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Espiritualidad en la Enfermeria

Espiritualidad en el Trabajo
El trabajo es una parte fundamental de la vida de muchas personas, y a menudo puede ser una
fuente de estrés y desgaste emocional. Sin embargo, la espiritualidad y el sentido de propósito
pueden ayudar a transformar nuestra experiencia laboral de una simple tarea cotidiana a una
oportunidad para crecer y encontrar significado en la vida.
La espiritualidad en el trabajo no necesariamente implica religión, sino más bien una
perspectiva que valora la conexión y la interdependencia de todo lo que nos rodea. Involucra
la creencia en algo más grande que uno mismo, y la búsqueda de un propósito más profundo
en la vida. Cuando aplicamos estos principios a nuestro trabajo, podemos encontrar una
mayor satisfacción, propósito y felicidad.
El sentido de propósito es especialmente importante en el trabajo, ya que puede ser difícil
encontrar significado en una tarea repetitiva o en una industria que no se alinea con nuestros
valores personales. Al adoptar una perspectiva espiritual en el trabajo, podemos encontrar un
mayor propósito y satisfacción en nuestra labor, incluso en situaciones desafiantes.
Cómo cultivar la espiritualidad y el propósito en el trabajo
 Identifica tus valores y metas personales: Tomarse el tiempo para reflexionar sobre lo
que realmente importa en la vida y lo que se quiere lograr puede ayudar a definir un
sentido de propósito en el trabajo. Si tus valores no se alinean con tu trabajo actual,
puedes buscar oportunidades para incorporarlos de alguna manera, ya sea a través de
proyectos, iniciativas o colaboraciones.
 Busca significado en cada tarea: En lugar de simplemente realizar una tarea de
manera rutinaria, esfuérzate por encontrar un significado más profundo en ella. Por
ejemplo, si trabajas en servicio al cliente, considera cómo estás ayudando a mejorar la
vida de las personas a través de tus interacciones.
 Practica la gratitud: Agradecer por lo que tienes y lo que has logrado puede ayudar a
mantener una perspectiva positiva y centrada en lo que realmente importa en la vida.
 Encuentra formas de hacer una diferencia: Busca oportunidades para ayudar a los
demás o para contribuir a causas significativas en tu trabajo. Estos esfuerzos pueden
aumentar tu sentido de propósito y ayudarte a sentir que estás haciendo una
diferencia.
En resumen, la espiritualidad y el sentido de propósito pueden transformar nuestra
experiencia laboral, permitiéndonos encontrar significado y satisfacción en el trabajo. Al
adoptar una perspectiva espiritual en el trabajo, podemos cultivar una mayor gratitud,
propósito y conexión con algo más grande que nosotros mismos.
Espiritualidad en la Psicologia
La espiritualidad es comprendida por la psicología como un recurso
humano poderoso que se relaciona directamente con la construcción de
sentido vital, ya que ella actuaría como un elemento que ayuda a los
individuos a tener mayor conciencia de sí, y al mismo tiempo, como una
dimensión que les ayuda a auto trascenderse. Por lo mismo, dichos
aspectos contribuyen con que el ser humano sea capaz de relacionarse
con los demás y el entorno a partir de ciertas comprensiones que
tienden hacia la benevolencia universal y la superación del
egocentrismo. Este específico tipo de relación puede o no considerar la
vinculación con una divinidad, lo que posiciona la espiritualidad como un
constructo no estrictamente teológico, aunque ciertamente que también
la teología se ha dedicado a su estudio. En este artículo, se desea
mostrar teóricamente cómo desde la psicología positiva la espiritualidad
se comprende como una fortaleza humana que se relaciona con un
desarrollo psicológico pleno y maduro, invitando a que esta sea
promovida desde diversos ámbitos e instituciones, particularmente
desde el campo educativo. Para ello se ofrecen elementos específicos
que posicionan la espiritualidad como un elemento central en la
educación actual, especialmente por su carácter de integradora, no
estandarizada y no material.
Espiritualidad en la Familia
El tema de la espiritualidad es un tema poco tratado pero muy necesario en
nuestros días. Y lo primero que podemos decir sobre el tema es que debemos
tener claro que es la espiritualidad, para hablar en el mismo idioma.
Espiritualidad es un estilo de vida, es la forma de contemplar, vivir y transmitir
a Jesús y esto nos da ciertos principios, actitudes, signos y rasgos que nos
dan respuesta a una necesidad del ser humano y que parten del Evangelio y del
magisterio de la Iglesia.

En pocas palabras es la forma de seguir a Jesús, por ejemplo, los franciscanos


lo siguen como pobre, los jesuitas como general, los de la Cruz como
sacerdote y víctima, etc. Hay muchos carismas y muchos estilos dentro de la vida
espiritual católica y cada quien puede inclinarse más por alguno de ellos,
dependiendo de sus necesidades y de sus características propias.

Y es muy necesario que en la familia tengamos una espiritualidad, ya que será


el estilo de vida que caracterizará a nuestra familia y la forma en que nos
desenvolveremos en el mundo, por eso aquí te dejo mis 5Tips para desarrollar la
vida espiritual en la familia.

PRIMERO. Discierne qué misión tienen como familia.


Cada familia tenemos un llamado particular, es decir un propósito específico
que cumplir y que le impregna un estilo de vida particular. Y es necesario
estar consciente de ello.

Pero ¿cómo podemos saberlo? Pues debemos observar y discernir de los hechos
y acontecimientos que nos han tocado vivir como familia. En cada uno de ellos
vamos encontrando el llamado particular de Dios para nuestra familia. Nada
pasa por casualidad y debemos volvernos observadores de nuestra realidad para
descubrir la voz de Dios y a lo que nos va llamando.

SEGUNDO. Fomenta la lectura espiritual Es la mejor forma que tenemos para


conocer los diferentes caminos que Dios nos va poniendo para seguirle. Con la
lectura espiritual se nos va abriendo el panorama y podemos conocer lo que
ya hay, es decir, los caminos que ya se han recorrido; aunque esto no quiere
decir que sean los únicos. Podemos ir tomando lo mejor de cada uno e ir
confirmando nuestra propia espiritualidad tanto personal como familiar y así dar
respuesta al llamado personal y familiar que Cristo nos hace. Para esto es bueno
tener libros de diferentes espiritualidades para conocerlas y profundizar un
poco en cada una.

TERCERO. Busca un director espiritual. La vida espiritual es muy profunda por


eso es necesario caminar de la mano de un guía o director espiritual que nos
ayude a discernir lo que Dios nos va pidiendo como persona y cómo familia. Y para
llegar a tener un director espiritual es muy básico frecuentar el sacramento de la
confesión y tener contacto con varios sacerdotes para discernir con cuál nos
sentimos más cómodos y quién es el que nos comprende mejor.
Y al decir comprender no me refiero a solapar, sino con el que nos sentimos más
cómodos y podemos platicar mejor y que él nos entienda bien. No todos los
sacerdotes pueden ser directores espirituales. Por eso es necesario preguntarles
abiertamente y esperar su respuesta antes de considerarlo como director espiritual.
Podemos tener muchos sacerdotes que nos aconsejen y animen, pero si tenemos
un director, es necesario obedecerle para que las cosas funcionen porque será
por medio de él como Jesús nos hable con más claridad.

CUARTO. Define la espiritualidad familiar y refuerza con signos visibles. Una


vez que sabemos cuál es nuestra misión personal y como familia y después de leer
sobre las diferentes espiritualidades, es bueno que el director espiritual nos
ayude a definir el camino por el cual seguiremos a Jesús, es decir, que
definamos la espiritualidad familiar. Y para reforzar la elección, es bueno,
encontrar signos visibles que nos ayuden a recordar esta espiritualidad. Por
ejemplo, existen los escapularios, las medallas, las imágenes, los iconos, los
rosarios y algunos otros signos específicos de cada espiritualidad que nos ayudan a
vivir conforme a ese estilo de vida en particular.

¿Y debo vivir solo una espiritualidad? Es muy conveniente comenzar con un


estilo de vida por un tiempo y después irlo enriqueciendo con algunos otros rasgos
de otras espiritualidades para lograr llegar a la espiritualidad propia de cada familia.

Es así que puedo tener una espiritualidad franciscana y además llevar el escapulario
del Carmen y portar la medalla de san Benito. Estos signos enriquecen mi
espiritualidad personal y familiar, es decir, son signos que nos van acercando
más a Dios y que nos permiten cubrir los diferentes aspectos de nuestra vida, pero
siempre bajo una espiritualidad concreta.

QUINTO. Alimenta la espiritualidad. Así como nuestro cuerpo necesita alimento


para estar sano, nuestra alma también necesita ser alimentada con las
devociones y sacramentos para estar sana y dispuesta para cumplir nuestra
misión. Si logramos tener algunas devociones familiares como el rezo del santo
rosario, la coronilla de la misericordia, el rezo del ángelus o asistir los primeros
viernes de mes a misa, entre otras, estamos fortaleciendo nuestra vida espiritual y
provocando que nuestros hijos aprendan a darle su lugar.

Es de vital importancia recibir constantemente y a su tiempo los sacramentos


como ayuda y soporte espiritual. Y es súper importante que nuestros hijos vean
que nosotros vivimos conforme al estilo de vida que deseamos para nuestra familia
ya que es nuestro testimonio lo que los enamorará y los impulsará a seguir por el
camino que hemos escogido como familia.

Mientras nuestros hijos son pequeños es nuestra responsabilidad fomentar esta


espiritualidad y propiciar momentos para vivirla, pero conforme nuestros hijos crecen
es bueno que ellos vayan escogiendo actividades y devociones que quieran tener.
Seguro llegará el día en que ellos, de forma madura, escogerán si siguen con la
espiritualidad familiar o deciden darle un giro a una espiritualidad personal distinta
para responder al llamado personal que Dios les hace a cada uno de ellos.

Espiritualidad en la Biblia
Espiritualidad en la Vida Cotidiana
Espiritualidad en la vida cotidiana engloba a toda una serie de
afirmaciones que son el resultado de la propia existencia del ser humano,
en sus manifestaciones de todo lo que le representa, tanto a nivel interno
como externo.
Quiere esto decir que inevitablemente lo uno acompaña a lo otro, es
decir, la vida sin el ser, sin el espíritu, no tendría esa manifestación del
hombre, el cual está comprometido con su espiritualidad. Ésta es esa
serie de cualidades que lo hacen magnánimo, grande en sus cometidos
morales y éticos.

La espiritualidad vive insertada en la conciencia de toda persona y es


recíproca a sus actos, maneras, compromisos, manifestaciones,
ademanes, palabras, pensamientos, sentimientos, emociones, que hacen
a cada persona ser único en sus caracteres, durante su vida en el plano
físico, material. Y partiendo de éstas premisas que son genéricas en
todos, vamos a ahondar en lo que al título de este artículo se refiere.

Y al pensar en espiritualidad quizás pensamos en lo abstracto, en lo


inalcanzable, en lo que no tiene nada que ver con nosotros, sin embargo,
ésta nos recorre cada centímetro de nuestro ser e incluso antes de nacer.
Porque como bien sabemos, somos espíritus antes que materia. Y la
espiritualidad vive desde tiempos inmemoriales, como esa semilla que
poco a poco va germinando para que con el tiempo se convierta en lo que
guarda dentro de sí, amor, puro amor. Mientras que eso se produce,
vamos viviendo con ignorancia y sufrimiento lo que a cada uno de
nosotros nos corresponde vivir, sentir, pensar. Cada cual a su ritmo de
despertar espiritual, de despertar de la conciencia; de esos frutos del
espíritu que nos aportarán dicha y gloria, paz y amor fraterno entre todos
nosotros. Porque queramos o no, vamos abocados a ello. El Universo es la
pura manifestación de la Gran Revolución y Evolución en todos los planos
o manifestaciones de cualquier aspecto de la vida.
Espiritualidad en la vida cotidiana, significa que tengo presente lo que
soy, lo que hago, pienso y digo. Con todas sus repercusiones en todos los
planos que alcanza. Espiritualidad es lo que nos diferencia de los demás
seres que están en planos inferiores de existencia. Espiritualidad es esa
maquinaria perfecta puesta al servicio del hombre, para que poco a poco,
la vaya perfeccionando, hasta que sea capaz de crear orden a su
alrededor. Justicia moral, equilibrio social, y por tanto, una nueva forma
de vivir sin la ignorancia que ahora tenemos.
Espiritualidad es ser consciente de que tenemos una responsabilidad para
con cada uno de nosotros y para con los demás. Es esa chispa que vibra
alrededor de cada uno de nosotros, brindándonos la oportunidad de
acercarnos más a eso que somos, espíritus. Necesitamos entrenarnos en
el abandono de todo aquello que nos hace inferiores como por ejemplo el
orgullo, el egoísmo, la ira, el resentimiento, el miedo, la falta de perdón,
etc. Y comenzar a realizar una profunda y verdadera reflexión acerca de
lo que somos y como vivimos en nuestras sociedades. En nuestros
hogares, en relación a lo demás y en relación a nosotros. Tenemos que
ser firmes en nuestros propósitos de mejora interior, para que así,
nuestro espíritu pueda manifestarse y dar lo mejor de cada uno de
nosotros. Porque sólo así, seremos capaces de cambiar el orden de
nuestras vidas. Sólo así, saldremos del sufrimiento y entraremos en una
nueva vía de entendimiento, confraternización, verdadero afecto, e
interés por los demás, ya que somos hijos del mismo origen. Y en nuestra
conciencia está grabado el sentimiento de amor, listo para darlo, para
manifestarlo con toda su trascendencia.
No hay que ir a buscar la espiritualidad en ningún sitio, porque ella vive
en cada uno de nosotros, manifestándose en todas las cosas que
realizamos al cabo del día. Se nos brinda la oportunidad de realizarnos al
vivir en sociedad, porque es así, como evolucionamos y nos mejoramos
interiormente. Es en el roce del vivir diario que podemos sacar lo mejor
de nosotros, entregando todas esas cualidades que llevamos en ese
espíritu que ansía manifestarse y dar lo mejor de su perfume. Sin miedo,
con firmeza, con entrega, con voluntad es como tenemos que vivir, cada
minuto, cada segundo de nuestras vidas. Y ver como poco a poco, ese
mejoramiento de nuestras capacidades internas, como ese abandono de
todo aquello que nos hace inferiores como el rencor y egoísmo; orgullo,
impaciencia, ceden, pierden fuerza y terreno porque ya no nos interesan y
han perdido todo nuestro interés, mueren y así, nuestro espíritu coge las
riendas del progreso, de nuestra evolución, y nuestras vidas se tornan
alegres y dichosas.
Es hacia lo que el propio Universo Evolutivo nos empuja.
Espiritualidad en la Salud
Espiritualidad en la Cultura
Espiritualidad en la Educación
Educacion en el Arte
En nuestro interior todos tenemos la inspiración artística para crear. La
exteriorizamos de forma natural cuando somos niños y dibujamos,
bailamos y golpeamos una lata a modo de tambor. En sus escritos,
Bahá’u’lláh explicó dónde se origina el impulso de crear: en la palabra de
Dios.

Toda palabra que emana de los labios de Dios, está dotada con tal
potencia que puede instilar nueva vida en cada ser humano, si sois de
aquellos que comprenden esta verdad. Todas las maravillosas obras que
contempláis en este mundo han sido manifestadas mediante la acción
de su suprema y exaltada Voluntad, su maravilloso e inflexible
Propósito. Con la mera revelación de la palabra «Modelador»,
pronunciada por sus labios y que proclama su atributo a la humanidad,
es liberada tal potencia que puede engendrar a través de edades
sucesivas todas las múltiples artes que las manos del hombre pueden
producir. Ésta es, indudablemente, una clara verdad. En cuanto es
pronunciada esta resplandeciente palabra, sus energías animadoras,
agitándose dentro de todas las cosas creadas, dan nacimiento a los
medios e instrumentos con los cuales tales artes pueden ser producidas
y perfeccionadas. Todas las maravillosas obras que ahora presenciáis
son la consecuencia directa de la Revelación de este Nombre.

Dado que el poder de crear proviene de uno de los Nombres de Dios: «El
Modelador», y tú y yo hemos sido creados a Su imagen, se deduce que
nosotros también somos modeladores y creadores. Por eso, las artes, que
a primera vista parecen materiales, pueden ayudar a transformar nuestro
espíritu.

La fuerza motriz para hacer arte viene de dentro


El uso de muchas artes requiere elementos materiales, pero la fuerza
motriz que los toma y hace algo bello a partir de ellos viene de dentro: de
tu alma, de tu ser interior reflejado en el mundo exterior.
El baile y el canto pueden producirse sin necesidad de cosas concretas,
pero si quieres bailar para los demás, elegirás un traje que potencie el
efecto visual y quizás encuentres un fondo interesante para ambientarlo.
Puedes añadir objetos para utilizar en la danza, como pañuelos fluidos,
paraguas o bastones, castañuelas o cualquier otra cosa que ayude a
realzar la danza y el mensaje que transmite. Se puede cantar a capella,
pero la mayoría de las veces se utilizan uno o varios instrumentos para
acompañar, lo que proporciona otro elemento sonoro que ayuda a
penetrar en el corazón y el alma del oyente. En una charla que dio en
Londres, Abdu’l-Bahá nos animó: Romped todas las cadenas y buscad la
alegría espiritual y la iluminación; entonces, aunque caminéis sobre la
tierra, os veréis a vosotros mismos dentro del horizonte divino.

¿Alguna vez te has sentido transportado a un plano de exaltación


mientras participabas en un evento artístico? Una vez, en un círculo de
personas que hacían un simple paso al ritmo constante de una maraca
que se agitaba mientras otros oraban en voz alta, me sentí de repente
como si estuviera flotando; mis pies se movían, pero no sentía el suelo
bajo ellos. Qué sensación tan extasiante: me sentía como si estuviera
«dentro del horizonte divino».

Cuando empiezas a sentir la alegría de la iluminación espiritual, estas


cualidades se vuelven contagiosas, afectando a los que te rodean. Según
Abdu’l-Bahá: La vida del hombre debería ser como una llama que
calienta a cuantos entran en contacto con ella. A los ojos de Dios los que
están espiritualmente despiertos son como antorchas brillantes que dan
luz y solaz a sus congéneres.

A medida que comienzas a experimentar la transformación espiritual a


través de tus esfuerzos artísticos, la luz que hay en tu interior se irradia
hacia el exterior, y los demás son abarcados e influenciados por ella. Te
conviertes en la luz para su oscuridad. Así, el arte es un acto de
espiritualidad.

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