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Así como el siete fue el día indicado para la compleción de la obra de Dios, así el
8, como día octavo, está por encima de este término perfecto, y es, al mismo
tiempo, el primero de un nuevo ciclo. De manera que representa al mismo tiempo
dos números en uno: el octavo y el primero.
Tal como hemos visto la conexión existente entre el seis y el siete, tenemos que
resaltar ahora la maravillosa relación entre el siete y el ocho cuando ambos
números están unidos. Siete, de acuerdo a su tipología, significa aquello que es
espiritualmente completo y satisfactorio, en tanto que ocho denota lo que es
superabundante hasta la saciedad. Y es con tales distinciones que encontramos
estos números asociados. Notemos que los pactos con Abraham fueron
ocho: siete antes de que Isaac fuera ofrecido en sacrificio, y el octavo después de
que en sentido figurado lo recibiera de entre los muertos (He. 11.19). Ellos son:
- La simiente (12.7);
- Seguridad (13.14-17);
- La tierra (15.13-21);
- La gracia (17.1.22);
- Imperfección (18.9-15);
- Promesa (21.12);
- Bendición (22.15-18).
David como tipo de Cristo el Rey, quien vino justo y salvador (Zac. 9.9), a terminar
la Obra del Padre (Jn. 4.34), estando este primer ministerio signado por el número
7. Y el octavo, al resucitar y regresar en su segunda venida como Rey de reyes y
Señor de señores. Habiéndonos referido al 8 como símbolo de resurrección y
nueva creación, es oportuno acotar que este número se menciona ocho veces en
el Nuevo Pacto, bien para referirse al octavo o al primer día de la semana.
• Todo varón debía ser circuncidado en el octavo día (Gn. 17.14). Esto
marcaba su nuevo comienzo bajo el Pacto de Dios.
• La Iglesia debe reunirse cada octavo día para partir pan (Hch. 20.7; 1Co.
11.20).
Pudimos observar la significativa gematría del Nombre (888). Ahora bien, este
número es el más prodigioso número jamás registrado en el Texto Sagrado, pues
sus factores numéricos 3 x 8 x 37 = 888 explican cuán sublime es el Nombre que
nos ha sido dado para que en Él podamos ser salvos: El Nombre que es sobre
todo nombre. El tres como número de perfección divina, el ocho como símbolo
de resurrección, vida y nueva creación, y las admirables cualidades del 37 como
expresión del Logos de Dios.
Jesús se califica a sí mismo como el Hijo del Hombre (υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου), título
que ocurre 88 veces, y su gematría es 2.960 = 8 x 5 x 74. Él también dijo: Yo soy
la Verdad (ἀλήθεια) cuya gematría es 64 = 8 x 8. Así pues tenemos en este
número un diseño y un designio que en sí mismo testifica de la verdad que
Jesucristo es la Resurrección y la Vida y El Hijo de Dios. ¿No es sorprendente
también que en el último libro de la Biblia, llamado La Revelación de Jesucristo el
número de sus palabras de vocabulario sea exactamente 888?