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1.- DEFINICIONES
Según la LEY N°807 LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO en su artículo 3 se define como.
2.-EJEMPLOS
CAPITULO III
DE LA JORNADA DE TRABAJO
ARTICULO 46º La jornada efectiva de trabajo no excederá de 8 horas por día y de 48 por
semana. La jornada de trabajo nocturno no excederá de 7 horas entendiéndose por trabajo
nocturno el que se practica entre horas veinte y seis de la mañana. Se exceptúa de esta
disposición el trabajo de las empresas periodísticas, que están sometidas a reglamentación
especial. La jornada de mujeres no excederá de 40 horas semanales diurnas. 7 Se
exceptúan a los empleados u obreros que ocupen puestos de dirección, vigilancia o
confianza, o que trabajen discontinuamente, o que realicen labores que por su naturaleza
no puedan someterse a jornadas de trabajo. En estos casos tendrán una hora de descanso
dentro del día, y no podrán trabajar más de 12 horas diarias.
CAPITULO VI
DEL TRABAJO DE MUJERES Y MENORES
ARTICULO 60º Las mujeres y los menores de 18 años, sólo podrán trabajar durante el día
exceptuando
labores de enfermería, servicio doméstico y otras que se determinarán.
La desagregación según las áreas muestra que el empleo remunerado caracteriza más a
las áreas urbanas en relación a las rurales. En el área rural prevalece el empleo no
remunerado, pues cerca de 30% de las personas económicamente activas no reciben
retornos monetarios. Los datos muestran que la tendencia creciente en el indicador de
empleo remunerado y su brecha de género son explicados por la evolución del indicador
para mujeres del área rural. Por otra parte, al observar las brechas apreciamos dos
realidades muy marcadas: en el área urbana la brecha entre mujeres y hombres se ubica en
torno a 0.9, mientras que en el área rural la brecha, si bien tiene una tendencia a cerrarse.
a nivel nacional, 90% de la desigualdad de género está explicada por las brechas en la
utilización de la fuerza de trabajo, mientras que sólo 10% está explicada por las brechas en
su remuneración. Mientras que la tasa de utilización de las mujeres alcanza a 61% de la
tasa de utilización de los hombres, el ingreso laboral promedio de las mujeres alcanza 95%
del ingreso laboral promedio de los hombres. A su vez, las brechas en la utilización están
estrechamente relacionadas con las brechas en los niveles de participación (54%) más que
con las brechas en los niveles del empleo remunerado (36%). La tasa de participación de
las mujeres llega solo a 75% en relación a la de los hombres, mientras que la tasa de
empleo remunerado alcanza a 82% en relación a la de los hombres.
Los logros educativos muestran que en 1999- 2005, en la PET, 48% de las mujeres y 35%
de los hombres alcanzaron la educación primaria y 26% de las mujeres alcanzaron la
educación superior contra 32% de los hombres. En 2006-2012, 40% de las mujeres (28%
para los hombres) alcanzó la educación primaria y 32% (35% para los hombres), la
educación superior. Los logros educativos por sectores de inserción revelan que 83% de las
mujeres y 59% de los hombres en 2006-2012 alcanzaron la educación superior en el sector
formal asalariado contra 15% y 20% en el sector cuentapropista, respectivamente.
CONCLUCIONES
La preferencia que se brinda con base en la reputación de la universidad del buscador de
empleo es muy considerable. Personas egresadas de una universidad “bien reconocida” por
los empleadores son 40% más propensos a recibir una respuesta positiva en una aplicación
laboral, comparado con aquellos con estudios de escuelas “menos valoradas”. En ese
sentido, el sesgo de los empleadores se convierte en un elemento clave para comprender la
desconexión entre el nivel educativo y las oportunidades en el mercado laboral. Si bien el
sesgo de contratación relacionado con las credenciales educativas afecta a todos, las
mujeres se enfrentan a un reto adicional que ya que también son sujetas a sesgos que
generan otros tipos de discriminación. En las ciudades grandes de Bolivia, de acuerdo con
una encuesta a empleadores de 2015, el 39% de las empresas tenía preferencia por
contratar hombres, 11% por contratar mujeres y el 49% era indiferente. A finales del mismo
año, el 73% de las empresas contrató hombres. Dicho sesgo se mantiene e incluso se
acentúa en ciudades pequeñas e intermedias, donde el 50% de las empresas prefiere
contratar hombres, 8% mujeres y el 42% es indiferente.
Una de las dificultades para el desarrollo laboral de las mujeres es la falta de mecanismos
que permitan compatibilizar el trabajo con las actividades de cuidado y la maternidad, estas
condicionan el trabajo de las mujeres cuando deben ausentarse por el embarazo y la
crianza de los hijos. Estas situaciones predisponen a que las mujeres acepten trabajos con
menor pago, condiciones eventuales, no estables y sin derechos laborales.
Prejuicios y estereotipos de habilidades: A menudo se asume que las mujeres no son tan
hábiles en ciertas áreas, como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas lo
que puede dificultar su capacidad para ingresar a estas profesiones.
Discriminación por edad: Las mujeres mayores a menudo enfrentan mayores dificultades
para encontrar trabajo debido a la discriminación por edad. Pueden ser consideradas menos
adecuadas para ciertos trabajos o menos capaces de adaptarse a los cambios tecnológicos.