Uno de los aspectos fundamentales para que una ciencia se consideres como tal debe
ser la epistemología, la cual se compone de una metodología y la construcción teórica.
En el caso de las Relaciones Internacionales, esta última gira en torno a la realidad internacional de manera práctica y en constante actualización. Si bien desde el surgimiento de esta disciplina ha habido diversos debates acerca de su cientificidad, de su carácter disciplinario e inclusive cuestionar la necesidad de que exista como una disciplina independiente de otras ciencias sociales; sobre todo si se parte de que estas (desde una postura de superioridad) contribuyen o abarcan cierto campo de estudio de las Relaciones internacionales, tales como el Derecho, la Sociología, la Historia y la Ciencia Política, las cuales desde su perspectiva tienen un campo de estudio con límites claros además de, en un inicio, eran estas ciencias quienes definían cómo abordar los estudios internacionales. No obstante, después de ambas guerras mundiales y la evidente incapacidad de abarcar los procesos sociales de índole internacional en su totalidad es que surgen las Relaciones Internacionales como disciplina autónoma. Innegablemente, como disciplina se conforma de cuatro características; transdiciplinariedad, interdisciplinariedad, multidisciplinariedad y puridisciplinariedad. Con ello no quiere decir que no haya el sustento suficiente para afirmar que las Relaciones Internacionales carecen de carácter científico y autónomo, pues estos se respaldan en su construcción teórica y el objeto de estudio, que como ya mencioné se puede definir como el “análisis político de la realidad internacional actual”. Por lo cual, me parece que cuestionar y generar una autoconciencia en cualquier campo científico es un punto necesario, y más en este tipo de disciplinas que requieren una constante adaptación y actualización debido a lo cambiante e inestable que es su objeto de estudio, es decir la realidad internacional; pero me parece que debatir y profundizar aún en el reconocimiento de las Relaciones Internacionales como ciencia o como disciplina autónoma es volver al punto de origen, no obstante debemos tener presente que aunque nuestro objeto de estudio tiene en gran medida un parte práctica, por decirlo de alguna manera, toda teoría está sujeta a validación y a constantes actualizaciones.