Está en la página 1de 4

Materia: Formación Sociocultural IV

Docente: Mtra. Azucena Leal González

Alumno: Jonathan Hernández Barrera

Grado: 4 Grupo: B

Actividad: Ensayo "Cómo surgen las grandes ideas"


Introducción:
Siempre hemos entendido que las grandes ideas vienen de momentos de inspiración, del
mítico “eureka”. De acuerdo con una de las conferencias más vistas en TED, la realidad es
otra. Steven Johnson dice que estas generalmente no son espontáneas y que comienzan
con una leve corazonada que va adquiriendo forma con el paso del tiempo.
La clave está en discutir e interactuar con otros sobre el proceso creativo pues tal vez ellos
tengan una parte de la idea que hace falta y pueden ayudar a gestarla. Pero ¿cuál es la
verdad? La noción de momentos de inspiración se alimenta de mitos de grandes
personajes de la historia que aparentemente vivieron este tipo de situaciones. Por
ejemplo, se especula que Albert Einstein estaba en un tranvía, observando el reloj de la
torre de Berna, cuando descubrió una parte de la teoría de la relatividad.
Con frecuencia las empresas se preguntan por qué sus esfuerzos en innovación no
parecen conseguir el tipo de ideas disruptivas que supongan un verdadero impacto en el
mercado, y dudan sobre lo que deberían mejorar para generar ideas verdaderamente
revolucionarias.
El líder de opinión Rowan Wibson comenta en Innovation Excellence, que, en primer
lugar, es necesario entender la forma en que se elaboran las grandes ideas. De hecho,
muchos altos ejecutivos todavía confían en esos repentinos flashes de inspiración, y no
asocian la generación de ideas con todo un proceso de elaboración. La mayoría de grandes
empresas carecen de una teoría de la innovación que se traduzca en una metodología
práctica para la producción de grandes ideas.

Desarrollo:
Durante más de cien años, académicos de diferentes campos como la psicología, la
antropología y la neurociencia, así como profesionales creativos del mundo de la
publicidad, y destacados estudiosos de la administración, se han dedicado a estudiar la
forma en que la mente humana produce descubrimientos. Sin embargo, a pesar de contar
con importantes equipos que trabajan la creatividad, lo cierto es que son pocos los líderes
corporativos que le prestan atención, prefiriendo centrarse en mejorar la eficiencia
operativa dentro de sus organizaciones, al tiempo que albergan la esperanza de que - por
algún accidente afortunado - a alguno de sus empleados le llegue un ‘Eureka’ mientras
pasea al perro. Lo que se sabe hasta ahora, es que las ideas creativas no surgen de manera
espontánea, sino que son fruto de una cadena de asociaciones y conexiones que se han
ido desarrollado en nuestra mente durante un tiempo considerable.
En el proceso creativo, el pensamiento innovador por lo general se basa en una visión
nueva (o una serie de visiones) que ilumina una determinada situación o problema, el cual
ha servido de inspiración para hacer surgir esa idea, fruto de las asociaciones que se dan
en la mente y de las ideas previamente existentes. Y esta combinación de pensamientos
procedentes de diversos conceptos y dominios y quizás no relacionados, da lugar a una
solución totalmente nueva, creativa y conocida como ‘gran idea’. Cómo reinventó Einstein
la física Cuando Albert Einstein descubrió la revolucionaria teoría de la relatividad, y poco
después E = mc2, no fue algo que le surgiera de repente, sentado en su mesa de trabajo.
Había estado dándole vueltas durante al menos siete años, desde que comenzó a estudiar
matemáticas y física en la Escuela Politécnica de Zurich.
Al final del siglo XX, cuando Einstein se graduó, el gran enigma de la física residía en la
aparente incompatibilidad entre las leyes de la mecánica newtoniana, por un lado, y la
nueva ciencia del electromagnetismo por otro, pues resultaba que la luz no se
comportaba como habían previsto todas esas leyes clásicas. Este fue el gran
rompecabezas que parecía no tener solución y que, finalmente, terminó resolviendo el
joven graduado Albert Einstein. Durante los siguientes siete años, estudió las obras de sus
predecesores y compañeros: Isaac Newton, James Clerk Maxwell, David Hume, Ernst
Mach, Hendrik Lorentz, Henri Poincaré, y Max Planck.
Exploró nuevos conceptos radicales a través de sus famosos experimentos mentales,
como recorrer el universo en un haz de luz, o caer en un ascensor en caída libre. La
respuesta se reveló gracias a una visión esclarecedora que cambió el fundamento de su
perspectiva.

Y esto sucedió al cuestionar los supuestos convencionales sobre tiempo y espacio, y


plantear nuevas preguntas extremas sobre la física que pocos se habían atrevido a
formular antes: ¿Y si las leyes de la mecánica de Newton no fueran tan inalterables como
se había pensado durante siglos?, ¿Y si el tiempo y el espacio no eran absolutos? ¿Y si eran
variables, y la única constante universal era la velocidad de la luz? (En el nuevo libro de
Rowan Gibson, The Four Lenses of Innovation, estas perspectivas de la innovación se
denominan ‘Ortodoxias desafiantes’).

Conclusión:
Una vez entendido que los conocimientos son como la materia prima con la que se
generan las grandes ideas, es posible plantear una metodología práctica que haga mejorar
nuestra capacidad de innovación. Lo que las empresas tienen que entender es que no
pueden surgir grandes y revolucionarias ideas a menos que se generen previamente los
tipos de conocimientos o visiones adecuadas. Es como un agricultor con la esperanza de
obtener una cosecha abundante sin sembrar primero las semillas necesarias. Tenemos
que entender que los resultados dependen de las aportaciones.
Invertir tiempo, dinero y esfuerzo en innovación sin crear primero una valiosa cartera de
conocimientos, es ante todo un ejercicio inútil. Se le exige a la gente avances gigantescos
en el pensamiento creativo, pero no se les dota de los apoyos intelectuales requeridos
para lograrlos. Las compañías esperan ver surgir nuevas ideas sin desarrollar previamente
las perspectivas novedosas e inspiradoras que ayuden a los empleados a ver más allá de la
propia empresa. Lo que les falta a las grandes organizaciones es una metodología
sistemática y un proceso organizado para generar, captar, compartir y dar uso a sólidos
conocimientos, como principal apuesta en sus esfuerzos de innovación.
Es posible que se invierta tiempo y dinero en la adquisición de algún tipo de
conocimientos, pero cabría preguntarse: ¿Se trata de conocimientos adecuados para
disrumpir en el mercado? ¿Proporcionan estos conocimientos retos y nuevas líneas de
reflexión para los empleados o se limitan a reiterar lo obvio? ¿Sirven para poner al
descubierto las implicaciones más profundas y las oportunidades sin explotar propias de
coyunturas emergentes? ¿Enseñan acerca de las tendencias que hayan sido ignoradas o
pasadas por alto por parte de la competencia? ¿Persiguen nuevas formas de aprovechar
las habilidades y activos de una empresa, u otros recursos que se encuentran fuera de la
organización? ¿Ofrecen nuevas perspectivas sobre las necesidades del cliente a un nivel
que desemboquen en soluciones innovadoras para transformar la experiencia del cliente?
Estos son los tipos de fundamentos empresariales que se deberían estar reuniendo
activamente y como parte principal del proceso de innovación.
La única manera de generar ideas lo suficientemente revolucionarias como para impulsar
enérgicamente el desarrollo, descubrir mercados sin explotar, y disrumpir en los modelos
empresariales de las industrias actuales, es generando previamente una materia prima de
alta calidad: los sólidos conocimientos que sirvan para hacer surgir esas ideas.

También podría gustarte