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El Rabano Gigante
El Rabano Gigante
Había una vez en Rusia, un anciano granjero que vivía con su anciana mujer, dos nietos, un perro
negro y un gato blanco. Un día sembró una semilla de rábano en su huerto. Todos los días
regaba el rábano y lo protegía del sol.
—Crece rabanito, crece —le decía el granjero.
Pasaron varios meses, y el rábano crecía, y crecía, y crecía hasta que llegó a ser... ¡GIGANTE!
Un día, el anciano granjero fue al huerto para arrancar el rábano de la tierra. Tiró… y tiró… y tiró.
Pero por fuerte que tirara, no había manera de arrancar el rábano de la tierra.
—¡Ven a ayudarme, mujer! —gritó el anciano granjero—. ¡No puedo arrancar el rábano de la
tierra!
La anciana tiró de la cintura del anciano. El anciano tiró del rábano. Tiraron y tiraron una y otra
vez, pero no pudieron arrancarlo. De modo que la anciana llamó al nieto. El niño tiró de la
anciana, la anciana tiró del anciano y el anciano tiró del rábano.
Pero por fuerte que tiraran no había manera de arrancar el rábano de la tierra.
—¡Ven a ayudarnos! —le dijo el niño a su hermana—. ¡No podemos arrancar el rábano de la
tierra!
La niña tiró del niño, el niño tiró de la anciana, la anciana tiró del anciano y el anciano tiró del
rábano.
Pero por fuerte que tiraran no había manera de arrancar el rábano de la tierra.
—¡Ven a ayudarnos! —le dijo la niña al perro negro—. ¡No podemos arrancar el rábano de la
tierra!
El perro negro tiró de la niña, la niña tiró del niño, el niño tiró de la anciana, la anciana tiró del
anciano y el anciano tiró del rábano.
Pero por fuerte que tiraran no había manera de arrancar el rábano de la tierra.
—¡Ven a ayudarnos! —le dijo el perro negro al gato blanco—. ¡No podemos arrancar el rábano de
la tierra!
El gato blanco tiró del perro negro, el perro negro tiró de la niña, la niña tiró del niño, el niño tiró
de la anciana, la anciana tiró del anciano y el anciano tiró del rábano.
Pero por fuerte que tiraran no había manera de arrancar el rábano de la tierra.
Un ratón gris pasó por el huerto y el gato blanco lo llamó.
—¡Ven a ayudarnos! —le dijo el gato blanco al ratón gris—. ¡No podemos arrancar el rábano de la
tierra!
El ratón gris tiró del gato blanco, el gato blanco tiró del perro negro, el perro negro tiró de la niña, la niña tiró del niño,
el niño tiró de la anciana, la anciana tiró del anciano y el anciano tiró del rábano.
Y tiraron y tiraron y tiraron con todas sus fuerzas hasta que por fin...
¡ARRANCARON EL RÁBANO!
Pero… ¡CATAPLÚN!
El viejo cayó sobre la anciana, la anciana cayó sobre el niño, el niño sobre la niña, la niña sobre el perro negro, el
perro negro sobre el gato blanco y el gato blanco sobre el ratón gris.
Sobre todos ellos cayó… ¡EL RÁBANO!
Más tarde, hicieron con él una rica sopa, y hubo suficiente para el anciano, para la anciana, para el niño, para la niña,
para el perro negro, para el gato blanco, para el ratón… ¡Y hasta para mí por haberte contado este cuento
FICHA DE APLICACIÓN
5.-