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Escuela de Animadores – Primera etapa – 2013
Por consiguiente, la animación no se reduce solo a saber dinámicas, ser alegres, sino
que implica tener claro el horizonte hacia donde caminar: DIOS.
Por lo tanto, animar exige un concepto creyente de la vida y de la educación, no es
cualquier cosa o vivir de cualquier manera. Sino que el animador tiene experiencia de Dios, lo
busca, lo desea y eso lo convierte en un testigo de Dios, no puede hablar de él a los demás sólo
desde la teoría o desde cosas aprendidas; tiene que haber constatado primero en su vida que
Dios actúa. El animador es un creyente que busca sus momentos de intimidad con Dios, de
estar a solas, de hablarle, de escucharlo. Sabe cuidar sus momentos de oración, de encuentro.
Esto no hay que darlo por supuesto, como si fuera una afirmación, un complemento y
nada más. Es parte de una identidad a ir construyendo siempre, Cristo no es SOLO PARA UN
MOMENTO DE LA VIDA sino que es necesario ir madurando
nuestra fe, buscando esos espacios que nos ayuden a
CRECER en la relación con Dios.
Sin una aproximación constante al Evangelio, sin
conocer realmente a la persona de Cristo, sus actitudes,
sentimientos, su manera de obrar y confrontar su vida con la
nuestra, será un tanto difícil, ser animador cristiano salesiano,
sin relación personal con El, caeremos en el riesgo de actuar una animación o quedarnos con
lo que nos conviene de Cristo. Animar con estilo cristiano, salesiano, implica opciones
concretas.
Por lo tanto, lo que comparte el animador con el grupo es su experiencia de fe, de vida
e ilumina desde ahí las situaciones concretas que puedan surgir en el grupo.
Lamentablemente, para muchos animar solo significa jugar, estar juntos, pensar temáticas de
interés, ser el alma de la fiesta sin preocuparse demasiado por ayudar a vivir una experiencia
de fe.
Insisto, formarnos como animadores implica tomar conciencia que “ser” animador es
ser creyente y en nuestro caso con una espiritualidad concreta: la espiritualidad juvenil
salesiana.
Educamos y evangelizamos más por lo que somos que por lo que hacemos o decimos. Dice el
dicho: “Las palabras mueven, los ejemplos arrastran”. Lo que más cuenta, es nuestro
testimonio de vida, nuestro ejemplo, nuestra entrega, nuestro modo de ser y de relacionarnos.
Si ven que somos coherentes, nos creerán. Hacer una decidida opción por “ser” animadores,
es decir, vivir y actuar como animadores siempre y en todas partes, no sólo cuando estamos al
frente de un grupo o actividad, sino en cualquier parte y en todo momento de nuestra vida. Es
un estilo de vida, es una vocación.
Solo así se podrá SER ANIMADOR Y NO MORIR EN LA PAVADA.
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Escuela de Animadores – Primera etapa – 2013
Para reflexionar:
¿En mis opciones, actitudes, etc. tengo en cuenta el modo de vivir de Cristo, como un
camino también para mí?