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CAPÍTULO 2

LA IGLESIA SEGÚN
LOS HOMBRES

C
omo afirmamos en el capítulo anterior, es tanta la
variedad de iglesias que existen sobre la tierra, que
todos los cristianos pueden encontrar una a su medida y
a su gusto, pero ¿alguna vez te has preguntado si tu vivir
de iglesia satisface a Dios, si Él está complacido y satisfecho con el
vivir de los cristianos, con las prácticas de los distintos grupos, con
las doctrinas que se enseñan en ellas, con la organización y demás
detalles de las llamadas iglesias?
Las iglesias según los hombres tienen algunas características que
las identifican y las hacen únicas, y vamos a considerar algunas, de
manera sucinta:
1. Liderazgo.
Todas las iglesias de los hombres que hay en la tierra han sido
fundadas por una persona que a sí mismo se llama ungido de Dios,
enviado, apóstol, líder, profeta, maestro, iluminado y muchos títulos
más.

Afirman estos líderes, que el Señor los ha enviado y que todas las
palabras que hablan son dadas directamente por el Señor, que Él los
ha puesto como el pastor o como líder, y que es su obligación cuidar
el rebaño que ha sido dejado bajo su tutela y que un día dará cuenta
al Señor de ello. Lógicamente su punto de vista, según él, está
respaldado por la Biblia y puede citar algunos versículos que
corroboren su afirmación.

Es por eso por lo que tenemos el papa en la iglesia católica


romana, que se autoproclama como la cabeza de la iglesia y como el
vicario de Cristo en la tierra; se considera infalible y que todo lo que
afirma “ex cátedra” es dogma de fe. Los papas tienen un
nombramiento vitalicio, es decir sustentan el papado hasta que
mueren, aunque ha habido algunas pocas excepciones. Cuando un
papa muere, los llamados príncipes de la iglesia denominados
cardenales, se reúnen en un cónclave supersecreto para elegir un
nuevo papa y afirman que es el Espíritu Santo quien decide quién será
el que por el resto de sus días ocupará la “silla de san Pedro”, porque
hasta en eso difaman a uno de los apóstoles queridos por el Señor
Jesús, afirmando que él fue el primer papa y también blasfeman
contra el Espíritu Santo, porque Él no participa en se aquelarre. Por
supuesto todas son grandes mentiras que no vamos a comentar, sino
que animamos al lector a que averigüe acerca de la historia del
catolicismo romano, tema del que hay un extenso material
bibliográfico.

El llamado catolicismo ortodoxo de oriente tiene muchas


similitudes con el catolicismo romano. La gran diferencia entre los
dos catolicismos radica en que los católicos ortodoxos no tienen un
papa como líder superior, sino que sus líderes a nivel regional se
llaman patriarcas, y aceptan que el mayor de ellos es el patriarca de
Constantinopla y es quien preside los concilios. Los patriarcas
sobresalientes en la iglesia católica ortodoxa son el de
Constantinopla, Alejandría, Antioquía, Jerusalén y Rusia, siendo estos
cinco los principales y más antiguos en la historia de esa iglesia y
reconocen iglesias que están dentro de su región, tales como la
iglesia ortodoxa de Creta, Finlandia, Estonia, Corea, Palestina,
Ucrania, Letonia, Japón, China y Moldavia, entre otras.
Además de las cinco principales que hemos mencionado existen
otras iglesias ortodoxas con patriarcas propios y las más destacadas
son: Georgia, Serbia, Rumania, Bulgaria, Chipre, Grecia, Albania,
Polonia, República Checa y Eslovaquia, Ucrania y América, el
patriarca de esta última tiene su sede en Washington. Igualmente hay
otras iglesias ortodoxas no reconocidas y se encuentran en algunos
países europeos.

Otra diferencia con la iglesia católica de occidente es que “sus


ministros”, es decir, “sus sacerdotes” pueden casarse y tener una
familia, lo que no es posible en el catolicismo romano en el que sus
“sacerdotes” deben someterse a un estricto y tiránico celibato,
dando origen a grandes aberraciones que esos “ministros” practican,
tratando de suplir una necesidad natural que Dios estableció entre
hombres y mujeres y para lo cual constituyó el matrimonio.

Otra diferencia entre las dos ramas del catolicismo se da en sus


prácticas idolátricas: mientras los católicos romanos tienen toda
clase de ídolos en estatuas de madera, cerámica, yeso, mármol y
metal, además de toda clase de estampas, vitelas, murales, vitrales,
pinturas, etc, los católicos ortodoxos no admiten ídolos
tridimensionales, es decir, entre ellos no hay estatuas; sus ídolos son
bidimensionales representados en estampas, lienzos, murales,
vitrales, pinturas y vitelas.

Los católicos ortodoxos nunca admitieron en sus enseñanzas la


existencia de un purgatorio, la que sí fue una doctrina católica
occidental hasta hace unos pocos años, cuando la abandonaron.

Por el lado del protestantismo, que es el tercer gran grupo de


iglesias y de feligreses que conforman el cristianismo, encontramos
miles y hasta millones de grupos dispersos por todo el mundo.
Algunos de ellos se denominan con algún nombre, generalmente
tomado de la Biblia y logran hacer organizaciones a nivel local,
regional continental y mundial.
Podemos destacar en este contexto las iglesias bautistas, las
iglesias pentecostales, las presbiterianas, las luteranas, la iglesia
anglicana cuya base está en Inglaterra y se encuentra extendida en
algunos países de la tierra, poseyendo alrededor de 100 millones de
adeptos.

Una característica común de todas estas llamadas iglesias que


conforman el cristianismo es que han sido fundadas por algún líder y
hoy no pueden subsistir si no tienen un líder que las gobierne. Ese
líder o esos líderes reciben diferentes nombres dependiendo de la
línea que siguen. Así por el lado del catolicismo romano encontramos
una jerarquización bien determinada y en ella se tiene como cabeza
al papa, que se declara a sí mismo ser el sucesor o representante
(vicario) de Cristo en la tierra.

Detrás del papa en esa estricta jerarquización encontramos los


llamados cardenales, conocidos como los príncipes de la iglesia, que
se constituyen como un cuerpo colegiado para elegir el papa, cuando
su puesto queda vacante, bien sea porque el papa ha muerto o
porque el existente ha renunciado al papado, como ocurrió en la era
contemporánea con el llamado Benedicto XVI.

En el catolicismo romano siguen en orden jerárquico los


arzobispos que tienen a su cargo los gobiernos regionales, los obispos
que son los jerarcas de ciudades y finalmente los curas que son los
amos de las parroquias asentadas en barrios, y pueblos de pocos
habitantes. Después de ellos, finalmente encontramos los feligreses,
que en este caso son más de mil docientos millones.

El papa es elegido en una reunión supersecreta que denominan


Cónclave y afirman una enorme mentira al decir que en esa reunión
es el Espíritu Santo quien decide quién ha de ser el nuevo papa.

Por el lado de la iglesia ortodoxa, ellos afirman que la cabeza de


la iglesia es Jesucristo, sin embargo, nombran unos líderes que se
convierten en cabezas de la iglesia a quienes llaman Patriarcas,
siendo el más sobresaliente el patriarca de Constantinopla y al que
denominan primus inter paren, que en realidad viene a ser una
cabeza universal de la iglesia ortodoxa, una imitación del papa.

Después de los patriarcas la iglesia ortodoxa cuenta con


arzobispos, obispos y sacerdotes y finalmente, como en todo sistema
jerárquico religioso, están los feligreses, es decir, el pueblo.

En la orilla del protestantismo encontramos un sin número de


pequeñas iglesias organizadas a nivel de barrio, de ciudad, de región,
de continente y algunas a nivel mundial. Todas afirman seguir al
Señor, hacer la voluntad de Él, ser fundadas por el Señor Jesucristo,
pero siguen estrictamente los lineamientos, órdenes y doctrinas
dictadas por el líder o por los líderes, cuando éstos tienen carácter
nacional o mundial.

Un aspecto muy destacado en las iglesias de los hombres es que


tienen un líder, a quien ciegamente siguen los feligreses, y a quien
consideran que es la autoridad delegada por Dios, y que es el Señor
quien lo ha ungido y lo ha puesto para que realice Su labor. Toda esta
situación, aparentemente, tiene una base bíblica, pero
demostraremos más adelante que esa base no existe.

2. Doctrina.
Todas y cada una de las iglesias creadas por los hombres tienen
una doctrina que las caracteriza, que las hace diferentes de las
demás y que se convierte en la columna vertebral de su existencia.
La(s) doctrina(s) es(son) la base de su vivir, la razón de su existencia
y los feligreses están en la obligación de observarla(s), obedecerla(s)
y cumplirla(s).

Son tantas las doctrinas y enseñanzas que tiene cada grupo, que
comentarlas implicaría hacer cientos de volúmenes, y no tenemos el
propósito de cansar al lector llenándolo de datos.
Nos limitaremos a afirmar que cada organización cristiana tiene
sus doctrinas particulares y ellas son el centro de su actividad
religiosa, su elemento identificador y su caracterización particular.

3. Sede
La tercera característica de las iglesias fundadas y sustentadas
por los hombres es la existencia de una sede, una edificación de la
que afirman que es la iglesia. Comentar sobre este aspecto no creo
que sea necesario, porque todos los lectores ven a diario las sedes de
distintas iglesias. Algunos son edificios ostentosos, verdaderas obras
de arte, mientras que otras son inmuebles sencillos, caracterizados
generalmente por tener una plataforma donde se ubica el líder y una
serie de asientos (sillas o bancas) para que los feligreses puedan
asistir a los actos religiosos con alguna comodidad.

La sede es una condición sine quanon para la existencia de la


iglesia. Los feligreses están convencidos, consciente o
inconscientemente, de que ese lugar es sagrado, que allí se
encuentran semanalmente con el Señor y que es el único lugar donde
se puede orar, alabar y adorar a Dios.

La mayor lucha de las iglesias cristianas es por obtener una sede,


y afirman cuando construyen una casa o cualquier inmueble como
sede, que han edificado la iglesia. En el proceso de construcción
dicen que están edificando la iglesia.

La sede de las iglesias cristianas se convierte en una mazmorra


porque los líderes enseñan a los feligreses y estos lo toman como
dogma de fe, que la sede es el único lugar donde pueden encontrarse
con Dios, donde pueden adorar y alabar al Señor y es el único sitio
donde pueden escuchar “el hablar del Señor”. Para los
correligionarios, estar fuera de la sede o no asistir regularmente a
ella en los días y horas programados para las reuniones, es estar fuera
de la iglesia.
4. Prácticas
Cada uno de los grupos cristianos, llamados iglesias, tiene unas
prácticas particulares que lo identifican, que lo distinguen de otros
grupos, basados en las prácticas que realizan en sus actividades de
culto.

Las más sobresalientes tienen que ver con la oración, la alabanza,


la adoración, las predicaciones, los bautismos, los matrimonios, las
relaciones entre hombres y mujeres, etc.

En el caso de la oración, existen grupos donde toda la feligresía


ora al tiempo y forman una enorme algarabía, mientras que, en
otros, la oración la realiza solamente el líder y los asistentes son
testigos mudos, otros oran de uno en uno y lo hacen en orden.

En cuanto a la alabanza, algunos grupos consideran que alabar es


cantar con mucha alegría, con entusiasmo desbordante, a veces con
danza y con otras manifestaciones que expresan alegría, mientras
que consideran que la adoración consiste en estar más callado, más
sobrio, reconociendo la grandeza de Dios y la miseria del hombre,
algunas veces hay compunción, lágrimas, alaridos de
arrepentimiento, confesión de pecados y otras prácticas.

Por el lado de la predicación, generalmente es el líder quien


habla “la palabra de Dios”, que sí es palabra, pero no es de Dios,
impartiendo una enseñanza a los feligreses, enseñanza que
equivocadamente consideran, es dada por Dios a través del líder y
que además traza la línea de conducta que el afiliado al grupo debe
seguir sin discusión, porque si fue Dios quien habló a través del líder,
no hay ni discusión ni posibilidad de controvertir.

En resumen, se llega a la conclusión de que en todos los grupos


cristianos se considera que lo que dice el papa —en los grupos no
católicos el pastor o como quiera que se llame el líder— es dogma de
fe, y es necesario obedecerlo, sin importar ningún argumento o
choque, que la enseñanza pueda tener con la conciencia del feligrés,
con la Biblia, ni con la revelación que da el Espíritu Santo.
5. Días y horarios de reuniones.
Las iglesias de los hombres programan unos días específicos y unas
horas determinadas en que han de reunirse y fuera de esos días y
horas no hay posibilidad de que los feligreses se encuentren con Dios.
Esta ordenanza de horarios y días manifiesta la más aberrante
tiranía, porque convierte a los correligionarios en esclavos de días y
horas determinados, y fuera de ellos no hay ninguna posibilidad de
encontrarse con el Señor; solamente en esos horarios.
Son tantas las peculiaridades que caracterizan a las iglesias de los
hombres, pero consideramos que estas cinco que hemos referido de
manera por demás breve, sean suficientes para que el lector pueda
captar cuál es su situación con respecto a la iglesia en que se reúne y
en la que considera que está sirviendo y agradando al Dios, a quien
con seguridad ama y por quien es amado.

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