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Capítulo Segundo

“El Evangelio de la Creación”

El capítulo comienza en la página 49 y finaliza en la página número 78,


haciendo un total de 29 páginas que conforman al segundo capítulo.
Este se encuentra dividido en siete subtítulos enumerados
cronológicamente de la siguiente forma:
1. La luz que ofrece la fe
2. La sabiduría de los relatos bíblicos
3. El misterio del universo
4. El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado
5. Una comunión universal
6. Destino común de los bienes
7. La mirada de Jesús

o En el momento de afrontar la cuestión ecológica y las soluciones que


ésta requiere “es necesario”, según el Papa Francisco, “acudir a las
diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la
vida interior y a la espiritualidad”. ¿De qué manera las “convicciones
de la fe” de los cristianos iluminan y nos motivan para el cuidado de
la creación?
o el Papa Francisco subraya cómo para la tradición judío-cristiana es
más propio hablar de creación que de naturaleza. Si por naturaleza
“suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y
gestiona”, creación implica la relación, “un don que surge de la mano
abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor
que nos convoca a una comunión universal”.
o Decir creación supone reconocer un Dios creador todopoderoso,
quien amorosa y libremente decidió crear el mundo.
o Se percibe entonces, según el Papa, cómo “la existencia humana se
basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la
relación con Dios, con el prójimo y con la tierra”.
o Si la tierra se labra, pero no se cuida se explota, pero, de igual forma,
si sólo se cuida, pero no se labra o trabaja la tierra queda
infrautilizada.
o “Todo está relacionado, y [por tanto] el auténtico cuidado de nuestra
propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable
de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás”.
o “Los demás seres vivos tienen un valor propio ante Dios”.
o “Cada criatura tiene una función y ninguna es superflua”.
o Como dice el Papa, “el ser humano aprende a reconocerse a sí mismo
en la relación [y participación] con las demás criaturas” (LS, 85 y 79).
Sólo desde ahí podrá el hombre desarrollar “las virtudes ecológicas”
sin caer, al mismo tiempo, en una divinización e idolatría de la
naturaleza.
o Por eso, para el Papa Francisco, “la tierra es esencialmente una
herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos” y que, por
consiguiente, “todo planteo ecológico debe incorporar una
perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de
los más postergados”.
En resumen. En el capítulo segundo de Laudato Si’, el Papa Francisco nos
recuerda cómo en un mundo donde todo está conectado, el cuidado por el
medioambiente comienza y tiene su raíz en el respeto, cuidado, y sincero
amor hacia todo ser humano y “a un constante compromiso ante los
problemas de la sociedad”. Sólo así la lucha ecológica será auténticamente
humana y “el evangelio de la creación” que Dios nos ha dado tendrá
posibilidades de llegar con la misma belleza e integridad a nuestros
descendientes.

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