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A continuación, se presentarán 4 casos de estudio del libro Calidad del Agua en las Américas, riesgos y oportunidades.

“Imagine pasar un día sin acceso a agua limpia y segura para beber, cocinar, lavarse o bañarse cuando lo desee en su
hogar de la región del Caribe, y piense en las necesidades y prioridades de las mujeres y las niñas.

Según el informe del Programa Conjunto OMS/UNICEF 2017 de Monitoreo de Abastecimiento de Agua, en 2015, 29% de
la población mundial (2,100 millones de personas) carecía de servicios de agua potable gestionados de manera segura, o
sea, agua en el hogar.

Muchas áreas rurales del Caribe como Haití, viven sin un suministro de agua corriente. Algunas personas recorren muchos
kilómetros a pie para abastecerse de agua potable. Su única fuente de agua proviene de ríos y tomas de agua o de
camiones cisterna, a cambio de un pago.

Por ejemplo, En Trinidad y Tobago es posible encontrar tanques de almacenamiento de aguas pluviales tanto en áreas
urbanas como rurales, ya que es muy común recolectar agua de lluvia, y muchos prefieren su sabor. Por otra parte, los
habitantes de las áreas rurales son quienes más dependen de esta agua, porque a veces constituye su único suministro
(Meera y Ahammed, 2006). Además, la calidad del agua recolectada en las azoteas en muchos casos no cumple con los
valores orientativos en agua potable.

Las fuertes precipitaciones durante la temporada de lluvias se convierten en el medio ideal para la propagación de
enfermedades patógenas relacionadas con el agua.

En las regiones del Caribe, las mujeres cumplen un papel fundamental para la recolección del agua para la realización de
las actividades del hogar, por lo que les absorbe mucho tiempo el proceso de abastecer agua para su familia y al mismo
tiempo abordar las tareas domésticas. Es por ello que, contar con agua potable en las llaves es indispensable para que las
mujeres y las niñas puedan dedicar más tiempo a la educación, la generación de ingresos e, incluso, a las actividades de
construcción y económicas que mejorarán la calidad de vida de sus familias y su propia salud y bienestar (PNUD Agua,
2006).

Además, las mujeres tienen necesidades de higiene específicas durante la menstruación, el embarazo y la crianza de los
hijos (ONU Agua y Género, 2018), y dado que son quienes suministran la mayor parte del agua para el hogar, es a ellas a
quienes más afecta el agua contaminada (Cap-Net/GWA 2006).

El Protocolo sobre el Agua y la Salud define las enfermedades relacionadas con el agua como “cualquier efecto adverso
de importancia en la salud humana, como la muerte, la discapacidad, las enfermedades o trastornos causados, directa o
indirectamente, por el estado del agua, o cambios en la cantidad o calidad de ésta”. Entre los peligros o agentes causantes
directos se incluyen bacterias, virus, protozoos, helmintos, sustancias químicas y factores físicos personales (Bartram et
al., 2015).

Estas enfermedades son responsables de 2 millones de muertes cada año, la mayoría de ellas siendo de niños menores
de 5 años (OMS, 2018). Las prácticas adecuadas de agua y saneamiento en el hogar pueden aumentar la resistencia a los
riesgos de enfermedades transmitidas por agua.

El Cuadro 2 muestra algunas enfermedades relacionadas con el agua en el Caribe. Además, Un estudio realizado sobre
jóvenes en Trinidad y Tobago identificó pésimas condiciones ambientales y los problemas de abastecimiento de agua, en
particular, como causas importantes de enfermedades gastrointestinales que causan morbilidad e infecciones de la piel
(PNUD, 2001).
Un estudio reciente, realizado sobre la percepción rural y urbana de la calidad del agua potable en áreas rurales y urbanas
en Trinidad, reveló que menos de la mitad de los participantes (47.8%) tenía conocimiento sobre las enfermedades
relacionadas con el agua (Mc Clean, 2018). Otro estudio realizado en la isla de Santa Lucía, Moutoute y Cashman (2015)
indicó que las mujeres tenían más conocimiento sobre la calidad del agua debido a sus roles y responsabilidad como amas
de casa.

La diarrea es una de las principales causas de muerte infantil y fue responsable de aproximadamente 8% de las muertes
de niños menores de 5 años en todo el mundo en 2016 (UNICEF, 2018). año. En el Cuadro, se puede observar que la
mayoría de los países caribeños muestra un porcentaje de 0-4% muertes por diarrea de niños menores de 5 años, con la
excepción de Haití, que muestra 10%. Las causas más comunes de enfermedad diarreica severa incluyen rotavirus,
Escherichia coli patógena, Campylobacter jejuni y parásitos protozoarios.

Las enfermedades transmitidas por los alimentos son uno de los problemas de salud pública más comunes en la región
del Caribe y se ha observado un incremento de 26% desde 2010 (St. Lucia News Online, 2015), a partir de la exposición a
alimentos o bebidas contaminados. Las personas afectadas suelen experimentar diarrea grave, vómitos, dolor de
estómago, a veces acompañados de fiebre, dolores de cabeza y otros síntomas (Morgan, 2017). La OMS ha estimado que
70% de los episodios diarreicos son causados por alimentos contaminados biológicamente.

Bolivia, un país ubicado en el centro de América del Sur, cuenta con una superficie de 1,098,581 km² con cabeceras de
tres cuencas hidrográficas (Amazonas, Paraná-Paraguay y la cuenca endorreica andina) y una población de 10.89 millones
(INE 2016). 2017). También tiene una larga tradición minera que data de culturas precolombinas y que ha funcionado sin
ningún control ambiental desde la época colonial. En la actualidad, continúa realizándose la producción de drenajes ácidos
y la acumulación y transporte de metales tóxicos y restos minerales, lo que plantea riesgos para la salud de las
comunidades humanas, la flora y la fauna, y la degradación de los recursos hídricos.

Debido a la intensa actividad minera y la contaminación natural, así como los problemas que se generan por el uso del
agua y la contaminación de las aguas superficiales, los recursos están cada vez más en mayor peligro, lo cual crea un
problema importante.

La cuenca endorreica del Altiplano, también conocida como sistema TDPS (Titicaca, Desaguadero, Poopó y Salares).

El área de influencia del lago Poopó se caracteriza por la marginalidad y la pobreza extrema de la población. Las
condiciones de vida de la población asentada en la cuenca muestran niveles preocupantes: la esperanza de vida es de 58
años, inferior al promedio nacional (63.3) y la mortalidad infantil promedio es de 89%, superior al promedio del
Departamento (82%) y del país (66%).

El lago recibe metales pesados y agua ácida de depósitos naturales y minas a lo largo de los ríos al norte y noreste, lo que
afecta la calidad del agua de forma importante. Se han analizado y monitoreado diferentes parámetros químicos a lo largo
de varios años (García et al., 2005; Ormachea, 2015), como el pH, la conductividad, los sólidos en suspensión, la
temperatura, el potencial redox, la alcalinidad, el sodio, el potasio, el calcio, el magnesio, los cloruros y sulfatos, además
de los metales pesados, los nitratos, fosfatos, carbonatos y bicarbonatos; y por último, también se han realizado
comparaciones entre las temporadas de lluvia y la estación seca.

El norte y el noreste de la cuenca del Poopó, donde los ríos descargan sus aguas en los lagos Poopó y Uru, son también
una fuerte influencia de las actividades mineras de la región y reciben alrededor de 28% de las aguas termales,
carbonatadas y bicarbonatadas.

Estos ríos tienen concentraciones de metales pesados que exceden cientos e incluso miles de veces el límite máximo, de
acuerdo con las regulaciones bolivianas e internacionales; 90% de los estudios de pozos (45) arrojan resultados que
exceden el máximo recomendado por la OMS.

Además, sólo cuenta con una pequeña salida con un flujo promedio de 2.5 m³/s, un valor que corresponde a la temporada
de lluvias, y durante la temporada seca, el agua de este lago no cuenta con salida de ningún tipo y se convierte en un
sumidero de sólidos disueltos y sedimentos.

Esta evaluación nos permite conocer la grave situación en la que se encuentran los recursos hídricos que se utilizan para
el consumo, riego y consumo de animales, y el problema que representa conservar los pocos cuerpos de agua, y
especialmente el agua subterránea con que cuentan estas comunidades.

Alrededor de 50% de la población que utiliza el recurso hídrico en la provincia de Poopó son mujeres, con 2,226 mujeres
(27%) entre 20 y 39 años, que participan en tareas productivas y domésticas. Ellas se ocupan tanto de la agricultura como
de la cría de animales y las tareas domésticas como la preparación de alimentos, la elaboración del pan, la crianza, limpieza
y salud de los hijos, el lavado de ropa, la agricultura de subsistencia y las actividades agropecuarias (en colaboración con
los hombres), entre otras.

Aunque hay muchas tareas que cumplir en la comunidad y en la familia, son las mujeres quienes a menudo realizan
esfuerzos constantes, pero menos evidentes, como los siguientes:

• Las mujeres recorren grandes distancias a pie varias veces al día para traer agua a la comunidad, comenzando muy
temprano todos los días o cada dos días. El agua potable debe hervirse y enfriarse antes de poder consumirse con la
calidad necesaria. En los breves períodos de lluvia, el agua se almacena en cuencos de cerámica para poder contar con
agua para sus hogares.

Las mujeres también ponen en peligro su salud al hacer contacto directo con fuentes contaminadas o aguas tóxicas. Estos
arduos esfuerzos se traducen luego en consecuencias para su salud, como problemas de peso y de espalda.

• Al igual que en otras sociedades, las mujeres se encargan de la seguridad de los alimentos de la familia. También
participan en la construcción de zanjas y diques de lodo para el riego de cultivos. Además, desempeñan un importante
papel en la siembra y cosecha de los productos agrícolas, junto con sus parejas e hijos.

 Durante la temporada de sequía, las mujeres contribuyen a aliviar la escasez económica elaborando artesanías como
sombreros, agarraderas y ropa, para su venta en las ferias locales.
 Las mujeres formaron parte de asociaciones o comités locales de agua y colaboraron en la organización de reuniones
para abordar el problema del agua y tomar acciones al respecto. Sin embargo, los planes gubernamentales son en su
mayoría dirigidos por hombres que a menudo callan las voces de las mujeres. Las mujeres líderes, en su mayoría, se
encuentran en poblados más grandes, en áreas rurales o en centros urbanos.
 Su conocimiento hace posible la clasificación de los tipos y fuentes de agua destinados a diversas aplicaciones, desde el
consumo directo hasta el destinado al trabajo agrícola y a la preparación de alimentos.
Por ello, es necesario reconocer el importante papel de las mujeres en la gestión de la calidad del agua, no sólo
históricamente ‒como lo reconocen los espacios dedicados a las actividades domésticas‒, sino en toda la gama de
acciones de la vida familiar. También es fundamental involucrar a estas comunidades en la capacitación de roles y
responsabilidades de género.

Ecuador goza de una cobertura nacional, rural y urbana de agua potable de 82, 94 y 57%, respectivamente. Estos
indicadores se evaluaron previamente en una muestra de la población (4,000 hogares), y se encontró que sólo 79% de
la población nacional tiene agua libre de Escherichia coli y 31% de la población rural reportó algún nivel de
contaminación en el agua potable (Pozo et al., 2016). Por consiguiente, a medida que aumenta la cobertura de agua
potable y saneamiento, se hace necesario contar con acceso a agua potable de calidad que garantice la salud pública y
ofrezca una mejor calidad de vida. La calidad microbiológica es el parámetro clave porque afecta la salud de la población
de forma inmediata.
El principal contaminante microbiológico en el agua potable son las aguas residuales municipales y de origen ganadero,
ya que tienen mayores cargas microbiológicas (103-108 UFC/100 ml) (Villamar et al., 2018). En Ecuador, algunos ríos
costeros reportan contaminación microbiológica temporal (estacional y por hora) con Escherichia coli (102 – 104
UFC/100 ml) (Levy et al., 2009), una situación que podría empeorar debido a las condiciones hidrodinámicas de sus ríos
(Rao et al., 2015).
La desinfección química con productos clorados con cierto nivel de pureza ‒NaClO y Ca(ClO)2‒ es la que más se utiliza
en Ecuador (Cirelli y Mortier,2005). Este método ha demostrado ser el más rentable para eliminar la E. coli (> 99.9%),
pero no es eficaz en la eliminación de otros parásitos. (Betancourt y Rose, 2004; OMS, 2006). Por lo tanto, las nuevas
tecnologías (p. ej., la microfiltración) parecen mejorar la eliminación de parásitos, pero continúan siendo muy costosas.
Así, pues, la calidad del agua potable también depende de poder acceder a tratamientos adecuados.

El derecho de acceso a los recursos en Ecuador se detalla en la Constitución de 2008, Asimismo, menciona la “igualdad
de derechos y oportunidades de mujeres y hombres en el acceso a la propiedad” (Artículo 324-AC, 2008). En la práctica,
estos derechos aún no se ejercen a pesar de que las mujeres son los principales pilares de la familia y son responsables
de la seguridad de los alimentos locales (Radcliffe, 2014).
Una de las principales razones por la que estos derechos no se ejercen tiene que ver con la brecha educativa entre
hombres y mujeres, ya que el nivel de analfabetismo en Ecuador es de aproximadamente 9.5 y 13.5%, respectivamente
(INEC, 2015). En las zonas rurales y en todos los grupos indígenas del Ecuador, la brecha es aún mayor porque las mujeres
indígenas ganan alrededor de 17% menos que los hombres (Radcliffe, 2014; INEC, 2015). Todos estos factores reflejan
no sólo las diferencias de género, sino también los obstáculos que las mujeres deben superar para poder asumir roles
importantes en la gestión y administración de los recursos hídricos.
Las mujeres también han participado activamente en protestas ambientales contra la contaminación del agua
ocasionada por actividades industriales de interés nacional (por ejemplo, la minería) (Kayser et al., 2015). A pesar de
esto, en el entorno rural, las mujeres no cuentan con un acceso fácil a los derechos de uso del agua, ya que los derechos
siempre se han otorgado en un nivel familiar no individual (Radcliffe, 2014). Estos hechos son difíciles de entender, sobre
todo cuando se considera que la relación de las mujeres con la seguridad de los alimentos y reproductiva a nivel familiar
es fundamental.
Algunos estudios informan que la incidencia de parásitos (Ascaris lumbricoides) en las mujeres es mayor que en los
hombres, muchas veces como resultado del menor ingreso de las mujeres y, por ende, un menor acceso a agua potable
(González et al., 2001).
Los estudios sobre mujeres indígenas en Bolivia han descubierto una relación entre la presencia de parásitos (A.
lumbricoides) y una mayor tasa reproductiva (9 hijos por mujer). La disminución del sistema inmunológico también
explicaría la baja tasa de abortos en este grupo indígena (Blackwell et al., 2015). Las infecciones parasitarias en mujeres
embarazadas podrían generar sensibilidad o resistencia en el feto e influir en la tasa de natalidad y la mortalidad infantil.
La mortandad entre mujeres embarazadas y las enfermedades en niños de mujeres indígenas o pobres
(afrodescendientes o mestizas) se concentra en las áreas rurales ecuatorianas. De hecho, 70% de las muertes maternas
se ha registrado en zonas rurales de Ecuador (INEC, 2015).

¿TIENE GÉNERO EL AGUA?


REFLEXIÓN

En los países en desarrollo, las mujeres y los niños constituyen la principal fuerza de trabajo para recolectar, clasificar,
reciclar y vender materiales valiosos recuperados de la basura y otros desechos sólidos. Por ejemplo, las mujeres
representan aproximadamente 80% de los recolectores de desechos en la India y 56% en Brasil (Dias & Fernández, 2013).
2008).
Las inversiones realizadas en los programas de gestión de residuos sólidos generan mejores trabajos que también son
más seguros para quienes manejan los residuos sólidos, pero estos trabajos suelen ser ocupados por hombres
y ponen a las mujeres en desventaja, con menores ingresos y oportunidades laborales.
Es posible observar las diferencias de género y las desigualdades en los diferentes niveles de la gestión de residuos
sólidos, empezando por las responsabilidades familiares, las prioridades y los valores asignados a la eliminación de
desechos, el proceso de toma de decisiones en el trabajo y en la comunidad, y las oportunidades de empleo.

Se reportó que, en Puerto Príncipe, Haití, las mujeres que trabajaban en la industria de los residuos sólidos recibían
salarios más bajos y su índice de lesiones y rotación laboral en comparación con sus homólogos masculinos era mucho
más alto (Noel, 2010). También es necesaria una perspectiva de género para examinar los problemas de gestión de
desechos que involucran a las mujeres, y desarrollar estrategias que atiendan estos problemas (Dias & Fernández, 2013).
Es necesario abordar la desigualdad de género en el manejo de los residuos sólidos y esto puede lograrse a través de la
capacitación y educación de las trabajadoras para proporcionarles herramientas con las que puedan luchar por la
igualdad en el hogar y el trabajo, aumentar sus posiciones de liderazgo en las organizaciones relevantes y contribuir a
su empoderamiento económico (WIEGO et al., 2015a).

CONCLUSIONES. Estos estudios de caso demuestran que la calidad del agua es de suma importancia para la vida de
las mujeres, sobre todo, en los países en desarrollo. La calidad del agua afecta a las mujeres mucho más que a los
hombres, en especial, si deben acarrear agua en condiciones que muchas veces representan un peligro. Llevar cargas
pesadas también tiene consecuencias en la salud. Al margen de que ambos sexos están expuestos a contraer
enfermedades transmitidas por el agua e infecciones por agua contaminada y parásitos, las mujeres padecen más este
problema, debido al embarazo, el parto y la lactancia. También son las cuidadoras principales de quienes ya están
enfermos e infectados y, por tanto, entran en contacto con la enfermedad con más frecuencia.
Una de las recomendaciones clave que surge de éstos y otros estudios es que debe incluirse a más mujeres en las
instituciones de gestión y toma de decisiones, en particular, en los países en desarrollo. Los gobiernos deben asumir una
mayor responsabilidad y proporcionar los recursos necesarios para mantener la buena calidad del agua destinada a la
población, e incluir a un mayor número de mujeres en puestos administrativos y de supervisión para que se aseguren
de que esto suceda.

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