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El léxico que nos trajo el COVID-19: 40 términos

para una cuarentena.

En menos de 100 días el mundo ha cambiado. No sabemos si el modelo social, económico y


cultural cambiará como lo han hecho las calles y nuestras costumbres, pero lo que podemos
afirmar es que la aportación al léxico va a ser significativa. Además de saber ubicar en el mapa
la bella Lombardía como una desconocida ciudad china como Wuhan, somos capaces de
utilizar un término coloquial coronavirus como su tecnicismo COVID-19. Por cierto, aunque
hablemos de un virus, se trata de un sustantivo femenino, tal como sugiere Fundéu. Ahora,
sabemos graduar las enfermedades por su alcance. Si el alcance de la enfermedad está muy
localizado a una región, sabemos que se trata de una epidemia, pero si se trata de una
propagación a escala global, se trata de una pandemia.

Un nuevo eufemismo se emplea para hacer referencia a la nueva enfermedad. Bajo la etiqueta
de crisis sanitaria se ha puesto de relieve la importancia de los profesionales sanitarios que
combaten la enfermedad en ayuda de los enfermos, que llegan y llenan los servicios de
urgencias. Nos hemos familiarizado con UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), donde los
primeros en atenderles les realizan un triaje para diagnosticar la gravedad de los síntomas.
A médicos, enfermeros, celadores y resto de servicios públicos les hemos visto provistos -
cuando los han tenido- de los EPI (Equipos de Protección Individual). Se buscan hacer
pruebas diagnósticas (los test) para confirmar o descartar si se padece la enfermedad. De lo
contrario, el confinamiento se ha convertido en inquilino y morador de todos los domicilios del
país junto con la cuarentena, vecina que nos va a acompañar más días de los que su nombre
indica. No osamos a abandonar nuestro domicilio si no es por fuerza mayor o
para abastecerse en supermercados y/o farmacias, la reclusión domiciliaria es la mejor vacuna
por el momento. Si no nos acordamos de ello y optamos por quebrantar las leyes, los cuerpos
de seguridad del Estado se encargarán de hacer valer la ley bajo pena económica. Policía,
Guarcia Civil (que hay quienes han descubierto los términos asociados
de benemérita y tricornio) y la UME (Unidad Militar de Emergencia), son la cara visible de la
Ley en estos momentos de especial relevancia.
A la crisis sanitaria declarada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) se le suma
la crisis económica que nos ha hecho retroceder en el tiempo a 2008. Si entonces los ERE
(Expediente de Regulación de Empleo) se extendieron de forma rauda y veloz, ahora
los ERTE (Expediente Temporal de Regulación de Empleo) los han reemplazado y han
originado una inestabilidad económica con el IBEX 35 (índice bursátil que aglutina a las
principales 35 empresas del país) a la cabeza. El nuevo marco laboral ha fomentado
el teletrabajo. Ahora los trabajadores desempeñan sus tareas desde su domicilio sin tener que
soportar horas punta ni atascos pudiendo conciliar vida laboral y familiar.

¿Y en los medios de comunicación? Si algo queda claro de todo


el maremágnum terminológico que vivimos es el concepto de infodemia: la excesiva carga
informativa en todos los sentidos que se encuentran en medios de comunicación y,
fundamentalmente, redes sociales, donde los datos oscilan con la misma facilidad con la que
se leen. La presencia de noticias falsas (que suena mejor que fake
news), bulos y falacias, corroboran en los ciudadanos la incapacidad para contrastar
informaciones y fuentes fidedignas que disipen dudas.
Mientras esperamos una vacuna para el virus, esperemos que su cepa no mute y haga más
difícil la labor de los epidemiólogos en su búsqueda de la solución antiviral que nos devuelva
la normalidad. Para entonces, seguramente que seguiremos luciendo mascarillas y
lavándonos las manos con hidrogeles para preveni

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