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Softbol, Juanita Tamara Alvarez,
Esgrima: “Pose” Sala del antiguo
Cuartel de Bomberos
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Profr. Oscar M. Camacho Profr. Rubén López H. Gral. José de Jesús Clark Dr. Josué Sáenz
1944-1945 1945-1948 1948-1952 1952-1953

Mas cambios de mando


Por la renuncia del coronel Juan F. Trujillo Quiroz, el 31 de diciembre de 1943, el presi-
64 dente Manuel Ávila Camacho nombró, el 23 de enero de 1944, al profesor Oscar Mauro
Camacho como nuevo presidente de la Confederación Deportiva Mexicana. Camacho
había sido entrenador de los esgrimistas que participaron en los Juegos Olímpicos de Los
Ángeles ’32, y del equipo de pentatlón moderno que asistió a Berlín ’36, Londres ’48 y
Helsinki ’52.

De esta manera empezaba otro ciclo en la dirigencia de la CDM.

Pero el fútbol siguió dando de qué hablar, pero ahora positivamente: el 16 de enero de
1944 nació en el Parque Oblatos de Guadalajara el que sería el gran clásico del fútbol
mexicano. El duelo entre el Guadalajara y el América. Para las «Chivas» fue el primer
triunfo: con dos goles del «Pablotas» González y otro del «Cosas» López, vencieron 3-1 a
los capitalinos, que anotaron por conducto de Florencio Caffarati.

En 15 de febrero, en los actos conmemorativos del 27 aniversario de la promulgación de


la Carta Magna, el campeón de natación, Apolonio Castillo, fue designado como el Mejor
Deportista de 1943, tras implantar nuevo récord mexicano en cien metros dorso.

En la ciudad de México se realizó, del 2 al 16 de mayo, el segundo Congreso Panamericano


de Educación Física. Aquí se hablaba de nuevos modelos de activación física, mientras
que en Europa se hacían los preparativos para el desembarco aliado en las playas de
Normandía (6 de junio) que les permitiría la reconquista de los países ocupados por las
tropas del Tercer Reich.
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Los dirigentes deportivos pensaban más en cómo obtener dinero del Gobierno Federal

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para los atletas aficionados, mientras que el pueblo estaba pendiente, ese 8 de marzo de
1944, de la gran pelea que sostendrían en el estadio Gilmore de Los Ángeles, el flamante
campeón mundial de peso ligero Sammy Angott contra el mexicano Juan Zurita, quien
cercano a los 30 años de edad, nunca había peleado 15 rounds.

Pero tras ver aparecer al negrazo Angott, nacido en el bravo barrio italiano de Nueva
York, pocos daban esperanzas al tapatío, dueño de una bravura ejemplar pero, sobre

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todo, de una depurada técnica y una sobrada inteligencia en el ring.

Zurita borró los pronósticos en contra y, con una exhibición de buen boxeo de piernas y
certeros golpes en el contragolpe, llevó a Sammy hasta los 15 asaltos. El campeón dejó la
corona, con el rostro tumefacto, ante el mexicano, que se apuntó la victoria por decisión
unánime.

Incluso, la obtención del décimo segundo título en forma consecutiva de los Pumas de la
Universidad —ganando 8-0 al Politécnico— en el fútbol americano estudiantil también
acaparó la atención de los aficionados al deporte mexicano.
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El 8 de mayo, en el labio inferior del cráter del Popocatépetl, fue develada una placa de
bronce en memoria de los montanistas argentinos que habían muerto el mes anterior al
tratar de recuperar una bandera mexicana que había instalado una expedición azteca en
la cumbre del Aconcagua. No obstante, la Federación de Excursionismo anunció, días
después, su decisión de separarse de la Confederación, debido a que ésta —se dijo—
«menosprecia nuestra actividad». En junio, la propia CDM dio una solución y prometió
mayor ayuda a los escaladores.

En los primeros días de julio, en el reluciente Palacio de las Bellas Artes, que terminó el
célebre arquitecto mexicano Federico Mariscal, padre de esa generación de espléndidos
clavadistas, se efectuó la segunda Asamblea Deportiva Nacional, en la que se discutieron
y aprobaron reformas y adiciones al estatuto de la CDM. Oscar Mauro Camacho encomió
el esfuerzo que dedicaron sus colaboradores para dar a la institución una mayor fuerza y
unidad.

La Ley del ‘45

Sin embargo, los ajustes en los organismos y los cambios de mando siguieron siendo la
tónica en estos años de reacomodo político y de sus instituciones. Como sucedió en los
primeros días de 1945...

Primero, vendría una ley que aún persiste.


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Se hablaba de que los fútbolistas extranjeros «quitan el pan de la boca de los mexica-
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nos». Y, en efecto. La libre contratación de fútbolistas afectó a todos los equipos; por
ende, el ingeniero César Martino, del América, y el general José Manuel Núñez, del
Atlante, urgieron al presidente Ávila Camacho que tomara las medidas pertinentes.

Ante lo anterior, el regente de la ciudad, Javier Rojo Gómez, expidió el 19 de enero de


1945 un decreto que destacaría en su artículo undécimo:
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«Las autoridades del Distrito Federal no permitirán la celebración de juegos de fútbol


soccer como espectáculos públicos de paga, ni la organización de ligas, ni campeonatos
de este deporte si en los equipos participantes no actúan como mínimo seis jugadores
mexicanos por nacimiento durante la temporada oficial correspondiente a los años de
1945 a 1946; y un mínimo de siete jugadores por nacimiento desde el primer juego de la
temporada oficial de 1946 a 1947, y en adelante».

¿Un ejemplo?
En ese año el España fue campeón y en ese gran equipo figuraban Sangenis, Laviada,
Aedo, Cubanaleco, Fernando García, José Antonio, Quesada, el «Chato» Iraragorri, Lán-
66 gara, Moreno y Septién. Solamente Laviada y Septién eran mexicanos.

Y días después, el 25 de enero, fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el


decreto del Poder Ejecutivo que instituía la creación de la Comisión de Fomento Deporti-
vo del Distrito Federal, debido al enorme crecimiento que registraba la metrópoli y la
necesidad de que sus jóvenes se orientasen hacia actividades más provechosas. Para
dirigir el nuevo ente fue designado el ingeniero César Martino, quien fuera presidente del
club América.

Asimismo, el 7 de febrero, el presidente Ávila Camacho nombró al hidalguense y ex


basquetbolista Rubén López Hinojosa como titular de la CDM en sustitución del profesor
Oscar Mauro Camacho.

De inmediato, el profesor López Hinojosa acordó con su Consejo Directivo designar


delegados que representarían a la institución en las entidades de la República. Asimismo,
el nuevo titular de la CDM gestionó, ante la Dirección Nacional de Educación Física, ayuda
económica para formar un fondo común de ayuda a sus federaciones. La primera apor-
tación fue de 25 mil pesos.

Dinero y más dinero. Las necesidades eran muchas, pero los presupuestos eran pocos. La
CDM no tenía independencia económica y dependía de los jerarcas de la Educación Física
nacional...
Mientras tanto, la segunda Guerra Mundial vivía sus últimas batallas. El ejército aliado

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cada día se acercaba más y más a Berlín, pero aquí había una pausa, de interés nacional:
la defensa del cetro mundial ligero de Juan Zurita, ante el poderoso negro Ike Williams,
un fuerte y bocón peleador estadounidense, que había prometido noquear al esteta
mexicano. La pelea se celebró el 18 de abril, en un pletórico Toreo, en Cuatro Caminos,
ante 25 mil personas que vieron el poderoso gancho izquierdo de Williams que se incrustó
en la mandíbula del bravo tapatío para depositarlo en la lona, apenas en el segundo
round. Se levantó Zurita y, en un alarde de valor, intercambió golpes con el estadouniden-

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se, para nuevamente caer, ahora sí noqueado rotundamente.

De la tristeza por la caída de Zurita, se pasó a la alegría. Como nunca antes, el pueblo
mexicano había seguido puntualmente los avatares de la segunda Guerra. La pesadilla
que duró cinco años había concluido. Y ese miércoles 2 de mayo de 1945, varias noticias
impactaron: se rindieron Italia y Austria; cayó Berlín y Hitler se suicidó.

Por otra parte, el 25 de agosto se recibió una gran noticia para el deporte mundial: el
Comité Olímpico Internacional anunció, una vez que la guerra había terminado con el
lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki y la rendición de
Japón, la reanudación de los Juegos Olímpicos. La nueva cita deportiva —se aseguró— 67
sería en 1948, en la semidestruida Londres.

El 19 de septiembre, el profesor López Hinojosa inauguró en el Palacio de las Bellas Artes


los trabajos del primer Congreso Nacional de Natación y Deportes Acuáticos, en tanto en
octubre puso en marcha el cuarto Campeonato Panamericano de Tenis, con la asistencia
de tenistas de diez naciones, en las canchas de arcilla del Deportivo Chapultepec.

Para culminar un año lleno de esperanzas, el presidente Ávila Camacho inauguró el 20 de


noviembre, en el Estadio Nacional, los primeros Juegos Deportivos de la Juventud.

Y para los amantes del fútbol americano, el 8 de diciembre fue una fecha imborrable:
guiados por el reverendo padre Lambert J. Dehner, los Burros Blancos del Politécnico, por
fin, terminaron con la hegemonía de los Pumas de la Universidad y les arrebataron el
título colegial, por 13-12, ante un lleno en el Estadio Nacional. El rey había muerto...
Habían sido 12 años de monarquía.

En ese 1945 se dio a conocer la Ley de Industrias Nuevas y Necesarias, y la conocida como
Regla XIV, que hacía amplias exenciones de impuestos (por cinco o diez años, con posibi-
lidades de prórroga) para la instalación de empresas fabriles que permitieron importar
maquinaria y equipo, «que fomenten el desarrollo industrial» sin gravamen alguno.
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Fin de la era militar


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Vendría 1946; y se pasaría del militarismo al civilismo...
El presidente Manuel Ávila Camacho consideró que el destino político de la nación debía
concentrarse en ciudadanos ejemplares, ajenos a las fuerzas armadas, para encauzar al
pueblo y a las instituciones públicas en el rumbo ascendente del progreso en una nueva
era de paz. Y, por ende, apoyó categóricamente la candidatura del licenciado Miguel
Alemán Valdés, secretario de Gobernación en su gobierno, a la primera magistratura.
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Siendo él un militar forjado en la lucha revolucionaria, pasó a la historia como el más


tenaz defensor del civilismo.

El país experimentó, entonces, la que fue quizá la mayor fiebre de actividad desde el
primer medio siglo tras la Conquista. A la efervescencia de las ciudades, que alegremente
echaban humo y sonaban a metal (y son calderas y bandas, prensas y troqueles, sopletes
y martillos, grúas, palas y picos, camiones y vagones de tren que entran y salen, sin
parar), se sumó la animación del campo, que casi de la noche a la mañana se vió
atravesado por presas, carreteras y canales. El destino principal de las obras fue la
agricultura de exportación, que entró en una etapa de crecimiento, en la llamada Revo-
68 lución Industrial de México, a la que se sumó la nueva industria química, de fibras
sintéticas y automóviles...

Mediante el voto popular, Alemán Valdés se convirtió en presidente de México el primero


de diciembre de 1946, y su gobierno habría de conceder beneficios a los deportistas que
buscaron una mejor preparación a través de las agrupaciones del ramo.

En los primeros meses de 1946 se registraron acontecimientos que favorecieron el desa-


rrollo de las actividades deportivas, de tal manera que en enero se anunció la participa-
ción de nuestro país en la Copa Davis.

Por otra parte, el Comité Olímpico Mexicano celebró una asamblea en la que se aprobó la
asistencia a los quintos Juegos Centroamericanos y del Caribe, y pidió a la Confederación
que convocara a sus federaciones a esta competencia, que sería en Barranquilla, Colom-
bia, en diciembre de ese año.
Otro suceso que impactó a los aficionados mexicanos fue la visita de «Babe Ruth» al
parque Delta —16 de mayo— para ofrecer una exhibición de bateo, tras diez años de
retiro de las Mayores.
***

Y una historia que pasó al libro de anécdotas:


En la demostración de Ruth, de 52 años, en el parque Delta, Ramón Bragaña, a quien
llamaron «El maestro», manager y jugador de los Azules de Veracruz de Jorge Pasquel,
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fue el encargado de lanzar al distinguido visitante. Pero Bragaña se negó a servir de

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comparsa y lanzó «fuego». Tres lanzamientos directos al plato que hicieron abanicar al
«Bambino». Furioso, el manager Ernesto Carmona lo bajó del montículo y envió a Alberto
Romo Chávez, quien tiró suavemente al plato hasta que el ex bombardero del Bronx
depositó la esférica en las gradas del jardín derecho. Mientras los aficionados vitoreaban
al «Babe», Carmona y Bragaña se liaron a golpes en la caseta.

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Tiro.
Stand de Tiro.

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Del 1 al 15 de octubre, Rubén López Hinojosa y César Martino presidieron los trabajos del
II Concurso Panamericano de Educación Física, al que asistieron delegados de Brasil,
Chile, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Honduras, Nicaragua, Panamá,
Paraguay, Venezuela y México.
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En Barranquilla fueron inaugurados, el 10 de diciembre, los quintos Juegos Centroameri-
canos y del Caribe. Acudieron mil 540 deportistas de trece naciones.
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mexicana: Esther Reyes, quien acompañada por Carmen Christlieb en el dobles, obtuvo la
presea de oro; ganó la plata en lanzamiento atlético del disco y formó parte del equipo
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También sobresalió el chiquillo Joaquín Capilla Pérez, de 17 años, doble campeón en


clavados; los nadadores Alberto Isaac, Clemente Mejía, Apolonio Castillo, Ramón Bravo,
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Asimismo, cautivó el regreso a México de su equipo ecuestre encabezado por el mayor


Humberto Mariles Cortés, que lograron triunfar en 13 premios de los 15 concursos en
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Nueva York, así como en el Gran Premio de Toronto.

70 El fútbol americano cobraba tanto auge en esta capital que ya los estadios Nacional y

inició la construcción del ambicioso proyecto denominado «Ciudad de los Deportes» y, si


bien el proyecto nunca fue culminado, sobrevivieron la majestuosa Plaza México y el

duelo en el que la Universidad apaleó 45-0 a los Aguiluchos del Colegio Militar.

Destacó, asimismo, la campaña nacional de alfabetización, ya que —se precisaba— 7 de

vacunas contra la tuberculosis, el cólera, la poliomielitis y la rabia. En contra parte,


abundaban los centros de ocio; y un censo arrojó cifras impresionantes en esta capital:

México, Shangay, Smyrrna, Waikiki, el Sans Souci, el Ciro’s, El Patio, Los Ángeles, hasta
otros como el Savoy, el Bugambilia y el Venus. Además, las prostitutas se repartieron las

calles de Cuauhtemnotzin, Rayón, Organo, Libertad, Tizapán y Pajaritos.

«Nosotros los pobres...»

En los primeros días de enero, el Comité Olímpico Internacional envió invitaciones a 53


países, incluyendo a México, para concurrir a los juegos de la décimo quinta Olimpiada.

agosto de 1948.
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El ideal de Coubertin se hizo presente con mayor fuerza en el ánimo de los deportistas

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«Lo importante en los Juegos Olímpicos no es vencer sino participar. Lo esencial no es la
victoria, sino haber luchado bien».

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La euforia olímpica contagió a los dirigentes e, incluso, el presidente Miguel Alemán
mostró su beneplácito para que los atletas mexicanos, debidamente preparados, concu-

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Deportiva Mexicana de intensificar el entrenamiento de aquellos que, por su calidad y
experiencia, merecían estar en el certamen deportivo.

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nes la lista preliminar de los equipos escogidos: ecuestre, boxeo, lucha, natación, esgri-
ma, tiro y basquetbol varonil. A su vez, el general Tirso Hernández, presidente del

dos y el programa de competencia de esta Olimpiada.

En la reunión, López Hinojosa dijo que nuestro país tendría mayores posibilidades de

cambio de régimen y la consecuente reorganización administrativa.

El 27 de julio, en el Estadio Nacional se celebró el Día del Deportista y los dirigentes de las

rentes disciplinas. Asimismo, se anunció que el gobierno federal había considerado au-
mentar el subsidio a los organismos para el fomento deportivo.

muestras de su gusto por este deporte. De la misma manera inauguró el sexto Campeo-
nato Panamericano de Tenis en el Deportivo Chapultepec.

boxeador, «Pepe el Toro» en la cinta «Nosotros los pobres» y su secuela: «Ustedes los
ricos», que se había instalado en los corazones de los mexicanos que veían en Pedro
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Mariles y la epopeya en Londres
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Con las experiencias anteriores (París ’24, Amsterdam ’28, Los Ángeles ’32 y Berlín ’36),
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aventura olímpica. Se nombró a principios de año un patronato Pro-Olimpiada, que


tendría como presidente al general Ignacio M. Beteta, como tesorero al banquero Carlos

Federal. Además se integró una comisión seleccionadora de seis personas: Tirso Hernández
y Juan Snyder, del Comité Olímpico Mexicano; Rubén López Hinojosa y Juan Figueroa
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general Beteta y el profesor Manuel Aguilar.


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La diferencia en el proceso de selección con anteriores juegos fue la clave. Las federa-

acordes a la realidad deportiva nacional. Atrás quedaban los nombramientos de última


hora y el favoritismo hacia algunos deportes, por los hombres del poder político y depor-

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La delegación partió hacia el viejo continente en cuatro grupos y el 22 de julio se
presentó el grupo mexicano al público londinense al desfilar por las calles y depositar una

mundiales.

El jueves 5 de agosto, Joaquín Capilla se ubicó en el podio. Alcanzó la medalla de bronce

Mariles, Raúl Campero y Joaquín Solano Chagoya, se ubicó en tercer lugar en la prueba
de Tres Días... y el 14, último día de los juegos de la postguerra, los jinetes mexicanos

salto Premio de Naciones, cuando Humberto Mariles, con el inolvidable «Arete», Rubén
Uriza, sobre los lomos de «Hatuey», y Alberto Valdés, con «Chihuahua» se agenciaron la

desempate con el francés D’Orgeix y el estadounidense Wing, obtuvo la de plata.

La bandera mexicana lució, por vez primera, en dos ocasiones en el alto mástil olímpico;

logrado un triunfo indiscutible. No sólo porque, como muchos dijeron posteriormente:


«no había caballos por la guerra», como si ese tipo de costosos ejemplares hubieran sido

mexicanos había sido demostrada en los más importantes concursos celebrados en Esta-
dos Unidos, Canadá, Italia, en la misma Alemania, antes y después de Londres ’48.
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gran sorpresa: por orden expresa del presidente Alemán Valdés, el profesor Rubén López
Hinojosa dejó la batuta de la Confederación Deportiva Mexicana al general José de Jesús

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Ese 22 de septiembre, en El Universal, se publicó la información del reportero Fernando
Garza:

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ración Deportiva Mexicana, se efectuó anoche el acto de presentación del nuevo presi-
dente de ese organismo, general José de Jesús Clark Flores, por el presidente saliente,

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«Fueron momentos en verdad emocionantes aquellos en que el profesor Rubén López se
despidió declarando que «se va satisfecho de que la Confederación vaya siendo ya lo que

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quien prometió que se trabajará bajo el amparo de la legalidad, se respetará a las
federaciones y los estatutos.
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trabajo del profesor López y la actuación de un corredor de relevos a quien le han


entregado la estafeta muy atrás y no sólo logra emparejar, sino que entrega con venta-

Garza relató que no había dinero para hacer los Juegos de la Revolución, pero ese año
«habrá desfilito». Además atestiguó los discursos de la asamblea y relató en su nota: «Se

suficiente como para rellenar el Estadio Olímpico».

El 5 de noviembre, durante la toma de posesión del general Ricardo Marín Ramos como

volverían a celebrarse. Y Marín Ramos encontró, en el general Clark Flores, el apoyo para
llevarlos a cabo.

400 kilómetros, en nueve etapas, y Eduardo Aguilar, del equipo Pedal y Fibra de Toluca,
se llevó la victoria ante 25 mil entusiastas personas que esperaron su arribo en el Campo
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Clark: el inicio de una era


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1949 fue un año de pausa en el deporte mexicano...

El general Clark buscó sentar las bases para tener un mejor desarrollo deportivo e
incrementó la preparación de los atletas con vistas a los Juegos Centroamericanos y del
Caribe que debían llevarse a cabo en ciudad de Guatemala. Incluso, el presidente Alemán
aprobó la participación azteca en esa justa y destinó un presupuesto especial para que se
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contara con una mejor preparación.

El 3 de agosto fue exhibida aquí la película de los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y más
de un aficionado se estremeció de emoción al atestiguar, en la pantalla gigantesca, los
triunfos de nuestros jinetes... no así se conoció y festejó la historia del desafío que
realizó el teniente coronel Humberto Mariles, que desoyó la instrucción presidencial de
Miguel Alemán de ir a Europa a competir y, no obstante, acudió allá... Y, pese al desaca-
to, alcanzó uno de los triunfos más memorables del deporte mexicano en todas las
épocas... además del perdón.

74 En este 1949, el fútbol acaparó la atención de los deportistas y de los aficionados. México
calificó al mundial que tendría efecto en Brasil en 1950 al ganar 6-0 y 6-2 a Estados
Unidos, y 2-0 y 3-0 a Cuba, en el torneo eliminatorio llevado a cabo en el estadio de la
Ciudad de los Deportes.

Al medio siglo

Por otra parte, la Confederación Deportiva Mexicana integró en los primeros días de
enero la delegación nacional que participaría en los VI Juegos Centroamericanos y del
Caribe, a realizarse en Guatemala.

El presidente de la República abanderó a la delegación y designó como jefes de la


misma a Manuel Gual Vidal, secretario de Educación Pública, y a Clark Flores, titular
de la CDM.
El 25 de febrero fueron inaugurados los juegos en la capital guatemalteca. México
llevó a 253 deportistas a participar y, al final, resultaron nuevamente campeones del
certamen, al conseguir 93 medallas, de las cuales 43 fueron de oro, 24 de plata y 26
de bronce, para desplazar a la delegación cubana que se quedó con 79 preseas,
siendo de ellas 24 de oro. Para Puerto Rico fue el tercer sitio, con 12 de oro, de un
total de 29.

Los nadadores mexicanos convirtieron la piscina en una fuente inagotable del metal
áureo. Consiguieron 14 de las 15 medallas doradas en disputa, sobresaliendo Magda
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Brugermann con cuatro; y tres más para la «Flecha de Colima», Alberto Isaac. También

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destacó Joaquín Capilla, en clavados, con dos preseas. En tenis, fue loable el triunfo en
individuales de Gustavo Palafox, lo mismo en dobles en compañía de Francisco Guerrero,
y en el mixtos con Yolanda Ramírez. Y lo absurdo: el equipo mexicano perdió ante
Guatemala la final de fútbol.

No obstante, el triunfalismo apareció en la mente de los directivos de las federaciones,


no así en el general Clark, quien advirtió que se debía trabajar con más ahínco si se

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deseaban mejores resultados internacionales.

Golf.
Clifford.

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El automovilismo, por otra parte, vivió días de gloria. El 5 de mayo fue día de fiesta
nacional: arrancó la primera Carrera Panamericana, que unió Ciudad Juárez, Chihuahua,
con Ciudad Cuauhtémoc, en Chiapas, tras un recorrido de 3 mil 500 kilómetros, divididos
en 12 etapas. Iniciaron 132 pilotos; terminaron sólo 47, y el triunfador absoluto fue el
estadounidense Henry McGriff, a bordo de un Oldsmobile.

Una vez cumplidos estos compromisos, la atención se centró en el fútbol profesional, con
la celebración de la Copa del Mundo, en Brasil. Sin embargo, el 24 de junio se mostró la
realidad del balompié mexicano: en el día inaugural se perdió 4-0 ante Brasil. Días
después Yugoslavia se impuso 4-1 con gol de penal de Héctor Ortiz, y para concluir su
participación en el mundial, se despidieron con una tercera derrota, ahora 2-1 ante Suiza
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(gol de Casarín). Nadie se atrevía a poner en duda la coronación de Brasil en su terre-


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no... pero Uruguay dictó otra historia: la «Tragedia de Maracaná».

En ese año, aquí, se vivió otra «tragedia» fútbolística: el España y el Asturias desapare-
cieron, para no volver más en el mapa liguero.

Por otra parte, Argentina informó a la comunidad deportiva del continente que estaba
organizando los primeros Juegos Panamericanos, semejantes a las competencias olímpi-
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cas, para lograr una mayor unidad entre los pueblos del nuevo mundo, mediante el
concurso de habilidad física y el predominio de las técnicas deportivas.

Este proyecto interesó especialmente a las organizaciones deportivas de México que,


por mediación del general José de Jesús Clark Flores, se abocaron a considerar todos
sus alcances para el desarrollo de los atletas nacionales en las competencias de carác-
ter internacional.

Cuando se formalizó la instauración de los Juegos Panamericanos, el gobierno del


presidente Miguel Alemán autorizó la presencia de una delegación deportiva en Bue-
76 nos Aires, para 1951, y designó a Clark Flores jefe de la misma. El presidente de la
CDM viajó a la capital argentina para conocer las instalaciones donde se realizarían
las competencias y las disposiciones que habrían de regirlas. En correspondencia a la
visita del dirigente mexicano, nueve delegados argentinos vinieron a nuestro país a
entrevistarse con funcionarios de la Confederación y del Comité Olímpico Mexicano.
Y reiteraron a éstos la invitación a los Juegos, a la vez que surgió un intercambio de
programas y de técnicas de adiestramiento.

En su junta mensual de la CDM, celebrada el 6 de diciembre, se registró un cambio


de miembros del Jurado de Honor de la Confederación Deportiva Mexicana. Fueron
designados Manuel Gual Vidal, secretario de Educación Pública, y Ramón Beteta,
secretario de Hacienda y Crédito Público, así como los señores Carlos de Anda, Pablo
Alexanderson y Javier Ibarra.

El deporte mexicano fue, poco a poco, entrando al proceso de desarrollo nacional. El


trabajo de las federaciones fue bien respaldado por los dirigentes. Si el país experi-
mentaba, día a día, un mayor ritmo en el crecimiento, el deporte fue una de sus
expresiones básicas.

Incluso, el deporte colaboró, en 1950, de manera fundamental en el inicio de la


construcción de la Ciudad Universitaria. La pujante juventud estudiosa del país, que
optó por el deporte como una de sus más vivas expresiones, por fin tendría instala-
ciones acorde a sus necesidades.
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El inicio de los Panamericanos

Mitad del siglo en México:


En plena euforia por la industrialización apareció un fantástico libro: «El Laberinto de
la soledad», que para muchos se convirtió en un hito, una señal de fin y principio, del
pensamiento mexicano. Su autor, Octavio Paz, conocido desde los años treinta cuan-
do creció al cobijo de una colección de poetas poco común en nuestro país, los

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Contemporáneos: Xavier Villaurrutia, Jorge Cuesta, Filberto Owen, José Gorostiza,
Carlos Pellicer, Rosario Castellanos, Rubén Bonifaz Nuño, Alí Chumacero, entre otros.

El 7 de marzo de 1951 se le concedió a México la sede de los II Juegos Panamericanos,


en 1955, y Clark Flores figuró como secretario general en la comisión permanente de
los mismos. El presidente de la Confederación Deportiva Mexicana dio, así, el primer
paso para colocar a México en uno de los primeros lugares en la organización de
competencias internacionales, que habrían de culminar en los Juegos Olímpicos de
1968, en nuestro país.

Pero antes se tuvo que cumplir con el compromiso: Buenos Aires ’51. La delegación 77
mexicana a los primeros Panamericanos quedó integrada por 205 atletas, y en ella no
figuraron los seleccionados de fútbol y remo. En la ceremonia de abanderamiento del
conjunto que viajó a Buenos Aires, el presidente de la República entregó un trofeo a
Ricardo García, el popular «Pollero», vencedor de una carrera de 150 kilómetros
sobre carretera, y fue declarado «El mejor atleta de 1950».

En las competencias panamericanas, inauguradas el 25 de febrero, en Buenos Aires,


los resultados no fueron del todo positivos. Los argentinos avasallaron, mientras
Estados Unidos envió a un segundo equipo. México obtuvo la medalla de oro en tiro
de pistola a 50 metros por equipos, Joaquín Capilla triunfó en trampolín y platafor-
ma; mientras que Gustavo Palafox e Imelda «Mela» Ramírez ganaron en dobles
mixtos del tenis. Nuestra delegación ocupó el sexto lugar, atrás de Argentina, Esta-
dos Unidos, Cuba, Chile y Brasil, con 40 medallas, de las cuales 4 fueron de oro,
nueve de plata y 27 de bronce.

Al regreso, Clark Flores informó al Consejo Directivo de la CDM que le había sido
ratificada a nuestro país la sede de la segunda reunión deportiva continental y antici-
pó que iba poner a consideración del presidente Alemán un programa de cuatro
puntos básicos para la celebración de esa competencia: a) Trabajar por la unificación
total del deporte en México. b) Propugnar por la construcción de instalaciones depor-
tivas y ejercer una vigilancia técnica en las mismas a través de la Confederación. c)
Iniciar de inmediato la preparación de entrenadores y deportistas. d) Planear y
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realizar la organización de un plan para los Panamericanos.


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El general Clark Flores, que había sido elegido miembro del jurado de honor del
Congreso Panamericano, consideró que esos juegos no serían para México un evento
más, sino un pretexto para lograr el total encauzamiento del deporte nacional.

El 5 de noviembre, invitado por la Confederación y el Comité Olímpico Mexicano, el


titular del Comité Olímpico Internacional, el sueco Sigfried Edstrom llegó a nuestro
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país para conocer los planes de trabajo de estas dos organizaciones nacionales, así
como para verificar los preparativos de organización para la justa panamericana en
1955.

Y unos días después, Clark Flores fue nombrado presidente del Comité Olímpico
Mexicano —se retiró un ya cansado general, Tirso Hernández— y en la ceremonia de
toma de posesión de su nuevo cargo prometió que iba a luchar con todas sus fuerzas
para que México fuera sede olímpica.

Por vez primera en el deporte nacional, un solo hombre dirigía tanto la Confedera-
78 ción Deportiva Mexicana como el Comité Olímpico... Miguel Alemán hizo caso a
aquella sugerencia del militar: que había que unificar el mando del deporte nacional.

El día 20 de noviembre, Clark Flores encabezó el acto de apertura de los primeros


Juegos Nacionales y Juveniles de la Revolución, que por primera vez contó con la
participación de atletas procedentes de todas las entidades de la República.

En la junta mensual de la CDM, celebrada en diciembre, el profesor Enrique C.


Aguirre, vicepresidente de la Confederación, informó a los miembros del Consejo
Directivo y a los presidentes de las federaciones, que había visitado Helsinki, sede de
la XV Olimpiada, y El Cairo, Egipto, durante los Juegos del Mediterráneo. Y aseguró
que esas instalaciones eran de menor calidad a las que México destinaría a los
Panamericanos.

La desgracia de Mariles

En la vida nacional, Adolfo Ruiz Cortines resultó el candidato del Partido Revoluciona-
rio Institucional —cambió del PRM al PRI, en 1946— a la Primera Magistratura de la
Nación, para el período 1952-1958, pese a los esfuerzos infructuosos del general
Miguel Henríquez, de ser él el elegido, por la fuerza de su vínculo directo con el
general Lázaro Cárdenas y aprovechando el malestar de diversos sectores sociales,
«porque el alemanismo se entregaba al gran capital».
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Mientras tanto, en los primeros días de febrero de 1952, Clark Flores se trasladó a

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Oslo, Noruega, para concurrir a las Olimpiadas Invernales. Allá declaró que México
asistiría en julio a los Juegos Olímpicos de Helsinki con un buen contingente, en cuya
preparación se había invertido un millón 700 mil pesos.

Y cumplió... Pero en la fría Helsinki, el mejor resultado fue apenas una medalla de
plata lograda por el clavadista Joaquín Capilla, y un sexto sitio de Humberto Mariles,
tras un angustioso desempate que hubiera dado una medalla, pero ya no con «Are-

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te»; ahora montaba a «Petrolero».

En Helsinki, el verdadero ganador fue el general Clark Flores, quien el 13 de julio fue
elegido vicepresidente del Comité Olímpico Internacional, mientras su gran amigo,
Avery Brundage, fue designado presidente del COI, tras la renuncia del sueco Edstrom.

Por otra parte, en esos días, Panamá comunicó oficialmente al comité organizador
de los Juegos Centroamericanos que, por sus problemas económicos, no podría rea-
lizar la séptima competencia regional. Entonces, el comité consideró que México,
como país suplente, podría hacerse cargo de la celebración del certamen.
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El impetuoso presidente de la Confederación Deportiva Mexicana y del Comité Olím-
pico Mexicano gestionó y obtuvo del presidente de la República, Miguel Alemán, la
autorización para organizar los VII Juegos Centroamericanos. Y en el curso de una
asamblea extraordinaria, efectuada el 20 de mayo, Clark Flores informó al Consejo
Directivo de la Confederación el compromiso de celebrar ese certamen con el apoyo
gubernamental.

El 1 de agosto, en el cuarto Congreso Deportivo Panamericano, realizado en Helsinki,


Clark Flores fue nombrado presidente de la Comisión Permanente de los Juegos
Panamericanos, y se confirmó que México sería la sede de la segunda edición de
éstos.

Asimismo, el también titular del COM manifestó que en el transcurso del mes de abril
de 1953 el Comité Olímpico Internacional efectuaría su reunión de trabajo anual en
la ciudad de México. Explicó que por primera vez a sus 67 años de vida, dicho comité
sesionaría en un país del continente americano.

Sin embargo, al pueblo mexicano poco importaban las sesiones de carácter interna-
cional; las luchas reales y desgastantes por privilegiadas posesiones en los comités
ejecutivos de los organismos. Para gran parte de la población, la «verdadera» lucha
iba a ser la que sostendrían, el 17 de octubre en la Arena Coliseo, El Santo contra
Black Shadow, ¡máscara contra máscara! El «Enmascarado de Plata contra su odiado
rival, el hombre de la negra tapa.
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Ese día, 12 mil espectadores se dieron cita desde temprano en el embudo coliseíno y
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tres mil personas más se quedaron afuera, en la calle de Perú. Además, se calculó en
principio, que medio millón de personas vieron por televisión (puesta en marcha en el
informe de Miguel Alemán, en septiembre anterior), la soberbia lucha libre.

Y ya en la batalla, en la tercera y definitiva caída, El Santo prendió a Shadow con


espectaculares tijeras y, en una llave que quiso parecerse a una «rana», el «Enmas-
carado de plata» puso las espaldas planas a su odiado rival. El réferi Rudy Blancarte
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declaró a El Santo como el ganador. Hubo forcejeo. El Santo quería quitarle personal-
mente la máscara a su rival, pero Shadow se resistió. Al final, Alejandro Cruz se
descubrió... Murió una leyenda... pero Black Shadow, aun sin tapa, como lo fue
también su rival, creció como un auténtico ídolo de las multitudes.

Asimismo, todo México estuvo pendiente en ese 1952 de la boda «del siglo»: la de la
radiante y hermosa actriz sonorense María Félix con el llamado «Charro cantor»,
Jorge Negrete.

Y, en uno de los últimos actos oficiales que realizó Miguel Alemán como presidente de
80 la República, fue la inauguración el 20 de noviembre del estadio de Ciudad Universi-
taria. Este magno escenario sirvió de sede de la inauguración de la segunda edición
de los Juegos Juveniles de la Revolución. Cien mil personas poblaron sus resplande-
cientes tribunas, mientras 3 mil 500 deportistas pisaron la impecable grama.

Nueve días después, nuevamente el gigante del Pedregal vibró: ahora al ritmo de
mambo y rock and roll, con la versión 23 del gran clásico: Politécnico contra Univer-
sidad, una vez más con el título en disputa. Ganaron los Pumas 20-19, en trepidante
juego.

El 1 de diciembre de 1952 tomó posesión como presidente de México don Adolfo Ruiz
Cortines... y nuestro deporte tendría un nuevo y revelador episodio que contar...

Este me fue narrado años después por el afamado abogado Adolfo Aguilar y Quevedo,
amigo personal de Humberto Mariles Cortés.
Sucedió así:

—Cuando llegó el momento del cambio presidencial, sucedió lo inesperado: Ruiz


Cortines empezó a hablar de corrupción y señaló así, con un dedazo, al que en
cuestión de horas dejaría de ser presidente. Eso ocasionó un tremendo impacto en el
país: ¿Cómo era posible que un presidente entrante juzgara al saliente con tal ligere-
za? El comentario generalizado fue que había sido un acto de ingratitud. El grupo
alemanista se fue a la casa de don Miguel, en Fundición, y repetía a coro: «¡Traición!
¡Traición!»...
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—En Fundición se discutió mucho pero, entre todo aquello, se planteó lo inevitable:
alguien tenía que entregar a Ruiz Cortines y a su grupo de colaboradores las instala-
ciones de Los Pinos. En forma unánime fue designado Humberto Mariles, el joven
general lleno de prestigio; aquel a quien el pueblo admiraba tanto...

—Cuando llegó el día, en Los Pinos estaban Ernesto P. Uruchurtu, Ruiz Cortines y
Adolfo López Mateos, con gente del Estado Mayor. Alguien comentó que faltaban

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varias cosas: «Desmantelaron todo... Se llevaron hasta los candiles». Estas palabras
despertaron la ira en Mariles, quien de por sí era un hombre violento. Humberto
volteó y les gritó: «¿Cómo, sinvergüenzas? ¡No!... ¿Por un candil? ¡Qué importancia
tiene un candil!... El que muerde la mano al que le dio todo ¡ese sí que es un traidor!
¡Ese sí es un ser despreciable...!»

—Uruchurtu —también hombre de genio— se violentó e instó a Ruiz Cortines: «Señor


Presidente, usted es jefe nato de las fuerzas armadas... ¡Consigne usted a este
majadero!»

—López Mateos lo observó todo en silencio. El viejito Ruiz Cortines se concretó a 81


esbozar una leve sonrisa taimada y dijo: «Esperemos, esperemos»... ¡Y supo espe-
rar! Pero escogió la peor forma de vengarse. Indiscutiblemente, el general Mariles
cometió una falta de respeto al Presidente, que incluso se castiga en el Código
Militar. La sanción pudo ser de mil maneras, pero Ruiz Cortines cometió el irrepara-
ble error de destruir al mejor equipo ecuestre del mundo, a Mariles y a la institución
que tanto prestigio dio y que tanto costó al país: la escuela ecuestre.

Primer adiós de Clark

Y, como antaño, vinieron los cambios...


El 15 de diciembre, el general José de Jesús Clark Flores renunció a su cargo en la
Confederación Deportiva Mexicana, y fue sustituido interinamente por el doctor en
economía, Josué Sáenz Treviño, por acuerdo del nuevo mandatario.

En el diario El Universal, en la edición del 16 de diciembre, se publicó la información


de última hora:
«Ha dejado la presidencia de la Confederación Deportiva Mexicana el general José de
Jesús Clark Flores, después de estratégica retirada que hizo anoche, ante la sorpre-
sa, azoro y hasta temor de los delegados a la Asamblea; y que son los representativos
de las federaciones de todos los deportes.

«Informó anoche el general Clark que en la mañana había estado con el secretario de
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Educación Pública, al que hizo formal entrega de su renuncia como presidente de la


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CDM y que dicho funcionario, a nombre del presidente de la República, Adolfo Ruiz
Cortines, se la había aceptado, por lo que dejaba en manos del vicepresidente, en
este caso el doctor Josué Sáenz (de gran personalidad) la Confederación.

«Por supuesto que en ese momento la asamblea se volvió de lamentaciones y des-


agravios para el general. Todos los delegados, con excepción del presidente de la
Federación de natación, Diego Mariscal, aceptaron el ocurrir al despacho del secreta-
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rio de Educación para pedir al primer mandatario del país la ratificación del nombra-
miento del general Clark Flores como presidente de la CDM.

«Pedimento que se hará mañana mismo por un escrito que redactarán los directivos
y que será firmado por los delegados de las federaciones, hasta por Mariscal y otros
que estén en contra de la proposición.

«Por supuesto que la salida del presidente de la Confederación opacó todo lo que él
trató con anterioridad y que fue el informe de la CDM durante el ejercicio deportivo
de 1952, y donde lo más importante fue saber que el subsidio concedido por el
82 gobierno fue de un millón 878 mil 940 pesos, de lo que la mayoría se gastó en el viaje
a Helsinki».

Además se informó que la comisión reorganizadora de la Asociación de Béisbol adeu-


daba la «bonita suma» de 25 mil pesos, mientras que se debía a la Federación de
Caza, Tiro y Pesca, 30 mil pesos. En la caja de la CDM se reportaron 34 mil 703
pesos.

Por el momento —se dijo— el vicepresidente de la CDM, Josué Sáenz, fue designado
sucesor de Clark, en tanto Oscar Fuentes, titular de la Federación de Voleibol, fue
electo nuevo comisario.

La CDM, Asociación Civil

A mediados de enero de 1953, el jefe del Poder Ejecutivo designó al licenciado


Herminio Ahumada Ortiz presidente de la Confederación Deportiva Mexicana. A su
vez, el profesor Antonio Estopier ocupó la Dirección General de Educación Física. Y
en el pleno de la asamblea del nuevo consejo directivo, Clark Flores fue nombrado
presidente honorario de la CDM, como reconocimiento a la labor que realizó durante
su mandato.
En los días siguientes, el presidente Ruiz Cortines aprobó, muy a su pesar, la realiza-
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ción en la ciudad de México de los séptimos Juegos Centroamericanos y del Caribe, y

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pidió a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que aportara 11 millones de pesos
para financiarlos.

Por otro lado, la Confederación distribuyó un millón de pesos entre las 18 federacio-
nes para la preparación de sus equipos competidores.

Y el 4 de agosto, el general Clark Flores presentó su renuncia como presidente del

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Comité Olímpico Mexicano y al cargo honorario que le había otorgado la CDM. Se iba
del deporte... Ya no tenía el apoyo de las autoridades superiores en turno...

El último día del año, algunos periódicos coincidieron en afirmar que la Confedera-
ción Deportiva Mexicana «tuvo un período de agónico letargo, con un presidente —
Ahumada Ortiz— que no ha querido comprender las necesidades del deporte nacio-
nal. La CDM no tiene la vitalidad ni el prestigio que le dio Clark Flores». Desde luego,
Clark Flores tenía muchos amigos en los diarios...

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Gimnasia en Aparatos.
Gimnasio YMCA.
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El 26 de julio de 1953, de nueva cuenta, la opinión pública se estremeció. Un grupo


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de estudiantes cubanos, encabezados por Fidel Castro, tomaron por asalto el Cuartel
Moncada en su intento de derrocar al dictador Fulgencio Batista.

Fracasaron en su intento, pero la semilla de la revolución estaba sembrada. Castro


vino a México y, en diciembre de 1956, desembarcó del yate Gramna en Cuba con un
grupo de hombres armados y, tras tres años de lucha en la Sierra Maestra, acompa-
ñado entre otros por el argentino Ernesto «Che» Guevara, y Camilo Cienfuegos,
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finalmente terminaron con el imperio de Batista. El 1 de enero de 1959, Batista huyó


primero de La Habana a Ciudad Trujillo, República Dominicana, y posteriormente
hacia Estados Unidos. Fidel llegó a La Habana el 7 de enero, y el 16 de febrero se
convirtió en primer ministro del gobierno revolucionario.

Por otra parte, un mes después de haberse firmado el armisticio de la guerra de


Corea, la Confederación Deportiva Mexicana fue constituida como Asociación Civil. El
10 de agosto de 1953, el notario público número sesenta y uno, licenciado Eduardo
del Valle, dio fe de este hecho en el acta que suscribieron los representantes de las
federaciones: Jorge Molina Celis, atletismo; Mario Cuéllar, boxeo; Fernando Corde-
84 ro, billar; José de Jesús Esparza, basquetbol; Ernesto Armas, boliche; Víctor Garza,
ciclismo; Leovigildo Islas Escárcega, charrería; Ignacio M. Beteta, deportes ecues-
tres; José Muñoz Ayala, excursionismo; Joaquín Soria Terrazas, fútbol soccer; David
Pimentel, levantamiento de pesas; Florencia Menéndez, béisbol; Rodolfo Quezada
Romero, lucha; Diego Mariscal, natación; José Anzorena, softbol; Oscar Fuentes
Bonilla voleibol; Manuel Valle Alvarado, pentatlón moderno; Antonio J. Bermúdez,
polo; Josué Sáenz, tenis; Lauro Franco Espinoza, tiro con arco; Eduardo Hay, esgri-
ma; Luis Medina, frontenis, Pedro del Villar, golf; Francisco López Alfaro, hockey;
Jorge Buenrostro, patines; Eduardo Rostan, remo; Rafael del Paso, esquí acuático;
Alfredo Islas Trejo, ajedrez; Jorge Rocha, fútbol americano.

El destacado profesor Max Tejeda Vega, entrenador y directivo de la delegación a la


justa olímpica de Los Ángeles 1932, convertido en reportero del diario La Prensa, dio
cuenta de los hechos:

«La Confederación Deportiva Mexicana, hasta ayer un organismo dependiente de la


Secretaría de Educación Pública, se convirtió, por acuerdo unánime de los presiden-
tes y representantes de los organismos integrantes (federaciones), en una Asociación
Civil.

«Para el efecto, el Consejo Directivo había consultado sobre la conveniencia de


independizarse de la tutela de la SEP, y llegaron a la conclusión de que tal medida era
la más conveniente para el organismo dirigente del deporte nacional».
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Tejeda Vega destacó que la CDM tendría los mismos propósitos:

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«Prácticamente, las funciones de la CDM continuarán siendo las mismas, en cuanto a
su intervención, fomento y ayuda a los deportistas.

«Lo que varía es que, convertida en Asociación Civil, podrá adquirir bienes inmuebles
y administrarlos, aumentarlos o venderlos, de acuerdo con el sentir de sus agremiados.

«Ahora la Confederación tendrá vida propia», asentó el reportero, pero no dejó de

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reconocer que «desde luego, su vida económica dependerá por varios años del subsi-
dio que el gobierno les otorgue, pero tendrá asegurada su subsistencia».

Después de la junta extraordinaria —citó en su nota Tejeda Vega—, el licenciado


Herminio Ahumada, presidente de la Confederación Deportiva Mexicana fue ratifica-
do. Y el funcionario dio a conocer los planes de preparación de la delegación mexica-
na a los Juegos Panamericanos, pese a que el tesorero, Víctor Luque, advirtió que el
presupuesto con el que se contaba (800 mil pesos) no cubría las necesidades de las
federaciones. Pero se anunció una buena nueva: el comité organizador de la delega-
ción aportaría una cantidad similar y ¡todos a trabajar!
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El deporte mexicano, en general, se convirtió en un escenario de esporádicos, pero
deslumbrantes chispazos.

En béisbol, el potosino Ramiro Cuevas «tiró» el primer juego perfecto por un mexi-
cano, el 14 de agosto, y Laredo venció 1-0 al México; en boxeo, Raúl «Ratón» Macías
se convirtió en campeón nacional —17 de octubre— al ganar por decisión unánime al
yucateco Beto Couary, y cerró el año al noquear, el 21 de noviembre, al filipino
Alberto Reyes.

Asimismo, el «amateur» Joaquín Capilla asombró al mundo acuático al proclamarse


campeón en el torneo nacional abierto de Estados Unidos de saltos ornamentales, en
Indianápolis. Capilla, subcampeón en Helsinki 52, venció a los jueces y a los estadouni-
denses Gary Tobian y Jim Harrison.
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