquellas tierras.
Fuente.
Thornton huye de la ciudad y de la maldad del dinero, creyendo al principio que al quererse
casar con Mary Kate y toparse con la negativa de Danaher (y sus pretensiones de dote para con
su hermana) su huida es en vano. No será hasta más adelante cuando, comprendidas las
tradiciones, compruebe feliz que ha encontrado su tan buscada paz; la pelea con Danaher,
larga y cargada de simbolismo, escenifica el renacer de Thornton. Una escena impagable.

Impagables son también las apariciones de los secundarios. MichaleenFlynn (interpretado


por un sublime Barry Fitzgerald) se nos muestra como una suerte de nexo de unión entre
pasado y presente, un personaje maravilloso. Por otro lado el reverendo Peter Lonergan (un
sembrado Ward Bond) ejemplifica con todo su esplendor el espíritu genuino de aquellas tierras.

Ambos personajes acompañan al trío protagonista comoguías espirituales, árbitros en una


liza que lleva repitiéndose generación tras generación. La película es, también, la demostración
palpable de queJohn Fordno fue sólo un director dewesterns; pese a que suspelículas del
Oesteeran verdaderas obras maestras y muchas de ellas se cuentan entre las mejores del cine
en general, su capacidad creativa iba más allá de un único género, destapándose como un
verdadero genio, a quien la gran mayoría considera un artista casi antes que un director. Un
orfebre del celuloide que pulía sus obras hasta convertirlas en piedras preciosas que brillaban
con una luz inigualable. ¿Y el amor? Con tintes épicos.
Ford nos sumerge en la relación entre Thornton y Mary Kate con una intensidad apabullante
desde el primer encuentro entre ambos: otra lucha de titanes en la que ella demuestra ser una
mujer con arrestos que pelea como ninguna por ser fiel a las tradiciones al mismo tiempo que
se entrega a los brazos de un hombre que reconoce como un igual, con las mismas
aspiraciones y anhelos.

Son precisamente ellos quienes protagonizan dos de las escenas más impetuosas, cargadas
de pasión. El amor es el color que da vida al cuadro que pinta Ford en forma de fotogramas, el
motor con el que hace avanzar la película y nos despliega el inmenso abanico de temas que
desarrolla a lo largo del film. ¿Es El hombre tranquilo un drama, una comedia, una película
romántica? Es, simple y llanamente, la vida: humor, drama, amor, obstáculos… todos los
ingredientes mezclados, superponiéndose los unos a los otros.

Son tantas las caras poliédricas que posee El hombre tranquilo que podríamos pasarnos
horas y horas escribiendo sobre ellas: el sentido homérico del viaje de Thornton, la traslación
en el film de los propios pensamientos de Ford acerca de la pertenencia a un lugar, la liturgia de
las tradiciones… todas ellas importantes y que conforman el impresionante mosaico en el que
cualquier cinéfilo que se precie encontrará siempre un motivo para revisionar una y otra vez la
película. Y siempre que lo haga sentirá cómo se le eriza el vello cuando suenan las gaitas al
final, aunque no seamos de Innisfree, pese a que no seamos irlandeses. Nos emocionaremos
porque somos seres humanos.

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