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La intervención

social desde las


perspectivas
tradicionales
Marisela Montenegro Martínez
Marcel Balasch Domínguez
Blanca Callen Moreu
PID_00141843
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

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CC-BY-NC-ND • PID_00141843 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 6

1. Elementos característicos de la intervención tradicional....... 7


1.1. Marco de actuación ..................................................................... 7
1.1.1. Marco legal .................................................................... 8
1.1.2. Planes de actuación ....................................................... 12
1.1.3. Programas y proyectos ................................................... 15
1.2. Conceptos fundamentales de la intervención social .................. 18
1.2.1. Conceptos fundamentales (I): aquello definido
como problemático ........................................................ 19
1.2.2. Conceptos fundamentales (II): aquello que es
definido como solución ................................................. 29
1.3. Proyectos de intervención social: cómo se operativiza la
intervención ................................................................................ 43
1.3.1. Diagnóstico: evaluación o prospección inicial .............. 46
1.3.2. Planificación, diseño y ejecución de la actuación ......... 51
1.3.3. Evaluación del proceso y de resultados ......................... 57
1.4. Ámbitos de actuación ................................................................. 64
1.4.1. Intervención en el trabajo ............................................. 65
1.4.2. Intervención en los procesos migratorios y las
relaciones intergrupales ................................................. 67
1.4.3. Intervención en la educación ........................................ 68
1.4.4. Intervención en la salud ............................................... 69

2. Hacia una perspectiva crítica de la intervención social.......... 74


2.1. Cuestionamientos a la práctica de la intervención .................... 74
2.1.1. El binomio interventor/intervenido .............................. 75
2.1.2. Tecnificación de la intervención y retórica experta ....... 76
2.1.3. Intervención sectorializada: homogeneización,
descontextualización y estigmatización de los
colectivos problemáticos ............................................... 80
2.1.4. Normalización, control social y consenso ciudadano ... 82
2.2. Perspectiva crítica de intervención social ................................... 83

Bibliografía................................................................................................. 89
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 5 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Introducción

Como veíamos en el módulo "El campo de la evaluación y la intervención so- Ved también
cial", existen claras diferencias en el modo en que las diferentes perspectivas de
En el subapartado 2.2 del mó-
intervención social definen aquello susceptible de ser intervenido y aquellas dulo anterior, se apuntan los
personas y métodos convocados a este ejercicio. Históricamente, mientras las objetos de intervención.

perspectivas críticas emergen desde un cuestionamiento sobre la legitimidad


de las personas llamadas a intervenir y sus efectos de control sobre las personas
intervenidas, desde la perspectiva predominante se asume claramente el papel
de las instituciones como legítimos interventores y privilegiados conocedores
del campo, así como la integración y normalidad deseable de la población in-
tervenida. Es decir, mientras las perspectivas que emergieron a raíz de la crisis
de las ciencias sociales problematizan el binomio interventor-intervenido y
tratan de revertir los efectos que produce esta elitización y tecnificación del
conocimiento dispuesto para la intervención, desde la tradición anterior se
considera que la experticia científica que poseen las instituciones es, precisa-
mente, la garantía para desarrollar una intervención adecuada y alineada a
los intereses de la población general, representada por los organismos guber-
namentales.

Este hecho diferencial tiene consecuencias para los términos en los que se es-
tablece la intervención. Así, a pesar de que toda intervención haga referencia,
en mayor o menor grado, a un marco de actuación constituido por leyes y
programas de acción institucionales, la centralidad que se le da desde cada
perspectiva difiere completamente. Esto hace que, a la hora de explicar los
elementos fundamentales que atraviesan la intervención tradicional, optemos
por comenzar con el marco de actuación, para dejar claro que la forma de inci-
dir sobre los problemas sociales sigue un esquema "de arriba abajo": parte des-
de instancias superiores de tipo institucional y fuerte carácter normativo, y se
dirige hacia los estratos inferiores, representados por la población intervenida
y los contextos más locales. Esta forma de intervenir asume, por tanto, que los
criterios de objetividad que guiarán tanto el diagnóstico de la situación como
la planificación y ejecución de una actuación adecuada, vendrán dictados de
manera coordinada por todas las instancias que componen el exclusivo grupo
de interventores: por un lado, aquellas instituciones educativas y académicas
dedicadas a formar y dar continuidad a la experticia tecnocientífica que carac-
teriza a las interventoras; y por otro lado, las instituciones gubernamentales
que, en representación de la mayoría de la población, dictan los términos y
condiciones que regulan el orden social y aquello definido como deseable, y,
por consiguiente, las metas que habrán de alcanzar las instancias encargadas
directamente de la ejecución de las intervenciones.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 6 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Objetivos

Como consecuencia de la apuesta realizada, que enfatiza la necesidad de re-


flexión sobre los fundamentos de las perspectivas de intervención social, se
plantean los siguientes objetivos:

1. Conocer los límites y posibilidades del marco de actuación en el que se


desarrollan las intervenciones sociales.

2. Conocer el sistema conceptual empleado en la identificación y resolución


de los problemas sociales de las formas tradicionales de intervención so-
cial, y ser capaz de analizarlo críticamente.

3. Estudiar las metodologías de implementación del diagnóstico, planifica-


ción, ejecución y evaluación de los proyectos de la intervención social tra-
dicional.

4. Explorar la relación entre los sectores de la disciplina de intervención so-


cial tradicional en ámbitos de actuación y sus efectos teóricos y políticos.

5. Ser capaz de identificar las críticas realizadas sobre las distintas prácticas y
estrategias concretas de la intervención social tradicional.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 7 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

1. Elementos característicos de la intervención


tradicional

El orden expositivo que seguiremos en este bloque dedicado a los elementos


fundamentales de la matriz de la intervención social tradicional es el siguiente:
en primer lugar, explicaremos detalladamente el marco de actuación en que
desarrollan frecuentemente las iniciativas de intervención, especificando el
marco legal, los planes de actuación y los programas y proyectos de interven-
ción, que operativizan en términos prácticos el ejercicio de la intervención.
Seguidamente, veremos algunos de los conceptos más arraigados en este cam-
po disciplinar: aquellos referidos a la definición de lo problemático y aquellos
referidos a los horizontes de solución que se plantean en dicho campo. Pos-
teriormente, trabajaremos las principales nociones y técnicas a través de las
cuales se operativiza la práctica de la intervención y, finalmente, algunos de
los ámbitos de actuación más representativos donde se ponen en práctica los
discursos y prácticas centrales que caracterizan a la intervención social predo-
minante, aquella que hemos venido definiendo como tradicional.

1.1. Marco de actuación

Según lo explicado hasta el momento, la intervención social ocurre siempre


dentro de un marco de actuación institucional que define, hasta cierto punto,
las formas en que se lleva a cabo. A pesar de que dicho marco cambia y se con-
creta de maneras distintas según el contexto sociohistórico, territorial o eco-
nómico donde se da la intervención, existe una serie de elementos comunes
a todos ellos. Los elementos fundamentales que constituyen este marco son:

• El�código�deontológico común a la disciplina de la psicología que regula


la práctica interventora de las profesionales mediante el establecimiento
de pautas éticas que deben cumplirse.

• Los�conocimientos�académicos�y�disciplinares�que generan discursos so-


bre los problemas sociales y horizontes de solución, así como sobre las for-
mas de intervenir para generar las transformaciones sociales "deseables".

• Las�instituciones�y�organismos que operan dentro del ámbito de poder


legislativo y se encargan de diseñar las leyes que rigen este ejercicio.

• Las�diferentes�administraciones�públicas, ya sean Gobiernos estatales o


regionales, que diseñan las políticas públicas y planes de actuación que
regulan la actividad interventora y gestionan los recursos económicos des-
tinados a ello.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 8 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

• Las�entidades�públicas�y�privadas encargadas de ejecutar, en forma de


proyectos y programas, las intervenciones concretas dirigidas a cada ám-
bito de actuación.

Para ver en más detalle cómo se despliega el marco institucional de una inter-
vención social, tomaremos el caso de la llamada Ley de Dependencia, aproba-
da por el Gobierno central del Estado español en el año 2006, y mostraremos
los distintos niveles de actuación que operan a partir de ésta: desde el diseño
de la ley hasta el momento de su implementación. Asimismo, este caso nos
servirá para identificar la heterogeneidad de discursos, prácticas y agentes so-
ciales que participan en la definición del ámbito de actuación, y para demos-
trar cómo los límites de éste no son algo cerrado y definitivo.

1.1.1. Marco legal

Cuando un fenómeno es caracterizado como una problemática que afecta al


conjunto de lo social y, por ende, es entendido como "problema social", en el
contexto de las actuales sociedades contemporáneas, los entes gubernamen-
tales deben responder a dicho contexto a través de los diferentes mecanismos
de que disponen. El poder legislativo, mediante la formulación de leyes, y el
poder ejecutivo, mediante el diseño de políticas públicas, buscan responder a
las nuevas necesidades que aparecen asociadas a problemas definidos como de
responsabilidad pública. Para lograr este objetivo, la maquinaria institucional
se pone en marcha en cada uno de sus niveles y, como efecto, las prácticas y
comportamientos cotidianos de la población se ven regulados, reorientados
y canalizados hacia los intereses colectivos que previamente han definido las
instancias legitimadas para ello.

La definición de marco legal que regula las actuaciones relativas a cierto fenó-
meno social –que incluye la matriz de la intervención social– contempla la
distribución de competencias entre toda la red de organismos, instituciones,
colectivos y ciudadanos, así como la definición de derechos y deberes de cada
uno de los agentes implicados, incluidas las personas consideradas afectadas
directamente por dicho fenómeno.

El marco legal define los criterios�comunes (que en el caso del Estado


español deberán ser acatados en todas las comunidades autónomas) ba-
jo los cuales se regulará cierto fenómeno, y establece las grandes líneas
de financiación con las cuales se debe operar.

El Gobierno central o los Gobiernos autonómicos (dependiendo del asunto


que se está regulando) estipularán la implantación concreta de este marco le-
gal, definiendo los recursos que se destinarán, el grupo profesional e institu-
ciones que se encargarán de llevar a cabo las actuaciones, las personas bene-
ficiarias de las actuaciones, etc. De este modo, el marco legal y su despliegue
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moldean, hasta cierto punto, las formas de intervención posibles en relación


con los fenómenos sociales que atienden, especificando mecanismos y meto-
dologías de diagnóstico y evaluación (para definir a las beneficiarias, esto es,
a las personas susceptibles de ser intervenidas) y la propia actividad de inter-
vención.

Cabe destacar que, aunque todo el cuerpo de lo social opera y participa de ma-
nera controvertida –esto es, desde posiciones e intereses heterogéneos–, en la
definición de lo que son los problemas y necesidades que son consideradas de
responsabilidad pública, la propia definición del marco legal se hace a partir
de la consulta y trabajo de expertas y especialistas autorizadas del ámbito del
trabajo donde está inserto el fenómeno a legislar, otorgándose a éstas una par-
ticipación decisiva en el establecimiento de las principales líneas que deberá
contemplar dicho marco legal.

Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas


en Situación de Dependencia

Como hemos dicho antes, para ilustrar cómo se despliega y configura un dispositivo
legal particular, nos centraremos en el marco de actuación que se desprende de la Ley
de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de
Dependencia (2006). En este caso, el objetivo de las intervenciones es el de atender a
las necesidades de las personas que, por encontrarse en situación de especial vulne-
rabilidad, requieren apoyos para desarrollar actividades básicas de la vida diaria.

Los conocimientos que comenzaron a componer y desarrollar el campo de la depen-


dencia y que lo fueron definiendo como un asunto de preocupación pública y, por
ende, que pusieron de relieve la necesidad de la creación de un marco legal que lo
regulara, son recogidos en la propia Ley de Dependencia:

1) En primer lugar, desde numerosas organizaciones internacionales (Organización


Mundial de la Salud, Consejo de Europa, Unión Europea...) se ponía de relieve la ne-
cesidad de reconocer y atender los derechos de estas personas y, por tanto, la premura
de generar un marco público de atención para éstas.

2) En segundo lugar, numerosos estudios ponían de manifiesto algunas transforma-


ciones demográficas y sociales importantes, como el incremento progresivo de la po-
blación de más de 65 años, el envejecimiento de los sectores más mayores (de edades
superiores a 80 años), el aumento de la dependencia por motivos de enfermedad y
derivado de los accidentes laborales y de tipo vial.

3) En tercer lugar, se observa un cambio en las redes de apoyo encargadas de este tipo
de situaciones debido a los cambios en la morfología de las familias y a la incorpora-
ción de las mujeres al mercado laboral, fenómenos que cuestionan los roles tradicio-
nales de cuidado hacia las personas dependientes y debilitan la red de apoyo informal
que, habitualmente, se dedicaba a estas tareas. Todo esto hace necesaria la revisión de
los mecanismos habituales de prestación de cuidados, en especial en aquellos países
de la Europa mediterránea donde las familias venían asumiendo tradicionalmente el
cuidado de sus miembros con dependencia.

Estos conocimientos tuvieron como consecuencia que, en un plano más institucio-


nal, si hasta ahora eran los ámbitos autonómicos y locales los encargados de gestionar
y atender este tipo de necesidades, la rápida transformación de las situaciones que
afectan a las personas dependientes y la prevención de un posible conflicto social,
justificaba la intervención del Estado en la regulación de la problemática, mediante
el diseño de una ley de aplicación estatal. El marco legal que se compone alrededor de
la formulación de la Ley de Dependencia también incluye el modo en que se distri-
buirán las competencias institucionales, los recursos económicos y su financiación.

La consolidación de cualquier tipo de actuación que se derive de la Ley de Dependen-


cia necesitará, asimismo, de conocimientos científicos que puedan validar dichas ac-
tuaciones. También requerirá estipular el modo en que se validarán los conocimien-
tos y prácticas adecuadas, la formación y cualificación de las profesionales encarga-
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das de dicho ejercicio, y los instrumentos y metodologías a emplear. Esto exige la co-
laboración entre distintas instituciones y administraciones públicas competentes en
materia de tipo educativo, sanitario, laboral y de asuntos sociales, así como la impli-
cación de universidades, sociedades científicas, colegios y asociaciones profesionales
y organizaciones sindicales, patronales y del tercer sector. Además de estos agentes,
y dado el papel preponderante que juegan las organizaciones y colectivos empresa-
riales y entidades de servicios, éstos también serán convocados a participar en los
órganos consultivos que propone la ley: representantes de colectivos profesionales,
empresariales, sindicales y de familiares y personas en situación de dependencia.

Como mecanismos garantes de la calidad del proceso de intervención, la ley también


establece el fomento de la innovación y la promoción de investigaciones en las áreas
relacionadas con la dependencia que posibiliten la atención y la mejora de la calidad
de vida de las personas intervenidas. Asimismo, las administraciones públicas tienen
previsto facilitar y apoyar el desarrollo de normativas técnicas y procesos de auditoría
del servicio que aseguren la no discriminación en el diseño y desarrollo de tecnolo-
gías, productos y servicios de atención a las personas en situación de dependencia.
Esto es, el marco legal establece los mecanismos que garantizarán que dicho proceso
se dé dentro de ciertos criterios de constitucionalidad, profesionalidad y eficacia. Por
un lado, garantizando el uso de los códigos deontológicos de cada colegio profesional
y, por otro, a través del establecimiento de mecanismos de evaluación y auditoría de
los procesos de intervención.

Las intervenciones que se desprenden del marco legal implican la necesidad de seña-
lar y delimitar una población o ámbito como problemático para, después, actuar so-
bre éste. En el caso de las personas en situación de dependencia, la ley establece una
serie de procedimientos que habrán de valorar el grado de afección de la problemática
y discriminar así entre quienes pueden acogerse o no a las medidas interventoras. En
paralelo, y para garantizar su adecuada aplicación, se pondrán en marcha una serie
de mecanismos que impidan actuaciones y demandas de ayuda fraudulentas.

En detalle, los elementos centrales que constituirán el grupo interventor en materia


de dependencia son:

• En cuanto a los agentes�encargados de valorar el grado de dependencia de las


personas, se prevé que éstos sean las profesionales acreditadas de los servicios so-
ciales de atención primaria, profesionales de la atención primaria de salud o res-
ponsables de entidades sociales que agrupan a personas y familiares de personas
mayores, personas con discapacidad, salud mental, etc.

• En relación con las metodologías�de�evaluación, el instrumento utilizado será


el "baremo de valoración de la dependencia", mediante el que se establecerá el
grado de dependencia de las personas que soliciten la percepción de ayudas.

• En cuanto a la decisión final de quién puede ser beneficiario de estas ayudas, el


órgano�competente para resolver el grado y nivel de dependencia será, en un
futuro para el territorio catalán, la Agencia Catalana de la Dependencia creada ex
profeso para la aplicación de la ley emitida por el Gobierno central.

• Por otro lado, el tipo�de�intervenciones que contempla esta ley incluye todo un
catálogo de prestaciones divididas entre aquellas de carácter económico y otras
referidas a servicios. Algunos ejemplos de servicios que contempla la ley son: ser-
vicios de prevención de situaciones de dependencia, servicios de ayuda a domi-
cilio, servicios de atención residencial o programas y actividades específicas para
cada persona.

Todo este compendio de elementos que caracterizan el marco legal de intervención,


en este caso, de las personas definidas como en situación de dependencia, tiene por
objetivo convertir un problema que se ha definido de responsabilidad pública en un
objeto regulable con el fin de controlarlo y redirigirlo hacia los intereses establecidos.
Sin embargo, como explicábamos al inicio, el marco de actuación donde se inserta
la intervención social (como todo el campo de lo social) presenta un carácter con-
trovertido cuyos límites no están determinados ni cerrados de una vez y para siem-
pre. A pesar de los intentos por parte de instituciones y organismos de Gobierno de
normalizar y fijar dicho campo de acción mediante la imposición de un marco legal,
monopolizando así el derecho a la regulación y gestión de las poblaciones, todos
los agentes involucrados (ya sean los colectivos de profesionales o de las personas
potencialmente intervenidas, o incluso la población general) poseen cierto margen
de maniobra para aceptar, rechazar o intentar modificar el campo de la intervención
definido por el marco legal. Tal es así que, en numerosas ocasiones, colectivos, grupos
de presión o movimientos sociales de personas afectadas se han movilizado hasta
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obligar a reformular las condiciones y términos en que se han estado definiendo los
límites de la actuación gubernamental.

En el caso de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas


en Situación de Dependencia, en el Estado Español han surgido voces críticas tanto
con el modo en que se diseñó el marco legal de actuación como con algunos de los
términos conceptuales que la sostienen, especialmente en el momento en que se hi-
zo público el anteproyecto de ley. Desde numerosas entidades y asociaciones de per-
sonas especialmente afectadas por la ley (Confederación Estatal de Personas Sordas,
Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad, Confederación Es-
pañola de Organizaciones de Mayores, etc.) se criticaron fuertemente nociones como
las de "incapacidad" y "minusvalía" y se abogó por una revisión conceptual que abor-
dara la cuestión de la dependencia desde connotaciones positivas alejadas de visiones
paternalistas o asistencialistas de la intervención. Así, desde estas organizaciones se
propone la noción de "envejecimiento activo" frente a la de "vejez" como estrategia
para sortear la visión infantilizadora de la tercera edad. O bien, el uso del concepto
"personas en situación de dependencia" o "personas con discapacidad" frente a la no-
ción –al modo de estigma– peyorativa de "minusvalía".

En este sentido, desde el Foro de Vida Independiente, uno de los colectivos críticos
respecto a la ley, se prefiere hablar de "diversidad funcional" como una condición
inherente al desarrollo de la humanidad y a la que contribuye de manera positiva.
Así, aquello que haría de la diversidad funcional una "discapacidad" en términos ne-
gativos y disfuncionales, no serían tanto las personas que la padecen sino los facto-
res externos que la imponen y la hacen aparecer como un atributo de carácter indi-
vidualizado y esencial (esto es, inamovible y estático); lo cual, a su vez, promueve
procesos de generación de prejuicios sociales y la ausencia de cuestionamiento hacia
las barreras arquitectónicas, la educación segregada o la discriminación institucional.

Asimismo, frente al carácter asistencial de algunas medidas que contempla la ley,


como la ayuda a domicilio, o frente al paternalismo e intervencionismo del Estado,
desde esta misma asociación se reivindica una mayor participación de las personas
intervenidas en la autogestión de la atención y los recursos que precisan. Este tipo de
propuesta contribuiría a eliminar los intermediarios y costes que no se aplican direc-
tamente al apoyo y servicios para las personas beneficiarias y, como efecto, limitaría
parcialmente la generación de todo un mercado lucrativo a costa de la dependencia.
Tomando como base el lema de "Nada sobre nosotros sin nosotros", no sólo se de-
manda ampliar el margen de elección de los dispositivos de atención a los propios
beneficiarios de la ley y sus familiares, sino que también se reclama una mayor par-
ticipación en el diseño, la creación, la realización y la evaluación de estos servicios.
Ello incluiría también la demanda de participación en el propio marco legal sobre la
dependencia mediante sus órganos consultivos.

Con el fin de combatir la idea de que las personas dependientes son sujetos pasivos,
desde el Foro de Vida Independiente también se reivindica ampliar la noción de vida
cotidiana más allá de la funcionalidad respecto de las actividades básicas diarias, y
tener en cuenta que la autonomía de las personas también pasa por la realización
personal y por la participación social en la vida pública. Esto implica que, además
de las soluciones tradicionales dirigidas a la autonomía de las personas, entendida
como la realización por sí misma de las tareas y acciones básicas diarias, también es
necesario fomentar y apoyar aquellas medidas que ahonden en la autodeterminación
de las personas, en su agencia y en la capacidad de poder tomar decisiones por sí
mismas. Esto pone de manifiesto que, por medio de tales reivindicaciones y críticas,
no únicamente se pone en cuestión una ley o el marco legal de una serie de interven-
ciones, sino la misma noción de ciudadanía y el margen de agencia que se atribuye
a las personas intervenidas.

La emergencia de estas críticas y voces disonantes también demuestra que la aproba-


ción de la Ley de la Dependencia es llevada a cabo desde la matriz de conocimientos
e instituciones que autoriza a ciertas posiciones a producir los regímenes de verdad
y, simultáneamente, niega la voz a otras. Eso se relaciona estrechamente con lo co-
mentado en la introducción, donde reflexionábamos sobre cómo la noción de "mi-
nusvalía", al asumir que el contexto es neutral, aséptico y aproblemático, coloca el
peso del problema en la disfuncionalidad de las personas y, por tanto, hace que las
actuaciones recaigan sobre éstas y no sobre los contextos responsables de la desigual-
dad problemática. Estas formas de definición de los problemas sociales, entonces,
definen a las personas beneficiarias a partir de sus carencias, sin un cuestionamiento
profundo sobre las maneras en las que los elementos del contexto (prejuicios, barre-
ras arquitectónicas, crisis de los cuidados, etc.) están influyendo en los procesos de
discapacidad y que, en la propuesta señalada, no precisan intervención alguna.
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Sin embargo, como hemos visto, la emergencia de voces críticas con el marco legal
y de intervención propuesto por la Ley de Dependencia muestra cómo las cuestio-
nes que se dirimen en este campo no son asuntos naturales, cerrados ni dados de
antemano. Pone de manifiesto, en cambio, que se trata de campos en controversia,
construidos socialmente, de los que participan agentes heterogéneos. Así, a pesar de
que se tiende a atribuir la legitimidad del poder de gobernar las poblaciones única-
mente a instituciones legales y de Gobierno, o a instituciones de conocimiento como
la ciencia y los colectivos de profesionales, la aparición de estas voces críticas a la ley
demuestra dos puntos importantes:

1) En primer lugar, que el conflicto social y el carácter controvertido de la interven-


ción no es negativo en sí mismo ni una cosa que se haya de eliminar, sino algo cons-
titutivo de la vida social y una oportunidad para revisar los límites, los efectos y los
criterios de nuestra actuación como interventoras o intervenidas, incluyendo el mar-
co legal.

2) Y, en segundo lugar, que todas las personas cotidianamente, en un nivel más micro
o más macro, participamos de la generación de los regímenes de verdad que habrán
de regular la vida en común y establecer un orden social hegemónico; en nuestro
caso, relativo a la intervención social dirigida a personas en situación de dependencia.

1.1.2. Planes de actuación

Los planes�de�actuación definen las líneas de acción generales que ha-


brán de guiar a los proyectos y programas de intervención, y delimitan
aquellos ámbitos y colectivos sobre los que se actuará. Dicho de otro
modo, los planes de actuación operan como un dispositivo intermedio
que conecta los marcos institucionales y legislativos referentes al con-
texto de intervención con aquellos programas y proyectos que se en-
cargarán de ejecutar las acciones concretas que señalan los objetivos de
dichos planes generales.

De este modo, independientemente del ámbito donde se despliegan (ya sea


en el barrio de cualquier ciudad o en la Comunidad Europea), los planes de
actuación se encargan de conectar y alinear, de forma coherente, elementos
macroestructurales de carácter legislativo, administrativo e institucional con
prácticas y acciones de carácter local. Esto significa que las propuestas de los
planes de actuación pueden venir tanto de organismos e instituciones supra-
nacionales, como la Unión Europea, como de entidades o instituciones loca-
les, asociaciones o colectivos como pueda ser un colegio, el ayuntamiento de
una localidad o una ONG.

Así, cuando se habla de planificación en el marco de la intervención social, Lectura complementaria


se refiere a una acción que pretende observar una actividad o problemática
Para ampliar más la informa-
desde una perspectiva general, mientras que el proyecto lo hace desde una ción acerca de los planes y
perspectiva concreta. Es decir, existe una diferencia de niveles entre planes y los proyectos, podéis leer la
obra siguiente:
proyectos, en el sentido de que las metas de los primeros son más generales y
Callejo, J. y Viedma, A.
el fin de los segundos es de nivel inferior. En otras palabras, se planifica para (2006). Proyectos y estrategias
de investigación social: la pers-
resolver problemas generales y complejos que, a su vez, serán resueltos a tra- pectiva de la intervención. Ma-
vés de proyectos que incidirán sobre aspectos específicos de esa problemática drid: McGraw-Hill.

(Callejo y Viedma, 2006).


CC-BY-NC-ND • PID_00141843 13 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

La estructura que suelen presentar los planes de actuación da cuenta de esta


lógica organizativa. En ellos, se recogen desde los fundamentos legislativos
que amparan las líneas de actuación propuestas, hasta los programas encarga-
dos de desplegarlas y llevarlas a cabo. Una estructura�"tipo"�de�los�planes�de
actuación sería la siguiente:

• Contexto�de�actuación: en este punto, se presenta la problemática sobre


la que se busca intervenir y los logros que se plantean conseguir.

• Principios�básicos: aquí se especifica la base conceptual, política, ética o Ejemplo de principios


legislativa que sostiene la propuesta de actuación. Esto incluye desde los básicos

conceptos, teorías y modelos de intervención a los que se acoge, hasta los En este punto, por ejemplo, se
fundamentos legislativos y el marco competencial, en términos institucio- especificarían los programas
europeos en los que se enmar-
nales, que lo ampara. ca la propuesta de interven-
ción o las leyes estatales que
amparan dicha propuesta.
• Objetivos: en este punto, se formulan de manera operativa los logros ge-
nerales que se pretenden conseguir. Se puede distinguir entre objetivos ge-
nerales y específicos, en función del grado de concreción que presenten.
En algunos casos, también se habla de líneas estratégicas para referirse al
tipo de ámbitos o acciones que se busca fomentar o sobre los que se desea
incidir. El propósito de formular las metas y logros deseables en estos tér-
minos, de manera operativa, es facilitar la posterior evaluación del plan
de actuación en términos de eficacia.

• Ámbito�de�actuación: se refiere a los colectivos, territorios o personas so-


bre los que se intervendrá, a aquellas definidas como posibles interveni-
das, beneficiarias, usuarias o clientes.

• Impulsores�o�agentes�de�intervención: se refiere al grupo de institucio-


nes, entidades, colectivos o agentes expertos dedicados a poner en marcha
el plan de actuación.

• Líneas�de�actuación: en este punto, se especifican las actividades y tareas


que se pretenden desarrollar, las líneas de intervención que habrán de des-
plegar posteriormente los programas o proyectos de intervención.

• Recursos: el plan de actuación especifica también los recursos que se des-


tinarán a cada actuación y el presupuesto general donde se detalla la can-
tidad de dinero dedicada a cada actividad.

• Programas�o�proyectos: dado que los planes de actuación definen única-


mente las líneas de acción generales, es necesario especificar cuáles serán
los programas y proyectos encargados de llevar a cabo las intervenciones
concretas que habrán de realizarse para lograr los objetivos marcados.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 14 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

A continuación, con el fin de ver cómo se concretan estos puntos en una ex-
periencia local, analizaremos el Plan de ciudadanía e inmigración de la Gene-
ralitat de Cataluña.

Plan de ciudadanía e inmigración

Según lo que se especifica en la presentación de este plan, el contexto�sociohistórico


que justifica su diseño y puesta en marcha apunta a una transformación de la sociedad
catalana fruto del aumento de la población inmigrante. Esto, según el plan, ha tenido
un impacto directo no sólo en las formas de convivencia, sino también en la provisión
de servicios y acciones interventoras que, hasta ahora, realizaban las instituciones
públicas. Esta situación supone un reto para los órganos de gobierno dado que viene
a desafiar los términos, las condiciones y los mecanismos instituidos de los que se
servían hasta el momento para intervenir sobre la población.

Aquellas circunstancias que desde la Generalitat, en este caso, se señalan como retos
en su proyecto de Gobierno, son las tensiones entre culturas que, especialmente a
raíz del 11 de septiembre del 2001, permean la coyuntura internacional. Desde ese
momento, parecería que "el mundo es más cauteloso y menos receptivo a las dife-
rencias culturales", de tal modo que la demanda de seguridad por parte de instancias
ciudadanas y también institucionales se ha convertido en el motivo principal que
ahora justifica y legitima cualquier tipo de intervención sobre la población general.
Esta cuestión, unida a la mayor presencia de población inmigrada en Cataluña, al
aumento de usuarios de los servicios públicos y a la respuesta insuficiente y falta de
previsión en el diseño de las políticas públicas y sus presupuestos, han hecho que
el hecho migratorio sea entendido por las administraciones como un desafío para la
gobernabilidad y la regulación de la conflictividad social.

Vemos cómo el Plan de ciudadanía e inmigración reúne todo un conjunto de princi-


pios, objetivos, prioridades y programas que actuarán sobre el impacto de la llegada
de la población inmigrante a Cataluña, con el fin de facilitar la convivencia en los
términos fijados por el propio plan. En concreto, la�meta�u objetivo que se busca
alcanzar con la puesta en marcha del plan sería "preparar a las instituciones, a las
ciudades y a la ciudadanía para los cambios", y así "prevenir que a partir de la nueva
inmigración se generen nuevas fracturas sociales". Es decir, ante una transformación
social como es la ampliación y diversificación de culturas, orígenes nacionales y mo-
dos de vida, desde las instituciones gubernamentales se busca intervenir en el ámbi-
to�de�la�convivencia: sobre la población y sus organizaciones en pro de una mayor
cohesión social que facilite su mejor gobierno. Para lograrlo, es necesario legitimar
y validar su propio proyecto de intervención ante el total de la población, para así
tener una mejor acogida y recepción, para facilitar la normalización de un proceso de
gobierno que lleve a las personas a asumirse claramente como agentes susceptibles
de ser intervenidas por el grupo de expertas interventoras.

La cohesión social que se fomenta es, entonces, la de un estrechamiento de los vín-


culos ciudadanos dirigidos hacia los intereses y metas que se estipulan como desea-
bles. En las propias palabras del Plan de ciudadanía e inmigración, se busca "crear
nuevas complicidades que generen la confianza necesaria para que Cataluña sea un
proyecto social, político, lingüístico y cultural compartido por toda la ciudadanía".
Cabe destacar que el concepto de ciudadanía que se utiliza en el plan equipara la
ciudadanía con la residencia material y la voluntad de la persona de permanecer,
efectivamente, en el entrono social y territorial de Cataluña; por lo que, a diferencia
del la Ley de Extranjería del Estado español, según la cual sólo son ciudadanas las
personas nacionales (españolas), se intentan reconocer los derechos de ciudadanía a
través del reconocimiento del empadronamiento.

Los principios que, según la Generalitat, rigen este plan son el pluralismo, la igual-
dad y el civismo. Así, reconociendo el valor de la diversidad cultural, este plan de
actuación busca universalizar las políticas públicas que en él se proponen, respetando
la individualidad de cada persona y garantizando la igualdad de derechos para todos
los ciudadanos. Como institución encargada de la regulación y el gobierno de la vida
en común de una población, la Generalitat propone un escenario de convivencia para
todos los habitantes de Cataluña que está atravesado por una concepción dinámica
de la cultura, donde la interculturalidad se entiende como una actitud y un compor-
tamiento basados en la empatía y comprensión entre ciudadanos. Asimismo, el Plan
de actuación se acoge a un marco institucional regido por una serie de principios
legislativos: por un lado, se apela al marco de distribución de competencias en ma-
teria de extranjería por el que se estipulan los márgenes de acción del Estado y de las
comunidades autónomas; por otro lado, se hace eco de las declaraciones adoptadas
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 15 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

por la Asamblea General de las Naciones Unidas, dentro del ámbito de los derechos
de las personas extranjeras; y, por último, se apela al civismo como norma básica
de comportamiento y de acción pública sustentada por las ordenanzas municipales
homónimas.

Los impulsores de la intervención señalados por el Plan de ciudadanía e inmigración


incluyen a agentes sociales de distintos niveles que habrán de trabajar de manera
coordinada. Este trabajo conjunto reúne a sectores públicos afectados por los temas
que trata el plan, en todos los ámbitos de la Administración local, y toda una red
de actores del tercer sector como son asociaciones, ONG, organizaciones sindicales,
sectores empresariales o confesiones religiosas. En términos generales, se busca im-
plicar a los principales sectores sociales, políticos, económicos y culturales que ya
tienen una larga experiencia en la gestión de la inmigración en Cataluña. Con el fin
de realizar una intervención más integral, el Plan de ciudadanía e inmigración plan-
tea también una serie de cambios legales y de competencias en el seno de la propia
Administración pública. Esto significa intervenir y modificar el marco institucional
que, hasta entonces, regía las políticas públicas y las acciones interventoras en mate-
ria de inmigración. El Plan de ciudadanía e inmigración también incluye otros pla-
nes sectoriales de la Generalitat, de manera que uno de los propósitos claros de su
redacción es el de facilitar la coordinación y el trabajo conjunto y cooperativo entre
la totalidad de estamentos públicos y administrativos.

El conjunto de intervenciones que se proponen en un plan se organizan siguiendo


una serie de líneas generales de actuación. En este caso, las propuestas del plan siguen
tres direcciones fundamentales; ved la tabla siguiente:

Líneas generales de actuación

Políticas�de�acogida Contienen mecanismos específicos que compor-


tan el reconocimiento de la presencia de nueva
ciudadanía, invitan a formar parte de la sociedad
de acogida y se basan en la autonomía de las per-
sonas mediante programas de formación e infor-
mación.

Políticas�de�igualdad�o�equipara- Adecuan los servicios públicos y los sistemas en


ción general a la nueva realidad para garantizar la
igualdad de oportunidades, impulsando la par-
ticipación para que la presencia e influencia de
las personas inmigradas sea real y puedan actuar
contra cualquier situación de discriminación.

Políticas�de�acomodación Se basan en criterios para la gestión de la diversi-


dad interna con el fin de ayudar a entenderla, vi-
virla y, así, convivir.

Esto significa que, a partir de este momento, las intervenciones que se pongan en
marcha desde el ámbito institucional en materia de ciudadanía e inmigración, y los
recursos que se destinen para ello, habrán de ajustarse al campo de posibilidades que
dibuja el plan, deberán estar incluidas en uno de estos tres caminos de acción que se
marcan como deseables y deberán seguir los principios descritos anteriormente.

1.1.3. Programas y proyectos

Todas estas intervenciones, organizadas de manera transversal y de carácter


más o menos general, se concretarán en una serie de programas y proyectos
que se llevarán a cabo, sin embargo, desde cada una de las áreas departamen-
tales que conforman la institución de la Generalitat. Si el marco institucional
de la intervención definía las líneas legislativas y los principios generales que
luego los planes de actuación materializaban en líneas de actuación generales,
los programas de intervención habrán de concretar estas líneas en proyectos
que las traduzcan en prácticas y acciones concretas realizadas, ahora ya direc-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 16 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

tamente, sobre las personas o territorios intervenibles. Así, lo que hemos des-
crito hasta ahora es un proceso que va de lo general a lo particular y conecta
dimensiones de carácter macrosocial, como pueda ser una ley, con dimensio-
nes locales e inmediatas, como puedan ser acciones de intervención en con-
textos concretos.

Para el caso del Plan de ciudadanía e inmigración que hemos visto, cada una
de las líneas de actuación incluye una serie de objetivos tácticos que habrán de
alcanzarse mediante la intervención sobre ámbitos como la sanidad, la educa-
ción o el trabajo, o mediante la actuación sobre colectivos en riesgo, jóvenes
o menores, etc.

El acceso a los servicios públicos

Así, por ejemplo, dentro de la línea de políticas de igualdad, aparece como objetivo tác-
tico la mejora en el acceso de toda la ciudadanía a los servicios públicos, el cual pretende
alcanzarse incidiendo sobre los diferentes marcos institucionales públicos, como la edu-
cación, la salud, la cultura, etc., o a partir del soporte a colectivos en riesgo de exclusión,
como pueden ser las mujeres o la juventud. Concretamente, dentro de la educación, se
prevé llevar a cabo un programa de mejora de la distribución de los alumnos de origen
extranjero en la red de centros educativos del territorio, con el fin de consolidar una ofer-
ta educativa pública comprometida con la integración social y la educación de calidad
para toda la ciudadanía. Los responsables de llevarlo a cabo serán las organizaciones que
conforman el Departamento de Educación y se contará con la colaboración de los ayun-
tamientos. Los proyectos que componen este programa incluyen una serie de objetivos
específicos que se concretan en, por ejemplo, crear oficinas de información escolar en los
ayuntamientos para dar a conocer a las familias y al alumnado la oferta educativa exis-
tente, o elaborar materiales en diferentes idiomas donde se explique el sistema educati-
vo, las condiciones y los requisitos para las matriculaciones, etc. Una vez evaluados los
programas, y si se logran llevar a cabo estas tareas, se darán por alcanzados los objetivos
específicos y los objetivos generales, y se entenderá que la apuesta por unas determina-
das líneas de acción ha logrado efectos sobre la población, haciéndola converger en sus
prácticas y modos de vida hacia los intereses que se habían marcado previamente como
deseables desde el marco institucional que explicábamos al inicio.

Llegados a este punto, podemos entender cómo una práctica de intervención


cotidiana –como puede ser el diseño de un folleto informativo– expresa una
serie de objetivos, valores e intereses señalados como deseables y fundamen-
tales desde instancias muy superiores a la que está llevando a cabo esa acción.
Es decir, como si fuera una caja de resonancia, esa acción concreta se inserta
en una programática más amplia cuyo fin último es el de gestionar la vida co-
tidiana de las poblaciones según una serie de criterios, metodologías, valores
y agentes de intervención definidos como los más adecuados.

Observamos que todos y cada uno de los pasos de la intervención (desde el


diseño del marco institucional hasta el diseño de programas, pasando por la
definición de planes de actuación) comparten una misma lógica de funciona-
miento:

1) Se parte de un diagnóstico de la situación que delimita un contexto de


actuación a transformar.

2) Se identifica un problema sobre el que intervenir.


CC-BY-NC-ND • PID_00141843 17 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

3) Se localiza un territorio o población susceptible de ser intervenido.

4) Se dibuja un horizonte deseable a alcanzar que será operativizado en forma


de objetivos.

5) Se señala una serie de organizaciones y agentes como legítimamente com-


petentes para actuar sobre este problema.

6) Se distribuyen los recursos necesarios para llevar a cabo las tareas mediante
las cuales se alcanzarán los objetivos señalados.

7) Se limita el tiempo que se dedicará a ello.

8) Se estipula el modo y los mecanismos que servirán para evaluar el proceso


de intervención.

El sentido de todo esto, como decíamos al inicio, no es otro que promover,


ejercer u orientar algún cambio social (satisfaciendo determinadas necesida-
des, respondiendo a ciertas demandas o dotando de ciertos recursos y compe-
tencias, etc.) que dirija a la población y a la vida en común hacia un horizonte
definido como "deseable" y que sea compatible con el orden social establecido.

En síntesis, las diferencias principales entre los distintos niveles de interven- Lectura complementaria
ción serían las siguientes (Callejo y Viedma, 2006):
Para ampliar más la informa-
ción acerca de los planes y
a)�Planes�de�actuación: constituyen el ámbito estratégico de las intervencio- los proyectos, podéis leer la
obra siguiente:
nes sociales, dado que definen las grandes líneas de actuación social sobre un
Callejo, J. y Viedma, A.
territorio o sector de la población, y las metas generales a alcanzar mediante (2006). Proyectos y estrategias
de investigación social: la pers-
la puesta en marcha de los programas y proyectos subsiguientes. Estas líneas pectiva de la intervención. Ma-
condicionarán el resto de niveles al determinar las prioridades y criterios de drid: McGraw-Hill.

actuación, los recursos y equipamientos disponibles, la partida presupuestaria


con que se cuenta y el calendario al que deben ajustarse las actuaciones (habi-
tualmente, entre tres y cinco años). Todo esto se establece a través de un plan
que operará como marco de referencia y que incluye la población o territorio
objeto de intervención, el análisis de las necesidades que justifica la puesta en
marcha del plan, los objetivos generales, las prioridades, las previsiones pre-
supuestarias y el sistema de evaluación que se seguirá.

b)� Programas: representan el ámbito táctico de las intervenciones sociales,


conectando el marco de referencia más genérico con las intervenciones opera-
tivas. Concretan temporal y materialmente los objetivos que marcan los pla-
nes de actuación, ordenando los recursos disponibles alrededor de los objeti-
vos y acciones que mejor contribuyen a la consecución de las estrategias pre-
viamente señaladas. Su intervención se centra en la identificación de proble-
mas específicos que, posteriormente, serán trabajados en los proyectos de in-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 18 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

tervención. La población sobre la que intervienen los programas se identifica


en relación con el contexto de aplicación del programa (por ejemplo, un cen-
tro educativo, una red de atención en salud, etc.).

(1)
Su tiempo de aplicación suele ser de aproximadamente dos años, lo que per- Por recursos necesarios nos refe-
rimos a personales, equipamientos,
mite evaluar el cumplimiento de sus objetivos en momentos intermedios. El
materiales, suministros y servicios,
programa incluye objetivos específicos y los recursos necesarios1 para llevar- ayudas y subvenciones.

los a cabo, además de los proyectos que los ejecutarán y el sistema de evalua-
ción del programa en base a criterios de implementación, eficacia, eficiencia
y efectividad.

c)�Proyectos: son el ámbito operativo y más específico de la intervención so-


cial, y se fijan sobre un único objetivo general. Se refieren a una intervención
concreta y, para ello, definen los resultados previstos, el proceso, las tareas y
los medios necesarios para su realización y el grupo de población concreto al
que se dirige. Suelen tener una duración más corta (un año) y cada actividad
que incluye está temporalizada y operativizada materialmente en relación con
las demás.

1.2. Conceptos fundamentales de la intervención social

Como hemos visto hasta ahora, el campo�de�actuación de la intervención


social consiste en el conjunto de herramientas teóricas y prácticas que buscan
generar un cambio en una situación definida como problemática hacia una
situación considerada, desde cierto horizonte ético y político, como de mayor
bienestar o equilibrio social. Tanto aquello que se define como problemáti-
co, como lo definido como bienestar en un momento y contexto dado, está
mediatizado por los valores socioculturales de ese contexto y por las prácticas
académicas y profesionales propias de la intervención social como campo dis-
ciplinar, que funcionan como poderosos mecanismos de control social y de
gestión de las poblaciones.

Todo esto contribuye a delimitar ciertos fenómenos como problemas y ciertas


actuaciones como respuesta a estos problemas de una manera dinámica, esto
es, en constante definición y redefinición a partir de la influencia de diferentes
agentes sociales, instituciones, administraciones públicas, marcos legales, etc.

En este subapartado, trabajaremos los conceptos fundamentales presentes en


la literatura especializada en intervención social. Éstos sirven como pilares bá-
sicos de otros conceptos referidos a ámbitos específicos, sirviendo como base
fundamental sobre la cual se asienta gran parte de la teoría y la práctica de la
intervención social en la actualidad. Cabe destacar que, alrededor de cada uno
de los conceptos, hay un gran volumen de discusiones académicas y profesio-
nales que no podrá ser abordado en esta asignatura, por lo que focalizaremos
en aquellos aspectos básicos de cada uno de éstos, con el fin de mostrar su
especificidad y su relación con el campo de la intervención social.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 19 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

1.2.1. Conceptos fundamentales (I): aquello definido como


problemático

Como hemos dicho, el campo disciplinar de la intervención social se ha ido


construyendo a partir de una amplia gama de conceptos, configurando así las
herramientas a través de las cuales se va definiendo, en diferentes momentos
y contextos históricos, su objeto de trabajo. En este subapartado, se trabajarán
los conceptos que buscan definir cuáles son las principales problemáticas�que
es necesario abordar desde la intervención social.

Problemas sociales

El concepto de problemas sociales es central para el ámbito de la intervención Lectura complementaria


social ya que remite, de modo genérico, a las situaciones que deben ser aten-
Sobre el tema de los proble-
didas por medio de las prácticas de intervención. Este concepto sirve de mar- mas sociales, podéis leer la
co general; incluye una gran variedad de fenómenos que tienen un impacto obra siguiente:
Kohn, M. (1976). Looking
negativo sobre la vida de un segmento significativo de la población y crean
Back. A 25-Years review and
situaciones de malestar social (Kohn, 1976). appraisal of Social Problems
research. Social Problems, 24,
84-112.

Un problema�social surge cuando hay condiciones o prácticas incom-


patibles con los valores del marco sociocultural donde éstas emergen. Ejemplo
Se trata de desequilibrios presentes en la sociedad por un mal funciona-
Los cambios estructurales, co-
miento de las estructuras sociales o como consecuencia de las transfor- mo el desarrollo tecnológico,
las crisis económicas, las gue-
maciones que van acaeciendo en determinados momentos. rras, los desastres naturales,
entre otros, pueden tener co-
mo consecuencia la emergen-
cia de problemas sociales, co-
El carácter "social" del problema viene a significar que las causas de la proble- mo por ejemplo, mayores gra-
dos de pobreza, emergencia
mática están, sobre todo, en el ámbito social, aunque su concreción se da en de la brecha digital, exclusión
social, desigualdades sociales,
personas particulares. Según Sánchez-Vidal (2008), los desajustes sociales se marginación, etc.
ven reflejados en los individuos más débiles, que terminan portando o pade-
ciendo las patologías del sistema social. Asimismo, para definir un problema
como social es necesario que se entienda que hay una responsabilidad colec-
tiva para su solución, esto es, que amplios sectores de la sociedad estén de
acuerdo en que es necesario actuar para alterar la situación.

Sánchez-Vidal (2008) establece, a partir de la sistematización de diferentes Lectura recomendada


aportaciones, algunos componentes básicos que definen el concepto de pro-
Para profundizar en el tema
blemas sociales en la literatura sobre intervención social: de los problemas sociales, se
recomienda leer la obra de
Sánchez Vidal:
• Distinción entre problemas�personales y cuestiones�sociales. Los proble-
Sánchez-Vidal, A. (2008). Psi-
mas sociales son aquellos que atañen a los fines y valores de un grupo cología Social Aplicada. Ma-
drid: Pearson Educación.
mayor, que son debatidos públicamente y que requieren, por tanto, solu-
ciones colectivas.

• Existe, en los problemas sociales, una parte objetiva (situación o condi-


ción dada) y una elaboración subjetiva de esa condición.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 20 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

• El componente subjetivo está constituido a partir de unos valores compar-


tidos que definen un estado de cosas social como deseable o ideal. Exis-
te una conciencia colectiva de la discrepancia indeseable entre un estado
ideal (norma social) y la condición social real.

• La discrepancia norma-realidad es percibida por un número�significativo


de personas o por grupos sociales influyentes.

• Dada la disparidad de valores e intereses sociales, lo que es definido como


problema social puede�variar considerablemente de una a otra comunidad
o grupo social.

• Muchas veces, la acción de visibilizar la discrepancia entre norma y reali-


dad es protagonizada por colectivos�interesados (directamente afectados
o no) como los movimientos sociales que, con frecuencia, identifican y
definen ciertas cuestiones emergentes como problemas sociales.

• Puede haber también problemas� latentes, que se definen por aquellas


condiciones que pueden ser indeseables, pero que no se definen como pro-
blemas sociales, o bien porque no existe conciencia del problema o bien
porque se considera la condición como inalterable.

Siguiendo a Montenegro (2004), la definición de cierto fenómeno como pro- Lectura complementaria
blema social es producto de un complejo proceso de definición colectiva en
Podéis ampliar la definición
el que participan diferentes agentes sociales a partir de las ideas y valores pre- de problema social dada por
sentes en un contexto dado. Montenegro en:
Montenegro, M. (2004). Co-
munidad y bienestar social.
Ejemplos En L. Cantera, J. Herrero,
M. Montenegro y G. Musi-
Algunos ejemplos de estos agentes sociales son: instituciones públicas, investigadoras tu. Introducción a la psicolo-
científicas, medios de comunicación social, movimientos sociales, colectivos de afecta- gía comunitaria. Barcelona:
dos, etc. EdiUOC (43-72).

Por esta razón, es importante prestar atención a las formas en las que se van
definiendo los problemas sociales en diferentes momentos y localidades, dado
que dicho proceso es dinámico y conflictivo, debido a la diversidad de intere-
ses que pueden estar en juego.

Reflexión

Preguntas como ¿quién define algo como problema social?, ¿a quién beneficia la existen-
cia de tal o cual problema social?, ¿a quién representan las elites que deciden?, ¿cuál es
la relación entre problemas sociales, principios democráticos y mayoría en una situación
dada?, ¿qué ocurre con el bienestar –y opinión– de las minorías y con la justicia social
distributiva? (Sánchez-Vidal, 2008), pueden ayudar a reflexionar críticamente sobre des-
de dónde y cómo se erigen los problemas en su dimensión social.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 21 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Necesidades sociales

El concepto de necesidades�sociales, así como el de problemas sociales, remite Lectura complementaria


a un amplio marco de situaciones que son definidas, genéricamente, como
Podéis ampliar la informa-
carencias en relación con los bienes y servicios necesarios para que las personas ción sobre esta definición
puedan conseguir un nivel mínimo de calidad de vida (Sitjà, 1988). de necesidades sociales en la
obra:
Sitjà, M. (1988). Terminología
Frecuentemente, se hace una distinción entre las necesidades básicas de super- de los asistentes sociales. Bar-
celona: Col·legi Oficial de Di-
vivencia, tales como comer, dormir, etc., y las necesidades de desarrollo social plomats en Treball Social i
y cultural, tales como la educación, el acceso a productos culturales, etc. La Assistents Socials de Catalun-
ya.
relación con el concepto de problemas sociales se establece a partir de la idea
de que la incidencia de un problema social como la exclusión social, la margi-
nación, etc. impide cubrir las necesidades básicas o de desarrollo personal de
los individuos o grupos afectados por éste.

Al igual que la noción de problemas sociales, el concepto de necesidad social Lectura complementaria
implica el reconocimiento de que hay una responsabilidad colectiva en la sa-
Podéis ampliar el tema de las
tisfacción de las necesidades, establecida sobre la base de la idea de justicia y necesidades sociales en el tra-
de promoción de la vida humana digna. El debate�aparece cuando se discute bajo de Gaitán:
Gaitán, L. (2005). La inter-
qué cosas se consideran necesidades�humanas, cuáles se van a aceptar como
vención. En R. Aparicio y J.
necesidades a satisfacer socialmente y qué tipo de recursos hay que proveer en Martínez (Ed.), La interven-
ción social con colectivos inmi-
cada caso (Gaitán, 2005). Este debate aparece en la literatura sobre interven- grantes. Modalidades, agentes y
ción social y, por esto, se busca definir el campo de las necesidades, frecuente- destinatarios (pp. 23-38). Ma-
drid: Universidad Pontificia
mente, a partir de la descripción de tipologías. Algunos de los conceptos que de Comillas.
se utilizan son:

Ejemplo
a)�Necesidad�normativa: aquella que la experta –profesional, administradora
o científica social– define como necesidad. Se establece un nivel deseable de Un claro ejemplo de necesidad
normativa es la necesidad de
satisfacción de la misma, se realizan mediciones a través de unos baremos de educación reglada.
referencia, y se analiza en qué medida cierto individuo o grupo tiene satisfecha
dicha necesidad.

b)�Necesidad�percibida�o�experimentada: equivalente a la carencia o necesi- Ejemplo


dad subjetiva. Ésta es la que es percibida por el individuo, grupo o comunidad
Un claro ejemplo de necesi-
respecto de su propia situación en relación con un asunto. dad percibida o experimenta-
da es la necesidad de sistemas
de transporte para cierto terri-
c)�Necesidad�expresada: es la necesidad traducida en demanda, por parte de torio.
ciertas personas o grupos, y que es comunicada al organismo que quien de-
manda percibe como el organismo competente para su solución.
Ejemplo

Así, algo que no es detectado por las profesionales como necesidad puede ser Las formas de expresión de
una necesidad pueden ser muy
erigido como tal a partir de este proceso. diversas, por ejemplo, en for-
ma de acción colectiva, a tra-
vés de los medios de comuni-
d)�Necesidad�comparativa: resultado del estudio de las características de una cación, etc.

población y de su comparación con otra o con una situación ideal deseada.


Esto puede llevar a evidenciar desigualdades sociales entre grupos.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 22 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

La taxonomía presentada provee de herramientas analíticas para comprender


varios procesos relativos a las necesidades sociales. Por un lado, quién es el
agente que detecta la necesidad, tanto administraciones y técnicas de inter-
vención como grupos sociales específicos que, una vez detectan cierto estado
carencial, expresan su descontento con ese orden de cosas. Por otro lado, será
importante el proceso de medición de las necesidades sociales y los grados de
satisfacción de éstas, o sea, la manera de saber cuál es la necesidad y su inci-
dencia en cierto contexto. Esto resultará crucial tanto para establecer la nor-
ma general que definirá el nivel mínimo de satisfacción de cierta necesidad,
como para comparar diferentes grupos sociales en relación con una misma
necesidad.

Como vemos, las necesidades sociales, como los problemas sociales, se defi- Ejemplo
nen en un contexto determinado. Según Gaitán (2005), las necesidades son
Esto es, los fenómenos son de-
universales, es decir, iguales para todos los seres humanos, pero su modo de finidos en términos de necesi-
satisfacción es diverso, según los contextos culturales y las formas de organi- dades dependiendo del con-
texto en el que emergen, por
zación social. Desde una perspectiva construccionista, las necesidades sociales ejemplo, la necesidad de con-
sumo.
se van definiendo y redefiniendo tanto en su contenido como en las maneras
en las que se considera idóneo satisfacerlas.

La importancia del concepto necesidades�sociales para la intervención


social radica en que la detección de necesidades en los grupos y pobla-
ciones resultará fundamental para la definición de planes de acción que
busquen satisfacerlas y generar mayores grados de calidad de vida.

Pobreza

Uno de los conceptos básicos sobre los cuales se ha trabajado tanto la noción
de problemas sociales como la de necesidades en el campo de la intervención
social es la pobreza y las maneras en las cuales se puede erradicar o superar.

Tradicionalmente, la pobreza se ha asociado con bajos niveles de ingreso y, Lecturas


por tanto, muchas veces se ha medido a partir de la renta de las personas o de complementarias

los hogares. Sin embargo, este concepto no sólo se circunscribe a los aspectos Sobre el tema de la pobreza,
económicos. Según Chambers (1995), la noción de pobreza está referida direc- podéis leer las obras siguien-
tes:
tamente a las necesidades físicas, activos e ingresos; incluye –pero es más que–
Boltvinik, J. (2000). Concep-
el hecho de ser pobre por ingresos. Por tanto, los términos de pobreza y pobre tos de medidas y pobreza. En
J. Boltvinik y L. Hernández
están asociados a un estado de necesidad y carencia y, además, dicha carencia (Ed.). Pobreza y distribución
se relaciona con lo necesario para el sustento de la vida (Boltvinik, 2000). del ingreso en México. México:
Siglo XXI.
Chambers, R. (1995). Poverty
Por otro lado, en el debate sobre este concepto cobran relevancia las maneras and livelihoods: whose rea-
lity counts? Environment and
en las que se define quién puede ser considerado pobre y quién no. Esto es, Urbanization, 1 (7), 173-204.
se discute sobre las maneras en las que se pueden definir los límites de lo que
se considera pobreza. Los conceptos de pobreza absoluta y pobreza relativa
apuntan a esta cuestión.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 23 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Cuando se hace referencia a pobreza� absoluta, se entiende que una


familia es pobre cuando sus ingresos no son los suficientes para obtener
lo mínimo necesario para la eficiencia física. Para medir este tipo de
pobreza, sería preciso definir primero cuáles son las necesidades básicas
que una persona tendría que cubrir para su sustento, asunto difícil de
realizar sin conocer los contextos concretos donde ocurre el fenómeno.

El concepto de pobreza� relativa viene a cuestionar la posibilidad de


conocer las necesidades básicas de una persona fuera del contexto social
específico donde habita y, por tanto, al marco normativo (en términos
de recursos sociales de determinado grupo social) de la sociedad donde
aparece la pobreza. En un sentido operativo, la pobreza relativa se refe-
riría a un nivel de ingresos inferior a la mitad o menos de la mitad de la
media de ingresos que perciben, en un contexto concreto, los hogares
y las personas.

Siguiendo a Gómez (2008), la pobreza afecta a colectivos que, por razones di-
versas, no pueden participar en el mercado de trabajo (enfermedad, discapa-
cidad, paro, edad avanzada), o aquellos que, aun con trabajo remunerado, son
incapaces de lograr un nivel mínimo de renta que les permita acceder, de ma-
nera adecuada, a bienes materiales y oportunidades vitales, como por ejemplo
la educación.

Desde otra perspectiva, Sen (1992) afirma que la pobreza no es cuestión de


escaso bienestar, sino de incapacidad de conseguir bienestar, precisamente,
debido a la ausencia de medios en un contexto social determinado. Esta de-
finición, en lugar de colocar el acento en las carencias que pueden tener las
personas consideradas pobres, presta atención a las condiciones y medios que
una sociedad dada pone a disposición de la población para satisfacer sus ne-
cesidades.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 24 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

En esta misma línea, Sánchez, Cronick y Wiesenfeld (2003) utilizan el concep- Lecturas
to de desigualdad� social como crítica al concepto de pobreza. Según estos complementarias

autores, la noción de desigualdad refiere explícitamente a los procesos de in- De la amplia literatura que
justicia asociados a las falta de equidad en términos de clase, género, raza y trata sobre el tema de la po-
breza se aconseja que leáis las
otras diferencias que atraviesan el campo de lo social, que afectan a las perso- obras siguientes:
nas y que pueden generar pobreza. Se trata de ir más allá de la mera definición Gómez, C. (2008). Informe
de l'exclusió social a Espanya
del fenómeno y ahondar en las maneras en las que se distribuyen los bienes 2008. Barcelona: Caixa de
Cataluyna. Observatori de la
y servicios. Inclusió Social.
Sánchez, E., Cronick, K. y
Wiesenfeld, E. (2003). Po-
De este modo, vemos cómo diferentes aproximaciones al fenómeno de la po- verty and Community. En S.
breza pueden tener implicaciones diferentes relacionadas con el abordaje de la Carr y T. Sloan (Ed.). Poverty
& psychology. From global pers-
misma. Mientras que una perspectiva centrada en los recursos producirá res- pective to local practice (pp.
123-145). Nueva York: Klu-
puestas como subsidios o prestaciones económicas para las personas afectadas wer academic/Plenum publis-
por esa condición, una perspectiva más amplia, que toma en cuenta los me- hers.
Sen, A. (1992). Sobre concep-
dios que ofrece cierto contexto a sus habitantes o las desigualdades presentes tos y medidas de pobreza.
en las relaciones sociales, tendría que incidir en estudiar y paliar las razones Comercio Exterior, 4 (42), 310-
322.
por las cuales el fenómeno de la pobreza aparece, y dotar de mecanismos que
permitan a todas las personas acceder a los recursos sociales disponibles.

Exclusión social

Otro concepto clave para comprender el objeto de acción de la intervención


social es el de exclusión social. Éste surge, en parte, como respuesta a las li-
mitaciones del concepto de pobreza que hace hincapié en las necesidades y
carencias de las personas sin dar cuenta de los procesos de segregación y mar-
ginación social de la que son objeto grandes grupos poblacionales –que no
necesariamente son considerados como pobres– en la actualidad. Aunque los
ingresos individuales y familiares siguen siendo una fuente evidente de desi-
gualdad social, la emergencia de otros factores como la fragmentación social
o la precariedad laboral propios de la contemporaneidad también inciden en
la calidad de vida de las personas.

Lectura complementaria
Siguiendo a Subirats et al. (2004), la exclusión�social se define como
una situación concreta, producto de una combinación o acumulación Podéis abordar el tema de la
exclusión social en la obra:
de factores de desventaja o vulnerabilidad social, que genera situacio-
Subirats, J. et al. (2004). Po-
nes de imposibilidad o gran dificultad para el acceso a los mecanismos bresa i exclusió social. Una
anàlisi de la realitat espanyo-
de desarrollo personal, inserción sociocomunitaria y sistemas de protec- la i europea. Col·lecció Estudis
ción social. La exclusión hace que a las personas y grupos afectados por Socials, 16. Barcelona: Funda-
ció la Caixa.
ella les sea difícil sentirse incluidos en la sociedad de referencia, sentirse
parte de la ciudadanía. Se trata de procesos de pérdida de vínculos y de-
safiliación social que hacen que ciertas personas o colectivos no puedan
acceder a las oportunidades y a los recursos disponibles en la sociedad
donde viven.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 25 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Estas situaciones son producto de una cadena de eventos reforzados o impul-


sados por las desigualdades y las determinaciones estructurales del sistema que
afectan a las personas de maneras diferentes, según una gran cantidad de va-
riables contextuales. En este sentido, la exclusión social no es una situación
estable e inamovible; más bien se presenta como un fenómeno dinámico que
puede afectar a diferentes grupos sociales, dependiendo de contextos sociohis-
tóricos concretos.

Estos mismos autores describen procesos que pueden llevar a la exclusión so-
cial, organizados a partir de los diferentes ámbitos vitales de las personas. És-
tos pueden ser:

• Económico: pobreza económica, dificultades financieras, dependencia a


prestaciones sociales, sin protección social.

• Laboral: desocupación, subocupación, precariedad.

• Formativo: no escolarización, analfabetismo, bajo nivel formativo, barre-


ras lingüísticas.

• Sociosanitario: dificultad de acceso a los servicios, adicciones, enfermeda-


des infecciosas, trastorno mental, enfermedades crónicas (dependencia).

• Residencial: sin vivienda, acceso precario a la vivienda, vivienda en malas


condiciones, espacio urbano degradado.

• Relacional: deterioro de las redes familiares (violencia), escasez de redes


familiares y de apoyo, rechazo y estigmatización social.

• De� la� ciudadanía� y� la� participación: no acceso o acceso restringido a


la ciudadanía, privación de derechos por proceso penal, no participación
política y social.

Cualquiera de estos elementos por separado, o la combinación de varios de


ellos, puede llevar a procesos crecientes de exclusión social en diferentes ám-
bitos de las vidas de las personas, generando malestar social.

Por su parte, Robert Castel (1995) define tres�tipos�ideales para sistematizar Lectura complementaria
la estratificación de la exclusión social:
Podéis encontrar los tres ti-
pos ideales establecidos por
1)�Zona�de�integración,�seguridad�o�estabilidad. Corresponde a la situación Castel en:
Castel, R. (1995). Les meta-
ideal de la población con trabajo, protección social asegurada y relación fami-
morphoses de la question socia-
liar y vecinal sólida. Aunque en este grupo hay grandes desigualdades sociales, le. París: Gallimard.
éstas no afectan el grado de integración social de los individuos en su contexto
social.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 26 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

2)�Zona�de�vulnerabilidad,�precariedad�o�inestabilidad. Esta situación se


caracteriza por la fragilidad, la inseguridad de las relaciones laborales precarias
y la inadecuación de los soportes familiares y sociales.

3)�Zona�de�exclusión�o�marginación. Se caracteriza por la retirada del mundo


laboral, ausencia de acceso a los mecanismos de protección social y aislamien-
to social. Este grupo sufre las formas más extremas de pobreza y poco acceso a
las formas normalizadas de participación social. Muchas veces, en este grupo,
están las personas que necesitan la asistencia social para su supervivencia.

Esta definición de tipos ideales sólo se realiza de manera orientativa y analítica Lectura complementaria
ya que, como hemos visto antes, la exclusión social no es un estado propio
Gómez, C. (2008). Informe
de las personas o colectivos, sino un proceso dinámico en el que influyen di- de l'exclusió social a Espanya
ferentes elementos y eventos que pueden llevar a quienes la padecen a irse 2008. Barcelona: Caixa de
Catalunya. Observatori de la
encontrando cada vez más desvinculados de las oportunidades y redes socia- Inclusió Social.
les presentes en la sociedad. La intervención social, desde este punto de vista,
debe fomentar la inserción social de los individuos y colectivos excluidos, re-
forzando a las personas y hogares en riesgo de exclusión o bien organizando
estrategias de inserción (Gómez, 2008).

En la discusión sobre exclusión social están presentes también los factores de


riesgo�de�exclusión. Estos factores hacen referencia a todos aquellos elemen-
tos que podemos identificar con lo que Castel ha definido como "zona de vul-
nerabilidad" y que pueden desencadenar una situación de exclusión o mar-
ginación social. Las situaciones de vulnerabilidad o de riesgo, por tanto, son
aquellas en las que se da un equilibrio social precario que puede llegar a con-
vertirse en exclusión social si se da un proceso de intensificación o aparecen
nuevos factores de exclusión (Subirats et al., 2004).

En general, la aparición de cualquiera de los elementos nombrados anterior-


mente en los ámbitos económicos, laboral, formativo, sociosanitario, residen-
cial, relacional o de la ciudadanía y de la participación, puede generar vulne-
rabilidad y riesgo de exclusión social, dependiendo de la situación de la per-
sona o colectivo en relación con los otros ámbitos vitales.

Ejemplo

Si una persona pierde su empleo pero está imbuida en una red social fuerte de apoyo
social y de participación, probablemente esta situación pueda ser gestionada a través de
procesos de apoyo social y de contactos para futuros empleos. Si, por el contrario, quien
es despedido carece de formas de protección social o de vínculos sociales, la situación de
paro puede acarrear una cadena de eventos que le lleve a encontrarse, posteriormente,
en una situación de exclusión social.

Por otro lado, hay algunos factores de riesgo de exclusión que se relacionan
con las desigualdades presentes en las sociedades occidentales contemporá-
neas, que tienen que ver con ejes de diferenciación, tales como el género, la
edad, la etnia o el origen nacional, y que generan factores de exclusión espe-
cíficos determinados por la posición de ciertos grupos en el sistema social.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 27 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

De este modo, en una sociedad patriarcal como la actual, el ser mujer apare- Ejemplo
ce como un factor de vulnerabilidad en relación con los diferentes ámbitos
Individuos estigmatizados, co-
vitales vistos arriba. Asimismo, la edad emerge como uno de los grandes ejes mo usuarios de drogas, ex pre-
que también funciona como elemento de riesgo de exclusión; actualmente, sidiarios o personas con tras-
tornos mentales severos, tam-
jóvenes y personas mayores están en desventaja frente a las personas adultas. bién se encuentran en riesgo
de exclusión social debido al
También la estigmatización, el rechazo social y la inaccesibilidad a espacios rechazo y la discriminación so-
básicos de ciudadanía –entendida como asociada a la nacionalidad– a causa cial de la que son objeto.

del lugar de procedencia o la etnia también funcionan como elementos de


vulnerabilidad para ciertos grupos sociales, como los inmigrantes. Igualmente,
ciertos colectivos sociales que no responden exactamente a ninguno de estos
ejes pueden sufrir una fuerte estigmatización social que incrementa su riesgo
de exclusión.

Los factores citados ejemplifican los modos en los que cierto orden social con-
tribuye a incrementar o disminuir el riesgo de exclusión de algunos grupos,
por lo que muchas veces el riesgo de exclusión o la exclusión debido, justa-
mente, a su carácter estructural siguen estando presentes independientemente
de las actuaciones que pueden llevar a cabo los individuos concretos de estos
colectivos para prevenir o evitarlo.

A este respecto, el concepto de marginación�social, estrechamente vinculado Lectura complementaria


al de exclusión social, refiere a las maneras en las que se genera una desigual-
Sobre la marginación social,
dad persistente que afecta a ciertos grupos de personas en el acceso a los recur- podéis leer la obra siguiente:
sos sociales en un contexto dado (Cortés, 2006). Este concepto pone el acento Cortés, F. (2006). Considera-
ciones sobre la marginación,
en los modos en que los recursos de cierto entramado social están repartidos
la marginalidad, marginali-
de manera desigual en la población, y cómo por ello se producen procesos dad económica y exclusión
social. Papeles de población,
de exclusión o de vulnerabilidad. Así, el concepto alude a la manera en que 27, 71-84.
ciertas personas o colectivos se ven forzados a estar en los márgenes de la so-
ciedad. La marginación social puede remitir al sentido territorial del término:
grupos poblacionales que están en los márgenes de las grandes ciudades y,
por esta razón, tienen menos oportunidades de disfrutar de recursos sociales,
educativos y culturales. Asimismo, la marginación social hace referencia a su
sentido simbólico, es decir, a los significados socialmente dominantes sobre
determinados colectivos de personas que son empujadas hacia los márgenes
sociales debido a la discriminación y rechazo social que padecen, limitando
igualmente su acceso a los distintos recursos.

Conflictividad social

La noción de conflicto es utilizada, frecuentemente, en diversas ramas de las


ciencias sociales para designar situaciones de desacuerdo entre diferentes par-
tes en relación con un asunto y que generan situaciones de difícil –o imposi-
ble– resolución.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 28 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Ejemplo de factores
El concepto de conflicto�social se utiliza para aquellas situaciones en detonantes
las que hay un fallo en las reglas de convivencia o normas establecidas
Un claro ejemplo de factores
socialmente en cierto contexto (Laca, 2006). La conflictividad social se detonantes son: la aparición
de ciertos temas en la agen-
puede expresar de muy diversas maneras, ya que se trata de la divergen- da pública, la promulgación
cia entre personas o grupos que emerge en un contexto dado, muchas de una nueva ley, y muchos
otros.
veces a partir de factores "detonantes".

Lectura complementaria
Los procesos de conflictividad social pueden tener diferentes alcances: no será
lo mismo situaciones de conflicto que se acoten a ciertos contextos sociales Sobre el concepto de conflic-
tividad social, podéis leer la
restringidos, como pueden ser la escuela, una empresa, una familia, etc., que siguiente obra:
aquellas que involucran a grandes grupos sociales como, por ejemplo, revuel- Laca, F. (2006). Cultura de
paz y psicología del conflic-
tas callejeras, manifestaciones o desordenes públicos. to. Estudios sobre las culturas
contemporáneas, 24 (XII), 55-
70.
La interpretación de las situaciones de conflicto social es clave para compren-
der las formas de actuar sobre ellas. Desde una postura�conservadora –esto
es, que no cuestiona el status quo–, la conflictividad genera desequilibrios que
es necesario atajar para buscar una normalización en la vida social a partir
de reestablecer el equilibrio social. Desde este punto de vista, la noción de
acuerdo o consenso se torna fundamental para el mantenimiento de la propia
estructura social. En este sentido, la perspectiva ideal de sociedad sería la de
los diferentes agentes sociales trabajando en armonía para la obtención de fi-
nes comunes. Esta perspectiva, sin embargo, no pone en cuestión la propia
estructura social, ni las diferentes relaciones de poder que la componen, por lo
que genera muchas veces respuestas de represión, criminalización o coacción
cuando emergen situaciones conflictivas (De la Cuadra, 2007).

Desde las posturas llamadas conflictivistas (aquellas asociadas al pensamien- Lectura complementaria
to marxista o alternativo), la conflictividad social se entiende como un sín-
Podéis ampliar la informa-
toma o muestra de descontento de ciertos grupos sociales respecto del orden ción sobre estas dos posturas
social imperante. En este caso, la emergencia de la conflictividad social abre a la hora de interpretar las si-
tuaciones de conflicto, leyen-
espacios de posible transformación de las relaciones sociales que estructuran do la obra siguiente:
un sistema social (De la Cuadra, 2007). Con este tipo de acercamiento, sería De la Cuadra, F. (2007). Con-
flicto social, hipergobernabi-
necesario indagar en las causas de las situaciones de conflicto a partir de los lidad y participación ciuda-
agentes principales involucrados en las mismas, para buscar respuestas que dana. Un análisis de la "revo-
lución de los pingüinos". Po-
incidan en dichas causas y atiendan al conjunto de factores que puedan estar lis, Revista de la Universidad
Bolivariana, 5 (16), 1-32.
incidiendo en la situación conflictiva.

Desde la intervención social, no hay una manera unívoca de atender las situa-
ciones de conflictividad social ya que, como hemos visto, las consecuencias
de la conflictividad social pueden ser tanto constructivas como destructivas,
dependiendo de los contextos de emergencia de esta conflictividad y de las
maneras de comprensión y gestión de la misma. En todo caso, la conflictividad
social pone en cuestión las relaciones sociales del contexto en el cual aparece
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 29 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

y, desde la intervención social, se busca generar herramientas que ayuden a su


comprensión y a actuaciones que puedan buscar el manejo de las diferencias
de modo constructivo (Laca, 2006).

Hasta aquí, hemos visto diferentes conceptos que configuran el campo disci-
plinar de la intervención social, a partir de lo que se considera como proble-
mático en el contexto sociocultural de las sociedades occidentales contempo-
ráneas. Dichas definiciones están, entonces, en concordancia con las signifi-
caciones dominantes sobre qué es lo problemático y qué es lo no problemáti-
co, presentes en esta lógica más general, socialmente compartida.

Casi nadie cuestiona que la pobreza extrema sea un problema social; sin embargo, si de-
cimos que, en realidad, lo que resulta un problema social grave es la riqueza extrema, en-
tonces veremos que se pone en cuestión la lógica dominante que guía la intervención so-
cial para la erradicación de la pobreza. Si lo pensamos detenidamente, ambos fenómenos
no son indisociables, ya que para que se genere la pobreza extrema serán necesarias cier-
tas formas de relaciones sociales asimétricas en las que falle la distribución de los recursos
económicos, sociales y culturales de una sociedad. Si actuamos sobre la acumulación de
la riqueza, nuestra acción indefectiblemente redundará en procesos de redistribución de
estos recursos, cosa que ayudará a paliar la pobreza extrema. Sin embargo, esta interpre-
tación no es la que se usa mayoritariamente en el campo de la intervención social, lo cual
nos lleva a comprender que la definición de ciertos fenómenos como problema no es
arbitraria, sino que responde a ciertos intereses y determinadas formas de organización
social dominantes. Así, vemos cómo la matriz de la intervención social –a partir de las
formas de definición de los problemas sociales, en este caso– está moldeada por lo que se
establece en un momento y contexto dado como digno de transformación, generando
procesos de gobernabilidad, en el sentido de ejercicios de poder-saber que definen lo que
se debe intervenir y lo que se debe dejar intacto.

1.2.2. Conceptos fundamentales (II): aquello que es definido


como solución

Así como se definen aspectos problemáticos que es necesario atacar desde el


campo disciplinar de la intervención social, también se han ido configurando
una serie de conceptos que aluden al horizonte�deseable a alcanzar a partir de
la práctica que interviene; esto es, conceptos que buscan sistematizar y com-
prender las soluciones a estos problemas sociales y que sirven de guía para la
acción. En este subapartado, haremos una reseña de los conceptos fundamen-
tales en dicha área.

Estos conceptos, al igual que los trabajados anteriormente, están sometidos a


continuos procesos de redefinición en un marco social y cultural determinado;
en este caso, a partir de los valores compartidos sobre qué implica el bienestar
–y las maneras de lidiar con los problemas sociales– en dicho contexto.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 30 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Inclusión social

La inclusión�social se define como opuesta a la exclusión social; se trata


de situaciones en las que las personas o grupos sociales se encuentran
disfrutando de las oportunidades que les brinda el contexto social para
su pleno desarrollo. La inclusión se refiere a lo que Castel (1995), en la
taxonomía presentada anteriormente, denomina "zona de integración,
seguridad o estabilidad". Estar incluido es participar como ciudadano de
pleno derecho en las relaciones sociales.

Siguiendo a Subirats et al. (2004), la integración o inclusión social pasa por la Lectura complementaria
participación de las personas en tres ejes básicos:
Sobre la inclusión social, po-
déis leer la obra siguiente:
a) El mercado y/o la utilidad social aportada por cada persona como mecanis- Subirats, J. et al. (2004). Po-
bresa i exclusió social. Una
mo de intercambio y de vinculación a la contribución colectiva y de creación
anàlisi de la realitat espan-
de valor. yola i europea (Col·lecció Es-
tudis Socials, 16). Barcelona:
Fundació la Caixa.
b) La redistribución, que básicamente llevan a cabo los poderes y administra-
ciones públicas.

c) Las relaciones de reciprocidad que se despliegan en el marco de la familia


y las redes sociales.

De modo que, al igual que en el concepto de exclusión social trabajado ante-


riormente, para poder reflexionar y actuar hacia la inclusión social se deben
tener en cuenta los diferentes ámbitos de las vidas de las personas: laboral,
residencial, de redes sociales, de participación social y política, etc. Además, se
caracteriza por ser un fenómeno dinámico en el que están en juego diferentes
variables que inciden de manera positiva o negativa en las formas de inclusión
de ciertas personas y colectivos.

Ahora bien, los procesos para llegar a la inclusión social pasan por políticas
públicas y prácticas de intervención que incidan en debilitar los factores que
generan precariedad y desvinculación de los recursos sociales disponibles en
un momento y contexto dados. Asimismo, será necesario poder ubicar las si-
tuaciones de riesgo de exclusión y generar procesos de prevención de estas
situaciones y de promoción del acceso de toda la población a dichos recursos.
En el campo de las políticas sociales, serán necesarias acciones que incidan en:

• La universalización de servicios sociales y rentas básicas y organización de


los sistemas de protección social.

• La erradicación de la exclusión laboral y hacia la calidad de la ocupación.

• La promoción de la vivienda social y regeneración integral de los barrios.


CC-BY-NC-ND • PID_00141843 31 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

• El acceso en igualdad de condiciones a las atenciones de salud y cuidado.

• La creación de medidas educativas comunitarias e integrales.

• La plena igualdad de género, socioeconómica, étnica y de origen nacional,


entre otras.

• El fomento de la articulación y la responsabilidad social de las redes pú-


blicas y comunitarias.

• Aumentar los instrumentos de participación ciudadana.

En el campo de la intervención social, se trata de generar diagnósticos de si-


tuaciones de riesgo de exclusión o de exclusión social, y realizar actuaciones
concretas que incidan en procesos de inclusión social y de acceso a los recur-
sos económicos, sociales y culturales del contexto social donde ocurren dichas
problemáticas.

Ejemplos de inclusión social

Un ejemplo de este tipo de actuación son los programas de formación sociolaboral que
buscan dar herramientas a personas sin trabajo o con trabajos precarios, para insertarse
en mejores condiciones al mercado laboral, haciendo frecuentemente seguimientos per-
sonalizados de las maneras en las que las personas con las que se trabaja logran insertarse
o no al mundo laboral, incidiendo en lo posible en los problemas con los que se enfren-
tan en dicho proceso.

Otro ejemplo de actuación para la inclusión social sería el de generar acciones que au-
menten la accesibilidad a los servicios sociales a personas que, por diferentes razones (des-
conocimiento, distancia territorial, problemas con los horarios, cargas familiares, etc.),
se les hace difícil beneficiarse de estos servicios. Proyectos de información, sensibiliza-
ción, ampliación de horarios de atención o promoción activa de los servicios hacia la
comunidad en los que se alojan, buscan acercar los servicios existentes a las personas que
probablemente los puedan necesitar pero que no los usan, incidiendo así en la inclusión
social de estas personas.

De este modo, la intervención social puede contribuir a procesos de inclusión


desde muchos frentes, siendo necesario contextualizar los proyectos y progra-
mas que se realicen a partir de las demandas y necesidades presentes en cada
contexto en el que se propongan.

Cohesión social

La cohesión social es un concepto emergente en el campo de la intervención


social. Según Beauvais y Jenson (2002), se pueden identificar diferentes defi-
niciones del mismo. Éstas colocan, como foco central en la definición, los si-
guientes elementos:

a) Los valores comunes y la cultura cívica.

b) El orden social y el control social.


CC-BY-NC-ND • PID_00141843 32 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

c) La solidaridad y la reducción de las disparidades en la distribución de la


riqueza.

d) Las redes sociales y el denominado capital social.

e) El sentido de pertenencia e identidad definida por el territorio, la cultura,


u otros factores.

Una de las definiciones más ampliamente compartida es la de Sharon Jean-


notte (2000):

Lectura complementaria
"La cohesión�social es el proceso permanente de desarrollo de un sen-
tido de comunidad a partir de los valores y retos compartidos y la igual- Para ampliar la información
sobre el concepto de cohe-
dad de oportunidades en una sociedad, basado en un sentido de con- sión social, podéis leer la
fianza, esperanza y reciprocidad entre todos los miembros de dicha so- obra siguiente:
Jeannotte, S. (2000). Tango
ciedad. En esta acepción, la cohesión social alude a la voluntad de los Romantica or Liaisons Dan-
miembros de la sociedad de cooperar los unos con los otros, para la su- gereuses? Cultural Policy and
Social Cohesion: Perspectives
pervivencia y el alcance de la prosperidad". from Canadian Research. In-
ternational Journal of Cultural
Policy, 7, 97-113.

Esta definición incluye los factores ubicados por Beauvais y Jenson (2002), re-
feridos a los valores compartidos, la solidaridad y redistribución de la riqueza, Lecturas
la reciprocidad y creación de relaciones sociales y el sentido de pertenencia complementarias

a un espacio social. Sin embargo, no alude específicamente a los procesos de


Beauvais, C. y Jenson, J.
orden y control social y propone una visión excesivamente armónica del con- (2002). Social Cohesion. Up-
dating the State of Research.
cepto que oculta los posibles desacuerdos y conflictos propios de cualquier ti- Ottawa: Canadian Policy Re-
po de agrupación social. Tal como afirma Jenson (2002), el peligro del concep- search Networks (CPRN).
Jenson, J. (2002). Identifying
to de cohesión social es que sea entendido en términos nostálgicos, refiriendo the Links: Social Cohesion
a algún pasado ideal en el que determinado sistema social era armónico. Esta and Culture. Canadian Jour-
nal of Communication, 2 (27).
autora se aleja de esta visión, asumiendo la complejidad y el dinamismo del
concepto, con cierta precaución de no idealizar la cohesión social en términos
de sistema perfecto y sin conflictos. Para ella, las características�principales
de la literatura relacionada con el concepto son:

1) La cohesión social es un proceso más que un estado que se puede alcanzar


de una vez por todas. Por lo tanto, hay que prestar atención a las relaciones
de conflicto y solidaridad que se van generando en contextos y momentos
determinados.

2) La cohesión social involucra la definición de quién está "dentro" y quién no;


esto es, con quiénes la mayoría de los miembros de la sociedad son solidarios
y con quiénes no. De este modo, se puede observar cuáles son las fortalezas y
debilidades en las redes sociales presentes en determinados sistemas sociales.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 33 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

3) Se considera que la cohesión social requiere –y está basada en– valores�com- Reflexión
partidos. Sin embargo, las amenazas a la cohesión social pueden estar rela-
Así, para reflexionar sobre la
cionadas con los patrones dominantes en la distribución de los ingresos y el cohesión social, es necesario
acceso a los recursos, así como con los procesos de estigmatización, discrimi- preguntarse quién tiene opor-
tunidades de participación ple-
nación y explotación de ciertas personas o colectivos. na en la sociedad y quién no,
ya que esto afectará el sentido
de pertenencia de las diferen-
4) La literatura sobre cohesión social tiende a prestar poca atención a los con- tes personas respecto de la so-
ciedad en general.
flictos�inherentes a cualquier sociedad plural y los mecanismos para su reso-
lución. Presta poca atención a las fortalezas y debilidades de las instituciones
democráticas para la resolución de los conflictos. Según Jenson

Para la autora, esto es particu-


Estas cuatro características de la literatura sobre cohesión social han permitido larmente desconcertante, ya
que el declive de la legitimidad
a Jenson (2002) establecer cinco�dimensiones�del�concepto, que sirven como democrática es frecuentemen-
te invocado como un indica-
herramientas analíticas para comprender los procesos de cohesión social: dor de los problemas sociales
asociados a la falta de cohe-
sión social, sin que se genere
1)�Pertenencia-aislamiento (presencia o no de redes de solidaridad entre las una crítica a las propias institu-
ciones democráticas.
personas).

2)�Inclusión-exclusión (grados de equidad en la distribución de riqueza y de


acceso a los recursos sociales, educativos, culturales, etc.).

3)�Participación-no�participación (posibilidad o no de tener plenos derechos


de ciudadanía).

4)�Reconocimiento-rechazo (características de los procesos de discriminación


y posibilidades de gestión de los conflictos).

5)�Legitimidad-ilegitimidad (apertura o no de espacios de participación po-


lítica plural y legítima).

De este modo, el concepto de cohesión social trabaja con la idea del fortale-
cimiento de vínculos sociales y comunitarios como elementos potenciadores
de la calidad de vida de las personas, y como estrategia para evitar situaciones
de conflictividad social.

Ejemplo

Mientras los procesos de desafiliación social de ciertos grupos juveniles pueden interpre-
tarse en términos de que quienes pertenecen a esos grupos son personas conflictivas o
que su subcultura es excluyente, teniendo en cuenta esta concepción de la cohesión so-
cial se hace posible identificar otros motivos como los causantes de esta situación: la falta
de canales de participación para los jóvenes en las democracias actuales, o la pérdida de
referentes en relación al mundo laboral debido a la precariedad en el acceso al empleo
para los jóvenes, en estos momentos históricos, inciden decisivamente en las posibilida-
des de cohesión social.

Por lo tanto, es necesario ampliar la mirada hacia las posibles razones que
pueden incidir en uno u otro sentido respecto de los procesos de cohesión
social. Las diferencias en cuanto al acceso a los recursos, la discriminación, la
explotación, la escasez de espacios de participación efectiva o el individualis-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 34 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

mo actualmente presentes en las sociedades occidentales, pueden ser factores


que influyen en la falta de cohesión social. Asimismo, la pluralidad propia de
estas sociedades hace que la cohesión social sea un reto para los procesos de
definición de políticas públicas y de intervención social, de manera que éstos
puedan incidir en la creación de redes de solidaridad y sentimientos de per-
tenencia de los individuos que habitan un determinado sistema social. Para
generar cohesión social, se precisa la promoción de procesos de equidad y jus-
ticia económica, social, cultural y de participación política, atravesando todas
las dimensiones de la diversidad, al tiempo que se promueve la capacidad de
actuar conjuntamente, de forma colectiva y democrática. La gestión de la di-
versidad también implicará la creación de espacios para dirimir los conflictos
porque, lejos de suponer un sistema armónico en el que las necesidades e inte-
reses son homogéneos entre sí, el concepto de cohesión social –y las prácticas
asociadas a éste– debe contemplar la posibilidad de diferencia y de disidencia,
que se podría expresar mediante variados mecanismos de comunicación e in-
tercambio en los contextos de vida de las personas.

Lectura complementaria
A modo de resumen, las estrategias para la cohesión social refieren a las
acciones que aseguren que cada habitante pueda tener, en su comuni- Consejo de Europa (2001).
Promoting the policy debate
dad, las oportunidades de acceso para satisfacer sus necesidades básicas, on social cohesion from a po-
para progresar, para ejercer sus derechos y recibir protección, con el fin licy perspective. Trends in so-
cial cohesion 1. Estrasburgo:
de generar procesos de agregación social y vínculos significativos con Council of Europe Publis-
hing.
quienes comparte un territorio concreto (Consejo de Europa, 2001).

Calidad de vida

El concepto de calidad�de�vida alude al bienestar, a la felicidad y a la


satisfacción de un individuo, que le otorga a éste cierta capacidad de
actuación, funcionamiento o sensación positiva de su vida. Incluye no-
ciones relacionadas con el bienestar psicológico, la calidad ambiental,
la promoción social, la participación social y la autorrealización.

Por tanto, este concepto no solamente contempla los aspectos económicos Lectura complementaria
o materiales de la vida, sino también la calidad de las redes socioafectivas,
Sobre el concepto de calidad
el acceso a los recursos sociales y culturales del contexto y la posibilidad de de vida, podéis leer la obra si-
participación efectiva en la vida social. A la vez, contempla la evitación de guiente:
Casas, F. (1996). Bienestar so-
situaciones valoradas negativamente como las enfermedades, la mortalidad
cial: Una introducción psicoso-
prematura y la posibilidad de estar involucrado en procesos criminales (Casas, ciológica. Barcelona: PPU.
1996).

Dicho concepto tiene un carácter valorativo, contextual e histórico, ya que


lo que se entiende como calidad de vida se da en el marco de determinados
valores dominantes referidos a lo que se consideran las garantías necesarias
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 35 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

para la vida y los estilos de vida idóneos en cierto contexto socio histórico y
cultural. Lo que significa "calidad", en este concepto, es variable en el tiempo
y en los diferentes contextos sociales y culturales en los que se observe.

A pesar de la multiplicidad de maneras de comprender la calidad de vida en Enlace recomendado


diferentes contextos, existe cierta aceptación de la definición propuesta por
Podéis ampliar la definición
la Organización Mundial de la Salud, erigida como máxima autoridad en la de la OMS, sobre el concepto
materia. calidad de vida, en la página
web siguiente:
http://www.who.int/es/
Según esta organización, la calidad de vida es:

"la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto cultural


y sistema de valores en los que vive y en relación con sus expectativas, sus normas, sus
inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por
la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones
sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno".

OMS (1994).

La calidad de vida, entonces, está definida como un fenómeno multidimen- Lecturas


sional que incluye estilos de vida, vivienda, satisfacción en la escuela y en el complementarias

empleo, así como situación económica (Velverde y Ávila, 2002). En la calidad Blanco, A. (1985). La calidad
de vida influyen factores de tipo contextual, como el entorno físico y social, la de vida: supuestos psicoso-
ciales. En F. Morales, A. Blan-
contaminación ambiental, la justicia, la criminalidad, el transporte y comuni- co, C. Huici y J. M. Fernán-
caciones y la política y la religión (López Cabanas y Chacón, 1997). dez. Psicología social aplica-
da (pp. 159-182). Bilbao: Des-
clée de Brouwer.
Velverde, E. y Ávila, C.
Blanco (1985) propone la siguiente sistematización del concepto: (2002). Evaluación de la cali-
dad de vida. Salud pública de
México, 4 (44), 349-361.
• El término "vida" se refiere únicamente a la vida humana en su vertiente
individual y comunitaria o social. Este término hace referencia a una forma
de existencia superior a la meramente física, e incluirá una serie de factores
relativos al contexto en el que viven las personas.

• El concepto de calidad de vida está referido a la calidad de las condiciones


en que se van desarrollando las diversas actividades del individuo, condi-
ciones�objetivas�y�subjetivas, cuantitativas y cualitativas y, por tanto, no
se restringe a una aproximación sólo económica de "cómo vive la gente".

• El sustantivo "calidad" hace referencia a la naturaleza más o menos satis-


factoria de una cosa y, por esta razón, la calidad de vida se mide a partir de
la comparación de los atributos de una cosa en relación con un entorno.

• Finalmente, la calidad de vida se relaciona con el nivel de satisfacción que


a uno le proporcionan sus condiciones de vida cuando las compara con
la situación en que se desenvuelve la vida de otras personas.

A partir de estos factores, este mismo autor define la calidad de vida como:
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 36 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

"el fruto de las relaciones entre las condiciones objetivas de vida y variables más subjeti-
vas o personales, una relación que da como resultado un mayor o menor índice de satis-
facción y de felicidad en los individuos".

A. Blanco (1985, p. 177).

Dado que, como vemos, este concepto está definido en términos genéricos,
para medir la calidad de vida es preciso operacionalizarlo, o sea, desglosar los
significados atribuidos al mismo y observar sus diferentes elementos. Esto se
hace a partir de indicadores, que son medidas que señalan –indican– el grado
de existencia de cada uno de estos elementos.

Ejemplos de indicadores

Si se quiere conocer la situación económica de una persona, se tendrá que buscar infor-
mación acerca de sus ingresos, gastos, economía familiar, etc. Si se quiere saber el grado
de satisfacción que una persona tiene en relación con su empleo, será necesario construir
una herramienta, como una encuesta, por medio de la cual la persona pueda expresar
las opiniones que tiene sobre su trabajo. Por su carácter multidimensional, para medir la
calidad de vida se construyen sistemas de indicadores que, triangulados, generan índices
que buscan mostrar la calidad de vida.

En el caso del concepto de calidad de vida, existen múltiples sistemas de in-


dicadores para medir los grados de calidad de vida de una persona, grupo,
colectivo, nación, etc. En la literatura especializada en la operacionalización
de la calidad de vida, se puede establecer la siguiente clasificación de tipos de
indicadores, en pares opuestos:

• Positivos: cuanto más aumenta su valor, mayor es la calidad de vida. Es


el caso de la esperanza de vida.

• Negativos: cuanto más disminuye su valor, mayor es la calidad de vida.


Por ejemplo, exposición a los contaminantes atmosféricos.

• Indicadores� comparativos: se considera óptimo un valor de un grupo


que se convierte en normativo y el resto tiene que alcanzar ese valor. La
elección del grupo con el cual se valorará a los otros recae en los valores
dominantes de un contexto social dado.

• Indicadores�normativos: se considera como óptimo un valor mínimo pre-


fijado y, a partir de éste, se definen los grupos. Por ejemplo, el valor míni-
mo de ingreso de un individuo o familia o su nivel de acceso a recursos
básicos como el agua, la comida, etc.

• Indicadores�objetivos: se refieren a las formas de medición de las condi-


ciones materiales de vida.

• Indicadores� subjetivos: se refieren a la percepción y evaluación de las


personas o grupos de dichas condiciones de vida.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 37 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Blanco y Chacón (1985) sistematizan cuáles son los indicadores más frecuen- Lectura complementaria
temente utilizados para medir la calidad de vida. Aquí los expondremos de
El trabajo donde Blanco y
manera resumida para dar una idea del tipo de elementos que se miden a tra- Chacón sistematizan los in-
vés de este concepto. Éstos están divididos en grandes campos de indagación dicadores es el siguiente:
Blanco, A. y Chacón, F.
que, a su vez, remiten a elementos concretos de la vida de las personas.
(1985). La evaluación de la
calidad de vida. En F. Mora-
les, A. Blanco, C. Huici y J.
1)�Aspectos�centrales�de�las�condiciones�de�vida: M. Fernández. Psicología so-
cial aplicada (pp. 183-210).
Bilbao: Desclée de Brouwer.
• Trabajo (nivel de empleo, libertad de elección en la ocupación, riesgo de
desempleo, horario de trabajo, sueldo, condiciones físicas del trabajo, sa-
tisfacción con el trabajo, etc.).

• Educación (índice de alfabetismo funcional, acceso a los diferentes nive-


les educativos, eficiencia del nivel educativo, posibilidad de innovación o
renovación, etc.).

• Salud (expectativa de vida al nacer, días de enfermedad por persona, tasa


de admisión en los hospitales, índice de satisfacción con la salud, tasa de
mortalidad infantil, accidentes de trabajo o tráfico, consumo de alcohol y
tabaco, accesibilidad a los servicios sanitarios, etc.).

• Vivienda, ambiente residencial (características de la vivienda, equipamien-


to, calidad del vecindario, costo de la vivienda, seguridad, calidad del sis-
tema de transporte, etc.).

2)�Factores�ambientales:

• Calidad del aire (contaminación y consecuencias en la salud).

• Ruido.

• Agua potable (acceso a agua de calidad y calidad del agua).

• Contaminación marina.

3)�Factores�psicosociales:

• Vida familiar (matrimonio e hijos, satisfacción con la vida familiar, soporte


familiar, etc.).

• Relaciones interpersonales (amigos, organizaciones a las que se pertenece,


redes de apoyo social y vecinal, etc.).

• Ocio y tiempo libre (disponibilidad de tiempo de ocio, modo de empleo


del tiempo libre, satisfacción con las actividades del tiempo libre, etc.).
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 38 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

4)�Factores�sociopolíticos:

• Participación en la política institucionalizada.

• Participación en la vida económica y laboral.

• Confianza y satisfacción con el sistema político, etc.

Para finalizar este subapartado, pondremos un ejemplo de medición de calidad


de vida, en este caso, para naciones enteras: el índice de desarrollo humano
definido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Enlace recomendado
Índice de desarrollo humano

El índice de desarrollo humano definido por el PNUD se utiliza para medir básica- Podéis ampliar información,
mente tres aspectos: en la página web siguiente:
http://www.undp.org/spa-
1)�Nivel�de�vida�digno: este concepto, a su vez, es medido a través del producto inte- nish/
rior bruto per cápita (PIB, que es valor monetario del total de la producción de bienes
y servicios de un país en un período, dividido entre la cantidad de habitantes), en
relación con la paridad del poder adquisitivo (PPA) de dicho país, medido en dólares,
esto es, la relación entre posibilidades de ingresos y de adquisición que tiene un país
en cierto período, generalmente medido de manera anual.

2)�Vida�larga�y�saludable, medida según la esperanza de vida al nacer, que, a su vez,


es la media de la cantidad de años que vive una cierta población en un determinado
período de tiempo, es decir, cuál es el promedio de años que viven las personas en
cierto lugar.

3)�Educación, medida por la tasa de alfabetización de adultos, es decir, cuántos adul-


tos están alfabetizados en relación con el total de adultos de una población y la tasa
de matriculación en educación primaria, secundaria y superior, o sea, la cantidad de
personas matriculadas en cada uno de estos niveles, en relación con las personas que
podrían estar en cada uno de ellos.

Con este ejemplo, podemos ilustrar varias cosas:

• En primer lugar vemos que, frente a la generalidad de los conceptos asociados


a la calidad de vida, los indicadores para su medición se restringen a aspectos
concretos, como puede ser la medida del PIB para observar el nivel de vida digno.

• En segundo lugar, que la medición de la calidad de vida está atrapada en una


retórica científica que busca generar conocimiento sobre la base de la capacidad
de medición de los fenómenos que la componen; se generan datos sobre los con-
textos sociales en base a los resultados que arrojan los indicadores.

• Y, en tercer lugar, que aunque en la conceptualización de la calidad de vida se


insiste en que las diferencias en las formas de comprender este concepto varían
según el contexto sociohistórico, frecuentemente los indicadores del concepto
–como el índice de desarrollo humano, ampliamente utilizado– refieren a valores
universales sobre las formas de vivir, definidos desde organismos nacionales o
supranacionales poco conectados con los contextos locales. La tasa de alfabetiza-
ción de la población, por ejemplo, se erige como un valor irrenunciable, siendo
que en ciertos contextos este factor no necesariamente es importante para tener
una vida totalmente aceptable y satisfactoria. De este modo, algunos componen-
tes de la calidad de vida se construyen como horizontes deseables que, en muchas
ocasiones, apelan a valores considerados universales, producidos a partir de las
instituciones legitimadas para tal fin.

Generar formas de comprensión de la calidad de vida, en base a la emergencia local


de significados sobre el buen vivir, produciría una multiplicidad de maneras de com-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 39 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

prensión de este concepto, apegadas a los diferentes marcos valorativos que emergen
en distintos contextos sociales y culturales.

Bienestar social

El concepto de bienestar social está estrechamente vinculado al de calidad de Lectura complementaria


vida. Con bienestar se hace referencia a la satisfacción que pueda tener una
Podéis profundizar en el con-
persona o grupo en relación con sus condiciones de vida. Sin embargo, la ma- cepto de bienestar social le-
nera en la que se ha usado el concepto en el marco de la intervención social yendo la siguiente obra:
López Cabanas, M. y Cha-
incluye la idea de que no basta con evaluar los niveles de recursos (económi-
cón, F. (1997). Intervención
cos, sociales, culturales, etc.) de un contexto social, sino que también se nece- psicosocial y servicios sociales:
Un enfoque participativo. Ma-
sita saber la forma en que éstos se distribuyen (López y Chacón, 1997). Así, drid: Editorial Síntesis.
el concepto de bienestar social incorpora las ideas de equidad y justicia distri-
butiva (Casas, 1996).

Para Blanco (1985), la idea de bienestar se entiende como ese conjunto de de-
rechos sociales que poseen los ciudadanos, estrechamente vinculados con sus
necesidades básicas (educación, salud, vivienda, ingresos, trabajo, ocio, etc.)
y que son condiciones indispensables para el pleno ejercicio de sus derechos.
Según este mismo autor, el bienestar tiene que ver con:

• Disponibilidad�de�recursos en el ámbito de las necesidades básicas.

• Provisión por parte del Estado de un amplio abanico de servicios�públi-


cos, que tienen que venir del Estado para asegurar que las personas menos
favorecidas se puedan beneficiar de dichos servicios.

• Medidas�arbitradas por una sociedad para hacer frente a sus problemas


sociales, unas medidas que muchas veces serán de estricta justicia social
y distributiva.

El derecho al bienestar tiene que ver con asegurar que, en una sociedad, exista Lectura complementaria
la justicia social a través de la igualdad en el acceso a los recursos sociales, la
Montenegro, M. (2004). Co-
igualdad en las libertades básicas, la igualdad en oportunidades para avanzar munidad y bienestar social.
y la discriminación positiva en beneficio de las desfavorecidas, para asegurar En L. Cantera, J. Herrero, M.
Montenegro y G. Musitu. In-
la equidad (Montenegro, 2004). troducción a la psicología co-
munitaria (pp. 43-72). Barce-
lona: EdiUOC.
Siguiendo esta idea, las mediciones sobre el bienestar social, además de consi-
derar las condiciones materiales y subjetivas de las condiciones de vida, gene-
ran datos que permiten las comparaciones entre diferentes personas y grupos,
para detectar las desigualdades sociales. Las medidas sobre el bienestar social,
entonces, se generan como un entramado complejo de indicadores relativos
a los recursos de la sociedad en su conjunto y la forma en la que éstos están
distribuidos entre la población.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 40 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

El concepto de bienestar social nace emparentado con el Estado�de�bienes- Lectura complementaria


tar. Éste nació como forma de organización para procurar el crecimiento pro-
Podéis encontrar el trabajo
ductivo de las economías nacionales, después de la Segunda Guerra Mundial. de Ordóñez sobre la funda-
Según Ordóñez (2002), el Estado de bienestar se fundó con la confluencia de ción del Estado de bienestar
en:
tres hechos paralelos e interdependientes: el capitalismo, como forma de pro-
Ordóñez, G. (2002). El Estado
ducción y sistema de valores dominantes; la democracia, como un medio de de bienestar en las democra-
cias occidentales: lecciones
representación y recambio político fundado en el principio de igualdad ciu- para analizar el caso mexica-
dadana; y, por último, la evolución del Estado hacia fórmulas de Gobierno no. Región y sociedad, 24 (14),
99-145.
intervencionistas centradas en objetivos de estabilidad económica, progreso
social y legitimidad popular. Por tanto, el Estado de bienestar es resultado de
las transformaciones en las maneras de enfrentar las desigualdades generadas
por las formas particulares de organización social en un momento histórico
dado, marcado por la hegemonía del sistema capitalista de producción, en el
cual se producen desigualdades económicas y sociales que, necesariamente, se
debían abordar para mantener la cohesión y estabilidad social.

Los resultados institucionales de las evoluciones, en el espacio y en el tiempo, Lecturas


que han dado como fruto este modelo de Estado han sido, a su vez, conse- complementarias

cuencia de la huella dejada por diversas culturas ciudadanas, acuerdos políti- Encontraréis más informa-
cos y estructuras socioeconómicas, y se han cristalizado en diversas "lógicas" de ción sobre el Estado de bie-
nestar en las obras siguientes:
acuerdo con las especificidades de cada régimen de bienestar (Navarro, 2006).
Garde, J. y Pascual, B. (1999).
El debate sobre el Estado de
Para Garde y Pascual (1999), "el estado de bienestar se configura como una 'cesta de polí- bienestar: punto y seguido.
ticas' que incorpora derechos de ciudadanía, programas de igualdad de oportunidades, de En J. Garde (Ed.), Políticas
integración social, de eliminación de la marginación y de la pobreza, fundamentados en sociales y Estado de bienestar
en España. Madrid: Editorial
un compromiso social amplio de carácter democrático, que recoge intereses y aspiracio-
Trotta.
nes de un bloque social mayoritario en el que los sectores asalariados y las capas medias
de población son el sustrato fundamental". Navarro, M. (2006). Mode-
los y regímenes de bienes-
J. Garde y B. Pascual (1999, p. 31). tar social en una perspectiva
comparativa: Europa, Estados
Unidos y América Latina. De-
El Estado de bienestar, entonces, es la forma de organización social desde la sacatos. Revista de antropología
social, (21), 109-134.
cual se puede –y debe– garantizar, a través de la generación de políticas e ins-
tituciones públicas, la redistribución de los recursos de un Estado en relación
con sus ciudadanos. Siguiendo estos principios, para poder conocer las mane-
ras en las que estas políticas efectivamente generan condiciones satisfactorias
y equitativas de vida, también será necesario cuantificar los efectos produci-
dos por las políticas sociales públicas, en términos de la satisfacción vital de
los ciudadanos.

Por esta razón, y siguiendo a Chasco y Hernández (2004), frecuentemente los Lectura complementaria
indicadores de bienestar social se dividen en:
Chasco, C. y Hernández, I.
(2004). Medición del bienes-
a)�Indicadores�de�estado: son aquellos que valoran y miden las condiciones tar social provincial a tra-
vés de indicadores objetivos.
sociales de vida (parecidos a los descritos arriba en el concepto de calidad de Universidad Autónoma de
vida, pero incluyendo la comparación social). Madrid.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 41 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

b)�Indicadores�de�acción�o�respuesta�social: Referidos a la medición de las Ejemplo de indicadores de


acciones concretas llevadas a cabo por las políticas gubernamentales y por estado

organizaciones públicas y privadas, que realizan actividades hacia la equidad Entre estos indicadores encon-
social, la justicia distributiva y la protección social. tramos, por ejemplo, aque-
llos referidos a aspectos funda-
mentales de la vida como la
salud, el empleo o la fortaleza
Actualmente, aunque las políticas públicas y las líneas generales de actuación de las redes sociales, y aquellos
son responsabilidad exclusiva del Estado, los sistemas de protección y de re- que indagan sobre la pobreza
relativa, la desigualdad en los
distribución tienden a estar descentralizados, privatizados, institucionalmen- ingresos, la diferencia salarial
por razón de sexo, entre otros.
te mixtos, segmentados y jerarquizados socialmente (Navarro, 2006), por lo
que las tareas relacionadas con el bienestar recaen en diferentes agentes socia-
les tales como instituciones públicas, entidades de servicios y otras ONG e, Ejemplo de indicadores de
acción
incluso, en empresas privadas que ofrecen servicios a la población a partir de
subvenciones o ayudas estatales para tal fin. Ejemplos de este tipo de indi-
cadores son aquellos que mi-
den las políticas de empleo y
Navarro (2006) señala que, aunque haya diferentes agentes implicados en pro- desempleo, el gasto en edu-
cación, el establecimiento del
veer sistemas de bienestar social, no hay que perder de vista que el aspecto salario mínimo, el gasto social
público y privado, los espacios
crítico del sistema de beneficios es la "desmercantilización", entendida como de participación social, etc.
el grado en que individuos y familias pueden sostener un estándar de vida so-
cialmente aceptable, independientemente de su participación en el mercado.
Por lo que es importante que el Estado, como representante del conjunto de
la ciudadanía, se erija como principal gestor de riesgos –o bien a través de sus
propias instituciones o bien a través de terceros– para promover la universali-
zación de los servicios de protección y atención ciudadana y así garantizar la
satisfacción de las necesidades tanto individuales como colectivas.

Para el campo de la intervención social, este marco institucional es de vital


importancia, ya que provee de una legitimación política para la acción. Si el
Estado debe garantizar niveles aceptables de calidad de vida para los ciudada-
nos y, además, lograr redistribuir la riqueza de la sociedad en el conjunto de
la población, éste está obligado a proveer de los recursos necesarios para tal
fin. Los programas y proyectos de intervención social, frecuentemente, se re-
lacionan con este marco institucional, al generar respuestas a los problemas y
necesidades de la población a través de su acción.

Convivencia

La noción de convivencia refiere a vivir con otros; se trata de la construcción


de la vida a partir de las relaciones interpersonales en un espacio territorial,
social y/o afectivo que se comparte con otras personas. Alude a las regularida-
des relacionadas con los hábitos, rituales y esquemas de relación en la cotidia-
nidad, regidas por modelos culturales propios de los contextos en los cuales
se desarrollan diferentes aspectos de la vida de las personas. Por esta razón, la
noción de convivencia se puede aplicar en múltiples contextos, que abarcan
desde las relaciones intrafamiliares hasta las relaciones de los miembros de la
sociedad en su conjunto.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 42 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

En el campo de la intervención social, este concepto nace en contraposición


a las ideas de exclusión o marginación social, entendidos como procesos de
desafiliación de ciertos grupos respecto de los recursos sociales, económicos,
culturales, etc. de un contexto social, y a la noción de conflictividad social,
entendida como la proliferación de relaciones no armónicas en un espacio
social. Se contrapone, asimismo, a los procesos de pérdida de confianza en los
otros agentes sociales, la precariedad de la interacción entre los ciudadanos y la
falta de sentido de lo común que puedan tener las personas que se relacionan
cotidianamente.

La noción de convivencia comienza a surgir con más fuerza, en la actualidad, Lectura complementaria
a partir de la constatación de la enorme heterogeneidad en cuanto a estilos
Engelken-Jorge, M. (2008).
de vida, valores, normas sociales y formas de relación presentes en las socie- Proximidad, distancia y hos-
dades contemporáneas. En particular, en las ciudades actuales, personas con tilidad en la convivencia con
el otro: los municipios turís-
bagajes sociales y culturales muy diferentes comparten espacios, sin que es- ticos del suroeste de Tenerife.
to necesariamente implique que, en este hecho de compartir, estén presentes Papeles del CEIC, 41, 1-31.

sentimientos de pertenencia y solidaridad hacia aquellos otros con quienes se


comparten dichos espacios, lo que muchas veces es sentido por la ciudadanía
como un vivir "juntos pero no revueltos" (Engelken-Jorge, 2008).

Frente a esta complejidad, el concepto de convivencia busca abrir un espacio Lecturas


de debate sobre cómo generar formas de vivir conjuntamente. Por un lado, complementarias

algunos autores hacen hincapié en buscar los elementos comunes que pueda Podéis profundizar en estas
haber en la experiencia cotidiana de las personas que habitan un mismo terri- dos posturas frente a la con-
vivencia leyendo las obras si-
torio. Aludiendo a la noción de vecino y vecina, podemos ver que, a pesar de guientes:
las enormes diferencias que hay entre las personas que pueblan un lugar, hay Delgado, M. (1999). Anoni-
mat i ciutadania. Dret a la
aspectos que comparten que tienen que ver justamente con las necesidades, indifèrencia en contextos ur-
recursos e intereses ligados a la vida cotidiana (Ecoconcern, 2003). Por otro bans. Revista catalana de so-
ciología, 10, 9-22.
lado, autores como Delgado (1999) afirman que, para lograr grados crecientes Ecoconcern (2003). Participa-
de convivencia, es necesario el establecimiento de normas que regulen, hasta ció i immigració en contex-
tos pluriculturals. La situació
cierto punto, las relaciones sociales. Estas normas no pueden ser establecidas del Casc Antic de Barcelona.
desde los grupos mayoritarios o con más peso en la sociedad sino que, al con- Finestra Oberta, 33. Barcelo-
na: Fundació Bofill.
trario, deben emerger de consensos y procesos de arbitraje en los que puedan
participar diferentes grupos sociales que habitan conjuntamente. En este sen-
tido, la participación ciudadana sería una pieza fundamental para el logro de
espacios de diálogo en el que se diriman los conflictos, alianzas, intereses co-
munes, espacios de libertad, etc. a partir de la asunción del estatus de ciuda-
danía –en cuanto a deberes y derechos– de todas las habitantes.

De aquí se desprende que el concepto de convivencia, a diferencia de lo que Lectura complementaria


podríamos pensar usualmente, y en consonancia con el concepto de cohesión
Encontraréis las opiniones de
social trabajado arriba, lejos de significar "armonía", alude a convivir con y Hleap sobre la convivencia
desde el conflicto; a reconocer la presencia de tensiones, y junto con ello a en el trabajo siguiente:
Hleap, J. (2006). Conviven-
manejarlas, tramitarlas, agenciarlas desde las propias relaciones. De este modo,
cia, ciudadanía y comunica-
convivir vendría siendo un trabajo continuo, desde y en las propias relaciones ción.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 43 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

sostenidas en el día a día. Se trata de una lógica creadora de sentido y signifi-


cación que posibilita la pluralidad, la emergencia de diferencias, la conviven-
cia con el conflicto (Hleap, 2006).

Para esto, es necesaria a su vez una revisión crítica de los modelos culturales
que nos circundan, tales como la cultura mercantil o patriarcal, por ejemplo,
que generan relaciones de asimetría y desigualdad social. Por esta razón, la
búsqueda de la convivencia sería también una acción hacia la democratiza-
ción de las relaciones sociales, posibilitando la agregación de demandas que
permitan vislumbrar el carácter estructural de los conflictos que no puede re-
solverse en la acción focalizada.

Las implicaciones para la intervención son claras. Se trata de generar espacios


de participación en los que, además de debatir sobre los conflictos presentes en
cierto contexto, se promuevan procesos de consenso sobre las normas básicas
de convivencia y se busque la agregación social de los agentes sociales, donde
se expresen los intereses y necesidades en común y las maneras en las que éstas
pueden ser abordadas, creando así una mayor densidad en las redes sociales y
un sentido de lo común compartido.

Con estos conceptos, hemos ilustrado algunos de los principios básicos que
guían el horizonte de cambio de la intervención social. Se busca lo que, en el
contexto sociocultural donde se desarrollan las actuaciones, se comparte co-
mo "soluciones" a los problemas presentados arriba. Se parte de concepciones
sobre lo deseable: inclusión social, cohesión social, calidad de vida, bienestar
social y convivencia se erigen como estados que se buscan alcanzar. Son, evi-
dentemente, valores sociales incuestionables en tanto forman parte de los ele-
mentos que, en este momento sociohistórico, se valoran como positivos. Esto
contribuye a afianzar y legitimar la matriz de la intervención social debido a
que la constituye como un mecanismo para conseguir dichos fines, aumen-
tando su capacidad para ejercer el control regulador sobre las poblaciones a
partir de este consenso. Sin embargo, aunque haya acuerdo en que estos con-
ceptos implican valores positivos, lo que es importante destacar es que, a tra-
vés de éstos, se tiende a reproducir los valores sociales dominantes, prestando
poca atención a cómo, desde posiciones minoritarias, se apela a la capacidad
transformadora del conflicto o a la necesidad de transformación radical de las
relaciones asimétricas que configuran actualmente los sistemas sociales.

1.3. Proyectos de intervención social: cómo se operativiza la


intervención

Para llevar a cabo las medidas necesarias para trabajar sobre aquello definido
como problema social, se diseñan los proyectos de intervención. Los proyectos
operan como una herramienta de sistematización y operativización de aque-
llas acciones que se emprenderán para solucionar problemáticas concretas que
afectan a poblaciones específicas. La organización, planificación y ejecución
de tales acciones, como ya hemos visto, responde a un marco de condiciones
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 44 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

previas que viene definido, por un lado, a partir de las decisiones tomadas
en las instancias gubernamentales (en forma de marco legal, planes y progra-
mas); por otro, desde un marco conceptual que delimita tanto los aspectos
problemáticos como las soluciones posibles, y, finalmente, a partir de las ca-
racterísticas singulares (de tipo económico, sociohistórico, demográfico, etc.)
que presenta el contexto de actuación.

Llevar a cabo y desarrollar una intervención social exigirá, por tanto,


definir una serie de pasos a realizar que se insertan en un proceso cícli-
co, abierto y permanentemente evaluable. Tras la etapa de identifica-
ción en la que se define la problemática a atajar, quiénes son afectadas
por ésta y el objetivo de la intervención, se realiza la formulación del
proyecto atendiendo a los recursos económicos y personales en función
de cada actividad planificada. En este momento, es cuando se diseña
y concreta el proyecto en un documento que servirá como marco de
referencia para la actuación del equipo interventor. Tras su aprobación
formal, se lleva a cabo la ejecución y el seguimiento�evaluativo de las
acciones implementadas, hasta que se finaliza el proyecto con la eva-
luación de sus resultados según criterios previamente establecidos en la
formulación.

Siguiendo la propuesta de Sánchez-Vidal (2008), los puntos del proyecto que Lectura recomendada
se incluirían en cada fase de la intervención son los siguientes:
Podéis profundizar en las di-
ferentes fases que incluye un
a)�Identificación�y�definición�del�tema: se trata de definir, de la forma más proyecto de intervención so-
cial leyendo la obra siguien-
precisa y concreta posible, el problema a solucionar. Dicha problemática debe te:
ser relevante para el colectivo o la población sobre la que se actuará, y debe Sánchez-Vidal, A. (2008). Psi-
cología Social Aplicada. Ma-
operar como justificación suficiente para la puesta en marcha de la interven- drid: Pearson Educación.
ción. La definición del problema incluirá la de las destinatarias, la del contexto
de la actuación según niveles (individual/grupal/organizacional/comunitario)
y la explicación sobre el origen de la intervención, especificando si se trata de
una demanda de la propia población o de un encargo o iniciativa institucio-
nal. En ambos casos, se ha de aclarar y precisar cuál es la demanda concreta
que se realiza y negociarla y operativizarla a la luz de los conocimientos, me-
dios y materiales de que dispone el equipo interventor.

b)�Evaluación�o�prospección�inicial: se trata de elaborar un diagnóstico de


la situación que evalúe la demanda inicial, la incidencia de la problemática
sobre la que se va a trabajar y los recursos del contexto en el que se actuará.
Es decir, mediante los métodos de investigación apropiados, se recopilará la
información necesaria para reajustar, acotar y reformular la demanda inicial
en una problemática concreta que tengan en cuenta las particularidades del
contexto.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 45 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

c)�Diseño�y�planificación�de�la�intervención: a partir de la evaluación ini-


cial se determinan los objetivos de la intervención, que deben ser realistas y
precisos y estar claramente operativizados y jerarquizados. Esta fase también
incluye la planificación de los contenidos del proyecto, es decir, las acciones y
tareas que se llevarán a cabo para alcanzar los objetivos marcados. Asimismo,
se especificarán los medios económicos, personales y de infraestructura nece-
sarios para poder realizar las acciones definidas.

d)�Ejecución�o�realización�de�la�intervención: se trata de llevar a cabo las


acciones que se han proyectado en el plan de acción. Será necesario favorecer
el acceso al proyecto a la población objeto de la intervención, para así poder
implicarla y motivarla en la superación de sus propias problemáticas. Durante
esta fase, se pueden ir evaluando las acciones realizadas para así reajustarlas
hacia la consecución de los objetivos inicialmente señalados.

e)�Evaluación�de�resultados: se trata de valorar la eficacia y eficiencia del pro-


yecto realizado, así como la satisfacción de la población y el impacto o utilidad
social derivado de su ejecución. Esta evaluación puede prolongarse hasta un
período posterior al cierre administrativo del proyecto, con el fin de hacer un
seguimiento de los efectos del proyecto y valorar así su mantenimiento en el
tiempo.

Tal como explica Sánchez-Vidal (2008), desde el punto de vista técnico, lo ló-
gico sería que los proyectos duraran tanto como los problemas a resolver o
los efectos positivos a conseguir; sin embargo, el final de una intervención es
ajeno con frecuencia a estos criterios. La acción no suele terminar cuando se
resuelve el problema, sino debido a factores ajenos a su solución, tales como
la falta de recursos, la modificación de las líneas políticas generales o el tras-
lado del equipo de intervención a otro terreno. En otras ocasiones, cuando se
consolida cierta estructura organizativa y de trabajo, las acciones se prolongan
una vez resuelto el problema e, incluso, se generan nuevas demandas a partir
de esta organización.

Esta cuestión conecta con el mantenimiento de la intervención y el momen-


to en que el equipo interventor abandona el escenario de actuación. Para lo-
grar dar continuidad a las metas planteadas por el proyecto, se hace necesario
asegurar los recursos económicos y de personal. Ante esta situación, en mu-
chas ocasiones, se buscará la integración del proyecto dentro de los objetivos
de alguna institución relacionada con la temática del problema, para que así
se incluya de manera estable como parte de los compromisos adoptados. Da-
do que la intervención social surge de un marco de acción institucional, el
mantenimiento de los proyectos o la ayuda en forma de recursos obliga, en
cierto modo, al contacto y a la buena relación con las instituciones locales
concernidas o responsables de las temáticas que se trabajan en determinada
actuación. Y en caso de que se haya realizado una intervención comunitaria
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 46 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

u organizacional, se podría realizar una capacitación a los miembros de estos


colectivos en la búsqueda de ayudas y subvenciones, con el fin de asegurar la
continuidad de la acción.

A continuación, pasaremos a explicar en más detalle las fases centrales de los


proyectos de intervención social, aquellas que implican de manera más direc-
ta al equipo de intervención: desde que se realiza el diagnóstico previo a la
intervención hasta que se evalúa la actuación.

1.3.1. Diagnóstico: evaluación o prospección inicial

Como decíamos anteriormente, la evaluación o prospección inicial del tema Ved también
sobre el que se plantea la demanda nos permitirá elaborar un diagnóstico de
En el apartado 1.3 de este mó-
la situación en el que se identifiquen necesidades y problemáticas concretas. dulo, se apunta la fase de eva-
Esto posibilitará reajustar y reformular la demanda inicial, muchas veces ni luación o prospección inicial.

siquiera explicitada en términos concretos, en la definición de un problema


que tenga en cuenta las particularidades del contexto y los recursos humanos
y materiales disponibles.

En este sentido, la evaluación no es una mera y aséptica recogida de informa-


ción, sino que supone una parte más de la intervención en tanto que implica
una primera toma de contacto y se interactúa con la propia población en la
definición de aquello percibido como problemático. La interacción evaluativa
también exige conectarse con otras expertas y profesionales que trabajen en el
contexto en el cual se vaya a intervenir (territorio o ámbito temático) y, ade-
más, recabar información a través de literatura y fuentes documentales, reco-
pilando conocimientos científicos en la materia. Toda esta producción y acce-
so a conocimientos será lo que posibilite diseñar una intervención estratégica
y ajustada a la problemática, que tenga en cuenta los recursos y condiciones
del contexto. En este sentido, la evaluación posee un carácter instrumental
en tanto que supone producir conocimiento para la acción, un conocimiento
pertinente y relevante según el tema sobre el que se intervenga y siempre al
servicio de los objetivos del proyecto.

Otro de los propósitos que incluye la evaluación previa a la investigación es


el de ser capaz de definir de forma clara y precisa el problema nuclear de la
intervención, teniendo en cuenta toda su complejidad, causas y condicionan-
tes. La evaluación diagnóstica debe poder ofrecer evidencias empíricas para
formular estas problemáticas de manera operativa. Esto facilitará la posterior
evaluación de los resultados y la eficacia y eficiencia del propio proyecto de
intervención, así como su difusión entre el colectivo de profesionales y la po-
blación general. Este propósito ha hecho que la forma de diagnóstico más ex-
tendida, entre las perspectivas tradicionales, se conecte directamente con las
metodologías de tipo cuantitativo, la protocolización de la intervención y los
indicadores sociales de tipo numérico.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 47 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

La evaluación previa a la intervención también nos ha de permitir conocer la


heterogeneidad de actores y agentes sociales involucrados en la problemática
o cuestión a tratar. Conocer la complejidad de una problemática pasa por ac-
ceder a las diferentes percepciones, opiniones y experiencias de las personas
involucradas en ella, a las funciones que llevan a cabo y a la información de
que disponen. Lo cual permitirá conocer su motivación inicial hacia el tema
y valorar las posibilidades de éxito o fracaso de la intervención. En este senti-
do, el diagnóstico puede operar como un primer momento de dinamización
de la población. Consultar a la población afectada y mostrar interés por sus
opiniones es una forma de incluirla y hacerla partícipe del proceso, al tiempo
que contribuye a la clara distribución y definición de roles entre el colectivo
de interventoras e intervenidas. Este tipo de interacciones con los distintos
colectivos implicados también puede operar como primer momento explora-
torio en la búsqueda de posibles soluciones. La contraparte de esta función
interactiva y dinamizadora del proceso de diagnóstico es que se pueden gene-
rar expectativas de cambio en la población que no siempre se ajustan a las
metas que se marca el proyecto o a unos resultados que ni siquiera pueden ser
previstos de antemano.

La multidimensionalidad de las cuestiones sociales implica, por tanto, dar


cuenta en el proceso de diagnóstico de los múltiples intereses divergentes que
se generan alrededor de una misma temática. Cada grupo consultado puede
aportar valores distintos o perseguir objetivos particulares, en ocasiones in-
compatibles entre sí. Así, la información obtenida en el proceso y el conoci-
miento generado se convierte en un ejercicio de poder clave a la hora de de-
finir qué tipo de problemáticas concretas se van a atacar y cuál será la distri-
bución de los recursos para ello. Es decir, dado que a través de estos procesos
muchas veces se toman decisiones que afectarán al total de la población, se
debe procurar escuchar todas las voces de los contextos concretos donde se
trabajará. Este hecho reafirma el carácter político de la práctica interventora,
ya no sólo por las relaciones de poder que se establecen entre interventoras e
intervenidas, sino también por el peligro de instrumentalización que, en oca-
siones, afecta a los proyectos. Los efectos que se pueden desprender de las in-
tervenciones son tan determinantes que la primera evaluación de necesidades
y problemas ya se convierte en un momento controvertido y en un arma de
lucha política entre distintos grupos sociales. En este sentido, cada decisión en
el diagnóstico (desde qué métodos e indicadores de investigación se emplearán
hasta qué agentes serán consultados) es crucial, y como equipo interventor es
imprescindible revisar y definir claramente una serie de puntos, como quién
realiza el diagnóstico, para qué o quién se evalúa, quién paga este diagnóstico
y la posterior intervención, desde qué supuestos y perspectivas metodológicas
o teóricas se realiza, a quién va dirigida, qué indicadores se utilizarán para va-
lorar la problemática inicial, el proyecto y sus resultados, de qué manera se
comunicarán los resultados de esta prospección inicial y qué usos se le dará
a toda esta información.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 48 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

En el caso de la perspectiva interventora tradicional o mayoritaria, claramente Lecturas


heredera del enfoque del Marco Lógico (Callejo y Viedma, 2006; Camacho et complementarias

al., 2001; NORAD, 1997) y de una visión positivista de la realidad, la resolu- Podéis encontrar más infor-
ción de este tipo de cuestiones recae de manera exclusiva en el equipo de ex- mación sobre la perspectiva
interventora tradicional en
pertos interventores, que opera de forma externa, objetiva e independiente al las obras siguientes:
contexto de actuación y a la problemática en cuestión. De hecho, desde este Callejo, J. y Viedma, A.
(2006). Proyectos y estrategias
punto de vista directivo, es precisamente la atribución de estas características de investigación social: la pers-
asociadas a la imparcialidad y la objetividad lo que permite realizar, de forma pectiva de la intervención. Ma-
drid: McGraw-Hill.
adecuada y con garantías, el diagnóstico e intervención social. El qué, a quién Camacho, H., Cámara, L.,
y cómo se investiga y evalúa en las intervenciones de tipo dirigido es algo que Cascante, R. y Sainz, H.
(2001). El enfoque del marco
incumbe, en último término y en exclusiva, al colectivo de expertos designa- lógico: 10 casos prácticos. Ma-
do para ello, en base a la profesionalización y conocimiento diferenciado que drid: CIDEAL-ADC.
NORAD (Agencia Noruega
se le atribuye. de Desarrollo Internacional)
(1997). El enfoque del Marco
Lógico: Manual para la plani-
Evaluación de necesidades y problemas sociales ficación de proyectos orienta-
da mediante objetivos. Madrid:
Instituto Universitario de De-
La evaluación de necesidades y problemas sociales, punto de partida de cual- sarrollo y Cooperación, Uni-
quier intervención, marcará�el�resto�de�decisiones vinculadas al diseño del versidad Complutense, Fun-
dación Centro Español de Es-
proyecto de intervención. Así, por ejemplo, la magnitud y relevancia de una tudios de América Latina.
problemática irá relacionada con su incidencia en un contexto específico de
acción. Asimismo, será importante valorar el coste, el impacto y la factibilidad
de sus posibles soluciones, y la organización, distribución y temporalización
de recursos y tareas necesarias para llegar a éstas. La definición de necesidades
será, entonces, el eje a partir del cual se articulen el resto de pasos que confor-
man el proyecto interventor.

Como hemos dicho en el apartado teórico sobre las necesidades sociales, és- Lecturas
tas se pueden ordenar en cuatro tipos: necesidades normativas, necesidades complementarias

percibidas o experimentadas, necesidades o demandas expresadas y necesida- Rodríguez Roca, J. (2004).


des comparativas. Para evaluar dichas necesidades, siguiendo a Rodríguez-Ro- Avaluació de les interven-
cions socials. En J. Rodríguez
ca (2004) y Sánchez-Vidal, (2008), se utilizan diversos modelos: Roca. Avaluació i tècniques
d'intervenció social. Barcelona:
UOC.
• De�discrepancia: evalúa la diferencia entre las expectativas, los ideales o Sánchez-Vidal, A. (2008). Psi-
los objetivos perseguidos para algún fenómeno, población o territorio, y la cología Social Aplicada. Ma-
drid: Pearson Educación.
realidad existente para esa misma situación. Es el modelo evaluativo más
empleado y maximiza la necesidad normativa, dando mayor peso a los
valores e intereses del colectivo de expertos.

• De�marketing: la necesidad viene definida y evaluada por la población


cliente o destinataria, a la que se adapta el equipo interventor. Maximiza
los valores de las posibles usuarias y receptoras de la intervención.

• De�toma�de�decisiones: las necesidades se definen a partir de un proceso


de toma de decisiones en el que se explicitan los diferentes valores e inte-
reses en juego y se discuten y ponderan. Esta diversidad de valores puede
venir dada por la heterogeneidad de grupos implicados (tanto intervento-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 49 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

res como intervenidos) o por la diversidad de datos, instrumentos y me-


didas evaluativas.

En cualquier caso, el tipo de información recopilada debe ser relevante, perti-


nente y ajustada a la temática y situación a analizar con el fin de poder com-
prenderla en toda su complejidad y, así, identificar las necesidades más acu-
ciantes y claves al contexto en cuestión. Además, se debe procurar que la in-
formación sea lo más precisa posible, con potencial para ser fácilmente cuan-
tificable. Dada la complejidad y multidimensionalidad de la realidad a anali-
zar, es conveniente la combinación de diversos métodos de recogida de infor-
mación, tanto cuantitativos como cualitativos. Todo ello, para recoger el vo-
lumen óptimo de información que nos permita disponer de la base suficiente
y contrastable para elaborar un diagnóstico adecuado de la situación objeto
de intervención.

Métodos e instrumentos de evaluación

A pesar de que los modelos de intervención preponderantes abogan por la


protocolización tanto del diagnóstico como de la intervención, y por la máxi-
ma precisión y cuantificación de la información recopilada, existen diversos
métodos de investigación cuantitativos y cualitativos que, combinados entre
sí, permitirán desarrollar un conocimiento de la situación más amplio y com-
prensivo con la complejidad inherente a la realidad. En último término, se
trata de seleccionar los métodos más apropiados en función del tipo y volu-
men de información requerida.

Los diferentes métodos�de�recogida�de�información se podrían dividir en:

1)�Observación: implican interacción del equipo evaluador en el entorno o Ejemplos de espacios


población a intervenir, participando de su cultura, servicios, infraestructuras y
Los diferentes espacios que
relaciones cotidianas, con el fin de obtener datos sobre las formas de vida de la se han de observar son, por
población y su organización social. Ello aporta una comprensión global de la ejemplo, servicios, plazas pú-
blicas, reuniones abiertas, pa-
cotidianidad y de las experiencias y significados que las personas involucradas radas de autobuses, escuelas,
etc.
ponen en marcha en su vida diaria. Se refiere a acceder a diferentes espacios
en los que los agentes sociales interactúan en su vida cotidiana. El primer paso
para realizarlo es la definición de los espacios a observar y el guión a través
del cual se debe realizar la observación, basado en aspectos relevantes relacio-
nados con la demanda (aunque el guión debe ser lo suficientemente amplio
para que emerjan cuestiones que, sin ser definidas de antemano, resulten in-
teresantes y relevantes para la intervención posterior). Todas estas observacio-
nes y encuentros deben ser minuciosamente recogidos y sistematizados por
el equipo interventor, de manera que se analicen en su conjunto y generen
algunas conclusiones relativas tanto a agentes sociales como a contextos con-
cretos de interacción.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 50 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

2)�Verbales: son aquellas en las que se indaga información a partir de las con- Informantes clave
versaciones con individuos o grupos, a partir de una guía de temas. Dichas téc-
Son aquellas personas que, por
nicas recurren a los informantes�clave. Una vez ubicadas algunas de estas per- alguna razón u otra (líderes
sonas, es importante conversar con ellas, ya que darán una visión contextual y comunitarios, responsables de
servicios relacionados con el
situada tanto de las problemáticas, necesidades e intereses concretos que haya, ámbito temático a trabajar, co-
municadores de base, etc.) tie-
como de los recursos disponibles para la intervención. Aunque estas conver- nen un conocimiento impor-
saciones se basan en una guía de temas, éstas deben realizarse de una mane- tante sobre el asunto o territo-
rio en el que se va a trabajar.
ra abierta de forma que puedan aparecer nuevos contenidos más allá de esta
guía. Frecuentemente, se hacen entrevistas individuales o grupos de discusión
en los que diferentes personas responden, de manera dinámica, a las pregun- Lectura complementaria

tas y cuestiones de quien realiza la entrevista (Delgado y Gutierrez, 1994). En


Delgado, J. M. y Gutiérrez,
términos de recomendaciones generales, es importante explicar los objetivos J. (Ed.) (1994). Métodos y téc-
nicas cualitativas de investiga-
de la entrevista y la manera en la que se utilizará la información resultante: ción en ciencias sociales. Ma-
estas entrevistas son confidenciales y, por tanto, es importante ser cuidadosos drid: Síntesis.

con la utilización y difusión a terceros de las informaciones surgidas de las


entrevistas. Además, se debe adoptar una actitud empática con los entrevista-
dos, procurando no cortar la palabra y buscando siempre más profundidad o
explicación en las respuestas. Las entrevistas individuales o grupales deben ser
registradas y transcritas y, al igual que los resultados del resto de las técnicas
explicadas, servirán de base para el análisis, por parte del equipo interventor,
del estado de la cuestión, generándose una base para la intervención futura.

3)�Documentales�o�fuentes�secundarias: las fuentes secundarias son aquellas Ejemplos de fuentes


que han sido producidas por otras investigaciones o programas de interven- secundarias

ción y que son de utilidad para los objetivos relacionados con el conocimiento Ejemplos de estos documentos
de la realidad local por parte del equipo. Generalmente, estas fuentes están en son los registros de datos so-
ciodemográficos de la pobla-
documentos y memorias institucionales, por lo que se trata de una revisión ción, informes y memorias de
los recursos e intervenciones
documental. En primer lugar, hay que hacer una búsqueda de esta documen- realizadas, historiografía local,
tación, para luego realizar un análisis sobre la base de la demanda a la que artículos y noticias en medios
de comunicación, etc.
se busca dar respuesta. Este proceso debe proporcionar al equipo la capacidad
de establecer un cierto estado de la cuestión, cómo se ha trabajado hasta el
momento el tema que se pretende abordar, así como los debates que hay en
juego respecto del mismo. La búsqueda no se limita solamente a saber qué se
dice, sino también quién lo dice, qué grado de verosimilitud presenta lo que
se dice y qué continuidades y discontinuidades puede haber en los diferentes
datos, documentos y relatos encontrados.

Dependiendo de las técnicas de recopilación de información y del tratamiento


y análisis que reciban los datos, los métodos�de�evaluación se pueden dividir
entre:

• Cuantitativos: la información obtenida es tratada estadísticamente, faci-


litando así su comparación con otros baremos, cifras y tasas homólogas.
Estos métodos maximizan la información descriptiva y estructural, pero
aportan poca información sobre los elementos subjetivos y simbólicos atri-
buidos a los agentes sociales. Algunas de las técnicas cuantitativas más ex-
tendidas son las encuestas�de�población, que estudian la población total
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 51 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

mediante una muestra representativa a la que se le administra un cuestio-


nario cerrado que luego es analizado estadísticamente, o los indicadores
sociales, una información cuantificable que se estipula como representa-
tiva de ciertos aspectos o condiciones sociales básicas como, por ejemplo,
el nivel de ingresos anuales por persona como uno de los indicadores de
la calidad de vida de una población. Las encuestas también pueden ser
realizadas a expertos o a personas usuarias y, dependiendo de cómo estén
formuladas (tipo cuestionario cerrado o con preguntas abiertas), podrán
ser analizadas cuantitativa o cualitativamente.

• Cualitativos: el tipo de información que proporcionan permite captar as-


pectos de tipo subjetivo o simbólico difícilmente accesibles para los méto-
dos cuantitativos. Las dimensiones valorativas, actitudinales y las dinámi-
cas sociales a las que se accede mediante estos métodos posibilitan apro-
ximarse a la problemática de un modo más comprensivo y complejo. Al-
gunas de las técnicas cualitativas más extendidas son las entrevistas con
informantes clave, los grupos de discusión y la observación participante,
explicadas arriba (Delgado y Gutiérrez, 1994).

Para finalizar, sólo nos falta señalar que, además de elaborar un diagnóstico
de las necesidades y problemas a resolver, la evaluación inicial también se des-
tina a valorar la evaluabilidad�del�proyecto, es decir, a diseñar un sistema
de indicadores y medidas que permitan evaluar con posterioridad al propio
proyecto de intervención. Esto significa que, sobre la base de la investigación
evaluadora inicial, se deben establecer los mecanismos necesarios para definir
claramente los objetivos del proyecto y los resultados esperables; se deben pro-
porcionar los indicadores pertinentes y adecuados a las actuaciones programa-
das, de modo que puedan ser contrastables empíricamente y fácilmente eva-
luables mediante la recopilación de información accesible; se debe explicitar
claramente un modelo o lógica de intervención que justifique los efectos espe-
rados derivados de la intervención y todos estos procesos deben ser fácilmente
accesibles y evaluables desde cualquier agente externo con competencias en la
materia, a pesar de que no haya participado directamente de la intervención.

1.3.2. Planificación, diseño y ejecución de la actuación

Una vez realizado el diagnóstico de la situación (donde se han definido los Lectura complementaria
problemas principales, la población sobre la que se actuará y los objetivos es-
Callejo, J. y Viedma, A.
pecíficos que se persiguen, además de valorar las posibles soluciones), se pasa (2006). Proyectos y estrategias
al diseño y planificación del proyecto, donde se deben poner en relación de de investigación social: la pers-
pectiva de la intervención. Ma-
forma lógica, sistemática y ordenada todos los elementos básicos: los medios drid: McGraw-Hill.
disponibles, los productos que se pueden obtener a partir de esos medios, el
resultado concreto que se busca (objetivo del proyecto) y su relación con otros
objetivos superiores a los que contribuye estratégicamente junto con proyec-
tos similares (Callejo y Viedma, 2006).
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 52 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

El resultado de la planificación y el diseño será un instrumento de trabajo en


forma de documento (proyecto) que operará como estructura de control y guía
de la acción interventora. Una vez formalizado el proyecto, se debe aprobar
formalmente por quien realiza la demanda, los proveedores de recursos y las
interventoras para que pueda ser ejecutado por estas últimas. Durante su de-
sarrollo y ejecución, la actuación del equipo interventor podrá ser evaluada y
sometida a seguimiento con el fin de introducir los cambios y modificaciones
necesarias para la correcta consecución de los objetivos previamente señala-
dos.

Planificación y diseño

Entendemos por planificación, en el marco de la intervención social, el


proceso que, mediante los métodos y técnicas pertinentes, permite or-
denar de antemano y de manera lógica un proceso interventor o una de-
terminada actuación. Se trata de una actividad instrumental que, consi-
derando las necesidades diagnosticadas y los recursos disponibles, con-
creta los resultados que se esperan obtener mediante el diseño detallado
y temporalizado de un plan de actuación en el que se especifican y dis-
tribuyen las tareas a realizar. Dicho proceso incluye unos mecanismos
de control útiles para realizar un seguimiento valorativo de la actividad
cuya retroalimentación permita reordenar el proceso de actuación de la
mejor manera posible.

A pesar de que el proceso de planificación de la intervención se va establecien-


do progresivamente con el diseño de los planes y programas de intervención,
en este subapartado prestaremos especial atención a aquella planificación que
se concreta durante la elaboración del proyecto. En este sentido, las tareas im-
plicadas en la planificación de un proyecto implican una serie de técnicas y
metodologías propias del ámbito de trabajo de la gestión de proyectos. De lo
que se trata, en último término, es de organizar, gestionar y controlar una se-
rie de actividades y tareas que conduzcan a conseguir un resultado concreto
en el tiempo, en el presupuesto y en los requerimientos establecidos. Opera-
cionalizada de este modo, la intervención social se podría entender entonces
como un trabajo compuesto de una relación secuencial de actividades y tareas
a realizar, dentro de unos términos de inicio y fin estipulados, con un claro
objetivo, dentro de un presupuesto preestablecido y con una finalidad que
apunta a la producción de servicios, bienes o recursos para la población o áreas
afectadas por problemáticas de carácter psicosocial.

Para lograr llevarlo a cabo, la planificación de proyectos exige realizar una serie
de acciones�concretas:

a)�Definir�detalladamente�los�objetivos�del�proyecto�en�función�del�diag-
nóstico�previo�de�la�situación: antes de hacerlo, hay que enunciar claramen-
te el problema o necesidad a la que se pretende dar respuesta. Esto permitirá
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 53 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

justificar, adecuadamente, nuestros objetivos de actuación y definir la meta


general o impacto que pretendemos alcanzar con el proyecto. Esta meta gene-
ral, formulada de manera breve, sencilla, directa y comprensible, definirá el
resultado esperado en forma de producto o servicio y servirá de referencia y
orientación constante en el proceso de ejecución del trabajo. Los objetivos del
proyecto, como explicábamos anteriormente, deben ser específicos, realistas,
evaluables y claramente temporalizados en relación a los niveles de acción
superiores, es decir, en relación al programa y al plan general que regula las
intervenciones en ese ámbito social.

b)�Descomponer�los�objetivos�generales�en�objetivos�específicos�y�asignar-
les�un�grupo�estructurado�de�actividades�y�tareas�básicas�cuya�ejecución
permita�alcanzarlos�fácilmente: la operativización de los objetivos específi-
cos debe permitir establecer una clara correspondencia entre éstos y la ejecu-
ción de las tareas asignadas. Al igual que los objetivos, las tareas y actividades
planificadas han de estar bien definidas, deben ser específicas, evaluables con
facilidad, asignables, realistas, temporalizadas y ajustadas a los recursos dispo-
nibles.

c)�Asignar�estos�grupos�de�tareas�a�los�recursos�humanos�y�materiales�de
proyecto,�definiendo�claramente�las�relaciones,�secuenciación�y�tempo-
ralización� que� se� establecen� entre� ellas: esto nos permitirá establecer una
sistematización y ordenación del plan de trabajo en función del cronograma
diseñado. El calendario del proyecto se realiza mediante el establecimiento de
fechas y su asignación a unas acciones o resultados clave. Los recursos a asig-
nar para cada actividad incluyen desde recursos humanos (cuántos, cuáles,
cuándo y cuánto tiempo) a equipamientos, infraestructuras, espacios, recursos
materiales y financieros. El resultado de esta fase será una programación siste-
matizada, un plan de trabajo organizado de cada paso de la intervención.

d)�Estimación�de�costos�y�posibles�atrasos: la contabilización total de la asig-


nación previa de recursos económicos a cada actividad dará como resultado
el presupuesto general de la intervención a realizar. Al igual que se calcula un
porcentaje del presupuesto global en concepto de gastos imprevistos, se esta-
blece un pequeño margen de tiempo extra en caso de atrasos en la ejecución
y alcance de resultados.

e)�Establecimiento�de�un�sistema�de�indicadores�y�medidas�de�evaluación
del�proyecto: esto se refiere a la sistematización y operacionalización de aque-
llo que denominábamos, en el punto anterior, como "evaluabilidad del pro-
yecto", no sólo en lo que respecta a sus resultados y una vez finalizado, sino a lo
largo del proceso ejecutivo, como medida de seguimiento de la intervención.

En resumen, la planificación del proyecto, según la perspectiva del Marco Ló-


gico (Camacho et al., 2001), debe ser capaz de responder una serie de pregun-
tas básicas para la intervención: ¿por qué? (demanda, diagnóstico de la situa-
ción y objetivo general), ¿para quién? (beneficiarios y demandantes), ¿qué?
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 54 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

(objetivos específicos), ¿cómo? (actividades y resultados), ¿cuáles son los fac-


tores externos? (hipótesis o supuestos, en función del diagnóstico y el marco
teórico de intervención), ¿cómo se mide el éxito? (indicadores y mecanismos
de evaluación final y de seguimiento), ¿cómo se van a producir esos datos y
dónde se encuentran? (métodos de investigación y fuentes de información),
¿cuánto costará? (presupuesto), y ¿quiénes lo harán? (equipo responsable). Lo
cual implica, necesariamente, combinar componentes estratégicos del ámbi-
to político (como el marco legal de actuación y el contexto administrativo e
institucional) con componentes locales de tipo técnico, hasta dar lugar a la
materialización y concreción, en forma de intervención, de unas líneas polí-
ticas de acción social de carácter global definidas en diversas instancias y que
se concretan en el nivel local. Atravesar el proceso que comenzó con el dise-
ño de un marco legal e institucional, las definiciones científicas y académicas
sobre qué es un problema social y las soluciones a éstos y, finalmente, el di-
seño de un proyecto de intervención, exige un ejercicio de adaptación de las
pautas programáticas globales a la singularidad problemática concreta que nos
encontramos en un contexto y tiempo determinados.

Ejecución de la intervención

La fase�de�ejecución en una intervención es el momento de poner en


marcha y probar el plan de acción diseñado. La ejecución exige la in-
teracción con la población y colectivos intervenidos y la coordinación
colaborativa entre todo el equipo de interventores, lo cual llevará ine-
vitablemente a realizar pequeños ajustes entre la programación prevista
y los aspectos contingentes e imponderables de la realidad más inme-
diata.

Para realizar adecuadamente la intervención, sabiéndose adaptar a los impre-


vistos pero sin perder de vista las metas finales del proyecto, es necesario hacer
un seguimiento y una evaluación constantes del proceso ejecutor. Esto ayuda-
rá a la coordinación y comunicación entre el equipo responsable, al tiempo
que se justifica cualquier posible cambio de cara a una evaluación final.

Dada la heterogeneidad y multiplicidad de intervenciones, tantas como pro- Lectura complementaria


yectos, nos limitaremos a ofrecer una sistematización elaborada por Sánchez-
Podéis encontrar la sistema-
Vidal en la que se muestra una panorámica general del tipo de acciones, servi- tización elaborada por Sán-
cios y recursos que se han venido desarrollando en la intervención social co- chez-Vidal en:
Sánchez-Vidal, A. (2008).
mo disciplina. En términos generales, los servicios que ofrece la intervención
Psicología Social Aplicada (p.
social, desde perspectivas tradicionales o dirigidas, serían: 252). Madrid: Pearson Educa-
ción.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 55 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

a)�Acciones�educativas,�de�formación�y�capacitación: las acciones educati- Ejemplo de acción


vas y formativas tienen por objetivo la capacitación, en determinadas compe- educativa

tencias, de aquellas poblaciones y colectivos definidos como problemáticos o Un ejemplo de este tipo de ac-
carentes de recursos. El objetivo es lograr su habilitación a través de la puesta ción lo encontramos en todas
las intervenciones relaciona-
en marcha de nuevos conocimientos y competencias y de la apropiación de das con la "educación para la
salud", como campañas dirigi-
los recursos que les ofrece el entorno. Como ya se puede intuir, la educación das a la población general o la
es una función que penetra en la mayoría de intervenciones. Dependiendo de capacitación en conocimien-
tos, habilidades y recursos de
dónde se considere que se sitúa la problemática o la solución, la intervención aquellos colectivos que, por su
posición y experiencia, pueden
educativa puede recaer en: ser considerados "en riesgo".
Tal es el caso de muchas cam-
pañas educativas a adolescen-
• Los afectados por el problema o la condición a modificar. tes en materia de sexualidad y
prevención de embarazos no
deseados.
• Los profesionales cuya ayuda revierte sobre los afectados (formación de
formadores, por ejemplo, a personal sanitario, educadores, voluntarios,
etc.).

• Los grupos y colectivos del entorno próximo a los afectados (como familia,
vecinos, compañeros de trabajo, etc.).

• Aquellos grupos o instancias de poder con acceso a los recursos (políticos,


sociales, etc.) necesarios para incidir sobre el tema (como políticos, admi-
nistradores o líderes comunitarios).

b)�Acciones�mediadoras�y�de�negociación: en este tipo de acciones, el equipo


interventor actúa como facilitador de algún proceso social, en general de tipo
comunitario, y realiza labores de negociación y comunicación social para la
resolución de conflictos entre grupos sociales con intereses divergentes o que,
aun compartiendo intereses y problemáticas, no están en contacto entre sí.
Este tipo de acciones puede realizarse adecuadamente porque se considera que
el equipo interventor mantiene una posición neutral, independiente y exter-
na a cada una de las partes. Sin embargo, también caben otras dos posturas
dentro del papel negociador del equipo interventor: la de colaboración con
una de las partes, para facilitar el contacto y la comunicación o incluso para
impulsar la convocatoria y el diálogo cuando, por ejemplo, un grupo minori-
tario necesita comunicarse con las administraciones que gobiernan en su te-
rritorio; y la contraria, cuando el conflicto parece irreductible y existe un claro
desequilibrio o injusticia que lleva al interventor a posicionarse al lado de la
parte más débil. En general, el trabajo interventor trata de buscar soluciones
constructivas que no agudicen el conflicto y eviten la resolución de tipo judi-
cial o el enfrentamiento directo entre las partes. Para ello, la intervención se
centra en dos aspectos:

• Primero, en la facilitación de la comunicación y la puesta en marcha de


habilidades relacionales que permitan explicitar cada posición y gestionar
adecuadamente el proceso negociador.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 56 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

• Segundo, en la nivelación del poder que detenta cada parte, para que el
proceso de negociación no se convierta en un mero trámite autolegitima-
dor de los intereses y valores que acabará imponiendo el más poderoso.
Para lograrlo, la abogacía social, como veremos a continuación, será la he-
rramienta más adecuada.

c)�Acción�de�abogacía�social: este tipo de acción tiene por objetivo defender


los intereses de aquellos colectivos más vulnerables, marginados o desasistidos
y definidos habitualmente como problemáticos, como por ejemplo las perso-
nas mayores, los menores o la población que migra en situación irregular. Esta
intervención se basa en el supuesto de que las diferencias de poder son la causa
principal de los problemas sociales, y que cada grupo o colectivo implicado
busca su propio interés.

"El abogado social trata de facilitar la reforma de sistemas y procedimientos administrati-


vos y políticos, suplementando o potenciando los intereses y capacidad de actuar de una
parte que se considera perjudicada por esos sistemas en un tema o reclamación causada
por la desigualdad de poder y recursos entre demandante y demandado, sea éste una
institución pública, una organización, un servicio u otro".

Sánchez-Vidal (2008, p. 254).

Esto significa que, además de la defensa de los intereses del colectivo agravia-
do, se busca desarrollar sus capacidades y equilibrar el poder y los recursos que
detentan "cliente" y "demandado". La denuncia, presión social u organización
de colectivos de afectados son algunas de las acciones habituales de la aboga-
cía social.

d)� Acción� de� organización� y� dinamización� comunitaria: el propósito de Ved también


este tipo de intervenciones es el de producir un cambio social de manera indi-
Este tipo de intervención será
recta, a través de la dinamización, impulso y motivación de una comunidad o ampliamente expuesto en el
grupo. De este modo, el equipo interventor no es quien protagoniza el cambio, módulo "Perspectivas partici-
pativas de intervención social",
sino que lo facilita e impulsa a través de sus conocimientos y orientaciones por lo que no nos detendre-
mos en su explicación en este
sobre la comunidad agente de la transformación. momento, por no considerarla
un tipo de intervención de ti-
po tradicional, que son las que
e)�Acciones�consultivas�y�de�asesoría: en esta función, el equipo interventor- hemos estado trabajando has-
ta ahora en este módulo.
consultor entra en contacto con la persona u organización consultante para
resolver, de forma conjunta y cooperativa, los problemas profesionales u orga-
nizativos de su sistema social. En este caso, el equipo interventor no es quien Ejemplo de acción
consultiva
ejecuta la acción, que queda en manos del agente consultante. Tiene un claro
componente educativo y capacitador en tanto que la asesoría también pasa Un ejemplo de acción consulti-
va sería el asesoramiento que,
por hacer visible y guiar al colectivo que la demanda, para la apropiación de en ocasiones, reciben los equi-
los recursos necesarios, a la hora de llevar a cabo la acción interventora. pos interventores y entidades
del sector en el diseño de sus
planes de acción.
f)�Desarrollo�de�recursos�humanos�y�sociales: claramente conectada con las
acciones interventoras educativas, en este tipo de intervenciones se busca de-
sarrollar las potencialidades personales y sociales como forma de cambio social
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 57 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

positivo, al mejorar la autopercepción, la identidad social o la eficacia en la


acción personal o colectiva. El tipo de recursos que se desarrollan o potencian
son directos o indirectos:

• Los directos se refieren al desarrollo personal o colectivo mediante meca-


nismos educativos, terapéuticos u organizativos como serían la conforma-
ción de grupos de autoayuda, grupos de sensibilización y crecimiento per-
sonal, la promoción del asociacionismo o de la participación.

• Los indirectos se refieren a la potenciación de la capacidad de ayuda para


personas distintas a las afectadas, por ejemplo, voluntarios, profesionales,
cuidadores y educadores informales, para-profesionales y diferentes agen-
tes de socialización.

Dependiendo del diagnostico previo y del contexto particular de intervención,


el plan de acción abogará por poner en marcha un tipo de actividad u otro
o, incluso, la combinación de varias actividades. Aunque no son excluyentes
entre sí y muchas de ellas aparecen de manera transversal en, prácticamente,
todas las intervenciones sociales, cada problemática exigirá seleccionar de ma-
nera precisa y adecuada el (los) tipo(s) de acción-solución más pertinente(s).
Teniendo en cuenta el carácter general de esta asignatura, y dada la extensión,
profundidad y complejidad que llevan asociados cada uno de estos tipos de
actuación, recomendamos la consulta de bibliografía especializada para un es-
tudio más amplio de la materia.

1.3.3. Evaluación del proceso y de resultados

La evaluación del proceso de intervención y de los resultados obtenidos de ésta


servirá para mejorar la gestión del proyecto, facilitar la toma de decisiones en el
momento de la intervención y, en el futuro, incrementar la eficacia y eficiencia
tanto del proyecto particular que es evaluado como de otros proyectos que
acudan a esta evaluación como fuente de información y experiencia.

A pesar de que los modelos de evaluación han ido transformándose con


el tiempo, los objetivos que ésta persigue se mantienen. Básicamente,
el proceso�evaluativo sirve para establecer un control de la interven-
ción, para comprobar si las transformaciones sociales que se debían ha-
ber conseguido con la actuación se han logrado, y para adquirir cono-
cimiento relevante de cara a la planificación de proyectos futuros.

Tratando de sistematizar los elementos centrales de la evaluación, exponemos


a continuación la definición de evaluación orientada a los resultados, ofrecida
por la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica, dentro de
la perspectiva del Marco Lógico:
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 58 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

"Apreciación sistemática y objetiva de un proyecto, programa o política en curso o con-


cluido, de su diseño, su puesta en práctica y sus resultados. El objetivo es determinar
la pertinencia y el logro de los objetivos, así como la eficiencia, la eficacia, el impacto
y la sostenibilidad para el desarrollo. Una evaluación deberá proporcionar información
creíble y útil, que permita incorporar las enseñanzas aprendidas en el proceso de toma
de decisiones de beneficiarios y donantes".

OCDE.

Como se desprende de esta definición, y tal como se puede comprobar en mu-


chas otras (Niremberg et al., 2003; Rebolloso y Morales, 1996; Rossi y Freeman,
1989; Rutman, 1977; Stufflebeam y Shinkfield, 1993), aquellos elementos nu-
cleares que caracterizan la evaluación de proyectos de intervención serían:

a)�Se�trata�de�un�proceso�paralelo�a�cada�fase�del�proyecto�de�intervención:
considerando el proceso de intervención desde un modelo cíclico y no lineal,
la evaluación es aplicable a todas las fases del mismo:

• momento del diagnóstico y análisis de la situación;

• momento de planificación, formulación y diseño (que habitualmente con-


cierne no al equipo interventor, sino al equipo de evaluadores de proyec-
tos de las instituciones proveedoras de los recursos económicos);

• proceso ejecutor, en forma de seguimiento;

• evaluación final de sus resultados, que habrá de servir como fuente de


conocimiento para posteriores diagnósticos y diseños de intervención.

b)�Se�aplican�de�manera�sistemática�una�serie�de�procedimientos�y�méto-
dos� científicos� y� rigurosos� propios� de� la� investigación� social: se trata de
acumular evidencias empíricas válidas y fiables acerca de una determinada ac-
tuación.

c)�Posee�un�carácter�claramente�pragmático�y�utilitario: el proceso está di-


rigido a alcanzar ciertos fines prácticos que reviertan en la toma de decisiones
y la mejora de programas.

d)� Su� resultado� es� un� cuerpo� sistematizado� de� conocimientos� objetivos
y� transmisibles: éstos deben reflejar las diferentes etapas del proceso y ser
comunicables a otros procesos de intervención y evaluación.

e)�Opera�como�mecanismo�de�legitimidad�científica,�social�y�económica
de�la�intervención�social: esto es, la evaluación deja una evidencia del trabajo
realizado tanto a la comunidad científica como a la población beneficiaria y
a las entidades que financian la actividad.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 59 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Para que la evaluación sea lo más objetiva posible y esté rigurosamente funda- Lecturas
mentada, metodológica y analíticamente, es necesario, como ya explicamos complementarias

en su momento, haber definido claramente los objetivos (haciéndolos opera- Niremberg, O., Brawerman,
tivos, identificables y medibles) y haber estipulado durante su diseño una serie J., y Ruiz, V. (2003). Progra-
mación y evaluación de proyec-
de indicadores (asociados a cada actividad y resultado esperable) que, cuando tos sociales. Aportes para la ra-
se realice una actividad evaluativa, sean fácilmente comprobables. Es decir, la cionalidad y la transparencia.
Buenos Aires: Paidós.
planificación y gestión del proyecto debe contemplar e integrar la evaluación Rebolloso, E. y Morales, J. F.
(1996). Evaluación de progra-
del proceso y sus resultados teniendo en cuenta que, desde el propio equipo mas y Psicología Social. En J.
interventor o desde agentes externos, se creará un sistema de supervisión y se- L. Álvaro, A. Garrido y J. R.
Torregrosa. Psicología Social
guimiento sistemático de la actuación. Este sistema tenderá a incluir una serie Aplicada (pp. 475-511). Ma-
de indicadores acordes a los objetivos del proyecto, un protocolo de recogida drid: McGraw-Hill.
Rossi, P. H. y Freeman, H. E.
de información (de tipo cuantitativo y/o cualitativo) relativa a los indicadores (1989). Evaluación. Un enfo-
que sistemático para programas
anteriores y basado en diversas fuentes, un sistema de gestión y tratamiento sociales. México: Trillas.
de la información obtenida, un método riguroso de análisis de la información Rutman, L. (1977). Evaluation
research methods: A basic gui-
anterior y un sistema de difusión y retroalimentación de los conocimientos de. Beverly Hills: Sage.
generados hacia todos los agentes involucrados e interesados por el proyecto. Stufflebeam, D. L. y Shink-
field, A. J. (1993). Evaluación
sistemática: Guía retórica y
práctica. Barcelona: Paidós.
El desarrollo de este sistema de supervisión y evaluación necesitará la ejecu-
ción de una serie de pasos que, según la OMS (1981; en Sánchez-Vidal, 2008),
se sintetizan en las siguientes acciones:

1)�Especificar�el�tema�y�objeto�de�evaluación, definiendo si se trata de un


proyecto, un servicio, una actividad o una organización. Este elemento a eva-
luar debe ser relevante y justificable en términos de cobertura o importancia
para la población, y ha de estar claramente caracterizado y explicado de ma-
nera situada, en relación al contexto. Para valorar el objeto de la evaluación,
se observará una serie de parámetros como su nivel organizacional, su finali-
dad, sus limitaciones, la capacidad de acción y respuesta en relación con los
resultados esperables, así como las destinatarias de la intervención.

2)�Asegurar�el�apoyo�informativo preciso para llevar a cabo todo el proceso


evaluador, teniendo en cuenta los requisitos� y cualidades necesarios de la
información (que variarán dependiendo del momento u objeto a evaluar), las
fuentes de información disponibles y la adecuación�de la información dispo-
nible en términos de accesibilidad, utilidad y suficiencia.

3)�Verificar�la�relevancia�del�proyecto, valorando hasta qué punto responde


a necesidades� reales de la población y a las prioridades� sociales existentes
en ese ámbito concreto de acción. Es decir, se trata de valorar la pertinencia
del proyecto, teniendo en cuenta si sus objetivos se adecuan a las condiciones
y necesidades de la población o si existe congruencia entre los objetivos y el
contexto social del proyecto.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 60 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

4)�Adecuación�del�programa�y�la�política�marco desde la que se formula,


valorando en qué medida los problemas han sido definidos adecuadamente
en el ámbito político y, en consecuencia, analizando la manera en que los
subsiguientes programas de intervención han sido definidos.

5)�Revisión�del�progreso�del�programa�o�proyecto, valorando hasta qué pun-


to su desarrollo real se ajusta a lo planificado, introduciendo correcciones y
cambios según las desviaciones observadas, y resolviendo las problemáticas
que puedan aparecer. Esto permite la puesta a prueba del proyecto y su conse-
cuente mejora y perfeccionamiento. Este paso es lo que se denominaría "eva-
luación�de�seguimiento" o "evaluación�de�ejecución,�proceso�o�implemen-
tación", e incluye la valoración de ciertas condiciones como:

• Si se están realizando, de manera adecuada, las actividades previstas en el


programa, y si se ajustan al tiempo y recursos previstos; es decir, si se está
implementando correctamente el plan de trabajo. Lo cual revierte en la
eficiencia�del proyecto, en la relación que se da entre los objetivos y los
recursos necesarios para alcanzarlos.

• Si la tecnología y los métodos de trabajo utilizados tienen la efectividad


prevista y se adecuan a las necesidades que marca el proyecto.

• Si se está realizando adecuadamente la gestión administrativa del proyecto


y su presupuesto, la justificación de los gastos y la justificación documen-
tal de éstos. Es decir, la valoración del proyecto en términos económicos.

• Si el equipo ejecutor tiene los conocimientos, los recursos y la experien-


cia apropiados para la realización de sus tareas de la manera prevista. Ello
revierte en su factibilidad, es decir, en la capacidad potencial del equipo
interventor para poder llevar a cabo, en los términos propuestos, el pro-
grama de acción diseñado.

• Si la intervención está llegando a la población "diana" y en qué medida


está siendo comprendida y accesible para ella; es decir, si se cumplen las
tasas de cobertura�previstas o cuál es el alcance de la intervención.

• Si se están logrando los objetivos parciales (por áreas o períodos de tiempo)


previstos o se progresa adecuadamente hacia las metas y objetivos finales
marcados. Lo cual revierte en la eficacia�o�efectividad del proyecto.

Formando parte de este tipo de evaluación y, según algunos contextos de in-


tervención (por ejemplo, en los proyectos de intervención financiados por la
UE), hacia la mitad de la ejecución del proyecto se realiza un informe de la
situación del proyecto donde se expone todo lo realizado hasta el momento
y los objetivos medios alcanzados. Se da cuenta de la situación económica,
se justifica cualquier posible eventualidad que haya obligado a alguna modi-
ficación en el proyecto y se ofrece una reflexión de su situación global. Este
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 61 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

tipo de evaluación se denomina evaluación�del�término�medio y, muchas


veces, es la condición necesaria para poder percibir los recursos económicos
que permitirán acabar de ejecutar el proyecto.

La evaluación de seguimiento puede realizarse a través de los mismos métodos


de investigación social que comentábamos para la evaluación de necesidades
o diagnóstica. Puede hacerse, siempre de manera sistemática y rigurosa, por
medio de los indicadores estipulados durante la planificación y el diseño del
proyecto, mediante la observación de las actividades del programa o también
a través de la consulta a las profesionales y usuarias.

En cualquier caso, la perspectiva de intervención preponderante, de claro cor-


te positivista en términos epistémicos y directivo en términos ejecutivos, va
asociada a un proceso evaluativo realizado de manera exclusiva por grupos
profesionales de expertas, ya sean externas o internas al propio grupo inter-
ventor. Es decir, a pesar de que algunos de estos métodos de recogida de infor-
mación implican la interacción y consulta a la población intervenida, en últi-
mo término, el procesamiento y análisis de los datos, así como su valoración
en términos evaluativos, recae en unos agentes especializados considerados
independientes, objetivos y externos al objeto evaluado.

6)�Valoración�de�los�resultados, una vez finalizado el proyecto, en términos


de eficiencia, eficacia o efectividad, e impacto. Este tipo de evaluación se identi-
fica habitualmente con la "evaluación�de�programas":

• La eficiencia se valorará analizando los resultados obtenidos en relación


con los esfuerzos y recursos utilizados. Implica revisar la relación entre el
programa de actividades y sus alcances con los recursos humanos, mate-
riales y económicos, de gestión y administración del proyecto, y valorar
el buen uso de estos últimos.

• La eficacia o efectividad del proyecto valora en qué medida se han logra-


do los objetivos marcados, lo cual exige haber identificado adecuadamen-
te a la población destinataria de la intervención y haber recopilado datos
suficientes acerca de los indicadores de resultados previamente señalados.
Es una medida del efecto absoluto del proyecto en relación con los obje-
tivos señalados.

• El impacto del proyecto valora el efecto global que éste ha tenido sobre el
sistema social o el contexto de actuación más próximo, sobre las condicio-
nes de vida y el desarrollo del área o sistema sobre el que se ha intervenido.
El impacto también valora el conjunto de efectos, deseables o indeseables,
previstos o imprevistos, generados por el proyecto de intervención, lo cual
exige un análisis más global y totalizador y un amplio conocimiento de
todos los aspectos psicosociales que afectan a esa actuación.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 62 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Autores como Sánchez-Vidal (2008) también incluirían, entre los contenidos


evaluados, la satisfacción o el bienestar de la población intervenida, para así
captar la percepción subjetiva ligada a la forma en que se ha realizado la actua-
ción y a la relación establecida con el equipo interventor; y la utilidad�social
que las acciones y el proyecto en general tienen para la población o sistema
social más amplio. Este aspecto valora la utilidad que la suma de efectos (no
sólo los ligados a las variables centrales del programa) tiene para el conjunto de
grupos y colectivos sociales, no sólo para sus usuarias o beneficiarias directas.

Para realizar este tipo de evaluación, los métodos e instrumentos utilizados


para la provisión de información válida y fiable son los mismos que en oca-
siones anteriores, aunque destacan de manera especial los análisis económicos
y documentales de todos los datos generados a lo largo del proceso de inter-
vención; especialmente, de aquellos acumulados a lo largo del seguimiento
evaluativo. La provisión de toda esta información puede venir desde el propio
equipo interventor o desde un equipo evaluador externo, aunque en nume-
rosas ocasiones ambas figuras coinciden. A pesar de que la objetividad e inde-
pendencia de la evaluación parece asegurada por la posición de exterioridad
que pueda mantener un equipo evaluador ajeno al proyecto, hay cierta ten-
dencia a incorporar la evaluación del proyecto y sus resultados entre las tareas
que desempeña el propio equipo interventor que ejecuta la acción. Esto suce-
de mayoritariamente por los condicionantes económicos (la falta de recursos
de las instituciones financieras) que hacen inviable la evaluación externa. Esto
pone sobre la mesa un debate en torno a la objetividad y fiabilidad del cono-
cimiento que se produce en los procesos de evaluación.

En términos prácticos, la evaluación de resultados trata de recorrer la historia


del proyecto en todo su desarrollo a través de los documentos producidos, re-
construyendo lo sucedido desde el diagnóstico inicial, pasando por los infor-
mes de seguimientos, hasta el momento de su finalización. Dado el propósito
particular de la evaluación final (valorar el proyecto y su ejecución en térmi-
nos de eficiencia, eficacia e impacto), su correcta realización dependerá de la
concreción y claridad con que fueron definidos y operativizados los objetivos
generales del proyecto y, en segunda instancia, de la evaluación procesual que
se haya efectuado. La evaluación final de resultados se basa en el supuesto
(tremendamente simplificador e incluso, en ocasiones, falsable) de que exis-
te una relación directa entre las actividades realizadas y las transformaciones
producidas. Como bien explican Callejo y Viedma (2006):

"En muchas ocasiones, la misma puesta en marcha de un proyecto significa la transfor-


mación de la población sin que medien actividades. Piensen en un grupo que se sien-
te observado o reconocido por otros que tratan de mejorar su vida. Si lo entienden así,
¿cuánto depende del proyecto y cuánto de su comprensión?".

Callejo y Viedma (2006, p. 216).


CC-BY-NC-ND • PID_00141843 63 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

El producto de esta evaluación de resultados será un informe final en el que se


expondrá, públicamente, el trabajo del equipo interventor y se analizará con
detalle toda la información recogida hasta el momento, aquella referente a las
evaluaciones parciales e intermedias y aquella otra centrada en los resultados.

7)�Obtención�de�conclusiones,�devolución�de�la�información�y�formula-
ción�de�propuestas�de�actuación�futuras: el informe final de evaluación in-
cluirá una parte de conclusiones en las que se apuntarán los aspectos más re-
levantes del proceso evaluador en términos de utilidad para la intervención
futura. Dado que uno de los objetivos de la evaluación es el de generar conoci-
miento pragmático transferible, la forma más fácil de conseguirlo es mediante
un resumen de la evaluación y una postura explícita clara de aquellos aspectos
a considerar de cara a la mejora de los sistemas de intervención social. Esto
implica que se tratará de elaborar recomendaciones de actuación sintéticas,
claras y adaptadas específicamente a cada uno de los destinatarios posibles,
desde políticos, hasta la población general, la prensa o el colectivo de profe-
sionales. En la confección de estas conclusiones deben aparecer reflejadas las
experiencias y opiniones de todos los grupos y agentes sociales que han par-
ticipado, de algún modo, como interventores o intervenidos, en el proceso.
Además, para hacer de este documento final una herramienta útil de trabajo,
será importante discutir las conclusiones entre todos los participantes y res-
ponsables de la intervención. Esta devolución�de información permitirá en
el futuro incorporar propuestas de actuación, como por ejemplo, cambios en
el programa o en los objetivos, el inicio de nuevas acciones, la redefinición
de ciertas funciones o estructuras ejecutivas, la modificación de los presupues-
tos, la formación o incorporación de nuevo personal o la intervención sobre
nuevas poblaciones semejantes a las ya tratadas. En definitiva, y dado que la
intervención sigue un ciclo de tipo circular, todo este cuerpo de conocimien-
tos resultante formará parte del bagaje disciplinar que alimentará en el futuro
nuevos diagnósticos para la intervención.

La evaluación�de�programas�y�resultados contribuye a la mejora de


la gestión y planificación estratégica de los proyectos de intervención,
desarrollando sistemas de información y valoración interna y externa
al propio equipo y redundando así en la profesionalización y mejora de
la disciplina.

La transferencia de conocimientos que se realiza a partir de su difusión favo-


rece la comunicación de buenas prácticas en el ejercicio de la intervención,
mejorando así la calidad de los servicios y acciones sociales de carácter ins-
titucional. Este bagaje de conocimientos facilita la creación y depuración de
los criterios de eficacia y eficiencia que, en ocasiones futuras, se aplicarán en
la evaluación de posibles proyectos, y ello redundará en el mejor aprovecha-
miento de los recursos sociales, humanos, económicos, etc. Finalmente, a pe-
sar de que desde las perspectivas de intervención más directivas no se tienen
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 64 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

muy en cuenta los aspectos participativos, la evaluación de programas se pre-


senta como un espacio privilegiado para la promoción de la participación e
implicación de la ciudadanía en el terreno de las políticas públicas.

1.4. Ámbitos de actuación

Los marcos, conceptos y metodologías hasta aquí explicadas atraviesan de ma-


nera transversal toda la intervención social. Sin embargo, la gran amplitud de
este campo de acción ha llevado necesariamente a una especialización orga-
nizada según ámbitos de actuación temáticos que, a su vez, han desarrollado
una tradición conceptual, teórica y metodológica propia. Dado que cada uno
de estos ámbitos constituye, casi, una disciplina en sí misma cuya profundi-
dad es imposible de abordar en esta asignatura, a continuación nos limitare-
mos a hacer un rápido recorrido por alguno de los ámbitos más destacados
para mostrar cuáles son sus principales temas de intervención y algunas de
sus bases conceptuales más importantes. Además, ejemplificaremos cada uno
de estos ámbitos con una pequeña muestra del tipo de intervenciones sociales
más extendidas. Para complementar este apartado, y con el fin de profundizar
más en un tema concreto, trabajaremos detenidamente el caso del consumo
de drogas dentro del ámbito de la salud. A partir de un pequeño análisis y
de tres lecturas que acompañan a este módulo, conoceremos con más detalle
diferentes tipos de intervención social sobre el consumo de drogas y las bases
teóricas y conceptuales que sostienen y justifican cada una de estas acciones.

Como podremos apreciar, en general las intervenciones sociales responden a


diferentes focos de actuación: desde intervenciones de tipo individual, cen-
tradas en la particularidad e historia personal de cada usuaria objeto de inter-
vención, hasta intervenciones centradas en colectivos que responden a carac-
terísticas comunes (como personas emigrantes, mujeres, infancia en riesgo,
adolescentes, drogodependientes, presos, personas con diversidad funcional o
personas mayores), o también intervenciones de tipo comunitario, centradas
en un territorio de acción habitado por las personas que son objeto de una
intervención de carácter más transversal (como barrios, colegios, organizacio-
nes o poblaciones enteras).
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 65 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

1.4.1. Intervención en el trabajo

Las problemáticas objeto de intervención más comunes en este campo disci- Lecturas
plinar son aquellas relacionadas con el desempleo y el empleo precario y sus complementarias

efectos económicos y psicosociales sobre la población. La consecuente pérdida Podéis ampliar la informa-
adquisitiva de dinero que estas situaciones producen, unido al hecho de que, ción sobre las intervencio-
nes sociales en el campo del
en una sociedad capitalista, el consumo articula de manera central tanto los trabajo leyendo las obras si-
momentos de socialización como la identidad de los individuos, las situacio- guientes:
Agulló, E. (1997). Jóvenes, tra-
nes de vulnerabilidad asociadas al mercado de trabajo generan una disminu- bajo e identidad. Oviedo: Uni-
ción significativa en la salud mental de las personas que las viven (Garrido, versidad de Oviedo, Servicio
de publicaciones. Tesis docto-
1996). Siendo que los procesos socioeconómicos referidos al acceso al mercado ral.
laboral están asociados a los mecanismos de inclusión social y, además, son Garrido, A. (1996). Psicolo-
gía social del desempleo. En
fuente de estatus, prestigio social, de desarrollo de habilidades o de estructura- J. L. Álvaro, A. Garrido y J. R.
ción del tiempo (Agulló, 1997), el desempleo y la precariedad laboral constitu- Torregrosa. Psicología Social
Aplicada (pp. 121-155). Ma-
yen una de las problemáticas acuciantes sobre la que más intervención social drid: McGraw-Hill.
se ha desplegado. Añadida a esta idea, este ámbito también se ha preocupado
por las condiciones particulares en que se llevan a cabo las tareas asociadas
a un puesto de trabajo determinado, con el fin de valorar directamente y de
forma precisa los efectos psicosociales del empleo.

La incidencia cada vez mayor de procesos de desempleo y precariedad labo-


ral, fomentados por unas políticas laborales que, en el Estado español, han
perseguido eliminar la rigidez contractual para fortalecer el poder empresarial
y, como consecuencia, favorecen la movilidad laboral, el "abaratamiento" del
despido, la temporalidad de las ocupaciones y la reducción salarial o de los
derechos laborales, hace que sea necesario generar procesos de intervención
social que puedan atajar estas problemáticas que todavía no han recibido una
respuesta unánime desde ámbitos institucionales. Las transformaciones, en
términos de precarización y flexibilización de los puestos de trabajo o de nue-
vos modelos organizativos y de gestión de recursos humanos, han provoca-
do una auténtica crisis de los modelos sociolaborales que ha traído consigo
la vulnerabilidad y el riesgo de exclusión social de amplios sectores de la so-
ciedad, teniendo más incidencia en aquellos colectivos que, por su posición
estructural, están en situaciones de mayor vulnerabilidad (jóvenes, mujeres,
personas mayores, personas con diversidad funcional, entre otros).

Los jóvenes y el empleo

En el caso de los jóvenes, por ejemplo, la dificultad de acceso a empleos dignos ha tenido
como efecto su limitación en el acceso a la vivienda o a espacios de expresión y partici-
pación política.

Todo ello ha desembocado en una desmitificación del empleo como mecanis-


mo de protección social –antaño garantía de la calidad de vida y la inclusión
social– y, especialmente para los jóvenes, según Gorz (1997), éste "ha dejado
de ser una fuente de identidad, de pertenencia a la sociedad".
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 66 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Estas transformaciones en el tipo de problemáticas laborales han ido parale- Lecturas


las a una transformación en las soluciones aportadas desde la intervención so- complementarias

cial. A pesar de que, inicialmente, las intervenciones sociales que abordaban la Álvaro, J. L. (1992). Desem-
problemática tenían una concepción marcadamente individualista y culpabi- pleo y bienestar psicológico.
Madrid: Siglo XXI.
lizadora de las causas del desempleo (Álvaro, 1992; Kieselbach, 1989), progre-
Gorz, A. (1997). Metamorfosis
sivamente se han considerando los factores sociales y estructurales que confi- del trabajo, búsqueda del senti-
do: crítica de la razón económi-
guran el fenómeno. De este modo, aun manteniendo acciones interventoras ca. Madrid: Sistema.
muy centradas en los individuos, la naturaleza estructural del desempleo y la Kieselbach, T. (1989). El de-
sempleo juvenil: Consecuen-
precariedad laboral, y el carácter coyuntural asociado a momentos de crisis cias en la salud y recomenda-
económica, ha conducido a poner en marcha intervenciones dirigidas a colec- ciones para las intervencio-
nes psicosociales. En J. R. To-
tivos considerados en riesgo o especialmente vulnerables como los jóvenes, la rregrosa, J. Bergere y J. L. Ál-
población inmigrante o las mujeres. varo (Ed.), Juventud, trabajo
y desempleo: un análisis socio-
lógico. Madrid: Ministerio de
trabajo.
Con estas medidas se pretende compensar, de algún modo, mediante planes
formativos o programas ocupacionales inscritos en planes más generales de
políticas de empleo, la desigualdad de oportunidades y la discriminación so-
ciolaboral que todavía hoy afecta a ciertos colectivos. Así, a pesar de que la
probabilidad de encontrar un empleo depende de las oportunidades que ofre-
ce el contexto –que, como hemos visto, están estratificadas de manera estruc-
tural dependiendo de factores como el género, la edad o el origen nacional–,
la mayoría de intervenciones sociales se centran en la acción sobre aquellos
otros factores personales que también operan en el logro de este objetivo, por
ejemplo, las formas de búsqueda de empleo, el nivel y el repertorio de compe-
tencias adecuadas frente a cierto mercado laboral o los recursos y estrategias
de afrontamiento frente al desempleo.

Este giro interventor se ha traducido en el tipo de acciones llevadas a cabo:


mientras ciertas entidades siguen con procesos de formación para la realiza-
ción de ciertos oficios y profesiones (lo cual, a largo plazo, limita las posibi-
lidades de acceso al mercado laboral por el hecho de restringirlo sólo a una
determinada especialidad o perfil), otras entidades están apostando por ofre-
cer capacitación y formación en competencias o habilidades de tipo transver-
sal como la elaboración de currículos, el manejo de las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación (TIC), el aprovechamiento de la oferta
formativa durante los períodos de desempleo o la auto-ocupación. Asimismo,
se están haciendo esfuerzos que implican una apuesta por nichos laborales
"prometedores" en un futuro próximo, promoviendo la formación en aquellos
campos que, como las energías renovables o el cuidado sociosanitario (espe-
cialmente dirigido a las personas mayores), son susceptibles de convertirse en
fuentes seguras de empleo.

En el ámbito de las organizaciones, se han puesto en marcha políticas públi-


cas y planes de empleo que otorgan ayudas y beneficios fiscales para la con-
tratación de aquellos colectivos más discriminados laboralmente, como son
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 67 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

las personas con diversidad funcional o las mujeres. Este tipo de intervencio-
nes se basan en la discriminación positiva como factor de corrección de las
desigualdades sociales.

1.4.2. Intervención en los procesos migratorios y las relaciones


intergrupales

Las principales problemáticas a las que trata de dar respuesta la intervención Lectura complementaria
social en las relaciones intergrupales están relacionadas con los conflictos que
En cuanto a los prejuicios,
pueda haber en la convivencia, en un contexto dado y, por otra parte, con podéis leer la obra siguiente:
la discriminación que sufren ciertos colectivos sobre base de la generación de Canto, J. (2002). El grupo:
estructura, procesos y re-
prejuicios que les afectan negativamente. En términos conceptuales, podría-
laciones grupales. En M.
mos definir el prejuicio como una actitud negativa hacia los miembros de un Domènech y M. Pujol (Ed.),
Psicología de los grupos y los
exogrupo que se refleja mediante pensamientos, conductas o afectos negati- movimientos sociales. Barcelo-
vos hacia ellos (Canto, 2002). na: UOC.

Desde la psicología social de los grupos, este sería uno de los mecanismos ex-
plicativos de ciertos comportamientos discriminatorios que se convierten en
estigmas, de la desigualdad de oportunidades o incluso de la persecución que
sufren algunas personas. El resultado de la proliferación de prejuicios negati-
vos son fenómenos sociales como el racismo, el sexismo, la homofobia o la
discriminación hacia personas con algún tipo de diversidad funcional.

En el caso de las personas inmigrantes, por ejemplo, la discriminación de la que son


objeto viene dada a partir, por un lado, de las desigualdades estructurales que generan
dificultad de acceso a los recursos de la sociedad receptora (a partir de la negación de
la ciudadanía) y, por otro, de los mecanismos de criminalización (persecución policial,
estigmatización en los medios de comunicación, etc.) que reproducen los prejuicios hacia
estas personas. Todo ello desemboca no sólo en una violencia física e institucional, sino
en la dificultad de crear espacios de convivencia y redes sociales de apoyo que garanticen
el poder disfrutar de los derechos más básicos como la integridad física, el alimento, la
vivienda, o la salud.

En términos generales, las respuestas que han tendido a darse a este tipo de
problemáticas apuntan a fomentar la integración social, la igualdad de opor-
tunidades y de acceso a los servicios y la convivencia ciudadana, respetuosa
con todas las diferencias. Más específicamente, si centramos nuestra atención
en el ámbito de los procesos migratorios, observamos que el tipo de acciones
y soluciones que se proponen mayoritariamente son:

• Respuestas de tipo asistencialista que buscan facilitar el acceso a ciertos


recursos y servicios básicos como, por ejemplo, comida, vivienda o servi-
cios de salud. Éstos pueden ser de tipo generalista (para todas las personas
que lo necesiten) o específicos, centrados en colectivos considerados espe-
cialmente vulnerables como, por ejemplo, los menores no acompañados
o las mujeres inmigrantes.

• Servicios de información y de formación específicos para personas llega-


das recientemente a la sociedad receptora. Ejemplos de estos servicios se-
rían la asesoría jurídica para la regularización de la situación legal, infor-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 68 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

mación sobre los servicios disponibles en el territorio donde operan, cur-


sos de los idiomas oficiales, aulas de acogida para hijos de personas inmi-
grantes, procesos de inserción sociolaboral, etc.

• Servicios o acciones transversales que fomentan la convivencia intercul-


tural. Se trata de actuaciones que buscan eliminar el estigma social y evitar
el agravio comparativo, mediante la interacción de toda la población en
base a modelos integradores de convivencia. También se incluirían inter-
venciones al interior de las instituciones, como el caso de la contratación
de traductores en los centros de salud o procesos de mediación intercul-
tural, que buscan el fortalecimiento y creación de redes sociales de apoyo
entre la población de un determinado territorio (inmigrante y autóctona).

1.4.3. Intervención en la educación

La intervención�social�en�la�educación actúa sobre aquellas proble-


máticas psicosociales que se dan en el contexto escolar y educativo de
carácter formal e informal: problemáticas que están afectadas por algún
componente educativo y formativo (como el analfabetismo o el acceso
al primer empleo), o aquellas que exigen para su solución el uso de he-
rramientas de tipo educativo (como las concernientes al campo de la
educación social).

Estos contextos de actuación incluyen desde centros de enseñanza primaria,


secundaria, superior o módulos formativos, hasta clubes de tiempo libre, in-
tervenciones con poblaciones y colectivos que presentan necesidades educa-
tivas y formativas, o cualquier ámbito de actuación que opte por el uso de
medidas y estrategias de intervención basadas en la educación.

Partiendo de este marco, los dos tipos de problemáticas más habituales a los
que se enfrenta esta intervención tienen que ver, o bien con cuestiones de
conflictividad�grupal�e�interpersonal, o bien con cuestiones que afectan al
acceso�y�rendimiento�escolar�dentro�de�la�educación�formal. Entre los te-
mas más comunes del primer ámbito, destacan las intervenciones de tipo in-
tercultural o aquellas tendientes a favorecer la convivencia en un territorio,
mientras que los principales temas asociados al segundo ámbito son el absen-
tismo y el fracaso escolar, el acceso a la educación de las personas que presen-
tan algún grado de diversidad funcional o el fenómeno social del bulling.

La meta principal a la que aspira la intervención social en la educación es,


en consecuencia, la igualdad de oportunidades educativas –entendidas en un
sentido amplio– para toda la población. Para lograrlo, se realizan, como hemos
explicado, actuaciones dentro y fuera de los recintos educativos formales.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 69 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

A pesar de que la disciplina de la psicología y las instituciones educativas ha


tendido a seguir modelos de actuación muy parciales y limitados, totalmente
centrados en el individuo (como las aulas de apoyo y el refuerzo escolar para
aquellos alumnos que, por una circunstancia u otra, están en riesgo de fracaso
escolar), en los últimos años ha proliferado la figura de los mediadores cultu-
rales en los centros educativos con el objetivo de facilitar la convivencia entre
la comunidad escolar, incluyendo a los alumnos, docentes y también familias.
Asimismo, también abundan las jornadas y campañas de sensibilización con-
tra la discriminación en el ámbito educativo por cuestiones de origen, religión
u opción sexual diversa.

En términos de educación informal, la creación de espacios de ocio y de edu-


cación como clubes deportivos y clubes de tiempo libre se podría considerar
como acciones transversales que favorecen la convivencia y el conocimiento
mutuo entre grupos diversos de una comunidad. También el fomento de ex-
presiones artísticas y culturales asociadas a ciertos colectivos como el de jóve-
nes (a través de determinados tipos de baile y creaciones musicales, del street-
art o del empleo del espacio público) busca reconocer su identidad como gru-
po y favorecer así su participación e integración ciudadana.

1.4.4. Intervención en la salud

La intervención social en la salud actúa sobre aquellos factores psicosociales Lecturas


que operan tanto en el origen, mantenimiento, evolución y pronóstico del complementarias

proceso de enfermar, como en su tratamiento, rehabilitación y prevención y Rodríguez-Marín, J. (1991).


en la promoción de conductas saludables (Rodríguez Marín y López, 1988; Psicología de la salud: situa-
ción en la España actual. Re-
Rodríguez Marín, 1991). El aumento de las tasas de morbilidad por enferme- vista de Psicología de la Salud,
dades crónicas frente a enfermedades de tipo infeccioso, unido a los hallazgos 3 (1), 55-91.
Rodríguez-Marín, J. y García,
que señalan la importancia de los comportamientos en su génesis (Rodríguez J. A. (1996). Estilos de vida y
y García, 1996), justifican la intervención social en un ámbito aparentemente salud. En J. M. Latorre Posti-
go (Ed.), Ciencias psicosociales
lejano como es la salud. aplicadas II. Madrid: Síntesis.
Rodríguez-Marín, J. y López,
S. (1988). Tendencia y deseo
En este sentido, el carácter integral con que la propia OMS define la salud, de información en pacien-
entendida como "el estado de absoluto bienestar físico, mental y social, y no tes ontológicos. En Psicología
Social de los problemas socia-
la mera ausencia de enfermedad", ya abre la puerta a todas aquellas interven- les (pp. 451-454). Granada:
Publicaciones de la Universi-
ciones que apuntan a la prevención y promoción de la salud y que van más dad.
allá de la mera curación médica. En este sentido, las malas conductas alimen-
tarias, los hábitos y estilos de vida poco saludables, el consumo de drogas, la
automedicación, los comportamientos de riesgo en la conducción o la falta de
ejercicio físico constituirían conductas de riesgo susceptibles de intervención.

De manera coherente con lo explicado hasta ahora, las metas que se propo-
ne la intervención social, en términos generales, apuntan a la promoción de
la salud: prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enferme-
dad, y a la mejora del sistema sanitario y de cuidado, procurando el acceso a
los servicios por parte de toda la población. Para lograrlo, se ponen en marcha
acciones individuales, programas comunitarios o incluso campañas de difu-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 70 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

sión masiva, especialmente, en el ámbito de la prevención. En este sentido, se Otros ámbitos de


puede hablar de prevención primaria (disminución de la incidencia de enfer- actuación

medades), secundaria (disminución de la prevalencia, acortando el período de Otros aspectos socioculturales


duración de la enfermedad) o terciaria (disminución de las secuelas y compli- y económicos sobre los que se
actúa y que también afectan a
caciones de la enfermedad). la salud de las personas tienen
que ver con la desigual distri-
bución de recursos, la conta-
Algunas de las intervenciones más comunes de este ámbito irían desde el tra- minación ambiental, las actitu-
des, costumbres y estilos de vi-
tamiento terapéutico de personas afectadas por el consumo de drogas, hasta da imperantes o el sistema or-
ganizacional de las institucio-
la dinamización de grupos de autoayuda y la promoción de redes sociales de nes sanitarias.
apoyo como estrategia de afrontamiento y generación de bienestar psicosocial,
o campañas y programas comunitarios orientados, por ejemplo, al aumento
de la donación de órganos, la prevención en el consumo de drogas o la detec-
ción precoz del cáncer. En este sentido, la educación para la salud es uno de los
campos más prolíficos de la intervención social en tanto que promueve, como
solución a largo plazo, la adopción de estilos de vida saludables y el abandono
de aquellos estilos perjudiciales.

Para finalizar, y como ya anunciamos al inicio de este punto, proponemos


analizar en profundidad un ámbito de intervención específico: la salud y el
consumo�de�drogas. Esto nos permitirá conocer cómo se define y aborda una
problemática concreta a partir de diferentes tipos de perspectivas y metodolo-
gías de intervención y desde ciertas definiciones referidas a la salud, la enfer-
medad, las drogas o las formas de tratamiento (hechas de diferentes maneras,
dependiendo de los marcos teóricos utilizados). Lo cual pone de manifiesto
cómo dentro de cada uno de los ámbitos explicados existen intensos debates
y controversias internas que, para su adecuada comprensión, exigen una ma-
yor atención y especialización de la materia. Específicamente, las lecturas y
el análisis que presentamos a continuación nos ofrecen una comparativa en-
tre intervenciones sectoriales dirigidas a colectivos específicos e intervencio-
nes comunitarias de tipo transversal o territorial en el ámbito del consumo de
drogas. Para poder comprender este subapartado, será preciso adentrarse en
la lectura de los materiales seleccionados como parte de este módulo y, poste-
riormente, seguir el análisis realizado sobre ellos.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 71 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Análisis comparativo de paradigmas de intervención sobre el consumo


de drogas

Presentación�de�las�lecturas

El primer texto presenta una panorámica de cuáles han sido las diferentes formas de
intervenir sobre el consumo de drogas a través de la prevención. Más específicamente,
propone incorporar una perspectiva participativa que incluya a los propios usuarios
en la definición y el desarrollo de la intervención.

Los dos siguientes textos pretenden ilustrar dos modos diferentes de abordar y definir
el consumo de drogas: en el segundo –la memoria de los proyectos realizados por
Proyecto Hombre–, se persigue la abstinencia en el consumo de drogas por parte
de las usuarios drogodependientes, así como su rehabilitación e inserción social; en
el tercero, una selección de la Guía preventiva y de seguridad publicada por Energy
Control, se apuesta por la reducción de daños en el consumo de drogas a través de
la implicación de los diferentes agentes sociales que participan del espacio de ocio
nocturno.

Lecturas:

1) Romaní, Oriol (2008, septiembre-diciembre). Políticas de drogas: prevención, par-


ticipación y reducción del daño. Salud colectiva, 003 (4), 301-318. Buenos Aires: Uni-
versidad Nacional de Lanús.

2)�Memoria 2002 Proyecto Hombre-Castilla la Mancha.

3)�Guía preventiva y de seguridad. Energy Control/Proyecto de Energy Control.

Teniendo en cuenta los objetivos y las formas de intervención que se plantean en


la memoria 2002 de Proyecto Hombre, podríamos concluir que dicha propuesta de
intervención en el consumo de drogas se enmarca en un paradigma de tipo asisten-
cial y abstencionista (Colom, 2001, citado en Spora, 2007). Los programas que ocu-
pan un espacio central en sus actividades (la comunidad terapéutica, el programa
de acogida o el programa de reinserción) se basan en un trabajo individual dirigido
a la persona drogodependiente donde, tras un aislamiento de su entorno habitual
de consumo (en ocasiones, internado en una institución donde recibirá tratamiento
terapéutico), se promueve su reinserción familiar, laboral y social alejada del consu-
mo de drogas. En este sentido, el objetivo principal de todos sus programas, ya sea
mediante campañas de prevención a adolescentes o bien mediante la intervención
terapéutica de aquellas personas drogodependientes, es la evitación o el abandono
del consumo de drogas.

Considerando el catálogo de actividades y recursos que se ofrecen, la intervención


social de la "Memoria 2002" de Proyecto Hombre pivota sobre una visión degradada y
marginal de la persona consumidora, alguien drogodependiente y enfermo, incapaz
de gestionar su propio cuerpo, su vida y la de quienes están a su cargo, por ejemplo,
los hijos. El consumo de drogas, desde este punto de vista, está fuertemente vinculado
a una dependencia física y psíquica que conduce a una marginación social (y también
laboral, familiar, etc.) relacionada, en muchos casos, con el delito y el contexto de las
prisiones. El programa penitenciario, el programa de mujeres con cargas familiares
o gestantes, el programa jurídico penal o el programa sociolaboral dan cuenta de
esta visión particular del consumidor de drogas. Como correlato de la intervención
dirigida al abandono del consumo, la intervención enfocada en la prevención se basa
en informar sobre el carácter nocivo de las drogas a través de programas educativos
puntuales y masivos, habitualmente dirigidos a adolescentes escolarizados.

Otra característica habitual del paradigma abstencionista es que no distingue entre


los diversos tipos de drogas y los distintos contextos de consumo. El hecho de que
el connotado término "droga" haga referencia a cualquier sustancia prohibida por
las convenciones internacionales, hace que toda persona que haga algún uso de es-
tas sustancias quede vinculada a todas las otras sustancias prohibidas y, consecuen-
temente, al estigma de degradación y marginalidad asociado a la drogodependencia,
sin tomar en cuenta qué tipo de sustancia utiliza y en qué contexto consume. La
droga, concebida desde este paradigma abstencionista (ya sea por prevención o por
abandono del consumo), siempre es mala y conduce a un único final posible: el daño
inevitable y la degradación física, psíquica y social. Este abordaje del fenómeno limi-
ta las posibilidades de intervención debido a que únicamente dibuja dos escenarios
posibles e incompatibles entre sí: el del no consumo o el de la adicción. Cualquier
estrategia de intervención que no tenga como resultado el abandono del consumo
no encajará con la intervención realizada desde esta perspectiva. Al mismo tiempo,
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 72 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

desde este tipo de intervención, se refuerza el diseño de políticas legislativas de ca-


rácter prohibicionista y criminalizador sobre el consumo de drogas.

Todo esto contribuye a ignorar las estrategias de gestión del riesgo que existen ya, de
hecho, entre la población de consumidores (como por ejemplo, prestar atención a
la calidad de las sustancias que se consumirán, consumir en contextos protegidos o
en días elegidos, poner límites al propio consumo, etc.). El hecho de ignorar dichas
estrategias se da por dos motivos: en primer lugar porque, desde la perspectiva abs-
tencionista, se invalidan e ignoran los conocimientos experienciales generados por la
propia población, por considerar que éstos son producidos por "no expertos", esto es,
que no están validados por profesionales debidamente cualificados. En segundo lugar
y, en estrecha relación con el punto anterior, porque las personas consumidoras de
drogas son consideradas, desde este modelo, como personas enfermas y sin control
de sus propias vidas. La clara división y jerarquía entre un conocimiento experto en-
cargado de la intervención y un conocimiento –no experto ni legitimado– objeto de
intervención se aprecia claramente en otras de las actividades que refleja la "Memoria
2002" de Proyecto Hombre. La existencia de programas de formación del voluntaria-
do y del equipo terapéutico, mediante la creación y el mantenimiento de centros de
estudios en los que participan escuelas y formadores externos a la propia institución,
hace pensar en una experticia interventora que únicamente queda legitimada tras un
proceso de acreditación competencial y de conocimientos. Es más, el hecho de que
los centros de Proyecto Hombre colaboren como centro de prácticas para alumnos
de trabajo social o educadores conecta estos conocimientos prácticos con un circuito
institucional de formación superior en ámbitos sociales donde "la intervención en
drogodependencias" constituye un campo de intervención con entidad propia.

La consecuencia más visible de la separación entre conocimiento experto y conoci-


miento experiencial –relativo a las personas que consumen– es que la planificación
de las políticas parte de tópicos que no siempre coinciden con las prácticas reales de
consumo, por no considerar a quienes consumen como interlocutores válidos, con
conocimientos específicos sobre la materia (Spora, 2007). Por otro lado, las interven-
ciones que se realizan desde una perspectiva abstencionista, a través de los programas
dirigidos a la reinserción sociolaboral o familiar de las personas drogodependientes,
se proyecta sobre un contexto libre de drogas que empíricamente es muy difícil de
encontrar en el caso de personas que ya han estado en diversos contextos de consu-
mo. Se considera, entonces, que la rehabilitación de la persona que deja de consumir
basta para que ésta no incida de nuevo en las prácticas de consumo, sin tomar en
cuenta el peso del contexto en dichas prácticas.

Este paradigma abstencionista en el campo del consumo de drogas no se vio cuestio-


nado hasta principios de los años noventa. En esos momentos, aparece el paradigma
de salud pública, basado en el desarrollo de políticas destinadas a la promoción de la
salud y en un modelo de intervención conocido como reducción�de�daños o tam-
bién como reducción de riesgos. Siguiendo el análisis que ofrece Spora (2007), existen
diversos motivos que explican la aparición de este paradigma:

• En primer lugar, en el contexto de la irrupción del VIH, en el que se ponen de


manifiesto los riesgos asociados al consumo –no tomado en cuenta en el discur-
so abstencionista–, se considera la necesidad de prestar atención a las formas y
los contextos de consumo, para evitar daños en la salud –como por ejemplo, el
contagio del VIH o la hepatitis C– diferentes a los efectos del propio consumo.

• En segundo lugar, se reconocen los efectos perversos del prohibicionismo como


son la proliferación de las mafias de tráfico de drogas, la adulteración de sustan-
cias para obtener más rendimiento económico, la criminalización del consumi-
dor, etc.

• En tercer lugar, irrumpe en las ciencias sociales la perspectiva comunitaria y co-


mienza a desarrollarse una comprensión de las problemáticas de salud como in-
separables del contexto comunitario que habita cada individuo.

Este paradigma de intervención en salud abre su campo de actuación a la comunidad


y deja de desarrollarse de manera sectorial y centrada en los individuos aislados. Tal
como observamos en la guía preventiva y de seguridad para espacios de música y
baile, el hecho de que las diversas intervenciones se realicen sobre una comunidad
vinculada a un territorio (el del ocio nocturno y sus locales de fiesta) permite hacer
transversales las actuaciones y evitar la estigmatización de aquellos colectivos inter-
venidos. La implicación de todos los agentes que participan en dicho contexto –em-
presarios, personal de seguridad, clientes, personal sanitario, consumidores de dro-
gas–, unido a las intervenciones técnicas, de infraestructura o arquitectónicas y espa-
ciales, hace pensar en una intervención social no individualista, continuada y adap-
tada a cada contexto específico, donde la distinción entre agentes expertos-interven-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 73 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

tores y agentes no expertos-intervenidos se diluye. Atendiendo a las definiciones y


prácticas que realizan las personas consumidoras de drogas, discriminando entre los
diversos tipos de consumo y sustancias, y evitando la victimización o criminalización
de los consumidores, se busca realizar actuaciones en los entornos de consumo, para
minimizar los riesgos asociados a éste (sobredosis, consumo de sustancias adultera-
das, desinformación sobre los efectos de las diferentes sustancias, etc.). Así, desde esta
perspectiva, se busca que las personas estén informadas sobre el mundo de las drogas,
independientemente de si consumen o no.

Desde este punto de vista centrado en el contexto, se considera que el consumo de


sustancias no depende tanto de la persona (como si obedeciera a alguna caracterís-
tica intrínseca vinculada a una mayor vulnerabilidad), sino de la localización o con-
textualización social donde se realiza su consumo. En este sentido, frente a una vi-
sión de las drogas como homogénea y necesariamente negativa y dañina –propia de
la perspectiva abstencionista– se entiende que los tipos de consumo y de sustancia
son muy diversos y, por tanto, también sus efectos sobre la población. Determinados
ambientes o estilos musicales están más vinculados a unas sustancias que a otras, y
éstos también varían en función de la edad o los grupos sociales. Frente a los dos
únicos escenarios que nos dibujaba el paradigma abstencionista (el del no consumo
o bien el de la adicción), desde la intervención dirigida a la reducción de daños el
espectro se amplía al considerarse que las prácticas de consumo se pueden gestionar
y los riesgos asociados son regulables si se proporcionan la información y las herra-
mientas adecuadas para hacer una buena gestión. De este modo, los diferentes agen-
tes vinculados a los contextos más usuales de consumo pasan a ser partícipes de la
intervención sobre la salud propia y de las demás personas. Los conocimientos que se
ofrecen en la guía editada por Energy Control son útiles tanto para quienes deciden
consumir, buscando evitar los riesgos para su salud, como para quienes no consu-
men pero comparten con los primeros el contexto de ocio. Más aún, dado que estas
informaciones recopiladas obedecen muchas veces a los conocimientos y prácticas
preventivas y de seguridad que se generan desde la población de consumidores, hay
una gran aceptación y legitimidad de la intervención, ya que se percibe que se realiza
desde el grupo de iguales, desde "expertos" cotidianos y próximos a las personas in-
tervenidas. Teniendo en cuenta el tipo de acciones y propuestas que se desprenden de
la guía de prevención y seguridad, la intervención que se realiza promueve el control
y la responsabilidad de los usuarios de drogas en el acto de consumir, al ofrecerles in-
formación plural y completa y herramientas útiles de gestión de los riesgos asociados
al consumo. En este sentido, la prevención que se promueve se aleja radicalmente
de la propuesta por la perspectiva abstencionista que, a través de amenazas y coer-
ciones en impactantes campañas de publicidad, o mediante la criminalización del
consumidor y el ocultamiento u ofrecimiento parcial de información, busca prevenir
que las personas consuman drogas. Todo lo contrario: el tipo de prevención que se
fomenta es aquella que reconoce el consumo como un ámbito más en la vida de las
personas y busca que éstas puedan generar estrategias de gestión del riesgo asociado
a las diferentes prácticas de consumo.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 74 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

2. Hacia una perspectiva crítica de la intervención


social

Hasta ahora, hemos revisado los elementos característicos de la intervención


social tradicional. Hemos visto el papel de los marcos legales e institucionales,
la red de conceptos empleados para identificar y delimitar los problemas so-
ciales, así como las soluciones y las maneras en las que se operativiza la inter-
vención social desde estas perspectivas. También hemos dado un repaso a los
principales ámbitos de actuación de la intervención social donde se concretan
tanto marcos legales como conceptos y metodologías. Así, tal como apuntá-
bamos anteriormente, este entramado disciplinar que constituye la interven-
ción social tradicional articula una diversidad de elementos institucionales,
de conocimiento y de actuación que hace pensable y representable el espacio
sobre el que se interviene de una manera determinada, propone determinadas
concepciones de lo que debe ser la intervención y, simultáneamente, impide
o dificulta que pueda comprenderse de formas alternativas.

2.1. Cuestionamientos a la práctica de la intervención

Teniendo en cuenta estos aspectos, el objetivo de este apartado es señalar los


límites disciplinares que dibujan estas perspectivas y valorar los efectos psico-
sociales y de relaciones de poder que se desprenden de ellos. Aunque a me-
dida que se han ido exponiendo los aspectos que caracterizan a la interven-
ción social tradicional ya se han apuntado algunos de estos elementos, a con-
tinuación los sistematizaremos y abordaremos con mayor profundidad. Nos
centraremos en cuatro aspectos básicos, por considerar que son éstos los pila-
res fundamentales sobre los que se asienta la intervención social como campo
disciplinar:

• El binomio interventor/intervenido.

• La tecnificación de la intervención y la retórica experta.

• La intervención sectorializada, que trae consigo procesos de homogenei-


zación, descontextualización y estigmatización de los colectivos definidos
como problemáticos.

• La normalización, control social y consenso ciudadano que produce el


campo disciplinar de la intervención social.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 75 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

2.1.1. El binomio interventor/intervenido

La gran mayoría de intervenciones que hemos revisado hasta ahora establece Ved también
dos agentes claramente diferenciados. Por un lado, la figura del agente�exper-
Esta red de conceptos como
to�o�interventor, que se encarga de identificar los problemas sociales y de de- pobreza, exclusión social, mar-
finir el plan o la estrategia de actuación orientada a resolverlos, así como la ginación social, inclusión so-
cial, etc., se han tratado en el
evaluación del proceso de intervención, y, por otro lado, las personas�o�grupos subapartado 1.2 de este mó-
dulo.
intervenidos que constituyen el colectivo sobre el que se llevan a cabo dichas
actuaciones. Recordemos, por ejemplo, la red de conceptos revisada en apar-
tados anteriores como pobreza, exclusión social, marginación social, inclusión
social, etc. Estos conceptos han sido producidos por uno de estos agentes: los
expertos/interventores sociales. Las personas intervenidas no acostumbran a
participar en la definición y/o delimitación de dichos conceptos. Igualmen-
te, las soluciones u horizontes deseables a alcanzar (inclusión social, cohesión
social, calidad de vida, etc.) son definidos por los agentes interventores y las
personas sobre las que se interviene no acostumbran a participar en su diseño
o planificación.

La figura de los profesionales,�técnicos�o�voluntarios aparece en esta


matriz como aquella que lleva a cabo acciones técnicas de intervención
social: se busca fomentar un cambio a partir de la intervención de un
agente experto sobre un agente intervenido. Por su parte, las personas
beneficiarias�o�usuarios�de�los�servicios y actuaciones de la interven-
ción social deben llevar a cabo acciones que les permitan superar las
situaciones de marginación o exclusión social que están viviendo.

Es decir, se establecen dos roles claramente diferenciados entre los agentes in-
terventores y las personas intervenidas, según los cuales, mientras los prime-
ros son aquellos poseedores del conocimiento necesario para poder establecer
cuáles son los objetivos de la transformación y las metodologías necesarias
para alcanzarla, las personas beneficiarias o usuarias son aquellas que viven
la transformación en sus vidas o espacios relacionales para cumplir con los
objetivos del cambio social planificado desde los conocimientos de la inter-
vención social. Dicho conocimiento permite decidir aquello sobre lo que se
va a intervenir (problemas y colectivos), así como desarrollar las técnicas para
transformar esos espacios en la dirección deseada: la integración social, la ca-
lidad de vida, el bienestar social, etc.

La conformación del binomio interventor/intervenido establece un corte que


autoriza a determinadas posiciones (expertas interventoras) a producir conoci-
mientos sobre qué y cómo se intervendrá y, simultáneamente, "desautoriza" a
aquellas posiciones que no ostentan dicha capacidad (personas intervenidas).
Como hemos visto antes, en el caso de las perspectivas abstencionistas en el
ámbito de trabajo de la salud asociado al consumo de drogas, el conocimiento
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 76 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

experiencial de los consumidores de drogas está totalmente desautorizado y


no es tomado en cuenta para la planificación, ejecución y evaluación de las
intervenciones realizadas. Allí se muestra, claramente, la escisión de ambas
posiciones a partir de las relaciones asimétricas de poder-saber entre expertos y
consumidores. Lo cual, a su vez, mina la agencia de estos últimos al serles ne-
gada la posibilidad de actuar sobre sus propios riesgos asociados al consumo.

2.1.2. Tecnificación de la intervención y retórica experta

Un efecto más específico de la conformación del binomio interventor/interve-


nido es la tecnificación del conocimiento. Tal como hemos revisado, la red de
conceptos con que se trabaja en la intervención social surge desde perspectivas
académicas de la investigación social. Para delimitar cada uno de los concep-
tos relacionados con los problemas sociales, son necesarios procesos de inda-
gación que se llevan a cabo mediante el diagnóstico de la realidad social que
se quiere conocer y sobre la cual se quiere intervenir. La investigación diag-
nóstica es la fuente de legitimación que se ha definido como más apropiada
para llevar a cabo esta acción. Esta investigación diagnóstica está basada, a su
vez, en constructos creados por el saber teórico y práctico de la intervención
social. Se ha definido, por ejemplo, cuáles son las necesidades básicas que de-
ben ser cubiertas para todos los seres humanos, en qué consiste una calidad
de vida aceptable o cómo deben ser distribuidos los recursos de las sociedades.
Se crean, a partir de estas definiciones, sistemas de evaluación de estos cons-
tructos a través de indicadores especialmente creados para medirlos.

El sistema de indicadores asociado al índice de desarrollo humano que vimos cuando


trabajamos el concepto calidad de vida. Allí vimos que, para medir el desarrollo humano, Ved también
se utilizan tres indicadores: nivel de vida digno, vida larga y saludable, y educación. Cada
uno de ellos, a su vez, es definido en términos de medidas cuantificables que buscan Todo lo relacionado con el ín-
representar si un país o una región será considerado como suficientemente desarrollado dice de desarrollo humano se
o no. trató en el subapartado 1.2.2
de este módulo.

Este proceso de creación de indicadores pretende reflejar con veracidad aque-


llo que busca representar. Sin embargo, como hemos visto a través del ejem-
plo del índice de desarrollo humano, estos indicadores responden más bien
a cierto marco sociocultural de valores y a las retóricas dominantes sobre có-
mo se debe vivir y qué se entiende como "deseable" en el presente momento
sociohistórico, desde el punto de vista de los organismos internacionales, re-
presentantes de la visión occidental global. Así, vemos cómo la incorporación
de indicadores en el campo de la intervención social es una forma de tecni-
ficación que incorpora los desarrollos en los ámbitos de la medición científi-
ca. Los criterios de validez, fiabilidad, representatividad y transparencia del
conocimiento científico cobran relevancia cuando se miden, por ejemplo, los
niveles de vida de las personas, la calidad de vida, el desarrollo, etc.

Este conocimiento se obtiene por medio de métodos y tecnologías científicas


y sirve de base a la acción interventiva. Se crean modelos de comprensión de
la realidad que reciben la legitimidad del conocimiento científico. Y se crean
formas de medida que, una vez aceptadas, reflejan tanto los aspectos objetivos
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 77 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

como los subjetivos de determinados ámbitos de realidad. De acuerdo con este


conocimiento, legitimado por trabajos científicos, se establece la relación en-
tre interventores e intervenidos a la que hemos hecho alusión anteriormen-
te. A partir de allí, se construyen las vías de acción y se define la situación
problemática, la situación ideal y las maneras de llegar a ésta a partir de la
intervención.

Esta matriz (Hacking, 1999) de conocimientos tecnificada genera efectos es- Lectura complementaria
pecíficos en la práctica de la intervención social. Así, la operativización y tec-
Podéis ampliar la informa-
nificación de aquellos constructos teóricos que ya vienen definidos de ante- ción sobre la matriz de cono-
mano por la disciplina (como los problemas sociales y sus correspondientes cimientos tecnificada leyen-
do el trabajo de Hacking:
soluciones) limita o impide el surgimiento del conocimiento experiencial y
Hacking, I. (1999). The Social
cotidiano, tanto de los usuarios como de los expertos. Construction of What? Cam-
bridge, MA: Harvard Univer-
sity Press.
A pesar de la progresiva adopción de métodos de investigación cualitativos,
que permiten producir conocimientos vinculados a cuestiones subjetivas y de
significado, los saberes informales y adquiridos gracias a la experiencia vital
difícilmente tienen cabida en el contexto de la matriz de saberes propia de la
intervención social. La razón es que, en base a criterios de objetividad, repre-
sentatividad o independencia (fuertemente anclados en una perspectiva posi-
tivista del conocimiento), únicamente se acepta como conocimiento válido
aquel que es producido mediante la operativización de constructos teóricos
y la correspondiente elaboración de indicadores que permitan su medición y
objetivación.

Esta tecnificación, asimismo, genera una asimetría entre los agentes interven-
tores e intervenidos, puesto que la retórica y el argot propio de las ciencias
sociales sólo son comprensibles para los técnicos y profesionales. Las personas
intervenidas, al carecer de la especialización técnica y retórica propia de las
ciencias sociales, o bien no participan directamente en la definición de sus
propias problemáticas y soluciones (mucho menos en la evaluación del pro-
ceso de que han sido objeto), o bien, cuando lo hacen, son traducidas y sub-
sumidas en la retórica y conceptos de la disciplina. El efecto de esto es que
las personas intervenidas son despojadas de su propio conocimiento que pasa
a manos del colectivo interventor en forma de saber experto y tecnificado,
inaccesible en muchos casos para quienes no son "expertos".

La proliferación de aproximaciones y constructos teóricos empleados en el


ámbito de la intervención social provoca una hiperespecialización en las in-
tervenciones llevadas a cabo.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 78 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

La pirámide de las necesidades sociales

Por ejemplo, el trabajo basado en la pirámide de las necesidades sociales establece un


orden objetivo que prioriza ciertas necesidades frente a otras (las necesidades fisiológicas
como la alimentación está en un nivel más básico que la afiliación social). Las aproxi-
maciones e intervenciones basadas en este constructo abordarán, en consecuencia, las
necesidades alimenticias antes que las de afiliación social, es decir, se llevarán a cabo ac-
tuaciones especializadas en aquellas necesidades consideradas más básicas, relegando a
un segundo plano aquellas de orden superior. Esta forma de representar la realidad opera
produciendo condiciones de posibilidad de la intervención y, al mismo tiempo, impide
que otras aproximaciones de carácter más holístico sean posibles. Así, mientras que con-
siderar que la alimentación debe abordarse en primer lugar conlleva actuaciones asisten-
cialistas, encaminadas a proporcionar medios para que las personas puedan alcanzarla
(renta mínima, inserción laboral), una aproximación más integral u holísitica que no
asuma la relación piramidal entre las necesidades podría abordar, de manera transversal
y simultánea, distintas problemáticas y atender al contexto en que emergen.

Siguiendo con el ejemplo, si la afiliación social no es considerada una necesidad "de se-
gundo orden", las actuaciones llevadas a cabo pueden orientarse al fortalecimiento de las
redes sociales de las personas que se encuentran en situaciones problemáticas. Dicha ac-
tuación se orientaría no tanto hacia la persona, sino más bien hacia el contexto en el que
se encuentra y a la relación que mantiene con éste. Desde esta actuación, se entendería
que una persona con una fuerte filiación social tendrá más posibilidades de obtener re-
cursos alimenticios que otra en situación de aislamiento social, cuestionando la relación
piramidal entre necesidades, así como la especialización de las actuaciones y apostando
por intervenciones de carácter transversal que enfatizan el contexto social.

La tecnificación de la intervención social tiende, como hemos visto, a estan-


darizar los procedimientos de actuación en base a los constructos establecidos
por la disciplina. Tales estandarización, objetivación y preestablecimiento de
las actuaciones sobre la base de lo que estipula el campo disciplinar es otra
forma de impedir la implicación y el hecho de agenciarse de la población en la
transformación de sus propias problemáticas y la implantación de soluciones.

Personas en riesgo de exclusión social

Así, por ejemplo, en el ámbito de la intervención con personas en riesgo de exclusión


social, se tiende a privilegiar la ocupación laboral, por encima de otro tipo de soluciones,
como mecanismo de acceso directo a la integración social. Como hemos visto, cuando
se desarrolló el ámbito de la intervención en el trabajo, ante una situación definida en
términos de riesgo de exclusión social, se apuesta por la capacitación y formación de las
personas con el objetivo de que obtengan una ocupación laboral. Para ello, se diseñan
itinerarios de inserción laboral individualizados en que se dota de competencias labora-
les y habilidades sociales a las personas. Esta matriz de intervención estandarizada aboga
por la intervención personalizada centrada en la capacitación individual de las personas
definidas como en situación de riesgo de exclusión social, de modo que la inserción social
o el fomento de otros recursos de carácter colectivo, como la creación de redes y el apoyo
social, quedan relegados a un segundo plano. Aunque, igual que sucedía en el ejemplo
anterior, esta integración social y fortalecimiento de los vínculos colectivos es un aspec-
to determinante que incluso puede facilitar la integración laboral, la tendencia a estan-
darizar las actuaciones (preestableciendo como prioridad, por ejemplo, intervenciones
individuales como los itinerarios de inserción laboral) relega este tipo de actuación a un
segundo plano.

Otro efecto propio de la estandarización de procedimientos es el uso de pro-


tocolos de actuación. Los protocolos de actuación preestablecen las actuacio-
nes que deben llevarse a cabo frente a una problemática social concreta. La
protocolización de las actuaciones se desarrolla en base a los conocimientos
producidos por la investigación social en relación con la problemática. Aun-
que el empleo de los protocolos permite agilizar los procesos de actuación, ya
que frente a una situación concreta se establecen los pasos que se deben seguir,
esta estandarización disminuye la capacidad de flexibilizar y adaptar las actua-
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 79 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

ciones a las particularidades y singularidad de la situación. Así, los protocolos


tienden a carecer de flexibilidad y dinamismo y, si la problemática social sufre
algún tipo de transformación o emergen situaciones nuevas, existe el riesgo
de que el protocolo establecido no dé respuesta a estas cuestiones novedosas
o emergentes. Por lo tanto, aunque como consecuencia de la tecnificación del
conocimiento el uso de protocolos está actualmente en boga, es importante
ser cautelosos a la hora de aplicarlos, reevaluándolos periódicamente con el
objetivo de detectar las situaciones que puedan emerger y que no habían si-
do contempladas anteriormente. Asimismo, desde aproximaciones críticas se
considera que es necesario desarrollar modelos de actuación dinámicos, flexi-
bles y que sean capaces de atender a las formas en que las personas formulan
las demandas. En este sentido, se considera que es relevante poner en cuestión
la adecuación del uso de protocolos, ya que esta forma de estandarización de
la intervención puede conllevar los efectos contraproducentes mencionados.
Por este motivo, es importante atender previamente al contexto local y los
casos en que se quiera aplicar.

La violencia doméstica
Lectura complementaria
Para ejemplificar esta cuestión, pensemos en la noción de violencia doméstica y, de modo
específico, el llamado "ciclo de la violencia". Este constructo es generalmente entendido Si queréis ampliar la informa-
a partir de las aportaciones de Walker (1984), que argumenta que la violencia doméstica ción sobre el ciclo de violen-
se despliega en tres fases: cia descrito por Walter, po-
déis leer la obra siguiente:
• Acumulación�de�tensión (que se caracteriza por la agresión psicológica y pequeños Walker, L. (1984). The batte-
incidentes de maltrato, como insultos o empujones). red woman syndrome. Nueva
York: Springer.
• Explosión�o�agresión (que se caracteriza por ausencia de control en el maltratador,
incremento de la destructividad, maltrato físico grave e incremento y negación e
incredulidad por parte de la víctima).

• Reconciliación�o�luna�de�miel (arrepentimiento del agresor y perdón de la víctima


que dificulta que se denuncie la agresión).

A partir de esta descripción del ciclo de la violencia, se diseñan protocolos de actuación


que establecen los pasos a seguir cuando se detecta un caso de violencia doméstica. Aun-
que estos protocolos pueden incrementar la capacidad de respuesta ante una situación
de violencia doméstica, al estar diseñados a partir de la forma en que se definen teóri-
camente las fases del fenómeno, esta tecnificación puede dificultar que se identifiquen
aquellas situaciones cotidianas que no se ajustan ni responden al funcionamiento de la
violencia doméstica descrito por el modelo teórico.

Finalmente, la excesiva tecnificación de la intervención social puede incidir


en la pérdida del valor de los aspectos relacionales entre interventor e inter-
venido, y limitar la comunicación interpersonal al anteponer los dispositivos
técnicos al establecimiento de principios relacionales entre ambas posiciones.
En este sentido, incrementar los mecanismos que permiten cuantificar y eva-
luar, en términos numéricos, la intervención social puede menoscabar las ac-
tuaciones de carácter más cualitativo, centradas en el establecimiento de sig-
nificados y objetivos comunes entre interventores e intervenidos.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 80 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

En términos generales, la mayoría de las formas de intervención so-


cial que hemos venido repasando hasta ahora comparten entre sí el he-
cho de planificar un cambio a partir del conocimiento teórico y técnico
sobre determinado problema social y del esfuerzo deliberado para lo-
grar ciertos objetivos preestablecidos. Esta metodología de intervención
fuertemente estructurada a partir del conocimiento considerado exper-
to es, en sí misma, una forma de tecnificación que obstaculiza que otras
maneras de afrontar la intervención social sean pensables.

2.1.3. Intervención sectorializada: homogeneización,


descontextualización y estigmatización de los colectivos
problemáticos

Tal como hemos visto, el ámbito disciplinar de la intervención social ha ten-


dido a la especialización de sus actuaciones en función de los ámbitos que
aborda. Así, las intervenciones sociales suelen estar especializadas en áreas co-
mo salud, trabajo, educación, etc. Igualmente, buena parte de las formas de
intervención que hemos revisado hasta ahora privilegia el trabajo centrado
en determinados colectivos que son considerados como problemáticos. Como
hemos visto, se tiende a planificar intervenciones específicas o sectoriales que
abordan los problemas propios de cada uno de los colectivos definidos como
problemáticos (inmigrantes, mujeres, drogodependientes, tercera edad, etc.).

Desde la investigación social, se han desarrollado diversos constructos teóri-


cos a partir de los cuales se han delimitado las problemáticas específicas que
afectan a cada uno de estos colectivos. Teniendo en cuenta dichas aproxima-
ciones teóricas, se diseñan actuaciones encaminadas a trabajar con las perso-
nas y colectivos definidos como problemáticos para revertir la situación en
que se encuentran. Esta forma de abordar la intervención privilegia aquellas
actuaciones centradas en las categorías sociales a las que se asignan personas
y colectivos, y considera las problemáticas desde una perspectiva singular, es-
pecífica de cada uno de estos colectivos. Esta metodología de intervención de
tipo sectorial genera distintos efectos en términos de relaciones de poder:

1) En primer lugar, al privilegiar las actuaciones específicas para cada uno de


los colectivos definidos como problemáticos, la sectorialización de la interven-
ción asume que el objetivo de las actuaciones llevadas a cabo es el de mejorar
la�adaptación�de las personas y colectivos a la totalidad del sistema, hacer los
ajustes pertinentes a partir de los desequilibrios que se crean para que vuelva
la armonía.

La proliferación de literatura sobre los problemas concretos que afronta la intervención


social (como la delincuencia, la drogadicción, el embarazo precoz, etc.) es un ejemplo
de cómo se busca incrementar el conocimiento, cada vez más específico, de cada una de
las problemáticas sociales.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 81 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

2) En segundo lugar, la intervención sectorial asume que los problemas socia-


les afectan a determinadas personas que, por sus características o situación
social, son individuos�socialmente�"débiles,�carentes�o�vulnerables". Estas
personas son consideradas como "portadoras" o que padecen algún tipo de
patología social, y la intervención social se encamina a proporcionarles he-
rramientas, recursos o competencias que puedan transformar esta situación.
Desde esta perspectiva, se produce un efecto de "patologización" de lo social.
En consecuencia, las actuaciones promovidas desde estas perspectivas de in-
tervención tienden a considerar a las personas sobre las que intervienen en
términos negativos, en tanto que vulnerables, con carencias y limitaciones
importantes y faltadas de recursos o habilidades sociales. Por eso, la solución
pasa, necesariamente, por la corrección, el adoctrinamiento y la normaliza-
ción de dichos colectivos.

La intervención sectorial en personas inmigrantes se orientará únicamente a atender a


personas de dicha categoría y desarrollará, generalmente, actuaciones en ámbitos muy
concretos (procesos de acogida, asesoramiento e información, capacitación, formación
lingüística, etc.). Esta perspectiva de intervención, al centrar el problema en las personas,
invisibiliza los condicionantes estructurales que operan en su vulnerabilización. Las rela-
ciones de dominación, los prejuicios sociales o las desigualdades socioeconómicas exis-
tentes en las sociedades capitalistas contemporáneas, por ejemplo, quedan relegadas a un
segundo plano y no se considera prioritario encaminar las actuaciones hacia su transfor-
mación. Igualmente, no se toma demasiado en consideración la posibilidad de implicar
conjuntamente al resto de los agentes sociales del contexto (por ejemplo, administracio-
nes públicas, movimientos sociales, medios de comunicación, entidades del sector, etc.)
a la hora de definir las problemáticas y proponer soluciones.

3) En tercer lugar, el abordaje sectorializado, al centrarse únicamente en la in-


tervención sobre las personas que responden a la categoría predefinida (muje-
res, inmigrantes, jóvenes, etc.), no suele responder a aquellas situaciones�de
interseccionalidad, esto es, situaciones en las que diferentes ejes categoriales
están funcionando al mismo tiempo.

En el estudio de Batsleer, Chantler y Burman (2003), en el que analizan los servicios para
mujeres inmigrantes en la ciudad de Manchester, ellas identifican dos maneras en las que
se aborda un trabajo. En primer lugar, el abordaje "neutral" respecto de las características
socioculturales de las personas que son atendidas, esto es, que se realiza una perspectiva
de género pero no se toman en cuenta las diferencias culturales de estas mujeres. Y, en
segundo lugar, la aproximación "neutral con respecto al género", que está basada en la
preponderancia de las cuestiones culturales frente a aquellas referidas al género. Al mos-
trar estas aproximaciones, las autoras concluyen que falta una mirada interseccional, en
la que se tomen en cuenta las posiciones de las mujeres atendidas respecto de sus carac-
terísticas culturales, de género, situación legal y socioeconómica o la edad.

Así vemos cómo la intervención sectorializada tenderá a intentar resolver es-


te dilema incrementando la fragmentación de las categorías sociales sobre las
que se interviene, lo cual acrecienta el problema, ya que siempre es posible
añadir una característica más a la categoría. En resumen, la intervención sec-
torializada presenta limitaciones a la hora de atender a situaciones multipro-
blemáticas o en las que están involucrados diferentes ejes de discriminación,
dificultando el hecho llevar a cabo intervenciones de carácter transversal, que
tomen en consideración el contexto y territorio local y cotidiano en que se
dan las problemáticas.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 82 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

4) En cuarto lugar, al trabajar a partir de la delimitación de categorías sociales


a las que se les atribuye determinadas características y problemáticas comu-
nes, la intervención sectorial homogeneiza,�estigmatiza y descontextualiza
dichas categorías. Así, al producirse explicaciones que enfatizan aquellos as-
pectos que comparten las personas que son definidas como pertenecientes a
la misma categoría, se produce un efecto de homogeneización de la categoría,
igualando a todas las personas que forman parte de la categoría.

Se hace hincapié en que, por ejemplo, todas las personas que son categorizadas como
inmigrantes comparten características y problemáticas entre sí. Sin embargo, siguiendo
con el ejemplo, la categoría inmigrante alberga multiplicidad de situaciones específicas
(personales, socioeconómicas, de procedencias culturales, etc.) que convierten la cate-
goría inmigrante en poco explicativa si tenemos en cuenta estas diferencias existentes
en su interior. Igualmente, al centrarse en las características que comparten las personas
que conforman la categoría, la intervención sectorializada genera un efecto de descon-
textualización. Al no interpretar el comportamiento y las problemáticas de las personas
en relación con el contexto social en que se ubican, estas problemáticas aparecen veri-
ficadas como características propias de aquellos colectivos. Al proyectarse las tensiones
y conflictos sociales existentes en las sociedades actuales en la naturaleza misma de los
colectivos definidos como problemáticos, éstos son entendidos, como decíamos, como
un fenómeno negativo y naturalizado. Finalmente, la categorización de los colectivos in-
tervenidos contribuye a la estigmatización de estas categorías sociales. Al definirse como
colectivos problemáticos, que son fuente o padecen algún problema social, se refuerza
la asociación entre dichos colectivos y las problemáticas asociadas de tal modo que se
contribuye a su estigmatización.

2.1.4. Normalización, control social y consenso ciudadano

La intervención social tradicional, como hemos visto, privilegia determinadas


formas de delimitar e identificar los problemas sociales y, consecuentemente,
propone actuaciones acordes con estas concepciones. De este modo, se tiende
a llevar a cabo intervenciones individualizadas encaminadas a la adaptación y
normalización de las personas al contexto social establecido. Frecuentemen-
te, a través de procesos de intervención social, se busca capacitar y adecuar a
las personas de acuerdo con los estándares sociales, con el objetivo de favore-
cer su integración social. Dicha aproximación a los problemas sociales persi-
gue la inclusión de las personas excluidas o en riesgo de exclusión dentro de
las estructuras sociales dominantes. Al focalizar la atención en las carencias
personales de las personas o colectivos intervenidos, esta aproximación niega
la posibilidad de llevar a cabo procesos de movilización�social como estrate-
gia para la resolución de los conflictos. Ubicar la causa de los problemas en
las características de las personas que los padecen y no en la existencia de es-
tructuras sociales generadoras de desigualdades sociales contribuye al mante-
nimiento de estas estructuras de poder. Dicho de otro modo, la intervención
social, así entendida, conforma una esfera de consenso social ciudadano que
impide la emergencia de expresiones de conflictividad social, erigiéndose en
un potente dispositivo de control social, desactivando la posibilidad de que
las problemáticas existentes desencadenen procesos de acción colectiva de ca-
rácter reivindicativo.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 83 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

Lecturas
Patologización de la inmigración
complementarias
Con el objetivo de ilustrar estos efectos, analizaremos brevemente la cuestión de la
patologización de la inmigración. Siguiendo las aportaciones de Lurbe (2005), el fe- Para ampliar el tema de la pa-
nómeno de la inmigración ha sido recientemente abordado desde la teoría del sín- tologización de la inmigra-
drome de Ulises, acuñada por el psiquiatra José Atxotegui (2000), que describe la ción, podéis leer las obras si-
sintomatología depresiva, ansiosa, somatomorfa y disociativa asociada a colectivos guientes:
de inmigrantes extracomunitarios. Según Lurbe, esta aproximación corre el riesgo de Atxotegui, J. (2000). Los
psicopatologizar un sector de la población ya de por sí fuertemente estigmatizado. duelos de la migración: una
El establecimiento de un diagnóstico basado en el "descubrimiento" de un síndrome aproximación psicopatológi-
promueve intervenciones de tipo terapéutico y clínico, al considerar que la proble- ca y social. A tu salud, 31-32,
mática se localiza en los individuos que lo padecen. Esta intervención social tiende 24-31.
a individualizar las actuaciones. Lurbe, K. (2005). La enajena-
ción de las otras. Estudio so-
Aunque esta aproximación reconoce la función que desempeñan las condiciones ma- ciológico sobre el tratamien-
teriales de existencia de estas personas en la aparición del síndrome (como las condi- to de la alteridad en la aten-
ciones laborales precarias, la explotación laboral, las viviendas insalubres, las políti- ción a la salud mental en
cas de exclusión del foráneo o la experiencia del racismo), estos elementos son con- Barcelona y París. Athenea Di-
siderados únicamente como variables que pueden facilitar la aparición del síndrome. gital, (007).
La intervención y las actuaciones no se encaminan a paliar estos elementos, sino al
tratamiento de las personas que padecen el síndrome, generando una fuerte patolo-
gización de la inmigración y descartando actuaciones encaminadas a transformar las
situaciones de desigualdad social que padecen estos colectivos.

Los efectos de normalización, control social y desactivación de la posible emergencia


de expresiones de conflictividad social que comporta esta forma de intervención se
conecta fuertemente, como vemos, con las estrategias de mantenimiento de las rela-
ciones de poder entre personas interventoras e intervenidas.

2.2. Perspectiva crítica de intervención social

Hasta aquí, hemos revisado las metodologías de intervención tradicionales.


Asimismo, hemos ido intercalando reflexiones críticas acerca de los efectos de
poder y control social que se desprenden de dichas aproximaciones. A con-
tinuación, revisaremos algunos fundamentos de la intervención social desde
una perspectiva crítica y explicaremos cómo, desde esta forma particular de
abordar la intervención, se buscan sortear algunos de los dilemas y efectos que
atribuíamos a los planteamientos anteriores.

Así, como explicábamos en el módulo inicial, ante la crisis de las ciencias so- Ved también
ciales que reabre algunas cuestiones vertebrales de la intervención (como, por
El tema de la crisis de las cien-
ejemplo, cómo, quién y desde dónde se actúa), emergen propuestas que se cias sociales y su influencia en
hacen eco de las críticas y tratan de revertir algunos efectos, en términos de el campo de la intervención
social fue tratado en el módulo
relaciones de poder, de los modos tradicionales planteados hasta el momento. "El campo de la evaluación y la
intervención social".

La perspectiva crítica se caracteriza, en primer lugar, por poner�en�cuestión


aquello que es habitualmente dado por sentado. En el subapartado anterior,
hemos revisado un conjunto de efectos específicos de poder y control social
que se desprendían de las intervenciones tradicionales. De hecho, al analizar
la forma en que se despliegan estas actuaciones, sobresale la naturalidad con
que son llevadas a cabo; es decir, la fuerza con que estos discursos y prácticas
en torno a la intervención se imponen en tanto que evidencias incuestiona-
bles. Pues bien, el punto de partida de la intervención crítica implica, preci-
samente, problematizar, poner en duda y cuestionar las concepciones domi-
nantes acerca de qué es la intervención social, qué se define como problema
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 84 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

social y también cuáles son las propuestas de solución. De este modo, si hemos
argumentado que las explicaciones dominantes tienden a reducir los proble-
mas sociales a problemas individuales, hacen hincapié en las carencias y limi-
taciones de las personas y colectivos intervenidos, asumen que el orden social
presente no debe ser objeto de la transformación o bien contribuyen al esta-
blecimiento del binomio interventor/intervenido, entre otros efectos, desde
la intervención crítica se hace necesario proponer alternativas a estas formas
de intervención que logren solventar o minimizar dichos efectos.

Por lo tanto, el segundo paso consistirá en no�asumir�acríticamente�el�marco


disciplinar en el cual ha estado imbuida la intervención social. Es necesario
repensar, por tanto, las formas en que han sido delimitados los problemas
sociales, las concepciones acerca de qué es intervenir, las actuaciones que son
llevadas a cabo o la propia organización de los servicios sociales, considerando
la posibilidad de que aquello que hasta ahora había sido visto como la solución
a los problemas sociales pueda constituir, de hecho, parte de esos problemas.
Así, la perspectiva crítica de intervención social se preocupará por desarrollar
definiciones alternativas de las problemáticas sociales y de sus soluciones con
el objetivo de limitar los efectos de poder que conllevan.

A grandes rasgos, la perspectiva crítica de intervención social se fundamenta


en dos características clave, que la distinguen significativamente de la inter-
vención social estándar. Ambas características generales responden a los pila-
res sobre los que se erige la intervención social que hemos analizado: el bino-
mio saber/poder y sus efectos de poder y control sobre los colectivos y perso-
nas intervenidas.

La característica primordial de la intervención social crítica es la asun-


ción del rol activo y participativo de las personas intervenidas.

Esta característica, siguiendo a Montero (2003), supone considerar a las per- Lectura recomendada
sonas intervenidas no como beneficiarias o usuarias de servicios. Se trata de
Para profundizar en el tema
abandonar la concepción pasiva del rol del intervenido que considera esta po- de la intervención social crí-
sición como aquella sobre la que se interviene y actúa. Igualmente, asumir tica, podéis leer la obra si-
guiente:
el papel activo de esta posición no se reduce a considerar que las personas
Montero, M. (2003). Teoría y
intervenidas deban ser espectadoras o invitadas del proceso de intervención, práctica de la psicología comu-
nitaria: La tensión entre comu-
sino que éstas deben erigirse en agentes activos con voz, voto y veto. Así, las nidad y sociedad. Buenos Ai-
personas intervenidas dejan de ser el objeto de la intervención, pasando a ser res: Paidós.

sujetos activos del proceso.

El giro que se propone, por tanto, va más allá de la mera idea de tener en
cuenta la opinión de las personas o de darles voz. Supone, en cambio, una
substancial transformación de los roles interventor e intervenido, que estable-
ce la necesidad de llevar a cabo un trabajo conjunto entre ambas posiciones,
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 85 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

cada una de las cuales aporta sus saberes y conocimientos, y que se orientan
hacia los mismos objetivos. La relación dialéctica que se produce entre ambas
posiciones determinará así qué intervención debe llevarse a cabo.

Mientras, desde las perspectivas tradicionales, como hemos visto, se tiende a Ved también
considerar que las personas intervenidas tienen determinadas carencias y de-
Podéis encontrar el caso de la
bilidades y son vistas en términos negativos, la asunción del rol activo de di- Ley de Promoción de la Auto-
chas personas enfatiza, en cambio, las capacidades y fortalezas que albergan nomía Personal y Atención a
las Personas en Situación de
y la relevancia que tiene poder desarrollarlas. De este modo, el grupo de per- Dependencia en el subaparta-
do 1.1.1 de este módulo.
sonas afectadas por una determinada problemática social es considerado un
actor privilegiado de la transformación social. Como vimos anteriormente,
cuando analizamos la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención
a las Personas en Situación de Dependencia, actores sociales relevantes, orga-
nizados en grupos de presión, han cuestionado las concepciones dominantes
sobre las cuales se asentaba la propuesta de esta ley, mostrando los efectos de
estigmatización que generan conceptos como minusvalía o vejez. La impor-
tancia de tomar en cuenta la voz de las personas afectadas por determinadas
problemáticas, desde una perspectiva crítica de la intervención, tendría que
ser consustancial a los propios procesos, ya que las mismas poseen un conoci-
miento especializado sobre dichos asuntos debido a su experiencia.

El hecho de tomar en cuenta el conocimiento de las personas afectadas por


una determinada problemática, algo propio de la intervención crítica, tiene
como objetivo responder a los fundamentos del binomio saber/poder desde
una perspectiva alternativa que altere los modos dominantes en que se esta-
blecen y representan las verdades, las personas autorizadas para ello y los mé-
todos apropiados para lograrlo. Al considerar que cada uno de los roles o agen-
tes involucrados en la intervención posee determinados saberes que deben
conjugarse para llegar a definir aquello problemático (así como las actuaciones
que deben llevarse a cabo para transformarlo), se logra disolver la asimetría
entre el rol interventor y el intervenido, reduciéndose los efectos de poder que
supone la distinción entre los agentes autorizados a intervenir (interventores)
y aquellos que no lo están (intervenidos).

La segunda característica fundamental de la perspectiva crítica de la in-


tervención social es el compromiso político y ético con la transforma-
ción de las estructuras generadoras de desigualdades sociales.
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El horizonte del cambio social deseable se orienta hacia la transformación de Lectura recomendada
las situaciones de dominación y desigualdad en las que se encuentran deter-
Podéis profundizar en el te-
minadas personas en las sociedades capitalistas actuales. Siguiendo a Monte- ma del compromiso político
ro (2004), se trata de adoptar una posición que critica, muestra y rechaza el y ético con la transformación
de la perspectiva crítica de la
mantenimiento y la justificación de condiciones de vida injustas, así como de intervención social leyendo
los modos de conocer insatisfactorios. la obra siguiente.
Montero, M. (2004). Introduc-
ción a la Psicología Comunita-
Este posicionamiento implica asumir el carácter socialmente construido de las ria: Desarrollo, conceptos y pro-
cesos. Buenos Aires: Paidós.
"verdades" que regulan el quehacer de la intervención social y exige el análisis
de los significados que se construyen alrededor de determinadas problemáti-
cas. Para ello, es necesario analizar qué significados se imponen a otros, influ-
yen, obstruyen y sirven a ciertos intereses. Así, la necesidad de la transforma-
ción social está basada en una concepción de la sociedad como organizada en
ejes de dominación y explotación. La distribución desigual de los recursos de
la sociedad y la situación de marginación de algunos grupos sociales debe ser
revertida mediante procesos de cambio social.

Esta segunda característica enfatiza el trabajo sobre las condiciones estructu-


rales generadoras de diversas problemáticas sociales. El giro que se propone
implica exceder la mera constatación de que existen situaciones problemáti-
cas que afectan a determinadas personas, y orientarse hacia el análisis de sus
causas sociales o estructurales, tales como la forma de explotación derivadas
del sistema capitalista de producción o las maneras en las que, en una cultu-
ral patriarcal, la posición de las mujeres está en relación asimétrica a las de
los hombres. La adopción de este tipo de posicionamiento político cuestiona
la relevancia atribuida a la corrección y normalización de las personas para
adaptarlas al sistema social dominante, y subraya la necesidad de abordar la
intervención desde una perspectiva que tenga en cuenta el contexto social en
que emergen los problemas sociales.

Las explicaciones centradas en las características de las personas tienden a identificar la


pasividad o la desmotivación como factores de riesgo de exclusión social y consideran
que su conducta sumisa y apática es la que las excluye del éxito y el progreso. Desde
una perspectiva crítica que tome en consideración los causantes socioestructurales, se
entenderá, en cambio, que las circunstancias socioeconómicas y políticas adversas, fue-
ra del control de dichas personas, son muchas veces las causantes de ciertas situaciones
de malestar. Este cambio de perspectiva tendrá como consecuencia la realización de ac-
tuaciones que incidan sobre la causa de los problemas sociales, generando procesos de
transformación de las situaciones de injusticia que generan dichos problemas. Este tipo
de actuaciones apuntará, por tanto, hacia formas de transformación social que puedan
dar poder a estas personas, transformar dichas situaciones y provocar cambios profundos
en las relaciones de poder que configuran actualmente las sociedades.

Así pues, la perspectiva crítica de intervención social, como vemos, surge con
la voluntad de combatir y problematizar las nociones comúnmente emplea-
das en la intervención social, así como las soluciones que se proponen y que
hemos revisado en este módulo.

Teniendo en cuenta los aspectos que hemos estado discutiendo hasta aquí, en
el próximo módulo se desarrollarán con mayor detalle los principios teóricos,
conceptuales y metodológicos de una intervención social crítica y participa-
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tiva. Para su óptima comprensión, os recomendamos adoptar una lectura ac-


tiva que permita identificar, en cada una de las propuestas que se desarrolla-
rán, aquellos elementos que se ponen en juego con el objetivo de proponer
soluciones a los cuestionamientos y discusiones que hemos revisado en este
módulo.
CC-BY-NC-ND • PID_00141843 89 La intervención social desde las perspectivas tradicionales

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