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Enunciado de la actividad

Caso transversal

El matrimonio Fernández está compuesto por Edgardo y Cecilia. Llevan más de veinte años
casados y han decidido tomarse unas largas vacaciones en una casa que alquilan todos los
años durante los meses de verano, en la localidad de La Falda (sierras de Córdoba). Los
acompaña su hija menor, Agustina, de ocho años de edad, que ha terminado el colegio y ha
sido promovida a cuarto grado. Eligen la localidad de La Falda por su agradable microclima,
además, por sus hermosos parques y paseos.

Sus dos hijos mayores se han quedado en la ciudad de Córdoba, Camilo de 21 años, que no
quiere estudiar y Manuel de 15 años de edad, que cursa la secundaria. Al momento de
planificar sus vacaciones, Edgardo ha decidido dejar a Camilo a cargo del negocio familiar de
venta de buzos y remeras estampados, mientras que Manuel aprovechará el tiempo para
preparar una materia que adeuda del secundario.

El negocio familiar tiene diez años de antigüedad y fue un proyecto de Edgardo junto a su
mejor amigo, Lucas. Si bien al principio se instalaron en un local pequeño y ellos realizaban
todas las tareas del emprendimiento, los meses pasaron y el trabajo aumentó bastante, por
lo tanto, contrataron empleados. Ante este desarrollo del negocio, consultaron a Rubén, su
abogado de confianza, quien les aconsejó reglamentar el emprendimiento adhiriendo a la
forma de una sociedad de responsabilidad limitada (SRL).

El negocio crecía y la relación entre los amigos era muy buena; sin embargo, Lucas se mudó
hace tres años a Finlandia para vivir con su actual esposa, a quien conoció a través de internet,
y abandonó la sociedad. Edgardo quedó solo al frente de la empresa.

Cecilia es docente de Ciencias Naturales en el nivel medio y está muy comprometida con el
cuidado del medio ambiente. En la ciudad de Córdoba, ha participado de varias movilizaciones
sociales en apoyo a los vecinos de La Falda que se oponen a la instalación de un cinturón fabril
próximo al cauce del río de la localidad. Ella aprovechará el viaje de las vacaciones para
conectarse con los vecinos nuevamente e informarse del estado actual del tema, ya que tiene
varias ideas para aportar y contactos con profesionales del derecho para continuar el reclamo.

Una tarde de las vacaciones, mientas el matrimonio Fernández disfrutaba del balneario
municipal de la localidad de La Falda, la pequeña Agustina, que se encontraba jugando en
cercanías de una pirca de piedras ubicada dentro del predio, saltó de la pirca hacia el suelo y
se cayó sobre una pequeña montaña de brasas que estaba cubierta con tierra; al escuchar los
gritos y llantos de la niña, Cecilia corrió a ver lo sucedido e inmediatamente la llevaron al
hospital de la zona. La niña sufrió quemaduras tipo AB en dorso y cara interna de ambos pies.
Los médicos del hospital le comentan a Edgardo que la semana anterior atendieron a un niño
con el mismo cuadro y opinan que los empleados municipales son unos irresponsables.

En Córdoba, los dos hijos del matrimonio enfrentaban algunos problemas: por un lado, el Sr.
Juan García le había encargado a Edgardo el estampado de una remera para regalarle a su
mejor amigo el día de su cumpleaños y resulta que este amigo le comenta que, al primer
lavado, se borró el dibujo estampado. Entonces, el Sr. García se dirige al negocio de Edgardo
para reclamar una nueva remera con estampado sin costo por lo sucedido. Camilo, encargado
del negocio en reemplazo del padre, le dice que de ninguna manera le dará una remera gratis
y que, si quiere una, deberá pagarla. El Sr. García, indignado, levanta la voz en el reclamo y
comienza una acalorada discusión que llamó la atención de los vecinos. Camilo comienza a
empujar al Sr. García para que se retire del local y, una vez en la vereda, se agreden
físicamente. Miguel, vecino del negocio, sale a separarlos y resulta herido. El Sr. García queda
tirado en la vereda muy golpeado. Los vecinos llaman a la policía y se llevan al Sr. García, a
Camilo y a Miguel en un patrullero.

Manuel, el hermano menor de Camilo, averigua que han quedado detenidos y llama urgente
a Edgardo, quien le indica que se comunique con el abogado Rubén. En comunicación
telefónica con el abogado, Manuel relata que, en la comisaría, solo le dijeron que su hermano
estará detenido por “varios días”, no le permitieron verlo, tampoco entregarle comida o algo
para tomar y, además, angustiado, Manuel comenta al abogado que su hermano es
insulinodependiente, ya que desde pequeño fue diagnosticado con diabetes. Toda esta
situación agrava las condiciones de detención de Camilo, por lo que el abogado concurre con
urgencia al recinto penitenciario para hablar con el juez competente.

Ese mismo día, Manuel se presenta en su colegio a rendir la materia adeudada y, apenas
entra, el preceptor lo llama y le dice que no se puede presentar a rendir en bermudas porque
el reglamento de la escuela establece que debe rendir con el uniforme. Le indica que vuelva
a su casa y se presente en debida forma el año que viene. Cabe mencionar que el colegio es
público y tiene más de cien años impartiendo educación técnica a jóvenes, no solo de la
ciudad de Córdoba, sino también del interior de la provincia. Además, es importante aclarar
que Manuel podía concurrir con bermudas los días de calor, de hecho, desde mediados de
noviembre vestía remera y bermudas en el colegio como la mayoría de sus compañeros y
nunca le llamaron la atención. Sus compañeros, al presenciar esta situación se negaron a
rendir los exámenes y convocaron a otros alumnos a realizar una protesta.

En vista de todos estos conflictos, Edgardo y Cecilia deciden regresar a Córdoba para ayudar
a sus hijos, y para que Agustina se termine de recuperar, ya que tiene los pies vendados luego
de su lesión y esto le dificulta la movilidad. Un especialista en dermatología les ha sugerido
que, para que la niña no tenga secuelas, probablemente le deban realizar un trasplante del
tejido subcutáneo, que incluye dermis y epidermis, para lograr la renovación definitiva de la
piel.
A los dos días de haber regresado, reciben una carta documento del propietario de la casa
que alquilaban en La Falda mediante la cual se reclama el pago de los días restantes de la
reserva porque dejaron la casa antes de finalizar el contrato. Se los intima por el término de
ley, bajo apercibimiento de iniciar un proceso judicial por reclamo de daños y perjuicios. El
matrimonio creyó que no tendrían ningún problema en dejar la casa anticipadamente, porque
hablaron con el propietario y lo pusieron al tanto de los inconvenientes que tenían. Cecilia y
Edgardo deciden, de común acuerdo, dejar de lado esta intimación, porque tienen temas más
urgentes que resolver. El propietario de la casa, ante la falta de respuesta, decide proceder
con la demanda y, 20 días después de la recepción de la carta documento, se notifica al
matrimonio Fernández acerca de la demanda incoada en tribunales.

Apenas llegan a Córdoba, van a la unidad judicial de la comisaría del barrio para intentar
encontrarse con su hijo Camilo. Allí se encuentran con la esposa del Sr. García quien los
increpa y les echa la culpa de lo sucedido a su esposo. En ese lugar, se enteran de que el Sr.
García se encontraba herido y detenido en el hospital general de la ciudad, imputado por
lesiones. Además, se enteran de que Camilo tenía lastimado el ojo derecho y su vecino Miguel
una lastimadura en el labio; y que todos estaban imputados por lesiones, pero con diferentes
grados de responsabilidad.

La Sra. García, enterada de la situación de su marido, busca un abogado penalista para que se
ocupe de la situación mientras ella acude a ayudar a su sobrina preferida, Carla. Resulta que
la adolescente, de 13 años de edad, quiere colocarse un piercing en la ceja y sus padres no la
autorizan; ella opina que tiene derecho a hacerlo porque es su cuerpo; la Sra. García le
promete que hablará con los padres para convencerlos. Al rato, Carla busca a una amiga y van
a la escuela a manifestarse, porque a un compañero de otra división no lo dejaron rendir
porque iba vestido con bermudas.

La Sra. García, ya más tranquila porque el abogado de su marido le promete solucionar la


situación, se dirige a su departamento a descansar. Gracias a una herencia recibida de un tío
muy querido, hace cinco años adquirió esta propiedad de tres ambientes, con balcón y
excelente iluminación, amplia terraza con duchas, solárium, parrilla, lavadero, cocheras
cubiertas y con una buena ubicación. Al ingresar a su departamento se encuentra con una
gotera de agua en el techo del living y que cae sobre el sofá donde se sienta a ver televisión;
angustiada va a avisarle al encargado, Ramón, quien le dice que probablemente se trata de
una pérdida en la cañería de la cocina de los vecinos del piso de arriba. También le manifestó
que la corrosión de las cañerías y la realización de arreglos empleando materiales de baja
calidad son algunos de los principales motivos por los que abundan las filtraciones, y que los
problemas más comunes se producen en los baños y en las cocinas.

Ramón vive en un pequeño departamento en la planta baja del edificio con su esposa, María,
y con su nieto, Pablo. Han planificado ir a pasar la Navidad a la casa de un primo en la localidad
de Río Segundo y, para la cena navideña, han comprado unos pollos para rellenar. Cuando
María saca los pollos del freezer para cocinarlos nota que tienen un olor nauseabundo, pese
a hacer un día y medio que los ha comprado. Ante este imprevisto, espera a su marido para
comentarle la situación y elevar una queja en la pollería donde hizo la compra y, en lugar de
los pollos, María le compra unos panes dulces caseros a una joven inquilina que vive en el
noveno piso y que junta dinero para viajar a la casa de sus padres en San Martín de Los Andes.

Mientras está en su casa, María recibe un llamado del hospital general y le anotician que su
nieto ha sufrido un accidente. Inmediatamente se dirige con Ramón hacia el nosocomio y
encuentran a su nieto con un brazo fracturado. El joven les cuenta que iba en la línea de
colectivo 72 a su trabajo y, de pronto, la unidad chocó de frente con otro vehículo. Según
testigos presenciales, el frente del colectivo quedó deformado por el impacto y las personas
que viajaban en él debieron salir por una ventana y descender a través de una escalera que
los bomberos dispusieron para la evacuación de los pasajeros. Por suerte, el nieto de Ramón
y María está en buen estado de salud, ya que otros pasajeros se encuentran hospitalizados
en estado reservado.

Resulta ser que Pablo conoce la técnica de sublimación en remeras para estampar diseños
personalizados con mayor calidad que la técnica de la serigrafía, y fue empleado por Edgardo
para que lo ayude durante las fiestas, mientras solucionan el problema de la detención de
Camilo. No obstante, a causa del accidente que ha sufrido en el brazo, no podrá trabajar
durante un tiempo, y esto le suma otro problema a Edgardo.

Ramón le avisa a Edgardo personalmente acerca del accidente que sufrió Pablo y le ofrece un
sobrino que podría tomar su lugar en la empresa. Edgardo, ante la situación, acepta este
ofrecimiento. Ramón pretende, para su sobrino un contrato con todas las formalidades de la
ley, es decir, con la debida registración, y Edgardo le responde que sí, y que será contratado
a tiempo parcial, por 4 horas diarias.

Las cosas parecen mejorar para todos luego de la fiesta de Navidad. Las autoridades han
liberado a Camilo luego de toda la defensa que esgrimió el abogado Rubén, quien tiene amplia
trayectoria profesional en el ámbito procesal penal y constitucional.

La Sra. García se reencontró con su esposo, ya que la imputación por lesiones en la riña,
permite que el procedimiento continúe cesando la detención de Juan. A su vez, los daños en
la propiedad del departamento donde ambos habitan serán reparados a futuro por el anterior
dueño del inmueble, quien fue demandado en virtud a la garantía de saneamiento, propia del
contrato de compraventa celebrado oportunamente.

El 26 de diciembre un tornado afectó la ciudad y, concretamente, el negocio de Edgardo sufre


daños en la vidriera. Luego de todo lo ocurrido semanas atrás, esta situación no le angustió
tanto, porque el seguro que tiene contratado en el local asumirá las reparaciones.

Junto a Rubén, su abogado de confianza, Cecilia y Edgardo, comienzan a pensar en estrategias


para comparecer al proceso judicial por los daños y perjuicios, en calidad de demandados,
por parte del dueño de la casa de La Falda. Creen firmemente que vendrán tiempos mejores.

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