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LA V O L U N T A D DE PO DER
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I ,a moral es un error útil, sobre todo para los más grandes En qué medida a negación de la moral es aún un trozo de
y libres de prejuicio de sus propugnadores, una mentira for su propia fuerza. Nosotros, los europeos, llevamos la sangre
zosamente estimada. de los que murieron por su fe. Hemos adm itido la moral de
m anera terrible y seria y no hay nada que no le hayam os
sacrificado. Por otra parte, nuestra d elicad eza espiritual
398 la hemos alcanzado precisam ente por una vivisección de la
conciencia. Todavía sigue siendo para nosotros un misterio el
Conquistem os la verdad de manera que no necesitemos «¿dónde?» al que nos sentimos em pujados después de haber
dem asiado la disciplina de la moral. En caso de que se ju z sido arrancados a nuestro antiguo suelo. Pero este mismo
gue la vida moralmente, rechazarla. suelo nos ha infundido la fuerza, que ahora nos impulsa a lo
No debemos crear personajes imaginarios y, por ejemplo, lejos, a la aventura, a las playas donde somos arrojados; no
decir: «La naturaleza es cruel». Se siente alivio, comprendien hay elección, tenemos que ser conquistadores, porque ya no
do que no hay tal ser central responsable. tenemos suelo donde podam os establecer nuestros lares,
Evolución de la humanidad. A) Lograr un cierto poder so donde nos podamos sustentar. Un oculto «sí» nos impulsa,
bre la Naturaleza y, por consiguiente, un inevitable poder so que es más fuerte que todas nuestras negaciones. Nuestra
bre el hombre. (La moral era necesaria para realizar al hom mism a fortaleza ya no tolera aquel antiguo suelo cómodo:
bre en su lucha contra la Naturaleza y con la «bestia feroz».) nos atrevemos a ir más allá; a pensar que el mundo es aún
B) Una vez alcanzado el poder sobre la Naturaleza, puede rico e inexplorado, y aun irse a fondo es mejor que hacerse
utilizarse para conseguir el desenvolvimiento del hombre li indeciso y sentirse envenenado. N uestra propia fortaleza
bremente: la voluntad de poder com o elevación y vigoriza- nos lanza al mar, allí donde todos los soles se han puesto...
ción del individuo. Nosotros sospechamos un nuevo mundo...
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que sepamos lo que es la perfección— . y el mal solo una
aparii'iu i.i (más radicales en Spinoza los conceptos bien y
La marcha de la filosofía se ha visto siempre obstaculi
mal), o del supremo fin debe ser deducido Dios (como con
zada por los prejuicios morales históricos.
secuencia de un favor de Dios, que nos permite elegir entre
En todas las épocas se han tomado los «bellos pensa
el bien y el mal: el privilegio de 110 ser autómatas; «Libertad»
m ientos» por argumentos; los «pechos hidalgos», por el fue
del peligro, del error, de la elección falsa..., por ejemplo,
lle de la divinidad; la convicción com o «criterio de la ver
Simplicio en su com entario a Epicteto).
tí dad»; la necesidad del adversario, com o signo interrogante
O nuestro mundo es imperfecto, el mal y el pecado son co
de la sabiduría; esta falsedad, esta falsa m oneda la encontra
sas reales; en este caso el mundo 110 puede ser verdadero, y el
m os por toda la historia de la filosofía. D escontados los es
conocimiento es el único camino para negarlo, es un error
tim ables, pero raros escépticos, en ninguna parte encontra
que, com o error, puede ser reconocido. Esta es la opinión de
mos un instinto de honradez intelectual. Últimamente, el
Schopenhauer, basándose en los supuestos de Kant. Todavía
mism o Kant, en toda su inocencia de esta corrupción de los
más desesperado es Pascal; puesto que entiende que com o el
pensadores, ha tratado de constituir científicam ente el con
conocimiento también está corrompido y falseado, es necesa
cepto tle «razón práctica», y hasta inventó una razón para
ria la revelación para comprender el valor negativo del mundo.
prescindir de la razón a ratos: a saber, las necesidades del co
razón cuando hablan la moral y el «deber».
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La costumbre de las autoridades absolutas ha creado una
especie de necesidad de las autoridades absolutas, tan fuerte,
Hegel: su lado popular, la doctrina de la guerra y de los
que aun en épocas críticas como la de Kant, se muestra su
grandes hombres. El derecho es de los victoriosos: de esta
perior a la necesidad crítica, y, en cierto sentido, se apodera
manera expone el progreso de la humanidad. Intento de ex
del trabajo del entendimiento crítico y lo pone al servicio de
plicar el dominio de la moral por la historia.
sus fines. En la siguiente generación, que por su instinto his
Kant: un reino de valores que se sustrae a nosotros, tan in
tórico tiene un concepto relativo de la autoridad, se nota, a
visible com o real.
pesar de esto, su dominio, cuando también en la filosofía de
Hegel: una evolución dem ostrable, que se va haciendo vi
la evolución de Hegel. la historia, bautizada en filosofía, se
sible, del reino de la moral.
pone al servicio de la idea moral y es considerada com o la
Nosotros no querem os engañam os con la manera kan
realización progresiva de dicha idea m oral. Desde Platón,
tiana ni con la moral hegeliana; no creemos, com o les ocu
la filosofía está bajo el dominio de la moral. Igualmente y en
rrió a ellos, en la moral. Por tanto, no tenem os que crear nin
sus antecesores, se advierten destellos de interpretaciones
guna filosofía para fundam entar la moral. Tanto el criticismo
morales (en Anaximandro, la ruina de todas las cosas como
com o el historicismo se nos presentan carentes de interés en
castigo por su emancipación del Ser puro; en Heráclito, la re
tal sentido. ¿En qué sentido lo tienen?
gularidad de los fenómenos com o prueba del carácter moral
de todo el devenir).
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bitar la autoridad y ponerla en las circunstancias. En A le nos, la economía, la acumulación de los tesoros logrados en
mania la valoración del crítico pertenece a la historia de la el terreno del conocim iento (es decir, de un nuevo hecho
creciente virilidad. L essing, por ejem plo (N apoleón sobre propio y manejable...).
(ioelhc). lis un hecho que el rom anticism o alem án hizo re La moral es una ciencia tan especial porque es práctica en
troceder este m ovim iento, y el llamamiento de la filosofía sum o graiio, hasta el punto de que ¡a posición del conoci
alem ana hace referencia a aquel com o si con él se hubiera m iento puro, la probidad científica, es pronto abandonada en
conjurado el peligro del escepticismo y hubiera podido demos el m om ento que la moral exige sus respuestas. L a moral dice:
trarse la fe. En Hegel culm inan am bas tendencias: generaliza yo «necesito ciertas» respuestas; las razones, los argumentos
en el fondo el hecho de la crítica alem ana y el hecho del ro vendrán después, y si no quieren venir que no vengan...
m anticism o alem án — una especie de fatalism o dialéctico, « /C ó m o se debe obrar?» Si pensam os que desde hace m i
pero en honor del espíritu y subordinando positivam ente los les de años nos hem os tenido que en co m iar con un tipo
filósofos a la realidad— . El crítico, nada m ás que prepara. soberanam ente desarrollado, en el que todo se ha hecho ins
C on Schopenhauer declina el tem a de los filósofos: se tinto, oportunidad, autom atism o, fatalidad, la urgencia de se
trata de una determ inación del valor: pero siem pre bajo el m ejante cuestión moral nos parecerá fatalmente cóm ica.
yugo del eudem onism o. El ideal del pesim ism o. ¿C óm o se debe obrar? La rnoral fue siem pre un equívoco;
en realidad, una especie a la que una fatalidad interior im
pulsaba a obrar de tal o cual m odo, «quería» justificarse ele
417 vando su norm a de conducta a norm a universal.
¿C óm o se debe obrar?, no es causa, sino efecto. La moral
Teoría y prá ctica .— Distinción funesta, com o si existiese continua; el ideal llega al final. Por otra parte, la aparición
un instinto particular del conocim iento, que despreocupada del escrúpulo m oral (dicho de otro modo: la conciencia de
de los problem as de utilidad y de peligro, se precipitase cie los valores según los cuates se obra) es un cierto estado en
gam ente hacia la verdad: y luego, aparte de este instinto, ferm izo; las épocas fuertes y los tiem pos vigorosos no refle
todo el m undo de los intereses prácticos... xionaban sobre sus derechos, sobre los principios de su co n
Al contrario, yo trato de m ostrar qué clase de instintos han ducta, sobre el instinto y la razón. L legar a ser consciente
actuado detrás de todos estos teóricos puros; cóm o los m is supone un signo de la verdadera m oralidad, es decir, la se
m os, de m anera irrem ediable bajo el im perio de sus instintos, guridad instintiva en la acción, se la han llevado los dem o
se han precipitado sobre algo que para ellos, solam ente para nios... Los m oralistas son, com o cada vez que se crea un
ellos, suponía la verdad. La lucha de los sistem as, sin perder nuevo m undo de la conciencia, signos de una lección, de una
de vista la de los escrúpulos de la teoría del conocim iento, es depauperación, de una desorganización. Los hom bres p ro
una lucha de instintos determ inados (las form as de la vitali fundam ente instintivos tienen pánico a la ¡ogificación del
dad, de la regresión, de las clases, de las razas, etc.). deber; entre ellos encontram os adversarios pirrónicos de la
El llam ado instinto del conocim iento debe ser reducido a dialéctica y de la cognoscibilidad en general... U na virtud es
un instinto de apropiación y de dom inio: de acuerdo con este refutada com o un «para».
instinto se han d esarrollado los sentidos, la m em oria, los ins Tesis: la aparición de los m oralistas coincide con los
tintos, etc. La reducción m ás rápida posible de los fenóm e- iiem pos en qu e la m oralidad h a term inado.
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Tesis: vi m oralista es un elemento disolvente de los ins Yo me prevengo contra toda la poesía del espíritu cien
tintos morillos, aunque él esté convencido de que es su res tífico:
taurador. 1) Respecto de la exposición, cuando no corresponde a
T e s i s : lo que realmente im pulsa a los m oralistas 110 son la génesis de las ideas.
l o s instintos morales, sino los instintos de decadencia, tradu 2) En las pretensiones del método, que quizá en una de
cidos en las fórmulas de la moral (sienten la inseguridad de term inada época de la ciencia aún no es posible.
los instintos com o corrupción). 3) En las pretensiones de objetividad, de fría im persona
Tesis: los instintos de decadencia que los m oralistas quie lidad, en las que. como en todas las dem ás valoraciones, des
ren que prevalezcan sobre el instinto moral de las razas y las pachan nuestros hechos interiores con dos palabras. Hay for
épocas fuertes, son: m as cóm icas, por ejem plo, la de Saint-Beuve. que siempre
1) Los instintos de los débiles y de los desheredados. se afanó por m ostraren cualquier lado, con pasión y color, el
2) Los instintos de las excepciones, de los solitarios, de «pro» y el «contra», y con gusto lo hubiera apartado de su vida.
los desarraigados, del abortus en grande y en pequeño.
3) Los instintos de los que sufren habitualm ente. que n e 419
cesitan una explicación noble de su estado y que por esto
tienen que ser lo m enos fisiólogos posible. «Objetividad» cu el filósofo.— Indiferentismo moral hacia
sí, ceguera frente a las buenas y m alas consecuencias, im pre
418 meditación en el uso de medios peligrosos, perversidad y plu
ralidad del carácter consideradas y utilizadas com o excelencia.
H ipocresía del espíritu científico .— No se debe aparen Mi profunda indiferencia conm igo mismo: no quiero sa
tar espíritu científico allí donde no hay tiem po para ser car ningún provecho de mis conocimientos, ni tampoco apro
científico; aunque tam bién el verdadero investigador tiene vecharm e de las consecuencias que puedan traerm e. A quí
la vanidad de presum ir de una especie de m étodo, que en el debe incluirse lo que pudiera llam arse corrupción del carác
fondo aún pertenece a su tiem po. Igualm ente no debe fal ter; esta perspectiva está fuera del asunto: yo adm inistro mi
sear cosas e ideas a las cuales ha llegado de otro m odo, por carácter, pero no se me ocurre ni com prenderlo, ni variarlo;
el cálculo personal de la virtud no ha entrado ni por lo más
m edio de una falsa apariencia de deducción y dialéctica.
Así falseó K ant, en su m oral, sus inclinaciones psicológicas rem oto en mi cerebro. Me parece que se cierran las puertas
del conocim iento en cuanto se interesa uno por su caso par
interiores; otro ejem plo m ás m oderno es la ética de H erbert
ticular, o bien por la «salvación de su alma»... No hay que
S pencer. N o d eb em o s d e sv irtu a r ni d isfraz ar la m anera
tom ar tan en serio la moralidad propia, y atender un poco
de cóm o llegaron a nosotros nuestros pensam ientos. Los
más a la contraria...
libros m ás profundos e inagotables tienen siem pre algo
Se cuenta dem asiado con una especie de patrim onio he
del carácter aforístico e im provisado de los «pensam ientos»
redado de la m oralidad; intuyéndose que se puede dilapidar
de Pascal. Las fuerzas y valoraciones im pulsoras perm an e
y tirar m ucho por la ventana sin p o r ello em pobrecerse en
cen largo tiem po b ajo la superficie; lo que aparece es el
exceso. N unca sienten la tentación de adm irar las «bellas al
efecto.
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un Dios, l;i «verdad», y en todo caso un juez y un condenado riores que tiene acreditados la moral. Basta dem ostrar que la
de osle ser... moral en sí es también inmoral, en el sentido en que la inmo
Sí se quiere tener una prueba de la manera profunda y ralidad ha sido condenada hasta el presente. Cuando hayamos
fundamental com o las necesidades verdaderamente bárbaras destruido de esta forma la tiranía de los valores que han te
del hombre tratan de sacrificarse, aun en su estado dom esti nido curso hasta aquí, cuando hayamos suprim ido el mundo-
cado y de acuerdo con su «civilización», es preciso buscar verdad, un nuevo orden de valores aparecerá naturalmente.
los «leilmotivs» de toda la evolución de la filosofía. De este El m undo-apariencia y el mundo-mentira: he ahí la con
modo encontrarem os una especie de venganza de la reali tradicción. Este último fue llamado hasta aquí mundo-ver-
dad, una destrucción socarrona de las evoluciones, en medio dad, «verdad absoluta», «Dios». Este mundo. Naturalmente,
de las cuales vive el hom bre, un alm a insatisfecha que con es el que hem os suprimido.
sidera el estado de disciplina com o una tortura y que experi Lógica de mi concepción:
m enta una voluptuosidad particular en cortar, de un modo
enfermizo, todos los lazos que lo ataban a él. 1) La moral com o valor superior (dueña de todas las fa
L a historia de la filosofía es una rabia secreta contra las ses de la filosofía, hasta del escepticismo). Resultado: este
condiciones de la vida, contra los sentimientos de valor de la m undo no vale nada, no es el «mundo-verdad».
vida, contra la decisión en favor de la vida. Los filósofos ja 2) ¿Qué es lo que determ ina aquí el valor superior? ¿Qué
más dudaron en afirmar un mundo, a condición de que estu es exactam ente la moral? El instinto de decadencia; para los
viera en contradicción con este mundo, de que pusiera en sus agotados y los desheredados, es una m anera de vengarse.
manos un instrumento que pudiese servir para hablar nega Prueba histórica: los filósofos son siempre decadentes... al
tivamente de este mundo. La filosofía fue hasta aquí la gran servicio de la religión nihilista.
escuela de la calumnia, y de tal modo se impuso, que aun hoy 3) El instinto de decadencia que se presenta com o volun
día nuestra ciencia, que se hacía pasar por intérprete de la tad de poder. Prueba: la inmoralidad absoluta de los medios
vida, ha aceptado la posición fundamental de la calumnia y en toda la historia de la mora!.
m anipula este mundo com o si no fuera m ás que apariencia,
y este encadenam iento de causas com o si no fuera m ás que No hem os reconocido en toda la corriente más que un
fenomenal. ¿Cuál es el odio que entra en ju eg o ? caso particular de la voluntad de poder: la moral m ism a es
Yo creo siem pre que la m oral, la «Circe» de los filóso un caso particular de inmoralidad.
fos, les juega siempre la m ala partida de obligarles a ser en
todo tiem po calum niadores. Creían en las «verdades» m o
rales, encontraban allí valores superiores..., ¿qué les que 457
daba por hacer sino decir «non» a la existencia, en vista de
que la com prendían mejor?... Pues tal existencia es inmoral... Innoven iones fundam entales. —En lugar de valores m ora
Esta vida reposa en hipótesis inmorales, y toda moral niega les, valores meramente naturalistas. Se asiste a la naturaliza
la vida. ción de la moral.
Suprim am os el m undo verdadero: para llevar a cabo se En lugar de «sociología», una doctrina de los modelos de
m ejante supresión, tenemos que elim inar los valores supe señorío.
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F.n limar de "sociedad». el progreso de la cultura com o mi presente con dureza y violencia; una manera de pensar sin
interés preferido (primero en su conjunto, pero luego pre- escrúpulos, inmoral, que intentase adm inistraren grande las
íercnlem cnle en sus partes). buenas y malas cualidades del hombre, porque confía en sa
1 .11 lugar ele la «teoría del conocim iento», una doctrina de ber em plearlas diestramente. Pero el que busca hoy filósofos
la perspectiva de los afectos (a la cual corresponde una je de esta clase, ¿qué probabilidades tiene de encontrar lo que
rarquía de los afectos: los afectos transfigurados: su superior busca? ¿No es probable que, agarrado a la linterna de Dió-
ordenación, su «espiritualidad»), genes, se pasase día y noche buscando inútilmente? Esta
I-n lugar de la m etafísica y de la religión, la doctrina del época cam ina en dirección opuesta; quiere, en segundo tér
eterno retorno (esta com o m edio de disciplina y selección). mino, la com odidad; desea, ante todo, publicidad y aquel ba
rullo del m ercado que tanto le agrada; pretende, en tercer lu
gar, que todos nos posternemos con el más vil de los
458 servilismos ante las más burdas patrañas: una de ellas es la
«igualdad de los hom bres», y honra exclusivam ente las vir
E ntre m is p recursores figura S chopenhauer: en qué tudes dem ocráticas. Pero estas circunstancias son radical
m ed id a he profu n d izad o el pesim ism o, im poniéndosem e mente opuestas a la producción del filósofo tal y com o yo al
ante todo por la evidencia de sus m ás elevadas contradic menos la entiendo. Sabido es que todo el m undo se lamenta
ciones. ile la conducta de los filósofos, enterrados entre autos de fe.
Luego, los artistas ideales, aquellos retoños del m ovi mala conciencia y arrogantes doctrinas eclesiásticas. Sin
em bargo, la verdad es que estas m ism as condiciones fueron
m iento napoleónico.
Luego, los europeos superiores, precursores de la gran más favorables para la producción de una espiritualidad po
derosa y rica que las de la vida actual. Hoy reina otra clase
política.
Luego, los griegos y su nacim iento. do espíritu, a saber: el espíritu dem agógico, el espíritu de co
mediante. quizá tam bién el espíritu de las víboras y de las
hormigas, propio de los sabios o, por lo m enos, favorable a
459 la producción de los sabios. Sin duda alguna peor, desfavo
rable para los grandes artistas. ¿N o se precipitan todos ellos
He citado a m is predecesores inconscientes. Pero ¿dónde cu el abism o por una falla interior de disciplina? A unque no
se ven exterionnente tiranizados por la im posición de un d e
iría yo a buscar, con alguna esperanza filosófica de mi estilo,
filósofos que por lo m enos respondieran a m is pretcnsiones? cálogo cortesano o sacerdotal, desconocen la lbrm a de ed u
car a su «tirano interior», a su voluntad. Y lo que queda d i
S olam ente allí donde im perase una m anera de pensar aristo
cho sobre los artistas, puede aplicarse igualm ente, en un
crática, que considerase la esclavitud y otra cualquier clase
sentido superior y fatal, a los filósofos. ¿En dónde eneontra-
de d ep endencia com o un su puesto de toda alta cultura:
icilios hoy espíritus libres? ¡Señálesem e, por ventura, un es
donde reinase una m anera de pensar creadora que no viese
píritu libre!
en el m undo un lugar de paz, el «sábado de todos los sába
dos», sino ahora, y en estado de paz. el m edio para la gue
rra. U na m anera de pensar que m irase al futuro y tratara el
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LA VOLUNTAD DE PODER
CO M O CO N O CIM IEN TO
a) M étodo de la investigación
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El encanto de las maneras de pensar opuestas y el no de Q ue entre sujeto y objeto existe una cierta relación ade
cuada; que el objeto es algo que, mirado por dentro, sería su
jarse llevar por el atractivo del carácter enigmático, crea la
I
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jeto a su ve/, es mi ingenioso expediente que, en mi criterio, placer y el desplacer son fenóm enos tardíos y derivados del
tuvo su época. La medida de aquello de que somos cons intelecto...
cientes depende de la burda utilidad de la conciencia. ¿Cómo La «causalidad» nos escapa: adm itir entre las ideas un
había de permitir esta perspectiva angular de la conciencia lazo inmediato y causal, com o hace la lógica, es la conse-
decir algo sobre «sujeto» y «objeto» que se relacionase de cuencia de observación más grosera y m ás torpe. Entre dos
algún modo con la realidad? pensamientos hay aún toda clase de pasiones que se entre
gan a su juego; pero los m ovim ientos son dem asiado rápi
dos, lo que hace que los desconozcam os, que los neguemos.
470 «Pensar», tal com o lo determinan los teóricos del conoci
miento. es cosa que no existe; es una ficción com pletamente
La crítica de la nueva filosofía descubre la existencia de un arbitraria, realizada .separando del proceso general un solo
punto de vista deficiente, como si hubiera «hechos de concien elemento, sustrayendo todos los dem ás elem entos, un arre
cia» y ningún fenomenalismo en la autoobservación. glo artificioso para entenderse...
El «espíritu», una cosa que piensa: a ser posible, el espí
ritu absoluto, «el espíritu puro», esta concepción derivada de
471 la falsa observación de sí mismo, que cree en el procedi
m iento que consiste en «pensar»: aquí se com ienza a im agi
«Conciencia»: ¿en qué m edida las ideas representadas, la nar un acto que no se produce de ninguna manera: «pensar»,
voluntad representada, el sentimiento representado (lo único y se imagina, en segundo lugar, un «substratum». sujeto
que conocem os) es com pletam ente superficial'/ ¡Nuestro imaginario en el que cada acto de este pensam iento tiene su
m undo interior es también fenómeno! origen, y nada más: lo que quiere decir que tanto la acción
como el que la ejecuta son simulados.
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Yo mantengo también la fenomenalidad del mundo inte
rior; todo lo que no deviene sensible en la conciencia ha El fenom enalism o no hay que buscarlo en los sitios fal
debido ser previam ente dispuesto, sim plificado, esquem a sos: nada es más fenomenal, o más exactamente, nada es tan
tizado, interpretado. El verdadero procedim iento de la «per ilusorio, com o ese m undo interior que observamos con ese
cepción interior», el encadenam iento de las causas entre lamoso «sentido interior».
los pensamientos, los sentimientos, los deseos, entre el su Hemos creído que la voluntad era una causa, hasta el
jeto y el objeto, está por com pleto oculto a nuestros ojos, y punto de que, según nuestra experiencia, hemos supuesto
quizá resulta, solamente en nosotros, motivo de imagina una causa todo lo que acontece (es decir, la intención como
ción. Ese «m undo interior en apariencia» es tratado con las causa de lo que sucede).
mismas form as y los mismos procedim ientos que el mundo Creemos que el pensamiento y los pensamientos, tales
«exterior». N osotros jam ás tropezam os con «hechos»; el com o acontecen en nosotros, se encuentran vinculados por
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I.A V OLUNTAD D E PODER
un encadenam iento de causalidad cualquiera: el lógico, en por las cosas exteriores, y es proyectado posteriormente so
particular, que habla de casos que efectivam ente no han ocu bre nosotros al exterior en form a de «causa» prestada a di
rrido en la realidad, el lógico se ha acostum brado al prejui cho efecto...
cio de creer que los pensamientos ocasionan pensamientos. En el fenom enalism o del «m undo interior» volvem os a
N o s o t r o s creemos — y nuestros filósofos lo creen todavía—
la cronología de la causa y del efecto. El hecho fundamental
que el sentido del dolor y del placer provoca reacciones. Du de la experiencia es que la causa se imagina una vez que el
rante miles de años se ha presentado al placer y el deseo de efecto tuvo lugar... Igualmente ocurre con la sucesión de las
sustraerse al desplacer como motivo de toda clase de acción. ideas...: buscamos la razón de una idea antes de que haya sido
Con un poco de reflexión, podemos admitir que todo pasa consciente para nosotros, y entonces la razón, y luego su
ría exactamente según el mismo encadenam iento de causas consecuencia, entran en nuestra conciencia... Todos nuestros
y efectos si estos estados de placer y de dolor no existieran: sueños consisten en interpretar sentimientos de conjunto,
engañándonos por creer que dan lugar a algún fenómeno. para buscar sus posibles causas, y tal suerte, que un estado
Son fenómenos secundarios, con una finalidad com pleta no deviene consciente sino cuando el encadenam iento de las
m ente distinta de la de provocar reacciones: son efectos que causas, inventado para interpretarlo, se ha hecho presente en
se integran en el proceso de reacción en curso... la conciencia.
«In somma»: todo lo que resulta consciente es un fenó Toda la experiencia interior está fundada sobre una irrita
meno final, una conclusión que no produce ningún efecto; ción de los centros nerviosos, a la que se busca o adjudica
toda sucesión en la conciencia es absolutamente atomística. una causa; y solamente la causa de esta manera buscada pe
Habiéndose tratado de com prender el mundo en nosotros a netra en la conciencia: esta causa no se adapta en absoluto a
base de concepciones contrarias com o si nada fuera activo, la causa verdadera: es algo así com o un tanteo basado en an
com o si natía fuese real, sino el pensamiento, el sentimiento, teriores «experiencias interiores», es decir, en la memoria.
la voluntad. Pero la m em oria conserva igualmente el hábito de las inter
pretaciones antiguas, es decir, de la causalidad errónea; de
suerte que la «experiencia interior» contendrá en ella todas
474 las antiguas falsas ficciones causales. Nuestro «m undo exte
rior», tal com o suele proyectarse a cada momento, está es
E l fenom enalism o del m undo ¡m enor.— La causa, por una trechamente unido a los viejos errores de las causas, trata
inversión cronológica, llega a la conciencia después que el mos de interpretarlo por el esquematismo de los «objetos», etc.
efecto. Hemos averiguado que un dolor puede proyectarse La «experiencia interior» no aparece en la conciencia sino
en un sitio del cuerpo sano, sin ser este su sitio; sabem os que una vez encontrado cierto lenguaje que el individuo pueda
las sensaciones que ingenuamente consideram os com o con comprender, es decir, la transposición de un estado a otro
dicionadas por el mundo exterior están, en realidad, condi más conocido. «Com prender» es sim plem ente poder expre
cionadas por el mundo interior; pues la verdadera acción del sar algo de nuevo en el lenguaje de alguna cosa antigua co
m undo exterior se realiza siempre de una m anera incons nocida. Por ejemplo: cuando digo «yo m e siento mal», tal
ciente... El fragmento de mundo exterior de que som os cons juicio equivale a una grande y tardía neutralidad por parte
cientes ha nacido después del efecto ejercido sobre nosotros del observador: el hombre ingenuo dirá siempre: una cosa u
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otra hace que yo me sienta mal; no juzgará claram ente su c) La creencia en el «yo» sujeto
m alestar sino cuando descubra una razón para sentirse mal...
A eslo es a lo que yo llamo una falta de filología; porque po 476
der leer un lexlo es la form a más tardía de la «experiencia in
ferior». quizá una form a probablemente apenas posible... En mi criterio, contra el positivismo que se limita al fe
nómeno, «solo hay hechos». Y quizá, más que hechos, in
terpretaciones. No conocem os ningún hecho en sí, y parece
475 I absurdo pretenderlo.
«Todo es subjetivo», os digo; pero solo al decirlo nos en
No hay ni «espíritu», ni razón, ni pensamiento, ni concien contramos con una interpretación. El sujeto no nos es dado,
cia, ni alma, ni voluntad, ni verdad; las citadas, no son sino sino añadido, imaginado, algo que se esconde. Por consi
ficciones inútiles. No se trata de «sujeto» y «objeto», sino de guiente, ¿se hace necesario contar con una interpretación d e
una cierta especie animal que no prospera sino bajo el im trás de la interpretación? En realidad entramos en el cam po
perio de una justeza relativa de sus percepciones y, ante todo, de la poesía, de las hipótesis.
con la regularidad de estas (de m anera que le es posible ca El mundo es algo «cognoscible», en cuanto la palabra
pitalizar sus experiencias...). «conocimiento» tiene algún sentido; pero, al ser susceptible
C om o instrum ento del poder, trabaja el conocim iento. de diversas interpretaciones, no tiene un sentido fundam en
Realidad que crece, en la m edida que aum enta el poder... tal, sino m achism os sentidos. Perspectivismo.
El sentido del conocimiento: en este caso, com o en el de
la idea de «bien» y de «belleza», la concepción de enten
derse severa y estrechamente desde el punto de vista antro- 477
pocéntrico y biológico. Para que una especie concreta pueda
conservarse y crecer en su poder es preciso que su concep Donde nuestra ignorancia em pieza, donde ya no llegamos
ción de lo real abrace m uchas cosas calculables y constan con la vista, ponem os una palabra; por ejemplo, la palabra
tes. con el fin de levantar sobre sem ejante concepción un «yo», la palabra «acción», la palabra «pasión», que son quizá
esquem a de su conducta. La utilidad de la conservación — líneas del horizonte de nuestro pensamiento, pero de nin
y no cualquier abstracta y teórica necesidad de no ser en guna manera «verdades».
gañado— radicase com o m otivo tras la evolución de los
órganos del conocim iento..., estos órganos se desarrollan
de m anera que su observación baste para conservarnos. 478
De otro m odo, la m edida de la necesidad de conocer d e
pende de la m edida del crecim iento de la voluntad de po El «yo» se encuentra determ inado por el pensamiento,
d er de la especie; una especie se apodera de una cantidad l>ero hasta ahora se creía en un plano más bien popular, que
de realidad para hacerse dueña de esta, para tomarla a su ser en el «yo pienso» había a manera de una conciencia inm e
vicio. diata, a cuya analogía entendíamos todas, las demás reaccio
nes causales. Pero por muy normal y necesaria que sea esta
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ficción. 110 es posible olvidar su carácter fantástico: puede Los grados en el sentimiento de vida y de poder (lógica y
haber una creencia que sea condición de vida y, a pesar de conexión en lo que ha sido vivido), damos la medida del
ello, falsa. «ser», de la «realidad», de la no apariencia.
Sujeto: se plantea la terminología de nuestra creencia en
una unidad entre los diversos momentos de un sentimiento
479 de realidad superior: entendemos semejante creencia como el
efecto de una sola causa — creemos en nuestra creencia hasta
«Si se piensa, es que hay algo que piensa»; a esto puede el punto de que, a causa de ella, imaginamos la «verdad», la
reducirse la argumentación de Descartes. Pero esto equivale «realidad», la «sustancialidad»— . «Sujeto» es la ficción que
a adm itir com o verdadero «a priori» nuestra creencia en la pretende hacernos creer que muchos estados similares son
idea de sustancia. Decir que. cuando se piensa, es preciso que en nosotros el efecto de un mismo «substratum»; pero somos
haya algo que piensa, es un poco la formulación de un há nosotros los que hemos creado la analogía entre estos dife
bito gramatical que atribuye a la acción un actor. Aquí anun rentes estados. La equiparación y la aprestación de estos, he
ciam os, resum iendo, un postulado lógico m etafísico, sin aquí los hechos y no la analogía (es preciso, por el contrario,
contentam os con comprobar... Mientras que por el camino negar la analogía).
de Descartes no se llega nunca a una certidumbre absoluta,
sino solamente a un hecho de creencia muy pronunciada.
Si se redujese la proposición a esto: «se piensa, luego hay 481
pensamiento», estableceríamos una simple tautología, y lo
que precisam ente se pone en tela de juicio, la realidad del Es necesario saber lo que es el ser para decidir si esto o
pensamiento queda intacta — de suerte que, bajo esta forma, aquello son cosas reales (los hechos de la conciencia, por
nos sentimos obligados a reconocer la «apariencia» del pen ejemplo); y también para saber lo que es certeza, lo que es
samiento— . Sin embargo, lo que Descartes quería es que el conocimiento y cosas así. Pero com o no sabemos esto, re
pensamiento no tuviese una realidad aparencial, sino que se sulta un tanto absurda cualquier crítica del conocimiento.
brindase com o algo en sí. ¿Cómo es posible criticar un instrumento que hay que utilizar
irremediablemente para la crítica? Ni siquiera puede defi
nirse a sí mismo.
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toda la historia religiosa de la humanidad se reconoce com o guna cosa que, por sí misma, aspire a reforzarse, y que no
historia de la superstición del alma. A quí hay un límite: quiere conservarse sino indirectamente (quiere encarecerse).
nuestro mismo pensamiento envuelve aquella fe (con su di
ferencia de sustancia, accidente, acción, sujeto de la acción, etc.;
llegar a él significa privarse de pensar). 484
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II