Está en la página 1de 16

COMUNICACIÓN CELULAR

Capacidad que tienen todas las células,


de intercambiar información fisicoquímica con
el medio ambiente y con otras células. La
comunicación celular es un
mecanismo homeostático, que tiene como
objetivo mantener las condiciones fisicoquímicas
internas adecuadas para la vida frente a los
cambios externos.

Las células que pierden la capacidad de


responder a las señales de otras células podrían convertirse en
cancerosas.

En la mayoría de los organismos superiores existen dos


métodos fundamentales de comunicación intercelular: un sistema
fundado en las neuronas o células nerviosas y otro basado en
las hormonas. En ambos sistemas las células se comunican entre si a
través de mensajeros químicos.
Las células poseen en la membrana plasmática un tipo
de proteínas específicas llamadas receptores celulares encargadas de
recibir señales fisicoquímicas del exterior celular. Las señales
extracelulares suelen ser ligandos que se unen a los receptores
celulares.

El complejo ligando-receptor transmite el mensaje al interior de


la célula e inicia un camino que lleva a la ejecución de una respuesta
biológica específica. Por este proceso completo se transduce la señal.
Los receptores pueden encontrarse en el interior de la célula o
bien anclados en la membrana plasmática

Los sistemas
de comunicación
celular se da por
señales químicas

a) Receptor Intracelular

b) Receptor de Membrana
Comunicación Endocrina
Cuando las células necesitan transmitir señales a través de largas
distancias, a menudo usan el sistema circulatorio como red de distribución
para los mensajes que envían. En la señalización endocrina a larga
distancia, las señales son producidas por células especializadas y
liberadas en el torrente sanguíneo, que las lleva hasta sus células diana
en partes distantes del cuerpo. Las señales que se producen en una parte
del cuerpo y viajan por medio de la circulación hasta alcanzar objetivos
lejanos se llaman hormonas.

En los humanos, las


glándulas endocrinas que liberan
hormonas incluyen a la tiroides, el
hipotálamo y la pituitaria, así como
las gónadas (testículos y ovarios) y el
páncreas. Cada glándula endocrina
libera uno o más tipos de hormonas,
muchos de los cuales son reguladores maestros del desarrollo y la
fisiología.
Por ejemplo, la glándula pituitaria libera hormona del
crecimiento (GH), la cual promueve el crecimiento, especialmente del
esqueleto y el cartílago. Como la mayoría de las hormonas, la GH afecta
muchos tipos diferentes de células en el cuerpo. Sin embargo, las células
del cartílago proporcionan un ejemplo de cómo funciona la GH: se une a
receptores en la superficie de estas células y las impulsa a dividirse.
Comunicación Paracrina
Con frecuencia, las células que están cerca unas de otras se
comunican mediante la liberación de mensajeros químicos (ligandos que
pueden difundirse a través del espacio entre las células).

La señalización paracrina le permite a las células coordinar sus


actividades de manera local con sus vecinas. Aunque se usan en muchos
contextos y tejidos, las señales paracrinas son especialmente importantes
durante el desarrollo, cuando permiten que un grupo de células le diga a
un conjunto vecino qué identidad celular debe adoptar.

Por ejemplo:
Las interleucinas, son un conjunto
de citocinas (proteínas que actúan
como mensajeros químicos a corta distancia)
que son sintetizadas principalmente por
los leucocitos.
Inician la respuesta inflamatoria,
activación de anticuerpos, regulación de otras
citoquinas, efectos pirógenos, etc
Comunicación Autocrina
La comunicación autocrina o autocomunicación es la que
establece una célula consigo misma. Este tipo de comunicación es la que
establece la neurona presináptica al captar ella misma en sus receptores
celulares, los neurotrasmisores que ha vertido en la sinapsis, para así
dejar de secretarlos o recaptarlos para reutilizarlos.
Comunicación Nerviosa
Un ejemplo único de señalización parácrina es la señalización
sináptica, mediante la cual las células nerviosas transmiten señales. Este
proceso se llama así debido a la sinapsis, la unión entre dos neuronas
donde ocurre la transmisión de señales.

Cuando la neurona emisora


dispara, un impulso eléctrico se mueve
rápidamente a través de la célula, a lo largo
de una extensión similar a una fibra
llamada axón. Cuando el impulso llega a la
sinapsis, provoca la liberación de ligandos
conocidos como neurotransmisores, los
cuales cruzan con rapidez la pequeña
brecha que hay entre las neuronas.
Cuando los neurotransmisores llegan a la
célula receptora, se unen a receptores y
producen una cambio químico dentro de
ella (con frecuencia, la apertura de los
canales iónicos y el cambio en el potencial
eléctrico a lo largo de la membrana).
En la neurotransmisión el flujo de información eléctrica recorre
la dendrita y axón de las neuronas en una sola dirección, hasta alcanzar
la sinapsis, donde en esa hendidura que separa ambas neuronas, la
neurona presináptica segrega unas sustancias químicas
llamadas neurotransmisores que son captadas por receptores de
membrana de la neurona postsináptica, que transmite y responde a la
información.
LOS MENSAJEROS DE LAS CÉLULAS
Lectura
Una de las características esenciales de los seres vivos es su
capacidad de ajustarse a las condiciones que les presenta el medio; a esta
característica se la llama plasticidad. Dicha plasticidad es vital para las
células, ya que, de no existir, sus posibilidades de sobrevivencia serían muy
escasas.

De hecho, la extinción de una especie indica que se sobrepasó su


capacidad de ajuste. Imagínese por un momento a una célula o a un
organismo sencillo en un medio específico; ahora, lo colocamos en otro de
composición diferente. ¿Qué sucederá? En primer lugar, el organismo
deberá percatarse del cambio y luego realizar los ajustes necesarios para
continuar llevando a cabo sus funciones fundamentales. Ello implica que
tiene la capacidad de "percibir", "escuchar" o "sentir" los cambios que se
producen y de "responder" a ellos.

Si pensamos en organismos más complejos, como


nosotros, por ejemplo, se verá que las células que nos
forman se encuentran rodeadas por un medio (el líquido
extracelular o medio interno), cuya composición varía,
aunque dentro de límites relativamente estrechos.
Estas células también están "escuchando" y "respondiendo" a
dichos cambios. Ahora bien; si consideramos al individuo como un todo, nos
resulta obvio que el conjunto de células que lo forman debe responder en
una forma global, coordinada y armoniosa. Dado que estamos pensando en
millones de células, dicha coordinación y armonía sólo puede lograrse
mediante un amplísimo sistema de comunicación celular.

Pongamos un ejemplo: imaginemos a un ilustre capitalino gozando


de unas merecidas vacaciones en una de las hermosas playas de nuestra
República Mexicana. Nuestro capitalino está cómodamente recostado
disfrutando del Sol y las bellezas del lugar; de repente, observa que el
oleaje aumenta y que va a ser cubierto por el mar. Es evidente que no
permanecerá tranquilo, de inmediato parecerá que los ojos se salen de sus
órbitas; la frecuencia y la fuerza de contracción de su corazón aumentarán,
así como la amplitud de su respiración. Instantes después, hará todos los
movimientos necesarios para poner "pies en polvorosa", alejándose del
peligro.
Además, le ocurrirán muchísimos otros cambios, la mayoría
totalmente imperceptibles para él, pero sumamente importantes para
permitir la respuesta global de su organismo: aumentará su tensión arterial,
su sudoración, la concentración de combustibles (como los azúcares y las
grasas) en su sangre, etc. Se diría que casi la totalidad de sus células se
enteraron del acontecimiento y respondieron coordinadamente. Pero ¿cómo
se enteraron? Esto ocurrió a través de una enorme, rápida y compleja red
de comunicación celular, que se realiza y coordina por medio de dos
grandes sistemas: el sistema nervioso y el sistema hormonal o endocrino.
Ambos operan básicamente por medio de mensajes químicos.

¿Todas las células se comunican?


Cabe aclarar un aspecto importante.
Podría pensarse que sólo los organismos
complejos, pluricelulares, establecen
comunicación, pero no es así. Muchos
organismos sencillos, unicelulares, también lo
hacen. Como en el caso de algunos mohos
que pueden vivir tanto en forma unicelular
(amiboidea) como formando estructuras más complejas (el moho
propiamente dicho), dependiendo de las condiciones que se les presenten.
En este ejemplo, las células libres detectan los cambios en el medio
y secretan mensajeros. Estos mensajeros llegan a otras células que, en
respuesta, se agregan y se van diferenciando hasta formar las estructuras
del moho.

Decíamos anteriormente que en los organismos pluricelulares la


comunicación se realiza y coordina por medio de dos sistemas: el nervioso y
el endocrino u hormonal. En realidad la interrelación entre ambos es tan
estrecha, que pueden considerarse como uno solo: el gran sistema
neuroendocrino. Este sistema capta los cambios en el medio externo, ajusta
el medio interno y permite la acción de cada célula de forma tal que la
respuesta global se integre. Es éste, pues, el comunicador y coordinador
por excelencia. Sin embargo, considerar que el sistema neuroendocrino sólo
interviene en la comunicación sería un grave error. En realidad hay
comunicación celular entre todas las células y en todos los ámbitos. Por
ejemplo, cuando nos enfrentamos a una infección hay una respuesta
neuroendocrina global, pero además los muy diversos tipos de células de
nuestro sistema inmune realizan una enorme labor para combatirla. En esta
lucha participa una intrincadísima red de comunicación celular.

También podría gustarte