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Es probable que tengas en algún lugar algunas promesas por las cuales orar por
tus hijos. Es probable que tengas buenos versículos para niños en tu refrigerador
que hablan acerca de la obediencia, la bondad, y el compartir con otros. Es
probable que tengas algunos versos en espera para compartir con los pequeños
cuando se vuelvan desafiantes y respondones. Todo esto es bueno. Pero, ¿tienes
algunos versículos para ti?
Mis hijos necesitan promesas de la Biblia, pero la mayoría de los días yo las
necesito aún más. Soy propenso a vagar, propenso a dejar al Dios que quiero que
ellos amen. Así que aquí hay diez promesas de la Biblia que todo padre cristiano
debe recordar, especialmente el padre cristiano que escribe este artículo.
3. “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmo
127:1). No depende de mí, no se trata de mí, mis hijos no son para mí, no
enloquezcas más, deja de confiar en los caballos y los carruajes.
4. “Un don del Señor son los hijos, y recompensa es el fruto del vientre”
(Salmo 127:3). Ellos lo son, realmente, verdaderamente, y justamente eso son: así
sea que ya sea que tengas un hijo o dos, o diez o veinte, Dios te ha dado a esos
niños porque te ama. El mundo piensa que son una carga: Dios nos dice que son
bendición.
5. “La suave respuesta aparta el furor, pero la palabra hiriente hace subir la
ira” (Proverbios 15:1). Sí, estos versículos también son para los padres. La ira en
nuestros hijos sale de sus corazones, pero la forma grosera en que ellos han
aprendido a expresarla puede haberse generado por nuestro ejemplo. ¿Por qué
pienso que mi gasolina ayudará a apagar sus fuegos?
7. “Mi yugo es fácil y mi carga ligera” (Mateo 11:30). Ser padre es un trabajo
duro, punto. Pero ser padre para llenar las expectativas de tu (llena el espacio:
madre, suegra, amigas, vecino de al lado, o tu propio dictador interior) es
imposible. Sé padre por amor de Cristo, Él promete que no te abrumará con cargas
imposibles.
10. “Pero Él da mayor gracia” (Santiago 4:6). ¡Ah, la dulce gracia! Gracia para
perdonar tu impaciencia (otra vez) y tu pereza (de nuevo). Gracia para levantarte
cuando estés caído, gracia para continuar en tu camino. Y gracia para llevarte a
casa.