Está en la página 1de 13

Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.

ar/391114-un-arma-en-la-casa

30 de diciembre de 2021Edición ImpresaPDF


Defendé la otra mirada por $300 x mes

Iniciar sesión
Hacete soci@

Ingresar
Hacete soci@
30 de diciembre de 2021
Edición ImpresaPDF

Hoy:
Verano12

1 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

Secciones y Suplementos

2 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

3 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

Hoy:
Verano12

Secciones
El paísEconomíaSociedadEspectáculosDeportesCienciaEl mundoEdición impresaUniversidadAjedrezCulturaDiálogosPlásticaPsicologíaCartas de
lectoresContratapaAudiovisualesRecordatoriosConsumoSalta12Catamarca12PodcastsSoci@sLa ventana
Suplementos
CashEngancheRadarTurismoRadar LibrosNOSoyLas12UniversidadSátira12M2Rosario12Verano12LíberoEspeciales de P12


El país
Economía
Sociedad
Cultura y Espectáculos
Deportes
El mundo
Psicología

Hoy:
Verano12

Buscar... 

Verano12

Un arma en la casa

Por Mariano Quirós


30 de diciembre de 2021 - 00:46

4 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

EL CUENTO POR SU AUTOR

Tal vez no había un arma en la casa, pero sí aquella sensación inquietante de que algo —pero qué— podía ocurrir de un momento a otro. La casa efectivamente
estaba cubierta de cuadros y posters con consignas políticas, frases duras, de una poesía sin matices. A mí me encantaban, pero a mi hermana no tanto y como ella
era la mayor, al final me quedaba una sensación ambigua. La idea de que aquellos posters, aquellas consignas, suponían un peligro. Además vivíamos en el
conurbano bonaerense, en Villa de Mayo, y cada dos por tres entraban a robar. Eran robos muy sospechosos: se llevaban libros de teoría política, la colección de
casetes con canciones de protesta, ¡los posters! Puede que no robaran otra cosa porque vivíamos de manera bastante austera, rayana en la pobreza. Una vez por
semana —creo que los sábados— íbamos a un almacén sobre avenida Wilson donde nos prestaban el teléfono. Ahí recibíamos las llamadas de mi padre, que llamaba
desde Resistencia. Eran llamadas más bien desoladoras. Recuerdo que una noche de aquel año vimos por televisión La noche de los lápices y que después no
pudimos dormir. Otra de aquellas noches, en Función privada, Rómulo Berruti y Carlos Morelli proyectaron Tacos altos y las tetas de Susú Pecoraro me volaron la
cabeza. Y tampoco pude dormir. Habrá sido un año, año y medio, el que mi hermana y yo permanecimos en Villa de Mayo. Mamá y su marido se quedaron un año
más, hasta que a ella —que hacía poco había parido a mi hermano Emiliano— le pusieron un arma en la cabeza para robarle la cartera. Fueron un par de años
complicados, no sé nombrarlos de otra manera. En honor —o en respuesta— a esos años escribí este cuento, que es parte de mi libro La luz mala dentro de mí.

UN ARMA EN LA CASA

El revólver lo trae papá. Vivimos en Buenos Aires, en un barrio espantoso donde todos los días pasa algo raro. Tiroteos, robos, asesinatos… Papá, y también mamá,
entienden que con un arma en la casa vamos a estar más tranquilos.

Mamá y papá saben usar armas. Como han sido Montoneros, han hecho prácticas de tiro junto a sus compañeros de aquella época. Muchos de esos compañeros
han muerto o los han desaparecido, pero hay otros tantos con los que vuelven a juntarse, ahora que los milicos se fueron.

Por lo general, hacen reuniones en la casa de este o en la de aquel, hasta que finalmente consiguen un local donde juntarse a discutir. El local se llama “El Peronismo
Revolucionario”, está lleno de sillas como de escuela y tiene las paredes repletas de afiches. Mamá, papá y los compañeros se acomodan en las sillitas, como
alumnos de primaria, y desde ahí discuten.

Mamá se hace de unos cuantos afiches como los del Peronismo Revolucionario para pegar en las paredes de nuestra casa (afiches repletos de consignas como “Si
Evita viviera sería Montonera”, “A la carga mujeres cubanas”, “Felipe Vallese vive”, y así). A mí, que por entonces ando por los ocho años y las cosas no me parecen
ni bien ni mal, los afiches no me representan mayor problema. Pero a Katy, que tiene once y una intuición más avanzada que la mía, el asunto no le causa la menor
gracia. Dice mi hermana que de alguna manera esos afiches nos ponen en evidencia. En evidencia de qué, pienso yo, pero no me atrevo a preguntarlo en voz alta.

Como sea, Katy consigue preocuparme. Cada vez que alguien ajeno entra a la casa —un amigo del barrio, un compañero de la escuela— hago lo posible por alejar su
atención de las paredes. Señalo otras cosas, algún adorno, algún juguete del que me siento especialmente orgulloso; también hablo más alto —como si pudiera tapar
una imagen con la voz—, todo sin necesidad, porque no es que mis amigos se dejen llevar por unos cuantos afiches. A excepción de uno de ellos, Nacho, a quien el
dibujo que acompaña la leyenda “A la carga, mujeres cubanas” —un dibujo con mujeres vestidas de fajina y fusiles en alto—, le sabe a película de guerra.

5 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

—Conseguime uno —pide Nacho. Prometo hacer lo posible, pero mamá no me hace caso cuando le hablo del tema. Y papá menos. Y como yo, por mis propios
medios, no tengo modo de conseguir el afiche, prefiero dejar de juntarme con Nacho.

A la señora que nos cuida, Doña Julia, también le atraen los afiches. Los mira siempre como si acabara de descubrirlos. Hasta les pasa el plumero. Mamá la contrató,
en principio, para que cocine, pero al ver que el barrio no ofrece garantías acaba por agregarle el trabajo de niñera.

Doña Julia es una mujer buena. Buena y vieja. Vive apenas a un par de casas de la nuestra y suele llevarnos a comer junto a Don Ángel, su marido. Don Ángel hace
honor a su nombre, tiene un bigote largo, del tipo manubrio, y quiere darnos consejos, hablarnos de la vida en profundidad, pero mi hermana y yo no estamos en
condición de tomarlo en serio. Nos reímos a sus espaldas, de sus consejos y de su bigote, y después seguimos como siempre.

Don Ángel nos enseña que al agua, antes de tragarla, hay que masticarla; con Katy miramos al viejo mover la mandíbula, lento muy lento, como macerando algo
invisible, con los bigotes bailándole sobre la boca como si quisieran salirse de su cara, y más tarde pasamos el rato imitándolo. Tampoco Doña Julia le hace caso al
viejo. Al menos nunca veo que mastique el agua.

Lo bueno de comer en casa de Doña Julia es que siempre hay comidas raras, cosas que mamá nunca prepararía. Un día, la vieja nos aparece con una fuente de
polenta con leche para comer como postre. Mi hermana y yo ponemos cara de asco. Y más impresión nos da cuando Don Ángel empieza a comer. Come como un
bebé —o quizá como lo que es: un anciano—, la leche le cae por la comisura de los labios y unos restos de polenta se le enredan en el bigote. A cada zampada de
polenta le sigue una sonrisa. Parece un viejito o, quizá, un bebé feliz.

Tanto insiste Doña Julia con la polenta con leche que acabamos probando. Por ser el menor, Katy me hace probar a mí primero. Pruebo entonces, y me gusta. Y me
gusta tanto que me animo a repetir. Y desde entonces pruebo sin dudar cada cosa que Doña Julia trae a la mesa. Katy dice que lo mío es nada más que otra manera
de molestarla, de hacerla quedar mal con la gente, pero la verdad es que a mí me gusta la comida de Doña Julia.

6 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

El día que papá trae el arma, llega con cara seria y no saluda a nadie. No es su cara más típica, por lo general papá es un tipo de tener siempre a mano algún chiste,
alguna ocurrencia que nos hace reír, siempre alguna mentira que nos alegra la jornada.

Pero este día es distinto. Se encierra en su dormitorio sin llevarnos el apunte y cuando sale —por lo menos una hora después— llama primero a mamá, hablan en
susurros entre los dos, como en secreto, en un rincón, y cuando hacen de cuenta que llegan a un acuerdo, papá nos llama al resto (a Katy, a mí y a Doña Julia) y nos
hace sentar a la mesa del comedor. Nos mira uno por uno —también mira a mamá—, y dice:

—Esto no es broma.

Después pone el revólver en el centro de la mesa y nos explica que si trae semejante cosa (así dice, “cosa”) a la casa, es porque quiere que vivamos tranquilos, que
no dejemos tan librada nuestra suerte. A cada frase de papá, mamá la acompaña con un movimiento de cabeza, asintiendo, y con un leve fruncimiento de la boca,
como si todo eso —el arma en la casa— fuese muy a su pesar.

—Esto no es para matar a nadie —dice papá—: esto es para que no seamos tan vulnerables.

Si bien el tono de voz de papá resulta convincente, la verdad es que entiendo más bien poco de lo que habla. Yo estoy fascinado con el revólver. Pero como todos en
la mesa han asumido un semblante grave, serio como el de papá, me esfuerzo en impostar una expresión parecida, algo que insinúe mi buen seguimiento del tema.

Para terminar, papá nos conduce a todos al dormitorio que ocupan él y mamá, y nos muestra el cajón donde estará guardado el revólver. Mira a Doña Julia y le dice a
la pobre vieja que en modo alguno deje que mi hermana y yo abramos ese cajón.

—No se preocupe señor —responde la vieja al instante.

Después salimos del dormitorio y yo le pregunto a Katy, en voz baja, para qué papá nos muestra dónde guarda el revólver, si al fin y al cabo no quiere que lo
toquemos. Pero mi hermana me contesta que no sea idiota y da vuelta la cara.

Por cómo están las cosas, prefiero callarme y volver a mi rutina, una rutina por cierto aburrida, que consiste en ir a la escuela y volver urgente a casa, a refugiarme
de las amenazas del barrio. En medio de semejante sopor, los almuerzos con Doña Julia y Don Ángel, o a las reuniones en el Peronismo Revolucionario, empiezo a
sentirlos como auténticas odiseas.

Por lo demás, tampoco está en mi ánimo acercarme al cajón del revólver; ni mamá ni papá parecen personas capaces de imponer un castigo desmedido —de hecho,
no recuerdo que alguna vez nos hayan castigado—, así que para qué joder con el tema.

Y sin embargo, apenas un par de días después de la reunión tan aplomada de papá, encuentro el revólver apoyado, como si tal cosa, sobre su cama, que, por
supuesto, también es la cama de mamá. No sé decir qué hago, qué estoy haciendo yo en el dormitorio de ellos. Y cuando voy, revólver en mano, a contarle a mamá lo
que acabo de encontrar fuera de su sitio, y mamá empieza a preguntarme, a grito pelado, qué ando haciendo yo por su pieza, tampoco sé decirlo.

Me quedo mudo y con los ojos muy abiertos. No estoy acostumbrado a que mamá me grite. Suelo ver y oír que les grita a papá o a Katy, que sí son personas que le
dan problemas y más de un disgusto. Pero a mí nunca. Me da tanta impresión que, una vez dejo el revólver en sus manos, decido que a partir de entonces hablaré
con mamá apenas lo justo y necesario.

Me queda nomás la sensación del revólver en la mano. Una cosa rarísima que me ha subido por el brazo como electricidad y que me ha hecho temblar las piernas.

El asunto podría quedar sólo en eso, pero al día siguiente me topo, otra vez, con el revólver. Está dispuesto igual que el día anterior, como olvidado, casi en el borde
de la cama (meterme en el dormitorio de mamá y papá, supongo, es uno de mis pasatiempos preferidos).

Pero esta vez no hago nada. Tengo muy frescos en mi cabeza los gritos de mamá, así que me aguanto las ganas de dar la voz de alarma y me quedo en la pieza,
arrodillado a los pies de la cama y mirando el revólver.

Lo que más llama mi atención es que, a diferencia de lo que uno ve en las series y películas de la tele, este revolver parece viejo. Como una herramienta que alguna
vez ha sido muy utilizada y que ahora pasa mucho tiempo escondida en un cajón. O peor: pasa el tiempo a la intemperie, soportando a veces mucha humedad y otras
veces un sol tremendo.

¿Cuánto tiempo me paso así, arrodillado, mirando el revólver desde distintos ángulos? ¿Treinta minutos, una hora? ¿Toda la jornada laboral de Doña Julia, cuya voz
—llamándome a comer o simplemente llamándome— se encarga de arrancarme de aquella rara ensoñación? El tiempo que sea es suficiente para que, de tanto estar
arrodillado, mis articulaciones crujan al enderezarse como crujen los huesos de un viejo.

Doña Julia nos lleva, como tantas veces, a comer a su casa. Esta vez a cenar. Mamá y papá volverán tarde y la vieja quiere comer con su marido. Katy se queja,
dice que mamá y papá no pueden pasar tanto tiempo afuera, obligándonos a comer con estos dos viejos. Mi única queja esa noche —queja que por otra parte no
explicito—, es que Doña Julia no nos convida ningún postre raro, apenas si nos da un par de ciruelas a cada uno. Don Ángel come las suyas como si se tratara de
algo extraordinario, ensuciándose mientras nos explica que, a las ciruelas, lo mejor es pelarlas, que la cáscara de ciruela genera trastornos para ir de cuerpo. Pero
nadie le hace caso al viejo, porque su mujer, mi hermana y yo, comemos las ciruelas con cáscara y todo.

El asunto es que a la tarde siguiente el revólver sigue sobre la cama. Algo no está bien: mamá y papá han dormido ahí; la cama, por ende, se ha desarreglado y se ha
vuelto a hacer —por Doña Julia, supongo—; mamá y papá después han salido, como cada día, rumbo al trabajo —o dondequiera que salgan—, y ahora yo, en mi
aburrido periplo de la tarde, me topo de nuevo con el revólver.

Pienso en hablar con Katy, pero pronto desecho la idea: mi hermana es de usar mucho las mismas frases de mamá, hasta sus tonos de voz. Como si la imitara. Me
dedico, otra vez, nada más que a mirar el arma. Y cuanto más la estudio, más siento que puedo manejarla, que no hay grandes secretos en ese artefacto. De hecho,
cierta ordinariez en los detalles (un borde cachado, unas rayas en el caño y hasta el polvillo que se le junta en el tambor), me dice que usar un revólver debe ser de lo
más fácil.

Es a la tarde siguiente —el revólver siempre, como cada día, sobre la cama— que me animo a agarrarlo. Las piernas y los brazos me tiemblan como la vez anterior,
aunque ahora no pienso ir a dejar el revólver en manos de nadie. Siento las voces de mamá y papá, de Katy y de Doña Julia acercándose, pero no es más que la
mezcla de miedo y ansiedad que me llena de ruidos la cabeza.

Respiro hondo, como para calmarme, y una vez que lo hago paso el dedo índice por el gatillo, con la seguridad de que no apretaré nada. Puedo apreciar, ahora sin
urgencia, el peso del revólver. Se me hace muy pesado. Esos hombres que uno admira en la televisión, esos hombres que corren y saltan techos con un arma entre
las manos, no pueden ser otra cosa más que una estafa. No es posible moverse así con algo tan pesado.

Sin embargo, me paro ante el espejo que mamá y papá tienen sobre una cómoda, y empiezo con las poses. Pongo cara de piedra, de hombre duro, y sostengo el
revólver con las dos manos, los brazos plegados al cuerpo, como al acecho; luego de rodillas, una pierna delante de la otra, como si apuntara a un blanco lejano;
después apunto al espejo, a mí mismo, y le digo a mi imagen que no se mueva, que se esté quieta en el lugar si quiere contar el cuento.

Katy me descubre cuando poso como un suicida, con el caño del revólver en la sien.

—Qué hacés… —dice, asustada.

Quiero decirle que no hay problema, que tengo bien estudiado al revólver y que no corremos ningún peligro. Pero, para variar, me quedo mudo, asustado yo también.

Cuando puede reaccionar, mi hermana me quita el arma, casi de un tirón, y me dice que soy un enfermo, un degenerado, y que me prepare, porque apenas vuelvan

7 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

mamá y papá me voy a ligar por lo menos una buena paliza.

No sé qué será, pero supongo que es la misma electricidad, el mismo temblequeo de piernas y brazos que me asalta cuando agarro el revólver, lo que ahora se mete
con Katy. Porque de pronto cierra la boca y vuelca toda su atención al revólver. Lo mira como si lo estudiara a fondo. Aprovecho su repentina absorción para
explicarle que yo ya sé usar el arma, que la vengo examinando desde el primer día.

—…Siempre lo dejan en la cama —digo, sin estar muy seguro de lo que quiero decir con eso.

Katy me manda cerrar la boca. Le ha cambiado el semblante y ahora me mira con desconfianza.

—Hagamos una cosa —dice por fin—: no le decimos a nadie del revólver, pero no se lo puede mover de acá.

Nunca pensé en sacar el revólver de ahí, así que no tengo mayor problema con eso. Pero no me gusta que, por ser la mayor, Katy diga que ella, y sólo ella, puede
sostenerlo.

—Vos con esto sos un peligro —la cara que pone para decir eso es la cara menos amable de mi hermana, la cara que pone para marcar una distancia entre los dos.

Tampoco me gusta el juego que propone: ella será la detective y yo el ladrón —o a veces el asesino—, que cae derrotado por sus disparos.

Le doy el gusto por un rato, haciendo de cuenta que me escondo o que intento escaparme, pero el poco espacio que nos deja el dormitorio hace del juego una cosa
de lo más aburrida. Además, con Doña Julia tan cerca hay que cuidarse de no hacer ruido.

Y aunque nunca lo admita, Katy también se aburre con su juego, porque en una de esas, mientras yo improviso un escondite bajo la cama, la veo plantarse ante el
espejo para empezar con las poses. Hace casi las mismas que yo: el revólver bien agarrado con las dos manos, los brazos plegados sobre el cuerpo; una rodilla
clavada en el piso, los ojos achinados, como apuntando, y todo eso…

Entonces salgo de abajo de la cama y le digo que basta, que así es aburrido para todos, y que mejor, en todo caso, hacer como si fuéramos suicidas. Discutimos un
rato hasta que me dice a ver, qué tan divertido es jugar a eso.

Me siento feliz cuando tengo de nuevo el revólver en mis manos. Se me escapa la sonrisa. Katy dice que con esa cara parezco un idiota, pero no me importa.
Cualquier cara que yo ponga, para mi hermana será siempre la cara de un idiota.

Hago lo que tengo que hacer: me llevo el caño a la cabeza y empiezo a contar: uno, dos, tres, cuatro, y antes de que diga cinco Katy me dice que listo, que mi chiste
no tiene gracia y que a guardar el coso ese.

Una lástima, pienso, pero le devuelvo el revólver sin chistar.

Justo ahí es que aparece Doña Julia. Ni mi hermana ni yo la sentimos acercarse, y ahora ya es tarde, ya no tenemos tiempo ni de guardar ni de esconder nada.

—Qué hacen acá… —pregunta la vieja. La misma pregunta, pienso, el mismo tono asustadizo que un rato antes usó Katy para decirme lo mismo.

Estoy seguro de que a mi hermana se le pega, otra vez, esa electricidad tan rara que se nos pega cuando agarramos el revólver, esa especie de felicidad, porque de
repente le está apuntando a Doña Julia como si nuestra niñera fuera un violador, alguno de los asesinos que andan sueltos por el barrio. La vieja pone las manos en
alto y ahora sí la escena parece de película o de serie de televisión.

—No diga nada Doña Julia —ruega Katy—, no le diga a papá…

Mi hermana suplica, pero no deja de apuntar. Y la vieja, pobre, con las manos en alto. Las dos tienen los ojos muy abiertos, caras de locas. Y supongo que yo
también. Pero en lo único que pienso —y por eso imagino que va siendo la hora de comer— es que, así como están las cosas, ya no volveremos a comer en casa de
Doña Julia.

Si llegaste hasta acá...

Es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoria de los medios. Página/12 tiene
un compromiso de más de 30 años con ella y cuenta con vos para renovarlo cada día. Defendé la otra mirada.

Defendé tu voz.

Unite a Página/12
INGRESAR
Hacete soci@ para contribuir

Contribuciones

Contribuciones 0 Opciones

Todavía no hay contribuciones. ¿Por qué no escribes una?

Últimas noticias

8 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

México aprobó la vacuna cubana Abdala contra la covidPara su uso de emergencia

A la ola de calor se suman los cortes de luz en la Ciudad de Buenos AiresMás de 218 mil personas sin servicio

Clima en Buenos Aires: el pronóstico del tiempo para este jueves 30 de diciembreAlerta naranja por altas temperaturas

Dólar blue hoy: a cuánto cotiza el jueves 30 de diciembreDólar blue hoy: a cuánto cotiza el jueves 30 de diciembre

En La Rioja ponen foco en la vacunaciónAumentan los casos, pero por ahora no habrá más restricciones

Portada

LA “GESTAPO” NACIÓ EN LA ROSADA

La visita de Marcelo Villegas a la Casa de Gobierno

30 de diciembre de 2021

El juez Kreplak ordenó allanamientos en La Plata y CABA

La investigación por la "Gestapo" macrista

30 de diciembre de 2021

Wolff, Villegas y la Gestapo

30 de diciembre de 2021

9 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

Cambios en Bienes Personales: Cómo logró el Frente de Todos convertirlos en ley en el Senado

Debut con triunfo aún sin quorum propio

30 de diciembre de 2021

El país

"Gestapo" macrista: El juez Kreplak ordenó allanamientos en La Plata y CABA

A partir de la denuncia del video de la mesa judicial

30 de diciembre de 2021

El repudio a la persecución sindical

Hugo Yasky presentó un proyecto en el Congreso

30 de diciembre de 2021

"Gestapo" macrista: Marcelo Villegas estuvo en la Casa Rosada antes de la reunión en la que planteó embestir contra los gremios

Coincidió con Mauricio Macri y Gustavo Arribas

30 de diciembre de 2021

Los espías y su rol en la persecución

Los hombres de la AFI macrista que se ven el video

30 de diciembre de 2021

Economía

Dólar blue hoy: a cuánto cotiza el jueves 30 de diciembre

Dólar blue hoy: a cuánto cotiza el jueves 30 de diciembre

30 de diciembre de 2021

Los consensos "internacionales" con el FMI

Guzmán habló de lo que falta en el marco de la negociación de deuda

30 de diciembre de 2021

El dólar blue alcanzó un nuevo record

Subió 3 pesos y cerró a 209

29 de diciembre de 2021

El colchón "impuestazo" de Larreta

Los tributos que el jefe de Gobierno aumentó en dos años

30 de diciembre de 2021

Sociedad

México aprobó la vacuna cubana Abdala contra la covid

Para su uso de emergencia

30 de diciembre de 2021

A la ola de calor se suman los cortes de luz en la Ciudad de Buenos Aires

Más de 218 mil personas sin servicio

30 de diciembre de 2021

Clima en Buenos Aires: el pronóstico del tiempo para este jueves 30 de diciembre

Alerta naranja por altas temperaturas

10 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

30 de diciembre de 2021
VIDEO

Efemérides de hoy: qué pasó un 30 de diciembre

Hechos que ocurrieron en la Argentina y el mundo

30 de diciembre de 2021

El mundo

Los jóvenes que protagonizaron las protestas en Colombia denuncian una "cacería de brujas"

La persecución del gobierno de Duque terminó con la detención de más de dos mil manifestantes

30 de diciembre de 2021

Guatemala conmemoró 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz sin mucho para celebrar

Las comunidades indígenas denuncian que no se cumplieron los compromisos suscritos

30 de diciembre de 2021

Honduras: el partido de Xiomara Castro ganó las elecciones parlamentarias

El próximo 27 de enero la exprimera dama se convertirá en la primera jefa de Estado del país centroamericano

30 de diciembre de 2021

Año Nuevo europeo, cerrado por la ómicron

Restricciones en todo el continente por la disparada de contagios

29 de diciembre de 2021

C&E

VIDEO

"Sexo desafortunado o porno loco": en la senda de Walter Benjamin

La película del rumano Radu Jude ganó el Oso de Oro de la Berlinale 2021

30 de diciembre de 2021

Balance del cine argentino 2021: las aguas bajan turbias

Descontento y reclamos del sector al accionar del Incaa

30 de diciembre de 2021
VIDEO

"A un click de distancia": más allá de las palabras

Notable película escrita y dirigida por la estadounidense de origen cubano Natalie Morales

30 de diciembre de 2021
VIDEO

En Netflix: "A 200 metros", una fábula palestina

Opera prima del realizador Ameen Nayfeh, premiada en Venecia

30 de diciembre de 2021

Deportes

Los genitales de Icardi y la vesícula fiscal de Batistuta y Tevez

30 de diciembre de 2021

Pochettino, a punto de convertirse en el primer refuerzo de River

El exBoca estaba en el radar de Gallardo y acordó de palabra su llegada a Núñez

30 de diciembre de 2021

Messi lidera el equipo sudamericano ideal de 2021

Lo acompañan otros cuatro argentinos

30 de diciembre de 2021

La historia de Susana Bedrossian, una militante de 90 años

Madre de Juan Carlos Abachian, desaparecido desde 1976

30 de diciembre de 2021

11 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

Caras y Caretas

El polifacético del pueblo

Testimonios

Por Damian Fresolone

Aunque te muerda un dolor

El Tema

Por Sergio Pujol

¿Dónde hay un tampón?

Enfoques

Por María Seoane

El Planeta Urbano

Analógico vs. digital

Volver al orígen como parte de la evolución

Por Gimena Bugallo y Carolina Barbosa

Mariana Michi: sonidos programados

La ganadora de la Bienal de Arte Joven presenta su segundo disco

Por Pablo Díaz Marenghi

Nicolás Artusi: comunicador serial

Entre el café y el periodismo sin pose

Por María Paz Moltedo

Provincias/12

Ver más

"El nivel de vacunación que tenemos es clave"

Martorano sobre el escenario covid y las nuevas disposiciones

No hay rechazo pero sí pedaleo

La oposición no le votó el presupuesto al gobierno

Santa Fe en estado de "emergencia ígnea"

Para frenar la escalada de incendios de pastizales y bosques

RURAL

Ver más

Se registraron casi 500 casos de Covid 19 en un solo día en Salta

Los sospechosos de tener la variante Ómicron ya son 29

Falleció un niño originario por causas evitables

Es el quinto caso en el año

Otorgan la libertad al condenado ex intendente de Aguaray

Le levantaron la prisión domiciliaria hasta que quede firme la sentencia

12 de 13 30/12/2021 10:05
Un arma en la casa | Página12 https://www.pagina12.com.ar/391114-un-arma-en-la-casa

Ver más

Imputaron al intendente Guaraz por acosar a una de sus denunciantes

Hoy declarará en Fiscalía

“Lo de la oposición fue igual de lamentable que dejar sin Presupuesto al país”

Lucía Corpacci sobre la Ley de Bienes Personales

En La Rioja ponen foco en la vacunación

Aumentan los casos, pero por ahora no habrá más restricciones

Suplementos

Un arma en la casaVERANO/12

Trabajo en equipoLa Copa América, Tokio y el Mundial de Futsal, logros deportivos en clave colectiva

El plan económico de BoricLas principales propuestas del próximo gobierno de izquierda en Chile

EL ARENEROLa sorpresiva y exitosa edición de Feel Flows, la caja que rescata las grabaciones de The Beach Boys desde junio de 1969 hasta finales
de 1971, cuando el mundo los había olvidado.

Tu navegador tiene deshabilitado el uso de Cookies. Algunas funcionalidades de Página/12 necesitan que lo habilites para funcionar. Si no sabés como hacerlo hacé
CLICK AQUÍ

13 de 13 30/12/2021 10:05

También podría gustarte