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Herencia de los pioneros adventistas

Completar un mínimo de 9 semanas de una academia o semestre universitario en


un curso de Historia Adventista O completar los requisitos siguientes.

1. Orígenes:

a. Leer, ver o investigar los orígenes y el desarrollo del movimiento millerita y


su papel en el comienzo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Cómo Todo
Comenzó 6 videos del comienzo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

b. Explicar el Gran Chasco basado en la profecía de Daniel 8.

Entre los años 1840-1844 surgió en los Estados Unidos un movimiento


multidenominacional llamado millerita. Ese grupo basaba sus ideas en diferentes
interpretaciones proféticas que resultó en el surgimiento de diversos grupos de
seguidores llamados adventistas. El mayor de los grupos se volvió conocido
como Adventistas del Séptimo Día.

De hecho, los milleritas se consideran una continuación del despertar


internacional con énfasis en la segunda venida de Cristo y en la proclamación de
la proximidad del advenimiento que se desarrolló casi simultáneamente en
muchos países a principios del siglo 19.

Los milleritas, que eran conocidos como adventistas, fueron todos seguidores de
William Miller, granjero del estado de New York, en los estados Unidos, y
ministro licenciado de la Iglesia Bautista que se destacó por su énfasis en la
predicación del retorno de Jesucristo. Miller estudió detenidamente la Biblia por
más de quince años y a lo largo de ese período utilizó las Escrituras como su
propio intérprete.

Para 1840, decenas de predicadores por el mundo estaban proclamando el


regreso de Jesús sobre la base del estudio de la profecía de Daniel 8:14. Según
el investigador Le Roy Edwin Froom, había predicadores de diversas
denominaciones cristianas, blancos, negros, mujeres y hasta niños. Hubo una
niña campesina en Europa que atrajo cerca de tres a cuatro mil personas al
predicar el mensaje del regreso de Jesús.
En los Estados Unidos, la predicación y los escritos de William Miller
despertaron la pasión de miles de personas. El mensaje de Miller y sus
asociados defendía la siguiente idea: “Así como el primer advenimiento de
Jesucristo fue predicho en Daniel 9, su segundo advenimiento es identificado en
Daniel 8:14 que afirma: ‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
santuario será purificado’ (Daniel 8:14). Ya que la tierra debe ser el ‘santuario’ a
ser ‘purificado’, eso va a acontecer por medio del fuego cuando Jesús vuelva.
Comenzando en 457 a.C., la profecía de los 2300 días/años de Daniel 8:14
culminará alrededor de 1843-1844. Jesús vendrá otra vez cerca de ese tiempo.
Por lo tanto, ¡prepárese para encontrarlo! Su venida será un evento literal y
visible que precederá al milenio”. Esa era la esencia del mensaje millerita.

Después de años de estudios y expectativas cronológicas, uno de sus


ayudantes, Samuel Snow, escribió un librito donde identificaba la fecha del 22 de
octubre de 1844 como el día establecido para el cumplimiento de la profecía. De
acuerdo con la conclusión de los milleritas, aquel era el día en que la tierra sería
purificada por el retorno de Jesús. Así, decenas de millares aguardaron con
paciencia y fervor hasta la llegada del día identificado en la profecía. Entonces
ellos esperaron el día entero hasta la medianoche, pero Jesús no vino,
dejándolos profundamente decepcionados. De esa manera fueron forzados a
admitir la existencia de algún error en la interpretación de la profecía del profeta
Daniel.
Un grupo pequeño de los decepcionados volvió a estudiar las escrituras con más
intensidad a fin de buscar comprender el evento profético. No demoró mucho
para concluir que, aunque la fecha de 22 de octubre de 1844 fuera correcta, el
evento estaba errado. Esos creyentes entendieron que el santuario a ser
purificado no estaba en la tierra sino en el cielo. Jesús había entrado al lugar
santísimo del santuario celestial para iniciar su obra de juicio. Como Ellen G.
White declaró más tarde: “El asunto del santuario fue la clave que aclaró el
misterio del chasco de 1844”.
Al explicar ese momento, el teólogo Ángel Manuel Rodríguez destaca: “habiendo
completado en la tierra la obra para la cual viniera (Juan 17:4, 5; 19:30), Cristo
‘fue llevado a las alturas’ (Hechos 1:9, NVI) para ‘salvar perpetuamente a los que
por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos’ (Hebreos
7:25), hasta que en su segunda venida Él aparecerá ‘ya no para cargar con
pecado alguno, sino para traer salvación a quienes lo esperan’ (Hebreos 9:28,
NVI).

“Entre esos dos polos, la cruz y el glorioso retorno del Señor, Cristo actúa como
sacerdote real ‘de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el
hombre’ (Hebreos 8:2), abogado (1 Juan 2:1) e intercesor de aquellos que creen
en Él (Romanos 8:34). Como nuestro sumo sacerdote, Cristo ministra los
beneficios de su sacrificio a aquellos que van a Él, un ministerio tan esencial
para nuestra salvación como su muerte sustitutiva”.
De esa manera el gran chasco del 22 de octubre de 1844 se convirtió en un
mensaje poderoso. Es verdad que Jesús no vino como los milleritas pensaban.
Pero, un pequeño grupo de creyentes decepcionados descubrió nueva luz bíblica:
la verdad de que Cristo entró en la fase final de su ministerio sumo-sacerdotal en
el santuario celestial, después del cual Él volverá finalmente para redimir a su
pueblo.

A partir de la comprensión de esta verdad se identifica el nacimiento de la


Iglesia Adventista del Séptimo Día, con su fe firmemente anclada en el pronto
regreso de Jesús y en todos sus principios registrados en su Palabra. Por lo
tanto, el día 22 de octubre de 1844 es, de hecho, un marco de capital
importancia para el nacimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Al ser así, proféticamente hablando, el año 1844 no puede ser minimizado u


olvidado. El consejo de Ellen White es oportuno: “Al recapacitar en nuestra
historia pasada, habiendo recorrido cada paso de su progreso hasta nuestra
situación actual, puedo decir: ¡Alabemos a Dios! Mientras contemplo lo que Dios
ha hecho, me siento llena de asombro y confianza en Cristo como nuestro líder.
No tenemos nada que temer por el futuro, excepto que olvidemos la manera en
que el Señor nos ha conducido”.

c. Compartir sus hallazgos con un grupo

2. Identificar y explicar la importancia de por lo menos 15 de los siguientes


individuos.

a. Marta D. Byington de Amadon (1843-1937): fue la hija mayor de Juan


Byington. Ella fue la primera maestra para la primera escuela organizada para
los hijos de los adventistas. Se casó con Jorge Amadon en 1860. Fue la
primera presidenta de la Sociedad de Dorcas (hoy conocido como Servicios
Comunitarios Adventistas) en octubre de 1874.

b. Guillermo Anderson (1870-1950) fue un misionero pionero hacia el continente


de África desde 1895 hasta 1944. «Enrique», como era conocido
cariñosamente por sus amigos, se graduó en 1895 del Colegio de Battle
Creek (hoy conocido como la Universidad de Andrews), donde fue convertido.
El libro de Anderson, En el camino de Livingston(1919), hizo mucho para
estimular el interés en la misiones africanas donde él sirvió por 50 años.

c. Juan N. Andrews: fue el primer misionero oficial de la Iglesia Adventista del


Séptimo Día que salió de Norteamérica. Él y sus hijos, Carlos y María,
navegaron en el 15 de septiembre de 1874 a Suiza. Su esposa murió el 18 de
marzo de 1872. Como teólogo, Andrews contribuyó significativamente al
desarrollo de varias doctrinas de la denominación de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día. Escribió extensamente sobre el séptimo día sábado.

d. José Bates: un capitán de barco y reformista, fue uno de los fundadores de la


Iglesia ASD. Bates experimentó el Gran Chasco de 1844 sin perder la fe.
Escribió sobre el séptimo día sábado y el mensaje del tercer ángel. Tuvo un
papel importante en las «conferencias sabatistas». Él era evangelista, líder y
un ejemplo de una vida saludable.

e. Juan Byington: fue un ministro pionero y el primer presidente de la


Asociación General de la denominación de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día. Él fue activo en el movimiento antiesclavista y mantuvo una estación en
el Ferrocarril Subterráneo en Buck’s Bridge, Nueva York, donde él vivía en un
rancho.

f. Miguel Belina Czechowski: era un ex-sacerdote católico. Él se juntó con la


iglesia adventista en 1857 y en 1864 se hizo en un misionero autónomo en
Italia y Suiza, y estableció la primera iglesia adventista en Europa.

g. Arturo G. Daniells: era un ministro, administrador y autor. A la edad de 10 se


convirtió a la fe adventista del séptimo día y en 1875 entró al Colegio de
Battle Creek. Comenzó su ministerio en 1878 en el estado de Texas. En 1886
fue llamado como misionero pionero a Nueva Zelanda. Fue presidente de la
Asociación de Nueva Zelanda (1889-1891) y de la Asociación de Australia
(1892-1895). Trabajó en colaboración con Elena de White en Australia y se
desempeñó como presidente de la Asociación Central de Australia y más
tarde como presidente de la Unión de Australia. Él asumió la presidencia de
la Asociación General en 1901 en un período difícil en la historia de la iglesia,
y ayudó a mover la sede de la denominación a Washington, D. C. Durante su
tiempo en la oficina, la iglesia creció mucho por todo el mundo. Él renunció a
la presidencia de la Asociación General en 1922. Fue el autor de cuatro
libros, dos de los cuales destacan como clásicos: «Cristo justicia nuestra» y
«El permanente don de profecía».

h. Hiram Edson: era un laico, más tarde ordenado, de Port Gibson, Nueva York.
Él fue el pionero responsable por presentar, entre los que se convirtieron en
Adventistas del Séptimo Día, un entendimiento más profundo del santuario y
su limpieza. Edson no solamente era un estudiante bíblico pensativo y un
ayudante evangelístico sincero, sino también un contribuyente abnegado,
poniendo sus posesiones en el edificio de la iglesia que él amaba. Hay una
granja de Edson en la parte norte de Nueva York.

i. Enrique Fenner: Harry Fenner y Lutero Warren fueron dos jóvenes que sin
saberlo realizaron sentaron las bases del ministerio juvenil adventista. Su
idea de hacer las reuniones y el evangelismo para la juventud dio poco a poco
grandes resultados que han sido de grandes bendiciones para todos. La
primera reunión de jóvenes organizada fue en 1879 cuando Harry Fenner
(edad 16) y Lutero Warren (edad 14) organizaron reuniones en Hazelton,
Michigan, para promocionar obra misionera, recaudar fondos para literatura
misionera y para fomentar la causa de temperancia.

j. Eduardo Francisco Forga: nació en Arequipa, en marzo de 1871. Cursó estudios en. Suiza
y Alemania, donde recibió el título de Ingeniero de Minas, para luego volver a su ciudad natal en
el año 1896, encontrando un entorno religioso obscuro y lleno de hipocresía y maldad. Por lo
que inicio con traducciones de panfletos sobre temperancia, hidroterapia y salud para
distribuirlos a quienes estuvieran interesados. Casi 100 mil panfletos fueron distribuidos y por su
influencia el gobierno peruano organizo el congreso antialcohólico en 1903. A su vez abogo por
la promulgación de una ley de libertad religiosa, también vigoroso promotor de la reforma pro-
salud.

k. Alonzo Trévier «A.T.» Jones/ Ellet José «E.J.» Waggoner: fue un ministro,
editor y autor. A la edad de 20 años se alistó en el ejército y durante tres
años sirvió a su país. Le encantaba leer grandes obras históricas,
publicaciones adventistas del séptimo día y la Biblia. Después de ser dado de
alta del ejército en 1873, fue bautizado y comenzó a predicar en la costa
oeste para la iglesia. En mayo de 1885 se convirtió en editor asistente de la
revista Signs of the Times (Señales de los tiempos), y unos meses más tarde
él y E. J. Waggoner se volvieron en editores. Ocupó esta posición hasta 1889.
Desde 1897 hasta 1901, fue jefe de redacción de la Review and Herald. Él fue
reconocido como el orador de la denominación más destacado de la libertad
religiosa. Su asociación con el Dr. J. H. Kellogg en 1903, quien estaba
buscando activamente para separar el Sanatorio de Battle Creek desde el
control de la denominación, dio lugar a la separación del empleo de la
denominación y, por último, la pérdida de la membresía de la iglesia.

Ellet J. Waggonner (1855-1916) fue un editor, ministro y médico. Asistió al


Colegio de Battle Creek en los primeros años de la institución y obtuvo un
título en medicina de la universidad médica de Bellevue, Nueva York. Él
formó parte del personal del Sanatorio de Battle Creek durante unos años.
Más tarde abandonó la práctica de la medicina y entró en el ministerio. En
1884, trabajó en el Pacific Press como editor asistente de Signs of the
Times. Dos años más tarde (1886), él y A. T. Jones se convirtieron en los
editores. Waggoner mantuvo este puesto hasta mayo de 1891. Se convirtió en
editor de la Verdad Presente en Inglaterra en 1892, y en 1902 fue elegido
como el primer presidente de la Asociación del Sur de Inglaterra. Volvió a los
Estados Unidos en el verano de 1902 y sirvió brevemente en el personal del
Colegio Misionero Emanuel.

En 1888, Waggoner y A.T. Jones dieron una memorable serie de sermones


sobre la justificación por la fe que agitó la sesión de la Asociación General en
Minneapolis, y durante varios años después fueron enviados por la Comisión
de la Asociación General a predicar sobre el tema de costa a costa en
reuniones de campamentos y otras grandes reuniones. Elena de White les
acompañó a muchos de estos lugares hasta que se fue a Australia en
diciembre de 1891.

l. Charles M. Kenney: Como joven, Charles Kinney trabajó para llegar a Reno,
Nevada. Después de asistir a reuniones evangelísticas conducidas en ese
lugar por el anciano J. N. Loughborough, Kinney aceptó la fe adventista. Más
tarde asistió a la Universidad de Healdsburg, en California y entonces se
convirtió en colportor en Kansas. En 1889, Kinney empezó a trabajar en
Louisville, Kentucky. El mismo año en que fue ordenado al ministerio,
aparentemente siendo el primer Adventista del Séptimo Día de color en ser
ordenado. El Anciano Kinney se retiró en 1911.

m. Jorge King: era un pionero que desarrolló la idea de ventas por subscripción a
libros adventistas. Un nativo de Canadá, vino a los Estados Unidos cuando
era un hombre joven y aceptó las creencias adventistas y deseaba ser un
predicador. Como él tenía un trastorno del habla, fue animado a tratar de
vender tratados, revistas y libros adventistas. Por toda su vida era un
reclutador entusiasta e instructor para otros colportores.

n. Urías Smith: fue un editor y autor que dio 50 años de servicio a la causa
adventista del séptimo día. A los 13 años, su pierna izquierda fue amputada
por encima de la rodilla debido a una infección. En 1863, él patentó un
modelo mejorado de la pierna artificial con articulaciones en la rodilla y el
tobillo totalmente flexibles. Se convirtió en un adventista que guardaba el día
de reposo en 1852. Escribió poemas y artículos que se imprimieron en la
Review and Herald, y en 1853 se unió a su hermana, Ana, como trabajador en
la oficina de la Advent Review y Sabbath Herald en Rochester, Nueva York .
Fue uno de los escritores más fluios para la denominación joven. Su pluma
podría ser incisiva. Él es mejor conocido por el libro de Daniel y Apocalipsis.
En 1874, patentó un pupitre con un asiento plegable mejorado. Las últimas
palabras que escribió, en 1903, a la Asociación General personificaron su
propósito de toda la vida: «Estoy con usted en el esfuerzo para enviar en esta
generación este evangelio del reino, para testimonio a todas las naciones. Y
cuando esto se haya cumplido, será la señal para la coronación de nuestro
Rey venidero.»

o. Lutero Warren (1864-1940) fue un líder de la juventud y evangelista. A la edad


de 14 años, en 1879, con su amigo Enrique Fenner, organizaron en Hazelton,
Michigan una de las primeras sociedades de jóvenes adventistas del séptimo
día. Su educación formal era limitada, pero él era un lector insaciable, con un
gran interés en el desarrollo de las escuelas de la iglesia. Comenzó su
carrera evangelística en 1888 como un maestro de tiendas de campaña en
Michigan, una carrera que lo llevó a muchos centros en toda Norteamérica. Él
influyó poderosamente a miles de jóvenes en las escuelas e iglesias donde se
llevó a cabo reavivamientos. María Boucher ha escrito una biografía sobre
Warren bajo el título Lutero Warren (Review and Herald, 1959).

p. Jaime White: uno de los fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,
fue el quinto de nueve hermanos. Fue bautizado a los 15 años en la
denominación llamada Conexión Cristiana, a la que pertenecían sus padres.
Después de enseñar durante dos inviernos oyó del movimiento milerita y fue
persuadido para asistir a una reunión. Él estaba convencido de la importancia
de lo que había oído y de la brevedad del tiempo. Renunció a su escuela para
unirse en proclamar el mensaje del advenimiento. Él sufrió intensamente
durante la Gran Chasco de octubre de 1844, pero se aferró de la confianza a
la Palabra de Dios. Se casó con Elena Gould Harmon el 30 de agosto de 1846
y, poco después, los dos de ellos comenzaron a guardar el séptimo día
sábado. Escribió aliento a los creyentes y trabajó para difundir el evangelio
del pronto regreso de Cristo hasta su muerte en 1881.

Elena G. de White, (1827-1915) fue co-fundadora de la Iglesia Adventista del


Séptimo Día, junto con Jaime White y José Bates. Fue una escritora,
conferenciante y consejera para la iglesia, que poseía lo que los adventistas
han aceptado como el don profético que se describe en la Biblia; también
conocido como el Espíritu de Profecía. En su adolescencia, Elena y su familia
eran metodistas fieles en Portland, Maine, y aceptaron la opinión de
Guillermo Miller en el segundo advenimiento de Cristo hacia el año 1843,
después de escuchar su conferencia en marzo de 1840. Fue bautizada en la
Iglesia Metodista el 26 de junio de 1842. En septiembre de 1843, a causa de
sus opiniones adventistas, ella y sus padres y otros miembros de la familia
fueron desfraternizados de la Iglesia Metodista. Esperando el regreso de
Cristo el 22 de octubre de 1844, ella y su familia experimentaron el Gran
Chasco de los mileritas. A la edad de 17 años, en diciembre de 1844, Elena
Harmon se unió a otras cuatro mujeres en el culto familiar y, durante la
oración, experimentó su primera visión, en la que ella fue testigo de una
representación de los viajes de las personas adventistas a la Ciudad de Dios.
Fue una de las muchas visiones que recibió durante su ministerio. Elena de
White murió el 16 de julio de 1915, a la avanzada edad de 87 años.

3. Explorar y resumir la importancia de cada uno de las siguientes fechas de


eventos en la historia adventista:

a. El Gran Chasco (22 de octubre de 1844) El día de la Gran Chasco fue cuando
Cristo no vino de la manera como los que esperaban Su venida habían
calculado y esperado con mucha oración.

En los Estados Unidos, la predicación y los escritos de William Miller


despertaron la pasión de miles de personas. El mensaje de Miller y sus
asociados defendía la siguiente idea: “Así como el primer advenimiento de
Jesucristo fue predicho en Daniel 9, su segundo advenimiento es identificado en
Daniel 8:14 que afirma: ‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
santuario será purificado’ (Daniel 8:14). Ya que la tierra debe ser el ‘santuario’ a
ser ‘purificado’, eso va a acontecer por medio del fuego cuando Jesús vuelva.
Comenzando en 457 a.C., la profecía de los 2300 días/años de Daniel 8:14
culminará alrededor de 1843-1844. Jesús vendrá otra vez cerca de ese tiempo.
Por lo tanto, ¡prepárese para encontrarlo! SuSu venida será un evento literal y
visible que precederá al milenio”. Esa era la esencia del mensaje millerita.

Después de años de estudios y expectativas cronológicas, uno de sus


ayudantes, Samuel Snow2, escribió un librito donde identificaba la fecha del 22
de octubre de 1844 como el día establecido para el cumplimiento de la profecía.
De acuerdo con la conclusión de los milleritas, aquel era el día en que la tierra
sería purificada por el retorno de Jesús. Así, decenas de millares aguardaron con
paciencia y fervor hasta la llegada del día identificado en la profecía. Entonces
ellos esperaron el día entero hasta la medianoche, pero Jesús no vino,
dejándolos profundamente decepcionados. De esa manera fueron forzados a
admitir la existencia de algún error en la interpretación de la profecía del profeta
Daniel.

Un grupo pequeño de los decepcionados volvió a estudiar las escrituras con más
intensidad a fin de buscar comprender el evento profético. No demoró mucho
para concluir que, aunque la fecha de 22 de octubre de 1844 fuera correcta, el
evento estaba errado. Esos creyentes entendieron que el santuario a ser
purificado no estaba en la tierra sino en el cielo. Jesús había entrado al lugar
santísimo del santuario celestial para iniciar su obra de juicio. Como Ellen G.
White declaró más tarde: “El asunto del santuario fue la clave que aclaró el
misterio del chasco de 1844”

De esa manera el gran chasco del 22 de octubre de 1844 se convirtió en un


mensaje poderoso. Es verdad que Jesús no vino como los milleritas pensaban.
Pero, un pequeño grupo de creyentes decepcionados descubrió nueva luz bíblica:
la verdad de que Cristo entró en la fase final de su ministerio sumo-sacerdotal en
el santuario celestial, después del cual Él volverá finalmente para redimir a su
pueblo.

A partir de la comprensión de esta verdad se identifica el nacimiento de la


Iglesia Adventista del Séptimo Día, con su fe firmemente anclada en el pronto
regreso de Jesús y en todos sus principios registrados en su Palabra. Por lo
tanto, el día 22 de octubre de 1844 es, de hecho, un marco de capital
importancia para el nacimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Al ser así, proféticamente hablando, el año 1844 no puede ser minimizado u


olvidado. El consejo de Ellen White es oportuno: “Al recapacitar en nuestra
historia pasada, habiendo recorrido cada paso de su progreso hasta nuestra
situación actual, puedo decir: ¡Alabemos a Dios! Mientras contemplo lo que Dios
ha hecho, me siento llena de asombro y confianza en Cristo como nuestro líder.
No tenemos nada que temer por el futuro, excepto que olvidemos la manera en
que el Señor nos ha conducido”.

b. La Iglesia Adventista constituida (21 de mayo de 1863)

El 20 de mayo de 1863, 20 delegados de todo Estados Unidos se reunieron en


Battle Creek, Michigan, para organizar la Iglesia. Tenían una visión compartida y
el compromiso de predicar el Mensaje de los Tres Ángeles, y reconocieron la
necesidad de organizarse para impulsar la misión.

El 21 de mayo de 1863, una junta selecta compuesta por ocho delegados elaboró
una constitución que esbozaba la estructura de lo que se convertiría en la
Asociación General (AG) de los Adventistas del Séptimo Día.

Cuatro delegados de la Asociación de Nueva York, uno de Minnesota, once


delegados procedentes de Míchigan, dos delegados de Ohio, uno de Wisconsin y
dos de Iowa, reunidos para crear el esquema estructural de la Iglesia Adventista
del Séptimo Día. Esta primera sesión hizo historia porque en ella se elaboró la
Constitución de la iglesia, se creó la estructura de liderazgo; el pastor y
abolicionista John Byington fue elegido como primer presidente de la Asociación
General (AG); el autor y educador Uriah Smith fue elegido como el primer
secretario de la AG y Eli S. Walker fue elegido como primer tesorero.

El desarrollo de la Asociación General en 1863 fue el primer paso en la creación


de lo que llegaría a ser una iglesia mundial. Fue el comienzo de las estructuras
con las que contamos hoy para llevar a cabo las operaciones diarias de la
iglesia. Los humildes orígenes de la Sesión de la AG nos recuerdan los motivos
por lo que se formó nuestra denominación, De una creencia, a una iglesia, a un
movimiento, a una iglesia mundial. Al movernos hacia adelante, debemos
también mirar de vez en cuando hacia atrás y reconocer que la primera Sesión
de la AG fue fundamental en su formación y profunda en su colosal impacto.

c. La Reforma de Salud comienza – 1863

La Reforma Pro Salud es un verdadero estilo de vida, porque nos enseña a


cómo vivir sanos y ser felices. Nos libera del consumismo, de los vicios, de las
supersticiones y del fanatismo. Aprenderá los principios de salud y las normas
de vida sana basadas en la Ley Natural que Dios nuestro creador nos ha dado.

El Objetivo de la Reforma Pro-Salud: “Téngase siempre presente que el gran


objeto de la reforma higiénica es asegurar el más alto desarrollo posible de la
mente, el alma y el cuerpo. Todas las leyes de la naturaleza -que son las leyes de
Dios- han sido ideadas para nuestro bien. Su obediencia promoverá nuestra
felicidad en esta vida, y nos ayudará a prepararnos para la vida futura”

La ley natural que Dios nos ha dejado consta de ocho factores que ayudan a
mantener una vida saludable e incluso a curar muchas enfermedades.
Agua.
Descanso.
Ejercicio.
Luz del sol.
Aire.
Nutrición adecuada.
Temperancia.
Esperanza.

De las visiones dadas a Elena de White, una de las más recordadas fue la del 6
de junio de 1863, en Otsego, Michigan: la visión de la reforma pro salud.

Se le pidió a Elena de White que orase. Ella lo hizo, suplicando fervientemente a


Dios. Cuando oró en favor de Jaime, que estaba cerca, ella se movió a su lado,
colocó su mano sobre su hombro, y derramó su corazón ante el Señor. Luego su
voz cambió y se le oyó exclamar: “¡Gloria a Dios!” Martha Amadon, hija de John
Byington, el presidente recién electo de la Asociación General, comentó:

Muchos que han presenciado estas cosas a menudo han deseado que se diese
una descripción de la sierva de Dios cuando se halla bajo la influencia del
Espíritu Santo: la iluminación del semblante, los gestos delicados de las manos,
la dignidad que acompaña a cada movimiento, la entonación musical de la voz
que suena como a la distancia, y muchas, muchas otras cosas que a un testigo
presencial le dan confianza en su origen celestial... Ella estuvo en visión unos
cuarenta y cinco minutos.

A ella se le presentaron muchos asuntos en esta visión, pero la misma es


particularmente notable por lo que se le mostró con respecto a la salud: la
responsabilidad de todos de vivir en armonía con principios que prevendrían la
enfermedad y producirían buena salud.

Vi que ahora debiéramos cuidar en forma especial la salud que Dios nos ha dado,
porque todavía no hemos completado nuestro trabajo. Aún debiéramos dar
nuestro testimonio y ejercer influencia

Vi que debiéramos promover una actitud mental alegre, confiada y serena,


porque nuestra salud depende de que hagamos esto.

Vi que cuando les exigimos mucho a nuestras fuerzas, trabajamos en exceso y


nos cansamos demasiado, entonces nos resfriamos y en esas ocasiones
corremos el peligro de que la enfermedad asuma una forma peligrosa. No
debemos abandonar el cuidado de nosotros mismos para que Dios se encargue y
cuide de aquello que nos ha dejado para que nosotros vigilemos y cuidemos. No
es seguro ni agrada a Dios que violemos las leyes de la salud y luego le pidamos
que cuide nuestra salud y nos libre de enfermedad cuando estamos viviendo
directamente en contra de nuestras oraciones.

Vi que es un deber sagrado cuidar nuestra salud, y despertar a otros a su deber,


y sin embargo no asumir nosotros la carga del caso de ellos. Sin embargo,
tenemos el deber de hablar, de pronunciamos en contra de todo tipo de
intemperancia —intemperancia en el trabajo, en el comer, en el beber, y en el
uso de medicamentos— y luego de señalarles la gran medicina de Dios, el agua
pura y suave, para las enfermedades, para la salud, para la limpieza, y como un
artículo de lujo.

Luego hubo un llamado para que Jaime y Elena White emprendiesen un


ministerio activo en relación con los principios de salud. Lo que se le había
mostrado a Elena de White en visión en el hogar de los Hilliard era tan diferente
de los conceptos que se sustentaban comúnmente en la época, que ella enfrentó
con vacilación la orden dada en la visión de tomar la iniciativa para guiar a los
adventistas y a otros hacia un estilo de vida en armonía con las leyes de la
naturaleza. Al estar en la casa del Dr. H. S. Lay, él le insistió que le dijese qué se
le había mostrado. Elena explicó que mucho de lo que le fue presentado era tan
diferente de los puntos de vista aceptados corrientemente que temía que no
podría contarlo de modo que se lo pudiera entender. Protestó que no estaba
familiarizada con el lenguaje médico y que apenas sabía cómo presentarlo. En la
conversación que siguió, ella expuso en un lenguaje sencillo lo que más tarde
puso por escrito en el extenso capítulo titulado “Salud”, que ahora se encuentra
en Spiritual Gifts (Dones espirituales), tomo 4

d. Juan Nevins Andrews: Primer misionero – 1874

John Nevins Andrews, expresidente de la Iglesia Adventista mundial, en 1874 se


convirtió en el primer misionero oficial de la denominación. El viudo Andrews,
expresidente de la Iglesia Adventista, se embarcó con sus dos hijos a Europa
como el primer misionero oficial de la iglesia, y la denominación estableció su
primer periódico misionero, “Misión verdadera”. Ese año también se estableció
el Colegio Superior Battle Creek en Míchigan para preparar ministros para los
Estados Unidos y el extranjero.

Andrews hizo labor sólida en su servicio pionero en Europa Occidental. En


muchos aspectos, él estaba calificado para la obra de misión en el extranjero.
En otros, lo hubiera hecho mejor en su propia tierra. Sin embargo, Dios lo usó
para reunir a los grupos esparcidos de observadores del sábado en Inglaterra y
en el Continente, y para organizar la obra con sede en Basilea, Suiza.

e. Congreso de la Asociación General de 1888 (congreso de la justificación


por la fe)

Durante más de cien años, los adventistas hemos mirado al Congreso de la


Asociación General de 1888 como un hito histórico, un punto de inflexión de
nuestro desarrollo teológico. Es considerada la conferencia teológica más
importante de nuestra historia.

Cuando pensamos en Minneápolis 1888, surgen dos nombres: Alonzo


Jones y Elliot Waggoner. Ambos eran amigos y editores de la revista Signs of
the Times [Señales de los tiempos] en California. Jones tenía 38 años y había
servido en el ejército de los Estados Unidos; era un autodidacta. Waggoner, de
33, había tenido en cambio una educación clásica; estudió medicina y trabajó en
el Sanatorio de Battle Creek durante un tiempo. Su corazón, sin embargo, estaba
en el evangelismo, y por ello dejó la medicina y pasó a ser ministro.

En la reunión de obreros de una semana de duración que precedió al congreso,


un tema que dividió el grupo ministerial fue el conflicto con la ley, registrado en
Gálatas 3:24. La pregunta era: ¿qué ley es más importante: la moral o la
ceremonial? En 1886, O. Johnson había publicado un artículo en la Review and
Herald titulado «Las dos leyes», en el cual declaraba: «La ley de Gálatas es la
ley ceremonial». Pocos meses después, Waggoner publicó una serie de nueve
artículos en la revista Signs, en los cuales afirmaba que la ley de Gálatas es la
ley moral. Elena White, quien en ese entonces estaba en Basilea, Suiza, escribió
una carta de amonestación a los dos editores de California por publicar artículos
que revelaban al mundo que las dos publicaciones de la iglesia diferían en
ciertas enseñanzas. No tomó partido por uno u otro, sino que se mostró en
desacuerdo por la forma de proceder de ellos.

¿Quién tenía razón? Por supuesto, ambos estaban en lo cierto. Ambas leyes
llevan a Cristo. Ocho años después, en 1896, Elena White escribió: «El Espíritu
Santo está hablando especialmente de la ley moral en este texto [Gal. 3:24],
mediante el apóstol. La ley nos revela el pecado y nos hace sentir nuestra
necesidad de Cristo y de acudir a él en procura de perdón y paz». En 1888, sin
embargo, se rehusó a dar una respuesta, acaso porque tampoco la sabía.

Las reuniones comenzaron el miércoles 17 de octubre. Asistieron unos noventa


delegados en representación de 27 mil miembros. Se habló del progreso de los
nuevos campos misioneros, la distribución del trabajo, el evangelismo urbano, un
nuevo barco para el Pacífico Sur (Pitcairn), y muchos otros temas. Hoy en día,
sin embargo, todos los temas suelen ser dejados de lado y lo que aún
recordamos es que «el Señor en su gran misericordia envió un muy precioso
mensaje a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones […].
Presentaba la justificación por la fe en el Garante [Cristo]; invitaba al pueblo a
recibir la justicia de Cristo, que se manifestaba en la obediencia a todos los
mandamientos de Dios».

Se le pidió a Waggoner que presentara una serie de conferencias sobre


justificación por la fe. No sabemos exactamente qué dijo, porque recién a partir
de 1891 se comenzaron a registrar los temas bíblicos de los congresos de la
Asociación General, pero de acuerdo con lo que escribió antes y después de
Minneápolis, tenemos una idea de lo que enseñó.

Hasta 1888 se creía mayormente que la justicia aceptable a Dios podía ser
lograda (con la ayuda del Espíritu Santo, por supuesto) por la obediencia a los
mandamientos. En otras palabras, se veía a la santificación como la base de la
salvación.
La obra de Cristo en la justificación era vista mayormente en relación con los
pecados del pasado. Un artículo no firmado, en los primeros números de la
revista Signs, expresaba: «Como todos han violado la ley de Dios y no pueden
por sí mismos obedecer sus justos requerimientos, dependemos de Cristo, en
primer lugar para nuestra justificación de las ofensas del pasado y, en segundo,
para obedecer por gracia su santa ley en el futuro».

Pero entonces apareció Waggoner y dijo: (1) la obediencia del hombre jamás
puede satisfacer la ley divina; (2) la justicia imputada de Cristo por sí sola es la
base de la aceptación de Dios por nosotros; y (3) necesitamos estar cubiertos
constantemente por la justicia de Cristo, no solo por causa de nuestros pecados
pasados.

¿Qué reacción tuvieron los oyentes? Algunos aceptaron y apoyaron el mensaje


de Waggoner (E. White, W. White, S. Haskell, etc.) y otros lo rechazaron (U.
Smith, J. Morrison, L. Conradi, etc.), pero la mayoría se mostraba indecisa. No
sabían qué creer. Los que se oponían lo expresaron abiertamente. En cierto
momento Elena White se sintió tan desanimada que quiso irse de allí, pero el
ángel del Señor le dijo: «No lo hagas; Dios tiene una obra para ti en este lugar.
La gente está repitiendo la rebelión de Coré, Datán y Abiram».

Eventualmente, la mayoría de los que se oponían cambiaron de actitud y


aceptaron el mensaje de la justificación por la fe, aunque algunos dejaron la
iglesia.

Después del congreso Elena White se unió a Jones y Waggoner para comunicar
el mensaje de la justificación por la fe a las iglesias. Fueron a reuniones
netamente espirituales, a reuniones de obreros y a escuelas bíblicas, de una
costa a la otra de los Estados Unidos. En 1889 ella escribió: «Jamás he
presenciado semejante obra de reavivamiento, que al mismo tiempo esté libre de
cualquier excitación indebida».7 Después de Minneápolis se produjeron muchos
libros sobre el tema de la justificación por la fe, como por ejemplo El camino a
Cristo y El Deseado de todas las gentes.

Minneápolis 1888 fue un punto de inflexión en la historia de la Iglesia Adventista.


Gracias a Waggoner y Jones, y con el apoyo de Elena White, la iglesia fue
preservada de una comprensión incompleta del evangelio.

f. Reorganización de 1901 / Incendios de Battle Creek 1902

A.G. Daniels ayudó a liderar un cambios para crear uniones en 1901, lo que
permitió que muchas decisiones que afectaban principalmente a un campo local
las tomaran los líderes dentro del campo. Esto dejó las decisiones globales a la
Asociación General e incluso eventualmente condujo a un enfoque basado en
delegados para la toma de decisiones acerca de temas tales como las creencias
fundamentales que definen el adventismo.

Elena de White había advertido que era necesario que hubiera más personas
involucradas en el proceso de toma de decisiones y que tener todos los «brazos»
principales de la iglesia trabajando todos en una ciudad no era la «sal y la luz»
que Dios quería. El Sanatorio de Battle Creek (médico) se quemó el 18 de febrero
y la Review and Herald (publicación) se quemó el 30 de diciembre, ambos en el
mismo año: 1902.

Todos estos eventos ayudaron a descentralizar el poder y la influencia de la


administración de la obra adventista. Actualmente, hay más de 100
instalaciones médicas operadas por la Iglesia Adventista y más de 70 casas
editoriales en todo el mundo.

g. Gland, Suiza, 1907

La organización definitiva de un departamento de jóvenes mundial se llevó a


cabo en el Congreso de la Asociación General realizado en Gland, Suiza, a
inicios de la primavera de 1907. Allí se escogió a M. E. Kern como director y a
Matilda Eridcson como secretaria. En el verano del mismo año, cerca de
doscientos obreros se reunieron en Mount Vernon, Ohio (EUA), para una
asamblea de jóvenes, a fin de elegir un nombre para el departamento y para
preparar otras recomendaciones.

También se adoptaron el Calendario de la Devoción Matutina y el Club del libro


de los Misioneros Voluntarios (MV). El grupo votó observar el Día del MV en cada
iglesia, una vez por año. Finalmente, el nombre escogido fue “Departamento de
los Misioneros Voluntarios de los Jóvenes Adventistas del Séptimo Día”. A través
de los años, fue conocido como “Departamento MV”. La organización de los
jóvenes de la iglesia local fue llamada como “Sociedad MV” y las reuniones
públicas de los jóvenes se llamaron “Programas MV”.

La Primera Guerra Mundial atrasó, de cierta manera, el desarrollo del ministerio


con los jóvenes. Después de la guerra, sin embargo, los líderes de los jóvenes
adventista usaron historias, caminatas, juegos, artes plásticas, trabajos
manuales y campamentos, para alcanzar las necesidades de los jóvenes.

h. Documento de 27 Creencias Fundamentales adoptado en 1980

Casi diez años después de ese Gran Chasco, el pequeño remanente se había
convertido en casi 1,000 creyentes. Y aunque todavía no tenían un nombre
oficial, tenían un periódico oficial llamado La Revista Adventista y el Heraldo del
Sábado. En la primera página del número del 15 de agosto de 1854 de esa
publicación, se imprimió una breve declaración que enumeraba
cinco «Doctrinas principales enseñadas por la Revista». La lista incluía:

1. ‌»La Biblia, y solo la Biblia, la regla de fe y deber.‌‌»


2. «La Ley de Dios, como se enseña en el Antiguo y Nuevo Testamento, es
inmutable.‌‌»
3. «El advenimiento personal de Cristo y la resurrección de los justos, antes del
milenio.‌‌»
4. «La Tierra restauró a su perfección y gloria del Edén, la herencia final de los
santos.‌‌»
5. «La inmortalidad sólo por medio de Cristo, para ser entregada a los santos en
la resurrección.‌‌»

En 1863, el grupo se organizó oficialmente y eligió el nombre «Adventista del


Séptimo Día», reflejando dos creencias prominentes: La importancia del sábado,
el séptimo día y esperando la Segunda Venida de Jesucristo.

La primera declaración formal de creencias de la Iglesia se publicó en 1872,


titulada, ‌»Una Declaración de los Principios Fundamentales Enseñados y
Practicados por los Adventistas del Séptimo Día.‌‌» Enumeraba 25 puntos
extraídos del estudio de la Biblia y comienza con la declaración de que
‌“Deseamos que se entienda claramente que no tenemos artículos de fe, credo o
disciplina, aparte de la Biblia.” Explicando que era ‌»una breve declaración de lo
que es y ha sido, con gran unanimidad, sostenido por los [Adventistas del
Séptimo Día].‌‌»

Se volvió a publicar la declaración de los Principios Fundamentales, esta vez en


el primer número de la revista, The Signs of the Times, el 4 de junio de 1874.
Fue publicado nuevamente en 1875, y una vez más en 1889, con algunas notas a
pie de página añadidas.

La siguiente declaración de nuestras creencias llegó 42 años después. Algunos


de los puntos anteriores se combinaron, haciendo un total de 22, y se les cambió
el nombre, a ‌»Creencias Fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día.‌‌»
Estas fueron publicadas en el Anuario (Yearbook) de los Adventistas del Séptimo
Día, de 1931 y en el Manual de Iglesia de 1932.

A través de los años, se realizaron algunos cambios de estilo y revisiones


menores, además de algunas otras revisiones. Para 1980, las creencias
fundamentales incluían 27 puntos y fueron adoptadas en la Sesión de la
Asociación General de 1980 celebrada en Dallas, Texas.
Estas creencias fundamentales son dinámicas y, a medida que la Iglesia es
guiada por el Espíritu Santo hacia una comprensión más completa de la verdad
Bíblica, puede aumentar su lista de creencias. En el año 2005, sintiendo que se
necesitaba una nueva creencia fundamental, los delegados a la Sesión de la
Asociación General celebrada en San Luis, Misuri, ese año, votaron la
declaración, «Creciendo en Cristo», que se agregó a las Creencias
Fundamentales, llevando el total a 28. Si bien todavía tenemos 28 Creencias
Fundamentales, el formulario actual es el resultado de las revisiones de
redacción realizadas en la Sesión de la Asociación General de 2015, celebrada
en San Antonio, Texas.

i. Otra fecha significativa en la historia del adventismo de su División, Asociación


o región.

La historia de la Iglesia Adventista del Séptimo día en la ciudad de Monterrey se


remonta a los inicios de los años 20´s. Entre los fundadores encontramos los
nombres de la Sra. Cruz Reyes, iniciadora de la obra, un hombre de apellido
González y dos laicos de quienes se desconocen sus nombres. Estos hermanos
forman parte del grupo de creyentes que más tarde llegó a ser la primera iglesia
organizada en Monterrey.

Se tienen noticias de que por el año de 1904 llegó a Monterrey una colportora de
origen norteamericano, de quien se ignora nombre y procedencia, pero que
sembró muchas páginas con la semilla de la verdad.

Por el año de 1932 el grupo de creyentes se congregaba en la casa de la Sra.


María de la Luz Cantú de González, en la calle de Doblado con Tapia. Por ese
tiempo el obrero bíblico Simón Conde que asistía a junto con su esposa Carlota y
dos de sus hijas, fue ordenado al ministerio y posteriormente fue el pastor de
aquella iglesia.

La iglesia organizada en aquel entonces, estaba formada por unos 35 miembros


que se reunían en el amplio corredor de la casa de la familia González y
cantaban acompañados por un órgano de pedales tocado por la hermana
Consuelo González (después de Jiménez), quién recientemente había salido de
un convento donde era pianista.

La iglesia se congregó en este domicilio por espacio de cuatro años y después


se cambió al salón de un sindicato que se rentó por poco tiempo para este fin en
las calles de Isaac Garza con Zuazua. Después se trasladó a la calle de Carvajal
y De la Cueva, posteriormente a la calle de Platón con Treviño y finalmente a la
calle de Vallarta, donde permanece hasta el día de hoy.
4. Describir los orígenes, detalles de publicación y propósito de cada una de las
siguientes publicaciones adventistas:

a. Adventist Review and Sabbath Herald [Revista adventista y heraldo del


sábado]

En julio de 1849, Jaime White colocó algunas copias de “La Verdad Presente” en
un maletín prestado y caminó unos trece kilómetros hasta la oficina de correos
en Middletown, Connecticut, Estados Unidos. Estaba dando los primeros pasos
hacia lo que eventualmente se convertiría en un ministerio global de
publicaciones.

Semanas antes, el joven e insolvente pionero adventista había persuadido a un


editor local de que le imprimiera 1,000 copias del primer número de lo que hoy
conocemos como “Revista Adventista” (Adventist Review). J. White convenció al
editor de que empezarían a fluir donaciones de parte de adventistas
observadores del sábado procedentes del noreste de los Estados Unidos, para
cubrir los $64.50 dólares del costo de impresión. Y no se equivocaba.

“Cuando Dios está detrás de algo, lo que parece imposible es en realidad solo
una oportunidad para que el Espíritu Santo obre un milagro”, dijo Wilmar Hirle,
actual director asociado del Ministerio de Publicaciones de la iglesia mundial.

Esa revista llegó a ser lo que el historiador adventista George Knight identificó
como “probablemente el instrumento más eficaz tanto para reunir como para
unir al cuerpo de creyentes que llegarían a convertirse en los adventistas del
séptimo día de la década de los 1860”.

En la década de los 1840, había solamente unos cuantos centenares de


adventistas sabatarios, pero para 1863, esa cifra creció hasta 3,500, cuando se
estableció oficialmente la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Las primeras
revistas de la Iglesia Adventista no solamente estimularon la evangelización,
sino también proveyeron un sentido de comunidad espiritual entre los primeros
creyentes. Tiempo más tarde, las publicaciones abrieron oportunidades de
ministerio laico limitadas tradicionalmente a los pastores.

En 1844, cuando los milleritas esperaban erróneamente la Segunda Venida de


Cristo, los primeros creyentes ya habían distribuido para entonces la
“asombrosa” cantidad de 8 millones de piezas de literatura, afirmó W. Hirle. El
editor de Boston, Massachusetts, Joshua Himes, imprimió los tratados sobre el
sábado y las láminas y gráficas que ilustraban las profecías de Daniel y
Apocalipsis que acompañaban los sermones de Guillermo Miller predicados en
las pequeñas iglesias de la región noreste de los Estados Unidos.
Pero no fue sino hasta 1848, después de que a la pionera y profetisa de la
iglesia, Elena G. White, se le mostró en visión que su esposo, Jaime White, debía
lanzar una revista, que el ministerio adventista de publicaciones comenzó en
serio.

En esa visión, Elena G. White dijo que Dios le dio el mensaje a su esposo Jaime,
que debía “imprimir un pequeño periódico y repartirlo entre la gente”. A pesar de
las luchas financieras de la pareja, Elena dijo que se le había asegurado que por
medio de la fe, de ese comienzo “brotarían raudales de luz que habrían de
circundar el globo”.

Los primeros números de “La Verdad Presente” fueron una plataforma desde la
cual los dirigentes de la iglesia aclararon lo que había ocurrido en 1844,
discutieron las doctrinas que surgían, tales como los Mensajes de los Tres
Ángeles; pero, sobre todo, la develación de la doctrina del sábado, que impulsó a
la iglesia a lanzar su primera casa publicadora.
Jaime y Elena White, entre otros de los primeros fundadores de la iglesia, se
preocupaban cada vez más por el hecho de que una revista que proclamaba la
observancia del sábado fuese impresa por un editor que con frecuencia
trabajaba el sábado, explicó W. Hirle.

Así que en 1853, los adventistas de entonces tomaron el voto de establecer una
casa publicadora en Nueva York. Era una casa en todo el sentido de la palabra,
pues los dirigentes de publicaciones vivían y trabajaban juntos en una casa
rentada en Rochester. El pionero adventista, Hiram Edson, quien recientemente
había vendido su granja, prestó el dinero de la venta para comprar una prensa
manual Washington. Le llevó a la máquina tres días para producir una copia de lo
que entonces se llamaba “The Second Advent Review and Sabbath Herald”
(Revista del segundo advenimiento y heraldo del sábado).

Sin el dinero para comprar una guillotina para cortar el papel, se dice que el
pionero adventista Urías Smith cortaba el filo de las revistas con su propia
navaja de bolsillo. Años más tarde, escribió lo siguiente: “Nos ampollamos las
manos en la operación y con frecuencia la forma de esos panfletos no era ni la
mitad de alineada y derecha que las doctrinas que enseñaban”.

Para 1855, el ministerio de publicaciones de la iglesia se había trasladado a


Battle Creek, Míchigan, y Urías Smith, de 23 años de edad, era el editor en jefe,
posición que mantendría en cierta capacidad durante toda su vida.

Al continuar creciendo el ministerio de publicaciones de la iglesia en la segunda


mitad del siglo diecinueve, el joven emigrante canadiense, George King,
desarrolló la idea de ventas por suscripción de las publicaciones adventistas.
Estaba buscando la posibilidad de un nuevo ministerio después de que Jaime
White lo instara a explorar otra carrera fuera del tradicional papel de pastor.
Los esfuerzos de George King de predicar de casa en casa, en vez de hacerlo
desde el púlpito, tanto en los Estados Unidos como en Canadá, ayudaron a que el
adventismo prosperara hasta convertirse en una denominación global. A fines de
la década de los 1870, George King estaba vendiendo libros y suscripciones a
revistas tales como “Señales de los Tiempos”.

Para 1903, la Iglesia Adventista había penetrado en 70 de los países del mundo.
Dice W. Hirle: “En muchos de esos lugares [la iglesia] estableció presencia
porque un colportor estaba dirigiéndola”.

Más tarde, el ministerio del colportaje en la iglesia se expandió hasta incluir a


los primeros colportores estudiantes a principios de la década de los 1900.
Actualmente, más de 20,000 estudiantes colportores en todo el mundo todavía
pasan sus vacaciones escolares vendiendo libros para cubrir sus gastos de
colegiatura y dar a conocer el mensaje adventista de esperanza.

b. Revista Advent Tidende (danés).

La revista Advent Tidende era un periódico mensual danesa que Juan G.


Matteson, un nativo de Dinamarca, comenzó para el pueblo escandinavo en los
Estados Unidos, Dinamarca y Noruega.

c. Les Signes des Temps / El Centinela La versión francesa de la revista «El


Centinela».

En Suiza, el pastor Andrews continuó su estudio de la lengua mientras se


mantenía en correspondencia con los que respondían a sus anuncios en los
diarios. También comenzó a hacer planes para un periódico evangelizador en
francés. Luego, a comienzos de 1876, D. T. Bourdeau llegó a Suiza para ayudar a
Andrews. Ese verano publicaron el primer número de Les Signes des Temps (Las
señales de los tiempos). Esta publicación circuló extensamente, no sólo en
Suiza, sino también en Francia e Italia. En octubre, los esposos Bourdeau se
establecieron en el sur de Francia para ocuparse de actividades de
evangelización. Aunque no pudo conseguir locales públicos para las reuniones, y
se vio frenado por las leyes francesas que restringían las reuniones en hogares
privados o la distribución de publicaciones religiosas que no hubieran sido
aprobadas por un obispo católico, Bourdeau pudo ganar a unos pocos conversos
antes de regresar a Suiza y eventualmente, a Norteamérica. Entretanto, Andrews
había comenzado a escribirse con Hebert Ribton, un médico irlandés que se
había establecido en Nápoles, Italia. Ribton se había convencido del sábado por
la lectura de un periódico bautista del séptimo día en inglés. Esos mismos
bautistas habían dirigido a Ribton a relacionarse con Andrews porque vivía más
cerca y podía darle instrucciones adicionales. En 1877 Andrews visitó Italia y
bautizó a Ribton, a su esposa y a su hija. El Dr. Ribton estaba ansioso de
promover sus nuevas creencias y, a pesar de la oposición, pudo reunir a un
grupo pequeño en Nápoles. Los adventistas napolitanos, a su vez, encendieron la
primera luz adventista en países musulmanes. Comenzaron a enviar Les Signes
des Temps a amigos en la colonia italiana de Alejandría.

d. Revista Libertad

Liberty primero se llamó American Sentinel (1886-1900) y luego Sentinel of


Liberty (1900-1903) antes de acortarse a su nombre actual (1906-presente).

e. Evangelista médico / evangelismo medico

Publicado por el Colegio de Evangelistas, luego el Colegio de Evangelistas


Médicos y finalmente la Universidad de Loma Linda. La publicación comenzó en
junio de 1908 y continuó hasta junio de 1962.

f. La Verdad Presente

La Verdad Presente fue un periódico evangelístico ilustrado dedicado a la


presentación de varias facetas de doctrina. Fue comenzado por Jaime White en
julio de 1849 y fue el precursor de la Review and Herald [Revista Adventista].

En julio de 1849, Jaime White empacó ejemplares de La verdad presente en un


maletín prestado y caminó trece kilómetros hasta la oficina de correos de
Middletown (Connecticut, Estados Unidos). Estaba dando allí los primeros pasos
de lo que llegaría a ser un ministerio mundial de publicaciones.

Semanas antes, el joven y pobre pionero adventista había convencido a un editor


local que le imprimiera mil ejemplares del primer número de lo que hoy se
conoce como la “Revista Adventista”. White convenció al editor de que las
donaciones de los adventistas diseminados en el noreste de Estados Unidos
llegarían a cubrir los 64.50 que costaba la impresión.

La primera edición de “La Verdad Presente”, se publicó en julio de 1849. La


revista fue un agente instrumental para unir a los primeros adventistas
sabáticos y actualmente se le conoce como “Revista Adventista”.

Los primeros números de “La Verdad Presente” fueron una plataforma desde la
cual los dirigentes de la iglesia aclararon lo que había ocurrido en 1844,
discutieron las doctrinas que surgían, tales como los Mensajes de los Tres
Ángeles; pero, sobre todo, la develación de la doctrina del sábado, que impulsó a
la iglesia a lanzar su primera casa publicadora.

g. El Instructor de Jóvenes

En 1852 Jaime White funda el Youth’s Instructor con lecciones bíblicas para los
jóvenes. Se publicaba cada 4 ó 5 semanas y contenía 4 ó 5 lecciones bíblicas.
El Instructor de Jóvenes era el nombre de la primera revista de los adventistas
para la juventud. Después fue renombrado a Junior Guide [Guía Menor] y
después Guide Magazine [Revista Guía], que todavía se publica hoy.

h. Publicaciones equivalentes de su División, Asociación o región

El 1 de enero de 1986, vio la luz el primer número de la revista Enfoque de


nuestro tiempo. Actualmente es la revista misionera de la Unión Mexicana
Interoceánica y de todo México.

En 1994 vio la luz el primer número de la revista Mundo Joven, revista


especializada para la juventud de México y del territorio de la Unión Mexicana
Interoceánica.

5. Organización de la Iglesia.

a. Explicar brevemente la importancia del Congreso de la Asociación General de


1901 y describir la estructura organizacional que resultó. Indicar cómo su
Asociación/Misión encaja en la estructura general de la iglesia.

Esta es la historia del Congreso General más importante celebrado hasta ahora
por los Adventistas del Séptimo Día, la historia de una crisis en la que vemos
cómo Dios guió a su pueblo por medio de su mensajera. Es la historia de un
grupo de hombres y mujeres fervientes que procuraban conocer la voluntad de
Dios y andar en sus caminos, aceptar la luz que recibían día tras día y seguir
adelante en la reconstrucción de la organización de la iglesia haciendo frente a
una evidente necesidad en armonía con la luz que les fue dada para nuestra
orientación y dirección, pero no para reemplazar la fe, el estudio ferviente, el
trabajo diligente o la iniciativa.

Durante casi cincuenta años había cierta forma de organización entre los
adventistas del séptimo día. Al principio nuestros pioneros tenían temor de
organizarse porque habían sido testigos de la decadencia espiritual de distintas
iglesias protestantes que los rodeaban y se temía que la organización causar
formalismo. Pero en respuesta a los mensajes presentados a este pueblo por
medio de Elena de White en el año 1850 y en años subsiguiente, nuestros
pioneros realizaron intentos de organización. Al principio dicha organización fue
muy sencilla, pero más tarde sus objetivos fueron presentados por Elena de
White en las siguientes palabras:

“Al aumentar nuestro número se hacía evidente que sin alguna forma de
organización reinaría mucha confusión y la obra no se llevaría adelante con
éxito. Para proveer sostén al ministerio, para llevar adelante la obra en otros
campos, para proteger tanto las iglesias como el ministerio de miembros
indignos, para mantener las propiedades de la iglesia y proclamar la verdad por
medio de la prensa, y para muchas otras iniciativas, la organización era
indispensable”. Testimonies to Ministres, Pág. 36

La organización entre nosotros tomó una formula definida al organizarse la


Asociación General en una reunión celebrada en Battle Creek del 20 – 23 de
mayo de 1863. En aquel tiempo había 3,500 adventistas en Norteamérica, que
vivían en los estados centrales y de Nueva Inglaterra. Se eligieron los
administradores y se nombró una junta de la Asociación General compuesta de
tres miembros. En los años siguientes de la obra de la denominación creció
rápidamente. Se empezó nuestra obra de publicación y de temperancia. Se
establecieron instituciones, y nuestro ministerio pro-salud con el tiempo se
desarrolló.

Los intereses institucionales de nuestra sede en Battle Creek crecieron


rápidamente y se buscó hombres de negocios para dirigir estas actividades. La
Junta de la Asociación General con el tiempo aumentó un poco el número de
miembros por éstos eran mayormente hombres que vivían en la sede de Battle
Creek, muchos de ellos relacionados íntimamente con la fase comercial de la
obra. Había una tendencia enérgica de centralizar los varios aspectos de la obra
denominacional. Era natural que aquellos que vivían en la sede consideraran que
estaban preparados para dirigir mejor y con más sabiduría unos los detalles
minuciosos de los intereses adventistas del mundo entero. Pero a medida que la
obra crecía, estos detalles se multiplicaron hasta el punto en que los hombres
de Battle Creek fueron incapaces de hacerles frente acertadamente. Los
intereses comerciales aumentaron y el fervor espiritual decayó. En algunas
esferas no se presentaba debidamente oído a los consejos que Dios enviaba para
advertir a los obreros de sus peligros y salvaguardar la obra.

No es de extrañarse que los delegados al congreso general se reunieran con


mucho recelo cuando se abrió la sesión en la primera reunión, el 2 de abril de
1901, a las 9:00 a.m. de ese martes, en el Tabernáculo Adventista de la ciudad
de Battle Creek. Temían los resultados de la reunión. La organización original no
bastaba para responder a las demandas del crecimiento de la denominación y
había llegado a una crisis que nadie sabía cómo hacerle frente. El presidente de
la Asociación General, G. A. Irwin, ocupó su lugar y se abrió la sesión en aquella
memorable mañana del martes, hace 55 años. 235 delegados estaban presentes
con sus credenciales. Por primera vez después de diez años, Elena de White
estaba presente en la asamblea. Durante nueve años había estado ocupada en
una obra de pioneros en Australia y Nueva Zelandia.

La señora de White se dirigió al frente, subió los escalones de la plataforma y se


detuvo ante el púlpito. Primeramente, señaló los privilegios del pueblo
adventista al ocupar una posición elevada en el mundo, santificado por la verdad
y en íntima conexión con el cielo. Luego se refirió a la situación inmediata como
lo indican algunas declaraciones extraídas de su disertación:
“Cada alma en cada asociación, en todas las partes de la viña del Señor, tiene el
privilegio de conocer la verdad. Pero no es verdad para los que no practican. La
verdad es solamente verdad cuando la vivís en la vida diaria, mostrando al
mundo cómo debe ser el pueblo que será salvo al fin.” “¡Por qué!, o pregunto, ¿se
permite que hombres que no se han sometido a sí mismos, ocupen puestos
importantes en la verdad y manejen las cosas sagradas?”

“Aquí hay hombres que están al frente de nuestras diversas instituciones, de los
intereses educacionales y de las asociaciones en diferentes lugares y Estados.
Todos éstos deben ser hombres representativos, con voz y voto paras moldear y
trazar los planes que deben ser llevados a cabo. Debe haber más de uno o dos o
tres hombres para dirigir la obra del vasto campo mundial. La obra es grande y
no hay mente humana que pueda planear la obra que necesita se hecha… “De
acuerdo con la luz que he recibido, exactamente cómo se cumplirá, no puedo
decirlo. Debe robustecerse la fuerza directiva de la Asociación General. “Dios
quiere que os convirtáis para que él pueda ayudarnos para que esta obra vaya
adelante. El es poder para su pueblo cuando ellos se someten. Debe haber una
renovación, una reorganización; deben introducirse el poder y la fuerza que son
necesarias en las juntas…

De ese modo, el carácter realmente serio de la situación que se había levantado


fue delineado clara e intrépidamente no sólo en estas pocas frases claves, sino
en toda la disertación. Se prometía la ayuda de Dios si se asían de él. Debía
haber un cambio. Este cambio se sugirió en uno de los mensajes más solemnes
jamás presentados a la iglesia en un congreso general.

Se pusieron a un lado los planes trazados previamente para ese congreso y se


acometió la obra de la reorganización. Se propuso hacer planes para colocar la
dirección de la obra de la Asociación en manos de un grupo representativo más
numeroso. Al principio no tenían clara la idea en cuanto a la manera de hacerlo
pero el espíritu de los hombres que deseaban seguir el consejo oído de los labios
de la sierva del Señor, está manifestado en esta declaración del pastor Daniells:
“Si obramos de acuerdo con la luz que tenemos y avanzamos tanto como nos sea
posible obramos de acuerdo con la luz que tenemos y avanzamos tanto como
nos sea posible hoy, Dios nos dará mayor luz; nos sacará de la esclavitud a una
gloriosa libertad”.
Afortunadamente, cuando estos representantes se ocuparon en la tarea de la
reorganización tuvieron ante ellos el conocimiento de lo que se había hecho en
Australia. La hermana White había estado en aquel campo mientras crecían los
intereses de la causa. El pastor Daniells, en estrecho consejo con la señora de
White y su hijo W. C. White, había dirigido el desarrollo de la obra en una forma
de organización también había reunido los diversos intereses 6 de la obra como
Escuela Sabática, la Sociedad Misionera de Publicaciones, la obra médica, en
departamentos de la Unión y no en organizaciones separadas. Este plan había
funcionado muy eficazmente. También en Europa se había desarrollado un plan
por el cual las Asociaciones y Misiones locales formaban Uniones.

Los primeros pasos. Después de repasar las necesidades generales y los


objetivos que la obra debía perseguir, fueron la designación de subcomisiones.
Primeramente, se designó una comisión de organización con W. C. White al
frente. Se nombraron otras comisiones: de Educación, Colportaje, Publicaciones,
Obra Misionera, etc. Pero fue la comisión de Organización la que especialmente
fue presentando día con día sus informes al congreso. Una de las primeras
proposiciones fue la de formar uniones en Norteamérica y en Europa. Esta
mención fue llevada a cabo en una forma muy práctica, considerando el pedido
de varias asociaciones y a misiones del sur, de que se les permitiera organizarse
en una Unión en la cual el presidente fuera un miembro de la junta de la
Asociación General.

Pasó una semana entera antes que el acuerdo básico respecto a la


reorganización se trazara y se presentara el congreso en estas palabras: “Que la
Junta de la Asociación General, así constituida, tome el lugar de todas las juntas
y comisiones actuales con excepción de las corporaciones legales”.

“Que la Junta de la Asociación General, consiste en 215 miembros, seis de los


cuales sean designados por la Asociación Médica Misionera y 19 por la
Asociación General. Que cinco de estos miembros sean elegidos especialmente
en virtud de su capacidad para fomentar y desarrollar el verdadero espíritu
evangélico en todos los departamentos de la obra, para levantar el ministerio de
la palabra y para actuar como maestros del mensaje evangélico en todas partes
del mundo; y que sean aliviados de toda carga administrativa para que puedan
dedicarse completamente a esta obra.

“Que al designar esta Junta de la Asociación General los presidentes de las


Uniones sean elegidos miembros integrantes” Boletín de la Asociación General,
abril 11 de 1901.

El cambio propuesto fue arrollador. Indicaba que varias de las organizaciones


internaciones independientes y separadas: La Asociación de Escuela Sabática,
la Asociación de Libertad Religiosa, la Junta de Misiones Extranjera, etc.,
estaban ahora integradas en la Asociación General y que la Junta estaría
formada por un grupo mayor y con una representación más amplia. La obra
Misionera Médica que había crecido tanto debía formar parte integrante con una
representación definida en la Junta de la Asociación General.

Durante tres largas semanas los delegados trabajaron cuidadosamente, paciente


y fervientemente. Cuando terminaron las sesiones del Congreso, el martes 23 de
abril, era evidente que se había llevado a cabo grandes cambios. Era innegable
que el mensaje procedente de los labios de Elena de White invitando a una
reorganización, había sido seguido plenamente. La Asociación General era ahora
una asociación mundial con junta ejecutiva de 25 hombres que representaban
los diversos intereses y la obra del campo mundial. La organización de Uniones
permitía a los hombres que estaban frente a los problemas llevar adelante la
obra que estaba a la mano. Todos parecían contentos y optimista.

b. Indicar en un mapa dónde se encuentra la sede de la iglesia de su nivel de


Asociación hasta la Asociación General.
a. Ilustrar la estructura organizacional de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día y preparar un gráfico de la organización eclesiástico
para demostrar su aprendizaje.

Los adventistas del séptimo día se organizan a través de cuatro niveles, desde
cada miembro individual hasta la organización global:

1. La Iglesia local es un cuerpo organizado conformado por los miembros


individuales;
2. La Asociación/Misión local es un cuerpo organizado y conformado por las
iglesias de un estado, provincia o territorio;
3. La Unión es la conformación de las asociaciones/misiones de los campos
dentro de un territorio más amplio.
4. La Asociación General es la unidad que incluye a toda la organización, y
está conformada por todas las divisiones de todo el mundo.
Las Divisiones son secciones de la Asociación General, con responsabilidad
administrativa atribuida para determinadas áreas geográfica.

6. Decir la importancia de al menos 10 de los siguientes lugares, organizaciones,


conceptos o su equivalente:

a. Colegio de Avondale: Cuando Elena de White fue a Australia en 1891,nunca


previó nadie cuán grande impacto tendría esta institución de enseñanza
superior sobre la filosofía educacional mundial de la denominación. Ninguna
otra escuela adventista ha sido más favorecida por la presencia y el consejo
de la mensajera de Dios a la iglesia. Tras ella estaban las escuelas en
Norteamérica abriéndose paso con dificultad, inestables en su marcha hacia
el futuro, tratando de combinar los principios educativos convencionales con
los principios de reforma de la educación impulsados por el tema del Gran
Conflicto.

Luego procedió a contestar sus preguntas. Volvió a recalcar que el propósito


de la educación cristiana es preparar estudiantes para encontrarse con el
Señor. Este tipo de objetivo significa que los estudiantes deben repensar sus
actividades recreativas, que la escuela debe estar ubicada “a una distancia
bastante alejada de las ciudades”, que el trabajo útil debe ser una parte del
currículum, que sólo son aceptables los mejores hábitos de trabajo, que “la
torpeza y la ignorancia no son una virtud”, que para Australia “hay esperanza
en el suelo”, y que la fisiología debe estar en el currículum para todos.

Elena de White estaba aprendiendo mediante la experiencia como también a


través de visiones. En 1898 escribió que la educación adventista debe incluir
“un orden diferente de cosas”, pero que “ha tomado mucho tiempo
comprender qué cambios debieran hacerse”. En septiembre de 1898 escribió
que “nuestra escuela debe ser una escuela modelo para otras”. En 1899 ella
dijo que Dios había designado a Avondale para que fuese “una lección
objetiva” y no para que imitase ninguna otra escuela que había sido
establecida en los Estados Unidos, o ninguna en Australia. En 1900 escribió
que la escuela de Avondale debía “ser una escuela modelo”.
Elena de White nunca usó la expresión “anteproyecto educacional”. Aunque
usó palabras tales como “modelo”, “lección objetiva” y “patrón”, ella no quiso
decir que Avondale debía copiarse rígidamente en cada detalle: “El Señor no
ha determinado que se use un plan definido, especial y exacto en la
educación”. Respecto a la nueva escuela en Madison, Tennessee (descrita
seguidamente), ella escribió que “no se puede dar un modelo exacto para el
establecimiento de las escuelas en nuevos campos. El clima, los alrededores,
la condición del país, y los medios disponibles para trabajar, todo esto debe
desempeñar un papel en la formación de la obra”. Al igual que con su
consejo en otras áreas, como la de la salud, ella bosquejó principios básicos,
no reglas inflexibles. Escuelas modelos, patrones y lecciones objetivas son
precisamente eso: manifiestan principios básicos que pueden requerir
adaptación a las condiciones locales.

b. Sanatorio de Battle Creek: Fue el primer hospital del sistema médico


adventista, que en la actualidad incluye 760 instalaciones sin fines de lucro
(hospitales, clínicas, dispensarios, orfanatos) en todo el mundo.
El 5 de septiembre de 1866, El Instituto de la reforma de salud, dirigido
por D r Horacio Lay, fue inaugurado en Battle Creek basado en los principios de
salud promovidas por los adventistas del séptimo día. En 1876, John Harvey
Kellogg se convirtió en el director del establecimiento, y su hermano, Will
Kellogg, a partir de 1880 fue su administrador. En 1878, se construyó una nueva
estructura, que John Harvey Kellogg rebautizó como "el Sanatorio de Battle
Creek". Según sus palabras, transformó la palabra Sanatorio, que designaba un
hospital para soldados mutilados o enfermos de tuberculosis , en otra palabra:
“Sanatorio”, para designar un centro hospitalario de enseñanza y restauración de
la salud, “un lugar donde la gente aprende ser saludable ".
Después del incendio de 1902, que destruyó por completo el primer edificio,
Kellogg reconstruyó un sanatorio más grande.
Entre 1866 y 1906, el número de pacientes hospitalizados aumentó de 106 a
7,006 pacientes. En ese momento, el Sanatorio de Battle Creek era uno de los
hospitales más grandes y famosos del mundo.
Después de la caída del mercado de valores de Wall Street en 1929, el número de pacientes en el
Sanatorio de Battle Creek disminuyó. Kellogg había pensado demasiado y el sanatorio se encontró
en dificultades financieras. Continuó operando hasta después del comienzo de la Segunda Guerra
Mundial. Necesitando un hospital, el ejército estadounidense compró el sanatorio en Agosto de
1942 por $ 2.34 millones y lo convirtió nuevamente en un hospital militar de 1.500 camas para
soldados heridos. El sanatorio pasó a llamarse Hospital Militar Percy Jones. En 1945, era el
hospital militar más grande de los Estados Unidos (hasta 11,427 pacientes en tres sitios).

c. Tabernáculo de los Diez Centavos: El Tabernáculo de Batlle Creek es uno de los templos más
famosos de la historia adventista. Según los registros, en 1898, cada sábado tenían la
asombrosa cantidad de ¡183 clases de Escuela Sabática! En ese lugar se celebraron algunas
de las reuniones más trascendentales de nuestra iglesia, entre ellas el memorable Congreso de
1901. Dwight L. Moody y su cantante Ira David Sankey se presentaron en él. ¿Cómo se
construyó ese suntuoso e histórico lugar?
La sugerencia de erigir un edificio que sirviera como templo y auditorio para las reuniones de la
iglesia fue hecha por Jaime White y su hijo Edson. El asunto se llevó a la Junta de la Asociación
General en marzo de 1878, y dicho comité acordó iniciar la construcción. Solo tenían que resolver
un pequeño problema: la iglesia no tenía dinero. Sin embargo, como Dios es el dueño de la plata y
del oro (Hageo 2:8), él buscó la manera de proveer los recursos necesarios para la construcción. ¿Y
cómo lo hizo? Los hermanos crearon un plan que consistía en separar mensualmente una dime -
una moneda de diez centavos- y donarla para el proyecto. ¿Tan poco? Sí, solo diez centavos al
mes. El 19 de agosto de 1879 se dio inicio a la construcción y al año siguiente fue inaugurado.
¿Cuánto se invirtió en esa magnífica edificación? La friolera suma de 26.275 dólares. Y todo
comenzó con una moneda de diez centavos. Por eso el Tabernáculo de Batlle Creek también fue
conocido como el Tabernáculo de los diez centavos.

d. Norsk Bokforlag: Norsk Bokforlag era una casa publicadora noruega establecida en 1932.

e. Nave Misionero Pitcairn: La Pitcairn era una nave construida como una goleta, reinstalada como
un bergantín, y utilizada por los adventistas para el transporte de los misioneros a través del
Océano Pacífico desde 1890 a 1900. La nave fue pagada por ofrendas de la Escuela Sabática e
hizo seis viajes misioneros cuyos misioneros establecieron misiones en muchas de las islas del
Pacífico Sur. El primer viaje fue directamente a la isla de Pitcairn, llegando allí el 25 de
noviembre de 1890. Pitcairn era una isla en posesión británica en el sureste del Océano
Pacífico, alrededor de 5.600 kilómetros al este de Nueva Zelanda. Debido a que el
mantenimiento del buque era caro, la Pitcairn fue vendida en 1900, durante el tiempo que las
conexiones a las islas por barcos de vapor habían mejorado.

f. Conferencias Sabáticas: Las Conferencias Sabáticas fueron una serie de reuniones de


«amigos del día de reposo», realizado en varios lugares de Nueva Inglaterra y Nueva York. A
partir de abril de 1848, durante el período de formación, cuando Jaime y Elena White, José
Bates, y otros comenzaron el trabajo de «unir a los hermanos en las grandes verdades
relacionadas con el mensaje del tercer ángel».

g. Compañía del Sanatorio de Salud y Bienestar: La Compañía del Sanatorio de Salud y


Bienestar es una cadena de fábricas de alimentos para la salud, tiendas de al por mayor y
tiendas de al por menor en Australia y Nueva Zelanda, operada por el Departamento de Salud
Alimentaria de la División del Pacífico Sur de la Iglesia Adventista. Los productos incluyen
Weets-Bix, una galleta de copos de trigo para el desayuno; copos de maíz y otros alimentos de
cereales; Marmite, un saborizante extraído de levadura; mantequilla de maní, carnes
vegetarianas y proteína vegetal texturizada, y So Good, una leche de soya no láctea. Tiene
filiales en Canadá y otros países y exporta en todo el mundo. Es parte del enfoque adventista
acerca de la vida sana.

h. Universidad Solusi: La primera estación de misión adventista en 1894. La Asociación


General eligió el anciano W. H. Anderson y otros dos hombres para ir a la nueva estación de la
misión de 1895. Se les dio 5.000 dólares por un año y se les dijo que era todo lo que tenían.
Debían ser autosuficientes tan pronto como sea posible. No tenían ningún subsidio para gastos.
Desembarcaron en Ciudad del Cabo y viajaron en tren al norte de Mafeking. Desde allí viajaron
600 millas usando dos carretas y 36 bueyes. Promediaron cerca de 24 kilómetros al día y los
lechos de los ríos estaban secos. Se enteraron más tarde que en la temporada seca el agua
estaba bajo el lecho del río y no a la vista. Cuando llegaba la temporada del monzón los lechos
de los ríos estaban llenos. Al principio, los servicios de la iglesia se llevaron a cabo bajo los
árboles. En su primer primer sábado allí, el jefe Solusi vino con muchos de su pueblo. La
Universidad de Solusi es una institución educación superior que ahora es operada por la Unión
de Zimbabue. Se estableció en 1894 como Misión Solusi y tiene su sede en Bulilimamangwe,
Zimbabue.

i. Benevolencia Sistemática: El Espíritu de Profecía nos muestra que uno de los planes
financieros de Dios es que participemos en lo que se llama "Benevolencia Sistemática".
Benevolencia sistemática es cuando le damos a Dios el diezmo (10%) regularmente, y un
porcentaje adicional como ofrenda, por ejemplo, 10% o el 5% como ofrenda de amor.

"Nuestro Padre celestial no originó el plan de benevolencia sistemática para enriquecerse a Sí


mismo, sino para ser una gran bendición para el hombre. Vio que este sistema de beneficencia
era justo lo que el hombre necesitaba".

j. Sociedad de Tratados: Las agencias de publicaciones actuales son las descendientes de


las Tract and Missionary Societies (Sociedades misioneras y de tratados) organizadas por S. N.
Haskell y sus asociados hace más de un siglo. Muy poco después de 1870, cuando S. N.
Haskell organizó la Sociedad Misionera y de Tratados de Nueva Inglaterra, cada asociación ya
tenía su propia Sociedad de Tratados, con las iglesias locales activas en el evangelismo a
través de la distribución de tratados y revistas. Con el propósito de proveerles material a sus
miembros, muy pronto las asociaciones se convirtieron en centros convenientes, no sólo para
manejar tratados sino también líneas completas de libros y otras publicaciones
denominacionales. Ellas también proveían varios tipos de materiales impresos por las iglesias y
los diferentes departamentos de las asociaciones, y funcionaban como distribuidores de
mayoreo para los colportores.

“La Sociedad Internacional de Tratados, que ya abarcaba la denominación entera, fue


reemplazada en 1901 por una comisión de publicaciones, que poco tiempo después llegó a ser
el Departamento de Publicaciones de la Asociación General. Las sociedades locales, como
importantes agencias evangelizadoras, llegaron a ser con el tiempo las sociedades misioneras
de la iglesia, fomentadas por el Departamento de Actividades Misioneras.

“Esto dejó a las sociedades de tratados de las asociaciones con la función especializada de
servir como distribuidoras de las casas publicadoras. En 1924, cuando su esfera de influencia
ya había superado la etapa de pequeñas distribuidoras de literatura, se les cambió el nombre a
Agencias de Publicaciones. Estas agencias están ahora establecidas en todo el campo
mundial”.

k. Universidad de Montemorelos

l. La Voz de la Esperanza

m. Prensa Manual Washington

n. Otros locales, organizaciones o conceptos significativos de su División,


Asociación/Misión o región
7. Leer, ver o investigar la historia de Elena G. de White. Explicar cuál fue su
papel en los comienzos de la Iglesia Adventista. Incluir en su investigación
factores significantes como:

a. Visión (06 de junio de 1863): De las visiones dadas a Elena de White, una de
las más recordadas fue la del 6 de junio de 1863, en Otsego, Michigan: la
visión de la reforma pro salud.

Se le pidió a Elena de White que orase. Ella lo hizo, suplicando fervientemente a


Dios. Cuando oró en favor de Jaime, que estaba cerca, ella se movió a su lado,
colocó su mano sobre su hombro, y derramó su corazón ante el Señor. Luego su
voz cambió y se le oyó exclamar: “¡Gloria a Dios!” Martha Amadon, hija de John
Byington, el presidente recién electo de la Asociación General, comentó:

Muchos que han presenciado estas cosas a menudo han deseado que se diese
una descripción de la sierva de Dios cuando se halla bajo la influencia del
Espíritu Santo: la iluminación del semblante, los gestos delicados de las manos,
la dignidad que acompaña a cada movimiento, la entonación musical de la voz
que suena como a la distancia, y muchas, muchas otras cosas que a un testigo
presencial le dan confianza en su origen celestial... Ella estuvo en visión unos
cuarenta y cinco minutos.

A ella se le presentaron muchos asuntos en esta visión, pero la misma es


particularmente notable por lo que se le mostró con respecto a la salud: la
responsabilidad de todos de vivir en armonía con principios que prevendrían la
enfermedad y producirían buena salud.

Vi que ahora debiéramos cuidar en forma especial la salud que Dios nos ha dado,
porque todavía no hemos completado nuestro trabajo. Aún debiéramos dar
nuestro testimonio y ejercer influencia

Vi que debiéramos promover una actitud mental alegre, confiada y serena,


porque nuestra salud depende de que hagamos esto.

Vi que cuando les exigimos mucho a nuestras fuerzas, trabajamos en exceso y


nos cansamos demasiado, entonces nos resfriamos y en esas ocasiones
corremos el peligro de que la enfermedad asuma una forma peligrosa. No
debemos abandonar el cuidado de nosotros mismos para que Dios se encargue y
cuide de aquello que nos ha dejado para que nosotros vigilemos y cuidemos. No
es seguro ni agrada a Dios que violemos las leyes de la salud y luego le pidamos
que cuide nuestra salud y nos libre de enfermedad cuando estamos viviendo
directamente en contra de nuestras oraciones.

Vi que es un deber sagrado cuidar nuestra salud, y despertar a otros a su deber,


y sin embargo no asumir nosotros la carga del caso de ellos. Sin embargo,
tenemos el deber de hablar, de pronunciamos en contra de todo tipo de
intemperancia —intemperancia en el trabajo, en el comer, en el beber, y en el
uso de medicamentos— y luego de señalarles la gran medicina de Dios, el agua
pura y suave, para las enfermedades, para la salud, para la limpieza, y como un
artículo de lujo.

Luego hubo un llamado para que Jaime y Elena White emprendiesen un


ministerio activo en relación con los principios de salud. Lo que se le había
mostrado a Elena de White en visión en el hogar de los Hilliard era tan diferente
de los conceptos que se sustentaban comúnmente en la época, que ella enfrentó
con vacilación la orden dada en la visión de tomar la iniciativa para guiar a los
adventistas y a otros hacia un estilo de vida en armonía con las leyes de la
naturaleza. Al estar en la casa del Dr. H. S. Lay, él le insistió que le dijese qué se
le había mostrado. Elena explicó que mucho de lo que le fue presentado era tan
diferente de los puntos de vista aceptados corrientemente que temía que no
podría contarlo de modo que se lo pudiera entender. Protestó que no estaba
familiarizada con el lenguaje médico y que apenas sabía cómo presentarlo. En la
conversación que siguió, ella expuso en un lenguaje sencillo lo que más tarde
puso por escrito en el extenso capítulo titulado “Salud”, que ahora se encuentra
en Spiritual Gifts (Dones espirituales), tomo 4

1. “Elmshaven”: Hogar de Elena White en el norte de California, donde ella


vivió desde 1900
cuando retornó desde Australia hasta su muerte en 1915, su nombre es
Elmshaven. Durante los 10 años que ella vivió en este lugar, la señora
White promovió cambios organizacionales en la estructura de la iglesia
que resultaron en la creación de las Uniones y Divisiones mundiales.
Además, ella ayudó a fundar los Sanatorios de paradise Valley en Glendale
y Loma Linda en el sur de California, así como la Universidad de Madison
en Tennessee. En adición a ello, escribió varios clásicos como La
Educación, el Ministerio de Curación, Hechos de los Apóstoles, y Profetas
y Reyes, además de supervisar la revisión del Gran Conflicto, que salió en
1911

2. Visiones: La Iglesia Adventista del Séptimo Día cree que Elena G. White
recibió visiones de Dios similares a aquellas recibidas por los profetas
Bíblicos. En esas ocasiones, mientras estaba totalmente inconsciente de lo
que pasaba a su alrededor, Dios le daba la información
sobre una variedad de tópicos. Esto era pasado a la iglesia durante su vida a
través de presentaciones habladas al público en reuniones eclesiásticas o en
comités individuales y juntas de iglesia, a través de cartas privadas escritas
a individuos específicos a quienes daba consejo, o a través de muchos libros
escritos. En su experiencia temprana, las visiones de la señora White eran
frecuentemente durante las horas tempranas del día y duraban desde pocos
minutos hasta cuatro horas. Estas visiones tempranas eran generalmente
acompañadas por fenómenos físicos destacados, vistos por muchas personas
presentes mientras ella estaba en visión: sus ojos se quedaban abiertos, no
respiraba, la fuerza de su cuerpo la dejaba y estaba totalmente inconsciente
de lo que pasaba a su alrededor la mayor parte del tiempo que duraba la
visión. Los pioneros nunca tomaron estos fenómenos físicos como una
prueba primaria del
origen divino de la visión, pero sentían que eran evidencia secundaria de que
Dios guiaba a la
señora White. La prueba real de la genuinidad de las visiones era el contenido
de los mensajes junto con los resultados en vidas cambiadas que ocurrían
cuando el consejo era seguido. En años subsecuentes, las visiones de la
señora White se convirtieron en sueños proféticos durante la noche, aunque
ella nos dice que el mismo ángel mensajero venía en estas visiones
nocturnas como se le había presentado en las visiones diurnas. Los
Adventistas del Séptimo
Día no colocan las visiones de Elena White al mismo nivel de la Biblia, aunque
siempre hemos enseñado y creído que ambas vinieron de Dios. Ella misma dio
a sus visiones como la luz menor dada por Dios para llevarnos a la luz mayor
La Biblia.

3. Gorham, Maine: Fue aquí donde dos gemelas, Elena y Elizabeth Harmon
nacieron en Noviembre 26, 1827, en la casa de Robert y Eunice Harmon.
Elena más tarde se casaría con el Anciano Jaime White; ella vivió hasta 1915.
Su hermana gemela se casó con Reuben Bangs, un comerciante en Gorham;
ella vivió en esa área hasta su muerte en 1891.

4. Mensajera del Señor: Esto fue el título que Elena White aplicó a su propia persona, más que
referirse a sí misma como profeta. En 1906 ella explicó por qué usaba este término para
describir el trabajo para el cual Dios la había llamado. "Temprano en mi juventud se me
preguntaba muchas veces: ¿eres un profeta? Siempre respondía, soy una mensajera del Señor.
Sé que muchas me han llamado profeta, pero no he hecho reclamo de ese título. Mi Salvador
me declaró Su mensajera. "¿Por qué no reclamo el título de profeta? Porque en estos días
quien clama que es profeta son un reproche a la causa de Cristo; y porque mi trabajo incluye
mucho más de lo que la palabra profeta significa"

5. Serie Conflicto de los Siglos: La serie de cinco libros que narra la historia del gran conflicto
entre Cristo y Satanás desde el tiempo antes de la creación cuando Satanás cayó, hasta que la
tierra nuevamente es renovada después del milenio y el pecado es finalmente destruido. Los
cinco libros en la "Serie del Conflicto de los Siglos" y sus fechas de publicación son los
siguientes: "Patriarcas y Profetas 1890)", "Profetas y Reyes (1917)", "Deseado de todas las
Gentes (1898), "Hechos de los Apóstoles (1911) y "El Gran Conflicto (188, 1911)".

6. Patrimonio de Elena G. de White, Inc: Cuando Elena White escribió su testamento en 1912,
dejó su patrimonio literario a una junta de cinco líderes eclesiásticos, conocidos como el
Patrimonio de Elena G. White. Luego de su muerte en 1915, se organizó esta corporación por
separado. Sus manuscritos literarios permanecieron en California hasta 1938 cuando fueron
transferidos a las oficinas de la Conferencia General la cual estaba localizada entonces en
Washington, D.C. Hoy, 10 Fideicomisarios representando varios aspectos del trabajo mundial
de la iglesia continúan preservando los manuscritos originales, promoviendo las publicaciones y
traducciones de los libros de Elena White, y autorizando la preparación de nuevas
compilaciones de sus manuscritos no publicados tal y como ella lo estipuló en su testamento

7. Lovett’s Grove, Ohio: la más antigua edificación Adventista en Battle Creek es el hogar de
Jaime y Elena White en la Calle Wood No. 63-65. Construida en 1856, el Anciano y la señora
White vivieron aquí desde 1856 hasta 1863. Mientras vivía en esta casa Elena White escribió la
visión del Gran Conflicto que le había sido dada en Lovett"s Grove, Ohio en Marzo 14 de 1858.
Su primera escritura sobre la visión apareció en septiembre de 1858 en Dones
Espirituales Volumen 1, a veces mencionada como la primera edición del Gran Conflicto. Fue
en esta casa que el cuarto hijo de Jaime y Elena White, John Herbert White, nació en 1860.
Vivió menos de tres meses. También, mientras vivían aquí, la joven iglesia adoptó la
Benevolencia Sistemática en 1859, se escogió el nombre de "Adventista del Séptimo Día" en
1860 y se organizó la primera asociación local en 1861, la Asociación de Michigan.

8. “Sunnyside”: Fue el hogar de Elena de 1895 a 1900 en Australia, desde el mismo comienzo,
cuando comenzaron a elaborarse los planes para el uso de las 587 hectáreas (1.450 acres) de
la propiedad de Brettville, se calculó que algo de la tierra se vendería a familias adventistas.
Para julio de 1895 se rumoreaba que unas 49 hectáreas (120 acres) se estaban usando de
esta manera. El domingo 7 de julio por la mañana, Elena de White negoció para que se separe
de la propiedad la primera sección de esta tierra, 16 hectáreas (40 acres) en el lado norte del
terreno. Por esto ella pagó $1.350. “La razón por la que compro ahora —escribió— es para que
pueda proveer el dinero que ellos [los que están vinculados con la escuela] necesitan tanto
precisamente ahora”. Ella planeó dejar algo de la tierra como área boscosa, usar algo para
pastoreo, y algo para un huerto y un jardín. Por supuesto, se escogería un sitio selecto para la
ubicación de la casa.

Por algún tiempo ella sintió que debía tener su casa en una ubicación más propicia para su trabajo
de escribir que la casa alquilada, de tamaño grande, en Granville. Allí le parecía inevitable que
debía atender lo que parecía un “hotel gratuito”, con gente que iba y venía casi cada día. Ahora
decidió construir una pequeña cabaña donde no se le podrían hacer esas demandas. También
decidió cultivar una porción de su terreno para proveer una lección objetiva de lo que podía hacerse
en esa área en materia de agricultura. Estaban a mediados de julio, y averiguando se enteró de que
cualquier cosa que debía hacerse para plantar un huerto tenía que realizarse en las próximas pocas
semanas.

Cuando las 16 hectáreas (40 acres) entraron en su posesión, el primer paso para cultivar su
pequeña granja fue despejar la tierra para el huerto. Pronto se armaron en su propiedad tres carpas
de buen tamaño. La Sra. White y su nieta Ella vivían en una y también, gran parte del tiempo, una
de sus mujeres ayudantas. Otra de las carpas se usaba para cocinar y comer, y la tercera era
ocupada por algunos de los hombres (8 WCW, p. 31) que limpiaban el terreno y plantaban los
árboles. A medida que progresaba la construcción de su pequeña casa, Elena de White estaba
atenta para hacer mandados para los trabajadores a fin de ahorrarles tiempo. También escribía un
poco.

Comenzando casi desde la nada, a comienzos de agosto los hombres habían progresado
considerablemente en el trabajo de “la granja”, y se había puesto el fundamento para la casa (Carta
156, 1896). Su descripción del 28 de agosto del pequeño campamento en Sunnyside es
reveladora:

Estoy sentada en la cama escribiendo a las 3:30 a.m. No he dormido desde la 1:30. Ella May White
y yo somos las únicas ocupantes de una carpa familiar grande y confortable. Cerca está otra carpa
de buen tamaño, usada como comedor. Tenemos una choza tosca que sirve de cocina, y un
pequeño depósito de 1,5 por 1,5 metros (5 pies por 5 pies). Luego está otra carpa, que aloja a tres
de mis trabajadores. Le sigue un cuarto cerrado pero no terminado, para lavadero y taller. Ahora es
usado como dormitorio por dos hombres, el Hno. Shannon, mi maestro de obras, y el Hno. Caldwell.
Nosotros les damos comida a estos cinco hombres. Varios otros trabajan en el terreno que se
arreglan ellos mismos para su alojamiento y comida. Fannie Bolton ocupa otra carpa, bien arreglada
con su órgano y muebles. Como ven, tenemos un buen pueblito de carpas.

9. Testimonios para la Iglesia: Ahora un juego de nueve volúmenes de consejos para la iglesia
dados por Dios a Elena White, originalmente aparecieron como 27 testimonios numerados
individualmente, publicados durante los años 1855 al 1909. Contenidos en el juego, hay
consejos para individuos, grupos, así como para iglesias e instituciones. Algunos son muy
específicos en su naturaleza mientras que otros mensajes son de carácter general y tratan
los principios de la vida cristiana y la misión de la iglesia.

8. Historias de Descubrimiento de Herencia:

a. Descubrir cómo el movimiento adventista comenzó en su país. Dar atención


especial a las cosas que hicieron los pioneros en el proceso entre su país o
región.

Salvador Marchisio ha sido reconocido como el primer laico adventista en México, quien en 1891
trajo por primera vez el mensaje adventista a México a través de la página impresa.

Primeros años, educación y matrimonio

Salvador Marchisio nació el 2 de junio de 1855 en el norte de Italia. Creció en un hogar católico y
tuvo un hermano que era sacerdote. Vivió en Italia hasta 1876 y cuando tenía 21 años, viajó a
Nueva York con la idea de hacerse rico en los Estados Unidos. Al fallar en lograrlo, al menos en el
lapso que él esperaba, se estableció en Oakland, California.

De joven, Salvador Marchisio aprendió el oficio de sastre, con el cual se mantuvo durante su
estancia en Nueva York, Iola Kansas y Oakland, en los 14 años transcurridos desde su llegada a los
Estados Unidos. En 1892, cuando tenía 36 años y aproximadamente un año después de llegar a
México, fue a Battle Creek, Michigan, a tomar un curso de enfermería a fin de llevar a cabo más
eficazmente su obra entre la población mexicana. David Paulson fue uno de sus instructores. El
nombre de Salvador Marchisio aparece entre los enfermeros registrados prestando servicios en
México, entre 1866 y 1896.

Salvador Marchisio contrajo matrimonio con Kate Ross, quien trabajó en la oficina de la Tract
Society, ubicada en Battle Creek. Kate Ross era procedente de Nevada, Estados Unidos y se
graduó de la Escuela Secundaria Nevada en la década de los 1880 y de la Escuela de Educación
para Enseñanza Primaria de Storey County, en 1888. Enseñó en las escuelas de Storey County
hasta que se mudó con su madre y hermana Ella, a Battle Creek, Míchigan, en 1890. En Míchigan,
trabajó mayormente en instituciones de salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y en la
escuela en Battle Creek, hasta que fue a Guadalajara, México, a enseñar en una escuela misionera.
Es posible que Marchisio y Kate se hayan conocido en Battle Creek durante la estancia de él como
estudiante en el curso de enfermería, en 1892 y que tanto Kate y Salvador supieran de la existencia
de la obra en Guadalajara, que comenzó en 1893, porque las oficinas de la iglesia se encontraban
entonces ahí en Battle Creek.
Tiempo más tarde, ambos se convertirían en colaboradores en el cumplimiento de la misión, en
Guadalajara. De la unión de Salvador y Kate Marchisio, nació Iven Ross Marchisio, el único hijo que
tuvieron en el breve período de su matrimonio. Kate falleció a los 33 años en Iola, Kansas, el 30 de
octubre de 1901. Su hijo Iven murió un mes antes que ella, cuando tenía apenas 13 meses. Se
desconoce la fecha exacta del matrimonio de Salvador y Kate, aunque todo parece indicar que
contrajeron matrimonio en 1897, en la ciudad de Guadalajara, en el Estado de Jalisco, México. En
el obituario de Kate Ross Marchisio, se señala que la pareja había estado casada durante
aproximadamente cuatro años antes de su muerte. El Registro Iola señala que Kate pudo
permanecer viva durante las últimas semanas antes de su muerte, gracias a los cuidados tiernos e
incesantes de Salvador Marchisio.

Conversión y desafíos misioneros

El encuentro de Salvador Marchisio con la iglesia adventista ocurrió en el Hospital Santa Elena, en
California, al que acudió en busca de tratamiento para una enfermedad causada por trabajar
excesivamente. Su salud se había deteriorado y era necesario que hiciera cambios importantes en
su estilo de vida. Fue en Santa Elena en donde tuvo la oportunidad de escuchar acerca del Mensaje
de los Tres Ángeles, de labios de una persona prominente llamada Alonzo T. Jones. Aunque estuvo
resistiendo el mensaje durante dos años, después de entender la verdad más claramente, la aceptó
rápidamente con verdadera dedicación.

Con esa nueva luz regresó a Italia para dar a conocer el mensaje a sus familiares, pero fue
totalmente rechazado por su familia. Sin embargo, con el mensaje profundamente arraigado en su
corazón, regresó a Oakland y, estando allá, tomó la firme decisión de ir como misionero a México.
Sus amigos trataron de convencerlo de no ir; pero, ignorando sus voces y siendo la voz de Dios
más ponderosa que las otras voces, vendió todo lo que tenía, compró una buena cantidad del
libro El conflicto de los siglos y partió rumbo a la Ciudad de México, en una jornada de 5,000
kilómetros, en el verano de 1891. Salvador Marchisio llegó a México como misionero a la edad de
35 años. Fue el primer misionero adventista en México. Se dio cuenta de lo difícil que era vender,
no solamente libros en inglés, sino también libros en español, porque la gente pobre no tenía dinero
para comprarlos y muchos de ellos no podían leer. Una persona podía ganar 37 centavos al día y el
libro costaba 50 centavos; y los ricos nos estaban interesados en libros puramente religiosos
como El conflicto de los siglos, a menos que estuvieran autorizados por un sacerdote (aunque se
afirma que Salvador Marchisio vendió en tiempo récord 2,500 ejemplares). Aun así, sintió que no
estaba llegando a la gente a la que realmente quería alcanzar entre los mexicanos y decidió ir a
Battle Creek a tomar un curso de enfermería a fin de poder servirles mejor.

Al regresar de Battle Creek como enfermero, en 1893, fue a trabajar en Guadalajara con un grupo
de médicos que se encontraban ahí. Para 1897, se encontraba trabajando en Ameca
(reemplazando al Dr. Cooper, que se había ido a Ciudad de México) y que en aquel tiempo se
encontraba a unos 80 kilómetros y medio de Guadalajara. En ese lugar trabajó con su esposa Kate,
quien había venido de Battle Creek a trabajar en la escuela que se había abierto en
Guadalajara. Ahí en Guadalajara, Marchisio se familiarizó más con Kate y contrajeron matrimonio
en ese lugar. Residieron en Ameca hasta 1899, cuando él fue transferido a Ciudad de México con
su esposa Kate, el Pastor Caviness y el Hno. Plascencia. Fue durante 1897 a 1901 que fue
asignado a México, luego a España y también a Chile, lo cual aparentemente no cristalizó (la ida a
España y Chile), debido a la enfermedad y luego fallecimiento de sus esposa e hijo, ocurridos en
1901.
Ministerio y Revolución Mexicana

En 1899, cuando comenzó su labor en Ciudad de México, visitó a la gente yendo de casa en casa y
distribuyendo literatura en donde le era posible, leyendo la Biblia cuando se le presentaba la
oportunidad, tratando a los enfermos en donde se requería y dando pláticas sobre salud. Trabajó
ahí vendiendo libros en español: Cristo nuestro Salvador y El camino a Cristo. Vendió cien libros El
camino a Cristo en español, cincuenta de los cuales fueron quemados. Esta fue una de las más
dolorosas experiencias como misionero en México. En 1902 fue por primera vez a San Luis Potosí
como colportor, para unirse a los esfuerzos de A. G. Bodwell, otro colportor que sembró también la
semilla en ese lugar. Mientras trabajaba en la región de San Luis Potosí, enfatizando la práctica del
método seguido por Cristo a través del cual no solamente le enseñaba a la gente cómo encontrar a
su Salvador, sino también cómo construir viviendas (uno de sus primeros trabajos para ganarse a la
gente fue construir casas para 25 familias, poniendo incluso de su propio dinero para hacerlo). Y
cuando las personas a las que deseaba ganar para Cristo no tenían dinero, les daba un dólar.
Cuando alguien se enfermaba, hacía todo lo que podía en favor de esa persona. Si alguien
necesitaba un médico, él enviaba por uno y pagaba su honorario. Enseñaba también la forma de
preparar mejores platillos, cómo vestir a los niños y cómo hacerlo con sus propias manos.

La obra de Salvador Marchisio en México fue muy diversa. Prestó primeramente sus servicios como
colportor, luego como obrero bíblico y finalmente como ministro. En algunas ocasiones actuó como
traductor para los supervisores de la obra en México, tales como G. W. Caviness y otros que venían
a visitarlo. Escribió también varios artículos en donde informaba acerca de la obra que estaba
llevando a cabo en México.

Como ministro, a partir de 1920 y, a fin de visitar sus grupos de creyentes, utilizó el plan seguido por
los predicadores o ministros itinerantes metodistas, haciendo sus rondas cada dos o tres meses,
aunque por algún tiempo el país se encontraba en tal condición, que era imposible visitar los
grupos. Los lugares que Salvador Marchisio visitó, aun sin ser un ministro y realizando en ellos una
“labor espléndida”, fueron Moctezuma (aquí el misionero Marchisio ayudó a construir una capilla,
contribuyendo con recursos económicos para comprar diez vigas o travesaños), La Viznaga,
Barbecho, La Tapona y Mexquitic. En diciembre de 1912, con la presencia de creyentes en esos
lugares de San Luis Potosí, se llevó a cabo “la primera reunión general de creyentes” en México,
con aproximadamente cien observadores del sábado, además de otras personas interesadas en el
mensaje.

Alrededor de 1909, Salvador Marchisio también evangelizó Matehuala. Fue enviado por el Pastor
Caviness, porque había ahí personas interesadas en la verdad como resultado de la obra de un
colportor que había tomado suscripciones para la revista El Mensajero de la Verdad y que
solicitaron que viviera alguien a enseñarles nuestras verdades. Y en un lugar cercano, a poco más
de cuarenta kilómetros de ahí, en un rancho, muy poco tiempo después había trece personas
reunidas los sábados; y en la primera visita del Pastor Caviness, se bautizaron diez personas. Otras
seis se bautizaron más tarde y luego otras catorce, para un total de treinta.

Otro lugar en donde trabajó como colportor el misionero Marchisio, fue Mérida, Yucatán. Dejó ahí
muchos libros. Esto sucedió en 1907, en compañía de J. A. P. Green y nuevamente en 1913.
Trabajó ahí vendiendo suscripciones y libros pequeños. Debido a las difíciles circunstancias
causadas por la Revolución, en 1914, Salvador Marchisio se fue a trabajar por un tiempo en San
Antonio, Texas, con la esperanza de que mejoraran las circunstancias en el norte de México, en
donde había creyentes y muchos intereses. Hubo también un acuerdo en 1916, debido a las
mismas condiciones de incertidumbre en México, de que los misioneros que estaban en México se
trasladaran a Cuba, entre los cuales estaba Salvador Marchisio. Después de pasar varios meses en
Cuba (lo cual fue de gran beneficio para la obra en Cuba), el misionero Marchisio regresó a la
región de San Luis Potosí y, para 1917, ya se encontraba atendiendo grupos pequeños de
creyentes, pero no sin grandes dificultades.

En 1913, Salvador Marchisio informó que, durante la Revolución Mexicana, se destruyeron miles de
vías ferroviarias, se incendiaron estaciones ferroviarias y vagones de carga juntamente con todos
sus artículos y mercancías. Se mataba a la gente, se abusaba de las mujeres jóvenes y se las
llevaban. Eso hacía muy peligrosa la labor y era muy poco lo que se podía hacer. Había por lo
menos una banda de revolucionarios en cada Estado. Sin embargo, a pesar de esas condiciones,
dijo Salvador Marchisio: “No debemos desanimarnos por todo esto. Debemos predicar el evangelio
en México”. En tales condiciones peligrosas, el misionero Marchisio escapó varias veces de la
muerte. En una ocasión, los revolucionarios lo encontraron regresando de una de sus rondas
(visitando a los miembros de iglesia) y lo acusaron de ser un espía. Aunque les explicó que era un
misionero, ellos insistieron en que era un espía y que debía ser fusilado. Le pidieron que mostrara
su pasaporte y le dijeron que si no tenía nada con qué identificarse, iban a tener que fusilarlo.
Siendo que no tenía nada como lo que le pedían y sin saber qué hacer, les mostró un himnario en
español que traía en su bolsillo. Uno de aquellos hombres lo tomó, comenzó a leerlo y encontró en
él un himno que tocó su corazón. Lo leyó todo y dijo entonces: “Dejen libre a este hombre, pero
quiero quedarme con este pequeño himnario”. El jefe revolucionario le dio un pasaporte para evitar
futuros problemas. Pero al proseguir su camino, vio que se acercaba el bando contrario que era del
ejército de Victoriano Huerta. Él sabía que si ellos le encontraban el pasaporte otorgado por el otro
bando, lo iban a matar. Así que se deshizo de él. Y cuando le preguntaron quién era, les respondió
lo mismo que a los otros; que era un misionero. Pero ellos le dijeron: Tú has estado en el bando
enemigo. Eres un espía y tenemos que fusilarte. Se sentó sobre una piedra y oró. Al principio tenía
miedo. Entonces pensó: “Si es la voluntad del Señor que sea fusilado, entonces que así sea”.
Entonces se tranquilizó y sintió que no le iba a pasar nada. Y así sucedió. Lo dejaron ir.

Entre las muchas maravillas de conversiones de las que el misionero Marchisio tuvo la oportunidad
de testificar por escrito; se cuenta la del hombre que se oponía obstinadamente al evangelio y el
que cierto día, cuando trataba de quemar varios libros y un Nuevo Testamento, vio que ese Nuevo
Testamento no se quemaba, lo cual ayudó a hacer de este hombre un converso, recibir el bautismo
y luego convertirse en un activo obrero bíblico.

Últimos años

En un artículo escrito por Salvador Marchisio, erróneamente atribuido a J. P. Robles (corregido dos
meses más tarde por los editores), Salvador Marchisio narra que había bautizado a nueve personas
en San Luis Potosí, porque, para 1920, aparece ya como un ministro ordenado. En él informa que
los pequeños grupos de creyentes que estaban esparcidos durante la Revolución Mexicana, se
estaban reuniendo nuevamente, manteniendo encendida la luz hasta el máximo de sus
posibilidades. Narra entonces su gira por Tampico y una población cercana llamada Tampico Alto,
en donde había una pequeña congregación de personas de raza negra. En su artículo, muestra que
era el mejor momento para establecer una escuela industrial en Tampico Alto, con el entusiasta
apoyo de dos miembros de esa pequeña congregación, el Hno. y la Hna. Settle. Informaba también
que C. P. Martin había ido a San Luis Potosí, juntamente con su familia, para hacerse cargo de la
obra en ese Estado, supuestamente porque él ahora, como ministro, supervisaba ya una región
más grande.

La última gira del misionero Marchisio, antes de abandonar definitivamente la nación mexicana, fue
al Istmo de Tehuantepec, a finales de 1923. Lo acompañaba J. G. Pérez, un joven misionero nativo
que estaba a cargo de todas las compañías de creyentes en esas zonas, Su primer alto fue en
Jáltipan, Veracruz, en donde celebraron una reunión con más de cien personas. De allí se dirigieron
a Minatitlán en donde organizaron una nueva compañía de creyentes. De Minatitlán, partieron hacia
Coatzacoalcos (llamado en ese tiempo Puerto México), en donde bautizaron a tres coreanos. Hizo
entonces un viaje en canoa a lo largo del Río Coatzacoalcos, hasta llegar a Ixhuatlán de Madero, en
donde bautizó a 11 personas. Regresaron entonces a Santa Lucrecia (actualmente Jesús Carranza,
Veracruz) y de allí viajaron por otro río hasta Chalchijapan, en donde había una escuela que era al
mismo tiempo una iglesia y a la que dedicó, con más de setenta miembros presentes. Partió
entonces a Salina Cruz, Tehuantepec y a Ixtaltepec. En todos esos lugares había pequeños grupos
de creyentes. De Ixtaltepec, se dirigió a Tonalá, Chiapas (fue en Tonalá en donde permaneció
escondido en un rancho indígena durante tres meses y catorce días debido a la Revolución. En
Tonalá encontró a cinco personas listas para el bautismo y, antes de dejar Tonalá, bautizó a otras
quince.

Salvador Marchisio soportó muchas adversidades y peligros en México por causa de la verdad.
Después del tiempo que pasó escondido por los indígenas, su salud era precaria y, tan pronto como
pudo escapar, se dirigió a los Estados Unidos. Bajo el buen cuidado recibido en el hogar del Dr.
Swayze, en Los Ángeles, mejoró tanto, que ya tenía hechas sus maletas para regresar a México y
cumplir entonces con las múltiples solicitudes de sus hermanos y hermanas mexicanos que
deseaban su retorno. Requirió de una operación quirúrgica y, cuando parecía que ya había pasado
todo el peligro y estaba en vías de recuperación, un derrame cerebral terminó súbitamente con su
vida el 27 de febrero de 1925. El servicio funeral se llevó a cabo en la “Pequeña Iglesia de las
Flores”, en el Cementerio Forest Lawn, en Los Ángeles, conducido por F. H. Westphal y R. W.
Parmele. Su cuerpo fue sepultado junto a la tumba de George W. Caviness, con quien compartió la
labor en algunas partes de México.

Legado

Aunque Salvador Marchisio arribó a México como un obrero laico en 1891, no trabajó todo el tiempo
en forma independiente de la organización. En 1899, cuando acompañó a G. W. Caviness a Ciudad
de México, ya contaba con una credencial misionera otorgada por la organización a aquellos
obreros bíblicos y misioneros involucrados en el trabajo misionero activo. De acuerdo con datos
actuales, de 1910 a 1912, Salvador Marchisio aparece portando una licencia misionera. De 1913 a
1916, una licencia ministerial y de 1917 a 1924, una credencial ministerial.

En lo que concierne a su salario, (a partir de 1899), probablemente recibía diez dólares al mes, los
cuales frecuentemente compartía con la gente. Su interés no estaba puesto en el dinero. Ya para
1915, Salvador Marchisio se rehusó persistentemente a aceptar más de treinta dólares al
mes; compartía libre y gozosamente con los necesitados lo que tenía.

Salvador Marchisio es reconocido como el primer obrero laico adventista en México, quien en 1891
trajo a México por primera vez el mensaje adventista a través de la página impresa. Sin
publicaciones disponibles en español, vendió ejemplares en inglés de El conflicto de los siglos. Al
final de su largo periodo de servicio, que comprendió 34 años (en 1924), había 250 miembros
bautizados en todo México. Aunque su obra avanzaba más lentamente al principio, debido a los
grandes obstáculos que tuvo que afrontar, ya para 1929, solamente cinco años después de la
muerte de este honorable pionero, se contaba con 1,200 miembros bautizados y otros 1,200 que
guardaban el sábado y asistían a la Escuela Sabática a lo largo del territorio mexicano. Ese mismo
año, cuando D. A. Parson se hizo cargo de la labor en este campo, había solamente dos escuelas
sabáticas; pero para 1929, cinco años más tarde, había 115. De los 12 misioneros en México, por lo
menos en 1915, dos tercios de los conversos se atribuían a Salvador Marchisio y a
Godínez. Actualmente, la Iglesia Adventista del Séptimo Día en México cuenta con 761,802
miembros. Solamente la eternidad revelará el alcance de la labor de este hombre y de otros que
han puesto su vida en peligro predicando el evangelio en México.

b. Descubrir algunas de las historias de cómo los Conquistadores, grupos


juveniles adventistas o sociedades de JA comenzaron en su Asociación o
División.

Los conquistadores en Interamerica

Desde sus inicios, en Interamerica el Club de Conquistadores ha representado todo un éxito para la
Iglesia Adventista del Séptimo Día. Bajo el liderazgo del pastor Israel Leito, entonces director de
jóvenes de la División Interamericana, en marzo de 1983 se organizó el primer Camporee de
Conquistadores de la División Interamericana (DIA) en Oaxtepec, Morelos, México. Tendrían que
pasar quince años para que, bajo el liderazgo del Ptr. Alfredo García – Marenko, se celebrará el
Segundo Camporee de Conquistadores de Interamerica en 1998, esta vez en San Juan, Puerto
Rico.

La división interamericana, organizó su Tercer Camporee de Conquistadores, bajo el Liderazgo del


Ptr. Benjamin Carballo Castillo, cuya sede fue en la Ciudad de México en el año 2011.

Como parte de los eventos del camporee, las instituciones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,
tuvieron espacios para que conocieran sus actividades.

Alguna vez oí a un dirigente adventista asegurar que los clubes juveniles consolidan las labores de
la iglesia. Hoy creo que es una gran verdad. Toda la iglesia debiera invertir en los clubes para
consolidar el liderazgo de los jóvenes.

c. Presentar sus hallazgos a un grupo o como parte del requisito 9 o 10.

9. Conocer y decir para la escuela, la escuela sabática o un devocional de


Conquistadores 3 historias de la historia adventista. Por lo menos una historia
debe ser de los jóvenes adventistas.

1. Historia # 1

Aunque no lo creas, los jóvenes de entre diez y quince años han desempeñado un papel muy
importante en la Iglesia Adventista. E.G. White tenía doce años cuando ya gozaba de una sólida
relación con Dios y decidió ser bautizada: Jhon N. Andrews tenía diez años cuando junto con su
familia empezó a escuchar las predicaciones de los “milleristas” y le impresionó mucho su mensaje;
Luther Warren tenía catorce años cuando decidió iniciar reuniones juveniles cristianas en su hogar.
Comienza la organización

Con el paso del tiempo, los dirigentes de la iglesia se dieron cuenta de lanecesidad de atender
mejor a los jóvenes. Así que para 1901 decidieron integrar las actividades juveniles al
Departamento de Escuela Sabática de la Asociación general (AG) bajo el liderazgo de la hermana
Flora Plummer. Gracias a ella, las Sociedades de Jóvenes empezaron a organizarse a lo largo de
todo el mundo.

En 1907, la AG consideró que era preciso que los jóvenes tuvieran un Departamento que atendiera
sus necesidades. Así que nombró al pastor Milton Kern como primer director de Jóvenes de la
Asociación General. A partir de ahí empezaron a configurarse las diversas actividades que,
posteriormente, formarían parte de lo que hoy es el Club de Conquistadores, como manuales
juveniles, el concepto del año bíblico y los clubes de lectura.

Un dato interesante es que para 1919, un hombre de Tennesse, A.W Spaulding, organizó un
pequeño grupo de jovencitos a los que llamó Mission Scouts (algo así como Exploradores
Misioneros) que practicaban el campismo y estaban dedicados a realizar buenas obras en su
comunidad. Además, tenían una Promesa y una Ley. Sin embargo, cuando Spaulding se mudó del
poblado el club desapareció. Pero la Promesa y la Ley fueron la base de lo que hoy son el voto y la
Ley de los Conquistadores.

Para 1920, la Asociación General eligió a la hermana Harriet Holt como directora de Jóvenes. Ella
amaba a la juventud y especialmente las actividades al aire libre. De ahí que se organizaran cada
vez más actividades en campo abierto. Además, creó dos niveles de desarrollo para los
adolescentes: Amigo y Compañero. Igualmente, dos niveles de liderazgo: Camarada y Maestro
Camarada. Entre los requisitos de estas clases estaban Salud y Sanidad, los cuales conducían a la
entrega de un Honor, que se otorgaba junto con otros quince tópicos vocacionales, que estuvieron
completamente listos hasta 1928, bajo la conducción del nuevo director de Jóvenes de la
Asociación General. Lester Bond.

En aquella época, una buena cantidad de dirigentes empezaba a organizar actividades al aire libre
por los jóvenes. En 192, W.J. Wilson, director de Jóvenes de la Asociación de Victoria, Australia,
organizó un campamento junto al río Yarra, cerca de Melbourne, con 14 asistentes. En 1926,
Grover Fattic, director de Jóvenes de la Asociación del Este de Michigan, organizó un campamento
de jóvenes en Town Line Lake; a partir de ahí, los campamentos fueron parte de su ministerio
juvenil. Pronto los campamentos empezaron a organizarse por diversas partes de los EUA.

2. Historia #2

Es importante que usted, siendo líder de la SJA, conozca un poco sobre la historia de la
sociedad y que entienda sus objetivos e ideales. Al principio en la historia de los Adventistas del
Séptimo Día, nuestra iglesia planificó para la instrucción religiosa de los jóvenes de nuestra
iglesia. Las primeras lecciones aparecen en el Instructor de Jóvenes, un diario publicado por
primera vez en 1852 por Jaime White. La primera reunión de jóvenes organizada fue en 1879
cuando Harry Fenner (edad 16) y Lutero Warren (edad 14) organizaron reuniones en Hazelton,
Michigan, para promocionar obra misionera, recaudar fondos para literatura misionera y para
fomentar la causa de temperancia.

La obra de los jóvenes en nuestra iglesia se extiende a través del país y alrededor del mundo.
En 1907, la Conferencia General aprobó la formación de un Departamento de Jóvenes y
delegaron a un director. La Sociedad de Misioneros Voluntarios (MV) creó un Calendario de la
devoción matutina y un curso de lectura MV fue adoptado. En 1978, el nombre fue cambiado a
Jóvenes Adventistas, pero la meta permanece igual: Involucrar a los jóvenes de nuestra iglesia
y comunidad en el esparcimiento de las noticias del regreso de Jesus y guiarlos al servicio de
Él.

La SJA es el centro de actividades felices de compañerismo cristiano para la gente joven en su


iglesia. Los varios grupos en su iglesia pueden perder contacto el uno con el otro a menos de
que esten sujetos por una sociedad. La reunión de la sociedad es un lugar para recibir
inspiración, compañerismo y fuerza. La reunión de la SJA es una de las más importantes citas
de la semana para cualquier joven, así es que tenga por seguro que planeen reuniones con
propósito

3. Historia #3

En apenas un siglo y medio la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha crecido de un puñado de
personas, que diligentemente estudiaron la Biblia en búsqueda de la verdad, para una
comunidad mundial de más de ocho millones de miembros y, otros millones, que consideran la
Iglesia Adventista su hogar espiritual.

Doctrinariamente, los Adventistas del Séptimo Día son herederos del supra denominacional
movimiento Milleriano de la década de 1840. Aunque el nombre “Adventista del Séptimo Día”
haya sido escogido en 1860, la denominación no fue oficialmente organizada hasta el 21 de
mayo de 1863, cuando el movimiento incluía cerca de 125 Iglesias y 3.500 miembros.

Entre 1831 y 1844, Guillermo (William) Miller - un predicador Bautista y ex-capitán de Ejército de
la Guerra de 1812 - lanzo el grande despertar del segundo advenimiento, el cual eventualmente
se dispersó a través de la mayoría del mundo cristiano. Basado en su estudio de la profecía de
Daniel 8:14, Miller calculo que Jesús podría retornar a Tierra el 22 de octubre de 1844. Cuando
Jesús no apareció los seguidores de Miller experimentaron lo que se vino a llamar “El Gran
Chasco”.

La mayoría de los millares que se habían juntado al movimiento, salió en profunda desilusión.
Unos pocos no en tanto, regresaron para sus Biblias para descubrir porque ellos fueron
decepcionados. Luego ellos concluyeron que la fecha del 22 de octubre era correcta, pero que
Miller había predicho el evento errado para aquel día. Ellos se convencieron de que la profecía
bíblica preveía no el retorno de Jesús a la Tierra en 1844, pero que El comenzaría en aquella
fecha un ministerio especial en el cielo para Sus seguidores. Así, ellos continuaron a esperar
por el breve retorno de Jesús, como hacen los Adventistas del Séptimo Día aun hoy.

De este pequeño grupo que se rehusó a desistir después del gran Chasco, surgieron varios
líderes que construyeron la base de lo que vendría a ser la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Se destacan dentro de estos líderes una pareja joven – Santiago y Elena White - y un capitán
de navío jubilado, Jose Bates.

Este pequeño núcleo de “adventistas” comenzó a crecer - principalmente en los estados de la


Nueva Inglaterra en la América del Norte - adonde el movimiento de Miller había comenzado.
Elena White, apenas una adolescente en la época del gran Chasco, se desenvolvió en una
dotada escritora, oradora y administradora, tornándose permaneciendo, la consejera espiritual
de confianza de la familia Adventista por más de 70 años hasta su muerte en 1915. Los
primeros adventistas vinieron a creer - como los Adventistas desde entonces - que ella disfruto
de la dirección especial de Dios mientras ella escribía sus consejos para el creciente grupo de
creyentes.

En 1860, en Battle Creek, Michigan, EUA, un puñado de congregaciones de Adventistas


escogieron el nombre Adventista del Séptimo Dia y en 1863 organizaron formalmente el cuerpo
de la Iglesia con un número de 3.500 miembros. En el principio, la actuación fue en gran parte
limitada en América del Norte, hasta 1874 cuando el primer misionero de la Iglesia John Nevins
Andrews, fue enviado para Suiza. La obra en África fue iniciada tímidamente en 1879 cuando
Dr. H. P. Ribton, un reciente converso en Italia, se cambió para Egipto y abrió una escuela, pero
el proyecto termino cuando tumultos comenzaron a surgir en los barrios. El primer pais cristiano
no protestante en recibir la iglesia fue Rusia, adonde un ministro adventista fue enviado en
1886. Misioneros adventistas entraron por primera vez en países no cristianos en 1894- Costa
Dorada (Gana), oeste de África, y Matalbeleland, África del Sur. En el mismo año misioneros
vinieron a América del Sur, y en 1896 había representantes en Japón. La iglesia hoy tiene
actuación establecida en 209 países.

La publicación y distribución de literaturas fueron los principales factores en el crecimiento del


movimiento del Advenimiento. La ‘Advent Review' y el ‘Sabbath Herald' (hoy ‘Adventist Review'),
órgano general de comunicación de la Iglesia, fueron lanzados en Paris, Maine, en 1850; el
‘Youth's Instructor' en Rochester, Nueva York, en 1852; y el ‘Signs of the Times' en Oakland,
Califórnia, en 1874. La primera Casa Publicadora denominacional en Battle Creek, Michigan,
comenzó a operar en 1855 y fue debidamente incorporada en 1861 con el nombre de
Asociación de Publicación Adventista del Séptimo Día.

El Instituto de Reforma de la Salud, conocido más tarde como Sanatorio Battle Creek, abrio sus
puertas en 1866, y la obra de la sociedad misionera fue establecida a nivel estatal en 1872, y
1877 vio la formación de las Asociaciones de las Escuelas Sabáticas en todo el Estado. En
1903, la sede de la denominación se cambió de Battle Creek, Michigan, para Washington, D.C.,
y en 1989 para Silver Spring, Maryland, a donde ella continua a formar el nervio central del
trabajo siempre en expansión

10. Como un individuo o con un grupo, completar uno de los siguientes:

a. Crear y presentar un cartel detallado o exhibición de multimedia


(video/presentación) cubriendo una porción de la herencia adventista que
haya aprendido.

b. Escribir y presentar un drama que cuenta parte de la historia de la herencia


adventista. Presentarlo a Conquistadores más jóvenes, Aventureros u otro
grupo de individuos menores.

c. Crear un juego sobre la herencia adventista. Demostrar cómo se juega a su


instructor o a un grupo.

d. Visitar un sitio oficial de herencia adventista dentro de su Asociación, Unión


o División. Informarle a un grupo de su experiencia. Si es viable, crear un
informe de multimedia de su experiencia.

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