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DIOCESIS DE TORREÓN

PASTORAL VOCACIONAL

CRUZ VOCACIONAL
ESQUEMA DE ORACIÓN EN FAMILIA

“La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida.


En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y
después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora
de la muerte.”

San Juan Pablo II

SEMINARIO DIOCESANO DE TORREÓN


@PastoralvocacionalSDT 7-13-14-04
LUNES
OREMOS POR TODAS LAS VOCACIONES

Canto de inicio

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo

Señor, tú me llamaste
para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la buena nueva,
para sanar las almas.

Instrumento de paz y de justicia,


pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente,
mano que bendice y que ama.

Señor, tú me llamaste
para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas,
que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen
y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos,
haz lo que quieras conmigo.

Señor, tú me llamaste
para salvar al mundo ya cansado,
para amar a los hombres
que tú, Padre, me diste como hermanos.
Señor, me quieres para abolir las guerras,
y aliviar la miseria y el pecado;
hacer temblar las piedras
y ahuyentar a los lobos del rebaño. Amén.

Lectura de la Palabra (1 Cor 12, 4-13)


Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo; hay diferentes ministerios,
pero el Señor es el mismo; ha diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra en todo,
en todos. En cada uno, el Espíritu revela su presencia con un don que es también un servicio.

A cada uno se le da hablar con sabiduría, por obra del Espíritu. Otro comunica enseñanzas,
conforme con el mismo Espíritu. Otro recibe el don de la fe, en que actúa el Espíritu. Otro
recibe el don de hacer curaciones y es el mismo Espíritu. Otro hace milagros; otro es profeta;
otro reconoce lo que viene del bueno o del mal espíritu; otro habla en lenguas y otro interpreta
lo que se dijo en lenguas. Y todo esto es obra del único Espíritu, el cual reparte sus dones a
cada uno según quiere. Palabra de Dios.

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Salmo 40
T. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Esperé en el Señor con gran confianza. Él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. R.-

Sacrificios y ofrendas no quisiste. Abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste


holocaustos por la culpa. Así que dije: “Aquí estoy”. R.-

En tus libros se me ordena hacer tu voluntad. Esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio
de mi corazón. R.-

REFLEXIÓN:

Las palabras de Jesús por las que envía a los apóstoles a predicar por todo el mundo el
Evangelio tienen aplicación a todo cristiano, puesto que no fueron dichas para un momento
histórico limitado a los primeros años del cristianismo: “Yo estaré con vosotros, todos los
días, hasta el fin del mundo”. La promesa se extiende hasta nuestros días y nos acompaña en
cada paso de nuestra vida.

Existe una vocación universal al apostolado, por la que todos los cristianos debemos sentirnos
responsables de difundir el Evangelio, de llevar con nosotros, con nuestra vida, nuestra
conducta, nuestra palabra, el mensaje de la llamada universal a la santidad.

Cristo confió a los bautizados el derecho y el deber de dedicarse activamente a la alta misión
de difundir la verdad presente en el Evangelio. La razón está en que, por el Bautismo, somos
constituidos en sacerdotes de nuestra propia existencia, revestidos de esta alta dignidad que
nos lleva a ser mediadores entre Dios y los hombres.

Un cristiano no podría ser fiel a Cristo si descuidara este deber de predicar, con su ejemplo
y con su palabra, las verdades de la fe, la urgencia de la vida sacramental, la moral cristiana.
Somos parte viva de la Iglesia, la cual tiene la misión de continuar lo que vino a cumplir
Jesucristo en la Tierra y de lo que todos hemos de sentirnos responsables. Este cometido se
llama, precisamente, apostolado. La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación
al apostolado.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos a Dios, Padre todopoderoso y ya que es una misma fe, la esperanza y el amor que el
Espíritu ha infundido en todos nosotros los que hemos sido en Él bautizados, que nuestra
oración sea también una, ante Él que nos escucha. R.- Fortalece, Señor, nuestra vocación.

Por los hombres de todos los pueblos y de todas las razas, hijos de un único Padre y Creador,
para que se reconozcan mutuamente como hermanos y que trabajen por la llegada del Reino
de Dios. Oremos. R.-

2
Para que todos los bautizados tengan hambre y sed de justicia y así colaboren lealmente a la
difusión del Reino de Cristo. Oremos. R.-

Para que por su amor providente, asista a su Iglesia con la diversidad de carismas que den
testimonio de la riqueza de la vida cristiana. R.-

Por los jóvenes de nuestra Diócesis de Torreón, para que, superando el temor y la tentación
de la mediocridad o de una vida cómoda y fácil, sepan reconocer el llamado que resuena en
sus corazones y sigan la gracia inestimable de la vocación. Oremos. R.-

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Reunidos en el nombre del Señor, pedimos por la vocación de todos los miembros de la
Iglesia y de nuestra familia, conscientes que, desde el momento de nuestro bautismo, somos
parte del gran pueblo de Dios, en el cual, cada uno debe cumplir una misión para construir
su Reino.

Oración por las vocaciones (p.16) y canto final

3
MARTES
ORACIÓN POR LOS MATRIMONIOS

Canto de inicio

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo

Con entrega, Señor, a ti venimos,


escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra


en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza


que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,


el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén

Lectura de la Palabra (Tb 8, 5-10)

La noche de su boda, Tobías dijo a Sara: “Somos descendientes de un pueblo de santos, y no


podemos unirnos como los paganos que no conocen a Dios”. Se levantaron los dos y, juntos,
se pusieron a orar con fervor. Pidieron a Dios su protección. Tobías dijo:” Señor, Dios de
nuestros padres, que te bendigan el cie-lo y la tierra, el mar, las fuentes, los ríos y todas las
criaturas que en ellos se encuentran. Tú hiciste a Adán del barro de la tierra y le diste a Eva
como ayuda.

Ahora, Señor, tú lo sabes: si yo me caso con esta hija de Israel, no es para satisfacer mis
pasiones, sino solamente para fundar una familia en la que se bendiga tu nombre por
siempre”. Y Sara, a su vez, dijo: “Ten compasión de nosotros, Señor, ten compasión. Que los
dos juntos vivamos felices hasta nuestra vejez”. Palabra de Dios.

Salmo 104
R.- Envía, Señor, tu Espíritu y renueva la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor. Dios mío, ¡qué grande eres! te vistes de belleza y majestad. La
luz te envuelve como un manto. R.-

4
Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría. La tierra está llena de tus
criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor! R.-
Todas ellas aguardan a que les des comida a su tiempo. Se las das y la toman, abres tu mano
y se sacian de bienes. R.-

REFLEXIÓN:

Un modo particular y específico de realizar la entrega de sí que exige el amor es el


matrimonio. Con la promesa de un amor fiel hasta la muerte y la entrega conyugal de sus
propios cuerpos, los esposos vienen a constituir esa “unidad de dos” por la que se hacen “una
sola carne” (cfr. Gén 2,24; Mt 19,5). Por eso se puede decir en verdad que “el matrimonio
es la dimensión primera y, en cierto sentido fundamental, de esta llamada” del hombre y la
mujer a vivir en comunión de amor. A esta comunión y como expresión de la verdad más
profunda de ser “una carne”, está unida desde “el principio” la bendición divina de la
fecundidad (cfr. Gén 1,28).

Se perciben así las características propias de la vocación al amor que el hombre va


descubriendo en su propia vida, mediante el amor humano, en referencia a la sexualidad
como medio específico de comunicación entre un hombre y una mujer. Dios se sirve así de
las realidades más humanas para mostrar y realizar su plan de salvación.

El cristiano encuentra la última verdad del amor matrimonial en Jesucristo crucificado que
entrega su cuerpo por amor de su Iglesia. Es la revelación del amor del Esposo -Cristo- que
“amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla” (Ef 5,25). Todo amor
humano va a ser referido a este “gran misterio” de la entrega de Cristo por la Iglesia, en el
que se realiza y transmite la salvación a los hombres. Esta realidad de amor implica de tal
modo a la Iglesia que ésta sólo puede realizar su propia misión si la entiende como la
respuesta fiel al amor de su Esposo. Palabra de Dios.

PLEGARIA UNIVERSAL

Confiando en que el Señor nos ha dicho: lo que pidan en mi nombre, se les concederá,
supliquemos al Padre, respondiendo a cada petición: R.-Escúchanos, Padre.

Por todas las familias de nuestra Diócesis, para que la fuerza del Espíritu nos haga crecer en
la fe, la esperanza y la caridad. Oremos. R.-

Por aquellas familias que generosamente entregan a sus hijos a trabajar al servicio de la
Iglesia como sacerdotes, religiosos, misioneros o consagrados, para que esa entrega sea
fecunda y produzca abundantes frutos de santidad y conversión. Oremos. R.-

Por nuestra familia, para que sepamos educar a nuestros hijos en la fe y en la obediencia a la
voluntad de Dios y les ayudemos a discernir el llamado de Jesús. Oremos. R.-

Que el Espíritu Santo habite en nuestra familia y pueda así vivir la piedad y nutrirse del
Evangelio, para dar vocaciones al servicio de la Iglesia. Oremos. R.

5
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Señor Jesús, tú que elegiste nacer como miembro de una familia, bendícenos y ayúdanos a
vivir en nuestro hogar la fe, la esperanza y la caridad, así como la prudencia, justicia, fortaleza
y templanza. Permítenos permanecer unidos por la oración y afrontar las dificultades diarias,
confiando en que siempre estás con nosotros. Que seamos generosos para fomentar en nuestra
familia vocaciones a tu servicio, según tu corazón.

Oración por las vocaciones (p.16) y canto final

MIÉRCOLES
OREMOS POR LA VIDA CONSAGRADA

Canto de inicio

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo

Vosotros, que escuchasteis la llamada


de viva voz que Cristo os dirigía,
abrid nuestro vivir y nuestra alma
al mensaje de amor que él nos envía.

Vosotros, que invitados al banquete


gustasteis el sabor del nuevo vino,
llenad el vaso, del amor que ofrece,
al sediento de Dios en su camino.

Vosotros, que tuvisteis tan gran suerte


de verle dar a muertos nueva vida,
no dejéis que el pecado y que la muerte
nos priven de la vida recibida.

Vosotros, que lo visteis ya glorioso,


hecho Señor de gloria sempiterna,
haced que nuestro amor conozca el gozo
de vivir junto a él la vida eterna. Amén.

Lectura de la Palabra (Rm 12, 1-13)

Les ruego, pues, hermanos, por la gran ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona
como un sacrificio vivo y santo capaz de agradarle; este culto conviene a criaturas que tienen
juicio. No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir
de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno,
lo que le agrada, lo que es perfecto.

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La gracia que Dios me ha dado me autoriza a decirles a todos y cada uno de ustedes que
actúen, pero no estorben. Que cada uno actúe sabiamente según la capacidad que Dios le ha
entregado. Miren cuántas partes tiene nuestro cuerpo, y es uno, aunque las varias partes no
desempeñan la misma función.
Así también nosotros formamos un solo cuerpo en Cristo. Dependemos unos de otros y
tenemos capacidades diferentes según el don que hemos recibido. Si eres profeta, transmite
las luces que te son entrega-das; si eres diácono, cumple tu misión; si eres maestro, enseña;
Si eres predicador, sé capaz de animar a los demás; si te corresponde la asistencia, da con la
mano abierta; si eres dirigente, actúa con dedicación; si ayudas a los que sufren, muéstrate
sonriente.
Que el amor sea sincero. Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno. Que entre ustedes el
amor fraterno sea verdadero cariño, y adelántense al otro en el respeto mutuo. Sean diligentes,
y no flojos. Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al señor. Tengan esperanza y sean alegres.
Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar. Compartan con los hermanos necesitados, y
sepan acoger a los que estén de paso. Palabra de Dios.
Salmo 16: R.-Tú eres mi Señor.

Tú eres mi bien. Ningún bien tengo sin ti. Tú eres mi Señor. No hay felicidad fuera de ti. R.-

El Señor es la porción de mi herencia. Tú eres quien guarda mi suerte. Cayeron mis cordeles
en pajares amenos y me encanta mi heredad. R.-

Bendigo al Señor que me aconseja. Aún de noche, me instruye. Pongo siempre al Señor ante
mis ojos, pues con Él no vacilo. R.-

Por eso mi corazón se alegra. En ti descanso seguro. Me enseñarás el camino de la vida. A


tu derecha, delicias por siempre. R.-

REFLEXION

Todos los bautizados pueden participar en la respuesta de amor a Cristo. Pero lo hacen según
vocaciones distintas. Los ministros sagrados (especialmente los obispos) enseñan la Palabra,
administran los sacramentos, apacientan y gobiernan al Pueblo de Dios. Los laicos anuncian
el Evangelio en la vida cotidiana. Entonces, ¿qué lugar ocupa la vida consagrada en la Iglesia,
que son los religiosos y las religiosas?

El lugar que ocupan los consagrados es muy particular: han sido llamados a responder de
modo profundo, total, a una inspiración del Espíritu Santo que invita, hoy como siempre, a
algunos hombres y mujeres a imitar de un modo más íntimo a Cristo.

De una forma o de otra, cada estilo de vida consagrada hace presente a Jesucristo en nuestro
tiempo. Los contemplativos nos hacen presente a Jesús que subía al monte a orar a su Padre.

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Otros lo hacen desde la asistencia a los pobres, los ancianos y los enfermos (tantos
consagrados que trabajan con los más humildes y los más necesitados); imitan de esta forma
a Jesús en su servicio cariñoso a los hombres y mujeres que sufren en todos los tiempos.
Otros lo hacen como transmisores del Evangelio (misioneros), como educadores (en la
enseñanza o el trabajo con los niños, jóvenes o adultos), o de otras maneras según la
inspiración del Espíritu; de este modo, continúan la predicación de Cristo que iba de ciudad
en ciudad anunciando la Buena Noticia.

Hay un elemento común a las distintas formas de consagración a Dios: los votos de pobreza,
de castidad y de obediencia. Los votos religiosos no son una novedad: arrancan del
compromiso bautismal, y buscan vivirlo en plenitud, según una llamada por parte de Dios.

Hemos de recordar y agradecer a Dios el que siga invitando a tantos hombres y mujeres a
vivir su llamada bautismal de un modo especialmente intenso y profundo, gracias a tantas
congregaciones, órdenes religiosas y otras formas de vida consagrada que enriquecen y
alientan la belleza de todo el pueblo cristiano y, en concreto, de cada una de las diócesis del
mundo.

PLEGARIA UNIVERSAL

A Dios, que nos ha llamado a ser sus hijos, y que siempre nos escucha, acudamos
presentándole nuestras oraciones, diciendo: R.- Que tu Espíritu, Señor, nos dirija.
Por la santa Iglesia de Dios, para que se conserve siempre joven y abierta a las necesidades
e inquietudes de los hombres. Oremos. R.-

Por todos los religiosos, hombres y mujeres consagrados, para que sean constantes en seguir
a Cristo, respondiendo fielmente a su llamada. Oremos. R.-

Por los jóvenes cristianos, para que de entre ellos el Señor suscite vocaciones a la vida
consagrada, que sean fuerza y sostén de la Iglesia y de todo el mundo. Oremos. R.-

Para que los jóvenes que han tenido la experiencia de encontrarse con Cristo sean generosos
en responder al Señor, que le llama a servir a Dios en los hermanos, sobre todo a los más
pobres, en alguna congregación religiosa. Oremos. R.-

Padre Nuestro, Ave María y Gloria …


Hoy, reunidos en tu nombre, te pedimos, Padre Santo, por todas aquellas personas que han
respondido a tu llamado a través de la vida consagrada. Permíteles dar incansablemente,
testimonio de la plenitud espiritual y humana que impulsa a cada uno a hacerse todo para
todos, para que el amor de Cristo pueda alcanzar el mayor número posible de personas.

Oración por las vocaciones (p.16) y canto final

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JUEVES
OREMOS POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES
Canto de inicio

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo

Pues busco, debo encontrar;


pues llamo, débenme abrir;
pues pido, me deben dar;
pues amo, débenme amar
aquel que me hizo vivir.

¿Calla? Un día me hablará.


¿Pasa? No lejos irá.
¿Me pone a prueba? Soy fiel.
¿Pasa? No lejos irá:
pues tiene alas mi alma, y va
volando detrás de él.

Es poderoso, mas no
podrá mi amor esquivar;
invisible se volvió,
más ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.

Alma, sigue hasta el final


en pos del Bien de los bienes,
y consuélate en tu mal
pensando con fe total:
¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén

Lectura de la Palabra (Hb 5, 1-10)

Todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres, y le piden representarlos ante Dios y
presentar sus ofrendas y víctimas por el pecado. Es capaz de comprender a los ignorantes y
a los extraviados, pues también lleva el peso de su propia debilidad; por esta razón debe
ofrecer sacrificios por sus propios pecados al igual que por los del pueblo. Pero nadie se
apropia esta dignidad, sino que debe ser llamado por Dios, como lo fue Aarón.
Y tampoco Cristo se atribuyó la dignidad de sumo sacerdote, sino que se la otorgó aquel que
dice: Tú eres mi Hijo; te he dado vida hoy mismo. Y en otro lugar se dijo: Tú eres sacerdote
para siempre a semejanza de Melquisedec.

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En los días de su vida mortal, presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la
muerte; este fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su
religiosa sumisión. Aunque era Hijo, aprendió en su pasión lo que es obedecer. Y ahora,
llegado a su perfección, es fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen,
conforme a la misión que recibió de Dios: sacerdote a semejanza de Melquisedec. Palabra
de Dios.
Salmo 84
R.- ¡Dichosos los que viven en tu casa, señor!

Mi alma suspira y sufre por estar en tus atrios. Mi corazón y mi carne lanzan gritos, con
anhelo de ver al Dios viviente. R.-

Felices los que habitan en tu casa, te alaban sin cesar. Dichosos los que en ti encuentran sus
fuerzas les gusta subir hasta tu templo. R.-

REFLEXION

Cuando hablamos de la vocación al sacerdocio, hablamos de un misterio de amor entre un


Dios que llama por amor y un hombre que le responde libremente y por amor. También es
un llamado a ser puente entre Dios y los hombres, un llamado a seguir en el mundo para
salvarlo. Por último, la vocación al sacerdocio es la decisión de un futuro sacerdote que quiere
dedicar su vida a ayudar a sus hermanos, a salvar sus almas y a hacer este mundo más como
Dios lo pensó.

El sacerdote es un hombre llamado por Jesús a ser todo para todos. Es un ministerio que se
realiza como colaboradores del Obispo, sucesor de los Apóstoles. El sacerdote recibe el
sacramento del Orden Sacerdotal mediante la imposición de las manos. Este gesto, realizado
desde el principio por los Apóstoles, le une a una cadena sucesiva de hombres que han
guardado la fidelidad a la tradición de la Iglesia; es decir, han querido ser fieles a los orígenes
del cristianismo. El sacerdote tiene en la comunidad tres funciones: Predica la Palabra,
preside los Sacramentos y es Pastor y Guía del Pueblo.

Ser joven y católico en esta sociedad es un reto apasionante. Estamos sometidos a un


bombardeo continuo que nos incita al consumismo, al placer efímero, a la apetencia del
momento, la inmediatez por encima del esfuerzo y del sacrificio. El ideal de la felicidad y su
búsqueda queda desfigurado en el remolino diario del momento. Pero ¿Dónde queda en todo
esto nuestra docilidad a los planes de Dios? La verdadera vocación del hombre es la vocación
a la felicidad plena vivida en Comunión con Dios, el sacerdocio es un camino único a esta
felicidad en la entrega a los demás.

PLEGARIA UNIVERSAL

Al Padre de todos los dones, que nos ha elegido en Cristo para desempeñar en la Iglesia
diversas tareas y funciones en bien de todos, oremos diciendo: R.- Envía, Señor, operarios
a tu mies.

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Por la Iglesia, para que sea fiel en su misión de evangelizar, de llevar la buena Nueva de
Jesús. Oremos. R.-

Por el Papa Francisco y por nuestro Obispo Luis Martín, para que sigan siendo ejemplo ante
los hombres de una entrega generosa a Dios, a través del servicio a los hermanos. Oremos.
R.-

Por los sacerdotes de nuestra comunidad, por aquellos de quienes hemos recibido algún
sacramento, por los que guían preparan a los futuros sacerdotes, para que el Señor los
confirme en la generosidad y entrega y los inunde con el Espíritu de sabiduría. Oremos. R.-

Para que el Señor suscite abundantes vocaciones sacerdotales en nuestra amada Diócesis de
Torreón y en todo el mundo, y así el pueblo de Dios cuente con la atención debida. Oremos.
R.-

Por los jóvenes que son llamados por el Señor a ser sacerdotes, para que sean generosos y
decididos al momento de hacer su opción vocacional. Oremos. R.-

Padre Nuestro, Ave María y Gloria …


Cristo, Buen Pastor, te encomendamos hoy a todos tus sacerdotes. Bendícelos y sostenlos en
la fidelidad y santidad a la que los has llamado. Rogamos, como tú lo mandaste, al Dueño de
la mies, que envíe operarios a su viña, y elevamos nuestra oración con confianza y esperanza,
reconociendo que sólo Él puede llamar y enviar a sus obreros.

Oración por las vocaciones (p.16) y canto final

VIERNES
OREMOS POR LA VOCACIÓN A LA VIDA LAICAL

Canto de inicio

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo

El trabajo, Señor, de cada día


nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea


en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

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En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

Lectura de la Palabra (1 Pe 2, 4-10)

Se han acercado al que es la piedra viva rechazada por los hombres, y que sin embargo es
preciosa para Dios que la escogió. También ustedes, como piedras vivas, edifíquense y pasen
a ser un Templo espiritual, una comunidad santa de sacerdotes que ofrecen sacrificios
espirituales agradables a Dios, por medio de Cristo Jesús.

Dice la Escritura: Yo voy a colocar en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; quien
se afirme en ella no quedará defraudado. Ustedes, pues, que creen, recibirán honor. En
cambio, para aquellos que no creen, él es la piedra rechazada por los constructores, que se ha
convertido en la piedra angular; piedra en la que la gente tropieza y roca que hace caer.

Cuando se niegan a creer en la palabra, están tropezando con aquello en lo que debían
afirmarse. Pero ustedes son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada,
un pueblo que Dios hizo suyo para proclamar sus maravillas; pues él los ha llamado de las
tinieblas a su luz admirable. Ustedes antes no eran su pueblo, pero ahora son pueblo de Dios;
no habían alcanzado su misericordia, mas ahora les ha sido concedida su misericordia.
Palabra de Dios.

Salmo 139
R.-T. Señor, tú me sondeas y me conoces.

Señor, tú me sondeas y me conoces, sabes cuando me siento y me levanto. De lejos penetras


mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
R.-

¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás
tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R.-

Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu
izquierda, me agarrará tu derecha. R.-

Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias porque me has
escogido, porque son admirables tus obras. R.-

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REFLEXIÓN

En la Iglesia hay variedad de ministerios, pero unidad de misión. A los Apóstoles y a sus
sucesores les confirió Cristo el encargo de enseñar, de santificar y de regir en su mismo
nombre y autoridad. Mas también los laicos hechos partícipes del ministerio sacerdotal,
profético y real de Cristo, cumplen su cometido en la misión de todo el pueblo de Dios en la
Iglesia y en el mundo.

En realidad, ejercen el apostolado con su trabajo para la evangelización y santificación de los


hombres, y para la función y el desempeño de sus trabajos y tareas temporales, llevado a cabo
con espíritu evangélico de forma que su laboriosidad en este aspecto sea un claro testimonio
de Cristo y sirva para la salvación de los hombres.

Pero siendo propio del estado de los laicos el vivir en medio del mundo y de los negocios
temporales, ellos son llamados por Dios para que, fervientes en el espíritu cristiano, ejerzan
su apostolado en el mundo a manera de fermento. Su vocación se desarrolla en llevar a cabo
sus deberes diarios con un amor extraordinario, nacido del encuentro con Cristo y de un
profundo amor y comunión con Él.

PLEGARIA UNIVERSAL.

Acudamos a Dios Padre, que en Jesucristo nos ha llamado a ser un pueblo santo,
presentándole nuestra oración comunitaria. Respondamos: Escúchanos Padre.

Por toda la Iglesia universal, para que guiada por el Espíritu Santo, pueda siempre responder
al llamado constante hacia la santidad. Oremos. R.-

Por todos los laicos comprometidos, hombres y mujeres, que han sabido testificar cómo la fe
cristiana es la única respuesta plenamente valida a los problemas y expectativas de la vida,
haciendo presente a Cristo y al Evangelio, siendo luz y fermento, y haciendo que todas las
cosas estén en orden al Reino de Dios. Oremos. R.-
Por todos los cristianos, para que las preocupaciones y problemas de la vida no los aparten
de Dios. Oremos.

Para que seamos capaces de ver y tener conciencia de los que están lejos de Cristo y así
ayudarles con nuestro testimonio de vida a conócele más. Oremos. R.-

Padre Nuestro, Ave María y Gloria …

Espíritu Santo, que eres Dios, danos luz para comprender que el bautismo nos ha dado acceso
a la vida de los hijos de Dios, nos ha unido a Jesucristo y a su cuerpo, que es la Iglesia y nos
has ungido con tu Espíritu, haciéndonos así templos tuyos. Guíanos y permítenos dejarte
actuar en nosotros, para así poder anunciar las maravillas del Señor.
Oración por las vocaciones (p.16) y canto final

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SÁBADO
OREMOS POR LA VOCACIÓN DE LOS JÓVENES
Canto de inicio

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo

Al retornar este día,


con voz alegre y canora,
celebrando al Redentor,
cantemos de Dios la gloria.

Por Cristo, el Creador inmenso


hizo la noche y la aurora,
con inmóvil ley fijando
la sucesión de las horas.

La luz eterna eres tú,


la antigua ley perfeccionas,
y no conoces crepúsculo,
y no te apagan las sombras.

Concédenos, Padre eterno,


que vivamos hoy con loa,
con que agrademos a Cristo,
si tu Espíritu nos colma. Amén.

Lectura de la Palabra (1 Sam 3, 1-10)

El niño Samuel estaba al servicio de Yahvé y vivía junto a Elí. En aquel tiempo raras veces
se oía la palabra de Yahvé. Las visiones no eran frecuentes. Cierto día, Elí estaba acostado
en su habitación, sus ojos iban debilitándose y ya no podía ver. Aún no estaba apagada la
lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el Templo de Yahvé, donde se encontraba el
Arca de Dios.

Yahvé llamó a Samuel. El respondió: «Aquí estoy», y corrió donde Elí diciendo: «Aquí estoy,
pues me has llamado.» Pero Elí le contestó: «Yo no te he llamado; vuelve a acostarte.» Él se
fue y volvió a acostarse. Volvió a llamar Yahvé: «Samuel.» Se levantó Samuel y se fue donde
Elí diciendo: «Aquí estoy, pues me has llamado.»

Otra vez Elí contestó: «No te he llamado; hijo mío, anda a acostarte.» Samuel no conocía
todavía a Yahvé, pues la palabra de Yahvé no le había sido dirigida aún. Como Yahvé llamara
a Samuel por tercera vez y el joven se presentó nuevamente a Elí, éste comprendió que era
Yahvé quien le llamaba, y dijo a Samuel: «Anda a acostarte y si vuelve a llamarte dile: Habla,
Yahvé, que tu siervo te escucha.»

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Entonces Samuel se volvió a su habitación y se acostó. Yahvé entró y se paró, y llamó como
las otras veces: «Samuel, Samuel.» Este respondió: «Habla, Yahvé, que tu siervo escucha.
Palabra de Dios.

Salmo 95
R.-Cuenten a todos los pueblos, las maravillas del Señor.

Canten al Señor un cántico nuevo. Canten al Señor toda la tierra. Canten al Señor y bendecid
su nombre. R.-

Proclamen día tras día su victoria. Cuenten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las
naciones. R.-

Póstrense ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Anuncien
a los pueblos: el Señor es Rey. R.-

PLEGARIA UNIVERSAL

Presentemos al Señor de la mies nuestras peticiones, suplicándole que nos conceda


abundantes y santas vocaciones. Respondamos: Escúchanos Padre.

Por todos los miembros del pueblo de Dios, para que cada uno busque con sinceridad y siga
generosamente su propia vocación, perseverando fielmente a ella. Oremos. R.-

Por los jóvenes, para que a ejemplo de la Virgen María, sean aquellos que escuchan,
interiorizan y hacen vida el llamado que Dios les dirige. Oremos. R.-

Por todos los jóvenes que han escuchado en su corazón la llamada de Jesús, para que no
desfallezcan durante su formación y después durante su trabajo de evangelización. Oremos.
R.-

Por los niños y jóvenes que aún no conocen el rumbo que van a seguir en sus vidas, para que
se contagien del testimonio de quienes les rodean y descubran que Cristo es el Camino, la
Verdad y la Vida. Oremos. R.-
Padre Nuestro, Ave María y Gloria …

Porque tú dijiste que donde dos o más se reunieran en tu nombre, ahí estarías, confiamos en
tu presencia Señor, y ponemos en tus manos a todos los jóvenes de nuestras comunidades,
especialmente a los de nuestra familia, que buscan una respuesta en su vi-da, para que el
Espíritu Santo les conceda la sabiduría necesaria para poder elegir la vocación que hará
realidad el plan de amor que Dios ha preparado para ellos.

Oración por las vocaciones (p.16) y canto final

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DOMINGO
EN FAMILIA PARTICIPAN DE LA MISA
Y LA OFRECEN POR LAS VOCACIONES.

Antes de salir de casa para participar de la Eucaristía como familia, frente a la Cruz
Vocacional, decir juntos la oración por las Vocaciones:

Oh, Jesús, Buen Pastor,


dígnate mirar con ojos de misericordia,
a esta porción de tu grey amada.
Señor, suscita en tu iglesia
vocaciones sacerdotales, consagradas y laicales
para extender tu Reino.
Te lo pedimos por la Inmaculada
Virgen María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.
Oh, Jesús danos vocaciones
según tu corazón.
AMEN.

16
Es necesario devolver la Cruz Vocacional, donde te fue entregada, para poder pasarla a la
siguiente familia designada a recibirla.

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