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Antihistamínicos

Los antihistamínicos son los fármacos más empleados en el tratamiento de las


enfermedades alérgicas.

Se emplean en el tratamiento sintomático de enfermedades alérgicas como


rinitis y urticarias agudas o crónicas, y en la anafilaxia y otras reacciones
alérgicas agudas. También se utilizan en el control del picor de origen diverso,
en el mareo del movimiento, y en la prevención y tratamiento de náuseas y
vértigos, así como en otras indicaciones más discutibles (insomnio, falta de
apetito, etc.).

Los antihistamínicos pueden emplearse por vía oral, en comprimidos, jarabes y


gotas; o por vía tópica, en cremas, colirios y nebulizadores nasales.

Mecanismo de acción de los Antihistamínicos


Se basa en su acción antagonista-competitiva de la histamina por un mecanismo
de bloqueo del receptor H1; como consecuencia de este bloqueo la histamina no
tiene posibilidad de unión y por lo tanto no se activará.

Antiparasitarios
Los medicamentos antiparasitarios son los que se usan para tratar las
parasitosis. Las parasitosis son enfermedades infecciosas producidas por unos
seres vivos, los parásitos. Se pueden encontrar en el aparato digestivo humano.

El parásito puede llegar al organismo por varias vías: por el agua, las manos
sucias, los alimentos contaminados con restos de heces, algunos alimentos
crudos o poco cocinados (carne, pescado, crustáceos) y ciertos animales. Cada
parásito tiene un ciclo vital propio.
Mecanismo de acción de los Antiparasitarios
Los antiparasitarios actúan directamente sobre el parásito en el tubo digestivo
humano. Alteran su estructura y provocan su destrucción. En general, se
toleran bien. Sus efectos secundarios son leves.

De forma genérica, podemos señalar que la mayoría de los fármacos


antiprotozoarios afectan el metabolismo biosintético mientras que los
antihelmínticos afectan al metabolismo energético, a las proteínas
estructurales o la función neuromuscular.

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