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JUNTOS EN LA DIVERSIDAD

RETIRO DE SEPTIEMBRE 2023


JUNTOS EN LA DIVERSIDAD

TEXTO BÍBLICO: SAL 87 (86), 2-7

Uno de los misterios de la Iglesia que siempre le llamaron la


atención a san Agustín es que en el Cuerpo de Cristo no se busca la
uniformidad sino la unidad. Por eso literalmente san Agustín habla
de la unidad en la pluralidad (in pluribus unitas). Hay diversidad de
dones y carismas del Espíritu Santo, pero hay un solo Señor y un solo
Dios. Las comunidades agustinianas se deben distinguir por tener y
mantener la unidad con el vínculo de la paz dentro de la diversidad
y la variedad de dones y de talentos que puedan tener los hermanos.
De hecho san Agustín usa muchas imágenes para hablar de la
riqueza que existe en la Iglesia, sin que la variedad de dones rompa
la unidad. La Iglesia, y la comunidad, es para san Agustín como una
gran tela, en la que existieran diversos bordados y colores. Aunque los
colores sean diversos y los bordados tengan diversas configuraciones,
no rompen la unidad, sino que le dan vistosidad y belleza. En un
mundo lleno de guerras y divisiones, que acentúa las diferencias y
que da gran importancia a lo accidental, a lo superficial, a lo “tribal”
en todos los sentidos que puede tener la palabra, conviene meditar
sobre la unidad y la riqueza de nuestras comunidades. Y esto para
evitar vivir un cristianismo “plano” o cerrado a la riqueza del Espíritu
y a la catolicidad de la Iglesia. Frente al fenómeno de Babel que vive
nuestro contemporáneo, donde se busca la separación, el conflicto y
el crear grupos tribales unidos por elementos accidentales (la raza, la
nación, la lengua, el color de la piel), que podamos vivir siempre en
nuestras comunidades la unión propia de Pentecostés, por la fuerza
del Espíritu Santo.

Hay una gran diversidad de lenguas y de dones, pero existe la


unidad de la caridad y del Espíritu. Por ello este mes meditaremos
sobre la vivir juntos, agradeciendo y aprendiendo a vivir en la unidad
dentro de la diversidad.

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REGRESA A TI MISMO

Comencemos nuestro día de retiro meditando con las palabras


de san Agustín, donde el ejemplo de la primera comunidad de
Jerusalén es modelo para nosotros de unidad en la diversidad. A
pesar de ser muchos todos ellos tenían una sola alma y un solo
corazón dirigidos hacia Dios:

¡Cuántos miles, hermanos míos, creyeron cuando colocaron a los


pies de los apóstoles el precio de sus bienes! ¿Y qué dice de ellos
la Escritura? Que se hicieron ciertamente templos del Señor; no
sólo se hizo cada uno de por sí, sino también todos ellos juntos se
hicieron templo de Dios. Luego hicieron un lugar al Señor. Para
que sepáis que se hizo al Señor un lugar en todos, dice la Escritura:
Había en ellos una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios.
Ayúdanos, Señor a mantener la unidad en la diversidad en nuestra
comunidad (en. Ps. 131, 5).

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TU VOZ ES MI GOZO

Los salmos son los cánticos religiosos no solo del antiguo


pueblo de Dios, sino que son los cánticos que entona todo el
Cuerpo de Cristo. Cuando los rezamos o cantamos, es preciso
reconocer en ellos nuestra voz y dirigirnos a Cristo como nuestra
Cabeza, como nuestro sacerdote o como nuestro Dios:

Salmo 87 (86)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;


y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para tí,


ciudad de Dios!
“Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí”.

Se dirá de Sión: “uno por uno


todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado”.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:


“Este ha nacido allí”.
Y cantarán mientras danzan:
“todas mis fuentes están en ti”.

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EL FIRMAMENTO DE LAS
ESCRITURAS
Claves Bíblicas

El texto que se nos presenta para nuestra reflexión en este día es


un salmo. Acostumbrados como estamos a rezarlos en la Liturgia de las
Horas o en la celebración de la Eucaristía, podemos pasar por ellos sin
detenernos en el mensaje que ofrecen. Este salmo en particular tiene
tres elementos que nos sirven en nuestro caminar juntos: la alegría, la
diversidad y la comunión.

Cantaran mientras danzan: todas mis fuentes están en ti (v.7)


El final expresa de forma clara el sentimiento que está en el salmo: la
alegría. Desde que el texto comienza, aparecen palabras, expresiones,
ideas que nos hablan de estar alegres. Alegres porque Dios ama, ama
a Sión, su monte santo (v.2). El amor de Dios es por sí solo motivo de
estar alegres. Sabemos que cuando el Señor ama, todo cambia para
bien. La ciudad santa es motivo de alegría, puesto que todos tienen
en ella una casa, un hogar. Todos son bienvenidos: todos han nacido
en ella (v.6). Ser hijo de la ciudad santa, la ciudad amada por Dios es
motivo de danza y de canto. Todas mis fuentes (toda mi alegría) están
en ti (v.7).

Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y


etíopes han nacido en ella (v.4)
El salmo juega con estas naciones: “las moradas de Jacob” —o sea
Israel—, no son las preferidas; Egipto y Babilonia —las grandes potencias—
son tratadas como fieles del Señor (son mis fieles). Filisteos, tirios y
etíopes han nacido en ella. Aquí podemos hacer dos lecturas validas:
estas naciones son consideradas como nativas de la ciudad santa (han
nacido allí = en Sión), a pesar de que son pueblos distintos y de que las
relaciones con Judá han sido a veces difíciles; en el segundo caso (han
nacido allí = propiamente en su tierra), son invitados a formar parte de
una nueva familia.

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Jacob, Egipto, Babilonia, Tiro, Filistea o Etiopia son naciones
distintas, con las que Judea ha tenido relaciones que van desde la
cordialidad hasta la guerra. Cada una de ellas representa un pueblo
distinto, una lengua diferente, una relación diversa, incluso una fe
distinta. Fuera de los etíopes, todos los demás pueblos son vecinos y
tienen elementos comunes con el pueblo hebreo. El salmo reconoce
que estas naciones no son Jerusalén, que son distintas y que tampoco
son iguales entre ellas. A pesar de ello, son convocadas a ser una
familia.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: Este ha nacido


allí (v. 6)
Jerusalén, madre de todas las naciones. Es uno de los títulos que
habitualmente se le da a este salmo. Sión, la ciudad amada por Dios,
la colina más noble de todas, se convierte en madre de todos los
pueblos (vv. 1-2). ¡Que pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! (v. 3)
Todas las naciones, incluyendo las más violentas, son hechas hijas de
la ciudad santa. Entre los nacidos en ella, se encuentra una multitud
de pueblos que llega hasta los confines de la tierra.

La ciudad santa no debe sentirse triste, al contrario, debe llenarse


de alegría, porque el Señor escribe en el libro de los pueblos: “este
ha nacido allí”. Hay una transformación. Las naciones extranjeras, las
naciones diversas se convierten en hijas de una misma madre, hijas
de Jerusalén. En el libro de la Consolación de Isaías (a partir del cap.
60) leemos esta nueva realidad de Sión: se convierte en el centro del
mundo (cf. Is 2, 2 – 5; 54, 1; 62 - 63), en la madre de todos los pueblos.

La nueva Jerusalén, la ciudad de Dios que desciende del cielo,


es la que se funda en el evangelio de Cristo, como nos lo dice el Señor,
y es la patria de los creyentes (cf. Ap 21, 3. 10. 24). Una comunidad, una
familia, una Iglesia en la que todos, siendo distintos, formamos un
solo cuerpo, un nuevo pueblo, una nueva realidad en el amor de Dios
(cf. 1 Cor 12, 12-27).

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Claves Agustinianas

En la vida de san Agustín y en su doctrina espiritual encontramos


muchos elementos que nos permiten comprender mejor la diversidad
existente dentro de toda comunidad, sin negar, por otra parte, la
tensión dinámica hacia la unidad de almas y corazones que también
se da en ella, y que es tan expresiva del ideal agustiniano de vida
monástica.

Fraternidad plural
En primer lugar, bastaría volver a leer la Regla de san Agustín
para encontrar muchos indicios del reconocimiento de la diversidad
dentro de una comunidad de hermanos que avanzan juntos hacia
Dios. De hecho, quienes viven en comunidad proceden de distintos
estratos sociales, y para Agustín esto no era impedimento para vivir
la comunión de bienes, aspecto fundamental de la vida consagrada
agustiniana (reg. 1,5-7). Como sucedía con las comunidades primitivas,
todos estamos llamados a vivir las diferencias en múltiples aspectos
bajo el catalizador del amor in Deum (reg. 1,1-3).

Diversidad, no división
Del comentario al Salmo 86 (87) con el que hoy oramos, y que
se corresponde con la enarratio 87, podemos extraer la consecuencia
de que existe una diversidad positiva o valiosa, y otra negativa, que
constituye un obstáculo para caminar juntos. En este comentario el
Hiponense evoca la imagen de las dos ciudades (en. Ps. 87,6). Con ella,
hace referencia a dos pertenencias: a Jerusalén, la ciudad de Dios, o
a Babilonia, la ciudad terrena o del diablo. Recuerda que el diablo
es fundamentalmente quien divide, quien causa división entre los
creyentes desde siempre. Diversidad y división son dos cosas muy
distintas. La primera es obra del Espíritu, la segunda, en cambio, del
diablo.

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Pentecostés: símbolo de unidad y diversidad

Algunos textos de la efusión del don del Espíritu Santo (Hc 2,1-47;
10,34-48; Jn 20,19-23) fueron muy apreciados por el obispo de Hipona,
ya que a partir de ellos exhortaba a sus fieles a vivir en la unidad,
especialmente en la unidad de la Iglesia. En el pensamiento de san
Agustín, vivir en el Espíritu es sinónimo de vivir en el Cuerpo de Cristo,
y viceversa. En esto radica la garantía del permanecer juntos:

[…] si queréis recibir la vida del Espíritu Santo, conservad la


caridad, amad la verdad y desead la unidad para llegar a la
eternidad (s. 267,4).

Ahora bien, al mismo tiempo que subrayaba el don y la tarea de


la unidad indicaba la riqueza que supone la diversidad de funciones
y de carismas en la comunidad:

8 JUNTOS EN LA DIVERSIDAD
[…] son diversas las funciones, pero una misma la vida. Así es la
Iglesia de Dios: en unos santos hace milagros, en otros proclama
la verdad, en otros guarda la virginidad, en otros la castidad
conyugal; en unos una cosa y en otros otra; cada uno realiza su
función propia, pero todos viven la misma vida» (s. 267,4).

Es consolador notar que el fruto de la acción del Espíritu no es


la anulación de las diferencias, ni el aplanamiento de los notables
relieves de la vida fraterna.

De hecho, san Agustín dirá en otro lugar: “[…] por medio del
Espíritu Santo recibieron los apóstoles la diversidad de los dones” (s.
272B, 4). ¿Acaso no es la misma realidad del camino, no siempre fácil
ni siempre tan directo a la meta como quisiéramos, la que nos lleva,
casi inconscientemente, a olvidar esta verdad de la vida cristiana y de
la vida en comunidad?

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Cinco textos urgentes de las Constituciones:
Juntos en la diversidad

1. “Esta vocación [el religioso hermano] complementa


la variedad del cuerpo místico de la Orden con una misión
peculiar. El religioso hermano imita a Jesucristo en el servicio
a los hombres, y con su testimonio y su trabajo contribuye a la
vida de la Iglesia y la enriquece” (nº 250).

2. “Fomenten entre los alumnos la diversidad y


complementariedad de las vocaciones en la Iglesia, y cultiven
diligentemente las vocaciones religiosas y sacerdotales. A ello
contribuyan con medios adecuados todos los centros docentes
de la Orden” (nº 312).

3. “La Iglesia solicita a los religiosos trabajar en la tarea


de la inculturación. Los misioneros estimen el patrimonio
y la cultura de las gentes entre las que trabajan; adáptense
generosamente a las costumbres y a las variadas condiciones
de los pueblos; aprendan su lengua; siéntanse integrados en el
grupo humano en el que viven; colaboren en la vida cultural y
social, participando en los diversos asuntos y relaciones de la
vida humana, y familiarícense con sus tradiciones nacionales y
religiosas” (nº 294).

4. “Los hermanos vivan entre sí unánimes y concordes en el


mismo Espíritu por el que son una sola alma y un solo corazón
en Dios y para Dios: ‘llegó el amor, y con él la unidad de los
hermanos’ ” (nº 15).

5. “De esta manera, la comunidad, según el carisma de


la Orden y los dones de cada uno de sus miembros, se siente
llamada a continuar en el mundo la obra redentora de Cristo
para la edificación de su cuerpo místico, siguiendo el mandato
del Señor: Id y proclamad el evangelio” (nº 276).

10 JUNTOS EN LA DIVERSIDAD
DE LA PALABRA A LA ACCIÓN

• ¿Cómo vives la variedad y diversidad en tu comunidad?

• ¿Con qué elementos enriqueces a tu comunidad?

• ¿Cuáles son los principales retos que se viven en tu


comunidad para vivir la diversidad? ¿Qué medios se pueden usar
para superar las dificultades?

Oración Final

El que quiere hacer un lugar al Señor no debe alegrarse de su


propio bien, sino del común. Los primeros cristianos hicieron
comunes sus cosas propias. ¿Por ventura perdieron lo propio? Si
hubieran poseído lo suyo y cada uno hubiera tenido lo propio, sólo
tendrían lo que cada uno tenía; pero, al hacer común lo que era
particular, también las cosas de los demás se hicieron de él. […]
Tú anhela seguro la amistad de Cristo; quiere alojarse en tu casa;
hazle lugar. ¿Qué significa “hazle lugar”? No te ames a ti, ámale a
Él. Si te amas, le cierras la puerta; si le amas, le abres. Si le abres y
entra, no perecerás amándote, sino que te encontrarás con aquel
que te ama (en. Ps. 131, 5.6).

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