Está en la página 1de 19

CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA CORTE SUPREMA

- Sistema de Notificaciones Electronicas SINOE

SEDE PALACIO DE JUSTICIA,


Secretario De Sala - Suprema:CHAVEZ VERAMENDI
DINY YURIANIEVA /Servicio Digital - Poder Judicial
del Perú
Fecha: 10/07/2017 11:11:37,Razón: RESOLUCIÓN
JUDICIAL,D.Judicial: CORTE SUPREMA /
LIMA,FIRMA DIGITAL - CERTIFICACIÓN DEL

CORTE SUPREMA PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA


DE JUSTICIA R.N. N° 2778–2016
DE LA REPÚBLICA LIMA

Absolución y condena infundadas


Sumilla. i) De la versión de un testigo no se colige
que el sentenciado sea instigador del crimen
colectivo, bajo la pauta de que tendió una trampa a
las víctimas para que sean retenidos y muertos. En
todo caso constituye un indicio de cargo que debe
valorarse con el resto de elementos de prueba. La
actividad de esclarecimiento del juicio oral ha sido
insuficiente y no permite una decisión clara sobre
los cargos. ii) Los encausados absueltos ha sido
acusados como ejecutores materiales de la muerte y
asesinato. Los agraviados los han sindicado en su
mayor parte; su reconocimiento no puede ponerse en
crisis puesto que los vieron y reconocieron. Parte de
los imputados se incrimina mutuamente. iii) Existe
diferencia sustancial desde la perspectiva probatoria
entre una inculpación por una ejecución material de
un delito, que parte de la presencia personal de los
encausados y de una relación directa con las
víctimas y otros testigos, y una atribución por una
instigación, en que el instigador no estuvo presente
en el teatro de los hechos. Es sintomático que el
Tribunal Superior confiera validez a la misma
prueba personal para absolver a los acusados como
autores materiales y la descarte para condenar al
acusado por instigación. La incoherencia de ese
razonamiento es relevante.

Lima, seis de junio de dos mil diecisiete.

VISTOS: los recursos de nulidad


interpuestos por el señor FISCAL ADJUNTO SUPERIOR DE LA TERCERA
FISCALIA PENAL NACIONAL, el encausado CARLOS MIGUEL QUEZADA
SUÁREZ y la Parte Civil, representada por ELIZABETH MALPICA ORÉ, contra la
sentencia de fojas cuatro mil setecientos cuarenta y dos, de doce de julio de
dos mil dieciséis, en cuanto:
1. Absolvió a Cresencio Víctor Caysahuana Páucar, Cirilo Claudio
Caysahuana Páucar, Eleodoro Fernando Mogollón Oviedo, Julio
Granados Camarena, Emiliano Zamudio Salomé, Joaquín Gutiérrez
Rabelo Efraín Juan Arcos Palomino y Sixto Mayta Arcos de la
acusación fiscal formulada en su contra por delito de homicidio
calificado por alevosía en agravio de Manuel Alejandro Malpica
Guerra, Manuel Túpac Yupanqui Sucño, Abel Alberto Ponce
Alvarracín, María Cruz Malpica Alvarracín, Argelia Rojas Solier, Liz
Maclovia Malpica Alvarracín, Lourdes Celia Malpica Alvarracín,
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

Magaly Malpica Alvarracín, Eloen Mesías Malpica Alvarracín, Adonay


Malpica Alvarracín, Jesús Alejandro Malpica Oré, Juan Carlos Quispe
Malpica, Rosa Evangelina Malpica Oré, Teodora Constanza Alvarracín
Acuña y Manuel Oré Joyllo. Igualmente, absolvió a los mismos
encausados de la acusación fiscal formulada en su contra por delito de
tentativa de homicidio calificado por alevosía en agravio de Elizabeth
Malpica Oré y Teodoro Rojas Huamangalli.
2. Condenó a Carlos Miguel Quezada Suarez como instigador del delito
de homicidio calificado por alevosía en agravio de Manuel Alejandro
Malpica Guerra, Manuel Túpac Yupanqui Sucño, Abel Alberto Ponce
Alvarracín, María Cruz Malpica Albarracín, Argelia Rojas Solier, Liz
Maclovia Malpica Alvarracín, Lourdes Celia Malpica Alvarracín,
Magaly Malpica Alvarracín, Eloen Mesías Malpica Alvarracín, Adonay
Malpica Alvarracín, Jesús Alejandro Malpica Oré, Juan Carlos Quispe
Malpica, Rosa Evangelina Malpica Oré, Teodora Constanza Alvarracín
Acuña y Manuel Oré Joyllo; así como lo condenó como instigador del
delito de tentativa de homicidio calificado por alevosía en agravio de
Elizabeth Malpica Oré y Teodoro Rojas Huamangalli, a veinticinco
años de pena privativa de libertad y fijó en un millón ciento cincuenta
mil soles por concepto de reparación civil a favor de los familiares de
los agraviados por el delito de homicidio calificado por alevosía, y
quinientos mil soles a favor de los agraviados Elizabeth Malpica Oré y
Teodoro Rojas Huamangalli.
De otro lado, la referida sentencia, con relación a los testigos Carlos
Alberto Montero Morales, Héctor Llontop Novoa y Luis Alberto Dávila
Reátegui, ordenó la remisión de copias certificadas al Ministerio Público
para la denuncia correspondiente. Este extremo, sin embargo, no ha sido
recurrido. Es firme.
OÍDO el informe oral.
Interviene como ponente el señor SAN MARTÍN CASTRO.

FUNDAMENTOS

§ 1. De las pretensiones impugnativas

PRIMERO. Que el señor Fiscal Adjunto Superior en su recurso formalizado de


fojas cuatro mil novecientos treinta y ocho, de veinticinco de julio de dos mil
dieciséis, requiere la anulación del extremo absolutorio de la sentencia. Aduce
que existen medios de prueba que vinculan a los encausados absueltos con el
delito objeto de acusación; que, respecto de Zamudio Salomé, constan tres

–2–
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

testimonios que lo vinculan con el asesinato; que, en cuanto a Cresencio


Caysahuana Páucar, figuran cuatro testimonios de cargo, la inspección judicial
de fojas mil quinientos quince y la confrontación de fojas dos mil quinientos
veinte; que, en lo concerniente a Cirilo Caysahuana Páucar, se tiene dos
testimonios de cargo y la confrontación de fojas ochocientos veintiuno; que,
en lo atinente a Gutiérrez Ravelo, Arcos Palomino, Mogollón Oviedo y Mayta
Arcos, figuran en autos dos testimonios de cargo; que, de otro lado, también
son pruebas de cargo las pericias médico legales, psicológicas y siquiátricas;
que las declaraciones de dos agraviados sobrevivientes son coherentes y
válidas, y el Tribunal no valoró la declaración de García Pariachi.

SEGUNDO. Que la parte civil en su recurso formalizado de fojas cuatro mil


novecientos ochenta y uno, de veintisiete de julio de dos mil dieciséis, insta la
anulación de la parte absolutoria de la sentencia. Alega que no se tomó en
cuenta que en mil novecientos noventa y nueve la presencia subversiva en
Satipo era indubitable, así como que existía una estrecha coordinación entre
los ronderos de Naylamp de Sonomoro y la Cuadragésimo Octava
Comandancia de la Policía de Mazamari; que las rondas existían y habían sido
capacitadas y empadronadas por el encausado Quezada Suarez –ellos
informaban sobre la presencia subversiva y realizaban operaciones conjuntas
con la Policía Nacional–; que lo actuado prueba que el encausado Quezada
Suárez hizo salir con engaños a la familia Malpica, bajo la consigna de
protegerlos de la subversión, al punto que él dio la orden a los ronderos para
que los maten; que existen prueba de cargo directa contra los absueltos –dos
testificales–.

TERCERO. Que, de otro lado, el encausado Quezada Suárez en su recurso


formalizado de fojas cuatro mil novecientos cincuenta y cinco, de veinticinco
de julio de dos mil dieciséis, solicita la absolución de los cargos o, en su
defecto, la nulidad del juicio oral. Arguye que no se confrontó con seis
testigos; que se le condenó en base a conjeturas y probabilidades; que no
existe pruebas que impartió una orden para la ejecución de los agraviados; que
los hechos producidos fueron, en todo caso, una decisión libre de los ronderos;
que cuando recomendó a la hija de una de las víctimas evacuar la zona a causa
del terrorismo, se trataba de una información favorable para la familia
Malpica; que no se precisa cómo se motivó a los ronderos para matar a los
agraviados y menos a quién o quiénes se dio esa orden; que el día de los
hechos la familia Malpica no se dirigía a la Cuadragésimo Octava
Comandancia sino que se encontraban abandonada en Sanibeni, pues llevaban
todas sus pertenencias consigo.

–3–
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

§ 2. De los hechos declarados probados y de los cargos objeto de imputación

CUARTO. Que la sentencia de instancia declaró probado que el día veintisiete


de marzo de mil novecientos noventa, en horas de la tarde, la familia Malpica,
junto con Teodoro Rojas Huamangalli, integrada por los diecisiete agraviados,
salió de su localidad –en pureza, tuvieron que alejarse por seguridad–, en el
Centro Poblado de Sanibeni, del distrito de San Martín de Pangoa, provincia
de Satipo, departamento de Junín, por los inminentes ataques de Sendero
Luminoso, con dirección a Mazamari. Sin embargo, al pasar por la plaza de la
comunidad de Naylamp de Sonomoro –vía necesaria para llegar a su destino–,
fueron interceptados y retenidos por los ronderos de esa comunidad. Se les
indicó que debían quedarse hasta el día siguiente a fin de coordinar
previamente con los Sinchis de Mazamari –la Cuadragésimo Octava
Comandancia–, respecto a las condiciones de su traslado a la mencionada base
policial.
Los agraviados permanecieron ese día bajo vigilancia de los ronderos en la
citada plaza. A las seis horas del día siguiente fueron conducidos al local
comunal, donde se les interrogó violentamente bajo el cargo de estar
vinculados al terrorismo. En horas de la noche fueron atados con sogas y
conducidos al puente Pasarela del río Sonomoro por varios ronderos. Allí se
les disparó con escopetas, y se les atacó con lanzas y machetes. Los
agraviados ya muertos fueron arrojados al río Sonomoro. Lograron sobrevivir
y se fugaron Elizabeth Malpica Oré y Teodoro Rojas Huamangali, aunque con
lesiones graves.
La decisión de matar a la familia Malpica provino del entonces mayor PNP
Quezada Suárez, jefe de Inteligencia de la Cuadragésima Octava Comandancia
Policial de Mazamari, a fin de que lo hagan los ronderos de Naylamp de
Sonomoro, para lo cual previamente había incursionado en un patrullaje a la
comunidad de Cajiriali, y había tomado conocimiento que esa familia
colaborada con el terrorismo en la comunidad de Centro Sanibeni. El citado
imputado otorgó a la familia Malpica una autorización para que pasen por la
comunidad de Naylamp de Sonomoro, lo que en pureza fue un engaño para
que los comuneros dieran muerte a sus integrantes.

QUINTO. Que la Fiscalía Superior, en su acusación de fojas dos mil seiscientos


sesenta y ocho, consideró al encausado Quezada Suárez como autor
intelectual, pues estimó que dio la orden a los comuneros de Naylamp de
Sonomoro para que maten a los agraviados. El citado acusado entregó una
especie de salvoconducto a los agraviados para que no sean obstaculizados por

–4–
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

los ronderos, pero como tenían que pasar en su camino a la Cuadragésima


Octava Comandancia de la Policía General por la Comunidad de Naylamp de
Sonomoro, al advertir su presunta vinculación terrorista, ordenó a los
comuneros que les diera muerte, que fue lo que finalmente ocurrió –solo se
salvaron dos integrantes de esa familia–. Una vez que retuvieron a los
agraviados, hubo una coordinación entre los comuneros y la Cuadragésimo
Octava Comandancia Policial, a consecuencia de lo cual, en horas de la noche,
los mataron.
Por otra parte, la Fiscalía Superior identificó y acusó a los comuneros que
dieron muerte a la familia Malpica. Así, el comunero Zamudio Salomé,
Vicepresidente de la ronda (ausente), dio la orden a los comuneros para retener
a los agraviados hasta el día siguiente. Estos últimos quedaron bajo la
vigilancia del comunero Gutiérrez Rabelo y otros más. A las seis horas fueron
trasladados al local comunal, donde se les interrogó violentamente bajo el
cargo de estar vinculados a Sendero Luminoso. Intervinieron en esos hechos
los comuneros Efraín Arcos Palomino, Cresencio Caysahuna Páucar y Cirilo
Caysahuana Paucar, y fueron dirigidos por Zamudio Salomé. En horas de la
noche, los agraviados fueron conducidos al puente Pasarela del río Sonomoro,
donde los atacaron, los mataron y arrojaron al río (todos, salvo Elizabeth
Malpica Oró y Teodoro Rojas Huamangali). Intervinieron en estos hechos
Cresencio Caysahuana Páucar, Granados Camarena (líder de los ronderos y
presidente del comité sectorial de Naylamp), Cirilo Caysahuana Paucar, Efraín
Arcos Palomino, Mogollón Oviedo, Mayta Arcos, Gutiérrez Rabelo y
Zamudio Salomé.

SEXTO. Que el Tribunal Superior en la sentencia recurrida, en cuanto al


acusado Quezada Suárez, estimó que intervino en los hechos como instigador,
no como autor intelectual. El encausado Cirilo Caysahuana Páucar mencionó
que el imputado Quezada Suárez dijo: “al primero que sale le dan vuelta y lo
botan al río”. De igual manera, refirió que el encausado Quezada Suárez les
daba órdenes sobre la entrada y salida de terceros a la Comunidad, órdenes
que las rondas cumplían.
En cuanto a los comuneros acusados, advirtió que los relatos de la señora
Elizabeth Malpica Oré, ya sea como información primigenia o como
información posterior que la complementa, añade o llena vacíos, no genera
convicción más allá de toda duda razonable. Varios encausados adujeron que
no estaban en la comunidad cuando ocurrieron los hechos, otros negaron la
conducta que se les atribuyen –la ejecución de las muertes–, y la identificación
de dos ellos solo fue por la voz, todo lo cual, a su juicio, no genera convicción.

–5–
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

SÉPTIMO. Que la Fiscalía Suprema en lo Penal afirmó la validez de la condena


contra el encausado Quezada Suárez, y opinó por la nulidad de las
absoluciones a los ronderos acusados. Insiste en la validez y eficacia de las
declaraciones de los agraviados y tomó como ciertas las referencias de algunos
ronderos respecto al rol desempeñado por el imputado Quezada Suárez.

§ 3. Del examen de los puntos impugnativos

OCTAVO. Que, en principio, se tiene que la autoridad penal conoció de los


hechos como consecuencia de la denuncia que formuló la agraviada Elizabeth
Malpica Oré el día ocho de marzo de dos mil seis [fojas una]; es decir,
dieciséis años después de ocurridas las muertes. En esa denuncia mencionó no
solo al encausado Quezada Suárez, sino también al teniente PNP Vela (Jefe de
Operativos Especiales de la Base Policial “Los Sinchis”), así como a Víctor
Montero, Cresencio Caysahuana, Fernando Mogollón, Marcelino Medina y
Quispe Aricama –de ellos, solo tres fueron acusados–. El doce de junio de dos
mil dieciséis la citada agraviada amplió su denuncia para involucrar a Julio
Granados Camarena, Emiliano Zamudio Salomé, Pérez Fernández, Víctor
Barreto, Juan Arcos Palomino, Sixto Mayta Arcos, Demetrio Pariachi, Joaquín
Gutiérrez Rabelo y César Huamán –de ellos, solo se acusó a cinco ronderos–.
Para justificar la demora, la denunciante se limitó a decir que no lo hizo antes
por temor, aunque no expuso mayores concreciones.

NOVENO. Que los cadáveres de las víctimas no han sido encontrados, por lo
que no se pudo realizar las pericias anatómicas (necropsias) correspondientes
–la realidad de las muertes parte de lo que afirmaron los agraviados y los
ronderos (imputados y testigos). En autos corren las partidas de defunción de
trece agraviados [fojas trescientos sesenta y ocho a trescientos ochenta]. Éstas
se asentaron por la resolución judicial que en copia corre a fojas dieciocho, de
dieciséis de julio de mil novecientos noventa y nueve. No corre en autos las
partidas de defunción de Manuel Túpac Yupanqui Sucño y Argelia Rojas
Solier.
De esas muertes y de su carácter violento, delictivo, no existe duda alguna; y,
por lo demás, ni siquiera ha sido objeto de contradicción.

DÉCIMO. Que es verdad que en el plenario, pese a la contradicción de las


declaraciones de los testigos, agraviados y de los encausados –en especial, del
encausado Quezada Suárez–, no se realizó la diligencia de careo
correspondiente. Empero, tal omisión no es causal de nulidad, desde que las
versiones e interrogatorios tuvieron en cuenta lo que expresaron todos ellos.

–6–
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

Exigir necesariamente un careo frente a lo que expuso cada participante


procesal no tiene mayor relevancia, más aun si resulta evidente que, en el
presente caso, el careo no tendría mayor posibilidad efectiva de
esclarecimiento frente a la rotundidad de sus negaciones y al tiempo
transcurrido. Esta diligencia, por lo demás, no es obligatoria.

UNDÉCIMO. Que, igualmente, es evidente que el Tribunal Superior varió el


título de intervención delictiva del encausado Quezada Suárez: de autoría
intelectual a instigación. Cabe puntualizar, al respecto, que la fundamentación
jurídica de la pretensión penal se refiere esencialmente al tipo legal, a la
conducta realizada por el agente y que está descrita por el fiscal –relación
entre el título de imputación y el título de condena– [GIMENO SENDRA,
VICENTE, 2015: 304]. Ésta, para los efectos de la subsunción normativa, en su
esencia –línea de ejecución material– debe ser respetada por el Tribunal
Superior.
El artículo 285-A, apartados 2 y 3, del Código de Procedimientos Penales
incide en el respeto de la calificación jurídica del hecho objeto de acusación y
de las circunstancias modificativas de la responsabilidad penal fijadas por el
fiscal, para cuyo cambio –con los límites derivados del principio acusatorio–
se requiere el denominado “planteamiento de la tesis”. Luego, el título de
intervención delictiva, en tanto en cuanto no incorpora hechos distintos o
adicionales a los englobados por las pretensiones del fiscal y de la defensa –el
denominado “objeto del debate”–, y, en pureza, se circunscriba a una
enmienda o corrección judicial a la postura del fiscal, no necesita de tal
planteamiento de la tesis.
En este supuesto rige el principio “iura novit curia”. El Tribunal Superior,
incluso, no fue más allá del petitorio. Es de aplicación en lo pertinente el
artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Civil.
Cabe insistir que en el presente caso no solo no se incorporó hechos distintos,
sino que tampoco se varió el título de imputación: homicidio calificado por
alevosía. La propia redacción del citado dispositivo legal en mención hace
referencia al tipo legal, pues insiste en que la calificación del hecho no exceda
la propia competencia del Tribunal –la competencia judicial no está en función
al título de intervención delictiva, sino a la figura penal objeto de calificación
por el fiscal–. Incluso cabe aclarar que nuestro Código Penal no incorporó el
título de intervención delictiva de “autor intelectual” sino el de instigación
como un supuesto de participación delictiva (así, por ejemplo: HURTADO
POZO, JOSÉ, 2005: 890. VILLAVICENCIO TERREROS, FELIPE, 2006: 512).

–7–
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

DUODÉCIMO. Que, finalmente, se planteó que el encausado recurrente sufrió


un estado de indefensión porque habría sido defendido por una abogada que
también lo fue de otros de sus coimputados, pese a la disimilitud de posiciones
procesales objeto de tutela.
Empero, es de precisar que el encausado Quezada Suárez en la etapa de
investigación tuvo una defensa técnica de confianza distinta de las de sus
coimputados. Igualmente en la etapa enjuiciamiento, hasta la sexta sesión la
abogada Sarmiento Ramírez lo defendió exclusivamente. Es a partir de la
séptima sesión del juicio oral cuando la indicada abogada defendió
concurrente –extendió su patrocinio– a los hermanos Caysahuana Páucar. En
muy pocas sesiones los encausados últimamente citados fueron asesorados por
otra abogada, la doctora Ledesma Cotrina.
Ahora bien, como en el acto oral la posición de los hermanos Caysahuana
Páucar no se contradice con la del encausado recurrente Quezada Suárez, más
allá de lo peculiar de esa defensa común, no es posible considerar que no tuvo
una defensa efectiva y, esencialmente, que fue víctima de una defensa
incompatible. Luego, no se ha producido la indefensión denunciada.

DECIMOTERCERO. Que las pruebas médico legales, psicológicas y


psiquiátricas de los agraviados revelan las lesiones graves que sufrieron los
dos agraviados Elizabeth Malpica Oré y Teodoro Rojas Huamangalli –tanto
respecto a su integridad física cuanto a su integridad psíquica–, con la
consiguiente secuela de estrés post traumático y el tratamiento psicológico
especializado que requieren [véase: informes periciales de fojas ciento ochenta
y seis, doscientos treinta y siete, doscientos noventa y nueve, quinientos
ochenta y ocho, mil novecientos sesenta y ocho, mil novecientos setenta y tres
y dos mil doscientos ochenta y cinco, con sus respectivas ratificaciones a fojas
cuatro mil doscientos veintiséis, cuatro mil ciento cincuenta, cuatro mil
doscientos cuarenta y dos, dos mil trescientos noventa y dos mil trescientos
noventa y dos]. En suma, en concordancia con lo indicado en el noveno
fundamento jurídico, acreditan la realidad del hecho criminal en su agravio y
de otras quince personas.

DECIMOCUARTO. Que, no obstante ello, es importante resaltar que, por


exigencia de la garantía genérica de presunción de inocencia, en orden a la
intervención delictiva atribuida a los acusados –condenados y absueltos–, se
requiere de prueba legal, fiable, corroborada y suficiente, así como de un
análisis coherente que respete, a los efectos de las inferencias probatorias, la
leyes de la lógica, las máximas de experiencia y los conocimientos científicos.

–8–
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

En el caso de declaraciones de coimputados, como no es en sí mismo prueba


suficiente ni constituye por sí misma actividad probatoria de cargo mínima si
es la única existente, se requiere de modo fundamental la presencia adicional
de pruebas objetivas y externas al testimonio incriminador que avalen de
manera genérica la verdad de lo que afirma el coimputado. Se requiere de una
mínima corroboración objetiva, concebida como cualquier dato, hecho o
circunstancia externa que avale razonablemente la veracidad del conjunto de la
declaración del coimputado, lo que ha de hacerse caso por caso [por todas:
STCE 209/2003, de uno de diciembre; y, STSE 1524/2003, de cinco de
noviembre].
Cuando se trata de recurrir a la prueba indiciaria, (i) los indicios (hechos
-base) deben estar indubitablemente probados y graves; (ii) éstos deben ser
plurales, interrelacionados y concordantes entre sí –entre ellos y su
consecuencia (la convicción judicial sobre la culpabilidad) debe existir una
armonía o concomitancia que descarte toda irracionalidad o gratuidad en la
génesis de dicha convicción–; (iii) la inferencia debe ser precisa y directa, de
modo que se motive cómo se llegó a la inferencia, y se advierta su
racionalidad y solidez –canon de su lógica o cohesión y de su calidad
concluyente–; (iv) con exclusión de contraindicios categóricos [por todos:
STCE 61/2005, de catorce de marzo, y SSTSE de catorce de octubre de mil
novecientos ochenta y seis y ocho de febrero de mil novecientos noventa y
siete].

DECIMOQUINTO. Que, en cuanto a la intervención del encausado Quezada


Suárez, se tiene:
A. La denunciante y agraviada Elizabeth Malpica Oré dice que el
encausado Quezada Suárez, al indicarles que la zona iba a ser
bombardeada y por la presencia terrorista, entregó a sus familiares un
pase de garantía para que toda su familia salga de Sanibeni con
dirección a San Martín de Pangoa; además, que al ser retenidos por los
ronderos de Naylamp de Sonomoro éstos pidieron el pase y uno de
ellos fue a la Comandancia para constatar su autenticidad [declaración
preliminar de fojas veinticinco]. En su declaración preliminar
ampliatoria de fojas cincuenta y uno sostiene que el día de los hechos
participaron comuneros y sinchis (los comuneros se trataban entre sí de
“segundos” y a los sinchis les llamaban “jefes”). De otro lado, en la
primera declaración apunta que, luego del ataque, se constituyó a la
Comisaría de San Martín de Pangoa, donde se encontró con el co-
agraviado Rojas Huamangalli y con su tío Julio César Sáenz Acuña, y
le dijeron que se constituyan a la Cuadragésima Octava Comandancia;

–9–
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

que fueron allá donde se entrevistó con el encausado Quezada Suárez y


el teniente Policía Nacional del Perú Vela, quienes dispusieron se les
atienda en la Sanidad de la Comandancia y les curaron todas sus
heridas. En las demás declaraciones judiciales no formulan cargos
adiciones ni aportar mayores datos de corroboración [sumariales de
fojas trescientos sesenta y cuatro, quinientos veintiuno, novecientos
cuarenta y cinco, mil seis, mil doscientos noventa y uno y mil
ochocientos veinte, así como plenarial de fojas tres mil doscientos
ochenta y uno].
B. El agraviado Teodoro Rojas Huamangalli señala que el encausado
Quezada Suárez dio órdenes a la hija de Alejandro Malpica, de nombre
Rosa Malpica, para que saque a toda su familia de Sanibeni con
dirección a Mazamari –ellos estaban siendo amenazados por los
ronderos–, a los que se unió en su salida [declaración preliminar de
fojas cuarenta]. Recién en su declaración plenarial de fojas cuatro mil
cuarenta –a las que antecedieron la preventiva de fojas seiscientos
setenta y tres y la ampliación preventiva de fojas mil novecientos
treinta y uno– dio cuenta de la existencia del “pase” dado a Rosa
Malpica para su padre por parte del encausado Quezada Suárez para
que saque a toda su familia de Sanibeni; asimismo, apunta que cuando
estaban retenidos en Naylamp de Sonomoro, los ronderos salieron en
un vehículo motorizado para coordinar con la Comandancia de
Mazamari y luego regresaron.
C. Julio César Sáenz Acuña, tío de la agraviada denunciante, es quien
formuló la denuncia en la Comisaría de Satipo el treinta y uno de marzo
de mil novecientos noventa [fojas trece], solo declaró en sede sumarial,
no fue citado al juicio oral. No existe una coherencia entre lo que
consta en esa denuncia con su declaración de fojas dos mil
cuatrocientos cincuenta y uno. En esta última declaración sumarial
acota que su sobrina fue trasladada al Puesto Policial de San Martín de
Pangoa y, por versiones de una persona respecto a lo que le había
ocurrido, llegó a esa dependencia policial y la encontró mal herida –le
indicó que los ronderos de Naylamp de Sonomoro habían matado a su
familia–, por lo que los policías le dijeron que debía llevarla al Hospital
de Satipo –cuando denunció los hechos, en esa ciudad, afirmó que su
sobrina estaba en ese hospital–. En esa misma perspectiva, precisa que
su sobrina Rosa Malpica Oré –agraviada fallecida– le había
mencionado que le dieron una autorización para ir a sacar a toda su
familia de Sanibeni y que, por ello, se iba a ese poblado para hacerlo
–en la denuncia mencionó que ésta procedía del Puesto Policial de San

– 10 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

Martín de Pangoa–. Asimismo, anota que a los agraviados los


comuneros de Naylamp de Pangoa le sustrajeron su ganado vacuno y
asnos.
D. Los ronderos encausados han señalado lo siguiente:
1.° Julio Granados Camarena. Que, por versión de Cirilo Caysahuana y
de Fernando Mogollón Oviedo, se enteró que esas muertes fueron por
orden del encausado Quezada Suárez, porque eran terroristas
–información similar también la obtuvo de terceros–; además, se le
refirió que Alejandro Malpica Guerra llevaba consigo un salvoconducto
otorgado por Quezada Suárez, el cual fue revisado por los ronderos
cuando los retuvieron [fojas mil trescientos sesenta y cuatro, mil
novecientos veinticinco y tres mil quinientos ochenta y seis].
2.° Eleodoro Fernando Mogollón Oviedo. Que estuvo en la comunidad
de Naylamp de Sonomoro el día de los hechos, pero niega toda
participación en las muertes. No corrobora la información de Granados
Camarena [fojas mil cuatrocientos treinta y seis y tres mil trescientos
treinta y cinco].
3.° Cirilo Caysahuana Páucar. Que no puede asegurar que el encausado
Quezada Suárez participó en los hechos, pero presume que estaba
interesado en la familia Malpica porque los sindicaba como terroristas
[fojas mil cuatrocientos cincuenta y cuatro y mil novecientos catorce];
pero, en su declaración plenarial de fojas tres mil quinientos treinta y
tres negó esos datos.
4.° Joaquín Gutiérrez Rabelo. Que al ser retenidos los agraviados una
comisión de la Comunidad de Naylamp de Sonomoro fue avisar a la
Comandancia de Los Sinchis. Luego, dice que una comisión fue a
verificar si el documento de salvoconducto era verdadero a la
Comisaría de San Martín de Pangoa [fojas doscientos veintiséis, mil
cuatrocientos cuarenta y cuatro y tres mil quinientos siete].
5.° Cresencio Víctor Caysahuana Páucar. Que no estaba presente
cuando se retuvo a la familia Malpica; que, sin embargo,
posteriormente, el encausado Quezada Suárez, en presencia de varios
comuneros (Emiliano Zamudio Salomé, Lorenzo Fernández, Santos
Paz, Emiliano Ramos, Sebastián de la Cruz, Marcial Martínez y, quizás,
su hermano Cirilo Caysahuana Páucar), dijo: “lo que han hecho, yo lo he
ordenado y nadie tiene que hablar nada del asunto que ha pasado, si alguien habla
algo será castigado y llevados a la Comandancia de Mazamari” [declaración
instructiva de fojas mil cuatrocientos diecisiete]. En las posteriores
diligencias no ratifica esa cita [fojas mil novecientos uno y tres mil
quinientos cincuenta y cinco].

– 11 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

6.° Los comuneros no corroboran la cita de Cresencio Víctor


Caysahuana Páucar. Empero, consta a fojas tres mil ochocientos sesenta
y ocho la declaración plenarial del rondero Oscar Chari Chaquete.
Expresó, en lo pertinente, que el encausado Quezada Suárez, luego de
lo sucedido en Cajiriali y Sanibeni, dijo que dependía de los ronderos
de Naylamp de Sonomoro qué hacer con la familia Malpica –así como
con la familia Chipana–, que tomen medidas con ambas familias por
estar vinculadas al terrorismo.

DECIMOSEXTO. Que el encausado Carlos Miguel Quezada Suárez niega los


cargos. Sostiene que en marzo de mil novecientos noventa, luego de un
patrullaje que efectuó al poblado de Cajiriali llegó al poblado Centro Sanibeni
y se entrevistó con Rosa Malpica; que le pidió que su padre y ella vaya, a la
Comandancia para que informen sobre presuntos delincuentes terroristas, y le
recomendó que evacuaran la zona porque estaba infestada de terroristas –lo
que relativa en sede del juicio oral–; que no presenció el crimen, se enteró por
terceros de lo sucedido y su Unidad no tomó conocimiento de lo ocurrido; que
escuchó por vecinos de la localidad que la familia Malpica estaba vinculada a
los terroristas, y estaba informado que los ronderos tenían animadversión a esa
familia porque consideraban que colaboraba con los terroristas; que cuando
entrevistó en la Comandancia a Elizabeth Malpica Oré, cuando fue luego de
los sucesos en su agravio y de su familia, le mencionó que los ronderos los
retuvieron bajo pretexto de consultar su pase a la Comandancia [fojas
trescientos treinta, ochocientos cuatro, dos mil trescientos setenta y seis, dos
mil trescientos noventa y ocho y tres mil seiscientos cuatro].
Cabe precisar, como datos de contexto, primero, que el tres de marzo de ese
año se produjo un enfrentamiento de las rondas, el Ejército y la Policía con
terroristas en la localidad de El Porvenir; segundo, que el veinticinco de marzo
tuvo lugar un enfrentamiento armado entre una patrulla policial con los
senderistas en Cajiriali; y, tercero, que con posterioridad a los hechos
juzgados, el doce de abril del citado año mil novecientos noventa Sendero
Luminoso incursionó en Naylamp de Sonomoro y mató a treinta y cinco
comuneros. Se trata de hechos notorios, descritos en la prensa diaria [fojas
doscientos sesenta y ocho guion doscientos setenta y dos del cuadernillo de
nulidad].

DECIMOSEPTIMO. Que, ahora bien, es de resaltar que las incriminaciones


contra el encausado Quezada Suárez no provienen, directamente, de los
agraviados y del tío de la denunciante, Julio César Sáenz Acuña. De ellos solo
fluyen dos datos indiciarios: (i) el salvoconducto o pase otorgado por Quezada

– 12 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

Suárez, documento que no se ha podido obtener o asegurar procesalmente


–estuvo en manos de los ronderos, pero ninguno de ellos lo aportó–; y, (ii) la
indicación por parte de Quezada Suárez de que la familia Malpica saliera de
Centro Sanibeni, con el agregado de que la ruta de evacuación necesariamente
importaba pasar por la Comunidad de Naylamp de Sonomoro, organizada en
rondas campesinas bajo la asesoría y control de la Cuadragésima
Comandancia de la Policía Nacional de Mazamari.
De otro lado, también es de destacar, de un lado, (i) la versión de oídas de
Julio Granados Camarena –por lo menos dos ronderos le dijeron que el citado
imputado ordenó a los ronderos que los maten–; y, de otro lado, otra versión
de oídas, esta vez (ii) de Cresencio Víctor Caysahuana Páucar, quien aludió
que el propio imputado, luego de los hechos, reconoció ante varios ronderos la
orden de matar a la familia Malpica. (iii) También se tiene la versión de oídas
de Chari Chanquete.

DECIMOCTAVO. Que, en primer lugar, si bien tanto el encausado Quezada


Suárez como el Coronel PNP, jefe en ese entonces de la Cuadragésima Octava
Comandancia de Mazamari, Jorge Félix Vidal Sáenz, niegan que tal
salvoconducto fuera otorgado por la Comandancia –no estaba autorizada para
hacerlo, no estaba contemplado en sus reglamentos– [fojas quinientos setenta],
la realidad de la expedición de salvoconductos está confirmada por todos los
agraviados y los imputados, así como por el testigo Pelayo Vilcapoma
Vilcapoma, Teniente Gobernador de Centro Sanibeni [fojas tres mil
seiscientos noventa y ocho], quien dijo de la necesidad de obtener un
salvoconducto para poder transitar –así se lo informó el Gobernador de San
Martín de Pangoa– y que por versión de Teodoro Rojas Huamangalli supo que
la agraviada Rosa Malpica Oré tramitó uno ante la Cuadragésima Octava
Comandancia de Mazamari.
Uno de los ronderos (Gutiérrez Rabelo: fojas mil cuatrocientos cuarenta y
cuatro y tres mil quinientos siete) expresó que ese salvoconducto se obtuvo en
la Comisaría de San Martín de Pangoa –de igual manera, el denunciante Julio
César Sáenz Acuña mencionó esa Comisaría como la que otorgó el salvo
conducto cuando denunció los hechos en la Comisaría de Satipo el día treinta
y uno de marzo de mil novecientos noventa [fojas trece], pero todos los demás
(agraviados y ronderos) insisten en que provenía de la Comandancia de
Mazamari. Sin embargo, de tal documento, que probablemente, por la función
desempeñada por Quezada Suárez en la Comandancia, como jefe de
inteligencia y organizador de las rondas –dato que fluye de la documentación
policial anexa [fojas trescientos ochenta y siete, cuatrocientos veintisiete y
cuatrocientos veintinueve] y de lo expuesto por el jefe de dicha

– 13 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

Comandancia–, pudo ser proporcionado por él a Manuel o Rosa Malpica


(padre e hija), no se colige necesariamente, más allá de la versión en contrario
de aquél, que por tal razón es instigador del crimen colectivo a la familia
Malpica, bajo la pauta de que tendió una trampa a las víctimas para que sean
retenidos y muertos en Naylamp de Sonomoro. En todo caso constituye un
indicio de cargo que debe valorarse con el resto de elementos de prueba.

DECIMONOVENO. Que, en segundo lugar, las dos primeras versiones de oídas,


proporcionadas tanto por Granados Camarena cuanto por Cresencio
Caysahuana Páucar, no solo no tienen ningún punto de corroboración con los
“testigos fuente” y ellos mismos en sus sucesivas declaraciones han
relativizado lo que inicialmente afirmaron. Luego, frente a una falta de
persistencia en la incriminación y, fundamentalmente, ante una ausencia de
corroboración por parte del testigo presencial, tales datos no pueden darse
como probados sin más.
La declaración de Chari Chanquete, en el sentido de que escuchó decir al
encausado Quezada Suárez expresarse ante los ronderos que solo dependía de
ellos qué hacer con las familias Malpica y Chipana, igualmente, no tiene punto
de corroboración externa. Además, no es conteste con el relato de algunos
ronderos en cuanto se mencionó que, luego de la retención de los agraviados,
una comisión de ellos fue a Mazamari a constatar la credibilidad del
salvoconducto.
La versión de Cresencio Caysahuana Páucar se refiere a un hecho ocurrido con
posterioridad al crimen.

VIGÉSIMO. Que debe tenerse en cuenta que la zona donde ocurrieron los
hechos delictivos estaba convulsionada por la presencia de organizaciones
terroristas y por actividades criminales de esas organizaciones –véase, al
respecto, los datos de prensa consignados en el fundamento jurídico
décimosexto, párrafo final–. Se indica, como refiere la Fiscalía Suprema, la
incursión criminal de Sendero Luminoso en la localidad de Naylamp de
Sonomoro y anexos, en abril de mil novecientos noventa y nueve, con más de
treinta muertos, incluso la muerte del presidente de la ronda local Alejandro
Quispe [fojas ciento noventa y tres del cuadernillo de nulidad]. De igual
manera, en esa época, en dicho ámbito geográfico, se encargó a la
Cuadragésima Octava Comandancia Policial, en Mazamari, la organización y
control de las rondas campesinas para que apoyen la lucha contra la
subversión terrorista.
Sin duda, se tiene que el encausado Quezada Suárez tenía a su cargo esa tarea
vinculada a las organizaciones sociales de la zona y, además, como jefe de

– 14 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

inteligencia, estaba legítimamente muy involucrado en la lucha contra los


terroristas. Incluso realizó una patrulla con destino a Cajiriali días antes de los
presentes hechos.
Pero tal función, desde luego, no puede significar una línea de conducta que
criminalice la actividad de las rondas campesinas, que las determine a cometer
delitos, entre ellos dar muerte a personas indefensas, rendidas, capturadas o
bajo su temporal custodia.
Esa función y ese vínculo con las rondas, de parte del encausado Quezada
Suárez, de quien incluso ciertos testigos dicen que era prepotente y que en una
actividad contrasubversiva ingresó a Sanibeni, amenazó y golpeó a varios
pobladores, entre ellos a algunos integrantes de la familia Malpica, no permite
sostener que, a partir del salvoconducto y como tenía información que la
familia Malpica era colaboradora con el terrorismo, le tendió una trampa para
que los ronderos de Naylamp de Sonomoro maten a sus integrantes. Pero un
dato a tomar en cuenta es la necesidad de interrogar a Manuel Alejandro
Malpica Guerra y citarlo para que declare en la Cuadragésima Octava
Comandancia, el cual para ir a Mazamari debía pasar por Naylamp de
Sonomoro, donde se les retuvo y mató.

VIGESIMOPRIMERO. Que, en estas condiciones, la actividad de


esclarecimiento del juicio oral ha sido insuficiente y no permite una decisión
clara sobre los cargos. Debe insistirse en el testimonio del Jefe de la
Comandancia de Mazamari respecto del rol del imputado respecto de la
comunidad involucrada y que determine si, en efecto, el día de los hechos una
delegación de comuneros constató la autenticidad del salvoconducto, sin
perjuicio de solicitarse a dicha Comandancia si existe alguna Ocurrencia sobre
esa presencia de comuneros. De igual manera, debe declarar el tío de la
agraviada, Julio César Sáenz Acuña, respecto a la denuncia que formuló y lo
que sucedió con el traslado de la agraviada a Lima y el rol del acusado
Quezada Suárez. También debe declarar Pelayo Vilcapoma Vilcapoma,
Teniente Gobernador de Centro Sanibeni en ese entonces, sobre el
salvoconducto cuestionado. A tenor de lo que han dicho varios imputados,
deben ser careados con el acusado Quezada Suárez. Asimismo, debe
solicitarse a la Comandancia Policial en Mazamari los Partes de Inteligencia
respecto a los sucesos previos, concomitantes y posteriores a los presentes
hechos: las incursiones de Sendero Luminoso y los enfrentamientos con las
Fuerzas del Orden, así como la atención médica a la denunciante; y, declarar el
teniente PNP Vela, Oscar Chari Chanquete y Pelayo Vilcapoma Vilcapoma.
Resulta de aplicación el artículo 299 del Código de Procedimientos Penales,
en concordancia con el artículo 298, inciso 1 del citado Código. La condena

– 15 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

debe anularse y realizarse otro juicio oral para que se actúen las diligencias
arriba indicadas. Dicho imputado debe ser excarcelado en atención a que
intervino en el juicio como reo libre.

VIGESIMOSEGUNDO. Que, en lo atinente a los ronderos absueltos, aparece de


autos los datos que a continuación de exponen:
A. Es evidente que los comuneros de Naylamp de Sonomoro retuvieron a
los integrantes de la familia Malpica. Además, cuando la agraviada
Elizabeth Malpica Oré huyó, fue buscada por los ronderos de esa
comunidad. El testimonio de Julia Angélica Capcha Pariachi es
contundente al respecto [fojas dos mil cuatrocientos noventa y siete y
tres mil setecientos quince], quien manifiesta que una vecina, al ver a la
agraviada, le gritaba que era una terrorista. En consecuencia, los
integrantes de la ronda de Naylamp de Sonomoro privaron de su
libertad a los diecisiete agraviados y, luego, mataron a quince e
hirieron, pero con ánimo homicida, a dos, porque los vinculaban a
Sendero Luminoso.
B. El agraviado Rojas Huamangalli sindica específicamente como
homicidas a los hermanos Caysahuana Páucar y Emiliano Zamudio
Salomé –los reconoció por la voz– [fojas ochocientos diecinueve y
cuatr mil cuarenta]. La agraviada Elizabeth Malpica Oré incrimina a
Emiliano Zamudio Oré, los hermanos Caysahuana Páucar, Lorenzo
Pérez Fernández y Julio Granados Camarena. La testigo Sandra Salazar
Ramos inculpa a Fernando Mogollón Oviedo, Marcial Quispe y los
hermanos Caysahuana Páucar [fojas doscientos sesenta y cuatro]. La
testigo Sandra Salazar Ramos mencionó que los que mataron a los
agraviados fueron Marcial Quispe, Fernando Mogollón Oviedo y, entre
otros, los hermanos Caysahuana Páucar. El testigo García Pariachi
identifica a Cirilo Caysahuana Páucar y Emiliano Zamudio Salomé,
pues los vio en el momento del crimen [fojas dos mil quinientos seis y
tres mil seiscientos ochenta y siete]. El testigo Roger Vicente Chimanga
Shumpate puntualizó que Cirilo Caysahuana Páucar, luego de los
hechos, fue a la comunidad de Santiago de Sonomoro, mandó llamar al
jefe de la Comunidad Guillermo Shumpate para entregarle uno de los
animales de la familia Malpica [fojas mil novecientos cuarenta y cinco].
El testigo Máximo Santos Shumpate indicó que por versión de uno de
los comuneros ya fallecidos, Pedro Santos, se enteró que en la matanza
participaron Marcial Martínez, los hermanos Caysahuana Páucar y
Fernando Mogollón, entre otros.

– 16 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

C. El encausado Granados Camarena niega los cargos y, por versiones,


incrimina a algunos coimputados [fojas mil trescientos sesenta y cuatro,
mil novecientos veinticinco y tres mil quinientos ochenta y sies]. El
encausado Gutiérrez Rabelo dice que solo intervino en vigilar a los
agraviados al ser retenidos, pero no en la matanza [fojas doscientos
veintiséis, quinientos cuarenta, mil cuatrocientos cuarenta y cuatro, tres
mil quinientos siete y tres mil quinientos veintiuno]. El encausado
Arcos Palomino sostiene haberse encontrado en Lima cuando
sucedieron los hechos [fojas novecientos noventa y cuatro y tres mil
cuatrocientos noventa y tres]. El encausado Cresencio Caysahuana
Páucar rechazó encontrarse en Naylamp el día de los hechos [fojas mil
cuatrocientos diecisiete, mil novecientos uno y tres mil quinientos
cincuenta y cinco]. El encausado Mogollón Oviedo sostiene que si bien
estaba en la comunidad el día de los hechos, no se enteró de nada de lo
sucedido [fojas mil cuatrocientos treinta y seis y tres mil trescientos
treinta y cinco]. El encausado Cirilo Caysahuana Páucar afirma ser
rondero de Naylamp pero es ajeno a la matanza [fojas mil cuatrocientos
cincuenta y cuatro, mil novecientos catorce y tres mil quinientos treinta
y tres]. El encausado Zamudio Salomé, como testigo, reconoce haber
estado en la Comunidad el día de los hechos, pero afirma ser ajeno a su
perpetración [fojas dos mil ciento veintiuno]. El encausado Mayta
Arcos no ha declarado.

VIGESIMOTERCERO. Que todos los imputados antes citados han sido acusados
como ejecutores materiales de la muerte y tentativa de asesinato de los
diecisiete agraviados. Los agraviados los han sindicado en su mayor parte; su
reconocimiento no puede ponerse en crisis puesto que los vieron y
reconocieron, así como porque eran miembros de una comunidad cercana a la
suya. En la hora de la matanza los dos agraviados los pudieron reconocer por
la voz, lo que es confiable precisamente por lo anterior y porque
permanecieron retenidos todo un día en esa Comunidad. A esa sindicación se
agrega que parte de los imputados se incriminan mutuamente y que incluso,
luego de la matanza, se apoderaron del ganado de los agraviados y un vacuno
se entregó en la comunidad vecina.

VIGESIMOCUARTO. Que es de acotar la diferencia existente entre una


inculpación por una ejecución material de un delito, que parte de la presencia
personal de los encausados y de una relación directa con las víctimas y otros
testigos, y una atribución por una instigación, en que el instigador no estuvo
presente en el teatro de los hechos. Es sintomático que, en este caso, el

– 17 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

Tribunal Superior confiere validez a la última y descarte a la primera. La


incoherencia de ese razonamiento es relevante.
Estando a los elementos de prueba subsistentes y a la necesidad de un debido
esclarecimiento de los hechos, es del caso anular la sentencia de instancia y
disponer la realización de un nuevo juicio oral con el concurso de los
agraviados y demás testigos de cargo. Es de aplicación el artículo 301, párrafo
final, del Código de Procedimientos Penales.

DECISIÓN

Por estos argumentos, de conformidad en parte con el dictamen de la señora


Fiscal Suprema Provisional en lo Penal: I. Declararon NULA la sentencia de
fojas cuatro mil setecientos cuarenta y dos, de doce de julio de dos mil
dieciséis, en cuanto condenó a Carlos Miguel Quezada Suarez como
instigador del delito de homicidio calificado por alevosía en agravio de
Manuel Alejandro Malpica Guerra, Manuel Túpac Yupanqui Sucño, Abel
Alberto Ponce Alvarracín, María Cruz Malpica Albarracín, Argelia Rojas
Solier, Liz Maclovia Malpica Alvarracín, Lourdes Celia Malpica Alvarracín,
Magaly Malpica Alvarracín, Eloen Mesías Malpica Alvarracín, Adonay
Malpica Alvarracín, Jesús Alejandro Malpica Oré, Juan Carlos Quispe
Malpica, Rosa Evangelina Malpica Oré, Teodora Constanza Alvarracín Acuña
y Manuel Oré Joyllo; así como lo condenó como instigador del delito de
tentativa de homicidio calificado por alevosía en agravio de Elizabeth Malpica
Oré y Teodoro Rojas Huamangalli, a veinticinco años de pena privativa de
libertad y fijó en un millón ciento cincuenta mil soles por concepto de
reparación civil a favor de los familiares de los agraviados por el delito de
homicidio calificado por alevosía, y quinientos mil soles a favor de los
agraviados Elizabeth Malpica Oré y Teodoro Rojas Huamangalli.
II. Declararon NULA la aludida sentencia en el extremo que absolvió a
Cresencio Víctor Caysahuana Páucar, Cirilo Claudio Caysahuana Páucar,
Eleodoro Fernando Mogollón Oviedo, Julio Granados Camarena, Emiliano
Zamudio Salomé, Joaquín Gutiérrez Rabelo Efraín Juan Arcos Palomino y
Sixto Mayta Arcos de la acusación fiscal formulada en su contra por delito de
homicidio calificado por alevosía en agravio de Manuel Alejandro Malpica
Guerra, Manuel Túpac Yupanqui Sucño, Abel Alberto Ponce Alvarracín,
María Cruz Malpica Alvarracín, Argelia Rojas Solier, Liz Maclovia Malpica
Alvarracín, Lourdes Celia Malpica Alvarracín, Magaly Malpica Alvarracín,
Eloen Mesías Malpica Alvarracín, Adonay Malpica Alvarracín, Jesús
Alejandro Malpica Oré, Juan Carlos Quispe Malpica, Rosa Evangelina
Malpica Oré, Teodora Constanza Alvarracín Acuña y Manuel Oré Joyllo.

– 18 –
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA ______________________________________
DE LA REPÚBLICA R.N. N° 2778–2016/LIMA

Igualmente, absolvió a los mismos encausados de la acusación fiscal


formulada en su contra por delito de tentativa de homicidio calificado por
alevosía en agravio de Elizabeth Malpica Oré y Teodoro Rojas Huamangalli.
III. MANDARON se realice nuevo juicio oral por otro Colegiado, con la
concurrencia de los agraviados y los demás testigos debidamente emplazados;
en lo específico, ORDENARON se actúen las pruebas señaladas en el
vigesimosegundo fundamento jurídico. IV. DECRETARON la inmediata
libertad del encausado Carlos Miguel Quezada Suarez, que se ejecutará
siempre y cuando no existe mandato de detención o prisión preventiva
emanada de autoridad competente; oficiándose. V. DISPUSIERON se remita
la causa al Tribunal Superior para los fines de ley. HÁGASE saber a las partes
procesales personadas en esta sede suprema.

Ss.

SAN MARTÍN CASTRO

PRADO SALDARRIAGA

SALAS ARENAS

BARRIOS ALVARADO

PRÍNCIPE TRUJILLO

CSMC/ast.

– 19 –

También podría gustarte