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Sociedad de Historia y Geografía de Aisén & Municipalidad de Coyhaique

Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 1

ACTAS
II SEMINARIO
UN ENCUENTRO CON NUESTRA HISTORIA

SOCIEDAD DE HISTORIA Y GEOGRAFÍA DE AISÉN


COYHAIQUE
CHILE
Sociedad de Historia y Geografía de Aisén & Municipalidad de Coyhaique
2 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia.


© Sociedad de Historia y Geografía de Aisén & Municipalidad de Coyhaique.
Registro de Propiedad Intelectual Nº 154105.
Representante Legal: Hernán Ríos Saldivia.
Fotografías interiores: aportadas por los autores de las ponencias.
Producción, compilación y corrección de pruebas: Leonel Galindo Oyarzo.
Corrección de estilo y diagramación final: Mauricio Osorio Pefaur.
Diseño de portada: Leonel Galindo Oyarzo & Juan Carlos Peña Verdugo “JUKA”.

Portada: Vista al valle de Ñirehuao desde la entrada de la cueva Baño Nuevo,


sitio arqueológico donde se produjo el hallazgo de restos óseos humanos más
antiguos de Patagonia: “Cueva Baño Nuevo-1”. Foto: Víctor Lucero.

Contraportada: Carreras de caballos en “La cancha”, en el sector de la Pampa


del Corral en el Año Nuevo de 1928. Mismo lugar donde hoy existe la Plaza de
Armas de Coyhaique. Foto: Thomas Anderson, Archivo Digital Museo
Municipalidad de Coyhaique.

Casa de la Cultura, Lillo Nº 23, Coyhaique, Aisén, Patagonia Chilena.

Fono - fax: (56) (67) 213174.

E – Mail: casacultura@coyhaique.cl

Impresión: Lom Editores Ltda.

Tiraje: 500 ejemplares.

Edición Financiada con el aporte de:


• Gobierno Regional de Aisén.
• Municipalidad de Coyhaique.

Coyhaique, 2006.
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ÍNDICE
CONTENIDOS PÁGINA

PRESENTACIÓN 5

PONENCIAS 7

ORIGEN Y DESARROLLO DE LA IGLESIA EN AYSÉN.


Padre Wladimiro Memo Lombardo 9

CARACTERÍSTICAS SOCIOCULTURALES DE LAS RELACIONES DE STATUS ENTRE


POBLADORES EN EL AYSEN DE LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX Y SU
PROYECCIÓN EN EL TIEMPO.
Claudia Millaldeo Avilés 15

REFLEXIONES EN TORNO A LA MEDICINA EN AISÉN.


Mario González Kappes 18

LA MORENIDAD EN LA QUE ANDAMOS.


José Mansilla Contreras 23

¿DESDE CUÁNDO EXISTE COCHRANE? ANTECEDENTES DE LA FORMACIÓN DEL


PUEBLO.
Félix Elías Pérez 29

UN TESTIMONIO SOBRE LA VIDA PIONERA DE ANTAÑO: LA CASA RICHARDS,


EN ÑIREHUAO (1907).
Mateo Martinic Beros 33

LA MINERÍA EN TORNO AL LAGO GENERAL CARRERA. LA MINA SILVA.


Danka Ivanoff Wellmann 37

UNA APROXIMACIÓN A LA TRADICIÓN TEXTIL DE LA XI REGIÓN DE AYSÉN.


Mauricio Osorio Pefaur 44

LA RANCHERA AYSENINA, UNA DANZA TRADICIONAL DE CUATRO SIGLOS.


Ricardo Ortiz Barría 51

LOS PUEBLOS ORIGINARIOS (HISTÓRICOS) EN EL DEPARTAMENTO


RÍO SENGUER, SUROESTE DEL CHUBUT.
Alejandro Aguado 58

VERDAD Y FICCIÓN EN LA HISTORIA DE COYHAIQUE. LA INSTAURACIÓN


ARBITRARIA DE SU FECHA DE FUNDACIÓN, RESPALDADA POR UN ACTA QUE
REMITE A ACONTECIMIENTOS QUE NUNCA OCURRIERON.
Leonel Galindo Oyarzo 69
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MEMORIA BRICOLADA EN LA RITUALIZACIÓN DEL ANIVERSARIO DE


COYHAIQUE.
Brígida Baeza 81

CEMENTERIOS. EL RELATO DEL DESARRAIGO, DEL DESARREGLO.


Carmen Gloria Parés Fuentes 95

PROPUESTA DE PERIODIFICACIÓN PARA UNA CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA


DE AYSÉN.
Enrique Martínez Saavedra 106

LA FILOSOFÍA SARMIENTO.
Hernán Ortega Parada 117
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PRESENTACIÓN

Con grato placer compartimos con los lectores las Actas del II Seminario “Un Encuentro con Nuestra
Historia”, que aglutina las comunicaciones que fueron presentadas en la Casa de la Cultura, de la Municipalidad
de Coyhaique, los días 18 y 19 de noviembre de 2005.

El Seminario y la publicación de las Actas es el resultado de un proyecto de la Sociedad de Historia y


Geografía de Aisén, patrocinado por la Municipalidad de Coyhaique y el financiamiento del Gobierno Regional
de Aisén.

En estas actas se reúnen ponencias y comentarios de destacados investigadores de la arqueología, antropología,


historia, cultura tradicional e identidad de Aisén, tanto del medio local, de Chile Chico, como de Magallanes
y de Comodoro Rivadavia.

Para apoyar gráficamente los contenidos de algunas de las monografías, sus autores han incorporado fotografías
y planos con los respectivos epígrafes.

Respecto de la escritura de los topónimos Coyhaique/Coihaique/Coyaique/Coy Aike y Aisén/Aysén/Aysen/


Áysen, cuya representación ortográfica ha sufrido cambios a nivel diacrónico, en esta publicación se ha
respetado el criterio de cada colaborador en su respectiva monografía.
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ACTAS II SEMINARIO
UN ENCUENTRO CON NUESTRA HISTORIA

Las ponencias aquí compiladas corresponden a los trabajos leídos en el Seminario, manteniendo el orden de
exposición del programa.

Se ha agregado una colaboración del escritor Hernán Ortega Parada, residente en Valparaíso, quien no pudo
asistir al Seminario, pero envió su ponencia por correo electrónico; además, el resumen de una propuesta de
“Periodificación para una cronología de la Historia de Aysén”, presentada por el profesor Enrique Martínez
Saavedra, como contenido central de un taller sobre “Metodología de la investigación de la enseñanza de
la Historia Regional”; y la comunicación “Cementerios. El relato del desarraigo, del desarreglo”, de
Carmen Gloria Parés Fuentes, quien por razones de fuerza mayor no pudo estar presente en el Seminario.

Sector Alto Baguales hacia 1945. Camino Aisén –Coyhaique, kilómetro 56,5. Foto Archivo Museo Municipal
de Coyhaique.
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ORIGEN Y DESARROLLO DE LA IGLESIA EN AYSÉN


Padre Wladimiro Memo Lombardo.
Vicariato Apostólico de Aisén.

1. PRIMEROS PASOS DEL OBISPO DE ANCUD EN AYSÉN

El primer Obispo que visita el territorio de Aysén es Monseñor Ramón Munita Eyzaguirre, cuando recién es
nombrado Obispo de Ancud, a cuya jurisdicción eclesiástica dependía nuestra extensa región. Esto fue el 21
de mayo de 1934. Su primera visita a Puerto Aysén y Baquedano (Coyhaique) le produce un fuerte impacto
en su sensibilidad de pastor, pues llega a conocer que Aysén contaba con 17.000 habitantes concentrados en
pequeños pueblos y en el interior sin que hubiera sacerdote alguno.

Al regresar a Ancud, decide el mismo año instituir una parroquia en Puerto Aysén, cabecera de provincia, por
lo cual envía al cura Guillermo Waisser como párroco y en forma momentánea algún otro sacerdote para
Coyhaique y la estancia Cisnes. Conociendo las ulteriores iniciativas del Obispo fácilmente llegamos a la
conclusión que este fue solo el primer paso para dar una solución definitiva al problema religioso de la provincia
de Aysén. En efecto el 1º de noviembre de 1936 solicita oficialmente por carta (después de unos contactos
previos de un sacerdote chileno que se encontraba en Italia) al Provincial de los Siervos de María del Véneto,
Italia, tres sacerdotes y dos hermanos para entregarles la parroquia de Puerto Aysén, los cuales debían ser
“personas jóvenes y excelentes en todo sentido” (ver carta al p. Alfonso Benetti, Archivo General O.S.M.).

Es importante destacar que desde ya el Obispo, en su carta al P. Provincial de los Siervos de María del
Véneto, presenta la exigencia de construir un colegio masculino católico en Puerto Aysén. Más aún en una
carta sucesiva al P. General de los Siervos de María escribe:

“Es de capital importancia para los intereses de la Religión establecer allí, cuanto antes, colegios católicos, que
formen en el espíritu de Cristo las nuevas generaciones; por este motivo, es preocupación nuestra muy sentida, dotar
de establecimientos católicos de educación a todos los centros poblados”;

Un poco más adelante añade:

“Hacemos nuestro el deseo del Rdo. Padre Sgualdino, de ver llegar muy pronto a la Parroquia de Aysén Comunidades
de Religiosas Servitas para la atención del Hospital y de una escuela para niñas en el puerto” (Carta al P. General
del 27/IV/1938, Archivo General OSM).

El Obispo Munita, habiendo conseguido lo solicitado con la llegada en 1937 de los primeros cinco Siervos de
María al Territorio de Aysén, en 1939, en ocasión de su visita al Papa Pío XII, solicita desmembrar el
territorio de Aysén de la diócesis de Ancud para formar una jurisdicción eclesiástica autónoma bajo la
responsabilidad de los Siervos de María. Su solicitud fue aceptada por el Papa y el 17 de febrero de 1940
fue instituida la Prefectura Apostólica de Aysén, es decir, una Iglesia en formación que dependía de la Sagrada
Congregación de la Propagación de la Fe, cuyo jefe era un prelado no obispo.

Desde este momento comienza el enorme desafío entregado a un puñado de religiosos y religiosas de dar vida
a una Iglesia, como entidad autónoma en Aysén.
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10 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Visita Pastoral del Obispo de Ancud, Monseñor Ramón Munita, en 1937.

LOS SIERVOS DE MARÍA COMIENZAN A CONSTITUIR LA IGLESIA DE AYSÉN

Mi exposición se va a concentrar en el proceso de formación de la Iglesia en Aysén por obra de los Siervos
de María, a la par con el desarrollo de la región. Quien quiera informarse ulteriormente sobre esta materia
puede consultar mi libro: “La Iglesia de Aysén, puente entre fe y cultura”

De partida puedo afirmar que la hazaña de fundar una Iglesia con su propia jurisdicción fue muy grande no
solo porque tuvo que extenderse en un territorio inmenso con más de 100.000 Km2 casi sin caminos, sino
también porque la provincia recién venía conformándose socialmente y políticamente. El clima, el aislamiento,
el abandono espiritual de su población, la pobreza, fue la prueba de fuego para los misioneros que tuvieron
que ponerse en la senda de los primeros colonos. Durante varios años los Siervos de María de a caballo y
con pilchero fueron misionando toda la parte norte de la región: Campo grande, Cisne Medio, hasta Lago
Verde y entrando por Argentina hasta Palena y Futaleufú. No había caminos, ni puentes; los ríos había que
cruzarlos a caballo, y alojarse donde los sorprendía la noche. Pasaban a veces en sus misiones un mes y más,
deteniéndose en los caseríos. Aún no había capillas, ni casas para el sacerdote. Fueron recorriendo también
el litoral misionando en Puerto Aguirre, Melinka, Chaitén. También recorrieron toda la zona del Lago Carrera
y más al sur hasta Cochrane. Su misión era encender y alimentar la llama de la fe en Cristo Salvador mediante
la Palabra del evangelio y los sacramentos de la Iglesia, echando las bases de las comunidades cristianas; se
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Catedral de Puerto Aysén hacia 1947.

empezaron a levantar las primeras capillas en Chile Chico, Balmaceda, Chaitén, Melinka. Los pobladores
fueron tomando siempre más conciencia de su fe católica y a identificarse con la Iglesia de Aysén, la cual fue
instituida como Vicariato Apostólico por Pío XII el 8 de mayo de 1955. Esta identificación con la Iglesia de
su propia tierra sin duda fue afirmando también la chilenidad en un territorio donde la República Argentina
ejercía su influencia cultural y económicamente.

Fue necesario invertir en esta labor apostólica muchos hombres; más de 70 Siervos de María de los cuales 55
de origen italiano y 15 chilenos desde el inicio hasta hoy fueron aquí testigos de su fe y amor a Cristo;
animados por su espíritu misionero entregando sus mejores energías y sus talentos. Por cierto no fueron
“ángeles”, como expresara en su visita a la región el Nuncio Apostólico Ángelo Sodano, fueron hombres con
sus límites y defectos, pero, por cierto, volcados en la realización de un proyecto apostólico de grandes
proporciones.

Pronto fueron surgiendo las parroquias en Coyhaique 1942, en Chile Chico 1948, en Chaitén 1951, en
Puerto Aguirre 1966, en Cochrane 1971, en Puerto Cisnes 1973. Después del Concilio Vaticano II la
evangelización adquirió nuevo vigor, nuevas expresiones y empezaron a formarse a lo largo del territorio
desde Raúl Marín Balmaceda hasta Villa O’Higgins las Comunidades Eclesiales de Base; hoy día se pueden
contar más de 60 con sus respectivos dirigentes.
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Escuela internado San José de Puerto Aysén en 1943.

2. IGLESIA Y CULTURA
a) Educación Católica. El crecimiento de la Iglesia fue a la par con el crecimiento de la población y el
compromiso asumido con el Obispo de Ancud de dotar de colegios católicos a todos los principales centros
poblados (ver carta al p. general en 1938) fue presentando siempre serios y nuevos desafíos a los Siervos de
María.
A los primeros colegios de Puerto Aysén “Crescente Errázuriz” y San José y de Coyhaique el “General
Baquedano” se fueron sumando el “Arturo Prat” de Chaitén y la escuela agrícola “San José” de Cochrane
exigiendo siempre nuevas inversiones de medios económicos.
Durante varios años los misioneros prefirieron primero construir las escuelas, luego los templos y sus propias
casas.
Sin duda el esfuerzo mayor de la Iglesia en Aysén en este rubro de la educación fue la fundación del primer
liceo humanístico de Coyhaique, hoy “San Felipe Benicio”. Fue una empresa audaz que puso en serio
aprieto la economía del Vicariato Apostólico.
En esta magna labor educativa se unieron a los Siervos de María, a partir del 1943 las hermanas Siervas de
María Dolorosa y desde 1957 las Siervas de San José; junto a ellos muchísimos laicos docentes, que en este
momento han asumido la dirección de todos los establecimientos católicos.
Ciertamente podemos concluir que la Iglesia en Aysén ha tenido un rol protagónico y en algunos casos
pionero en la formación de varias generaciones de jóvenes. “Muchos de ellos – como afirma Roberto Bravo
Galleguillos, director de la Universidad de los lagos - se desempeñan laboralmente en este vasto territorio
y han fortalecido sus raíces a través de sus propias familias”. (El diario Aysén 4/XI/05)
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Actualmente los colegios católicos son nueve, de los cuales tres están en Pto Aysén, seis en Coyhaique;
además están los dos colegios fundados por p. Antonio Ronchi, guanelliano, en la isla Toto y en Puerto Gala.
b) Medios de Comunicación Social. Junto a los colegios Católicos los Siervos de María buscaron unir
la evangelización con los Medios de Comunicación Social. En los años 50 empezaron con el periódico
semanal “La Voz de Aysén” y con una Radio rudimentaria en Puerto Aysén.
A partir de los años 60 esta actividad comunicacional toma mucho auge por obra de Mons. Bernardo Cazzaro,
tercer obispo de Aysén, p. Alfonso Massignani periodista, y p. Antonio Ronchi con sus radios MADIPRO y
antenas de televisión en varios pueblos de la región.
Actualmente el Vicariato Apostólico de Aysén mantiene la Red de siete Emisoras MADIPRO desde La Junta
a Cochrane, coordinadas e implementadas por Radio Santa María de Coyhaique.
c) Funda. Otro capítulo aparte de la evangelización y la cultura es la organización de la Fundación para el
Desarrollo de Aysén (FUNDA) surgida en 1976 por inspiración del Cardenal Raúl Silva Henríquez y por la
iniciativa de un equipo de laicos y Siervos de María.
Esta obra fue llamada por Mons. Cazzaro “el brazo social de la Iglesia de Aysén”. Tiene como objetivo
promover e integrar el campesinado y la mujer en el desarrollo de la región.
3. VICARIATO APOSTÓLICO CON ROSTRO DIOCESANO
La Iglesia en Aysén con el pasar de los años (sesenta y cinco años desde la creación de la Prefectura Apostólica
y cincuenta desde la creación del Vicariato Apostólico), ha ido adquiriendo siempre más un rostro diocesano;
es decir un carácter local, autóctono, sin perder el impulso inicial comunitario y fraterno que supieron transmitir
los Siervos de María con su propio carisma.
Ha sido preocupación constante de los obispos de Aysén, pero en particular de los últimos tres, Mons.
Bernardo Cazzaro, Mons. Aldo Lazzarín, Mons. Luis Infanti, de avanzar en la línea diocesana. Hoy, gracias
a Dios, podemos apreciar que sus pastores son mayoritariamente diocesanos teniendo a su cargo casi todas
las parroquias: cinco sacerdotes diocesanos, seis diáconos casados, un seminarista de teología, dos sacerdotes
religiosos al servicio del Vicariato Apostólico, dos comunidades religiosas de varones, de las cuales una con
siete religiosos Siervos de María y otra con tres religiosos Guanellianos; además hay seis comunidades religiosas
femeninas pertenecientes a cinco Congregaciones distintas dedicadas a la enseñanza y al cuidado de niños y
niñas abandonados; finalmente hay muchísimos laicos de Aysén empeñados en múltiples servicios eclesiales,
pensemos por ejemplo a los centenares de catequistas en toda la región; y, por supuesto, a todos los feligreses
en Aysén que frecuentan las distintas parroquias.
Es una Iglesia joven que por cierto tiene que consolidarse y cuidar siempre más de la formación de sus
dirigentes, pero al fin una iglesia que está caminando con su vida propia.
CONCLUSIÓN
A los Siervos de María, después de casi setenta años de su llegada a esta tierra de Aysén, todavía los
podemos encontrar e identificar en su habitación de calle Barroso cerca de la plaza de armas de Coyhaique
como una comunidad de hermanos reunidos en el nombre del Señor al servicio de la Iglesia y de esta tierra,
así como fueron los primeros cinco que pisaron tierra de Aysén.
Quiero concluir mi ponencia con una anécdota. Siendo Mons. Munita ya muy anciano, quise entrevistarlo
antes de su muerte en su casa de calle Rancagua en Santiago. Me recibió muy bien y mi primera pregunta fue:
“¿Es Usted el obispo que trajo a los Siervos de María a Chile?” Su respuesta no se hizo esperar; el
anciano pastor con mente clara y voz firme, y con cierta complacencia, me contestó: “Así es, y todavía no
me he arrepentido”.
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Primer Obispo de Aysén, Monseñor Antonio Michelato, en Coyhaique, año 1957.


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CARACTERÍSTICAS SOCIOCULTURALES DE LAS


RELACIONES DE STATUS ENTRE POBLADORES EN EL
AYSEN DE LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX Y SU
PROYECCIÓN EN EL TIEMPO

Claudia Millaldeo Avilés.


Profesora de Estado en Historia
Liceo Juan Pablo II, Coyhaique.

Las fronteras, las zonas de frentes pioneros, las más recientes: Alaska con su fiebre por oro, Australia inmensa,
la Amazonía del caucho, por nombrar algunas, y la propia Patagonia, más bien dicho Patagonia aysenina.
Todos lugares singulares, por sus paisajes desconocidos y prístinos, de inmensidades, escasa población aborigen
o inmigrantes, son también lugares de cultivo de ciertas formas de relación humana bastante diferentes a las de
lugares con antiguo poblamiento y tradición.

En los frentes pioneros, la sociedad está en proceso de formación. Allí es donde quizás se está más carente
de tradición y cohesión social, donde las leyes no existen como tales y el comportamiento humano es fruto de
valores e intereses que los recién llegados van urdiendo ahí mismo, desechando u olvidando por desuso o
inutilidad, las formalidades de la sociedad centrina e inaugurando un estilo de convivencia directo, franco,
ajeno a las fórmulas del cinismo y falsas apariencias, donde pocos recuerdan sus orígenes de clase, si acaso
los sintieron alguna vez, en un remoto lugar de su memoria colectiva.

Toda sociedad aún la más primitiva, a juzgar por otras autodenominadas “más desarrolladas”, por sus propios
e íntimos parámetros, crea a la larga su propia aristocracia, esa del poder, del quienes somos y del quienes
fuimos. En las sociedades jóvenes como la nuestra aysenina y de frontera, que por cierto no están exentas de
pequeños y grandes vicios morales, el trato social no pasa por férreas e impermeables pirámides estamentales,
donde se es más o menos respetable según redes parentales y de estatus social que se posean o se reinventen.

Postulo, en esta aproximación al tema, un aspecto notable y singular de nuestra mentalidad aysenino-patagónica.
En nuestra zona, la convivencia es socialmente más democrática y franca que en el Chile Central, donde
persisten antiguas formas del falso status, reinventada y delirante aristocracia de ciertos apellidos, color de
tez, cabellos, forma de léxico, entonación en la voz, trato y cuidada distancia con el otro. Poseemos los
ayseninos-patagónicos un cierto “plus”, haber sido educados en un ambiente en donde los más comparten y
gestan sus personas en un plano de empatía* que permite a patagones y apatagonados resultar inmunes al
contacto con la sociedad del otro Chile (el de Puerto Montt al norte), ese de las mitomanías sociales, que en
la mayoría de los casos parte desde el seno de la pequeña burguesía y va creando esta especie de “ley del
gallinero” que lesiona el carácter chileno**; esa misma base de convivencia más cercana, nos evitó desarrollar
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en nuestro ser ideológico más íntimo el resentimiento social a priori, que puede servir para inflamadas
revoluciones, de variado tinte político, pero ¿no es mejor la revolución cuando nace de lo más profundo del
ser libre y liberador?

Cuando en los años 80 nos fuimos con mis padres y hermana a vivir al interior de San Carlos, en Ñuble, no
sólo cambió nuestra residencia y posición geográfica, lugar de trabajo y estudio para la familia, sino que
también notamos que ese Chile Central era muy diferente a ese otro, entrevisto en breves vacaciones o
esporádicos viajes al norte, es decir, Puerto Montt o poco más allá.

La forma de relación social, era tan distinta en esa nueva residencia, la sentí como un lugar extraño, a decir
verdad, donde el vecino del fundo del lado a la parcela de mis padres, subía y bajaba con gruesos epítetos, a
las familias ocupantes de las pueblas o ranchas de adobe de los linderos de su fundo, que evocaban a los
antiguos inquilinos; y esos hombres sólo callaban con la vista gacha entre los insultos y agravios que traspasaban
los tupidos cercos de zarzamora... y después, ya en las noches se podían también oír a lo lejos los fuertes
alaridos de esos mismos peones, borrachos ya, por el camino de en medio. Ahora gritándoles su atávica
impotencia a los que sí ellos podían insultar a gusto: sus mujeres, sus varios hijos y sus perros. Al repensar
estas escenas, nuevas para mí, me interrogaba ¿y por qué en Cochrane o en Coyhaique esto no sucedía así?
¿Qué hacía diferente a estos hombres y mujeres centralinos, del peón y empleador ayseninos?... Ante una
avalancha de groserías gratuitas era totalmente impensable que un empleado de Aysén las oyera así de humillado
¡a lo menos, le contestaba unas palabritas similares o le daba la espalda y se marchaba dando un fuerte
patadón en el suelo, al menos!

¿Y por qué mis compañeras en el internado fiscal, hijas de empleados públicos como yo o pequeños campesinos
del Ñuble y del Itata contaban por las tardes fabulosas historias de grandes haciendas y riquezas ya perdidas
por sus abuelos jugando a la brisca o al monte y apostando en ello sus herencias. Y el mundo del Chile ***
oficial ¿era entonces así?, de chilenos decentes e indecentes, de huachos y no huachos. ¿Se era mejor
persona según familia y casa donde se naciera, legítima o ilegítimamente, así te emparentabas real o
supuestamente con el mundo quimérico que imaginaban mis compañeras?

Yo no tenía historias así para recordar y contar ¿O les hubiese interesado saber a esos chilenos humillados y
humilladores que en el campo en Cochrane, grandes y chicos, dueños o no dueños de la tierra, carneábamos,
depellejábamos y compartíamos el posterior gran asado y mesa colectiva?

¿O que mis padres, profesores, profesores básicos normalistas, devenidos también en campesinos, arrendatarios
del fisco, eran capaces de cruzar la entrada Baker en días y días a caballo durmiendo en puestos y fogones de
sufridos troperos de Aysén? ¿Y no eran más valiosas, las gentes de este otro Chile, el Chile fronterizo de
Patagonia, donde se es o era digno o indigno según la valía de sus propios actos, y no por los hechos de
polvorientos y seudo aristocráticos recuerdos inventados por las mentes castigadas de aquellos que quisieron
ser señores, o al menos parte de su descendencia?

Y quizás tenía cierta razón algún compañero de carrera cuando exigía de mi persona un mayor compromiso
de clase y desprecio a los burgueses explotadores. Pero en Aysén no hubo ni existen ricos sátrapas ni pobres
miserables y humillados, aquí la gran mayoría partió casi de cero, nuestra reciente historia de tierras de
frontera nueva, sin indígenas para exterminar u otras gentes a quien envilecer, o para hacer con ellos una
“revolución al revés” como la hicieron los conquistadores del S. XVI y su descendencia.
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Tal vez es cierto que adolecemos los patagones o “apatagonados” de lentitud en nuestros actos cotidianos,
ese no tomarse las cosas muy de prisa, que incluye por ejemplo, la conversación sin horario, para tratar de lo
humano a lo divino, el poder detenerse a charlar sin medida de tiempo; también nos acusan de ser igualados,
medio patudos, por nuestro tuteo precoz hacia extraños o conocidos, el no impresionarnos ante las estructuras
de poder social, gubernamental, religioso o castrense, no poseer tradiciones primigenias, sino aquellas que
son fruto de la mezcla chilote-gaucha, teñidas con los hábitos del desarraigo vividos en pampas y canales
australes.

No tenemos casi refinamiento en las formas externas, por ello cualquier siútico formado con la cultura de la
frivolidad, marcas de resonante nombradía y malas copias de espejismos sociales delirantes quiere criticar
nuestras costumbres; así tratan de diluir nuestra franqueza y sencillez en el trato diciendo que somos brutos o
provincianos. Si ser “provinciano patagón” significa tener coherencia entre pensar, sentir, decir y actuar con
orgullo, defendamos estos valores de última frontera libre de esa sacrosanta y relamida tradición.

Aquí aún conviven los hijos de la autoridad con los hijos del palero y/o el empleado fiscal o particular,
sintiéndose tan iguales como debió ser siempre ese trato anterior a la colina de prejuicios, normas sociales no
enunciadas, reproducidas hasta la saciedad y que aún nos menoscaban como sociedad chilena.

¿Qué tipo de relación social queremos en Patagonia? ¿La copiada de ese otro Chile o la que creamos y
vivimos en esta frontera singular?

Notas:

* Las denominaciones “roto”, “pata rajada”, “pije”, “futre”, “gañán”, “tirillento”, “hacer la chillaneja”
o “hacer la talquina” y que nos retrotraen a un mundo de desprecios, desaires y humillaciones no se usan acá
(en Aysén) y tal ausencia nos muestra otra faceta de esta sociedad de Patagonia aysenina.

** Tal vez por ello la lucha ideológica no adquirió en nuestra zona caracteres tan violentos (atentados explosivos
y persecución a niveles del Chile Central durante 1970 – 1973). Así como tampoco hubo latifundio explotador
y humillante que justificase una política de Reforma Agraria acuciante como en la zona centro-sur.

*** En la provincia de Ñuble la represión sobre los campesinos durante el golpe militar de 1973 y después de
aquel, fue bastante cruenta.
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18 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

REFLEXIONES EN TORNO A LA MEDICINA EN AISÉN

Mario González Kappes.


Investigador de la historia de
Aisén. Servicio de Salud, XI
Región Aisén, Coyhaique.

Dice don Benjamín Vicuña Mackenna - autoridad de las letras chilenas - en su poco conocido libro “Los
Médicos de Antaño”- que fue una mujer la que dio inicio a la asistencia del enfermo en Chile. En doña Inés
de Suárez, compañera de Pedro de Valdivia, reconoce el primer gesto hospitalario de apoyo a un enfermo.
Es esta vocación del inicio la que comienza a formar la tradición de salud en Chile.

Ha quedado en la historia el 3 de octubre, como fundacional de la atención hospitalaria. En realidad lo que se


celebraba antiguamente en este día, era la fundación del “Hospital San Juan de Dios” o “de Nuestra Señora
del Socorro”, que allá en la Colonia, supo asistir a los enfermos desamparados.

Durante los próximos siglos se multiplicaron estos centros hospitalarios llegando a constituir una red compleja
e indispensable que en la primera mitad del siglo veinte estaría a cargo de dos instituciones: La Beneficencia
pública y la caja del seguro obrero. En 1952 se fundó el Servicio Nacional de Salud que constituiría la
primera y única red pública para la prevención y atención de los enfermos.

En la infancia de muchos de nosotros, hay un espacio en la memoria como “el día del kilo”, que era este día,
el 3 de Octubre, en que la comunidad concurría con un kilo de cualquier alimento a los antiguos hospitales
chilenos.

Habitamos una de las fronteras del mundo. Tenemos un territorio y un archipiélago cuya flora y fauna aún no
es conocida en su totalidad. Sin embargo, la ocupación humana en Aisén, no ha sido pacífica con la naturaleza.
Desde el principio Aisén debió trasformarse en ganadero a fuego graneado, los grandes incendios que oscurecían
el sol, denotaban una presencia pertinaz del capital que necesitaba criar vacunos en los bosques.

Sabemos que es inevitable que el poder del dinero llegue con su fuerza incontrolable y que muy pronto, de una
u otra forma, estaremos integrados a la cadena de la explotación de materias primas, que sin duda traerá algún
progreso, pero, se llevará lo único que aquí se ha conservado, la naturaleza.

Nuestra vida en el mundo moderno parece estar derivando hacia un enorme desarrollo económico y tecnológico
desequilibrado, que podría llevarnos al caos ecológico y a un desmembramiento y desintegración síquica,
como se alcanza a vislumbrar en los países más desarrollados que constituyen nuestros modelos. Muchos
estudiosos dudan que la Sociología y la Economía puedan, de por sí, dar una explicación adecuada a este
estado de cosas.

Es muy probable que la Medicina contemporánea, basada en amplios conocimientos científicos y con excelentes
elementos de la tecnología progrese aún más, sin embargo, también es posible que grabe más fuertemente y
lleve a la impersonalización de su quehacer a los que se dedican a ella, aplaudiendo los avances de la tecnología,
pero, desconociendo y despersonalizando a quien los practica.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 19

¿Cuántas doctrinas erróneas defendemos nosotros hoy? ¿Si supiéramos que son erróneas las habríamos
desechado? Pero, no lo sabemos, por tanto, aprendemos lo que hay y creemos en ello.

El habitar en una de las regiones más australes de Chile, un confín de la Patagonia, no nos resta del ambiente
del siglo XXI, tampoco nos aisla de las tecnologías actuales, de las que podemos enterarnos fácilmente, ahora
que las comunicaciones constituyen una tónica difícil de soslayar en nuestras vidas (aunque a veces no sepamos
para qué).

En este contexto puede ser saludable repasar algunos episodios del desarrollo de la Medicina en estos
parajes, que con su fuerza y verdad desde el pasado, es un complemento necesario para interpretar el presente.
Porque otros vendrán después de nosotros a ocupar un espacio en el amparo de la vida en estas tierras
lejanas. Así como llegamos nosotros a ocupar el de otros con una presencia e inmediatez en nuestro pensamiento,
que nos hace sentir un protagonismo especial y personal, sin darnos cuenta que sólo somos uno de los
eslabones de esta cadena.

Durante la época colonial exploradores como Ruiz de Gamboa, Ladrilleros o Moraleda, trajeron sus sangradores
que con las sanguijuelas tan abundantes en el litoral y vapores de azogue, asistían a sus prójimos en el difícil
arte de la sanación. Cuando estos tratamientos fallaban - dice la crónica- el paciente entregaba su alma al
Señor con enormes sufrimientos; y la dudosa competencia de su sangrador.

Santiago, nuestra capital no vivía una realidad diferente, el Protomedicato Colonial designaba legalmente a los
miembros de la alta sociedad que debían ejercer como médicos; y éstos, sin mayor conocimiento, mezclaban
la Medicina Medioeval de Europa con la Aborigen de Chile. La Medicina Medioeval era espiritista y mágica,
la Medicina Aborigen era empírica. De ambas podemos concluir que no siempre desde el norte nos llegó lo
mejor, sino que muchas veces, en los rincones de la cultura precolombina, se generaron enormes progresos
prácticos que la Medicina Científica posteriormente asumiría.

En primer lugar, existe un curioso antecedente del naufragio de la Fragata Wager en las islas del sur de Aisén,
que ocurrido en el año 1740, obligó a los náufragos a caminar de isla en isla ayudados por los aborígenes,
hasta llegar a Castro, después de dos largos años de peripecias en los canales.

En este grupo venía un médico, con el cual los marineros en sus hambres más cegadoras, quisieron ensayar el
canibalismo. Y éste no es un mal chiste, es una realidad que la historia ha guardado, demostrando la vulnerabilidad
de nuestro oficio, que siempre está relacionado con los momentos extremos del sufrimiento, para compartir
con la víctima, de alguna manera, su suerte humana.

Posteriormente, en 1856, el médico alemán Franz Fonck, tendría importante participación en las expediciones
de Hudson y sería el primer estudioso de los glaciares de Aisén. Existe en su obra por lo menos un texto
dedicado a este estudio.

Guillermo Pen Davis formó parte de la expedición del entonces capitán de fragata Enrique Simpson que en
tres viajes, elaboró el primer informe acerca de las posibilidades de Aisén. Este Cirujano Primero de la
Corbeta Chacabuco, confeccionó un documento de inestimable valor en que relata las bondades de nuestra
naturaleza, así como una detallada descripción de flora y fauna.

Con la llegada de los primeros colonos a esta Región, la antigua Sociedad Industrial del Aisen, trajo desde
Argentina al médico alemán don Enrique Schadebrodt. Él había llegado de Alemania, era huérfano a causa de
alguna de las guerras tan frecuentes en Europa.

Se había embarcado en un buque turístico para ejercer la profesión y el destino lo trajo a las pampas de la
Patagonia, donde tomó contacto con una colonia polaca que dirigía el Conde Von Zaposky, cuya hija llegaría
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a ser la esposa del doctor. Cualquiera de nosotros que haya viajado por la carretera cuarenta de Argentina,
ha visto un modesto letrero que indica la entrada a Nueva Luveka.

En 1918, esta familia echó sus bártulos en una chata y partió con un contrato rumbo a Coyaique, estableciéndose
primero para la atención de público en las cercanías de lo que hoy es la Escuela Agrícola. Posteriormente, el
doctor compraría una chacra que existe actualmente, en donde vive su hija; y que él cultivaría por años.

Mi amigo Carlos Vera me contó hace pocos días que escuchó de alguien que decía que pionero es el que llega
donde no hay nadie y colono es el que llega preguntado ¿hay alguien allí? El Dr. Schadebrodt merece entonces
el título de médico pionero.

Las primeras ceremonias oficiales que se hicieron en Aisén, a principios de siglo, fue izar la bandera los
domingos con una pequeña victrola. De ese tiempo, sólo se recuerda que un sacerdote, una vez al año, junto
a un médico, venía desde Castro para ejercer sus actividades. La asistencia médica de aquéllos años, como
se puede ver, era precaria y desamparada.

En 1937 llega el doctor Alejandro Gutiérrez y el doctor Schadebrodt abandona el ejercicio de su profesión
para dedicarse de lleno a la agricultura y ganadería.

El doctor Alejandro Gutiérrez, un día enfermó y luego de una semana viajó a Puerto Aisén para consultar con
su colega. Sospechaba un cuadro abdominal que en los últimos días se había agudizado. Esa misma tarde
falleció de una sepsis a causa de una peritonitis apendicular. Podríamos decir, que es una de las primeras
víctimas médicas de la marginalidad.

En 1977, igual suerte correría el querido colega doctor Hernán Zenteno, que en un turno en el Hospital de
Coyaique, dejó de existir después de una larga cirugía nocturna.

En 1932, llega el doctor Alfredo Cruzat Tirapegui a Puerto Aisén, a un flamante hospital. Un año después, lo
hará el doctor Brunning. El Hospital recién inaugurado pertenecía a la Beneficencia Pública y tenía 24 camas:
8 de mujeres, 8 de hombres, 4 de Maternidad y 4 de Pensionado. La calefacción era con estufas a leña -
marca Volcán - un pozo para el agua y huerta para la alimentación de los pacientes.

El doctor Brunning enseñó a los pobladores la confección de letrinas y de cómo éstas debían ubicarse aguas
abajo de los pozos de donde se extraía el agua. Para demostrar la necesidad de esta conducta echaba
permanganato de potasio en el pozo negro de la letrina, constatando días después la típica coloración roja en
los pozos de aguas abajo.

Existen antecedentes de las primeras cirugías de urgencia que se hacían en el domicilio del paciente. El
material se esterilizaba en un tarro aceitero de 50 litros acondicionado para el efecto. La única posibilidad de
traslado era a Puerto Montt en un viaje en barco que venía dos veces al mes y demoraba seis días en llegar.
Santiago era sencillamente inalcanzable.
Para los que conozcan Aisén, existe una araucaria bastante maltratada por la vida que es mudo testigo de
aquellos tiempos, esperamos que el progreso a que seremos sometidos no cuente con la eliminación de este
ejemplar que fue plantado cuando se iniciaba la construcción del primer Hospital.

La Caja del Seguro Obrero Obligatorio también instaló sus servicios a partir de 1932 en Puerto Aisén. En
1937 llega el Dr. Alejandro Gutiérrez Gajardo a Coyaique, que es el primer médico chileno en esta ciudad,
estaba a cargo además, del personal de Carabineros.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 21

El Dr. Robinson Rebolledo Fonseca fue el primer médico de la Casa de Socorro de Chile Chico, que dependía
de la Caja del Seguro Obrero. La soledad y el abandono lo hicieron dejar la localidad a los tres meses de
haber llegado. Posteriormente estaría a cargo del Dr. René Faraye Cohen, más tarde el Dr. Héctor León y
luego el recordado Dr. Leopoldo Ortega.

En la década del 50 llega a Puerto Aisén el doctor Jorge Ibar Bruce a quien nos referiremos con más detalle
por la vigencia de su trabajo u oficio lateral. Oriundo de la Región del Maule, de vasta cultura, músico,
escritor e investigador de esta tierra que lo subyugó. Sus hijos y esposa viven aún en Coyaique. El Hospital
de Puerto Cisnes lleva su nombre en su homenaje. Hablaba francés e inglés y también un poco de alemán,
siendo un aficionado a las lenguas y un erudito en la formación de ellas, hizo el estudio más serio que se
conoce acerca de los Chonos.

Su trabajo de toponimia de la etnia chona, está en la bibliografía actual de cualquier estudio serio de los
aborígenes australes y fue publicado en los “Anales de la Universidad de Chile” en el N° 117, en 1960.
Conoció y estudió profundamente el habla de Chiloé y su influencia en Aisén. Gran parte de su trabajo fue
publicado en un libro que se llama “Aisén, Hombres y Naturaleza”.

Está pendiente entrar en los detalles de la historia de la medicina en Aisén, que también representa un
episodio pionero como todos los que se han sucedido en este lento habitar de la Patagonia.

LA AVENTURA DE SER MÉDICO EN AISÉN *

Un horizonte azul se extendía ante mis ojos, el acompasado oleaje del lago como una música eterna profundizaba
los sentimientos, justo en el momento en comenzábamos la aventura de ser médicos en Aisén.

Rosita, mi compañera de aventuras del amor y de la tierra, apretaba mi mano como si quisiera traspasarme su
optimismo ante la vida que nos esperaba. Habíamos llegado a Chile Chico en un avión esa misma tarde.
Veníamos en asientos ordenados longitudinalmente como los aviones de transporte de soldados, lo que nos
anunciaba un viaje casi fuera de nuestra urbanidad universitaria.

Ambos nos habíamos recibido en la gloriosa Universidad de Concepción de los años 70. Era 1974 y habíamos
decidido separarnos del mundo común para capear el temporal. Atrás quedaban nuestras familias preocupadas
por la incertidumbre de lo que vendría. Éramos jóvenes y había muy pocas cosas a las que temíamos.

Lejos los amigos, algunos presos, otros en el extranjero y también desaparecidos y muertos. Era una época
dura, aciaga, pero el azul del lago nos entregaba esperanza. Chile Chico, la ciudad más digna y valiente de
Aisén nos brindaba su soleada simpatía y sentíamos su cobijo en la gente sencilla que nos estaba esperando.

Esa misma tarde nos presentamos en el hospital. Cual sería nuestra sorpresa cuando el colega que estaba a
cargo sin más ni más nos entregó el hospital con sus enfermos en treinta y tres camas. La primera visita la
hicimos de inmediato. La Sra. Lucrecia con sus 78 años y su diabetes a cuesta tenía un pie negro que olía muy
mal. Había que amputar. Creo que una vez había mirado una amputación.

No nos atrevíamos, llamamos a Coyaique y el Dr. Cortés que sería nuestro paño de lágrimas por años nos
dijo: ¡trasládenla! Doña Lucrecia viajó a Coyaique en una vieja ambulancia por Argentina, trescientos kilómetros
más al norte por un camino de ripio.
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Unos días después indiqué una transfusión y me percaté que no había los medios como los conocíamos en la
universidad y este procedimiento lo debíamos ejecutar nosotros. Estábamos en un callejón sin salida si no
hubiera sido por la Sra. Conchi, de quien hablaremos luego, quien nos dio las instrucciones precisas.

Empezamos a comprender la soledad técnica en la que íbamos a tener que actuar. Sin enfermera, sin matrona,
sin tecnólogo. Durante los negros episodios del año anterior el hospital había quedado sin profesionales y de
allí por tres años debimos atender todos los partos, todas las curaciones y los exámenes de laboratorio que
pudiéramos hacer. Juan Ruiz fue nuestra ayuda, por esos días él era y es un viejo auxiliar que ha hecho de
todo, sabe manejar los rayos X, hacer un recuento de glóbulos blancos, una glicemia, ayudar a operar y
también manejaba la ambulancia.

La Sra. Concepción Montaña tenía conocimientos gineco-obstétricos; ella era una chilota que en la isla había
trabajado muchos años con un obstetra, fue una gran ayuda y apoyo con su vasta experiencia en partos.

Los primeros partos que nos tocó atender nos hicieron famosos en el pueblo ya que nos turnábamos y
asistíamos todo el trabajo en la cabecera de la mamá. Se suponía que nuestro celo profesional era ejemplar
y la verdad era que teníamos un miedo enorme por nuestra falta de experiencia. Con el tiempo logramos una
cierta paz en estos episodios que nunca dejaron de preocuparnos.

Por esos días el director del hospital era el Dr. Sáez, dentista mayor que nosotros. Una tarde nos comunicó
que deberíamos iniciar las rondas médicas por el Lago General Carrera, que es el más grande de Chile y el
segundo de América del Sur, después del Titicaca.

El gran Lago que majestuosamente desde la ventana invitaba a los sueños, abría el horizonte y se confundía
con el cielo, azulaba las auroras y era de música constante pasó de pronto a ser un señor esquivo, de dureza
extrema, inconmovible, un obstáculo que solo el miedo atroz superado por la circunstancia podía vencer. Al
final nos acostumbramos y creo que los últimos años lo navegamos más relajados. Pocas veces fue una taza
de té, las más estaba encrespado blanco en la lejanía, furioso, con amenazas extremas.

Cada dos meses íbamos a Puerto Cristal.

Continuará...

“Este libro será escrito por ella y por mí. Cada uno con sus anécdotas y experiencias de vida a partir
del momento en que decidimos salir a encontrar nuestro destino. “
M.G.K.

* Reflexiones de los doctores Rosa Valderrama Matus & Mario González Kappes, narrada por el segundo.
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LA MORENIDAD EN LA QUE ANDAMOS

José Mansilla Contreras.


Profesor de Estado en Castellano.
Consejo de la Cultura y Las Artes,
Región de Aisén.

El mundo de la identidad, consiste, primero en la búsqueda de sí mismo, aquella pertenencia que considera
lazos emocionales con los parientes cercanos y la comunidad. En otro sentido es el anclaje a la tierra, la
conciencia de ser y formar parte de un territorio: así no habría más identidad certera, que aquella conformada
por los grupos indígenas de Chile. Lo demás un conjunto de aspectos propios del mestizaje, una mixtura que
alude a lo español, lo chileno y lo indígena. Allí en la memoria, discurren los principales hechos de la identidad,
la transmisión de mensajes y conocimientos en un valle circundado por las sombras, en que la claridad ha sido
dada por discursos públicos, propios de una organización del Estado en función de una lógica moderna y
externa a las propias dinámicas del mundo local.

Tal como andamos, la identidad es la reconstitución de un gran espejo roto, a fuerza de notables golpes. O se
trata, tal vez, como lo afirma Carlos Fuentes, escritor mexicano, de un espejo enterrado: toda la vida y la
tradición de nuestro mundo indígena a la espera de ser elevado a la categoría de un discurso relevante en el
conjunto de discursos, que pueblan el imaginario popular y aquel otro, instalado en el poder, donde vale más
el dinero como estrategia exitosa, que la nostalgia o la historia de un conjunto de personas, que por olvido o
francamente por desinterés se los desplaza al modo de objetos innecesarios.

Aquí transcurre, que se ha extendido notoriamente, el concepto de lo fósil, en cuanto a que el mundo indígena
existió y como tal, lo que hubiere hoy, apenas son retazos de otros tiempos, ignorando que por nuestras
calles, transitan y habitan un número considerable de personas de estas etnias (según el censo del año 2002,
en Aisén se concentra el 9% de la población indígena del país, mientras que en la dimensión nacional sólo un
4,6% se considera perteneciente a estos grupos sociales). Y a pesar de aquello en la región y en el país, sigue
imperando un enfoque conservador en que importa más un museo para las colecciones del recuerdo, que
iniciativas para seres vivos que amplían su huella en el contacto social, multiforme y variado de todos los días.
La nostalgia, la lástima y el olvido, pueden ser mucho más convincentes que la acción directa y fraterna en la
actualidad, una manera desinfectada de no tocar a las personas, un contacto a distancia para evitar contagios
de distinto tipo. La estatua vale más que los ojos hondamente vivos que transmiten toda la historia, la difícil
misión de no olvidar y permitir, que al menos la dignidad, tenga fuerza en las alturas de un tiempo extraño y de
un terruño, que claramente es artilugio del desarraigo, provocado por políticas estatales que incentivaron el
desarrollo de la propiedad privada, en desmedro de una visión y práctica colectiva del uso de la tierra

Por otro lado ¿cómo articular una separación ideológica entre la Chilenidad y lo Indígena?, puestos en una
dimensión en que lo uno y lo otro, han coexistido durante al menos dos siglos y cuando el escenario en el que
nos hemos desenvuelto, intersecciona ambos mundos, en que seguramente por orientaciones del Estado
Chileno, las expresiones nacionales han tenido siempre mayor difusión. Sin embargo en la micro sociedad,
cada uno de nosotros, interroga por un status revelador del origen familiar y territorial, cómo es que las
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24 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

costumbres amplifican una cierta forma de sociedad originaria, que en los hechos, es bastante distinto a
aquellas expresiones transmitidas por la educación o las instituciones representativas gubernamentales. En el
fondo del vaso, transcurre el universo de nuestros mayores, confundidos en la trama de actos que como
ondas circulares constituyen el árbol genealógico de nuestras vidas y de la historia local, que aún espera por
ser develada en la comprensión de los distintos hechos que han cubierto el desarrollo parcial del país.

En este sentido, la imagen de lo ajeno, en que las ideas y los juicios instalan una visión monstruosa en relación
con el otro que se considera enemigo, dificultan el entendimiento. Así, según Foerster, el mapuche opina que
el “el winka quiere su muerte y derrota” o bien como lo indica la coordinadora Arauco-Malleco, “el Estado
chileno ha buscado diversas formas para asimilarlo a la sociedad chilena o eliminarlo”. Asimismo,
desde la Chilenidad, específicamente desde sectores conservadores, se sostiene que el mapuche con sus
acciones sólo quiere romper con nuestro “orden institucional”, iniciativa que han impulsado los gobiernos de
la Concertación con sus políticas de discriminación positiva para el mundo indígena.

Elicura Chihuailaf, desde su experiencia mapuche, alude a que la conversación entre chilenos y mapuche, no
se ha producido. Y afirma que, más saben ellos del mundo chileno y que al revés existe un desconocimiento
notable en cuanto su idioma y cultura. “La conversación tiene que ver con la franqueza, que es el espíritu
de la ternura”, nos está diciendo el poeta. Donde la construcción de la identidad desde lo ajeno, también ha
consistido en difundir el mito de que los mapuche, son un grupo guerrero, valiente y sacrificado, trasladando
conceptos del mundo occidental, en que la conciencia de lo pacífico siempre imperó, pues nada registra una
opción agresiva para afincarse o extenderse por la tierra, que es la misma motivación y circunstancias que
puede aplicarse a otros pueblos originarios de América.

Estas operaciones, como se ve continúan en el presente con la antinomia rubiedad / morenidad que son
características de lo visible personal, pero que abre o cierra puertas. La lógica de un país consumidor y feliz,
se dimensiona a partir de personas con claros rasgos blancos, donde el modelo del bienestar se logra en la
asunción de un status que comparta elementos de esta raza. Experiencias históricas que rememoran diversas
campañas de otro tiempo, no tan lejano por cierto en que “la raza blanca o caucásica predomina casi en
absoluto, y sólo el antropólogo de profesión puede discernir los vestigios de sangre aborigen en las más
bajas capas del pueblo”, cita correspondiente a un documento oficial del gobierno de Chile, emitido en
1915. (Vitale, p.81). Se trataba y se trata entonces de minusvalorar la morenidad. Sin embargo, porfiadamente
los morenos ojos siguen siendo nuestro mejor paisaje en el borde de todas las concentraciones humanas, y
como siempre la calle sigue siendo el principal zoco para la expresión de hombres y mujeres de pelo oscuro,
una belleza que en sus dolores y alegrías nos cautiva y nos aferra a nuestro principal espejo en que mirarnos
debiera ser un mundo transparente como los espíritus que advertimos en el agua, en días calmos.

Son las decisiones de los gobiernos chilenos y argentinos, los que promueven la emigración forzada de los
mapuche, en búsqueda de tierras libres para vivir. La llamada pacificación de la Araucanía entre 1860 y
1863 y las políticas de despojo de la tierra, refrendada por la ley de colonización de 1874 que privilegió al
habitante extranjero en desmedro del nacional:

“Son numerosos los chilenos –y mapuche- que desde la Araucanía se trasladan a la vertiente oriental de los Andes,
la que se ve facilitada por la existencia de numerosos pasos fronterizos y vastos espacios vacíos en Neuquén y Río
Negro” (Carreño, 36).
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 25

En realidad el intercambio de los mapuche, se dio antes de los Estados Nacionales, con la fluidez y naturalidad
de un territorio que les corresponde por derecho propio constituyendo la nación mapuche.
Después ingresan a tierras del Chubut y Santa Cruz, emigración que imaginamos hoy no duró días, sino años
y décadas, en que se produjeron intercambios con otros mapuche, tehuelche o simplemente winka. Hombres
solos que encontraban mujeres en las tolderías o campamentos que encontraban a su paso, en medio de la
pampa y el viento, para producir encuentros efímeros u otras convivencias de más larga data, como aquellas
uniones que vinieron a dar al AISEN de principios del siglo XX. Similares circunstancias relacionadas con el
otorgamiento de tierras a colonos europeos, obligan a familias y a pobladores a reingresar a Chile desde
Argentina esta vez más sur desde donde salieron. Entre 1921 a 1933, la oficina de Registro Civil de Coyhaique,
contiene en sus anotaciones 101 apellidos indígenas. Asimismo, Ricardo Altamirano en el texto Apellidos
Mapuches en Aisén, revela que en la revisión de la Guía Telefónica aparecen 1.536 personas con apellidos
indígenas, lo que equivale a 15,33% del total de consignados en aquella agenda. Denominaciones como
Lefin, Huichalao, Chacano, Inayao, Ñancul, Chiguay, nos resultan, por cierto, bastante familiares.

A su vez, los Huilliche, seguramente navegantes descendientes de Chono, vienen en búsqueda de recursos
que se encuentran en los bosques o en el mar.

“Íbamos aquí a las cuadrilla madereras, habilitaban cien personas, doscientas personas, hacheros y venían acá
(...) corta de estaca de dos metros, dos metros y medio, de rodegones, palitos delgaditos de una por dos, estacones,
comenta Arnoldo Colivoro” (Mardones y Saavedra, 2002: 14).

Otra vez, creemos que hemos descubierto algo nuevo, más bien estos navegantes, forman parte del extenso
mar del sur, con sus distintas etapas, conocedores de todos los derroteros, por algo son ellos los que conducen
a marinos y exploradores a reconocer, los supuestos nuevos territorios. Allí están, en las sombras del espíritu,
los viejos ancestros envueltos en las voces del bosque o en el murmullo constante de las olas.

En el sur de la región se registra la presencia de Alacalufes y Yámana. Todavía allí, la memoria colectiva
recuerda que, en el Paso de los Choiques, donde hábiles comerciantes mataban a balazos a indígenas
desprovistos con el fin de apropiarse de sus pieles, que aquellos venían a intercambiar con la Sociedad
Explotadora instalada en Bajo Pisagua, actual Caleta Tortel. Los chonques o chonkas, como les llamaban,
colaboraron con los primeros habitantes de esos sectores a convivir con aquel territorio inhóspito del cual
eran profundos conocedores, expertos cazadores y pescadores, verdaderos buzos de los mares fríos, sin
trajes ni escafandra. También éstos generan relaciones de parentesco con los nuevos habitantes. Actualmente,
se reconocen como originarios del pueblo Alacalufe 281 personas, y 72 pertenecientes al mundo Yámana,
siempre siguiendo los datos del censo del año 2002.

Asimismo, en el borde oriental pampeano y cordillerano, subsiste aún el patrimonio Tehuelche o Aonikenk,
expresado en sus diversos vestigios asociados a sitios con pintura rupestre, restos arqueológicos, puntas de
flechas u otros objetos. Sin embrago en la memoria de la gente del Baker, se mantienen hechos y tradiciones
asociadas que pueden provenir de un sustrato de intercambio entre mapuche y aonikenk. Están ahí relatos de
cómo se desenvolvieron en esos lugares. Gómez y Cheuqueman, por ejemplo, afirman, que entre las costumbres
de los antiguos pobladores está la construcción del quillango, el que se hacía con cueros de chulengo o
guanaco nuevo, cuero de zorro y para los niños se armaban estas frazadas con cuero de cordero nuevo. Del
mismo modo, contado en relatos orales, se sabe que a la llegada de los primeros pobladores al valle de
Coyhaique, se encontraron con tolderías, habitantes primigenios, desplazándose por un espacio
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26 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

que les pertenecía, seguramente tehuelches. Los mismos que hoy en la pampa argentina
son peones de campo o habitan pequeñas reducciones, indígenas aún vivos, al revés de
lo que nos han hecho creer a través de la historiografía patagónica.
Las claves del indigenismo, con sus diversos grupos, mayoritario uno (mapuche),
minoritarios otros (yámana y alacalufe), incluyen hoy diversas manifestaciones, que
transformadas por la maraña del tiempo se muestran como tradiciones de sustratos
identitarios más actuales. El fogón, por ejemplo, símbolo del encuentro y la conversación
en que las historias se transferían para valorar el lugar que se habitaba o la hora en que
simplemente la imaginación daba paso a los relatos en la verdad y la ficción constituían
una frontera difícil de definir. Allí alrededor del fuego nuestros habitantes primigenios
recibieron sus primeros aprendizajes, supieron de la historia de la familia, el nütram que
dicen los mapuche, por donde las nuevas hogueras encerradas en el fierro continúan
renovando el tiempo pasado y el presente-futuro que es hoy y ya mañana.
Está en el inicio del año nuevo mapuche, en el junio 24 aproximadamente, donde creíamos
que era San Juan, el que hispánicamente nos mandaba a golpear y a amenazar los árboles,
para asustarlos como esclavos, cuando en verdad se trataba de una acción mapuche
cuya reverencia significa despertar a los árboles para que se reactive la savia y haya
mejores frutos en el inicio del nuevo ciclo de la tierra.
De allí en más la minga chilota, derivó del mingako. Notable preparación colectiva para
sembrar o del rukatun, que es la construcción colectiva de una casa. Ideas asociadas
para configurar una cohesión y una identidad que enlaza fuertemente a una comunidad:
todavía subsiste algo de aquello, en que todavía hoy se comprende parcialmente que
todo emprendimiento debe contar con la participación de muchos.
El vínculo con la naturaleza que aún subsiste, nos habla del oriente, como lugar de donde
provienen los mapuche o provenimos todos, si se quiere y es el poniente donde vamos
de vuelta hacia la muerte. Donde las estrellas, son las luces de los antepasados que nos
guían en este presente y las Tres Marías, españolísima y cristiana constelación, dé paso
al nombre mapuche los Rastros del Avestruz, según lo señala Pascual Coña.
Están ahí también, las observaciones científicas de nuestro mundo indígena, las plantas,
la flora y la fauna ha tenido su lugar para ser nombrada y usada en beneficio humano. El
Ñire, voz derivada de ngerü, gurü, que denota seguramente en referencia al color rojizo
de este animal y a su disposición para esconderse en bosques poblados de éste árbol. El
pulmai, comida compuesta de mariscos con mote, aún vigente en las costumbres de
nuestras ciudades y litoral. Los terrenos húmedos y pantanosos, señalados como ñadi
o mallín, seguramente malliñ como voz anterior. El natre (natreng) para bajar la fiebre
servido como infusión. El milcao, panes en la mezcla de papa cocida y rallada, que
deriva de mülcayün, resbalar y milcangen, estar resbaladizo.
Tentevilú y Caicavilú, en el mito iniciático mapuche, señalaron la lucha entre el bien y el
mal, fuerzas oscuras y transparentes que constituyen el mundo físico y espiritual de toda
ordenación humana. Dicotomía que hoy persiste en la creencia en la brujería y en los
males, allí se articula una energía positiva que genera la defensa de aquellos afectados
por la malignidad. En algunos casos, no hay nada que hacer, pero el mundo contiene sus reglas en
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 27

la indefinible incomprensión de aspectos misteriosos de la materia. Allí brujos y machis, contienen la sabiduría
para hacer frente a estos fenómenos, donde las hierbas medicinales, los conjuros, la quebrazón de empachos
(dolores de estómago) y otros artificios como: el ajo debajo de la puerta o para males mayores, la acción de
colocar ruda debajo de la cama o con mejor protección debajo de la almohada o bien una planta de ruda
macho para proteger la entrada de la casa y espantar cargas o energías negativas. El mundo a través de estos
referentes siguen siendo un misterio, una referencia natural a que no somos dueños de nada, un poco de polvo
en las junturas de los dedos, que levanta el viento con la levedad del ser.

Es razonable, entonces, generar procesos de aprendizaje de nuestras culturas indígenas. De otro modo el
diálogo puede ser infecundo, diálogo que por momentos cubre determinadas parcializaciones. Un Estado
que sólo ordena sus prioridades desde la preferencia por el desarrollo económico, puede ser insuficiente a la
hora de construir atmósferas de humanización, en que el centro del quehacer sea el ser humano y su bienestar.
La lengua mapuche o los fragmentos de lenguas yámana o alacalufe no sólo ayudarán a comprender el tiempo
pasado, sino que puede ser un eficaz instrumento para el futuro, son las nuevas generaciones que requieren de
paradigmas históricos para un mundo cada vez en riesgo, riesgos que atesoran la ganancia, pero no consideran
como bien común el deterioro del planeta.

En otro plano, la ley indígena 19.253, que reconoce la existencia de las etnias indígenas, y considera como
esencial la relación de éstos con la tierra. Así entonces, los problemas de pobreza que indefectiblemente se
asocian a estos grupos, pudieran resolverse si se produjeran aportes que consideren la donación de terrenos
para la generación de proyectos colectivos y asociativos de una o más organizaciones indígenas en toda la
región de Aisén.

Asimismo, los esfuerzos que se han hecho a través del Ministerio de Educación, en cuanto a considerar a las
Becas como componente esencial de la educación Bilingüe, debiera dar paso a aspectos que permitan engrosar
el currículum, no como uno más de sus sectores de aprendizaje, sino que como la base en el conocimiento de
las culturas indígenas, materia en que niños de diverso origen, pero sí chilenos aprendan a comprender e
interactuar en la normalidad de la vida, tal como se está haciendo con la inclusión de niños discapacitados en
el normal espacio de aprendizaje cotidiano de algunos establecimientos educacionales.

Sin embargo, no es sólo la otredad, la que aquí importa (los chilenos o el Estado), significaría más si los
propios indígenas asumieran su desarrollo, pues la distancia entre el tronco originario y la vivencia actual,
contiene algunas lagunas de desinformación que es conveniente llenar. La identidad no es mejor, si se viste
con el ropaje de otras identidades, la esencia aunque se olvida en el día a día, se mantiene perenne, fija en el
centro de toda emoción. En ese sentido, conviene, aprender más del simbolismo y pensamiento profundo de
cada etnia, en la educación o la auto educación pueden llenarse los vasos del desconocimiento.

Asimismo, el Estado, debe estar presente de manera más activa en la relación con estos grupos, a través de
todos sus organismos pertinentes y ante todo buscar mejores modalidades de comprensión de este mundo
indígena desde los servicios públicos, se trata de entender de qué cultura estamos hablando y cuales son los
códigos de ingreso y desenvolvimiento en aquellos sistemas.

Se trata, finalmente de una construcción de futuro, en que la cultura sea la base de aquellos desarrollos.
Donde las comunidades, gesten una visión colectiva que considere una valoración interna, pero un intercambio
con las identidades propias de un país multiforme y heteróclito, que hecho a retazos, quiérase o no, nos
constituye hace ya varios siglos.
Sociedad de Historia y Geografía de Aisén & Municipalidad de Coyhaique
28 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 29

¿DESDE CUÁNDO EXISTE COCHRANE?


ANTECEDENTES DE LA FORMACIÓN DEL PUEBLO
Félix Elías Pérez.
Escritor e investigador de la
historia de Aisén.

Esbozar una ponencia sobre cualquier tema que diga relación con la historia de colonización o poblamiento
inicial de la Región de Aisén o sobre algún hito importante en su desarrollo económico, social o cultural, nos
obliga a remontarnos a la mitad del siglo XIX cuando el gobierno de la época autorizó la instalación de una
colonia alemana en la zona de Llanquihue y Valdivia, originando un cambio drástico en la forma y sistema de
vida en los pobladores originarios.

Los esforzados colonos alemanes llegaron a ese lugar no sólo con el ánimo de trabajar las tierras cumpliendo
el compromiso contraído con el gobierno sino, además, con una visión distinta, con metodologías modernas,
con un cabal conocimiento del extraño mundo de los negocios, sumando al producto de sus esfuerzos el valor
agregado de la propia mano de obra que le daba una plusvalía en el mercado regional.

Los pobladores, inquilinos y obreros rurales de esa zona no pudieron competir en igualdad de condiciones
con esa gente que poseía una experiencia adquirida en varias centurias en el Viejo Mundo.

A consecuencia de ello se fue gestando en los pobladores la idea de buscar en otras latitudes las posibilidades
de poblar y trabajar la tierra de acuerdo a su propia cultura, lo que por fin se dio cuando el gobierno,
buscando reforzar y fundamentar su tesis en el laudo arbitral de 1902 sobre los límites en controversia con la
República de Argentina, acordó fomentar el poblamiento de Aisén otorgando en concesión latísimas extensiones
de tierra a empresas pastoriles, las que debieron contratar a una buena cantidad de obreros para armar el
andamiaje de sus actividades.

Simultáneamente, en un éxodo que a veces demoró varios años, pobladores, inquilinos y obreros campesinos
de Temuco, Villarrica, Pucón, Curacautín, Lonquimay, etc., transmontaron la cordillera de Los Andes por
Pino Hachado, el Túnel de Las Raíces o por Puyehue; atravesaron los inmensos coironales de la pampa
argentina; trabajaron en las estancias junto a sus hermanos gauchos; armaron su pequeño capital y luego se
reincorporaron a la patria por los pasos fronterizos de Lago Verde, Balmaceda, Palavicini, Los Antiguos,
Entrada Baker o Río Oro.

Para centrar esta breve exposición en el sector que nos interesa, diremos que el poblamiento del Baker
comienza a principios del siglo XX con la concesión otorgada a la empresa pastoril Posadas Hobbs y Cía.;
fusionada posteriormente a la Cía. Ganadera Estancia Valle Chacabuco, cuyo administrador, Lucas Bridges,
fuera un connotado artífice del andamiaje del progreso en el territorio del Baker.
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30 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

La puesta en marcha de esa empresa, la obligó a contratar personal administrativo, de servicio, obreros de la
construcción y otros, lo que dio origen al inicio del poblamiento que también se produjo por el extremo sur
con la presencia de la Cía. Explotadora del Baker, de triste recuerdo por la muerte masiva de 120 obreros en
el sector del bajo Pisagua, muertes que aun permanecen envueltas en halo de misterio no dilucidado todavía.

Simultáneamente a la instalación de dichas empresas llegaron los “pobladores libres”, muchos de ellos casados
y con hijos, encontrándose con la sorpresa que los terrenos más aptos para la ganadería, de una superficie
mayor de 500.000 hectáreas, estaban ocupados.

Esta situación fue generando conflictos y problemas que finalmente Lucas Bridges logró solucionar con el
simple expediente de comprarles a estos pobladores sus mejoras y animales, obligándolos a poblar campos
fuera de las concesiones otorgadas por el gobierno, naturalmente de inferior calidad y de más difícil acceso.

No obstante, la población creció y junto con ello, surgió la necesidad de tener una escuela y fundar un
villorrio, para aunar sus esfuerzos y lograr la instalación de algunos servicios públicos como la Subdelegación,
Oficial Civil, y Juez de Distrito, en un lugar común.

Después de algunas deliberaciones los pobladores eligieron para tal efecto un lugar denominado “Las Latas”,
en el valle Chacabuco, precisamente en un sector de especiales características para la crianza de ovinos y
bovinos, lo que la Cía. Estancia Valle Chacabuco no podía permitir, pues perjudicaba sus intereses ya que,
presuntamente, abundarían los robos y tendría que autorizar la construcción de un camino a través de su
mismo predio.

Los pobladores habían elegido ese lugar ya que allí funcionaba una escuela financiada por ellos mismos y por
el hecho de haber instalado un negocio ambulante don Enrique Quintana Burgos, hermano del ex-vicepresidente
de Chile y ex-embajador en Buenos-Aires, don Alfonso Quintana Burgos.

El administrador de la estancia, don Lucas Bridges, zanjó la dificultad que se le presentaba reuniéndose con
los pobladores y ofreciéndoles un lugar para fundar el pueblo en un hermoso valle en la confluencia del arroyo
Tamango con el río Cochrane comprometiéndose, en compensación, a construirles y donarles una escuela.
Esto ocurría en el año 1930.

Los pobladores aceptaron de buen agrado la proposición y el año 1931 la escuela era un hecho. Simultáneamente
se realizó la primera mensura de Pueblo Nuevo, como se le llamó en un comienzo, determinándose las
manzanas y sitios que se fueron entregando paulatinamente: había nacido un nuevo pueblo en la Provincia de
Aisén.

Recién el año 1932 entró en funcionamiento la escuela cuando llegó procedente de Punta Arenas, don Antonio
Alvarado con su esposa, señora Ester Ruiz y sus hijos Ronald y Rolando, para asumir su dirección, contratado
por los propios pobladores.

Los primeros alumnos matriculados fueron: Isabel, Carlos y Santiago Quintana Elorriaga; los hijos del director,
Ronald y Rolando; Ramona y Demetrio Jara.

Otro hecho importante que fue un verdadero catalizador del proceso de crecimiento del pueblo fue la instalación
del negocio de Sclarech en sociedad con Enrique Quintana Burgos, sociedad que duró solamente un año,
para continuar en manos de Sclarech y luego de su sucesión. Alrededor de la escuela y de este negocio,
lentamente los pobladores de los predios vecinos empezaron a construir viviendas para facilitar el estudio de
sus hijos.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 31

Aún cuando las mensuras previas de Pueblo Nuevo se habían hecho en 1931-1932, el documento oficial de
tales mensuras se extiende por Decreto N° 2497 de 1936 del Ministerio de Tierras y Colonización, sobre la
base del plano trazado y levantado en el terreno mismo por el agrimensor Sixto Barrientos, verificado por
Arturo Fernández Correa, agrimensor 1°, recibido conforme por el jefe del Departamento, Andrés Deyere y
con el visto bueno del Director General de Tierras y Colonización Sr. A.Veloso.

El año 1954 el entonces Jefe de la Tenencia de Carabineros de Entrada Baker, Teniente Rodolfo Stange O.,
gestionó y obtuvo el traslado de la Tenencia al Pueblo Nuevo y el Retén de Carabineros que funcionaba a 7
Km del mismo, ubicado en el “Arvejillal”, a la entrada Baker, constituyendo esta gestión uno de los hitos más
importantes de su joven historia.

En ese momento en Pueblo Nuevo, aparte de la escuela, ya se habían construido, entre varias otras, la casa
donde funcionaba el negocio de Sclarech, la de Enrique Quintana Burgos, la de José Villegas, la del “Ché
Paredes”, la de Clovis Delgado y la casa de Porfirio Landeros, donde se instaló la Tenencia de Carabineros.

De esta manera comprobamos que la verdadera fecha de fundación de Cochrane data, no de 1954 como se
asegura, sino de 23 años antes.

¿De dónde y por qué aparece como fecha de fundación el 17 de marzo de 1954?

Esto se debió a la confusión de algunos recopiladores del acontecer histórico del Baker. La verdad es que
para el 17 de marzo del año 1963, (ni siquiera en marzo de 1954) se había concertado una carrera “a la
chilena” entre un poblador y don Nolberto Orellana, por una buena suma de dinero y varios animales
vacunos, que concitó el interés de gente de Chile Chico, Guadal, Los Antiguos y Perito Moreno, lo que
suponía una gran afluencia de público a tal evento, que ameritaba la instalación de ramadas para una fiesta “a
todo trapo”.

En este punto- ruego me perdonen no poder sustraer mi presencia en ese acontecimiento, pues yo cumplía la
función de Subdelegado de la Subdelegación del Baker- y a mí concurrieron los organizadores de la fiesta
para solicitar permisos de ramadas. Pero como no era una fecha oficializada como especial y no era de mi
incumbencia otorgar permisos de ramadas, convenimos con los organizadores inventar lo que llamamos “La
semana de Cochrane”, para cuya celebración solicité al Intendente, en ese entonces don Atilio Cosmelli
Esteva, la autorización para izar el Pabellón Nacional con tal motivo.

El señor Intendente tuvo a bien remitir la autorización pertinente por un radiograma vía FACH. Con una
copia de este documento se solicitó a la Junta Asesora Municipal de Chile Chico la instalación de algunas
ramadas, lo que fue resuelto favorablemente por ésta.

La fiesta fue todo un éxito. Aparte de la presencia de todo el pueblo, se contó con la visita de más de cien
personas de Chile Chico, Los Antiguos, Las Heras, Perito Moreno y otras localidades. Desde entonces el 17
de marzo de cada año se celebra la “Semana de Cochrane”, que nada tiene que ver con la fecha de su
fundación.
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32 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Esta es la verdad histórica, como es una verdad irrefutable la rescatada por el profesor y escritor Leonel
Galindo Oyarzo que establece la fecha de fundación de Coyhaique el 04 de diciembre de 1929 y no el 12 de
octubre del mismo año, de donde podemos deducir que la costumbre jamás ha constituido ley y que cuando
más, la costumbre genera tradición y folclore, lo que sí tenemos la obligación de respetar.
Aprovechando el espacio que se me ha concedido por gentil invitación de la sociedad de Historia y Geografía
de Aisén para participar de este interesante encuentro con una determinada ponencia permítaseme una leve
digresión final que encierra una sugerencia.

Soy un admirador de la egregia figura y memoria de nuestro héroe nacional, José Miguel Carrera, cuyo
nombre lleva el lago más grande de Chile engarzado en la disímil y áspera geografía de la Región de Aisén.

No obstante mis auténticos sentimientos, sugiero respetuosamente consensuar opiniones para cambiar el
nombre de “Lago General Carrera” por “Lago Chelenco”, como lo llamaban hace más de tres centurias los
indios “Caucaos Bravos” que habitaban el litoral sur de la vieja Trapananda, porque un pueblo que olvida sus
raíces, indefectiblemente pierde su identidad, tal como la pierden los lugares que las etnias primitivas designaban
con toponimias propias y que van desapareciendo por la avalancha de la modernidad.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 33

UN TESTIMONIO SOBRE LA VIDA PIONERA DE


ANTAÑO: LA CASA RICHARDS, EN ÑIREHUAO (1907)

Mateo Martinic Beros.


Historiador y académico,
Universidad de Magallanes,
Punta Arenas.

INTRODUCCIÓN

Es sabido que la penetración colonizadora en la sección oriental del antiguo Territorio del Áysen tuvo un
comienzo precursor en la hoya superior del río homónimo, en general sobre el sector después conocido como
Ñirehuao, parajes por los que exploraron hacia mediados de la década de 1890 algunos galeses procedentes
de la Colonia “16 de Octubre” en el Alto Chubut, cuyo elenco poblador integraban. Estos fueron los hermanos
Juan y Guillermo Richards, quienes arribaron a esos parajes subandinos en el convencimiento de que su
pertenencia jurisdiccional correspondía a la República Argentina, por encontrarse situados al oriente de la
cordillera de los Andes, de acuerdo con la tesis que por entonces sustentaba la Cancillería de ese país.

Así, por consecuencia, los hermanos Richards se asentaron en un atractivo lugar de la cabecera del río
Ñirehuao en una fecha indeterminada hacia los años finales del siglo XIX, dando origen a un pequeño
establecimiento de crianza pecuaria, principalmente con animales vacunos y caballares. Este hecho de
colonización, el primero en el futuro Aysén, fue recogido tempranamente como referencia geográfica en los
mapas argentinos y extranjeros, los que consignaron la circunstancia en el topónimo de “Casa Richards” o
simplemente “Richards”.

No obstante ese precedente, al tiempo de dictarse por S. M. el rey Eduardo VII de Gran Bretaña el laudo
con el que terminó el arbitraje concertado entre Chile y Argentina en 1898 para definir la línea demarcatoria
de jurisdicciones en la Patagonia andina, esa sentencia atribuyó a Chile la soberanía sobre toda la cuenca
hidrográfica del río Aysén, donde se incluía el poblado de los hermanos Richards. De esa manera esta
presencia colonizadora devino esencialmente precaria y debió atenerse a las consecuencias que emanaban
del nuevo estado de cosas jurisdiccional chileno, por lo que, al hacerse en 1903 la concesión de esos y otros
terrenos a la Sociedad Industrial del Áysen no quedó a aquellos colonos pioneros más alternativa que la de
entenderse con esa entidad, que adquirió sus pertenencias y mejoras, e, inclusive, contrató a los hermanos
Richards para trabajar como ovejeros en los campos originalmente poblados por ellos. Así, para la historia
quedaría al fin sólo su apellido como topónimo original expresivo del correspondiente esfuerzo colonizador.

La casualidad, circunstancia de no rara ocurrencia en el estudio histórico acerca del acontecer pasado en un
territorio, ha permitido que nos enteráramos recientemente acerca de las características que tuvo la famosa
“Casa Richards” en cuanto edificación y ambiente interior, ello debido a la relación que dejara Charles A.
Milward, un antiguo marino mercante británico, radicado como empresario en Punta Arenas, quien a fines de
1907 realizó un viaje de conocimiento al Territorio del Áysen, según se le nombraba entonces, ya en pleno
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34 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

proceso de colonización empresarial. A su retorno a Punta Arenas escribió un relato que bajo el título de
“Some account of a trip up the river Aysen”, publicó en dos ediciones del quincenario The Punta Arenas
English Magazine, órgano parroquial que recogía cuanto se refería a las actividades de los británicos en
Magallanes. Pues bien, hace poco, durante una visita realizada a Escocia por el señor Duncan Campbell,
recopilador de cuanto se refiere a la presencia británica histórica en el sur de la Patagonia, al visitar a una
familia descendiente de uno de tantos emigrantes a Magallanes, recibió de obsequio un ejemplar de la edición
del 15 de marzo de 1908 (N°19) de dicho quincenario –publicación impresa rarísima y hoy inhallable en
Punta Arenas-, que posteriormente pudimos conocer gracias a la amabilidad del señor Campbell.

La edición en referencia contiene lo que, al parecer, es la segunda parte y final de la relación de que se trata,
y que se inicia desde las casas de Coy Aike Bajo (así lo escribe Milward), en un indeterminado día de fines de
noviembre de 1907. Formaban parte del grupo viajero, además de Milward, otros británicos y Olof Lundberg,
un finlandés que años antes había intentado colonizar en el distrito de Ultima Esperanza, en Magallanes, y
ahora daba comienzo a un asentamiento en la zona de la cabecera del valle Huemules (actual Balmaceda). El
grupo se movilizaba en caballos proporcionados por John Dun, administrador general de la Sociedad Industrial
del Áysen. Habiendo partido a temprana hora, los viajeros arribaron a Coy Aike Alto a las ocho de la
mañana, allí desayunaron y partieron con rumbo a Ñirehuao en lo que resultó una cabalgata cansadora,
porque “...tuvimos que cruzar campo porque no había sendas y así llegamos a la casa del señor Richards recién a las
siete de la tarde y apreciamos vívamente la exquisita bienvenida que nos brindó...”

DESCRIPCIÓN DE LA “CASA RICHARDS” Y SU AMBIENTE.

Cabe aquí ceder la palabra a Milward, en cuya completa descripción de esa morada pionera no hay desperdicio:

“Deseo detenerme por un momento – escribió- para hacer una descripción de la casa de Richards.
Imaginemos que estamos a 500 millas [unos 800 kilómetros] de cualquier parte, hora 9 P.M., localidad,
una cabaña de adobe, techada con pasto, con su armazón confeccionada con árboles cortados
del bosque; una gran chimenea abierta de antiguo estilo, con un par de presas de avestruz
extendidas frente al fuego; un banco rústico construido con una tabla gruesa (...) pedazos de
ramas con recubrimiento de cueros y forrados con lana de oveja, que invitan al descanso tanto
como es posible a unos jinetes que vienen de una larga cabalgata. Sentados en esa banca el
patrón, Mr. Richards y Mr. Lundberg; en el lado derecho del fogón estaba de pie Mr. Antonio
Zonzzia, con un viejo sombrero de Panmá y una chaqueta que evidentemente había sido vestida en
homenaje a los visitantes, y un par de pantalones de montar que no viene al caso detallar,
manipulando un espléndido Fonógrafo Edison con todos los últimos adelantos; en la parte de
atrás un par de paisanos (allí Ud. no puede llamarlos indios) quienes ciertamente eran atraídos
por la música.

En el lado izquierdo del fogón su humilde servidor, sentado en un sillón hecho con un barril de
harina cortado parcialmente, esforzándose en captar alguna idea de la escena. La habitación en
sí es peculiar; frente a la puerta hay una cama levantada, compuesta de pieles de avestruz, guanacos
y zorros, sobre la que descansa un gran trozo de guanaco; junto a la misma hay dos búhos
parados tranquilamente en una percha. Las paredes están adornadas con diferentes avisos
comerciales y con figuras de revistas ilustradas; hay un revoltijo de arneses de caballo por todo el
lugar y cruzando en altura a distintas direcciones cordeles de cuero, de los que cuelga una colección
miscelánea de toallas, jarros, tripas de oveja, ponchos, tiras de cuero, pedazos de carne, tijeras,
coyundas, alambre, etc. etc., mientras que ensartada en el techo sobresale la empuñadura de un
sable que evidentemente ha sido puesto allí para ser usado alguna vez.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 35

En una repisa a mi costado hay una mescolanza de ollitas, huevos de avestruz, platos, pickles,
comida cocida, vasos vineros, te, leche fresca, tenedores y cucharas, etc. No hay cuchillos pues
cada hombre lleva el propio en una bota o donde pueda guardarlo, que limpia en sus pantalones
y procede a cortar su trozo de carne con él. Entre la despensa –como puede ser llamada la repisa-
y la puerta hay otra banca donde se afirma un lavatorio muy torcido, y un balde de fierro
galvanizado que ha conocido mejores días y un pedazo de jabón azul: este es el lugar de aseo de
la familia y sobre él hay un espejo oval cuarteado y dos peinetas, no excesivamente limpio pero
que está hospitalariamente puesto a la disposición de los huéspedes. La puerta de la casa está
abierta todo el día y toda la noche por razón de ventilación y luz.
Me sorprendió un ambiente tan incongruente con los aires musicales de las últimas óperas y las
más recientes canciones londinenses. Pero no puedo terminar sin agregar que no obstante lo
pintoresco y singular en muchos sentidos, los británicos hemos recibido aquí de Mr.Richards y de
su sobrino Don Antonio, la más cordial bienvenida, y yo no podré olvidar la amabilidad con que
se me ha tratado en esta rústica pero hospitalaria casa1.”

Figura 1: Interior de una vivienda en la Colonia del Chubut (Tomado de C&S Lambert, “The voyage of the
“Wanderer”, London, Mac Millan and Co. 1883). Parecido pudo ser el interior de la cabaña de los hermanos
Richards.

1
Traducción libre del autor.
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36 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

CONCLUSIÓN

Testimonios como el transcrito no son fáciles de hallar al compulsar las fuentes acerca de la historia de Aysén,
de allí que debe valorizarse la relación de Milward sobre la casa Richards y su ambiente, como una descripción
excepcional, por lo completa y sabrosa, inclusive con un toque de surrealismo, como es el referido a la
existencia de un aparato fonográfico modernísimo (para la época), como expresión de refinación cultural en
una cabaña de pastores perdida en la inmensidad de la precordillera patagónica, a centenares de kilómetros
de cualquier centro poblado civilizado. En su variedad descriptiva hay un acervo que permite informarse
sobre las características de la vida común rural en los tiempos iniciales del asentamiento colonizador en el
antiguo Áysen y, por tanto, de provecho para la historia particular en cuanto a usos, costumbres, utilería
doméstica, construcciones rústicas, todo en un raro sincretismo de culturas aportantes.

Potrero La Colonia, en Estancia Ñirehuao. Paraje donde estuvo ubicada la Casa Richard, entre 1896 y 1910.
Hoy permanecen como única señal unos álamos centenarios.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 37

LA MINERÍA EN TORNO AL LAGO GENERAL CARRERA.


LA MINA SILVA
Danka Ivanoff Wellmann.
Investigadora de la historia de
Aisén. Chile Chico.

Durante los primeros cuarenta años de la colonización de la Región de Aysén, la economía estuvo centrada en
el desarrollo de la industria ganadera y eventualmente, en algunos pequeños emprendimientos dedicados a la
explotación de la madera. Es a partir de fines de la década del cuarenta del siglo XX en que una nueva
actividad económica se presenta como una sólida promesa de progreso para toda la entonces Provincia de
Aysén.

Las primeras noticias que se tienen sobre importantes yacimientos mineros en la zona, son a partir del
descubrimiento que hiciera Guillermina Inayao en una zona que se conocía en aquel entonces como “Los
Caracuces”. Ese descubrimiento, ocurrido en el año 1936 es la base para que el Estado se interese en hacer
un estudio sobre los yacimientos de la zona.

En el año 1942, el Departamento de Minas y Petróleo de la Corporación de Fomento (CORFO) envía a la


provincia, una comisión que deberá hacer un reconocimiento de todos los yacimientos existentes. Esta comisión,
estuvo a cargo del Ingeniero don Carlos Ruiz. En el escaso tiempo de dos meses, la comitiva dirigida por el
ingeniero Ruiz recorre las zonas de Cisnes, Coyhaique y parte de la cuenca del Lago General Carrera,
compilando un mapa geológico, mapa que por cierto sirvió de base para futuros estudios.

Como conclusión de este estudio, don Carlos Ruiz informó que en el Lago Buenos Aires (General Carrera)
existía un yacimiento denominado Mina Silva de bastante importancia y en Cisnes existía un yacimiento de
Molibdeno. Informó además que en el Juzgado de Puerto Aysén existían muchas solicitudes de pertenencias
mineras, la mayor parte de ellas ubicada en la zona del lago Buenos Aires.

Pero conozcamos un poco cómo se descubrió el más importante yacimiento minero de la zona del Lago
General Carrera en aquellos años. Guillermina Inayao, en ese entonces una niña de diez u once años, encuentra
una hermosa piedra que le llama poderosamente la atención y se la lleva a su padre, don Saturnino Inayao,
quien la guarda en espera de pedir ayuda para analizarla. Pocos días después, estando la familia haciendo un
canal desde el arroyo Cristal hasta la casa para poder regar una pequeña chacra, comienzan a encontrar
muchas de estas piedras bonitas. Don Saturnino hace que sus hijos junten las más grandes en una bolsa y las
trasladen a la casa. En la primera oportunidad que se le presenta, envía a buscar a su amigo Antolín Silva, en
quien confiaba y estaba seguro de que él le podría decir si esas piedras tenían algún valor. Silva Ormeño llega
en menos de quince días, revisa las piedras y le promete a Inayao llevarlas para hacerlas analizar y si ese era
un yacimiento de importancia, inscribirlo a nombre de los dos. Esto ocurre a principios del año 1936. Pasa
el tiempo y el poblador Inayao nada sabe del destino que tuvieron esas piedras, hasta que un día llegó Silva
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38 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Ormeño acompañado de otras personas, entre ellas sus dos hijas Hilda y Elsa y le dice que ha inscrito el
mineral a su nombre, y que él debe retirarse de allí, situación que Inayao por cierto no aceptó.

Se instala Antolín Silva en el lugar denominado Los Caracuces y comienza a hacer una explotación manual,
sin más herramientas que palas y chuzos. La cantidad de trabajadores era mínima y por cierto, estaba allí
haciendo presencia, más que explotando un mineral. Deja al matrimonio compuesto por don Onofre Díaz y
doña Prosperina Contreras, quienes quedan a cargo de las dos hijas de Silva, una de ellas ciega. Silva se va
a Puerto Aysén y a través del Diario El Aysén hace un llamado a formar una sociedad minera, llamado que por
su importancia histórica transcribimos:

“Diario El Aysén Página 6. Puerto Aysén, 5 de agosto de 1936.


Se formará una sociedad con capitales netamente regionales para la explotación de este mineral, tomando como
base los puntos siguientes:

1.- El público interesado en esta industria, o sea la parte capitalista, se constituirá en asamblea y por mayoría de
votos se elegirá un Consejo de tres miembros entre ellos mismos.
2.-Este Consejo firmará por escritura pública, el correspondiente contrato con el dueño del mineral y tendrá a su
cargo la fiscalización de la sociedad.
3.-Constituido el Consejo, cada interesado depositará en la Caja Nacional de Ahorros su dinero a la orden de la
Explotación Mineral Silva, con cuyo recibo se presentará al Consejo el cual lo canjeará por otro documento
especial que se llevará al efecto y será firmado por sus tres miembros y de ahí pasará a la firma del gerente de la
Explotación, con lo cual quedará legalmente admitido como socio.
4.- El monto total del capital no pasará de $500.000, moneda corriente. El plazo de esta sociedad no excederá de 9
años.
5.-Cada socio no podrá aportar menos de $100 ni mayor de $20.000.
6.- El plazo para la constitución de esta sociedad vencerá el día 31 de Diciembre próximo.
7.- El dueño del mineral se reserva para sí la Gerencia de la Explotación, como asimismo nombra al Señor Cosme del
Barrio, Administrador en Puerto Aysén.
8.- Los tres miembros del Consejo serán también rentados y todo empleado con un sueldo mayor de $ 500 será
sometido al Consejo.
9.-Las utilidades serán repartidas en partes iguales entre el propietario del mineral y el aporte del capital social,
mas claro el 50% para los socios y el 50% para el dueño de la mina.
10.-Para evitar el acaparamiento y que esta industria pase a manos de extranjeros, estos capitales serán
intransferibles.
José A. Silva.”

Silva, un hombre que no tenía un capital como para hacer un emprendimiento económico de gran envergadura,
buscaba de esta manera, los medios para poder explotar este yacimiento, que de acuerdo a los estudios de
laboratorios que él mando a realizar a Santiago, era de una pureza pocas veces vista.

No sabemos el resultado de este llamado que hace Antolín Silva buscando socios capitalistas, pero meses
después el mismo diario daba la siguiente noticia:

El Aysén, página 2. Puerto Aysen 17 de octubre de 1936.


Sociedad “Mineral Silva”

La directiva de esta Sociedad ha enviado a varios pobladores del interior de la provincia, la carta que a continuación
insertamos:
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 39

“Tenemos el agrado de dirigirnos a usted para invitarle a participar en la SOCIEDAD MINERA que se organizó
para explotar los grandes yacimientos minerales que ha descubierto el señor José Antolín Silva Ormeño, en la
región norte del lago Buenos Aires, que permiten un seguro rendimiento, ya que los análisis practicados por
personas especialistas, según los métodos en uso en Londres, han comprobado la existencia de un quinde por ciento
de Estaño, sin contar el plomo y la plata que contiene el mismo mineral.
Esta subida ley de metal ha develado la existencia de una riqueza, tal vez fabulosa, en el suelo chileno que debemos
aprovechar aplicando aquel viejo y sencillo aforismo que dice: “La unión hace la fuerza”.

Los chilenos y criollos tenemos la costumbre de quejarnos de que todas las riquezas que guarda nuestro suelo pasan
a manos extranjeras. Y, ¿ha estudiado usted alguna vez, cuales son los motivos o causales para que esta situación se
produzca? Nosotros contestamos: La culpa es de nosotros mismos, por cuanto se presenta la oportunidad de
organizar un negocio que nuestras leyes garantizan, no nos detenemos a estudiarlas, encerrándonos en el marco
estrecho del egoísmo y la desconfianza, en vez de resolvernos luego a unir fuerzas y capitales que, administrados
honradamente, harían el bienestar nuestro y de todos en general.

Se presenta pues, en esta ocasión, una oportunidad, tal vez única de que llevemos a la práctica la organización de
una sociedad que permitirá el beneficio de mayor número en provecho general de la región.

Debemos poner en su conocimiento que, a la fecha, la sociedad cuenta con más de 120 socios o adherentes a, número
que va en rápido aumento y del cual esperamos Ud. será uno más que venga a fortificar esta empresa que no desea
otra cosa que su máximo y rápido desarrollo con el más amplio beneficio nacional y especialmente regional como
ya dijimos más arriba.

Al mismo tiempo nos es grato acompañar, en hoja aparte, las bases de la organización Sociedad Minera y el
Directorio Provisorio que ya ha entrado en funciones”.

Como se puede ver Silva Ormeño buscaba desesperadamente a socios capitalistas que le ayudaran a explotar
este mineral, cuyo descubrimiento él se arrogaba. Pero al parecer no tuvo mucho eco su llamado y fueron
muy pocos los que concurrieron con su dinero a interesarse en esta empresa. Entre ellos se cuenta a Olegario
Hernández y a don Aníbal Andrade. Ambos, años más tarde, decidirían vender sus acciones a la familia
santiaguina Cox Lira, familia que logró convencer a Silva Ormeño de que le vendiera el resto del paquete
accionario. La familia Cox Lira es la que da origen a la Compañía Minera Aysén, nueve años después que
Silva Ormeño hiciera estos llamados.

La Compañía Minera Aysén estaba constituida principalmente con capitales de la Compañía Minera Tamaya
quien tenía el control del 67,75% de las acciones de la mina Silva, y un 66,70% de la Compañía Minera El
Toro ubicada en las nacientes del Río Müller. Tamaya era, además, accionista principal del mineral de cobre
“Las Chivas” ubicado en Puerto Sánchez, ejerciendo así la hegemonía de la industria minera en la Provincia
de Aysén en aquella época, teniendo inscritas un total de 3.137 pertenencias mineras en toda la cuenca del
lago, entre ellas importantes pertenencias en Murta, Cerro Redondo y Lago Negro.

Las primeras instalaciones comienzan a realizarse en el año 1945, pero es a partir de 1947 que la mina de
Puerto Cristal comienza su real explotación. En los primeros años de explotación hasta casi fines de los años
50, la Compañía Minera Aysén daba trabajo a casi quinientas personas en Puerto Cristal y a más de 300 en
Puerto Sánchez.

Hacia 1952 las inversiones en Puerto Cristal eran cuantiosas y superaban los 80 millones de pesos de la
época. Dichas inversiones se traducían en la construcción del pueblo con sus diversas instalaciones, en la
construcción de la maestranza, la planta hidroeléctrica, la instalación de agua potable y alcantarillado, la planta
de flotación, la de concentración, varaderos, muelles, compra y construcción de embarcaciones y construcción
de una pista de aterrizaje en Fachinal.
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40 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

La planta de concentrados producía más de 800 toneladas mensuales, obteniendo un total aprovechamiento
de los recursos, a través de la molienda del mineral por medio de un molino giratorio y un molino de bola. El
material triturado de esta manera, se depuraba por medios de reactivos y en las celdas flotadoras terminaba
el proceso de refinado y concentrado por medio de lixiviación con ácido crecílico y cianuro de soda. El
relave de la mina Silva se encontraba en una cancha en las cercanías del lago.

La Compañía Minera Aysén entregaba al país más de dos millones de dólares anuales por sus exportaciones
y producía el 50% del plomo de Chile y más del 40% del zinc.

Además de la planta de concentración, la compañía poseía un horno de fundición cuya producción alcanzaba
las 10.000 toneladas anuales, nueve mil de las cuales eran concentrados de plomo con una ley de 70% y mil
toneladas de plomo puro en lingotes con una ley cuya pureza alcanzaba al 99,9%. Además producía unas
5.000 toneladas de zinc y unos 10.000 kilos de plata anuales.

Junto con la Compañía Minera Aysén y la Compañía Minera Tamaya, funcionaba en la época, la Compañía
Minera del Plomo. Esta compañía estaba compuesta en parte con capitales chilenos y franceses y era filial de
la Compañía Internacional Peñarroya con sede en París. La Compañía Minera del Plomo explotaba el
yacimiento minero “La Escondida” en las cercanías de Puerto Guadal y tenía otro yacimiento de menor
importancia en Cerro La Pirámide en Puerto Ingeniero Ibáñez. En el año 1957 la Minera del Plomo, cuya
producción máxima alcanzó las dos mil toneladas de concentrados, de las cuales 1.600 correspondían a
concentrado de cobre, debió cerrar por la depreciación del metal en los mercados internacionales. Abandonó
sus explotaciones y desde ese entonces esa mina permanece abandonada.

Un estudio realizado en 1953 determinó que los principales yacimientos mineros de la zona del Lago Buenos
Aires (General Carrera) se ubicaban en los siguientes lugares:

Mina Silva. Puerto Cristal. Producción de plomo y zinc.


Fachinal. Producción de molibdeno.
Fachinal. Orilla occidental río Avilés. Producción de molibdeno.
Fachinal. Hacia el Este del río Avilés. Producción de plomo.
Cascada Murta, río Murta. Producción de molibdeno.
Sur del río Murta y Norte del río Blas. Producción de plomo.
Lago Buenos Aires (Capilla del Mármol). Producción de mármol.
Chile Chico, a 2 Km hacia el sur. Producción de calizas.
Guadal. Producción de cobre, plomo y zinc.
Las Chivas, (Puerto Sánchez). Producción de cobre.

Este estudio, realizado con los elementos que se disponían en ese entonces, no tuvo conocimiento de los
yacimientos de oro y plata que años más tarde habrían de explotarse en el sector de Laguna Verde en Chile
Chico, explotación que ha significado importantes cambios en la economía de la zona, una fuente de trabajo
permanente y reveladores cambios en la geografía humana y social de la localidad.

La Compañía Minera Aysén, recibió en el año 1958 un significativo préstamo de parte de la Corporación de
Fomento de la Producción, préstamo que estaba destinado a nuevas inversiones, como la construcción de un
camino a Bahía Murta y Bahía Erasmo, instalación de una central hidroeléctrica en el Río Müller con una
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 41

capacidad de 4.000 Kw, instalación de plantas de concentración para las minas de río Müller y Fachinal y
para la continuación de las prospecciones mineras en la cuenca del lago. Lamentablemente, en la época de
la obtención de este préstamo, los precios de los metales en los mercados internacionales bajaron a niveles
paupérrimos y la Compañía Minera Aysén no fue capaz de mantenerse, ya que además de los bajos precios
en el mercado, la obtención del mineral se hacía cada día más difícil por el agotamiento del yacimiento de la
mina Silva, principal fuente de los recursos económicos de la empresa.

Es así que en el año 1963 traspasó todos sus activos a la Corporación de Fomento de la Producción
(CORFO), y esta se hace cargo de estas faenas mineras formando así la Empresa Minera Aysén EMMA, la
que durante algunos años intentó vanamente obtener aquellos resultados tan satisfactorios que había tenido
durante varios años su predecesora. En el año 1966 la mina Silva producía aproximadamente en el año
42.000 toneladas de plomo y 25.000 toneladas de zinc. Pero el Estado es un mal administrador y terminó
vendiendo el yacimiento y todas las pertenencias de la Empresa, no sin escándalo por cierto, ya que algunos
negocios no fueron del todo transparentes. La Empresa Minera Aysén termina sus operaciones y pasa a
llamarse Sociedad Empresa Minera de Aysén Ltda. En esta sociedad concurrieron capitales estatales y
privados.

A comienzo de los años noventa se licitan definitivamente a capitales privados todas las pertenencias de la ex
Sociedad Empresa Minera de Aysén Ltda. En el año 1996 la Mina Silva es adjudicada a la Sociedad Vecam
Ltda., que comienza a operar con el nombre de Minera Rosillo Ltda. Esta empresa tuvo un corto periodo de
operación y es así que 1998 se paralizan definitivamente todas las operaciones.

Así, luego de casi veinte años de una exitosa producción, se puso término a una faena minera de gran importancia,
no solo para la cuenca del Lago General Carrera, sino que para toda la Provincia de Aysén. Las faenas
mineras de Puerto Cristal, Puerto Sánchez y Puerto Guadal, fueron gravitantes para la consolidación del
camino de Ibáñez a Coyhaique, como así también, para el habilitamiento de Puerto Chacabuco. En estas
faenas mineras, los trabajadores contaron con excelentes sueldos, cómodas habitaciones, precios
significativamente inferiores al comercio en todo tipo de productos de primera necesidad. Además contaron
con ayuda social y con bienes y servicios que no estaban al alcance del resto de los habitantes de Aysén. Solo
cabría destacar como negativo el uso indiscriminado de productos químicos para la lixiviación del mineral.
Sin embargo, transcurridos tantos años, nunca se ha escuchado de contaminación en las aguas del lago y
tampoco se ha sabido de personas que habiendo sido trabajadores de esa empresa minera, hayan tenido
enfermedades o muertes por estos productos. Los tambores de cianuro que dejó la Empresa Minera Aysén
en Puerto Cristal, estuvieron allí por más de veinte años y al parecer nada grave pasó con ellos. Al fin y al
cabo, hace veinte años en nuestro país no había demasiada conciencia ambiental.

Pero el destino económico de la Provincia General Carrera siguió ligado a la producción minera. En el año
1981 se instala en nuestro país la Compañía Norteamericana Freepot, empresa dedicada a la minería. Con
un presupuesto de un millón de dólares optan por explorar la región de Aysén en la búsqueda de yacimientos
auríferos. Recorren la zona de Lago Elizalde, Cochrane y la cuenca del Lago General Carrera. Los
reconocimientos son por sobrevuelos en las zonas y también por exploraciones de algunos geólogos. Desde
ese año 1981 hasta el año 1988 las exploraciones, si bien han dado importantes muestras de vetas auríferas,
no han determinado una cantidad importante ni leyes que resulten interesantes. Todas las operaciones se
centraban principalmente en el Cerro Buitreras, el sector Los Mallines y Laguna Verde. Contraviniendo las
órdenes de su jefe directo, la geóloga Victoria Moya Cáceres decide realizar nuevos sondajes en la zona de
Laguna Verde, zona que ya estaba descartada y allí se encuentra con la feliz novedad de que esa muestra
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42 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

arrojaba entre 2 a 20 gramos de oro por tonelada y entre 200 y 2.500 gramos de plata. La euforia de los
profesionales y trabajadores de Freeport Exploration fue total. Sin embargo, por razones de una gran inversión
en Estados Unidos y otra en Indonesia, la empresa Freeport había decidido cancelar sus operaciones en
Chile. La debacle en Chile Chico fue total, no sólo para los trabajadores sino también para las autoridades
que vieron incrementada la cesantía en la zona. En el mes de mayo de 1989 la Compañía Freeport se retiraba
de Chile y dejaba en la zona sur de nuestro país una gran incertidumbre. Pero no todo estaba perdido. La
Compañía Coeur D’Alene Mines Corporation, una pequeña empresa minera de Estados Unidos decide
internacionalizarse y después de muchos estudios y conversaciones compra la filial chilena de Freeport.

La Compañía Coeur D’Alene, en el mes de Septiembre de 1994, hizo el anuncio oficial del comienzo de la
explotación del mineral. Se ponía término a un largo proceso de exploración que estuvo a cargo de geólogos
de la Compañía Freeport y luego de CDE Chilean y se daba inicio a un nuevo camino a través de CDE
Fachinal que en 1995 comenzaba sus operaciones de explotación de los yacimientos de Laguna Verde,
Guanaco, Taitao y Temer. Fueron más de 10 años y una inversión superior a los 25 millones de dólares los
que se invirtieron en el estudio de las reservas de oro y plata en la zona. En 1998 se dio inicio al Proyecto
Furioso con la explotación de una nueva mina a rajo abierto de oro y plata en la Provincia capitán Prat. En
1999 se inicia la extracción desde nuevos sectores de Cerro Bayo, producción que se suma a la de Laguna
Verde y Guanaco. La planta de procesamiento tiene una capacidad de 1500 toneladas diarias de mineral y se
trabaja por el sistema de turnos las 24 horas del día.

En el año 2000 la Compañía Minera CDE Fachinal Ltda., termina sus operaciones y a partir del año 2001
cambia su razón social por Compañía Minera Cerro Bayo.

El producto final de estas explotaciones mineras es concentrado de oro y plata que es exportado a Japón a
través del puerto de Chacabuco.

Así como en el antiguo yacimiento minero de Puerto Cristal se perpetuaron los nombres de Edmundo Elissetche,
José Ayala y Jorge Ronda entre otros, en el yacimiento de oro y plata de Chile Chico han pasado a formar
parte de su historia, nombres como los de los geólogos Alfredo Cruzat, Carlos Nasi, Daniel Flores, Manuel
Rodríguez y por supuesto, Victoria Moya, profesionales de la minería que supieron descubrir en la lejana
Patagonia una riqueza que permanecía escondida. En general en el mundo minero no fue sorprendente el
hecho de encontrar oro, sino que lo sorprendente fue, que existiera en una cantidad suficiente para justificar su
explotación.

Hoy la comunidad ve con satisfacción la permanencia de la empresa minera y sus filiales. En 1994 se fijaba
un plazo de ocho años de explotación, plazo que se ha cumplido con creces, pero la naturaleza sigue regalando
su riqueza y se sabe de importantes nuevas vetas encontradas por el equipo de profesionales de la Minera
Cerro Bayo, filial de Couer D’Alene, vetas que son una promesa para la permanencia por muchos años más
de esta empresa en la zona. No nos cabe duda que la minería es una gran fuente de trabajo en la Provincia
General Carrera. Barry Olson, quien fuera por dos años gerente General y Vicepresidente de CDE Chilean,
en una entrevista dada a la Revista “Cerro Bayo” dijo una vez: “La minería es parte de la vida. Si algo no
puede ser minado, debe ser sembrado y cultivado”. Nosotros agregamos que posiblemente tenga razón,
pero que además, debemos proteger nuestro medio ambiente y hacer compatible en la zona nuestra cultura
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 43

criolla con la nueva cultura minera. Ambas se pueden complementar y así permitir un promisorio futuro a
nuestra provincia. Hace casi setenta años, con un descubrimiento sorpresivo, la provincia General Carrera
buscó un nuevo destino económico, destino que ha estado supeditado a los vaivenes de fluctuaciones en los
mercados y agotamientos de reservas, pero que han significado un cambio importante en la forma de vida de
los habitantes de la cuenca del lago General Carrera.
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44 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

UNA APROXIMACIÓN A LA TRADICIÓN TEXTIL DE LA XI


REGIÓN DE AYSÉN

Mauricio Osorio Pefaur.


Antropólogo Social y
Artesano textil.
Corporación Privada para el
Desarrollo de Aysén.

En el presente trabajo pretendo efectuar un recorrido histórico en torno al desarrollo de la textilería en la XI


región. Transito por caminos escritos y caminos relatados.

El itinerario se inicia a principios del siglo XX, con el proceso de colonización del territorio de Aysén. Es ya
sabido que el poblamiento histórico del área tuvo dos grandes corrientes: una ligada al desarrollo de compañías
ganaderas y la otra, una colonización espontánea protagonizada por familias mapuche-huilliche y chilenas1
provenientes del centro-sur del país (desde la VII a la X regiones), que ingresan al territorio en dos oleadas
migratorias. Una penetra desde tierras argentinas, utilizando diversos pasos a lo largo de la línea fronteriza
con ese país, asentándose en diferentes puntos al oeste de la frontera. La otra, compuesta por familias
provenientes principalmente de Chiloé, llega vía marítima al litoral y a las costas de Aysén, internándose en el
territorio en sentido este-oeste2, para luego movilizarse a lo largo y ancho de la zona.

La principal actividad económica de las familias de colonos fue la ganadería ovina y bovina, desarrollándose
también la crianza de caballos y años después la crianza de caprinos. Una vez asentadas, estas familias
comienzan el enfrentamiento con un medio ambiente virgen, de clima muy duro, selvas impenetrables y escasos
terrenos para el pastoreo de sus animales, situación que obligó a limpiar campos a través del roce de los
bosques, produciéndose incendios forestales catastróficos3.

Cuando la actividad ganadera logró estabilizarse, la producción textil comenzó a desarrollarse lentamente a
cargo de las mujeres que aplicaron los conocimientos textiles que poseían, cuyo origen estaba en diferentes

1
Es necesario precisar que también hubo colonos de otras nacionalidades formando parte de este proceso. Pero nuestro
interés en el presente trabajo se centra principalmente en los contingentes de colonos y pioneros de origen chileno e
indígena.
2
Para conocer con detalle antecedentes sobre el poblamiento del área continental, recomiendo los siguientes textos:
Araya, 1982; Ivanoff, 1997; Martinic, 1977; Pomar, [1923] 2004; Sepúlveda, 1930. Mayores antecedentes sobre el
poblamiento del litoral pueden obtenerse en la tesis de grado “Paso al Sur. El litoral norte de Aysén: Poblamiento,
etnografía y desarrollo”, escrita por el Antropólogo Gonzalo Saavedra el año 2001.
3
Ver Mena, 1992. Aisén Espacio y Sociedad. En Revista CA N° 70, Colegio de Arquitectos de Chile. Santiago.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 45

zonas rurales de las regiones del centro-sur de Chile (VII a X regiones); muchas de ellas se nutrieron también
de influencias textiles en asentamientos rurales argentinos de las provincias de Neuquén y Chubut.

La actividad textil estuvo marcada así, por el “encuentro” de varias tradiciones textiles de raigambre chilota,
mapuche y criolla, en diferentes sectores del territorio de la Trapananda, como resultado de las relaciones
sociales que se establecieron entre los miembros de las familias colonas (desde relaciones de parentesco
hasta relaciones de ayuda mutua). Esto generaría una textilería con características particulares tanto en la
dimensión técnica (desarrollo y uso de herramientas, técnicas de hilado, urdido y tejido), como en la dimensión
simbólica y funcional de las piezas textiles (denominación, carga simbólica y uso de los diversos tejidos).

De manera paralela, las mujeres –y muchas veces los hombres también- debieron dedicar tiempo a la confección
de ropa para vestir a la familia, pues el aislamiento del resto del país y las dificultades para trasladarse a los
pueblos trasandinos, obligó a la población a idear diversas soluciones para proveerse de ropa y accesorios de
vestir4. Esta situación dará inicio a una incipiente industria artesanal de confecciones y permitirá la aparición
de manifestaciones artesanales de gran calidad (como el bordado a mano por ejemplo), que luego decaerán
como consecuencia de la llegada al territorio de productos provenientes del norte del país y desde Argentina.
De este modo, la textilería se desarrolló de manera extendida en los diferentes asentamientos rurales y
semiurbanos de la región y actualmente se constituye en la principal manifestación artesanal de Aysén, si se
considera la gran cantidad de cultoras y la importante variedad de objetos confeccionados.

El presente trabajo pretende indagar en las raíces históricas de la textilería practicada en el territorio de Aysén,
describir de modo general su desarrollo y la situación actual que este oficio presenta en el concierto de la
artesanía regional.

En la primera parte, se realiza una contextualización histórica de este oficio, recurriendo a citas y notas de
textos de época y acompañando esta data con algunas reflexiones. En la segunda sección se describe la
situación actual de la textilería en Aysén y finalmente, en la última sección se proponen algunas posibles líneas
de investigación en este ámbito.

4
En el artículo “Don Octavio Hernández: testimonio de vida en Mallín Grande, Undécima región”, escrito por José
Mansilla Contreras, encontramos la siguiente información sobre confección de vestimenta en los primeros años de
colonización de la margen sur del lago General Carrera: “[Don Octavio Hernández] también recuerda que se hacían
prendas de vestir con cuero de chivo y con bolsas de arpillera en las cuales se traían las mercaderías desde la Argentina.”
(1998: 2). Otra referencia interesante es la que relata Cecilio Olivares, antiguo poblador del Baker: “El finao de mi padre
compraba géneros y le traía [a mi madre] y ella confeccionaba la ropa. Le encargaba el tipo de género que necesitaba
para tal o cual pieza de ropa que iba y lo hacía ahí. Incluso el finao de mi padre cuando dentró de la Argentina, cuando
recién dentramos de la Argentina el finao de mi padre le compró una máquina a mi madre que eran muy escasas! Así que
ella tenía su máquina para trabajar. Ese tiempo, eran pocas las mujeres que no sabían hacer alguna cosa, entonces a
ella en sus andanzas como había caminado bastante, le habían enseñado otras señoras a hacer muchas cosas” (Entrevista
a Cecilio Olivares s/f)
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46 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

I. ALGUNAS PISTAS SOBRE EL OFICIO TEXTIL EN EL TERRITORIO DE AYSÉN.

Si bien la llegada y asentamiento de los primeros colonos en Aysén vía territorio argentino se produjo a partir
de 1901 aproximadamente, sólo el año 1920 se llega a conocer en la capital del país la realidad de varias
familias concentradas principalmente en los sectores de Coyhaique, Puerto Aysén, Río Ibáñez y Chile Chico.
La visita que realizara el ingeniero José Pomar por mandato del gobierno de la época permitió que los círculos
gobernantes conocieran el estilo de vida duro y autárquico que un grupo importante de colonos desarrollaba
desde hacía años, con relaciones sociales y económicas ligadas al incipiente desarrollo de poblados argentinos
en las provincias de Chubut y Santa Cruz. En fin, con una fuerte influencia cultural trasandina5.

En el ámbito de la indumentaria, esta influencia se hace notar y llegará a constituirse en uno de los principales
referentes descriptivos de la cultura del territorio. En el relato de su visita, Pomar nos entrega antecedentes
generales sobre el modo de vestir de los colonos, principalmente de los hombres que encuentra a su arribo a
la naciente ciudad de Puerto Aysén:

“...la mayoría usaba bombachas y botas y como algunos llevaban cubierta la cabeza con pasamontañas, semejando
turbantes, daban un aspecto exótico al escenario.” (Pomar 1923: 18. El destacado es nuestro)

Actualmente el pasamontañas es una prenda textil incluida en el registro de objetos confeccionados con la
técnica de palillos. Su uso en esos años, nos invita a suponer que el tejido a palillo se practicaba en esa época
en la zona. Esta posibilidad se nos aclarará mucho más, cuando el autor pasa a describir el modo de vestir de
los pobladores del sector continental del territorio (donde actualmente se ubica la ciudad de Coyhaique y
sector rural de Valle Simpson, al suroeste de ésta):

“Usan en la indumentaria el saco (vestón) y las bombachas y cuando no calzan botas sino zapatos, muestran unos
calcetines de lana tejidos a mano que los llevan encima de los pantalones.” (op.cit: 55, el destacado es nuestro)

La descripción es clara, prendas tejidas a mano. Aunque este autor no hace alusión al origen de dichas
prendas, posiblemente porque durante su viaje encontró sólo a los hombres, ya que el resto de las familias
solían pasar los inviernos en poblados argentinos junto a familiares o familias amigas, presumimos que se
trataba de objetos confeccionados por mujeres. La ausencia de referencias a la vestimenta femenina
(posiblemente por la misma razón antes mencionada) deja una suerte de vacío en el intento de pesquisar
sobre la presencia de prendas y complementos asociados a la moda femenina en el territorio.

Como decíamos, en esa época los pobladores aún mantenían estrechos vínculos familiares en Argentina, que
pudieron permitir a las mujeres pasar los inviernos más resguardadas junto a sus hijos, mientras los hombres
cuidaban de la hacienda en el lado chileno. A lo anterior podríamos agregar que la mayor parte de la producción
de lana era transportada a la entrada del otoño, a establecimientos argentinos para su comercialización,
situación que influye significativamente en el acceso a la materia prima por parte de las mujeres, que sólo
deben haber guardado unos pocos vellones para las necesidades del hogar6.

5
El libro de José Pomar La Concesión del Aisén y el Valle Simpson, publicado en 1923, recoge el informe que este
funcionario elevara a sus superiores. Su relato es muy interesante desde el punto de vista etnográfico pues nos describe
muchas facetas de la vida de los colonos que habitaban el territorio que le tocó visitar.
6
En la actualidad es muy común que las familias campesinas destinen la producción de lana, casi en su totalidad a la venta,
por lo que las mujeres apartan sólo algunos vellones de lana (seleccionando los de mejor calidad) para una producción
casera de textiles de uso familiar y para la venta como artesanía.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 47

Llama la atención también, que el autor no haya consignado la presencia de mantas como parte de la indumentaria
masculina, ni textiles asociados al apero de las cabalgaduras que le tocó observar e incluso utilizar. Es posible
que por el objetivo de su cometido funcionario en la zona –verificar el estado de las relaciones entre la
empresa ganadera concesionaria de un vasto territorio y los colonos particulares- este autor haya puesto
atención sólo a las características más llamativas del habitar de la época.

La primera información concreta sobre la actividad textil artesanal en la región, la encontramos en la descripción
que Augusto Grosse hace en 1945 de una de sus expediciones al Lago San Martín, donde una colona del lago
le obsequia algunas prendas tejidas a palillo:

“La dueña de casa me obsequió una chomba y un par de medias de lana, tejidas por ella misma con lana del lago San
Martín. Esta atención tan delicada y cordial me conmueve y se la agradezco sinceramente a la buena señora
Candelaria” (Grosse 1990 (1945): 124)

Algunas páginas más adelante, nos cuenta:

“2 de Mayo.
Candelario [Mancilla] organiza hoy una fiesta. (...). Su señora me trae un atado de lana hilada, producto del San
Martín; Juan me regala una piel de puma.” (Op.cit: 128)

Ambas citas dan clara cuenta de dos actividades características del oficio textil más tradicional: el hilado de
lana y el tejido de punto o palillos. Hubiese sido de sumo interés que el autor citado anotara los implementos
usados, pero podemos decir que es muy probable que se tratara de hilado a mano usando el huso de madera
y el tejido usando palillos también confeccionados con madera.

Ese mismo año, otro autor, Antonio Mansilla, comenzaba a escribir un libro sobre la situación global de la
entonces provincia de Aysén. Este trabajo lo publica al año siguiente y en él podemos encontrar la mención
a la incipiente industria textil instalada por colonos alemanes en la localidad de Puyuhuapi durante los años
treinta:

“En el sector de Río Cisnes, en la zona costera colindante con el canal Puyuhuapi, está establecida desde hace más
o menos unos 8 años, una colonia de ciudadanos alemanes que ocupa una extensión de 3.000 hectáreas, y en donde
se dedican a la industria maderera, la crianza de animales vacunos y a la industria textil.
Mediante el perfeccionamiento de esta última industria han logrado la fabricación de paños al telar que tienen
gran demanda en la zona y aún en las zonas de Puerto Montt y Osorno.” (Mansilla 1946: 35-36)

En otro pasaje de su obra, Mansilla afirma:

“Las industrias caseras, que tanta importancia han adquirido en los últimos años, tienen también en Aysén un
medio adecuado para desarrollarse, especialmente la de tejidos al telar, confección de choapinos, juguetes de
madera, talabartería.
En las largas veladas invernales del puesto solitario, el colono y su familia, entretendrían las horas en trabajos
lucrativos, de fácil colocación dentro de la misma provincia.
Los que conocen la vida en las estancias y colonias, de la región, saben del tedio que se apodera del espíritu cuando
los caminos están bloqueados por la nieve o la lluvia cae sin descanso durante noches y días. Hasta allí debe
llevarse la industria casera, como un factor de progreso y un lenitivo al mismo tiempo para la tristeza de los
solitarios de la montaña” (Op. cit.)
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48 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Este pasaje resulta sumamente interesante pues no solo se reconoce a la textilería y otros oficios artesanales
como actividades tradicionales y en auge, sino que además se efectúa una recomendación de corte político:
incentivar su proliferación con el fin de paliar las duras condiciones de vida y aumentar la actividad económica
en las zonas rurales de la joven provincia.

El año 1947 el diario regional Suraysen, en su edición de febrero, nos entrega una noticia interesante que va
en el mismo sentido que la propuesta de Mansilla. En el marco de la cobertura periodística de la Feria
Regional Ganadera celebrada el mes anterior (enero) el periódico publica una nota en la que encontramos la
siguiente apreciación:

“La mayor parte de los colonos ayseninos, provenientes de las provincias de Cautín, Valdivia, Llanquihue y Chiloé,
aprendieron en sus hogares paternos algunas de las pequeñas industrias caseras como los telares y tejidos en
general, sin embargo acá, esta industria tampoco ha tenido el auge que sería de esperar. Nuestro hombre de campo
debe ser estimulado en ese sentido. Hay que librar una batalla sin desmayo para llevar la pequeña industria hasta
cada hogar aysenino. Las largas noches invernales y la fácil obtención de la lana, hacen que la industria casera de
los tejidos pueda alcanzar también en un futuro próximo (su) desarrollo.” (Diario Suraysen, N° 2, febrero
1947)

Hasta aquí las referencias escritas de la primera mitad del siglo XX sobre la textilería en la región. Si bien no
resulta muy abundante, es el inicio de una indagación mayor que debemos complementar en los próximos
trabajos con referencias orales y otros textos y documentos escritos aún no consultados.

Los diversos estudios sobre la artesanía chilena realizados entre los años sesenta y setenta no hacen mención
a la actividad textil en Aysén (Sercotec 1964; Danemann 1975; Plath 1979). A fines de los años setenta, en
un estudio elaborado por la Universidad de Chile sobre las artesanías rurales practicadas en el país, se
presenta un cuadro donde aparece mencionada la actividad textil de la región circunscrita a las localidades de
Chile Chico, Cochrane, Puerto Cisnes y Puerto Ibáñez. Los principales productos elaborados serían mantas,
peleras y frazadas (Pérez 1978). En un documento de 1988, elaborado por SERCOTEC, ya se menciona la
textilería como el rubro artesanal predominante en la región con producción de medias, frazadas, mantas,
suéteres y gorros.

Podemos apreciar entonces que este oficio ya se reconoce en diversas localidades y sus técnicas principales
son el tejido a telar y el tejido a palillo, además del hilado y preparación de la materia prima mediante la
técnica tradicional, el huso de madera.

Los antecedentes más completos hasta ahora sobre la actividad textil en la región se encuentran en un estudio
realizado el año 1996 sobre la artesanía de Aysén. Según el informe de esta investigación, la actividad textil
es practicada exclusivamente por mujeres, aunque los hombres participan en la confección de implementos y
herramientas. Su localización territorial sería extensa, encontrándose hilanderas y tejedoras en casi todas las
comunas que fueron catastradas. Se describen también las técnicas de hilado y tejido, los principales productos
elaborados y los instrumentos utilizados (Willson et al. 1996: 46-47).

Ese mismo año, se publica un libro sobre costumbres regionales en el que encontramos un apartado dedicado
al análisis comparativo del telar utilizado en Aysén con el telar chilote y mapuche (Galindo 1996: 81-88). El
análisis que este autor nos entrega resulta de sumo interés para conocer aspectos y detalles de la textilería
regional. Sin embargo, el área geográfica a la que está referida la información etnográfica es muy restringida,
impidiendo a nuestro juicio efectuar generalizaciones para toda la región. Lo anterior por cuanto nuestras
propias indagaciones etnográficas nos han permitido recoger antecedentes sobre el uso de telares de origen
chilote, mapuche, campesino e incluso telares mecanizados, lo que demuestra así una gran diversidad material
que sobrepasa la existencia de un “telar aisenino”.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 49

Los antecedentes bibliográficos expuestos nos entregan un panorama general en torno a la textilería en Aysén,
pero también nos han sugerido varias interrogantes: ¿Los tejidos que utilizaron los primeros colonos, eran
confeccionados por ellos o eran adquiridos en Argentina al igual que el resto de la indumentaria? La textilería
tanto a telar como a palillos, ¿estaba en manos de unas pocas especialistas que trabajaban por encargo o era
una actividad extendida entre las mujeres?

2. LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA TEXTILERÍA EN AYSÉN. LOS ANTECEDENTES


ETNOGRÁFICOS.

Los datos recopilados en terreno, desde el año 1998 a la fecha, aunque han sido generales, principalmente
porque las campañas de recolección de información se han efectuado en momentos libres durante el desarrollo
de otras actividades profesionales. No obstante esta dificultad he recabado información que me permite
enunciar la siguiente hipótesis de trabajo: la textilería de la región debe ser entendida como un encuentro y
diálogo de tradiciones textiles diversas en origen y desarrollo. En primer lugar es posible afirmar que la
textilería aún es practicada en casi todas las localidades de la región, rurales y urbanas, incluyendo los poblados
ubicados en el área litoral. Además sigue siendo una actividad practicada solamente por mujeres y los hombres
mantienen su rol de apoyo en la confección de implementos textiles. Sin embargo, en algunas localidades
hemos encontrado referencias a una práctica textil masculina, pero muy relacionada con el ámbito familiar.

Se pueden distinguir claramente tres líneas productivas: el hilado, es decir la elaboración del material necesario
para tejer; el tejido a palillo y el tejido a telar. La mayor parte de las veces son practicadas indistintamente por
las artesanas, según las necesidades de vestimenta o complementos para los miembros de la familia (calcetas,
chombas, mantas, aperos), o según los requerimientos del mercado. La materia prima más utilizada es la lana
de oveja, hilada a mano –en huso y/o rueca, teñida con vegetales o anilinas. Hemos podido constatar también
que se encuentra muy difundido el uso de lana acrílica principalmente por la amplia posibilidad de acceso a
colores fuertes, que en la tradición estética artesanal se hacen muy necesarios para la confección de varias
prendas textiles (maletas o prevenciones, mantas, calcetas, peleras).

En algunas localidades (ej. Puerto Ibáñez, Villa Cerro Castillo) donde la anilina fue conocida y ampliamente
utilizada desde hace décadas7, la lana acrílica comenzó a ser utilizada una vez que el acceso a la tinturas se vio
interrumpido por el cierre del negocio que las proveía.

A partir de los años noventa, se comenzó a difundir lentamente entre las artesanas la fibra de alpaca, que llega
a la región producto de iniciativas de introducción y crianza de alpaca de índole privado y público8.

3. VERTIENTES POSIBLES DE INVESTIGACIÓN.

Todas las preguntas surgidas a partir de la revisión de la bibliografía, así como también las interrogantes que
nos plantea la experiencia en terreno, pueden ser abordadas a partir de diversos enfoques.

Uno de ellos debería considerar la recopilación de testimonios orales (aún hoy es posible encontrar personas
pertenecientes a la segunda generación de poblamiento –aquellas personas que fueron los hijos/as pequeños

7
Artesanas de esta zona nos han referido la compra de anilinas de origen alemán hasta la década del sesenta en el emporio
o pulpería que manejaba en Puerto Ibáñez un poblador alemán.
8
En el ámbito privado destaca el esfuerzo de una familia empresaria en el sector Arroyo El Gato, comuna de Coyhaique,
mientras que en el ámbito público ha sido el INIA la institución promotora de la crianza de estos camélidos en Aysén.
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50 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

de los primeros colonos-), la recopilación de fotografías de época, el catastro de textiles etnográficos (fichaje
y fotografías).

Este trabajo debiera focalizarse en dos áreas específicas por representar los sectores de más antiguo
poblamiento y donde es posible encontrar familias de ascendencia mapuche, chilota y criolla. Ellos son el
sector del Valle Simpson (no solamente restringido a la localidad que lleva este nombre sino que a toda la
extensión del valle así denominado) y la cuenca del Río Ibáñez, desde su curso superior hasta su desembocadura,
lo que incluye las localidades de Villa Cerro Castillo, Puerto Ibáñez y sectores rurales cercanos. Es factible
también comenzar una línea de investigación que centre su atención en la descripción y análisis de textiles
etnográficos previamente identificados en diferentes zonas del territorio de Aysén, con la idea de determinar
patrones de diseño, forma, color y función.

Otra posible vertiente de investigación sería trabajar con tejedoras de diferentes sectores de la región, con el
fin de efectuar una descripción cabal de su trabajo, para realizar posteriormente una comparación entre ellas.

El recorrido es largo y azaroso, se interrumpe con los fríos del invierno, pero cada primavera se reanuda. En
cierta medida lo hemos comenzado al encontrarnos un día de marzo del 2000 con un hermoso textil cuya
antigüedad -según sus propietarios- era de unos cuarenta años, al que denominaban “matra” y que fuera
confeccionado junto a otros de similares características por una artesana textil que antes de morir quería dejar
una “matra” como recuerdo a cada uno de sus hijos...

BIBLIOGRAFÍA
——————— 1947. Diario Suraysén, N° 2

Dannemann, Manuel. 1975. Artesanía Chilena. Ed. Nacional Gabriela Mistral, Santiago.

Galindo, Leonel. 1996. Aisén, Voces y Costumbres. Ediciones Orígenes, Santiago.

Grosse, Juan A. 1986. Expediciones en a Patagonia Occidental. Hacia la Carretera Austral. Editorial
Andrés Bello, Santiago.

Mansilla, Antonio. 1946. Chile Austral (Aysén). IGM, Santiago.

Mansilla, José. 1998. “Don Octavio Hernández: testimonio de vida en Mallín Grande, Undécima
región”. Universidad de Los Lagos. Coyhaique.

Pérez, Amalia. 1978. Artesanías rurales por regiones. Boletín de la serie de desarrollo rural,
Facultad de Agronomía, Universidad de Chile, n° 13, Santiago.

Plath, Oreste. 1979. Regionalización de las artes populares chilenas. Universidad de Concepción,
Atenea 436: 169-237

Pomar, José. 1923. La Concesión del Aisén y el Valle Simpson. Imprenta Cervantes, Santiago.

Sercotec. 1964. Encuesta del Artesanado Popular Chileno. Santiago

Willson, et.al. 1996. Estudio Prospectivo para el Desarrollo de Productos Artesanales como Oferta
Turística en la XI Región. Informe final. Cedem-Sercotec XI Región.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 51

LA RANCHERA AYSENINA,
UNA DANZA DE CUATRO SIGLOS

Ricardo E. Ortiz Barría.


Periodista e investigador de la
música popular y folclórica
chilenas.

INTRODUCCIÓN

La ranchera criolla o rioplatense, considerada hoy por hoy como la danza tradicional más representativa de la
XI región de Aysén, cuenta con una larga historia cuyos inicios se remontan al siglo XVI en Europa occidental,
en el palatinado de Masovia Polonia, de donde toma el nombre de Masuriana o Mazurca, luego durante el
siglo XVII se introduce primero en Alemania y posteriormente en París, Francia, lugar desde donde se extiende
a todo el mundo. A nuestro continente arribará a mediados del siglo XIX, a través del Río de la Plata
(Uruguay y Argentina), desplazándose tiempo después desde los salones hacia las provincias del interior
dando inicio, entonces, a su proceso de folclorización. Hacia fines de la segunda década del siglo XX y
habiendo retornado desde el campo a las ciudades, se produce el interés por parte de conocidas casas
editoriales y fonográficas, principalmente de Buenos Aires, Argentina, de transformar las tradicionales mazurcas
en un producto comercial bajo la denominación de Ranchera, comienzan así a circular a través de victrolas y
discos de 78 Rpm por los más apartados rincones de Argentina, Uruguay y Chile, cientos de rancheras,
algunas de las cuales se arraigan profundamente en el alma popular.

DE LA MAZURCA A LA RANCHERA

Uno de los mas importantes musicólogos sudamericanos, el uruguayo Lauro Ayestarán consigna en su obra
“El folklore musical uruguayo” (1), uno de los más documentados estudios referidos a los orígenes de La
Ranchera, en el nos refiere: “Surge en el siglo XVI en el palatinado de Masovia Polonia de donde toma el
nombre de Masuriana o Mazurca, en sus comienzos es una canción danzada en forma coral y dos siglos mas
tarde se extiende a Rusia y Alemania por obra de los repartos que sufriera el país mártir. Alrededor de 1750
Augusto III Elector de Sajonia y Rey de Polonia la introduce en Alemania dándole gran prestigio. Sin embargo
recién a mediados del siglo pasado (se refiere al siglo XIX) llega a París y esta capital la extiende por todo el
mundo como danza de pareja tomada enlazada al igual que la Polca y el Chotis con quienes forma una
generación común. La fecha de irradiación de la Mazurca se fija en París en 1845. Efectivamente: El 12 de
Febrero de 1851 aparece en el “Comercio de La Plata” de Montevideo el siguiente aviso:

“M. Raoul Legout. Llegado de París últimamente, acuerda, iguala, repara y deja como nuevos toda especie de
pianos a precios muy moderados. A venta: un magnífico piano vertical de palisandro de tres cuerdas y siete octavas;
es de gran poder de sonoridad y de la mas elegante forma. Cuadrillas, valses, polkas, mazurcas, redowas y schotises
nuevos a dos y cuatro manos.”
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52 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Respecto a la transformación de La Mazurca en Ranchera el mismo autor nos refiere lo siguiente:

“La Mazurca penetra en el campo en la segunda mitad del siglo XIX y se convierte junto a la Polca, La Habanera o
danza y el vals en una especie acriollada. Pierde algunas de sus características y en la actualidad desaparecida
como danza de salón, su música se ha convertido en una expresión folklorizada. Hace unos treinta años (se refiere
a la década del 20) aproximadamente se le cambia el nombre de Mazurca por el de Ranchera. Esta sustitución
realizada en los ambientes ciudadanos con fines de explotación comercial por parte de varias editoriales de música
le da a la historia un efímero lustre en el medio rioplatense”.

También el gran musicólogo argentino Carlos Vega, concuerda con su par uruguayo, es así como en su obra
“Panorama de la música popular argentina”(2) nos refiere otros valiosos antecedentes históricos:

“Hacia 1850 arraigan en Buenos Aires dos danzas que París toma de Bohemia y de Polonia: la Polca y la Mazurca.
No viene con ellas ni un millón de franceses, ni un millón de bohemios, ni un millón de polacos llegan solas. Al cabo
de cincuenta años, en tanto mueren como sus portadores las danzas folklóricas italianas y españolas, la Polca y la
Mazurca han pasado a las ciudades menores, han penetrado hasta la última aldea y ahora son danzas folklóricas
argentinas”(2) .

También en la citada obra en las págs. 257 y 258 en el capítulo referido al Cancionero Criollo Oriental, el
autor nos entrega un importante antecedente de carácter organológico, al respecto nos refiere:

“...el vals, la mazurca y el chotis fueron aceptados en la zona oriental más o menos como llegaron, se acordeonizaron
enseguida. La mazurca abandonada por los salones y a punto de extinguirse en la campaña, es acogida por una de
las organizaciones que explotan comercialmente el canto popular y lanzada de nuevo por la capital con el nombre
de Ranchera. Con otros temas de la creación urbana, vibra la mazurca otra vez con sus congéneres agónicas”(2)
.

LA MAZURCA EN CHILE

La mazurca también se desplazó a Chile a mediados del siglo XIX, al respecto el investigador Sr. Ramón
Andreu Ricart (3) nos entrega la siguiente información:

“La mazurca danza de pareja tomada en compás de ¾. Aparece en Chile poco después de la polka a mediados del
siglo XIX. Esta danza de ejecución lenta y precisa se caracteriza por el golpe del pie en toda la planta del suelo y
luego el golpe del talón contra el otro pie. Los bailarines realizaban figuras con los brazos. Muy populares eran la
Mazurca Polonesa y la híbrida Polka Mazurca”(3).

El mismo autor citado precedentemente en otro interesante trabajo referido a “Las Estudiantinas
Chilenas”(4) nos refiere que, entre quienes contribuyeron efectivamente a la difusión de la mazurca a fines
del siglo XIX destaca la estudiantina española Fígaro, quienes se presentaron por primera vez en nuestro
territorio en 1884 en el puerto de Iquique, dentro de su vasto repertorio incluyeron las mazurcas:
Hamburgo(Granados), Un beso(Chapi) y Granadina(Caro).
Gracias a prestigiosas casas editoras de música de la época como: Casa Amarilla, Casa Wagner y Casa
Calvetty, se distribuyeron a lo largo de nuestro país numerosas partituras para piano, con un amplio repertorio
de mazurcas primero y posteriormente de rancheras.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 53

La mazurca mantuvo su vigencia en los salones de nuestro país hasta muy entrado el siglo XX, desplazándose
también a las provincias, desde donde gracias a procesos de transmisión oral, lograron conservarse en la
memoria de numerosas familias, desde donde gracias al valioso trabajo de informantes y recopiladores ha
sido posible rescatar parte de su extenso repertorio.

Numerosos son los intérpretes (solistas y grupos de proyección folclórica) que durante la primera mitad del
siglo XX y hasta nuestros días han incluido diversas mazurcas en su repertorio, entre ellos debemos nombrar
a: Violeta Parra, Estela Loyola, Margot Loyola, Diómedes Valenzuela y René Inostroza, entre los conjuntos
de proyección debemos mencionar a: la Agrupación folclórica chilena de Raquel Barros, Cuncumen, Ancahual,
Palomar, Rauquén, Graneros, Almendral de Valparaíso y Ecos de antaño entre otros.

LA DÉCADA DEL 30. LOS DISCOS 78 Y LAS ORQUESTAS TÍPICAS.

Los años 30 durante el siglo XX, fueron sin duda alguna, la década de mayor auge de la ranchera. Fonógrafos
y victrolas acompañaron en los más apartados lugares de Argentina, Uruguay y Chile, fiestas familiares,
términos de faenas en los campos y los breves descansos cotidianos de hombres y mujeres.

En la ciudad de Buenos Aires, Argentina, por entonces el epicentro de la actividad artística en Sudamérica, las
casas editoriales y las compañías grabadoras, buscaban afanosamente nuevas propuestas musicales para
satisfacer la gran demanda de partituras y de aquellos frágiles discos de 78 Rpm (revoluciones por minuto)
que con un tema por faz, eran ávidamente requeridos por el público tanto de Argentina como de los países
limítrofes. Al respecto es necesario recordar que, en Santiago de Chile recién comenzaron a prensarse discos
en 1927(5) (Víctor y Odeón), motivo por el cual el comercio establecido para satisfacer sus demandas,
importaba existencias desde el país trasandino.

El tango y la Milonga, ritmos predominantes en las grandes ciudades, dan temporalmente paso al shimmy, al
foxtrot, el pasodoble y la ranchera. Los más importantes intérpretes de la época, tanto solistas femeninos,
masculinos y las orquestas denominadas típicas incluyeron la ranchera en sus repertorios, era sin duda alguna
el auge del género.

Las orquestas típicas surgen en Buenos Aires hacia 1911, como consecuencia de dos hechos que contribuyeron
significativamente a su nacimiento. El célebre bandoneonista Vicente Greco se unía al violinista uruguayo
Francisco Canaro y, por otra parte la casa Tagini que iniciaba la industria del disco, los contrató para sus
primeras grabaciones.

Fue el propio Vicente Greco, conocido por el apodo de “Garrote”, quien hurgó en su mente hasta encontrar
la denominación ideal para su conjunto, lo llamó “Orquesta típica criolla”, nombre con el que lograba dar
tanto la sensación de importancia y seriedad que implica musicalmente el término orquesta, como el sabor a
lo nacional a que hacen referencia las palabras “Típica” y “Criolla”. De esta forma nació la denominación de
“Orquesta típica criolla”. Aun cuando la palabra “criolla” quedó pronto olvidada (6).

En sus comienzos, las orquestas típicas estaban conformadas por bandoneones, piano, violines y flauta, el
maestro Francisco Canaro incorporó también en algunas de sus agrupaciones como el “Quinteto Pirincho”, el
clarinete.
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54 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Las interpretaciones de la ranchera en la época en referencia, fueron preferentemente instrumentales, los


cantantes (damas y varones) que participaban en las diferentes agrupaciones, no cumplían en la mayoría de
los casos roles de solistas, la modalidad entonces en boga recibió la denominación de “Estribillistas”, es decir
su participación sólo se limitaba a intervenir en los estribillos (verso o versos que se repiten al fin de cada
estrofa en algunas composiciones), usual resultaba por entonces encontrar en discos de 78 Rpm rancheras
bajo las siguientes denominaciones:

“LA GAUCHA PETRONA” (Mario Raba- Enrique Delfino) -con estribillo- Adolfo Carabelli y su orquesta.

“AURA QUE NO VE LA VIEJA” (Víctor Pontino-José González Castillo)-Ranchera con estribillo-


Francisco Canaro y su Orquesta Típica.

En 1928 tuvo lugar en Buenos Aires, un hecho que años más tarde tendría una insospechada trascendencia,
en la XI región de Aysén, el destacado cantor, guitarrista, autor y compositor uruguayo Francisco Brancatti,
decide ante la insistencia de una por entonces casi desconocida intérprete, entregar a la Compañía de discos
Víctor un texto de su autoría, el cual por pedido de la referida compañía fonográfica, es musicalizado por un
modesto empleado de la misma, cuyo nombre fue Carlos F. Bravo, se trataba de la ranchera “MATE
AMARGO”, y su intérprete original fue nada menos que la gran Libertad Lamarque.

Entre los solistas que grabaron rancheras durante la década del 30 se cuentan entre otros a Carlos Gardel,
Agustín Magaldi, Charlo y Hugo del Carril; entre las damas debemos mencionar a Tita Merello, Mercedes
Simone, Ada Falcon y la ya mencionada Libertad Lamarque.

Entre las más importantes orquestas que incluyeron rancheras en sus repertorios debemos mencionar a:
Francisco Canaro y su Orquesta Típica, Francisco Lomuto y su Orquesta Típica, Osvaldo Fresedo y su
Orquesta, Enrique Rodríguez y su Orquesta Típica, Orquesta Típica Víctor, Orquesta Típica Argentina, Adolfo
Carabelli y su Orquesta, Miguel Caló y su Orquesta, Feliciano Brunelli y su Orquesta característica, etc.

En 1932 el bandoneonista, compositor y recopilador Rafael Rossi (Bs. As. 30-12-1896 24-12-1982) luego
de integrar las orquestas de Juan Maglio “Pacho”, Francisco Canaro, Emilio de Caro y Roberto Firpo,
decide crear una orquesta de música criolla para la danza, en cuyo repertorio alternaban tangos, milongas,
rancheras, zambas, cuecas, pasodobles, fox-trots y polcas (7). Gran popularidad alcanzaron en la región de
Aysén sus versiones de “Debajo del Parral” o “Ranchera de Rilán” y “Mate Amargo”.

LA DÉCADA DEL 30 EN CHILE

La década del 30 en Chile, representa sin duda alguna la época de mayor esplendor de la bohemia y la vida
artística especialmente en las ciudades de Santiago y Valparaíso.

Las orquestas típicas, quintetos, cuartetos, tríos, solistas etc., contaban por entonces con una variada oferta
de locales el los cuales desarrollar sus actividades artísticas, entre otros podemos mencionar: “El Embassy”,
“El Moulin Rouge” y las quintas de recreo “El Rosedal”, “Las Higueras” y “La Glorieta” esta última de
propiedad del bandoneonista argentino Angel Capriolo (8).
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 55

También a comienzos de la década del 30, pasa a formar parte del elenco de la filial chilena de la Compañía
de discos Víctor, el considerado bandoneón mayor de Chile, el músico porteño Porfirio Díaz Parra (Valparaíso
1912 - Santiago 1993), el maestro Díaz compuso entre muchos otros temas, la música de “Viejo Lobo
Chilote”(conocido también como “El Lobo Chilote”, vals grabado por primera vez en 1943 por el propio
Díaz teniendo como solista al malogrado intérprete nacional Jorge Abril (padre) y el “Himno a Chiloé”, los
textos (letras) de ambos temas corresponden a la autoría del chilote Manuel Andrade Bórquez.

El maestro Díaz grabó innumerables rancheras, al reverso de su primera grabación “A la Huaicachina” registró
la ranchera titulada “Chilenita”, posteriormente al reverso del vals “Anita” registró la ranchera “Mosquita
muerta” (9); en 1943 al reverso del popularísimo vals de Gamelin Guerra “Mejillones” registró la ranchera de
Mercedes Orrego “Ojitos de Carbón”.

Durante la década del 30 surgieron también importantes intérpretes que incursionaron en la ranchera, uno de
los de mayor éxito fue Pepe Aguirre considerado el más grande intérprete chileno de tangos del siglo XX,
también debemos destacar al violinista director de orquesta y cantante Armando Bonasco y al ya nombrado
Jorge Abril (padre), entre las damas que grabaron rancheras destacó entre otras Dolores Santelmo.

Grandes autores nacionales escribieron y compusieron rancheras durante este periodo: Luis Aguirre Pinto,
Armando Carrera, Fernando Lecaros, Carlos Ulloa Díaz y el ya nombrado Porfirio Díaz, entre otros.

En los años 40 y comienzos de la década del 50, otros importantes intérpretes grabaron también rancheras,
entre otros debemos nombrar a : “Los Cuatro Huasos”, “Segundo Zamora y su orquesta”, Alicia López y
“Los Hermanos Lagos”. En 1946 el dúo “Bascuñán Riquelme” grabó la ranchera de Natalio Sedini y Luis
Gómez “Rancherita de mi tierra”, la cual fue incluida recientemente en el interesante trabajo de investigación
llevado a cabo por el Dr. en Musicología Juan Pablo González Rodríguez que se tradujo primero en la
publicación de un CD titulado “Historia de la Música Sonora de la Música Popular en Chile 1920-
1950” y posteriormente en la edición del libro en coautoría con el historiador Claudio Rolle “Historia Social
de la Música Popular en Chile 1890-1950” (10), en consideración a su importancia, reproduciremos la
presentación que el prestigioso académico realizó de la ranchera en referencia:

“Desde comienzos de la década de 1930, en pleno auge de la ranchera argentina, aparecen referencias a éste
género en el centro y sur de Chile, especialmente en la región de Aysén, a través de la oferta discográfica y de
partituras y de las actuaciones de conjuntos chilenos. El cultivo de la ranchera continuará creciendo durante la
década de 1940, y un dúo típico de la tonada y la cueca chilena, el Dúo Bascuñan Riquelme, incorporará con
normalidad la ranchera a su formato de acordeón, guitarra y canto por terceras dándole su acento chileno. Las
referencias que hace el texto de “Rancherita de mi tierra” a la propia ranchera serán recurrentes en las rancheras
que se compongan en Aysén”.

LA RANCHERA EN AYSEN.

Desde muy antigua data el cultivo de la ranchera en la XI región de Aysén está directamente vinculado a la
natural asimilación de formas y costumbres traídas por los primeros colonizadores. El territorio de Aysén en
su sector denominado continental comenzó a poblarse durante las primeras dos décadas del siglo XX, y sus
primeros habitantes “los que llegaron primero”, provenían mayoritariamente desde territorio argentino, país
en donde en mucho de los casos residieron por lagos años, trayendo como consecuencia natural un cúmulo
de costumbres, vestuarios y alimentación propias del país hermano, todas las cuales en un proceso natural,
libre y espontáneo, se incorporaron al acervo cultural de toda la región.
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56 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Diversos escritores y cronistas de la época, retrataron las formas y costumbres propias del territorio argentino
adoptadas por los primeros pobladores, el novelista Alberto Romero (autor entre otras obras de “La Viuda
del Conventillo”) en su libro “La Novela de un perseguido” (11) que narra la relegación de la que fue objeto
en Puerto Aysén, durante el primer gobierno de Carlos Ibáñez Del Campo en 1928:

“En esta tierra de gitanería, abunda un tipo de criollo argentinizado que baja del interior con bombacha, boina
vasca y habla cantarina. El churrasco y el mate son hábitos en este territorio. A la puerta de cada rancho hay
dispuestos un mate y yerba para los viandantes”.

Ocho años antes el Ingeniero José M. Pomar en su libro “La Concesión del Aisén y el valle Simpson”
(notas y recuerdos de un viaje de inspección en mayo y Junio de 1920) (12) realiza una detallada descripción
de los usos y costumbres de los colonos provenientes desde Argentina:

“Los pobladores del Valle Simpson son casi todos chilenos en su mayoría repatriados de Argentina, a los que se han
agregado algunos ex-empleados de la S.I.A. [Sociedad Industrial del Aysén]. Mis observaciones sobre sus costumbres
pueden condensarse así: Quién llega por primera vez al valle Simpson se asombra de encontrarse en medio de una
atmósfera completamente argentina pisando suelo chileno. No sólo los años de permanencia de los pobladores en
los territorios argentinos de la Patagonia les han dado un barniz gauchesco revelado en sus costumbres…” (12).

No fue fácil para los primeros colonos y también para sus primeras descendencias, el que se aceptara como
natural y propio el influjo argentino. Por el contrario, durante décadas se levantaron voces reclamando la
“chilenización” de la Patagonia, entendiendo como tal el introducir de cualquier forma los usos y costumbres
de la zona central del país, en la errónea creencia de que aquellos que llegaron primero, pese a las costumbres
“foráneas” adoptadas no podían igualmente sentirse chilenos.

En 1946 el cronista Antonio Mansilla Ruiz (13) señalaba lo siguiente:

“La dependencia de Argentina a que está obligada esta región impone a los pobladores la necesidad de vender sus
productos en ese país y abastecerse de víveres, vestuario, y herramientas en el mismo mercado. Los artículos de
procedencia nacional son desconocidos, y esta circunstancia ha influido también en los hábitos y costumbres que
son iguales a los de la Patagonia Argentina, desde el modo de vestir hasta el lenguaje gauchesco, plagado de
modismos y locuciones advenedizas”

Como es de suponer tampoco los cultores regionales han estado exentos de críticas y cuestionamientos
por las influencias “gauchescas” en sus repertorios, un claro ejemplo de ello lo constituye Miguel Peña
Araneda conocido en la región como “Trovero Sur”, quien con singular acierto desarrolla una poesía
popular de carácter contestatario, de la cual reproduciremos a continuación parcialmente su poema “Poetas
sin titulares” (14)

“Para nadie es novedad


hay una influencia de afuera
del otro lado de la frontera
desde la pampa argentina;
allá en el Norte es la misma
cachimbo y cueca andina
que parecen marinera.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 57

Me parece no está bien


que quienes vienen de afuera
nos impongan su manera
pa’ cantarle a nuestro Aysén
y pensar que no está bien
escribir una ranchera
todo el que escribe se esmera
en escribir otra cosa
cuartetas por refalosas
sirillas o trastraseras
cachimbo de las salitreras
pericona u otras cosas. “

_______________________________________

NOTAS Y FUENTES:
Antecedentes que dan cuenta de la existencia de Estudiantinas a comienzos de la década del 30 en la ciudad de Puerto
Aysén, fueron entregados por el autor, al notable investigador Ramón Andreu Ricart quien los incluyó en su libro
Estudiantinas Chilenas, Origen, desarrollo y vigencia ( 1884 – 1955) . Stgo. Fondart 1994.-
1.- Ayestarán Lauro. El folklore musical uruguayo Arca- Montevideo Uruguay 1967.-
2.- Vega Carlos. Panorama de la música popular argentina. Edit. Losada S.A. Buenos Aires 1944.-
2.- Op. Cit. . Pág. 1 N° 2
3.- Andreu Ricart Ramón. “La danza de salón en Chile breve visión panorámica” en “Apuntes” Vol. II Taller de Cultura
Tradicional para la docencia , Santiago, 1993.-
4.- Andreu Ricart Ramón. “Estudiantinas Chilenas, breve síntesis de su vigencia histórica” en “Apuntes” Vol. 1, Taller
de Cultura Tradicional para la docencia, Santiago, 1993.-
5.- Astica Juan, Carlos Martínez, Paulina Sanhueza. Los Discos 78 de Música Popular Chilena, Santiago, Fondart, 1997.-
6.- Revista “SUCESOS” N° 4. “La historia del Tango” Zig-Zag , Santiago, 1967
7.- Portorrico, Emilio Pedro. Diccionario Biográfico de la Música Argentina de raíz Folklórica, Buenos Aires,
Argentina, 1997.-
8.- Revista “El Musiquero”. Año IV N° 63 Santiago, 1968.-
9.- Catálogo de Discos Víctor. Imprenta Universo, Santiago, 1940.-
10.- González Juan Pablo, Rolle Claudio. Historia Social de la Música Popular en Chile 1890-1950, Ediciones de la
U. Católica, Santiago, 2003.-
11.- Romero Alberto. La Novela de un perseguido, Editorial Nascimiento, Santiago, 1931.-
12,- Pomar M. José. La Concesión del Aisén y el Valle Simpson, Imprenta Cervantes, Santiago, 1923.
12.- Op. Cit. Pág. 55
13.- Mansilla Ruiz Antonio. Chile Austral (Aysén), Instituto Geográfico Militar, Santiago, 1946
14.- Aysén Poesía y Tradición. Poetas populares de la XI región, colección Aisthesis N° 5 Facultad de Filosofía, U.
Católica, Santiago, 1987, Págs. 90 y 91.-
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58 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

LOS PUEBLOS ORIGINARIOS (HISTÓRICOS) EN EL


DEPARTAMENTO RÍO SENGUER, SUROESTE DEL
CHUBUT

Alejandro Aguado.
Investigador de la historia del Chubut,
Comodoro Rivadavia, Argentina.

El presente texto, es un resumen del capítulo III del libro “La colonización del oeste de la Patagonia
central. Departamento Río Senguer, Chubut, 1890-1919”. Aborda y analiza el devenir histórico de los
pueblos indígenas originarios y establecidos en el suroeste del Chubut.

La región del Departamento Río Senguer no ha sido estudiada en profundidad por los arqueólogos, y recién
en la actualidad está siendo abordada por diversos equipos científicos procedentes de varias Universidades e
instituciones científicas de Argentina, nacionales y regionales. Pese a ello, se han estudiado algunos enterratorios
(las tumbas denominadas “chenques”), se sabe de la existencia de áreas de entierros y de diversos yacimientos
arqueológicos dispersos por todo el territorio. Asimismo, se han relevado numerosos sitios que contienen arte
rupestre, pinturas y grabados1.

El arte rupestre encontrado en la región, corresponde a dos de los siete estilos clasificados en Patagonia (el
más antiguo, de manos en negativos, se remonta a nueve mil años atrás). Corresponde a los estilos de
Grabados (siluetas de animales y diversos motivos grabados en piedras) y Grecas (estilo de pintura geométrica),
nacidos al menos 3 mil y 1.600 años atrás, respectivamente (Gradín, 1983a, 1983b). En un solo caso, en
alero de Las Manos Pintadas, se encuentran manos en negativos, el estilo más antiguo. El estilo de Grecas
puede ser asociado directamente a los tehuelches, ya que lo utilizaban para adornar sus quillangos (mantos de
cuero de guanaco, zorrino, etc.) (Echeverría: 1994; Caviglia: 2002), el interior de sus toldos, las figuras con
que ilustraban sus naipes confeccionados en cuero (Martinic, Mateo, 1987:1995), en la alfarería autóctona y
en placas de piedra (Gradín, 1983b).

Las dataciones más antiguas de poblamiento humano prehistórico en la región proceden de Chile, de la cueva
Baño Nuevo (situada a escasos kilómetros del área argentina de El Coyte), donde se encontraron cinco
esqueletos humanos cuya antigüedad se remonta a 9.000 años atrás (son los restos óseos humanos más

1
En aleros que se encuentran en inmediaciones del curso medio del Río Mayo (estancia Dasovich), en el río Guenguel
(estancia Los Libres, a 10 kilómetros al sur de Río Mayo), en El Dobladero (al pie de sierra Nevada, inmediaciones del
pueblo Facundo), en Pintada de Comalai (en sierra de San Bernardo, en confluencia de los ríos Mayo y Senguer), en cerro
Shequen –pinturas Geométricas de 1.300 años AP- (en curso medio arroyo Genoa), y el alero de Las Manos Pintadas – de
2.600 años AP- (en sierra de San Bernardo) (Gradin, 1989), yacimiento arqueológico Puesto Blanco –pinturas geométricas,
grabados, etc- (farellón arcilloso situado a 10 kilómetros al oeste de la localidad Río Mayo) (Arrigoni, 1996), en rocas
erráticas (enormes bloques transportados y depositados por los glaciares) dispuestas al sur del valle del Lago Blanco, en
el campo Ayeleff (sierra Nevada) y en Los Manantiales (sierra de San Bernardo).
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 59

antiguos encontrados hasta el momento en la Patagonia). Dicha cueva fue ocupada por períodos breves de
tiempo, por grupos de cazadores-recolectores provenientes de la actual Patagonia argentina. Fue abandonada
1.000 años antes del presente (Mena; Lucero; Reyes; Trejo; Velásquez: 2000). También en Chile, en el
paraje Punta del Monte (en la región vecina Aldea Beleiro-El Coyte, inmediato a la frontera), se encontraron
vestigios de ocupación humana que se remontan a 2.500 años atrás: talleres líticos -”picaderos”- y arte
rupestre (comunicación personal del arqueólogo chileno Francisco Mena).

Se sabe con certeza que en tiempos históricos (1869 en adelante) fue territorio tehuelche, de dos de las
cuatro parcialidades tehuelches, los Chehuache kenk y los Metcharnuekenk2 (éstos últimos luego
autodenominados Aóni kenk –”gente del sur”-, es decir adoptando la identidad de sus vecinos del sur), al
menos hasta la llegada de los colonos. En la región se hablaron dos idiomas tehuelches: el Aoniko Aish,
lengua de los tehuelches del sur (en la actualidad la hablan una docena de tehuelches), y el Tewshen, la “lengua
de los antiguos”, a decir de los tehuelches actuales. Asimismo, en la región se tendían varias de las sendas
tehuelches que unían todo el territorio de Patagonia, encadenadas por paraderos situados entre 20 y 30
kilómetros entre sí. En la lengua de los Aoni kenk se los denominaba Aiken, Aike, Kaike y allí encontraban
todo lo necesario para la vida: abrigo, arbustos para leña, agua y pastizales para el ganado (en tiempos
históricos). Existían paraderos de carácter principal o de asentamiento semi permanente y secundarios, que
utilizaban cuando estaban de paso o cuando se movilizaban para cazar o en busca de materias primas. De los
primeros, con certeza, en la región se puede determinar cinco: Piedra Shótel (Shótel Kaike), Choiquenilahue3
–Ooiu kei-(confluencia arroyos Genoa y Apeleg y río Senguer), La Confluencia (confluencia ríos Senguer y
Mayo), confluencia ríos Guenguel y Mayo y El Cantao (Cantaush Kaike); y tres posibles: sur del valle del lago
Blanco, Alto Coyhaique (Chile) y valle de Apeleg. Como característica general, en el ochenta por ciento de
los casos, en inmediaciones de los asentamientos principales se encuentran sitios con arte rupestre de los
estilos de Grecas y Grabados. Los paraderos y rutas correspondientes a tiempos prehistóricos e históricos
(ecuestre), parecen diferir en su ubicación en la región este del Departamento. Por ejemplo, mientras que los
correspondientes a la prehistoria se ubican en valles y bajos con lagunas, manantiales y abrigos rocosos
situados al pie de la sierra San Bernardo-Nevada, los históricos se emplazan entre cinco y diez kilómetros
hacia el oeste, en los valles de los ríos y arroyos, cerca de vados y en áreas no inundables en épocas de
deshielo, donde además contaban con abundante pasto para sus tropillas.

En base a los patrones de emplazamiento de las tribus y su movilidad en torno a las cuencas hídricas, todo
parece indicar que el actual Departamento Río Senguer representaba una región de encuentro e intercambio
para las distintas parcialidades y que los ríos no funcionaban como fronteras, contradiciendo la visión que
impera en la actualidad (Casamiquela: 1965, 1985, 2002). Tal como ha demostrado la arqueología para

2
Según el ámbito científico, Chehuache kenk significa “gente del borde (de la cordillera)” y Metcharnuekenk “gente de la
resina (de molle)”; según tehuelches actuales, el primero significa “gente del oeste” y el segundo, Metcharnue kenk,
“gente de las mesetas (centrales)”. Respecto de la lengua Tewshen, ambas visiones se la atribuyen a los Metcharnue kenk,
pero desde el ámbito científico se la conoce como “la lengua fantasma o misteriosa” de la Patagonia, mientras que para los
tehuelches actuales es la lengua “de los antiguos”.
3
Junto con un arqueólogo Hugo Pérez Ruiz y “Trudy” Bohme, propietaria de un museo privado, se constataron varios
sitios de asentamiento efectivo, con abundantes registros de basureros de huesos de guanacos (con fogones y asociados en
estratigrafía a las lascas, raspadores, núcleos y manos de molinos), conchillas y cuentas de vidrio utilizadas para confeccionar
collares, platería tehuelche para adornar los caballos y talleres líticos (“picaderos”).
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60 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

determinados períodos de la prehistoria en regiones aledañas al suroeste de Santa Cruz (Borrero; Carballo,
1998), que las verdaderas fronteras las representaban los espacios sin agua, lo mismo sucede para tiempos
históricos en la región central de Patagonia. También se ha señalado que en tiempos históricos el río Chubut
funcionaba como zona de encuentro e intercambio, en vez de frontera (Nacuzzi, 1987). Por ejemplo, el
mismo patrón de emplazamiento y movilidad de tribus tehuelches se encuentra al noroeste de Santa Cruz, en
torno a la margen sur del curso superior del río Deseado y afluentes como el río Pinturas. El amplio espacio
sin agua tendido entre el sur del Departamento Río Senguer y el río Deseado, siempre se limitó a ser utilizado
como zona de tránsito.

La presencia tehuelche en la región central de la Patagonia (incluyendo Chile), quedó registrada en más de
noventa topónimos de las lenguas Aoniko Aish y Tewshen4. La mayor parte de ellos han quedado fuera de
uso y pasado al olvido.5

COMBATES DE 1810-1820

Entre 1810 y 1820, en el suroeste del Chubut se desarrollaron dos de los tres combates que aparejaron
notables consecuencias para el panorama etnológico de Patagonia. En Piedra Shótel (unos 40 kilómetros al
sur de Gobernador Costa), Barrancas Blancas (situado a unos 10 kilómetros al este del actual pueblo Alto
Río Senguer) y Languiñeo (“lugar de los muertos”) se enfrentaron manzaneros (etnia mixta de tehuelches del
norte de Patagonia, pehuenches del norte de Neuquén y mapuches del actual Chile –huiliches-) con tehuelches
del norte y centro de Patagonia. Los tehuelches fueron derrotados en las tres ocasiones, sufriendo cerca de
300 bajas en Languiñeo. Entre las principales consecuencias, representó el fin de la supremacía tehuelche en
las regiones centro y norte de la actual Patagonia argentina, una importante disminución numérica de los
mismos, el comienzo de la penetración de la cultura mapuche hacia la región central (llevada a cabo por los
mismos tehuelches, por la parcialidad Chehuache kenk) y, como bien determinó el etnohistoriador Julio Vezub,
determinó la cristalización de la identidad manzanera; diferenciándose definitivamente de los tehuelches, con
los que estaban emparentados (Vezub, 2000, 2002, 2004). Desde entonces, y hasta la Conquista del Desierto,
los manzaneros, hablantes de la lengua de los tehuelches del norte y mapudungun, pasaron a ser el pueblo
originario más poderoso de Patagonia en base a su ubicación estratégica (entre el centro y sur de Neuquén)
y una red de parentescos que comprendía todo el norte de Patagonia. Hoy en día los descendientes de
manzaneros se autodenominan “mapuches”.6

4
De la última, se encuentran varios en el curso inferior del río Deseado, cerca de su desembocadura en el Atlántico. En
general se estima que era una lengua que se hablaba en la cordillera.
5
Aguado, A. “Toponimia tehuelche de la Patagonia central”. Inédito.
6
En Facundo vivió un indígena llamado Queupumil Quintulaff, fallecido a fines de los años ‘90, que se adscribía como
“manzanero”. Era “tardío y descontextualizado”, ya que manzanero supuestamente alude al espacio que habitaban
originalmente: El País de las manzanas, situado entre el centro y el sur de Neuquen. Para entonces su antiguo territorio era
apenas un recuerdo. Los mapuches de la actual Patagonia argentina comprenden a descendientes de varios pueblos
originarios, en sus orígenes cultural e históricamente diferenciados: pehuenches, salineros, ranqueles, tehuelches del norte,
y el pueblo mixto manzanero. Hoy en día se encuentran mapuches descendientes de manzaneros que recuerdan con
orgullo las “palizas” dadas a los tehuelches.
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CONQUISTA DEL DESIERTO

Entre 1883 y 1884 se desarrollaron en el suroeste del Chubut los tres últimos combates7 de la mal llamada
Conquista del Desierto (1879-1885)8. En 1883, tropas argentinas respaldadas por tehuelches9, atacaron y
vencieron en el valle de Apeleg a las tribus manzaneras de Inacayal y Foyel y dos tribus tehuelches que
casualmente acampaban en las inmediaciones. Los dos caciques y sus guerreros consiguieron escapar. Pocos
días después, en Choiquenilahue, las tropas apresaron a unos 60 personas, entre ellas un cacique tehuelche.
A principios de 1884, en torno a las nacientes del río Senguer, en dos enfrentamientos simultáneos, los
guerreros de Inacayal y Foyel vencieron a las tropas argentinas. Este combate, hasta la actualidad, resultaba
casi completamente desconocido. En octubre del mismo año, tropas argentinas con refuerzos tehuelches,
atacaron al cacique Foyel cuando este se encontraba en sus toldos deliberando con su gente sobre su posible
rendición. Según el testimonio de algunos de los sobrevivientes (Harrington, ined.), los soldados se alinearon
frente a los toldos como si fuera un pelotón de fusilamiento y abrieron fuego. Los “Rifleros del Chubut”, que
al año siguiente dieron con el lugar, encontraron los casquillos utilizados desplegados en una línea recta. A
principios de 1885 el poderoso cacique Sayhueque se entregó en Junín de Los Andes, con lo que concluyó la
Conquista del Desierto.

1884-1889, TIERRA DESHABITADA

Todos los testimonios de viajeros y exploradores que recorrieron la región durante dicho período -Fontana y
“Los Rifleros del Chubut” (1885-1886), Carlos Ameghino-Eduardo Botello-Antonio Steinfeld (1888), Botello-
Steinfeld (1889), Botello-Steinfeld-Möhler-Berry (1890), Carlos María Moyano-Pedro Ezcurra -Carlos
Burmeister (1889-1890)- coinciden en señalar un espacio totalmente desprovisto de presencia humana. Hasta
antes de la Conquista del Desierto todos los viajeros encontraron numerosas tribus tehuelches. La explicación
a dicha ausencia se encuentra en la existencia de una especie de campo de concentración que el ejército
argentino había emplazado en Valcheta, sureste de Río Negro. Testimonios de viajeros y exploradores al
servicio del Gobierno argentino, como Burmeister, Francisco Moreno y Ramón Lista, dieron cuenta del
asentamiento simultáneo en Valcheta de tropas del ejército y tolderías tehuelches. Entre los obligados a
establecerse en calidad de aliados “forzados”, se encontraban las tribus de Sacamata, Pitchalao, Cual y
Chico. Otras tribus simplemente fueron concentradas en calidad de prisioneras, como la de Maniqueque;
originaria del suroeste del Chubut. De todos los testimonios, el más develador fue el del galés John Daniel
Evans (Evans, 1999), que dio cuenta de la existencia de alambrados de gran altura, prisioneros, guardias
armados, etc.

Hacia fines de la década de 1880, exploradores y viajeros volvieron a encontrar a las tribus tehuelches
diseminadas por todo el territorio de Chubut, entre ellas a las que habían estado concentradas en Valcheta.
De acuerdo a ello, se puede determinar que la reducción-prisión fue desarticulada a fines de esa década.

7
En El Chalía, según testimonios de tehuelches (entre ellos el actual cacique), cerca de lo que hoy es la laguna Quilchamal
sucedió un combate del que Federico Escalada relevó 50 esqueletos, y que supuestamente sucedió en 1885 contra una
columna de “Los rifleros del Chubut” (una columna se internó en la zona, pero las varias crónicas existentes de la expedición
sólo se limitan a consignarla) o bien contra los manzaneros. En el norte de Santa Cruz, en Pampa del Yatel, supuestamente
aconteció un gran combate entre tehuelches y manzaneros, por desacuerdos respecto de la Conquista del Desierto. De
ninguno de los dos existen datos documentales precisos, pero en ambos sitios se encontraron esqueletos humanos y
perduran vagamente en la memoria de los tehuelches actuales.
8
Desierto alude a un espacio deshabitado, lo cual no era el caso de la Patagonia. Dicho espacio estaba bajo el dominio
efectivo de varias naciones indígenas, y los pocos enclaves coloniales-nacionales (argentinos y chilenos) dependían del
comercio con dichas naciones para su sobrevivencia. “Desierto” es utilizado de forma ideológica para justificar el despojo
y anexión de la Patagonia al Estado-Nación de Argentina.
9
Una explicación dada por tehuelches actuales sobre su colaboración con las tropas, es que buscaban revancha por los
combates de 1810-1820.
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DÉCADA DE 1890, REOCUPACIÓN TEHUELCHE Y ARRIBO DE MANZANEROS Y


COLONOS.

Hacia 1890, al desafectarse el campo de concentración de Valcheta, los tehuelches reocuparon el suroeste
del Chubut. Se establecieron las tribus de Quilchamal, Kánkel, Maniqueque, Sapa, Sacamata y Salpú10.

Entre todas, sumaban aproximadamente unas 400 personas11. Cada tribu se estableció y se movilizaba por
un espacio determinado, con límites bastante flexibles. A la tribu de Quilchamal le correspondió el curso
inferior del río Mayo, el curso inferior del río Guenguel y el Alto Coyhaique (Chile). Kankel y su gente se
movilizaban por el valle de Choiquenilahue, inmediaciones del lago Fontana y los valles del Chalía, Lago
Blanco y el Alto Simpson chileno. Las tribus de Maniqueque y Sapa se movilizaban entre el valle de
Choiquenilahue y el cordón de Pastos Blancos. Sacamata y Salpú establecieron su zona de residencia y caza
entre el valle donde hoy se emplaza Gobernador Costa y el curso superior del río Senguer. Todas las tribus
estaban medianamente emparentadas, como así también con otras residentes en el norte de Santa Cruz,
como los Vera, Saynahuel, Kopolke, Yatel, Pescan y Chapalala12.

Durante la segunda mitad de la década de 1890 arribaron a la región suroeste de Chubut procedentes de
Neuquén, las tribus manzaneras de Tramaleo, Tracaleo, Nahuel y Sayhueque, y posiblemente una quinta, que
se radicó en torno a lo que luego fue el pueblo Paso Moreno. Otras dos residieron un tiempo en la región y
se asentaron de forma definitiva en el centro norte de Santa Cruz, al sur de Pico Truncado13. Eran los
derrotados y despojados de sus tierras por las tropas argentinas durante la Conquista del Desierto. Hasta
entonces, el suroeste del Chubut había permanecido ajeno a la presencia efectiva de tribus culturalmente
“mapuchizadas”. En general, tehuelches y manzaneros mantuvieron una relación pacífica, pero distante hasta
comienzos de los años `20.

10
Apellidos de familias integrantes de dichas tribus: Yapelk, Pescan, Llanca, Tureu, Santibáñez, Cuyapel, Patela, Huichaka,
Huallil, Singuilí, Tolkin, Chaupil, Faquico, Kahuel, Casimiro (descendientes del renombrado cacique), Platero, Liempichum,
Payaguala, Casiowil.
11
El suroeste del Chubut, al igual que el centro norte de Chubut, el noroeste de Santa Cruz, la región del lago Cardiel en
el centro oeste de Santa Cruz, el curso inferior de los ríos Santa Cruz y Chico, cerca de su confluencia, en el curso inferior
del río Coyle, en Kamusu Aike (100 kilómetros al oeste de Río Gallegos) en el sur de Santa Cruz y la zona limítrofe entre
Magallanes (Chile) y el sur de Santa Cruz, eran de los principales sitios de concentración de tehuelches. El suroeste del
Chubut se situaría entre los tres principales.
12
Todas las tribus asentadas en el norte de Santa Cruz se distribuyeron a partir de fines del siglo XIX adoptando
medianamente como límite oeste lo que hoy es la ruta Nacional Nº 40. Buscaban poner distancia con los blancos o las
tropas (luego de la Conquista del Desierto) y los manzaneros (Aguerre, 2000). Por su sitio de emplazamiento, lejos de las
rutas tehuelches que se tendían al pie de la precordillera, es que los exploradores que actuaron entre fines del siglo XIX y
principios del XX “percibieron” una región totalmente deshabitada. En su gran mayoría, se establecieron en las serranías
de la margen sur del curso superior y medio del río Deseado y en torno al río Pinturas. Las dos únicas que se radicaron
sobre margen norte del Deseado, se vieron forzadas a “cruzar” hacia el sur con el arribo de colonos durante las primeras
décadas del siglo XX. Existen testimonios que coinciden en señalar a un comisario que se dedicaba a expulsarlos de su
tierra para otorgárselas a colonos que pudieran pagarle el “trabajo”. La zona oeste (entre la actual ruta nacional Nº 40 y
la frontera internacional) y la margen norte del río Deseado, quedó en manos de colonos y empresas ganaderas. El espacio
adoptado por las tribus era uno de los más aislados y de difícil acceso. Aunque bastante pobre en cuanto a la calidad del
suelo, era muy abundante en guanacos y avestruces. Al igual que en otras regiones de Patagonia, sufrieron todo tipo de
atropellos y persecuciones. Pese a que en el norte de Santa Cruz existe una Reserva, los tehuelches residen mayoritariamente
en las localidades de Las Heras y Pico Truncado.
13
La actual reserva del paraje Picardo.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 63

Durante dicho período también se establecieron en la región los primeros colonos blancos, atraídos por la
posibilidad de comerciar con las numerosas tribus allí residentes: dos antiguos exploradores del Museo de La
Plata, Eduardo Botello y Antonio Steinfeld (1890-1891), Artemisio Casarosa (1892), Emilio Loyauté Pierre
y Julio Koslowsky (1896), los hermanos Von Eylensteyn (1898) y otros. Para entonces, los pueblos originarios
tenían plenamente incorporados y dependían de productos introducidos por la sociedad europeo-criolla:
yerba, azúcar, telas, alcohol, harina.

Entre 1896 y 1902, en la región actuaron diversas comisiones de límites de Chile, Argentina e Inglaterra, esta
última actuando como árbitro en el diferendo. Los tehuelches, apacibles y siempre bien dispuestos, colaboraron
con todos los exploradores y las comisiones que relevaron el territorio fronterizo. La colaboración que
prestaron varios de los principales caciques tehuelches, como Kankel, Sacamata y Quilchamal, actuando
como baqueanos o suministrando víveres y caballos para la movilidad de las comisiones, resultó fundamental
para que las comisiones concretaran su tarea.

1900 – 1916, DISOLUCIÓN DE LAS TRIBUS Y SEDENTARIZACIÓN

Durante dicho período, la totalidad de las tribus, excepto la de Quilchamal, se establecieron adoptando la
forma de vida de la sociedad nacional. Las familias que hasta entonces se agrupaban en torno a la figura de
un cacique, tomaron su propio rumbo, disolviendo de ese modo las tribus. Se puede decir que es cuando
comenzó la sedentarización de los tehuelches. En 1901 se creó Colonia Ensanche Sarmiento (no confundir
con Colonia Sarmiento), comprendida por 100 lotes de 625 hectáreas, en torno a ambas márgenes del curso
medio del río Senguer, entre Choiquenialhue por el norte y la confluencia de los ríos Mayo y Senguer por el
sur. Más de la mitad le fueron otorgados a tehuelches y manzaneros.

La economía de tehuelches y manzaneros, al vincularse más estrechamente con la sociedad dominante –


nacional -, pasó a depender del modo de producción capitalista de mercado. De ser cazadores-recolectores
y agricultores –en el caso de los manzaneros-, debieron adoptar la crianza de ganado sin que recibieran
ningún tipo de capacitación. Mantuvieron una forma de producción doméstica –familiar- basada en la
explotación ganadera en pequeña escala (entre 200 y 700 ovinos en promedio), caza, recolección y agricultura
(esto último sólo los manzaneros). Lo producido era destinado al consumo familiar y una parte, la zafra anual
de lana, la vendían a agentes de las grandes firmas comerciales, o la intercambiaban a comerciantes residentes
en la región por los víveres necesarios para subsistir todo el año. En general no negociaban los precios,
aceptaban lo que se les ofrecía. Es decir, el fin buscado era el de la subsistencia. En ese sentido fueron
víctimas de todo tipo de abusos, recibiendo generalmente una retribución menor a la merecida. Se dieron
casos en que tras entregar la zafra y recibir mercaderías a cambio, pasaban a ser deudores.

Asimismo, continuaron con la práctica adoptada en tiempos del contacto con la población europeo-criolla
(Carmen de Patagones, Colonia Galesa del Chubut, Isla Pavón y Punta Arenas, en Chile), de intercambiar
cueros y plumas por víveres.
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1916-1925, CREACIÓN DE LAS RESERVAS INDÍGENAS Y SOCIEDAD NACIONAL.

Entre 1916 y 1925, a varias de las tribus se las reubicó o estableció –según el caso- en Reservas, las que les
fueron otorgadas a modo de concesión precaria. Para entonces, la casi totalidad de la tierra del suroeste del
Chubut había sido ocupada por colonos. Dichas reservas eran las de Quilchamal en el Chalía14, la de Tramaleo
en Pastos Blancos-Loma Redonda, la de Tracaleu en el lote “4” o El Pedrero, la de Nahuel en Bajo La
Cancha y la de Sacamata en Payagniyeo (vecino al pueblo Alto Río Senguer). Las tribus de Kankel, Maniqueque
y Salpú no volvieron a reagruparse, y algunos de sus antiguos miembros se sumaron a las Reservas de otras
tribus.

Pero una vez establecidos debieron hacer frente a otro tipo de problemas. Por un lado, la baja receptividad
de las tierras que se les asignaron los obligó a criar ganado en pequeña escala, manteniendo de ese modo una
economía de subsistencia. Por otra parte, sufrieron la constante presión de los vecinos que avanzaban dentro
de la Reservas, alambrando los espacios con pastizales y aguadas, y en el peor de los casos, con ellos dentro,
y la incesante presencia de pobladores sin tierra que introducían ganado usufructuando gratuitamente el espacio
de las Reservas. Del mismo modo, grandes cadenas comerciales y comerciantes locales, aprovechaban su
analfabetismo para crearles deudas que luego cobraban expropiándoles el ganado o quedándose con sus
tierras.

En el plano social, tehuelches y manzaneros respondieron de modo distinto, configurando diversas estrategias
de adaptación. Mientras los primeros se asimilaron con relativa facilidad a la sociedad nacional, uniéndose
gran parte de ellos con argentinos, chilenos y europeos (alemanes e italianos), sustituyendo o abandonando
sus costumbres y lengua -lo que a la larga significó la aparente pérdida de su cultura-, los manzaneros continuaron
uniéndose entre ellos y manteniendo la mayor parte de sus costumbres y ceremonias, como la celebración de
camarucos. Estos se realizaron en Bajo La Cancha hasta fines de la década del ‘70, y en la actualidad en
Pastos Blancos. Los tehuelches radicados en El Chalía realizaron el último camaruco a fines de la década del
’10; y los de Colonia Ensanche Sarmiento en la década del ‘20, en Choiquenilahue.

Al alambrarse los campos entre la mitad de la década del ‘10 y fines de la del ‘20, debieron abandonar la
ancestral práctica de cazar guanacos. La reemplazaron por la crianza de caballos, que requería una inversión
mínima, les brindaba alimento y eran utilizados como sacrificio en sus ceremonias rituales (las yeguas), cuero
para comerciar, y entre ellos era un bien de prestigio. Además, en invierno las tropillas servían para abrir
claros en la nieve. Pronto adquirieron fama de excelentes jinetes y domadores. Sus ejemplares de raza criolla
eran muy requeridos.

Para la explotación ganadera, tehuelches y manzaneros mantuvieron relaciones sociales basadas en el parentesco
y la vecindad. Es decir, a las labores rurales las realizaban de modo colectivo –comunitario- en la que todos
colaboraban con todos en tareas de señalada, esquila, bañado de ovejas, etc.

Los que no pudieron acceder a la tierra, o la perdieron por presión de vecinos –lotes y espacios en Reservas–,
debieron emplearse en las estancias como puesteros o peones rurales. En algunos casos, pasaban a ser
peones de los que se apropiaban de sus tierras.

14
En los comienzos de la Reserva, la tribu de Quilchamal poseía más ganado que cualquiera de los colonos vecinos
(ovejas, vacas, caballos). Fueron perdiéndolo en la medida que les “aparecían” deudas y se les expropiaban sus tierras.
De ser los más ricos, en pocos años pasaron a ser los más pobres.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 65

En cuanto a los abusos de los que eran objeto por parte de comerciantes y en lo referido a la tenencia de la
tierra, se aprovecharon de ellos por su analfabetismo, por desconocimiento del valor de lo que producían y lo
relativo a las tramitaciones.

Las Reservas de Sacamata o Payagniyeo y Bajo La Cancha, desaparecieron por la invasión de vecinos y la
presencia de intrusos; la mitad del lote “4” o Tracaleo, pasó a ser propiedad de un descendiente del cacique
Tracaleo y la otra mitad de un descendiente de indígena, pero ajeno a la reserva; la de Tramaleo en Pastos
Blancos y la de Quilchamal en El Chalía, vieron reducido su espacio a la mitad por presión de los vecinos. De
más de la mitad de los 100 lotes de Colonia Ensanche Sarmiento que al momento de su creación ocupaban
indígenas, en la actualidad apenas alcanzan a media docena. El pueblo Paso Moreno, habitado mayoritariamente
por indígenas, desapareció.

Las Reservas de Pastos Blancos y El Chalía y el poblado Paso Moreno, contaron con escuelas en las que se
educaban los niños indígenas. Al clausurárselas en la década del ‘70 (la de Pastos Blancos se destruyó en un
incendio), las mujeres debieron abandonar las Reservas junto con sus hijos en edad escolar para radicarse en
los pueblos como Lago Blanco, Ricardo Rojas, Río Mayo y Facundo. Dicha situación, sumada a la labor de
los hombres como peones, que deben pasar largas temporadas lejos de su familia, el sobrepastoreo del suelo
de las Reservas y la falta de espacio en las mismas para albergar un número rentable de cabezas de ganado,
contribuyó al desmembramiento familiar y al despoblamiento de las Reservas. En la actualidad, la mayor
parte de los descendientes de indígenas residen en las poblaciones del Departamento Río Senguer y en las
vecinas de mayor tamaño, como Sarmiento y Comodoro Rivadavia.

Respecto de los cacicazgos, que se sucedían de padres a hijos o familiares directos, la comunidad de la
Reserva de Sacamata contó con tres caciques, la de Tracaleo con uno, la de Bajo La Cancha con dos, las de
El Chalía con tres y Pastos Blancos con cuatro, el segundo recayó en la mujer del primer cacique. En la
actualidad, aunque a los descendientes sobre los cuales se fundaron las Reservas (“el cacique y su gente”) se
les respeta su título, este reviste un carácter simbólico ya que no tienen la capacidad económica de sus
ancestros, ni su poder de negociación frente al Estado. Es decir que los actuales caciques (Luis Quilchamal
y Florencio Tramaleo Bustos) ocupan un rol simbólico.

Desde la Conquista del Desierto hasta los comienzos de la colonización, cuando existía la competencia por la
tenencia de la tierra –primero para anexar la actual Patagonia al Estado argentino y luego apropiarse de
Reservas y lotes de Colonias-, el indígena fue catalogado como vago, ladrón, ignorante y alcohólico. Es
decir, se los estereotipó como seres inferiores, carentes de las virtudes de la sociedad “avanzada”, lo que se
utilizó para justificar los atropellos desde un punto de vista ideológico. Desde esa visión hegemónica, un
objetivo sería la extinción natural de las comunidades sobrevivientes, asimiladas en la sociedad nacional. En
la actualidad, cuando ya no quedan tierras por quitarles (a los de la región central de Patagonia), se los
revaloriza culturalmente refiriéndose a ellos como algo que debe ser conservado, para que no se pierda. Es
decir, como parte del patrimonio histórico.

Con respecto a la sociedad actual del Departamento Río Senguer, se caracteriza por su adscripción a dos
esferas: la de descendientes de colonos (europeos, argentinos, sudamericanos y norteamericanos) y
descendientes de indígenas. Sin embargo, en la actualidad los límites étnicos en muchos casos resultan
difusos a partir de la construcción de la identidad que se atribuyen los descendientes. En cuanto a los
descendientes de los primeros su identidad resulta clara, pero no ocurre lo mismo con los descendientes de
indígenas.
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66 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Los colonos que se unieron entre ellos, siguieron pautas culturales propias de la sociedad nacional de la
época; en cambio, los descendientes de familias conformadas por colonos e indígenas, adoptaron características
propias de las sociedades mixtas, en las que convergen elementos de ambas culturas, pero en las que prevalece
alguna de las dos. De ese modo, se dieron casos de familias mixtas que se consideraban indígenas, o bien lo
contrario. En ese sentido, desde la antropología se postula que la identidad étnica de los individuos está dada
por la forma en que se ven y adscriben.

En el caso de las comunidades indígenas de El Chalía (mixta de tehuelches y colonos) y de Pastos Blancos-
Loma Redonda (mixta de manzaneros, tehuelches y colonos), de los elementos que conforman la identidad,
perdieron la lengua y parte de sus costumbres, y conservan la tierra y parte de su memoria étnica. La
organización grupal de dichas comunidades rurales resulta fundamental para su adscripción e identificación.
La ceremonia del camaruco, a la comunidad de Pastos Blancos la cohesiona e identifica como grupo étnico
de carácter indígena.

En cuanto a los mestizos e indígenas “puros” que residen de forma individual en los ámbitos rural y urbano,
apenas conservan de modo muy difuso la memoria de su ascendencia indígena, y en su mayoría no se identifican
como tales, al menos de forma abierta.

Aunque no existen cifras exactas, el porcentaje de descendientes de indígenas en la sociedad del Departamento
Río Senguer resulta muy significativo.

Toldo de una familia tehuelche. Gentileza Alejandro Aguado.


Sociedad de Historia y Geografía de Aisén & Municipalidad de Coyhaique
Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 67

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

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Valentín Sayhueque” . En prensa (artículo gentilmente cedido por el autor)
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 69

VERDAD Y FICCIÓN EN LA HISTORIA DE COYHAIQUE.


LA INSTAURACIÓN ARBITRARIA DE SU FECHA DE
FUNDACIÓN, RESPALDADA POR UN ACTA QUE REMITE
A ACONTECIMIENTOS QUE NUNCA OCURRIERON

Leonel Galindo Oyarzo.


Profesor de estado.
Investigador de la cultura
tradicional de Aisén.

La Municipalidad de Coyhaique celebra el Aniversario de la ciudad el 12 de octubre, tomando como base la


fecha de fundación del pueblo de Baquedano, cuya única referencia son las réplicas de un Acta de Fundación
firmada, entre otras importantes autoridades de la época, por el Intendente de Aysen, hacia 1929, Coronel de
Carabineros, Luis Marchant González.

Nunca nadie ha mostrado alguna fotografía que retratase tan importante acontecimiento. Personas antiguas
que aún viven, como don Gilberto Oria Jara o mi abuela paterna Albertina Troncoso Quezada, alumnos de la
Escuela de Valle Simpson hacia 1929, no recuerdan la ceremonia de Fundación del poblado, pero sí mantienen
viva en su memoria los festejos del 21 de mayo de 1931, donde estuvieron presentes junto a sus compañeros
de curso y a su profesora Emilia Jaña, suceso que fue retratado en fotografías de la época.

En el 2003 las hijas de Thomas Anderson, administrador de la Estancia Coyhaique, sede de la administración
de la sociedad Industrial del Aysen, hacia 1929 y uno de los firmantes de la –ahora- cuestionada Acta, donan
a la Municipalidad de Coyhaique, objetos personales de aquel y un ejemplar del diario El Aysen, del 12 de
octubre del año 1929, y para sorpresa de todos quienes pudimos consultarlo, no figura ninguna referencia a
la fundación de Baquedano. Posteriormente, en uno de los viajes a Santiago, buscando antecedentes biográficos
y académicos de José Pomar, consulté el Diario El Aysén, en todas sus ediciones, desde su primer ejemplar
del día 17 de septiembre de 1929 hasta 1938, confirmando mis sospechas, cuyos detalles desarrollaré más
adelante.

Hans Steffen, quien recorrió el río Coihaique en mayo de 1902, ya había señalado al referirse al valle donde
ese curso fluvial se une al Simpson, como el punto más apropiado para fundar un pueblo. En aquella época
sólo existía una casita construida por la Comisión Chilena de Límites en 1901, en la ladera norte de la
confluencia del Simpson con el Coihaique.

En 1919, los pobladores del Valle Simpson, solicitan al Supremo Gobierno se les conceda permiso de ocupación
del Valle Simpson, se funde un poblado en la Pampa del Corral, en las inmediaciones de las juntas de los ríos
Simpson y Coihaique y se conceda unas hectáreas para la construcción de viviendas en Puerto Aisén.
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70 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

El ingeniero Pomar, quien realizó un viaje de inspección al valle Simpson y a la Concesión del Aisen, en 1920,
sugiere entre otros puntos:

“No prorrogar esta concesión después de 1933 para entregar estos terrenos a una colonización más intensa, y
entonces fundar un centro de población junto a la confluencia de los ríos Simpson y Coihaique” (1923: 127)

El 27 de diciembre de 1927, por Decreto Nº 8582, firmado por el Presidente de la República, General
Carlos Ibáñez del Campo, se crea el Territorio de Aysen, con capital Puerto Aysen. A partir de entonces se
da inicio a la presencia de funcionarios públicos en la zona quienes, poco a poco van gestionando las solicitudes
de los pobladores.

Un 31 de julio de 1929, por Decreto Supremo Nº 3752, son aprobados los planos de Balmaceda y Baquedano,
la primera fundada en 1917 por José Antolin Silva y la segunda, con sólo tres viviendas -aunque el plano
señalaba una plaza pentagonal rodeada por calles que conectaban al sur con el camino a Balmaceda y hacia
el noreste un camino hacia Coyhaique- En aquel tiempo se designaba Coyhaique a las instalaciones de la
administración de la Sociedad Industrial del Aysen (donde hoy está el Liceo Agrícola, al norte de la población
Clotario Blest).

El plano de la futura población Baquedano ya estaba aprobado, ahora sólo faltaba reunir a los vecinos y
realizar la ceremonia de fundación, eligiendo los festejos de Fiestas Patrias, pero un llamado del Presidente de
la República, obliga al intendente Marchant a ausentarse de la zona a partir del 2 de septiembre de 1929 hasta
el 12 de noviembre del mismo año, subrogándolo el Secretario de la Intendencia, el abogado Carlos Butrón
Firpo.

El Aysen, en su edición N° 1, impreso en el Puerto homónimo, el martes 17 de septiembre de 1929, en la


página 5, destaca el siguiente titular:

“FIESTAS NACIONALES EN COYHAIQUE”.

Y en el tercer párrafo decía:

“Uno de los números principales de esta fiesta iba a ser la fundación de la población Baquedano,
pero desgraciadamente se va a suprimir esta ceremonia por la ausencia del señor Intendente,
coronel don Luis Marchant, quien se fue al norte por llamado urgente del Supremo Gobierno”.

El mismo periódico, en su edición N° 7, del sábado 12 de octubre de 1929, no contiene ninguna noticia
referida a Coyhaique, sólo referencias del día de la Raza en Puerto Aysen, cuyas ceremonias estuvieron
presididas por el Intendente Subrogante Carlos Butrón y el Alcalde de Aisén Ciro Arredondo Lillo.

En la edición N° 8, del miércoles 16 de octubre, aparece una nota señalando que “...a fines de este mes
regresará al territorio el señor Intendente del Territorio de Aysen.”

El Aysen, en su edición N°16, de fecha miércoles 13 de noviembre de 1929, publica una referencia a un
“Importante Decreto”, cuyo texto dice así:

“Con fecha de ayer se ha dictado el siguiente decreto:

Teniendo presente que han terminado las causas que originaron la dictación del decreto N° 110 de
2 de septiembre último, he acordado y
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 71

DECRETO:
Con esta fecha reasumo el cargo de Intendente de la provincia de Aysen.

Anótese, regístrese, comuníquese y dése cuenta. (Firmado) Luis Marchant G., Intendente y Coronel
de Carabineros.- Roberto Butrón F., Secretario, Abogado.”

En la edición N°17, del sábado 16 de noviembre de 1929, aparece una noticia bajo el título:

“GRAN MANIFESTACIÓN EN HONOR DEL SEÑOR INTENDENTE Y CORONEL, DON


LUIS MARCHANT GONZÁLEZ.

El día 13 del presente, en el Hotel Español, se llevó a efecto una comida en honor del señor Intendente
y Coronel de Carabineros don Luis Marchant González, con motivo de su regreso a la provincia...”

En la edición N° 18 de este importante diario, del miércoles 20 de noviembre de 1929, aparece la mención
que ...”El señor Intendente Coronel, don Luis Marchant González visitará próximamente el territorio.”

El Aysen, en su número 24, publicado el miércoles 11 de diciembre de 1929, en Primera plana, aparece el
titular enmarcado en un borde:

EL SEÑOR INTENDENTE, DON LUIS MARCHANT GONZALEZ VISITA EL INTERIOR


DEL TERRITORIO PARA IMPONERSE DE SUS NECESIDADES.

Y más abajo en un subtítulo:

“Es recibido en forma triunfal en Coyhaique, Valle Simpson y Balmaceda.”

En un extenso texto expuesto en cinco columnas se narra las actividades del Intendente Marchant en Coyhaique
y, en el centro de la nota, aparece un subtítulo destacado en negritas:

“Reunión de Vecinos en la Nueva población Baquedano”

En el cuarto párrafo del texto referido a este subtítulo se lee:

“En seguida dijo el señor Coronel, que debido a esa misma ausencia no inauguró el 18 de septiembre
próximo pasado el pueblo de Baquedano, pero que aprovechaba esos solemnes momentos para
hacerlo, pueblo que por la espléndida situación que iba a ocupar se convertiría muy en breve en un
verdadero emporio comercial...”

Aunque la nota del diario no es muy explícita respecto de la fecha en la que tuvo lugar la Reunión de Vecinos
en la Nueva población Baquedano, se ha podido determinar que ocurrió un día 4 de diciembre, gracias al
fortuito hallazgo de una carta que formaba parte de un archivo de varios documentos personales del ex
Intendente Marchant que solicité digitalizar para el Museo Municipal de Coyhaique- que más parece un
informe, fechada 21 de enero de 1930- firmada por el propio coronel de carabineros e intendente de Aisén,
dirigida al Presidente de la República, General de Carabineros Carlos Ibáñez Del Campo. En la hoja 2,
párrafo tercero, dice textualmente:

“En Baquedano nuevo pueblo fundado en homenaje a V.E. el 4 de diciembre último, se levantarán
pronto construcciones con el mismo entusiasmo e interés que en Puerto Aysen. Ya se han entregado
33 sitios y continúa la demanda, pero falta la construcción fiscal, la que en realidad viene a inspirar
mayor confianza para la organización de la población. Espero principiar la subdelegación y otros
servicios como: oficina de registro civil, escuelas, etc.” (el destacado es mío)
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72 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Imagen digital de la página 1, de El Aysen, de fecha 11 de diciembre de 1929.


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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 73

Página N° 1 de la carta enviada por Luis Marchant González al Presidente Carlos Ibáñez del Campo, el 21 de
enero de 1930.
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74 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Página N° 2 de la carta enviada por Luis Marchant González al Presidente Carlos Ibáñez del Campo, el 21 de
enero de 1930.
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Página N° 3 de la carta enviada por Luis Marchant al Presidente Carlos Ibáñez del Campo, de fecha 21 de enero
de 1930.
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76 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Página N° 4 de la carta enviada por Luis Marchant al Presidente Carlos Ibáñez del Campo, de fecha 21 de enero
de 1930.
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Página N° 5 de la carta enviada por Luis Marchant al Presidente Carlos Ibáñez del Campo, de fecha 21 de enero
de 1930.
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78 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

En esta carta de fecha 29 de septiembre de 1969, el señor Marchant González, ratifica como correctos los datos
proporcionados por el señor Santelices en su carta de fecha de fecha 15 de septiembre de 1969
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En el N° 25, del mismo diario, del sábado 14 de diciembre de 1929, sólo aparecen menciones a la visita de
Marchant a Valle Simpson y a Balmaceda.

Basándome en la lectura del mismo diario puedo afirmar que en 1930 no se realizó ningún acto para recordar
la fundación del poblado. Pero, en 1931, se realiza en las fiestas del 21 de mayo, la celebración de la
fundación del pueblo de Baquedano.

En la edición N° 163, de fecha 21 de mayo de 1931, del diario El Aysen, en su pág. 2, se entrega el
Programa de las fiestas del 21 de mayo en Baquedano.

En un subtítulo dice:

“Concentración escuelas de Valle Simpson, Río Blanco y Coyhaique.”

En la edición N°165, publicada el jueves 28 de mayo de 1931, dice un gran titular:

“EN FORMA PATRIOTA Y BRILLANTE ES CELEBRADO EL 21 DE MAYO Y FUNDACIÓN


DEL PUEBLO DE BAQUEDANO.”

Ese mismo año no hubo ningún acto el 12 de octubre. Las autoridades y funcionarios municipales de los años
1932, 1933, 1934, 1935, 1936 y 1937 fueron totalmente indiferentes a celebrar la fundación del pueblo. No
se registra ninguna ceremonia. Pero eso cambia a partir de 1938.

En efecto, habiéndose modificado en enero de ese año el nombre de Baquedano por el de Coyhaique, El
Aysén, en su edición N° 885, de fecha miércoles 12 de octubre de 1938, en la página 7, señala en un gran
titular:

“GRANDES FIESTAS SE CELEBRAN HOY EN COYHAIQUE CON MOTIVO DEL


NOVENO ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN.”

A partir de entonces, se celebra la fecha de fundación del pueblo de Baquedano los 12 de octubre de cada
año.

Está pendiente dilucidar ¿por qué se diseñó un acta falsa con firmas aparentemente auténticas para dar cuenta
de una ceremonia realizada en una fecha diferente a la efectiva?

¿Por qué el señor Marchant durante el período en que don Gabriel Santelices fue Intendente de Aisén y le
escribe una carta acompañándole una reseña de la fundación de Baquedano, aludiendo al 12 de octubre de
1929, le responde que todos los datos consignados en la misma están correctos y que no hay nada más que
agregar?

¿Por qué nadie recordó nunca el 4 de diciembre de 1929, pero sí el 21 de mayo de 1931?

Espero que en el próximo Seminario pueda presentarles las respuestas a estas dudas razonables.
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80 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

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Lectura. Incluye un anexo con la biografía de José Pomar y notas aclaratorias
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1944 Patagonia Occidental. Las Cordilleras Patagónicas y sus Regiones


Circundantes. Traducción de Julio Heise González. Ediciones de la
Universidad de Chile.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 81

MEMORIA BRICOLADA EN EL RITO ANIVERSARIO DE


COYHAIQUE (XI REGIÓN DE AYSÉN, CHILE)
1 2

Brígida Norma Baeza.


Docente investigadora de la Fac.
de Humanidades y C. Sociales,
U. Nacional Padre San Juan
Bosco, Argentina. Becaria
doctoral del CONICET.

“...recordar no es revivir, sino reconstruir un pasado a partir de los marcos sociales del presente.”
Maurice Halbwachs, 1925.

1. INTRODUCCIÓN

Tal como señala la cita de Maurice Halbwachs, el tiempo presente actúa como escenario donde se desarrollan
los marcos sociales desde donde se señalarán y seleccionarán los componentes de la memoria colectiva.
Estos marcos sociales están definidos temporalmente, a partir de fechas de conmemoraciones, nacimientos,
aniversarios, etc. que funcionan como referencia de los grupos sociales y espacialmente, a partir de la
selección de determinados lugares, objetos, donde se ha depositado la memoria de los grupos (Halbawchs,
1950: 167).

En la presente ponencia se abordarán los marcos sociales desde donde se define la memoria colectiva en la
localidad de Coyhaique, desde lo temporal se tomará una fecha que representa el aniversario de la fundación
de la localidad: el 12 de octubre y como marco espacial las dos Plazas públicas (la de Armas y El Ovejero)
que representan la definición de la memoria colectiva coyhaiquina por parte de dos grupos sociales diferentes.
Ambos grupos toman distintos aspectos del pasado, distintos mitos fundacionales construidos a partir de su
posición en la historia de Coyhaique. La construcción, persistencia, transformaciones y continuidades del
rito de aniversario de Coyhaique serán objeto de análisis en el presente trabajo.

1
Coyhaique es capital de la Provincia de Coyhaique (Chile) y posee 42.000 habitantes.
2
Dicha investigación se enmarca en el proyecto de tesis doctoral denominado: “El proceso de fronterización en Patagonia
Central. Chilenos, argentinizados y argentinos, chilenizados en los pasos fronterizos de Futaleufú y Coyhaique, (1885-
2003)”. (UBA-CONICET).
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82 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

La localidad de Coyhaique fue fundada el 12 de octubre de 1929, como parte del proyecto fundacional del
estado chileno que incentivaba a las empresas ganaderas a generar asentamientos poblacionales en Patagonia
Austral. A pesar del tiempo transcurrido entre esa fecha y la actualidad, aún hoy el territorio mencionado es
considerado por el Estado chileno como parte de las zonas no-integradas al contexto nacional. Por este
motivo a lo largo del siglo XX, el Estado chileno ha destinado políticas estatales diferenciadas al resto de las
áreas del territorio nacional. La necesidad de delimitar la frontera con Argentina, condujo a los representantes
del gobierno nacional en Coyhaique a emprender una serie de medidas compulsivas orientadas a la
diferenciación y a generar lazos aglutinadores en una población básicamente heterogénea.

El poblamiento –tras varios fracasos desde la época colonial- se consolidó a partir de la presencia de dos
movimientos paralelos desde 1904: el primero vinculado a la presencia estatal con el desarrollo y asentamiento
de empresas ganaderas y el segundo a la llegada de migraciones espontáneas. En el caso de estos últimos en
su mayoría se trataba de chilenos que habían residido un tiempo en Argentina y que por diversos motivos,
tales como el endurecimiento de las leyes argentinas con respecto a los permisos de pastoreo, decidían
reingresar a su país de origen. Una vez reinstalados en Chile, se los denominaba “colonos libres” (Núñez,
1999; Galindo, 1992). El fracaso de la colonización oficial por falta de cumplimiento de los acuerdos por
parte de las compañías ganaderas, provocó la preocupación oficial por la zona de Aysén, ya que la llegada de
los migrantes provenientes de Argentina no era garantía de una efectiva ocupación. Estos “colonos libres”
eran vistos como chilenos argentinizados, que estaban lejos de responder a los parámetros hegemónicos del
ser chileno.

Si recuperamos la definición de nación de Marcel Mauss como: “... material y moralmente integrada, con
poder central estable, permanente, con fronteras determinadas, con relativa unidad moral, mental y
cultural de sus habitantes que acatan consecuentemente al Estado y sus leyes” (Mauss, 1972: 286).
Coyhaique en las primeras décadas del siglo XX, sólo contaba con habitantes, que estaban lejos –en todos
los aspectos mencionados- de pertenecer a la nación chilena. Por estos motivos, el Estado nacional consideró
imprescindible la implementación de prácticas de conmemoración y una serie de actividades orientadas a la
nacionalización de la población. En este sentido, proponemos el análisis de las continuidades y transformaciones
que sufrió el rito aniversario de Coyhaique a través del tiempo.

Nos proponemos mostrar de qué manera en el proceso de ritualización de la memoria de la localidad de


Coyhaique se reflejan las distintas interpretaciones y posiciones ante el pasado de la ciudad. En Coyhaique
nos encontramos con dos ritos que celebran el aniversario de la ciudad, ambos sostienen mitos de origen
diferentes. El de mayor antigüedad celebratoria, está institucionalizado en la comunidad, impulsado desde el
día de fundación de la ciudad por las instituciones estatales; responde a un tipo de comportamiento ritual
formal, donde se subrayan las diferencias de status presentes en la comunidad (Leach, 1971: 209).

En cambio, el segundo rito que abordaremos, se encuentra en proceso de institucionalización, y se vincula con
los rituales de mascarada, donde la diversión y los disfraces representan la forma de manifestar el origen
(Leach, 1971:209). El grupo que lleva adelante la organización de este ritual forma parte del grupo “desplazado”
y olvidado como representante de la chilenidad en Coyhaique.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 83

2. EL PROCESO DE INSTITUCIONALIZACIÓN DEL RITO ANIVERSARIO DE


COYHAIQUE.

Bajo el amparo de la Ley de Colonización de la Araucanía de 1874, se asentó en la zona de Aysén la


Sociedad Industrial de Aysén (en adelante S.I.A). Con el establecimiento de estas empresas se generaba
paralelamente el crecimiento de asentamientos poblacionales, con la llegada de mano de obra para la empresa,
básicamente chilotes provenientes de la isla de Chiloé (Carreño, 1999: 38). De este modo surgió el pueblo de
Baquedano3, fundación oficializada por el Intendente de Aysén Coronel Luis Marchant González, el 12 de
Octubre de 1929. La fecha elegida no fue casualidad, sino que responde a un plan para hacerla coincidir con
el “Día de la Raza”, tampoco lo fue el acto preparado para el evento:

“A la llegada del Intendente Marchant y su comitiva, un carabinero se encargó de izar el pabellón


patrio en una vara de lenga que se había improvisado como mástil, a los sones del himno nacional
que fue coreado por todos los presentes. Acto seguido, la primera autoridad improvisó un breve
discurso para señalar la importancia del paso dado, abordando enseguida el futuro próspero que le
auguraba al naciente pueblo...”4

La elección del 12 de octubre como día de fundación, puede ser interpretada como un acto de búsqueda de
continuidad de la hispanidad en la región de Aysén. Tal como expresa Lévi-Strauss, una fecha es una clase
por la relación que establece con otras fechas que forman igualmente parte de la misma (Lévi Strauss, 2001:
268). La conmemoración del “Día de la Raza” o “Fiesta de la Raza” para hacer alusión a la llegada de Colón,
en 1492, tiene un lugar destacado en la liturgia de celebraciones chilenas, por lo tanto el 12 de Octubre para
Coyhaique entronca con estos festejos. De manera similar a Colón, el coronel Marchant también poseía
todas las dotes de héroe fundador y emprendedor en alejadas tierras del poder “real”. Marchant se instaló en
Aysén para poner orden al poblamiento espontáneo y a la escasa presencia oficial.

Para el Estado chileno los problemas surgieron a partir de la instalación de dos grupos –ambos chilenos- pero
que no respondían a los parámetros de chilenidad. Por un lado, los chilotes que poseen prácticas culturales
como producto de la combinación entre el pasado indígena y el colonial, que los distinguen del resto de Chile
(Marino, 1985). Por otro lado, los chilenos que habían residido del lado argentino, en muchos casos con
hijos de nacionalidad argentina, y que habían adquirido prácticas culturales de los sectores rurales de Argentina.

Ambos grupos se asentaron en las “tierras sin dueños” a las cuales denominaron como “orejanas”. Lo cual
en principio trajo inconvenientes con las autoridades chilenas, pero que más tarde fue pensado como una
alternativa válida en función de asentar la soberanía chilena en la frontera con Argentina. Sin embargo, el
hecho de validar las ocupaciones de tierras no era suficiente. En este sentido, se intensificó el despliegue de
patriotismo chileno en las prácticas de conmemoración de las efemérides patrias, tales como el 18 de
Septiembre y el 21 de mayo.

3
El nombre fue puesto en honor a Manuel Jesús Baquedano, general del Ejército chileno, que participó en la Guerra del
Pacífico, (1823-1897).
4
Araya Uribe, Baldo: Cap. “La fundación oficial“, en CRÓNICAS DE COYHAIQUE en sus bodas de oro, (editado por
la Ilustre Municipalidad de Coyhaique, Noviembre de 1980), pág. 96.
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84 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Sin embargo, en Coyhaique la tradición nacional del 18 de Septiembre no logró eclipsar la del 12 de
Octubre. Por el contrario, a diferencia de otras ciudades chilenas, para los coyhaiquinos tiene mayor
trascendencia el aniversario de su localidad que el día de la Independencia de su país. Sin embargo, no
debemos restarle importancia, porque el 18 de Septiembre opera como “la preparación” para la fiesta
inmediatamente enlazada con los festejos comunitarios, que es el día de la localidad.

Hacia fines de la década del ´30, ya se había construido el mito de origen de Coyhaique, año tras año se
comenzó a repetir el primer encuentro de 1929 del coronel Marchant con los pobladores locales, a lo cual se
incorporó la frase que: “el acto se desarrolló... ante numeroso público”. Sin embargo, recién la celebración
en honor a la efectiva fundación del 21 de mayo de 1931 correspondió con amplia convocatoria. En torno a
esta conmemoración cristalizó en el imaginario como la fiesta más importante que vivió la población de
Baquedano. Una curiosidad lo constituye la dificultad en la que se vieron los organizadores de las Ramadas
para poder imprimir de chilenidad la celebración, dado que los bailes fueron fundamentalmente valses, rancheras
y tangos, además en la vestimenta predominó la figura del gaucho argentino5 y no la del huaso chileno.

A partir de 1939 el pueblo de Baquedano pasó a denominarse Coyhaique, tal como denominaba ese lugar la
S.I.A., el motivo se debió a prestarse a confusión con otra población que poseía la misma denominación.
Esto significó una nueva etapa en la necesidad de imprimir identificación sobre el lugar: ahora no sólo era
necesario crear a los chilenos sino también a los coyhaiquinos.

El Coronel Marchant asumió la primer tarea con toda la energía de un fundador, obtuvo el aval presidencial
para crear la única banda de carabineros que existe en el país (excepto en Santiago), porque consideraba
fundamental el carácter pedagógico de las marchas marciales. Marchant manifestó ante el Jefe de Carabineros:

“...vamos a izar todos los días aquí la bandera para que éstos que no son ni chilenos son chilotes nada más, sepan
qué es su país y todos los medio días los carabineros van a venir a tocar a la plaza, para meterles el patriotismo en
la cabeza...”6

La iniciativa de Marchant fue inmediatamente celebrada como espectáculo que congregaba diariamente a
toda la población local y de alrededores. En este sentido, debemos considerar la centralidad que adquieren
las prácticas rituales en localidades relativamente pequeñas, donde al decir de Maurice Halbwachs sus
habitantes “no dejan de observarse”, por lo tanto es un recuerdo resignificado en común (Halbwachs,
1950:68).

El Coronel Marchant –independientemente de la presencia de gobiernos militares o democráticos- fue reelegido


4 veces como intendente de la Provincia de Aysén, cargo desde el cual incentivó el traslado de la capital a
Coyhaique. Además de sostener férreamente su lugar como fundador de pueblos que permitían extender la
soberanía chilena en la frontera austral con Argentina.

5
Si bien no ingresaremos en esta temática, cabe aclarar que el gaucho es una figura mítica, cuyos orígenes se asocian a la
época colonial, y a una vida fácil, es criticado por los historiadores por no corresponder con la imagen que la campaña
bonaerense brindaba hacia el siglo XVIII. Ver: Anuario IEHS, 2. Tandil. Universidad Nacional del Centro de la Provincia
de Buenos Aires.1987. Polémica. Gauchos, campesinos y fuerza de trabajo en la campaña rioplatense colonial.
6
Entrevista realizada a Gabriel Santelices Loyola, 11 de octubre de 2003.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 85

Cada 12 de Octubre se repitió en forma recurrente la existencia de un “tiempo de origen”, alrededor del
cual se ha desplegado un relato no carente de falsedad, no porque sea falso, sino porque es imposible volver
al pasado para comprobarlo: aquel momento “en que Marchant se reunió con un gran número de pobladores
que asistieron al acto de fundación”, a lo largo del siglo se ha repetido esta frase, pero no exenta de
resignificaciones. De otra manera no se explica su perdurabilidad en el tiempo; Lévi-Strauss plantea que la
sustancia del mito se encuentra en la historia relatada, que si bien refiere a acontecimientos pasados, forma
también una estructura permanente, donde “dialogan” el pasado, el presente y el futuro (Lévi-Strauss, 1977).

Los historiadores locales se han encargado de recordar el éxito de la primer fiesta, tal como expresa Araya
Uribe:

“...fue todo un éxito. El Intendente Marchant convivió plenamente con los pobladores, saludando a cada uno y
aconsejándoles que después de terminada la reunión, todos deberían retirarse a sus casas a continuar normalmente
sus trabajos. Hasta hoy se recuerda con emoción aquel suceso; ...los viejos aún comentan: “Nunca hubo fiesta más
linda que cuando se fundó Baquedano”.

Este relato de la tradición oral se recupera en 1979, año en que Coyhaique festejaba sus Bodas de Oro, de
ahí que representara un momento crucial de balance retrospectivo y prospectivo de la comunidad. El presente
se mostraba “floreciente” con la inauguración de la Carretera Austral y una serie de obras públicas que
permitirían a la Región:

“...incorporarse, con todo su enorme potencial, con más firmeza que nunca, al resto del territorio nacional...hemos
entrado hoy, ahora, al cumplir nuestras Bodas de Oro, por la puerta ancha y promisoria de nuestro futuro... es
responsabilidad de todos y cada uno de quienes tenemos el privilegio de vivir en esta tierra rica y generosa, parte
indivisible de una gran nación a la que amamos por sobre todas las cosas del mundo: nuestra Patria, CHILE.7

El énfasis puesto por parte de las autoridades chilenas en el festejo de las prácticas sociales de conmemoración
sirvieron a lo largo del siglo XX para diferenciar las prácticas propias de la chilenidad de aquellas características
de la argentinidad. Sobre todo en el campo aysenino donde convivieron festejos de la liturgia patriótica
chilena (21 de mayo, 18 de septiembre) con la argentina (25 de mayo, 9 de julio) (Araya, Baldo, 1990;
Galindo, Leonel, 1992).

En este sentido la acción nacionalizadora de las escuelas chilenas cumple un papel trascendental a la hora de
reproducir las identificaciones nacionales. Tal como expresa Marc Ferró, “la imagen que tenemos de nosotros
mismos, está asociada a la Historia tal como se nos contó cuando éramos niños... (pero) esas imágenes
cambian a medida que se transforma el saber y las ideologías” (Ferró, 1981:9). Esto se vincula con la
urgencia de imponer una visión de la frontera como barrera, ya que tanto del lado chileno como argentino se
privilegió la imagen del país vecino como expansionista y provocador de conflictos (Lacoste, 2003). Sin
embargo, tal como señala Ferró, las imágenes cambian, y en Coyhaique nos encontramos en un proceso de
transformación de los esquemas hegemónicos de ver lo nacional.

7
Araya Uribe, Baldo: CRÓNICAS... (Ob. Cit.). Pág. 222.
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86 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

3. POMPA Y CEREMONIAL” EN LA “PLAZA DE ARMAS” del 12 DE OCTUBRE DE 2003

Si bien es el día 12 de octubre la fecha de fundación de Coyhaique, los festejos conmemorativos del 74º
Aniversario de Coyhaique, se desarrollaron entre los días 8 al 31 de octubre. Sin embargo, en el presente
trabajo sólo recuperaremos el análisis de las actividades desarrolladas el día central: el 12 de octubre. Y en
particular el acto central y todas las actividades desarrolladas en el centro de la ciudad.

Las actividades comenzaron a las 11.00 horas con “el rodeo Aniversario”. Seguido luego por un campeonato
de “ciclismo Aniversario”. Estas dos actividades se superpusieron a la “Misa de acción de Gracia”
donde concurrieron las autoridades que luego se ubicaron en la plaza central, denominada Plaza de Armas.
Esta plaza tiene la particularidad de ser una “plaza pentagonal”, y fue construida en base a ideas de un
arquitecto que visitó plazas de Francia. En 1929 se cambia el nombre anterior del lugar: “Pampa del
corral” por el de “Plaza de Armas”, el primero tenía reminiscencias gauchescas porque allí se practicaba
por ej. el juego de la taba, carreras a la chilena, y la denominación que finalmente predominó en cambio,
aludía a parámetros nacionalistas.

En el medio de la Plaza de Armas, se encuentra el monumento erigido en honor al padre de la patria: Bernardo
O´Higgins, también en un lugar central el busto y placas recordatorias a la figura del héroe local: el Coronel
Marchant.

Alrededor del monumento a O´Higgins, y en uno de los laterales de la Plaza se congregan los coyhaiquinos
todos los 12 de Octubre, dispuestos a ritualizar nuevamente el aniversario de la ciudad. Recuperaremos la
estructura ternaria que propone Van Gennep para el análisis de los rituales (Van Gennep, 1986), dado que
quien/es se introduce/n en el rito aniversario siente/n transportarse y separarse del mundo ordinario, más tarde
pasa/n a una situación liminar, y por último de reincorporación al mundo cotidiano nuevamente.

En la primera fase que se inicia alrededor de las 11.00 horas podemos observar a los coyhaiquinos caminar
o viajar apurados desde distintos puntos de la ciudad hasta la Plaza de Armas. Tal como indicamos en la
introducción de este trabajo, esta celebración pertenece a una práctica ritual formal. Por lo tanto todos van
vestidos de “etiqueta”, en Coyhaique ni siquiera el 18 de septiembre, se pueden ver vestimentas tan elegantes
y prolijas. Cada uno estrena una prenda de acuerdo al nivel adquisitivo y status social, también la disposición
espacial de los distintos grupos se produce de esta manera. En el palco oficial se ubican las autoridades
civiles y militares y los invitados especiales de otras ciudades. En un segundo palco los funcionarios de
segunda línea, las reinas de belleza de la región y las familias “reconocidas” de la ciudad, comerciantes y
dueños de fundos. En cambio, la “gente común” se ubica –separados por la calle- en frente y a ambos lados
de los palcos de autoridades.

Alrededor de las 11.45 horas se ingresa a una segunda fase a partir de que un carabinero comienza a dirigir el
acto: ordena en primer término la entrega de ofrendas florales al monumento de Bernardo O´Higgins, el
izamiento del pabellón nacional y por último la entonación del Himno chileno. Ante la canción patria se pudo
ver un momento prácticamente sacro de fervor y comunión, esto se asocia a que los himnos, junto con las
banderas y los escudos, representan el conjunto de prácticas rituales que por su carácter compulsivo, producen
respeto instantáneo y lealtad (Hobsbawn y Ranger, 1983: 1). En este sentido, también se vio muy interesado
el público en el momento del cambio de estandarte de combate del Regimiento de Infantería, que en el
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 87

transcurso del año pasó a convertirse en Regimiento Reforzado. Las palabras del Comandante del Regimiento
estuvieron orientadas a revalorizar el emblema del estandarte, por existir un alto grado de continuidad entre
aquellos utilizados durante el período hispánico, las pertenecientes a la época Independiente utilizadas en las
hazañas del Ejército chileno y las que actualmente se exhiben en todos los Regimientos.8

La atención del público bajó en el momento en que el Alcalde Sandoval pronunció un largo discurso de 20´,
agradeció profundamente la presencia de descendientes de uno los administradores de la S.I.A. (considerado
fundador por algunas familias coyhaiquinas). En el discurso fue posible establecer las relaciones temporales
que todo aniversario posee: del pasado se recuperó el mito fundacional de 1929, aunque mencionó las
múltiples dimensiones “de nuestra historia” relativizando la idea acerca de los grupos que “llegaron primero”.
En este sentido, mencionó las distintas corrientes migratorias:

“...los que vinieron del mar, los hijos de Chiloé, los que vinieron desde el norte cruzando partes y parajes extranjeros,
los del sur, los hombres y mujeres de la zona austral, en suma los chilenos venidos desde todos los rincones del país,
los inmigrantes extranjeros venidos...de Oriente, Europa, Norteamérica y Sudamérica”.9

El tiempo presente ocupó un lugar destacado, dado que está marcado por la necesidad de nuevos liderazgos
y la reelaboración de nuevas maneras de encarar las actividades sociales, cívicas, económicas y políticas.
Para el Alcalde el balance de las actividades realizadas da un saldo positivo en todos los aspectos. Por lo
tanto el futuro, está orientado por la profundización de la modernización en el logro de mayores espacios que
eleven la calidad de vida de los coyhaiquinos.

Nuevamente el público concentrado escuchó al locutor anunciar el ingreso del grupo de “Los centauros”
presentado como: “...los que llegaron primero, que a lomo de sus cabalgaduras se pasearon triunfantes
en Chacabuco y Maipú, regaron su sangre en el desierto norteño... y trajeron a la Patagonia las
tradiciones del campo y rodeo, alfalfa y trigal, y junto a ellos la cueca, nuestra danza nacional”.10 Este
grupo interpretó una práctica ritual del folklore tradicional chileno: el esquinazo. Un grupo de hombres a
caballo, entregan una bebida denominada chicha en un cuerno de animal a las autoridades presentes, luego
el grupo folklórico baila un pie de cueca (un fragmento de cueca). Las autoridades felicitan al grupo por la
entrega de chicha y por la demostración de danza. El esquinazo es exclusivo de los grandes acontecimientos
como el 18 de septiembre.

La 3era. fase comienza cuando el locutor anuncia el inicio del desfile. Es la de mayor duración (dos horas
aproximadamente), y es la única por la cual todos los coyhaiquinos –al menos en algún momento de sus vidas-
han transitado. El desfile es iniciado por los militares del Regimiento Reforzado y todas las fuerzas militares,
exponiendo sus armas y vehículos de guerra. Luego los grupos folklóricos locales de Clubes de huasos
(hombre de campo chileno, dueño de fundos). Y en absoluto orden representantes de diversas instituciones
públicas y civiles, alumnos de colegios, jardines de infantes, etc. Todos imitando la manera de desfile militar.
A partir del pasaje de los últimos grupos del desfile el público comienza a desconcentrarse y hablando sobre
distintas partes del acto se dirige a sus hogares, para reincorporarse a su rutina diaria o bien participar en el
segundo rito de celebración del aniversario la ciudad.

8
Nota de trabajo de campo, 12 de octubre de 2003, Coyhaique.
9
Nota de trabajo de campo, 12 de octubre de 2003, Coyhaique.
10
Nota de trabajo de campo, 12 de octubre de 2003, Coyhaique.
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88 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Grupo folklórico bailando un pie de cueca Plaza de Armas de Coyhaique, año 2003. Foto: Brígida Baeza

La descomposición del rito en sus distintos momentos nos permitió advertir sobre la perdurabilidad de algunas
prácticas prevenientes de “los primeros tiempos”. El rito aniversario oficial continúa básicamente centrado en
la difusión de la versión oficial y la reproducción del conjunto de símbolos y discursos nacional.11 Tal como la
mención del mito de origen por parte del Alcalde, dado que la recitación del mito forma parte de la ceremonia
ritual (Mauss, 1969). Sin embargo, el mito también admite distintas interpretaciones y usos del pasado, por
lo tanto es factible de ser readaptado y reelaborado. De allí, que el Alcalde incorporó a los grupos anteriormente
“olvidados” (chilotes, chilenos que reingresan por Argentina) a la memoria colectiva local. En este sentido, es
interesante recalcar la idea de cómo la memoria ritual retiene aquellos aspectos que el mito no integra, el rito
elabora e integra las imágenes del cambio (SEVERI, 1996).

Aunque el acuerdo acerca de lo que debe ser relatado en la ritualización del pasado, nunca es absoluto. A
pesar de representar el Alcalde Sandoval a los grupos “de derecha”, algunas de las familias que también se
inscriben en esta línea (o más a la derecha aún), no acuerdan con la selección del pasado de Coyhaique. Para
ellos los fundadores siguen siendo los distintos integrantes de la S.I.A. y la acción estatal desarrollada
principalmente por Marchant.12

11
La organización del acto oficial y demás actividades que se desarrollan en el “mes aniversario” de la localidad no
reciben ninguna participación de la Gobernación de Coyhaique, dado que esta institución está abocada al “mes de la
patria” que es en septiembre.
12
Entrevista realizada a Gabriel Santelices, fundador de la Democracia Cristiana en Coyhaique, 11 de octubre de 2003,
Coyhaique.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 89

4. “LA GRAN MATEADA” EN LA PLAZA EL OVEJERO

Así como existe en Coyhaique un grupo de familias que resguardan la memoria oficial, otro grupo se encarga
de difundir y reproducir prácticas culturales vinculadas principalmente al grupo de chilenos argentinizados
(aquellos que habían residido por un tiempo del lado argentino). En este sentido, Lévi Strauss analiza de qué
manera un grupo o familia intenta explicar su destino, justificar sus privilegios o bien, reivindicar derechos
desaparecidos o nunca obtenidos (Lévi-Strauss, 1986: 64).

La manera en que el grupo de chilenos argentinizados reivindica sus prácticas es también a través de la
Municipalidad local, ya que ocupa el cargo de Director de Cultura Leonel Galindo, un universitario dedicado
al estudio del folklore y el análisis lingüístico en la región de Aysén. Galindo y un grupo de colaboradores lleva
adelante el proceso de bricolage, ya que a través de la reconstrucción de una parte del mito/ritual o historia
se pretende llenar el vacío producido a raíz del proceso migratorio de reingreso al territorio chileno. Roger
Bastide analiza el bricolage como reparación de un objeto existente, no es una situación de simple mezcla de
elementos, sino la creación de un modelo significativo a partir del sincretismo de tradiciones diferentes (Bastide,
1970: 100).13

Para Galindo hay que reparar la condición de segregación que vivieron los grupos que -a pesar de ser
chilenos- no respondían al parámetro de migración deseada por el gobierno chileno. El Estado nacional
promovió a través de las Compañías ganaderas, el asentamiento de inmigrantes anglosajones a quienes se le
otorgaban determinados privilegios (Carreño Palma, 1997: 39). Galindo sostiene que: “...la fuerte identidad
de sincretismo de costumbres que se da... no responde para nada con los estereotipos nacionales... el
poblamiento espontáneo de los que estuvieron algunos años en Argentina logran un acervo cultural
eminentemente gauchesco mezclado con algunas costumbres huasas y con algunas costumbres mapuches
y tehuelches, existe el hecho de hacer las papas al rescoldo,... costumbre huasa,...mapuches y tehuelches,
como es consumir el cuajo crudo por ej... costumbres gauchas como asado al palo...”.14

Del conjunto de elementos que reconoce Galindo como parte del sincretismo presente en Coyhaique, opta
por aquellos provenientes de la cultura gaucha argentina. Galindo y su grupo es el encargado de seleccionar
y transmitir la memoria (Finley, 184: 36). Tal como indica Bastide, para referir a las poblaciones negras en
América, los ritos han resistido más que los mitos la trasplantación (Bastide, 1970:101). El grupo de chilenos
argentinizados recupera la práctica ritual del mate que supo mantenerse sin modificaciones a través de todas
las décadas desde la reinstalación en Coyhaique.

El día 12 de Octubre, desde hace menos de 5 años se reúnen en la Plaza El Ovejero, -de menor dimensión
y antigüedad que la Plaza de Armas- alrededor del palco donde se ubica un locutor vestido de gaucho a la
manera argentina y tratando de agraciar al público con dichos camperos. En la Plaza El Ovejero se erige un
monumento compuesto por un pastor con su rebaño de ovejas, cuya función es excitar por emoción una
memoria viva (Candau, 2001: 142). Y el día de celebración del rito aniversario se erige un monumento al
mate: un gran mate de dimensiones gigantes en el medio de la plaza. A las 15.00 horas la plaza se encuentra
colmada de gente que se halla distribuida por el suelo, arriba de los carros que también se exhiben en la plaza,

13
Bastide “sociologizó” el término de origen antropológico elaborado por Lévi Strauss consiste en: “...elaborar conjuntos
estructurados, no directamente con otros conjuntos estructurados, sino utilizando residuos y restos de acontecimientos...”
Lévi-Strauss, Claude: El pensamiento salvaje, (F.C.E. Buenos Aires, 2001) 2da. edición. Pág. 32.
14
Entrevista realizada a Leonel Galindo, Director de Cultura de la Municipalidad de Coyhaique, 13 de octubre de 2003,
Coyhaique.
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90 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

todos ellos sentados en círculo y tomando mate.15 Un detalle que emparenta esta fiesta con otras que se
realizan en distintos lugares del mundo actualmente, es la estimulación del consumo (García Canclini, 1989:
205) a través de la presencia que la marca de yerba argentina “Taragüí” que auspicia el encuentro, por lo tanto
todos los presentes están con mates y paquetes de yerba de esa denominación.

Sin el ceremonial del “rito oficial”, se inicia la primera fase de la “Gran Mateada” en distintos momentos, al
compás de la llegada del público que se agolpa en el palco para ver a los artistas locales y argentinos que
amenizan tocando chamamés, rancheras, pasosdobles... el locutor dijo: “todo lo que escuchamos aquí en
la zona”. Como en todo ritual de mascarada, como lo denomina Leach, existe jolgorio, risas, diversión y
sobre todo la incorporación de la máscara. La mayor parte de quienes participaron están disfrazados de
gauchos y paisanas, la elección de esta vestimenta que substituye a la urbana que utilizan cotidianamente se
debe a que la “Gran Mateada” es en honor: “a los que llegaron primero”. Los fundadores para el grupo
argentinizado está compuesto por familias “clánicas”: los Solís, Cadagán, Foitzick, entre otros.

La segunda fase se inicia con el desarrollo de los concursos y cuando el locutor anunció el concurso de
mates. Muchos de los presentes le alcanzaron sus mates para ser examinados por el tribunal que tuvo a su
cargo la elección del mejor. Sin embargo, cuando se aclaró que quien obtuviese el primer puesto recibiría un
presente, pero debería donarlo al Museo del Mate,16 a inaugurarse próximamente, se escucharon voces de
descontento. Los mates presentados eran en su mayoría provenientes de Argentina, excepto algunos
elaborados artesanalmente en Coyhaique. Sin embargo, el locutor convenció a los participantes de la
importancia de tamaña donación.

En el marco de esta fiesta y en la cotidianeidad coyhaiquina, el mate puede ser pensado como símbolo, en el
sentido atribuido por Turner a aquellos símbolos que tienen como característica sustancial la condensación,
dado que unifica varias y diferentes significata (Turner, 1980: 30). Por un lado, en el marco del contexto
ritual “La Gran Mateada” es una unidad en sí misma, pues posee una conducta ritual el hecho de “tomar
mate”, por otro lado recuerda/rememora la historia “de los que llegaron primero” ya que poseían el mate
como símbolo ritual, por último el mate representa la continuidad durante todo el año del ritual de mascarada
denominado “La Gran Mateada”.

Posteriormente, luego de algunos números artísticos, se anunció el inicio de la parte más esperada de la fiesta:
el desfile de los carros alegóricos. En esta actividad es donde más se evidencia la presencia gauchesca en
Coyhaique, porque se representan escenas típicas de la vida rural, como es la toma de mate, cocinar asado
de cordero al asador, bailar al aire libre, cantar canciones folklóricas, entre otras. Son las prácticas culturales
que pasaron con “los fundadores” cuando migraron de Argentina. Es la reconstrucción de la memoria
colectiva del grupo argentinizado ese pasado vivido, experimentado, en el sentido de que Halbawchs define
la experiencia que transitan determinados grupos para asegurar la permanencia en el tiempo (HALBAWCHS,
1950).

15
Al igual que los símbolos sagrados que se comparten en círculo y que luego forman parte de ritualización, la toma de
mate, al decir de Geertz “...da una significación vagamente concebida pero intensamente sentida. Y este elemento
común significante, una vez abstraído, puede luego emplearse con fines rituales” Geertz, Clifford: La interpretación de
las culturas. (Editorial Gedisa. Barcelona. 1997), Pág. 120.
16
En marzo de este año se comenzó a construir lo que la Municipalidad de Coyhaique denomina como hito museográfico,
donde se erigió un monumento al mate. Diario Aysén, 8 de marzo de 2004.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 91

Representación de carros alegóricos Plaza del Pionero, Coyhaique, año 2003. Foto: B. Baeza

En el transcurso de la segunda fase también se premia al mejor carro alegórico, pero no parece importar tanto
a los participantes obtener el premio, sino divertirse con las representaciones interactuando con el público
presente. Notamos una pérdida de consciencia del tiempo rutinario, por eso la jornada se extendió todo lo
que duró la luz del sol. Es así como finaliza la tercera fase de regreso a la vida ordinaria.

La “Gran Mateada” –al igual que el rito oficial- se presenta como un rito impulsado por un grupo determinado,
con un alto grado de intencionalidad en promover una práctica ritual como lo es la toma de mate. Sin
embargo, debemos reconocer que quienes participan en el rito de mascarada, fuera de toda etiqueta social,
tienen una mayor inclusión aunque no participen en la organización y definición del rito. En una ciudad donde
los marcos nacionales se impusieron de forma dictatorial, como el mismo Marchant reconocía, nunca lograron
aglutinar una conciencia colectiva fuerte.17 Sí están logrando mayor éxito aquellos componentes identitarios –
presentes en el pasado- que identifican y definen a los coyhaiquinos frente a los vecinos de otras localidades.

17
En Coyhaique encontramos un proceso diferente al que señala Pierre Nora para Francia donde la nación logró
constituirse en marco unitario que encerraba la consciencia de la colectividad.
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92 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

5. A MODO DE CONCLUSIONES

El caso de análisis presentado nos permite ver de qué manera la memoria se presenta como un espacio
dinámico en constante redefinición. En ello incide tanto los cambios y modificaciones que se dan a nivel de la
estructura política nacional y local, como así también de los procesos de individuación que los actores sociales
llevan adelante. Por otra parte, el análisis del rito aniversario de la localidad da cuenta de la “historicidad” que
posee la práctica ritual, de qué forma se interrelacionan pasado, presente y futuro. De qué manera en cada
época los grupos sociales que llevaron adelante la selección de la composición de la memoria colectiva, debió
adecuar el rito a las necesidades del contexto, transcendiendo de esta forma los cambios a nivel estructural.
Actualmente Coyhaique está transitando por un proceso de transición a una nueva redefinición del recuerdo
y el olvido, nuevas prácticas rituales están conviviendo con antiguas formas de pensar la nación. Es parte de
las características de la vida local desarrollarse y evolucionar en contraposición a otros vecindarios,
construyendo sus propios contextos de alteridad, tal como manifiesta Arjun Appadurai (Appadurai, 2001:199).
Este proceso entra en tensión con los parámetros identitarios que históricamente el Estado nación pretendió/
e inculcar.

Actualmente en Coyhaique los grupos argentinizados se encuentran atravesando un proceso de reparación


de sus prácticas culturales que los definen y diferencian de otros grupos sociales, pero reconociendo,
incorporando, “mezclando” elementos provenientes de otras tradiciones como es la chilota, la indígena tehuelche
o mapuche, y aunque al propio grupo le cueste reconocer también elementos de las identificaciones hegemónicas
nacionales. Este fenómeno de bricolage se encuentra camino a la consolidación y redefinición, mostrando
que no podemos definir de manera estática e inalterable los procesos de construcción de la memoria colectiva.
Al contrario, Bastide señala que la memoria debe estar acorde con el presente (Bastide, 1970: 79)
Sociedad de Historia y Geografía de Aisén & Municipalidad de Coyhaique
Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 93

BIBLIOGRAFÍA

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CEMENTERIOS.
EL RELATO DEL DESARRAIGO, DEL DESARREGLO

Carmen Parés Fuentes.


Escritora, Proyecto de
Patrimonio Funerario.

“Presentación de un extracto del relato Cementerios, escrito en el marco de la investigación Patrimonial Cementerios,
Tumbas y Animitas. Catastro, documentación y difusión del Patrimonio Funerario de la Región de Aisén, Proyecto
Fondart Regional 2004-2005, a cargo del antropólogo Mauricio Osorio Pefaur y la participación de Francisco
Croxatto Díaz en su calidad de fotógrafo y arquitecto y de Carmen Parés Fuentes, quien relata. Hecha esta
salvedad, pido, además, disculpas a la Sociedad de Historia y Geografía de Aisén, pero sobre todo a los asistentes
al II Seminario de Historia, realizado en noviembre de 2005, por no haber asistido a presentar este trabajo.
Agradezco a Leonel Galindo la invitación a integrar esta publicación, de todas formas.” (Carmen Gloria Parés)

INTRODUCCIÓN SUBJETIVA.

Visitar cementerios, visitar tumbas, visitar animitas, marcar un mapa in físico desde la tierra hacia abajo.
Colocar cruces vistosas en relación inversa a las que nunca se ven porque desaparecieron en la boca insaciable
del tiempo. Marcar, demarcar, interpretar por qué así –acá- a diferencia de allá, entender que la muerte es
sobre todo silencio, lenguaje musical de los grandes espacios. Por qué el contratiempo se repite, qué sería
eso del contratiempo. Cuesta escribir el inicio a una narrativa de silentes e iconográficos. Objetos sin vitrina.
Cepillemos un poco esta idea de morir, de muerte que atestigua en nuestros ojos vivos. El marco teórico, la
tesis, la cruz en sí, viene de otros y varios cauces.

Considero el desarreglo como sinónimo de desarraigo. Los cementerios que visitamos en la Provincia Capitán
Prat y una parte del General Carrera, además de una visita cercana y rápida a los cementerios municipales de
la provincia de Coyhaique, fueron una muestra parcial sorprendente de la naturaleza de la muerte en medio
del espacio inmenso y del silencio casi perfecto, casi redondo. Hay tumbas y tumbas, muertes y muertes,
campos y campos, formas y formas, después de vidas y vidas.

La tumba de Candelario Mansilla está en una hermosa colina que enfrenta un lago auténtico, otro lago
impresionante, otro lago con historias (Lago O’higgins). Lo acompaña gente cercana y los rodea un cerco
que les distingue y protege. Antes de llegar a la preciosa tumba de este pionero y dejar un chaleco en la
cocina de la hija, de emoción y encuentro, contratiempo, habíamos pasado por dos tumbas solitarias, estoicas
si se quiere, frente a un recodo que se forma en la parte final del lago Cisnes yendo a Villa O’higgins. Ahí esas
dos tumbas centinelas de una esquina preciosa de paisaje. Y antes aún, una de las tardes más bellas que
recuerde, la tumba de los vascos dentro de la inmensa ex Estancia Chacabuco, con guanacos en flor. Esos
son recuerdos de tumbas.
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96 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Gentileza de Renato Cárdenas, al facilitar Archivo Computacional con documentos de su autoría, recopilados
y fotos.

Dos cementerios me impresionaron profundamente, subjetividad absoluta que no me dejó estar operativa. El
de Cerro Castillo, por su nobleza de sitio tranquilo, de animales, de pasto, una brisa propia de ahí, un sereno
sol y cantar de pájaros, unas tumbas que hablaban y contaban su historia. Pastos largos y silvestres, dulzura
de brisa de nuevo, te acuestas un momento encima de la tierra y sientes tu muerte y la lloras con ternura.
Impresionante acercamiento.

En sí, Puerto Sánchez, cuyos campos son los más bellos- particularmente el que está camino a uno de los
cementerios familiares- que creo haber visto hasta ahora en la región. Simplemente para tragar belleza con
los ojos. En el cementerio oficial de Puerto Sánchez, que está a cierta altura, fui desplomada y desplumada
por el bosque, por las tumbas del bosque, por la sombra del tiempo, por las flores que miraban desde mayor
altura que las tumbas. No pude permanecer en un cementerio de cuentos medievales, cemento celeste,
fragmento de mallas que recuerdo y grandes árboles, grandes sombras.

Un aroma de bosque humedecido y denso. Y un asco que derrotó la necesaria objetividad para observar.

EXPLICACIÓN DE FORMA Y FONDO

Este relato pretende ser una narración menos científica que empírica de terrenos realizados a principio del año
2005 en torno a cementerios, animitas y algunas oficinas documentales como los Registros Civiles. El trabajo
en equipo fue abordado desde la experiencia en terreno y no la acumulación de antecedentes, pues eso
hubiese llevado (y lleva) mucho más tiempo de elaboración y se transformaría en una investigación de tipo
cuantitativa, cuya intención no ha sido. Probablemente, por ahora, tampoco llegue a ser una investigación
cualitativa, pero ciertamente está más cerca de entregar referencias documentales en función de una subjetividad
que quiere acercar el tema de cementerios y rito mortuorio a la comunidad moderna y tecnologizada del
2005, enfrentándola a algo que quizá pueda parecerle arcaico, hasta ajeno, a pesar de que la muerte sigue
siendo la de siempre, la muerte.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 97

Sea ésta una especie de hipótesis de este relato de cualidades sorprendidas en una muestra de Aisén, del sur
principalmente, características, peculiaridades y sentidos propios de las comunidades visitadas, de sus
cementerios públicos y particulares, de la mentalidad o las tendencias que se insinúan a través de las
municipalidades a cargo de administrar estos recintos, de los ritos y las formas, del paisaje, del lugar elegido
para enterrarse después de vivir. Todo este conjunto de cultura anclada en el tiempo de la muerte y en el
tiempo de la vida, enfrentada a la instantaneidad, a la sutil envergadura de nuestros días, a la preeminencia de
un presente a dieta de ideologías o grandes y antiguas ideas y un futuro delgado y liviano intelectualmente
como los miles de cables que cruzan de punto a punto cardinal nuestra comunicación virtual, nuestra
comunicación diaria, nuestra comunicación cultural.

TERRENO SUR.

Miércoles 15 de febrero de 2005

En una camioneta arrendada iniciamos este gran terreno sur el día 15 de febrero de 2005. Mauricio chofer,
Eugenia, Ema y quien escribe. Llegamos esa noche a Puerto Tranquilo donde nos reunimos con Francisco
Croxatto, arquitecto y fotógrafo a cargo de los levantamientos de planos, GPS de animitas y cruces-tumbas
en el camino, de todos los cementerios que visitásemos, de la fotografía y la mirada más técnica y práctica del
equipo. Cada vez que atisbábamos un elemento por el estilo en la carretera, nos deteníamos a hacer el
registro correspondiente, insumos de ubicación de sitio para el Catastro en sí. Pero esa noche nos deparaba
una agradable cena en su casa junto a Támara, su compañera, y Domingo y Matilde, su hijo e hija y a unos
amigos de la familia que pasaban los días en “El Puesto” de Francisco, escalando cerros, observando el lago
y el pueblo, descansando en unas camas y en unas habitaciones rellenas de delicadeza y feng shui para el
sueño y el placer de dormir la vida. Así fue nuestra primera noche, de blancas camas que sostuvieron
osamenta viva en marcha de oquedades silenciosas.

Jueves 16 de febrero de 2005.

Nuestro viaje siguió al otro día hacia Caleta Tortel, ahí llegamos en la tarde y nos alojamos en la Puntilla.
Hicimos las averiguaciones para partir la mañana siguiente muy temprano a visitar los dos cementerios que
teníamos en vista a orillas del río Baker, excluyendo el de la Isla de los Muertos por estar suficientemente
documentado y sobre todo porque contábamos con sólo 1 hora y algo más para hacer el registro, puesto que
el ferry que cruza el Fiordo Mitchell desde Puerto Yungay nos daba muy poco tiempo para llegar a la hora en
que nos inscribimos para el traslado, 10 de la mañana. Después de dejar el hospedaje de Valeria Landeros,
antes de las 8º de la mañana, abordamos una chata rápida para llegar al Cementerio Público de Tortel, 22
minutos por el Baker. En el cementerio existen unas cuantas tumbas al final del sitio, el que está correctamente
cercado, habita el lugar una considerable cantidad de pájaros, hay una Cruz Mayor al centro del predio, están
demarcados los terrenos para las tumbas, divididos en 16 sectores. Es un lugar limpio, hay tumbas recientes.
Mucha humedad. Existen a simple vista unas 40 tumbas. Hay una gran tumba especie de mausoleo, forrada
en plástico como si fuera un invernadero. Con todo respeto y apoyadas por el hombre de la chata, nos
introdujimos en la tumba, sacando con mucho cuidado la puerta sobrepuesta. Resultó ser la tumba de un
joven. Estaba llena de recuerdos, velas, fotografías y artículos propios de Marco Eleuterio Vargas Ríos,
muerto por inmersión el 10 de noviembre del 2002 en la Reserva Tamango, lago Cochrane. Está enterrado
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98 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

sobre el nivel de la tierra y no bajo ella, encajonado, muchas flores, calendarios, ceniceros, guirnalda, dos
jockey, un carné de censista, un pirograbado. Es una tumba en construcción, muy visitada y mantenida con
cariño, casi con devoción. Nos cuenta el hombre de la chata, que resultó ser primo de Marco, que su familia
viene a hacer asados acá y está todo el día. Luego raudos nos fuimos hacia el pequeño cementerio bautizado
como el Cementerio Arratia, al costado de la cancha de fútbol de Tortel, que está a cierta distancia del
poblado, donde la gente se va en lancha o caminando. El cementerio está cercado, tiene 5 tumbas, hay un
angelito, se les llama así a los niños y niñas que han fallecido. Es un cementerio muy bello, con corral de ciprés
de 32 metros cuadrados.

Al llegar de vuelta a la Caleta fuimos a la Municipalidad para hablar con algún funcionario de Obras. Nos
informan que no se cobra por Derecho de Sepulatción. Administran sólo el Cementerio Público que está en
el sector del Correntoso. En los ventisqueros hay cementerios familiares, como el de Arratia. Ya no existe
autorización para enterrar a familiares en los campos. Sin embargo es una práctica que, cada vez menos, se
sigue haciendo en la región. Nos informan que hace sólo 5 años conservan la documentación del Cementerio.
Llevan a la gente gratuitamente cada 01 de noviembre. Sobre la Isla de los Muertos declara que realizan
trabajos de mejoramiento del sector para turistas, como pasarelas, cuidado, manutención. No se cobra
entrada por ingreso y el permiso es permanente. Quien quiera visitarlo debe ir con Guía.

Luego nos dirigimos al Registro Civil donde encontramos muy poca documentación. Se mantiene un estrecho
contacto con Cochrane, cabecera de la Provincia Capitán Prat. Mucha gente realiza allá los trámites de
defunción. Mantienen un archivo de Defunciones desde 1980, promedio uno o una fallecida por año. Hay
muy pocas muertes naturales en Tortel, son muertes violentas que se derivan al Hospital de Cochrane para la
autopsia, explicación de porqué hay tan poca documentación en este Registro Civil. Las inscripciones de
Defunción son gratuitas. Si se necesita un certificado se cobra $520 por cada uno. Nuestras informantes
fueron Alejandra Zurita y Fabiola Becerra.

Se comenta por ahí entre pasillos que en el sector de Puerto Álvarez, al sur de Tortel, existirían 5 sepulturas
bien mantenidas, de trabajadores madereros venidos de Chiloé, enterrados bajo tierra. Pero que en otros
sectores de la costa se han visto muchas tumbas que están a ras de suelo, esto es por falta de tierra, no se
habló de que fueran enterrados en ataúdes, sino más bien sus cuerpos con poca tierra y tapados con lo que
hubiera, incluso con basas de Ciprés. En la misma conversación mantenida en la camioneta ya rumbo a
Puerto Yungay se registra el nombre de Roberto Parada como la primera persona enterrada en el Cementerio
Público de Tortel. Y la segunda, una mujer de apellido Vidal.

Se eligió el sector del estadio para el Cementerio Arratia, por su fácil acceso, en un momento en el que sólo
había monte y por ser un sector limpio. Fue uno de los primeros asentamientos, cuando sólo estaba el puesto
de la Marina y la Posta, o sea en los albores del pueblo. Década del 50’. El informante es de apellido
Nahuel, oriundo de Tortel.

Ahora estamos frente a un letrero del puente Cabo Segundo Retamal Muñoz, que según Nahuel, murió en la
construcción de este camino, hacia el ventisquero Jorge Montt, víctima de un derrumbe de cerro.

Tomamos el camino a Villa O’higgins y nos encontramos con la animita de un niño. Una cruz de madera indica
el lugar. Es una animita bien cuidada, tiene autitos y tractores. No hay inscripción, hay velas, un angelito
colgado de la cruz.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 99

Llevamos hasta aquí tres días de viaje, dos jornadas de terreno propiamente tal, hemos averiguado muchas
cosas en cada lugar. Tomamos un desvío al río Bravo hasta donde llega el tramo en construcción que realiza
el Cuerpo Militar del Trabajo. Luego de acceder a unas basas de ciprés trabajadas por una familia del sector
y servirnos unos mates con ellos, nos devolvimos y tomamos el trayecto final hacia Villa O’higgins. Nos
detuvimos en el campo de Vicente Maureira, que nos cuenta que mientras hacía cerco encontró a dos personas
sepultadas. Este hombre entró por la cordillera, por el nacimiento del río Bravo, a caballo el año 90’,
buscando a la buena de Dios tierras fiscales para habitar. Él fue quien nos informó sobre las sepulturas del
Lago Cisnes, cruzando el puente. De esa forma nos fuimos sobre aviso. Seguimos un trayecto formidable.
Pequeños ventisqueros que se imponen desde la altura a través de sus cascadas de agua viscosa y gélidamente
celestes que llegan a formar ojos de agua en la tierra. Cóndores, bosque, hielo, pequeñas y ajadas banderas
chilenas flameando en casas aguerridas. La constitución de la patria lejana en manos de pobladores silentes
y tan naturales como el león y el huemul que dominan la zona. Comenzamos a bordear el extenso Lago
Cisnes, un manjar para nuestros sentidos fatigados por el largo y extenuante día. Las dos tumbas mencionadas
nos esperaban al comienzo del atardecer. Un viento helado y fuerte, el hambre, el agotamiento de las piernas,
la necesidad de que Eugenia, nuestra compañera embarazada, estuviera pronto más cómoda, nos forzaron a
un rápido registro del lugar. Como señalo en la introducción, estas dos tumbas, cuya leyenda descubriríamos
de a poco, no sólo eran bellas por el entorno en que fueron, paradójicamente “levantadas”, sino que mantienen
una presencia de grandiosidad.

Llegamos a Villa O’higgins en un atardecer cálido, a un silencio de pobladores que nos entregarían los siguientes
dos días, muchos sabores de vida a través de sus muertos.

Viernes 18 de Febrero de 2005.

Lo primero que hacemos al despuntar el día, después de una muy buena noche de conversación, amistad,
cena y descanso, es organizar cada quien nuestras tareas. El equipo más técnico prepara todo para recorrer
el Sector de Mayer horas más tarde, y quien relata busca documentación. La funcionaria de la Municipalidad
de Villa O’higgins, a cargo del proyecto ACCA, Lorena Molina Mansilla, me informa que no existen documentos
referidos al tema. La noche anterior, hospedados en su casa, nos cuenta que ella hizo hace meses atrás un
pequeño Catastro del Cementerio. Ella misma me deriva al Registro Civil. Me dirijo hacia allá y me encuentro
con la misma situación del Registro Civil de Caleta Tortel. La encargada, Claudia Fica, amablemente me
cede los libros. Encuentro un libro del año 1958. Trato de averiguar la existencia real de papeles, pero no doy
con ellos.

Vuelvo a escuchar que hay mucha muerte violenta en el sector y por tanto las autopsias ameritan traslado de
cadáveres. En medio de mi búsqueda me encuentro de primera con la Inscripción de Defunción de Hernán
del Carmen Merino, el famoso Teniente Merino. Está sepultado en el Cementerio General de Santiago, a la
edad de 29 años, asesinado de herida a bala. Seguimos investigando y hay varias muertes donde no se
constata causa alguna. Me retiro con la promesa de una foto a la inscripción del Teniente Merino.

En este punto del relato me detengo sobre ciertas inflexiones que comienzan a aparecer en el equipo, en
cuanto al perfil y la mística que cada quien desea imprimir a la investigación. Discutimos sobre el punto y nos
alejamos para acercarnos ahora, en este momento en que cada uno, aisladamente, prepara los resultados de
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100 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

su labor. O sea, pasados varios meses. En el momento cronológico del terreno en sí, aparecían sanas y
obvias divergencias sobre el enfoque. Una discusión siempre necesaria y bienvenida sobre cómo nos integramos
a este proyecto más allá de un viaje, un sueldo, más allá de las necesidades o de unas ganas de aprender algo
de Antropología y Arquitectura. Mi tema va dado como una responsabilidad social, como una ética de
trabajar, una narrativa, una forma de plantear este trabajo y darlo a conocer con una base sólida. Entonces
cuestioné la importancia de este estudio. Consideré en ese momento que el énfasis estaba puesto en la
enumeración, la lista de cementerios y tumbas posibles de localizar, y me parecía que no era más que un corte
orográfico a escala humana, una muestra de lo insondable, lo inabarcable del tema, porque a cada tramo y en
cada historia que recogíamos, en vez de adjuntar datos e informaciones acabadas, se multiplicaban por
doquier las cruces, las tumbas, las historias con sus sepulturas minando el extenso territorio, haciéndose cada
vez más infinita la meta del catastro exacto y más pequeña su visión de conjunto. Estábamos intentando
enumerar para ordenar, el enorme territorio del misterio, del anonimato, de la historia debajo de la historia. Y
eso se graficó de pronto como una enorme vastedad, la misma que sabemos que existe sin necesidad siquiera
de avizorar los horizontes. Estábamos en el confín, en la Patagonia sin remilgos ni ornamentos. Nuestro pasar
ha sido siempre como un suspiro del viento. ¿Cómo registrar toda la muerte del lugar?

La cantidad que sea que hayamos recogido, hoy, comienzos de 2006, vale oro como toda información que se
levante al amparo de nuestra, siempre se dice injustamente, reciente historia. Y quizá sea menos fácil venir
con excavadoras y enormes socavones ajenos a revolver esta tierra infinita llena de vida y llena de muerte,
para condenarla al extermino del justo medio entre ambas dimensiones: la belleza. Esos ríos, esos litorales,
esta gente es la cultura, la etnia y la historia. No necesitamos simular a otras historias y luchas para evitar la
torpe mano del desarrollo.

Tenemos ahí, donde se pretende modelar la historia con maquinaria pesada para tributar a unos cuántos
especuladores, sagrada muerte, sagrada vida.

CEMENTERIOS DE VILLA O’HIGGINS

El recinto está ordenado, las tumbas en su totalidad miran hacia el noroeste, separado a 2 kilómetros del
pueblo. Enmarcaciones de varilla, tumbas sin inscripción. Es un recinto limpio, silencioso, bien cercado. 46
tumbas contadas.

Al rato estábamos en el Cementerio antiguo de Villa O’higgins, a un costado del aeródromo, existen 4 tumbas
de mucha antigüedad, todas distintas. Hay una de cemento con azulejo que data del 75’ de Nolasco
Bahamonde. Otra de Vicente Ovando Vargas, otra sin identificación, y la última rodeada de un cerco de
cajón o tranquilla. Luego Ricardo nos contaría por allá por Lago O’higgns, que hay muchas más tumbas aquí
donde sólo vimos cuatro.

ACERCAMIENTO A SECTOR RÍO MAYER

Esa tarde preparamos la camioneta y “subimos” al sector de Río Mayer. Llegamos en vehículo hasta donde
se nos había indicado y luego de una caminata accedimos al predio de Dolores Torres, donde estarían los
caballos aguardando para acercarnos a unas tumbas que nos habían sido informadas en la Villa. Sin embargo,
sin guía, nos costó llegar al lugar y demoramos más de lo previsto. Se preparó un caballo para Francisco que
fue guiado por Héctor Sepúlveda Cárdenas, (Lindo lindo o Sepúlveda de los buenos) baqueano que vivió
muchos años en la Laguna del Desierto antes de ser perdida como potestad territorial por nuestro país. Se
fueron los caballos y sus jinetes y entramos a la casa de Dolores, a su vida. En su cuarto oscuro todo se hizo
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 101

tenue, celeste, único, único momento, como un espejismo, como una máquina del tiempo. Conversamos,
tomamos mate, salimos a ver los animales, estuvimos también en silencio, nos mojamos los pies en su arroyito,
escuchamos el diálogo de árboles y viento, hasta que llegaron los improvisados expedicionarios y volvimos a
tomar mate para compartir los resultados. Sin embargo no hubo suerte y de todas las sepulturas posibles,
sólo fue divisada la de un carabinero. Nos despedimos en una tarde de sol que bajaba de intensidad,
contentos y agradecidas del especial encanto de aquella pareja, del lugar donde viven sin necesitar prácticamente
de nada más que de ellos mismos, los animales y el lado benigno de la naturaleza que no despoja a nadie.

Al descenso nos encontramos con la camioneta a un costado del puente que mantiene la CMT y que hasta el
momento era el límite para cualquier vehículo particular. Hasta ahí se permitía llegar. Más allá, si no es
impreciso el recuerdo, quedaba Retén Viejo, donde sabíamos también había gente sepultada. Nos volvimos
a buscar un cementerio familiar que estaba en el camino, sin mucha señalización. Varias vueltas para allá y
para acá, metidas a predios cuyos moradores seguramente andaban faenando en su campo aprovechando la
tarde fresca y radiante. El sector del Río Mayer es un lugar muy apacible para vivir, al menos en ese verano
que disfrutábamos. El río nutre una ribera con vegetación y pasto de buen talante, muchos árboles y fauna
diversa. Encontramos algo que nos pareció podían ser sepultaciones, pero que en absoluto estaban demarcadas.
Geo-referenciamos igual el lugar, con nuestras dudas, a pesar de haber visto ya una buena cantidad de
tumbas. En este caso nos ayudó cierta tierra levantada aquí, algo de cerco caído allá, palos mohosos o
podridos en el suelo como si hubiesen estado alguna vez levantados. Luego una cruz casi desarmada fuera
del camino, la comprobación de que sí era un corral que estaba desarmado. Entonces creímos que había sólo
una tumba. Resultaron ser siete. Eso lo corroboramos más tarde, en el predio de una hermana de Dolores.
La experiencia previa de Mauricio, gestor de este proyecto, fue vital en estos puntos de duda, en su olfato
para llegar según tal o cual indicación hacia alguna sepultura. Apoyado siempre por Francisco, que demostró
varios oficios propios de la zona, como cabalgar bien, la ubicación de muchos lugares y sectores, sus nombres,
sus secretos.

Ingresamos con camioneta al predio de Julia Torres, buscando cruzar el río Campanario en bote para ir al
cementerio que con certeza sabíamos existía ahí. César, hijo de Julia, y ella, nos contaron de su cementerio
familiar y de que al otro lado del río existían 4 tumbas más. Pero mientras esperábamos contactarnos por
radio con quien nos cruzaría, se nos fue haciendo la tarde y debíamos volver…no pudimos con el río Mayer,
ni menos con el Campanario. No llegó nadie a buscarnos en bote. Caminamos hacia el río con César quien
nos contó historias impresionantes de muertos hace muchos años. La arisca sobrevivencia en tiempos antiguos,
cuando se llevaba una vida trashumante y peligrosa, dependiente del lado argentino en cuanto a abastecimiento,
haciéndose de la tierras con rudeza y a veces con traición. Así nos relató del antiguo dueño de las tierras que
mirábamos sin poder cruzar el río, y de su inquilino. Uno de los dos comenzó a desconfiar de la lealtad del
otro. Uno de los dos preparó un viaje hacia Argentina, pero antes, esparció veneno por todos los víveres de
la casa. En la harina, en el azúcar y en la hierba mate. Y se fue, dejando así su triste duda. Lo demás es
predecible. Uno de esos dos hombres está enterrado allí desde la década del 20’, según nuestras improvisadas
fuentes. Sólo vimos cruces desde lejos, pasando nuestra vista sobre el río, apreciando la belleza del lugar una
vez más, sintiéndonos algo infortunados por no llegar a destino. Volvimos en una caminata silenciosa. Aproveché
de conocer un poco más a la familia y fue así como César Arratia me mostró en cinco minutos el arte de hacer
boleadoras, apero típico de Patagonia con el que se cazaba guanacos o chulengos, avestruces y otros animales
en carrera. Estas boleadoras son esbeltas, hechas con lonja de caballo, boleadoras para el trabajo de un
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102 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

experto, mucho más que un souvenir. Compré las mías e hicimos trato para una próxima entrega. Hubo
además trato de queso y muchos agradecimientos al dejar a la familia de Julia Torres, de Río Mayer.

Todo ese día viernes, el que he relatado con mayor detalle, fue una extraña combinación de emociones y
pensamientos. Por un lado, partiendo desde la discusión del desayuno, había alguna mínima hostilidad anidando
en nuestras cabezas, una angustia del estar lejos, lejos y seguir yendo más lejos, (en mí porque mi hija Ema no
subía a Mayer y quedaba en la Villa). El calor con que nos recibía el extremo sur de la región y en el que sólo
nos deleitamos mentalmente pues no había tiempo para baños de verano, los campos increíblemente silenciosos
y solitarios donde anduvimos, que insistían en darnos paz cuando adentro había disturbio, todo mezclado con
un saldo de trabajo más bien negativo para ese día, pues no fue mucho lo que registramos. Y las explicaciones
ya en la camioneta de vuelta a la Villa, fueron variadas, pasando por echarle la culpa a la animadversión que
provocó la discusión del desayuno, cosa que tuve que asumir directamente, a pesar de que al menos yo volvía
con la misma sensación de merma en el trabajo (científico, esto es registro GPS, foto y descripción material
de tumba) pero con una serie de historias maravillosas, y de gente maravillosamente viva.

Se fraguó una pequeña tesis en el estudio. La comuna de Villa O’higgins es la de mayor contacto con la
Argentina. Los límites y fronteras están en medio de una vasta zona geográfica que es vivida con toda
naturalidad por chilenos-as y argentinos-as, como ocurría hace años atrás con Laguna del Desierto. La
influencia continua de la cultura patagónica, que siempre ha sido sentido este –oeste, desde Argentina a Chile,
es palpable en los utensilios, la ropa, los alimentos y en cómo entierran a sus muertos. Numerosas sepultaciones
están apenas insinuadas, y creemos que es por la costumbre arraigada de enterrar al difunto con todas sus
pertenencias, cuchillos, rastras, botas y algunos otros, todo lo cual muchas veces estaba manufacturado con
aplicaciones en oro y plata. De hecho, se guarda un notorio silencio a la hora de hacer demasiadas preguntas.
Es una forma obvia de proteger a sus muertos, de hacer de sus lugares de descanso un lugar protegido de la
mirada codiciosa de algún busca fortuna, que deben haber habido en cantidad antiguamente, o bien era un
trato algo promiscuo el que se le daba a los muertos en camino, sacar de su tumba lo que valor tuviera, para
sobrevivir en esa tundra gigante de tiempo y adversidad. Por tanto no es abandono ni olvido como pudiésemos
creer a primera vista. Una mirada por el Mayer nos sopló al oído que el silencio protege el silencio.

EN BUSCA DE CANDELARIO MANCILLA.

Sábado 19 de febrero. Lago 0’Higgins.

Nos embarcamos en la motonave Quetru a las 9:00. La embarcación es relativamente nueva, va mucho
extranjero que se dirige hacia el Ventisquero O’higgins. Nosotros nos dirigimos hacia Candelario Mancilla, lo
que aproximadamente demora dos horas y media. Después de una breve conversación con Hans Silva, cara
visible de Expediciones Ltda. Agencia de viajes y Operadores Turísticos Locales, éste nos invitó a hacer la
expedición completa por el Lago O’higgins, o sea, llegar hasta el Ventisquero, lengua de Campo de Hielo Sur.
Nosotros íbamos solamente a Candelario Mancilla para georeferenciar la-s tumba-s y entrevistarnos con su
familia. Para eso teníamos toda la tarde hasta que pasara de vuelta la motonave Quetru. No obstante, el
ofrecimiento de Silva fue pasar 15 minutos a Candelario, correr cuesta arriba hacia la casa de los Mancilla,
emplazar la entrevista para la tarde y volver a zarpar para irnos al Ventisquero. De regreso nos ofrecía una
hora para el trabajo completo. El día nuevamente estaba en su esplendor solar y la tentación fue
incontrarrestable; trabajar y además conocer un ventisquero, un lomo de Campo de Hielo Sur, fue un regalo
que borró cualquier aspereza heredada del día anterior. Aceptamos, agradecidos, pues la invitación era de la
casa y no mermaba el presupuesto de operaciones.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 103

Salgo al exterior de la Quetru ya en navegación. Hay una ruta de caballo en el costado derecho, o sea en
Chile. Al frente, a mano izquierda la tierra patagónica de Argentina. El límite pasa por el agua. Tremendamente
nuevo para mí, las palabras se hacen débiles frente al paisaje, al sentido de la vista. Todas estas experiencias
sobrevienen en emocionalidad y ciencia. Impresión y belleza. La Patagonia se extiende, se plancha en la
cabeza, flamea como bandera, se registra, alegra y asusta, angustia, se va un día y vuelve a encontrarnos.
Siempre en parajes como estos vamos a estar viajando, descubriendo, aventurando, siempre en Patagonia el
silencio y el asombro se reproduce.

La embarcación tiene una bandera chilena y una negra con una chatita (esqueleto) blanca. Los/as extranjeros/
as comienzan a subir hasta acá para apreciar el enorme paisaje de la belleza, para regocijar el alma que cada
quien lleva aprisionada la mayor parte del tiempo. Darle aire a los pulmones concentrados en la fuerza y ritmo
de la civilización, que con todo, es otra maravilla. Soy aquí, en medio de ellos y ellas, rubias, albos arios de
distintos tonos, una indígena que no está enferma de alcohol, que no está corrompida ni angustiada, que no es
perseguida ni subestimada, que va representando lo más cercano al sudor seco de la historia, cuando voy
saludando al perro de Faustino Barrientos, al costado derecho del Lago O’higgins, con una emoción enorme.

Llegamos a Candelario Mancilla. Bajamos del Quetru y corriendo comenzamos la ascensión terrible de
limitados minutos. Llegamos muy cansados arriba, en especial yo. Entramos a la casa de Mancilla donde su
hija Justa hace soberanía. Es una casa enorme, de arquitectura antigua y remodelada, con antena de Sky en
el techo sobresaliente. Candelario es el sector donde la familia de este colono visionario se ubicó a poblar el
Lago O’higgins, quizá por siempre.

Bajamos apuradamente el cerro. La Quetru nos tocaba bocina para irnos ya al próximo destino, Ventisquero
O’higgins, pasando por una serie de sectores que, según un informante que entrevistamos en el trayecto,
Ricardo Levicán, hijo de Justa Mancilla Mansilla, mantenían sepulturas por todos lados. Nos fue relatando la
experiencia de vida de la gente del lugar. Su abuelo llegó en la década del 30’. Recorrió varios campos para
quedarse, realizó dos pistas de aterrizaje, una donde la conocemos en Villa O’higgins y otra en Ventisquero
Chico. Las hizo a mano, con bueyes para rellenar. Oriundo de Puerto Montt, llegó trabajando por las
estancias argentinas. Tuvo varias hijas mujeres y un varón carabinero que está jubilado y reside en Coyhaique.
La familia del propio nieto vive en Coyhaique todo el año y bajan a la Villa y a Candelario en los veranos.
Ricardo pernocta en el sector, entre Candelario y Villa O’higgins. Se dedican a la crianza del vacuno y a la
temporada turística, desde que floreció en la zona hace cinco años. Nos cuenta que antiguamente no se usaba
mucho lo de velorio y entierro social, sino que, encontrándose con accidentados en el camino, eran sepultados
con lo que hubiera por el que transitaba. “Tapados con piedras quedaron muchos y muchas por los
caminos. Los que están el en Lago Cisnes se ahogaron ahí y los dejaron ahí. El que moría, ahí mismo
no más quedaba. Acá hay familias completas enterradas y por todos lados hay sepulturas.”

Altos cerros con nombres propios y otros anónimos acompañan un viaje espectacular. El río Pascua se
descubre a lo lejos con majestad. De pronto llegamos a Ventisquero O’higgins y Ventisquero Gaea, increíble
visión de hielos, luminosidad inaudita, colores combinados en un paisaje último, excesivo, sequedad y piedra
con toneladas de agua en equilibrio, en fiato. Luego de ambos ventisqueros, de todas las fotos imaginables
del aire, del hielo, del placer, nos regresamos por otro lado, pasamos a buscar gente a Isla Central, a El
Turbio. ¡Un espectáculo!
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104 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Lugares para criar ovejas, sequísimos, y donde se hacen maniobras para que baje y suba gente, perros, cajas,
colchones, corderos faenados, bolsos y hombres de distintas edades con la piel y la mirada curtida. Espectáculo
que observamos igual de atónitas chilenas y extranjeras, igual de entusiasmados chilenos y extranjeros, para
el deleite de los paisanos, que dueños del lugar y su cultura, con la boca cerrada de arrogancias y majaderías,
nos mostraron cómo se vive en el Lago más arisco de Patagonia. Lo mismo que mostrara cómo se muere,
si fuera ese el caso.

Llegamos nuevamente a Candelario Mancilla. Nos dieron sólo 45 minutos, por tanto debemos dividirnos.
Francisco irá a georeferenciar las tumbas y hará el acostumbrado boceto de cementerio y nosotros con
Mauricio llegaremos hasta la casa, esperando seamos bien recibidos.

JUSTA MANCILLA MANSILLA. Hija de Candelario Mancilla, pionero del Lago O’higgins. Entrevista
de Mauricio Osorio.

Mauricio: Nosotros pensábamos que estaba sólo don Candelario, pero hay más gente enterrada ahí.

Justa: Sí, ahí está mi abuelo también, el papá de mi mamá, de nombre Manuel Mansilla. Luego hay
una señora ahí también…(Es interrumpida por una mujer que bajó de la Quetru)…una pobladora, la
señora de Pérez, luego dos hermanitos chiquitos, angelitos.

Mauricio: Y la única tumba que se nota es la de Don Candelario, al otro lado hay otro cerco, ¿ése es de
su abuelo?

Justa: Ah!, está mi padrino ahí, no me había acordado (risa asombrada) Eloíso Altamirano.

Mauricio: Pero ya varias se han perdido, ¿todas tenían cerquito?

Justa: Sí, ahora está destapado ahí… (Silencio)

Mauricio: ¿En qué época llegó acá su Papá?

Justa: Llegaron de Punta Arenas a Argentina en 1921, pero luego ya no me acuerdo cuando llegó para
acá.

Mauricio: También Ricardo nos contaba que en casi todas las poblaciones hay personas que fueron
sepultadas ahí…

Justa: Sí, allá donde está mi hijo Guile… ¿pararon ahí ustedes?

Mauricio: No, sólo acá y en el ventisquero, nos fueron indicando… ¿eran los antiguos dueños de los
campos o trabajadores?

Justa: Los dueños…

Mauricio: Y aquí nunca llegaba la gente de salud a verlos… cómo estaba la salud de los pobladores ¿?
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 105

Justa: No, nada…

Anónimo: Pero Villa, Villa se formó, con permiso, se formó hace poco, y antes aquí esto estaba aislado,
esto era de Natales, pertenecía a Natales, después pasó a Coyhaique. Cuando era de Natales teníamos
más facilidades, pero una vez que se cambió quedó botada esta cuestión, la asistencia social no se ve,
el alcalde de vez en cuando, el gobernador no se ve. Y antes menos se veía. Y aquí nosotros hicimos y
estamos haciendo soberanía acá no más.

Carmen: ¿Usted ya no sale mucho de acá?

Justa: No, en invierno un poco. Voy a Coyhaique…(La vuelven a interrumpir repetidas veces…optamos
por dejar hasta aquí la entrevista)

Lamentablemente Doña Justa no pudo ser más expresiva y dilatada en la conversación. Lacónica como suele
ser por estos lados la gente, además tenía la presión de que familiares que andaban en la Quetru querían estar
con ella. Por eso, esta oportunidad casi única de entrevistar a la hija de un colono tan importante como
Candelario Mancilla, se empañó de brevedades. Salimos de la casa medios perdidos de momento y nos
encontramos con Francisco que observaba con acuciosidad el bello lugar. Bajamos y nos embarcamos de
nuevo, algo triste mi corazón pensando en que cuesta tanto llegar a un lugar así que nada asegura que lo
vuelvas a hacer. Sin embargo, meses después de esta aventura, anduve cerca sin querer queriendo. Fue en
algún piso de la cocina de Doña Justa donde dejé mi chaleco de lana cruda, regalón de día y de noche. Un
regalo para quien se atreviera con él.

Observamos en la tumba de Candelario Mancilla la cruz con su nombre y sus fechas extremas. N. 1910 y M
en 1977. Llegó al lugar en el año 37’.

La tarde se dejó caer, haciendo frío y picando el Lago. Grandes sombras se depositaron sobre las laderas y
lenguas de piedra que llegan hasta el agua, el paisaje ha oscurecido, haciendo del desértico escenario un
teatro de luces y negruras para la imaginación.
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106 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

PROPUESTA DE PERIODIFICACIÓN PARA UNA


CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA DE AYSÉN
Enrique Martínez Saavedra.
Profesor de Estado en Historia y
Geografía. Docente Liceo
Josefina Aguirre Montenegro.

La Historia es protagonizada por el hombre, él es el actor único y sin su presencia ella no se desarrollaría.
Para el estudio de dicha rama del conocimiento debemos tener presente dos dimensiones en las cuales ella se
desarrolla: tiempo y espacio físico. En esta oportunidad me ocuparé sólo del tiempo.

CONCEPTOS BÁSICOS

Del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua extraje los términos básicos que a
continuación se definen para tener un manejo conceptual similar entre todas personas que se interesen por el
tema.

1. Hecho: “Cosa que sucede.” Es decir, suceso o acontecimiento de nuestras vidas, que no tienen
mayor importancia, no destacan.

2. Hito: “Persona, cosa o hecho clave y fundamental dentro de un ámbito o contexto.” El hito es
un acontecimiento especial, algo notable que marca nuestras vidas o la historia de un país, por ejemplo:
La declaración de independencia de Chile, proclamada en el año 1818 por Bernardo O’Higgins; la
historia de nuestro país se puede dividir en antes de… o después de dicho hito; lo mismo ocurre con
el año 1520, oportunidad en la cual Hernando de Magallanes descubre Chile por el sur.

3. Etapa: “Fase en el desarrollo de una acción u obra.” Es un avance parcial en el desarrollo de


una acción. En nuestra historia acostumbramos a dividir en tres etapas el período de independencia
(1810-1823): Patria Vieja (1810-1814), Restauración o Reconquista (1814-1817) y Patria Nueva
(1817-1823).

4. Período: “Espacio de tiempo que incluye toda la duración de algo.” En Chile un importante
periodo es el Descubrimiento y Conquista que se inicia en el año 1520 y concluye con el desastre de
Curalaba en el año 1598. El se divide en dos etapas: Descubrimiento de 1520 a 1536 y Conquista
desde 1541 hasta el término del período.

5. Cronología: “Ciencia que tiene por objeto determinar el orden y fechas de los sucesos históricos.
Serie de personas o de sucesos históricos por orden de fechas.” Es considerada una rama auxiliar
de la Historia, o más bien dicho apoya la labor de la reconstrucción del conociendo histórico.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 107

FUNDAMENTACIÓN DE UNA CRONOLOGÍA HISTÓRICA

Actualmente algunos estudiosos le restan importancia al estudio de las cronologías, señalando que con ello
sólo se les llena la cabeza a los estudiantes y personas interesadas de años y hechos sin ningún sentido, tal vez
tengan razón, pero desde la Universidad las cosas se ven de manera muy distinta a como las percibe un
profesor de aula o el común de las personas. “Es correcto que el hecho por el hecho no tiene mayor
valor, que una serie de años inconexos no sirven para una clase de historia. Al contrario con ello les
“matamos” el interés a los alumnos por el estudio del pasado.”

Los profesores debemos preocuparnos de enseñar los procesos históricos, la comprensión de ellos y su
relación entre los distintos aspectos del quehacer humano. Los años y hechos descontextualizados no sirven.
Al mismo tiempo el acontecimiento o hecho debe servirnos para indagar el origen de él, ¿por qué sucedió?,
(develar los antecedentes) y a su vez explicarnos qué consecuencias trajo ese suceso; sin olvidar que la
historia es multicausal, es decir, el hecho ocurrido no tiene una sola explicación.

Para trabajar con los alumnos y público en general es necesario ordenar los acontecimientos y poder así
explicar los procesos históricos que ocurrieron en un determinado espacio geográfico.

Si una persona quiere tener claro qué le ha ocurrido en su vida, efectuar un balance de ella, debe necesariamente
recorrer sus años pasados y evocar hechos, hitos, etapas y períodos que han ido marcando su vida. Si para
el ser humano es necesario saber de sus años pasados, con mayor razón lo es para los pueblos. En este caso
para los que vivimos en la región de Aysén.

La siguiente es una propuesta de periodificación y cronología para el estudio de la historia de Aysén. Los
especialistas quizás tengan otra opinión, pero es necesario iniciar una discusión al respecto, y es así que cada
docente o estudioso sienta la libertad de elaborar una cronología diversa, con criterios tal vez totalmente
distintos al mío, aunque cada uno debería tener presente un marco cronológico común mínimo, pues si esto
último no se diera los educandos y público en general serían los perjudicados.

Si nos remitimos a la Historia Occidental encontramos que casi todos manejamos una línea de tiempo con sus
períodos, años y hechos que los delimitan. Ahora que dicha línea de tiempo no sea científica, que no considere
algunos o muchos procesos, que sólo sirve para el mundo occidental, que las personas contemporáneas no se
percataron del cambio de una etapa a otra, es correcto y no vamos a discutir sobre ello, pero todos los
alcances anteriores no logran restarle validez a nivel escolar, pues facilita el estudio de la Historia Occidental
a los estudiantes y - por qué no decirlo - también a los no estudiosos de la materia.

En el caso de la historia Americana, hay hitos que son insoslayables como por ejemplo la llegada de los
primeros pobladores, otros sucesos notables son: la llegada de los españoles, la formación de juntas de
gobiernos, etc. Se puede decir que existe un acuerdo tácito en relación a la importancia de los hitos anotados,
los años y los periodos que ellos limitan, algo que facilita el estudio de la historia.

A propósito de Historia Americana, cuando los estudiosos quisieron conocer las características del período
llamado en Europa Prehistoria, llegaron a la conclusión que no era lo adecuado para América, por lo tanto,
se elaboró una nueva terminología para estudiar los primeros procesos de las poblaciones aborígenes:
Paleoindio, Arcaico, Formativo, Clásico y Postclásico. Lo anterior nos debe servir de lección cuando algo no
se adecua a lo propio se debe efectuar la modificación necesaria.
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108 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

En la historia nacional también encontramos diversas propuestas de líneas cronológicas con sus correspondientes
períodos o etapas, hechos y años que los delimitan. Así, por ejemplo, tenemos el período Precolombino,
posteriormente Descubrimiento y Conquista, Colonia, Independencia, República, etc. Estos períodos son
divididos por acontecimientos entre los cuales destaca el descubrimiento de Chile por el sur en 1520, el
desastre de Curalaba en 1598, la formación de la primera Junta de Gobierno en 1810, etc. A pesar de las
dificultades y las diferencias en nuestro país se acepta la necesidad de las líneas cronológicas, para el estudio
de la historia, más aún los especialistas coinciden en varios de los nombres propuestos, la diferencia está en
los criterios; una línea de tiempo económica no va a coincidir totalmente con otra referida a la fundación de
ciudades o a aquella donde el énfasis esté puesto en lo político.

Ahora el problema es regional, ¿puede Aysén contar con una cronología histórica?, ¿es necesario preocuparse
de ello?, ¿estaremos todos de acuerdo en una sola propuesta? Las respuestas a estas interrogantes pueden
ser muchas dependiendo de quien responda, pero en relación a las dos primeras, la mayoría de los interesados
estamos de acuerdo en lo necesario que es contar con ellas; en relación a la tercera interrogante no es posible
que coincidamos en todo, pero sí estamos de acuerdo en las dos primeras preguntas vale la pena hacer el
esfuerzo.

CRITERIOS Y FUNDAMENTACIÓN DE LA PERIODIFICACIÓN Y CRONOLOGÍA


HISTÓRICA AYSENINA.

La elaboración de una cronología siempre obedece a criterios predeterminados, en este caso ellos son:
ocupación, exploración y conectividad de nuestra región. A continuación señalaremos los hechos que
fundamentan una cronología como la propuesta.

Poblamiento inicial, exploraciones y evangelización colonial (9300 a. P. - 1793 d. C.)

Por lo señalado en el párrafo anterior el presente trabajo se inicia con la llegada del hombre a estas latitudes,
dando con ello inicio a un largo periodo que se extiende desde el 9.300 a. P. hasta el año 1793 d. C. En este
periodo se produjo la llegada de los “primeros” habitantes a nuestra región, por el lado oriental, desde las
pampas y posteriormente la ocupación de sector occidental, es decir, los canales. Durante el periodo las
bandas se desplazan de un lugar a otro, por territorios bien definidos, durante cientos de años dando muestras
de una adaptación realmente impresionante sobre todo en el sector costero. Estos grupos evolucionaron
hasta dar origen a las culturas que entraran en contacto con la española: tehuelches en el lado oriental y
chonos y alacalufes en el sector de los archipiélagos.

Este contacto se tradujo en conocimiento de los habitantes y del territorio por parte de los españoles, sobre
los cuales realizaron, especialmente de la cultura chona y, en menor medida, la alacalufe, la evangelización
católica a cargo de misioneros jesuitas y posteriormente franciscanos. En forma paralela, la corona española
se preocupó de explorar los canales australes (pero sin ingresar al lado oriental de la cordillera andina), por
razones estratégicas: detectar el posible establecimiento de ingleses u holandeses.
El término de este período se produce con la exploración del litoral aysenino, con la esperanza de encontrar
un paso que comunicara el Pacífico con el Atlántico, por parte del piloto español don José de Moraleda. Se
anota este viaje porque fue el principal del período colonial, realizó un trabajo cartográfico muy serio al
respecto y dejó de lado el aspecto mágico de los anteriores viajes, en el sentido que descartó la posibilidad de
existencia de la ciudad de los Césares. Recordemos que ella fue rastreada por misioneros y marinos de la
época
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 109

Trapananda olvidada (1793- 1856)

Hemos llamado así a este segundo período porque no existen hechos relevantes entre estos años, o al menos
los estudios realizados así lo indican, salvo los viajes con carácter misional de los franciscanos y la exploración
efectuada por Fitz Roy, en la década del 30, algo que es posible explicar porque a partir de 1808 en adelante,
debido a la prisión del rey Fernando VII, España y su colonias están preocupadas en un comienzo de lograr
su independencia y posteriormente conseguir la organización política interna.

Sabemos que la situación pasó de una posición de fidelidad para con el Rey a una de separatismo declarado
por parte de los territorios americanos y Chile no fue la excepción. Una vez lograda la independencia nuestro
país se preocupó de conseguir su organización, algo que si bien no fue muy largo demandó un par de
décadas. Debemos entender que en ese tiempo la Trapananda, nombre con el cual se conoció a este territorio
en la Colonia, no tenía mayor importancia y más aún las autoridades centrales tampoco se preocuparon de los
territorios ubicados al norte de Copiapó, sólo les interesó el centro. Tanto fue así que los habitantes de
Chiloé, según Darwin, lamentaban la separación de España por el abandono en que se encontraban.

Exploraciones nacionales y primeros establecimientos humanos nacionales (1856- 1902).

Es un hito en la historia de Aysén que la Armada de Chile encomendara a uno de sus hombres la exploración
de la costa después de años de olvido. Francisco Hudson Cárdenas será el responsable de ello. Al viaje de
Hudson seguirán otros e incluso estudiosos como Francisco Vidal Gormáz se preocuparon de señalar que
nuestra región debería ser incorporada a la división política administrativa nacional de ese entonces.

Con el objetivo de explorar, será enviado el capitán de la Marina chilena don Enrique Simpson Baeza, él
cumplirá de manera notable lo que le fue encomendado, después de cuatro viajes, en uno de los cuales logró
ingresar hacia el oriente de la cordillera andina a partes donde ningún chileno había puesto sus pies, cumplió
con lo solicitado: explorar y encontrar un paso hacia el oriente.

En forma paralela a estos viajes de exploración se inicio el asentamiento humano no aborigen, en el lado
occidental desde el norte: en efecto en las islas Guaitecas a comienzos de los años 60 se establece Felipe
Westhoff con claro objetivo económico, igual cosa sucedió en los 80 con Ciriaco Álvarez en el sector de
Puerto Chacabuco-Aysén. Ambos se dedicaron a explotar la madera y otros recursos proporcionados por
el mar. Ya no son hacheros y loberos solitarios los que se desplazan por los canales hacia el sur. En Ambos
casos son empresarios con personal a su cargo los que vivirán, o en su defecto los encargados, en forma
permanente en los lugares indicados.

El gobierno chileno interesado, debido a su desconocimiento de la zona, y motivado por la problemática


limítrofe chileno-argentina, se preocupó de enviar a Hans Steffen, profesor de historia y geografía del Instituto
Pedagógico de la Universidad de Chile, con el fin de explorar el territorio, conocerlo y poder así defender sus
derechos cuando correspondiese. Lo solicitado al profesor Steffen fue realizado a cabalidad y será él mismo
quien se encargue de defender nuestros derechos frente al tribunal arbitral británico.

Este periodo se cierra cuando se encuentran en nuestro territorio los primeros chilenos, llegados desde el
suelo argentino, en el año 1902.
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110 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Colonización espontánea y empresarial (1902-1927)

Durante el año 1902, ya se encuentran algunos compatriotas en Aysén o en sus proximidades: Huemules,
lugar bautizado por Silva Ormeño como Balmaceda; en las riberas del lago Buenos Aires (General Carrera)
en el sector de Palavicini, un poblador chileno de apellido Maureria prestó servicios a la comisión argentina de
límites cuando necesitó desplazarse por dicho lago y la frontera no estaba aún definida; ese mismo año los
peritos Carr y Bonvalot, enviados por el empresario magallánico Mauricio Braun, encuentran ovejas chilotas
en el sector del Baker, uno de ellos consigna el topónimo Colonia, más algunas construcciones que al parecer
no fueron realizadas por la comisión chilena de límites lleva a suponer que en ese lugar hubo pobladores
espontáneos. No olvidemos que por el sector oriental, la provincia argentina del Chubut, viniendo desde el
norte se acercaban chilenos que penetraran masivamente de los años 1913 y 1914 al centro de nuestra región
con el fin de establecerse en estas “tierras orejanas”.

En forma paralela un año después empiezan a llegar los encargados de la primera compañía ganadera, el
administrador y personal de la Sociedad Industrial del Aysén, empresa ganadera a la cual se unirán la de Río
Cisnes y la del Baker. Son estas las representantes de la ocupación oficial del territorio, ellas o más bien dicho
sus socios accionistas lograron adjudicarse extensos territorios para dedicarlas a la explotación de la ganadería
ovina. Dichas sociedades entraran en pugna con los pobladores espontáneos venidos del lado oriental.

En este periodo el estado aparecerá tímidamente otorgando un permiso de ocupación a un grupo de pobladores
de Chile Chico, en el año 1914 y posteriormente creando la séptima subdelegación, “Río Simpson” dependiente
de la provincia de Llanquihue. Para esto último fue necesario aclarar el límite sur, el cual quedó establecido en
el paralelo 47.

El estado al no haber tomado cartas en el asunto en forma directa permitirá lamentables sucesos como la
“Guerra de Chile Chico” y las tensiones permanentes entre los colonos y las sociedades ganaderas.

Organización e incorporación a la vida nacional (1927-1974)

Este es el periodo más rico en acontecimientos registrados de nuestra historia, lo que no significa que todos
ellos sean relevantes.

Se inicia con la creación del territorio de Aysén, en el mes de diciembre de 1927. El gobierno de la época,
como producto de las numerosas sugerencias dadas por personas de distintos ámbitos: el marino Serrano
Montaner, el escritor y diplomático Víctor D. Silva, el político y escritor Alberto Edwards Vives, etc. va a
crear el Territorio de Aysén con el fin de acoger a los numerosos chilenos que ingresan desde el sector oriental
e incorporar una vasta extensión de terreno que no estaba mayormente considerada al resto del país, etc.
Con la creación del territorio se da inicio a la instalación de oficinas de gobierno y la llegada para quedarse del
funcionario público, personaje prácticamente inexistente en este espacio geográfico.

El nombramiento del segundo intendente: coronel Luis Marchant (1928-1931), señala el comienzo de la
incorporación al resto de Chile, un proceso lento y no exento de muchas dificultades. Curiosamente algunos
compatriotas consideraban innecesaria la creación del Territorio y posterior provincia de Aysén. Con el
tiempo se fueron estableciendo las instituciones públicas, la creación de las comunas y subdelegaciones, algo
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 111

acorde a la división política administrativa de la época; la fundación de poblados, algunos de los cuales con el
tiempo se transformarán en ciudades: Baquedano (Coyhaique), Chile Chico, Pueblo Nuevo (Cochrane), etc.

También en esta época sucederán hechos notables como la institucionalización de la Iglesia Católica, primero
con la creación de la parroquia con sede en Puerto Aysén, la posterior creación de la Prefectura Apostólica el
que finalmente se trasformará en Vicariato a partir del año 1955; la llegada de colonos alemanes y belgas.

Importante fue la creación de numerosas villas a partir de la década de los 60, el establecimiento de varias
escuelas, en distintos puntos de la provincia, como parte de la campaña de chilenización emprendida en aquel
periodo va a irle dando la fisonomía más o menos actual a nuestra región. Otro acontecimiento destacado: en
este periodo se fija a la provincia su límite meridional, en el sector del lago O´Higgins con lo cual queda
separada por el Campo de Hielo Sur, que es su límite natural, de la provincia de Magallanes.

Casa de la administración de la Sociedad Industrial del Aysen, en Coyhaique hacia 1927. Foto Thomas
Anderson. Archivo fotográfico Museo Municipalidad de Coyhaique.
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112 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Regionalización y avances en la conectividad (1974- )

Es el periodo actual, donde se ha dado a la región los límites y organización político administrativa que
conocemos y se le ha dotado de una serie de instituciones que antes no existían: Secretarias Regionales
Ministeriales, Corte de Apelaciones, etc., con lo cual ella gana en lo referente a tomar sus propias decisiones
y consolidar su identidad. En el año 1979 se estableció en el país la regionalización la cual ha significado
avances para Aysén y el resto de las regiones del país.

Uno de los grandes problemas de la región es lo concerniente a la conectividad, los caminos que antes existían
sólo permitían comunicarse de manera transversal en algunos lugares y en otros ni siquiera eso. Con la
construcción de la carretera Austral lo anterior empieza a cambiar, es esta la primera ruta importante de
nuestra región, que permite la comunicación a través de toda ella de manera longitudinal, igualmente se le han
agregado algunos caminos transversales, la comunicación interna mejoró; dicha obra caminera también a nivel
nacional es de gran importancia, pues conecta la región de los Lagos, Aysén y en algunos años más la de
Magallanes.

Chata. Vehículo tirado por caballos y mulas utilizado para trasladar carga desde el borde oriental de Aysen
hacia el puerto de Comodoro Rivadavia.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 113

LÍNEA DE TIEMPO PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE AYSÉN

CRONOLOGÍA DE AYSÉN
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LA FILOSOFÍA SARMIENTO

Hernán Ortega Parada

“Las historias nacionales son ininteligibles dentro de sus propios límites de tiempo y espacio”
(Arnold J. Toynbee)

Un tema arduo, delicado, irritante en oportunidades, es la historia de nuestras relaciones vecinales como país.
Pero es necesario abordarla con tranquilidad y lucidez. Irritante por la continuidad de torpes manejos que
hicieron los gobiernos chilenos a partir de la Independencia. Y es bueno que ese resentimiento vago se torne
en una esperanza de que nunca más nuestro territorio sea enajenado por una errónea conducción y jamás
disminuido por potencias o juegos extranjeros.

Todavía falta una jugada más en este tablero de ajedrez donde hemos entregado piezas sin rescatar el valor
equivalente a su pérdida. De hecho, no nos hemos sentado a la mesa con un juego medio que nos permita
entablar la partida o ganarla, a pesar de una apertura ventajosa. La filosofía y el conocimiento psicológico de
los movimientos, los demuestra sutil, y a veces brutalmente, el contrario: son explícitos en las jugadas cercanas
al final para obtener un jaque mate doloroso para el oponente (y sin posibilidad de un juego extra).

Para el estudio de nuestro pasado –esta vez referido a los límites de Aisén, actual XI Región-, se dispone de
una abundante bibliografía cuyos textos o volúmenes no es muy difícil abrirlos cada vez que pongamos interés
en el tema. En la extensa gestión diplomática entre ambos países intervinieron personas, por lo tanto es
posible definir perfiles, glosar documentos oficiales y abrir un poco esa telaraña para limpiar y extrapolar
juicios.

La “civilización” introdujo el concepto de nacionalismos y de territorios cerrados. El crecimiento de las


ciudades capitales creó necesidades como un embudo y las economías se expandieron dentro de los espacios
propios con energía centrífuga. Así, los límites entre las naciones adquirieron cada vez más sensibilidad. Al
servicio de la política siempre están las fuerzas sociales, económicas y militares (y también una filosofía).

“En sus primeros momentos de existencia, los estados manifiestan una tendencia universal a anexionar las regiones
vecinas, para explotarlas económicamente y someter a sus enemigos potenciales” (cita antropológica).

No es el caso de Chile, ya que su expansión hacia el norte se debió al costo de una guerra que no provocó.
Al revés, Argentina participó mediante una triple alianza (con Brasil y Uruguay) en un cambio de fronteras
hacia el norte destrozando al Paraguay (tres países contra uno sin armada, escaso de soldados profesionales).
Terminado ese capítulo, y mejor informada, hace efectivo su crecimiento hacia el sur desoyendo los discursos
engolados de sus legítimos dueños.
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118 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

En la segunda mitad del siglo XIX, la alta burguesía chilena se encandiló con las rápidas posibilidades de
enriquecimiento a través de dos rubros económicos: unas guaneras de contenido escaso y la explotación
minera ilimitada, todo en el Norte Chico y más allá de lo que había sido su frontera antigua y tradicional con
Perú. Tenía altas reservas de carbón para sostener una industrialización rápida (y combustible para sus naves
de guerra).

Por esa razón, Chile desatendió el sur austral con Patagonia incluida. No solamente por los malos informes
de Darwin y la infantil ilustración de nuestros “cerebros intelectuales” (lo que habla mal, de paso, del grado de
cultura e inteligencia de los presidentes involucrados).

Los medios de comunicación bonaerenses, cada vez que se entabla una discusión de límites con Santiago,
hablan de “políticas expansionistas chilenas”. ¿Qué esperanza hay de integrar cultural y económicamente dos
países con una historia común llena de hechos y vericuetos oscuros? Si los gobiernos del Cono Sur enmiendan
su lenguaje, habrá una efectiva, deseada comunidad socio-económica. La hostilidad tiene su propia dinámica
y en su interior están los nervios de la cosa social. Si este sistema está enfermo, el cuerpo se torna con
reacciones impredecibles y más fuertes que su fuerza natural. El lenguaje de una nación no puede comprenderse
a menos que exista una visión más o menos clara y lúcida de sus raíces y de su actualización correcta.

Pero es obligado de las partes (cuando son dos) tener un sólido informe del pasado. Y nada más que de eso
tratan estas breves páginas.

SUSCINTAS NOTAS DE LOS SIGLOS XVI, XVII Y XVIII.

Después de la instalación de Francisco Pizarro como Gobernador de Nueva Castilla (Perú), el Rey Carlos V
dispuso que los territorios de más al sur se dividieran en tres franjas horizontales, cuyos gobernadores y
territorios adjudicados son de todos conocidos.

Éstas son las primeras grandes divisiones políticas de la América meridional y queda en claro que la Patagonia,
a partir de este hecho primigenio, nunca dependió de Buenos Aires.

Pedro de Valdivia llegó a Chile con la misión de poblar estos territorios, y traía el grado de Teniente Gobernador.
Funda Santiago en 1541 y siete años después, en 1548, recibe el título de Gobernador de un territorio nuevo
perfectamente delimitado por Carlos V cuatro años después:

“...desde Copiapó que está en 27° de la línea equinoccial a la parte sur hasta cuarenta e uno de dicha parte,
procediendo norte-sur derecho por meridiano, e de ancho entrando de la mar a la tierra hueste leste cien leguas”.

De esta forma el territorio de Mendoza entraba a la jurisdicción de Chile. Consciente de los cambios, el rey
ordenó por escrito a Juan de Sanabria, Gobernador del Río de la Plata, respetar esta nueva distribución, lo
que no ocasionó ningún disturbio pues la economía y la expansión territorial de éste miraba a Tucumán, Salta,
Charcas (Bolivia) y más allá del río Paraná. Pedro de Valdivia, en cambio, recibió cédula real para extenderse
hasta el Estrecho de Magallanes.

En 1557 recibe la Gobernación don García Hurtado de Mendoza, sin alterar el dominio territorial. En otro
cambio de mando, esta vez a favor de Francisco de Villagra, la instrucción real es tomar posesión de todo
territorio al sur del Estrecho, lo que involucra bajo el concepto legal llegar hasta la Antártida. En 1567 es
separada de Chile la provincia del Tucumán.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 119

El siglo XVII no arroja sorpresas ni cambios. El mapa de Gerardo Mercator, Amsterdam, 1646, señala con
claridad el límite de Chile incluyendo la Patagonia. Infinidad de hechos reafirman el dominio y la administración
de la Audiencia de Chile sobre dicho espacio.

En 1776 fue creado el Virreinato del Río de la Plata, que incluyó la Audiencia de Charcas que, desde 1559
dependía del Virreinato del Perú, y anexó los territorios de la ciudad de Mendoza y San Juan, designadas
entonces como provincia de Cuyo, con límite sur es el río Diamante.

Nuevos testimonios oficiales se agregan en el curso de este siglo a los ya existentes. El famoso y extraordinario
mapa de Cano y Olmedilla, de 1775, distingue y respeta los contornos de los diversos virreinatos y
gobernaciones con absoluta precisión. En él la Patagonia, frente a la Bahía de San Jorge, lleva el rótulo de
Chile Moderno. En 1793 es el Plano General del Reino de Chile en la América Meridional, dibujado por el
cosmógrafo Andrés Baleato en Lima. En ese y otros documentos oficiales, el límite de Chile al norte es con
Perú y la Patagonia es dependencia de Santiago. Y está, finalmente, la Carta Esférica de la expedición de
Malaspina, de 1798.

Ningún indicio, durante la Colonia, hasta 1810, debilita, extingue o reduce el patrimonio territorial chileno. Ni
siquiera las instrucciones del Rey al Virreinato de La Plata para crear algunas bases defensivas o de observación
en la costa atlántica de la Patagonia, ante el temor provocado por los porfiados navegantes ingleses, holandeses
y franceses. Esas instrucciones no fueron más allá de ayudar a preservar el dominio de España en esta parte
de América. Nunca hubo cambio de límites ni designación de nuevos patrimonios territoriales. Esta ocupación
de algunos puntos de la Patagonia, construyen la base de Argentina para alegatos futuros.

CLAVES DEL SIGLO XIX EN LA CUESTIÓN DE LÍMITES.

“Tampoco hay en toda la Unión Americana una sola posición que pueda llamarse la llave del Atlántico o del
Pacífico, mientras que Chile posee evidentemente la llave del Atlántico desde el grado 30 de latitud Sur hasta el
Polo Antártico, y la de todo el gran Pacífico”. B. O’Higgins (1831, carta al Cap. Coghland de la R. Armada
Británica)

Comienza este período y nada hace presagiar los desafíos del destino para el puñado de hijos de esta tierra
que proclaman la independencia de la República de Chile. Las gestas de San Martín, O’Higgins, Sucre y
Bolívar, crean la sensación de unidad y desafío acerado contra toda presión externa o interna que intente
romper los hábitats de las nacionalidades recién definidas. Pero las cosas no se dieron así.

El principal error de todos los países fue no demarcar sus fronteras desde el primer momento. Cómo lo iban
a hacer de partida si las tradicionales Gobernaciones y Virreinatos de esta parte del mundo no fijaban hitos
estables sino referencias vagas, muchas veces inencontrables, en las geografías comunes. Además, todas las
arcas nacionales eran pobres por un escaso desarrollo comercial y una endémica explotación de los europeas
que dominaban el mundo.

Es el momento, a partir de 1818 en Chile y de 1816 en Argentina, que se repiensan las identidades y ambos
países entran a preocuparse de sus asuntos interiores, de por sí caóticos pues la influencia monarquista es aún
muy fuerte y muchos no entienden de autonomías y nuevos destinos americanistas. La desaparición del
Virreinato de la Plata y la creación del nuevo estado hizo que las zonas culturales atávicas, cimentadas en sus
propias economías, pretendieran a su vez la libertad. Ello acarreó para Buenos Aires la segregación rápida de
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120 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Bolivia, del Paraguay y la Banda Oriental. Los grandes estancieros tenían a la ciudad de Buenos Aires como
centro de exhibición y disfrute de su riqueza y poder, y no tenían otra preocupación mayor que mantener su
status, contar sus cabezas de ganado y sostener al “caudillo” que les convenía. De ahí el caos político
frecuente. Basta ver la secuencia de sus constituciones y consiguientes reformas para entender lo acomodaticia
que fue la política interna de ese país. En efecto, la historia argentina del siglo XIX es extremadamente
compleja y el sentido de nacionalidad, sobre todo en la capital federal, se fue cimentando con los triunfos
sobre Paraguay (Triple Alianza 1867-1870), sobre los indios de las pampas y la mirada larga, insegura pero
esperanzada, hacia el sur de sus territorios, especialmente a mitad de siglo. La posesión física del Estrecho de
Magallanes por su vecino del otro lado de la Cordillera, despertó la conciencia patriotera pues veían, en aquel
entonces, con aquella perspectiva, que el control de la navegación interoceánica –un bien entregado gratuitamente
al uso universal por Chile- dejaba de ser un sueño para ellos. Este nuevo sentimiento de la argentinidad jugó
un rol importante al momento de confrontar intereses con Chile, sobre todo cuando nuestro país estaba
gastando energías en una guerra fragosa en el norte.

Son tales los argumentos legítimos de Chile respecto de los territorios que recibió en 1810 y en 1818, que no
se explica racionalmente lo ocurrido después, tanto en el norte (Puna de Atacama) como en el oriente
(Patagonia) y el sur de sus fronteras (Tierra del Fuego y Antártida).

Bernardo O’Higgins, exiliado en Lima, escribe una carta al General Joaquín Prieto, fechada el 24 de octubre
de 1830, para que acentúe la incorporación de los pueblos naturales, tanto de pehuenches, puelches y patagones,
a la vida chilena. Insiste en 1831, en nota al General José María de la Cruz, de preocuparse por “la unión
de todos los chilenos, sur y norte del Bío-Bío, como oriente y poniente de la gran cordillera, en una
gran familia”. O’Higgins está seguro de la herencia territorial recibida por Chile y hace ver la importancia
de la Patagonia como llave para acceder al Atlántico. No contento con esto, escribe el mismo año al Capitán
Coghlan, de la Marina Británica.

Y aquí viene la gran interrogante: ¿por qué nuestra Constitución de 1822 dice, en el Cap. I, Art.3:

“El territorio de Chile conoce por límites naturales: al sur, el Cabo de Hornos; al norte, el despoblado de Atacama;
al oriente, los Andes; al occidente, el mar Pacífico. Le pertenecen las islas del Archipiélago de Chiloé, las de la
Mocha, las de Juan Fernández, la de Santa María y demás adyacentes”.

La Constitución de 1823 repite estos límites. Firman: Ramón Freire y Mariano Egaña. La de 1828, en su Art.
2 del Capítulo Primero, expresa:

“Su territorio (de la Nación chilena) comprende Norte a Sur, desde el desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos,
y de Oriente a Occidente, desde las Cordilleras de los Andes hasta el mar Pacífico, con las islas de Juan Fernández
y demás adyacentes. Se divide en ocho Provincias, que son: Coquimbo, Aconcagua, Santiago, Colchagua, Maule,
Concepción, Valdivia y Chiloé”

(Aquí, Aisén y Magallanes, al parecer, dependían de Chiloé o quizás de nadie). Inútil fue alegar después, con
trabajo exhaustivo para los lexicógrafos, que las constituciones, en derecho internacional, sólo fijan la
administración interna, y que los territorios recibidos con mapas en la mano no se enajenan, no quedan para
el primero que llegue después, no se pierden porque sí. El mismo error, o ceguera legislativa, afecta a nuestra
Constitución de 1833 (...desde las cordilleras de los Andes hasta el mar Pacífico...)
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 121

Este mismo año (1833), hay un hecho que ha pasado desapercibido para algunos: el General Rosas, dictador
argentino, solicita al gobierno de José J. Prieto, que intervenga con fuerzas militares a través del Neuquén y el
Río Negro, para someter a los indios de las pampas. ¿Por qué no se hizo aquello ante el doble efecto que
pudo tener esa acción: posesión territorial e intento de armisticio con los tehuelches? Es cierto que el mismo
problema se sufría al otro lado del Bío-Bío con los mapuches. Faltó visión de futuro y coraje en la dirección
del país.

Chile, legítimo dueño de la Patagonia, Tierra del Fuego y la Antártida, estaba renunciando oficialmente a los
territorios allende Los Andes y al Estrecho de Magallanes, hecho que rectificó débilmente en 1843 creando
el Fuerte Bulnes, en el inhóspito Puerto Hambre, aun a costa de las dudas formuladas por su propia carta
fundamental y con un espíritu de cosa heroica como si tomar posesión del patio de la casa fuera una hazaña.
Era el decenio del Presidente Gral. Manuel Bulnes, vencedor en la lucha contra la Confederación Perú-
Boliviana (Bolivia derrotó a las tropas argentinas que intentaron recuperar Charcas o parte de ella). El signo
de dominio en el Canal de Magallanes se consumó el 21 de Septiembre. Un día después, la Corbeta “Phaéton”,
de bandera francesa, arriba a la Bahía de San Felipe, con el propósito de anexar el vital paso de navegación
para su gobierno. ¿Alguien sabe lo que hubiera ocurrido después de concretarse esa intención? Sin embargo,
Francia respetó la bandera chilena.

Tarde percibieron nuestros gobiernos los desaciertos de los años 22, 23, 28 y 33. Argentina había descubierto
la brecha y sólo sus problemas internos y externos le impedían actuar con más decisión.

Por nuestra acción legítima de 1843, Rosas elevó una protesta sólo en diciembre de 1847. Siendo Canciller
Diego Barros Arana, se entregó la siguiente respuesta (noviembre de 1848):

“...se hace preciso reunir muchos datos geográficos e históricos y otros elementos científicos, que no pueden
prepararse sino con lentitud, examen y mesura”.

Evidentemente, se dejaba para otros tiempos el alegato definitivo, sin que, a la distancia, podamos ver razones
de peso (salvo que don Diego tenía relaciones familiares en Buenos Aires). Quedaban en un olvidado cajón
todos los títulos coloniales, el mapa de Cano y Olmedilla, las insistencias de O’Higgins y la fuerza del “uti
posidetis” de 1810.

Nuestros diplomáticos del siglo XIX tampoco tuvieron claridad y perspicacia para ver que el principal argumento
entregado a la Argentina (nuestras malas Constituciones) tenía su indiscutible contrapartida en las propias
Cartas Fundamentales de ese país. En efecto, su Proyecto de Constitución de 1813, que no por ser “proyecto”
dejó de tener valor y aplicación concreta, dice al pie de la letra:

“Artículo 4. El Territorio del Estado comprehende las Provincias de Buenos Aires, Paraguay, Córdoba, Salta,
Potosí, Charcas, Cochabamba, La Paz, Cuyo y Banda Oriental”.

Es decir, un inmenso país que miraba hacia el norte y limitaba con Perú, Paraguay y Brasil. La segunda
Constitución, que da estabilidad a esa nación y crea definitivamente el estado federado, es de 1853. No
encontramos en ella referencias a los límites (no podía fijarlos por los problemas del norte y la expansión
soñada hacia el sur, suponemos), pero sí el Art. 34, del Capítulo I. “De la Cámara de Diputados”, conviene en
señalar las representaciones para la Capital (Buenos Aires), de las provincias de Buenos Aires, Córdoba,
Catamarca, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, San Juan, Santa Fe, San Luis y Tucumán. En resumen,
nada que se refiera a provincias, territorios o posesiones de la Patagonia.
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122 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Escasos años antes de la independencia de Argentina, circuló en las cortes de Buenos Aires y España, el
documento que habla con naturalidad sobre el espacio propio que disfrutaba ese virreinato. Esta sesuda y
bien planteada “Representación al Rey”, se llama “Proyecto de traslación de las fronteras de Buenos
Aires al Río Negro y Colorado” y lo firma Sebastián de Undiano y Gastelu:

“Capitán del regimiento de voluntarios de caballería de milicias disciplinadas de Mendoza, virreinato de Buenos
Aires, deseoso del mayor bien del Estado, me atrevo a proponer a Vuestra Majestad la conquista pacífica de
diecisiete mil leguas cuadradas de tierra, situadas en el mejor suelo del universo, y en una de las orillas de su
extendidísimo imperio (...) me parece que quedará bien defendida la nueva línea, si se atiende a que ésta ha de
formarse de la natural defensa que proporcionan los dos caudalosos ríos, Negro y Diamante, y hasta los cuales
deberán avanzarse nuestras fronteras, desde esta capital (Buenos Aires) hasta Mendoza, que es a lo que se reduce
todo el proyecto”.

Undiano y Gastelu vivió en Argentina hasta 1827 y el texto íntegro fue publicado en la Capital en 1836. ¿Por
qué se dio a luz este año? Porque es verdad que el ejercicio jurisdiccional de esa nación estaba restringido a
muy pocas leguas hacia el sur y el surponiente de la gran urbe. Los indios pampas habían enriquecido sus
huestes con el auxilio de tribus tehuelches, araucanas y pehuenches, y su poder de combate, robo de ganado
y huida, era muy eficiente. Asolaban las estancias de la Provincia de Buenos Aires y rodeaban quinientos o mil
vacunos y caballares de un manotazo, iniciando de inmediato su retorno al interior de las estepas, donde eran
inexpugnables. Esto provocaba la desesperación de los magnates ganaderos pero no podían (o no querían
por el costo) organizar un ejército eficiente, con buen entrenamiento, equipos, armas adecuadas y, más que
nada, disciplinado, pues obligaban a las clases bajas –mestizos e indianos-, a enrolarse sin motivaciones
reales. Esto, incluso hasta 1875 y 1879, según testimonios. Lo que significa que Argentina no era una
potencia militar, sí un centro agrícola-ganadero, comercial e industrial, financieramente centralizado en la
capital federal.

Toda esta información tiene importancia para saber en qué nivel de calidad de fundamentos históricos, y de
fuerza disuasiva, descansaba esa nación en los años en que comienzan las maniobras diplomáticas y objetivas
para extender su dominio en la Patagonia.

El ciudadano argentino Luis Piedra Buena, lobero y navegante, tipo de buen trato, buena “labia”, pero sagaz
y porfiado en sus ideas, se establece a comienzos de 1860 en la Isla Pavón, un islote en la desembocadura del
Río Santa Cruz, hasta por lo menos 1874. Su ideario mercantil se transforma poco a poco en la secreta
esperanza de que la Patagonia debe ser de su patria. El gobernador de Punta Arenas había firmado una
alianza con el jefe de los aónikenk. Pero en 1866 el Cacique Casimiro hace una entrada pacífica, teatral pero
amenazante, a Punta Arenas y muestra allí cartas de nombramiento del Gobierno argentino. Piedra Buena se
había llevado a Casimiro al despacho de Mitre y había recibido el título de Cacique Principal de la Patagonia
y el grado de Teniente Coronel, dotándolo, además, de sables, pistolas y municiones. Poco le duró al
patagón tanto honor: Musters lo encuentra tres años después pobre, semiabandonado, inservible.

Bartolomé Mitre asume el Poder Ejecutivo de la Confederación del Plata en 1861 y considera que los
territorios de la Patagonia deberían pertenecer a aquel país que pudiera colonizarlos organizadamente. Es
decir, pensó con acierto que si Chile no había ejercido en la práctica su dominio en la Patagonia, y la tenía
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 123

abandonada, ésta, de hecho, estaba disponible; de modo que otorgó concesiones en el Río Santa Cruz
(Piedra Buena y los galeses) y en el Chubut (doscientos kilómetros más al sur del Río Negro, límite natural
para el “Chile Moderno” según los títulos examinados por Cano y Olmedilla en 1775).

Conscientes del error cometido, los Presidentes Manuel Bulnes (1841-1851) y Manuel Montt (1851-1861)
pretendieron colocar establecimientos coloniales en la costa del Atlántico. El “hábil tratado de 1856” que
refiere el ingeniero francés Alfredo Ebelot (1839-1920), en su libro “Recuerdos y Relatos de la Guerra de
Fronteras”, dice en su Art. 39:

“Ambas partes contratantes reconocen como límites de sus respectivos territorios los que poseían como tales al
tiempo de separarse de la dominación española el año de 1810”.

Este tratado internacional en todo su vigor, traducido a ley en Chile (pero no en Argentina), dejaba sin efecto
legal lo dicho respecto de límites en la Constitución de 1833 de Chile, y no alteraba lo que Argentina tenía por
suyo según ya lo hemos descrito. En uno de sus acápites, abría la posibilidad de recurrir al arbitraje de alguna
potencia extranjera. Esta opción fue propuesta por Chile debido a la documentación irreprochable (ensueño
permanente de asesores) que tenía sobre el viejo dominio, ahora territorios en discusión.

Un buen testimonio, directo, claro, descarnado, de qué ocurría en la Provincia de Buenos Aires y en la
turbulenta administración argentina, ofrece Ebelot en su libro. A él le correspondió asesorar al ejército argentino,
entre los años 1875 y 1879 (Avellaneda), con el grado de sargento mayor e ingeniero militar, en su tarea de
frenar y diezmar las tribus de pampas que limitaban la expansión económica y demográfica de ese país. De
paso, describe someramente la olla de grillos que había entre los políticos argentinos, cosa que afectaba a la
baja calidad de sus fuerzas armadas. A Ebelot podemos reprochar la sutil referencia a la “desaparición de los
indios”, pues fue él una de las herramientas para las grandes masacres ocurridas en las estepas patagónicas.

APARECE LA FILOSOFÍA SARMIENTO

Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) fue escritor, educador, diplomático y político. Estuvo en Chile en
1827 y volvió exiliado en dos ocasiones más: en 1831 y en 1852. En nuestra patria ejerció una gran influencia
en los medios educacionales y en la vida pública, a través de sus escritos publicados en la prensa y como
pedagogo. El gobierno de dio la misión de estudiar los métodos de enseñanza puestos en práctica en Europa
y los Estados Unidos. De modo que cuando él llegó a la presidencia de su país era, en verdad, un hombre
culto, inteligente, sagaz y con manejos sicológicos de circunstancias y personas.

La mentalidad de los presidentes argentinos hacia Chile es siempre especial. Sarmiento (desde Chile) le dice
a Mitre (que también estuvo protegido en este país) en carta del 15 de noviembre de 1844: “Y ahora, por
segunda vez, desde 1840, estoy exiliado en esta nación y durante estos tres años he podido verificar y recibir la
generosidad que viven dentro del alma y el espíritu de esta nación, como también pude comprender su profundo sentido
de dignidad y civilismo, al que muchos confunden con debilidad o negligencia. Chile me ha dado todas las oportunidades
para realizarme, y eso no lo olvidaré jamás”. Treinta años después, cuando Sarmiento es presidente, le escribe
a quien podría sucederle en tan alto cargo (pero que pierde la oportunidad), al General Bartolomé Mitre,
quien le ha pedido por anticipado consejos. Escribe Sarmiento el 10 de enero de 1874.
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124 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

“...lo que debe importarle a un gobernante argentino, es la forma como conducirá las relaciones exteriores. Para
ello, Bartolomé, debemos tomar en cuenta una sola cosa y mirar hacia un solo objetivo: ¡nuestro destino histórico!
Al otro lado de los Andes hay un pueblo lleno de soberbias, al que no se le puede convencer mediante razonamientos.
Ellos no aceptan que Argentina tiene que ser el rector de Sudamérica. Nosotros debemos convencerlos por otros
medios. A ese país no se le puede tratar con argumentos o palabras. Hay que tratarlo con hechos consumados e
irreversibles. Para Chile –lo habrás comprendido- existe un solo predicamento valedero: ¡La fuerza!. Te advierto
que frente a ese país hay que actuar con astucia, cautela y lentitud. Recuerda que conozco muy bien el pensar y el
sentir de los chilenos. Si resultaras elegido Presidente de la República, tendrías que soslayar muchos problemas
interiores. Cada vez que se te presenten esos problemas, yo te aconsejo que sacudas el alma del pueblo argentino
y lo hagas mirar hacia Chile, en especial hacia su extremo sur” (negritas del autor).

Sarmiento suscribió la alianza secreta con Perú y Bolivia, en contra de Chile, en 1873.

Piedra Buena hace viajes a Punta Arenas. Se comunica con Buenos Aires. Es un avanzado, observador e
informante. Trata de mover influencias en Bs. As. Recomienda a Mitre (1868), y después a Sarmiento
(presidencia 1868-1874), tomar el Estrecho por la fuerza. La respuesta es ambigua, pero el personaje llega
en marzo de 1869 a Punta Arenas, a bordo de una barca que le ha cedido el gobierno, con la pretensión de
colocar baliza con bandera de su nacionalidad en aguas del Estrecho. El Gobernador Viel, y su bien pertrechada
compañía militar, le inducen a cambiar de táctica. De regreso, la baliza se oxida en Pavón. Luis Piedra Buena
es un personaje clave en la toma de la Patagonia por su país. Ha despertado las apetencias y luego será
premiado con un alto grado en la Armada, pues ya es el mejor conocedor del extremo sur. Sin embargo,
antes, instala comercio en Punta Arenas, el que traspasa a los pocos años a José Menéndez, asturiano
proveniente de Buenos Aires.

En Magallanes se está iniciando el imperio de los Braun, los Menéndez-Behety, los Nogueira, los Reynard. El
Sargento Mayor Diego Dublé Urrutia, Gobernador, trae desde Las Malvinas, en la Corbeta “Chacabuco”, en
enero de 1877, las primeras ovejas merino que iniciaron la espectacular crianza que cambiaría la economía de
la Patagonia y Tierra del Fuego.

Lo que viene es una cifra más en la gran suma de debilidades de nuestros gobiernos, la diplomacia de Chile,
y la ceguera de muchos intelectuales influyentes, aún hasta fines del Siglo XX. Si bien nuestro país estuvo
distraído y presionado por la Guerra del Pacífico, poseyó también el conocimiento del pacto secreto de una
triple-alianza (1873) entre Perú, Bolivia y Argentina. Los dos primeros tenían esperanzas de repartirse territorios
del norte de Chile, repletos de guano y salitre (porque Perú no iba a ceder ni una pulgada de lo suyo a
Bolivia), y Argentina pretendía oscuramente abrir una salida al Océano Pacífico para llevar sus productos a
California y Oceanía, asegurar para sí las aguas de los lagos cordilleranos y explotar las maderas de los valles
andinos. Esto último fue tan evidente que la acción de Francisco Moreno, perito argentino en el litigio patagónico,
buscó a través de la discontinuidad de la cordillera y de invenciones geológicas, obtener un puerto mirando
hacia el poniente, manipulando en varias ocasiones, arteramente, el curso de aguas que corrían hacia el
Pacífico desviándolas al Atlántico.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 125

“Hasta 1873 la República del Plata no había prosperado en su potencialidad, en forma que despertasen sus
ambiciones territoriales sobre la Patagonia, pero el Tratado de Alianza Perú-Boliviano, en 1873, despertó sus
primeras ambiciones con la invitación que ambos aliados le hicieron para que adhiriera a la Alianza. Para dar
mayor fuerza a sus pretensiones, por creer insuficiente su alianza con Perú y Bolivia para imponerse a Chile, que en
ese entonces tenía una escuadra muy superior a la de Argentina y Perú juntas, envió un emisario especial al Brasil
para que se uniera contra Chile, pero tropezó con el grave inconveniente de que el emperador don Pedro, del Brasil,
guardaba a Chile una amistad tan grande, leal y sincera, que no sólo desahució al embajador argentino, sino que,
inmediatamente puso en conocimiento de nuestro Gobierno las actividades argentinas.
No obstante lo expuesto, el 23 de julio de 1881, para vergüenza de los gobernantes de Chile de esa época, se firmó
un Tratado de Límites con Argentina, que importó un verdadero crimen de lesa patria, porque en él se hizo entrega
completa de la Patagonia (1.545.120 kilómetros cuadrados), o sea, de más del doble de nuestro territorio actual,
sin ninguna compensación para nuestro país” (Luis A. Arenas Aguirre, “Encina contra Encina”, 1958).

¿Por qué no se hizo respetar el Tratado de 1856 con Argentina? Porque Chile, caballerosamente, observó a
su vecino enfrentando graves desacuerdos con Francia e Inglaterra y, enseguida, lidiando contra Paraguay
(Triple Alianza Argentina, Uruguay y Brasil, 1864-1870; Paraguay perdió tres cuartas partes de su población
y casi la mitad de su territorio). Nuestro país mantuvo una digna neutralidad avalada por las fuertes relaciones
de amistad y parentescos entre la alta burguesía santiaguina con la congénere de Buenos Aires. Estas relaciones,
a fin de cuentas, fueron negativas para los de Santiago. El mismo fenómeno se repitió años después con las
riquezas de la explotación lanera y minera de Magallanes y Tierra del Fuego, pues sus detentores, dueños a la
vez de enormes latifundios en Santa Cruz, el Chubut y Río Negro, sentaron áreas de inversiones e influencias
en la capital federal argentina.

La impresión recibida por Charles Darwin al recorrer un sector del Río Santa Cruz, respecto de su calidad
utilitaria fue...” the curse of sterelity is in the land...” (la esterilidad se extiende sobre la tierra). Frase fuera
de contexto, según Armando Braun Menéndez. Sin embargo, las impresiones de viaje de aquél, se publicaron
en 1839 y en 1854. Nuestra cultura europeizada adoptó ciegamente los conceptos del inglés.

Nuestro respetado Benjamín Vicuña Mackenna, historiador, ensayista, cronista, biógrafo, político, recordado
intendente de Santiago, protagonizó un extenso discurso en el Senado, en 1878, donde refundió las ideas más
pesimistas sobre el territorio en disputa; materia que dio a luz en su ensayo de 1880, “La Patagonia”:

“...¡un pedazo de océano petrificado, estéril, insensible, solitario, callado y maldito...verdadera imagen del infierno”.

Otro párrafo:

“El Utis Posidetis que en nada era aplicable a la Patagonia, país que nunca fue poseído de hecho ni de derecho sino
por sus infelices pobladores nómadas y los guayanacos de cuya carne vivían y de cuya piel se abrigaban”.

En esta obra concluye:


“Un metro cuadrado del lazareto de Playa Ancha vale lo que todo este territorio”.
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126 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

José Victorino Lastarria, abogado, historiador, profesor, ensayista, poeta, narrador, diplomático, diputado y
senador, introdujo en las últimas ediciones de sus textos escolares “Lecciones de Geografía Moderna” (1ª.
Edición 1838, décima en 1858), trozos como el siguiente:

“Con el nombre de Patagonia se conoce todo el país al sur de las fronteras del Río de la Plata y Chile. Este país
ofrece el aspecto más horrible; al este de la cordillera apenas hay más árboles que algunos sauces a las orillas de
los ríos, ni se sabe haya mineral alguno, y, en cuanto a animales, no hay más que guanacos y zorrinos”.

El mismo Lastarria se opuso en 1849, en la Cámara, a mantener el gasto del ítem “Colonia de Magallanes”,
“por considerar que no representaba utilidad ninguna en la conservación de esa colonia, ni por ahora ni para en lo
sucesivo”. Lastarria, como embajador ante Mitre (1862-1868), con instrucciones muy imprecisas de José
Joaquín Pérez, ofreció en Buenos Aires la Patagonia, la mitad del Estrecho y toda la Tierra del Fuego. Al
borde del abismo, Santiago desautorizó a Lastarria y entró a tallar Barros Arana, pero siempre con instrucciones
de un arreglo pacífico en base a la renuncia de casi toda la Patagonia.

En esta etapa crucial de nuestra historia, surge un marino chileno que habría de constituirse en unos pocos
años más en personaje de respeto mundial. En efecto, las relaciones chileno-argentinas alrededor de 1878
eran delicadas, tensas. El gobierno envía como observador y agente diplomático al joven Capitán Arturo Prat
Chacón. Su trabajo de observador es prolijo, serio y se encuentra en los archivos nacionales. Un párrafo
clave de su informe de fecha 5 de noviembre de 1878, al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alejandro
Fierro, es el siguiente:

“De este modo pude llegar a estar en relación con los sujetos que interesaban a mis propósitos y convencerme que
la situación política, financiera y comercial de la República Argentina es aún más grave que la que a Chile trabaja;
que a pesar de la apariencia que le da un ejército más numeroso, aquella nación, como poder militar, no es superior
a la nuestra y es incontestablemente inferior en el mar, haciendo así, no ya posible sino fácil, hostilizarla de una
manera eficaz, cerrándole por medio de un bloqueo, la boca del Plata, única vía por la cual se efectúa todo el
movimiento comercial de la República y, por fin, que Chile no tendría, en el peor caso, que temer ninguna hostilidad
del gobierno ni pueblo oriental; llevaría consigo las vivas simpatías del Brasil y podría contar con la revolución
interna que prendería fácilmente en Corrientes y Entre Ríos”.

Prat regresó a Valparaíso en febrero de 1879. El Gobierno no informó al Parlamento el contenido de los
informes del observador, y se abocó, seguramente, al problema del norte que estalló en esos días. Pero
tampoco se hizo nada para reforzar la amistad del Brasil y neutralizar la presión de Buenos Aires sobre sus ya
abiertas pretensiones de llegar hasta el Estrecho de Magallanes. Primaban, al parecer, las desacertadas opiniones
de Vicuña Mackenna y el propio Barros Arana. Los dos héroes máximos de nuestra historia fueron desoídos:
O’Higgins y Prat.

Inútil, a estas alturas del tema general, referirse a los escarceos y juegos de pulso entre ambos gobiernos para
dilucidar el dominio sobre la Patagonia.

Sí es interesante obtener noticias de otro personaje clave en el desenvolvimiento de estos asuntos.

Francisco Pascasio Moreno, naturalista y geólogo por afición, de formación cultural libresca, entra en la
historia primero como explorador y perito autorizado del gobierno argentino después. Desde su infancia
recogía fósiles y minerales y a los diecinueve años recibe de un amigo de Carmen de Patagones, de la boca
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 127

del Río Negro, unos restos antropológicos que llamaron poderosamente su atención y la del director del
Museo de Buenos Aires, que, admirado por la pasión y lucidez del joven lo respaldó en sus actividades. En
1873 y 1874 realiza sus primeros viajes de interés geológico a la Patagonia. Pero al año siguiente, financiado
por el gobierno provincial de Buenos Aires, efectúa una incursión de distinto orden, que es tomar contacto
con los habitantes naturales de Río Negro e inspeccionar la geografía interior. El cuarto viaje, el de 1876,
financiado por la Sociedad Científica de Argentina, le permite escribir un libro, “Viaje a la Patagonia Austral”,
que despierta la conciencia del público y lo hace famoso. Ha destruido el mito de Darwin sobre la maldición
de ese país. La opinión de Moreno dio vuelta dicho concepto y se abrieron apetencias distintas a las del
simple dominio jurídico territorial.
En 1878 aumenta la preocupación en ambos sectores y la guerra parece inminente, sin considerar los problemas
desatados por Bolivia en el norte. Se reúnen en Valparaíso el Cónsul argentino, Mariano de Sarratea, y el
estudioso Benjamín Vicuña Mackenna, para tratar privadamente el problema. Resultado, la opinión conjunta
de ambos es sometida a los dos gobiernos y surge el acuerdo de diciembre de ese año mediante el cual se
crea un tribunal arbitral y Argentina se reserva el derecho de mantener en statu quo (¿) su influencia en toda
la costa patagónica atlántica; Chile, con este acuerdo, mantiene su dominio del Estrecho. Con tal gesto,
nuestro país está renunciando definitivamente a la Patagonia. La firma de este documento hizo estallar el
júbilo en las calles de Buenos Aires, desahogando una presión interna que se venía acumulando desde 1856.
Los artículos periodísticos de Moreno, y por supuesto su primer libro, habían hecho madurar un sentimiento
de patriotismo en una sociedad absolutamente centralizada.

En 1878 se promulga en Buenos Aires la Ley 954, que crea la Gobernación de la Patagonia.

El rápido triunfo del general Roca sobre los indígenas de la Pampa, gracias a la estrategia de establecer
defensas escalonadas mediante muchos fuertes y de ir corriendo las líneas de seguridad hacia el interior, le
permitió eliminar a sangre y fuego tribus completas (mujeres, hombres, niños, ancianos), llegar al otro lado del
Río Negro y del Neuquén y asentar allí nuevos fuertes. Su labor no fue solamente ésa, sino que expulsó a los
colonos chilenos que se estaban estableciendo en diversos puntos con mucho sacrificio. Chile estaba en
guerra con Perú y Bolivia. Argentina entregaba secretamente armas y pertrechos a este último.

El gobierno argentino, después del tratado de 1856 que consagraba el statu quo, se permitió instalar colonos
galeses en el Santa Cruz (1865) sin respetar el acuerdo con quien mostraba títulos antiguos de propiedad.
Los éxitos militares sobre los indígenas elevaron a Julio Argentino Roca a la Presidencia (1880-1886).

Ya en 1880 Argentina realiza la colonización de la cordillera del Chubut, Valle 16 de Octubre y el pueblo
Trevelin. Por lo tanto, el Tratado de Límites del 23 de julio de 1881, cuya firma se efectuó en Buenos
Aires, fue sellado por un gobierno chileno triunfante en el norte pero con pocas ganas de defender un territorio
del sur que, al parecer, no valía nada. En cambio, Argentina, blanqueaba hechos consumados y ampliaba sus
fronteras por la Cordillera de Los Andes hasta el Paralelo 52° de latitud sur. Con dificultades se salvó el
dominio del Estrecho de Magallanes y se perdió, además de la Patagonia, la mitad de Tierra del Fuego.

Débiles intentos de colonización chilena en la zona disputada se diluyeron en la nada. Barcos de Punta Arenas
abastecían puertos del Atlántico: Madryn, Comodoro, Deseado, Bahía Laura, San Julián, Santa Cruz, Coyle,
Río Gallegos y Río Grande, sosteniendo el incremento de la población argentina; acción más comercial que
patriótica de los potentados de Punta Arenas.
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128 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

Un 12 de octubre de 1884, la bandera argentina es izada en Ushuaia por la División Expedicionaria al


Atlántico Sur, al mando del Comodoro Augusto Lasserre. El 16 de octubre de ese año, la Ley de Territorios
Nacionales de Argentina, crea las nuevas divisiones administrativas que aun conservan sus denominaciones:
Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

Moreno había sido enviado a Europa, antes del Tratado, con el objeto de poner a prueba sus teorías geológicas,
y reforzar algunos conocimientos. Por su labor práctica en el sur era asesor importante del gobierno argentino,
de modo que no tardó en ser nombrado Perito oficial, aparte de su cargo de director fundador del Museo
Antropológico y Arqueológico de Buenos Aires (hoy en Mar del Plata). La dignidad de científico negociador
le permitió ejercer influencia decisiva en la ejecución de la línea fronteriza, pese a la enorme crítica de los
verdaderos científicos argentinos, geólogos y geógrafos, que no admitían las curiosas teorías glaciológicas de
un aficionado audaz y dominante, y, por sobre todo, la “malicia” utilizada en la alteración de cursos de aguas
decisivas en el litigio (Lago Buenos Aires, haciendo que el Fénix, único afluente oriental hacia el lago, vaciara
por intervención del Perito sus aguas en dirección al río Deseado por conducto de un canal artificial; y el caso
del Lago Lacar, cuyas aguas desaguaban hacia el occidente donde fundó apresuradamente y en secreto, un
poblado que llamó San Martín de Los Andes y que protegió con fuerzas militares). Todo eso consta en la
prensa bonaerense. El gobierno de Federico Errázuriz Echaurren acalló toda información sobre el caso
Lacar (la alta burguesía chilena ya era rica con las minas del norte).

La aplicación del acuerdo, en el terreno, arrojó tantas discrepancias técnicas y semánticas que en 1893 se
redactó un Protocolo. El consultor de Chile fue Diego Barros Arana y por Argentina, Francisco P. Moreno.

Recién el 14 de octubre de 1896, el Ministerio de RR. Exteriores de Chile, nombra la Comisión Exploradora
del Río Aisén. Jefe, el Dr. Hans Steffen y ayudantes Oscar Fischer y Pedro Dussen. A la cual se agregaron
los oficiales del Ejército, Roberto Horn y Walterio Bronsart.

Como no hubo consenso en varios puntos fronterizos, en septiembre de 1898 fue necesario recurrir de
arbitraje a S. M. Británica. Uno de los miembros de la Real Sociedad Geográfica de Londres, integrante del
Tribunal arbitral, era amigo del perito argentino. El fallo se dio a conocer el 20 de noviembre de 1902.

Gran influencia tuvieron, a ambos lados de Los Andes, las corrientes de opiniones públicas. En Argentina se
voceaba en contra de Chile por sus campañas del norte. Las presidencias eran zarandeadas. Y ese país
comenzó una política de armamentismo, claramente de preguerra. Bolivia cedió gratuitamente a Argentina la
famosa Puna de Atacama viéndola perdida en manos de Chile. El 16 de diciembre de 1898, S.M. Británica
aceptó servir de árbitro. Existían en juego enormes inversiones de dinero inglés en ambos países y no le
convenía un conflicto armado como éste, de allí las soluciones acomodaticias que implantó con su Laudo,
perjudicando derechos últimos de Chile.

La desconfianza entre ambas naciones era evidente. Sin embargo, como un gesto conciliador inesperado,
con apariencias de buena voluntad, se reunieron en el centro del Estrecho de Magallanes, durante el verano
de 1899, los Presidentes Federico Errázuriz Echaurren (1896-1901) y Julio Argentino Roca (1898-1904).
Ambos acudieron respaldados por sus respectivas escuadras.
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Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia 129

El Abrazo del Estrecho fue bien recibido en Santiago y Buenos Aires, pero no así en Lima y La Paz. También
se acordó erigir, en algún punto de la Cordillera de Los Andes la imagen de un Cristo Redentor (que observa
ajeno a una filosofía extraña).

SIGLO XX

El comienzo del nuevo siglo no fue de abrazos. Mutuas protestas, cruzadas oficialmente entre Chile y Argentina,
agitaron de nuevo la caldera pública. Soldados de Roca incursionaban por el Lago Lacar, territorio chileno
en ese entonces. Gendarmes llegaban hasta las costas del Seno Última Esperanza, lo cual confirmaba la
sospecha de que Argentina quería aguas del Pacífico.

Las alternativas se sucedieron vertiginosas y Gran Bretaña logró que sus grandes banqueros, Rothschild y
Baring, suspendieran apoyos económicos a estas naciones en pugna. Finalmente, el 28 de mayo de 1902, se
suscribieron los Pactos de Mayo. El Tratado General de Arbitraje, el Convenio sobre Limitación de Armamentos
Navales y el Acta de la Comisión de Límites, fueron los ejes de la paz. El potencial marítimo fue equiparado
al material flotante, en forma convencional.

Consecuencia, el Laudo Arbitral de 1902 quedó a firme hasta que en 1964 la controversia sobre los Hitos
N°s.16 al 17 lo sometió a renovada prueba.

En la revista “Zig-Zag”, Santiago, de Marzo de 1915, el diplomático chileno Félix Nieto del Río, escribió:

“Pero ya no es tiempo de lamentar el error imperdonable de nuestros diplomáticos. A los que hemos venido a la
ciudadanía, después de consumadas tamañas ineptitudes, sólo nos cabe aceptar el dolor de lo establecido y
puntualizar bien las conclusiones de tan dura lección. Han pasado quince años desde nuestro último fracaso; ya
nadie se acuerda de él; y ¿cómo habría de mantenerse el recuerdo vivo si era preciso desfigurar ante las generaciones
posteriores la verdadera culpa, los verdaderos culpables y la magnitud del yerro?”

Los “errores imperdonables” no han terminado.

La instalación de hitos provoca desacuerdos y muchos de ellos desaparecen por razones misteriosas. En
1941 se estableció una Comisión Mixta Chileno Argentina para solucionar el asunto de los hitos desaparecidos
y revisar los existentes. Es el llamado Protocolo de 1941. Entre 1945 y 1949 se firma un acuerdo entre Chile
y Estados Unidos para aerofotografiar todo el territorio nacional. La carta que se obtiene deja, por error,
Laguna del Desierto en el lado argentino y esto influirá para la pérdida de esa franja, ciertamente pequeña
pero muy estratégica para las pretensiones nacionales de unir Aisén y Magallanes por una vía al oriente de
Campo de Hielo Sur.

El destacado científico chileno, geólogo, geógrafo, andinista y experto en límites, Eduardo García Soto (1934-
1999), recorrió varias veces los lugares en conflicto, incluso los Campos de Hielo Norte y Sur, y comprobó
que el Monte Stokes, descubierto por Fitz-Roy en 1834, sufrió cambios de nombre y ubicación por el Perito
Moreno. En tres mapas distintos, Moreno cambia de ubicación el Stokes, con lo cual se establecen falsas
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130 Actas II Seminario Un Encuentro con Nuestra Historia

coordenadas para fijar la línea fronteriza. El error no fue considerado en los acuerdos de 1991, hecho que
redundó en la pérdida de Laguna del Desierto y puede afectar en la defensa de derechos sobre Campo de
Hielo Sur.

Poco se avanzó con dicho Protocolo y, finalmente, dos problemas elevan de nuevo la temperatura de los
conflictos patagónicos: Palena-Futaleufú y Laguna del Desierto.

Lo de Laguna del Desierto es dramático y lamentable cuando una bala percutada por el miedo, entre los
gendarmes, mató al Teniente Merino, de Carabineros. El 6 de noviembre de 1965.

El 30 de octubre se habían reunido en Mendoza los Presidentes Frei Montalva e Illia, justamente para suscribir
una nota de cordura dentro de los hechos repudiables de Futaleufú y ante la amenaza de gendarmería en
Laguna del Desierto.

En Laguna del Desierto todo estaba consumado y sus 450 kilómetros cuadrados se perdieron para siempre
en un pésimo arbitraje que sobrepasó, una vez más, la posición lógica y legal de nuestra línea de frontera
(divisoria local de las aguas y cosa juzgada). En efecto, se dispuso la formación de un Tribunal Arbitral
formado por los expertos y juristas Rafael Nieto de Colombia, Reinaldo Galindo de El Salvador, Pedro
Nirken por Venezuela, Julio Barberis por Argentina y Santiago Benadava de Chile. Los personeros de
Venezuela y Colombia fueron designados por Buenos Aires. El “arbitraje” fue contrario a Chile por 3 a 2
votos (1994). Otro error en la larga y escasamente firme línea diplomática chilena, esta vez encubierta por
una pretendida integración económica entre las dos naciones y una reinserción internacional. En cambio,
tradicionalmente recibimos la “filosofía Sarmiento” en las decisiones que afectan a Chile.

Bajo el mandato de Patricio Aylwin se resolvieron –aparentemente- 22 puntos fronterizos (que técnicamente
estaban resueltos por las Comisiones), en encuentros personales con Carlos Menem, entre ellos lo de Palena.
Hubo un acto o simple Declaración que, al parecer, no tiene respaldo constitucional, de tal modo que podría
revertirse o anularse por sí misma en circunstancia más favorable de justicia y no de despojo. Quedaron sin
resolver, en esas instancias de 1991, el conflicto del Hito 62 hasta el Monte Fitz-Roy, y Campos de Hielo Sur
(Fitz-Roy hasta el Cerro Daudet, con aproximadamente medio grado de extensión). A todo esto, Chile nunca
ha hecho valer, al menos que sepamos fehacientemente, el poder ejecutoriado e irreversible de un tratado
internacional como el de 1902, jurado por ambas partes ante S.M.B. Según ese Laudo, Laguna del
Desierto y Campo de Hielo Sur son territorios chilenos y nada podría discutirse o ser revisado al
respecto. Chile es firmante de la Convención de Viena de 1969, donde la “cosa juzgada en materia de
límites” es de carácter inmodificable. Por lo cual parece aberrante aceptar un statu quo sobre algo que es
nuestro por el Laudo y la Convención. Los acuerdos o “declaraciones” presidenciales podrían tomarse como
renuncia a dicho Laudo y Convención, con todas sus catastróficas consecuencias.

Después de Laguna del Desierto, aparecen los problemas del Beagle y la situación de guerra de 1978 marcada
a todo lo largo de nuestra frontera nacional. La intervención papal distendió la tirantez militar, pero en la
sanción arbitral se perdió una fracción del Canal y una isla pequeña.
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CONCLUSIÓN

Es deseable una reflexión que nos permita dejar el pasado atrás y hacer florecer esa unidad cultural que se da
hermanablemente en las dos vertientes de la Patagonia. Pero está la espada de Damocles de Campo de Hielo
Sur.

El recuento histórico con nuestro vecino del Atlántico es un acta donde constan los errores de administración
de nuestro Estado y donde están las huellas de actos que pueden catalogarse de inaceptables bajo una lupa
de amistad internacional. Argentina no ha sido amigable con Chile, incluso en el último y fresco evento del
suministro de gas.

Podrían enumerarse una infinidad de hechos que tienen un correlato común, a partir de la percepción histórica
de Sarmiento (hacia el pasado: falsificación de documentos coloniales, aborto de statu quo del Tratado de
1856) y cómo ocurre todo después que él “diseñó la mejor línea de trato para con Chile”.

Brevemente: las balizas de Piedra Buena, investidura indecorosa y oportunista del Cacique Casimiro, la
colonización apurada con hechos de facto en la Patagonia, la soterrada ayuda armamentista a Bolivia durante
la Guerra del Pacífico, movilización de la opinión pública en contra de su vecino, las “malicias” del Perito
Moreno (teorías glaciológicas antojadizas, mapas alterados una y otra vez, desvío de aguas chilenas, amistad
con juez arbitral inglés), la remoción oculta de hitos y la falta de respeto al Laudo de Su Majestad Británica
(1902), el descreimiento de la Convención de Viena de 1969, validación del error fotogramétrico
norteamericano en Laguna del Desierto, actuación prepotente de la gendarmería en la frontera chilena, instalación
de fuerzas armadas (soldados, cañones y aviación) junto a nuestra línea fronteriza de Laguna del Desierto en
1965, intromisión vergonzosa en nombramientos de miembros del Tribunal Arbitral de 1994, invasión y
despojo reiterados de territorio chileno, preparación para la guerra de 1978, reclamo injustificado de las islas
del Canal de Beagle para asentar una vista a la Antártida y al Pacífico. Para qué seguir. Sin embargo, la
contrapartida a todos esos cargos es la irresponsabilidad de gobiernos chilenos, su ceguera política y su
ingenuidad asombrosa. Pero es indudable que hay un patrón de conducta en contra nuestra y del cual no
queremos tomar razón. Porque hay una filosofía.

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