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5.2.1. La delegación
Sin embargo, el COA determina normas que, a mi criterio, le dan una mejor formación,
y por lo tanto, es necesario observarlas para no incurrir en vicios y responsabilidades.
El artículo 69 del COA establece que “Los órganos adminis- trativos pueden delegar el
ejercicio de sus competencias”.
El artículo 69 del COA nos muestra los escenarios en los cuales se puede conceder la
delegación:
Esta delegación no se otorga en una situación de jerarquía dependiente, sino como una
figura de coordinación y colaboración. Ejemplos de este tipo de delegaciones podrían ser
la gestión delegada que establece el COOTAD entre los distintos niveles de gobierno,
con requisitos como son la expedición de un acto normativo y un convenio.
Al parecer, el COA trae una restricción en cuanto a la delegación por esta causa, al indicar
que, para suscribir actos administrativos de un superior, solo puede delegar esta
atribución a un funcionario que sea titular de un órgano dependiente. Por ejemplo, que
un coordinador general delegue al director la firma de sus actos administrativos.
El artículo 71 del COA establece dos efectos para la delegación, y el artículo 73 nos habla
sobre su permanencia en el cambio de autoridad:
3. El cambio de autoridad
El artículo 72 del COA establece los casos en los que no se puede delegar, y son los
siguientes:
Contrario a lo que establecía el ERJAFE que se puede delegar todo lo que no esté
prohibido; el COA tiene reglas específicas y distintas que no deben confundirse.
Vedel y Devolvé, citado por Pérez (1992), nos dicen que “es unánime la doctrina en
afirmar que la delegación solamente es posible si existe un texto legislativo o
reglamentario que la establezca”, y también, siendo muy concordante con el artículo 226
de la Constitución de la República del Ecuador, Pérez indica:
De todo lo cual se deriva uno de los principales conceptos del derecho público cual es
que las personas públicas estatales solo pueden hacer aquello que les ha sido
específicamente atribuido, con lo que la incompetencia vendría a ser la regla y la
competencia la excepción. Esto se explica en un principio fundamental del Derecho
Administrativo quae non sunt permise prohibita intelliguntur7, referido a la Administración, que
se manifiesta en el principio de juridicidad (art. 23).
Entonces, para tratar este numeral es fundamental entender cuál es una competencia
reservada, lo cual no tiene que ver con la distinción que hace el COOTAD en cuanto a
competencias exclusivas, privativas, concurrentes o delegadas.
El término reservado quiere decir ‘guardado’. Por ejemplo cuando decimos que el
establecimiento de impuestos tiene reserva de ley nos referimos a que solo se pueden
crear a través de ley. No quiere decir que se puede crear por ley y también por ordenanza
a menos que esté prohibido.
En este caso hablamos de reserva de órgano, es decir, que determinada competencia solo
ese órgano la puede ejercer y la puede delegar siempre y cuando el ordenamiento jurídico
expresamente le habilite. No quiere decir que puede delegar siempre a menos que esté
prohibido.
En ese sentido, y a manera de conclusión, según este numeral cuando una competencia
está atribuida a un órgano o entidad específica, no se puede delegar a menos que
expresamente esté prevista esta posibilidad.
Este numeral no merece mayor explicación, sino decir únicamente que el requisito
establecido en el numeral 2 del artículo 70 establece que es necesario citar la atribución
que tiene el órgano para delegar la competencia, y por lo tanto, deberá estar expresa-
mente autorizado para delegar una competencia que, a su vez ya le ha sido delegada.
En mi criterio, esta prohibición solo tiene aplicación para los actos normativos de carácter
administrativo por disposición expresa del artículo 131 numeral 5 del COA.
En cuanto tiene que ver con los actos administrativos de efectos generales, estos son
delegables de acuerdo a lo indicado en el artículo 69 numeral 4.
Esta última prohibición resulta ser muy lógica desde el punto de vista del principio de
imparcialidad (art. 19). Es justo y coherente que sea un superior quien resuelva un
reclamo planteado en contra de las actuaciones de su inferior. Esta disposición no se ha
hecho ampliatoria a los recursos, por cuanto, el artículo 219 señala que su conocimiento
y resolución le corresponde a la máxima autoridad, sin previsión de delegación.
Es válido indicar que, aunque a muchas entidades públicas les incomodan las
restricciones a la delegación que ha previsto el COA, debemos ser observantes acérrimos
del principio de legalidad. Sin embargo, de otorgarse una delegación irregular, su efecto
será que el órgano sea incompetente en razón del grado, lo cual es un vicio de aquellos
que sí admiten convalidación, una vez que fueran ratificados por quien sí tenía la
competencia.
5.0.1. Avocación
Pérez (2018, 25) señala que la avocación no requiere que una norma lo autorice, sin
embargo, de existir prohibición, esta deberá respetarse.
5.0.2. Suplencia
5.0.3. Subrogación
Cuando la ley lo prevé, el inferior jerárquico ejercerá las competencias de su superior en
casos de ausencia. A diferencia de la suplencia, se requiere de una ley que lo habilite, y
además hay una relación vertical necesariamente lo cual no se exige en la suplencia.
5.0.4. Descentralización
5.0.5. Desconcentración