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N Ast ~~ ealearlo co1 ED primes dibey de on cditiia 0) ser wm editign pores eh torts # INTRODUCCION siendo el Quijote y el editor digno de gratitud. En éltima ins- tancia, con los Quijoes del siglo xx se puede ir tirando.* Pero se convendra conmigo en que tanto el autor como el lector se merecen el mejor texto posible y en que el fildlogo tiene la obli- gacién social, moral y personal de intentar aproximérsele con todos Tos instramentos y los medios a su alcance. El primer deber « de una ediciGn es ser una edicidn: poner el texto en limpio, no borrones, lardones y cagadas de mosca. En los capi- “rulos siguientes habré de gastar a veces un fastidioso teenicismo, pero en la raiz de toda operacién ecdética no hay sino dos o tres nociones elementales. ‘Trétese de manuscritos, impresos 0 reproducciones mecani~ cas, én la transmision de un texto se producen siempre desviacio- | hes respecto al modelo o los modelos de cada copia. En bastantes casos, las desviaciones se dejan distinguir, y, una vez advertidas, ei atc oy eabe reconocer la leccién del modelo que esta en su origen. El e rnd tody andlisis de cada uno de los diversos testimonios y la comparaci6n de las caracteristicas de todos ellos, tanto en el texto como en otros aspectos, permite a menudo establecer Ja relacion entre {os testimontas, identificar las distintas versiones que el autor fa dado @ una obra y valorar las desviaciones de las copias en relacién con sus modelos. FI objetivo tradicional de todas esas operaciones ha sido editar una versidn o una determinada etapa del texto exenta de las desviaciones perceptibles en sus varios testimonios (autdgrafos incluid ~_No existe un método especifico ni tinico para lograr tal obje- tivo, por otra parte enérgicamente impugnado en el émbito de la rial theory» del pasado fin de siglo (abajo, Carfruto VD): os métodos los dicta cada obra, cada texto, con las circunstancias que le son propias (lengua, preceptiva, formas de transmisién, re., ete); y, en resumidas cuentas, no son otros que los métodos generales de Is historia, la argumentacidn retérica y el sentido 6 «When E.R, Dodds pronounced that our texts ate good enough to live with, he cannot have thinking of G. Lehnert’ edition of che longer declama~ tions falsely ascribed to Quintilian>, Es un comentario de David R. Shackleton Bailey (citado por RE. Thomas, ed, Georgics, I, pig. 32) que, con otro sentido, ime viene ahora ala cabe OPE CODICUM, OPE INGENIDS g _comtin. Del puro sentido comtin viene, pongamos, la confianza que incluso el Quijote que se lee en las ediciones mas desal fiadas responde en conjunto, a grandes trezos, a la voluntad del autor; pero de sentido comiin es igualmente que no podemos depositar esa misma confianza en todas y cadi una de lis palabras del fexto en ninguna e . Quién nos dice que Cervantes no ‘escribi6 «En una aldea de la Mancha» y el copista o el tipégrafo no Jo alteré con un sinénimo? Ante ua pasaje notoriamente ani imalo podemos buscar remedio con mejor o pe tuna; ante uno que no lo ¢s, estamos en principio desamparados. Pero tanto en una como en otra eventualidad el editor debe proceder con el mismo estudio minucioso y con ef mismo tiento. — si ~ Elmejor método para una edicion del Quijote -y desde nego, cen la perspectiva de las péginas anteriores, la mejor guia para apreciar las insuficiencias de las principes— puede aprenderse en las ediciones antiguas: cuando diserepan frente a la princeps 0 entre si, normalmente es fécil discernir dénde se da la desvia- cién respecto 2 los originales cervantinos, si en Ia una 0 en las, otras, y cul lleva la raz6n o nos encamina aencontrarla més crei- blemente. He recordado arriba que la proliferacién de los fac- similes borré del horizonte de los cervantistas las dems edicio™ nes. Antes de que reapareciera la primera zuténtica del Ingenioso bidalgo, Bowle, los académicos de la Espanola, Pellicer, cada cual con sus fatales limitaciones, habjan preparado sus Quijores cotejando basicamente, aunque sin desdefar otras, la segunda y la tercera impresién de Madrid. Hasta éstas quedaron relegadas después, pese a la certera direccién que sefialaban Las 1633 notas y pese a que la intervencién del autor es en ambas demostrable (Cartrvro V). Ni que decirse tiene que las restantes ediciones de antafio fueron ignoradas todavia més olfmpicamente: con la princeps en la mano, gpara qué iban a servir (Los lachmannia- Don Clemente Cortejn intens6 una suerte de edits varioramn (Madrid, 1905-10913), pero, disponiendo como dispuso de las espléndidas colecciones barcelonesas, las numerosas impresiones que manejé estén radicalmence mal elegidas, por no haber explorade au fiacidn ni en general as lineas de trans- nisin de la obra (ef, «Elistora del texto», pig. cc1x11). Ms pattico es el procede de Gacsy, sobre todo, Sevilla y Rey, quienes detallan las leciones de 8 myTRopuccién nos habrian hablado de eliminatio codicuna desoriptorum sine des- criptione.) No obstante, los correctores y los componedores del siglo xvu y de gran parte del xvnt posefan aGn como suyas la engua, la culvera y las formas de vida de Cervantes, y con ellas tina indudable capacidad para percibir problemas textuales que Thoyr sino, se nos escaparfan, Sin duda tenyan también capacidad para resolverlos a su aire y para suponerlos o introducirlos donde no los habfa, pero, utilizada con las cautelas necesarias, la con- tribucin de los viejos tipégrafos es imprescindible. Conviene, ademis, no ya no restringirla a la percepci6n de problemas, sino ni siquiera centrarla en ese punto. El cotejo y el examen detall del mayor miimero posible de Quijotes antiguos son Ia escuela de critica textual mas beneficiosa para un solvente Quijote moderno. ‘Flasta las erratas menudas de las ediciones secundarias resultan instructivas. az En «El carioso impertinente», asi, porfiaba Lotario con Camila «que le acabase de declarar su intenciéa, porque con mas seguridad y aviso guardare todo lo que viese ser necesario. —Digo ~dijo Camila que no hay més que guardar, si no fuere res- ponderme coino yo os preguntare...» (I, 34, 202) La tercera edicién de Robles (1608) trae ahi «no hay més que aguardar>, pero el « que comparte con la primera nos garantiza que nos las habemos con la banal sustitucida de una palabra por otra de conformacién parecida. Nada de particular, pero reten- gimoslo. Porque, segrin la princeps, cuando llega la hora de mar- charse de la boda, «a solo Sancho se le escurecié el alma, por verse imposibilitado de aguardar la espléndida comida y fiestas de Camacho, que duraron hasta la noche» (II, 24, 81). En cuanto uno reflexiona un poco, entrevé una dificultad, que acaso no atina a localizar. Por el contrario, una humilde impresién madri- lefia de 1765, verosimilmente en pos de otra aun mas humilde, va derecha al blanco: «...imposibilitado de guardar Ia espléndida comida y fiestas de Camacho», Donde una errata dejaba el texto nebuloso, hay de hecho un elegante juego de palabras: las frases insignificantes ediciones del siglo xx (Garea Soriano, Valbuena, Madariaga...) sin ni asomarse ala rica tradici6m del xvity del xv <0PE CODICUM, OPE INGENII> 49 hhabituales eran desde la Biblia y han sido hasta ayer guardar (el) ayuno 0 (1a) ebstinenca y guardar laG) fiesta), es decit,‘observar los preceptos de la Iglesia a esos propésitos’, lo que le toca a Sancho es no poder «uardare ni la- (Arlaned o> yi us puns sete, ean se el verano», en el homens al lorado amigo Fernando Pérez. Gonzi, Editora Regional de Extremadurejea prema Seances 50 iTRoDUCCION La simple observacién de las erratas triviales y notorias nos muestra, pues, la manera de sanarlas cuando se emboscan o se enmascaran. Contamos con buenos dechados, porque el Quijote tuvo correctores extraordinariamente expertos, cuyas dotes para la «critique verbale» podfan competir con las le Louis Havet (cuando ‘unos y otto las ejercitaban para bien). El de Bruselas, 1607, era, maestro en detectar la leccién manuscrita que subyacia a una mala interpretaciGn del impreso. En hugares en que todas las ediciones ‘trafan y seguirian trayendo mio, él se percata de que el amanuense el componedar no ha deseifrado la usual abreviatura de nuestro (nro), orienténdonos asi a descubrir huego que bajo un «i seitor» de la princeps ests en realidad Dios «Nuestro Sefior>.” Estupendo era el ojo de Pedro Pineda (Londres, 1738) para percibir dénde se habia produeido el salto de un segmento del texto a otro segimento igual o simétrico, con la omisi6n consiguiente. La princeps estampa , y Pineda restituye impecable- mente: .# Por las mismas vias podemos nosotros salir al paso de omisiones mis complejas: como cuando en la princeps se lee «no hay para qué tener ‘envidia a Los que los tienen principes y sefiores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista», y la forma, el sentido y los habitos cer~ vantinos aconsejan restaurar «a los gue padres y agiielos tienen...» Con sus intuiciones brillantes y sus inevitables flaquezas, los grandes correctores no son sin embargo los iinicos dignos de estudio. Mas grises se nos ofrecen sin duda quienes prepararon la edicién de Madrid, 1637 (1)-1636 (1D), pero hicieron un trabajo sostenidamente cuidadoso, y tampoco dejaron de aportar excelen- tes enmiendas que se le habjan pasado al bruselense, como «albo- rozall y vouttcuto> por «alborotado...» 0 «pintar y deseribirs por «..y descubrir».” Esa edicién madrilefia ocupa un lugar crucial en © CF. QC, 367.16, 418.15 y 1161.21. Sobre la edicién de Bruselas, cf ambién abajo, en especial IL, pgs. 170-171, y V; pag. 285. 1,24, 17: QC, 280.20. Il, 42, 160: QC, 1060.9-10 » QC, $42.34 y 693.145 véanse también, por ejemplo, 253.32-33, 358.18, 832.29-30, 870.18, 935.22, 0121927 <0PE CODICUM, OPE INGENTDS 5 Ja transmisién del Qagjote en Espafia y fuera de Espaia. No podria en cambio ser més marginal el de otra que finge el mismno pie y las fechas de 1668-1662, aunque es a todas luces una falsificacion de hacia 1700. Pues con todo y con ello el texto de la Primera parte esté ahi meticulosamente revisado e introduce algunas de las mejores correcciones que jamés se le han hecho, encabezadas por la de un pasaje contra el que se habfan estrellado o se estre- Iarian absolutamente todas las otras ediciones: en un ininteligible didlogo de la princeps («...no le pude preguntar el suzeso de aquel viaje. —Pues no fue ~respondié el caballero...»), la apécrifa impre- sién de 1668, con una irreprochable economia y con la seguridad del més sabio paledgrafo, reconstruye ef texto original de la res~ puesta como «Bueno fae —respondié el caballero...»"" Cruciales o marginales en la transmisién, tempranas 0 tardias, con correctores emninentes 0 del montén, todas las impresiones antiguas brindan al editor del Qujiote ensenianzas de precio. «Usus soribendi», «lectio difficilior», «haplografia», «variante adidfora>... son términos del vocabulario acufiado por la flologia biblica, en especial neotestamentaria, y por la filologia clésica, que durante mucho tiempo fueron sedes aventajadas de Ia critica textual. Es necesario haberlos asimilado, y emplearlos resulta claro y cémodo, mientras no se revistan, como tantas veces ocurre, de un halo de reverencia en virtud del cual el mero hecho de adu- cirlos se convierte en salvaconducto ‘cientifico’ que acredita la bondad del discurso, Pero detrés de esos presuntos tecnicismos no hay en definitiva ningiin saber recéndito, sino una experiencia secular que justamente se consolidé en los talleres de imprenta del Renacimiento, donde todo un Erasmo podfa estar bregando al lado de un cajista bisofto, Fs accidental que los filélogos cam- panudos hablen de omisrio ex bomovoteleutu v swut die méme au miéme y los honrados cajistas de machuelo. Nada se aprende en abstract de los manuales que no pueda aprenderse en concreto, * QC, 503.8; y compérense, entre otros, 259.2-3, 203-16 305.25, 4504 (0453.3. Otras catas sucintas en la tadicién pueden veree ea kt «Historia del textor de QCy en la «Nota al texto» que antecede ami «Bdicidn de Castilla-La Mancha», Toledo, 2004, reproducida el mismo aio en a divulgada por la Real Academia Espatiola 52 ryTRopuccI6N Jho més inmediato, del trato atento con las ediciones piimitivas. EI conocimiento para si es del caso proceder ape imge- nnii se adquiere ope codicum, situando cada variante en el marco cabal de cada testimonio y cada testimonio en el marco de toda Ja tradicion de la obra (recensio cum interpretatione). Explorarla y ponerla a contribucion tan exhaustivamente como se pueda es sin duda la tarea que mejor servicio hari al texto del Quijote. Carfruro I COMO SE HACIA UN LIBRO EN EL SIGLO DE ORO Los més conspicuos cervantistas creen que Juan de la Cuesta tenfa compuestas en plomo las seiscientas paginas largas del Jnge- nino bidalgo; que mandé al Consejo de Castilla unas galeradas Y que, una ver recibida la autorizacién, procedié a la tirada de todo el libro." Es puro despropésito. De hecho, Cuesta no podia conservar en metal mss que unas pocas paginas y s6lo durante ‘unas pocas horas: radar los ejemplares no ya de cada pliego, sino de cada cara del pliego, se estampaban inmediatamente después de componerse, y acto seguido los moldes se deshacfan para sicm- pre. Por otro lado, la misién del corrector general era comprobar que el cuerpo de la obra, que. él le llegaba impreso, en lo que hoy ilamarfamos un juego completo de capllas cerradas, se correspon dia con el original sancionado por el Consejo y rubricado por un escribano de Cémara. Ni Francisco Murcia de la Llana ni ninguno_ de sus pares tuvieron, pues, culpa ninguna de las innumerables erratas que manchan las ediciones del Quijote y tantos otros libros * Asi, Astrana Marin, Sevilla y Rey achacan las erratas del Quijote de 1604 a la desidia del corrector general Murcia de Ia Llana: «teGricamente, la Fede ‘erratas servia para que un escribano de ciara revisase el original, sobre cuya revisidn y enmiendas se imprimian algunos ejemplares que volvian « ser com- ppulsados en el Consejo Real con el texto enmendado, hasta autorizar Ia ediciin \definitivas; y dada la despreocupacién ..y el desalifo con que desempefiaya sulabor» Murcia de la Llana, «no extrafa la abundaneia de erratas que oftecen las primeras ediciones» ni que las enmienchs de Ia Fe no se incorporaran «en el “original (Cervantes, Obra completa, ed. F, Sevilla y A. Rey, IV, pig. 10,n.3; VI, pig, 14, 2, y XI, pig. 51,n. 85, entre multitud de analoges). «Seguramente IM. de la Ly ni hojed siquiers el volumen. Ast sali, eno de erratas y de ottos escuidos» (L, Astrana Marin, Vide ejemplar y beroice de Miguel de Cervances Saavedra, Madrid, 1048-198, V, pigs. 597-500). Mas que el error de todasy cada una de esas afirmaciones, palabra por palabra, asombra la increfble cox cepeidn que muestran de cémo se confeccionsba un ibeo en el Seiscienios. 54 COMO SE HACIA UN LIBKO EN EL SIGLO DE ORO de la época: con més 0 menos diligencia, los correctores generales se limitaban a sefialar las mentiras que el cotejo con el ariginal (en teorfa) o un répido golpe de ojo (en Ia préetica) denunciaba como deslizadas en ua libro ya definitivamente impreso. ‘Una de las causas que mas han estorbado que el Quijote reci- biera el tratamiento textual que merece esté sin duda en el desco- nocimiento del proceso que habitualmente seguia una obra desde las manos del autor hasta las del lector en la edad preindustrial de la imprenta, Pero es el caso que sélo cuando se atiende a las rutinas editoriales entonces en uso se dispone también de las, coordenadas correctas para examinar un asunto tan fundamen- tal y con tantas implicaciones como la composicién y revisién del Ingenioso hidalgo de 1604, a 1608. Como sélo cuando se com- prende el modo de produccién material del volumen impreso se esti en condiciones de enfrentarse adecuadamente con multitud de otros problemas que plantea la literatura del Siglo de Oro. Del Amadis al Lazarill y el Guzmin de Alfarache, de La Celes- tina a Fuente Ovejuna, El Burlador de Sevilla 0 La vida es sueio, estin probablemente en mayorfa las obras maestras espaftolas cuyo texto né:puede establecerse con solvencia si no se toman en cuenta las manipulaciones tipogriticas de que fueron objeto.* Poco menos que todos los grandes titulos tienen que volver a +m must enim sp cen seo este SESE en etn stl of). Le et padre Saleanca tomo SE ig A i Ee pl Tay i055 Joe M. Mic «El esto a Primera prs de Ge de Tee ae Goth gs tag Ren Cie sel insincere je Fo or ee cn Bai Ue eal Astana Epo, FEA a Bens, oll irom Sait I Gh ea ns vl Sooenal CECH lg a aD ciaon ea iesieta, Cale pi aarp terre mee on SH EL 0 COPIA DE AMANUENSE ese a todos los pesares de la opinisn corriente, no es lic i taller de Juan de la Cuesta manejara ‘ 5 del Quijote, porque tal proceder habi Tos usos y costumbres de [a tipografia de Ta época, cuya regla para as primeras ediciones era que la imprenca wabajara con una transcripcién realizada por un amanuense contratado al efecto Nada deberia resultar menos sorprendente: lo normal ha sido siempre que el aut6grafo 0 los autégrafos queden desplazados por un apégrafo, por una copia ficilmente legible, sea obra de un «scriyano» de don Juan Manuel, del petrarquesco Giovanni Malpaghini o de la s6lita mecandgrafa del siglo xx que inevita- » Agustin Gonzalez de Amezia y Mayo, «Cémo se hacfa un libro en nues- tro siglo de oro» (1946), en sus Opiseulesbisérize-lieraras, 1, Madrid, 1951, pigs. 331-373. Un seminal estudio de Jaime Moll, «Problemas bibliogrificos del libro del Siglo de Oro», marca nitidamente el arrangue de otra etapa en 1979. 56 GGM0 SE HAcfA UN LIBRO EN EL SIGLO DE ORO blemente ponia anulado por anudado.t No obstante, ningén dato ‘con mayores consecuencias para Ia ecdatica del Siglo de Oro lia sido mas igmorado que la existencia de esa transcripcién en limpio que en el oficio se conocia como «el originab>.’ Porque en el original se produce una serie de fendmenos que determi- nan el contenido y la apariencia final del texto impreso en una medida incluso superior al proceso estrictamente tipografico, Sélo por excepeién, y aun entonces a titulo ocasional, los autores de «libros de entretenimiento» como el Quijate pudieron corre- gir alguna prueba de imprenta, en el lapso de las pocas horas en {que cabia introducir la correccién antes de que la forma corres pondiente desapareciera i saecula saeculorum, Pero tanto los ingenios legos como los graves solian revisar detenidamente la copia del amanuense, y era en ella donde a menudo aportaban retoques y cambios de relieve, mientras en ella, por otra parte, fijaban los tipégrafos en muchos aspectos la fisonomia definitiva del libro. Por lo comin, asf, el aut6grafo esti materialmente més lejos del original que el original del impreso. ee "Los testimonios coetaneos son abundantes e inequivocos, comenzando por contratos de impresién del mismo siglo xv.* y +A crude curiosidad, lease un passe de ls memorias del general Weyler «que nos sivia a mediados del siglo x0: «Bn una oeasi6n en que [mi pare] haba Finalizado una de sus obras, me encarg6 llevar el manuscrito al amanucnse para ae lo pasara a limpio, pero pensé que bien poda copiatlo yo mismo y aso hice. Cuando entregué la copia ami padre, de mi pao y letra, qued agea- dlablemente sorprendido y recompens6 mi soliciud con veinicineo pesctas> (aleriano Weyler, Memoria de wn genera, ed. MT. Weyler, Barcelona, 2004, pig.25) ‘Al gual que en inglés printers (o printer’) copy, el reenicismo original (as en el Quijote, Pre, $2) 3 apliea tanto a los manuscritos como (en el e880 de is reediciones os impresos (vid. por ejemplo abajo, I, pg. 193). Agu, Claro esti, me centro en e original manuseritoy, para evtarconfusiones con el frutégrafo cervantino, doy en cursiva éa otra palabras cuando ls empleo en Ia acepcidn sipogrifca, “Tea meacién expresa mis antiga la encuentro en uno barcelonés de 1489, ‘pad [M, Madurelly J. Rubio y Balaguer, Docmenes para la bora de te Jmpretay liberia en Barcelona (1474-553), Barcelona, 1955, pag. #19 (y vid. 129,348, etc). Solo un ao posterior ala referencia barcelonesa es una entrada ‘end inventario de los bienes de Marti Joan de Galba: ltem, a ha hun altre EL ORIGINAL» © COPIA DE AMANUENSE 37 tampoco faltan sugestivas alusiones literarias. Para Calderdn, el escritor de ley un pliego rasga, otro quema ys malcontento de todo, esto borra, aquello enmienda, pero no culmina Ia tarea hasta pasar el trabajo al amanuense, cuando da el borrador al traslado y-da el traslado a a imprenta.? EL pufio y letra del autor, pues, llega usualmente hasta el iltimo _sborrador: después, el «traslado» que se empleard en la imprenta ‘es ya labor de otro, «sale de su poder».* Por coincidencia y por contraste, Manuel de Farfa y Sousa ofrece una excelente con- firmaci6n de la regularidad de ese modo de hacer. El poligrafo hispanoluso preparaba a veces hasta media docena de borra- dores de un libro, pero marcaba el acento en realzar que el ~, pig. 520. * Preciosa I indicecin de Hernando ce Hoces, Lat Trieamphor de Prencia Petrarcbay Medina del Campo, 1554 ff."8 y 41: «Ha procurado el traductor de tenmenda la [falas] que quedarom asi cuando se eri en limp, para sli de sx poder, como después en la impressién, a causa de estar el original de no muy bhuena letrax ya ratos, se habia dicho antes, posiblemente por el «poco cuithado dl escriptor que sae6 en limpioesta eraduerién. Vid. Flisa Rvir, «El artificto aio: de emo frmas teen sentido en A. Csi ed, Hori keron ig utes aiblbod propo hpgatats-dazyen.qos yaa ys Elon, Beindetiermurty wectnaypigerigee 58 COMO SE HACIA UN LIBRO EN EL SIGLO DE ORO si6n) lo ejecutaba «de su propia mano, precindose de no haber recurrido nunca a los servicios de los “copiadores” profesionales, como solian hacer muchos de sus contempordneos»? ‘Los testimonios indirectos palidecen frente a la maciza evi- dencia de los materiales todavia conservados. La atencién a los originales de imprenta, en comparacién con otras filologias que llevan decenios prestindosela con notorio provecho, es entre nosotros recentisima, por més que en Espafia podemos contarlos por centenares, a lo ancho de toda Ia Peninsula y a lo largo de todas las etapas de la tipografia manual, desde el primer incuna- ble hasta los tltimos productos de la Viuda de Ibarra.'* De los dias de Cervantes en especial, de mediados de un siglo’ bien ntrado el otro, conocemos por ahora un corpus de alrededor de jen manuscritos que Fueron utilizados en los talleres para con- feccionar los correspondientes volimenes impresos."" Lleguen de » Cito a Fernando Bouza, Come manna, Une bitria clara det Sig de Cro, Madrid, soot, pigs. 30°31. Que ena us copiadores~ lo refereFran- Cisco Moreno Roreel, Rete de Monae de Fariey Sous, (Madd, b. 1635), pigs - Fieape ha habido noticias de manvsertos de imprenea (que a fos er tos locales les gusaba tomar por antgrafos), pero el abajo que abre una pocs, mostrando las posblidades que ofecen para el conocimiento dela pograia manual, se debe a W.W. Greg, «An Eliabethan Printer and His (Copy, The Lirary, coarea serie, V2 (1923), pigs. 102-118. Ente la nmensa bibliog poster som epecilmentsexientadores lesbos de P- Simpson, roy seadng in the Sistenth, Secententh and Eightensh Centuries, Lonuees, 13s, 1970" (eon prologo de H. Carter), y de W. Gs Hellings, Capy and Print ride Netbertand Amaterdam, 1962, y escncales las nvestigaciones de Lotte Fellinga sobre «Dress and Textin the Fist Decades of Printing base remitir al artclo ast elado en Lie pega nek, Rieck sce dedi a Lig: Buuomo, Florencia 19 ps. 1-24. Para aprecit la riqueza de origina lee accnibfosen Espana pueden sevir embién los inventaros de .K. Moore Primary Metrials Relating to Copy ed Prin in Eagtsh Boks ofthe Sitvenib and Sroetecnth Centres, Oxf, 1992, y B. Trovto, «Per wn censimento dei manoxeit’ di ipograia in volgare (1470-1600), ahora ampliado en si Iibeo Line det ting: Leta, surnpator, corer tra Quatro ¢ Gingrecent, Renna, 2998, pigs 175-105 (algunas aiciones trae, enee otros. Blond Rinacimen, XLII, 2002, Pgs 409-442) w Empest en 1995 la exporacion de ese corpus por algunos originale de la Fibliotect Nacional que me fueron seialados por Jali Marcin Abad y Jaime BL ) y 65-95 (La cuenta del original), complementado por P. Andzés en «Autores en la oficina del impresor. Tres reimpresiones del Siglo de Oro espafol y un aplaza~ into», Balen del Real Adenia Espoola, LXXIX (1999), ples. 249-266 Todos es0s tanteos quedan ahora superados por la esis de Sonia Garea, EL original de impronta (1472-1683), lea en la Universidad de Aleali en mayo del 2005 y en eurso de publicacién por el Centro para la Edicién de los Clasicos Fspafioles y la Biblioteca Nacional. Por o#ro lado, la Dra. Garza tiene ya ade lantado un estudio sobre los original de siglo xvi -que también ve eventan por centenares-, en especial pertenecientes al fondo sefalad por V. Moreno Gallego, «Nexit sar misu revert: cuatzo palabras sobre el control de la escri~ turaen la modemidad espaitla, en La iavstignciény las cate dcementales en sos archives, Guadalajara, 1996, pigs. 1155-1174.) Comtand coe su existencia, y tras haber segnido dia a dia su elaboracin —anas veces orientindolay otras orientado por ells remito en bloque a ese wabajo fundamental, en el que se «encontrar la documentacién de muchos detalles que doy por supaestos,¥ aqui me fio slo en los asuntos mis pertinentes a mi propésito ma iamediac, 60 G6 Mo SE HACIA UN LIBRO EN FI S1GLO DE ORO por las marcas, signaturas y nlimeros (basicamente los mismos en toda Europa) que van sefialando las porciones del manuscrito que deben coincidir con unas determinadas paginas del impreso. ¥ en su gran mayoria comparten asimismo la condicién de trasl: en limpio, normalmente copias de amanuense, representantes d ‘una etapa posterior a la elaboraci6n autografa de la obra. [L&sa~ was I/1y 2] No hay ni la sombra de un motivo para sospechar que el Quijote no recibiera exactamente el mismo tato. ‘Volveremos en seguida sobre el tema, pero vale la pena subra- antes que fa copia de amanuense no era una simple conv hniencia, sino una exigencia. La obra tenia que ir al Consejo de Castilla, pasar a los encargados de las aprobaciones, ser rubri- cada folio a folio por el «escribano de Cimara»;* luego, una vez restituido el origimal al autor y compuesto el libro, el corrector general habia de cotejar que el impreso se cefifa al texto san- por el Consejo.'" No era cosa de entorpecer con trabas, tunos trdmites de por sf largos y costosos,"* ni de malquistarse ccon los responsables de despacharlos obligandolos a descifrar un embatullado manuscrito de autor.’* © Ken ads de treinta de nuestros manuscrtos, Juan Gallo de Andrada, y dos decllosproceden de los talleres de Madrigal y Guests tenemos, ps, Gptimos teamuntos de cdmo pus ser el original del Ingenio bidalg, Veanse LAMas Tayllt/ 1. «Sobre todas esas exigencias administaivs, el articulo clisco de ime ‘Moll, 7 1 pg, 133) * sContar bien evalguiers original, parquc los libros no se componen eon. sccutivo, sino alternando el orignal, para que silgan dos, tes 0 cuatro pegs ‘metidos unos en otros, y éios # llaman duerno,terno o cuaterno»: Melehor dle Cabrera Nitec. Guzmin, Discurso legal, bistivco polite. det arte de la ‘mprenan Madrid, 1675 (esl, Madsid, 1993), f. 15. Otros testimonios expresos en ig. 375, . Tr “*A quien, desde luego, no hay que confundir con el «esertor de libros» de Iujo, mises, ejecutorias 0 curiosidades preciosa: heros de pensar mas bien en estudiantes menesterosos y maestros de primeras letras (vid. slo, por un lado, las copioses notcis de MC. Alvarer Méquer, «El escribano de letra de libros ‘ere el cajsta: supervivenciay cireulacién del ibro.a mano en la Sevilla del ‘Quinientose, en La memoria de lr libros, Exudis sobre la bistoia del sity dela delamrnenta. 55 a3 ein 536 del mecantsmo En 2 pliegosenfoio, Impocicion pore deoraas on fli vite! ‘on galers. ‘Forma interna, retirselin Consta de 8 planar. be ge Hi Léa T/ 4, Imposicién del folio de a dos, segin J.J Sighienzs Lavan T/2, Formato folio: dos pliegos conjugados en un folio dea dos (duerno) afismewsne areca cosrar: aes Gonads gunalass once of Bompparidon Adame dévealpar dn Jrfarnia ded Ii ange Vounio Protege CepSvobaaygen: aor sors Spusile ree Lasiner, Sie ponen ice oe saputnon tbe hase. Larecieas Vusn, mente pudrine erase TGrne agin + aun que fouitle onder Mertor Lar crite soe 7 cee dite ok pena quan omy TT FerAlianen gus musa eve ive ante Bide tome oto fue onan cxeripter ~ Sufedbas auvonlpas wLsiramed Did. e. “aedan Bains COuttimes ele rrcehlrer trempett ee tabi ink ~ il ence amine pensive 79% Petes of Doo crac copes ponelarl fa vopriniom =p logue sedube mas tomer gy eta may tla mala Soprnton - pun emel mrendo deccam grt atte Tei gy om la meet Choma spore ie pot zai ta gus Galle mas Las aa oe gut gel na sngenin cymes on ennani’e erties 2a yy endan edhe Sirsina guanine Fbunal ae Ditr, addonas pedsian Suashinn sorties eller las mucSas alrmas gus cyuderon consur Unt mate smal Jeficime: = tenia guertn quate ad aries dile fumilss deter tnlancer aife al tosete sagea, Ae quit comdene al gun mrssn tonite’ lngioce abtaony FP pest work uagtintde , gyae arpone 4L quatre seeming te ne grangee con el mas tambon Ue des perce pce came Rotler tun notables derus proocrinae 2 gyn ertwrignay, TYEE elite om tar Mefer alee Gornibnas emmpenyonnan Lat aguas ‘oles mae AeOna Gisdad parm sou, ar con e1%e Ia onusate Gh elas cuaper yriomte onat geese dabilte wraen bh foe ad Drie Tao confeetines pate emmpeneutites cp rmading tat aloft coms Laguna I/ 5. Original (601) eon trazos de estimacién y de corte; 1 texto va holeado v se ha contado «breves. tion dela caida. Yb? cee ant Goade avobriavicr qua tose) Weedad nar perfedss ora ef dasorque sus couiade sleep con lr Ignorance, y victor tfeéton dela mocedid yn grant fist delor yarepéstmteero| eadt ee Itrétado dé amor que eferiol |do cra mogoenla edad y paiado devergaengs 9 de titers preciad pues Chines, y ar ajad de votorros lo que de 20] cCeriatanciguamente, feguid lo 4] Iagora.os digo. Creed matal vila] see Guest et cotton Iiadota de fa hiervo detiguo, tn [to Prelado Chviano: poe Ho [racio fesido Pocta Getil, hane call] atin ct eset Jeantado Venssenfas vero atl tepeoidedello,promere denote] at fon tpota aw ete y proxechots. Prd ene lon mos Gentiles’ era ran atten: Ieiafanie des gran amigo Vax sic Focta Btpasot par aver eam pact vers aficor,higa poner fobretafepalats ete vet: det as Perf, mente paren Gulere desir? Laleioo fore Vero , mies eo el catendim as dtl act que 99 ti da victoire a Ta mrt bo Foresite Femors | temposyque de verfos faers apees,| \eitctpones pra fps Iepes ene estos ete aes haa toison, Yio ope feaeus fs temery hora, ania wa ersten er cacleobsocromaeel causa pepetnee | coneinatua tyes feot fins petoloqee tenes Jima que gc oogenoy Irtibunal de Dios: donde peditan jutica coger ellos ls muchas al [masque ayudaron con is verfos, ue en clin fiernon¥ fienls venta i fos prosienos fies tan grave de-} tite en lox jor delos nobres, em fan ty hacer tte Janene oloen va} [lepae.ni por vai, Gino enmmuchos| |Repnors y poe muchos figlos? Ne [fon encarecienicntos elo, faa ce ase etertay paipables,que| aici ga bleeraende ge no defios de(dichades anroee} lsigiaoe, padiera deairaox lo ig facedio en l reparsimlento LAsana 1/6, Texto impreso correspondiente ala Lawawa 1/5

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