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Contenido
Introducción .................................................................................................................................................. 3
Instrucciones para el maestro ....................................................................................................................... 4
BIOGRAFIA ............................................................................................................................................ 5
Lección 1: Levantado sobre la cruz ................................................................ ¡Error! Marcador no definido.
Lección 2 “No temas; cree solamente” ....................................................................................................... 11
Lección 3: “La mayor posesión” ..................................................................... ¡Error! Marcador no definido.
Lección 4: No como el mundo la da ............................................................................................................ 20
lección 5: Esperar en el Señor ..................................................................................................................... 25
lección 6: Esperar en el Señor Un fulgor perfecto de esperanza ................................................................ 29
Lección 7: No temas, cree solamente, discurso pronunciado a los maestros de religión del SEI ............... 34
LECCION 8 “Asegúrate De Acudir A Dios Para Que Vivas”........................................................................... 43

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Introducción

Enseñanzas del Elder Jeffrey R. Holland, es un curso auto diseñado que permitirá a jóvenes en
edad de instituto profundizar en las enseñas del Elder Jeffrey R. Holland, quien es miembro actual del
Quórum de los Doce Apóstoles; el manual consta de 8 lecciones, basadas en discursos pronunciados en
Conferencias Generales y Devocionales para empleados de Seminario e Instituto, el Elder Holland ha
dedicado toda su vida al discipulado de Jesucristo, y por lo tanto sus enseñanzas se basan en las
enseñanzas mismas de Jesucristo, aunque todas están dirigidas al mundo, como un testigo especial de
Cristo, la juventud emergente podrá encontrar guía y dirección para las decisiones complejas y delicadas
que deben tomar a lo largo de su trayecto, en esta vida terrenal.

En cada una de sus enseñanzas podrán encontrar palabras de consuelo, y fortaleza espiritual, sea
cual sea la situación de la vida que se encuentre afrontando la juventud en este momento, además
solamente por el hecho de estudiar, y aprender de las enseñanzas de un apóstol de Jesucristo podremos
ser altamente bendecidos en cada aspecto de nuestras vidas. Los profetas reciben revelación de Dios. Cada
vez que los profetas se sienten inspirados a enseñarnos, es lo mismo que si Dios nos hablara (véase
Doctrina y Convenios 1:38). Podemos confiar en que lo que nos dicen, es lo que Dios desea que sepamos.

Seremos bendecidos si seguimos las enseñanzas del Profeta y Apóstoles modernos. Cuando seguimos al
profeta, podemos saber que estamos haciendo lo que Dios desea que hagamos. Podemos sentir paz en
nuestra vida y acercarnos más a Jesucristo.

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Instrucciones para el maestro

los discursos están estructurados de tal manera que los maestros puedan hacer análisis en clase,
y permitir que todos los alumnos participen activamente en el desarrollo de las clases, aunque cada lección
tiene algunas sugerencias para análisis en clase, los maestros pueden sentirse en la libertad de utilizar sus
propias actividades de análisis, y discusión utilizando como referencia “enseñar a la manera del Salvador”

El curso está diseñado para enseñarse en 8 semanas por lo que el maestro puede decidir si enseña
un lección en 90 minutos o la divide en dos lecciones de 50 minutos en dos días a la semana, al finalizar el
curso los maestros deberán asegurarse que los alumnos que deseen obtener 1 crédito de este curso
cumplan con los requisitos de acreditación que son: 75% de asistencia como mínimo, completar la lectura,
(al final de cada lección estará el enlace del discurso para que los alumnos lo lean previo a asistir a la clase)
y completar una experiencia de elevar el aprendizaje.

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BIOGRAFIA

El Elder Jeffrey R. Holland fue ordenado como miembro del Quórum de los Doce Apóstoles de La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días el 23 de junio de 1994. Al momento de ser
llamado, servía como miembro del Primer Quórum de los Setenta, al cual había sido llamado el
1º de abril de 1989.

Desde 1980 hasta que fue llamado a ser Autoridad General en 1989, Jeffrey R. Holland sirvió
como el noveno rector de la Universidad Brigham Young en Provo, Utah. Fue el Comisionado de
Educación de la Iglesia y decano del Departamento de Educación Religiosa de BYU.

Fue líder estudiantil y atleta de primera división en Dixie High School, y en Dixie College en su
ciudad natal de St. George, Utah; recibió su licenciatura y su maestría en inglés, y en Educación
Religiosa, respectivamente, en la Universidad Brigham Young. Obtuvo los títulos de Maestría y
Doctorado en Filosofía en el área de Estudios Americanos en la Universidad Yale.

El Elder Holland ejerció activamente su profesión en educación antes de su llamamiento para


servir a tiempo completo en la Iglesia. Sirvió como presidente de la Asociación Americana de
Presidentes de Universidades Independientes (AAPICU, por sus siglas en inglés), en la mesa
directiva de la Asociación Nacional de Universidades Independientes (NAICU, por sus siglas en
inglés), y como miembro de la Comisión de Presidentes de la Asociación Nacional de Deportes
Universitarios (NCAA por sus siglas en inglés). En reconocimiento a su labor por mejorar la
comprensión entre cristianos y judíos, recibió el Premio “Antorcha de la Libertad”, otorgado por
la Liga Anti-Difamatoria de B’Nai B’rith. Ha servido en varias mesas directivas de organizaciones
cívicas y corporaciones relacionadas con negocios; también ha recibido el reconocimiento
“Distinguished Eagle Scout” [Rango Águila Distinguido] de Boy Scouts of America. Es autor de
ocho libros, siendo coautor con su esposa Patricia en uno de ellos.

El Elder Holland nació el 3 de diciembre de 1940, y sus padres son Frank D. Holland y Alice Bentley
Holland. En 1963 se casó con Patricia Terry, y tienen tres hijos.

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Lección 1: Levantado sobre la cruz
Por el Elder Jeffrey R. Holland Del Cuórum de los Doce Apóstoles

Hace años, después de un análisis en la escuela de posgrado sobre la historia religiosa estadounidense, un
compañero me preguntó: “¿Por qué los Santos de los Últimos Días no han adoptado la cruz que otros
cristianos utilizan como símbolo de su fe?”.

Dado que esas preguntas sobre la cruz a menudo son interrogantes en cuanto a nuestra dedicación a
Cristo, de inmediato le dije que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días considera que el
sacrificio expiatorio de Jesucristo es el hecho central, el fundamento crucial, la doctrina principal y la
máxima expresión de amor divino en el gran plan de Dios para la salvación de Sus hijos 1. Le expliqué que
la gracia salvadora inherente a ese acto fue esencial para toda la familia humana desde Adán y Eva hasta
el fin del mundo, y que fue otorgada de manera universal2. Cité al profeta José Smith, quien dijo: “… todas
las […] cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices” de la expiación de Jesucristo3.

Luego le leí lo que Nefi había escrito seiscientos años antes del nacimiento de Jesús: “Y […] me habló […]
el ángel, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi al Cordero de Dios […], [quien] fue levantado sobre la cruz y muerto
por los pecados del mundo”4.

Con el afán por “amar, compartir e invitar” intensificándose mucho más en mí, ¡seguí leyendo! A los nefitas
del Nuevo Mundo, el Cristo resucitado dijo: “[M]i Padre me envió para que fuese levantado sobre la cruz;
y […] pudiese atraer a mí mismo a todos los hombres […]; y por esta razón he sido levantado”5.

Estaba a punto de citar al apóstol Pablo cuando me di cuenta de que los ojos de mi amigo comenzaban a
empañarse. Un vistazo rápido a su reloj aparentemente le recordó que debía estar en algún lugar, en
cualquier lugar, y salió deprisa para su cita ficticia. Así concluyó nuestra conversación.

Esta mañana, unos cincuenta años después, estoy decidido a terminar esa explicación, aunque cada uno
de ustedes, a solas, comience a mirar su reloj. Al tratar de explicar por qué en general no utilizamos la
iconografía de la cruz, deseo dejar sumamente claro nuestro profundo respeto y profunda admiración por
los motivos llenos de fe y la vida devota de aquellos que sí lo hacen.

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• Analice con la clase porque es importante que, aunque nosotros como iglesia de Cristo no
usamos la cruz con un símbolo de nuestra fe en las capillas debemos respetar a los que si la usan
• Pregunte a la clase que responderían si alguien les pregunta ¿porque no usan la cruz en sus
capillas o centros de adoración?
• Pida al alguien de la clase que lea la siguiente cita y que identifiquen cuales son algunos de los
símbolos de la expiación de Cristo que utilizamos como miembros de la Iglesia de Jesucristo

Una de las razones por la que no destacamos la cruz como símbolo proviene de nuestras raíces bíblicas. Debido a que la crucifixión
fue una de las formas de ejecución más atroces del Imperio romano, muchos de los primeros seguidores de Jesús decidieron no
poner de relieve ese brutal método de sufrimiento. El significado de la muerte de Cristo ciertamente fue fundamental para su fe,
pero por alrededor de trescientos años, por lo general procuraron transmitir su identidad del Evangelio por otros medios 6.

En los siglos IV y V, se introdujo la cruz como símbolo del cristianismo generalizado, pero el nuestro no es un “cristianismo
generalizado”. Al no ser católicos ni protestantes, somos más bien una iglesia restaurada, la Iglesia restaurada del Nuevo
Testamento. Por lo tanto, nuestros orígenes y nuestra autoridad se remontan a la época anterior a la de los concilios, credos e
iconografía7. En este sentido, la falta de un símbolo que tardaría en llegar a ser de uso común es otra evidencia de que La Iglesia
de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es una restauración de los verdaderos comienzos del cristianismo.

Otra razón por la que no usamos el ícono de la cruz es nuestro enfoque en el milagro completo de la misión de Cristo: Su gloriosa
resurrección, así como el sacrificio de Su sufrimiento y muerte. Al hacer hincapié en esa relación, menciono dos obras de arte8 que
sirven como telón de fondo para la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles en sus sagradas reuniones semanales
en el templo cada jueves en Salt Lake City. Esas representaciones nos sirven como recordatorios constantes del precio que pagó y
de la victoria que obtuvo Aquel cuyos siervos somos.

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Una representación más pública del doble triunfo de Cristo es el uso que le
damos a esta pequeña imagen de Thorvaldsen del Cristo resucitado saliendo en
gloria del sepulcro con las heridas de Su crucifixión aún visibles9.

Finalmente, recordamos que el presidente Gordon B. Hinckley enseñó en una ocasión: “La vida de
nuestros miembros debe […] [ser] […] el símbolo de nuestra [fe]”10. Estas consideraciones —en especial la
última— me llevan a la que quizás sea la más importante de todas las referencias de las Escrituras sobre
la cruz. No tiene nada que ver con colgantes o joyas, ni con campanarios o carteles. Tiene que ver, más
bien, con la sólida integridad y la firmeza moral que los cristianos deben aportar al llamado que Jesús ha
hecho a cada uno de Sus discípulos. En toda tierra y época, Él nos ha dicho a todos: … “Si alg[ún] [hombre
o mujer] quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame”11.

Esto se refiere a las cruces que soportamos en lugar de las que llevamos puestas. Para ser seguidor de
Jesucristo, a veces se debe llevar una carga, la propia o la de otra persona, e ir adonde se requiera sacrificio
y el sufrimiento sea inevitable. Un verdadero cristiano no puede seguir al Maestro solo en aquellos asuntos
con los que él o ella esté de acuerdo. No. Lo seguimos a todas partes, incluso, si fuera necesario, a lugares
que rebosan de lágrimas y problemas, donde a veces es posible que estemos muy solos.

• ¿De qué manera la forma en que nosotros vivimos el evangelio de Jesucristo son el verdadero
símbolo de nuestra fe?
• ¿Qué podemos hacer para que nuestras vidas reflejen las cosas que sabemos y en las que
creemos?

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Conozco a personas, dentro y fuera de la Iglesia,
que siguen a Cristo así de fielmente. Conozco a
niños con discapacidades físicas graves y conozco
a los padres que los cuidan. Los veo a todos ellos
trabajar a veces hasta el punto del agotamiento
total, buscando fortaleza, seguridad y unos pocos
momentos de gozo que no se reciben de ninguna
otra manera. Conozco a muchos adultos solteros
que ansían, y merecen, un cónyuge amoroso, un
matrimonio maravilloso y un hogar lleno de hijos
propios. Ningún deseo podría ser más justo, pero
pasan los años y esa buena fortuna aún no llega.

Conozco a quienes luchan contra enfermedades mentales de muchas clases, que suplican ayuda mientras
añoran, piden en oración y se abren camino para llegar a la anhelada tierra prometida de la estabilidad
emocional. Conozco a quienes viven con pobreza debilitante, pero que, desafiando a la desesperación,
solo piden la oportunidad de brindar una vida mejor a sus seres queridos y a otras personas necesitadas
a su alrededor. Conozco a muchas personas que luchan con temas desgarradores de identidad, de género
y de sexualidad. Lloro por ellos y lloro con ellos, sabiendo cuán importantes serán las consecuencias de
sus decisiones.

Estas son solo unas cuantas de las muchas circunstancias desafiantes a las que haremos frente en la vida,
son recordatorios solemnes de que hay un costo por el discipulado. A Arauna, quien intentó darle bueyes
y leña sin costo para su holocausto, el rey David le dijo: “… No, sino que por precio te lo compraré, porque
no ofreceré a Jehová mi Dios […] [lo] que no me cuest[e] nada”12. Así también decimos todos.

Al tomar nuestra cruz y seguirlo, sería en realidad trágico si el peso de nuestros desafíos no nos hiciera
estar más atentos a las cargas que llevan los demás y a ser más empáticos con ellos. Una de las paradojas
más poderosas de la Crucifixión es que los brazos del Salvador fueron extendidos de par en par y luego
clavados en esa posición, representando involuntariamente, pero de manera precisa, que todo hombre,
mujer y niño de la familia humana entera no solo es bienvenido, sino que se lo invita, a Su abrazo que
redime y exalta13.

• ¿Cuándo han sentido que por medio de la expiación de Cristo en encontrado fortaleza y
consuelo en circunstancias difíciles de su vida?
• ¿Por qué es importante seguir confiando en el Salvador aun cuando parece que no tenemos
respuesta a nuestras suplicas?

Así como la gloriosa Resurrección siguió a la agonizante Crucifixión, de la misma manera se derraman
bendiciones de todas clases sobre aquellos que están dispuestos, como dice Jacob, el profeta del Libro de
Mormón, a “cre[er] en Cristo y contempla[r] su muerte, y sufri[r] su cruz”. A veces esas bendiciones llegan
pronto y otras veces llegan más tarde, pero la maravillosa conclusión de nuestra vía dolorosa personal14
es la promesa del Maestro mismo de que llegan, de que vendrán. Para obtener tales bendiciones, ruego
que lo sigamos a Él a toda prueba, sin flaquear ni huir, sin vacilar ante la tarea, ni cuando nuestras cruces
sean pesadas ni cuando, por un tiempo, la senda se torne oscura. Por su fortaleza, su lealtad y su amor,

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les doy las gracias profundamente. Este día doy mi testimonio apostólico de Él que fue “levantado”15 y de
las eternas bendiciones que Él otorga a quienes están “levantados” con Él, a saber, el Señor Jesucristo.
Amén.

1. Jeffrey R. Holland, Encyclopedia of Mormonism, 1992, “Atonement of Jesus Christ”, tomo I, pág. 83.

2. Amulek habla de la expiación de Cristo como el “gran y postrer sacrificio”, cuyo alcance es “infinito y eterno” (Alma 34:10). Porque “todos han
caído y están perdidos, y, de no ser por la expiación […], deben perecer” (Alma 34:9; véanse también los versículos 8–12). El presidente John
Taylor agrega: “De una manera incomprensible e inexplicable para nosotros, [Jesús] llevó el peso de los pecados de todo el mundo; no solo de
Adán, sino de los de la posteridad de este; y, al hacerlo, abrió el reino de los cielos, no tan solo para todos los creyentes y todos los que obedeciesen
la ley de Dios, sino para más de la mitad de la familia humana que muere antes de llegar a los años de la madurez, así como para [aquellos] que
habiendo muerto sin ley, a través de la mediación de Jesucristo, resucitarán sin ley y serán juzgados sin ley, y de ese modo participarán […] de las
bendiciones de Su expiación” (An Examination into and an Elucidation of the Great Principle of the Mediation and Atonement of Our Lord and
Savior Jesus Christ, Salt Lake City: Deseret News Publishing Co., 1892, págs. 148–149; véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: John
Taylor, 2001, pág. 59).

3. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 52.

4. 1 Nefi 11:32–33.

5. 3 Nefi 27:14–15.

6. Por supuesto, hay referencias a la cruz en las enseñanzas de Pablo (véanse, por ejemplo, 1 Corintios 1:17–18; Gálatas 6:14; Filipenses 3:18),
pero tales referencias hablaban de algo mucho mayor que dos vigas de madera unidas con clavos o que cualquier símbolo más pequeño
semejante. Por tanto, cuando Pablo se refiere a la cruz, hace una declaración doctrinal breve sobre la majestuosidad de la Expiación, un ámbito
donde los Santos de los Últimos Días de buena gana se le unen y lo citan.

7. Figuras cristianas primitivas y tradicionales como Andreas Karlstadt (1486–1541), colaborador de Martín Lutero, sostenían a finales de la Edad
Media que “el crucifijo [por sí mismo] representaba solo el sufrimiento humano de Cristo y no hacía referencia a Su resurrección ni a Sus [poderes]
redentores” (en John Hilton III, Considering the Cross: How Calvary Connects Us with Christ, 2021, pág. 17).

8. Harry Anderson, The Crucifixion [La Crucifixión]; y Harry Anderson, Mary and the Resurrected Lord [María y el Señor resucitado].

9. Russell M. Nelson, “Abrir los cielos para recibir ayuda”, Liahona, mayo de 2020, págs. 72–74.

10. Gordon B. Hinckley, “El símbolo de Cristo”, Liahona, marzo de 1989, pág. 5.

11. Mateo 16:24.

12. 2 Samuel 24:24.

13. “[S]u brazo se extiende a todo pueblo que quiera arrepentirse y creer en su nombre” (Alma 19:36; véanse también 2 Nefi 26:33; Alma 5:33).

14. Via dolorosa es una frase en latín que significa “una ruta, un pasaje o una serie de experiencias dolorosamente difíciles” (Merriam-Webster.com
Dictionary, “via dolorosa”). Se la relaciona más a menudo con el recorrido de Jesús desde Su condenación a manos de Pilato hasta Su crucifixión
en el Calvario.

15. Véase 3 Nefi 27:14–15.

Enlace de la lectura para el alumno:


https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2022/10/41holland?lang=spa

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Lección 2 “No temas; cree solamente”
Por el élder Jeffrey R. Holland Del Cuórum de los Doce Apóstoles

Dirijo mis palabras hoy a los jóvenes de la Iglesia, es decir, a todos los que tengan la edad del presidente
Russell M. Nelson o menos.

Durante casi dos años, una pandemia de proporciones bíblicas ha cubierto nuestro planeta, y aunque esa
plaga detuvo obviamente casi toda la vida social, no paró la brutalidad, la violencia y la cruel agresión en
el ámbito político, nacional o internacional. Por si eso fuera poco, seguimos afrontando retos sociales y
culturales de larga duración, que van desde la pobreza económica hasta la profanación del medio
ambiente, pasando por la desigualdad racial y mucho más.

Estos severos vientos y días de oscuridad pueden ser desalentadores para los jóvenes entre nosotros, de
los que esperamos optimismo y entusiasmo con respecto al futuro de nuestra vida. Se ha dicho que “el
poder de la juventud es la riqueza común del mundo entero. Los […] jóvenes […] son los rostros de
nuestro […] futuro”2. Además, nuestros hijos son los herederos en cuyas manos se encomendará el destino
de esta Iglesia.

Teniendo en cuenta los tiempos que corren, es comprensible que el idealismo de los jóvenes se esté
desvaneciendo un poco. La Dra. Laurie Santos, profesora de la Universidad de Yale, creó hace poco una
clase titulada “La psicología y la buena vida”. “El primer año que se ofreció la clase, se inscribió casi [una
cuarta parte] de [todos] los alumnos de licenciatura de la universidad”3. Luego, más de 64 millones de
personas visitaron su pódcast. Al escribir sobre este fenómeno, un periodista señaló lo doloroso que es
ver a tantos brillantes estudiantes jóvenes —y adultos— buscando desesperadamente algo que han
perdido o, peor aún, anhelando algo que nunca tuvieron4.

• ¿Qué desafíos afronta la juventud en esta época, que los desvía de su potencial como hijos de
Dios?
• ¿Por qué el Elder Holland menciona que la búsqueda de la felicidad se haya aceptando lo que
ya hemos recibido?
• Pida a alguien de la clase o túrnense para leer en vos alta los siguientes 3 párrafos y analicen de
qué forma los jóvenes tienen la capacidad de impactar al mundo mas que cualquier otra
generación

Mi súplica hoy a nuestros jóvenes, y a ustedes, padres y adultos que les aconsejan, es que comiencen su
búsqueda de la felicidad aceptando la abundancia que ya hemos recibido del Dador de toda buena dádiva5.
Precisamente en este momento en el que muchas personas del mundo se hacen preguntas profundas del
alma, deberíamos responder con las “buenas nuevas”6 del evangelio de Jesucristo. La Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días, que mantiene en alto la misión y el mensaje del Salvador del mundo,
ofrece la forma eternamente más significativa tanto de encontrar el bien como de hacerlo en una época
tan necesaria.

11
El presidente Russell M. Nelson ha dicho que esta generación de jóvenes tiene la capacidad de tener
“mayor impacto [para bien] en el mundo que cualquier generación anterior”7. Nosotros, más que nadie,
debemos “cantar la canción del amor que redime”8, pero eso requiere disciplina —“discipulado”, por así
decirlo—, del tipo que nos protege de las actitudes negativas y de los hábitos destructivos que nos harían
desentonar mientras intentamos cantar esa canción de salvación eterna.

Aunque nos mantengamos “en el lado soleado de


la calle”9, de cuando en cuando nos topamos con
esa persona que se empeña en encontrar algo
sombrío y lúgubre en todo. Ya conocen su lema:
“Siempre está más oscuro justo antes de que
oscurezca por completo”. ¡Qué visión tan maligna
y qué existencia tan desdichada! Sí, puede que a
veces queramos huir de donde estamos, pero
ciertamente nunca debemos huir de lo que
somos: hijos del Dios viviente que nos ama, que
siempre está dispuesto a perdonarnos y que

jamás nos abandonará. Ustedes son Su posesión más preciada. Ustedes son Sus hijos, a quienes ha dado
profetas y promesas, dones espirituales y revelaciones, milagros y mensajes, y ángeles en ambos lados
del velo10.

Asimismo, les ha dado una Iglesia que fortalece a las familias en la vida terrenal y que las une por la
eternidad. La Iglesia cuenta con más de 31 000 barrios y ramas donde la gente se reúne, canta, ayuna, ora
por los demás y da de sus medios a los pobres. Aquí es donde se conoce a cada persona por su nombre,
se la tiene en cuenta y se le ministra, y donde amigos y vecinos laicos se sirven mutuamente de manera
voluntaria en llamamientos que van desde una labor eclesiástica hasta deberes de conserje. Los jóvenes
adultos, así como los matrimonios mayores, sirven en misiones a millares, sufragando ellos mismos los
gastos, sin poder decidir en absoluto dónde van a trabajar, y los miembros jóvenes y mayores acuden a los
templos a fin de llevar a cabo las ordenanzas sagradas necesarias para unir a la familia humana, una
actividad valiente en un mundo muy dividido, pero que declara que tal división es solo temporal. Estas son
algunas de las razones que damos para “la esperanza que hay en [n]osotros”11.

Por supuesto, en la actualidad, cualquier discípulo de Jesucristo afronta problemas enormemente difíciles.
Los líderes de esta Iglesia entregan su propia vida para buscar la guía del Señor a fin de resolver esos
desafíos. Si algunos no se resuelven a satisfacción de todos, quizá constituyan parte de la cruz que Jesús
dijo que tendríamos que tomar para seguirlo12. Precisamente porque habría días oscuros y problemas
difíciles, Dios prometió que Él, desde una nube de día y una columna de fuego de noche, guiaría a los
profetas, nos daría una barra de hierro, abriría una puerta estrecha que nos conduciría a una vía angosta
y, sobre todo, nos otorgaría el poder para finalizar el trayecto13.

12
Así que, por favor, por favor, quédense para gozar de todo el festín, aunque no les apasione el brócoli.
Disfruten de Su luz y presten su propia vela a la causa14. Tienen razón en la Primaria: Jesús realmente
“[quiere] que brille[n], que brille[n] para Él”

• ¿De qué manera han visto que los lideres de la iglesia apoyan a la juventud a permanecer
fieles en el evangelio en esta época?
• ¿qué piensan de la siguiente invitación del Elder Holland: “por favor, por favor, quédense para
gozar de todo el festín, aunque no les apasione el brócoli. Disfruten de Su luz y presten su
propia vela a la causa”
Cuando el líder judío Jairo le suplicó a Jesús que sanara a su hija de doce años, quien yacía moribunda en
casa, la multitud que lo rodeaba retrasó tanto tiempo al Salvador que un sirviente no tardó en decirle a
aquel ansioso padre: “Tu hija ha muerto; no importunes más al Maestro.

“Y oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y ella será sanada”16.

Y lo fue; y ustedes también lo serán. “No temas; cree solamente”.

Ya que cada uno de ustedes en esta audiencia es precioso para Dios y para esta Iglesia, concluyo con esta
declaración apostólica especial. Antes de que ustedes recibieran el don del Espíritu Santo, tenían la luz de
Cristo plantada en su alma17, esa “luz que existe en todas las cosas, que da vida a todas las cosas”18 y que
es la influencia para bien en el corazón de todas las personas que han vivido o vivirán. Esa luz les fue dada
para protegerlos y enseñarles. Uno de sus mensajes principales es que la vida es el más preciado de
todos los dones, un don que se obtiene eternamente solo por medio de la expiación del Señor Jesucristo.
Como la Luz y la Vida del mundo19, el Hijo Unigénito de Dios vino a darnos la vida al conquistar la muerte.

• Porque piensan que ¿la vida es el más preciado de todos los dones, un don que se obtiene
eternamente solo por medio de la expiación del Señor Jesucristo?
• ¿Qué podemos hacer para ayudar a aquellos que están sufriendo de depresión y si vida podría
estar en riesgo?

Debemos comprometernos plenamente con ese don de la vida y apresurarnos a ayudar a quienes corren
peligro de renunciar a este don sagrado. Líderes, asesores, amigos, familia: presten atención a las señales
de depresión, desesperación o cualquier otra cosa que indique autolesión. Ofrezcan su ayuda, escuchen,
realicen algún tipo de intervención según sea oportuno.

13
A cualquiera de nuestros jóvenes que tenga
dificultades, le digo: sean cuales sean tus
preocupaciones o dificultades, claramente la
muerte por suicidio no es la respuesta. No
aliviará el dolor que estás sintiendo o que
piensas que estás causando. En un mundo que
necesita tan desesperadamente toda la luz
que pueda conseguir, por favor, no minimices
la luz eterna que Dios puso en tu alma antes
de que este mundo fuese. Habla con alguien,
pide ayuda. No destruyas una vida por la que
Cristo dio la Suya para preservarla. Puedes
soportar las dificultades de esta vida terrenal
porque te ayudaremos a soportarlas. Eres
más fuerte de lo que piensas. Hay ayuda

disponible, de otras personas y, sobre todo, de Dios. Eres un ser amado, valorado y necesario. ¡Nosotros
te necesitamos! “No temas; cree solamente”.

Alguien que enfrentó circunstancias mucho más desesperadas que las que ustedes y yo jamás tendremos,
una vez exclamó: “Avanzad [mis amados y jóvenes amigos] […]. ¡Valor […], e id adelante, adelante a la
victoria! ¡Regocíjense vuestros corazones y llenaos de alegría!”20. Tenemos mucho de lo que alegrarnos;
nos tenemos los unos a los otros, y lo tenemos a Él. No nos niegues la oportunidad de tenerte, te lo suplico,
en el sagrado y santo nombre del Señor Jesucristo, nuestro Maestro. Amén.

• ¿Por qué creen que Jesucristo es nuestra fuente de apoyo en cualquier dificultad que estemos
pasando?
• Haga un listado de cosas por las que usted tiene que alegrarse y compártalo con la clase

14
1. Marin Arnold, en un mensaje de correo electrónico a Jeffrey R. Holland, 11 de febrero de 2022, utilizado con permiso.

2. Kailash Satyarthi, en “Thoughts on Being Young”, Forbes India, 25 de febrero de 2021, forbesindia.com.

3. David Marchese, “Yale’s Happiness Professor Says Anxiety Is Destroying Her Students”, New York Times Magazine, 18 de febrero de 2022,
nytimes.com.

4. David Marchese, “Yale’s Happiness Professor Says Anxiety Is Destroying Her Students”.

5. Véase Santiago 1:17; véase también Moroni 10:5–20.

6. Guía para el Estudio de las Escrituras, “Evangelios”.

7. Russell M. Nelson, “Una invitación personal a participar en Seminarios e Institutos”, 4 de febrero de 2019, LaIglesiadeJesucristo.org.

8. Alma 5:26.

9. Esta frase está tomada de una canción popular de jazz de la década de 1930, titulada “On the Sunny Side of the Street” [En el lado soleado de
la calle], con letra de Dorothy Fields (véase “On the Sunny Side of the Street”, Jazz Standards, jazzstandards.com).

10. Véase Jeffrey R. Holland, “El ministerio de ángeles”, Liahona, noviembre de 2008, págs. 29–31.

11. 1 Pedro 3:15.

12. Véanse Mateo 16:24; Marcos 10:21; Lucas 9:23.

13. Véanse, por ejemplo, Éxodo 13:21–22; Amós 3:7; 1 Nefi 8:24, 30; 2 Nefi 9:41.

14. Véanse Mateo 5:15–16; 3 Nefi 12:15–16.

15. “Cristo me manda que brille”, Canciones para los niños, págs. 38–39.

16. Lucas 8:49–50; véanse también los versículos 41–42, 51–56.

17. Véanse Juan 1:9; Doctrina y Convenios 93:2.

18. Doctrina y Convenios 88:13; véanse también los versículos 6–12.

19. Véanse Mosíah 16:9; 3 Nefi 9:18; 11:11; Éter 4:12; véase también Juan 8:12.

20. Doctrina y Convenios 128:22.

Enlace de Lectura para el alumno:


https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-
conference/2022/04/23holland?lang=spa

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Lección 3: “La mayor posesión”
Por el élder Jeffrey R. Holland Del Cuórum de los Doce Apóstoles

En las Escrituras se habla de un joven gobernante rico que corrió a Jesús, se arrodilló a Sus pies y, con
sinceridad verdadera, preguntó al Maestro: “¿[Q]ué haré para heredar la vida eterna?”. Tras repasar una
larga lista de mandamientos que aquel joven había guardado fielmente, Jesús le dijo que vendiera todas
sus pertenencias, diera lo recaudado a los pobres, tomara su cruz y lo siguiera. Lo directo de aquel
mandato hizo que al joven gobernante se le helara la sangre a pesar de sus costosas ropas y se fuera triste,
pues, leemos en el pasaje de las Escrituras, “tenía muchas posesiones”1.

Obviamente, se trata de un importante relato aleccionador sobre el uso de las riquezas y las necesidades
de los pobres; pero, en esencia, es un relato sobre la devoción total y sin reservas hacia la responsabilidad
divina. Con o sin riquezas, cada uno de nosotros ha de venir a Cristo con el mismo compromiso inamovible
para con Su evangelio que se esperaba de aquel joven. Como dirían los jóvenes de hoy en día, hemos de
declarar que nos “lanzamos de lleno”2.

• ¿Por qué es importante que debamos consagrar nuestras vidas al Salvador con o sin riquezas
materiales?
• ¿Por qué no deberíamos prestar un servicio a medias a nuestro Salvador?

En su prosa característicamente memorable, C. S. Lewis imagina al Señor diciéndonos algo como lo


siguiente: “No quiero […] tu tiempo, […] [ni] tu dinero, […] [ni] tu trabajo [tanto como] te quiero
[sencillamente] a ti. [En cuanto a ese árbol que estás podando], no quiero podar una rama por aquí y otra
por allá; quiero echar el árbol abajo. [Y en cuanto a ese diente], no deseo perforarlo, ni colocarle una
corona, ni un empaste; [quiero] extraerlo. [De hecho, quiero que] me entregues todo [tu] yo natural […];
[y] te daré a cambio un nuevo yo. De hecho, te daré de Mí: mi […]voluntad llegará a ser [la tuya]”3.

Todos los que nos hablarán en esta conferencia general dirán, de un modo u otro, lo que Cristo dijo a este
joven rico: “Vengan a su Salvador; vengan completa e incondicionalmente. Tomen su cruz, por pesada
que sea, y síganlo”4. Ellos dirán todo eso sabiendo que en el Reino de Dios no puede haber esfuerzos a
medias, ni empezar y luego detenerse, ni volverse atrás. A quienes pedían permiso para enterrar a un

16
padre fallecido o al menos para despedirse de otros familiares, la respuesta de Jesús era exigente e
inequívoca. “Deja que eso lo hagan otras personas”, dijo Él. “… Ninguno que pone su mano en el arado y
mira hacia atrás es apto para el reino de Dios”5. Cuando se nos pide hacer cosas difíciles, incluso cosas
que son contrarias a los vivos deseos del corazón, recuerden que la lealtad que prometemos a la causa de
Cristo es que sea la devoción suprema de nuestra vida. Aunque Isaías nos asegura que se halla disponible
“sin dinero y sin precio”6 —y así es—, debemos estar preparados para que, en palabras de T. S. Eliot, nos
cueste “nada menos que todas las cosas”7.

• ¿Qué cosas estamos dispuestos a consagrar en la obra de Dios?


• ¿Qué bendiciones ha visto que le ha dado Dios al consagrar su vida en su obra?
• ¿Qué consejo le daría a un amigo que está teniendo dificultades para servir en su llamamiento
y a la vez cumplir con su trabajo o sus estudios?
• ¿Deberíamos preguntarnos si una vida “más elevada y santa”, para decirlo en palabras del
presidente Russell M. Nelson, es algo que podríamos procurar?

Por supuesto, todos tenemos algunos hábitos, defectos o historias personales que podrían impedir que
nos sumerjamos espiritualmente en esta obra por completo. No obstante, Dios es nuestro Padre y es
excepcionalmente hábil para perdonar y olvidar los pecados que hemos abandonado, quizás porque le
damos tantas ocasiones para practicarlo con nosotros. En todo caso, hay ayuda divina para cada uno de
nosotros en cualquier momento que sintamos que debemos hacer un cambio en nuestra conducta. A Saúl,
Dios “le cambió el corazón”8. Ezequiel exhortó a todo el antiguo Israel a desechar su pasado y “hace[rse]
un corazón y un espíritu nuevos”9. Alma exhortó a hacer un “potente cambio”10 que haría ensanchar el
alma; y Jesús mismo enseñó “que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de
Dios”11. Claramente, la posibilidad de cambiar y vivir a un nivel más elevado siempre ha sido uno de los
dones que Dios concede a quienes lo procuran.

Amigos, en la actualidad encontramos todo tipo de divisiones y subdivisiones, grupos y subgrupos, tribus
digitales e identidades políticas con más que suficiente hostilidad por todas partes. ¿Deberíamos
preguntarnos si una vida “más elevada y santa”12, para decirlo en palabras del presidente Russell M.
Nelson, es algo que podríamos procurar? Al hacerlo, haríamos bien en recordar aquel asombroso período
del Libro de Mormón en el que las personas se hicieron esa pregunta y la respondieron afirmativamente:
“Y sucedió que no hubo contención entre todos los habitantes sobre toda la tierra […], a causa del amor
de Dios que moraba en el corazón del pueblo.
“Y no había envidias, ni contiendas […], ni lascivias de ninguna especie; y ciertamente no podía haber un
pueblo más dichoso entre todos los que habían sido creados por la mano de Dios.
“No había ladrones, ni asesinos, ni lamanitas, ni ninguna especie de -itas, sino que eran uno, hijos de Cristo
y herederos del reino de Dios.
“¡Y cuán bendecidos fueron!”13.

¿Cuál es la clave de ese sorprendente logro de llevar vidas satisfactorias y felices? Se halla explícito allí en
el texto, en una oración: “[El] amor de Dios […] moraba en el corazón del pueblo”14.

Cuando el amor de Dios marca la pauta en nuestra vida, en nuestras relaciones el uno con el otro y, en
última instancia, en nuestro sentir hacia todo el género humano, entonces comienzan a desvanecerse las
viejas diferencias, las etiquetas que limitan y las divisiones artificiales, y aumenta la paz. Eso es
precisamente lo que sucedió en nuestro ejemplo del Libro de Mormón; ya no había lamanitas, ni jacobitas,
17
ni Josefitas ni Zoramitas; no había “-itas” en absoluto. El pueblo había adoptado solo una identidad
trascendental; dice que todos eran conocidos como los “hijos de Cristo”15.

Por supuesto, nos referimos al primer gran mandamiento dado a la familia humana: amar a Dios
incondicionalmente, sin reservas ni concesiones, esto es, con todo nuestro corazón, alma, mente y
fuerza16. Este amor por Dios es el primer gran mandamiento del universo; pero la primera gran verdad del
universo es que Dios nos ama exactamente de esa forma, incondicionalmente, sin reservas ni concesiones,
con todo Su corazón, alma, mente y fuerza. Y cuando esas fuerzas majestuosas de Su corazón y del nuestro
se encuentran unas con otras sin restricciones, hay una verdadera explosión de poder espiritual y moral.
Entonces, como escribió Teilhard de Chardin, “por segunda vez en la historia del mundo, el hombre habrá
descubierto el fuego”17.

Es entonces —y solo entonces, de hecho—, que podemos guardar eficazmente el segundo gran
mandamiento de maneras que no son superficiales ni triviales. Si amamos a Dios lo suficiente como para
tratar de serle fieles por completo, Él nos dará la facultad, la capacidad, la voluntad y la vía para amar
al prójimo y amarnos a nosotros mismos. Quizás entonces podamos decir otra vez: “… no podía haber un
pueblo más dichoso entre todos los que habían sido creados por la mano de Dios”18.

• Analice la siguiente frase con la clase: “Si amamos a Dios lo suficiente como para tratar de serle
fieles por completo, Él nos dará la facultad, la capacidad, la voluntad y la vía para amar al
prójimo y amarnos a nosotros mismos”
• ¿Cuándo han sentido que al amar a Dios se les hace más fácil amar a su prójimo y a ustedes
mismos?

Hermanos y hermanas, es mi ruego que tengamos éxito donde ese joven rico falló, que tomemos la cruz
de Cristo, por exigente que sea, a pesar de la dificultad y a pesar de cuál sea el precio. Doy mi testimonio
de que cuando prometemos seguirlo, el sendero pasará, de una u otra manera, por una corona de espinas
y una áspera cruz romana. Sin importar cuán rico fuera el joven gobernante, no era lo bastante rico para
pagar y escapar de la cita que tenía con dichos símbolos, y nosotros tampoco lo somos. Por la bendición
de recibir la mayor de todas las posesiones —el don de la vida eterna— es muy poco que se nos requiera
que permanezcamos en el camino de seguir al Sumo Sacerdote de nuestra profesión, nuestra Estrella de
la Mañana, Abogado y Rey. Testifico, junto con el poco conocido Amalekí de antaño, que cada uno ha de
“ofre[cerle] [nuestra] alm[a] enter[a] como ofrenda”19. Sobre esa devoción decidida y firme, cantamos
así:

18
Alaba al monte; mis pies firmes en él.
Monte de Tu amor redentor […].
Mi corazón te doy: tómalo y séllalo;
Séllalo para Tu morada celestial20.
En el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.

1. Véase Marcos 10:17–22.

2. Véase Omni 1:26.

3. C. S. Lewis, Mere Christianity, 1960, pág. 153.

4. Véase Marcos 10:21.

5. Véase Lucas 9:62.

6. Isaías 55:1.

7. “Little Gidding”, en T. S. Eliot: Collected Poems, 1909–1962, 1963, pág. 209, traducción libre.

8. 1 Samuel 10:9.

9. Ezequiel 18:31.

10. Véase Alma 5:9–14.

11. Juan 3:3.

12. Russell M. Nelson, “Palabras de clausura”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 121.

13. 4 Nefi 1:13, 15–18; cursiva agregada.

14. 4 Nefi 1:15.

15. 4 Nefi 1:17.

16. Véase Marcos 12:30.

17. Pierre Teilhard de Chardin, Toward the Future, 1975, pág. 87.

18. 4 Nefi 1:16.

19. Omni 1:26.

20. “Come, Thou Fount of Every Blessing”, Hymns, 1948, nro. 70; traducción libre. La letra fue escrita por Robert Robinson en inglés.

Enlace de lectura para el alumno:


https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/speakers/jeffrey-r-
holland?lang=spa

19
Lección 4: No como el mundo la da
Por el élder Jeffrey R. Holland Del Cuórum de los Doce Apóstoles

Antes de aquella primera Pascua de Resurrección, mientras Jesús concluía la nueva ordenanza de la Santa
Cena que había administrado a los Doce, Él comenzó Su solemne discurso de despedida para dirigirse a
Getsemaní, a la traición y a la crucifixión. Sin embargo, al percibir la preocupación y, quizás incluso, el
temor absoluto que algunos de esos hombres deben haber manifestado, Él les dijo a ellos (y a nosotros):

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí […].

“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros […].

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni
tenga miedo”1.

En este mundo terrenal surgen momentos desafiantes, incluso para los fieles, pero el mensaje
tranquilizador de Cristo es que Él, el Cordero Pascual, iría como “oveja delante de sus trasquiladores”2. No
obstante, Él se levantaría, como dijo el salmista, para ser “nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto
auxilio en [tiempos de] tribulaciones”3.

Teniendo en mente las difíciles horas que le aguardaban a Cristo, conforme se acercaba a la cruz, y a Sus
discípulos, quienes llevarían Su evangelio al mundo en el meridiano de los tiempos, consideremos ahora
juntos un mensaje relacionado dirigido a los miembros de la Iglesia del Salvador en los últimos días. Se
encuentra en el sorprendente número de versículos del Libro de Mormón dedicados a conflictos de uno u
otro tipo, desde el comportamiento constantemente irritante de Lamán y Lemuel hasta las batallas finales
en las que participaron cientos de miles de soldados. Una de las razones obvias de tal énfasis en la guerra
es que, dado que el Libro de Mormón fue escrito para una audiencia de los últimos días, esos autores
(que vivieron tantas guerras) nos advierten de manera profética que la violencia y los conflictos serán
una característica distintiva de las relaciones en los últimos días.

20
Por supuesto que mi teoría acerca de la contención de los últimos días no es muy original. Hace dos mil
años, el Salvador advirtió que en los últimos días habría “guerras y rumores de guerras”4 y más tarde

agregó que “la paz ser[ía] quitada de la tierra, y el diablo tendr[ía] poder sobre su propio dominio”5. Con
toda seguridad, este Príncipe de Paz, quien enseñó enérgicamente que la contención es del diablo6, debe
llorar junto con Su Divino Padre por aquellos de la familia humana que en nuestros días “no tienen afecto”,
como leemos en las Escrituras, y que no pueden encontrar la forma de vivir juntos en amor7.

Análisis en clase:

• ¿de qué maneras ha visto que la paz está siendo quitada del mundo?
• ¿Por qué deberíamos sentir paz a pesar de las dificultades que vemos a nivel mundial?

Hermanos y hermanas, vemos demasiado conflicto, ira y


falta de cortesía a nuestro alrededor. Afortunadamente, la
generación actual no ha tenido que combatir en una Tercera
Guerra Mundial, ni hemos vivido una crisis económica
mundial como la de 1929, que condujo a la Gran Depresión.
Sin embargo, afrontamos un tipo diferente de Tercera
Guerra Mundial que no es una lucha por aplastar a nuestros
enemigos, sino un reclutamiento que dispone a los hijos de
Dios a cuidar más los unos de los otros y a ayudar a sanar las heridas que hallamos en un mundo en
conflicto. La Gran Depresión a la que nos enfrentamos ahora no es tanto un asunto de una pérdida externa
de nuestros ahorros, sino una pérdida interna de confianza en uno mismo, junto con déficits reales de fe,
esperanza y caridad a nuestro alrededor. Sin embargo, los instrumentos que necesitamos para crear un
día más brillante y desarrollar la economía de la bondad genuina en la sociedad los proporciona el
evangelio de Jesucristo en abundancia. No podemos darnos el lujo —y este mundo no puede darse el
lujo— de que fracasemos en la implementación plena de estos conceptos y convenios fortalecedores del
Evangelio para el uso personal y público.

Entonces, en un mundo “azotad[o] por la tempestad, sin consuelo”, como dijo Jehová que sería, ¿cómo
encontramos lo que Él llamó “el convenio de […] paz”? Lo hallamos al volvernos a Aquel que dijo que
tendría compasión de nosotros y “con misericordia eterna” otorgaría paz a nuestros hijos8. A pesar de las
profecías aterradoras y de los inquietantes pasajes de las Escrituras que declaran que en general la paz
será retirada de la tierra, los profetas, entre ellos, nuestro querido Russell M. Nelson, nos han enseñado
que ¡no tiene por qué retirársenos la paz de manera individual!9. Por lo tanto, en esta Pascua de
Resurrección tratemos de establecer la paz de un modo personal, aplicando la gracia y el bálsamo sanador
de la expiación del Señor Jesucristo a nosotros mismos y a nuestras familias y a todos a quienes podamos
tender una mano a nuestro alrededor. Afortunada e incluso asombrosamente este bálsamo sanador se
pone a nuestra disposición “sin dinero y sin precio”10.

21
• ¿Cuál es la paz personal a la que hace referencia el presidente Russell M. Nelson?
• ¿Qué conexión tienen las frases: “principios de la rectitud” y “los poderes del cielo”?
• ¿Qué principios de rectitud se requiere vivir para acceder a los poderes del cielo?

Esa ayuda y esperanza son realmente necesarias porque en esta congregación mundial hay muchos que
hoy luchan con cualquier cantidad de desafíos: físicos o emocionales, sociales o económicos, o una docena
de otros tipos de problemas. Y para muchos de esos desafíos no somos lo suficientemente fuertes como
para enfrentarlos por nosotros mismos, ya que la ayuda y paz que necesitamos no es “como el mundo la
da”11. No, para los problemas verdaderamente difíciles necesitamos lo que las Escrituras llaman “los
poderes del cielo” y para obtener esos poderes debemos vivir de acuerdo con lo que esas mismas
Escrituras llaman los “principios de la rectitud”12. Ahora, ¡el entender esa conexión entre los principios y
el poder es la lección única que la familia humana nunca parece ser capaz de aprender, dice el Dios del
cielo y de la tierra!13.

¿Y cuáles son esos principios? Bien, se los menciona repetidamente en nuestros libros sagrados, se
enseñan una y otra vez en conferencias como esta y, en nuestra dispensación, al profeta José Smith se los
enseñaron en respuesta a su propia versión del clamor “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has
desamparado?”14. En el frío y hostil confinamiento de la cárcel de Liberty, se le enseñó que los principios
de la rectitud incluyen virtudes tales como la paciencia, la longanimidad, la benignidad y el amor sincero15.
En ausencia de esos principios, era seguro que en algún momento haríamos frente a la discordia y la
enemistad.

Con respecto a esto, permítanme hablar por un momento acerca de la ausencia de algunas partes de estos
principios de rectitud en nuestra época. Por lo general, soy un hombre animado, alegre y hay tanto que es
bueno y bello en nuestro mundo. Ciertamente, contamos con mayores bendiciones materiales que
ninguna otra generación de la historia, pero en la cultura del siglo XXI, en general y, con demasiada
frecuencia, también en la Iglesia, aún vemos personas con problemas, transigiendo y dando como
resultado demasiados convenios y demasiados corazones rotos. Consideren la permanente presencia de
un lenguaje vulgar que va en paralelo a la transgresión sexual, ambos tan presentes en películas y en la
televisión; o fíjense en el acoso sexual y otras formas de indecencia en los lugares de trabajo sobre los
cuales leemos tanto en estos días. En temas de la pureza por convenio, con demasiada frecuencia lo
sagrado es tratado como ordinario y, con demasiada frecuencia, lo santo es profanado. A cualquiera que
se sienta tentado a andar, hablar o comportarse de esta manera —“como el mundo la da”—, que no espere
que eso lo lleve a una experiencia pacífica; yo le aseguro en el nombre del Señor que no será así. “La
maldad nunca fue felicidad”16, como lo expresó un antiguo profeta. Cuando la diversión se acabe, siempre
habrá que pagar las consecuencias y, la mayoría de las veces, la moneda con que se paga son lágrimas y
remordimiento17.

22
• ¿Qué advertencias nos hace el Elder Holland con respecto a no vivir conforme a los principios
de rectitud?

O quizás vemos otras formas de abuso e indignidad. Cuánto mayor cuidado debemos tener los discípulos
del Señor Jesucristo para no incurrir en tales conductas. En ningún caso debemos ser culpables de ejercer
abuso o injusto dominio o coerción inmoral, ni física, emocional, eclesiástica ni de cualquier otro tipo.
Hace unos años, recuerdo que sentí el fervor con el que el presidente Gordon B. Hinckley habló a los
hombres de la Iglesia acerca de aquellos que él llamó “tirano[s] en su propio hogar”18.

“Qué fenómeno tan trágico y absolutamente repugnante es el abuso de la esposa”, dijo. “Cualquier hombre
de esta Iglesia que abuse a su esposa, la degrade, la insulte, que ejerza injusto dominio sobre ella, es
indigno de poseer el sacerdocio […] es indigno de poseer una recomendación para el templo”19.
Igualmente, infame, dijo, era cualquier forma de abuso de niños, o cualquier otro tipo de abuso20.

En demasiadas ocasiones, hombres, mujeres e, incluso, niños que de otro modo serían fieles pueden ser
culpables de hablar de manera poco amable, incluso destructiva, a aquellos con los que pueden estar
sellados por una ordenanza sagrada en el templo del Señor. Todas las personas tienen el derecho de ser
amadas, sentir paz y encontrar seguridad en el hogar. Les ruego que todos nos esforcemos por mantener
allí esa clase de ambiente. La promesa de ser pacificadores es que tendrán el Espíritu Santo como su
compañero constante y las bendiciones fluirán a ustedes “sin ser compelid[as]” para siempre jamás21.
Nadie puede hacer uso de una lengua mordaz o de palabras descorteses y todavía “cantar la canción del
amor que redime”22.

Permítanme concluir donde comencé. Mañana es Pascua de Resurrección, un tiempo para que los justos
principios del evangelio de Jesucristo y de Su expiación nos ayuden a superar los conflictos y la contención,
la desesperanza y la transgresión y, finalmente, la muerte. Es un tiempo para prometer total lealtad en
palabras y hechos al Cordero de Dios, quien “llevó […] nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores”23
en Su determinación de consumar la obra de salvación a nuestro favor.

A pesar de la traición y del dolor, a pesar del maltrato y de la crueldad, y soportando los pecados
acumulados de toda la familia humana, el Hijo del Dios viviente pudo ver la larga senda de la vida terrenal,
mirarnos este fin de semana y decir: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”24. Que tengan una Pascua de Resurrección llena de
bendiciones, gozo y paz. Las inconmensurables posibilidades de ella ya han sido pagadas por el Príncipe
de Paz, a quien amo con todo mi corazón, cuya Iglesia esta es y de quien testifico indiscutiblemente; sí, el
Señor Jesucristo. Amén.

23
• Analicen como clase que cosas pueden hacer para ser merecedores de la paz personal que
Jesucristo nos ofrece
• ¿Cómo pueden ayudar a otros que no están teniendo paz personal en estos momentos?

1. Juan 14:1, 18, 27.

2. Isaías 53:7.

3. Salmo 46:1.

4. José Smith—Mateo 1:23; véase también el versículo 30.

5. Doctrina y Convenios 1:35.

6. Véase 3 Nefi 11:29.

7. Moisés 7:33.

8. Véase Isaías 54:8, 10–11, 13; véase también 3 Nefi 22:8, 10–11, 13.

9. Véase Russell M. Nelson, “Bienaventurados los pacificadores”, Liahona, noviembre de 2002, págs. 39–41.

10. 2 Nefi 26:25.

11. Juan 14:27.

12. Doctrina y Convenios 121:36.

13. Véase Doctrina y Convenios 121:35.

14. Véase Doctrina y Convenios 121:1–6; véase también Mateo 27:46.

15. Véase Doctrina y Convenios 121:41–42.

16. Alma 41:10.

17. Véase Robert Browning, “The Pied Piper of Hamelin”, poetryfoundation.org.

18. Véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Gordon B. Hinckley, 2016, pág. 219.

19. Gordon B. Hinckley, “La dignidad personal para ejercer el sacerdocio”, Liahona, julio de 2002, pág. 60.

20. Véase Gordon B. Hinckley, “La dignidad personal para ejercer el sacerdocio”, Liahona, julio de 2002, pág. 20.

21. Doctrina y Convenios 121:46.

22. Alma 5:26.

23. Isaías 53:4; véase también el versículo 7.

24. Juan 14:27.

Enlace de lectura para el alumno:


https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-
conference/2021/04/23holland?lang=spa

24
Lección 5: Esperar en el Señor
Por el élder Jeffrey R. Holland Del Cuórum de los Doce Apóstoles

¿Cuánto tiempo aguardaremos para recibir alivio de las tribulaciones que nos sobrevienen? ¿Y qué me
dicen de sobrellevar las pruebas individuales mientras esperamos y esperamos, y la ayuda parece tan lenta
en llegar? ¿Por qué la demora, cuando las cargas parecen ser más de lo que podemos soportar?

Mientras hacemos tales preguntas, si lo intentamos, podemos oír la súplica de otra persona que resuena
desde la celda húmeda y obscura de una cárcel durante uno de los inviernos más fríos que hubiera habido
en aquel lugar.

“Oh Dios, ¿en dónde estás?”, oímos desde las profundidades de la cárcel de Liberty. “¿Y dónde está el
pabellón que cubre tu morada oculta? ¿Hasta cuándo se detendrá tu mano ?”1. ¿Hasta cuándo, oh, Señor?
¿Hasta cuándo?

Así que, no somos ni los primeros ni seremos los últimos en hacer tales preguntas cuando los pesares nos
opriman o el dolor en nuestro corazón siga y siga. Ahora no me refiero a la pandemia ni a las cárceles, sino
a ustedes, a su familia y a sus vecinos que afrontan cualquier cantidad de tales desafíos. Me refiero al
anhelo de muchas personas que desearían estar casadas y no lo están, o a las que están casadas y desean
que la relación fuera un poco más celestial. Me refiero a aquellos que tienen que lidiar con la indeseable
aparición de alguna enfermedad grave —quizás incurable— o que afrontan una batalla de toda la vida con
algún defecto genético que no tenga remedio. Me refiero a la lucha continua contra dificultades de salud
emocional y mental que agobian pesadamente el alma de tantos que las sufren, así como el corazón de
quienes los aman y sufren con ellos. Me refiero a los pobres, a quienes el Salvador nos mandó jamás
olvidar, y me refiero a ustedes, que esperan el regreso de un hijo, sin importar su edad, que ha escogido
una senda diferente de la que ustedes pidieron en oración que tomara.

25
Asimismo, reconozco que incluso esta larga lista de cosas que podríamos esperar individualmente no
pretende abordar las grandes inquietudes económicas, políticas y sociales que se nos presentan
colectivamente. Es claro que nuestro Padre Celestial espera que abordemos esas agobiantes cuestiones
públicas, así como las personales, pero habrá momentos en la vida en los que aun nuestro máximo
esfuerzo espiritual, y nuestras oraciones y súplicas fervientes no produzcan las victorias que hayamos
anhelado, ya sea en cuanto a las grandes cuestiones globales, o a las pequeñas y personales. De modo
que, mientras trabajamos y esperamos juntos la respuesta a algunas de nuestras oraciones, les ofrezco mi
promesa apostólica de que estas son escuchadas y contestadas, aunque quizás no en el tiempo ni en la
forma en que queríamos. No obstante, siempre son contestadas en el momento y en la forma en que un
padre omnisciente y eternamente compasivo debe responderlas. Mis queridos hermanos y hermanas, por
favor, comprendan que Aquel que jamás se adormece ni duerme2 se preocupa por la dicha y la exaltación
postrera de Sus hijos por encima de todo lo demás que un ser divino tenga que hacer. Él es el amor puro
personificado de manera gloriosa, y Su nombre es Padre Misericordioso.

• ¿Cuáles son algunas circunstancias de la vida que podría hacernos sentir agobiados?
• ¿Por qué esperar en el señor podría ser la mejor respuesta a nuestras dificultades
personales

“Si tal es el caso”, podrían decir, “¿no deberían Su amor y Su misericordia simplemente partir nuestro mar
Rojo personal y permitirnos atravesar nuestros problemas sobre tierra seca? ¿No debería Él enviar gaviotas
del siglo XXI volando desde algún lugar para que engullan todos nuestros irritantes grillos de este siglo
XXI?”.

La respuesta a tales preguntas es: “Sí, Dios puede conceder milagros instantáneamente, pero tarde o
temprano aprendemos que a los tiempos y las estaciones de nuestra travesía terrenal debe dirigirlos Él y
nadie más que Él”. Él administra el calendario de cada uno de nosotros de modo individual. Por cada
hombre enfermo al que se sane instantáneamente mientras espera entrar en el estanque de Betesda3,
habrá otra persona que pasará cuarenta años en el desierto esperando entrar en la tierra prometida4. Por
cada Nefi y Lehi que se protege de modo divino mediante una llama de fuego envolvente debido a su fe5,
se quema a un Abinadí en alguna hoguera ardiente por causa de la fe de este6. Y recordamos que el mismo
Elías que, en un instante, hizo descender fuego del cielo para testificar contra los sacerdotes de Baal7, es
el mismo Elías que soportó un período en el que no hubo lluvia durante años y que, por un tiempo, se
alimentó solo del escaso sustento que un cuervo podía llevar en las garras8. A mi criterio, no creo que lo
que comió haya sido algo que pudiéramos llamar “la cajita feliz”, de una famosa cadena de hamburguesas.

¿Cuál es el punto? El punto es que la fe significa confiar en Dios en los buenos tiempos y en los malos,
aunque eso incluya algo de sufrimiento hasta que veamos Su brazo revelarse a nuestro favor9. Aquello
puede ser difícil en nuestro mundo moderno, cuando muchos han llegado a creer que el mayor bien de la
vida es evitar todo sufrimiento, y que nadie debe angustiarse por nada10. Pero esa creencia jamás nos
conducirá a “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”11.

26
¿después de estudiar los 3 párrafos anteriores ¿Qué le diarias a un amigo o miembro de tu familia que
espera por una bendición que pareciera que nunca llegara?

Me disculpo con el élder Neal A. Maxwell por atreverme a modificar y agrandar algo que dijo en cierta
ocasión; yo también propongo que “[nuestra vida] no […] puede estar llen[a] de fe y libre de tensiones”.
Simplemente, no bastará con “pasar plácida e ingenuamente por la vida” diciendo, mientras bebemos otro
sorbo de limonada: “Señor, dame todas Tus virtudes escogidas, pero procura no darme pesar, ni aflicción,
ni dolor, ni oposición. Por favor, no permitas que le caiga mal a nadie, ni que nadie me traicione, y por
encima de todo, jamás permitas que me sienta abandonado por Ti ni por quienes amo. De hecho, Señor,
pon cuidado de evitarme todas las experiencias que te han hecho divino. Y luego, cuando el accidentado
viaje de todos los demás haya terminado, por favor, permíteme venir a Ti y morar contigo, donde pueda
jactarme de cuán similares son nuestras fortalezas y nuestro carácter, mientras floto en mi nube de
cristianismo cómodo”12.

Mis queridos hermanos y hermanas, el cristianismo es reconfortante, pero a menudo no es cómodo. La


senda a la santidad y a la felicidad aquí y en el más allá es larga y, a veces, escabrosa. Para recorrerla, se
requiere tiempo y persistencia. Pero, por supuesto, el galardón por hacerlo es monumental. Esa verdad se
enseña de manera clara y convincente en el capítulo 32 de Alma, en el Libro de Mormón. Allí, aquel gran
sumo sacerdote enseña que si la palabra de Dios se planta en nuestro corazón tal como una simple semilla,
y si nos preocupamos lo suficiente para regarla, quitarle las hierbas, nutrirla y alentarla, en el futuro, nos
dará un fruto que “es sumamente precioso, […] más dulce que todo lo dulce”, el cual, al comerlo, nos
conducirá a una condición en la que ya no tendremos más sed ni hambre13.

• ¿Por qué es necesario que Dios nos permita pasar por ciertas aflicciones en la vida?
• ¿Por qué la paciencia y la diligencia son elementos clave en nuestra vida cuando estamos
teniendo ciertas dificultades y desafíos?

En ese extraordinario capítulo, se enseñan muchas lecciones, pero la principal de todas ellas es el axioma
de que la semilla tiene que ser nutrida y que debemos esperar a que madure; “mira[mos] hacia adelante
con el ojo de la fe a su fruto”14. Alma dice que nuestra cosecha llegará “con el tiempo”15. No es de extrañar
que concluya su extraordinaria instrucción repitiendo tres veces el llamado a la diligencia y la paciencia en
nutrir la palabra de Dios en nuestro corazón, “esperando”, como dice él, con “longanimidad […] que el
árbol [nos] dé fruto”16.

27
El COVID y el cáncer, la duda y el abatimiento, los
problemas económicos y las pruebas familiares.
¿Cuándo se nos retirarán esas cargas? La respuesta es:
“con el tiempo”17. Y el que sea un período corto o largo,
no siempre lo podremos determinar nosotros, pero por
la gracia de Dios, las bendiciones llegarán a los que se
aferren al evangelio de Jesucristo. Esa cuestión se
resolvió en un jardín muy privado y en una colina muy
pública de Jerusalén, hace mucho tiempo.

Al escuchar ahora a nuestro querido profeta concluir esta conferencia, ruego que recordemos, tal como
Russell Nelson ha demostrado toda su vida, que quienes “esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas [y]
levantarán las alas como águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán”18. Ruego que
“con el tiempo” —tarde o temprano— esas bendiciones lleguen a cada uno de ustedes que busquen alivio
de su pesar y liberación de su aflicción. Testifico del amor de Dios y de la restauración de Su glorioso
evangelio, el cual es, de un modo u otro, la respuesta a todo problema que afrontemos en la vida. En el
redentor nombre del Señor Jesucristo. Amén.

1. Doctrina y Convenios 121:1–2.


2. Véase Salmos 121:4.
3. Véase Juan 5:2–9.
4. Véanse Números 32:13; Deuteronomio 27; Josué 5:6.
5. Véase Helamán 5:20–52.
6. Véase Mosíah 17.
7. Véase 1 Reyes 18:17–40.
8. Véase 1 Reyes 17:1–7.
9. Véase Doctrina y Convenios 123:17.
10. Véase Rankin Wilbourne y Brian Gregor, “Jesus Didn’t Suffer to Prove a Philosophical Point”, Christianity Today, 20 de
septiembre de 2019, christianitytoday.com.
11. Efesios 4:13.
12. Modificación que hace el élder Jeffrey R. Holland del texto de Neal A. Maxwell; véase Neal A. Maxwell, “Para que vuestro
ánimo no se canse hasta desmayar”, Liahona, julio de 1991, pág. 96.
13. Alma 32:42.
14. Alma 32:40; cursiva agregada.
15. Alma 32:42.
16. Alma 32:43; cursiva agregada; véase también Alma 32:41–42.
17. Alma 32:42.
18. Isaías 40:31; cursiva agregada; véase también Isaías 40:28–30.

Enlace de lectura para el alumno:


https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-
conference/2020/10/57holland?lang=spa

28
Lección 6: Esperar en el Señor Un fulgor perfecto de esperanza
Por el élder Jeffrey R. Holland Del Cuórum de los Doce Apóstoles

El pasado mes de octubre, el presidente Russell M. Nelson nos invitó a prepararnos para esta conferencia
de abril de 2020 estudiando los sucesos del pasado, cada uno a su manera, para ver la majestuosidad de
la mano de Dios al restaurar el evangelio de Jesucristo. La hermana Holland y yo nos tomamos en serio
aquella invitación profética. Imaginamos que vivíamos a principios del siglo XIX, contemplando las
creencias religiosas de aquella época. En esa situación imaginaria, nos preguntamos lo siguiente: ¿Qué es
lo que falta aquí? ¿Qué desearíamos tener? ¿Qué esperamos que Dios provea como respuesta a nuestros
anhelos espirituales?”.

Bueno, para empezar, nos dimos cuenta de que hace dos siglos habríamos esperado fervorosamente la
restauración de un concepto de Dios más verdadero del que la mayoría de la gente de esa época tenía, ya
que a menudo Él parecía estar oculto detrás de siglos de errores y malinterpretaciones. Tomando prestada
una frase de William Ellery Channing, una prominente figura religiosa de la época, habríamos buscado el
“carácter paterno de Dios”, que Channing consideraba “la primera gran doctrina del cristianismo” . Tal
doctrina habría reconocido que la Deidad era un Padre Celestial amoroso, en vez de un juez severo que
impartía rigurosa justicia, o un propietario ausente que alguna vez se había dedicado a los asuntos
terrenales, pero que ahora estaba preocupado en otro lugar del universo.

Sí, nuestras esperanzas en 1820 habrían sido descubrir que Dios habla y guía tan abiertamente en el
presente como lo hacía en el pasado; un verdadero Padre, en el sentido más amoroso de la palabra. Desde
luego no sería un autócrata frío y arbitrario que predestinó a unos pocos elegidos a la salvación y que
luego relegó al resto de la familia humana a la condenación. No, Él sería alguien cuyas acciones, cada una
de ellas, según la declaración divina, serían “para el beneficio del mundo; porque él ama al mundo” y a
cada uno de sus habitantes. Ese amor sería la razón principal por la que enviaría a Jesucristo, Su Hijo
Unigénito, a la tierra .

29
• Si le hubiera tocado vivir en la época del 1820 ¿Qué promesas de las escrituras de ese tiempo
les hubiera gustado verse cumplir?
• ¿Cuáles son las bendiciones de haber nacido en este tiempo?

Con respecto a Jesús, si hubiéramos vivido en aquellos primeros años del siglo XIX, nos habríamos
percatado con gran alarma de que las dudas sobre la realidad de la vida y la resurrección del Salvador
comenzaban a arraigarse de forma significativa dentro del cristianismo. Por lo tanto, habríamos esperado
que el mundo entero recibiera evidencia que confirmase el testimonio bíblico de que Jesús es el Cristo, el
Hijo literal de Dios, el Alfa y la Omega, y el único Salvador que conocerá este mundo. Entre nuestras más
fervientes esperanzas, habría estado el que se manifestara otra evidencia en forma de Escrituras, algo que
pudiese constituir otro testamento de Jesucristo, que ampliara y mejorase nuestro conocimiento sobre Su
milagroso nacimiento, Su prodigioso ministerio, Su sacrificio expiatorio y Su gloriosa resurrección.
Ciertamente, tal documento sería “justicia envia[da] desde los cielos; y la verdad [que brota] de la tierra” .

Al observar el mundo cristiano de esos días, habríamos esperado hallar a alguien autorizado por Dios con
la verdadera autoridad del sacerdocio que pudiese bautizarnos, comunicar el don del Espíritu Santo y
administrar todas las ordenanzas del Evangelio necesarias para la exaltación. En 1820, habríamos esperado
ver el cumplimiento de las elocuentes promesas de Isaías, Miqueas y otros profetas antiguos en cuanto al
regreso de la majestuosa Casa del Señor . Nos habría emocionado ver la gloria de santos templos
establecidos nuevamente, con el Espíritu, las ordenanzas, el poder y la autoridad para enseñar verdades
eternas, sanar heridas personales y unir a las familias para siempre. Yo habría buscado en todo lugar y en
todas partes hasta encontrar a alguien autorizado que nos dijese a mi amada Patricia y a mí que nuestro
matrimonio en tal sitio estaba sellado por el tiempo y por toda la eternidad, para nunca oír ni que se
nos impusiera la inquietante maldición de “hasta que la muerte los separe”. Sé que “en la casa de
[nuestro] Padre muchas moradas hay” , pero, en lo personal, si fuera tan afortunado como para heredar
una de ellas, para mí no sería más que una choza deteriorada si Pat y nuestros hijos no estuviesen conmigo
para compartir esa heredad. Y con respecto a nuestros antepasados, algunos de los cuales vivieron y
murieron en la antigüedad sin siquiera oír el nombre de Jesucristo, habríamos esperado que se restaurara
aquel concepto bíblico de lo más justo y misericordioso: la práctica de que los vivos ofrezcan ordenanzas
salvadoras a favor de sus familiares fallecidos . No hay ninguna práctica que pueda imaginar que
demuestre con más esplendor la preocupación de un amoroso Dios por cada uno de Sus hijos terrenales,
sin importar cuándo vivieron ni dónde murieron.

Ahora bien, nuestra lista de esperanzas de 1820 podría continuar, pero tal vez el mensaje más importante
de la Restauración es que dichas esperanzas no habrían sido en vano. Con lo que comenzó en la Arboleda
Sagrada y continúa hasta hoy, esos deseos empezaron a volverse realidad y llegaron a ser, como el apóstol
Pablo y otros enseñaron, verdaderas anclas para el alma, seguras y firmes . Lo que alguna vez era solo
esperanzas, ahora es parte de la historia.

30
• ¿Cuáles son las bendiciones más grandes que hemos recibido a causa de la restauración del
evangelio en esta dispensación?
• ¿qué esperamos que suceda en el futuro gracias a la restauración del evangelio de Jesucristo
sobre la tierra?

Hasta aquí, nuestro estudio del pasado a 200 años de la bondad de Dios para con el mundo; pero ¿qué
esperamos que suceda en el futuro? Todavía tenemos esperanzas que aún no se han cumplido. Aun
mientras hablamos ahora, libramos una batalla que requiere que todos pongamos el hombro contra el
COVID-19; un solemne recordatorio de que un virus mil veces más pequeño que un grano de arena puede
poner de rodillas a poblaciones enteras y a las economías globales. Oramos por aquellos que han perdido
a seres queridos por culpa de esta plaga moderna, así como por los que están actualmente infectados.
Desde luego oramos por los que están dando una magnífica asistencia sanitaria. Cuando lo hayamos
vencido —y lo venceremos— tengamos el mismo compromiso de liberar al mundo del virus del hambre, y
de liberar a vecindarios y naciones del virus de la pobreza. Tengamos la esperanza de que haya escuelas
donde los alumnos aprendan —y no que los aterre que les disparen—, y del don de la dignidad personal
para cada hijo de Dios, sin heridas de ninguna forma de prejuicios raciales, étnicos ni religiosos. La columna
vertebral de todo eso es nuestra esperanza incesante de una mayor devoción a los dos mandamientos
más grandes: amar a Dios al seguir Su consejo, y amar a nuestro prójimo al mostrar bondad y compasión,
paciencia y perdón . Esas dos directivas divinas aún son —y por siempre serán— la única esperanza real
que tenemos de brindar a nuestros hijos un mundo mejor que el que ahora conocen .

• ¿de qué manera el vivir los dos grandes mandamientos de amar a Dios y nuestro prójimo
pueden darnos la esperanza de vivir en un mundo mejor?

Además de tener estos deseos globales, muchos de los que hoy se hallan entre la audiencia tienen
esperanzas muy personales: la esperanza de que su matrimonio mejore, o quizás de tan solo contraer
matrimonio; la esperanza de superar una adicción; la esperanza de que un hijo descarriado regrese; la
esperanza de que cese el dolor físico y emocional de una infinidad de clases. Puesto que la Restauración
reafirmó la verdad fundamental de que Dios sí obra en este mundo, podemos tener esperanza, debemos
tener esperanza, aun al afrontar las dificultades más insuperables. Eso es lo que significa el pasaje de las
Escrituras que indica que Abraham pudo tener esperanza contra esperanza ; es decir, pudo creer a pesar
de tener todos los motivos para no creer que él y Sara podrían concebir un hijo cuando eso parecía

31
totalmente imposible. Por tanto, pregunto: “Si tantas de nuestras esperanzas de 1820 pudieron comenzar
a cumplirse con un destello de luz divina dado a un simple muchacho arrodillado en una arboleda al norte
del estado de Nueva York, ¿por qué no habríamos de esperar que el Dios de toda esperanza pueda
responder aún los deseos rectos y los anhelos cristianos maravillosa y milagrosamente?”. Todos
necesitamos creer que lo que deseamos en rectitud, algún día, de alguna manera, de algún modo, aún
puede ser nuestro.

Hermanos y hermanas, sabemos cuáles fueron algunas de las deficiencias religiosas de comienzos del siglo
XIX. Es más, sabemos de carencias religiosas que aún hoy en día no satisfacen el hambre ni la esperanza
de algunas personas. Sabemos que varias de esas insatisfacciones alejan a algunas personas de las
instituciones eclesiásticas tradicionales. También sabemos, como escribió un decepcionado escritor, que
“muchos líderes religiosos [de la época] parecen no tener idea” de cómo tratar esta clase de declive, por
lo que responden con “una sopa aguada de deísmo terapéutico, activismos simbólicos baratos, herejías
cuidadosamente cómodas, [o a veces solo] palabrerías carentes de inspiración” , y todo ello en un
momento en que el mundo necesita mucho más, cuando la nueva generación merece mucho más, y
cuando en Su época, Jesús ofreció mucho más. Como discípulos de Cristo, en nuestros días podemos
elevarnos por encima de aquellos israelitas de antaño que gimieron: “Nuestros huesos se secaron, y
pereció nuestra esperanza” . Ciertamente, si al final perdemos la esperanza, perdemos nuestra última
posesión sustentadora. Fue sobre la puerta misma del infierno que Dante escribió una advertencia para
todos los que viajaban a través de su Divina Comedia: “¡Oh, los que entráis”, dijo él, “dejad toda
esperanza!” . Sin duda, cuando se pierde la esperanza, lo que nos queda es la llama del infierno ardiendo
por doquier.

Cuando estamos acorralados y, como dice el himno: “[e]l manto de la noche cae y todo cubrirá” , entre
nuestras virtudes más indispensables estará el precioso don de la esperanza, unido inseparablemente a
nuestra fe en Dios y nuestra caridad hacia los demás.

• ¿Porque debemos seguir teniendo esperanza en cosas buenas que vendrán mas adelante?

En este año del bicentenario, cuando estudiemos el pasado para ver todo lo que se nos ha dado y nos
regocijemos por el cumplimiento de tantas esperanzas, me hago eco del sentir de una hermosa joven
exmisionera que nos dijo en Johannesburgo hace pocos meses: “No [llegamos] tan lejos solo para llegar
hasta aquí” .

Parafraseando uno de los discursos de despedida más inspiradores que se han registrado en las Escrituras,
digo con el profeta Nefi y con esa joven hermana:

“[A]mados hermanos [y hermanas] míos, después de haber [recibido estos primeros frutos de la
Restauración], quisiera preguntar si ya quedó hecho todo. He aquí, os digo que no.

“[D]ebéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza, y amor por Dios
y por todos los hombres […]. [S]i [lo hacéis], […] dice el Padre: Tendréis la vida eterna” .

32
• ¿Qué podemos hacer para seguir siendo participes de las bendiciones de la restauración?

Doy gracias, mis hermanos y hermanas, por todo lo que se nos ha dado en esta, la última y más grandiosa
de todas las dispensaciones, la dispensación del evangelio restaurado de Jesucristo. Los dones y
bendiciones que fluyen de dicho Evangelio significan todo para mí, todo; así que, en un esfuerzo por
agradecer a mi Padre Celestial por ellos, “tengo promesas que cumplir y muchas millas [por recorrer] antes
de dormir, y muchas millas [por recorrer] antes de dormir” . Ruego que sigamos adelante con amor en
el corazón, andando en el “fulgor […] de esperanza” que ilumina la senda de santa preparación en la que
estamos desde hace ya 200 años. Testifico que el futuro estará tan colmado de milagros y de abundantes
bendiciones como el pasado. Tenemos todos los motivos para esperar bendiciones aún mayores que las
que ya hemos recibido porque esta es la obra del Dios Todopoderoso, esta es la Iglesia de la revelación
continua, y este es el Evangelio de gracia y benevolencia ilimitadas de Cristo. Testifico a todos de estas
verdades y mucho más, en el nombre de Jesucristo. Amén.

1. “The Essence of the Christian Religion”, en The Works of William E. Channing, 1888, pág. 1004.
2. 2 Nefi 26:24.
3. Véase Juan 3:16–17.
4. Moisés 7:62.
5. Véanse Isaías 2:1–3; Ezequiel 37:26; Miqueas 4:1–3; Malaquías 3:1.
6. Juan 14:2.
7. Véanse 1 Corintios 15:29; Doctrina y Convenios 128:15–17.
8. Véanse Hebreos 6:19; Éter 12:4.
9. Véase Na Zhu and others, “A Novel Coronavirus from Patients with Pneumonia in China, 2019,” New England Journal of
Medicine, 20 de febrero de 2020, págs. 727–733.
10. Véase “Examination and Description of Soil Profiles,” en Soil Survey Manual, ed. C. Ditzler, K. Scheffe y H. C. Monger (2017),
nrcs.usda.gov.
11. Véanse Mateo 22:36–40; Marcos 12:29–33; véanse también Levítico 19:18; Deuteronomio 6:1–6.
12. Véase Éter 12:4.
13. Véase Romanos 4:18.
14. R. J. Snell, “Quiet Hope: A New Year’s Resolution”, Public Discourse: The Journal of the Witherspoon Institute, 31 de
diciembre de 2019, thepublicdiscourse.com.
15. Ezequiel 37:11.
16. Esta es una traducción popular de la frase. Sin embargo, la traducción más literal es “Abandonad toda esperanza, vosotros
que entráis” (Dante Alighieri, “Infierno”, en La Divina Comedia, traducción en verso ajustada al original por Bartolomé Mitre,
1922, canto III, verso 9).
17. “Acompáñame”, Himnos, nro. 99.
18. Judith Mahlangu (conferencia multiestaca cerca de Johannesburgo, Sudáfrica, 10 de noviembre de 2019), en Sydney Walker,
“Elder Holland Visits Southeast Africa during ‘Remarkable Time of Growth’”, Church News, 27 de noviembre de 2019,
thechurchnews.com.
19. 2 Nefi 31:19–20; cursiva agregada.
20. “Al detenerse junto al bosque una nevosa tarde”, versos 14–16, en Antología de la poesía norteamericana, traducción de
José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal, 2007, pág. 128.
21. 2 Nefi 31:20.

Enlace de lectura para el alumno:


https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-
conference/2020/04/43holland?lang=spa

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Lección 7: No temas, cree solamente, discurso pronunciado a
los maestros de religión del SEI
Élder Jeffrey R. Holland Del Quórum de los Doce Apóstoles
Una velada con el élder Jeffrey R. Holland Discurso pronunciado a los maestros de religión del SEI • 6 de
febrero de 2015 • Tabernáculo de Salt Lake

Conforme esta tarea de esta tarde se acercaba, le pedí al Elder Paul Johnson y al hermano Chad Web que
pidieran a algunos de ustedes que enviaran preguntas o mencionaran preocupaciones como una manera
de hacerme saber lo que pasa por su mente. Cuando llegaron los comentarios, me sorprendí al ver con
qué frecuencia se mencionó el asunto del temor o la ansiedad, principalmente los temores y las angustias
de los alumnos, pero de vez en cuando era la ansiedad o inseguridad de ustedes la que se expresó. Así
que, como tema de esta noche, he organizado mis observaciones en torno a un episodio de la vida del
joven Gordon B. Hinckley que todos recordarán y probablemente lo han compartido con sus alumnos.

Cuando el joven Elder Hinckley llegó a la edad para ser misionero en lo más crudo de la depresión de los
años treinta, el mundo estaba en una crisis financiera, el desempleo estaba en un devastador 35 por
ciento, y pocos misioneros iban al campo. El joven Gordon, que había terminado su licenciatura, estaba
desesperadamente deseoso de sus estudios de posgrado y luego ganarse la vida de alguna manera. Su
madre había fallecido recientemente; su padre estaba solo haciendo frente a todas las presiones
económicas del día.

En medio de esas preocupaciones, Gordon recibió un llamamiento misional a Inglaterra —en ese
momento la misión más costosa del mundo, sin un plan de equiparación como existe hoy en día. Al
prepararse para salir con todas esas emociones y esos posibles problemas que le aquejaban, su amoroso
padre, Bryant S. Hinckley, le entregó una tarjeta en la que estaban escritas cuatro palabras: “No temas”,
decía, “cree solamente”3.

No estoy seguro por qué ese relato, contado hace veinte años, me ha afectado tanto, pero lo ha hecho.
Así que, con ese pasaje conciso de Marcos 5:36 como telón de fondo, les pido a ustedes y a sus alumnos:
“No [teman, crean] solamente”4. Con una confianza firme en Dios, les pido que obtengan una confianza
plena en ustedes mismos e incorporen en sus alumnos una confianza plena al enseñar con convicción y
optimismo que el evangelio de Jesucristo es el más cierto, el más seguro, el más fiable, y la verdad más
gratificante en la tierra y en el cielo, en el tiempo y en la eternidad. Les pido que enseñen que nada, ni
nadie, ni ninguna influencia detendrán a esta Iglesia de cumplir su misión y llevar a cabo el destino
declarado desde antes de la fundación del mundo. La nuestra es esa dispensación de la plenitud del
Evangelio infalible, inexorable e indestructible. Nuestros jóvenes no tienen por qué temer, ni ser vacilantes
ni indecisos acerca de su futuro. Lo que deben hacer es creer y elevarse y hacer lo mejor que puedan en
la extraordinaria época en que vivimos.

El impulso que comenzó hace dos siglos en una arboleda en el norte de Nueva York, seguirá rodando sin
cesar y de manera innegable—la piedra de Daniel cortada del monte no con mano5. Ese reino del que
hablan las Escrituras triunfará y prevalecerá. A diferencia de cualquier otra época antes que ésta, esta
dispensación no experimentará una apostasía institucional, no verá una pérdida de las llaves del

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sacerdocio ni sufrirá el cese de la revelación de la voz del Dios Todopoderoso. Las personas apostatarán o
desoirán la voz de los cielos, pero nunca más lo hará la dispensación en forma colectiva. ¡Éste es un
pensamiento seguro! ¡Qué época en la que vivimos! ¡Qué manera de eliminar el miedo o la falta de valor!

No es de extrañar que el profeta José enseñara que todos los profetas, sacerdote y reyes de todas las
épocas “[han] mirado adelante, con gloriosa expectativa, hacia el día en el que ahora vivimos; e inspirados
por celestiales y gozosas expectativas, han cantado, escrito y profetizado acerca de ésta, nuestra época…
somos el pueblo favorecido que Dios ha elegido para llevar a cabo la gloria de los últimos días”6.

Me encanta esa declaración que conocen todos los maestros del SEI en la audiencia. Probablemente la
han citado a sus propios alumnos. Espero que sí. Me “inspira” con celestiales y gozosas expectativas.
También me hace sentir muy humilde que la nuestra sea la dispensación que Dios ha favorecido. Nosotros
somos los que han de llevar a cabo la “gloria de los últimos días”7 de la que se ha hablado. Es mucho lo
que descansa sobre nuestros hombros, pero será una experiencia gloriosa y llena de éxito. Si alguno de
sus alumnos se halla intranquilo, o si ustedes lo están, tranquilicen a todos y a cada uno de que la victoria
en esta última contienda ya ha sido declarada. La victoria ya está en los registros— ¡en estos libros, las
Escrituras!

• ¿Por qué debemos ser optimistas antes la incertidumbre que vivimos en la actualidad?
• ¿Qué consuelo encuentran en las palabras del Elder Holland?

Sabemos con certeza que si todo lo demás falla o cuando eso suceda en los últimos días; si los gobiernos,
las economías, las industrias y las instituciones se desmoronan; si las sociedades y las culturas se
convierten en un atolladero de caos e inseguridad, no obstante, a pesar de todo el evangelio de Jesucristo
y La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que lo lleva al mundo permanecerá triunfante.
Se destacará sin mácula en la mano de Dios hasta que el mismo Hijo de Dios venga a gobernar y a reinar
como Señor de señores y Rey de reyes. Nada es más cierto en este mundo. Nada es más seguro. Nada
podría ser un mejor antídoto para la ansiedad. Como la declaró el profeta José y como una generación de
misioneros la citan con fervor: La verdad sobre Dios cubrirá toda nación y resonará en todo oído. Ninguna
mano impía puede detener su progreso8; y eso sigue siendo cierto.

Como prólogo a las revelaciones de nuestros días, el Señor dijo claramente:

“…estos mandamientos… son verdaderos y fidedignos, y las profecías y promesas que contienen se
cumplirán todas.

“Lo que yo, el Señor, he dicho, yo lo he dicho, y no me disculpo; y aunque pasaren los cielos y la tierra, mi
palabra no pasará, sino que toda será cumplida…

“Porque he aquí, el Señor es Dios… y la verdad permanece para siempre jamás”9.

Y si hay algunas dificultades en el camino a la espera de ver que cada promesa y profecía se cumplan,
que así sea. Como escribió la extraordinaria Eliza R. Snow:

Oh, ¿qué os importa el odio del mundo?

Pues Dios os ampara; tenéis la verdad,

35
y Él os promete la vida eterna

si siempre sois fieles; a Él escuchad;

si siempre sois fieles; a Él escuchad”10

Ese espíritu atraviesa la confusión como siempre lo hace la espada de dos filos de la verdad del Señor11.

Así que, si no lo han notado, soy optimista en cuanto a los últimos días. En nada podría tener más fe que
la que tengo en Dios el Eterno Padre; en Jesucristo su Hijo; en Su Evangelio redentor; y en Su divinamente
guiada Iglesia. Así que, ¿qué es lo que le debemos a nuestros alumnos en esto? Les debemos un testimonio
equiparable y una vida “[con] ánimo”12. El Salvador pidió eso tan a menudo que personalmente lo
considero un mandamiento. Sin embargo, la preocupación o el temor, el pesimismo o las inquietudes
pueden destruir el ánimo de todos —el de ustedes y el de la gente que los rodea— así que ¡sonrían y
aprecien cada día de su vida! Consideren las palabras de ese joven y temeroso misionero, hablando con la
ventajosa perspectiva de muchos, muchos años de experiencia:

• ¿Qué aprendemos del optimismo del Elder Holland en cuanto a enfrentar la confusión, y la
incertidumbre actual?

Presidente Gordon B. Hinckley: “No temamos, porque Jesús es nuestro líder, nuestra Fortaleza y nuestro
Rey.

“Vivimos en una era de pesimismo, pero la nuestra es una misión de fe. A mis hermanos de todas partes,
les exhorto a que afiancen su fe y hagan progresar esta obra en todo el mundo. Ustedes podrán fortalecerla
mediante la forma en que vivan; hagan del Evangelio su espada y su escudo. Cada uno de nosotros tiene
una responsabilidad en ésta, la causa principal de la tierra”13.

“… ¿qué oímos en el evangelio que hemos recibido?” preguntó el profeta José; y luego respondió:
“[Escuchamos] ¡Una voz de alegría!… alegres nuevas de cosas buenas…

“…¡Regocíjense vuestros corazones”, dijo él, “y llenaos de alegría!14.

Permítanme enumerar algunas cosas específicas que creo que deben enseñar a sus alumnos por las que
deben estar alegres y sobre las que deben dejar de tener temor. Observo, por ejemplo, casarse y tener
familia y traer hijos al mundo. En los consejos presidentes de la Iglesia escuchamos con demasiada
frecuencia —y quizás ustedes también— que muchos de nuestros jóvenes y jóvenes adultos tienen miedo
a casarse. En casos extremos, temen que el mundo esté por acabar en desastres y guerras —algo a lo que
no desean conducir a un cónyuge o a un hijo. En los casos menos graves, los más comunes, temen que el
mundo sólo se hará más difícil o que será difícil conseguir empleo y que uno debe haber terminado los
estudios, no tener deudas, tener una profesión y tener casa propia antes de pensar en el matrimonio.

¡Según esa fórmula la hermana Holland y yo todavía no estaríamos casados! En serio, cuando nos casamos,
los dos todavía estudiábamos en la Universidad Brigham Young, nuestros padres no podían ayudarnos
económicamente, ni había manera de pensar en los estudios de posgrado que todavía teníamos por
delante y ¡eso con los $300 dólares que teníamos entre los dos el día de nuestra boda! Quizás esa no sea
la forma ideal de comenzar un matrimonio, pero qué gran matrimonio hemos tenido y lo que nos
habríamos perdido si hubiéramos esperado siquiera un día, una vez que supimos que era lo correcto. Sin

36
duda, hubo sacrificios; sin duda, hubo días, semanas y meses agitados; sin duda, hubo largas noches de
trabajo, pero tiemblo al pensar lo que habríamos perdido si hubiéramos dejado que el “temor influyera
en nuestras decisiones”15, como el presidente James E. Faust me diría más adelante, vez tras vez tras vez,
que es algo que nunca, nunca debo hacer. ¿Qué tal si hubiéramos esperado mucho tiempo? ¿Qué nos
habríamos perdido?

Sigo pensando que la mejor definición de amor conyugal es la de James Thurber, que dijo simplemente:
“El amor es por lo que ustedes pasan juntos”16. Estaré eternamente agradecido por lo que Pat estaba
dispuesta a pasar conmigo—que ella creyera que yo no debía tener un título, un auto, una casa ni una
profesión antes de casarnos.

• ¿Qué aprendemos de la experiencia de la vida del Elder Holland con respecto a la importancia
del matrimonio?
• ¿Por qué no deberíamos postergar el matrimonio por mucho tiempo?

Y deseábamos tener hijos lo antes posible, lo cual en nuestro caso no resultó ser tan fácil como
pensábamos. De hecho, si no nos hubiéramos decidido tener nuestra familia tan pronto como pudimos,
bien podríamos haber sido una pareja sin hijos, como algunos de nuestros amigos y algunos de ustedes,
por causas ajenas a ustedes, habríamos experimentado también lo mismo. Tardamos tres años en tener
nuestro primer hijo, otros tres para tener el segundo, y cuatro más para el tercero; y eso fue todo. Un
aborto involuntario y a término en el cuarto no nos permitió tener más hijos, por lo que nos hemos
regocijado en los tres hijos que hemos podido criar. Pero ¿cómo habrían sido nuestras vidas si hubiéramos
esperado, demorado o nos hubiéramos preocupado indebidamente sobre los aspectos económicos de
todo? ¿Con cuál de nuestros hijos no seríamos bendecidos? ¿Qué recuerdos o amor o lecciones que
tuvimos con cada uno de ellos nos habríamos perdido? Me estremezco al pensar en ello.

Hermanos y hermanas, creo que debemos empezar antes a enseñar a nuestros alumnos el lugar del
matrimonio y el de la familia en el gran plan de felicidad. Esperar hasta que estén en edad de casarse
retrasa nuestro progreso. Y no tengo que decirles que las tendencias sociales, la disminución de las normas
morales, y las “vanas ilusiones”17 del entretenimiento popular estarán siempre en oposición a esa
enseñanza.

Por ejemplo, es alarmante para nosotros que, en los últimos 50 años, la edad promedio normal de los
hombres al contraer matrimonio ¡haya aumentado de 22 a 28 años! Esa es la cifra del mundo, no la de la
Iglesia, pero al final seguimos al mundo en muchas de sus tendencias sociales. Añádase a ello las diversas
influencias en los jóvenes como la mayor disponibilidad de varios métodos de control de la natalidad, el
aumento moralmente destructivo de la pornografía, un aumento en la desafiliación de la religión
institucional, la búsqueda dominante del materialismo en general, el surgimiento del pensamiento post-
moderno, con su escepticismo y subjetividad, y notan el contexto para la ansiedad y el temor que puede
sentir la nueva generación. El tener ese tipo de influencias en su vida, los puede dañar casi antes de
comenzar una vida matrimonial y madura.

Además, muchos jóvenes con los que hablo temen que, si se casan, serán sólo otra estadística más de
divorcio, otra persona que se casó sólo para descubrir que no era lo que pensaba. Asóciese esa
desconfianza en cuanto al éxito del matrimonio a las burlas de mal gusto, ordinarias y a menudo diabólicas

37
que se hacen sobre la castidad, la fidelidad y la vida familiar, que se representan tan a menudo en las
películas, en la televisión y verán el problema.

• ¿en la actualidad cuales son los temores de los jóvenes por los que postergan el matrimonio?
• ¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra fe y valor con respecto al matrimonio eterno?

Tenemos nuestra tarea facilitada, la de conservar y perpetuar la santidad y la felicidad del matrimonio.
Ustedes pueden comenzar por demostrar la bendición, la recompensa, y la realidad de un matrimonio feliz
en su propia vida. Eso no significa que deban ser como Pollyanna en cuanto al matrimonio; cada
matrimonio requiere esfuerzo, y el de ustedes también. Pero, como siempre, las primeras lecciones y las
que tengan mayor influencia en sus alumnos serán las de su propia vida; demuestren en palabra y obra
que el matrimonio y la familia lo significa todo para ustedes porque así debe ser. Ayuden a sus alumnos a
“No [temer, a creer] solamente”18 en el matrimonio y en la familia en estos últimos días. Lucifer hará que
sea más y más difícil hacerlo a medida que se vuelva cada vez más importante hacerlo.

Algunos de ustedes comentaron acerca de otros problemas contemporáneos —problemas que traen otro
tipo de temor, desafiando la creencia de nuestros jóvenes y a veces de forma agresiva. Uno de ustedes lo
expresó de esta manera: “Se está haciendo cada vez más difícil enseñar la doctrina de la Iglesia sin ofender
a los alumnos que se han vuelto muy tolerantes a los puntos de vista del mundo. ¿Cómo nos mantenemos
fieles a la doctrina sin ofender a nuestros alumnos?”.

En primer lugar, diría que es más probable que alguien se ofenda por como presentemos la doctrina más
que con la doctrina en sí. Nuestra doctrina no es nueva; no es como si los alumnos no supieran
exactamente cuál será nuestra postura en prácticamente toda transgresión de moda que haya. Así que lo
que un maestro, un líder, o un padre hábil y sensible, debe hacer es asegurarse de que nuestra
determinación de ser justos no dé la impresión de ser santurrones porque nuestros alumnos rápidamente
percibirán la diferencia. Es por eso que digo que nuestra forma, nuestro método, nuestra actitud y la
compasión, una vez que los alumnos los entiendan, nos permitirán ser tan directos y tan firmes como
debamos ser al proclamar los mandamientos de Dios.

Además, les pido que nunca duden en enseñar la doctrina verdadera sencillamente porque tienen temor
a que podrían ofender a alguien. Como se declara en la sección 50, si enseñamos la verdad por el Espíritu
y los alumnos reciben la verdad por el Espíritu “el que la predica y el que la recibe se comprenden el uno
al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente”19.

En ese intercambio, es posible que hayan escuchado decir a los alumnos lo que les he oído decir, algo así
como: “Sé cómo se supone que debemos vivir, ¿pero tenemos que imponer esa norma o ese
comportamiento o esas creencias a todos los demás?” Por supuesto que la respuesta a eso es: “No, no
imponemos normas ni comportamientos ni creencias a ninguna persona”. Pero esta Iglesia, y nosotros
como maestros en ella, estamos bajo convenio de enseñar normas de conducta, de marcar el camino
seguro, de señalar el camino seguro, de levantar un estandarte de verdad a las naciones.

Cada maestro en esta audiencia recuerda el legendario relato del hermano Karl G. Maeser al llevar a un
grupo de misioneros a través de los Alpes, siguiendo un feo conjunto de varas colocadas en puntos
cruciales en el camino, que marcaban la senda segura. Las varas no eran muy atractivas—todas ellas de
forma irregular, algunas erosionadas y desgastadas, ninguna de ellas como para contarle a alguien— pero

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su ubicación, la senda que marcaban y el mensaje silencioso que comunicaba su sola presencia era la
diferencia entre la vida y la muerte. La lección del hermano Maeser ese día fue que esas varas eran como
las Autoridades Generales que presiden la Iglesia —algunos altos, algunos bajos, un grupo poco atractivo
en un concurso de belleza— pero seguir el camino de ellos era seguir el camino de la seguridad20. Mi
objetivo esta tarde es que esto es lo que la verdadera doctrina (la que las Autoridades enseñan) hace por
nosotros todo el día, todos los días. Alguien tiene que plantar esos postes de guía doctrinal. Alguien tiene
que decir: “Aquí está la verdad, y aquí está la seguridad”. Alguien tiene que guiar el camino de aquellos
que viajan caminos estrechos, a menudo peligrosos, quizás por primera vez, como lo están haciendo la
mayoría de nuestros alumnos en edad secundaria o de universidad. En La Iglesia de Jesucristo de los Santos
de los Últimos Días, ustedes destacan entre esos “álguienes” que Dios ha elegido para marcar el sendero
de la salvación.

Así que debemos compartir en forma hábil y compasiva con un alumno en particular, o con la sociedad en
conjunto, ese camino de seguridad, ese a veces estrecho sendero de la verdad, ese fundamento seguro
sobre el cual, si ellos edifican, no caerán; y un alumno no puede permanecer en ese terreno seguro si él o
ella no sabe dónde está, y ellos no pueden saber dónde eso está a menos que los padres, los líderes y los
maestros como ustedes lo declaren y caminen ese sendero con ellos.

¿Una base firme? ¿La forma más segura? “…es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo
de Dios”21 que cada uno de nosotros, jóvenes o viejos, debemos edificar. ¿Por qué? ¿Con qué fin? “…que
cuando el diablo lance sus impetuosos vientos, sí, sus dardos en el torbellino, sí, cuando todo su granizo y
furiosa tormenta os azoten, [y a los alumnos y a la sociedad y a las esperanzas y a los sueños, él, el diablo]
no tenga poder para arrastraros al abismo de miseria y angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual
estáis edificados, que es un fundamento seguro, un fundamento sobre el cual, si los hombres edifican, no
caerán”22.

Esa fuerza, hermanos y hermanas, sostiene nuestra posición sobre toda cuestión doctrinal, histórica o
sobre las prácticas de la Iglesia que a menudo surgirán conforme el mundo se desenvuelva. Ustedes han
oído esas preguntas; no son nuevas. Surgieron por vez primera en el vecindario de Palmyra cuando el joven
José, de 14 años, tuvo su visión celestial; y continúan de una forma u otra hasta el día de hoy. Hemos
hablado recientemente sobre una docena de estos temas en una serie de ensayos, deseando ser tanto
precisos como transparentes dentro del marco de la fe. No todas las preguntas tienen respuestas, todavía,
pero llegarán.

Mientras tanto, tengo una pregunta. ¿Qué tema histórico, doctrinal o de procedimiento que pudiera surgir,
podría eclipsar o negar la convicción espiritual consumidora de uno con respecto al misericordioso plan
de salvación del Padre; el nacimiento, la misión, la Expiación y la resurrección de Su Hijo Unigénito; la
realidad de la Primera Visión; la restauración del sacerdocio; el recibir revelación divina, tanto personal
como institucional; el espíritu moldeador y el poder impulsor del Libro de Mormón; la reverencia y
majestad de las experiencias del templo; la experiencia personal con los milagros; y muchas, muchas más?
¡Qué pregunta! Para mí es un misterio cómo esas verdades majestuosas, eternas y de primer nivel, tan
importantes para la grandeza de la totalidad del mensaje del Evangelio, pueden ser dejadas a un lado o
completamente descartadas por algunos a favor de obsesionarse con trozos de segundo, tercero o cuarto
nivel de esa totalidad. Para mí, esto es, en palabras atribuidas a Edith Warthon, estar atrapados “en la
densa red de las cosas tenues”.

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Reconozco, sin ningún problema, las preguntas legítimas de muchos que son totalmente sinceros de
corazón. Asimismo, reconozco que todos tienen alguna que otra pregunta del Evangelio por ser
contestada. No obstante, esperamos, para el escéptico, el creyente, y todos los que se encuentran en el
medio, que la humildad, la fe y la influencia del Espíritu Santo, serían siempre elementos de toda búsqueda
de la verdad, que las verdades fundacionales siempre serían los puntos de referencia en dicha búsqueda,
y que todos los demás temas que aún necesiten resolverse se indaguen “tanto por el estudio como por la
fe”23. Al final del día, todos tenemos que distinguir entre los elementos mayores y menores de nuestros
testimonios. Para mí, los grandes pilares incluyen esas majestuosas verdades que mencioné antes, su
irremplazable centralidad en mi vida; y el reconocimiento que simplemente no podría vivir, no podría
continuar sin ellas ni sin las bendiciones que he conocido, o sin las promesas que a todos se nos ha dado
en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Así que, al hablar de preguntas, anoten esta pregunta del apóstol Pablo en su mente e incúlquenla en el
corazón de sus alumnos: “¿Pues qué, si algunos de ellos [son] incrédulos? [¿Qué pasa si no creen?] ¿Su
incredulidad habrá hecho nula la verdad de Dios?” 24. La respuesta a eso es NO ¡No en mi vida! ¡No para
mí y mi casa! La incredulidad de nadie no tiene, no puede ni hará que mi fe en Dios, mi amor por Cristo,
mi devoción a esta Iglesia y a esta obra de los últimos días sea “nula”. La veracidad de esta obra de los
últimos días está “vigente “y se mantendrá “vigente” en tanto que el sol brille y que los ríos vayan al mar,
y por siempre jamás. ¡No se pierdan esas bendiciones!

Al decirlo, añado el testimonio de aquel joven alumno de instituto, quien creció hasta llegar a ser el
presidente de la Iglesia a quien hemos citado, seguido por el testimonio de su maravilloso sucesor, nuestro
amado Thomas S. Monson:

Presidente Gordon B. Hinckley: “Dios está al timón; jamás duden de eso. Cuando nos enfrentamos con la
oposición, Él abrirá el camino a pesar de que parezca que no hay salida…

“No dejen que las voces de protesta les molesten; no permitan que los críticos les preocupen. Como lo
dijo Alma hace mucho tiempo: “Ni confiéis en nadie para que sea vuestro maestro ni vuestro ministro, a
menos que sea un hombre de Dios, que ande en sus vías y guarde sus mandamientos” (Mosíah 23:14).

La verdad está en esta Iglesia…El salmista dijo: “He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a
Israel” (Salmos 121:4).

Nuestro Salvador no se adormece ni duerme mientras vela por Su reino”25.

Presidente Thomas S. Monson: “Les testifico que las bendiciones prometidas son incalculables. Aunque
las nubes se arremolinen, aunque las lluvias desciendan sobre nosotros, nuestro conocimiento del
Evangelio y el amor que tenemos por nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador nos consolarán y nos
sostendrán, y darán gozo a nuestro corazón al caminar con rectitud y guardar los mandamientos. No hay
nada en este mundo que pueda derrotarnos.

“Mis queridos hermanos y hermanas no teman. Sean de buen ánimo. El futuro es tan brillante como su
fe”26.

Con convicción en mi corazón y gratitud eterna en mi alma por la veracidad del evangelio restaurado de
Jesucristo, permítanme concluir con el consejo que Dios nos ha dado más de cien veces en las Escrituras

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—a no temer; a ser de buen ánimo. Ese es mi mensaje para ustedes y el mensaje que les pido que
transmitan a sus alumnos.

“[He aquí,] sois niños pequeños, y todavía no habéis entendido cuán grandes bendiciones el Padre tiene…
[preparadas] para vosotros” 27.

“No temáis… porque sois míos, y yo he vencido al mundo, y vosotros sois de aquellos que mi Padre me ha
dado”28.

“y no podéis sobrellevar ahora todas las cosas; no obstante, sed de buen ánimo, porque yo os guiaré. De
vosotros son el reino y sus bendiciones, y las riquezas de la eternidad son vuestras”29.

“Por tanto, estoy en medio de vosotros… soy el buen pastor y la roca de Israel. El que edifique sobre esta
roca nunca caerá.

“Y viene el día en que oiréis mi voz y me veréis, y sabréis que yo soy”30.

Esta noche, reitero esa bendición que el Salvador del mundo pronunció y la hago sobre cada uno de
ustedes como si mis manos estuvieran sobre su cabeza. Como Dios es mi testigo con respecto a la divinidad
de esta obra, de igual forma soy Su testigo de ella. Ésta es la verdad. En esta Iglesia, ustedes y yo somos
partícipes al apresurar la obra redentora del evangelio de Jesucristo. La doctrina está aquí, las ordenanzas
están aquí, las revelaciones están aquí, el futuro está aquí. Es el único sendero certero y seguro para que
sigan los hijos de Dios, incluidos Sus maestros del SEI y sus alumnos. Me deleito en el privilegio de avanzar
juntos, el uno al lado del otro en ese terreno tan seguro y sagrado. “No [teman, crean] solamente”31. En
el nombre de Jesucristo. Amén.

© 2015 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Aprobación del inglés: 12/14.
Aprobación de la traducción: 12/14. Traducción de “Be Not Afraid, Only Believe”. Spanish. PD10053224
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Notas
1. “A New Hope,” Star Wars IV: A New Hope, dirigida por George Lucas (1977; Los Angeles, CA: 20th Century Fox Video, 2004), DVD.

2. Mark Twain, The Diaries of Adam and Eve 2000, pág. 199.

3. Marcos 5:36.

4. Marcos 5:36.

5. Véase Daniel 2:45.

6. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith 2007, pág. 195.

7. Enseñanzas: José Smith, pág. 195.

8. Véase History of the Church, tomo IV, pág. 540.

9. Doctrina y Convenios 1:37–39; cursiva agregada.

10. “El fin se acerca,” Himnos, Nº 173.

11. Véase Hebreos 4:12 y Doctrina y Convenios 6:2.

12. Mateo 14:27.

13. Gordon B. Hinckley, “Mantengámonos firmes; Guardemos la fe,” Conferencia General, octubre de 1995.

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14. Doctrina y Convenios 128:19, 22.

15. James E. Faust, “Mensaje de la Primera Presidencia,” Liahona, octubre de 2002.

16. Véase de James Thurber, in “Thurber,” Life, 14 de marzo de1960, pág. 108.

17. 1 Nefi 12:18.

18. Marcos 5:36.

19. Doctrina y Convenios 50:22.

20. Véase de Alma P. Burton, Karl G. Maeser: Mormon Educator (1953), 22.

21. Helamán 5:12.

22. Helamán 5:12.

23. Doctrina y Convenios 88:118.

24. Romanos 3:3.

25. Gordon B. Hinckley, “La obra sigue adelante”, Liahona, julio de 1994, pág. 64.

26. Thomas S. Monson, “Sed de buen ánimo”, Liahona, mayo de 2009, pág. 92.

27. Doctrina y Convenios 78:17.

28. Doctrina y Convenios 50:41.

29. Doctrina y Convenios 78:18.

30. Doctrina y Convenios 50:44–45.

31. Marcos 5:36.

Enlace de Lectura para el alumno:

https://www.churchofjesuschrist.org/broadcasts/article/evening-with-a-general-
authority/2015/02/helping-with-the-real-issues?lang=spa

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LECCION 8 “Asegúrate De Acudir A Dios Para Que Vivas”
Jeffrey R. Holland Of the First Quorum of the Seventy octubre de 1993

Sección 1

Esta mañana, desearía hablar y saludar no solo a los miembros de la Iglesia, sino a todos aquellos que no
pertenecen a nuestra fe y que nos estén escuchando a través de la radio o la televisión. Gracias por unirse
a nosotros en esta hermosa mañana de otoño.

En todas las épocas, la vida ha tenido sus problemas. Seguramente el nombre de Oscurantismo que se dio
a la Edad Media fue apropiado para esa época, y a nadie de entre nosotros le entusiasma la idea de
regresar ni siquiera a los años posteriores a ese tiempo, digamos a la época de la Guerra de los Cien Años
o a la de la Plaga Negra (siglo 14 en Europa). No, estamos contentos de haber nacido en un siglo de
inapreciables bendiciones materiales; sin embargo, en comunidad tras comunidad, en grandes y pequeños
países, vemos que tanto personas como familias sufren cada vez mas de ansiedad y temor. Parecería que
el desaliento, la depresión y la desesperación son nuestra “Plaga Negra” contemporánea. Vivimos, como
dijo Jesús que sucedería, en una época de angustia y confusión (véase Lucas 21:25).

Sabemos que algunos de los sufrimientos más grandes ocurren en silencio, en el dolor de una vida
solitaria. Pero, una parte de ese sufrimiento se expresa en forma más violenta. Hay millones de personas
en el mundo, dice un comentarista, “enojados, armados y peligrosos”. En muchas ciudades, el que se
dispare a alguien desde un vehículo en marcha es algo que ya no llama la atención, y muchos jovencitos
llevan un arma a la escuela igual que anteriormente llevaban la merienda.

La gente está cada vez más convencida de que vivimos en una época de desorden y confusión; de que
nadie parece tener la sabiduría ni el poder para enderezar las cosas. Hay gobiernos que presiden, pero
que no tienen poder; lo gente ya no se enorgullece de sus vecindarios ni conserva los valores de sus
comunidades y, muy a menudo, el hogar es un fracaso alarmante.

Mas aún, muchas de las soluciones sociales y políticas de la actualidad por lo general no son muy eficaces;
de manera que, esos doctores “… permanecen al lado del paciente, esa humanidad afiebrada y delirante;
desacreditados y pasmados … sin saber de qué forma encontrar la solución” (Charles Edward Jefferson,
The Character of Jesús, Salt Lake City: Parliament Publishers, 1968, pág. 17).

Sección 2

Permítanme tener la osadía de sugerir cómo encontrar esa solución. En términos simples, debemos
volvernos hacia Dios; debemos reafirmar nuestra fe y aferrarnos a la esperanza. Cuando sea necesario,
debemos arrepentirnos y, por supuesto, necesitamos orar. La ausencia de la fidelidad espiritual es lo
que nos lleva a los problemas morales de los últimos años del siglo veinte. Hemos sembrado en vientos
del escepticismo religioso y estamos segando en los torbellinos de la desesperación de las filosofías
existencialistas.

Sin fe religiosa, sin reconocer la realidad y la necesidad de una vida espiritual, el mundo sin sentido es un
lugar horrible. Solamente si el mundo tiene sentido, a nivel espiritual, les es posible a los seres humanos
seguir adelante y continuar tratando. Al igual que Hamlet tan prudentemente imploró, así debe ser:
“¡Ángeles y ministros de piedad, amparadnos!” (acto primero, escena IV).

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Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema

• Alma 7:11–13.
• D. y C. 121:1–2.
• D. y C. 121:7–10.
• Alma 32:6–8.
• Alma 32:15.
• Alma 34:28.
• 2 Timoteo 4:5–8.

Enlace de lectura para el alumno:


https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/1993/10/look-to-god-and-live?lang=spa

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