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Diario de viaje de Tobias Wilson

15/08/1900

Hoy, parto de mi país natal Inglaterra con el objetivo de conseguir que mi familia viva la vida que
se merece. Para ello, desde que recibí la atroz noticia en primavera, he estado planeando un arduo
viaje para llegar a Australia. No llevo dinero, pues he invertido lo poco que tenía en la planificación
de la travesía. Antes de embarcar, le he prometido a mi mujer que me comunicaría con ella como
fuera: cartas, telégrafos, e incluso conozco algunos bancos prestigiosos que permiten el uso de
llamadas. A ella no le convence la idea de que me valla, pero la otra opción le gusta menos.
Mientras el barco de vapor surca hacia al horizonte en mi mente solo sobresale una pregunta,
¿llegaré a tiempo antes de que sea tarde?.

23/08/1900

Llevamos más de una semana navegando, y hoy hemos desembarcado en Portugal. El barco vuelve
a salir esta tarde, pues solo ha parado para reponer provisiones. Por lo que me han dicho, este barco
es otra de las acciones de una empresa que hace poco se asoció con otras industrias convirtiéndose
en una Sociedad Limitada, siendo uno de los socios un dueño de una fabrica de alimentarios. Mi
hermosa hija Marga me ha dejado la cámara que le regaló su tío por Navidades, y antes de irme me
hizo jurarle que me bajaría en cada destino y sacaría una foto, por si ella jamás llega ha salir de
Londres. Eso me partió el alma, pero no me negué, a si que me obligué a hacer una rápida visita
turística por los alrededores del pueblo.

30/08/1900

Esta mañana he estado hablando con el capitán. Le he rogado que me dejase un camarote con
alguna bombilla eléctrica, pues se me han acabado las cerillas y últimamente está anocheciendo más
temprano. Él ha accedido, y hemos hecho buenas migas. Por lo visto, es un escoces que al igual que
muchos tuvo que emigrar a Inglaterra por la Revolución Industrial. Trabajaba en una industria
automovilística, pero las máquinas sustituyeron su trabajo y acabó en el paro. Luego me ha dicho
que va ahorrar algo de dinero para emigrar a Egipto, pues es otras de las colonias africanas que ha
conquistado la metrópolis británica, con el fin de encontrar trabajo en alguna estación petrolera, y
así poder volver a su país. Eso me recordó algo; no tengo dinero y cuando llegue a Australia tendré
que conseguir ingresos rápidamente para poder cumplir con mí cometido, si no, todo esto no habrá
servido para nada y no podré volver a casa.

09/09/1900

Hemos atracado en Gibraltar. Hace un frío insoportable, y la caldera del albergue donde me
hospedo no tiene carbón. Al final, hemos descubierto nuevas fuentes de energía como el gas, el
petróleo y la electricidad que han cambiado por completo la vida cotidiana y que han transformado
la industria, pero seguimos siendo nada sin el carbón. Por otro lado he estado conversando con un
profesor ya retirado que estudiaba ciencias políticas. Ha sido muy interesante, he incluso me ha
contado que el reparto del continente africano acarreará grandes problemas en el futuro. Esto se
debe a que Francia ha sido el mejor parado del asunto, seguido por el Imperio británico. Sin
embargo, Alemania solo ha conseguido tres colonias, lo cual ha sido humillante para la gran
metrópolis y sin duda llevará a rivalidades seguras. Aún así, la que menos territorios ha conseguido
ha sido España, pero bueno, por suerte o por desgracia desde el desastre del 98 este gran imperio
solo ha ido en decadencia.
12/09/1900

Hoy he dado una vuelta por Gibraltar, pues he conocido a un conductor de tranvías y me ha dejado
subirme gratis. He tomado varias fotos, e incluso he pasado por una moderna central eléctrica. Esta
tarde partimos hacia Egipto, y no tengo provisiones, pero convenceré algún marine para que me de
algo con lo que alimentar mi estomago. En nuestra próxima parada, como vamos a estar un mes, he
decidido hacer doble turno en alguna industria química de explosivos y así ganar algo de dinero.

29/09/1900

Según Ratherford, el capitán de la nave, en un par de días más llegaremos a tierra. Ahora mismo
estamos cruzando el caudal de Sauces, que lo han abierto hace poco. Es impresionante, como el ser
humano ha comenzado ha adaptar el entorno natural a sus necesidades. Sin embargo, también me
doy cuenta de como han esclavizado a la raza egipcia, y me planteo lo siguiente; como podemos
sentirnos la raza más evolucionada si para poder progresar necesitamos aplastar a todos los de
nuestro alrededor. Somos unos seres vivos tan estúpidos que nublamos nuestra vista con el poder,
las riquezas y el prestigio, sin darnos darnos cuenta que lo más valioso no está en todas esas cosas,
y es algo de lo que me he dado cuenta por las malas…

04/10/1900

Hemos llegado a Egipto, y me he establecido en una especie de camping cerca de un oasis. Llevo
todo el día buscando algún oficio que me dé lo suficiente como para subsistir, pero finalmente solo
he encontrado un puesto como minero en unas excavaciones de acero. Son unas condiciones
denigrantes, aunque que se podía esperar de un país que solo busca mano de obra barata. También
he podido comunicarme con mi mujer y mi hija, gracias a Ratherford, quien me ha conseguido un
teléfono. Han sido unos minutos reconfortantes, que me ayudarán a no volverme loco el tiempo que
esté aquí. Marga estaba súper contenta, porque esta misma mañana le habían llegado mis fotos de
Gibraltar. Con lágrimas en los ojos le he dicho que algún día, si es fuerte y aguanta iremos juntos al
país que ella quiera. Ella se ha reído perezosamente, pero a mí me ha dado una fuerte puntada en el
pecho al recordar que si cometo al menos un mínimo error puede que jamás logre cumplir su deseo.

11/10/1900

Hoy ha sido un día agotador. He trabajado 16 horas seguidas en las minas, y después he ido a unas
pirámides que quedaban cerca del oasis junto a Ratherford. He tomado unas fotos y de vuelta al
campamento hemos tenido un pequeño debate. El decía que el dinero no da la felicidad, y no le
juzgo, en cierto modo estoy de acuerdo. Da igual que seas asquerosa-mente rico si estás vacío por
dentro. Sin embargo, por desgracia, la realidad es que el dinero sí que da la felicidad, y lo sé de
primera mano. Si no, ¿por qué estaría yo aquí? Lejos de mi familia y de mi casa. Porque el dinero es
una necesidad, y eso es un hecho. Si no logro ganar el dinero suficiente y a tiempo, habré fracasado
y no me lo perdonaré nunca. Cuando la vida de mi hija comenzó a depender de esta idea, me topé
con la horrible realidad: si no tienes capital, no serás más que un infeliz en la vida.
29/10/1900

Mañana embarcaremos de nuevo. Mi próximo destino será la India. Allí, nos estableceremos solo
un par de días, por lo cual tendré que buscar algún trabajo para algún personaje de la alta
aristocracia que me pague por día o algún empleo que necesite alguien durante poco tiempo. De mi
sueldo en las minas he tratado de ahorrar lo máximo posible, hasta el punto de comer, como mucho,
una vez al día. Además, me he dado cuenta de que Ratherford se ha convertido en un punto de
apoyo para mí, sin él, probablemente ya me habría venido abajo. No sé como le agradeceré todo lo
que ha hecho en tan poco tiempo, no creo ni que él se haya dado cuenta de que para mí se ha vuelto
un hermano.

14/11/1900

Hace un par de horas, Ratherford y yo hemos logrado sintonizar la radio, y hemos escuchado las
declaraciones de un revolucionario. Por lo visto, un sudamericano que había emigrado a Inglaterra
tenía unas interesantes teorías y opiniones sobre el periodo de conquista y revoluciones que estamos
viviendo. Se basa en que todos somos unas marionetas del sistema, y que no nos damos cuenta de
que con el fin de encontrar recursos naturales (como el oro y el petroleo), conseguir mano de obra
barata y lugares donde invertir y disponer de nuevos mercados; las metrópolis y las grandes
potencias económicas están exterminando poblaciones enteras o esclavizando a las diversas razas
del planeta. Continuaba su discurso con que, por el prestigio y el poder militar-estratégico de un
país miles de personas habían muerto. Honestamente, mientras lo escuchaba algo dentro de mi
cabeza se paraba, pues tenía razón. Lastimada mente, el revolucionario no acabó de mostrar sus
argumentos. Antes de acabar, un miembro del ejercito nacional inglés, le dio un tiro en la cabeza por
supuesta “difamación” y “agresión verbal hacia el Estado”.

03/12/1900

Hace dos días llegamos a la India. Ratherford, un par de pasajeros más y yo nos quedaremos en los
camarotes del navío, pues el puerto donde hemos atracado se sitúa en una ciudad comercial, por lo
que no tenemos que desplazarnos. He encontrado trabajo en una tienda de antigüedades. Creo que el
dueño no necesitaba un empleado, pero le he caído bien. Lo bueno es que no es un trabajo tan físico
como el de Egipto; la parte mala es que en estos quince días no conseguiré ni la mitad de lo que
había ganado en las minas (y eso que tampoco era un sueldo impresionante). Por ese motivo, por las
noches hago de guardia de seguridad en una especie de almacenes de alfombras y telas lujosas.
Aprovecho para dormir por los callejones, entre un trabajo y otro; sin embargo, aún así no pego ojo.
No puedo dejar de pensar en Marga, y en cuanto tiempo me queda antes de que sea tarde.

20/12/1900

Se acerca Navidad, y no he podido llamar a mi familia. Ya hemos vuelto a navegar, aunque vamos
un poco atrasados por las tormentas. Mi próximo destino es Malasia, el último antes de llegar a
Australia. He ahorrado algo de dinero, con duros esfuerzos, pero según mis cálculos si sigo así de
bien volveré a tiempo a casa. No atracaremos hasta dentro de un par de días, posiblemente semanas.
Por eso motivo no me queda otro remedio que mandar las felicitaciones navideñas desde una
oficina de correos en una ciudad donde haremos escala antes de llegar a Malasia. Me produce un
dolor inaguantable el no poder pasar estas fiestas en casa, a sabiendas de que podrían ser las últimas
de Marga, pero prefiero no pensar demasiado en ello. Ratherford sigue siendo la luz que ilumina mi
camino, y el único que logra sacarme algunas risas de vez en cuando. Espero que cuando nos
separemos podamos mantener el contacto.
05/01/1901

Malasia es un país hermoso. Está repleto de edificaciones estrambóticas y de calles empedradas con
iglesias preciosas. No dejo de sacar fotos y de pensar en Marga. Sin embargo, no todo es bueno.
Esta mañana me he enterado de que el motor del barco se ha estropeado, y de que, en consecuencia
tardaremos en volver a embarcar mínimo 40 días. Eso me preocupa, porque exactamente tiempo no
me sobra. Aún así trato de calmarme y de pensar en que, por lo menos tendré más oportunidades de
ganar más dinero y así, cuando llegue a Australia quizás no tarde tanto en comprar mi salvavidas.

16/01/1901

He encontrado trabajo para una familia adinerada que maneja diversas explotaciones de petróleo
por todo el mundo. Pagan bastante bien, y no me puedo quejar por el salario ni las condiciones del
empleo. Mi cometido es servir a la familia en cualquier cosa que necesiten. No me molesta, pues he
hecho cosas peores, pero hay un ambiente muy tenso. He llegado a pensar que el hombre para el
que trabajo maltrata a su esposa, pero en estos tiempos no estoy en condiciones para salir en defensa
de nadie, por inhumano que sea. He tratado de hablar con la señora, aunque siempre trata de
cambiar el tema amablemente. Tienen un hijo, Andrés, y al igual que mi niña ronda los 10 añitos.
Por desgracia, y aunque se me parte el alma, no puedo brindarles mi ayuda. Es mi familia o la suya,
y el ser humano es un ser egoísta. He hablado de esto con Ratherford, y filosofando juntos hemos
llegado a la conclusión de que, hasta detrás de las personas más confiadas, seguras, agradables y
extraordinarias se esconden cosas que puede que nunca lleguemos a descubrir. Nunca antes me
había parecido tan real la frase: “No es oro todo lo que reluce”.

07/02/1901

Ayer volvimos a navegar. Hace días que no hablo con mi mujer y con Marga, pero según pise tierra
en Australia localizaré un teléfono para llamarlas. Por fin parece que veo la luz del túnel. Si Dios se
pone de mi parte y escucha mis súplicas hará que Marga aguante un poco más. Solo necesito ganar
un par de cientos más para poder permitirme las medicinas que me habrán costado sudor y lágrimas
conseguir. Estas solo se fabrican en Australia, y según el pediatra de Marga necesita unas 10 dosis
para curarse. Hace un año desarrolló un problema cardiovascular, pero que por suerte acababan de
desarrollar una cura en este país. Sin embargo, cada dosis cuesta cientos de dólares, cosa que no nos
podíamos permitir. A mi niña no le queda mucho tiempo, y todavía tengo que hacer el viaje de
vuelta. Si quiero que todos mis esfuerzos sirvan de algo no puedo echarme atrás ahora.

20/03/1901

Llevo unas semanas en Australia. Me he matado a trabajar tanto como he podido. Finalmente, mis
esfuerzos han valido la pena. La última vez que llame a mi esposa me dijo que Marga estaba cada
vez más cansada, y que ya si quiera se levantaba de la cama. Estoy muy preocupado, y no dejo de
obligarme a pensar que mi hija es fuerte. Esta mañana ya tenía el dinero suficiente para comprar
todas las dosis. Tan pronto como me han dado mi sueldo, he corrido hacia la factoría de medicina.
He comprado todas las dosis y he llamado a mi mujer para darle la noticia. También he hablado un
rato con mi hija, pero no quería molestarla. No tengo tiempo para volver en barco, a si que me
apresuro a enviar la medicina por correo. El barco volverá a partir en un par de días, y realizaremos
la misma travesía. Si todo sale bien, cuando vuelva a casa mi niña ya estará recuperada. Solo espero
que Marga aguante hasta la llegada del medicamento.

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