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JUVENTUD Y ADOLESCENCIA

Cuando la pasión se despierta


Salmo 37:3-6
3 Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.
4 Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.
5 Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.
6 Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía.”

Lo hemos dicho muchas veces, adolescencia no es una mala etapa de la cual los muchachos
tienen que salir pronto. La edad que comienza con la pubertad a los trece años, es el umbral
que cruzan nuestros hijos hacia el emocionante camino de su madurez física, emocional y
mental.

Despierta en ellos la pasión del descubrir su identidad plena, y es por lo tanto, una transición
muy crítica de su infancia a la vida adulta. Conviene que revisemos con atención algunos de
los aspectos mas sobresalientes que caracterizan a los adolescentes, ya que en un sentido
general, podremos ser más capaces como padres y mentores de entenderlos y guiarlos en
ésta su aventura por la vida.

Algunos estudios de psicólogos cristianos identifican con claridad seis necesidades básicas
de los adolescentes en su paso hacia la vida adulta:

1. Desarrollar su propio sentido de identidad, individualidad y seguridad.


2. Desarrollar relaciones significativas con compañeros de la misma edad y con
personas ajenas a la familia.
3. Separarse progresivamente de la dependencia que, como niños tuvieron hacia sus
padres.
4. Conformar una sexualidad clara y desarrollar su capacidad para relacionarse con el
sexo opuesto.
5. Obtener la confianza y la habilidad necesaria para desarrollar una carrera o vocación
en el futuro, además de independencia económica y otras cualidades propias de la
vida adulta.
6. Desarrollar su fe, valores y actitudes hacia la vida.
Dr. Bruce Narramore: Ayúdenme, soy padre. CLIE

Ser reconocido como una persona valiosa es una necesidad profunda de cada ser humano.
Durante la infancia, los niños no cuestionan la imagen que tienen de sí mismos, no existe
ninguna necesidad de hacerlo. Pero al llegar a la pubertad surge una gran pregunta: ¿Quién
soy?
“Cuando un adolescente no puede satisfacer una necesidad, muchas veces lo vemos
ponerse inquieto y tenso. Pronto buscará algún escape que le permita buscar su estado
interior de desequilibrio. Si nuestro adolescente teme pasar inadvertido, buscará llamar la
atención de sus compañeros, familiares, profesores, etc. Si está sobreprotegido, buscará
independencia. En la medida en la que una necesidad es satisfecha adecuadamente se
establece un temporal estado de equilibrio. Si algún chico se siente elegido por el grupo,
tomará un descanso en su necesidad de buscar aprobación.”
Lucas Leys, Adolescentes: cómo trabajar con ellos sin morir en el intento. Certeza

Durante ésta crucial etapa, los adolescentes inician una exploración que es decisiva para el
resto de sus vidas. Cada padre y madre, pastor, líder y mentor debemos saber esto con la
mayor información posible. La mayoría de las veces no estamos capacitados para enfrentar
esta etapa con nuestros hijos. Si a esto le sumamos que hoy en día los padres están cada vez
mas “ocupados” y distantes de los hijos, no es extraño que los jóvenes estén encontrando
su identificación con los más extraños y a veces nocivos modelos que miran en televisión, en
el cine, en la música, en la escuela y en la calle.

Cuatro búsquedas fundamentales.

Hay cuatro búsquedas fundamentales en la vida de toda persona, y que precisamente se


despiertan en la etapa de la adolescencia:

1. La búsqueda de Identidad
(Una Individualidad Sana o por el contrario, Alienación)
2. La búsqueda de Pertenencia
(Vida en Comunidad o por el contrario, Enajenación)
3. La búsqueda de Significado.
(Propósito en la Vida contra Falta de sentido)
4. La búsqueda de Realización.
(Esperanza contra Frustración)

Estas son cuatro áreas básicas que proveen el fundamento sobre el cual nosotros edificamos
nuestra perspectiva de vida.

La necesidad de encontrar modelos

Mientras se lleva a cabo la transformación física y sexual en el adolescente, comienza una


etapa de confusión emocional, en la que naturalmente la autoestima debiera ser alimentada
especialmente por sus padres. Ellos empiezan a pensar más por sí mismos practicando ser
independientes en su forma de percibir el mundo.

Los padres suelen cometer el error de confundir diferencias de opinión con rebeldía. Es
importante escuchar sus opiniones con paciencia, antes de que ellos pierdan la confianza
para abrir su corazón y compartir sus ideas y sentimientos. La meta es descubrir que hay
detrás de lo que dicen. Que es lo que realmente está detrás de sus acciones y palabras,
descubrir el lenguaje de su corazón.

Llegará el momento en que los adolescentes prefieran hablar con sus amigos más que con
sus padres. Están buscando su propia identidad mediante la identificación y la
diferenciación. Esto no debe alarmarnos para levantar contra ellos reclamos y acusaciones,
es en éste momento cuando más necesitan nuestra atención y aprobación.

Es tan crítica esta etapa de la vida, precisamente porque aumenta en ellos la necesidad de
aprobación de los padres. Y es aquí cuando la percepción de dichos padres se distorsiona a
causa de la reacción tan impredecible de los hijos. Ellos entran en un proceso emocional muy
confuso que puede llevarlos a descalificar a sus padres por el hecho de no sentirse
aceptados.

Ante esto, lo natural es que empiecen a buscar otros modelos espejos donde mirarse, donde
encontrar reconocimiento y aprobación para seguir consolidando la propia identidad. Estos
nuevos “modelos” puede ser un grupo en la escuela, en el barrio, en la iglesia, o donde ellos
se sientan aceptados. Aunque para esto tengan que adoptar una vestimenta, usar cierto
lenguaje o hábitos, usar drogas o cometer delitos. Todo por la incesante búsqueda de
aprobación y significado personal.

Por ésta razón es tan fuerte en ellos la influencia de una moda ó la última “onda” que se usa
entre sus iguales. Ellos buscan satisfacer el estándar. Se visten, no con lo que les gusta, sino
con aquello que piensan les va a agradar a los demás. ¿Porqué? Por una muy sencilla razón:
Aceptación. Si en casa no la encuentran, la buscarán en cualquier otro lugar.

El gran error que cometemos en el hogar, en la iglesia y en la escuela, es que al parecer nos
preocupa mucho más los síntomas exteriores y las apariencias de éste crucial proceso. Lo
que importa a la opinión pública, a los padres, a los maestros y a la iglesia es el
comportamiento visible de los adolescentes, más que las vivencias y las presiones que
sufren.

No podemos tratar solo los síntomas. No debemos enfocarnos en la apariencia y el


comportamiento. Estos son un indicador de lo que sucede en su corazón, y es allí donde
necesitamos “conectar” con ésta generación. Se trata de satisfacer sus necesidades
emocionales: Cariño, consejo, confianza, paciencia y ejemplo serán siempre tan eficaces en
su formación que no necesitarán experimentar con ninguna cosa que sea nociva, aunque sea
el último grito de la moda.

Errores que cometemos los padres:

§ Descuido, no prestar atención suficiente.


§ Maltrato físico o verbal.
§ Compararles con otros hermanos o niños.
§ Exigirles más de lo que pueden dar. Metas irreales y actitudes perfeccionistas.
§ Exponerlos a responsabilidades de adultos a edad muy temprana.
§ Castigos inconsistentes. A veces algo es muy malo, y a veces no.
§ Gritarles y culparles por algo que no es su responsabilidad.
§ No protegerlos del abuso de los demás. Pretender que se les pasará porque son niños y
deben callarse para no hacer enojar a los mayores.
Viviendo la “vida loca” (1 Cor. 6:12-20)

Estamos en una sociedad donde la cultura es el sexo. La desbordante sensualidad proclama


hoy en día que las sensaciones son más importantes que la razón. Si esta trampa cautiva la
mente de nuestros hijos, ellos aceptarán sin ningún problema que la verdad y el consejo de
la Palabra de Dios, la responsabilidad y la integridad de corazón, son realidades subjetivas
que dependen sólo de que uno “sienta” o no hacer algo.

Es cuestión de sentirlo. La razón está subordinada a las sensaciones. La verdad está


moldeada por los sentimientos. En cuestión de sexualidad, lo responsable y honesto hoy es:
“cuídate y haz lo que sientas”

El engaño es fácil. Si amar es sentir ¿Qué problema hay en tener relaciones sexuales fuera del
matrimonio? ¿Qué clase de prejuicios religiosos pueden impedir que ambos “gocen” de la
vida si realmente lo “sienten”?
Se empieza por un intercambio desprejuiciado de besos y caricias solo por el hecho de
gustarse (comportamiento promocionado abundantemente por los programas y películas
dirigidos a los adolescentes) y, si todo va bien y lo siguen “sintiendo”, se ponen de novios y
piensan que las relaciones sexuales ya están resguardadas por el “vínculo de amor”.

El fundamento más seguro.

Cuando la Palabra de Dios nos instruye: “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la
tierra, y te apacentarás de la verdad.” ¿Cómo debemos transmitir a nuestros hijos la
convicción de anclar su identidad a la verdad de Dios y no a los valores temporales de éste
mundo? Recordemos la hermosa declaración de Juan 2:17 “ Y el mundo pasa, y sus deseos;
pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”

Los valores de éste mundo son temporales y dañinos. Pero debemos aceptar que los
presenta en un empaque muy llamativo y apetitoso para los sentidos. Este asedio satánico
tiene por objetivo cautivar el corazón de nuestros hijos, quiere los oídos de ésta generación.
Y para esto utiliza toda la creatividad posible, toda la tecnología al alcance y el más absoluto
derroche económico que jamás hayamos visto.

Pareciera de pronto que Dios está en desventaja. El mundo está tan atractivo y Dios parece
tan aburrido y fuera de onda. ¿Cómo les mostramos a nuestros hijos el valor de la “perla
preciosa” (Mat.13:46) de modo que ellos se sientan atraídos hacia los brazos del Señor?

Salmo 37:4 dice: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu


corazón.” ¿Cuáles son los deseos del corazón de nuestros hijos? ¿Somos nosotros los padres
la fuente para la realización de estos deseos? La respuesta es NO. Nosotros no somos la
fuente, debemos guiarlos a la “fuente” y enseñarlos a hacer del Señor su deleite, y El
concederá los anhelos de su corazón. Nótese aquí que no tiene que ver con “cosas”, sino
con la identidad misma y un sentido bien definido de realización personal.

“Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará.” (Vs.5) La búsqueda de identidad,


pertenencia, propósito y realización está segura en el Señor. La palabra “encomendar” no es
una acción pasiva, sino una activa dedicación personal de separar nuestra vida para agradar
a Dios. Nuestros hijos tienen que saber que confiar en el Señor no es abandonarse a una
actitud de indiferencia y pasividad en su fe. Ellos deben “confiar” con todo su corazón,
amarlo con todas sus fuerzas, esperar en él y ¡El actuará a su favor!

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