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I. LOS INICIOS DE NUESTRA FE.

Al iniciar el camino de la fe, en el cual se nos introdujo el día de nuestros


bautismos se adquirió el compromiso de madurar en la vida cristiana, el velar
por este don que nos otorga Dios, sin embrago, esta empresa no se logra de
manera individual, sino en la vida comunitaria y como principio de ella es
nuestra familia. Recordando nuestra primera experiencia en la fe no fue ni el
Padre nuestro, ni el Ave María sino el aprender a persignarnos.

La Señal de la Cruz.

Toda oración cristiana comienza con la señal de la cruz: “En nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén”. Con esta fórmula invocamos
a la Santísima Trinidad e iniciamos nuestra oración en su nombre,
recordando el centro de nuestra fe recibida en el Bautismo: “Id, pues, y haced
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo “(Mt 28, 19)
Hacer la señal de la cruz es un acto que cada cristiano debe realizar
con gran devoción y no de cualquier manera, puesto que dicha acción
expresa nuestra fe. En la actualidad algunas personas evitan realizar este
gesto, manifestando una actitud de rechazo al no aceptar o profesar la fe
cristiana.
La forma correcta de realizar la cruz es con plena conciencia
expresando el sentido profundo de nuestra fe, debe ser con calma y gran
reverencia. En cuanto a las manos se acostumbra realizar doblar el dedo
índice y recargarlo con el pulgar derecho formando una cruz, cuyo
significado de todo el gesto es la Trinidad y las dos naturalezas de Cristo la
humana y la divina. 1

1
https://sites.google.com/site/oracionesbasicaspsf/la-senal-de-la-cruz-psf
1.1. Tres maneras de hacer la señal de la cruz.2

El santiguares (Del lat. tardío sanctificāre 'santificar')


es hacer la señal de la cruz, luego trazar una cruz
iniciando en la frente, luego en el pecho y
posteriormente en el hombro izquierdo y derecho.
Diciendo: “En nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, Amén”. Esta forma se emplea al pasar
por el frente de un templo, al iniciar cualquier oración
o rezo cristiano como al terminarlo.

El signarse (Del lat. Signāre “hacer,


poner o imprimir”) se hace la señal de
la cruz, luego se debe hacer una cruz
en la frente, en los labrios y en el
pecho. Diciendo: por la señal de la
santa cruz (+), de nuestros enemigos
(+), líbranos Señor, Dios nuestro (+).
Esta forma se emplea en la
proclamación del Evangelio, con el
significado profundo que Dios vele
nuestros pensamientos (cabeza),
palabras (labios) e intenciones
(corazón) y sean gratos Él.

El persignarse (Del latín persignare “hacer la


señal de la cruz”) se realiza la señal de la cruz,
luego se realizan cuatro cruces una en la frente, en
los labios, en el pecho y otra que inicia en la frente,
luego en el pecho y culmina con los hombro
teniendo su inicio en el izquierdo. Diciendo: por la
señal de la santa cruz (+), de nuestros enemigos
(+), líbranos Señor, Dios nuestro (+), en nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén
(+). Esta forma se emplea como agradecimiento a
Dios por un nuevo día y antes de descansar como
signo de ofrenda de nuestra labor cotidiana al
Señor, también para disponer nuestra vida en Él.

2
https://es.aleteia.org/2015/01/14/que-diferencia-hay-entre-santiguarse-signarse-y-
persignarse/
1.2. La cruz en la Sagrada Escritura.

La cruz en el Antiguo Testamento será presentada como vida bajo los


conceptos de:
La marca o signo: “Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré
que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la tierra, y cualquiera que
me encuentre me matará. El Señor le dijo: El que mate a Caín lo pagará siete
veces. Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba,
no lo matase” (Gn 4, 14 -15).
La serpiente de bronce: “y el Señor le respondió: Haz una serpiente
abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán
sanos al mirarla. Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un
estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente
de bronce y salvaba la vida” (Nm 21, 8 -9).
El texto que más nos ilumina con referirse explícitamente a la cruz es
el siguiente: “El Señor le dijo: Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén, y marca
en la frente a los que gimen y se lamentan por las acciones detestables que
en ella se cometen. A los otros les dijo en mi presencia: Recorred la ciudad
detrás de él, golpeando sin compasión y sin piedad. A viejos, jóvenes y
doncellas, a niños y mujeres, matadlos, acabad con ellos; pero no os
acerquéis a ninguno de los que tienen la señal. Comenzaréis por mi santuario.
Y comenzaron por los ancianos que estaban frente al templo” (Ez 9, 4 -6).
La importancia de la cruz en el Antiguo Testamento era para salvar a
la persona o al pueblo de cualquier desgracia y en última estancia de la
muerte, así, siendo un símbolo de vida.
En el Nuevo Testamento la cruz adquiere este sentido pleno de vida
no por si misma sino por Aquel que se lo ha dado, que sin duda alguna es
Cristo el Señor. Esta idea la podemos constatar bajo ciertos pasajes bíblicos
que nos iluminan para comprender la figura de la cruz.
La cruz como signo de vida eterna: “Lo mismo que Moisés elevó la
serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para
que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Jn3, 14 -15).
La cruz como altar: En un pasaje situado en el libro de los orígenes
encontramos la prueba que Dios ha puesto a Abraham, que es la del sacrificio
de Isaac, cuya narración fomenta un dialogo entre el padre y el hijo, en el
cual el joven realiza una pregunta a su padre: “Isaac dijo a Abrahán, su padre:
Padre. Él respondió: Aquí estoy, hijo mío. El muchacho dijo: Tenemos fuego
y leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?” (Gn 22, 7-8). Esta
interrogante encontrará respuesta en Juan el Bautista: “Al día siguiente,
estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
Este es el Cordero de Dios” (Jn 1, 35 -36). El concepto Cordero es con
referencia a Cristo quien se ha inmolado (ofrecer) por nuestros pecados y
con su sangre nos ha redimido como se puede leer en Ap 7, 14: “Yo le
respondí: Señor mío, tú lo sabrás. Él me respondió: Estos son los que vienen
de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre
del Cordero”. En efecto, la cruz es el altar, Cristo es el cordero que se ofrece
para que el hombre tenga vida, sentido plenamente ligado al sacramento de
la Eucaristía.
La cruz como testimonio de la Resurrección: En el libro del
Apocalipsis constatamos la siguiente cita bíblica: “Y vi en medio del trono y
de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero de pie,
como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus
de Dios enviados a toda la tierra” (Ap 5, 6). Analizando de forma breve
podemos observar que se presenta la figura de un cordero cuyos rasgos
parecen contradictorios con las palabras: en pie y degollado, sin embrago el
autor sagrado trata de manifestar la profunda relación entre el crucificado y
la cruz, a decir: entre la Resurrección y la cruz (la muerte).
Este mismo concepto lo presenta el apóstol Juan en la cita siguiente:
“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos
en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró
Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y, diciendo esto, les
enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver
al Señor” (Jn 20, 19 -20). Es de suma importancia reafirmar el gesto de Jesús
al mostrar sus llagas como signo de su muerte y testimonio de su
Resurrección.
Según el teólogo Mauro Gagliardi un texto para sustentar esta tesis
cristológica es el de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13 -35) cuya narración
expresa que los discípulos le han conocido al fraccionar el pan. Comenta el
teólogo no es el hecho de fraccionar quien disipa las dudas de los discípulo
y revela la identidad de Cristo, sino las llagas que se mostraron al levantar el
pan quedando descubiertas a la mirada de los discípulos, cuyas llagas son el
testimonio del Aquel que murió en la Cruz, pero que hoy vive y está en medio
de Ellos. Así, el mismo que fue crucificado, es el mismo que ha resucitado.

1.3. La cruz en la Tradición.

Los Padres de la Iglesia han releído el misterio de la cruz bajo el principio


soteriológico de victoria, utilizando el Madero no como signo de derrota sino
como expresión de triunfo. Bajo este aspecto presentaremos la cruz como el
signo visible de la redención del hombre.
Un admirable comercio es lo que aconteció en la cruz según san
Atanasio3 porque Cristo nos da su divinidad/santidad y nosotros le damos
nuestra humanidad pecadora este intercambio se logra gracias al Misterio de
la Encarnación y se lleva a plenitud en la muerte del Señor. Porque una

3
Atanasio, De incarnatione Verbi, 9
ofensa para ser deshecha, el ofensor debe dar más de aquello que ha quitado
del ofendido. Dios dio la vida divina al hombre y, por su ofensa, la perdió.
¿Qué puede dar el hombre a Dios en reparación por su ofensa, que sea más
de lo que Él le había dado? En su actual condición, el hombre no podría hacer
nada… es Cristo, que en la misericordia y justicia divina, se hace hombre,
siendo Dios y, libremente, ofrece su vida (que la posee… es incorruptible)
en rescate de nosotros. En efecto, en la muerte de Cristo hemos sido
rescatados, redimidos con su sangre y participes de la vida eterna.
Un divino engaño es el que sucedió en la Cruz según san Gregorio de
4
Niza, emplea para explicar que el acontecimiento de la muerte de Cristo ha
sido la gran estrategia para vencer al demonio, la muerte y el pecado. Este
Padre de la Iglesia emplea la imagen de un pescador el cual va al rio a pescar,
porta consigo lo necesario para dicha actividad, subraya que para la pesca es
necesario un azuelo y una carnada para atraer al pez. En efecto el anzuelo es
la naturaleza divina de Cristo, la carnada es la naturaleza humana, así el pez
que es el Demonio se abalanza con gran fuerza sobre la carnada olvidando
que detrás de ella está el azuelo, terminado el pez siendo pescado. Esto
mismo sucedió en la Cruz con su muerte Cristo venció a la misma muerte, el
que una vez engañó ahora fue engañado (en el sentido de que fue derrota con
su misma sentencia).
El culmen de la redención se ha dado en la cruz, los Padres de la Iglesia
comprenden el termino redención en un sentido negativo, es decir: de
rescate, el hombre por su pecado fue merecedor de la muerte, pero Dios en
su infinita bondad envía a su único Hijo, Él haciéndose Hombre y sobre todo
al cumplir la voluntad del Padre en la cruz nos ha redimido con su sacrificio,
que es: ofrenda agradable al Padre, pago de nuestras deudas y el testimonio
de amor más grande por la humanidad.5 En este sentido la cruz es la máxima
expresión de amor, pues nos recuerda lo que el Señor ha hecho por cada uno
de nosotros y nos impulsa a nunca avergonzarnos de ella, porque la cruz es
testimonio de la Resurrección, puesto que: “no hay cruz sin gloria, ni gloria
sin cruz” o como dirá san Cirilo de Jerusalén:

Así pues, Jesús padeció realmente por todos los hombres. La cruz no
es ninguna ficción, pues en ese caso también la redención sería algo
fingido. La muerte no fue algo aparente, sino una realidad
indiscutible. Si no fuese así, la salvación sería una fábula sin más. Si
la muerte hubiese sido sólo aparente, tendrían razón quienes decían:
«Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: "A los
tres días resucitaré"» (Mt 27, 63).

4
Gregorio di Nissa, Oratio catechetica magna, 22
5
Gregorio Nazianzeno, Oratio 45
La pasión fue, pues, real: fue verdaderamente crucificado, y no nos
avergonzamos de ello; fue crucificado y no lo negamos. Más bien me
glorío en ello cuando lo digo. Pues si ahora lo niego, argüirá en mi
contra el Gólgota que tenemos aquí tan próximo. Argüirá en contra
mía el madero de la cruz, que a trozos pequeños ha sido distribuido
desde ese lugar a todo el mundo. Confieso la cruz una vez que he
conocido la resurrección. Pues si no hubiese ido más allá de la cruz,
tal vez no lo habría confesado y la hubiese escondido juntamente con
el maestro. Pero, puesto que la resurrección ha seguido a la cruz, no
me da vergüenza proclamarla.6

1.4. La cruz en el Magisterio de la Iglesia.

A mediodía en el domingo, IV de Cuaresma, el santo padre Benedicto


XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano
para recitar el Ángelus con los fieles y los peregrinos congregados en la plaza
de San Pedro.

¡Queridos hermanos y hermanas!

En nuestro camino hacia la Pascua, hemos llegado al cuarto domingo de


Cuaresma. Es un camino con Jesús a través del «desierto», es decir, un
período para escuchar más la voz de Dios y también para desenmascarar a
las tentaciones que hablan dentro de nosotros. En el horizonte del desierto se
vislumbra la Cruz.
Jesús sabe que esa es la culminación de su misión: en efecto, la cruz
de Cristo es la cumbre del amor, que nos da la salvación. Él mismo lo dice
en el Evangelio de hoy: «Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto,
así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga
en él la vida eterna» (Jn. 3,14-15). La referencia es al episodio en el que,
durante el éxodo de Egipto, los judíos fueron atacados por serpientes
venenosas y muchos murieron; entonces Dios ordenó a Moisés que hiciera
una serpiente de bronce y la pusiera sobre un asta: si alguno era mordido por
las serpientes, mirando la serpiente de bronce, era sanado (cf. Nm. 21,4-9).
Incluso Jesús será levantado sobre la cruz, para que todo el que se
encuentre en peligro de muerte a causa del pecado, dirigiéndose con fe a Él,
que murió por nosotros, sea salvado. «Porque Dios –escribe san Juan–, no
ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él» (Jn. 3,17).
San Agustín comenta: «El médico, por lo que le concierne, viene a
curar al enfermo. Si uno no sigue las prescripciones del médico, se arruina a
6
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 18 marzo 2012 (ZENIT.org).
sí mismo. El Salvador vino al mundo… Si tú no quieres ser salvado por él,
te juzgarás por ti mismo» (Sul Vangelo di Giovanni, 12, 12: PL 35, 1190).
Así pues, si infinito es el amor misericordioso de Dios, que ha llegado al
punto de dar a su Hijo único como rescate de nuestra vida, grande es también
nuestra responsabilidad: cada uno, por tanto, debe reconocer que está
enfermo para poder ser sanado; cada uno debe confesar su propio pecado,
para que el perdón de Dios, ya dado en la Cruz, pueda tener efecto en su
corazón y en su vida.
San Agustín escribe: «Dios condena tus pecados; y si tú los condenas,
te unes a Dios… Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces
comienzan tus buenas obras, porque condenas tus malas obras. Las buenas
obras comienzan con el reconocimiento de las malas obras» (ibid., 13: PL
35, 1191).
A veces, el hombre ama más las tinieblas que la luz, porque está
apegado a sus pecados. Sin embargo, sólo abriéndose a la luz, y sólo
confesando con franqueza las propias culpas a Dios, es que se encuentra la
verdadera paz y la verdadera alegría. Es importante, entonces, acercarse al
sacramento de la penitencia con regularidad, especialmente en la Cuaresma,
para recibir el perdón del Señor y fortalecer nuestro camino de conversión.
Queridos amigos, mañana celebraremos la fiesta de san José.
Agradezco sinceramente a todos aquellos que me recordarán en la oración,
en el día de mi onomástico. En particular, les pido que oren por el viaje
apostólico a México y Cuba, que haré a partir del próximo viernes.
Confiémoslo a la intercesión de la bienaventurada Virgen María, tan amada
y venerada en estos dos países que visitaré.

1.5. La cruz en la liturgia.

La liturgia de la Iglesia tiene como uno de los elementos principales para el


culto divino el crucifijo, cuyo significado lo sustentamos en el Concilio de
Trento como un signo que nos remite a la fe que profesamos:

“Como la naturaleza humana es tal que sin los apoyos externos no


puede fácilmente levantarse a la meditación de las cosas divinas, por
eso la piadosa madre Iglesia instituyó determinados ritos [...] con el
fin de encarecer la majestad de tan grande sacrificio [la Eucaristía] e
introducir las mentes de los fieles, por estos signos visibles de
religión y piedad, a la contemplación de las altísimas realidades que
en este sacrificio están ocultas” (DS 1746).

Este signo evoca la antigua forma de orar de los cristianos, la cual se


realizaba mirando el ábside y no el altar como hoy se conoce, pues en
creyente elevaba sus manos y ojos a Dios, sustentando su oración en aquellas
imágenes que contenía el ábside, fue así que este tuvo un lugar privilegiado
en los templos.7 Sin embargo, el Concilio Vaticano II en cuanto corresponde
a la reforma litúrgica separa el altar y fomenta la oración entre el sacerdote
y la asamblea, cuya oración se remite a Cristo8 y es por esta razón Joseph
Ratzinger propuso no perder el significado antiguo de oración “orientada” y
sugirió superar las dificultades poniendo en el centro del altar el signo de
Cristo crucificado9.
La cruz debe colocarse sobre el altar o cercas de él y debe tener
dimensiones dignas que no instruya la oración entre quien preside y los
fieles.10 Pues la cruz puntualiza la liturgia eucarística, distinguiéndola de la
liturgia de la Palabra, unifica nuestras miradas y fomenta nuestra comunión.
Por último la cruz se emplea dentro de la celebración litúrgica como
un signo de bendición por ejemplo: al inicio de los actos litúrgicos, en las
ofrendas dentro de la plegaria eucaristía, además, la bendición final. Queda
resaltar que la liturgia otorga un esquema especial para celebrar dentro del
Santo Sacrificio el misterio de la cruz.11

1.6. La cruz en el Catecismo de la Iglesia Católica.

El Catecismo de Iglesia católica nos ofrece una síntesis del significado de la


Cruz:
El "amor hasta el extremo"(Jn 13, 1) es el que confiere su valor de
redención y de reparación, de expiación y de satisfacción al sacrificio
de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida
(cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). "El amor de Cristo nos apremia al pensar
que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron" (2Co 5, 14).12
"Sua sanctissima passione in ligno crucis nobis justificationem
meruit" ("Por su sacratísima pasión en el madero de la cruz nos
mereció la justificación") enseña el Concilio de Trento (DS 1529)
subrayando el carácter único del sacrificio de Cristo como "causa de
salvación eterna" (Hb 5, 9). Y la Iglesia venera la Cruz cantando: "O
crux, ave, spes unica" ("Salve, oh cruz, única esperanza", himno
"Vexilla Regis").13

7
S. Heid, «Gebetshaltung und Ostung in frühchristlicher Zeit», Rivista di Archeologia
Cristiana 82 [2006], p. 369
8
Instrucción Inter Oecumenici, 1964
9
cf. Teología de la Liturgia, p. 88
10
Ordenamiento General del Misal Romano n. 308
11
El Misal Romano propone el esquema celebrativo de la fiesta de la Santa Cruz p. 708
y sobre todo el dentro del Triduo Pascual el día del viernes Santo al celebrar la Pasión
del Señor, la Adoración de la Cruz p.293
12
CIC n. 616
13
CIC n. 617
Dos Relatos

Para finalizar este apartado acerca de la cruz haremos referencia a dos


acontecimientos que son de relevancia en nuestro acervo cultural como en
nuestra vida cristiana. El primero a mencionar es la historia de la batalla del
puente Milvio y el segundo la explicación de la medalla de san Benito Abad.

1.7. La cruz como signo de esperanza. 14

La historia narra que en el verano del


312 se desato una gran batalla entre los
emperadores romanos Constantino I y
Majencio. Este conflicto fue a causa de
posesionarse como emperador de todo
el imperio al abolir la tetrarquía, así la
gran lucha se realizó cerca del puente
Milvio que se sitúa en el Tíber en la
ciudad de Roma.
El dato a resaltar es que previo a
la batalla según narra Lactancio,
Constantino tuvo una visón en la cual se
le revelaba marcar el signo de Dios en
los escudos de los soldados como
símbolo de ayuda divina, mientras
Eusebio de Cesárea narra que previo a
la batalla cuando marchaba con el
ejército, el emperador levanto la mirada
hacia el sol y observo que encima del
astro se alzaba una cruz luminosa con
las palabras “In hoc signo vinces” que
traducida al español es: “ Con este signo
vencerás”, durante la noche Cristo le
revela al emperador el emplear este
signo contra sus adversarios.
El culmen de este encuentro fue la derrota de Majencio y Constantino
I fue coronado como emperador de todo el imperio, esto es de suma
importancia, porque este hecho es conocido en la historia como la conversión
de Constantino el Grande al cristianismo y así, la religión cristiana paso de
ser una religión perseguida a ser la oficial del imperio, Además el emperador
convocó el Concilio de Nicea I.

14
https://es.m.Wikipedia.org/wiki/Batalla_del_Puente_Milvio
1.8. La cruz el signo que más aborrece el demonio.15

Benito nació en Nursia perteneciente a


Italia en el año 480, desde su juventud se
destacó por llevar una vida sobria y llena
de meditación. Fue entonces que un grupo
de monjes al perder al Abad por la muerte
natural decidieron ofrecer este cargo a
Benito destacado por sus virtudes y su
buena fama.
Benito se negaba ante dicha
propuesta de los monjes pero ante su
insistencia acepto, lo cual lo llevo a
reformar muchas cosas de la vida
monástica entre ellas: el fundar un orden
con los demás monasterios sustentado en
la comunión, la abadía de Montecasino,
creo la regla de los Benedictinos y todo su
vida se resumía en aquel lema: “ora et
labora”.
Para nuestro estudio es fundamental tener conocimiento sobre la
medalla de san Benito, que profesa una fe fundamentada en la Cruz. Data de
una época muy antigua, y era recomendaba a sus discípulos (de san Benito)
para que les protegiera contra el mal y las tentaciones. Hoy es empleada
especialmente por los sacerdotes exorcistas.
El papa Benedicto XIV la aprobó en 1742 y la fórmula de su bendición
se incorporó al Rito Romano, otorgando la indulgencia plenaria a la medalla,
teniendo en cuenta las condiciones estipuladas.
Fue en 1880, en la conmemoración de los 1400 años del nacimiento
de san Benito, cuando se dio a conocer su medalla cuyo significado había
sido un misterio.

15
https://librerías.paulinas.es/festividades/conocemos-san-Benito-medalla.
Cara frontal de la medalla

Encontramos la imagen de San Benito,


sosteniendo en su mano derecha la cruz y en
su mano izquierda el libro de las Reglas.

 Alrededor de ella encontramos esta


inscripción: «Eius in óbitu nostro
preséntia muniámur» que significa:
que a la hora de nuestra muerte nos
proteja tu presencia.
 Si observamos en la parte inferior, a un lado encontramos la figura de
un cuervo que lleva una hogaza de pan en el pico, signo del alimento
envenenado que se le dio.
 Al otro lado, vemos una copa aludiendo al otro envenenamiento que
querían hacerle, pero al hacer la bendición sobre ella, salió una
serpiente.
 En el fondo de la imagen, hay otra inscripción “Crux sancti patris
Benedicti”: Cruz del Santo Padre Benito.

Reverso de la medalla

Nos encontramos la Cruz y sobre ella las


siguientes inscripciones:

 En la parte superior: Pax: paz


 En el palo vertical de la cruz: C.S.S.M.L
«Crux Sácra Sit Mihi Lux» que
significan que la Santa Cruz sea mi luz.
 En el palo horizontal: N.D.S.M.D “Nón Draco Sit Mihi Dux” traducen
que el demonio no sea mi guía.
 Las letras C.S.P.B que se leen a cada uno de los costados de la cruz
hacen referencia a la Cruz del Santo Padre Benito.

En el círculo, al borde de la medalla y siguiendo las manecillas del reloj, se


traduce lo siguiente:

V.R.S. «Vade Retro Satána»: Retrocede Satanás.


N.S.M.V «Non Suáde Mihi Vána»: No me satisfacen cosas vanas.
S.M.Q.L «Sunt Mála Quae Libas»: Es malo lo que me ofreces.
I.V.B «Ípse Venéna Bíbas»: Bebe tú mismo tu veneno.
QUIZ

1.- Aprender a persignarse en latín.


2.- ¿Qué significado teológico tiene la Señal de la Cruz?
3.- ¿Cuáles son las tres formas de hacer la Señal de la Cruz?
4.- Explica el significado de persignarse:
5.- Explica el significado que tiene la Cruz en la Sagrada Escritura:
6.- Explica el significado tiene que la Cruz en los Padres de la Iglesia:
7.- Explica el significado de la Cruz según el Papa Benedicto XVI:
8.- Menciona los números del CIC que hablan sobre la Cruz y escribe una
idea general de ellos:
9.- ¿Qué importancia tiene la Cruz en la liturgia?
10.- ¿Qué significa la expresión: “In hoc signo vinces”?
11.- Aprender el significado de la medalla de san Benito.

INVESTIGACIÓN

*Leer el siguiente artículo en internet:


https://es.catholic.net/op/articulos/7991/cat/725/por-que-adorar-la-
cruz.html
Para comprender la siguiente cuestión: ¿Por qué adorar la Cruz y no
venerarla?
ORACIÓN
Per signum Crucis +
de inimicis nostris +
libera nos, Deus noster. +
In nomine Patris,
et Filii,
et Spiritus Sancti.+
Amen.

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