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CAPÍTULO 1
“Entra.”
“Has visto a través de mí.” Dijo Rishe. “En ese caso déjame ir
directo al grano.” Oliver, el ayudante de Arnold, la miró con cautela.
Ella respiró hondo y, tras dejar que la tensión aumentara lo suficiente,
declaró: “¡Sus habitaciones en el palacio independiente están listas!”
En realidad, los aposentos habían estado listos hacía poco, pero ella
no había querido que Arnold se presentara hasta que sus criadas fueran
maestras de la limpieza. Cuidar del príncipe heredero cuando aún
estaban aprendiendo su trabajo habría sido innecesariamente
estresante.
“¡Los nervios son naturales! ¿Sabes lo duro que han trabajado mis
preciosas criadas para este día? Esto es como un examen de graduación
para ellas, ¡así que por supuesto que estoy nerviosa!”
Rishe sabía lo duro que habían trabajado las criadas para llegar
hasta aquí. Sus jornadas empezaban temprano por la mañana y se
ayudaban unas a otras siempre que podían. Una vez que las criadas
terminaban sus tareas, estudiaban lectura y escritura para poner en
práctica esos conocimientos en su trabajo del día siguiente. Rishe había
hecho todas las comprobaciones finales; las ventanas estaban
relucientes y las sábanas inmaculadas. Su mejora fue tan grande que
sus maestras —las criadas mayores, como Diana— se emocionaron
hasta las lágrimas.
“¡Claro que no! Quiero vivir allí contigo, Príncipe Arnold.” Esa era
la razón de ser de un ala independiente: distanciar a Arnold del palacio
principal, que era demasiado grande para Rishe.
“¡P-Perdona la idea!”
*****
“Sí.”
“Sí. Pensé que tener nuestras habitaciones cerca sería más fácil para
la seguridad.”
“Eso también me hace las cosas más fácil.” Aceptó Arnold. “Podría
enterarme de tus payasadas antes de que se conviertan en un
problema.”
“¿Para qué?”
*****
Ahora mismo, creo que sólo los caballeros personales del Príncipe
Arnold poseen esta inusual destreza. No creo que el resto de los
caballeros de Galkhein estén a su nivel. Lo que significa que en los
próximos cinco años, va a reunir ese ejército aterrador. No había
forma de que reclutara sólo talentos superiores. La escala de la fuerza
lo hacía imposible. Debe tener alguna forma específica de entrenar a
la gente. Y si ese es el caso, necesito aprenderla.
“…”
“¿Cómo es posible que las técnicas para matar gente sean bonitas?”
Preguntó Arnold con tono auto despreciativo.
“¿Su Alteza…?”
“Ve a ponerte algo con lo que puedas moverte. Te veré en el campo
de entrenamiento.”
¿Un cinturón?
“Ponte esto.”
“Esto es…”
“Nuestro entrenamiento especial consiste en atar una parte del
cuerpo para impedir el libre uso de las extremidades.” Dijo Arnold,
atándose a sí mismo de la misma manera. La única diferencia era que
Rishe tenía su brazo dominante, el derecho, libre, y Arnold no.
Una vez colocadas las correas con mano experta, Arnold metió la
mano en la caja y sacó otra cosa, dejando la correa de la muñeca
desconectada. La nueva herramienta parecía una rodillera modificada,
que Arnold se colocó alrededor de la rodilla.
“¡Ja, ja!” Arnold rio con todo el pecho, apuntando con su espada a
Rishe. “Tus poderes de observación son tan impresionantes como
siempre.”
“… Es un honor, Su Alteza.”
“¡Ngh!”
¡Aún no he terminado!
Se acabó.
“¡Whoa!”
“Oh no, ¡¿estás bien?! ¡Agh!” Rishe intentó correr hacia los
caballeros, pero sus piernas cedieron y cayó de rodillas.
Rishe sabía que la derrota era inevitable, pero aun así la decepcionó.
Debió de notársele en la cara, porque Arnold apoyó el codo en la
rodilla, la barbilla en la palma de la mano y sonrió. “¿Cuál era nuestro
acuerdo? ¿Qué harías cualquier cosa que te pidiera?”
Rishe decidió que era inútil darle vueltas al asunto ahora, aunque
se dio cuenta de que no había estado en el pueblo desde que fue a ver
al Sr. Tully. Se había escapado, la habían pillado y después le había
prometido a Arnold que no volvería a la ciudad sin él.
“¿Por qué?”
¡¿Eh?!
“Je.”
“Aun así.” Añadió uno de ellos. “No estás herida, ¿verdad? Eh, no
de eso… del entrenamiento con Su Alteza.”
“Sí, Lady Rishe. Está aquí mismo.” Elsie señaló hacia una caja en
la esquina de la habitación.
Tendré que actuar rápido. Por suerte, ese duelo ha raspado parte
del óxido. Rishe apretó los puños. Es hora de empezar con la sección
de aumento de resistencia de mi plan para una vida larga y cómoda.
*****
Aquel día, una veintena de aprendices se reunieron en el quinto campo
de entrenamiento del palacio: jóvenes que se encontraban en la frontera
entre la infancia y la adolescencia. Vestidos con sus nuevos trajes de
entrenamiento, escucharon tensos cómo un caballero se dirigía a ellos.
“¡Sí, señor!”
“Haah…”
“Te agradezco lo que antes hiciste por mí. Creo que te llamabas
Fritz, ¿verdad?” Dijo.
Coyolles era un lugar que Rishe conocía muy bien. El país nevado
estaba al otro lado del mar de Galkhein, remoto y frío. Rishe había
vivido allí en una de sus vidas anteriores.
“¿Admirar a quién?”
“Las cosas estaban bastante mal durante la guerra de hace tres años,
incluso en nuestra ciudad portuaria, ¡pero el Príncipe Arnold estuvo
increíble! Evacuó a los ciudadanos y luego batalló contra un barco
lleno de enemigos. Utilizó el terreno o lo que sea. No entendí bien los
detalles.”
“¿O-Oh?”
“¡No es justo que sea tan bueno con la espada y pueda hacer
estrategia y esas cosas! Quiero preguntar a los caballeros sobre él, pero
parece que sólo su guardia personal puede acercarse.”
Ver a Fritz hablar de Arnold con los ojos brillantes hizo que Rishe
se sintiera extrañamente incómoda.
“Sólo lo vi una vez, pero el manejo de la espada del Príncipe Arnold
no es sólo fuerte, es hermoso.”
Por mucho que ella deseara preguntar, los modales del conde le
cerraron toda posibilidad de interrogación. Tal y como ella esperaba,
añadió solemnemente: “Si sus circunstancias se lo permiten, debería
comer más. Parece tener menos masa muscular que un hombre
normal.”
¿Eso es todo?
“Hey.”
¿Q-Qué?
“No me lo dijo. Pero era una orden, así que seguro que sólo quiere
ayuda con algún asunto oficial.”
“…”
“Uh…”
“Ugh…”
“Claro.”
“…”
“…”
“Rishe.”
“¡Eep!” Rishe volvió a la realidad y se encontró con los ojos de
Arnold clavados en ella. Se dio cuenta de lo mucho que había estado
divagando.
“… Ya veo.”
“Mm-hmm.”
“¡Aah!”
“…”
“¡Es bueno para ti!” Repitió Rishe. Arnold frunció el ceño, sin duda
al darse cuenta de que no había mencionado nada sobre su sabor.
Finalmente, abrió la boca con gran reticencia, sólo un poco, pero la
vulnerabilidad de la posición era palpable.
IMAGEN
Arnold seguía con el ceño fruncido y masticaba torpemente. Rishe
lo observó hasta que terminó.
¡Oh no, aquí viene la correa! Tenía que ponerse al día antes de que
él la usara. Le dolía la parte superior del cuerpo, pero podía aguantar.
“¿Eh? No, estoy bien, tan sólo…” Parpadeó rápidamente con los
ojos muy abiertos, dándose cuenta de lo que había dicho.
“Sí.”
En ese caso, ¿qué hacían aquí? La raíz de todo mal sonrió divertida
ante la confusión de Rishe. “Ven, vámonos.”
“D-De acuerdo…”
“Tráeme la caja.”
El hombre dudó, pero siguió las instrucciones de su abuela y se
dirigió a la parte trasera de la tienda. Finalmente, salió cargando una
caja cubierta de terciopelo rojo.
“¡Dios mío!”
Al ver la sorpresa en sus caras, Rishe supo que tenía razón. Sólo
Arnold sonreía, como si lo hubiera visto venir desde lejos.
“Te subestimé, Lady Rishe. Eres la primera mujer que conozco que
solicita herramientas de tasación en lugar de simplemente adivinar
basándose en el aspecto de las gemas.”
Todo lo que tenían era belleza superficial, pero Rishe les seguía
teniendo cariño. No pudo evitar sonreír.
Rishe pensó que las piernas le iban a fallar. Se giró hacia Arnold,
pero él tenía la misma expresión imperturbable de siempre. Estaba
sentado con la barbilla en la mano, como si no hubiera pasado nada.
Eso sólo hizo que Rishe se sintiera más confusa.
¿Por qué? En serio, ¿por qué? ¿Los anillos también forman parte
de las ceremonias matrimoniales en Galkhein? ¡No, no puede ser!
¡Los anillos que se llevan en el dedo anular izquierdo sólo tienen
significado en mi país!
“¿Sigues confundida?”
“¡Claro que sí! ¡Hoy he venido contigo en secreto porque te prometí
que cumpliría cualquier petición! ¿Por qué vamos a comprar un
anillo?” Ella no entendía nada.
“Pero, ¿por qué? ¿No había nada más que quisieras obligarme a
hacer —es decir, algo que nunca haría en circunstancias normales—
que te beneficiara?”
“¿Qué, era eso lo que querías? ¿Querías que te pidiera hacer algo
que no te gustaría?”
“Bueno, no, pero…” Tal vez sí quería eso. Rishe había hecho esta
apuesta en primer lugar para conocer la verdadera naturaleza e
intenciones de Arnold. Esto sólo le dio un nuevo conjunto de misterios
para reflexionar. “No tenías por qué desperdiciar tu favor en algo así.
Si hay alguna razón por la que quieres que lleve un anillo, podrías
habérmelo pedido.”
“Ugh.”
“¡Bueno, yo…!”
“Argh…”
“Si hay una piedra preciosa que te gustaría del extranjero, se puede
arreglar. Cuando la gente y las cosas se mueven, el dinero también se
mueve. ¿O no estás de acuerdo?”
¡Esto no es justo!
“Muy bien. Elegiré algo de todo corazón, ¡con todo lo que tengo!”
“¿Lo conoces? Ja, ja, ja, entonces usted debe echar un vistazo a
este. Un hermoso diamante rosa, ¿no? Esta aguamarina es otra pieza
fina…”
“¡Vaya!”
“¡Oh, esto es muy divertido! Entonces, Lady Rishe, ¿hay algo que
le haya llamado la atención?”
“¿Tienes una gema del mismo color que sus ojos?” Se oyó
preguntar.
¿Eh?
Arnold no respondió.
*****
“¿Eh?”
“La verdad es que no. No tenía por qué ser un anillo, pero a menudo
trabajas con las manos, ¿no? Mezclando medicinas o haciendo
tareas… Siempre estás dando vueltas haciendo tareas.”
“Bien.”
Estoy bien, pero el caso del Príncipe Arnold podría ser otro. Todo
este tiempo se la ha pasado viendo su reloj. Probablemente tendremos
que regresar pronto. No, espera.
De ser así, habría mirado la hora más y más cuanto más tarde
fuera. Pero Su Alteza no ha mirado el reloj ni una sola vez desde que
llegamos a la puerta principal.
“No, he estado pensando en ello desde que supe que Lord Lawvine
estaba aquí.”
“¿Oh?”
Príncipe Kyle…
Quien venía a ver a Arnold era el príncipe mayor del nevado país
de Coyolles, un joven enfermizo con un fuerte sentido de la
responsabilidad. Paciente de Rishe en su vida pasada como boticaria.
CAPÍTULO 2
“Gracias, Fritz… Eso está muy bien. Aunque estoy bien, descansa
mientras puedas. Tenemos sparring después de esto.”
Así es como crean un país con una fuerza militar absurda en sólo
cinco años.
“La diferencia en nuestros números era aún más dramática que eso:
el Príncipe Arnold estaba en primera línea con sólo tres mil soldados
que le había confiado el emperador.”
“Así que lo que estás diciendo es que… los números no lo son todo
en la batalla.”
“No es para tanto. Es que no soporto que la gente hable mal de mis
amigos.”
Espero que no se metan con Fritz sólo porque eligió hacerse amigo
mío.
*****
“¡Espadas abajo!”
Rishe no había querido ser agresiva, pero era evidente que le había
molestado. Observó cómo Sven se apresuraba a volver con sus
compañeros y luego retrocedió ella misma.
Fritz corrió hacia ella, con los ojos brillantes. “¡Lu! Has estado
increíble, ¡justo como pensé que estarías!”
“No hice esto por ti. Fue una buena lección para Sven: si se
acostumbra a subestimar a sus enemigos, acabará muerto.”
“Alteza, gracias por redactar esas notas sobre su estado tras tomar
la medicina.”
“Encantado de conocerle.”
Dios mío…
O-Ohh… Ciertamente.
“… ¿Qué?”
“¿Sólo… bromeaba?”
*****
“Me imaginé que la persona que cuidaba este campo tendría una
profesión como la mía. Pensar que sería una noble lo suficientemente
importante para una guardia de dos caballeros.”
“Eres…”
Profesor…
*****
La última vez que Rishe se encontró con este hombre fue en una
noche de luna como ésta.
“En líneas generales estoy de acuerdo contigo, pero ese aforismo
es imperfecto. Nadie se pone de acuerdo sobre lo que significa
‘adecuado’.” El genial Michel Hévin había pronunciado esas palabras
con el mismo aroma a hierbas floridas que flotaba a su alrededor.
“… Profesor.”
Fue la última vez que lo vio. Pero ahora, Michel estaba ante ella
una vez más. Rishe se quedó helada de asombro, y sus guardias se
adelantaron para protegerla. “Mis disculpas, señor. Puedo ver que
usted es un invitado, pero ¿le importaría decirnos su nombre?”
Rishe tragó saliva. ¿Puede saber todo eso con sólo una mirada?
Ella misma había diseñado este esmalte de uñas. Michel no podía saber
de su existencia antes de hoy, pero había analizado sus componentes
casi al instante.
Dicho esto…
Unos treinta minutos más tarde, Rishe se dio cuenta de la situación
en la que se había metido y se sintió completamente perdida.
Había llegado a una sala de recepción del palacio, más pequeña que
la que habían utilizado antes. Junto con Rishe estaban sus guardias,
Michel, y Kyle, que había sido llamado desde sus aposentos.
“Es una aspirante a boticaria. Creo que tiene alguna medicina que
te beneficiaría, Kyle.”
“¡Me dijo que estudió con una mentora de Renhua! Por cómo lo
cuenta, creo que esta mentora y yo nos llevaríamos bien, ¿no es así,
Rishe?”
Aaah.
“Al menos ha podido cenar esta noche. Mejorará poco a poco.” Dijo
Michel.
“Así es. La gente sigue diciendo que debería escribir cosas. Pero no
creo que sea para mí. Lo guardo todo aquí en mi cabeza.”
Rishe habló con Michel durante casi una hora y luego volvió al ala
separada para ver cómo estaban las hierbas. Habían hervido lo
suficiente, así que las dejó enfriar antes de transferirlas a una pequeña
botella.
Michel acercó el vial a los labios de Kyle, sin dar tiempo a Rishe a
detenerlo. Kyle, que había abierto la boca para hablar, rápidamente la
encontró inundada de un líquido verde turbio. El príncipe se tapó
inmediatamente la boca y agachó la cabeza, quedándose inmóvil.
Debía de estar luchando por tragar, pero cuanto más tiempo lo
mantuviera contra su lengua, más sufriría. Rishe se apresuró a ponerse
en pie, justo cuando él se lo tragaba.
“¿Estás bien?”
“Entendido. Gracias.”
“No tienes por qué preocuparte tanto. De todos modos, aún no está
completo.” La interrumpió Michel, todavía sonriente. “Claro, tengo la
fórmula, pero no tengo a nadie con quien probarla. Al menos, no como
a mí me gustaría.”
“¿Eh?”
“Rishe, vamos.”
Sin pensarlo, Rishe alargó las manos y lo aceptó. Las abrió para
encontrar un reluciente reloj de bolsillo de oro, el mismo que Arnold
había comprobado constantemente cuando estaban en la ciudad.
“¡Alteza! No debe tratar algo tan valioso tan descuidadamente.”
“¿Qué, no lo usarás?”
Arnold, que iba varios pasos por delante, se volvió y la miró con
curiosidad. “¿Qué pasa?”
“¿Oh? ¿Administrar?”
“El reloj de bolsillo se inventó exactamente con este fin, ¿sabías?
A la persona que me enseñó medicina le resultó muy útil. Aunque a
ella también le frustraba.”
“Sí. Era un bicho raro, pero una boticaria con mucho talento.” Rishe
sintió que su pecho se hinchaba de orgullo.
“Él es…” ¿Qué debía decir? Dudó antes de decidir que la única
solución era la verdad. “Es un erudito que estudia las sustancias de este
mundo y las utiliza para crear nuevas sustancias.”
“¿Nuevas sustancias…?”
“En el caso del Profesor Michel, no creo que la creación de oro sea
su objetivo final, sino que justo ese es el término más preciso para
describirlo…” Rishe miró a Arnold. “Un alquimista.”
“¡¿Eh?! ¡Oh, no! Es que anoche no dormí mucho.” Dijo Fritz con
timidez, rascándose la cabeza.
Rishe no podía evitar preocuparse por él. Había venido desde
Ceutena hasta la capital y había pasado su entrenamiento viviendo en
circunstancias desconocidas. La cosa más pequeña podría afectar
negativamente a su salud.
“¡Whoa!”
Tomó la mano de Fritz y colocó las yemas de dos dedos sobre las
grandes venas de su muñeca. Rishe frunció el ceño, no le gustaba lo
que sentía. “Tu pulso es terriblemente rápido…”
Fritz echó una larga mirada a Rishe y luego se cubrió la cara con
ambas manos, avergonzado. “Puede que me haya enamorado.”
“¡¿Qué?! Felicidades.” Había mencionado que había estado
haciendo turismo por la capital durante las tardes; debía de haber
conocido a alguien allí. En cualquier caso, fomentar nuevas relaciones
era algo maravilloso. “¡Alguien que conozco me dijo una vez que los
caballeros enamorados se hacen más fuertes más rápido!”
“Así es. ¡Así es como Lu nos ganó a cada uno de nosotros! ¡Él
trabaja duro!”
“¿Q-Qué?”
“Ganan fuerza para proteger a los que quieren. Por eso no significa
nada a menos que todos mejoren. Aunque seas la persona más fuerte
del mundo, sólo puedes salvar a unos pocos.”
Sven la miró, con los ojos muy abiertos. Ella no era caballero en
esta vida, pero aún recordaba las cosas que había aprendido.
Sven se resistió. “¡¿En serio?! ¡Qué rápido! Ayer fui muy grosero
contigo.”
“Eso no me importa. Simplemente no quería causarle problemas a
Fritz. Además, tengo una nueva técnica que me gustaría probar.”
“S-Sí…”
“Tengo otra petición.” Rishe sostuvo las dos espadas cortas, una en
cada mano, y sonrió. “No luchen conmigo uno contra uno. Vengan los
dos juntos.”
“Qu…”
“¡¿Juntos?!”
Fritz aceptó de inmediato. “Dijiste que hay algo nuevo que quieres
probar, ¿verdad? Bien, me apunto.”
“¡Yaaah!”
Rishe giró y esta vez atacó a Fritz. Fritz logró bloquearlo, pero sus
ataques continuaron. Si no conseguía golpearlo, cambiaba a la otra
espada. Empujó a Fritz hacia atrás con la izquierda y golpeó a Sven
con la derecha.
“¡Augh!”
“Ah…”
“¡Por supuesto!”
Al oír esas palabras, Fritz bajó las caderas sin demora. Bajó tanto
que casi rozó el suelo al intentar barrer las piernas de Rishe. En el
momento en que ella saltó para esquivarlo, Sven se abalanzó. Ella
levantó ambas manos, bloqueando su ataque con las espadas, y giró la
parte superior del cuerpo en cuanto aterrizó. Atrapado en su
movimiento, Sven cayó delante de Fritz. Fritz alargó la mano para
protegerlo, lo agarró del brazo y lo levantó, e inmediatamente los dos
se lanzaron a otro ataque. Rishe los bloqueó con ambas espadas.
“¡¿Eh?!”
Sin las espadas de Rishe contra las que empujar, los chicos
perdieron el equilibrio. Ella aprovechó el momento para golpear la
espada de Fritz, haciendo girar la punta de su hoja. Incapaz de soportar
el movimiento en espiral, Fritz soltó su arma, que salió volando en la
distancia. A continuación, Rishe se puso al alcance de Sven.
“¡Ugh!”
Rishe blandió sus espadas en el aire y les sonrió. “Es tal y como me
imaginé durante nuestros combates de ayer. Ustedes dos tienen buena
compatibilidad de combate.”
“¿Fritz y yo…?”
“Así es. Quería ver cómo trabajarían juntos. Me alegro de haber
tenido una oportunidad tan pronto.”
“¡Bien! ¡Estaré aquí, maldita sea! De hecho, llegaré antes que tú,
Lucius. No sé cuándo vendrás y empezarás a estirar, ¡pero la próxima
vez no me ganarás!”
“¡Maldita sea!”
*****
Rishe eligió un vestido azul oscuro para esa noche. Su doncella Elsie
la peinó, trenzándola por detrás y rizando los mechones sueltos
alrededor de la cara. El resultado era festivo, pero elegante y sereno.
Cada vez que Rishe se movía, sus pendientes de perlas oscilaban de un
lado a otro. Vestida con el look “sobrio pero no conservador” que había
pedido a sus sirvientas, Rishe repasó su estrategia hasta que llamaron
a la puerta.
Una era de una chica llamada Mary. Era la prometida del Príncipe
Dietrich, el hombre con el que Rishe había estado prometida. Mary y
Rishe habían mantenido correspondencia desde que ella llegó a
Galkhein.
Es precioso…
*****
“Gracias, Alteza. Espero que lo pase muy bien esta noche.” Rishe
sonrió cortésmente, ignorando sus galanterías sociales.
“Lo veré más tarde, Príncipe Arnold. Príncipe Kyle, por favor,
diviértase.” Con la reverencia más elegante, Rishe se separó
casualmente del grupo. Deseaba poder tomar algunas contramedidas,
pero si hacía algo extraño junto al Príncipe Arnold, la gente se daría
cuenta.
Rishe aspiró otra vez y cerró los ojos. Ahora que lo había
localizado, no necesitaba su visión para saber que se movía. Abriendo
los ojos para confirmarlo, Rishe pasó a la siguiente fase de su plan.
Una vez más, Rishe deseó tener un cuerpo más fuerte. Mientras se
lamentaba de su mal estado físico, vio a Arnold y Kyle a cierta
distancia. Estaban lo suficientemente cerca como para ver con
claridad, pero demasiado lejos como para escuchar. Incluso mientras
presentaba a Kyle a algún noble, Arnold tenía una mirada apática,
como si estuviera de mal humor. Kyle, en cambio, interactuaba con
cada uno de los nobles de Galkhein con seriedad. El grupo parecía estar
intercambiando opiniones sobre algo.
“Vaya, Lady Rishe, ¿en qué está pensando con esa mirada tan
solemne?”
“¿Su madre?”
La multitud se agitó.
“Sí. Muchas gracias por comprar esa joya.” Dijo el barón. “Mi
madre estaba encantada con ella.”
“¡¿Has oído eso?! ¡Lady Rishe realmente compró una gema en esa
tienda!”
“¡¿Q-Qué?!”
“…”
En otra vida, Rishe había oído a Kyle decir estas palabras con la
misma amarga frustración. ¿Cuál había sido?
Por fin, Rishe entendió lo que Kyle quería decir. A primera vista,
parecía estar dando prioridad a la defensa nacional a expensas de todo
lo demás. Pero para ella estaba claro que no era eso lo que pretendía
en absoluto.
“Eso es…”
Ya veo…
Por supuesto. Sólo podía revelar algo así a las personas más
importantes del gobierno de Coyolles.
“¿Perdón?”
“Pues…”
“Los miembros de la realeza del pasado probablemente decidieron
probar la diplomacia precisamente por esta razón.” Arnold se volvió
hacia Kyle y le dijo sin piedad: “El verdadero talento consiste en poner
en práctica los conocimientos existentes. Y no me interesan los que no
tienen talento… Ni siquiera un príncipe de otra nación.”
Se balanceó una y otra vez, trazando las mismas líneas que había
dibujado antes. La repetición era una de las mejores formas de
aprender, y ella se alegró de verlo tan proactivo.
“Hmph, tampoco dejaré que limpies mejor que yo. Antes voy a
beber un poco de agua.”
“¡No, Lu! ¡¿Por qué tus dedos son tan delgados y delicados?!”
“No te preocupes por mí. ¿Qué hay de ti, Lu? ¿Estás bien?”
“Gracias, Fritz.”
“No, estoy bien.” Dijo Rishe. “Deberías vigilar tus propios niveles
de hidratación.”
“Oí gritar a Fritz Knowland, así que vine a ver si había problemas.
¿No te encuentras bien?”
“¿Algo patético?”
“Estaba pensando que a todos los que están aquí les espera un
futuro peligroso… y eso me asustó un poco.”
“Mi hijo perdió la vida en la última guerra.” Dijo Lawvine con una
suave sonrisa. “Por mucho que me gustaría elogiarle por luchar con
orgullo y tener un final honorable, desearía profundamente que
siguiera vivo.”
“Oh, Lord Lawvine…” Rishe no pudo decir nada más, así que
Lawvine continuó.
“¿Enfrentársele, cómo?”
“Gracias, señor.”
“Bueno, parece que no hay nada de qué preocuparse aquí, así que
seguiré mi camino. Hasta luego.” Con eso, Lawvine bajó la cabeza
cortésmente y abandonó el campo de entrenamiento.
Debe haber países que Galkhein no se anexionó, con los que aún
no tienen relaciones hostiles. Si no se tratara sólo de Coyolles, sino de
muchos otros, tal vez las acciones futuras del Príncipe Arnold también
cambiarían.
“Siento haber tardado tanto, Lu. ¿Eh? Parece que estás mejor.”
*****
Justo delante de Rishe, el hombre con los ojos más hermosos del
mundo la miraba con desprecio.
CAPÍTULO 4
“¿Y bien?”
“…”
“Uh…”
“¿Oh?”
Aunque sabía que él la había descubierto por completo, hizo un
último esfuerzo. Estaban solos, pero no quería arriesgarse a que nadie
los oyera.
“¡¿Mrh?!”
“¡Su Alteza! ¡Al principio pensé que estaba enfadado, pero está
disfrutando con esto, ¿verdad?!”
“Pero, ¿y si alguien…?”
“Oh…”
Pero antes de que pudiera, Fritz gritó, con la voz entrecortada: “¡S-
Siento interrumpir!”
¡¿Interrumpir qué?!
Y así, sin más, se puso en marcha.
“Bueno…”
“¿Sí?”
“Dicho esto…”
“Buena chica.”
“…”
“¡Eep!”
“¿Pero?”
Arnold frunció el ceño, pero desde aquel breve duelo que habían
mantenido el otro día, sintió que lo conocía mucho mejor. En su vida
como caballero, Rishe había perdido contra Arnold, una derrota
innegable y absoluta. Y si alguien así tenía un plan para los nuevos
reclutas, entonces ella misma quería experimentar ese plan.
“…”
“…”
“¿P-Príncipe Arnold?”
Arnold miró fijamente a Rishe, con una expresión tan adusta como
siempre. Tras otro suspiro, preguntó: “No te habrás hecho daño ni te
habrás agotado demasiado, ¿verdad?”
“Ya veo.”
“Sé lo que estás pensando…” Arnold dio un paso hacia Rishe con
una hermosa y sombría sonrisa en el rostro. “Pero si la alternativa es
que ese hombre los invada, creo que será mejor que lo haga yo.”
“Quieres persuadirme para que haga las paces con Coyolles, pero
ellos no valen nada para nosotros. Incluso si consigues detenerme, ¿y
si mi padre se entera de su situación? Eso sería peor que si yo hubiera
dado el primer paso.” Arnold observó a Rishe, aparentemente divertido
por sus reacciones. “Coyolles está condenado; ahora sólo estamos
discutiendo sobre quién acaba con ellos. Si Kyle se hubiera quedado
quieto, le habría ganado a su país un par de años más. Sin embargo,
vino en busca de ayuda como un tonto… Cualquiera se aprovecharía
de eso.”
“Príncipe Arnold.”
“No sé por qué querías casarte conmigo, pero sólo soy la hija de un
duque de un país políticamente débil. Podrías haberme aceptado sin
más, pero no lo hiciste. Incluso después de venir aquí, seguiste
tratándome con respeto.”
“¡Hay cosas más importantes en las que pensar, Sr. Tully! Si llueve
tanto en verano, ¿no cree que podríamos vender chubasqueros? Serían
más finos y ligeros que los abrigos de invierno, ¡y los diseños también
podrían ser más brillantes y frescos!”
“¡Ja, ja!” Tully se rio, con los ojos fijos en Rishe. “Me impresiona
que me hayas seguido el ritmo, novata. Mi cliente habitual apreciará
mucho tu determinación.”
“¿Tu cliente habitual? Ugh, realmente no puedo estar en el castillo
con este aspecto, ¿verdad? Hicimos la entrega a tiempo, así que me
iré…”
“Cuánto tiempo sin verte, Tully. Perdona por meterte prisa con este
tiempo.”
“Así que eres alumna de Hakurei. Sus cartas me dijeron que tienes
una prometedora carrera por delante.”
En su vida de alquimista, no había tachado su práctica de
sospechosa como el resto del mundo. En cambio, escuchó con seriedad
cuando Rishe y Michel le contaron sus ambiciones.
Un día, Kyle sentó a Michel en el sofá, de pie frente a él, con los
brazos cruzados, como si Michel no supiera más cosas que él.
“Los otros eruditos se quejan de ti. Uno de ellos dijo que llegaste
cubierto de sangre y luego te encerraste en tu habitación. Estaba
aterrorizado. ¿Qué demonios estabas estudiando esta vez? Has
manchado completamente la alfombra.”
“¿Eh?” Soltó Rishe. Ella levantó la vista para ver a Kyle mirando
hacia ella.
“También de ti, Weitzner. Acumulas tantos libros que un erudito
teme que el suelo de piedra ceda. ¿Podrías considerar sacarlos cuando
hayas terminado de leerlos?”
“Creo que ya hemos hablado de que apilas libros más altos que tu
propia altura. ¡Eso es peligroso! ¿Y si se derrumbaran en un terremoto
o algo así?”
“Y por eso les abriré una de mis habitaciones para que la usen como
archivo.”
“Rishe.”
“Hice mis trabajitos en casa, pero tuve que dejarlos cuando vine a
este país para casarme.” Rishe mezcló algunas mentiras con la verdad.
En realidad, había muerto en mitad de su investigación. Mientras sus
caballeros guardianes les vigilaban, Rishe le hizo varias preguntas.
Michel el erudito es una de las mayores armas de Coyolles en este
momento, pero no es suficiente. Si Galkhein lo quisiera, se lo
arrebataría a Kyle en vez de formar una alianza.
“Profesor…”
“Deberías venir conmigo.” Ladeó la cabeza, con el cabello rubio
cayéndole por encima del hombro. “Así podrías aprender un montón
de cosas nuevas. Te enseñaré todo lo que quieras saber.”
Se estremeció.
Michel bajó los ojos, las sombras de sus largas pestañas cayendo
sobre sus mejillas. “A mí también me interesa. Rechazó la petición de
Kyle, pero la forma en que lo hizo despertó mi curiosidad. Me
encantaría darle cierto compuesto y ver qué pasa…”
En esta vida, tal vez Michel se lo diría. Ella lo miró, deseando que
respondiera. Su sonrisa creció.
“¿Tu deber?”
“He estado buscando algo así, algo que pusiera el mundo patas
arriba y lo sacudiera todo. Llevo mucho tiempo buscando esa
capacidad en un gobernante.”
*****
Rishe recorrió los pasillos del palacio con sus guardias. Su “lección”
con Michel se había interrumpido cuando Kyle lo mandó llamar.
Michel se limitó a sonreír y decir: “Hasta mañana, Rishe.” Y salió de
la habitación como si nada hubiera pasado.
Debía de volver de algún asunto oficial. Llevaba una capa para salir
a la calle y miraba a Rishe con el ceño fruncido. Sin que él dijera nada,
Rishe supo el origen de aquella expresión perturbada.
“Sí, no, ahora mismo no puedo digerir esa información, así que no
voy a pensar en ello. Tendrás que contármelo en otro momento…”
“Ya veo. Así que el príncipe vigila a los caballeros bebés desde las
sombras.”
Rishe se sorprendió al oír que hacía todo esto por ella. “Gracias por
preocuparte. Siento haberte preocupado.”
“No estoy realmente preocupado por ti. Todo lo que hago, lo hago
por mi hermano, obviamente.”
*****
“¡Sí, lo hice!”
“¿Eh? ¿Ya tienes esa edad? Supongo que ya no hay nada que hacer
al respecto.” Se volvió hacia Rishe y le dedicó una sonrisa
verdaderamente amable. “Estoy deseando ser testigo de la erudita en
la que te conviertes.”
Me dijo que si dejaba este país y me iba con él, no se reuniría con
el Príncipe Arnold. Michel lo había dicho con una disculpa y una
sonrisa.
¿Luz?
Levantó la cabeza y vio cómo una pequeña gota de luz flotaba por
el espacio. Al darse cuenta de lo que era, Rishe saltó de la silla y salió
corriendo al balcón en camisón.
“¡Vaya…!”
“B-Buenas noches.”
“En efecto.”
“¿Qué es esto?”
“Son luciérnagas.”
“¡Eep!”
“Así es.”
“Si fuera yo.” Comenzó, señalando hacia los muros del palacio en
algún lugar de la oscuridad. “Colocaría arqueros a intervalos a lo largo
de ese lado. Colocaría una campana en cada intervalo para que
pudieran avisar de intrusos u otros peligros.” Miró al que había sido su
enemigo y le desafió con una sonrisa.
“Debilidades…”
Con los ojos muy abiertos, Rishe parpadeó. No podía leer ninguna
emoción en el perfil del príncipe mientras miraba las luciérnagas.
“Odias la guerra, ¿verdad?”
Arnold arrugó la frente y la miró. “Una persona normal tendría la
impresión contraria, creo.”
“Oh, Su Alteza…”
“El día que llegaste, me dijiste que siempre habías querido venir a
este país.”
“No puedo valorar las mismas cosas que tú. Veo las luces de los
insectos como los fuegos de la guerra, y la ciudad que tú contemplas
con cariño a veces me repugna.” Arnold aspiró. “Quizá sea porque
tengo los ojos de mi padre. O puede que él y yo seamos lo mismo en
el fondo. En cualquier caso, es desagradable.”
“Hah.” Con una risa autocrítica, Arnold replicó: “No necesito nada
de eso. Todo lo que necesito es lo necesario para alcanzar mis
objetivos. Todo lo demás puede ser eliminado, desechado en mi
ascenso.”
“Pero, Su Alteza…”
“¿Qué?”
Arnold abrió mucho los ojos. Rishe sonrió, sintiendo que había
hecho una broma con éxito. “Si eso no funciona, me travestiré y me
uniré a los caballeros. Si eso no funciona, vendré aquí como boticaria.
Adquiriré todas las habilidades que me permitan acceder y me
otorguen el poder de verte.”
Cuando vino por primera vez a este país, lo hizo sabiendo que algún
día podría divorciarse y ser expulsada. Había planeado varias
estrategias para seguir teniendo una vida después. Pero ahora mismo,
lo que Rishe deseaba más que nada era permanecer al lado de Arnold
aquí en el palacio.
“Lo siento, Alteza.” Rishe se acercó a él, le sujetó la cara con las
manos y lo miró profundamente a los ojos. Sabía que era de mala
educación tocarlo así, pero no pudo contenerse. “No conozco al
emperador. Para mí, estos no son los ojos de tu padre; son tus ojos.
Puede que te resulten odiosos, pero lo diré tantas veces como sea
necesario.” Miró al mar helado y sonrió. “Creo que tienes los ojos más
hermosos del mundo.”
“Sí.”
*****
Ella tragó saliva al mismo tiempo que Fritz volvía a abrir la boca.
Fritz parecía bastante más alegre, por no decir aliviado. “Ya veo,
así que tenías algo en el ojo. Eso es todo lo que era, ¿eh?”
“Ahh, ¡nunca pensé que esa sería la razón! Soy tan idiota por sacar
conclusiones precipitadas…”
Pensé que podría ser el caso. Fritz dijo que había visto la espada
de Arnold, pero como niño evacuado, no debería haber tenido
oportunidad para eso. El Príncipe Arnold siempre está en el frente. Si
Fritz vio esa espada, se había quedado atrás en la parte más peligrosa
de Ceutena durante la batalla.
Ella negó con la cabeza. “No eres débil, Fritz. Eres una víctima de
la batalla en Ceutena, y pasaste por un trauma horrible. Sin embargo,
guardaste esa admiración en tu corazón y la convertiste en esperanza
para el futuro, y estás trabajando duro para hacer tus sueños realidad.”
Atrapó y sostuvo la mirada de Fritz, que parecía realmente asombrado.
“Creo que experimentar el terror del campo de batalla sólo te hará
mejor caballero, no peor.”
“¿Eh? C-Ciertamente…”
*****
Una vez terminado el entrenamiento del día, Rishe regresó a toda prisa
al ala independiente, se bañó y se preparó para el resto de la jornada.
Cuando estuvo preparada, ella y sus dos escoltas se dirigieron a una
sala VIP del palacio principal. Llamó a la puerta y recibió una rápida
respuesta. Dio las gracias a Kamil, uno de los caballeros, cuando le
abrió la puerta, y luego se volvió hacia el otro.
“Lo siento, ¿puedes hacer guardia en el pasillo, Volker? Kamil me
acompañará dentro. Entrar con demasiados guardias cuando estoy
reunida con un invitado podría ser descortés.”
“Perdóneme, Su Alteza.”
“¿De verdad puedes saber cómo me siento con una sola mirada?”
“Una boticaria llamada Hakurei que una vez me examinó tenía unos
ojos igualmente extraordinarios. He oído decir que es la boticaria más
experta del mundo. Pensar que habría otra persona con tantos
conocimientos…”
“Su Alteza.” Hoy era el día. Rishe puso las manos en el regazo y
empezó en voz baja: “Por casualidad el otro día los oí a ti y al Príncipe
Arnold en la fiesta.”
“Una vez también creí que necesitaba arriesgar mi vida por el deseo
de proteger algo… pero ya no creo que eso sea correcto. Después de
todo, la vida que salvas continúa mucho después de que la tuya
termine.” Sintió que a Kyle se le cortaba la respiración. “La gente no
está en peligro sólo una vez en la vida. Después de superar la angustia
inicial, te esperan la felicidad y el peligro.”
“¿Una alianza?”
Pasando los ojos por su plan, Kyle tragó saliva. “Lady Rishe,
¿exactamente quién es usted?”
*****
Rishe jadeó cuando vio lo que había puesto sobre la mesa entre
ellos. “Estoy sorprendida. Francamente, no estaba segura de que lo
consiguiéramos a tiempo ni siquiera contigo ayudándome.”
“Has hecho más que suficiente. Dado que voy a casarme en este
país, estaré encantada de tenerte como aliado.” Dijo Rishe.
*****
Rishe sabía por qué estaba siendo tan obstinado. “En ese caso,
¿alguien que ha nacido para poner el mundo patas arriba debe actuar
de acuerdo con su misión?”
“¿Hm?”
“¿Qué estás…?”
“Sin duda hay cosas en este mundo que sólo tú puedes lograr. Pero
lograr hazañas increíbles no es tu propósito.” Rishe se detuvo para
tomar aliento, mirándole fijamente. “La gente no necesita un propósito
para existir en este mundo.”
“Profesor, yo…”
Michel se dio la vuelta, pero miró hacia atrás sólo una vez para
decirle: “Buenas noches, Rishe. Hasta mañana.”
*****
Su cita con Arnold tuvo lugar en una sala de reuniones del palacio.
Como una de las muchas cámaras utilizadas por la familia real, su
mobiliario era de primera clase. La mesa redonda del centro de la sala
nunca se encontraría en los aposentos de los invitados.
“Soy consciente.”
Rishe asintió y se sentó. “Es tal y como dices. Los compré ayer en
la Compañía Comercial Aria. Todas estas piezas se fabricaron en
Coyolles.”
Todo lo que decía Kyle era cierto. El anillo que Arnold había
comprado para Rishe en la ciudad habría tardado normalmente un mes
en completarse, pero la carta de la anciana le decía a Rishe que el
tiempo de elaboración sería sólo de una semana. Eso fue gracias a los
artesanos de Coyolles que habían estado en el barco con Kyle.
Los artesanos de Coyolles son los mejores del mundo. Vivir como
comerciante me lo enseñó.
Sabía que a Arnold no le interesaban los joyeros, pero así eran los
negocios. Si se le presentaba un producto, el cliente tenía dos opciones:
comprar o no comprar. Elegir la segunda opción podía suponer perder
una oportunidad de negocio. Sin embargo, presentar varios productos
cambiaba la mentalidad del cliente. En lugar de comprar o no comprar,
se preguntaban: “¿Comprar cuál?” y “¿Cuál de ellos es más valioso?”
Una venta era más fácil con un abanico de opciones, en lugar de una
sola.
“Es mío, así que sí. ¿Qué te parece?” La respuesta de Arnold fue
indiferente.
Rishe sacó algo de una bolsa que tenía a su lado. Al igual que Kyle,
lo colocó sobre la mesa.
“El reloj del Príncipe Kyle es una réplica del que me prestaste.”
Rishe se puso rígida ante el tono gélido del príncipe heredero. Una
luz oscura floreció en los ojos de Arnold cuando miró a Kyle. No tenía
expresión y su voz era tranquila, pero la intensidad que desprendía hizo
que a Rishe se le erizara la piel. Ni siquiera era a ella a quien miraba,
pero no pudo evitar los nervios.
Era tal y como dijo Kyle. Aunque el Emperador Arnold Hein fuera
a declarar la guerra dentro de varios años, aunque el Príncipe Arnold
evocara temor por su crueldad en tiempos de guerra varios años atrás,
Rishe sabía exactamente qué clase de persona era el Arnold que tenía
delante.
“Precisamente.”
“Qué tonto eres. Ahora veo por qué pensabas que podías confiar en
mí.”
“…”
Rishe miró hacia la puerta y sus ojos se abrieron de par en par. ¡¿El
Príncipe Theodore?!
“Por favor, hágame saber su conclusión una vez que haya llegado
a ella. Te pido disculpas, pero por ahora, adiós.” Rishe exprimió las
palabras y huyó de la habitación con Theodore, sus dos guardias
corriendo tras ella.
*****
“Se han ido con mucha prisa.” Murmuró Arnold. Con la barbilla aún
apoyada en la mano, añadió con frialdad: “También permítanme
disculparme. Ha sido muy grosero por parte de mi mujer y mi
hermano.”
“Oliver. Pasa.”
“Príncipe Arnold…”
“Por si acaso, por favor, que los afectados beban mucha agua. Si
hay algo más que pueda decirme…”
Rishe jadeó.
“Creo que es seguro decir que no lo han tenido. Tampoco creo que
se haya acercado a Oliver. Aunque hay algo que me preocupa.”
“Lucius Alcott…” El alto militar se plantó ante Rishe, con los ojos
muy abiertos por la sorpresa. Rápidamente controló su expresión,
inclinándose primero ante Theodore. “Su Alteza el Príncipe Theodore.
¿Mis caballeros lo han ofendido de alguna manera?”
¡Príncipe Kyle!
Haciendo todo lo posible para mantener la calma, Rishe se encontró
con los ojos de Michel. “Profesor. Sus acciones han atraído a gente no
relacionada.”
“Sí, ya lo sé.”
“¿Infelicidad…?”
“En efecto. Por eso existe la pólvora. Tengo que ayudarla a cumplir
su propósito.”
*****
“Mi mujer está muerta por tu culpa.” Su padre había dicho esas
palabras innumerables veces.
Hacía tiempo que había olvidado cómo le habían hecho sentir las
palabras de su padre. Puede que le costara mantenerse en pie o que el
corazón le palpitara dolorosamente en el pecho. Tal vez no podía
respirar, el mundo le daba vueltas mientras se arrodillaba y murmuraba
“lo siento” en voz baja.
“Michel.” Dijo uno de ellos, con voz helada. “Realmente eres una
pequeña parca, ¿no?”
Por eso, cuando por fin inventó la pólvora, Michel se dio por
satisfecho. La había creado porque era bueno provocando desgracias.
Al igual que el propio Michel, su pólvora tenía el poder de provocar
desesperación. Y cualquier cosa traída a este mundo tenía que cumplir
su propósito.
“Algo venenoso sólo es valioso cuando mata a alguien, cumpliendo
así con su deber.”
Ahora que lo pensaba, el otro día, Rishe había dicho: “La gente no
necesita un propósito para existir en este mundo.” Pero eso no era
cierto. Todo necesitaba un sentido para vivir. De lo contrario, sería
eliminado.
“No deberías tomarte tan en serio las palabras de gente como yo.”
Michel escuchaba a Rishe con una sonrisa en la cara. Casi eran las
dieciocho horas. Cabía un ligero margen de error, pero
aproximadamente a esa hora explotarían los tres barriles de pólvora
que había colocado en la capital de Galkhein.
“Lo siento, Rishe, pero así es como tiene que ser. Te hice mi alumna
para jugar a ser humano, pero siempre he sido un monstruo.”
Los claros ojos verdes de Rishe nunca vacilaron. “Puede que seas
un alquimista genial, pero mientras te falte información sobre los
peones de tus experimentos, nunca obtendrás los resultados que
deseas.”
“¡¿Un rayo?!”
*****
“Estos diagramas harán que esto sea mucho más sencillo de lo que
esos tipos están acostumbrados. Les diré que sean extremadamente
cautelosos por si acaso.”
Los caballeros le apuntaron con sus espadas y luego las bajaron con
la misma rapidez. El suceso que había descrito, en el momento en que
lo había descrito, sólo les dejó confusos.
“¿Juntaste todo esto sólo para probar un punto? ¿Por qué has ido
tan lejos?”
“¡Así que haré todo lo que pueda para demostrar que te equivocas!”
Durante una fracción de segundo, antes de que los fuegos artificiales
fueran a explotar, sus luces se apagaron. “Míralo con tus propios ojos.
Observa cómo algo que tú trajiste a este mundo tiene un valor que
nunca soñaste que podría tener.”
¡¿Príncipe Arnold?!
“Le pido disculpas, Alteza.” Lawvine bajó aún más la cabeza ante
el peso de la voz de Arnold. “Este hombre hizo una amenaza, así que
lo estábamos manteniendo bajo vigilancia. Pido disculpas por el
retraso del informe.”
“Es tal y como ella dijo. Esos fenómenos eran sólo una muestra de
las proezas ingenieriles de Coyolles.”
¡¿Qué está pasando?! Quiero decir, tal vez el guardia le dijo lo que
dije, pero…
“Pero, Su Alteza…”
“No tengo nada más que decir. Retírese inmediatamente.” Arnold
le interrumpió, con los ojos entrecerrados. “Si esto va a más, no puedo
prometer que mi padre no se entere.”
“Sus palabras son más que suficientes, señor. Por favor, levántese.
También le debo una disculpa. Su reacción es comprensible a la luz
del comportamiento de Michel.” Kyle hablaba con el corazón.
Probablemente no había oído el mismo informe que Arnold; sólo
pensaba que Michel estaba haciendo experimentos donde no debía,
siendo un incordio como siempre.
“Kyle…”
“¿Michel…?”
“Quiero que quede claro que no estoy haciendo esto por la bondad
de mi corazón.” Dijo Arnold con frialdad. “Si lo que ese caballero me
informó es cierto, es obvio que estaba planeando algo podrido. Pero si
lo trato públicamente como a un criminal, mi padre se enterará. Evité
esto usando el ardid que sin duda tu dejaste detrás.”
“Entendido. Gracias.”
¡Se ha dado cuenta! Pero claro. Las vigilantes de Michel eran los
subordinados de Theodore estacionados alrededor del palacio,
haciéndose pasar por sirvientes y jardineros. Theodore los había usado
originalmente para reunir información sobre Arnold, así que era
natural que fuera sensible a su presencia. Supongo que eso significa
que Arnold siempre supo que su hermano estaba reuniendo
información sobre él. Le dejó hacerlo todo este tiempo… Realmente es
bastante blando con él.
“¿Qué pasa?”
Rishe se estiró todo lo que pudo y le susurró al oído: “Lo creas o
no, el hombre que tienes delante es el inventor del reloj de bolsillo.”
No podía ver la cara de Arnold, pero sabía que estaría frunciendo el
ceño. “Lo creó para controlar el tiempo durante sus experimentos, o
eso he oído.”
“…”
“…”
“¿Qué pasa?”
“Sí, ojalá lo hubiera hecho. Estaba tan ocupado que no tuve tiempo
de mirar.”
Fritz miró fijamente a Sven, con los ojos muy abiertos, antes de
inclinar la cabeza y darle las gracias en voz baja. Sven dejó a Rishe a
solas con Fritz en el campo de entrenamiento a primera hora de la
mañana. Ella lo vio irse y luego se volvió hacia Fritz. “Parecía muy
emocionado.”
“Ah… sí, supongo que sí.” Fritz seguía con la cabeza gacha.
Parecía nervioso. “Lu, el Conde Lawvine nos convocó ayer.”
“¿Una mentira…?”
Fritz dudó, pero al final se decidió y, sin dejar de mirar hacia abajo,
gritó: “¡Creo que hace tiempo que sé en qué mentías!”
“¡Siempre pensé que era extraño! Quiero decir, ¡eres tan pequeño,
y pareces muy delicado, y tu voz es aguda! Así que…”
¡No puede ser! ¡¿Se dio cuenta de que soy una chica?!
*****
“Profesor.”
“Hmm, puede que tengas razón. En ese caso, supongo que tengo
que hacer lo que pueda.” Sus palabras habían sido algo insípidas, pero
notables de todos modos. En todo su tiempo como alquimista, Rishe
nunca había visto a Michel comprometerse a algo. “No estoy
acostumbrado a esto, pero haré lo que pueda. Nunca he investigado
con el objetivo de mejorar el mundo.”
“Para nada, Profesor.” Dijo Rishe sin rodeos. Ahora que lo pensaba,
no había podido terminar lo que quería decirle el otro día. Sonrió y le
dijo: “Ahora mismo, lo que más quiero estudiar es al hombre que será
mi marido.” Más que cualquier investigación o teoría científica, lo
sentía desde el fondo de su corazón. “Por eso me quedaré aquí. Aunque
rompa nuestro compromiso y me eche.”
“Jeje.”
Lo único que podía hacer era seguir cambiando las cosas una a una
hasta que naciera un nuevo futuro. Sus días de entrenamiento como
candidata a caballero habían terminado sin contratiempos. Su siguiente
plan: comenzar los preparativos finales para su ceremonia de
matrimonio.
“Así es.”
“Creo que te dije que lo único que quería era comprarte el anillo.”
Cuando oyó eso, por fin comprendió lo que Arnold intentaba hacer:
respetar sus deseos. Normalmente, a una princesa heredera no se le
daría ni de lejos ese nivel de libertad. No era más que la hija de un
duque, pero a Rishe le habían enseñado desde pequeña que algunas
cosas debían tener prioridad sobre sus propios deseos. Incluso ahora, a
veces no podía evitar pensar así. Había sucedido en la joyería, cuando
consideró su boda y su posición como princesa heredera por encima de
sus propias preferencias.
Pero el Príncipe Arnold está diciendo que respeta mis deseos. Que
no necesito obligarme a llevar este anillo, aunque él me lo haya
comprado. Arnold siempre fue así. Ya fuera vistiéndose como un
hombre o estudiando alquimia, le permitía hacer lo que quisiera. No es
sólo indiferente o desconsiderado. Él está apoyando activamente mi
deseo de libertad.
“¿Qué?”
“No los necesitas.” Decirle eso era embarazoso, pero era más fácil
que decirle: Adelante, tócame piel con piel.
Arnold estaba jugando con ella, pero la expresión de su cara era tan
fría como siempre. Consiguió parecer sincero cuando preguntó, con la
voz ligeramente ronca: “¿Te parece bien que te toque?”
Ack, ¿por qué tengo la cara tan caliente? Rishe sabía que le estaba
dando demasiadas vueltas, pero aun así cerró los ojos. Los dedos de
Arnold estaban ahora en su muñeca, tal vez para facilitarle la
colocación del anillo. En cuanto la tocó, el corazón de Rishe latió con
más fuerza, anulando su compostura.
“Je.”
¡Se ha reído! Cómo se atrevía, después de haberla puesto tan
nerviosa. No era la primera vez que le ocurría, pero no tenía fuerzas
para quejarse.
“Parece que ahora has olvidado cómo abrir los ojos.” Dijo,
divertido.
Eso hizo que abrir los ojos fuera aún más difícil. El corazón le sonó
como una alarma en el pecho y no supo qué hacer con la cara. Agachó
la cabeza para ocultarla y sintió que Arnold le tendía la mano.
“Rishe.”
“He terminado.”
Oírle susurrar con los ojos clavados en ella hizo que su agitación
anterior se disparara. Arnold solía hacer todo lo que ella le pedía,
siempre que no estuviera relacionado con la política nacional. En
definitiva, estaba terriblemente mimada, pero ese barco ya había
zarpado.
“¿Un viaje?”
“Sí. Un viaje para ver todas las cosas bellas del mundo.” No tenía
que ser ahora mismo, pero Rishe quería una promesa para el futuro.
“No sólo luciérnagas y fuegos artificiales… Quiero mostrarte todo tipo
de cosas dignas de ver.”
“Ugh…” Eso no era relevante, pero ella seguía sin querer oírlo. De
mala gana, cedió y Arnold le puso la mano en la cabeza con una sonrisa
de desconcierto.
Continuará…
HISTORIA EXTRA:
Citas Falsas para Divertirse Fugazmente
“No veo por qué tenemos que fingir. Estamos comprometidos. ¿No
es suficiente?”
“Mira a la gente que nos rodea.” Rishe tiró de Arnold por la manga
y le susurró: “Las parejas reales están una al lado de la otra. Pero
teníamos espacio suficiente para una persona entre nosotros, ¿verdad?”
“…”
Todavía tengo el hábito de mi vida anterior de mantener el espacio
para desenvainar mi espada. Y supongo que el Príncipe Arnold es
igual.
¿De verdad? Eso era chocante, pero ella sólo había respondido
honestamente. Tal vez no era lo correcto, ya que se suponía que eran
una pareja.
“¡¿Hwha?!”
Reafirmando que no todo tiene que tener una sola utilidad así como
un sentido fijo, sin más nos leemos (?) en otra ocasión.
THÉOPHILE GAUTIER.
Escritor francés.
(1811-1872)