Está en la página 1de 507

NOTA

Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.

Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que


suben sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias
historias. Al subir libros de un autor, se toma como plagio.

Algunas autoras ya han descubierto los foros que traducen sus libros
ya que algunos lectores los suben al Wattpad, y piden en sus páginas
de Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs de descarga,
grupos y foros.

¡No subas nuestras traducciones a Wattpad!

Es un gran problema que están enfrentando y contra el que luchan


todos los foros de traducción. Más libros saldrán si no se invierte
tiempo en este problema. Igualmente por favor, no subas capturas de
los PDF a las redes sociales y etiquetes a las autoras, no vayas a sus
páginas a pedir la traducción de un libro cuando ninguna editorial lo ha
hecho, no vayas a sus grupos y comentes que leíste sus libros, ni subas
capturas de las portadas de la traducción, recuerda que estas tienen el
logo del foro o del grupo que hizo la traducción.

No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedaras sin

Wattpad, sin foros de traducción y sin sitios de descarga!


STAFF
SINOPSIS
Mi misión está casi completa. El burbujeante hervor de la venganza
que calienta mi sangre podría finalmente hervir a fuego lento.

Ella es la última pieza del rompecabezas. Una vez que la destruya,


todos los que me hayan hecho daño habrán pagado su deuda.

Se suponía que iba a ser rápido y fácil, pero tan pronto como la
encontré todo se complicó.

Muy complicado.
NOTA DE
NINA
Querido lector:

Mientras escribía esta novela, muchas de las escenas en mi cabeza tenían


canciones específicas como telón de fondo. Quería dar al lector la
oportunidad de experimentar la novela de esta manera, si así lo desea.

Notarán el título de una canción en la parte superior de ciertos capítulos


o secciones. Si haces clic en el título de la canción, te llevará a la página
de Spotify de esa canción. Soy consciente de que no todos los países
tienen acceso a Spotify, pero era la única manera de asegurarme que se
diera el crédito adecuado a los artistas y que se les pagara por la obra. Si
prefieres ver la lista de reproducción completa, puedes hacerlo aquí. La
lista de reproducción tiene algunas canciones extra incluidas que no se
incluyeron en el libro.

Por favor, ten en cuenta que este libro trata algunos temas difíciles
de abuso, incluyendo descripciones gráficas. Si eres sensible a estos
temas o si son un factor desencadenante, puede que éste no sea el
libro para ti.

Saludos cordiales.

Nina G. Jones
INDICE
Capítulo 1 Capítulo 18 Capítulo 34

Capítulo 2 Capítulo 19 Capítulo 35

Capítulo 3 Capítulo 20 Capítulo 36

Capítulo 4 Capítulo 21 Capítulo 37

Capítulo 5 Capítulo 22 Capítulo 38

Capítulo 6 Capítulo 23 Capítulo 39

Capítulo 7 Capítulo 24 Capítulo 40

Capítulo 8 Capítulo 25 Capítulo 41

Capítulo 9 Capítulo 26 Capítulo 42

Capítulo 10 Capítulo 27 Capítulo 43

Capítulo 11 Capítulo 28 Capítulo 44

Capítulo 12 Capítulo 29 Capítulo 45

Capítulo 13 Capítulo 30 Capítulo 46

Capítulo 14 Capítulo 31 Epilogo

Capítulo 15 Capítulo 32 Sobre Nina

Capítulo 16 Capítulo 33 Más de Nina

Capítulo 17
Capítulo 1
Mia
—¿Algún plan para este fin de semana? —Laney pregunta desde el
cubículo adyacente—. Uhhh no realmente, puede que me ponga al
día con una amiga. Aparte de eso, creo que voy a holgazanear. ¿Y
tú?

—Bueno... Luke me va a llevar a un restaurante elegante el sábado,


—dice ella, asomando la cabeza por encima de la pared—. No lo sé,
tengo la sensación... ¡que esto es todo!

Me quito los auriculares, que se supone son una señal universal


que no quiero charlar, pero ella tiene mi atención. —¿Quieres decir
que crees que se va a declarar?

—¡Sip! —dice ella alegremente.

—¡Bueno, eso es genial! —Le digo en serio, pero hay un pequeño


nudo que se forma en mi estómago. Laney es dulce, no me
malinterpretes pero es una de esas chicas cuya vida gira alrededor
del juego del matrimonio, siempre es Luke esto y Luke aquello; hace
un año y medio era Matt esto y Matt aquello hasta que rompieron.
Y si me meto demasiado en esta charla con ella, se volverá hacia mí
y empezará a preguntarme si estoy viendo a alguien y entonces
intentará tenderme una trampa. Laney parece estar absolutamente
aterrorizada que esté sola. Yo estoy bien con eso, bueno... tal vez no,
pero estoy cansada de defender mi tranquila vida amorosa con
ella—. ¡Buena suerte! —digo, tomando en mis manos los auriculares
para que ella vea que estoy terminando la conversación.

—Esta noche, sin embargo... —Maldición, ella me está empujando—


Luke y yo vamos a salir con algunos de sus viejos amigos de la
universidad. ¿Y adivina qué? Algunos de ellos son ¡sooooolteros!

Tengo un nudo en el estómago cada vez más apretado, acabo de


decirle que no tengo planes programados. Ella me atrapó, joder.

Justo entonces Dewey se detiene en nuestros escritorios; Él es


nuestro jefe y el dueño de Alea Intimate Toys for Women.
Básicamente hacemos juguetes sexuales; hermosos, de alta gama,
juguetes sexuales de diseño para mujeres. Puede que sea por eso
que me encuentro sola, tengo acceso a los mejores juguetes del
mercado, la mayoría de los chicos no pueden mantener mi interés
cuando tengo la Afrodita con "característica giratoria" en el cajón de
mi mesita de noche. De acuerdo eso no es cierto, estoy realmente
sola porque la mayoría de los hombres me aburren, no sólo en el
dormitorio sino fuera de él. Ahora, estoy poniendo mi energía en
construir mi carrera. Soy independiente, hasta un punto. Por lo qué
he visto con los hombres que he salido, no siento que la mayoría de
ellos tengan algo que ofrecerme, que no pueda hacer por mi misma.
Caminando a través de la interminable manada de colegas y
banqueros, los cuales han envejecido rápidamente. Así que hice un
paréntesis, una pausa de nueve meses hasta ahora.

—¡Dewey! —grito, feliz de verlo, especialmente porque me acaba de


salvar de una de las conexiones de Laney.

Él mira su reloj. —Me siento bueno hoy. Estoy pensando que todos
ustedes pueden irse a casa una hora antes.
—Por eso te queremos, —le sonrío.

Justo cuando digo eso, mi teléfono suena.

¿Quieres salir esta noche?

¡Oh, gracias a Dios! La amiga con la que podría tener planes acaba
de llegar, ¡bendita sea su alma!

¡Claro! ¿Quieres venir sobre las 6?

Estoy en marcha, ¡llevaré el alcohol!

Estoy cómoda en mi sofá, en un top y sudando, ya bebiendo un


poco de vino cuando suena el timbre de mi puerta.

Conozco a Tiff lo suficiente como para reconocer la mirada en su


rostro en cuanto abro la puerta. Está tratando de jugar limpio pero
está a punto de estallar, ella realmente quiere decirme algo, eso
también explica por qué es inusualmente puntual esta noche.

—¡Traje bocadillos! —dice, yendo a mi cocina y tirando las bolsas


de la compra en la encimera.

—Gracias. ¿Cómo va todo? —pregunto, dándole un fuerte


abrazo—. Por cierto, me salvaste de Laney.

—Oh Dios, esa chica... —Responde Tiff. Diría que Tiffany es la


antítesis de Laney. Laney probablemente mira por su ventana cada
noche y desea que una estrella le traiga algún príncipe encantador
y la tome. Tiff es la dueña de un bar popular, de pelo azul, morado
o verde, está tatuada y usa botas de soldado las heredó de su padre,
junto con su personalidad sin sentido. La conocí cuando me gradué
de la Universidad de Mercadeo hace ocho años. Alquilé uno de los
dos apartamentos de mierda encima de su bar y ella vivía en el otro.
Rápidamente nos hicimos amigas.

—¿Por qué no le dices que se vaya a la mierda?

—Porque es agradable y trabajo con ella. No es un bar, no puedo


decirles a mis compañeros de trabajo que se vayan a la mierda.

—Vendes consoladores, no acciones y bonos.

—Razón de más para ser profesional Tiff, estamos rodeados de sexo


todo el día, así que tenemos que asegurarnos de exudar
profesionalidad y de nuevo sé que me quejo de ella pero está
tratando de ayudar, no entiende que no quiero ni lo necesito.

—¿No te encantan los consejos no solicitados de gente que no tiene


su propia mierda junta? Ella está tratando que te cases y no puede
mantener a un tipo para salvar su vida.

Llevamos una gran botella de Moscato, un par de copas y platos de


comida al sofá, nos acurrucamos bajo unas mantas mientras nos
ponemos al día con nuestras vidas. Pasa una hora y nos acabamos
el Moscato, pero puedo decir que hay algo que Tiff todavía no me
dice.

—Entonces... ¿qué tienes en mente? —Le pregunto.


—¿Hmmm? —pregunta inocentemente, alcanzando un pedazo de
queso y una galleta.

—Me di cuenta en cuanto entraste por la puerta que había algo que
querías decirme así que dime.

—A veces te odio. Me conoces demasiado bien.

—¡Dime! —insisto, quitándole la manta mientras lucha por


mantenerla en su lado del sofá.

—De acuerdo... —Se queda, a medias porque piensa en cómo


decírmelo y a medias porque también esta borracha. Ella da un
gran suspiro, golpeando una mano en su muslo—. Ok... ¿Recuerdas
que hablamos hace mucho tiempo sobre nuestras mayores
fantasías?

—Siiiiiiiii... —Respondo con vacilación, preguntándome a dónde


quiere ir con esto.

—Bien, ambas estuvimos de acuerdo en que sería excitante tener


un juego de roles del tipo que un extraño se mete en nuestra casa
o algo así y luego nos folla hasta sacarnos la mierda.

El número de gustos en su frase es directamente proporcional al


nivel de incomodidad que estoy empezando a sentir.

—Sí, lo recuerdo.

—Y sabes que soy una perra pervertida y tú eres una perra


pervertida escondida en un armario.

—Tal vez no sean las palabras exactas que yo usaría pero sí,
disfruto de una variedad de actividades en el dormitorio.
—Bien, escúchame: ¡Lo hice! —dice ella de golpe.

—Espera, espera, espera. —Respondo, sacudiendo la cabeza


mientras intento digerir sus palabras—. ¿Qué quieres decir con que
lo hiciste? ¿Irrumpiste en la casa de alguien y te lo follaste?

—¡No! —dice, como si yo fuera la loca—. Contraté a alguien para


que me atacara.
Capítulo 2
Mia
—¿Qué? —pregunto, sin comprender aún lo que está diciendo—.
Tiff, explícame esto porque o soy demasiado estúpida para
entenderlo o estoy demasiado borracha.

Se ríe. Claramente el nerviosismo que sentía al decírmelo se ha


disuelto.

—Bueno, tengo una cliente habitual que entra en el bar y con el


tiempo llegué a conocerla, resulta que es una prostituta muy cara.
Bueno, una noche empieza a hablarme de este servicio y me da esta
tarjeta.

Tiff saca una tarjeta negra que simplemente dice:


www.happykitty.onion

—¿Qué demonios...? —pregunto, la tomo y la reviso.

—Ella me dijo que se especializan en fantasías de violación y


ataque. Te conectas a Internet y rellenas una encuesta y te envían
a alguien, se supone que todos los chicos son jodidamente
calientes, limpios y tienen unas pollas preciosas.
La escucho con la boca abierta.

—Sé lo que estás pensando, pero es algo totalmente profesional. El


sitio web es probablemente como proxied un billón de veces y está
en la 1Deep web, es muy parecido a una 2Black card sin información
sólo un formulario, luego pagas y esperas.

—Woah, woah... estás haciendo que esto suene demasiado simple.


Entonces, ¿cómo sabes cuándo esperarle? ¿Cómo sabes que no
estás siendo atacada? ¿Y estás diciendo que en realidad seguiste
adelante con esto?

—No sabes exactamente cuándo esperarlo. Rellenas un formulario


sobre las horas y lugares en los que te gustaría que te "acosaran".
Así que hay una ventana de tiempo, pero no sabes exactamente
cuándo y siempre llevan trajes, es como un uniforme invisible
porque están bien vestidos, así que las probabilidades que un
violador real use Hugo Boss son escasas. Necesitas estar sola de lo
contrario se irán y lo intentarán una vez más. Pero hay medidas de
seguridad, hay una pregunta que puedes hacer y sólo él sabría la
respuesta y una palabra de seguridad para hacer que se detenga.

—¿Cómo sabes todo esto?

—Todo se mueve por referencias, el sitio no tiene ninguna


información así que la chica que me dio la tarjeta respondió a todas
mis preguntas, ella hace algunas mierdas pervertidas por sí misma,
le pagan un montón de dinero para atar y golpear a los viejos CEO
y esa mierda.

1
Deep web: Este lugar es un repositorio de diferentes páginas web que tienen algún contenido
que no puede ser mostrado tanto en Google como otros buscadores conocidos a nivel mundial
debido a que, en su mayoría, infringen la ley, estos contenidos van desde el tráfico de drogas
hasta la compra de asesinato, así como la venta de seres humanos hasta pornografía infantil.

2
Black card: La Tarjeta Centurión, conocida como la Black card es una Tarjeta de cargos expedida
por American Express. La tarjeta Centurión proporciona acceso a una serie de privilegios
exclusivos
—¡Dime que no has hecho esto! —pregunto con una mezcla de
decepción y curiosidad.

—Lo hice, —dice, como alguien que fue arrestado robando sobras
de la nevera.

—¡No puedo creerlo! —La regaño, tratando de reunir la


desaprobación, pero de alguna manera su locura se me está
contagiando, porque quiero saber más.

—Mia, fue jodidamente increíble, quiero decir, salvaje, animal,


¡brutal! —levanta las palmas de las manos y luego las aprieta en
puños mientras cierra los ojos—. ¡Me corrí como tres veces! ¡Duro!
El tipo era precioso, su polla ¡oh Dios! —dice, como si estuviera
reviviendo todo de nuevo.

—¿Cómo? ¿Dónde?

—Mientras cerraba el bar —dice astutamente—. Hice planes para


cerrarlo sola una noche y ponerlo como un espacio de tiempo
disponible. Bingo, —dice, señalando un botón invisible en el aire.

De nuevo, me quedo sin palabras y ahora algo extrañamente


envidiosa.

—Se acercó por detrás de mí y me cubrió la boca. Mi primera


reacción fue gritar, entrar en pánico, me agité pero era tan grande
y fuerte que no había forma que pudiera defenderme. Es como si,
aunque supiera que lo había preparado yo, mi sistema nervioso se
asustó muchísimo. Me empujó al bar y cerró la puerta tras de mí,
luego me arrastró a la oficina por la parte de atrás, fue entonces
cuando le eché un vistazo: era jodidamente precioso, bronceado, su
cara, sus ojos. Todo, —lo dice embobada.
—No puedo creer lo que estoy escuchando. —Mi corazón se acelera
mientras espero que ella continúe—. ¡Esto es una locura!

—Me empujo de rodillas y ni siquiera pude... me tiró del cabello, me


mordio, sólo era rudo, hablando sucio, todavía estaba asustada
pero tan excitada. Seguía pensando que debía detenerlo, pero no
quería hacerlo.

—¡Estás loca! —grito, pero se me dibuja una sonrisa en el rostro.

—Su polla. Oh, Dios mío. Necesitas enyesar el molde de esa mierda
y usarlo para tu próximo consolador en Alea. Me folló de todas las
maneras posibles, me corrí tan duro lo más duro que me he corrido
en mi vida. ¡Estaba viendo estrellas!

En este momento, estoy paseando por el sofá. Esto es demasiado.

Entonces se detiene, toma un respiro y me mira a los ojos. —Mia,


tienes que hacer esto.

—¿Yo? ¿Qué? ¡Has perdido la puta cabeza!

—Como tu mejor amiga y alguien a quien confesaste haber tenido


esta fantasía, te digo que nunca tendrás sexo como este; es como el
sexo de pelea o huida, la adrenalina es tan fuerte, te lo digo tienes
que probarlo.

—Escucha, no te estoy juzgando, pero estás loca. No soy tan


valiente como tú. Quiero decir, ¿qué pasa si la policía nos arresta o
algo así y nuestros nombres salen a la luz? —El hecho que mi
primera preocupación sea ser atrapada y no la moralidad del arreglo
en sí, me hace desconfiar de mí misma.
—Como dije, está en la red profunda. Usas un navegador especial,
un VPN y pagas con 3bitcoins. Todo está encriptado es casi
imposible que los atrapen, la discreción es el punto principal, es
una forma de cumplir con seguridad y sin vergüenza tu fantasía.

—No sé... —Digo, recogiendo la tarjeta y mirándola—. ¿Sexo con un


completo desconocido?

—¿En qué se diferencia de una aventura de una noche?

—¿Y qué pasa si yo quiero que se detenga y él no lo hace?

—Esto sólo existe de boca en boca, su reputación se destruiría si


no respetan los límites que establecen. El tipo hizo lo suyo y luego
se fue, no intercambiamos palabras era anónimo y hermoso.

Mi vientre me hormiguea con esas últimas palabras.

—¿De verdad quieres que pruebe esto? ¿Eh?

—Sí, no es barato pero al menos hazlo una vez. Antes de morir,


tienes que sentir cómo es esto. Además, tendría el siguiente polvo
con un 50% de descuento.

—¿Estás bromeando? —Me río con incredulidad mientras le lanzo


la tarjeta.

—¿Estás intentando que haga esto por un descuento?

—¡No! Lo haré de nuevo sin importar lo que pase sólo intento hacer
lo de la divulgación completa.

—Lo siento amiga mía, pero no creo que sea tan aventurera como
tú.

3
Bitcoin es una moneda virtual, la tecnología Bitcoin no contempla la emisión de monedas o billetes físicos.
—Sólo guarda la tarjeta sin presión. Si lo haces, usa el número que
escribí en el reverso, es mi código de referencia, —me guiña.
Capítulo 3
Mia
Esto es ridículo. Ha pasado una semana desde que Tiff me habló de
este servicio de violación a sueldo Y TODAVÍA no puedo dormir.

Estoy disgustada conmigo misma porque cada día que pienso en


ello razono más y más, justifico el seguir adelante con ello.

Quiero decir, es mi cuerpo ¿verdad? Es mi sexualidad, todo lo que


hablamos en Alea es de capacitar a las mujeres para explorar su
sexualidad para no avergonzarse. Pero esto... esto se siente tan
sucio y equivocado y creo que es por eso que cada vez que pienso
en ello, el calor se eleva de mi vientre y me pone la piel de gallina
en los brazos.

Nunca antes había visto a Tiff tan emocionada por algo ni siquiera
cerca. Desde que me lo contó, he pensado en esa mirada de júbilo
en su cara con tanta envidia.

Eso es lo que quiero sentir. No quiero tener una cerca o que un tipo
me lleve al cine en una cita, quiero la mirada que había en los ojos
de Tiff. Esa exaltación, esa lujuria histérica, ese frenesí.
Al menos quiero eso antes de tener que conformarme con otra cosa
algún día.

Ya he tenido sexo duro antes, pero siempre fue algo cauteloso. He


estado cerca de esa magia que Tiff describió, pero no llegué a esa
parte animalista profunda de mí y yo anhelaba eso. El tipo con el
que estaba parecía inseguro, interpretando un papel en el que temía
que se cruzara alguna línea; no sólo quería lo rudo quería lo
doloroso y quería la degradación. No… quería que alguien me
sacara de mi mente que me apartara violentamente de la rutina.
Estoy tan "a gusto" y siempre quise encontrar a alguien que me
hiciera un lío caótico. Pero el nivel de agresión que quería no era
algo que nadie con quien hubiera salido pudiera proporcionar.
Simplemente no podían... ir a ese lugar. Tal vez no puedas
conseguir eso con alguien que te sea familiar porque después de
todo lo dicho y hecho tienes que enfrentarte a esa persona en el
mundo real. Es difícil ser incivilizado y normal con la misma
persona, tal vez por eso existe este servicio en primer lugar.

Disfruto del tipo de porno que sería humillante para mí si alguien


lo descubriera: azotes, ataduras, tirones, pellizcos. Actores que
pretenden capturar mujeres y salirse con la suya. Pero eso es sólo
fingido. Esto eludía la línea entre el simulacro y la realidad.

Me doy la vuelta en mi almohada. No. No. No. No.

¿Qué diablos te pasa? ¿Estás considerando seriamente dejar que un


extraño te dé una paliza y te folle? ¡Oficialmente has perdido la
cabeza!

Esta vez, me siento en la cama bien despierta. Sólo voy a mirar, a


navegar por el sitio. Sólo sumergir un dedo del pie en esta agua
sucia.
Salgo a mi sala de estar, me siento en el suelo delante de mi mesa
de café y abro mi portátil.

Escribo la url, pero me lleva a una página bloqueada.

Espera, Tiff dijo algo sobre la Deep web he oído hablar de eso,
necesito una VPN y un navegador especial.

Unas cuantas búsquedas en Google y una copa de vino después,


estoy en marcha en la Deep y oscura web. Este es el callejón oscuro
de Internet, donde puedes pedir drogas, prostitutas y encontrar
porno ilegal.

Son las 2 de la mañana y estoy al acecho en la Deep web para que


un hombre prostituto me acose. Esto requiere más vino.

Camino hacia la cocina, sacudiendo mi cabeza mientras relleno mi


vaso. Me siento de nuevo en la mesa de café.

Aquí estoy, mirando esta página de contrabando delante de mí. Es


como un cuestionario, en la parte superior dice:

ABSOLUTAMENTE NO HAY REEMBOLSOS. ESTA


TRANSACCIÓN NO PUEDE SER CANCELADA UNA VEZ
PRESENTADA. TENDRÁ QUE USAR SU PALABRA DE
SEGURIDAD DESIGNADA PARA CANCELAR LA CITA EN EL
MOMENTO DE LA ENTREGA.

Esto es una mierda pesada.

¿Cómo te enteraste de nosotros? Introduzca el código de


referencia aquí.

Bien, sólo voy a juguetear y a llenarlo por diversión. Agarro la tarjeta


de Tiff e introduzco su código de referencia.
Por favor, seleccione sus preferencias en cuanto a pareja
sexual. Selecciona todas las que correspondan.

Hay un millón de casillas de verificación para elegir y selecciono con


abandono:

Alto
Atlético/Muscular
Pelo oscuro
Tatuajes
Tono de piel: Piel clara o piel color oliva
Color de ojos: Sin preferencia
Vello corporal: Recortado (no completamente rapado) o
afeitado
Vello facial: Poca barba o afeitado limpio

¡Esto es como construir mi hombre perfecto!

Lo siguiente es el programa; selecciono las fechas de un calendario


y luego programo en franjas horarias y lugares para la
disponibilidad de mi falsa violación. Me río para mí misma mientras
relleno esta parte. Sí, me gustaría programar mi asalto para el jueves
a las 6pm. Sí, mi lugar está bien.

Hay una lista de preferencias sexuales. De nuevo debo seleccionar


todas las que se aplican, esta me desconcierta. Quiero decir, sé
todas las cosas normales que me gustan y las cosas con las que he
fantaseado, pero las opciones son algunas que nunca había
considerado.

¿Me gusta que me ahoguen/me azoten/me corten?


Dejo esa parte en blanco, selecciono otra. En el cuadro de
comentarios, escribo: Estoy abierta pero nada demasiado doloroso
Y SIN CUCHILLOS.

Inesperadamente, me encuentro con un cuestionario de salud. Me


recuerda muchas de las preguntas que se hacen cuando se dona
sangre.

En los últimos 12 meses has:

¿Tuvo contacto sexual con alguien que tiene VIH / SIDA o ha


tenido una prueba positiva para el virus del VIH / SIDA?

¿Ha tenido o ha sido tratada por sífilis o gonorrea?

¿Tuvo contacto sexual con una prostituta o alguien que toma


dinero o drogas u otro pago por sexo?

¡Ja! Esa última pregunta me hace reír para mis adentros.


Presumiblemente, podría ser excluida de este servicio si realmente
usara otro servicio. Happy Kitty: Servicios de prostitución para
gente que no usa prostitutas.

¿Es "prostitución" una palabra?

Bueno, debería serlo. El cuestionario de salud sólo proporciona un


fino velo de seguridad claramente Happy Kitty no es un proxeneta
callejero con un bastón y un sombrero de plumas, pero la idea de
ser tan íntima con un extraño, sin importar lo sexy que sea es
aterradora.

Me pregunto quiénes son estos hombres que realizan este servicio:


¿Tienen trabajos de día? ¿Son pilares de su comunidad? ¿Cómo
hace Happy Kitty para reclutar a este guapo y supuestamente
saludable grupo de hombres?
A medida que voy llenando cada parte del formulario, la idea de que
yo haga esto se vuelve más y más fácil. No es diferente a solicitar
un trabajo o donar sangre es tan... clínico. Sólo estoy poniendo
palabras en una página web. No puedo conectar que esto llevará a
algo real, algo que potencialmente cambiará mi vida.

Con tres copas de vino en mi sistema llego al fondo del formulario.

El botón me mira fijamente: ENVIAR

Justo debajo está la misma advertencia que estaba en la parte


superior del formulario. Esto es, si presiono este botón la única
manera de detenerlo es diciendo mi palabra de seguridad a mi
atacante cara a cara. Seleccioné la palabra "arco iris", seguro que
es algo que nunca gritaría durante el sexo a menos que quisiera que
terminara.

Y también perderé 900 dólares.

Coloco mi dedo sobre mi teclado acercándolo y alejándolo,


probándome y tentándome a mí misma, desafiándome a mí misma.

Todo lo que se necesita es un segundo. No, menos de un segundo,


sólo presiono ese botón. Me arriesgo a hacer una locura. Puedo
apretarlo y entonces se acabó. Cuando lo envíe, no tendré más
remedio que seguir adelante con al menos el cara a cara con este
tipo.

Esta vez, mi dedo está en el teclado podría literalmente estornudar


y hacer esto accidentalmente, pero algo me retiene tal vez es la pizca
de cordura que me queda.

—¡Woah! —Me digo a mí misma, golpeando la pantalla de mi


portátil, poniéndome de pie y dando vueltas.
¿Qué demonios estoy pensando?

Me paso las manos por el pelo y mis ojos se dirigen hacia el


ordenador, es casi magnético se está burlando de mí.

He hecho todo el proceso normal, lo he probado y no estoy hecha


para ello, vengo de un pequeño pueblo donde todo lo que cualquiera
quería era caber en una caja y dejé esa mierda por una razón.

Necesito más y esto es lo único en mi vida que podría ser eso: Más.

Además, Tiff lo hizo y ella nunca me guiaría mal.

Corro a mi portátil, lo abro y la pantalla reaparece.

Cierro los ojos y hago un gesto de dolor, como si estuviera a punto


de arrancar cinta adhesiva, y golpeo el teclado con el dedo,
sintiendo el débil clic debajo de mi dedo índice.

Abro los ojos y delante de mí la pantalla dice:

Transacción exitosa.

Palabra clave: Arco iris.

Tu pregunta secreta: ¿Alguna vez has bailado con el diablo a


la pálida luz de la luna?

Respuesta correcta: Piñas.

Cuida tu espalda.

Saludos cordiales.
Happy Kitty

Una ola de alivio se precipita sobre mí, está hecho. Ya no está en


mis manos pero entonces, igual de rápido una oleada golpea mi
estómago, mi cabeza se siente como si estuviera en el espacio. No
estoy loca como Tiff, no me meto en peleas de puños con hombres
en bares. ¡Diseño bonitos consoladores! todopoderoso señor, ¿qué
he hecho?

El oleaje de mi estómago sube hasta mi garganta y corro al baño


para vaciar el contenido de mi estómago.
Capítulo 4
Mia
Hoy es el cumpleaños de Dewey y lo celebramos después del trabajo
en la terraza del Café Benelux.

Ha pasado una semana desde que en un terrible momento de


debilidad y mal juicio, hice clic en la palabra: ENVIAR.

No me di cuenta cuando llené el programa que la fiesta de


cumpleaños de Dewey también caería en el primer día que me
pusiera a disposición de mi misterioso violador a sueldo para hacer
una visita.

Mi estómago ha estado nadando todo el día, las únicas cosas que


evitan que pierda completamente mi mierda es el hecho que: Uno
estaré rodeada de gente hasta que me vaya a la cama y dos dudo
que alguien venga a por mí el primer día, eso es demasiado fácil.
Tiff me dijo que esperó una semana y media por su atacante.

Así que recito mi palabra de seguridad una y otra vez, elijo usarla
tan pronto como me ponga las manos encima, todo esto fue una
idea terrible no soy Tiff ni esa prostituta. Soy Mia, y aunque me
gusta pensar en mí misma como sexual y pervertida, no estoy loca.
Oh y Tiff, no le he dicho nada. Sólo quiero olvidar que esto ha
pasado.

Laney está llorando en mi hombro, está borracha. Luke no se


declaró, la llevó a un buen restaurante para decirle que tiene una
nueva oferta de trabajo en San Francisco. Ella no se mudará a
menos que él se comprometa completamente y bueno... No había
anillo.

—No sé qué voy a hacer, —dice ella, su cara es un desastre de lápiz


labial y rímel manchado.

—Ya, ya, —digo yo, mientras mis ojos escudriñan la barra en busca
de algún impecable vestido, alto y sexy acechador. Me siento como
si me estuvieran observando, como si fuera una gacela espiada a
distancia por un gran tigre. Son solo nervios Mia, puedes decirle que
se detenga entonces serás 900 dólares más pobre, pero aún tendrás
tu dignidad intacta.

Las fiestas de Alea pueden ser un poco imprudentes, ya que a este


grupo le gusta divertirse pero se está haciendo tarde y como Laney,
he tomado demasiados tragos. Estoy lista para ir a casa y
desmayarme en mi cómoda cama.
Tengo un plan: tomar un taxi, darle al conductor diez extras y
pedirle que espere hasta que esté a salvo en mi casa antes de salir.
¡A prueba de tontos!

Me quedo en el asiento trasero del taxi, aliviada de haber logrado


un día sin un encuentro erótico extraño. Según lo ensayado, a pesar
de mi leve embriaguez, soy capaz de comunicar al conductor que
me gustaría que se asegurara de que he entrado en mi casa y
cerrado la puerta detrás de mí. Incluso me sugirió que encendiera
y apagara las luces para indicarle que podía irse.

Y así, seguí el protocolo exacto. Saqué las llaves de mi bolso y entré,


apagué las luces unas cuantas veces, vi al conductor salir por la
ventana delantera y luego procedí a dar un suspiro de alivio.

Lo logré.

Me quité los zapatos y encendí mi reproductor de CD, de repente de


un humor alegre. Las cosas están bastante bien: me encanta mi
trabajo, tengo un gran ánimo y algo de tiempo para mí después de
socializar y salir de fiesta durante horas y horas.

Bailo sola en mi sala de estar y tengo un repentino golpe de hambre,


me muevo hacia la nevera, cantando las palabras de un clásico de
los Backstreet Boys.

Justo cuando abro la nevera y meto la cabeza, la música se detiene,


me quedo de pie esperando que vuelva a sonar. —¡Maldita sea! —
Me digo a mí misma. La canción estaba a punto de llegar a mi parte
favorita. El cd y el reproductor son viejos y ocasionalmente la
música se salta pero esta vez, la canción no vuelve a empezar. Esta
vez, lo que debería ser un inconveniente menor me da escalofríos
en los brazos; los finos pelos se quedan parados como si tocara la
estática.
Entonces la luz de la sala de estar se apaga, ni siquiera tengo tiempo
para asustarme o analizar lo que está pasando, giro la cabeza para
investigar lo que esta sucediendo y veo una sombra oscura que se
cierne sobre mí; es alto y sus hombros son anchos. Podría ser, no
sé, ¿1.80 o 1.90 metros?

Abro la boca para decir algo. ¿Qué? Ni siquiera lo sé, y me pone una
mano enguantada sobre la boca.

—No digas una maldita palabra, perra.


Capítulo 5
Tax
Ya son las 11 de la noche y mi paciencia se está jodidamente
agotando.

Sé que está en una fiesta pero me importa una mierda, la quiero


aquí ahora.

Finalmente, oigo que un coche se acerca por delante. Un taxi.


Perfecto. Está sola tal como esperaba.

Observo a Mia desde un armario cuando entra en la casa y cierra


la puerta con llave incluso hace esa cosa en la que enciende y apaga
la luz. Pequeña perra estúpida.

Es tentador saltar ahora pero tengo que ser paciente tengo que
atraparla con la guardia baja y sin previo aviso.

Se está tambaleando por todos lados, debe estar borracha. No


podría haber pedido un mejor escenario: los borrachos son fáciles
de dominar. No es que me preocupe que su diminuto culo dé una
buena pelea.
Se quita los zapatos y se saca el suéter y admiro las curvas de su
cuerpo con su camiseta blanca y sus jeans ajustados. Sus tetas son
perfectas, llenas pero aún así firmes y ahora mismo sus pezones
están duros atravesando el fino material de su camiseta, su trasero
es redondo y apretado, su cuerpo ha cambiado a lo largo de los
años, llenando todos los lugares correctos. Mi polla palpita al
pensar en las cosas que le haría.

Ahora, si esta perra fuera al dormitorio podría empezar. La ventana


de su sala de estar da a la calle principal y ella gritará. Su
dormitorio, por otro lado está en la parte de atrás de la casa y da al
patio trasero. La lucha en una cama es mucho más silenciosa que
en un salón lleno de lámparas y estanterías llenas de mierda.
¿Cuántas malditas baratijas necesitan un ser humano? ¿Eso es un
gato de porcelana? Honestamente, la estoy salvando de su miseria.
Ella debería agradecerme.

De todos modos, quiero tomarme mi tiempo con ella así que


necesito esperar un poco más, mierda ya he esperado catorce años.

No puedo creer esta mierda, está encendiendo su estéreo.

¿Qué es esta mierda olvidada que está escuchando? Por supuesto,


los malditos Backstreet Boys.

No puedo evitar sonreír un poco cuando baila, está tan relajada


ahora mismo cree que está a salvo.

Pero no entiende que esta noche es la noche en que muere.


Mia
Nine†Inch†Nails†–†Closer

Grito, pero el sonido es amortiguado por su mano, me sostiene


firmemente contra él esperando mis golpes, mis piernas se agitan
en la nevera derribando una tina de requesón que explota en el piso
de la cocina, otra patada desplaza un estante y los recipientes se
deslizan al suelo.

Sabía que esto iba a pasar, pero no me asusta menos ya que la


adrenalina inunda mi cuerpo. Mi corazón se acelera. Me siento más
fuerte, como si mis músculos estuvieran sobrecargados, pero aún
así su agarre sobre mí es inamovible y mientras estoy más alerta
hay una extraña niebla que rodea mis pensamientos, tengo toda
esta energía mental renovada por el terror pero soy incapaz de
concentrarme en nada más que su mano en mi boca. Sólo necesito
quitar su mano de mi maldita boca pero este tipo está hecho de
piedra: pesado, fuerte y musculoso puedo decir que sólo está
usando una fracción de su fuerza contra mí, mientras que yo estoy
usando todo lo que tengo y perdiendo energía con cada patada.

Entonces mi mente salta a algo que Tiff mencionó, cómo estaba


asustada, cómo se agitaba, pero finalmente lo siguió. De repente,
me doy cuenta de que mi único camino a la libertad es la pasividad,
no puedo decir la palabra de seguridad a menos que me calme
entonces moverá su mano para que pueda hablar. Tiene sentido,
todo esto se basa en el anonimato, si un vecino me oye gritar y llama
a la policía, entonces nuestra tapadera se desbarata.

Respiro pesadamente en la mano enguantada del extraño mientras


trato de relajar mi cuerpo. En ese momento, mis sentidos se
agudizan puedo sentir los bultos de sus músculos presionando mi
cuerpo. Puedo olerlo: leves toques de almizcle, pino y vainilla
mezclados con su química corporal. Está caliente, y su calor se
extiende a mis hombros expuestos y a través de la tela de mi ropa.

Mientras me relajo, la tensión de su agarre disminuye y noto que


jadeamos al unísono, su pecho se expande en la curva de mi
espalda superior con cada respiración que tomamos.

Eventualmente, aparte de mi pesado jadeo, me quedo quieta.

—Voy a mover mi mano de tu rostro pero no grites, joder. Grita y te


follaré. ¿Entiendes? —pregunta. Su voz es profunda y firme; me da
escalofríos en el corazón. No de terror sino de excitación. No lo he
visto bien pero su estatura, fuerza, olor y voz gritan masculinidad.
Dominio. Ferocidad. Las cosas que intenté encontrar pero nunca
pude ya siento en este momento un ardor en mi interior que nunca
antes había sentido y él apenas ha hecho nada. Se me pone la piel
de gallina en los brazos y el cuello, mis pezones se estremecen
contra el tejido de mi camiseta.

Asiento frenéticamente con la cabeza. Lentamente desliza su mano.

Él está aquí. Puedo decir la palabra, puedo gritarla, pero no tengo


que hacerlo todavía. Puedo hacerlo en cualquier momento.

Y ahora mismo, por alguna razón inexplicable no quiero hacerlo.


Y ahí es cuando siento la dureza gruesa como una roca presionando
mi trasero. No he estado con un hombre en mucho tiempo y hay
algo primordial en este encuentro. La forma en que este hombre
enorme está sobre mí, su olor, el barítono de su voz, el sentimiento
de su deseo por mí presionando mi espalda; no hay bromas, no hay
charlas, es un hombre que quiere follar con una mujer. No sólo
follarla, sino tomarla.

Me aferro a la palabra de seguridad, me hace sentir segura, me


recuerda que todavía tengo el control final pero ahora mismo en
este momento, quiero más. Presiono mi culo contra él y llevo mi
cuello hacia atrás, su firme agarre de mí se afloja a medida que giro
para enfrentarlo.

El brillo de la luz de la nevera se proyecta sobre él y me da una


visión sombría del misterioso desconocido: es tan alto como estimé
y está bien vestido, en un traje negro de diseñador con una camisa
blanca sin corbata. A través de la parte superior desabrochada de
la camisa, puedo decir que es musculoso pero no puedo ver su cara
porque está cubierta por un pasamontañas. Todo lo que puedo ver
son dos ojos oscuros mirándome y dos labios llenos asomándose
por el agujero de la boca.

Hay un momento de quietud. Puede que sólo haya sido un segundo,


pero la adrenalina hace que todo se sienta rápido y lento al mismo
tiempo. Tentativamente, extiendo la mano para tocar la máscara y
su gran mano se levanta y me agarra la muñeca torciéndola
dolorosamente.

—Ahhh, —grito por el dolor. Pero el dolor es fugaz, es más un


recordatorio que un dolor.

—Cierra la boca, —dice groseramente.


Y lo hago. No digo una palabra, pero nuestra pesada respiración
llena el aire tranquilo de mi casa.

Cierra de golpe la nevera y toda la casa se oscurece.

El guante de cuero se desliza por mi estómago, por mi pezón


endurecido, por mi cuello y me arranca bruscamente la cola de
caballo.

De nuevo grito. Su otra mano me cubre la boca. —Shhhhh.

La longitud de su erección presiona mi estómago y otra vez, casi


involuntariamente serpenteo contra él.

—¿Es esto lo que quieres? ¿Pequeña puta de mierda?

Me muerdo el labio. Puedo detener esto, puedo hacer que se vaya,


puedo decir la palabra que he ensayado toda la semana, convencida
de que esto es algo que no quería en absoluto.

Asiento con la cabeza.

Me empuja contra la nevera, el frío acero inoxidable que contrasta


con la calidez de su cuerpo me electriza. Lloriqueo, una
combinación de excitación y pasividad ante su abrumadora
voluntad.

Luego me muerde el cuello. Al principio se siente bien, como una


mordedura de amor y luego se clava con tanta fuerza, que un dolor
alarmante me sacude la carne e instintivamente, le doy un golpe
con los puños. Él los agarra y los retuerce en mi espalda.

El lugar donde mordió irradia dolor, así que siento su marca en un


lugar donde ya no me toca, la forma en que me marcó con su boca
me pone caliente. La figura oscura me arrastra a la sala de estar,
chocando con un sillón mientras lucho por liberar mis brazos y me
arroja de cara sobre la alfombra.

Su mano presiona la parte baja de mi espalda para calmarme


mientras siento que una fría hoja toca mi carne. Mi casi pasiva
aceptación hasta este punto da paso al desafío mientras muevo mi
culo contra su entrepierna. Me sorprende ser capaz de mover su
masa sólida, un efecto secundario de la adrenalina que corre por
mis músculos pero él reacciona cargando su peso sobre mí,
haciéndome incapaz de moverme. La frustración y la rabia me
atraviesan. Me pregunto si debería decir la palabra y terminar con
esto. La jodieron traicionando mi confianza al traer el implemento
que prohibí. Imágenes de cortes en mi piel y sangre invaden mis
pensamientos y jadeo por el oxígeno ahogándome en el pánico,
incapaz de expulsar el aire para formar una palabra. Finalmente,
un sonido emerge de mi garganta.

Justo cuando estoy a punto de gritar algo sobre los cuchillos, oigo
los hilos de mi sostén desgarrarse mientras el material elástico se
desprende de mi cuerpo con el cuchillo cortándolo como si fuera
mantequilla caliente.

La corriente de aire corre sobre mi piel expuesta y en ese momento


me doy cuenta que esto está sucediendo realmente. Estoy borracha,
boca abajo y en topless con un extraño al que pagué para que me
follara. Esto llega a un punto en el que no puedo simplemente
calificarlo de mal juicio, curiosidad, o incluso unos pocos vasos de
vino. Estoy tomando una clara decisión si no le pongo fin a esto.

Pero aún así no quiero que se detenga.

Me da la vuelta sobre mi espalda, mis ojos se han ajustado a la


oscuridad y la luz de la calle tamizada a través de las ventanas me
da otra visión de él. La chaqueta de su traje ya no está y tengo una
mejor vista de su cuerpo: la fuerte cresta en V de sus anchos
hombros y su estrecha cintura, su clavícula está cincelada y
prominente, no es un rasgo que haya notado en un hombre y mucho
menos que sea sexy, hasta que no noté el suyo.

Se sienta a horcajadas sobre mí, como una bestia en celo y


despierta una ola de calor que emana de entre mis piernas. La
presión aumenta.

Necesito que me toque, que me alivie la tensión que está floreciendo


de esta zona al resto de mi cuerpo.

Alcanzo su cinturón, aceptando mi papel en todo esto y de nuevo


me agarra las muñecas. Hay otro momento de quietud mientras
espero lo que me hará, y luego coloca mis manos en el suelo sobre
mí. Me toma de las muñecas con una mano, mientras me agarra de
los pechos, con la firmeza de la excitación, y me pellizca el pezón.

Yo gimo y giro mis caderas en respuesta, quiero su boca sobre mí y


quiero que se quite la maldita máscara.

—Quédate quieta, —me ordena, apretando fuerte en mis muñecas.


Hago un gesto de dolor, pero sólo me hace más sensible al calor
erótico que se genera debajo de mi ombligo.

—Por favor, chúpalos, —suplico sumisamente y al instante, me doy


cuenta del otro componente que hace que esto sea tan jodidamente
caliente: Sí, es el abandono primitivo y animalista de todo, pero
también es el anonimato: puedo decir lo que quiera porque no me
importa lo que piense de mí.

Hace un sonido gutural. Uno de vacilación. Tiff vio la cara de su


atacante y yo quiero ver la mía. —Quiero tu boca sobre mí sin la
máscara —le ruego—. Puedes hacer lo que quieras, —digo, mi voz
temblando por una vaga sensación de miedo y una intensa
excitación. Soy yo rindiéndome a su voluntad. Se inclina sobre mí
con su mano todavía sujetando mis brazos al suelo, su peso
corporal a horcajadas sobre el mío, y sólo hay un silencio hueco en
la casa oscura. Pero después de unos tensos segundos, mis oídos
se entrenan con el sonido de nuestra respiración, mis ojos
escudriñan el contorno de nuestros pechos, acercándose y
alejándose con cada inhalación y exhalación. Es una canción a
cappella de intensidad sexual y miedo.

Luego, sin previo aviso levanta la máscara, usándola como un


sombrero para que pueda ver su cara. Esta oscuro y difícil para mí
tener una visión clara, pero puedo decir que es atractivo: una
mandíbula angulada, labios carnosos, una nariz romana. Mis ojos
se dirigen hacia su cuello y el gran y colorido tatuaje del cuello que
parece atravesar la oscuridad de la habitación; una maraña de
serpientes cobra vida cuando los músculos de su cuello se tensan
y relajan. Antes que mis ojos puedan enfocar más, él se sumerge
burlándose de mis pezones, su barba de unos días arrastrándose
contra mi suave piel, me muerde de nuevo para que me retuerza
contra él, tanto luchando como recibiéndolo.

—¡Mierda! —grito. Su boca está en todo mi torso, besando


salvajemente, mordiendo, consumiendo. No puedo decir lo que me
duele y lo que me gusta mientras mezcla la suavidad con el
salvajismo.

Lo deseo tanto que mi cuerpo lucha contra él, tratando nuevamente


de apartarlo de mí. Sé que no tiene sentido, pero lo quiero más
cerca, quiero su cuerpo en mi cuerpo. Cada acción mía recibe una
reacción igual pero opuesta. Cuanto más lucho, más se acerca.

Su cuerpo presiona contra el mío, haciéndome indefensa pero no


me siento indefensa porque yo elegí esto. A pesar de lo que me dije
esta semana, una parte de mí que se había estado escondiendo,
arropada por el pudor y el decoro, tuvo las agallas para salir. Intenté
volver a esconderla pero este hombre encima de mí la está sacando
a rastras, pataleando y gritando. Quiero a este hombre grande y
rudo tomando mi cuerpo para su placer.

Me aparta las dos manos para desabrocharme los jeans y luego


toma el cuchillo. Mis ojos crecen con el miedo. ¿Debo decir la
palabra de seguridad? ¿Le recuerdo que no pedí ningún cuchillo en
el cuestionario? Elijo esperar unos segundos más y ver lo que hará.
Ahora que el cuchillo ya ha sido usado, no es tan amenazador como
en las imágenes mentales que he creado. De hecho, en esta
oscuridad brilla, reflejando la luz ámbar de las farolas.
Irónicamente, la herramienta más siniestra es la única fuente de
luz entre nosotros. Desliza el lado plano del cuchillo bajo la
entrepierna abierta de mis jeans y luego gira la hoja hacia arriba y
hacia fuera, cortando a través de la tela del jean una vez que hay
un corte, toma sus dos fuertes manos y rasga los jeans sin esfuerzo,
arrancando la tela de mi cuerpo y exponiéndome a él.

Un endeble trozo de encaje es ahora la única barrera entre este


intoxicante extraño y yo. Él usa el cuchillo para arrancar las dos
cuerdas que aseguran la correa a mis caderas. Se separan sin
esfuerzo y él levanta las bragas en su mano y aprieta mis mejillas
bruscamente.

—Abre la boca.

Relajo mi mandíbula, mientras él usa su mano cubierta de cuero


para meterme las bragas en la boca. Es casi demasiado: la
suciedad, la excitación, la ansiedad, es como si me tambaleara en
el borde de un edificio y perdiera el equilibrio. Es esa sensación de
terror y excitación que sientes mientras luchas por mantenerte en
pie, excepto que, aunque esa sensación suele durar sólo uno o dos
segundos, es persistente e implacable.
Mis ojos vuelven a ser atraídos por su tatuaje mientras el pozo de
serpientes se retuerce en su cuello. Quiero morderlo, quiero
besarlo, pero no me deja tocarlo.

—No muevas tus malditas manos, —dice. No las he movido desde


que las inmovilizó por encima de mi cabeza, su mensaje era alto y
claro mucho antes de que tuviera que pronunciar las palabras.

Observo con una lujuria embriagadora y llena de adrenalina cómo


se abre el cinturón y la mano vestida de cuero se acerca para sacar
su polla. Me sorprendo a mí misma jadeando por su contorno en el
sombrío salón: es gruesa y larga. Esto es lo que esperaba al frotarme
contra él, pero el eje es suave y simétrico, la cabeza es gruesa y
bonita. Es... hermosa. Y se curva hacia arriba.

Dios mío, se curva.

Soy una experta en crear juguetes para complacer a las mujeres, y


si alguna vez hubo una polla creada por las manos de Dios para
maximizar el placer de una mujer, es la que está sostenida por el
guante de cuero frente a mí. Se agarra de mi cola de caballo, tirando
de mí hasta una posición sentada.

Desliza las bragas fuera de mi boca, como lo haría un mago.

—Chúpala.

Vacilo, la cabeza me da vueltas por el constante cambio de nivel


recordándome que aún estoy muy borracha, todavía tiene su polla
dura en su mano justo delante de mis labios. Con cada respiración
profunda que tomo, le rozan la cabeza antes de que mi boca se abra.
Me agarra el pelo con fuerza y me sacude la cabeza ligeramente en
una insistencia silenciosa.
Hasta este punto, este fue un baile violento con el extraño tomando
la delantera. Pero eso es todo lo que era. Si hago lo que él me pide
y me dice que lo haga, siempre seré una Mia diferente. Por más
abierta que me considere sobre mi sexualidad, siempre he sido muy
responsable. Esto es más que irresponsable, esto es imprudente,
esto es descuidado... nunca me veré de la misma manera otra vez.
Me había movido pulgada a pulgada, empezando incluso por
guardar la tarjeta que Tiff me dio la noche que me habló del servicio.
Y ahora, miro hacia atrás a ese día y me doy cuenta que ya estoy a
millas de distancia de la persona que se burló de la idea, como si
fuera una corriente oceánica, me había dejado llevar por el feroz
agarre de este hombre, y ni siquiera sentí que me moviera. Ya estoy
aquí, tan lejos de alguien que no consideraría tomar a este hombre
en mi boca. No hay vuelta atrás.

Y luego, vacilante pero obedientemente, muevo la lengua hasta el


extremo de su polla, y pruebo el fluido de su excitación en su punta.

Con cada lamida soy un poco más generosa y él se vuelve más


impaciente.

—Chúpala, perra.

Gruño a esa palabra. Odio esa maldita palabra y él sigue usándola


contra mí pero la ira, me pone más caliente, más sin sentido, y me
encuentro apretando mis labios alrededor de él. Le mostraré una
perra, estará gimiendo mi nombre. Sus manos se extienden hacia
atrás y sus dedos me peinan mi cabello, guiando mi cabeza al ritmo
que él quiere.

Él quiere pero yo también quiero, así que chupo vigorosamente,


apasionadamente, porque quiero tentarlo a que me dé más.

El olor de su ingle, una débil mezcla de jabón y sus feromonas


naturales hacen que mi coño se hinche de necesidad.
Me gusta mucho.

Me guía con las manos en alto, dándome permiso para usarlas en


su polla y sus pelotas. Con una mano le acaricio y masajeo sus
bolas mientras uso la otra en su eje.

Su boca está cerrada, pero los gemidos roncos escapan de la parte


posterior de su garganta y temo que pueda descargar antes que yo
haya tenido alguna satisfacción.

Me alejo. Sé que se enfadará, pero no me importa.

Miro directamente a sus ojos oscuros, dos posos sin alma y ruego
sin decir una palabra.

—Quieres que te folle, —responde. No es realmente una pregunta,


es más bien una confirmación.

No digo nada, pero sigo suplicando con mis ojos.

Él sonríe, una sonrisa engreída y arrogante luego empuja mi boca


hacia él y yo sigo lamiendo, chupando, frotando. Me folla la cara sin
preocuparse por mi comodidad, empujándose a sí mismo hasta el
fondo de mi garganta. La ferocidad sólo me hace desear aún más
su polla en mi coño luego se retira de mi boca, me va a follar pero
en sus términos.

Coloca sus frías manos envueltas en cuero en la parte interior de


mis muslos y los separa con rabia. Mi reacción inicial es resistir, un
puro reflejo de la fuerza de su movimiento pero los músculos
internos de mis muslos ceden a su fuerza casi instantáneamente.
Su cara desaparece abajo cuando siento que su lengua se desliza
dentro de mí. Gimoteo fuerte, mis piernas reaccionan tratando de
envolverlo, pero él se agarra a mis muslos internos con sus dedos y
los nervios sensibles de esa zona gritan de dolor.

Maúllo como una gata en celo, mientras el dolor alarmante se


convierte en ondas calientes de humedad en mi coño, puedo sentir
que estoy lista pero es más que una preparación, es como si mi coño
lo estuviera deseando, invitándolo con un calor resbaladizo.

El oscuro extraño me pasa su lengua plana por toda mi abertura,


absorbiendo el jugo que ha sacado de mi cuerpo, me estremezco por
el abrumador erotismo del acto, la forma en que está saboreando
los frutos de su completa tiranía sobre mi cuerpo.

Luego me come con abandono, como alguien que ha tenido sed de


mí durante tanto tiempo y finalmente es capaz de saciarse a sí
mismo.

Hace tanto tiempo que no tengo el calor de la boca de alguien en mi


coño y este sentimiento, este nivel de excitación, pasión y calor es
algo que nunca he experimentado. Grito como un animal sin
nombre que llamar, sin una verdadera identidad que atribuir a la
persona cuya boca engulle mi coño. Ni siquiera somos personas,
sólo somos sexo. Eso es todo lo que somos el uno para el otro.

Él chupa mí clítoris y aunque se supone que no debo hacerlo, mis


manos se extienden hacia él, apretando la tela del pasamontañas
que descansa en su cabeza mientras una explosión de alivio y
energía brota de mi clítoris. Los pulsos de calor eléctrico se alejan
de mi núcleo como un terremoto devastador.

Grito palabras horribles y asquerosas mientras mis caderas se


golpean contra su cara. Su lengua y sus labios continúan bailando
a lo largo de mi coño mientras cada ola se hace más débil.
—No hemos terminado, joder. —Sus palabras vibran en mi carne
sensible. Gracias a Dios. Necesito sentir esa hermosa polla dentro
de mí.

Me pone de rodillas y caigo hacia adelante en su pecho, es como


una pared y me recuerda lo vulnerable que soy. Me maneja como si
fuera una muñeca inflada, como si no fuera un cuerpo, sólo relleno
inútil.

Tal vez eso es lo que soy para él: un juguete sexual vivo y que
respira.

Mis ojos se acercan al tatuaje y por alguna estúpida razón, trato de


besarlo.

Mi cuello es llevado hacia atrás por un firme tirón por mi cola de


caballo. —Esta es mi última advertencia, no me beses y mantén las
manos quietas.

Se levanta y me pone de pie por la cola de caballo, arrastrándome


hasta el sofá. El sofá donde hace dos semanas, Tiff me contó su
experiencia. El desconocido me arroja de cara sobre él, de modo que
estoy de rodillas con el pecho apoyado en el respaldo.

Sus manos tiran bruscamente de mis caderas para sostener mi


culo, su cabeza hinchada se frota por mi resbaladiza abertura, me
muerdo los labios y estrujo la cara por la agonía de sus burlas. Dejé
de pensar en el hecho de que se trata de una violación a sueldo tan
pronto como mi lengua lamió su erección. Dejé de considerar el uso
de la palabra de seguridad tan pronto como puso su boca en mi
montículo, toda la lógica, el sentido común y la moralidad se han
escapado de mis pensamientos.
Mi casa es un pozo de serpientes ahora mismo, como el tatuaje en
su cuello. Sus dedos se deslizan por la base de mi cola de caballo.
—Ruega por esto pequeña zorra.

Me tiembla el pecho. ¿Cómo ha ocurrido esto? ¿Cómo estoy aquí,


rogando a mi falso violador que me folle? Pero me tiene acorralada:
Puedo sentir el calor de la cabeza de su polla, apoyada contra los
labios hipersensibles de mi coño; los músculos de mis paredes
internas se aprietan alrededor del vacío suplicando ser llenados.

Mi cuerpo no me deja parar.

Pero, dudo. ¿Cuánto más puede burlarse de mí y degradarme? Me


ha tirado por ahí, me ha llamado zorra, puta, me ha desgarrado la
ropa, las marcas de mordeduras persisten en mi piel.

La desliza de nuevo hacia arriba y hacia abajo lentamente,


burlándose y seduciéndome.

Todos mis músculos se derriten, casi disolviéndome en un charco


en el sofá mientras ronroneo. Me tira del pelo otra vez, despertando
todos mis músculos, poniéndome tensa y lista para recibir su
violencia.

Su barba corta hace estallar las terminaciones nerviosas de mi


mejilla y sus labios acarician la curva de mi oído. —He dicho que
ruegues. —Su puño se agarra a las raíces de mi cabello
dolorosamente.

Una palpitación profunda dentro de mí insiste tercamente en


liberarse. Ya no es un deseo se ha convertido en una necesidad,
absolviéndome de la carga del libre albedrío.

—Por favor... —Gimoteo con voz temblorosa.


—Más alto. —Su tono bajo y arenoso es un fino velo para la nota de
placer en su voz.

—Por favor, —digo más firmemente.

—Más alto, —dice cruelmente.

—Por favor, —grito.

Él desliza su cabeza dentro de mí mientras jadeo y luego se detiene.

—Más fuerte, perra. —No estará satisfecho hasta que me despoje


por completo de la dignidad.

—¡Por favor! —Está justo debajo de un grito, pero mi voz está llena
de vergüenza.

Empuja toda su longitud hacia mí con ira.

Grito, echando la cabeza hacia atrás y agarrando la parte superior


del sofá. Su polla se curva en mí profundamente, dolorosamente.

—No dejes de rogar y en voz alta para que pueda oírte llorar.

Se retira casi por completo y me vuelve a empalar. —¡Por favor!


—lloro, arqueando la espalda para preparar el impacto de su polla.

Golpea un ritmo, cada empuje se completa con mi mendicidad


vocal. Cuanto más fuerte suplico, más me folla.

La casa, por lo demás silenciosa, está llena de los sonidos de sus


caderas golpeando la suave carne de mi culo, los sonidos de mis
jugos chapoteando alrededor de su polla, y mi fuerte y llorosa
súplica: —¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! —Mi voz vibra
por el violento empuje del extraño contra mi cuerpo.
—Así es, puta, —se queja.

Si dejo de rogar él se detiene, es humillante, es sucio y sin embargo


de alguna manera enciende cada zona erógena de mi cuerpo.

Sus bolas golpean violentamente contra mí, recordándome su


conquista con cada golpe y despertando aún más terminaciones
nerviosas justo detrás de mi coño.

Este extraño me empuja violentamente mientras suplico


descaradamente por su polla, me hace sentir como una estrella que
estalla, como si el sexo brotara de cada orificio, de cada poro. Mi
mente está enfocada en él y solo en él, este es el abandono que he
estado buscando. La vergüenza y la decencia se han ido por la
ventana, puedo ser libremente sexual, puedo admitir que deseo
polla, deseo semen, deseo que me tiren del pelo, quiero que me
pellizquen los pezones, puedo aullar tan fuerte como quiero. Nada
más importa, excepto la sensación de la polla de este hombre
presionando contra las paredes de mi coño.

Finalmente, se queda dentro de mí en lugar de entrar y salir.


Mantiene un contacto constante y fricción con mis paredes
mientras su polla roza profundamente dentro de mí. La tensión
aumenta y aumenta.

Todo se tensa: cada poro de mi cuerpo se encoge, mis pezones se


minimizan hasta su punto más pequeño y sensible, su barba arde
contra mi cuello, los músculos dentro de mis muslos se aprietan,
su cálido aliento sopla contra mi mejilla.

—¡Por favor! —Le ruego con mi voz más alta, la corteza áspera de la
certeza oculta mi voz, no puede parar ahora, tiene que llevarme
hasta el final. Su mano se extiende y frota mi montículo, prestando
la atención perfecta a mi clítoris sobre estimulado.
Aprieto y aprieto, todo encogiéndose a su punto más compacto
alrededor de su polla dura y luego BOOM. Todo se libera, todo
explota, estalla, se hace añicos.

Oigo que mi propia voz llena la habitación: con un grito tembloroso


y trémulo. Cubre mi boca con su mano enguantada, porque es tan
fuerte que podría llamar la atención de un vecino.

Cuando mis paredes se contraen a su alrededor y mi cuerpo estalla,


su polla se hincha en mí, su agarre a mi alrededor se tensa. El
extraño mantiene su ritmo, cubriendo mi boca con una mano y
apretando un pecho con la otra, pasando un pezón entre sus dedos
y antes de que termine de bajar de mi orgasmo, empiezo a construir
uno nuevo junto con él.

No puedo creer que esté a punto de tener otro orgasmo antes de que
el primero haya terminado. Esta vez sus gemidos casi se convierten
en gruñidos, me muerde el cuello, interrumpiendo la presión antes
de que grite de dolor.

Aprieta mi pecho con tanta fuerza que grito y luego su polla late
dentro de mí mientras gruñe en mi cuello, sus gemidos cálidos me
envuelven, su calor se dispara dentro de mí y vuelvo a rodear su
palpitante polla.

Imprudente, irresponsable, sucio y peligroso.

Estimulante, erotico, salvaje, eufórico.

¿Cómo puede una persona ser todo eso?

¿Cómo puede mirar el canal de mi alma como si acabara de tocar


el cielo?
Capítulo 6
Mia
—Levántate, —dice entre respiraciones mientras se baja la máscara
para cubrirse la cara de nuevo.

Mis oídos zumban por la intensidad de los múltiples orgasmos. Mi


audición está amortiguada, ahogada. La voz del desconocido suena
distante, como si estuviera bajo el agua. Es como si hubiera
estallado una bomba muy cerca. Trago con fuerza, tratando
desesperadamente de recuperar mi orientación y despejar mi
audición.

—¿Eh? —pregunto, agotada y mentalmente destrozada. Supongo


que su actuación no ha terminado. Trato desesperadamente de
enfrentar las secuelas físicas de lo que acaba de suceder, mientras
aún intento estar consciente ante el hombre que acaba de encender
en llamas mi razonamiento. Miro al suelo y mi ropa está destrozada
y esparcida, una lámpara está volteada junto con algunas
chucherías y la alfombra está torcida. ¿Tal vez explotó una bomba?

Me da un tirón por el codo y me pone de pie. —Vamos. —Su voz es


profunda, grave y carente de paciencia.
Me arrastra al baño, abre la cortina de la ducha y la enciende. —
Entra.

Lo miro vacilante mientras me agarra del brazo y me meto. El


extraño cierra la cortina con un tirón, excepto por un pequeño
hueco para que pueda mirar. —Límpiate el coño. —Se asoma por la
abertura y me mira mientras me enjabono. Cuando parece
satisfecho, la cierra por completo.

Finalmente sola miro mis manos y aún tiemblan por nuestro


encuentro.

Pienso en lo que debería decir. ¿Debería agradecerle sus servicios?


¿Qué demonios acaba de pasar? ¿Qué es lo que está pasando?
¿Quién mierda soy y qué acabo de hacer?

¡Acabo de dejar que un completo desconocido me folle en carne viva!


Oh, Dios mío. Mierda. Santa mierda.

La ducha me ayuda a estar sobria y el pánico me golpea fuerte. Mi


pecho se aprieta mientras me apoyo en la fría baldosa y me froto
agresivamente la piel con una barra de jabón, mis piernas todavía
me tiemblan y apenas puedo mantenerme en pie, los escalofríos
recorren mi cuerpo como una réplica, recordándome el intenso
placer de las manos de un hombre cuyo nombre ni siquiera
conozco.

Mi sistema nervioso se dispara en todos sentidos, haciendo que no


pueda relajarme o completar un pensamiento coherente y
reduciéndome a una bola de energía física nerviosa.

No sé cómo me siento acerca de nada en este momento. Lo que hice


fue estúpido, irreflexivo y jodidamente loco y sin embargo fue la
experiencia más loca, erótica, estimulante y sensual de mi vida.
Nunca me he corrido tan duro tantas veces, nunca me he dejado
llevar como lo hice en mi sala de estar.

Nunca he estado con un hombre que me follara así, con pura lujuria
y deseo físico, sin que a ninguno de los dos le importara una mierda
lo convencional, los sentimientos o lo apropiado. Fue grosero,
vulgar, morboso... Inmoral. No había incomodidad o torpeza. La
vergüenza no existía cuando me llevó, pero ahora, sola detrás de la
cortina de la ducha, no podía lavarme la capa fresca de mi
vergüenza por mucho que me restregara.

Mi mente lógica me lleva de vuelta al presente. Hay un hombre sexy,


pero extraño todavía en mi casa. Abro la cortina y el baño está vacío,
apago la ducha, me envuelvo en una toalla y salgo con cuidado del
baño empapada. La casa sigue estando completamente a oscuras.

—¿Hola? —llamo—. ¿Sigues aquí?

Paso de puntillas por todas las habitaciones, dejando un rastro de


agua a mi paso, restos de un intento inútil de lavar la suciedad de
mi carne. Pero es demasiado tarde, ya está dentro de mí y bajo mi
piel. A pesar de toda la meticulosa planificación, siento la irracional
amenaza del peligro. No debería, este tipo es un profesional, pero
aún así no lo conozco.

No sé nada de él. Paso silenciosamente de una habitación vacía a


la siguiente, terminando en la sala de estar. Una silla está de lado,
una lámpara volteada, la alfombra está arrugada, mi ropa destruida
está en un montón, el suelo contiguo de la cocina es un desastre de
comida y envases.

Entonces me doy cuenta que tan rápido como el extraño entró en


mi vida... Se ha ido.
Tax
Cierro de golpe la puerta de mi coche y golpeo mi puño contra el
volante.

¿Qué mierda acaba de pasar?

Eso no salió de acuerdo al plan.

Echo la cabeza hacia atrás y paso las manos por mi cara, respirando
profundamente. Su olor permanece en mi ropa, un olor dulce y
jabonoso. Todavía puedo sentirla en mis labios, y me recuerda la
forma en que su coño floreció para mí, la forma en que me rogó que
me la follara, la forma en que tembló alrededor de mi polla.

Me arranco la chaqueta, tratando de deshacerme de ella de la


esencia de esa perra. Aún sin aliento, jugueteo con el cuchillo de
caza que había planeado usar esta noche y lo usé, pero no de la
manera que había planeado. Se suponía que esta mierda no iba a
pasar así, se suponía que esto era el final. El gran final. Se suponía
que esto iba a cerrar el círculo, pero perdí mi enfoque y lo arruiné.

Inmoral se trata de la misión, siempre he tenido éxito la primera


vez, así que este territorio es extraño para mí. Pero lo tomaré como
una señal que su final debería ser mucho más ceremonioso. Nunca
pensé que diría esto, pero... paso al plan B.
Capítulo 7
Mia
—¡Mia!

Casi golpeo el techo mientras Dewey me llama, tocando mi hombro.

—Uh... oh, hola... ¿qué pasa?

—No quise asustarte, pero ya te he llamado cinco veces. ¿Quizás


deberías bajar el volumen de tus auriculares? Odiaría que perdieras
tu audición amiga.

Pongo una sonrisa falsa. —Me conoces, me concentro tanto en las


cosas. —Estoy mintiendo mucho en este momento. Sólo hay una
razón por la que mi mente está en otra parte.

—De todos modos, sólo quería decirte antes que te vayas a casa
hoy, que pasaras por mi oficina hay algunas cosas de las que me
gustaría hablar contigo.

—Uh... seguro. Por supuesto. ¿Está todo bien?

—Sí, —dice alejando mi preocupación agitando su mano en el


aire—. Hablaremos... —Dice mientras se aleja.
Una reunión privada cuando todos han salido de la oficina no es,
propio de Dewey y me pone nerviosa. Bueno, durante estos últimos
cinco días, todo me ha puesto nerviosa. Honestamente, ni siquiera
estaba escuchando música, sólo me puse los auriculares para que
la gente me dejara en paz, pero mis pensamientos no han dejado de
volver a esa noche.

Todavía no sé cómo me siento al respecto es una mezcla de cosas


como si estuviera caminando con un pequeño y sucio secreto. Tengo
estos intensos momentos introspectivos de asco hacia mí misma y
luego hay miedo por el sexo sin protección (la promesa de una
experiencia libre de ETS de este misterioso servicio no es tan segura
como pensé que sería ahora que todo está dicho y hecho). Pero una
gran parte del tiempo, mi mente se vuelve a momentos o recuerdos
específicos.

Pienso en el pellizco de sus mordiscos en mi piel, la forma en que


su barba raspaba contra mi estómago mientras lamía su camino
entre mis piernas. Recuerdo su olor... una mezcla embriagadora de
hombre y colonia, pienso en su gruesa y curvada polla y en cómo
me frotaba en todos los lugares adecuados, y en la forma en que me
obligaba a mendigar hasta que no me quedaran inhibiciones. Me
llena el estómago de mariposas. No puedo comer, no puedo dormir,
ni siquiera puedo concentrarme en el trabajo que amo.

Y creo que es por eso que Dewey quiere verme. No deja de


preguntarme si algo esta diferente, si todo está bien, he trabajado
aquí durante ocho años y nos conocemos bastante bien. Él es ese
tipo de hombre a quién le importo y probablemente quiere
preguntarme cuando la oficina está tranquila.

Apenas recuerdo nada de esta semana de trabajo porque todo lo


que he hecho es revivir trozos de la noche del viernes.
Sin embargo, no puedo presionar el botón de "ENVIAR" de nuevo.
Hay una suciedad que hace que sea el tipo de experiencia que te
golpea en el culo durante una semana después de que ocurriera,
pero también te enferma, te hace sentir mal. Porque está mal,
¿verdad? Lo que hice... Contraté a un hombre extraño para que
entrara en mi casa y me violara.

No me importa cuánta gente lo haya hecho, no me importa si el tipo


se detendría cuando dijera la palabra arco iris, hay algo seriamente
mal en este escenario.

Y aún así, ¿por qué me encuentro sonriendo en momentos


aleatorios? ¿Por qué me he aferrado a la camiseta rota que aún tiene
su olor? Creo que cometí un gran error. Un terrible, asombroso e
inolvidable error.

—Siéntate, —me dice Dewey cuando entro en su oficina, mientras


todavía mira la pantalla de su ordenador. Intenta actuar de manera
casual, pero siento que está ocultando algo pesado.

Me siento frente a él mientras me mira y frunce los labios.

—Dewey... ¿qué está pasando? Pareces muy serio, —digo


nerviosamente.
—Eres la primera persona a la que le digo esto, así que es difícil
pronunciar las palabras... —Respira profundamente antes de
exhalar: —He vendido a Alea.

—¿Vendiste la compañía? —pregunto con incredulidad. Alea es su


bebé, una compañía que construyó desde los cimientos con su
esposa Barb. He estado con él desde casi el principio, siendo la
segunda persona que contrató. Juntos, hicimos crecer a Alea de
una compañía que ganaba 50.000 al año a casi 10 millones. Sé que
Alea es suyo, pero tengo que decir que me duele que me dejen de
lado de esta manera.

—Escúchame, sabes que Barb ha tenido sus problemas de salud y


quiero pasar más tiempo con ella. Queremos viajar un poco. Un
comprador vino con una oferta que no pude rechazar, pero saben
que los quiero y que nunca los dejaría a todos colgados. El
comprador quiere ser un propietario silencioso, mientras la
empresa funciona como tal. Ellos entienden que la gente de aquí lo
hace muy bien, y tratar de entrar y cambiar lo que tenemos
dificultaría el éxito de Alea. Así que la nueva empresa matriz de
Alea, Draconi Corp, simplemente se pondrá en contacto con el jefe
de Alea para analizar los números, tal vez trabajar en alguna
estrategia, pero todo sigue igual. Será como siempre ha sido.

Mientras me siento aliviada, me pregunto si alguna vez será como


siempre ha sido. Dewey es el corazón de esta compañía y ser
comprado por alguna entidad más grande siempre significa que
habrá cambios, sin importar las promesas que se hayan hecho.

—Pero, si te vas ¿cómo puede ser lo mismo? ¿Quién será nuestro


jefe? —pregunto. Dewey sonríe—. ¿Por qué crees que eres la
primera persona a la que se lo digo?
—¿Que? —pregunto con escepticismo. Creo que sé a dónde quiere
llegar, pero no quiero sacar conclusiones precipitadas porque sería
un gran maldito asunto.

—Porque eres tú, Mia, quiero que tomes mi lugar.

Jadeo, tratando de mantener el nudo que se forma en mi garganta.

—Mia, eres la empleada más antigua de Alea y nadie entiende la


cultura y los negocios de Alea como tú. Me has ayudado a hacer
crecer esta compañía hasta lo que es hoy, no quiero que ninguna
otra persona tome mi lugar, le dije a Draconi que ponerte al timón
sería la única manera de garantizar una transición sin problemas.
Están de acuerdo y ven tu traslado a mi lugar como una inversión
y están dispuestos a pagarte muy bien. Quiero decir, muy bien para
cambiar la vida.

—No sé qué decir, —respondo, sacudiendo la cabeza con


incredulidad. Me encanta trabajar aquí y me rompí el culo
trabajando, pero nunca me sentí así porque siempre fue una
alegría.

—Di que ocuparás mi puesto, así sabré que Alea está en buenas
manos.

—Sabes que Alea es mi bebé también. Dios, los extrañaré a ti y a


Barb, pero sería feliz y un honor asegurarme de que Alea siga siendo
increíble.

Abrazo a Dewey mientras las lágrimas caen por mis mejillas. Me


conmueve su confianza en mí y me emociona que me asciendan,
pero lo voy a extrañar mucho y por un momento, me olvido de la
decisión completamente estúpida e irresponsable que tomé días
antes.
Capítulo 8
Mia
Camino por el garaje vacío del edificio de oficinas con una gran
sonrisa en mi rostro. He trabajado muy duro para ayudar a crecer
a Alea, y siempre me he sentido muy afortunada de trabajar aquí.
No mucha gente puede decir que ama su trabajo y a su jefe.

Pero mi felicidad es agridulce porque amo a mis jefes, Barb solía ser
un elemento regular en Alea hasta que se le diagnosticó lupus y
tuvo que tomarse un permiso hace un año. Ya era bastante duro
perder su presencia materna en la oficina, y ahora yo también
perdería a Dewey. Se convertiría en mi trabajo mantener la cultura
de una fuerte ética de trabajo, transparencia y alegría que habían
establecido en Alea.

No voy a mentir, la responsabilidad me pone nerviosa, pero sé que


Dewey tiene razón si hay alguien que está capacitado para este
trabajo, soy yo. Construí Alea junto con Barb y Dewey; sé todo sobre
el lado de la fabricación y ayudé a construir nuestros actuales
canales de distribución. Sólo espero que este nuevo grupo que ha
adquirido a Alea respete nuestros deseos de mantener la compañía
funcionando de la manera en que lo ha hecho hasta ahora.
Mis pasos resuenan a través del enorme estacionamiento vacío
mientras camino hacia mi auto desde la escalera. Siempre me he
sentido segura en este garaje, tenemos un pequeño edificio de
oficinas y el estacionamiento es seguro sólo puede entrar alguien
con un código de acceso. Como Alea tiene un personal
mayoritariamente femenino, la seguridad era importante cuando
buscábamos edificios de oficinas.

Esta noche, sin embargo, siento una extraña sensación mientras


camino por el terreno vacío, como si me estuvieran observando. Me
detengo y escudriño el espacio abierto, siendo mi auto el único que
sigue allí. No veo a nadie, y lo atribuyo a mis nervios residuales del
viernes.

Acelero mi ritmo mientras busco a tientas con las llaves,


presionando el botón de mi entrada sin llave para escuchar el
reconfortante clic de las puertas de mi auto que se abren. Me deslizo
dentro del auto lo más rápido que puedo, dejando escapar un
enorme suspiro de alivio cuando cierro las puertas de mi auto y casi
imprudentemente salgo de mi lugar y me alejo.

En ese momento, mi teléfono suena, sorprendiéndome. Todavía


estoy nerviosa por la sensación de intranquilidad que tuve en el
estacionamiento. Es Tiff, debato sobre contestar el teléfono todavía
no le he contado lo de esa noche, al principio estaba convencida que
sería discutible, ya que no iba a seguir adelante con ello, y no quería
que ella intentara hacerme cambiar de opinión. Luego, cuando
sucedió, estaba tan confundida que no estaba lista para compartir
la noticia con ella. Pensé que al final le harían un descuento y se
daría cuenta que fui yo, pero Tiff tiene cientos de amigos. Muchos
amigos raros. Estoy segura que no soy la única referencia que ella
puso ahí fuera.

Todo esto de Happy Kitty se suponía que iba a desaparecer. A


diferencia de Tiff, que parecía sentirse libre de conflicto y euforia
por todo el asunto, yo estoy luchando con lo que hice. Pero la he
evitado desde la noche en que vino a mi casa, y yo no soy así. Así
que me tomo un respiro y contesto su llamada a través del sistema
Bluetooth de mi auto.

—Oye, —le digo tratando de actuar como si todo estuviera bien.

—Hola, —dice Tiff, algo sorprendida, como si no esperara que yo


respondiera.

—¿Qué pasa?

—Oh, no mucho, sólo quería comprobar no he hablado contigo


desde que creo que te asusté con toda esa experiencia que tuve.

Sacudo la cabeza aunque ella no pueda verme. —Oh, no… sólo he


estado ocupada con el trabajo.

—¿He sido muy directa? Sé que tengo la tendencia de hacer eso


cuando me apasionan las cosas.

—Sí, pero no. Me encanta que estés detrás de las cosas que amas y
que te conviertas en un predicador de la esquina de la calle. Quiero
decir, si soy honesta, fue un shock pero creo que ya sabes que nada,
excepto asesinatos en masa o algo así, es demasiado impactante
para mí. Así que no vayas a una matanza y estaremos bien.

Escucho que Tiff da un suspiro de alivio. —Quise decir lo que dije,


sobre cómo creo que deberías hacerlo… —Mis dedos estrangulan el
volante—. Pero, sé que no te sientes cómoda con ello así que,
olvidemos que lo mencioné a menos que quieras hacerlo, entonces
puedes hablarme de ello, si quieres, por supuesto. El Señor sabe
que lo haré de nuevo cuando tenga dinero de sobra y estoy segura
que te lo daré, jugada por jugada4.

4 Que le contara detalle a detalle.


—Gracias, —digo, preguntándome si actualmente miento por
omisión—. Aprecio que pienses en mí, aunque sea en relación con
expediciones realmente extrañas.

Se ríe. —Sólo digo que te falta la P muy buena. —Oh no, amiga mía,
tengo la buena P. Tengo la MEJOR P. Tengo la P que me arruinó para
otros tipos. Mi cerebro, trabajando en la sobremarcha para pensar
en la respuesta más natural, dejo unos segundos de silencio entre
nosotras—. Entonces, ¿qué más hay de nuevo? —pregunta.

—Bueno… grandes noticias en realidad. Dewey vendió a Alea y yo


voy a tomar el mando como presidente.

—¿Hablas en serio?

—¡Sí! Creo que estoy demasiado sorprendida para estar emocionada


y estoy triste porque Dewey se va.

—Oh, lo superará, señora jefa. ¡Esto merece una celebración!

Normalmente, estaría fuera pero no quiero ver a Tiff todavía. Esta


conversación telefónica me tiene bastante tensa. Necesito volver a
un estado mental algo normal antes que ella y yo volvamos a estar
juntas.

—¿Puedo dejarlo para otro día? Estoy muy cansada.

—Bien, te metes al ruedo.

—Vale, lo prometo, lo celebraremos pronto. Te quiero.

—Yo también te quiero.


Durante el resto del viaje de regreso a casa, la sensación de asco
que me ha visitado intermitentemente desde el viernes reaparece.
Mi dudosa conversación con Tiff sólo ayudó a que resurgiera. Aquí
estoy, con todo lo que siempre he querido, y aún así tuve que
encontrar la manera de joder las cosas un poco. Trato de enfocarme
en lo positivo: todos tomamos malas decisiones. En unas semanas,
esto será un recuerdo lejano, un secreto que llevaré conmigo. Pero
con suerte la vergüenza se apagará, y la sensación de suciedad
disminuirá. Como dijo Tiff, se parece mucho a una aventura de una
noche. Eso es todo lo que fue, un maldito intenso orgasmo múltiple
de una noche.

Llego a la entrada de mi casa, apago el auto y agarro mi bolso y mi


chaqueta antes de salir. Justo cuando cierro de golpe la puerta del
auto, veo los arbustos frente a mi patio crujir, seguidos por un
sonido de arrastre.

Antes que mis ojos puedan concentrarse en la conmoción, hay una


figura sombría que se me echa encima. Mis llaves y mi bolso caen
al suelo mientras golpeo mi auto.

Jadeo con fuerza.

—Cállate, —dice.

Mis luces reflectoras brillan en la entrada para que pueda verlo


claramente.

Lleva un traje gris, es alto, con una mandíbula cincelada. Es muy


guapo y bien cuidado. Este tipo no parece un asaltante. ¿Lo
conozco? ¿Podría ser él? ¿Volvió por más?

Imposible. Sólo pagué por un encuentro y obtuve más de lo que vale


mi dinero.
El pánico se instala. El hecho que haya sucedido una vez antes no
hace que esta instancia sea menos aterradora.

—Sube al auto, —dice, apretándome el brazo y abriendo el asiento


trasero—. Ahora.

Esto no tiene sentido. Nada de esto tiene sentido. Esto ya ha


ocurrido. ¿Por qué… está sucediendo de nuevo?

Vacilo, tratando de darle sentido a mi doble ataque. ¿Esto es una


especie de nivel extra de atención? Estoy muy confundida. ¿Este
tipo realmente me está atacando? ¿Es siquiera parte de Happy
Kitty?

Miro en sus ojos fríos e inmediatamente me doy cuenta que son


azules. La casa estaba oscura la primera vez, pero estoy segura que
los ojos del otro tipo eran marrones.

—Yo… ¿quién eres? —Pregunto.

—Cállate y entra en el auto, —susurra furioso. Me arrastra por mi


brazo hasta la puerta trasera y aunque está siendo rudo, todavía
hay un nivel de autocontrol, como si no tuviera la intención de
castigarme. Se siente como si estuviera actuando.

En un instante, recuerdo la pista que revelará con certeza si este es


el tipo que me atacó en mi casa: el tatuaje del cuello.

Miro a su lado derecho, y no hay señales de las serpientes que se


asoman por su cuello. El tatuaje del otro tipo le recorría todo el
cuello, amenazando con deslizarse por su mandíbula.

No es él. No es él.

¿No es él?
Entonces, ¿quién es éste? ¿Y quién MIERDA era el otro tipo?

—¡ARCO IRIS! —Digo—. ¡ARCO IRIS!

Los ojos del chico me miran suavemente entrecerrados y él suelta


su agarre en mi brazo.

—Está bien —dice—. Me estoy deteniendo. Está bien.

Es como si hubiera pulsado un interruptor de apagado en su


persona.

—¿Estás con… el sitio web? —Pregunto con voz temblorosa.

—Estamos terminando el encuentro. Entra en tu casa. Estás a


salvo. Esto se ha terminado. No me volverás a ver.

—Pero… pero… alguien ya vino…

El guapo me mira con incredulidad, como si estuviera


completamente desquiciada.

—Eso no es posible.

Mi voz está temblando. —No… sí, sí es posible. Alguien vino el


viernes pasado. Llevaba un traje. Él…

Y es entonces cuando me doy cuenta que algo está terriblemente


mal.

Nunca verifiqué al hombre misterioso preguntándole la pregunta


secreta opcional, llevaba una máscara, no se acercó a mí en mi
entrada como se especificó, estaba en mi casa.
Tenía un cuchillo. Mierda, tenía un CUCHILLO.

—Me tengo que ir. Estás a salvo, el encuentro ha terminado,


—dice como si ensayara alguna línea que le han dado y luego vuelve
corriendo a la oscuridad de donde vino, dejándome sin palabras y
confundida en mí camino de entrada.

Si el oscuro desconocido no era alguien que contraté para atacarme,


entonces ¿de dónde vino? ¿Quién es él?

¿Tuve sexo con alguien que realmente irrumpió en mi casa?

¿Realmente tuve sexo con mi violador?


Capítulo 9
Tax
Veo cómo todo se va al traste. La he estado siguiendo desde el
viernes, sabiendo que se le acercaría algún imbécil en las próximas
semanas y la idea que le dejara hacer lo que le hice me enfurece.

Estaba preparado para joder al chupa polla si pasaba de la etapa


de confrontación, luego la arrastraría a la casa y me la follaría de
nuevo. Haría que me recordara.

Pero ella lo detuvo. En cuestión de segundos, el tipo volvió corriendo


a los arbustos. No puedo evitar reírme aquí en mi auto, su mente
debe estar dando vueltas debe estar muy confundida,
probablemente se esté preguntando quién soy y de dónde vengo.

Está parada ahí en estado de shock, con su bolso y sus llaves


todavía esparcidas en la entrada a sus pies. Parte de mí quiere salir
del auto sólo para verla de nuevo, para monopolizar su confusión y
luego arrastrarla a la casa y hacerla gritar mientras le meto la polla
en su coño cremoso.

Cuando me apreté contra ella esa noche que entré en su casa, olí
su champú, sentí su suave piel, y mi polla se rebeló, transformando
mis intenciones de rabia en lujuria y desde esa noche la lujuria no
ha disminuido.

Pero tengo que mantener mi distancia, porque ella no estará por


mucho tiempo.

Debo admitir, sin embargo, que hay algo inmensamente


satisfactorio en el hecho que ella rechazó a ese cabrón. Porque sé
que es a mí a quien quiere.

Mia
Camino por mi sala de estar frenéticamente entre lágrimas.

No sé qué hacer. No sé qué ha pasado. Es como si me estuvieran


castigando por ser una sucia puta. Quería que un extraño se me
acercara sigilosamente y me follara… Bueno, lo conseguí.

No puedo llamar a la policía. ¿Cómo podría siquiera empezar a


explicarme? Ni siquiera le dije que no al tipo. Le rogué. Le rogué
una y otra vez que me follara.

Mierrrrrrda.
Agarro mi celular y lo miro fijamente por un rato. Podría llamar a
Tiff, pero ahora estoy aún menos preparada para contarle lo de esa
noche. Todo este maldito asunto se ha convertido en una pesadilla,
sé que Tiff me ayudaría, pero incluso delante de ella me sentiría tan
estúpida porque soy una idiota. Me dejé llevar. Lo sentí, lo olí, lo vi,
y perdí todo el sentido. A mis ojos, era la perfección física, marcó
todas las casillas que seleccioné en mi pequeña “encuesta del
hombre perfecto” para Happy Kitty. En sus brazos, todos los
llamados seguros a prueba de fallos no valían nada. A prueba de
tontos mi trasero. No estaban preparados para una tonta tan
grande como yo.

No hay ningún recurso. Puede que tenga que aceptar el hecho que
nunca tendré respuestas sobre lo que me pasó esa noche. Un tipo
entró en mi casa con el propósito de… no sé… violarme o robarme,
¡y yo le arranqué los sesos! Podría atacar a otra mujer inocente
porque no lo detuve ni lo denuncié.

Oh Dios, necesito ver a un médico de inmediato. Seguro que llevaba


un traje caro y estaba impecablemente arreglado, pero eso no
significa una mierda.

Esto no está bien. ¿Cómo puede alguien que se enorgullece de ser


astuta, trabajadora e inteligente hacer algo tan impetuoso? Siempre
he tenido estos deseos, estas fantasías de un hombre que se sale
con la suya, pero eso es todo lo que se supone que son: fantasías.
Y ahora he arrastrado ese mundo a la vida que tan cuidadosamente
he creado para mí y ya es más de lo que esperaba.

Entonces el miedo me golpea. Estaba en mi casa, entró en mi casa


sin romper la puerta tal vez tiene una llave, tal vez abrió una
ventana. No lo sé. Pero sé que tengo que salir. No creo que esté a
salvo en mi propia casa.
Corro a mi habitación y agarro una bolsa de viaje, saco la ropa de
mi armario y del vestidor y la tiro al azar. En minutos, salgo por la
puerta y vuelvo a mi auto, conduzco al motel más cercano y miro
por el espejo retrovisor como una paranoica.

Nunca me he sentido tan sola. Nunca he extrañado a mi padre como


lo hago ahora. No podría haberle dicho sobre el problema en el que
estoy, pero sólo hablar con él me habría hecho sentir segura.
Siempre me hizo sentir segura.
Capítulo 10
Mia
Han pasado dos semanas y media. Dos semanas y media desde que
ese hombre entró en mi casa y destrozó todo lo que sabía sobre mí.
Todavía pienso en él todo el tiempo. Sigo luchando con sentimientos
mezclados de asco y lujuria.

Estoy aterrorizada porque no tengo respuestas. Si supiera quién es,


qué hacía en mi casa, tendría algo de lo que esconderme, pero
también podría ser un fantasma, podría estar en cualquier lugar.

Sobre todo, hay una cosa que me asusta más que nada: creo que
nunca más sentiré lo que sentí esa noche con nadie y me odio a mí
misma por pensar eso.

Fui a ver a mi ginecóloga la semana pasada. Como tuve mi examen


anual recientemente, tuve que repetir un nuevo examen completo
de ETS. Es una profesional, y nunca pestañeó sobre por qué querría
tal cosa, pero no pude ayudar y proyectar mis sentimientos de
vergüenza en ella. Sentí que ella podía oler el hedor de mi putería
en su presencia. Estoy tan contenta de que a pesar de mi
autoimpuesta vida sexual más lenta de lo normal, seguí tomando
mis píldoras anticonceptivas en lugar de tomarme un descanso
como había considerado. Porque ESO habría sido épicamente
desastroso. Las pruebas de ETS resultaron negativas, pero tendría
que volver en seis largos meses para otra prueba de VIH. Porque
soy una imbécil que tiene sexo sin protección con un extraño.

Hoy debería ser el día más feliz de mi vida. Soy oficialmente la


presidenta de Alea Intimate Toys for Women tengo un trabajo que
me hace tan feliz, he saltado a un nuevo nivel de ingresos, tengo
una casa bonita, estoy sana. Pero esta semana se ha llenado de una
confusión interna tan fuerte que me sacude hasta la médula todos
los días.

Todavía no puedo dormir ni comer. Espero que esto pase, pero el


estrés de aclimatarse al nuevo papel sólo ha agravado la angustia
que ya siento por mi vida personal.

Para colmo, voy camino a mi primera reunión con los nuevos


propietarios de Alea. Es mi primer cara a cara con ellos, y Dewey
estará allí también para pasar simbólicamente la antorcha,
supongo. Una cosa ya me ha sido confirmada: cuando dicen que
son silenciosos, quieren decir SILENCIOSOS. La reunión ha sido
programada para las 5:00 a.m., tres horas antes que nuestro primer
empleado aparezca en la oficina. Parece que no tienen interés en
mezclarse con sus nuevos subordinados. Quieren asegurarse que
estoy dirigiendo la nave correctamente, que su inversión está siendo
bien cuidada y ese es el alcance de su participación en Alea.

Espero que sea una señal de que están cumpliendo su promesa a


Dewey, que se mantendrán al margen de la gestión diaria de la
empresa y no que serán una entidad sin rostro, dándome órdenes
que debo transmitir a mis compañeros de trabajo. Porque estos
últimos podrían realmente alejarme de la gente con la que he
trabajado durante tantos años.

Llego al garaje del edificio de oficinas y mi estómago se tensa al


recordar la última vez que estuve sola en este terreno vacío. Fue la
noche en que me enteré de que había metido la pata y permitido
que un invasor de casas me tuviera.

Tuve la sensación que algo andaba mal esa noche antes de que el
falso atacante se me acercara en mi entrada. Mis instintos eran
correctos, algo estaba a punto de salir terriblemente mal, pero
entonces ¿por qué mis instintos me fallaron tan miserablemente la
primera vez?

Al salir del auto, me aliso la falda tipo lápiz y la blusa. Normalmente


nos vestimos de forma informal en la oficina, somos un grupo
ecléctico y casi todo vale pero hoy intento parecer más civilizada
para mi nuevo papel y por respeto a nuestros invitados. Me retoco
el lápiz labial en el espejo lateral y me aliso el cabello.

Respiro profundamente, tratando de aliviar la tensión que parece


haber hecho un hogar permanente en mis músculos estos días,
luego me dirijo a la puerta que da al edificio. Mis tacones claman
con fuerza en el terreno vacío, recordándome lo sola que estoy, lo
sola que me siento.

Relájate, pon tu cara de juego. Eres una profesional. Mantén tu


mierda personal fuera de la oficina.

La puerta de Alea está abierta y me imaginé que lo estaría, ya que


asumo que Dewey entró en la oficina antes que yo. Todas las luces
están apagadas, excepto la de la sala de conferencias. Miro mi
teléfono 4:55 a.m. No llego tarde, así que eso es bueno. Asumo que
todas las partes están dentro, pero no puedo decirlo ya que las
persianas están puestas sobre el cristal.

Me dirijo a la puerta de la sala de conferencias, forzando una gran


sonrisa en mi rostro al pasar el umbral.
En el otro extremo se encuentra un hombre altísimo con un traje
azul marino de aspecto caro. Está mirando hacia la puerta,
estudiando nuestra línea de productos orgullosamente exhibida en
unos estantes de vidrio abiertos. Mis ojos se mueven alrededor de
la habitación para Dewey, pero no lo veo por ninguna parte.

Me aclaro la garganta para hacer notar mi presencia a la figura que


se avecina al otro lado de la habitación.

Se gira suavemente, como si no le sorprendiera mi presencia. Antes


que me mire, mi nariz capta algo familiar… es el más leve indicio de
colonia, creo. Pero antes que pueda ubicar su origen, mis ojos
aterrizan en un objetivo visual, como dos misiles buscadores de
calor.

Y ni siquiera pienso. Mi reacción es puro instinto: mi garganta se


seca, mi corazón bombea rápidamente, mis pensamientos se
marchitan en un fotomontaje.

Porque en lo que mis ojos se enfocan es en un tatuaje de color


vibrante en el cuello, un pozo de serpientes que se enroscan y se
arrastran por su cuello.
Tax
Alegría.

No hay muchas cosas en la vida que me traigan alegría. Pero la


mirada en el rostro de esa perra cuando me reconoce me hace sentir
muy feliz.

No tiene ni idea de lo que la golpeó.

—Encantado de conocerla, Srta. Mia Tibbett, —le digo. Mantengo


un tono desinteresado, pero estoy disfrutando de este maldito
momento.

—Yo… yo…

Es difícil no reírse. Su completa confusión, su incomodidad: Vivo


para esta mierda.

—¿El sentimiento no es mutuo? —pregunto.

—¡No! Por supuesto, —dice ella, mintiendo claramente. Podría


temer por su seguridad. ¿No se da cuenta la perra que si quisiera
matarla estaría muerta hace semanas?
Mia se pone pálida podría desmayarse. La estudio mientras sus
pensamientos corren, es patéticamente transparente. Puedo decir
que está tratando de averiguar si sé que ella sabe.

Perra, no me estoy escondiendo.

—Pero esta no es nuestra primera reunión, ¿verdad? —pregunto


con una sonrisa petulante.

Su rostro casi se derrite. Ya he terminado de jugar. Bueno, en


realidad no, pero ya he terminado de jugar con ella.

Empieza a respirar con dificultad, casi hiperventilando. Me


encanta.

—¿Quién… eres? —Se aleja lentamente como si pensara que tiene


la opción de irse.

—Soy el propietario de Draconi Corp. He comprado Alea. Me dijeron


que usted es esencial para el éxito de esta compañía, que sabe todo
lo que hay que saber.

—¿Dónde está Dewey?

—Oh, le dije que no lo necesitábamos esta mañana. No hay apoyo


para ti Mia. Diriges Alea ahora bajo mi autoridad, por supuesto. El
ya no tiene ninguna afiliación con Alea y sólo venía a ser un buen
juego. Prefiero que esta reunión entre nosotros sea privada.

Veo su garganta subir y bajar mientras traga. Casi siento lástima


por ella. Casi. No sabe a quién se enfrenta, pero pronto lo sabrá.

Una vez que sepa de qué se trata y lo acepte, no habrá lugar para
la compasión.
Joder, está increíble. Normalmente lleva vaqueros ajustados y
camisetas que le aprietan las tetas, pero hoy se ha vestido para mí:
un azul marino, falda lápiz que se alisa sobre su apretado trasero,
y una blusa de seda blanca ajustada con botones que cae
suavemente sobre la pendiente de sus pechos. Desearía que se
desabrochara un botón más de la parte superior para poder ver
mejor como su escote sube y baja con cada respiración nerviosa,
pero supongo que tendré que usar mi imaginación… o no.

Sus labios están cubiertos de un labial rojizo que imagino rodeando


mi polla, su cabello castaño oscuro está recogido en un moño
conservador, pero el mechón violeta me hace saber que tiene un
lado salvaje escondido bajo esa camisa abotonada. Aunque no
necesito un mechón violeta para saber que bajo ese exterior
reservado hay una sucia zorra.

—¿Quién eres?, —pregunta de nuevo.

—Me llamo Tax Draconi. Puedes llamarme Tax.

—¿Qué clase de nombre es Tax?

—Es el nombre de una persona que siempre cobra una deuda, —


digo, viendo cómo se le dificulta la respiración en respuesta a mis
palabras.

—Esto es inapropiado. —Esa es la maldita subestimación del


siglo—. Yo… no puedo trabajar contigo.

—Siéntate, —digo, sin interesarme por su opinión.

—No, —dice ella con firmeza.

Ella es luchadora, y casi me hace enojar pero mantendré la calma,


será divertido hacerla creer que tiene algo que decir en todo esto.
Entonces tomaré esa pizca de autonomía que cree tener y la
aplastaré. No puedo esperar a destruir la mirada de fiereza que tiene
en sus ojos ahora mismo. Voy a mear sobre su fuego.

—Si te preocupa tu seguridad, te aseguro que no tengo intención de


hacerte daño.

Finalmente, la emoción se desgarra por el shock y su tono se vuelve


indignante. —Entraste en mi casa… trajiste un cuchillo…

—Es lo que querías, ¿no? Me rogaste, —digo, recordando esa


noche. Yyyyy joder, aquí viene la sensación palpitante de mi polla
endureciéndose. Me siento para esconderla, pero también para
tranquilizarla, para darle la ilusión de control.

Ella se burla de mí como si quisiera cortarme la garganta, y sé que


es porque cada palabra de lo que acabo de decir es verdad. Gritaba
por favor cada vez que me metía en su coño, si no lo decía en voz
alta, paraba y volvía a suplicar. Los globos de su culo redondo y
apretado se movían cada vez que le metía la polla, sus tetas se
movían mientras yo bombeaba. Está hecha para follar.

—¿Por qué? ¿Por qué viniste a mi casa?

—Porque yo quería.

—¿Estás siquiera afiliado con esas personas?

—¿Ese sitio web? Dios no. ¿Follo como alguien que está fingiendo?

Se queda en silencio. Estoy rompiendo lentamente su voluntad y


despertando su curiosidad. Quiere respuestas, y sabe que soy la
única persona que puede dárselas.
—¿Estás… limpio? —pregunta, con las mejillas enrojecidas. Jaja,
¿ÉSA es la pregunta que la hace sonrojarse?

Hago un gesto con las manos hacia mi traje de seis mil dólares, un
corte de cabello fresco y un cuerpo elaborado a través de una dieta
y un régimen de gimnasio muy afinados. —Me quiero a mí mismo
más que a cualquier maldita cosa en este mundo. Cuido muy bien
mi cuerpo. No tienes nada de qué preocuparte, muñeca.

—¿Y cómo sabes que yo también lo estoy? —dice, con una mirada
desafiante. Oooh, esta perra no tiene ni idea de con quién se está
metiendo. ¿Y por qué demonios mi polla se ha estremecido?

Me levanto lentamente y me acerco a ella. Está de pie contra la


pared, ni siquiera se da cuenta que está acorralada. Mientras
camino, sus ojos se expanden con miedo, pero ella hincha su pecho
como una muestra de fuerza. Qué gracioso, viniendo de alguien que
no mide más de 1.70 y pesa unos 59 kilos, yo diría que una quinta
parte de eso son tetas y culo.

Me planto delante de ella y no digo nada por un segundo. Quiero


recordarle cuál es su posición en esta ecuación, quién es el dueño
de quién, quién tiene el poder.

—Porque lo sé todo sobre ti.


Capítulo 11
Mia
Fiona Apple — Limp

Está parado a pocos centímetros de mí y bien podría ser una


montaña. Todo en él es amenazador, pero no siento que esté aquí
para hacerme daño, al menos por ahora.

Mi mente está llena de ira, confusión, miedo… pero mi cuerpo se


calienta en su presencia, no puedo evitar recordar la conexión que
tuvimos y puedo ver justo debajo de su cinturón, que cualquiera
que sea la razón por la que ha decidido aparecer en mi vida, él
también lo siente.

¿Quién es este hombre y qué demonios quiere de mí?

Tal vez debería correr, pero mi cuerpo pesado por el shock se niega
a huir. ¿A dónde iría de todos modos? Si realmente es el dueño de
Alea, enfrentarse a él es inevitable. Eso es a menos que deje atrás
la carrera que construí en los últimos ocho años.
Me deslizo y me siento en una silla en la mesa de conferencias, saco
mi portátil y lo abro.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta.

—Estoy escribiendo mi carta de renuncia. —Me duele el pecho. Creo


que me he quedado adormecida porque básicamente estoy tirando
mi trabajo soñado por la ventana ahora mismo. Sé que más tarde
estaré llorando por la devastación.

—No, no lo harás, —dice, inclinándose sobre mí para cerrar con


calma el portátil. Como si no tuviera razón para comprometerse con
el más mínimo esfuerzo extra, como si creyera que no hay ninguna
posibilidad que me vaya.

Se inclina contra la mesa que está a mi lado, lo suficientemente


cerca como para que capte su olor masculino. Es el olor que todavía
huelo cuando sueño con él, el que me llena de lujuria y ahora
mismo, rabia y confusión.

—Mia, firmaste un contrato para quedarte en Alea por un año y con


eso, recibiste un hermoso bono…

—Te lo devolveré.

—No interrumpas.

Bastardo.

—Tienes una cláusula de no competencia en tu contrato también.


—Vuelve a la cabecera de la mesa y recoge una pequeña pila de
papeles. Parece una copia de mi contrato—. Pero nada de eso
importa, —dice, tirándolo a la papelera más cercana—. Porque si te
vas, nunca volverás a trabajar en esta ciudad, y si te vas de esta
ciudad me aseguraré que nunca consigas otro trabajo en otro lugar.
Confía en mí, hay maneras.

Mi pecho se aprieta, luchando contra las lágrimas. No le daré mis


lágrimas.

—¿Qué es lo que quieres?

—Un año. Quiero que cumplas tu obligación con Alea. ¿Quién sabe?
Puede que te guste.

—Entonces, ¿has venido aquí para burlarte de mí? ¿No te das


cuenta que si te hubieras mantenido alejado, me habrías tenido
aquí por lo menos un año? Si nunca hubieras mostrado tu cara
aquí, yo podría haberlo hecho. No me habría enterado pero ahora
no puedo… no puedo trabajar contigo.

—Mia, no quieres convertirme en un enemigo.

—¿Enemigo? ¿Por qué no quiero trabajar bajo un depredador?

—No finjamos que eras un corderito inocente, —frunce el ceño—.


Con gusto te tragaste mi polla.

Sus palabras me revuelven el estómago, el café que tomé esta


mañana amenazando con reaparecer.

—Vete a la mierda. No. No seré un rehén. Bien, arruíname, —digo.


Estoy muy asustada, pero no puedo. No puedo quedarme—.
Tendrás que encontrar a alguien más para dirigir Alea.

Abro mi portátil de nuevo para escribir mi carta, pero mis manos


están tan temblorosas que apenas puedo abrir el programa de
procesamiento de textos; miro hacia adelante con firmeza,
intentando exudar fuerza pero es el miedo lo que me impulsa. Como
un niño escondido bajo sus sábanas, espero que si no puedo ver al
monstruo, él no me vea a mí.

Sin decir una palabra, Tax saca su teléfono, toca la pantalla unas
cuantas veces y la habitación silenciosa se llena con mis súplicas:
¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! Aunque la oficina está vacía, siento
que todos en Alea pueden oírme rogando a un extraño que me folle.

Gruñendo. Quejándome. Abofeteando. Gimiendo.

—¿Te gustaría ver? —pregunta.

Miro al frente a la pantalla de mi portátil, rechinando los dientes,


hirviendo de ira pero por dentro me desmorono en la derrota. Nos
grabó.

Mi labio tiembla, usando todo su poderío para mantener mis


emociones contenidas. Mi cabeza, mi pecho se sienten como un
contenedor presurizado, listos para explotar.

—Me aseguré que mi cara no fuera visible, pero la tuya está en todas
las imágenes. Déjame aclarar esto: lo perderás todo. No me refiero
sólo profesionalmente, me aseguraré que todos sepan de tus
inclinaciones sobre cómo contratas a hombres para que te violen.
Este video estará en todas partes; tus búsquedas de porno en línea,
tu solicitud para ese sitio web. Lo tengo todo. Y me aseguraré que
te siga por el resto de tu vida y si alguna vez hay una pequeña
posibilidad que consigas un puesto similar en otro lugar, bueno,
nadie quiere contratar este tipo de equipaje. —Él desliza el teléfono
en mi línea de visión y yo giro la cabeza. No miraré. Se inclina,
apoyando una mano en el respaldo de mi silla, y bocanadas de su
aliento rozan mi oído mientras arroja el resto de su veneno—.
Estarás atendiendo mesas por el resto de tu vida y aun así, me
aseguraré que a dondequiera que vayas, la gente que trabaja
contigo lo sepa. Eres sexy Mia. Lo sabes. Los hombres ya te miran
y se imaginan metiendo sus pollas dentro de ti. ¿Te imaginas
trabajando en un puesto de mierda, una pesadilla ¿mientras tus
espeluznantes compañeros de trabajo se masturban contigo?
¿Mientras susurran a tus espaldas? Porque en eso se convertirá tu
vida Mia. Pasarás de ser ejecutiva, a masturbarte con el salario
mínimo para tu gordo jefe de mediana edad. Piensa en eso. Puedes
tener una vida de humillación y juicio… o puedes darle un año a
Alea.

—Le diré a la policía, —digo, alejando mi silla de él para ganar algo


de distancia.

—No hará ninguna diferencia, perra. Entiende que una vez que todo
esto salga a la luz, serás tú la que esté en juicio, ¿verdad? No
entiendes con quién estás jodiendo, llévame a la corte. Tus
abogados les darán a mis abogados trabajos de borde para el
mediodía.

Se me revuelve el estómago. La sangre caliente me atraviesa. Perra.


Esa palabra, en la agonía del calor sexual, en lo que pensé que era
un juego de roles, se siente tan diferente a lo que hace ahora. Ahora,
se cuaja con el odio. Aprieto mis puños, tan frustrada porque él
tiene completamente la ventaja. Hay demasiado que perder, no
puedo tomar una decisión precipitada. Destruirá mi vida si lo hago.

—Mia, usa tu cabeza. No tomes una decisión emocional, este es un


acuerdo de negocios eso es todo.

—¿Compraste Alea para llegar a mí? —pregunto, dándome cuenta


de lo ridículo que suena sólo después de pronunciar las palabras.
Pero me está quedando claro que esto es personal, no una gran
coincidencia. No sólo se tropezó con la compañía de la mujer que
atacó. No sé por qué, pero me he convertido en su objetivo.
Se ríe, de esa manera engreída y segura de sí misma y se inclina
hacia mí. —Te atrapé antes de comprar Alea.

Sus palabras arden en mi alma. Y aun así, el calor de su aliento


enciende algo de nuevo y me enfurece tanto conmigo misma.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunto, una lágrima finalmente gotea


de mi ojo, y estoy aún más enojada conmigo misma por perder la
calma. Algo me dice que esto es lo que quiere —¿Por qué me haces
esto?

Me mira con esos ojos color cacao, enmarcados por largas pestañas
negras y simplemente dice: —Porque me lo debes.

Mi cabeza se hincha de pensamientos, buscando mi vida, tratando


de encontrarle sentido a este hombre frente a mí. He vivido una
buena vida; crecí en un pequeño pueblo, fui buena con la gente, me
fui a Marquette y empecé aquí en Milwaukee. No cree problemas.
¿Cómo podría haber hecho algo para ganarme este predicamento?
Siempre he hecho lo correcto y la única vez que me arriesgo, la
única vez que hago algo malo, explota como una bomba nuclear.

—¿Te debo? ¿Qué demonios te debo? ¿Por qué iba a deberte algo?

Cruza los brazos y se queda mirando, sus ojos oscuros endurecidos


por la rabia ardiente de la forma en que la obsidiana se forja de la
lava. Lo que él piensa que le debo viene con mucha ira.

—Esto es un malentendido. Tengo un buen crédito, no he robado


nada, no le debo nada a nadie.

Casi se ríe. —¿Buen crédito? Esta no es esa clase de deuda. No hay


refugio, no puedes declararte en bancarrota. Este tipo de deuda te
sigue hasta la tumba.
—No lo entiendo. Por favor, sólo dímelo.

—Ya lo sabes.

—No lo sé. Por favor, tal vez si me lo dices, pueda explicarlo.

—Ya he terminado de discutir esto.

Dejo escapar un suspiro exasperado.

—¿Puedo pensar en esto al menos?

—Claro. Tienes treinta segundos antes que pulse enviar a este


vídeo. Realmente deberías verlo es una maldita obra maestra. Me
aseguraré que Dewey lo reciba primero si te niegas.

Miro alrededor de la habitación, como si hubiera alguna solución


oculta que me estoy perdiendo.

—25…

—¡Alto! Joder, joder, joder… —Digo, tratando de pensar, pero la


cuenta regresiva sólo hace que mis pensamientos sean más
confusos.

—18… soy tan serio como el maldito cáncer Mia. Yo no finjo.

En un último esfuerzo desesperado, trato de arrebatarle el teléfono,


pero lo saca de su alcance sin interrumpir la cuenta regresiva.

—Por favor… —Le ruego con lágrimas en los ojos. Mi ira no ha


ayudado, pero tal vez haya un lado misericordioso al que pueda
apelar.

—10…9…8…
Esto no puede estar pasando.

—4…3…

—¡Alto! ¡De acuerdo! ¡Está bien!

Al menos en este momento, he terminado de luchar. Estoy tan


cansada, cansada de mirar por encima del hombro, cansada de
preguntarme qué pasó esa noche. Ahora tengo mis respuestas, al
menos algunas de ellas. Tal vez pueda trabajar a sus órdenes, darle
un año en Alea y seguir adelante. ¿Qué es lo que realmente cambia?
Todavía amo a Alea, todavía le prometí a Dewey que mantendría
esta compañía funcionando. No entiendo por qué este hombre
siente la necesidad de chantajearme para hacer algo que ya he
aceptado. ¿Retendrá mi salario, como una forma de servidumbre
por contrato? Algo no tiene sentido. Sé lo que tendría sentido, pero
no puedo permitirme ni siquiera pensar en esa posibilidad. Si finjo
que no existe, entonces tal vez de alguna manera no exista.

—¿Así que quieres que trabaje aquí? ¿Durante un año? Bien. Pero
debes permanecer en silencio como prometiste. Las cosas están
bien aquí, puedo dirigir a Alea y hacerla aún más rentable que el
año pasado. —Lucho por disimular la completa pérdida de control
que siento—. ¿Cómo está esto pagando una deuda? ¿No vas a
pagarme por trabajar aquí? ¿Cómo puedo vivir?

—Bien, —dice, sonriendo y volviendo a la cabeza de la mesa. Me


siento mal por notar sus hermosos dientes blancos y la forma en
que su sonrisa resalta sus rasgos que se ven aún mejor a la luz del
día—. Y no te preocupes por tu salario. Mi palabra es mi
compromiso.

Tax mira su reloj y cierra la puerta de la sala de conferencias.


Entonces, click.

Oh, mierda.

Me pongo tensa en mi asiento, pero no digo nada. Esta vez lo


observo con una tensa anticipación. Tax se sienta a la cabeza de la
mesa de conferencias y empuja su silla.

En el fondo de mi mente, basado en nuestra primera interacción,


me preguntaba si esta “deuda” que debía se cobraría de otra manera
pero me pidió que le diera un año a Alea. Me pareció que sólo quería
que dirigiera su nueva empresa sin salir una vez que conociera su
identidad. Empiezo a pensar que era una ilusión.

—Así que, muéstrame tu línea de productos.

—¿Perdón?

—Como nuevo propietario de Alea, me gustaría escuchar a su mejor


empleada sobre su línea de productos. —Uf, vale, esto sigue siendo
un negocio.

Me aclaro la garganta. —Um, bien, claro. —La tensión todavía está


en el aire, pero al menos ahora puedo concentrarme en mi trabajo
y salir de esta habitación cuando terminemos. Por favor, deja que
esto sea un negocio.

Me empujo hasta mis pies temblorosos y camino sobre los estantes


de vidrio que orgullosamente muestran los coloridos y elegantes
juguetes sexuales.

Mi mano se agita mientras muestro un vibrador. —Bueno, esta es


Artemisa… —mi voz se me queda atrapada en la garganta—. Este
modelo es pequeño para que pueda ser discretamente escondido en
un bolso de noche.
Le echo un vistazo. Su erección es todavía fuerte, ya que sus ojos
se dirigen directamente a mí. El color azul marino de su traje
complementa perfectamente su bronceado. Su cabello oscuro es
brillante y grueso, afeitado de cerca en los lados y mucho más largo
en la parte superior. Nunca llegué a ver su cabello esa noche, ya
que estaba cubierto por su máscara, pero sólo aumenta su atractivo
físico. Con sólo mirar su débil barba me da un cosquilleo en la piel,
como lo recuerda mi sistema nervioso, que trata de recordarme lo
bien que se sintió. Y ese tatuaje del cuello, no sé por qué, pero me
hace algo. Es como, a pesar de lo bien que se viste, el tatuaje me
recuerda quién es realmente. Reconocer su atractivo hace que me
odie aún más. Mi lujuria inmoral me metió en este lío para empezar.

—Tráelo aquí; me gustaría verlo, —dice.

Mi corazón se acelera de nuevo, anticipando el cambio en la


proximidad física. Alzo el pecho y le llevo el pequeño vibrador
alargado plateado y rosa. Lo toma en su mano y lo gira,
estudiándolo.

—¿Te gusta usar esto?

—¿Perdón? —pregunto, como si esta cuestión está de alguna


manera más allá de los límites de nuestras interacciones hasta
ahora.

Sus ojos se estrechan. Tienen esta utilidad para ellos, como si


estuviera siempre en trance, siempre en un estado de pre-orgasmo.
Parecen sonreír diabólicamente. —Creo que me has entendido mal,
Mia. No quería que me explicaras cómo funciona la línea de
productos. Quiero que me lo muestres.

Un aliento persistente escapa de mis pulmones y me hunde el


pecho. Estoy hasta el cuello.
—No puedo, —digo.

—Lo harás —responde—. Te garantizo que no estoy fanfarroneando


y si te vas de esta sala de conferencias el video se publica. Eso es
todo. No podrás retractarte. Nunca.

Vergüenza pública o humillación privada: ¿cuál es el menor de los


dos males?

—No actúes como si no te gustara esta mierda, Mia. Sé que quieres


que alguien te ensucie. Yo te ensuciaré, joder. Ahora, muéstrame.

—Nunca tuve opción… —Me digo a mí misma, al darme cuenta de


repente que todo el debate hasta ahora era una ilusión. Fue como
entrar en una pesadilla, sólo que haciendo la disolución de mi
desafío mucho más satisfactoria. Me tuvo tan pronto como vi las
serpientes en su cuello. Mientras me mira con una mezcla de
satisfacción y avaricia, su dura polla me hace sentir codiciosa, mi
cuerpo me traiciona mientras mi coño se inunda de sensaciones.
Perra traidora.

—Todos tenemos una opción —dice—. Ya conoces tus opciones no


te detendré si te vas.

Pero sabe que me ha dado una falsa opción. Puedo tener mi carrera
aniquilada, mi reputación manchada para siempre, o puedo jugar
conmigo misma frente a un hombre con el que ya he tenido sexo.
Un hombre con el que he fantaseado desde que me tuvo por primera
vez.

En cierto modo, hay una pequeña parte de mí que está casi aliviada
de no tener una verdadera opción. Si no tengo elección, entonces
no es mi responsabilidad.
Cualquier cosa que pase entre él y yo es obra suya y yo soy una
víctima inocente.

Estoy tan disgustada con él, pero más aún conmigo misma. Porque
ahora mismo, odio a este hombre. Demonios, ni siquiera conozco a
este hombre y no puedo controlar sus acciones. Me conozco, puedo
controlarme. Pero tal vez ya ni siquiera me conozco a mí misma, tal
vez a su alrededor no puedo controlarme porque quiero sentirme
como me sentía hace dos semanas y media: Despierta, Viva. Como
un maldito volcán que estalla.

Otra lágrima gotea por mi mejilla. Probablemente piense que estoy


asustada o enfadada con él, pero soy yo. Me estoy traicionando a
mí misma porque él tiene razón. Todavía tengo una opción, todavía
puedo salir de aquí. Puede que no tenga mi carrera, o incluso mi
reputación, pero aún tendría mi dignidad.

Pero no me iré a ninguna parte.

—¿Y cómo puedo confiar en que no mostrarás el video de todos


modos?

—Cumplo todas mis promesas. Si digo que cumpliré, lo haré.


Mantener mi palabra es muy importante para mí.

Quiero reírme de su moral tan superior, pero tengo que creer que
hay un final a la vista para hacer esto. Creo que realmente cree en
su muy selectiva definición de honor. Estos códigos de honor no
son inauditos, es la razón por la que los ladrones y asesinos
desprecian a los soplones. Incluso hay honor entre los ladrones.

—Bien, —digo, mi voz ronca de emoción.

Sus ojos se entrecierran aún más, y mientras se frota la mano sobre


su bulto, su boca se curva en una sonrisa engreída.
Respiro con dificultad y me recuesto en la mesa justo delante de él.

—Súbete la falda, —me ordena. Su exigencia en realidad


proporciona un poco de alivio. No estoy en posición de auto
dirigirme.

Pongo a Artemisa en la mesa a mi lado, y me agacho para coger el


dobladillo de mi falda y luego la levanto.

Mantengo mis rodillas juntas, apenas exponiendo la tanga blanca


que cubre mi montículo.

Se inclina lentamente, poniendo sus fuertes manos sobre mis


temblorosos muslos. Hay una momentánea esperanza de consuelo
ya que su tacto es suave, pero entonces sus dedos se clavan en el
relleno de mi carne y abren mis temblorosas piernas.

Suavemente tira de mi tanga hacia un lado, rozando los labios de


mi coño mientras lo hace, siento una cálida oleada de humedad en
respuesta a su toque.

—Ya estás mojada, chica sucia, —dice, mordiéndose el labio inferior


regordete.

Se inclina hacia atrás en su asiento, asintiendo con la cabeza.

—Saca tus tetas.

Mis manos temblorosas se levantan y desabrochan la blusa, un


botón a la vez. Dejo que la tela sedosa se deslice de mis hombros,
luego me desabrocho el sostén de encaje y lo deslizo también.

Él lame sus labios llenos a la vista de mis pechos.


—Ahora muéstrame.

Agarro a Artemisa y la enciendo, el zumbido bajo es una agradable


distracción del sonido de mi propia respiración nerviosa. Sujetar el
dispositivo tembloroso obliga a mi propia mano a quedarse quieta.

—No te corras. Quiero que me muestres la línea de productos, no


sólo uno.

Asiento suavemente y pongo el borde de Artemisa contra mi pezón.


Las fuertes vibraciones hacen que sienta un cosquilleo, y no puedo
evitar perder la sensación.

Su boca permanece cerrada, pero un bajo gruñido se escapa de su


garganta. Se levanta y camina hacia el estante sacando unos
cuantos juguetes más de sus cajas.

—Muéstrame cómo usarías esto —dice, sacando nuestro vibrador


Athena el más vendido y encendiéndolo. Es largo y grueso, como un
pene de buen tamaño y tiene una extensión para la estimulación
del clítoris—. Espera, creo que puedo saber cómo funciona este, —
dice sarcásticamente. Tax lo presiona contra mis labios para que lo
chupe.

Yo aprieto los labios en desafío.

—Lame. —Me lo aplasta contra la boca—. No me cabrees, Mia, —


dice, palmeando agresivamente mi humedad—. Sé lo que te gusta.
No hay secretos para mí.

Sus palabras son aterradoras, pero extrañamente tranquilizadoras.


Ya conoce mi secreto más sucio. Él es mi secreto más sucio.

—Ahora chupa, pequeña zorra.


Abro mis labios a regañadientes, dejándole deslizar el vibrador en
mi boca y luego lo empuja de un lado a otro, obligándome a
engancharlo o a asfixiarme.

Luego Tax desliza unos dedos dentro de mí para prepararme para


su inserción. Me maldigo a mí misma por mojarme tanto, haciendo
que le sea tan fácil entrar en mí. Él curva sus dedos y una ola de
placer relajante consume mis entrañas. No puedo evitar apoyar mis
caderas en su mano mientras me frota el punto G. Gimoteo, y con
cada siguiente nivel de placer, me enfado más. Otra lágrima gotea
y luego otra.

Pero él es inmune a mis lágrimas. De hecho, puede que incluso le


gusten.

Toma el vibrador y lo desliza dentro de mí, masajeándolo


lentamente dentro de mí mientras la extensión zumba contra mi
clítoris. Levanto mis pies sobre la mesa para que mis piernas se
abran y echo la cabeza hacia atrás con placer mientras las lágrimas
corren por mis mejillas en auto desprecio.

Pero ni siquiera nuestros mejores juguetes coinciden con su talento


divino: esa polla; esa polla gruesa y dura que se curva justo en el
punto correcto. Lo deseo tanto en mí. Quiero que mi mundo explote
de nuevo.

Y sé lo que él quiere, sé lo que ese hijo de puta quiere. Quiere que


le suplique y con cada nuevo juguete que me pone en el cuerpo,
está desgastando mi voluntad.

Me mira con una mirada depredadora, con la ira mezclada con el


hambre y me lleva de vuelta a la noche en que entró en mi casa.
Cómo cada palabra maliciosa me llenó de deseo, cada agarre
doloroso provocó un calor en mi interior y ahora la ira reprimida
que siento hacia este hombre no tiene otro lugar donde ir que hacia
afuera, y la única salida es a través del éxtasis.

Lo alcanzo para acercarlo a mí, para darme una especie de ilusión


que esto es voluntario, pero él aparta mi mano y me mete los dedos
en el cabello, tirando de mí hacia delante para que mi frente se
encuentre con la suya mientras continúa masajeando el vibrador
dentro de mí. Su aliento cálido acaricia mis labios, pero sé que no
debo intentar besarle. Gimo cada vez más fuerte, pero lo quiero a él
no a un maldito juguete. Si voy a cambiar mi dignidad por sexo,
entonces será mejor que consiga algo de sexo de mierda.

—¿Quieres que deslice mi polla dentro de tu coño? —pregunta.

Sí, quiero. ¿Qué tan demente estoy?

Miro hacia otro lado, tratando de evitar su oscuro resplandor. Sus


dedos me agarran el cabello más fuerte, obligándome a mirarlo de
nuevo. Él saca el vibrador, deslizándolo por mi rendija. Burlándose,
tentándome.

—¿Quieres que te folle con mi polla?

Me muerdo el labio tan fuerte que casi me rasgo la piel. Las lágrimas
saladas me pican los labios.

—Tu coño está tan mojado, estás empapando tus bragas. Quieres
que te folle. Eres una buena chica y quieres que te haga mi puta.

Presiona el bulto de sus pantalones contra mi centro palpitante y


yo me quejo. Irónicamente, el único hombre que puede liberar toda
la frustración es el que la ha causado.

—Ahora dilo.
—No.

Serpentea su polla contra mi clítoris hinchado, causando un gemido


involuntario de mi garganta. En el interior me aprieto, mi coño
suplicándome que deje que me llene.

—Dilo, puta.

A través de las lágrimas, abandono mi moral. —Fóllame, —


murmuro.

Sus labios se curvan hacia arriba por un lado. Me odio a mí misma


por la facilidad con la que me ha derrotado.

—Tienes que pedírmelo mejor que eso.

No será feliz hasta que me humille completamente, hasta que no


me quede ni una pizca de dignidad. —Por favor, —me ahogo—. Por
favor, fóllame.

—Más. Dime cómo lo quieres.

—Te quiero dentro de mí. Por favor… no me hagas rogar de nuevo.


No puedo hacerlo; Has ganado.

Se desabrocha el cinturón y su mano se mete en los pantalones por


su hermosa polla, y esta vez no lleva guantes. Sus manos son
grandes, fuertes, masculinas y aun así bien cuidadas.

Presiona su pecho contra el mío. Sus labios rozan el lóbulo de mi


oreja. —Ruega, perra, —susurra—. Di mi maldito nombre.

Las lágrimas salen de mis ojos mientras me lamento de mi deseo


por este despreciable ser humano. —Tax, por favor fóllame.
—Más.

—Por favor, no.

—¿Qué quieres que haga?

Cada vez que me hace rogar, mi excitación se vuelve más aguda.


—Quiero que te deslices dentro de mí, entra en mí.

Estoy tan jodida de la cabeza.

Y finalmente, me golpea con las caderas y me vuelve a poner sobre


la mesa. Grito con abandono. Mis manos se meten en mi cabello
porque sé que se enfadará si intento tocarlo. Me muerde los pechos,
me jala los pezones entre los dientes mientras me folla, gruñendo
todo el tiempo, es casi como si se sintiera como yo, como si tuviera
que follarme a pesar de sí mismo.

Me agarra la carne del culo tan fuerte que gruñe de rabia, mientras
su polla me llena de la manera que sólo él puede.

Gimo su nombre mientras las lágrimas caen por mi cara. Mi centro


se estrecha alrededor de su polla. En este ángulo, la base de su eje
se frota contra mi clítoris, mientras su cabeza se frota contra mi
punto G, y las paredes de mi coño empiezan a palpitar, suplicando
ser liberadas.

Él tira de mi culo con fuerza. Se siente como si me fuera a partir en


dos, pero ese escozor de dolor sólo aumenta el rango de
sensaciones.

Me acerco a la liberación, mis gemidos lo hacen obvio. —Suplica o


me detendré. Ruega por mi semen —dice cruelmente—. Ruega por
mí, por mi nombre.
Estoy tan cerca, tan cerca de la explosión, que no tengo elección.
—Tax por favor, córrete dentro de mí. Córrete, —suplico, entre las
respiraciones.

Y como una sinfonía bien orquestada, cada parte dentro de mí que


amenazaba con estallar lo hace de una sola vez y yo grito en éxtasis
impuro. Perdiendo el control, trato de alcanzarlo, de apretarlo en
mis brazos, de transferir el calor que explota fuera de mí, pero él
me agarra las muñecas para detenerme. Su agarre en mis muñecas
dispara mi instinto de lucha, pero mis intentos de golpearlo son
inútiles ya que su agarre me hace impotente. Jadeo por aire
mientras todo mi coño palpita alrededor de su polla. Las lágrimas
gotean mientras lucho contra él y de nuevo, llego a una altura de
intensidad emocional y física que sé que no es posible sin los
sentimientos conflictivos que sólo él puede traer.

Si tenía alguna duda de cómo me hizo sentir este hombre la primera


noche, el encuentro que acaba de arruinar mi vida lo ha
confirmado.

Finalmente, me disuelvo contra la fuerza inamovible de su agarre.

Se retira de mí, agarra una caja de pañuelos de papel, se limpia, y


oh tan generosamente deja la caja a mi lado para cuidarme a mí
misma.

Aunque las lágrimas nublan mi visión, lo observo. La forma en que


el tatuaje del cuello casi desaparece debajo de su camisa nítida, la
forma en que su exquisito cabello luce ahora como si estuviera
recién follado. Quiero odiarlo, pero cada vez que lo miro mi cuerpo
se hincha de atracción y el odio se refleja en mí.

Su calidez sale de mí y llega a mi muslo. Otra vez está dentro de mí,


y bajo mi piel.
A la deriva en la corriente, tan lejos de lo que era hace semanas.

Se pone su chaqueta y se encoge de hombros unas cuantas veces


para enderezarse, crujiendo el cuello una vez a cada lado.

—Me informarás a la misma hora cada semana. Confío en que harás


un excelente trabajo con Alea, pero no dudes en ponerte en contacto
conmigo para cualquier cosa en la que pueda ayudarte.

Me burlo de él, de cómo puede ser tan indiferente a todo esto. Es


su forma de restregárselo y es mucho más exasperante que una
burla directa.

—Deberías limpiarte el rostro, tu rímel se está corriendo. —Se dirige


a la puerta—. Oh y los productos son excelentes. Deberías estar
orgullosa. —Hace un movimiento para irse y da un paso atrás otra
vez—. Oh, y deberías mudarte de ese motel. Vuelve a casa.
Capítulo 12
Tax
Garbage – Not Your Kind Of People

Doy un portazo en mi ático, me cabreé por haber cedido a ella otra


vez. Se suponía que me rogaría, se arrastraría y luego, cuando no
le quedara ni un gramo de orgullo, iba a dejarla anhelante e
insatisfecha.

Pero me derrumbé. La vi con las piernas abiertas, su jugoso coño


doliendo por mí, sus pezones color marrón, redondos y rellenos
rogando que chupara y tuve que estar dentro de ella. Tenía que
sentir su coño apretando mi polla mientras se corría.

Todavía estaba humillada, todavía lloraba mientras me la follaba,


no porque no lo quisiera, sino porque lo hizo.

El rápido chasquido de los tacones se me acerca por detrás. Puedo


decir por el ritmo que están trayendo el infierno. No ahora, no
jodidamente ahora.

—¿Compraste a Alea, joder? —Jude dice, agitando algunos papeles


en el aire.
—¿Cuántas veces te he dicho que no te metas en mis asuntos,
Jude?

—Estaba buscando un bolígrafo y esto estaba descuidadamente


colocado en tu escritorio.

Claaaro.

—Eso fue parte del plan todo el tiempo, no sé por qué estás tan
enojada por eso. —Sólo después de servirme un poco de whisky me
doy cuenta que son las siete de la mañana. Ah, mierda.

—También era parte del plan para matar a esa imbécil y ella sigue
aquí.

—Oh, Cristo Jude, nos he traído hasta aquí, ¿no? ¿Puedes darme
una pequeña licencia creativa? ¿Puedo saborear esta?

—Sólo espero que no te hayas metido en ese coño y hayas cambiado


de opinión. ¿Es por eso que no me muestras la grabación?

Tenía un par de cámaras instaladas con la intención de hacer una


película snuff5 para Jude. Saber que Mia estaba muerta no habría
sido suficiente, Jude quería experimentarlo. Por supuesto, el video
se convirtió espontáneamente en uno porno, y no había forma que
le mostrara esa mierda a mi hermana.

Estallo. —Jude, por el amor de Dios, cierra tu puta boca. No puedo


creer que te atrevas a hablar mierda después de todo lo que he
hecho por ti, ¡por nosotros! Esta es la más personal para mí, ¡ella
es la razón de todo!

5
Las películas snuff o vídeos snuff son videos, cortos de asesinatos, torturas, suicidios,
necrofilia, infanticidio, entre otros crímenes reales con la finalidad de distribuirlas
comercialmente para entretenimiento.
—¡Es personal para mí también! —Grita, llorando—. Los dos
tenemos cicatrices, ¿vale?

Mi hermana puede ser tan perra a veces, pero ha pasado por mucho
y a diferencia de mí, todas sus cicatrices están en el interior. Sabe
cómo encontrar el único punto de mi corazón, aunque sea pequeño,
que no se ha convertido completamente en una roca negra y
dentada. —Me siento excluida, eso es todo. Planeamos todo juntos
y cuando llegaste a casa no me dijiste ni una palabra, esa noche se
suponía que ibas a irrumpir en su casa y acabar con ella, no me
hablaste de lo que pasó. Todo lo que sé es que sigue viva, y ahora
has pasado a la segunda parte del plan sin completar la primera.

Tomo un sorbo de mi vaso, dejo que me queme la garganta y enfríe


mi sangre caliente. —Tomé una decisión ejecutiva. Ambas partes
están funcionando simultáneamente. —Pongo mi brazo alrededor
de los delgados hombros de mi hermana, sabiendo que a pesar del
aura de ira que la envuelve, ella sólo quiere ser amada—. Decidí que
matarla no era suficiente. Quiero destruirla lentamente, como ella
nos ha hecho a nosotros. Hemos vivido con las secuelas de su
crueldad durante tantos años, y su vida ha sido demasiado amable
con ella hasta ahora. Tiene que sufrir antes que su mundo se vuelva
negro. Confía en mí.

Jude suspira. —Lo hago, el Señor sabe que lo hago pero nos
estamos acercando demasiado. Si algo le pasa, ahora que has
comprado a Alea, ahora que tienes una conexión conocida con ella...

—¿Alguna vez he arruinado nuestros planes antes? Esto es lo que


hago. Así es como conseguí todo esto. Hago las cosas bien, hago
que la gente pague.

—Bien —dice apoyando su cabeza en el espacio entre mi pecho y


mi brazo—. Te amo Tax, mi compañero de vientre. —Nuestra
atención se desvía por el sonido de la apertura de la puerta
principal—. Es Rex, —dice.

Rex ha sido un elemento fijo en nuestras vidas durante años. Lo


conocimos cuando tenía sólo 13 años, después que nos fuimos de
casa. Era un vagabundo fugitivo que nos admiraba, nos seguía
como un cachorrito y desde entonces nunca se ha alejado de
nosotros. Como cualquier cachorro, ama a un miembro de la familia
más que al otro, y diría que está bastante obsesionado con Jude.
Ella le hizo estallar la cereza y desde entonces sólo ha tenido ojos
para ella. Por supuesto, es leal como un golden retriever y ha sido
el que ha vigilado a Mia durante años mientras yo me ocupaba de
otros asuntos.

Pero lo saqué de la misión de Mia hace un par de semanas, cuando


decidí que ahora era mi turno de intervenir. Si iba a hacer esto bien,
tenía que involucrarme en todos los aspectos de la misión. Tenía
que ser el único con los ojos puestos en ella.

—Cierra la puerta —le digo a Jude cuando sale a saludar a Rex—.


Dame un tiempo a solas, ¿vale? —Cuanto más nos acercamos al
final, Jude me respira más en la nuca. Prácticamente vive en mi
casa aunque tiene una propia. No le gusta estar sola. Nunca dice
eso, pero sus acciones lo dejan claro. Siempre hemos vivido juntos,
nunca hemos pasado mucho tiempo separados desde que nacimos.
En realidad, desde que compartimos el útero.

La puerta se cierra y dejo salir un suspiro exasperado, pasando los


dedos por el cabello y masajeando las sienes.

La cagué, pero voy a arreglar esto.

Llevo años observando a Mia desde la distancia. Jude y yo hemos


esperado pacientemente el momento adecuado para acabar con ella
pero teníamos otras personas a las que atender primero, y había
una buena cantidad de gente. Mia es la más importante, ella puso
todo en juego, ella es la razón que todo haya sucedido. Su traición
fue lo que más dolió. Así que queríamos dejarla para el final, para
terminar todo con la persona que empezó esto.

Esperé el momento perfecto. Claro, podría haber manipulado su


auto o envenenarla, pero quería que esto fuera personal. Quería que
su final fuera hecho a medida, hecho específicamente para Mia.
Además de trabajar en una fábrica de consoladores, parecía vivir
una existencia normal y perfectamente mansa. Monitoreamos sus
comunicaciones y su computadora, siempre tenía la basura usual:
trabajo, videos de gatitos, Facebook, twitter. Aunque veía algo de
porno interesante… me hizo ver algunos buenos videos. ¡Gracias
Mia!

Supongo que no debería haberme sorprendido del todo cuando Rex


entró en mi oficina, riéndose de algo que tenía que ver. Algún
formulario que llenó en un sitio web llamado Happy Kitty. El
nombre y el servicio no encajaban, sin embargo, estaba intrigado;
muy jodidamente intrigado.

Rex hizo lo que se le da tan bien, lo que le hemos entrenado para


hacer: investigar. Es un cliente habitual del bar de Tiff, su forma de
introducirse en la vida de Mia desde la distancia. En realidad
conoce a Tiff bastante bien, se la follo un par de veces en el almacén
de su bar pero Tiff no tiene ni idea de quién es Rex realmente o que
sabe que Mia existe.

De todas formas, conoce a una de las putas caras que anda por ahí,
y le sacó más información sobre lo que es Happy Kitty. Tengo que
admitir que me sorprendió gratamente descubrir que Mia tenía este
lado en ella. Por un lado, la hizo mucho más interesante; por otro
me recordó que no es inocente. Es una pervertida como el resto de
nosotros.
Así que me metí. Iba a aparecer en su casa, y ella iba a pensar que
yo era el tipo que contrató. No pensaría que estaba en peligro, pero
yo tenía algo para ella. Algo que sabía por el formulario que rellenó
y que realmente temía: un cuchillo de caza dentado de 9 pulgadas,
afilado a la perfección. Iba a arrojarla, hacerle creer que estaba en
manos de un gigoló retorcido y luego iba a sacar el cuchillo,
sostenerlo en su garganta y recordarle todo. Recordarle quién era
yo, lo que me hizo… lo que le pasó a mi hermana. Disfrutaría el
momento en que sus ojos pasaran de la lujuria al horror, saborearía
su confusión, bebería de su impotencia.

Y luego le clavaría el cuchillo en la garganta y la cortaría.

La segunda parte de este plan era comprar Alea y luego cerrarla. Sí,
sólo cerrar esa mierda. ¿Por qué? Porque sé que le encanta trabajar
allí. Era algo que ella ayudó a construir y yo quería eliminar
cualquier rastro de su legado, quería que fuera responsable del
dolor de la gente que le importaba como me hizo responsable del
sufrimiento de Jude. ¿Vengativo?

Puedes apostar tu maldito trasero a que lo soy.

Excepto que la he cagado.

Empezó con su patético baile de borracha. Lo admito, fue lindo. Me


dio gracia.

También fue el hecho que ella es aún más hermosa de lo que


recordaba. En las fotos podría distanciarme pero en persona, de
cerca, me pone la polla dura como una roca.

Cuando me apreté contra ella, sentí la flexibilidad de sus curvas y


su piel aterciopelada, me dolió la polla. Algo en su olor, y la forma
en que se arqueó hacia mí mientras la agarraba me hizo perder el
foco. Se derritió en mis brazos, se rindió ante mí. Me anhelaba.
Y luego me suplicó. Eso no era parte del plan, no iba a darle mi
polla pero en ese momento, teniendo un completo y total control
sobre ella, la forma en que me miró como si fuera la única persona
en el mundo que podía darle lo que necesitaba, me derrumbé.
Quería hacerla gritar mi nombre como la zorra que es. Quería estar
dentro de ella como ella lo pidió.

Y maldita sea, se sintió increíble. Su coño húmedo y apretado


alrededor de mi polla, su cuerpo temblaba cuando entré en ella.
Nunca me había corrido tan fuerte en mi vida y he tenido un
montón de sexo. Casi me quedo dormido en mi auto de camino a
casa porque su coño me chupó la fuerza vital.

La verdad es que no he dejado de pensar en ella desde la primera


noche que follamos, pero ahora sé que puedo tenerla por un tiempo
y seguir con mis planes. Me estoy adaptando como siempre lo he
hecho.

Cuando finalmente conseguí los recursos, tanto financieros como


físicos para transformar mi cuerpo, se convirtió en una obsesión.
Tal como mi padre afirmó, en mi adolescencia tardía, crecí unos
pocos centímetros más, mis brazos planos y mi pecho curvado con
los primeros signos de músculo, y mi cara lisa brotó con la barba.
Jude nunca floreció de la misma manera. Claro, se desarrolló, pero
se mantuvo pequeña. Sólo puedo asumir que se parece a la familia
de nuestra madre. Teníamos un par de fotos de ella, y Jude se
parecía mucho a ella. Ambos nos parecíamos. Nuestro padre tenía
rasgos más claros que parecían estar ensombrecidos por el cabello
negro y los ojos oscuros de mi madre. Pero yo tengo la complexión
de mi padre. Lo único bueno que hizo por mí fue transmitir esos
genes.

Esos cambios físicos desencadenaron una obsesión con la aptitud


física. Toda mi vida las chicas miraban a mí alrededor como si yo
no existiera. Demonios, la mayoría parecían repulsadas por mi alto
y demacrado cuerpo entonces, lo que parecía ser de la noche a la
mañana, las mujeres se lanzaban sobre mí. En cierto modo, esto
era algo bueno, había aprendido a no apegarme a la necesidad de
atención femenina ya que nunca la recibí. De hecho, ver lo diferente
que me trataban me hizo resentirme, ahora yo valía algo, ahora que
me veía bien, era una persona. Ahora me veían. Tan seguro que
tomé el coño que me arrojaron, pero nunca pudieron tenerme. Los
usé y me deshice de ellos. Mis ventajas físicas se convirtieron en
otra herramienta en mi arsenal. Podía hacer que las mujeres
hicieran lo que yo quería.

Soy un gran creyente en que el deporte se traduce en la vida. Los


deportes de combate, como el boxeo y el Thai tailandés, son mis
favoritos por esta misma razón. Aprendí en mis años de
entrenamiento que mientras la agresión era importante, el tiempo
era crítico. Muchos boxeadores se lanzaron a un combate que ya
estaba en marcha, desperdiciando toda su energía y esfuerzo. Un
oponente inteligente los veía agitarse y cansarse, observando
pacientemente sus debilidades y esperando el momento oportuno
para asestar un único y decisivo golpe. Aprendí a ser paciente, a
estar en pie, a adaptarme. Sí, era fuerte, más fuerte que casi todos
mis oponentes pero también era más inteligente que mis oponentes.
La habilidad de girar tanto física como mentalmente, cuando se
enfrentaba a un obstáculo era una estrategia mucho más efectiva
que parar sin pensar.

Giro. Eso es lo que fue este cambio de planes: Yo estaba girando.


Podía luchar contra mi deseo de follarme a Mia, o podía usarlo en
mi beneficio. Giro.

Así que, en el plan B: la chuparé hasta dejarla seca, le quitaré la


vida, la destrozaré hasta dejarla hueca y usada, y cuando piense
que las cosas no pueden ir peor, destruiré la compañía que ama y
la mataré.
Una presencia me agita en medio de la noche. No hay ruido, pero
siento que hay alguien en la casa. Jude. Ese sexto sentido que
tenemos el uno del otro es lo que llamamos instinto de mellizos.

Me siento, me froto los ojos y me pongo de pie, estirándome


mientras compruebo la hora de mi teléfono. Las 2:47 de la mañana.

—¡Jesús! —grito, cuando miro y veo la diminuta silueta de Jude en


el umbral de mi dormitorio.

—Pensé que sabías que estaba aquí.

—Obviamente lo sé, sólo estaba tratando de despertar. Si hubiera


pensado que eras un intruso, habría estado un poco menos
relajado. ¿No lo crees? y por la jodida mierda, ¿puedo ponerme algo
de ropa? —pregunto, acunando mis pelotas.

Siempre he sido un fanático de dormir como la naturaleza pretendía


y ella lo sabe, pero todo el concepto de los límites le es ajeno.

—Oh, como si no hubiera visto todo eso antes, —sonríe, agitando


su mano hacia mí con desdén.

Afortunadamente, está oscuro. Cojo el par de sudaderas más


cercanos y me los pongo.
—¿Estás teniendo una mala noche? —pregunto, todavía atontado.
Me siento de nuevo en la cama. Jude se sienta a mi lado y apoya su
cabeza en mi hombro.

—Sí, —confiesa, es entonces cuando noto la congestión en su


garganta. Es una noche muy mala. Ha estado llorando.

—¿Rex no estaba allí? —No intento empeñar a mi hermana con él,


pero él pasa la noche en su casa a veces y sabe de sus problemas
también.

—Estaba dormido. No quería despertarlo de todos modos. Y él no


es tú.

Sus palabras resuenan a lo largo de mi hombro.

Esta es Jude que la mayoría de la gente no ve. El lado que


secretamente siempre tiene miedo, aunque prefiere luchar hasta la
muerte que ser víctima de nuevo.

Jude ataca y gruñe como un zorro en una trampa, pero todo por un
miedo generalizado. No me malinterpreten, también hay ira, y el
miedo y la ira son un gran cóctel. Jude nunca permitirá que la
lastimen de nuevo. Pero es un trabajo agotador, siempre gruñendo
y mostrando los dientes. Ocasionalmente, tienes que darle un
descanso. Rex puede ser eso para ella a veces, una persona con la
que puede descansar, pero Rex no siempre estuvo ahí. Yo siempre
he estado ahí. Conocí a Jude cuando era inocente. Soy la única
persona en la que confía para exponer su vientre sin miedo a ser
abierta.

—Eso es algo bueno, —digo. Rex es un tipo sólido. Sé que no puede


amarlo como una persona normal, pero no hay nadie más en quien
confiaría a mi hermana.
—Puede ser, —dice ella. Se sienta en silencio por un rato, pasando
sus dedos por los míos. No me gusta el afecto físico, pero dejo que
Jude lo robe y a veces lo uso en ella como una forma de mantener
su nivel. No hace nada por mí. Después que sus delicados dedos
hacen un hogar en mi gruesa mano, ella suspira—: Tuve el sueño
de tener un bebé y que me lo quitaban.

Hay algunos sueños recurrentes que ha tenido durante los últimos


catorce años. Este es el más raro y el más doloroso.

Una mala noche para Jude puede ser un número de cosas. Lo que
nos pasó a nosotros ocurrió en la oscuridad. Creo que es por eso
que siempre son las noches para Jude, solían ser frecuentes casi
todas las noches se despertaba de un ataque de pánico. Una vez
cada pocos meses o así, tenía un terror nocturno vívido, como el
que tuvo esta noche. Hemos vivido en muchos lugares, incluso en
la calle, y la tradición era que se arrastraba hasta la cama (lo que
fuera en ese momento) conmigo y llorara o hablara, lo que fuera que
la distrajera de las cosas, y se volviera a dormir. Cuando Rex creció,
eventualmente algo de esa carga se me quitó de los hombros y ella
hablaba y se arrastraba a la cama con él. Pero los episodios
realmente malos, esos siempre vinieron a mí.

Ahora que es una mujer, las noches son raras. Como Rex suele
estar cerca, no estoy al tanto de los ataques de pánico cuando
todavía ocurren a veces olvido que aún los tiene, incluso me engaña
con su muestra de dureza pero cuando es una pesadilla, se
presenta en mi casa, quieta y débil, esperando que la vuelva a
armar.

—¿Rex no se despertó? —Sé por experiencia personal que suele


despertarse rasguñando y llorando por el bebé.

—Sabes que duerme como un cadáver y tomamos unos tragos antes


de ir a la cama. Bueno, yo tomé uno, él tomó como siete.
Me río en silencio sobre Rex.

—Casi ha terminado, —le digo, al mismo tiempo que me recuerdo a


mí mismo el voto que hice.

—Nunca se termina, —suspira Jude. Su voz es áspera de


cansancio.

Ella tiene razón. Algunas cosas que fueron tomadas nunca pueden
ser reclamadas.

Inhala profundamente encogiéndose de hombros, y luego las deja


caer con una exhalación prolongada. —Tu olor… siempre me hace
sentir segura. ¿Alguna vez te lo he dicho?

—No lo creo, —digo evasivamente. No hay nadie en el mundo con


quien me sienta más cómodo, pero incluso ella a veces se acerca
demasiado. A veces no quiero la presión de ser su héroe.

—No me refiero a tu colonia o jabón, es el olor que dejas en las


cosas, como las almohadas o la ropa creo que es porque siempre
hemos sido un equipo y en casa, cuando papá se comportaba como
un idiota, sabía que siempre te tenía de mi lado. El olor de papá
siempre me ponía ansiosa. El tuyo me hacía sentir segura.

—Gracias, supongo.

—No dejes que se te suba a la cabeza.

—Nunca dejarías que eso ocurriera, —digo—. Déjame prepararte un


trago.

Me levanto y ella me sigue a la cocina. Hago un licor caliente y un


brebaje de leche, seguro que la dejará inconsciente.
—Siento haberte hablado tan bruscamente antes, —me dice,
quitando el vapor de la orilla de la taza.

Asiento con la cabeza.

—Es que… estamos tan cerca. Ya casi llegamos… y Mia… es muy


importante para mí porque te hizo daño y tú eres la persona más
importante en mi mundo. Hay algo en ella y en lo que hizo que es
lo peor para mí.

—Confía en mí, Jude. Estoy terminando esto y tienes razón. Todos


los demás, lo hice por ti. Ahora esta es por mí. Así que tienes que
dejarme hacerlo de la manera que quiero. Ella es mía.

Ella asiente con la cabeza, melancólicamente.

Jude bebe a sorbos su bebida mientras yo camino hacia las


ventanas del piso al techo que abrazan vistas del centro de
Milwaukee y el lago Michigan. Las aguas negras parecen extenderse
infinitamente y me pregunto cómo podemos decirnos a nosotros
mismos que Mia es el fin y al mismo tiempo reconocer que nunca
se termina.

—Ha pasado un tiempo desde tu última mala noche, —mi voz se


abre paso a través del extremo silencio de la hora oscura.

—Y tú, todavía tienes una puntuación perfecta, —dice, aludiendo al


hecho que no sufro la misma aflicción. A veces desearía tenerla.
Jude se llevó la peor parte de todo, aunque en realidad se trataba
de mí para empezar.

—¿Cuánto alcohol pusiste en esto? Me siento muy mareada.


—Ese es el secreto de mi receta, no puedes saborear el alcohol. Esta
ha sido la clave para callarte y conseguirme una buena noche de
sueño desde hace años.

—Imbécil. Bueno, creo que pusiste un sedante aquí o algo así


porque de repente estoy a punto de morir. Hora de acostarse. —Se
pone de pie, dejando la taza sucia en el mostrador (sabe que esa
mierda me pone nervioso) y marchando hacia mi dormitorio. —
Fiesta de pijamas, —dice, tirando de mí por la muñeca hacia el
dormitorio.

—Jodidamente genial. Tengo que dormir al lado de alguien que de


alguna manera desafía las leyes de la física ocupando más espacio
con 1.50 metros y 45 kilos que yo con 1.95 metros y 106 kilos.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta, mientras organizo unas


almohadas.

—Estoy asignando tu espacio y también bloqueando que me agites


tus extremidades huesudas toda la maldita noche.

Jude me enseña el dedo de en medio y se desliza bajo las sábanas


de su lado de la cama. Me tumbo de espaldas y cruzo las manos
detrás de la cabeza. En menos de un minuto, está roncando, su
pequeño ronquido de borracha enana y sé que no tengo ninguna
posibilidad de dormir.

Me siento y miro a mi melliza. La feroz leona no es más que un


cachorro roncador envuelto en un improvisado fuerte de almohadas
y por primera vez en todos estos años, me permito resentir la
responsabilidad que ella me ha impuesto. No por la venganza, con
gusto tomo mi espada y mi escudo para eso, sino como su salvador
personal.
No soy su maldito héroe, no puedo mejorarlo todo, no puedo estar
siempre cerca para mantener las pesadillas a raya.
Capítulo 13
14 Años Antes
Radiohead – Creep

La campana suena y los murmullos de la charla se apagan cuando


todos toman asiento.

—Muy bien, muy bien niños. Saquen sus libros de texto y ábranlos
en el capítulo doce —dice el Sr. Carthy mientras escribe la palabra
"Electricidad" en la pizarra.

—Así que hemos estado estudiando esta asombrosa hazaña de la


naturaleza durante las últimas dos semanas, y esto será lo que
cubriremos para su proyecto final de este semestre. Será un
proyecto en colaboración.

Veo a un par de personas sonreír y decir que sí, emocionados por


usar esta tarea como tiempo para pasar el rato con sus amigos pero
yo, odio esta mierda. Estoy solo. Siempre estoy solo. Tengo a mi
hermana, pero no está en esta clase ni en ninguna de mis clases.
No se toma sus estudios tan en serio.

—Dicho esto, NO se unirán a sus compañeros habituales. Tienen


que elegir a alguien con quien nunca hayan trabajado en esta clase.
Esto no es una excusa para charlar con tu mejor amigo durante la
clase. Lo digo en serio.
Un colectivo AWWWWWWW de decepción se levanta en la clase.

Las instrucciones del Sr. Carthy zumbaban en el fondo mientras


mis ojos se dirigían a ella, su cabello castaño, su piel bronceada,
sus labios carnosos. Es la visión de la perfección y para colmo, es
inteligente. Pero puede tener a quien quiera, nunca saldría con un
pobre, flaco, pedazo de mierda como yo. De hecho, sale con el chico
más rico de nuestra pequeña ciudad de mierda. Su padre es dueño
de un montón de fábricas en todo el país, incluyendo la única
fábrica que tenemos en la ciudad. Casi todo el mundo por aquí es
empleado por su padre, excepto un puñado de pequeños
empresarios. Claro estamos en América, pero en esta ciudad, los
Pettits son de la realeza y si el padre de Tripp es el rey, eso hace que
Tripp sea el príncipe de Clint, Iowa. El resto de nosotros somos unos
malditos siervos.

El roce de las sillas deslizándose y el movimiento colectivo me saca


del aturdimiento, cuando me doy cuenta que la gente busca a la
última persona en la tierra con la que querrían asociarse. La gente
zigzaguea a mí alrededor mientras me quedo en mi asiento en el
fondo, me asociaré con el otro paria que queda. No tiene sentido
intentarlo.

Entonces siento sus ojos sobre mí y mi corazón se acelera. No, debo


estar imaginando esto. Ella traga, sonríe y se dirige hacia mí.

—Hola, ¿Tienes un compañero? —Su voz es tan dulce como la miel.


Lleva una camiseta azul ajustada y una minifalda de jeans que
muestra su perfecto y delgado cuerpo, su cabello cae sobre un
hombro, llegando justo encima de su pecho. Su pezón está firme.
Gracias a Dios por el aire acondicionado.

—Yo, uh... todavía no... —Digo, corrigiendo mi postura desplomada.

—¿Quieres? —dice, moviendo el dedo entre los dos.


—Eh, claro... sí, claro, —digo. Esto no puede estar sucediendo, joder.
¿Por qué me lo pediría?

—Sil, ¿Verdad? —dice, dejando su bolso en la mesa a mi lado. ¿Sabe


mi nombre?

—Sí, Sil.

—Soy Mia, —sonríe. Como si yo y todos los demás chicos de esta


escuela no recitaran su nombre mientras se masturban.

—Sí, sé tu nombre.

—Oh, —se ríe un poco y su sonrisa es sólo... joder.

La sala zumba con actividad cuando los compañeros empiezan a


trabajar en su proyecto.

—¿Sil es diminutivo de algo? —pregunta, mientras acomoda sus


libros sobre la mesa.

—Silvio. —Odio mi nombre. Me recuerda lo diferente que soy, que


no pertenezco.

—¿Qué clase de nombre es ese? —pregunta, sin juzgar.

—Rumano, creo. Mi madre es de allí.

—Oooh, genial. ¿Alguna vez has estado allí?

—No, está muerta. Murió al darnos a luz a mí y a mi hermana


melliza.
La cara de Mia se hunde. Tengo problemas para soltar cosas que
hacen que la gente se sienta incómoda, no lo suavizo. Supongo que
es porque nadie ha suavizado nada para mí así que me quedo solo
la mayor parte del tiempo y les ahorro a todos la incomodidad.

—Lo siento por eso... —dice. Nunca esperé que fuera tan... amable.
La había mirado fijamente semestre tras semestre desde la escuela
secundaria. La miraba como un cuadro desde la distancia pero
siempre supuse que era el equivalente femenino de los tipos
grandes que me golpeaban en los casilleros y me hacían tropezar en
los pasillos.

Me encogí de hombros. Nunca conocí a mi mamá, así que como sea.


Escuché que era muy agradable, que mi padre era una persona
diferente antes que ella muriera. Nos culpa a mí y a Jude de haberla
matado.

—Así que no tengo nada después de la escuela hoy, ¿Y tú?, —


pregunta.

—No... —Digo. Normalmente me reúno con Jude y vamos a la


biblioteca a hacer los deberes, al parque, cualquier cosa para estar
lejos de casa el mayor tiempo posible.

—Bueno, puedes venir y trabajar en el proyecto conmigo, si quieres.


Podríamos adelantar. Esta cosa es complicada.

¡Mierda! Mia Tibbett me invita a su casa. Si hay un dios, ¡gracias!

—Bien, sólo necesito decirle a mi hermana que iré contigo.

—Bien, —se encoge de hombros y sonríe.


Sé que no tengo una oportunidad en el infierno, pero sólo por hablar
con ella, por estar cerca de esta manera, hace que mi horrible vida
se sienta un poco menos mierda.
Capítulo 14
Mia
Me siento en el estacionamiento del edificio de oficinas con el
estómago revuelto, nadando en anticipación por mi segunda
reunión semanal con Tax Draconi. Esta última semana ha sido un
infierno sobre ruedas. Cuando me dejó en la sala de conferencias
con una mirada de satisfacción en su cara, cerré la puerta tras él y
me deslicé hasta el suelo y lloré.

Lloré tanto que me dolió. Lloré. Dejé salir todo el miedo, la


confusión, el aislamiento, la ira.

¿Quién es este hombre y qué quiere de mí?

Me rompí el cerebro por el nombre de Draconi pero no me sonaba,


honestamente creo que podría haberme confundido con otra
persona. Simplemente no lo entiendo. ¿Quizás está delirando y ha
inventado algún tipo de historia compartida que nunca ocurrió? Mi
investigación de una semana ha resultado en nada. Su negocio
parece totalmente legítimo y no puedo encontrar ni una pizca de
información sobre su vida personal. Pensé en contratar a un
investigador privado, pero luego me di cuenta que de alguna
manera llegaría a las cosas desagradables que intento mantener en
secreto y no me importa cuán profesional sea el investigador
privado, no quiero que sepa que contraté a alguien para "violarme".

Estoy tan jodida. Me tiene agarrada por las pelotas figurativas y no


sé qué hacer aparte de sonreír y aguantar hasta que se me ocurra
algo.

He deliberado ir a la policía, pero ¿Qué puedo decirles? No hay


señales que hayan forzado la entrada a mi casa. Solicité un ataque
contra mí MISMA. Le rogué que tuviera sexo conmigo dos veces...
Pensarían que estoy loca.

Y eso me lleva a la otra cosa que me está asustando. ¿Qué demonios


estoy haciendo?

¿Por qué lo odio, le temo, pero cuando me toca lo único que quiero
hacer es devolverle el toque?

¿Que mi cuerpo explota de pasión cuando me hace rogar por él,


cuando me muerde, me tira del cabello y me degrada a propósito?

Nunca fui abusada o maltratada. No tengo excusa. Sólo que siempre


he deseado ese estímulo extra sexualmente. Y como que disfruté el
hecho que tenía mi mierda junta en cuanto a un buen trabajo,
buenos amigos y estabilidad, mientras tenía un lado secreto "raro".
Pero ese lado sucio nunca llegó tan lejos como mi imaginación había
deseado. Algunos chicos con los que salí incursionaron en eso
conmigo, pero eso es todo lo que siempre fue, incursionar. Esto es
real, espantosamente real. Es como si una fuerza kármica me
castigara por mis deseos enfermizos.

En el poco tiempo que ha pasado desde nuestro primer encuentro,


ya ni siquiera sé quién soy. Me hace convertirme en otra persona o
peor aún, saca a relucir quién soy realmente.
Después de dejar fluir las lágrimas, limpiar sus restos entre mis
muslos y después de cuestionar mi cordura, me levanté y me limpié
los ojos. Tenía un trabajo que hacer. Había jodido todo lo demás,
pero no iba a hacerlo con Alea. Me habían confiado una compañía
que estaba dirigida brillantemente y que daba trabajo a veinte
personas buenas y trabajadoras.

No merecían sufrir por mi mierda personal.

Y eso es lo que he hecho toda la semana, enterrarme en mi trabajo,


pasar el menor tiempo posible sola. Cualquier cosa para mantener
mi mente alejada del inevitable reencuentro con Tax.

También me hice una declaración a mí misma. Estaba claro que


Tax estaba consiguiendo un avance por tener la ventaja, el elemento
sorpresa. Creo que se divirtió con mi confusión pero si no le daba
eso, no podía ganar. Si quisiera matarme ya estaría muerta. Quiere
quitarme algo más.

Así que no me encogeré de miedo, lo encontraré de frente. No me


queda mucho cuando se trata de él, se lo ha llevado todo pero no
podrá disfrutar de mi incertidumbre.

Camino con la frente en alto hacia la sala de conferencias, donde


me está esperando, como la última vez. Le envié por correo
electrónico algunos informes, y me sorprende encontrarlo
escaneando copias mientras entro, pero estoy bastante segura que
no es por eso que está aquí.

—Buenos días, Mia —dice con fingida alegría.

—Buenos días, Tax —le digo, poniendo mi maletín con la portátil


sobre la mesa. Se ve muy bien, con el tatuaje asomado en su cuello,
en un traje gris bien confeccionado. Parece que tiene un corte de
cabello reciente, pero la pulcritud de su cabello contrasta con la
barba de su mandíbula masculina. Antes que pueda decir algo más,
me acerco a la puerta, la cierro y le echo el seguro.

Siento sus ojos sobre mí. Creo que lo he despistado un poco.

—Entonces, ¿Vamos a trabajar o vas a follarme? —pregunto


desafiantemente.

Tax se levanta apresuradamente de su silla y admito que un rayo


de miedo me golpea el pecho. Es tan alto y oscuro. No sólo sus
rasgos, sino su aura. El tatuaje de su cuello se desliza con el
movimiento de sus músculos al tragar. El tendón a lo largo de su
mandíbula serpentea mientras rechinan los dientes.

—¿Intentas ser descarada, Mia? —Dice, parado a pocos centímetros


de mí, mirándome como un bicho que podría aplastar en cualquier
momento—. Porque te prometo que te arrepentirás, maldición. —El
calor de su cuerpo cubre el mío y lo envuelve en un abrazo
sofocante.

—¿No es esto lo que quieres? —Digo, tratando de no ceder al miedo,


pero mi voz tambalea.

—Te diré lo que no quiero, —dice, la fragancia de su piel y el olor a


vainilla almizclada de su colonia inundando mi nariz, violando mi
deseo—. No quiero lidiar con tu repentina muestra de confianza a
las cinco de la puta mañana. —Me presiona con su pecho contra la
puerta cerrada—. Te follo cuando quiero, como quiero. Te poseo.
Punto. No finjas que tienes algo que decir en esto. No te convenzas
que puedes jugar juegos mentales conmigo, porque perderás. Cada.
Maldita. Vez.

Su aliento me hace cosquillas en la nariz, su pecho se presiona


contra el mío con cada tirón enojado y como la maldita enferma que
soy, me preocupa por un momento que no me folle, sólo para probar
un punto.

Lo miro fijamente a través de mis ojos húmedos, tratando


desesperadamente de no dejar que lleguen a su punto de
saturación.

—¿Por qué intentas torturarme? —pregunto.

—Porque me debes, —dice. La misma maldita respuesta que me dio


la semana pasada.

—¿Qué? ¿Qué te debo?

—Tu dolor. —Sus ojos marrones, que a veces pueden ser


engañosamente cálidos, se vuelven escalofriantemente oscuros.

—¿Hay algo más que la crueldad ahí dentro? —pregunto.

Sonríe. —No me conoces, Mia, —dice, rotundamente—. No te


convenzas ni por un segundo, que lo que hacemos significa que
sabes algo de mí.

Tiene que recordarme en cada momento que no valgo nada para él,
un pedazo de carne que puede follar y dejar sin decir una sola
palabra amable.

—Soy una buena persona. Sé que piensas que por el servicio que
contacte, no lo soy. Que soy una puta inmoral. Tal vez por eso me
estás castigando pero soy una buena persona.

—Quítate la ropa, pero déjate los tacones, —ordena.

Es cierto que me vestí para la ocasión otra vez. Nunca dije que no
estuviera jodida.
No me muevo. A pesar de mi atracción por él, no quiero darle la
gratificación instantánea. Quiero desafiarlo y aún así, hay una gran
posibilidad que prefiera mi desafío a mi sumisión. Tal vez mi
resistencia es la fuente de su mayor placer.

—Puedes quitártela o puedo arrancártela, —dice—. Mejor aún,


puedo irme y enviar el video; Tú decides.

Tiemblo de frustración, sin dejar que mi mirada enojada lo


abandone mientras hago un movimiento vacilante para
desabrochar mi blusa.

—No tienes que hacértelo tan jodidamente difícil, ¿Sabes? —dice


con una sonrisa. No está tratando de consolarme; se está burlando
de lo inevitable de mi sumisión.

Tax no me da espacio para desnudarme. En su lugar, se queda


cerca flotando sobre mí, con un brazo presionado contra la puerta
detrás de mí, rozando mi cuerpo con el suyo mientras me desvisto.
Poco a poco, me quito la blusa como alguien que se desnuda en el
encierro, tratando de no invadir el espacio de Tax, aunque sea él
quien invada el mío.

Finalmente, me quedo desnuda con la espalda contra la puerta fría,


sólo con un par de zapatos negros. El aire frío de la habitación me
acaricia la piel, haciéndome sentir expuesta y sola. Irónicamente,
Tax es el único calor y mi cuerpo lo anhela.

—Tócate —dice, justo cuando agarra mis dedos y los desliza entre
sus labios carnosos. Es extrañamente suave y es casi más cruel que
cuando es rudo, porque está jugando con mi cabeza.

Deslizo mis dedos húmedos sobre mi clítoris y hago círculos suaves,


cerrando los ojos e inclinando la cabeza hacia atrás.
—No, no cierres los ojos. Mírame, —dice. Pero no quiero, no quiero
que me recuerden lo que estoy haciendo, cómo estoy entregando mi
cuerpo a una persona tan desalmada. Estoy tratando de dejar que
mi mente vaya a otro lugar y él no me deja—. Hazlo.

Abro mis ojos y los suyos están ahí mirándome, desafiándome,


abrumándome. Son de un tono marrón chocolate, los lirios están
anillados con un marrón más oscuro que los hace resaltar,
enmarcados por largas y oscuras pestañas. Su mirada, es como si
quisiera arruinarme con sólo mirarme, pero cuanto más miro más
me doy cuenta que hay algo más. Es el dolor. Tal vez incluso la
vulnerabilidad. Está ahí, sólo tengo que alcanzarlo. Si puedo
acceder a esa parte de él, tal vez pueda salir de esta situación.

Me toco mientras miro sus ojos, mordiéndome el labio, girando mis


caderas contra mi mano. Mis nervios corren con ansiedad. Mirar a
los ojos de alguien mientras me toco debería ser íntimo, seguro,
pero esto es una invasión. Es otra forma de derribarme. Quiero
terminar el contacto visual, quiero cerrar los ojos y fundirme con él.
Quiero saber que me quiere de vuelta y que esto no es sólo un acto
para que pueda torturarme. Conseguir que Tax me quiera más allá
de esto puede ser la clave para recuperar algo de poder. La rebelión
obstinada sólo alimenta su crueldad.

—¿En qué estás pensando? —pregunta.

Digo mi respuesta honesta. —Que quiero cerrar los ojos; Que quiero
besarte.

No dice que no, no se inmuta pero sus ojos, los ojos que he
aprendido tan rápidamente a estudiar, se vuelven un poco más
suaves. Puede que incluso haya un poco de sorpresa en ellos. Sigo
tratando de alcanzarlo. Hago mi movimiento. He querido besar esos
labios carnosos desde que entró en mi casa. Necesito sentir que me
quiere de vuelta y tal vez si consigo que baje la guardia, sólo un
poco, pueda recuperar mi vida.

Muerdo su labio inferior, jalándolo suavemente. Lo hago de nuevo.


No me detiene y entonces me entrego, besándolo apasionadamente
mientras juego conmigo misma, sintiendo su dureza presionando el
dorso de mi mano. No me devuelve el beso, sus labios permanecen
muertos como su alma.

Entonces por un segundo, tal vez una fracción de segundo lanza su


cara hacia adelante y me chupa el labio. El saborear su beso hace
que un escalofrió recorra todo mi cuerpo. Su tierna suavidad
contrasta con todo lo demás de él.

Hay un momento de esperanza, de conexión. Pero es sólo un


momento y los momentos son fugaces.

Levanto los brazos para intentar desabrochar su camisa, pero me


toma de las muñecas.

—Rodillas.

Eso es todo lo que dice, como alguien que manda a su mascota.


Dudo, aturdida por el casi beso.

Me agarra el cabello con fuerza y me empuja al suelo. Jadeo con


miedo ante el repentino cambio de su comportamiento, que hasta
ese momento había sido sólo un poco menos que salvaje.

Caigo de rodillas con un doloroso golpe. Sin soltar su apretado


agarre de mi cabello, me dice —Saca mi polla, zorra.

Le desabrocho el pantalón mientras respiro con temblor y la saco.


Una ola de calor me atraviesa el vientre cuando pienso en él dentro
de mí.

—Chúpalo como si fuera real. Chúpala como una puta que contrata
hombres para violarla. —Su comentario me duele en el corazón,
más que cualquier otro insulto que haya dicho.

Pero el dolor se apaga rápidamente, y hay una parte de mí que


quiere debilitarlo con mi boca. Es el único poder que tengo.

Acumulo saliva en mi boca, derramándola en su punta mientras


empujo mis labios sobre su polla, cubriéndola con mi saliva. Su
agarre en mi cabello se aprieta, sus caderas se mueven hacia
adelante y hacia atrás, lo tomo con una mano y la deslizo sobre sus
bolas mientras la otra mano resbaladiza se mueve sobre su polla de
acuerdo con mi boca.

Los gemidos de su garganta escapan por sus labios pero por una
vez, no tiene nada cruel que decir. Tal vez encontré su talón de
Aquiles. Lo miro mientras separo mi boca de su polla, y ligeramente
giro la punta de mi lengua en la ranura de su cabeza. Sus ojos me
devuelven una mirada entrecerrada, llena de lujuria y placer.

Vuelvo a girar mi resbaladiza mano por su polla, chupando con mis


labios, y presionando sus bolas mientras le doy un masaje. Él crece
aún más en mi boca. Escucho que me dice que me detenga, que me
ponga de pie y me lleve con él al éxtasis.

Pero en vez de eso me dice, —No muerdas, o habrá un infierno, —


en un bajo gruñido.

Antes que pueda entender lo que dice, me aprieta la nariz y se mete


en mi garganta. Toso a su alrededor, me ahogo en su longitud,
entrando en pánico mientras intento jadear por aire. Mis manos se
agarran a sus pantalones, luchando instintivamente, como un
ahogado agitándose en el océano.

Y luego se mueve en mi boca, dentro y fuera, una y otra vez,


implacablemente y me relajo lo suficiente como para dejar que no
me ahogue. Me suelta la nariz el tiempo suficiente para que pueda
respirar, y luego la aprieta de nuevo, golpeando mi boca. Sus ojos
oscuros me miran mientras empuja y empuja, creciendo en dureza,
los músculos de mi garganta apretando a su alrededor mientras se
contraen para tomar aire.

—Ves lo que pasa cuando te comportas como una pequeña zorra...


—me dice—. Entonces no tienes lo tuyo.

Sigue empujando y empujando, hasta que llena mi boca con su


semen mientras toso y me ahogo con su polla pulsante.

Se retira y yo me aparto, cayendo sobre mi cadera, lágrimas bajando


por mi cara por el reflejo de la arcada. Mis labios y mi barbilla están
manchadas con su semen.

—Lame tus labios.

Se cierne sobre mí, envolviéndome en su autoridad mientras


obedezco, luego se arrodilla tranquilamente y me toma la barbilla
en su mano, rozando su pulgar contra ella, quitando el rastro de su
liberación que se escapó de mi boca.

Me ofrece su pulgar. —Chupa.

Lo rodeo con mis labios y lo limpio.

—Abre la boca, —dice, mientras jadeo por aire.

Dudé en aceptar mientras él me examinaba.


—Bien, hasta la última gota, —dice con satisfacción—. Creo que
estás aprendiendo a entender cómo funciona esto y si actúas como
se supone que debes hacerlo, también conseguirás lo tuyo.

Me quedo sentada en el suelo, desnuda, usada y sin liberación. Mi


coño pulsa con un calor que no tiene forma de escapar pero no
rogaré, no le daré la satisfacción hoy. Sé que no tiene sentido de
todos modos. Está haciendo un punto, tal como lo había temido.

Después de tirar la caja de pañuelos sobre la mesa se sube la


cremallera, se endereza, se truena el cuello, y hace una doble toma
de mi postura derrotada en el suelo. Sigue ganando en un juego del
que ni siquiera conozco las reglas.

Lo odio y lo deseo tanto.

Suspira y sacude la cabeza, como si ese pedacito de humanidad que


creí ver en él hubiera salido a la superficie. Tal vez se apiade de mí
y me muestre una pizca de amabilidad.

En cambio, vuelve hacia mí para que su entrepierna se encuentre


justo frente a mi cara y agarra su paquete masculino. —Si lo
quieres, todo lo que tienes que hacer es rogar, Mia —dice
burlonamente. Qué cruel, hacerme creer que estaba a punto de
mostrar misericordia, y en cambio usar este momento para subir el
marcador. Rompo mi promesa y las lágrimas estallan, porque estoy
sentada desnuda en el suelo de la compañía que dirijo, y he sido
reducida a nada más que un puto receptáculo de semen, por un
hombre que me odia por razones que no entiendo y sin embargo,
me aterra que pueda desaparecer un día tan rápido como apareció,
como un fantasma, y puede que nunca entienda por qué. Y estoy
aterrorizada porque si desaparece, me sentiré más sola que nunca.
Lo he retenido durante tanto tiempo. Claro que le he dado lágrimas,
pero esta vez las pierdo delante de él como las perdí cuando se fue
la última vez y ni siquiera me importa. No hay vergüenza delante de
este hombre, no después de las cosas que hemos hecho.

Me observa en silencio mientras sollozo incontrolablemente, mi


pecho temblando, mi respiración entrecortada. Pensé que podía
tener un cara a cara con él, pero le importo una mierda y eso me
deja sin armas para usar en su contra.

Siento que su sombra me envuelve y luego su voz profunda.

—Dame tu mano.

Sacudo la cabeza, mirando al suelo. Estoy enojada por mi debilidad


y no quiero ni necesito su maldita ayuda para levantarme del suelo.

—Vamos. —Esta vez su tono es más suave—. Sólo dame tu mano.

Miro hacia arriba lentamente, y me está observando con una cara


ilegible. Pero obedezco, como me ha enseñado a hacer tan
rápidamente y me pone de pie, me apoya suavemente contra la
puerta, frotando su enorme cuerpo contra el mío.

—Hoy no tienes que rogar, —me susurra al oído. Descanso mi cara


en su pecho, esperando que me aleje, pero no lo hace y sollozo en
su camisa blanca mientras desliza sus dedos en mí y me frota.

Sus dedos dominantes llegan a mi punto G, curvándose una y otra


vez. Gimo en su oído, mi ira y desesperanza se disuelven mientras
me folla con sus hermosos dedos.

Su otra mano alcanza mi cabello y lo tira hacia atrás pero no tan


enojado como antes, y se sumerge en mi cuello, mordiendo y
chupando ferozmente, su boca devorando la piel sensible.
Me asfixio con mis débiles gemidos, mientras me acerco cada vez
más al clímax.

El hombre caliente y completamente vestido frente a mi cuerpo frío


y desnudo, traza tan claramente la dinámica de poder entre
nosotros. Y aún así, nunca me he sentido más conectada con él que
después de dejar que me viera desmoronada.

—Di mi nombre, —dice, mientras gimo más y más fuerte.

—Tax... —Gimoteo entre las respiraciones jadeantes. Cuando su


nombre sale de mis labios hay un estallido en mi interior, mi pecho
se contrae, mi cuerpo se convulsiona mientras lo recito una y otra
vez. Aprieto mis puños, con tantas ganas de sentir la cálida piel de
su pecho, la barba de su barbilla contra mi palma. Pero no me deja
acercarme tanto.

Porque me odia. Bueno, en estos días, yo también me odio.


Tax
Mierdaaaaaaaaa. Dejé que me besara. Fue sólo por un segundo,
pero dejé que sus labios tocaran los míos. Soñar con esos labios me
metió en esta mierda en primer lugar.

Algo está mal. La forma en que se desmoronó hoy, no se suponía


que se rompiera así, no se suponía que fuera vulnerable. Se suponía
que era cruel, como un delicioso trozo de fruta que se abre sólo para
encontrar un gusano supurando en su interior. Mia se derrite bajo
mi voluntad, e incluso cuando trata de ser cruel, no veo ninguna
malicia en sus ojos. Después de todo lo que he hecho desde que
aparecí, todavía no quiere hacerme daño.

De hecho, todo lo que quiere desesperadamente es que la bese, y


que le permita tocarme.

A pesar de su vulnerabilidad, hay una sutil fuerza en la forma en


que ha sido capaz de manejar a Alea a través de lo que imagino
podría ser el momento más difícil de su vida. Se presenta a trabajar
todos los días, sonríe y mantiene sus lágrimas en privado. Eso es
un signo de gran carácter o la habilidad de poner muchas caras
diferentes. Supongo que el tiempo lo dirá.

Hoy, me rompí de nuevo. Me debilité y le di alivio después de estar


tan cerca de alejarme sin darle satisfacción, después de haber
paralizado su nueva voluntad tan ingeniosamente.

Pero se quedó sentada ahí, sin fuerzas, llorando contra la puerta:


Desnuda. Sola. Indefensa.

Era como una papilla, había golpeado su voluntad demasiado


rápido; necesitaba reconstruirla para poder seguir adelante con ella
durante un tiempo más. Disfruta de mi crueldad, pero no si sólo lo
tomo. Necesito dar también, de lo contrario se quedará vacía. Puedo
ver el miedo cuando la dejo sola y usada pero puedo seguir
usándola, siempre y cuando le dé lo suficiente para que se aferre.
El plan B era una combustión lenta, destruyéndola poco a poco,
saboreando su destrucción. Pensé que era como yo por dentro,
hecha de piedra, así que entré duro pero no lo es. Así que necesito
desmantelarla lentamente o estará catatónica en una semana o dos.
Quiero que este dolor persista.

Así que hice lo único que sé hacer. Es lo que hago cuando se trata
de mujeres; no puedo darles afecto, amor o intimidad. Todo eso
murió en mí hace mucho tiempo, así que doy lo que puedo: Alivio.
Placer. Abandono.

Vi la vida volver a sus ojos detrás de las lágrimas mientras me la


follaba con la mano. Sus lágrimas son un escudo, para permitirle
creer que es una víctima pero sabe que lo quiere más de lo que
nunca ha querido nada. La traje de vuelta para poder derribarla de
nuevo. Seguiré haciéndolo hasta que no tenga nada más que dar.

Cada vez que tengo un plan con esta perra, lo deshace aunque sea
por un pelo.
No debería haberla dejado correrse. Su placer sólo debería existir si
está en el proceso de complacerme. Le di ese alivio después de
haberme saciado.

El problema es que después de follarla nunca me siento saciado.


Me largo a la mierda, porque siempre la quiero de nuevo. Quiero
más de ella y hay algo acerca de cuando le di su propio alivio que
me complació, y no tuvo nada que ver con mantener mi polla feliz.
Lo admito, eso es preocupante.

No sé lo que pasó con los años, pero es diferente de la imagen que


tenía de la persona que tan cruelmente tomó todo lo bueno que
había dejado en mí y lo quemó hasta convertirlo en un carbón.

Pero el daño que ella hizo aún perdura hasta hoy y todo el mundo
tiene que pagar sus deudas.

Es lo justo.
Capítulo 15
14 Años Antes
Backstreet†Boys†–†Everybody† Backstreetßs†Back©†≠
Extended†Version

Mia dijo que tenía que correr a casa después de la escuela, pero me
dio su dirección para que pudiera pasar después de encontrar a mi
hermana. Fingí que no sabía su dirección, no soy un acosador
espeluznante ni nada de eso, pero vivimos en un pueblo pequeño y
esa información simplemente cae en tu regazo, especialmente
cuando esa dirección pertenece a la cara más hermosa que has
visto.

Después de algunas bromas y un pequeño viaje de culpa de Jude,


me acerco a la casa de Mia. Mi estómago se hunde con nerviosismo
mientras toco el timbre. Eso no es solo porque estoy a punto de
pasar un tiempo a solas con Mia, sino porque su padre es el sheriff.
Conoce bien mi casa y no es porque lo hayamos invitado a cenar. A
mi padre lo han metido en la celda de los borrachos más veces de
las que puedo contar y los policías han estado en nuestra casa
muchas veces, siempre le digo a la policía que todo está bien en
casa. Sé que si digo lo que realmente pasa, nos separarán a Jude y
a mí.

Un perro se pone histérico y ladra frenéticamente y poco después


responde a la puerta, sosteniéndolo por el collar.
—¡Entra! Es amistoso, pero es un bolter y realmente no quiero
pasar la tarde persiguiéndolo.

Se ha puesto ropa más cómoda, una camiseta azul claro y unos


leggins negros. Sus pechos son pequeños y alegres, y sus pezones
se endurecen por la brisa cuando abre la puerta, su cabello que
antes estaba suelto, está trenzado en dos coletas y hay algo muy
caliente en eso. Cuando se da la vuelta, me ajusto la cintura de los
pantalones para ocultar mi entusiasmo.

La sigo a través del vestíbulo y es muy difícil no mirar su trasero,


pero trato de mirar a otra parte.

—Me imaginé que nos daría hambre, así que puse una pizza en el
horno.

No tiene ni idea, pero algunas noches no sé si volveré a casa a comer


y siempre tengo hambre, aparentemente es por mi reciente
crecimiento. El año pasado crecí de 1,73 a 1,80 metros. Creo que
tengo otros tres o cuatro centímetros de crecimiento, mi padre dice
que eso es lo que le pasó. Uno pensaría que la altura impediría que
los imbéciles me jodieran, pero sólo me volví más flaco. 1,80 metros
no es intimidante cuando viene en un paquete de 75 kilos.

—Eso es genial, gracias.

—Me imaginé que podíamos ir al estudio. Mi mamá está


descansando arriba, así que tratamos de mantener las áreas
principales tranquilas.

—Sí, claro, —digo, todavía envolviendo mi mente en el hecho de que


estoy en la casa de Mia Tibbett.

Llevamos nuestra soda y pizza al estudio y sacamos todos los


materiales de la asignación. Pasamos unos minutos planeando la
red eléctrica que estamos diseñando para nuestro proyecto de
ciencias naturales pero mientras comemos, Mia aleja la
conversación del tema de los deberes escolares.

Está descansando sobre su estómago, dándome una vista


involuntaria por su camisa. Esto es jodidamente increíble. —Sil...
—parece incómoda, sus ojos marrones miran al suelo.

—¿Sí?

—Si esto es demasiado personal puedes decirme que me calle. Sé


que puedo ser un poco, demasiada abierta para algunas personas.
Mi padre siempre me dice que no debería ser tan rápida en decir lo
que tengo en mente... pero... sé que dijiste que murió durante el
parto, pero ¿La echas de menos, te preguntas por ella, por tu
madre?

La pregunta realmente me hace retroceder. Nadie me ha preguntado


nunca cómo me siento por la muerte de mi madre; Jude y yo
solíamos jugar donde "elegíamos" a una actriz como nuestra madre
o fingíamos lo que haría en el momento actual si todavía estuviera
aquí, pero esos juegos se desvanecieron a medida que crecíamos y
mi padre, bueno, nos convenía no recordarle a ella.

—Lo siento, eso fue grosero. No debí haber preguntado eso, —dice
moviendo la cabeza con vergüenza—. Hablo demasiado.

—No... está bien. —Sí, fue intrusivo, pero a nadie le ha importado


nunca lo que pensaba y realmente se arriesgó a preguntar—. Sí.
Pienso en ella. Qué tal si mi vida hubiera sido diferente pero no
puedo decir que la extraño. No hablamos mucho de ella. Creo que
mi padre está resentido conmigo y con Jude por haberla matado.

—¡No la mataste! —Mia dice con horror.


—Lo hicimos. Se desangró hasta morir por nuestra culpa. —Ahí va
esa boca morbosa mía, va a decirle a todo el mundo que soy un
bicho raro pero para mi sorpresa, Mia no parece estar sorprendida.

—No lo mires de esa manera. Estoy segura que hubiera querido que
tú y tu hermana vivieran por encima de ella. Eso es lo que quieren
las madres. —Sus ojos se ponen tristes, como si sus palabras
hubieran sacado algo a la superficie.

—¿Por qué lo preguntas?

Duda por un segundo. —Nunca conocí a nadie que no tuviera una


madre. Y mi madre, está enferma. Muy enferma. Y.… no sé por qué
estoy parloteando aquí.

—No, está bien. Sé que probablemente es difícil mencionarlo a la


gente que podría no entenderlo. —La historia de mi vida.

—Sí... quiero decir que mis amigos se preocupan, pero... —se


calla—. No importa. No quiero hablar más de eso.

Asiento.

—¡De acuerdo, cambiemos el humor aquí! —dice, poniéndose de pie


y poniendo un cd en su reproductor. Los Backstreet Boys retumban
por todo el estudio.

—Por el amor de Dios, —digo.

Comienza a bailar de una manera tonta a propósito, y no puedo


evitar sonreír. Siempre imaginé que era seria o que tendría miedo
de parecer tonta. Pero no, se ve increíblemente estúpida ahora
mismo y me pregunto si puede ser más perfecta.

—Bien, Sr. Esnob de la música, ¿Qué prefieres tuuuuuu escuchar?


Saqué un CD que robé hace unas semanas.

—¿Radiohead? ¿Qué clase de nombre es ese?

—¿Qué clase de nombre es Backstreet Boys? Esos "chicos" no


parecen venir de ninguna callejuela.

Se ríe mucho, se pone a mi lado y empieza a cantar la horrible


canción en mi cara. Pongo los ojos en blanco, pero esto es lo más
divertido que he hecho en mucho tiempo, y su casa es tan bonita,
limpia y segura. Y desearía poder quedarme aquí con ella y no irme
nunca.
Capítulo 16
Mia
Fiona Apple – A Mistake

Es la sexta semana y mi "arreglo" con Tax se está convirtiendo en


algo rutinario. Es mi pequeño y sucio secreto. Cada martes, llego a
la oficina a las cinco de la mañana y un demonio vicioso, misterioso
y hermoso me saca siempre la mierda amorosa.

Hago las mismas preguntas y obtengo variaciones de las mismas


respuestas.

Trato que me deje besarlo o incluso que se quite la ropa para no


estar sola y desnuda cuando estamos juntos y sigo fallando.

Sigo gritando, suplicando, aullando y corriéndome tan fuerte que


siento como si me hubiera tragado una maldita granada sexual. Ya
no lloro tanto. Mi llanto fue un acto de rebelión, una protesta, tanto
para Tax como para mí y es demasiado agotador para seguir
sometiéndome a eso. Es más fácil aceptar mi situación que soportar
el dolor de llorar por eso. Con el tiempo, atravesaré su duro
caparazón y le convenceré que me devuelva mi libertad de elección.

Mis sentimientos aún están en conflicto, pero el shock de mi


situación está empezando a desgastarse. Se está convirtiendo en
parte de mi vida, como mi trabajo en Alea, o llevar mi ropa a la
tintorería, y mientras me siento impotente hay un lado de mí que
espera con ansias los martes. Nunca digo esas palabras en mi
cabeza, pero lo siento en la forma en que mi piel hormiguea con la
electricidad, mi corazón se acelera, y toda mi sexualidad duele en
anticipación de nuestro próximo encuentro.

Lo deseo y no quiero que se vaya. Estas han sido las semanas más
difíciles de mi vida, pero nunca me había sentido tan conectada a
nadie antes. Nunca me ha gustado o incluso he amado a nadie de
la forma en que odio a Tax Draconi. Pero ese odio es tan fuerte, que
a veces se transforma en otros sentimientos. El odio puede estar
tan arraigado en ti que se convierte en parte de tu identidad, tu
psique; te defines a ti mismo con ese odio de modo que si se va y no
hay nada más que lo reemplace, pierdes un pedazo de ti mismo.
Creo que cuando sientes algo lo suficientemente fuerte se convierte
en su opuesto. Creo que puedes amar a alguien tan fuerte que lo
odias y creo que puedes odiar a alguien con tanta fuerza que te
apegas. Por eso algunas personas pasan toda su vida odiando a
alguien que invitan repetidamente a sus vidas, ni siquiera saben
quiénes son sin él.

Y con Tax, creo que estoy empezando a odiarlo tanto que... creo que
no puedes odiar de verdad a alguien a menos que te importe. Porque
no preocuparse es indiferencia.

La indiferencia es realmente la más malvada de las emociones.

Tax es mi rival y hay algo en mí que disfruta de nuestra rivalidad,


aunque siempre estoy en el extremo perdedor de la batalla.

Tax y yo tenemos un mundo secreto. Estamos en esta tierra


rodeados por billones de personas y aún así esto que tenemos, es
sólo nuestro. Está jodido, es una locura, pero es algo que sólo puedo
compartir con él. Sólo Tax puede sacarme de mi cabeza,
convertirme en puro sexo sin sentido. Con Tax, estoy despojada
tanto literal como figuradamente. Es agradable dejarse llevar así
cuando a veces mi trabajo y el no tener una familia a la que recurrir
hace que sienta que el mundo se está desmoronando sobre mis
hombros. Lo nuestro, se está convirtiendo en parte de mí y estoy
empezando a sentirme posesiva hacia nuestra relación única.

Pero mantengo esos sentimientos dentro. Por fuera siempre me


acerco a él con desdén. Gruño, me burlo. Entonces se defiende, me
recuerda su poder y yo cedo, para luego suplicar. Es un ritual en
este punto uno donde ambos aceptamos estas extrañas
circunstancias convenciéndonos que sólo estamos haciendo lo que
originalmente acordamos. Soy su esclava sexual y punto. Lo hace
para que pague por algo que no quiere revelar, y sólo lo hago porque
estoy siendo chantajeada. Eso es todo lo que es.

Siempre es una batalla en esa sala de conferencias y siempre


termina con los dos corriéndonos.

Pero cada semana, las cosas se vuelven más familiares, me abraza


un poco más cerca cuando follamos, sus ojos son un poco más
cálidos cuando me saluda. Los cambios son minúsculos, pero los
siento.

En eso me apoyo, en esos pequeños indicios de humanidad. Con el


tiempo, si consigo que se encariñe conmigo, podré encontrar una
forma de salir de esto, pero aprendí desde el principio que el proceso
será lento y si me esfuerzo demasiado, él retrocede aún más. Tiene
que suceder en su propio tiempo. Es posible que la única forma de
volver a la autonomía sea permitiéndome desarrollar sentimientos
por él.

Así que hoy, mientras camino por el estacionamiento hay mariposas


en mi estómago, mi corazón se acelera, mi pulso es fuego, mis
muslos internos se calientan y es porque estoy esperando ver a Tax
a primera hora esta mañana.

La puerta de la oficina de Alea está cerrada con llave. Es la primera


vez. Busco a tientas en mi bolso, buscando mis llaves, y ahí es
cuando una mano me tapa la boca.

—No digas una palabra, perra.

Dejo caer mi bolso, su contenido se esparce por todo el suelo pero


tan pronto como el miedo golpea lo huelo, su aroma característico,
su colonia almizclada y siento... alivio. Alivio porque es el diablo que
conozco.

Pero la rabia que sangra de su cuerpo hacia el aire que nos rodea
se siente tan fresca como la primera vez que me folló a punta de
cuchillo. Es como si estuviéramos de vuelta en el punto de partida.

Su mano presiona fuertemente contra mi boca y la otra me envuelve


la cintura. Me levanta del suelo y me arrastra a un baño, cerrando
la puerta tras él.

Me sube la falda hasta el culo y me empuja sobre el lavabo. Me miro


al espejo y esta vez, a diferencia del primer ataque sorpresa, no lleva
máscara. Sus ojos me miran en el espejo pero son huecos, en trance
de excitación.

Mueve mis caderas con enojo y tira de mis bragas a un lado.

Mi coño florece con calor y mis jugos se extienden fuera de mí en


anticipación de su brutalidad.

Se acerca y me rasga la blusa. Aprendí en la tercera semana a


empacar siempre un repuesto.
Me aparta el brasier, para que mis pechos sobresalgan por encima
de las copas y mi respiración se vuelve entrecortada cuando veo el
espectáculo en el espejo, la alta e increíblemente llamativa bestia
sexual detrás de mí.

Mi padre solía advertirme que el diablo no tiene cuernos y una


horquilla, aparecerá como la cosa más hermosa que hayas visto; te
hará reír, te hará sentir bien, harás cosas que nunca pensaste qué
harías pero él te dirá que está bien y antes que te des cuenta, le
habrás vendido tu alma. Así es como sé que Tax es mi diablo.

Mis pechos están apuntalados, mi cuerpo agachado, esperando ser


usado como quiera la bestia.

Para mi sorpresa, se pierde de vista y luego siento su larga lengua


deslizarse dentro de mí, su boca acariciando mi coño. Tararea con
excitación mientras se baña en mi humedad, navegando por la
carne con su lengua. Descubriendo, conquistando, dando.

Si sólo quisiera usarme, no haría esto. Lo hace porque se trata de


mi placer tanto como del suyo, aunque nunca lo admita.

No pasa mucho tiempo antes que explote por toda su boca,


apretando el lavabo mientras mis piernas se disuelven debajo de
mí. Mis zapatos de tacón se deslizan por debajo de mis pies
mientras tiemblan por el impacto de mi orgasmo. Grito su nombre
en agradecimiento una y otra vez.

Me estremezco frente al espejo mientras se levanta a la vista, como


un depredador que sale de la maleza. Con una mano acomoda mi
culo a su gusto de nuevo, mientras que alarga la otra mano y
aprieta la suave carne de mi pecho con tanta fuerza, que grito.

—Shhhh... —me susurra al oído.


Su gran dureza se mete entre mis nalgas y suplico silenciosamente
por la oportunidad de follarlo hoy.

—Te di algo, ahora es mi turno de tomarlo, —dice. Espero tomarlo


en mi boca, pero se extiende sobre mi hombro y bombea el
dispensador de jabón varias veces mientras un gel de color azul se
acumula en sus manos.

Lo observo confundida, baja su mano y la frota entre mis nalgas,


justo en el punto con el que sólo ha jugado hasta ahora. Jadeó
mientras desliza dos dedos en el estrecho espacio, y mi curiosidad
se convirtió inmediatamente en miedo. Miedo que fuerce su grosor
en mi estrechez. Miedo a lo desconocido.

Hago una mueca cuando mete sus largos dedos en mi interior y los
mantiene ahí por un rato. Otro dedo, girando, moviéndose,
estirándome.

—Respira, —me ordena, y dejo salir una enorme exhalación. Ni


siquiera me di cuenta que mi pecho se había vuelto tan tenso.

Desliza esos dedos dentro y fuera de mí, con cada empujón la


extraña sensación se vuelve más familiar, más placentera y luego
se detiene.

Miro sus ojos en el espejo, muerdo mi labio inferior mientras


empuja su cuerpo hacia delante y siento la intensa presión que
ejerce sobre mí. Emite un enorme suspiro tan pronto como su
cabeza está dentro. Es implacable y muy fuerte. Me duele y tengo
miedo de no poder manejarlo, de no poder complacerlo.

Una vez que tiene adentro unos pocos centímetros, me cubre la


boca. —Te voy a romper. Va a doler como el infierno y luego se
sentirá bien. No grites, joder. ¿Entendido?
Asiento, pero estoy tan aterrada que no podré cumplir.

Y entonces empuja el resto del camino y dejo salir un grave gemido


en su mano. Es tan duro, que me estremezco en su mano. La
sensación de su polla en mi culo es tan violenta, una violación.

—Joder, Mia —dice, cada músculo de su cuerpo se hunde mientras


se sumerge en mí. Nunca me llama por mi nombre cuando estamos
follando.

Una lágrima baja por mi mejilla porque es muy intenso, pero respiro
como me dijo, en la seguridad de su mano.

Se retira despacio y se introduce lentamente. Cada empuje toma un


poco más de velocidad. De repente, hay un dolor punzante y agudo.
Me sacudo violentamente pero sus brazos me rodean con firmeza y
me sujeta a su amplio pecho. —Cállate, —dice—. Sólo respira. Se
sentirá bien si te relajas. —Su tono es inusualmente tranquilizador.

El dolor punzante se disipa cuando un par de lágrimas corren por


mis mejillas y descansan en la mano que cubre mi boca. Respiro
profundamente unas cuantas veces y Tax continúa tirando y
empujando, levantándome a una posición de pie para que descanse
en su pecho detrás de mí.

Me llena, tomando mi último lugar que estaba libre de su propiedad.


Con cada empuje, aprendo a disfrutar de esta nueva sensación,
observo en el espejo como Tax me mira fijamente a los ojos, su
imponente cuerpo se traga el mío, su enorme mano casi cubre la
mitad de mi cara. La colección de serpientes en su cuello baila
mientras aprieta su agarre a mí alrededor.

Este hombre es mi acosador, mi aterrorizador, mi amante.


Sus ojos se giran mientras suspira y siento que la tensión a su
alrededor se hace más fuerte, y entonces suelta un gemido primitivo
mientras su polla me bombea. —Mia... joder, oh joder... —dice,
corriéndose dentro de mí.

Se retira y pasa su mano por mi cabello, un gesto casi amistoso


pero entiendo que en este caso es como si alguien recompensara a
una mascota por un trabajo bien hecho.

Se tambalea hacia el lavabo y abre el grifo.

Lo observo en silencio mientras su semen se desliza lentamente por


la parte posterior de mi muslo.

—Ven aquí, —dice, sin mirarme.

Me tambaleo a su lado, dolorida por la invasión, insegura de lo que


quiere de mí ahora. Moja un montón de toallas de papel y alcanza
mi pierna, absorbiendo los fluidos que dejó atrás. —Aquí, —dice,
colocándolos delante de mí. Levanto la vista, el simple acto que
desencadena tanto la gratitud como vacilación, y le quito las toallas
de la mano para terminar el trabajo que empezó.

—Gracias, —le digo, confundida por el gesto menos que mezquino.

No responde. En cambio como siempre lo hace, se recompone, se


truena el cuello y sale de la habitación como si no hubiera lanzado
una bomba nuclear sexual aquí, como si no me hubiera
despedazado en miles de pedacitos, como si no se llevara una
pequeña parte de mí cada vez que se va.
Capítulo 17
Mia
Radiohead†–†Karma†Police

Después de un largo día en la oficina llego a mi casa, me quito los


zapatos y dejo mi bolso en el suelo. Los martes son siempre
agotadores. Gracias a Tax, me levanto más temprano y me
encuentro siempre quedándome más tarde de lo que solía. Dewey
siempre fue el último en irse y para mí, siempre habló de su
compromiso con Alea, y es algo que me gustaría imitar.

Masajeo los músculos tensos de mi cuello dejando salir un profundo


suspiro, hay un momento de refugio cuando entro en mi casa, un
momento en el que no tengo que fingir que mi vida no es un lío
autoimpuesto pero después de ese momento de alivio, sigue una
intensa soledad.

Pienso mucho en él cuando estoy sola; cómo me gustaría poder


entenderlo, cómo desearía que me hablara y me dijera por qué. Tal
vez entonces podría explicarme, decirle que no puedo ser culpable
de lo que cree que hice. Tal vez entonces, espero, aprendería que no
es sólo un monstruo. Veo destellos de eso. Destellos que podría
verme como un ser humano de verdad, pero normalmente se van
seguidos de una reacción aún más fría por parte de él.
He aceptado el hecho que me gusta la rugosidad y es una genuina
agresión reprimida que sólo él puede proporcionar, pero todavía
necesito más. Quiero que la rugosidad venga de un lugar de deseo,
posesión, no de odio. Puedo superar esto si me da más y tal vez me
libere, me dé una opción en todo esto sí puedo llegar a esa parte de
él, el dolor que yace detrás de sus ojos oscuros. Quiero creer que su
palabra es su vínculo, pero mientras tenga el video sobre mi cabeza,
viviré con miedo. ¿Y si, después que termine el año, lo extiende a
otro año y luego a otro? Podría convertirme en suya para hacer lo
que quiere para siempre. Mi vida giraría en torno a este acuerdo,
arruinaría cualquier oportunidad que pudiera tener de una
relación, matrimonio, familia. Dudo que cualquier pretendiente
potencial esté de acuerdo con mis reuniones sexuales semanales
con el Sr. Draconi. Sí, esto se trata de sexo, pero es mucho más,
Tax es dueño de mi vida.

A pesar de estas preocupaciones (o debido a ellas), tengo que


mantenerme concentrada. Mi única forma de salir de esto es
atravesar la tormenta que es Tax.

Sólo lo veo una vez a la semana, no tenemos contacto fuera de esa


sala de conferencias cada martes y aun así, su presencia impregna
cada hora de mi día.

Durante el tiempo que pasamos juntos, siento las batallas de Tax


consigo mismo como yo. Quiere ser implacablemente brutal, pero
se quebrará y hará algo casi amable. Lamerá una lágrima, o
limpiará su semen de mi muslo. Si abrazo la ternura, me la quita a
latigazos y me azota, como un perro asustado que muerde una
mano que intenta acariciarlo.

Este extraño se ha convertido en el centro de mi mundo, un


rompecabezas que tengo que resolver, mi mayor placer y mi más
profundo dolor.
La verdad es que no quiero tener citas. Porque de alguna manera
jodida, siento que ya estoy saliendo con alguien, con el tipo que me
veo todos los martes por la mañana, que me odia, o tal vez no. No
lo sé.

No puedo decir si estoy perdiendo la cabeza, tal vez desarrollando


algún tipo de Síndrome de Estocolmo y no tengo una caja de
resonancia. Estoy demasiada avergonzada para decírselo a Tiff. De
hecho, he evitado cualquier conversación sustancial con ella desde
nuestra última llamada, usando mi nuevo trabajo como excusa. Mi
situación se ha vuelto más extraña desde la confusión de Happy
Kitty. No quiero lidiar con sus miradas de lástima o decepción. Peor
aún, no quiero perder su respeto. Hay un espacio en mi mundo
donde sólo existe Tax y ocupa todo ese espacio, no hay lugar para
otros allí ahora mismo.

Dejando salir un profundo suspiro, prendo las luces de mi sala de


estar. La alta figura que está a pocos metros de distancia me asusta
mientras salto y grito, no estoy segura de sí debería estar asustada
o no a diferencia de nuestras visitas de los martes, Tax no lleva
traje, sino una camiseta gris de brezo ajustada, y unos jeans que
abrazan su físico atlético.

Está frente a mi estantería, llena de libros y hobby. No entiendo qué


está haciendo aquí. No está en su espacio; creo que está empezando
a crecer demasiado para el espacio que ya ha robado.

Espero en silencio, espero que se dé la vuelta y me agarre, me tire


al suelo, haga lo que sienta. Tal vez tomar mi trasero no fue
suficiente esta mañana. A veces siento que lo que doy no es
suficiente.

—¿Backstreet Boys? —pregunta, sin darse vuelta, mirando el


estuche que está en la parte superior de la pequeña pila de CDS
que tengo desde el colegio. También es el mismo cd y reproductor
que he tenido desde entonces.

Sigue intentando alcanzarlo. Te está viendo.

—¿Qué? ¿No tuviste suficiente tiempo para husmear en mis cosas


cuando entraste? —pregunto, sorprendiéndome a mí misma con mi
tono arrogante. ¿Qué demonios está pasando?

—De hecho, no lo hice, —dice, volviéndose para mirarme con una


sonrisa. Mi corazón se agita con la atracción y un nuevo tipo de
emoción. Me está... hablando.

Intento no reaccionar exageradamente interrogándolo, con miedo


que se eche atrás como siempre lo hace. Como si se trata de un
perro asustado, uno espera pacientemente, para que entienda que
no eres una de esas personas que lo lastiman y con el tiempo vendrá
y te acariciará. —Bueno, no sé tú pero me muero de hambre, —
digo, dirigiéndome a mi cocina—. Voy a poner una pizza en el horno.
Eres bienvenido a comer.

Asiente.

De repente, suena la música y al instante, la reconozco como uno


de mis CDS del colegio, una canción llamada Karma Police de
Radiohead.

—No sé si conoces esto Tax —digo, abriendo la caja de pizza—. Pero


los caballeros visitantes suelen llamar, o tocar el timbre.

—¿Caballeros visitantes? Difícilmente me llamaría a mí mismo un


caballero.

No puedo creer que estemos teniendo una conversación que no tiene


nada que ver con el sexo o la coacción.
—Supongo que estaba siendo educada.

Se ríe suavemente para sí mismo. Es tan raro ver esa sonrisa que
ilumina su oscuridad.

¿Por qué está aquí?

Recoge un cuadro de mi estantería.

—¿Quién es? —pregunta.

—Creía que lo sabías todo sobre mí.

—Sí, pero quiero escucharlo de tu boca como si fuera la primera


vez.

Sus palabras provocan una mezcla de excitación y temor.

—Ese es mi papá. Murió hace poco más de un año, —digo, tratando


de no dejar que mis emociones salgan a la superficie.

—¿Eran muy unidos?

—Mucho. Mi madre murió cuando estaba en el colegio y soy hija


única así que pasamos mucho tiempo juntos, fue un muy buen
padre, —digo, sintiendo un nudo en mi garganta.

—Apuesto a que sí, —dice.

—¿Qué hay de ti? —pregunto, corriendo un gran riesgo que me


ataque.

Pone la foto de nuevo en su sitio. —Ambos están muertos.


—Oh, siento mucho tu pérdida.

—Es mejor así, —dice. Pero cuando miro sus ojos, a los que me ha
entrenado tan bien para mirar cuando me folla, veo que algo no es
mejor. Algo duele. Y está aquí porque quiere más. No sé qué, pero
más.

—Tax... —pero me detengo. Estoy a punto de pedir demasiado,


sacándolo demasiado lejos de su zona de confort, demasiado rápido.
Guarda sus palabras ferozmente, pero con su cuerpo, es más
generoso. Creo que daría eso antes de darme sus palabras.

Así que me acerco suavemente, Tal vez sea el hecho que estamos
en mi casa, su calidez y seguridad me da confianza, pero quiero
sentirlo.

Seguir tratando de alcanzarlo...

Me acerco a él en mi sombrío salón. Lo quiero. Y no se trata a que


me obligue o de una expectativa de dar porque tenga una deuda
que ni siquiera entiendo, o incluso la emoción que me destroce
mientras me revuelco en una mezcla de lujuria y odio. Sólo lo quiero
a él.

—Tax... —Susurro, mientras camino por el estrecho espacio entre


él y mi estantería—. ¿Puedo...?

Levanto suavemente mi mano para tocarlo, esperando que las


aparte, que sujete mis muñecas y que me folle violentamente, pero
no dice nada, sólo se queda ahí en silencio. Me acerco
terroríficamente observando su bello tatuaje del cuello, y
suavemente paso mis dedos sobre la maraña de serpientes. He
querido tanto hacer eso desde que me follo por primera vez en este
piso.
—Es hermoso, —murmuro.

Su pecho se eleva y cae más profundamente en respuesta a mi


toque. Paso mis dedos por su musculoso pecho, la firmeza de sus
abdominales, y alcanzo con mis dedos el dobladillo de su camiseta.
Empiezo a levantarlo.

—No, —dice, agarrándome la muñeca. Esta vez no me duele.

—¿Por qué sigues escondiéndote? —pregunto—. No quiero hacerte


daño. Sólo quiero verte.

Sólo quiero que me quieras de vuelta, Tax.

Le miro a los ojos y me expresan un sinfín de emociones: ira,


aprecio, deseo, desconfianza, dolor.

—Sé que quieres más Tax, por eso estás aquí. No tienes que decirlo
pero no puedo dártelo si no me dejas —suplico—. Y no puedo seguir
dando si no me devuelves nada. No me quedará nada en mi interior.

Su agarre en mi muñeca desaparece, y sin avisar se sube la


camiseta por encima de la cabeza. Su tatuaje se extiende por su
cuello y por encima de su hombro. Es incluso más hermoso de lo
que esperaba. Su cuerpo es tan esculpido y musculoso como pensé
que sería; la belleza de la masculinidad personificada.

Mientras mis ojos admiran su torso, se encuentran con la


manifestación física de un dolor severo que debe haber soportado
hace mucho tiempo. Su torso está cubierto de cicatrices, marcas de
algún tipo, algunas grandes, otras pequeñas. Están salpicadas por
todas partes, recuerdos forzados de un trauma que no se le
permitirá olvidar. Paso mis dedos suavemente sobre la red de
cicatrices y camino hacia su espalda, que también está cubierta de
ellas.
Descanso mi mejilla contra la cálida y suave piel de su espalda y lo
beso, una a una. Su cuerpo se tensa bajo mis labios. —Está bien —
susurro.

Se da la vuelta y me agarra de los hombros, deteniéndome. Sus ojos


están llenos de confusión y frustración. —Está bien, —digo en voz
baja—. Por favor Tax, sólo déjame tener más. —Digo, levantando
mis manos hacia su cara—. Te lo ruego. —Y me levanto de puntillas
para besarlo, cerrando los ojos, esperando que me encuentre a
medio camino.

Tax
No sé qué demonios estoy haciendo aquí. Cada semana se pone un
poco más difícil. Pienso en ella, en sus labios suaves, y en cómo
sabrían si la dejara besarme de verdad.

Cada martes, salgo por la puerta después de follarla, queriendo


volver y tenerla de nuevo, o sólo... quedarme. Y cada vez que me
encuentro con una grieta, teniendo un momento de debilidad, me
recompongo. Le recuerdo que no vale nada, que es una esclava, que
me debe. Estoy empezando a pensar que lo hago para recordármelo
a mí mismo.
Esta noche, me encuentro en su sala de estar sin camiseta, con sus
labios presionando suavemente contra mi espalda. La he observado
hoy, como siempre lo hago cuando mi horario me lo permite pero
esta vez, he cruzado esa pared invisible. Estoy tan harto de mirar;
no la quiero sólo los martes por la mañana la quiero todo el tiempo.
No hay razón para no tenerla cuando quiera.

Los labios de Mia rozan las secuelas de su obra. Me prometí a mí


mismo que nunca le daría la satisfacción de ver estas cicatrices. El
aguijón de cada beso contra cada una trae destellos de hebillas de
cinturón golpeando, botas pateando, botellas rompiéndose, el sabor
de la sangre, gritos, risas. Me estremezco bajo cada suave toque de
sus labios.

¿Cómo puede besarlas como una especie de sanadora, como si


quisiera mejorarlo? Es la razón de estas cicatrices, es la creadora
de mi dolor. Le quitó el regalo de la vida a Jude, y por eso, tenemos
que quitárselo.

—Está bien, —dice suavemente. Pero no puedo soportar esto. Me


hace sentir. Odio los sentimientos. Pensé que ya había superado
esa mierda. El único sentimiento que permito es la ira, porque me
alimenta, porque me hace más fuerte que todos en mi camino.
Tener nada más que la ira me hace invencible.

Así que me doy la vuelta y la sujeto para detener el dolor, el miedo,


el sentimiento de enfermedad que se eleva desde la fosa más
profunda de mi estómago hasta la superficie.

—Está bien. Por favor Tax, sólo déjame tener más. Te lo ruego.

Me está rogando. Cuando suplica, hay algo que hace que sea tan
difícil resistirse a ella. Es la mirada en sus ojos, sólo quiere que le
devuelva algo. ¿Cómo puede ser la misma persona que me destruyó?
Sus ojos marrones me miran; es vulnerable, está expuesta. Es una
trampa, si fuera una perra esto sería muy fácil, pero su sinceridad,
su capacidad de ser tan intrépida con sus emociones saca
sentimientos profundamente enterrados que no he sentido en 14
años. Sé que la seguridad es una ilusión, pero el corazón es el mayor
tonto, sólo hace falta un poco de bondad para engañarlo. Debería
saberlo, se lo he hecho a otros.

Pero nadie me lo ha hecho desde Mia, y lo está haciendo de nuevo.


Cada vez que cavo más profundo, buscando encontrar ese punto
negro en su corazón sólo encuentro más ternura. Cada vez que cavo
más profundo, me resulta más difícil arrastrarme de nuevo hacia
afuera.

Debería odiarme, debería querer apuñalarme por la espalda, no


besarla. Pero eso es lo que una vez pensé de ella: una chica que
miraba a un flaco, pedazo de basura solitario y veía más y todo eso
resultó ser una mentira. Así que tal vez está jugando conmigo de
nuevo, y no me permitiré ser engañado por segunda vez.

Me rendiré a sus ruegos, me dejaré sentir, pero esto es para mí.


Esto es para que piense que me importa, así que cuando lo retire
todo, cuando finalmente la mire a los ojos mientras termino su
existencia, sentirá la profundidad de la traición que yo sentí.

Se inclina para besarme, y envuelvo mis brazos alrededor de su


frágil cuerpo. Se siente tan pequeña, tan inofensiva. Los brazos de
Mia me envuelven el cuello y me pasa los dedos por el cabello. Su
beso está lleno de pasión y de deseo reprimido. He estado
trabajando en esto desde la primera noche que me la follé. Me toma
los labios, deslizando su lengua contra la mía y sabe aún mejor de
lo que nunca soñé que podría.
Mi polla palpita de deseo, y se estremece de placer cada vez que se
frota contra su vientre y por ahora, aquí en esta sala, me olvido de
la venganza y simplemente nos dejó ser Tax y Mia.

Agarro la suave y firme carne de su culo, y la levanto del suelo


mientras me envuelve con sus piernas. Ella me sujeta como si no
quisiera que me soltara nunca, como si no fuera a volver si me
soltara.

La llevo a la encimera de la cocina. Lleva una falda, como siempre


lo hace para mí los martes. Ya la hice correrse una vez esta mañana,
su culo se sentía tan increíblemente apretado. De hecho, creo que
eso es lo que me trajo aquí. Esta mañana, tenerla de esa manera,
se sintió tan jodidamente increíble, que me dejó con ganas de más.

Levanto su falda, empujando sus bragas a un lado. Entre jadeos,


se inclina y desabrocha frenéticamente mis jeans, bajando lo
suficiente para acceder a mí. Mete su mano en mi bóxer y me rodea
la polla con su pequeña mano, gruño con placer. Desliza su mano
de atrás hacia adelante, gimiendo en mi cuello mientras coloca mi
cabeza en la abertura de su húmedo coño.

Joder, esto se siente bien.

Mi polla palpita, me duele sentir la cálida tensión de Mia a mi


alrededor y entonces empujo, su pequeño jadeo al entrar me hace
aún más difícil.

—Tax, —me susurra al oído, tragando aire mientras me empujo


profundamente en su interior.

Su coño está tan mojado, tan listo para mí, que gimo y gruño,
incapaz de fingir que no es la sensación más increíble del puto
planeta. Su suave y florido aroma, el que se aferra a mi ropa cada
martes, me llena la nariz.
Gime y gruñe, murmurando mi nombre contra mis labios con cada
empujón.

Pasa sus dedos por las ondas de mis músculos flexionados, y por
las marcas y cicatrices que he llevado en mi cuerpo durante catorce
años.

Su tacto quema esas marcas. Botas. Hebillas. Fragmentos de cristal.

Cierro mis ojos y entierro mi cara en su cuello, sólo quiero que mis
pensamientos se oscurezcan. No quiero recordar. Desearía que
dejara de hacerme recordar.

Le muerdo el cuello, para que pueda sentir el dolor que siento


ahora, el dolor que me ha hecho sentir todos estos años pero en
lugar de retroceder, inclina la cabeza hacia atrás, recibiendo mis
mordiscos enojados con un gemido gutural.

Subo mi mano por la suave superficie de su pecho, apretando para


que su pezón se levante y paso la punta de mi lengua a lo largo de
la carne hinchada. Sus tetas son tan flexibles, redondas y puras,
que sólo quiero que se ensucien con mis mordiscos o mi semen.

Mia se atraganta con sus jadeos en la parte de atrás de su garganta


y mi polla se vuelve más firme, más tensa, preparándose para
explotar.

La carne caliente de su coño abraza mi polla y su respiración se


vuelve más superficial y rápida. —¡Tax! —Me clava las uñas en la
espalda, presionando sus labios contra los míos mientras gira sus
caderas contra mi empuje, convirtiéndose en una participante
activa en su orgasmo.
—¡Oh Dios! —grita—. ¡Dios! —clama, mientras sus muslos aprietan
mis caderas, y cada músculo de su indefensa estructura se tensa y
luego se relaja mientras tiembla, murmurando mi nombre una y
otra vez.

Mientras su coño apretado se contrae, empujo y empujo mientras


la presión se acumula en mi polla, mi propia respiración se hace
pesada y las sensaciones de su resbaladizo coño a mi alrededor
llegan a su cúspide.

—Joder... —Respiro en los labios de Mia mientras una erupción de


placer sale de mi polla—. Mia... joder... —Suspiro mientras toda la
tensión se derrite de mi cuerpo. Bombeé mi semen en su interior
reclamándola de nuevo. Los dos colapsamos en los brazos del otro
por agotamiento.

Pero me corrí y todos los sentimientos se fueron. Mi cabeza está


despejada ahora, al menos por unos minutos, hasta que vuelve esa
persistente sensación de querer más.

Me retiro, tomo unas cuantas toallas de papel y me limpio


rápidamente. Siento que me mira, sus ojos interrogantes,
inseguros.

Y no miro. No puedo.

Me subo los pantalones y me dirijo a la sala de estar, recogiendo mi


camiseta del suelo.

En mi periferia, la veo deslizarse del mostrador. Puedo sentir su


confusión, está aturdida.

Esto es bueno.

Me pongo la camiseta.
—La pizza —digo.

—Oh, mierda... —dice, corriendo hacia el horno—. Está bien, justo


a tiempo.

Cree que me quedaré a cenar. Pobrecita de mierda.

Después de poner la pizza en la parte superior de la cocina, me mira


y sus ojos se ponen tristes cuando ve que me dirijo hacia la puerta.

Y como siempre, me aseguro de recordárselo y a mí mismo.

—Esto no cambia nada, Mia. Hazte un favor, no te convenzas que


soy un buen tipo o que puedo recibir amor. No soy una buena
persona y te decepcionarás mucho. Sólo te estoy usando. No me
importa cómo te sientas.

Me doy la vuelta y salgo por la puerta antes que pueda ver que la
herida se extiende por su rostro.
Capítulo 18
Tax
Llego a casa y me encuentro con una cena inusualmente decadente
esperándome.

Jude quiere algo.

—¿Dónde has estado? Te he estado llamando.

—Por ahí, —digo. No estoy de humor para discutir. Me siento como


un enorme y jodido pedazo de mierda ahora mismo, por haber
herido a Mia cuando intentó acercarse a mí, pero aún más porque
me importa que lo haya hecho.

—Bueno, tuve un buen día, muchas gracias. Tenía ganas de cocinar


así que nos preparé la cena.

—Me di cuenta. Gracias.

—Siéntate antes que se enfríe —dice, demasiado amable. Esto se


siente como una maldita emboscada.

—¿Dónde está Rex? —pregunto. Si ella está por aquí, hay un 95%
de posibilidades que esté acechando en algún lugar cercano.
—Vendrá más tarde. Salió con unos amigos.

Me siento y me sirvo algo de comida en mi plato. La maldita Mia me


abre el apetito, y hoy lo hice dos veces así que es hora de comer.
Además, esto de despertar autoimpuesto a las cuatro de la mañana
me está matando. Estoy listo para dormir después de esta comida.

Mientras como, Jude sólo me mira sin siquiera hurgar en su plato.

—Sólo dilo, joder. ¿Qué es? —pregunto.

—Me preguntaba cómo has estado, hermano mellizo. —Odio


cuando hace eso, lanza "mellizo" para enfatizar que estamos más
cerca que los típicos hermanos.

—He estado bien. Perfectamente bien, —digo, clavando mi tenedor


en una patata.

—Sólo has estado... distante.

—¿Distante? ¿Quieres decir que he sido yo mismo?

—Oh, corta el rollo Sil, es a mí a quien estás hablando.

—No me llames así, Judith.

Pone los ojos en blanco. Ambos odiamos nuestros nombres, a mí


porque me hacía destacar más, y Jude porque era anticuado.
Aparentemente, como somos mitad americanos y mitad rumanos,
nuestros padres dividieron los nombres en consecuencia y se
pasaron de la raya en ambos casos.

—Bien, lo siento. Pero deja de actuar como si no te conociera. Soy


yo. Estamos jodidos pero nos entendemos.
Tiene razón. Es esa mierda de vudú psíquico de mellizos. Maldito
mellizo.

—Sólo quiero comer en paz. Tengo hambre y sabes que no hay que
joder con un Tax hambriento.

—Y no quiero nada más para ti que llenar tu estómago. ¿No puede


una chica hablar con su hermano mayor?

También le gusta recordarme que soy cuatro minutos y treinta y


dos segundos mayor que ella. Y que mido 1,80 metros y que ella
apenas alcanza un metro y medio.

—Habla entonces, pero estoy comiendo.

—Bien, sólo estoy preocupada por el plan.

Pongo los ojos en blanco. No esta mierda otra vez.

—No es que no confíe en que te ocupes de eso. Sólo desearía saber


más, durante los últimos diez años hemos hecho todo esto juntos.
Confiamos el uno en el otro en cada paso del camino. Somos un
equipo. Y ahora, cuando estamos tan cerca de terminar, me estás
dejando fuera. Han pasado meses desde que se suponía que Mia se
había ido, ni siquiera la has mencionado desde que compraste Alea.
Creo que he sido bastante paciente.

—No, no lo hago. —Sí, lo hago.

—Entonces dime.

—Es una mierda que no tengo ganas de compartir con mi hermana.


No es nada personal.
—¿Realmente intentas fingir que hay algo que está fuera de los
límites entre nosotros?

Suspiro, ya exhausto de luchar contra mi constante ansia por Mia,


lo último que necesito es mi hermana encima. —¿Quieres oír los
putos detalles, Jude? ¿Realmente quieres oírlos? —pregunto en voz
alta.

—¡Sí!, —suplica, con un tono de alivio.

—Bien, —golpeo mi tenedor y cuchillo en mi plato—. La noche que


fui a la casa a matarla, en su lugar le saqué la mierda. ¡Entré en
ella y todo! —Hago una pausa casi imperceptible para una reacción
de asco de Jude, pero ni siquiera se inmuta—. Entonces compré
Alea, porque quería hacerla mi puta. Me la he estado follando en
medio de Alea, haciendo que chupe mi polla, follándola por el culo,
degradándola, llamándola zorra y perra. Le encanta y lo odia.
Lentamente le estoy absorbiendo el alma de su cuerpo, haciendo
que se enamore de mí. Sigo tomando más de lo que doy. Lentamente
le estoy mostrando un poco más de ternura cada vez que la veo para
que se enamore de mí. Así que ella cree que puede salvar a un
hombre roto y cuando caiga hasta el final, cuando sólo pueda ver
una vida conmigo en su futuro, entonces le diré quién soy y cuando
esté llorando, cuando se dé cuenta de quién soy, recuerde lo que
nos hizo, la miraré a los ojos y la mataré. Entonces voy a quemar a
Alea hasta los cimientos. —Jude se levanta rígida en su asiento,
respirando lentamente. Si no la conociera mejor, pensaría que esas
palabras la excitaron—. Esos son los detalles del plan. Conseguir
que alguien se enamore de ti de esta forma tan dura y complicada,
lleva mucho tiempo. Así que por favor, ¡quítate de mí culo y déjame
comer mi cena en paz! —Digo alejándome de la mesa para que
pueda llevar mi plato a otra habitación.

Mientras digo mi nuevo plan en voz alta, mi estómago se pone tenso


por la ansiedad.
Jude sonríe, —Perfecto, —dice, impresionada con mi Plan B.
Capítulo 19
14 Años Antes
—Así que, creo que estás en algo con este Radiohead que has
sugerido, —me dice Mia, sonriendo.

La idea de esta alegre y bonita chica cantando sobre el deseo de que


la gente muera y se vaya al Océano Pacífico me hace sonreír de oreja
a oreja.

—Bueno tal vez, sólo taaaallll vez, podría entender por qué
Backstreet ha vuelto, ¿De acuerdo?

Me empuja juguetonamente. —Ahora sé que estás lleno de mierda.


¡Bocadillos! —dice, derramando un montón de bolsas en el suelo de
su estudio. Han pasado unas semanas desde que empezamos este
proyecto juntos, que se espera para finales de la próxima semana.
Durante ese tiempo, hemos salido al menos dos noches por semana,
normalmente cuando su padre trabaja hasta tarde.

Tengo la sensación que no le gusta estar en casa sola con su madre


porque la pone triste.

En ese tiempo, he aprendido que es honestamente la persona más


asombrosa que he conocido y sé que no es su belleza exterior lo que
me ciega. De hecho, conocerla sólo me ha hecho sentirme más
atraído por ella, y no pensé que eso fuera posible.
No me trata como un bicho raro, no mira mi cabello largo, mi cara
demacrada, mi ropa negra holgada ni mis cadenas y no ve a un
"otro". Sólo me hace sentir cómodo. No me siento tan diferente
cuando sólo somos ella y yo. Incluso es tan amable de dejar a Jude
hacer los deberes en el comedor cuando Jude no tiene nada más
que hacer mientras trabajamos en nuestro proyecto.

Creo que estoy enamorado.

Bueno, estoy bastante seguro de que lo estoy, todo lo que hago es


pensar en ella, especialmente por la noche cuando estoy en la cama.
Jude se da cuenta, me pilla sonriendo y dice, —¿Qué? ¿Piensas en
Miaaaaaa? —mientras se frota los dedos índices con un movimiento
vergonzoso. Me duele un poco pensar en ella. Creo que por eso lo
llaman enfermedad del amor, porque te sientes mareado y tu
corazón pesa una tonelada.

Oh, y me masturbo mucho con ella. Un montón.

Sé que no tengo ninguna oportunidad con ella. En este estudio, en


esta pequeña habitación, sólo están Sil y Mia. Pero en los pasillos
de Clint High, tiene un novio jugador de fútbol, amigos calientes, y
todas las otras cosas que vienen con ser hermosa y bien querida.
Pero he pensado en eso, y... voy a decírselo. No tengo las agallas
para decírselo cara a cara, pero le escribiré una carta y se la daré
la semana que viene después de la escuela y si hay alguna
posibilidad que le guste, entonces habrá valido la pena la potencial
vergüenza.

Y si no le gusto, confío en ella lo suficiente como para ser amable y


tal vez incluso, siga siendo mi amiga después que este proyecto
termine.
—Bueno Mia, viendo que te he iniciado en la música de verdad... no
puedo quitártelo ahora. Puedes quedarte con el CD de Radiohead.

Sus ojos se iluminan como si le hubiera ofrecido un pony o alguna


mierda.

—¿En serio? Awwww, Sil... ¡Idiota! —Dice, y luego me abraza. Me


abraza, joder. Intento no ponerme rígido cuando sus pechos me
rozan, pero mis músculos se tensan. La gente no me abraza. Sólo
mi hermana y eso es sólo a veces.

Creo que Mia siente la tensión, porque se aleja rápidamente y luego


me da un codazo en el hombro. —Gracias, snob de la música.

Y ahora, estoy aún más seguro que tengo que decirle lo que siento.
Capítulo 20
Mia
Ha pasado una semana desde que Tax vino a mi casa, mostró una
pizca de su humanidad, y luego dijo la cosa más cruel que alguna
vez me ha dicho, pero sé que lo está haciendo porque sintió algo; sé
que está pretendiendo que solo me ve como su víctima. Me metí bajo
su piel tanto como él se metió bajo la mía y no puede manejarlo.

Así que le seguiré la corriente, pero él ya no conseguirá todo de mí.


Me acostaré ahí como un pescado frio; él puede tener mi coño, mi
culo, mi boca, pero no tendrá nada más. Estoy cansada que se
aproveche de mí, si él no quiso más está bien, solo que ahora lo
hace y aunque lo dejo usar mi cuerpo como un juguete, no dejaré
que también use mi alma como uno.

Por lo que marcho hacia Alea con mi cara de póker puesta, lista
para ser follada por el campeón mundial de las folladas, pero estoy
cansada de tratar de ver en él algo de humanidad que no quiere que
vea.

Quizás realmente no hay nada dentro de él, quizá realmente no


siente empatía, quizá sigo diciéndome a mí misma que él es más
que un psicópata sin corazón para hacer frente a la situación en la
que estoy. Porque la realidad es que él me odia, que solo me ve como
un pedazo de basura del que puede disponer y usar como quiera,
que yo hice algo para merecer este trato, que estoy verdaderamente
sola ahora mismo; es mucho para soportar.

Alea está cerrada de nuevo, esta vez no me sorprende. Entro a la


oficina y enciendo las luces de la sala de conferencias. Entonces
espero.

5:15am

5:25am

5:30am

¿Dónde demonios esta él? ¿Esto es otro de sus juegos?

Mi fachada indiferente comienza a resquebrajarse. Quizá él ya


terminó con nosotros, quizás no regresará. Me dejará y no quedará
más que una cascara vacía, porque sé que nunca me sentiré de la
misma forma con otro hombre como lo hago con Tax.

Quizás esto no es algo malo.

¿Estoy rota? ¿Es por eso que no importa en cuantas citas estuve,
no importa cuán guapos parecieran los chicos, ellos nunca
mantuvieron mi interés? ¿Significa esto que estoy destinada a
sufrir?

Trato de imaginar qué quiero de Tax. Si él pudiera darme más, si


pudiera mantener el lado intenso y enojado a un lado y mostrarme
algo más, podría lidiar con ello incluso, podría ser feliz. Pero su
dureza solo funciona bajo mi suavidad. Una cosa es doblarme y
follarme como una puta y otra cosa muy diferente es que él me vea
como tal.
No tengo el número de Tax. He estado follando a este tipo por siete
semanas y no tengo ni siquiera su número telefónico, pero si tengo
su correo electrónico, por lo que le envío un mensaje:

¿Nuestra reunión de esta mañana fue cancelada?

Tan pronto como envío el mensaje me empiezo a enojar, todo lo que


Tax hace es deliberado. Él sabe que estoy sentada aquí esperando.
De alguna forma, esta flagrante falta de consideración por mi
tiempo me enfurece más que él chantajeándome por sexo. Podría
haber dormido más. Esto es solo otro de sus juegos.

Envío un correo sin esperar una rápida respuesta, pero el buzón de


textos suena con un mensaje.

La estoy reprogramando para el viernes. 5 am. Te veo entonces.

Bueno, supongo que ahora tengo su número telefónico.

Habría sido amable de tu parte decirme esto anoche, yo podría estar


durmiendo ahora mismo, pero supongo que eso requiere un mínimo de
consideración.

Mis más sinceras disculpas, Mia. Te veo en unos días y cuida tu boca.

Hugh, su arrogante respuesta me hace querer golpear a un


cachorro. No puedo evitar reírme en la última línea, pero aun quiero
matarlo por ser tan imbécil.
Llega el viernes y camino rápidamente por el estacionamiento. Hoy
va a ser un día demasiado largo. Tiff está organizando una fiesta en
el bar, una gran reapertura, algo así como celebrar una renovación
importante y festejar con Tiff significa que será una noche muy,
muy larga.

Esta mañana, por despecho no uso mi sofisticado y sexy atuendo.


En cambio, uso mis usuales jeans, botas y una camiseta blanca.
No me aplico ni una gota de maquillaje y amarro mi cabello en un
moño alto. Él se lo tiene merecido; de todas formas, no es como si
no me hiciera desnudar completamente el 95% del tiempo.

La puerta hacia Alea está cerrada. De nuevo, no me sorprendo


mientras voy por mis llaves. Entro en la oficina, todas las luces
están apagadas.

5:10 am
5:20 am
5:35 am

Él me plantó. DE NUEVO.

Y odio admitirlo, pero estoy decepcionada. Por supuesto, estoy


furiosa también. Esta vez, le testeó. No sé si el hecho que tenga su
número telefónico significa algo, pero me gusta pensar que con él
todo tiene un significado.
Estoy aquí. Sola. De nuevo. Dijiste viernes a las 5am.

Espero una rápida respuesta, pero no hay nada. Silencio total. ¿Ha
terminado conmigo?

Resisto la urgencia de llamarlo, salir como una desesperada


aspirante a novia, pero él siempre aparece. Diablos, la última vez
que nos vimos fue dos veces en un solo día.

Tristeza se extiende sobre mí, preguntándome si esto es todo


realmente. Él se aburrió conmigo y ha pasado a la próxima mujer.
También existe la posibilidad que lo haya asustado cuando vino a
mi casa, que él sintió algo y ahora está corriendo como un jodido
cobarde.

Debería estar emocionada por esta posibilidad.

Bueno, es oficial: estoy loca, extrañando al tipo que ha hecho de su


pasatiempo favorito atormentarme.
Tax
Observé a Mia salir de su casa esta mañana, estaba usando unos
jeans y una camiseta blanca. Ella está cansada o protestando
silenciosamente. Poco sabe que pienso que se ve tan caliente en
unos jeans y una camiseta como cuando usa una blusa de seda y
una falda. Es un ganar seguro para mí.

Tomé la decisión de no verla esta semana. Necesito distancia.

El presentimiento de Jude está golpeando demasiado cerca de la


realidad. Le conté mi plan para hacerla callar por un tiempo.
Funcionará porque siempre le he cumplido y sé que ella no está
interesada en escuchar más detalles sobre las aventuras sexuales
de su hermano.

Pero las cosas no están funcionando para mí. No soy un idiota, leo
a las personas increíblemente bien; así es como he sido capaz de
destruir las vidas de todos los que han destruido la mía y sin ayuda
de nadie he borrado una ciudad entera fuera del mapa.

Pero no lo entiendo, estoy desconcertado ahora como en el momento


que supe de la traición de Mia catorce años atrás.

¿Podría estar equivocado? Imposible.


Ella me está cegando de nuevo, haciendo un tonto de mi como lo
hizo tiempo atrás. Solía pensar en ella y ver sangre, sediento de su
doloroso final; pero ahora, cuando pienso en ella comienzo a
sentir… calidez. Una maldita calidez.

Es su coño, pienso que es tan bueno que me está ablandando. Por


eso, esta semana joderé su mente consiguiendo distanciarme,
enfocarme y entonces voy a volver fuerte y hacer lo correcto de una
vez por todas.

Pero hay un problema aun mayor con mi ingenioso plan: le estoy


dando distancia a ella, pero yo no me estoy dando ninguna
distancia mientras me siento en mi auto siguiendo cada uno de sus
movimientos.
Capítulo 21
Tax
Stone Temple Pilots – Sex Type Thing

Estoy estacionado al otro lado de la calle del bar que tiene la amiga
de Mia, Tiff, en la calle Water. Parece que habrá una gran fiesta,
aunque hay una inusual larga fila afuera de la puerta, Mia entra
directo.

Llamo a Rex.

—¡Qué onda, Tax!

—Hey, necesitas venir al centro de la ciudad.

—Seguro hermano. ¿Qué pasa?

—Mia está en Cuddy y necesito que mantengas un ojo en ella.

—Oh, siempre es un placer. De todas las personas que me enviaste


a vigilar ella fue la más divertida.

Mi cuello se calienta. —Apuesto que sí. ¿Qué tan lejos estas?

—Estoy a cinco minutos.


—Bien. Mantén tu teléfono cerca y mantén tu distancia de Mia. Solo
quiero ojos en ella.

—Siempre, hombre.

Cuelgo la llamada y espero. Tengo el presentimiento que ella sabe


que la estoy vigilando, porque el atuendo que está usando esta
noche fue diseñado para provocar, para hacerme querer inclinarla
y recordarle que ella es mía.

Ese básico vestido negro apretado con tiras de espagueti, que se


detiene en la mitad del muslo, está diseñado perfectamente para
ajustarse a un cuerpo como el suyo sin ninguna distracción. Su
escote es pronunciado, y está usando esos tacones rojos fóllame que
se amarran en sus tobillos. Tobillos amarrados. Algo sobre esas
cosas jodidamente me excitan todo el tiempo.

Ella usualmente mantiene su cabello amarrado en un moño, pero


hoy está suelto y luce tan jodidamente… femenina. Todo su grueso
y brillante largo cabello, tetas, piernas y culo.

Y… ahí va mi maldita serpiente apretando mis pantalones,


extrañando su coño. Mi polla se las arreglará para meterme en un
mundo de problemas si no empieza a interesarse por otras mujeres.

Tengo una colección de culos a los que puedo acudir. Esas mujeres
están buenas como el infierno y dispuestas a hacer lo que sea,
donde sea. Ellas no hacen preguntas, ellas entienden que no hay ni
una jodida oportunidad de conseguir algo conmigo más que una
buena follada. Pero donde sea que me ponga caliente, lo cual es la
mayor parte del tiempo, miro la lista de contactos en mi teléfono y
aparece ese sentimiento que creo las mujeres sienten cuando dicen
que no tienen nada que ponerse y tienen un closet lleno de ropa.
Mi polla se mantiene susurrando: El coño de Mia. El coño de Mia,
por favor.

Pensé que dándole mi número, ella estaría tentada a llamarme o me


textearía más de una vez pero tengo que reconocerlo, ella se ha
mantenido firme. No he sabido de ella desde ese mensaje en la
mañana.

Ni siquiera noto que he pasado los últimos veinte minutos pensando


en ella, hasta que mi teléfono suena.

—Rex.

—Hola hermano, estoy en el bar. Esta noche esta abarrotado de


gente pero la veo, estuvo con Tiff por un rato, pero ahora Tiff está
recorriendo el lugar trabajando. Parece que hay un tipo
acercándose a Mia y luce como un jodido imbécil también.

Fuego. Siento como si mi jodido pecho estuviese en llamas.

—Especifica “acercándose”.

—Bueno, ella está de pie en una de esas mesas altas y parece que
él le trajo una bebida. No te puedo decir si ella está interesada o no.
¡Oh espera! Él acaba de poner su brazo en la cadera de ella, pero
ella como que da un paso a un lado.

Buena chica. Esto no significa que no quiera romper la mano del


tipo y sus cinco jodidos dedos.

—Ahora, él está susurrando algo en su oído y ella solo sonríe.

Calor. Lava. En mis venas.


—Parece que él le está rogando. Literalmente, tiene sus manos
juntas como si rezara y ella está sonriendo…. Yyyyy ella va a la pista
con él. Él está detrás de ella….

Estoy cruzando la calle y llegando al bar antes de que él termine la


oración.

—Estoy yendo para allá.

—Oh mierda. —dice Rex. Él me conoce lo suficiente como para


saber qué viene a continuación.

Camino directo hacia allá, a pesar que no vengo al bar de Tiff por
obvias razones, cualquier gorila que sabe alguna maldita cosa sobre
esta ciudad, comprende que no debe detenerme.

Es como si tuviera un radar para el coño de Mia, porque en la


oscuridad entre la multitud desbordante la localizo, frotando el culo
que me pertenece contra la entrepierna de ese imbécil.
Mia
Este tipo no tiene ninguna oportunidad de irse a casa conmigo y se
lo he dejado muy claro, pero él me trajo una bebida y suplicó por
un baile así que me divertiré con él. Él parece agradable. Diablos,
no estoy en una relación, al menos nada que se pueda considerar
como una para los estándares normales.

Me voy a divertir esta noche, de la forma en que una mujer


americana normal lo haría, porque estoy harta de sentirme afligida.
Tax me ha abandonado y realmente debería estar alegre por eso.
Tomo dos tragos rápidos de Jager antes de ir a la pista de baile con
este tipo. Él es lindo, aunque ligeramente fastidioso, pero no me
molesta la compañía. Tiff está bastante ocupada esta noche así que
es agradable tener gente para socializar.

Empiezo a bailar agitando mis caderas y el tipo se desliza detrás de


mí moviendo las suyas en sintonía con las mías y frotándose contra
mi culo. Él está empujando los límites, pero es inteligente al
respecto. Lo dejaré pasar por ahora, si siento algún toque, nos
moveremos al baile frente a frente.

Miro hacia la gran multitud y sonrío. Estoy tan feliz por Tiff, el bar
luce increíble, ella quería remodelarlo desde que heredó el bar
Cuddy hace algunos años atrás. Aún se siente acogedor, es la clase
de lugar donde puedes pasar el rato con tus amigos después del
trabajo, pero puede convertirse rápidamente en un lugar moderno
de fin de semana con algunas luces creativas.

Y esa es la vibra que está dando ahora mismo; es oscuro, hay un


juego de luces y la pista de baile está llena.

La multitud es como un solo organismo vivo; meciéndose,


balanceándose. Apenas puedo distinguir una persona de la
siguiente, pero entonces cuando miro a la distancia veo a un gran
vaso de agua; él está usando perfectamente un ajustado traje negro
con una camisa blanca sin corbata, sus hombros amplios y mis ojos
viajan por su masculina mandíbula, su perfecto bronceado, su
cabello cortado a los lados y largo arriba, ¿y su… tatuaje en el
cuello?

¡Oh mierda!

Después del microsegundo que me toma para darme cuenta que


Tax está en el club, noto que está viniendo directamente hacia mí,
sus fosas nasales abiertas como las de un toro furioso. Es enorme
e intenso y me asusta verlo afuera de mi casa o del edifico de la
oficina. Hasta este punto, es como si él no fuera real porque nadie
más lo ve.

Pero es real. Él es definitivamente real.

Sus ojos se ven negros como el carbón y me preocupo por el tipo


que está meciendo sus caderas contra mí, pero Tax está en frente
tan rápido que no puedo apartarlo.

—Vámonos. —dice Tax. El descarado.

—No. Estoy aquí por una amiga. —protesto.


—Entonces estarás aquí para tu amiga pero vendrás conmigo.

—Amigo, cálmate de una puta vez. —dice el tipo.

Amigo, eso fue estúpido.

Si los ojos dispararan rayos láser, realmente Tax hubiese incinerado


al tipo en el segundo en que miró sobre él. —Retrocede de una puta
vez. —dice Tax.

—Jódete…

Yyyy Tax lanza un puñetazo perfectamente alineado hacia la nariz


del tipo. Él empuja al tipo y golpea la parte superior de su cara en
la mesa haciendo que los vasos sobre salten, y retuerce su brazo
detrás de su espalda. Sangre brota desde su nariz hasta la mesa.

—Escucha… —Saca la cartera del tipo—. ¿Paul? Lárgate de una


vez, y conduce directo a casa. No sabes con quien te estas metiendo.

—¡Mi padre es un abogado! —dice. Sabía que era un imbécil.

—Lárgate de una puta vez. —Repite Tax, empujándolo hacia los


guardias.

Aparentemente los guardias conocen a Tax, porque arrastran al


pobre y lo dejan solo. Un tipo con cabello puntiagudo y una
chaqueta negra viene hacia Tax, quien asiente y dice algo de
regreso. Entonces el tipo de cabello puntiagudo sigue a los guardias
y al tipo Paul afuera.

—Tax, ¿Estas jodidamente loco? —Le grito. Debería intentar eso de


verlo fuera de sí más seguido, me vuelve mucho más valiente—. Él
no estaba haciendo nada malo.
—Yo decidiré quien está haciendo algo malo. No te preocupes, mi
amigo se asegurará que su trasero llegue a casa sin traer ningún
policía aquí.

—¿Está todo bien? —Tiff viene a nosotros—. No esperaba verte en


el centro del disturbio… bueno, hola… —dice, notando
inmediatamente el estúpidamente hermoso, alto y tatuado chico
parado a mi lado.

Ella me da una mirada. Joder. Mundos colisionando. Esto no puede


ser bueno.

—Mmmm, él es Tax, mi amigo. —Mi amante y extorsionador serial—


Tax, ella es mi amiga, Tiff.

Omito la palabra mejor porque estoy segura que él es alguna versión


de psicópata acosador en alguna venganza personal de follarme
hasta la muerte.

—Un placer conocerte, —dice él—, siento lo del disturbio, cómprales


una ronda a todos de parte de la casa. —Sostiene su tarjeta de
crédito en la mano para ella.

Ella mira a su alrededor. —¿Es en serio?

—Destrózala —dice él.

—Vaaaleeee. —Dice ella, dándole la espalda. Entonces ella gira


hacia mí diciendo en mi oído—. Zorra, necesitamos hablar y él es
jodidamente ardiente.

Esto es un terrible, terrible giro de los eventos. Tax se está moviendo


del espacio en mi vida donde solo él habitaba y ahora está
acomodando su apretada espalda en otros lugares. Todo esto
funcionaba porque era cosa de un martes a las 5 am, pero este loco
arreglo no puede funcionar si él empieza a mezclarse con el resto
de mi mundo.

Tan pronto como Tiff está fuera del alcance del oído, le grito. —¿Qué
estás haciendo aquí?

—No puedes salir con nadie más, pensé que eso estaba claro.

—¿Salir? Estás suponiendo que nosotros “salimos”. No, no salimos,


puedes tenerme como quieras y después recordarme cuanto no te
importa. Me plantaste dos veces esta semana, ni siquiera te
molestaste en responderme hoy. ¿Recuerdas? Solo estás
usándome, no te importa cómo me sienta.

—Esto no es sobre sentimientos.

—Esto es exactamente sobre sentimientos, ¿Qué acaba de pasar


justo allí? Eso fueron celos y los celos son un sentimiento, puedes
mentirte a ti mismo y decir que no sientes nada por mí pero si no
te importara, no estarías de pie aquí. Si no te importara, ¡no habrías
venido a mi casa! ¡Eres un imbécil! —le grito.

—Suficiente, —dice en su resonante voz baja—, vamos.

—No me puedo ir, este es el evento de mi amiga. Ella es importante


para mí.

—No nos vamos a ir, solo necesitamos tomar aire.

Él agarra mi mano y es una sensación tan ajena. Estoy tan


acostumbrada a ser arrastrada, empujada, jalada, pero nunca
tomada de la mano. En vez de llevarme al frente, él me conduce
abajo por el corredor que lleva a la parte trasera del bar, al callejón.
Está vacío salvo por el contenedor de basura y unos cuantos ecos
de voces desde la calle principal.

—¿Qué quien…? —Antes que pueda terminar la pregunta, sus


labios chocan violentamente contra los míos.

Él me deja besarlo, y realmente fue solo una vez antes, pero él


nunca ha iniciado un beso y este no es solo un beso, es el beso.
Está lleno de una gran variedad de emociones humanas, que me
transmiten un mensaje sin decir nada. Él siente algo por mí, quizá
no puede decirlo, quizá no lo entiende, pero lo siente y esta es la
única manera que conoce para decirme sus sentimientos sin decir
ni una palabra.

Me presiona contra la pared de ladrillo del exterior del edificio,


raspando mi espalda desnuda; la quemadura contrasta con la
suavidad de sus labios. Estamos ocultos de la calle principal por un
contenedor a pies de distancia, pero eso no nos salva de la
posibilidad que un empleado del club o cualquier vagabundo venga
hacia nosotros.

Y no me importa. De hecho, creo que me gusta la idea.

Tax tira de mi vestido hacia arriba, pasando mi cintura, deslizando


su mano entre mis piernas.

—Sin bragas. —Él gruñe.

—Creo que tenía la ilusión que pudieras venir. —Admito.

—Eres una perfecta pequeña puta, pero eres mi jodida puta. —dice,
empujándome hacia abajo en una posición de rodillas mientras
saca su sólida polla, reprimida debido a su propia testarudez.
—Eso significa que ningún maldito hombre te toca excepto yo.
Escupe en mi polla, quiero oírlo. —Ordena. Yo sigo sus órdenes
juntando mi saliva en mi boca y escupiendo en su punta, entonces
uso mi mano para suavizar la humedad de arriba hacia abajo en su
eje. Él golpea su mano contra la pared detrás de mí y tira su cabeza
hacia atrás con desenfreno mientras yo me lo meto completamente
hasta la garganta, ahogándome en él.

Busco un ritmo fijo con mi mano y boca, deslizándome arriba y


abajo. Sus gemidos me alimentan para luchar contra el dolor en mi
mandíbula por chupar su polla.

Él se hincha en mi boca, pero antes que pueda tomarlo todo me


jala, me empuja contra la pared y envuelve mis piernas a su
alrededor.

Alguien sale al callejón desde la cocina por un cigarrillo.

—¡Vuelve adentro! —La voz de Tax resuena. Observo la sombra de


la persona saltar y correr dentro del edificio.

Me rio y luego él se ríe cuando yo me rio. Es una vista tan rara y


hermosa, el resplandor de su sonrisa abruma la sombra de
oscuridad en sus ojos.

El empuja su mojada polla dentro de mí y jadeo descuidadamente


mientras su polla curva golpea contra mi punto G.

—Tax, fóllame. —Le suplico. Él me está follando, pero quiero más.


Quiero que me hiera, quiero que mi cuerpo refleje mi mente con los
sentimientos conflictivos de dolor y placer.

—Mia… Mia, eres tan malditamente hermosa. —murmura tan bajo


que casi no lo oigo. Lo dice como si lamentara sentirse de esa
forma—. Te odio… jodidamente te odio. —Él refunfuña esta vez con
una voz mucho más clara.

—El odio también es un sentimiento. —susurro a través de un


quejido.

—No quiero sentir nada, nunca más.

—Siéntete a ti mismo dentro de mí. —Replico—. Eso es todo lo que


necesitas sentir ahora mismo.

—Me arruinaste. —Gruñe, empujando con fuerza, rugiendo hacia


mí.

—Tú me arruinaste a mí. —Replico.

Muestra sus dientes mientras envuelve su gran mano alrededor de


mi garganta, apretándome, cortando mi respiración lentamente. Él
me mira a los ojos y yo lo miro de regreso justo de la forma en que
me ha entrenado.

Aprieto alrededor de su polla mientras se entierra en mí, el


instrumento que él usa para herirme, que es mucho peor que
cualquier cuchillo o arma. Él ejerce la presión suficiente, de forma
que si inhalo fuertemente, puedo conseguir el suficiente aire para
estar consciente.

El ensordecedor ruido de la música del club, el parloteo de las


personas desde la calle, el goteo constante de una tubería de
drenaje en un lado lejano del callejón, todo desaparece detrás del
sonido de mi propio agudo jadeo.

Y hago erupción a su alrededor, arañando frenéticamente su


cabello, su chaqueta, la cintura de sus pantalones, mientras veo
estrellas por unos segundos. Lo oigo diciendo mi nombre en mi
cuello pero suena distante, como si estuviese en algún lugar lejano.
De nuevo, mis sentidos están entumecidos, como si me encontrara
bajo el agua. Es como si mi cuerpo supiera que mis orgasmos con
él son traumáticos y se apagara para hacerle frente.

Paso mis dedos por la tela de su traje y lo agarro, temerosa de sus


sentimientos, como si algo dentro de mí estuviese perdido.
Asustada que me deje en este callejón, usada y sola.

Pero no me aleja, no aparta mis manos de él. Se detiene por unos


pocos segundos extras y entonces saca del bolsillo de su chaqueta
un pañuelo, me empuja un poco y limpia entre mis piernas.

—Esto debería servir. Quiero que mantengas mi semen dentro de ti


toda la noche.

Asiento en silencio, mientras recupero mi compostura. Arreglo mi


vestido y suavizo mi cabello, esperando que empiece a insultarme,
dejando claro que soy basura y que no significo nada, que esto no
significa nada.

—Está bien, vayamos a la puta fiesta. —dice.


Capítulo 22
Mia
Garbage†–†£1†Crush

Tax me toma de la mano y me lleva de regreso a través del corredor


y dentro del caos del bar. Estoy sorprendida de ver a Tiff en la mesa
alta que estaba usando, charlando con el tipo de cabello puntiagudo
que estaba hablando con Tax antes.

Ella nos observa caminando hacia ellos, sonríe y nos saluda.

—Mia, dejaste tu bolso aquí. ¿Qué se te ha metido? —Ella pregunta


bromeando. Más bien, quién.
Aún estoy aturdida, la música alta y las luces del club no me están
ayudando, así que solo sonrió y mis ojos se dirigen hacia el tipo que
esta con ella. —Asumo que ustedes se conocen. —dice ella. Uno
pensaría que sí, ya que conozco a Tax, pero no sé nada sobre él, sin
mencionar sus amistades.
Antes que pueda decir algo, Tax dice: —Este es mi hermano, Rex.
¿Hermano? Ellos no tienen un parecido familiar. Rex tiene ojos
verdes y también está en forma, pero es un poco más bajo, quizá
1.78 metros más o menos y su cabello está teñido de negro, pero es
muy rubio, con pecas, como si fuera pelirrojo debajo del tinte.
—Hermanastros. —dice Rex, notando mi confusión—. Es por eso
que no soy tan idiota como él. —Guiña el ojo.

—¿Ustedes dos se conocen? —Le pregunto a Rex y a Tiff.

—¡Por supuesto! Él viene aquí todo el tiempo. Nos conocemos desde


hace años, quizás deberías parar de crear consoladores y dirigirte
donde están las pollas reales. —dice ella. Rex estalla en risa y Tax
sonríe con suficiencia.

Pero yo me estremezco un poco, Tax tiene un amigo que conoce a


mi amiga. ¿Es esto una coincidencia o cómo todo lo relacionado con
él, es una clase de juego o manipulación?

—¡Túúúúú amigo! Tú eres el hombre. —dice un borracho caminando


y apuntando hacia Tax, quien obviamente no está contento con la
atención.

—¡Eres jodidamente lo máximo! —murmura alguien más.

Tax se inclina en la mesa hacia Tiff. —Podrías haberlo hecho sin


decirle a la gente quién les compró las bebidas.

—¡Eres rudo, cabrón!

—Oh no, tú te ganaste el crédito por eso, amigo. —dice ella,


inclinándose y guiñando el ojo. Ella piensa que él es sexy. ¿Quién
no lo hace? Pero sé que solo es su forma de ser, ella no está tratando
de atraparlo ni nada.

—Así que, —Tiff mueve la cerveza en su mano en dirección a mí—,


Mia tiene tantooos problemas conmigo. Ella nunca ha mencionado
a un tipo llamado Tax, pensé que nos contábamos todo.
—Me pregunto por qué será eso…. —Tax reflexiona en voz alta. ¡Que
bastardo!

—No es nada. —digo, tratando de restar importancia a nuestra


relación.

—¿Nada? —dice Rex, en broma.

—¡Mia, él está justo aquí! ¡Que cruel! —dice ella.

Esto es increíble. Yo Soy la cruel. ¿Cómo él hace esto? ¿Cómo se


para ahí, no hace nada y me hace lucir como una idiota?

—¡No quise decir eso! Lo que quiero decir es que es nuevo y solo
estoy tratando de mantenerlo en privado.

—Bueno, está bien. —dice Tiff—. Así que…. Ahora que no es privado
¿Cómo se conocieron ustedes dos?

Una ronda de tragos viene a la mesa. Me congelo. No estaba


preparada para esto. La mano de Tax descansa en la parte baja de
mi espalda. Pienso que es parte comodidad y parte cállate la puta
boca y acepta esto.

—Compré Alea y tomé un papel silencioso así que trabajo con Mia
mientras ella maneja la compañía.

Los ojos de Tiff se agrandan. —Ooooooh, entiendo. ¡Es privado por


toda la cosa laboral!

—¡Sí! —digo aliviada que todo esto se arregle mucho mejor de lo que
había imaginado.

—Bueno, Tax, se bueno con mi amiga. Ella es la mejor persona en


el mundo.
—¡Awwww! —digo, sabiendo que ya es muy tarde para hacer esa
petición.

—Ella es algo. —dice él, su mano frotando mi espalda y yo me tenso


aún más.

Esa declaración está tan cargada y esto de tocarme sin sexo está
haciendo a mi mente dar vueltas en círculos.

—Entonces, Tax ¿A qué te dedicas? Aparte de comprar compañías


de vibradores.

—Hey —me entrometo—, son artefactos íntimos para el placer


femenino.

—Son increíbles, es lo que son. —dice Tiff. Ella dirige su atención


de nuevo a Tax. Estoy tan celosa que ella pueda hacerle preguntas
que a mí no se me permiten hacer, pero intento tomar ventaja de
su curiosidad.

—Bueno, hago un poco de inversiones financieras, acciones, es


mierda aburrida. Rara vez adquiero bienes, a menos que vea algo
que realmente desee, algo que tenga mucho potencial.

Su mano aún en mi espalda, haciéndome cosquillas en la columna.

—Sé que sueno demasiado efusiva acerca de mi amiga, pero


mantenla cerca. Ella ama Alea y nadie trabajará tan duro como ella.

—Ella tiene un lugar en Alea por el tiempo que desee. Con ella en
el timón, siento que estoy en buenas manos. Todo el mundo siempre
tiene cosas amables que decir sobre Mia, —dice Tax—, y estoy
dispuesto a creerles.
Okey, ¿Él me está hablando indirectamente? ¿Está intentando
agradarme o es pura mierda?

Todos tomamos una ronda de tragos juntos, y luego otra. Estoy


emocionada y aterrorizada de saber cómo será un Tax ebrio.

—Así que, Rex, ¿Trabajas con Tax? —pregunto.

Tax me da una mirada por el rabillo del ojo.

—¿Yo? Sí. Hago investigación, tecnología, soy una especie de


contratista independiente. —dice con su sonrisa juvenil. Él es lindo.
Algo me dice que Tiff ya se le ha lanzado.

—Vamos a bailar, Mia. —dice Tiff.

—Okey. —No sé por qué siento que necesito la aprobación de Tax,


pero lo hago.

—Ella está en buenas manos, Tax. ¡Por favor, no trates de matar a


otro de mis clientes! —Suplica, totalmente ebria.

—Vayan, estaré aquí con Rex. —Tax se inclina a mi oído, desliza


sus manos hacia abajo y ahueca la curva de mi culo, enganchando
un dedo cerca de mi coño y aprieta—. Recuerda. Esto es mío.

Tiff pone sus antebrazos sobre mis hombros, jalándome cerca


mientras bailamos.

—Dios, Mia ¿Qué demonios? ¡Él es guapísimo!

—Lo sé… —Me lamento.

—Chica, ¡Que tatuaje en el cuello debajo de ese traje!


—Lo sé… —Lloriqueo.

—Sé que ustedes dos follaron en el callejón. —Me guiña el ojo—.


Julio casi se caga cuando salió a fumar.

—Oh, mierda. —digo, hundo mi cabeza en vergüenza.

—No… ¡Esto es genial! Esto es lo que necesitas. ¡Esto es de lo que


hemos estado hablando! Necesitas a alguien que sea lo
suficientemente fuerte para ti. Nunca nadie ha mantenido tu
interés, necesitas a ese tipo que te va a dar desafíos, alguien que te
mantenga en tus pies. Nunca necesitaste a un hombre para
definirte, pero es lindo tener a alguien en quien apoyarse y con
quien ser vulnerable. Eres una mujer fuerte y exitosa, pero a veces
es bueno tener a alguien que iguale tu fuerza.

Eso no es exactamente cómo describiría nuestra dinámica. Siento de


todo menos fortaleza alrededor de Tax. Desde la primera vez que nos
conocimos él desmanteló mi independencia, mi fuerza personal y
me ha reducido a llantos, ruegos y desastre.

—De todos modos, tenemos que ponernos al día has sido como un
fantasma, temía que no vinieras esta noche.

—¡Sabes que nunca te dejaría plantada!

—Lo sé, lo sé. Pero esa nueva posición en Alea te ha tenido


realmente ocupada. Solo no te olvides de vivir.

Oh, he estado viviendo lo suficiente por una vida entera.

Por supuesto, he estado evadiendo a Tiff, pero no es por el trabajo,


es porque estoy atemorizada que si estoy a solas con ella, estallaré.
He confiado en Tiff con todo, excepto este secreto, este monstruo.
Lo que he estado soportando es horrible. Lo que es aún más horrible
es cómo me he permitido disfrutarlo. ¿Qué pensaría ella de mí? Ella
nunca me ha juzgado y yo nunca la he juzgado a ella. Tiff vive una
vida salvaje: largas noches, dormir hasta la 1p.m. cada día,
múltiples amantes (algunas veces al mismo tiempo). He estado
sentada en la sala de espera mientras ella tiene un aborto, lloró en
mi regazo cuando Blake, el único chico que alguna vez amó, la dejó
y discutió con ella cuando volvieron. Hemos pasado por tanto juntas
y nos amamos incondicionalmente y sin juicio pero este
predicamento es diferente. Me estoy sometiendo voluntariamente a
alguna deuda fantasma, ni siquiera sé por qué Tax quiere hacerme
pagar, le pregunto cada semana y consigo siempre la misma
respuesta de mierda. Estoy en el punto donde mi curiosidad ha
empezado a aburrirse porque ya no tiene más importancia. Él está
aquí, ahora, y sean cuales sean las razones, él ya ha dejado una
huella en mi vida.

Un mesero nos trae algunos tragos y con gusto me trago el coraje


líquido. Hacemos nuestro camino de regreso a la mesa donde hay
otra ronda de tragos. El alcohol está empezando a golpearme duro.
Beber me hace querer hablar y tocar. ¡Oh! Y me pone caliente y ahí
está un tipo alto, musculoso, con el cuello tatuado y cabello y labios
perfectos, y su olor es increíble y todo lo que quiero hacer es poner
mis manos sobre él.

Comienzo a sentir la música y me balanceo al ritmo. Me giro para


enfrentar a Tax y lo jalo cerca, envolviendo mis brazos alrededor de
su cuello. Mientras muelo mis caderas contra él, sus manos se
deslizan hacia mi culo y muerdo su labio inferior.

—Baila conmigo. —Suplico.

—Yo no bailo, nena. —¿Nena?

Hago pucheros y él sonríe débilmente, pero no se mueve, esta


podría ser un área en la que negociar con él no funciona.
Lo extraño de esta situación no se me escapa, pero hay algo sobre
estar en el mundo real, y quizás el alcohol está ayudando también,
pero casi olvido las circunstancias que nos trajeron aquí. Al menos
puedo ignorarlos.

—Puedes bailar sobre mí si quieres. —dice. Esa es una pequeña


concesión, pero para Tax es como si fuera la ONU ahora mismo.

—Tomaré lo que pueda obtener. —digo, alejándolo de la mesa y


empujándolo hacia una pared.

Me doy la vuelta y balanceo mi culo en su ingle serpenteando,


zigzagueando, frotando, llegando tan cerca del sexo como puedo
hacerlo con ropa puesta.

Vuelvo a girar y miro hacia sus ojos, están caídos; él también está
sintiendo el alcohol. Quizás pueda llegar a él, quizás sus defensas
se debiliten. Diablos, estar aquí ahora mismo y de esta forma, es
un gran avance.

Ondeo mis caderas duro, mi columna vertebral arqueándose como


una ola, mientras paso mis manos debajo de la chaqueta del traje
y hasta la fresca tela blanca de su camisa. Las firmes líneas y
pliegues de sus abdominales debajo de mis dedos incitan mi
codicia. Lo miro fijamente, de la misma forma en la que él me mira:
con hambre. Mira abajo hacia mí, con ojos atormentados y una
sonrisa alegre mientras me froto contra él, y su abultada codicia
presionando contra mí.

Sonrío y giro mientras mantengo mis ojos en él, rodando mi espalda


contra sus abdominales y bajo levantando mi culo, moviendo mi
cabello, y conduciendo mi culo a lo largo de su pierna mientras
muerdo mi labio inferior. Mi cuerpo se siente como si estuviese en
llamas y él es rio de agua helada.
Giro para enfrentarlo y subo mi vestido justo debajo de mi culo,
mientras monto una de sus piernas. Sus ojos están fijos en los
míos, como si fuéramos sólo dos personas en este concurrido club.
Monto su muslo, frotando mi coño desnudo contra él, mientras
lamo mis labios y paso una mano por mi pelo.

Mi pecho se presiona contra la firmeza de su torso, mis pezones


endureciéndose por el contacto.

—Por favor, baila conmigo. —suplico con un gemido.

Su mano se dirige a mi cabello, la otra agarra mi culo y me jala


hacia arriba contra su muslo, aplicando más presión contra él.

Movimiento por movimiento.

Y nos movemos en sincronía: una lenta y rítmica melodía, frente a


frente, nuestros párpados apenas separados, gotas de sudor,
gemidos bajos desaparecen en el aire, la música ensordecedora
ahoga cualquier sentimiento conflictivo que quede. Él tira de mi
cabello y extiende mi cuello, rozando sus dientes contra mi mentón,
la punta de su lengua despertando mis sensibles terminaciones
nerviosas. Su mano aprieta mi culo medio expuesto y todo se
ilumina, mis pezones y clítoris, me tenso en éxtasis mientras se
golpean contra el hombre que me enciende en llamas. También es
la única persona que puede apagarme.

Mis gemidos se hacen más fuertes pero se ahogan en la seguridad


de la música; y como las luces parpadeantes en el club, me pongo
en llamas con energía parpadeante, tirando mi cabeza hacia atrás,
arqueando mi columna vertebral mientras me sostiene y me deja
usar su cuerpo, su olor, su sabor, su abrumadora energía
masculina para apagar el fuego que se enciende dentro de mí.
Me desplomo sobre él, agarrando su camisa, sintiendo su aroma, el
calor de su amplio pecho, completamente perdida en la experiencia
sensorial que es Tax Daconi. Sonrió mientras meto mi rostro en su
pecho, ebria de la mezcla de alcohol y lujuria.

Tax acaricia mi pelo y desliza su mano a la curva de mi espalda


baja. Lo miro con vacilación, con miedo de que en cualquier
momento todo esto terminará y él habrá erigido el muro que me las
arreglé para desmoronar justo ahora.

Sus ojos están oscuros, pero no es con deseo ni odio esta vez. Están
casi sonriéndome.

—¿Qué dices si nos largamos de aquí? —dice, mostrando


generosamente un indicio de su increíble sonrisa.
Tax
Radiohead†–†Paranoid†Android
Radiohead†–†Karma†Police
—Creo que usted también puede estar borracho Sr. Tax. —dice Mia,
tambaleándose dentro de la oscuridad de la casa.

Lo estoy, pero no se lo diré. Ella se quita los zapatos y los arroja al


piso. Al verdadero estilo de Mia, ella inmediatamente se dirige a su
jodida radiocasetera rosada y plateada. Sé cuánto ella gana y se
puede dar el lujo de comprarse un moderno sistema de audio.

—¿Quieres agua? —pregunta, casualmente caminando hacia la


cocina. Ella se ve tan feliz porque estoy aquí. Este pedazo de mierda
que ha dejado innumerables historias de devastación a su paso, de
alguna forma piensa que está a salvo conmigo. Ella confía en mí.
Ninguna mujer te dejará entrar a su casa cuando está ebria, a
menos que confíe en ti.

—Estoy bien. —digo, escaneando su sala. No sé por qué hago eso,


nunca lo hago en ningún otro lado, pero creo que es porque estoy
buscando pistas. Por alguna explicación de cómo mierda ella puede
ser la persona que sé que es, una persona que es cruel y que juega
con emociones, pero no hay nada. Todo lo que veo es alguien que
quiere aprobación, que quiere que me importe, que trata de
encontrar lo bueno en mí. Ella se enfrenta a mi rabia con un arma
más poderosa: la aceptación.

Si ella se puede encontrar en sí misma para ser amable conmigo


ahora, ¿Cómo podría ser la misma persona que hace años conoció
el amor con crueldad?

No sé qué pasó en el club y honestamente no tengo una explicación


para ello. No quiero a otro hombre tocándola, eso es seguro, pero
pude haber detenido eso y no lo hice. Me digo a mi mismo, esto es
parte de hacerla enamorarse de ti, pero estoy comenzando a pensar
que esa clase de cosas pasa en ambos sentidos. Esta noche, no
estábamos encerrados en una habitación, ella obligada con un
conjunto de reglas, estábamos afuera en el mundo, solo Tax y Mia.
Santa mierda, fue muchísima jodida diversión. Ella es jodidamente
divertida. Ya es bastante difícil mantener el plan estando sobrio,
pero con el alcohol en nuestras venas, las cosas han tomado
algunos giros inesperados.

Besarla ha sido la cosa más tonta que he hecho hasta ahora. Si, la
he dejado besarme en la agonía del sexo, pero nunca lo había
iniciado. Siempre estuvo claro que le estaba haciendo un favor, que
yo nunca quise o lo necesité realmente. Permanecer lejos durante
más de una semana resultó contraproducente, yo sólo la deseaba
en todos los sentidos, no podía contenerme, quería tomar cada
parte de ella que pudiera, incluyendo sus deliciosos labios.

—No es 1999, Mia. —digo, refiriéndome a los Backstreet Boys


sonando en su reproductor de CD

—No, pero recuerdo lo emocionado que estabas de verlo en mi pila


de Cd, así que pensé que podría reproducirlo para ti.
Se desliza sobre mí. —Quítate la chaqueta, ponte cómodo. —Mia
Tibbett: el mundo está más ebrio.

Me quito la chaqueta y la coloco en el sofá. Permanezco de pie, esta


noche ya tomó diferentes giros, no puedo sentirme demasiado
cómodo en su casa.

Ella comienza a bailar. Si, aparentemente ella baila esta mierda en


la presencia de otros en su casa, no solo cuando está sola, incluso
no recuerda que la última vez que bailó sola en esta casa, ella estuvo
potencialmente a unos minutos de su espantosa muerte en mis
manos.

—¡Ups! —dice mientras derrama agua sobre mí—. Lo siento.

—No te preocupes, te enviaré la cuenta de la tintorería. El agua no


fue la única cosa que conseguiste derramar en mis pantalones hoy.
—digo, recordando nuestros cuerpos, calientes y sudorosos,
moliéndose en el club. Su frágil cuerpo en mis brazos mientras
temblaba en mi muslo. Mierda, eso estuvo muy caliente.

Ella mira hacia abajo tímidamente. —Lo siento. —Ella hace


pucheros.

—Estaba bromeando, Mia.

—Lo sé —dice, poniendo el vaso de agua en el mesón de la cocina—


baila conmigo. —Suplica, haciendo el paso del running man.

—Ya te dije que yo no bailo. —Replico, de pie firmemente en frente


de su bamboleante cuerpo con mis manos en mis bolsillos.

—¿Qué hay sobre lo que hicimos en el club? —pregunta.

—Eso no era bailar, nena.


Sus mejillas se enrojecen.

Joder. Mierda. La sigo llamando así, solo sale de mi boca. Me siento


posesivo con ella, y está bordeando la protección. Esa no es la
mentalidad que debería tener con alguien a quien necesito matar.

—Oh vamos, ¿Cuál es ese dicho? ¿Baila como si nadie te estuviera


mirando? No soy nadie para ti, ¿cierto?

Sus inesperadas palabras me golpean en las entrañas, porque


puedo decir que ella no está diciéndolo para calmarse, ella en
verdad lo cree. He triunfado en hacerla creer que no vale nada para
mí, y ese fue el punto de todo esto, pero se siente tan equivocado.

—Tú no eres nadie. —Mia no es nada, es todo en lo que pienso, Y


por mucho tiempo quise decir eso de la peor manera posible. Soñé
durante años finalizar su vida brutalmente. Los otros tuvieron
mayormente muertes pacíficas o rápidas, pero con ella yo quería
saber, entender mientras moría en el terror.

Pero ahora, ella se ha convertido en algo más para mí, y lucho


contra esto tratando de convencerme a mí mismo que todo lo que
siento hacia ella es amargura y venganza, pero me estoy mintiendo
a mí mismo. Así que necesito acabar con ella pronto o tendré que
pensar en un plan C, porque realmente me está empezando a gustar
la idea de mantener a Mia viva y eso asusta la mierda en mí.

Ella no dice nada, la rozo al pasar, recogiendo el viejo CD en su


estuche original agrietado y deslizándolo dentro del reproductor.
Esta vez, reproduzco Paranoid Android.

Es obra de Mia, estoy entonado y como que me siento con ganas de


bailar, solo con ella, claro.
Camino hacia ella y envuelvo mis brazos alrededor de su pequeña
cintura. Sus ojos sonríen ante el pequeño gesto mío. Le doy tan
poco que acceder a hacer esto, la hace sentir como si fuera algún
tipo de victoria.

—Esta música vieja me recuerda mi pueblo natal. —dice,


descansando sus brazos en mis hombros.

—¿Dónde es eso?

—Creo que lo sabes Tax. Tú sabes todo sobre mí. —dice, arqueando
una ceja.

—Refresca mi memoria. —digo, suavemente girando de lado a lado


con ella.

—Es un pequeño pueblo en Iowa llamado Clint, bueno, lo fue. La


fábrica principal cerró como hace dos años y luego se convirtió en
un pueblo fantasma. Heredé la casa de mi papá cuando él murió,
pero no está en buenas condiciones ahora. No bromeo, el pueblo
está lleno de ladrones, o unos pocos orgullosos que se niegan a irse.
El lugar es un desastre, tiendas clausuradas, las casas
desmoronándose con césped descuidados. —Si no lo supiera.

—¿Lo extrañas?

—¿Honestamente? No. Nunca sentí que perteneciera allí. La gente


allí era tan crítica y entrometida, me fui y nunca miré atrás. Si
regresara y les dijera a todos que trabajo en la producción de
juguetes sexuales…. —Ella se ríe. Ella tiene una manera de hacer
todo más ligero, incluso cuando habla de las cosas que odia.

—¿Cómo así que sentiste que no pertenecías? —Es como si


estuviera hablando con otra persona. Ella era popular, amada,
envidiada; su papá era el Alguacil en el pequeño pueblo. Si los Pettit
eran de la realeza, entonces el Alguacil Tibbett era un caballero.

—Bueno, supongo que lo hacía en el exterior; tenía los amigos


correctos pero todos estaban obsesionados con las cosas más
tontas, como el futbol. ¿Conoces ese programa de Luces de Viernes
por la Noche? Sí, como eso multiplicado por mil. Esos chicos
podrían haberse librado de un asesinato, no tenían que hacer los
deberes, los profesores tenían que aprobarlos de todos modos,
incluso escuché de algunas chicas que habían sido agredidas y sus
propios padres les dijeron que no presentaran cargos. ¿Qué tan
ridículo es eso?

Calor serpentea por mi cuello.

—Sentí como si tuviera que ser de cierta forma para encajar, pero
tan pronto como tuve la oportunidad de salir, me fui. Nunca lo
extrañé. La única persona que me conectaba con el pueblo era mi
papá, pero él venía aquí a visitarme porque creo que incluso él
quería un descanso de ese lugar. Lo extraño muchísimo. —dice, sus
ojos a la deriva con sus pensamientos—. Fuimos todo lo que el otro
tenía por tanto tiempo y ahora… supongo que estoy sola.

—No estás sola… —me mira con expectativa—, tienes a Tiff. —Ella
mira hacia abajo de nuevo. Dale un poco y toma mucho más.

—Esta canción me recuerda a ti. —dice, refiriéndose a Karma


Police, la cual suena ahora.

—¿Por qué? —pregunto ¿La canción le recuerda a mí?

—Es una canción sobre el castigo...y te estás vengando de mí,


¿verdad?
La forma en que lo dice, la manera en que ha aceptado este destino
que ni siquiera entiende, es la cosa más triste que nunca alguien
me ha dicho.

Miro hacia arriba, descartando su pregunta.

—Tax ¿Cuándo vas a decirme que crees que te hice para merecer
esto?

Lo que hiciste Mia, es lo que hiciste.

—Ya no estoy seguro. —No le quiero decir, porque si lo hago, tendré


que matarla.

Mira hacia a mí con ojos marrones tristes.

—Algunas veces miro a tus ojos y veo algo familiar, algo cálido, y
me hace preguntarme si te hice algo, si te herí de cierta manera que
no me di cuenta. Pero lo que sea que hice, de verdad espero que
pienses en eso y te preguntes si vale la pena, porque lo que sea que
hice, nunca fue mi intención lastimarte. No me gusta lastimar a las
personas, Tax. Incluso ahora, debería odiarte pero no puedo. No
tengo eso en mí.

¿Cómo puede ella decirme esto? ¿Cómo puede experimentar el odio


putrefacto que exhalo con cada respiración, y sin embargo
disculparse conmigo? Vivo de la miseria de mis violadores. Mi
fuerza vital es la venganza. Mi combustible es su sangre. Lo que ella
piensa que ve, no hay nada bueno dentro de mí. Eso fue tomado de
mi cuando tenía quince años

Esta mujer en mis brazos, esas palabras, casi por un momento no


me importó lo que hizo, porque deseo poseerla. Ella es la única
persona que me hace sentir algo que no es rabia o venganza. Quizá
la manera en que ella me hace sentir es su penitencia, pero eso no
es suficiente, porque no fui el único arruinado esa noche. Jude no
aceptaría nada menos que la muerte y Jude es la única persona a
la que le he importado en toda mi vida.

Pero soy egoísta y quiero sentir la calidez de Mia. Quiero


recompensarla por sus lindas palabras de la única forma que sé:
con sexo.

La beso en sus suaves y aterciopelados labios; su sabor fresco me


endurece instantáneamente. Su esencia, el sabor de su coño, todo
sobre ella hace agitar mi sangre, así que tengo que poseerla.

—¿Estás apresurado? —pregunta.

¡Ehhhh! Siempre me ocupo de sus necesidades, así que no sé qué


clase de pregunta es esa.

—¿Por qué preguntas?

—Porque… yo no estoy apresurada. Quiero decir, no estamos en la


oficina, no te tienes que ir tan rápido cuando acabes conmigo.

Acabar con ella como con un pedazo de basura. Soy yo quien es un


pedazo de basura.

—Considerare tomarme mi tiempo entonces. —digo, presionando


mis labios en los suyos de nuevo, sintiéndola derretirse en mis
brazos con necesidad.

Cuando me aprovechaba de ella quería estropearla, quería hacerla


débil pero su sinceridad, su disposición a desnudarse ante mí, no
importa lo duro que la rechace, eso es valiente. Conocer a alguien
como yo, y permitir que tu corazón sienta algo es un gran riesgo
personal, no creo que eso sea debilidad en absoluto. Custodiar el
corazón es un juego de niños comparado con el dolor que recibe de
mí.

Mia se detiene, me mira con sus ojos penetrantes, llenos de


necesidad, y luego se ensanchan, sus mejillas se hinchan y ella se
sacude hacia adelante un par de veces.

—Oh Dios, creo que me voy a enfermar.

—Mierda. —digo.

Se escabulle, saltando por la puerta de su baño como un maldito


ninja, y escucho el horrible sonido de sus náuseas.

La noche sigue tomando giros inesperados.

Debería irme ahora mismo, en su tiempo de necesidad. De hecho,


debería subir su vestido y follarla mientras colapsa en el inodoro,
mientras está sufriendo. Ese es el recordatorio que ambos
necesitamos, pero parte de lo que nos conectó esa primera noche y
lo que hace a mi polla palpitar cada vez que pienso en ella, es el
hecho de que le gusta mi furia sexual. A ella le gusta rogar, gritar
para absolverse de toda responsabilidad que enfrenta cada día,
para jugar a la víctima por una vez, mientras ella mantiene el
control sobre todo lo demás en su vida. Conmigo, ella no está a
cargo de una compañía de diez millones de dólares, o es
responsable por el sustento de 20 personas y sus familias.
Conmigo, ella no está sola en este mundo sin familia. Incluso si
sabe que sé todo sobre ella y no sabe nada de mí, creo que saber
que siempre estoy aquí, es un consuelo para ella. Cree que la deuda
que debe es reembolsada con sexo y sumisión, así que se siente
segura en eso porque recibe algo también.

Ella no entiende que la retribución total de la deuda está en su


sangre.
Así que para mí, no hay placer en follar a una chica vomitando sobre
un inodoro. Probablemente esté agonizando y no me dará esa
mirada de necesidad que me hace encender. No quiero tratarla
como un maldito perro, eso no funciona para mí. La follo porque
quiero y sé que ella lo quiere también, nunca porque tenga que
hacerlo.

Por lo que, algo más profundo que la venganza me lleva a mirar


dentro del baño oscuro y encender las luces. Ella está descansando
su brazo en el inodoro, su cuerpo frágil y débil.

—Aún estas aquí. —dice antes de lanzarse de nuevo.

—Sí, lo estoy. —Suspiro.

Lo estoy. Usualmente, con cualquier chica este es el momento en el


que me voy; si no puedo conseguir lo que vine a buscar, no tengo
tiempo para esta mierda.

Sus extremidades se extienden a lo largo de la baldosa blanca del


suelo de su baño y esa sensación incómoda de protección aparece.
Jódeme. ¿Cuándo me convertí en este gigante marica?

Deshago mis puños y desabotono mi camisa, la lanzo en el sofá de


la sala de estar, por lo que estoy en solo una camiseta blanca.

Me arrodillo delante de ella y paso los dedos por su cabello sudoroso


en su rostro. —¿Quieres agua?

Asiente con su cabeza letárgicamente.

—Está bien, ya regreso.


Entro en la cocina y saco un vaso de la despensa. En la tranquilidad
de la cocina, me vuelvo hiperconsciente del cuchillo de caza que
meto en el soporte de mis pantalones entre mi camiseta y camisa
de vestir. Ya sabes, por si acaso llega el momento en el que decido
seguir con el plan. ¿Cuán jodidamente enfermo estoy? ¿Bailar
lentamente con esta chica en su sala de estar mientras mantengo
la opción de su asesinato disponible para mí?

Me doy cuenta ahora que me he quitado la camisa, que ella pudo


haber visto el cuchillo aunque estaba descansando su cabeza con
los ojos cerrados en el inodoro cuando me fui. No quiero
enloquecerla, ya que no tengo intenciones de usarlo esta noche, por
lo que remuevo el soporte y lo envuelvo en mi chaqueta,
guardándolo en el asiento de una de las sillas del comedor.

Entro en el baño con un vaso de agua. Ella se ve miserable. —Hola


—dice tratando de ocultar cuan enferma se siente—, probablemente
debí haber comido más antes de tomar todos esos tragos, creo.

—Le pasa hasta al mejor. —digo. Ella bebió casi tanto como yo, me
sorprende que esté consciente—. ¿Necesitas estar aquí?

—Creo que he acabado por un rato. —dice forzando una sonrisa.


Toma un sorbo del agua—. Mala idea. —Vuelve a meter la cabeza
en el inodoro, me paro sobre ella y sostengo su cabello hacia atrás
mientras termina de vomitar.

Mia descarga el inodoro y trata de volver a sus pies, así que la subo.
Hace gárgaras con un poco de enjuague bucal y luego se detiene en
el lavabo por un segundo, como si estuviera tratando muy duro no
vomitar de nuevo. —Gracias. —Balbucea.

Mia esta pálida y temblorosa, así que en vez de caminar lento fuera
del baño, yo la cargo. Es más fácil para ambos de esta forma. Hace
un ronroneo de gatita mientras se acurruca en mi cuello.
Calidez. Esa maldita calidez está ocurriendo de nuevo.

—Probablemente piensas que soy asquerosa. —Se queja en mi


cuello.

—Puedo pensar muchas cosas sobre ti Mia, pero que eres asquerosa
definitivamente no es una de ellas.

El aliento de su risa silenciosa me hace cosquillas en el cuello.

Llegamos al sofá en lugar del dormitorio, ya que es una distancia


más corta al baño, también porque el dormitorio no es una buena
idea, creo. Será más fácil para mí salir de aquí, me quedaré hasta
que se duerma y luego me escabulliré.

La pongo de pie y me siento en el sofá.

—Vamos. —digo, palmando mi muslo. Ella cae en el sofá y descansa


su cabeza en mi regazo. Tiro de una manta de atrás del sofá, el
mismo sofá en el que la incliné la primera vez que nos conocimos,
y la cubro.

—Tax, gracias por cuidarme, por quedarte.

—Está todo bien, nena. Solo descansa. —Ella se acurruca en mi


regazo, y entonces la casa solamente está llena de los sonidos de la
radiocasetera.
Capítulo 23
Tax
Una vibración en mi cadera me despierta. Mi cabeza se siente
abrumada por la bebida y mientras trato de parpadear mi visión se
vuelve borrosa. Veo la cabeza de Mia en mi regazo. Siento mi
teléfono en mi bolsillo. Es Jude. Mierda. Ignoro la llamada y reviso
la hora. Joder, es casi medio día y NO ME JODAS, me quedé toda
la noche.

Mia se agita y deja salir un gemido de malestar mientras se


despierta. —Me siento como el culo, —dice con una sonrisa en su
rostro—, ¡Buenos días!

—Buenos días. —respondo tenso—. ¿Resaca?

—Sí, mi cabeza, mi cuerpo. Es horrible.

Paso mis dedos a lo largo de los mechones violeta de su cabello.


—Siento oír eso.

—Me siento realmente estúpida. —Dice—. Hice el ridículo anoche


emborrachándome así. ¡Vomitando...uf! ¡Cuán juvenil! —Ella rueda
hacia mí y entierra su cara en mi regazo.
—No importa. Creo que todos necesitan esas noches de vez en
cuando, te recuerda por qué debes cuidar cuanto bebes. Casi me
bebes bajo la mesa anoche. —Ella se sienta y yo me pongo de pie,
dirigiéndome a la mesa del comedor donde está mi chaqueta.

—Tienes ese efecto en mí. —sonríe.

—¿Alcoholismo?

—Aún no, pero cuándo inesperadamente golpeaste la mierda de un


chico, cómo… espera, ¿Cómo sabías incluso que yo estaba allí?

La miro con desaprobación y paso mis manos sobre mi cara y


cabello. —Demasiado temprano para preguntas, Mia.

—¿Café? —pregunta.

—No. Me voy. —digo como si anoche nunca hubiera pasado.

—Bueno, probablemente sabes esto por mi calendario compartido


de Alea, pero saldré de la ciudad la próxima semana. Voy a ir a una
convención.

—No lo había notado aún.

—Bueno, no estaré el martes por aquí, es lo que estoy diciendo.

—¿Y dónde estarás?

—Es una convención para el entretenimiento adulto y productos de


la industria.

Mia, Mia, qué carrera has escogido.

—¿Una convención de consoladores?


Ella deja salir una risa de dolor. —¡No! —Entonces ella se ríe de
nuevo—. Supongo que se podría llamar así.

Recojo mi chaqueta y recuerdo el cuchillo de caza que tengo


envuelto dentro. Quitármelo anoche fue como remover catorce años
de equipaje de mi cuerpo. Viéndolo separado de mí, como su propia
entidad sin intención de ser usado, me doy cuenta de cuan
jodidamente enfermo es nuestro plan para Mia.

Me alejo de Mia y me apoyo mientras cambio mi tono hacia ella,


tratando de recuperar algo de terreno después de anoche. —Me
perteneces. ¿Entiendes? Incluso cuando estás fuera de la ciudad,
nadie te toca.

Ella me observa, aturdida. Creo que pensó que estábamos en una


especie de igualdad por un momento, pero ahora ella recuerda su
lugar en esta relación.

—Tax, soy una profesional. No busco chicos para follar en las


convenciones de negocios. —dice—. Y según recuerdo, el trato era
que te diera sexo no una relación monógama. —Ella tiene que saber
cuan ridícula es su lógica.

Ella folla al dueño de Alea en una sala de conferencias cada martes.


Ella cree no tener opción, pero aun así, no llamaría a eso
profesional.

Y no estoy seguro si me gusta su audacia.

Y me importa una mierda cuál era el acuerdo, nadie más la tocará.

—No me retes, Mia. —La reprendo.


Resistiendo la incómoda necesidad de darle un beso de despedida,
salgo de la casa.

Puedo sentir a Jude en mi casa antes de incluso abrir la puerta.


Antes que pueda tomar un solo maldito respiro, ella está sobre mi
culo.

—¿Dónde has estado?

—Fuera. —digo, necesitando desesperadamente una ducha.

—¿Quizá olvidaste que teníamos planes para desayunar hoy? —dice


mirando a través de mí.

—Ay mierda, lo siento. Podemos ir después que me duche.

—Tax, esto no es sobre el desayuno. Sé dónde estuviste, entonces


¿Qué? ¿Ahora te quedas a dormir?

—He terminado de hablar sobre este tema. Necesitas conseguirte


una vida fuera de toda esta cosa. —digo.

—¿Toda esta cosa? ¿Cosa? —dice, alargando la última palabra.


—Todo lo que digo es que se está acercando el final pronto. ¿Qué
tienes, Jude? Toda tu vida ha estado girando en torno a esto. Cada
meta que teníamos era mirar hacia atrás esa noche. ¿Quién vas a
ser cuando esto termine? Necesitas empezar a vivir una vida real, y
yo necesito mi propio espacio.

—¿Qué? —dice, su voz temblando con incredulidad.

—Solo digo que no quiero que vengas a mi casa sin avisar.

—¡No puedo jodidamente creerlo! —gruñe—. ¿Ahora de repente eres


un coach de vida? ¿Qué hay de tu futuro? ¿Has planeado el tuyo?
—pregunta ella, burlonamente—. Oh, ¿involucra a Mia? —Ella
pregunta en una voz agridulce.

—Cierra la puta boca. No sé lo que te ha entrado últimamente, pero


estoy cansado de tus interrogatorios. Tengo una madre y está
muerta.

—¿Qué me pasa? ¿Qué hay de ti? Eres diferente. Ignoras mis


llamadas telefónicas, no sé nada de ti por días, tengo que sacarte
toda la información. ¿Y ahora no quieres que venga? Me estás
dejando fuera. ¡Soy tu maldita melliza, tu mejor amiga, tu única
familia, Tax!

—Quizás sea hora que empieces a expandirte. ¡Tenemos que


empezar a vivir! Eso significa que tal vez encuentres a un tipo que
te guste u otros amigos o un puto hobby que no incluya venganza…
Joder con esto. No soy el Dr. Phil. Necesitas empezar a vivir en tu
propio lugar y empezar a pensar en tu propia vida. ¿Crees que una
vez esto termine, algo va a cambiar? ¿Crees que serás feliz, Jude?
¡Nunca termina! ¡Ni siquiera sabes quién eres sin esta venganza!
—¿Te estás ablandando? —Sus ojos se estrechan mientras ella se
inclina cerca—. Lo está haciendo de nuevo, ¿verdad? Te está
engañando. Consigues un poco de su coño y quieres ser su
caballero de brillante armadura.

—Oh, Jódete. —digo despectivamente.

—Nunca va a suceder Tax. No somos su tipo de gente, nunca lo


fuimos y si ella se entera de lo que has hecho, te odiará. Ella no es
la persona que pretende ser.

—Porque somos mucho mejores.

Sus ojos se humedecen, con lágrimas de frustración. Su voz


empieza a temblar con furia. —Quizás necesitas recordar a Tax,
porque creo que lo estas olvidando. ¡Recuerda lo que nos hicieron!
El tiempo ablanda a la gente, todos se ablandan. Todo el mundo
sigue adelante, tienen la oportunidad de crecer y convertirse en
mejores personas. Ellos mágicamente desarrollan moral y tratan de
olvidar las cosas que hicieron y por las que nunca pagaron. Ellos
creen que el tiempo es un escape, que hace las cosas mejores.

» ¿Huck no tuvo una esposa, hijos… una hija… una hija, después
de lo que me hizo? ¿Cómo podía incluso mirarla a los ojos? ¡Tener
una hija y ser un papá no hace que lo que hizo desaparezca! —Jude
gruñe.

—Y ahora esos niños no tienen un padre.

—¡Y yo nunca tendré hijos! —Ella grita. Lagrimas rodando por sus
mejillas, recordándome la deuda, de todo lo que le deben a Jude y
de lo que yo le debo a ella.

—¿Quieres que siga adelante, Tax? —llora—. Ellos me arrebataron


mi vida, tomaron mi inocencia, mi futuro. —Su rímel se riega por
sus mejillas—. Ellos me destruyeron y tienes razón, nunca estaré
bien así que la única cosa que me queda es hacerlos sentir de la
misma forma y no te hagas el tonto Tax, eres como yo. Has estado
metido hasta el cuello en esta mierda, tan comprometido como yo,
hasta ahora. —Jude agarra mi mano, suplicando, su cara
manchada de lágrimas desesperadas—. Tax, somos tu y yo. Amo a
Rex, pero él no estuvo ahí. Él no entiende lo que es pasar por lo que
pasamos, no entiende el nivel de humillación e injusticia. Éramos
solo unos niños… —Sus súplicas se convierten en sollozos.

Observo a mi hermana y recuerdo que hubo una vez en que ella era
inocente hace mucho tiempo atrás. Pero ahora, ella es una cáscara
vacía, estéril, y ella no se detendrá hasta que cada persona que
tomó su pasado y su futuro se haya ido y Mia está en la cima de la
lista, Jude siempre ha estado enfocada en conseguir venganza, pero
nunca ha estado tan amargada y podrida como lo está desde que
fallé en matar a Mia. Creo que nunca dudó de mi compromiso, pero
ahora lo hace. Eso la está haciendo desesperarse. Jude y yo
solíamos divertirnos juntos; reíamos, hablábamos, éramos el
confidente del otro pero este retraso en matar a Mia, la ha
conducido a un lugar mucho más oscuro, y cuanto más insiste en
que siga adelante, más dudas tengo. Ver a mi melliza tan
desesperada y ciega por venganza, es como poner un espejo a mis
propios motivos. Eso es lo que soy. Es posible que se oculte bajo
una actitud tranquila, pero ese odio oscuro es quien soy.

Pero sé que mi hermana aún está allí y la razón por la que ella está
tan enfadada es porque hace mucho tiempo, mi ingenuidad la puso
en peligro. Necesito encontrar una forma de hacer lo correcto para
todos nosotros.

—Prometí que me ocuparía de ello y lo haré. —Dejé que su rostro


descansara sobre mi pecho—. Y esto no es solo sobre ti. Era un
espectador y nunca entenderé tu dolor; pero para mí con esta chica,
es personal. Estoy trabajando en ello, como prometí, pero deberías
conocerme lo suficiente para saber que estar sobre mi culo no
funciona, necesitas darme algo de espacio. Ahora, dame las llaves
de mi casa y ve a la tuya. —digo.

Aleja su cara de mí, endureciéndose de nuevo. —¡Vete a la mierda,


Tax! —Ella grita, sacando sus llaves de su bolso y lanzándolas a mi
pecho. Ella azota la puerta de entrada, y veo a Rex de pie en el
pasillo. Él se queda fuera de nuestra épica pelea de mellizos.

Me dirijo a la puerta abierta para encontrar a Rex fumando un


cigarrillo.

—¿Cuántas jodidas veces te he dicho que no fumes aquí fuera?

—Estaba esperando a llegar al balcón, pero escuché mierda


cayendo cuando llegue aquí y yo no me voy a meter entre Jude y tú,
sabes mi política en eso. Ustedes dos son condenadamente intensos
para mí y yo no elegiré bando en su insana batalla de mellizos
malvados.

Jude y yo estamos conectados, es por eso que ella podía sentir


desde el principio que algo estaba mal. Trabajé en una marca
durante dos años y nunca se impacientó, pero ella lo sabe ahora.
Nos amamos, hemos hecho cosas horribles el uno para el otro, pero
cuando peleamos… ¡Wow!, las personas pagarían un buen dinero
por ver esa mierda. Creo que tiene mucho que ver con el hecho que
Jude es pasional y emocional, y yo soy tranquilo. Ella monta un
gran espectáculo de drama y yo no respondo de la manera que ella
quiere. Sé que ella quería que la persiguiera fuera del edificio. No
va a pasar. No tengo tiempo para esos juegos. Uno de nosotros tiene
que tener la cabeza fría. Si esta venganza dependiera de Jude,
habría cabezas decapitadas por todas partes y estaríamos mucho
tiempo en prisión. Definitivamente no sería rico como la mierda
tampoco. Planeé toda esta mierda. Nos conseguí el dinero,
meticulosamente establecí los asesinatos. Seguro que ella ayudó,
pero lideré y planeé todo y aun así tiene el descaro de cuestionar mi
lealtad. De ninguna manera voy a perseguirla.

—Entonces lleva tu culo al balcón. —Le digo a Rex.

Salimos al balcón abierto con vistas al lago Michigan; descanso mis


codos en la barandilla y dejo salir un profundo suspiro.

—Ella está cabreada ¿eh? —dice Rex.

—¿Cuándo no lo está?

—Especialmente en estos días. —dice—. Todo lo que escuché desde


que los conocí fue esta mierda y pensé que finalmente ella se
relajaría, pero está empeorando.

Rex sopla un rastro de humo, su cuello está cubierto de arañazos.


Trato de no pensar en ello, debido a que es mi hermana, pero sé
que eso es lo que está haciendo Jude. No soy el único con
inclinación por el sexo duro. Ella tenía dieciséis años, creo, cuando
hizo estallar la cereza de Rex a los trece años y lo ha usado como
un juguete sexual personal desde entonces. Él está feliz de
complacer; ellos tienen una extraña relación-maternal. Todos
estamos tan jodidos que nunca lo pensé mucho, pero a Rex siempre
le ha importado Jude y que él esté diciendo esta mierda sobre ella,
me dice que incluso él ha empezado a ver a través de su edípica
mierda con ella.

—Sí, solo necesito averiguar algunas cosas.

—No la quieres asesinar ¿Cierto?

No digo ni una palabra.


—No tienes que preocuparte sobre mí diciéndoselo a Jude. De
hecho, ha estado creciendo una amistad verdadera entre Tiff y yo,
y ella realmente ama a esa chica. He estado vigilando a Mia por
tanto tiempo que siento que la conozco. Nunca estuve realmente
entusiasmado sobre tu plan para ella, pero entendí que no era mi
decisión después de lo que ella había hecho, pero cuando los vi a
ustedes dos anoche… hombre, no la quisiera matar tampoco.

—Ella ha hecho varias mierdas, Rex.

—Bueno, y nosotros también. — Tira la colilla del cigarrillo al suelo


y lo pisa, inmediatamente sacando un segundo cigarrillo.

—Jude es mi hermana. Toda esa jodida mierda que vemos, todo ese
dolor que tiene, es porque se metió en mi mierda y en la mierda en
la que crecimos. Siempre me ha apoyado. Nuestra ira nos ha
alimentado, no puedo darle la espalda porque ahora su rabia es
inconveniente.

—Y hombre, esa ira ha sido buena para nosotros. Mira lo que


tenemos por eso; tienes el cerebro, el ingenio, la fuerza, y las putas
bolas, pero siempre ha sido Jude quien encendió ese fuego debajo
de ti. Esa mierda la está matando lentamente, pero también es la
razón por la que eres rico; es la razón por la que estamos fuera de
la calle y ella no tiene que prostituirse y tú no tienes que delinquir
y solo porque no le des la cabeza de Mia en un plato, no quiere decir
que la estás traicionando.

—Quizá debimos haber parado en la parte de hacernos ricos. —


digo.

Hemos cobrado casi todas las deudas que teníamos: Los sueños de
la NFL de Tripp se hicieron añicos después que manipulamos su
coche y se metió en un mal accidente en la universidad, Tucker
murió como pasajero en ese accidente. Debido a la posterior
depresión de Tripp, nadie cuestionó su posterior suicidio. El pedazo
de mierda de su papá, murió de un ataque al corazón ya que le
dimos una inyección de succinilcolina, después que su hijo y su
marido fallecieran trágicamente, seduje a la madre de Tripp. Estaba
demasiado devastada y perdida para dirigir Pettit Metals por su
cuenta, así que lentamente me hice cargo de la compañía y
finalmente la convencí que me hiciera el único heredero de su
fortuna y que me diera un poder notarial. Eso tomó dos años
miserables de mi vida, follando esa vieja bolsa para poder conseguir
sus millones. Cuando ella murió, también gracias a un ataque
cardíaco provocado por una jeringa, vendí toda la red de fábricas
Pettit, excepto la de Clint, esa la liquidé y la cerré por rencor. Yo
solo destruí ese pueblo, un agujero de mierda. Huck y los otros
chicos, nos encargamos uno por uno de varias maneras sutiles,
formas en que no podían ser conectadas: Un desafortunado
accidente aquí, una enfermedad o desaparición por allá. Una
década de mi vida se ha dedicado exclusivamente a vengar una
noche.

Pero Mia se fue de Clint, escapando de toda la miseria. Ella hizo


una vida genial por sí misma. No tenía ninguna conexión real con
Clint que la hiciera sentir dolor por el cierre de la fábrica. Ella
siempre ha logrado salir ilesa de todo lo que hicimos. Yo estaba
guardando lo mejor para el final, y tenía que asegurarme que
recibiera una entrega personal de mi parte.

Seré honesto, no tengo remordimientos; dejé un sendero de miseria


y he dormido muy bien por la noche. Eso fue hasta la noche en que
me reuní con Mia y ahora hay una cosa que deseo no haber hecho.

No he estado durmiendo tan bien estos días.

—Sé que no es mi lugar, lo entiendo, no soy tu hermano realmente


y no estuve allí pero lo que sea que quieras hacer, te apoyo.
—Rex, tú eres mi hermano, no digas estupideces como esa.

Rex sonríe, bebiendo de la aprobación de Jude y mía, por la que


siempre ha estado sediento.

—Todo lo que estoy diciendo es, que has demostrado tu punto,


¿verdad? Piensa en toda la mierda estúpida que hicimos cuando
nos conocimos. Robamos a la gente, robamos mierda. ¿Y si alguien
vino por nosotros por las cosas que hicimos? Mia lo provocó todo,
pero ella no estaba ahí. ¿Realmente crees que ella pensó que toda
esa mierda se iría abajo?

Quiero decirle a Rex que se calle, no necesito más sentimientos


conflictivos de los que ya tengo. Pero todo este tiempo, él ha estado
tomando órdenes sin cuestionar. Mi única caja de resonancia real
ha sido Jude, que es una bola creciente de rabia y amargura; quizás
sea hora que abra el paso a otros puntos de vista. —Entiendo lo que
estás diciendo, pero robamos porque éramos niños indigentes. La
mierda de alto nivel, los millones de dólares, fue porque los Pettit
nos ensuciaron primero. Nos lo debían. Pero lo que Mia hizo, lo que
todos ellos hicieron, eso fue crueldad pura, no había otra razón más
que infligir dolor por placer personal.

—Lo sabes mejor que yo, pero ¿de verdad crees que ella es así de
cruel? La he estado vigilando por años, siguiéndola, mirando a
través de su mierda. Nunca sentí como si estuviese observando a
alguna perra de sangre fría. Ella es tranquila, trabaja duro, ella es
amorosa.

—Jodidamente lo sé. —digo, sacudiendo mi cabeza. No tiene


sentido.

—Solo te estoy dando mis opiniones. Haz lo que quieras con ellos,
pero Jude está mordiendo el anzuelo. Así que, si vas a tomar la
decisión hazlo pronto o la mierda va a explotar. Ella es como un
barril de pólvora. —dice Rex, tirando su cigarrillo medio fumado al
suelo—. Muy bien, voy a encontrar a Jude y hacer que entre en
razón.

También conocido como follarla hasta los sesos.

Sin embargo, funciona. Cada vez que está enojada conmigo, Rex
ayuda a calmarla y la convence para que me dé espacio. Razona con
ella. Mierda, supongo que hace eso por mí también.

Rex sale del balcón sin decir otra palabra, dejándome solo para
contemplar mi próximo movimiento. Necesito comprar algo de
tiempo.

Jude es un grano en el culo cuando se pone en estos estados de


ánimo, pero ella es mi hermana, mi compañera. Nadie entiende por
lo que hemos atravesado. Pueden tratar de imaginar, pero nunca
entenderán. Jude siempre será parte de mi vida, y ella es quién es
hoy porque cubrió mi espalda hace catorce años. Le debo algo, pero
tal vez no es la muerte, tal vez es la vida.

Quizá si hay una manera que pueda tener a Mia y a Jude.


Me meto en la oscura y tranquila casa de Mia. Ella ha estado
haciendo recados todo el día de hoy y ayer, preparándose para su
viaje, dejándome con tiempo de sobra para entrar en su casa y hacer
un poco de reconocimiento.

Sé que lo que estoy haciendo es jodido en tantos niveles, pero no


veo otra manera de salvar su vida y enfriar a mi hermana. Puedo
seguir retrasando las cosas, diciéndole a Jude que estoy trabajando
en el juego, pero siempre será una solución temporal. Necesito algo
para apagar la ira de Jude y ella sólo tiene un punto débil

Mia quizá me odie por siempre, pero ya he cavado un agujero tan


profundo, que ella me odiará no importa qué, cuando se entere de
todas las cosas que hice. Este es un plan a largo plazo para
mantenerla con vida, incluso si la pierdo al final.

Entro en el baño y abro la gaveta donde guarda sus píldoras


anticonceptivas. Cuento el número de burbujas de pastillas vacías
y tomo las de reemplazo que traje y saco el mismo número de
pastillas. Las ventajas de ser anteriormente un estafador: un
montón de conexiones en productos farmacéuticos ilícitos.

Deslizo el nuevo disco de cien por ciento placebos en su tocador y


el bolsillo de sus píldoras. Giro.

Ahora esperemos.
Capítulo 24
14 Años Antes
Todo parece estar bien por fuera. Todos los días me siento en la
cafetería y escucho a mis amigos hablar sobre sus grandes
problemas: qué va a hacer el equipo de animadoras, a Huck le gusta
Jessica, o cuánto ellos odian lo que sea que Sara Toms está usando.
En el exterior, soy mi yo habitual. No me gusta arrastrar a la gente
en mis problemas personales, pero esta semana ha sido muy dura.
Mi mamá se puso muy enferma, esto ya ha sucedido antes, ella
toma un mal camino y luego se recupera milagrosamente, y estoy
segura que sucederá de nuevo, pero no puedo dejar de pensar en
ella cuando estoy en la escuela.

Mis padres insisten en que no falte a la escuela. No quieren que mi


vida sea interrumpida constantemente debido a que mamá siempre
entra y sale del hospital. La enfermedad de mamá ha puesto
muchas cosas en perspectiva, desde mi relación con Tripp, que
parece ser más sobre su interés en lo que hay en mis pantalones
que en mi cabeza; hasta mis amigos quienes parecen creer que la
vida comienza y termina aquí en Clint. Yo simplemente me siento
diferente.

De cualquier forma, he decidido que un día me largare de aquí. Solo


un par de años más y entonces voy a ir a la universidad fuera del
estado y dejaré este pueblo atrás para bien.

Camino hacia mi casillero después del último periodo, ansiosa por


llegar a casa y ver cómo está mi mamá. Caminando en la otra
dirección. Está Sil, mi compañero en el proyecto de Ciencias físicas.
Bueno, él es más que eso. En las últimas semanas, nos hemos
convertido en amigos. Ha sido refrescante. A él no le importa una
mierda lo que la gente piense, él me ha enseñado nueva música y
nos reímos mucho juntos. Lo admito, le pedí que fuera mi
compañero porque tenía curiosidad, me mira mucho en clases y
quería saber más sobre él. Él no es mi tipo, es tan delgado y tiene
cabello largo y viste todo de negro, pero hay algo sobre él… son sus
ojos, creo.

Me alegro de haberlo hecho, porque a pesar de toda la oscuridad en


el exterior, es divertido y es un buen chico. No hablamos mucho
fuera de clases o de mi casa; en la escuela él mantiene la distancia
y no nos movemos en los mismos círculos, pero siempre le digo hola
donde sea que lo vea. Quiero que él sepa que no estoy avergonzada
de nuestra amistad, incluso si algunos de mis amigos son una
especie de imbéciles con él.

Pero hoy, parece que va a ser más que un hola de paso, por cómo
viene hacia mí con un claro propósito. Quizá él quiere preguntarme
algo sobre el proyecto.

—Hola. —dice. Parece tenso, pero así es normalmente en la escuela,


cuando no somos sólo nosotros en mi casa.

—Hey. —digo con una sonrisa—. ¿Qué pasa? —pregunto, abriendo


mi casillero.

—Quería darte esto. —Me pasa un sobre.

—¿Qué es esto? —Pregunto—, ¿Es para la clase de Ciencias?

—Es… ehhh…
Siento una palmada en mi culo y salto. Es Tripp. —¡Odio cuando
haces eso! —digo, él mira fijamente hacia Sil.

—¿Conoces a Sil? Él es mi compañero. —digo, metiendo el sobre en


el bolsillo de mi chaqueta de mezclilla.

—Oh, sí. Conozco a Sil. —dice, alborotándole el cabello. Sil se aleja.


Esa mierda me cabrea.

—Ven aquí. —Le digo a Tripp.

Resopla. —¿Quééééé?

Lo alejo de mi casillero. —No seas grosero. Él es agradable. No me


gusta cuando actúas así.

—Como sea, Mia. Ese chico esta obviamente enamorado de ti.


¿Crees que solo lo voy a dejar estar sobre tu culo?

—No seas ridículo, somos compañeros de laboratorio.

—Será mejor que se cuide la espalda. No confío en él.

—Como sea.

—De cualquier forma, he venido a ver si quieres que te lleve a casa.

—Está bien. Déjame agarrar mis cosas.

Regreso a mi casillero y Sil se ha ido. Me siento mal cuando Tripp


tiene que hacer un estúpido espectáculo en su papel de dominante.
Tripp no es siempre así, pero alrededor de otros chicos y
especialmente cuando ellos están conmigo, él tiene que encontrar
una forma de inflar su pecho.
He estado pensando por un tiempo en terminar con él. De hecho, lo
intenté un par de meses atrás y el lloró como un bebé,
suplicándome que me quede y cedí. No me gusta lastimar a las
personas y él solo me agotó. Así que pensé en darle otra
oportunidad, pero esa mierda como la forma en la que acaba de
tratar a Sil, es lo que me recuerda que algunas cosas nunca
cambian. Tripp siempre ha conseguido lo que quiere, y tal vez soy
parte del problema por dárselo también.

Tripp y yo caminamos hacia mi casa en silencio. Mi mente está


enfocada en mi mamá y realmente no hablo con Tripp sobre ella.
De hecho, Sil es la única persona con quien hablo sobre mis miedos
de perderla. Él perdió a su mamá cuando era bebé, y no siento
lastima o vergüenza cuando hablo con él sobre ello.

—Bien, te veré mañana. —digo una vez llegamos a mi puerta


principal.

—¿No me vas a invitar a entrar?

—Tengo bastante tarea y estoy cansada. Te veré mañana. —la


verdad es que la casa esta melancólica y triste. Solo me quiero
sentar con mi mamá y leerle. Y sé que Tripp quiere más que solo
pasar el rato. Y follar con Tripp es la última cosa en mi mente ahora
mismo.

—¿Qué te sucede últimamente?

—¿De qué estás hablando?

—Has estado actuando como una maldita presumida.

—No estoy de humor, Tripp.

—¿Estás follando a Sil? —Se inclina y susurra.


—¿Qué? ¿Estás bromeando?

—Sé que él ha estado viniendo, Huck me dijo. —Huck, su amigo


entrometido que vive en frente—. ¿Crees que porque estoy en casa
de mi tutor no lo sabría?

—¡Estamos haciendo un proyecto juntos como te dije! Estás siendo


ridículo. He terminado de tener esta conversación. —Busco mis
llaves y se me caen al suelo. Tripp espera con los brazos cruzados
mientras las agarro. Abro la cerradura y la puerta y extiendo mi
mano, indicándole a Tripp que me pase mi mochila que él ha estado
cargando.

Me la pasa y entro en mi casa.

—Mia.

—¿Qué? —pregunto de forma petulante.

—Ahh, no importa. —dice—. Te veré mañana.

—Sí, adiós.

Mi completa falta de curiosidad sobre lo que Tripp quería decir solo


confirma que necesito terminar las cosas con él pronto. Arrojo mi
mochila en el suelo y cuelgo mi chaqueta y reviso dentro de la
habitación de mi mamá. Mi vecina está allí, ella ha estado ayudando
mientras mi papá está en el trabajo.

Mi mamá sonríe. Luce mejor, sabía que lo haría. Mi vecina se


levanta y agarra la copia de Romeo y Julieta de la mesa de noche.
Se lo he estado leyendo, interpretando las diversas partes de la
obra. A ella le encanta.
Eventualmente, ella se droga y yo tomo mi bolso para empezar con
las tareas. Ahí es cuando recuerdo las notas que Sil me dio. Meto
la mano en el bolsillo de mi chaqueta y no hay nada, entonces el
otro. Podría jurar que lo puse ahí. Hurgo en mi bolsa y abro la
puerta para ver si se me cayó cuando me agaché para agarrar mis
llaves. Aun nada. Mierda, puede que haya perdido algunas notas,
pero me imagino que puedo preguntarle a Sil mañana cuando lo
vea en el último período. Con suerte, quizás aparezca mágicamente
en uno de mis cuadernos o algo.
Capítulo 25
Mia
—Bienvenida al Shore Club. ¿Cómo puedo ayudarle?

—Hola, sí. Tengo una reservación a nombre de Mia Tibbett.

Han pasado unos pocos días desde que he visto o escuchado de


Tax. Pensé que esa noche en el club quizá había cambiado algo,
pero ha regresado a su escondite. Me siento tan estúpida por pensar
que esa noche significó algo, solo me vio como una posesión que
necesitaba ser reclamada frente a algún tipo. Él bebió y cuando
bebes, haces cosas que normalmente no harías. Tan pronto estuvo
sobrio, regresó a su papel como mi chantajista, mi dominante. Para
colmo, mis nervios sacaron lo mejor de mí. Bebí mucho más de lo
normal y vomité delante de él. Fantástico, eso es exactamente lo
que quieres hacer frente a un narcisista antisocial egoísta: darle
una razón para despreciarte.

Después de todos estos meses él es aún un extraño para mí. No se


siente de esa forma porque se ha convertido en algo familiar, pero
la familiaridad es sólo una ilusión. En realidad, me engaña para
pensar que sé más de lo que en realidad sé, que significo más para
él de lo que en verdad soy.
Ni siquiera sé dónde vive el tipo, o de dónde es. Me tomó cerca de
dos meses conseguir su número telefónico. Lo poco que sé ha
venido de algún desliz ocasional en alguna conversación o las
circunstancias de nuestro acuerdo. Debo estar delirando al pensar
que tiene sentimientos sinceros por mí, y soy aún más idiota por
sentir algo más que desprecio por Tax.

Sigo pensando que, de alguna manera estoy logrando atravesarlo,


que puedo hacer que me cuide lo suficiente como para verme como
una persona y devolverme mi libertad pero a veces, siento que estoy
de vuelta en mi oscuro apartamento siendo atrapada por detrás por
un intruso enmascarado. Lo único que ha cambiado es el arma que
usa contra mí.

Tax trató de ocultar su embriaguez pero basado en cómo se abrió


esa noche, está claro que estaba borracho. Creo que por eso se
quedó después que me enfermé también. Esa parte de él que
esconde tan profundo, el que no es duro y frío como el acero, se le
dio un pase libre para revelarse después de un par de bebidas. Pero
a la mañana siguiente, el Tax sobrio rápidamente me recordó que
esto es un acuerdo, nada más. Que sienta o no algo no importa,
porque está decidido a excluirme.

—Okey, señorita Tibbett, tengo todo listo para su suite pent-house.


¿Necesita ayuda con sus maletas?

—Gracias…. ¡Espere! ¿Ha dicho suite pent-house?

—Sí, aquí dice que usted reservó la suite pent-house.

—Eso no es posible, estoy viajando por negocios, esto es demasiado


extravagante. Espere un momento, la persona que hizo mis arreglos
está aquí. —Me pongo de puntillas y miro a través del largo
mostrador por Laney, quien está viajado conmigo y otros pocos
representantes de Alea—. Mierda, creo que ella ya se fue a su
habitación.

—Señorita lo siento, pero alguien llamó para hacer estas


reservaciones, puedo ver las notas. Quizás alguien más en su
compañía necesitaba una habitación, así que, ¿La persona que hizo
el cambio en la reserva no le comunicó?

—¿Puedo cancelar y compartir con alguien más?

—Lo siento señorita, pero el periodo para la cancelación ya ha


pasado. Todavía se le cobrará por esta noche.

Maldición, Laney. Quizá Laney pensó que querría el pent-house por


mi nueva posición o quizás, esto era todo lo que tenían. Solo le
recordaré luego que quiero dirigir un barco ajustado en Alea
financieramente y que no incluya la suite pent-house para mis
futuros viajes de negocios a menos que primero sea aprobado por
mí.

—Bien, entonces supongo que no tengo opción. —digo, tendiéndole


la tarjeta de crédito de la compañía.

Hago mi camino hacia la extravagante suite. A pesar de sentirme


como una derrochadora, tengo que admitir que me siento mareada
tan pronto como entro. La habitación está envuelta en ventanas de
piso a techo con vistas al mar y al centro de Miami. La habitación
está amueblada con sábanas blancas finas y tapicería, la baldosa
del piso es de un gris apagado. Abro las puertas corredizas a la
enorme cubierta dejando entrar una suave brisa del océano. El
sonido de las olas estrellándose y el golpe de la brisa contra mi piel
es una terapia natural. Tal vez debería agradecer a Laney en lugar
de corregirla, ella sabe que he estado estresada. Por supuesto, ella
sólo piensa que es de la transición al nuevo papel. Quizá me hizo
un favor. Por primera vez en meses, mi mente está tranquila.
El gran evento de esta noche es un banquete elegante, así que
algunos del equipo de Alea se dirigen a la piscina, pero yo opto por
tomar una siesta en la cubierta antes de alistarme.

La tranquilidad mental no dura mucho una vez que me acuesto y


lamento no distraerme en la piscina. Mis pensamientos se desvían
hacia lo que Tax está haciendo ¿Estará pensando en mí? ¿Se divirtió
tanto como yo esa noche en el club? ¿Estará viendo a otra mujer?
Mierda, necesito preguntarle si lo está, ya que no estamos usando
protección.

Han pasado solo un par de días pero anhelo su fuerte toque, sus
suaves labios, su aliento cálido contra mi cuello, su esencia
masculina. Pienso en su vigoroso cuerpo musculoso y cuan seguido
lo esconde de mí, solo para hacerme desear más.

Sus cicatrices. Recordarlas suaviza mis sentimientos por él otra vez.


Él no solo está expresando esa rabia sexual dominante, hay algo
más. Lo sentí temblar bajo mis besos y recuerdo como me folló en
la cocina para hacer parar su dolor.

Él me dijo en el callejón de Cuddys, que no quiere sentir. El me odia


y creo que es porque yo lo hago sentir.

¿Por qué me hago esto a mí misma? A pesar que este hombre está
tratando de deshumanizarme, yo continúo buscando humanidad
en él.

Algo sucede cuando estoy con Tax, no tengo que ser tan perfecta o
tener todas las respuestas. Todo el mundo me ve como una persona
que lo tiene todo resuelto. Cuando mi madre falleció, estuve tan
preocupada tratando de parecer perfecta que apenas les mencioné
a mis amigos que ella estaba enferma. Siempre he mantenido un
aura de estabilidad, temerosa de proyectarme vulnerable, pero sé
que necesito a alguien que me quiebre y me permita ser débil. Tax
no me da otra opción; con él puedo ser un desastre así como obligo
a Tax a sentir, él me obliga a aceptar mi naturaleza imperfecta. Ser
perfecto requiere de un bloqueo extremo. No puedo estar demasiado
alegre, emocionada o sexual y esto significa una vida de monotonía.
Cuando estoy con Tax, soy un perfecto desastre y ya no me cierro a
nada. Me convierto en una persona viva. Por mucho que lo odie, soy
mi versión más honesta cuando estoy con él. Su aura dominante
toma el aire de una habitación; con sofocante pretensión.

Cierro mis ojos y trato de expulsar los pensamientos de Tax de mi


cabeza. Romantizar nuestra relación no es sano, incluso si es mi
manera de hacer frente a la falta de control. Lo que tenemos ni
siquiera es una relación, es un acuerdo retorcido de negocios. No le
importa cómo me siento, y tengo que empezar a hacer lo mismo.

Entro al salón de eventos y veo a Laney con algunos de los demás,


recogiendo la etiqueta con los nombres de la larga mesa. Este
evento tiene la más interesante mezcla de personas: estrellas de
cine adulto, productores, fabricantes y propietarios de páginas web.
Esta noche sin embargo, esta recepción es específicamente
orientada hacia la producción física de la industria. Aun así, habrá
bastante diversidad, ya que muchos actores tienen líneas de
juguetes o licencias de su imagen, pero tratamos de pretender en
este evento en particular, que vendemos algo más que sexo. Las
personas se visten elegantes, beben champaña y hablan sobre las
tendencias de la industria. Uno podría mirar y pensar que estamos
en una convención médica o algo así. Bien, eso es una mentira,
somos mucho más calientes e incluso en este evento de corbata
negra, las personas se visten mucho más sexy.

Esta noche, tengo puesto un vestido rojo pasión con un top de tiras
cruzadas al cuello y una espalda baja, se detiene justo a unos
centímetros por encima de mis rodillas. Dejo mi pelo suelto, pero
me hice algunos rizos largos aquí y allá para un poco de volumen.
Completo el estilo con tacones de tirantes negros que tienen un
detalle de cadena de oro en la correa del tobillo. Algunos miembros
del equipo van hacia la barra por bebidas, pero Laney y yo vamos
hacia la mesa, ni siquiera quiero ver una copa de vino por el
próximo mes.

Laney y yo tomamos asiento, y ella me cuenta sobre su tarde en la


piscina. Escucho atentamente, feliz de oír su ánimo yendo para
arriba después de la separación con Luke. Me río de la alegría en
sus grandes ojos verdes mientras ella me cuenta todo sobre la sexy
estrella porno masculina, tomando el sol en su pequeño bañador.
Las maneras burbujeantes de Laney cuando está de buen humor
sirven como una fuente interminable de entretenimiento.

Cuando hay una pausa en la conversación, uso el momento a solas


con ella para hablar sobre el asunto de la reserva del hotel. Yo
prefiero corregir a los empleados en persona, ya que el tono puede
ser mal interpretado en un texto.

—Por cierto, imagina mi sorpresa cuando….

Los ojos brillantes de Laney cambian de repente. Mira hacia arriba


sobre mi hombro, y aprieta mi muslo.
—Aguarda un momento. No gires todavía, pero hay un tipo cuyos
bebés me gustaría tener esta noche, sin duda. ¡Llévame ya!

Me rio y me congelo. —Vale, vale. ¿Ya es seguro voltear?

—Sí… no… ¡espera! Oh Dios mío, Oh Dios mío. Actúa normal, creo
que está viniendo para acá; actúa casual. —dice, sentada y
metiendo un poco de pelo detrás de su oreja.

—¿Qué? ¿Él está viniendo para acá? —pregunto, tensándome en


reacción a la excitación nerviosa de Laney.

—¡Shhh! —dice, lo que significa que él puede escucharnos.

Una pesada mano que me resulta familiar descansa sobre mi


hombro y toques almizclados de vainilla y pino golpean mi nariz.
Oh mierda.

Me giro para ver a un Tax impecablemente vestido con un traje azul


grisáceo pálido. Cuan Miami de él. Trago fuerte, tratando de
reactivar mis glándulas salivales.

Sé que este imbécil no está de ninguna manera interesado en las


tendencias actuales de ventas de vibradores portátiles. ¿Entonces
qué está haciendo aquí?

—Señor Draconi. —Digo, poniéndome de pie—. No esperaba verlo


aquí.

—Pensé que debería hacer un esfuerzo por aprender más sobre la


industria en la que estoy invirtiendo.

Miro a Laney, quien aparentemente no se da cuenta que su boca


está completamente abierta y hago mi introducción.
—Ella es mi asistente ejecutiva, Laney Pulaski. Laney, él es Tax
Draconi, dueño de corporaciones Draconi, el nuevo dueño de Alea.
Ellos mantienen un papel relativamente silencioso, pero él y yo nos
reunimos de vez en cuando. —Lucha por mantener sus labios
curvados.

Laney se levanta, sacando su pecho y extiende su mano para


saludar. —Sí, hemos hablado por teléfono, creo, cuando agendé por
primera vez tus reuniones de la mañana. Es un placer conocerlo,
Sr. Draconi. —Sus mejillas se sonrojan, en silencio sonrío al hecho
que me dijo que tendría los bebés de su jefe.

—Parecen que están por comenzar. —digo, aliviada de tener algún


tiempo para reflexionar sobre qué diablos él está haciendo aquí.

Las luces se vuelven tenues y todos toman sus asientos. Hay una
ronda de silenciosa presentación mientras los otros miembros de
Alea llegan a la mesa.

Alguien sube al podio y nos da la bienvenida a todos, hacen algunas


declaraciones sobre la industria pero no me puedo enfocar en una
sola palabra. Miro hacia adelante, fingiendo que la presencia de Tax
no es sofocante. Temo que si miro en su dirección, todos sabrán
instantáneamente que estamos follando. Mundos colisionando otra
vez, y noto un nuevo patrón, mientras es Tax quien me dice que no
significo nada para él, también es él quien inicia contacto fuera de
la sala de conferencias.

Mis ojos corren en su dirección, tratando de medir su expresión


facial sin delatarme yo misma. Él parece estar mirando hacia
adelante también, pero es difícil de decir.

El anfitrión presenta al primer orador, quien hace su camino hacia


el podio con ligeros aplausos. Bajo el ruido de los aplausos, una
cálida palma descansa sobre mi rodilla debajo de la mesa. Me pongo
rígida y me sobrepasa la indignación. ¿Cómo se atreve a hacer esto
en frente de mis empleados? ¿Él me ha quitado todo y ahora quiere
que pierda el respeto de mis compañeros de trabajo? Me inquieto y
su mano masiva aprieta abajo en mi muslo, haciéndome dudar de
nuevo.

Disparos de electricidad suben por mi pierna en respuesta a su


toque demandante. Lamo mis labios y continúo mirando directo
hacia el podio, reacia a darle la satisfacción de mi incomodidad.

Mirando hacia el escenario, él se inclina y susurra. —He venido


desde Milwaukee para verte, ¿y esta es la respuesta que recibo?

Mi pecho se hunde al soltar un suspiro incómodo. ¿Vino a verme?


Lo sé, mierda, pero no lo dijo para follarme o algo como eso. Él vino
a verme. Su agarre en mi muslo se suaviza y me relajo en respuesta.
Las puntas de sus dedos recorren mi muslo interior mientras el
calor florece entre mis piernas; me inclino hacia adelante para crear
la ilusión que estoy cautivada por los últimos números de anillo de
polla y mientras lo hago, sus dedos llegan a mi montículo,
ligeramente rosando contra la tela de mis bragas.

Él se inclina y aun mirando hacia el frente, susurra. —Tan mojada


para mí. —Como si fuera una orden, el calor empapa mis bragas.

Exageradamente asiento con mi cabeza como si él hiciera un


insignificante comentario sobre el tema de los oradores. Él añade
presión y comienza a acariciar mi clítoris a través del encaje,
haciendo que sea difícil para mí mantener la calma exterior. Dios,
lo deseo, no me importa nada en este momento que no sea el intenso
calor que provoca.

Su toque enciende mi cuerpo con excitación y comienzo a


transformarme de la disciplinada presidenta de Alea, a la Mia sucia,
suplicante y esclava sexual, esperando nada más que este hombre
a mi lado me incline y me folle. Tax consigue más de lo que esperaba
cuando llego debajo del mantel y pongo una mano en su bulto. Él
rompe su postura y me mira, mientras yo miro hacia delante y
sonrío. Su polla comienza a crecer en mi mano y él se inclina hacia
mí. —Mia, tu eres mi perfecta pequeña zorra.

Dejé salir una ráfaga de aire que llama la atención de Laney. Mierda.
—El señor Draconi quiere discutir algunos asuntos conmigo. —
digo, rodando mis ojos, como si fuera un inconveniente—. Vamos a
salir por un momento.

Me inclino hacia Tax. —Me voy al bar del hotel. Asumo que
necesitas unos minutos antes que te levantes. —Me levanto con
confianza, saliendo con un balanceo en mis caderas.

Stone Sour – Wicked Game

Pido un refresco en el bar mientras pasan los minutos sin que


aparezca Tax. Ondas de calor y frio palpitan por todo mi cuerpo
mientras me estreso por su paradero. ¿Habrá otro bar? No.
¿Cambió de opinión? Mientras mis dudas comienzan a tomar
control, recibo un texto:

Ve a nuestra habitación.

¿Nuestra habitación? Por supuesto, él es quien reservó el pent-


house. El pensamiento no se me cruzó por la mente inicialmente,
ya que Tax realmente no existe en el mundo real excepto por alguna
aparición especial. Ciertamente no creí que pensara lo suficiente en
mí como para tomar un vuelo a Miami. Le testeó a Laney para
decirle que la junta se está volviendo más seria de lo que pensé,
luego voy al elevador para subir al último piso.

Entro en la habitación con mi tarjeta llave. Ni una sola luz está


encendida, destacando las vistas nocturnas de Miami a cientos de
pies bajo tierra.

—¿Tax? —Le llamo.

Mi piel hormiguea, como si estuviera viendo esa parte de la película


de miedo, cuando la chica abre lentamente una puerta a un cuarto
oscuro y su destino está condenado. —Tax, sé que estas aquí.

Suspiro cuando veo su silueta alta en las sombras de la sala de


estar. Lo observo en silencio por unos cuantos segundos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto. Él sabe que no me refiero


al pent-house solamente.

Camina hacia mí tranquilamente, pero cuando se detiene cerca de


mí, luz brilla contra sus rasgos y la oscuridad ya no esconde su
pasión.

Envuelve sus brazos alrededor de mi cadera y me jala con fuerza,


las puntas de mis dedos apenas hacen contacto con el suelo
mientras me inclina contra su duro pecho. —Estoy aquí porque
soñé contigo, el sabor de tu coño, tus quejidos, tus lloriqueos, la
forma en que ruegas por mí…

Instantáneamente me mojo mientras su cálido aliento, mezclado


con un toque de brandy acaricia mi oído.

—Porque tan pronto me voy después de follarte, te deseo de nuevo


e incluso cuando te tengo, no es suficiente. Cuando veo a otro
hombre mirándote de la forma en que yo lo hago, lo quiero matar.
Quiero tragarte, consumirte, quiero poseerte, te quiero a ti. —Su
otra mano se extiende alrededor y acuna mi cuello. Me siento tan
pequeña en su agarre, como si pudiera romperme con el tirón de su
muñeca. Sus labios rozan mi clavícula mientras susurra las últimas
palabras con un carraspeo—. Quiero más.

La habitación queda en silencio, nuestras respiraciones pesadas


con deseo son el único sonido. Juro que puedo sentir el latido de
mi corazón mientas amenaza con salirse de mi pecho.

Entonces con brusquedad Tax me gira y me presiona contra el


vidrio de la ventana del pent-house, para mirar la brillante vista de
abajo.

Los sonidos del crujido de la tela dominan el silencio mientras lucha


por quitarse su chaqueta de traje, y los botones llueven en el suelo
mientras arranca su camisa. Entonces su cuerpo se presiona
contra mi espalda, desliza su mano entre mis piernas. —Esto… —
La otra mano agarra mis tetas—. Esto…. Es mío.

Sacudo mi cabeza arriba y abajo, mi mente gira con un leve vértigo


mientras la vista de varios cientos de metros me amenaza.

—Dímelo, Mia. Dime que es mío.


—Es tuyo. —gimo temblorosamente

—Di mi nombre.

—Es tuyo, Tax.

Él empuja sus caderas en mi culo, su pesada polla burlándose de


mí con su poder.

—Joder, Mia. —Dice, apretando mi pelo y enterrando su cara en la


curva de mi cuello—. Quiero dañarte, quiero arruinarte para los
demás.

—Ya lo hiciste. —Gimoteo, arqueando mi cuello para recibirlo. Tax


tira de mi vestido pasando mis caderas y desliza su mano por el
frente de mi tanga.

—Tu coño está tan malditamente mojado. —Desliza dos dedos


dentro, encorvándolos, construyendo más tensión dentro de mí.
Gimo y ruedo mis caderas contra su polla mientras sus dedos me
follan posesivamente—. Solo por mí. —dice.

—Solo por ti. —Repito de regreso en rendición. Él desliza sus dedos


mojados contra mis labios y sin ordenármelo los lamo. Sus labios
se unen a los míos, y juntos saboreamos mi excitación de sus dedos.

—Sabes tan malditamente bien. Amo cuando el olor de tu coño se


queda en mi boca. Me pone duro de nuevo tan pronto te dejo.

Me curvo duramente contra su polla. Tax ha hecho del hablar sucio,


muy sucio, pero esto...está claro que no soy sólo una herramienta
intercambiable. Él me desea. Cuando sueña me saborea, me huele,
me siente, así como yo lo hago con él. Hala la tela del top con tiras,
hacia el valle de mis pechos, exponiéndolos hacia el frio vidrio.
Él muerde contra mi hombro asegurándome que lo que sea que
siente hacia mí aún es crudo e inmaduro. Él es un animal de
hombre, un bruto que muestra sus afecciones a través de la
dominación. Su cálida mano contrasta con la fría ventana mientras
agarra en un puño mi teta, amasando la carne hasta que llega a la
cima y tira del pezón con las yemas de los dedos. Dejo salir un
gemido ronco desde lo profundo de mi pecho.

No puedo esperar por más, lo necesito dentro de mí. Necesito que


apague el incendio que se propaga a través de cada célula de mi
cuerpo, destruyendo a la Mia que existía antes de Tax.

—Fóllame, Tax. —Suplico, estirando la mano contra su propia


demostración de necesidad.

En un movimiento Tax me pone el vestido sobre la cabeza, se


arrodilla, agarra las cuerdas delgadas de mi tanga y me mira
deslizándolos. Él agarra uno de mis tobillos y dobla mi pierna en la
rodilla tirando de la correa del tobillo de mi zapato con sus dientes.
Lo veo sobre mi hombro, prosperando en la emoción de Tax debajo
de mí.

—Te burlas de mí con esto. Cuando usas tus pequeñas camisillas,


tus apretados jeans, tus faldas. Es como si estuvieras tratando de
romper mi voluntad. —Sus dientes afilados muerden la suave carne
de mi culo, seguido por sus manos frotando suaves círculos a lo
largo de mis curvas.

Ronroneo con sus palabras, porque hay algo de verdad en ellas.


Nunca lo veo, pero siempre he sospechado que me observa. Tal vez
no siempre, pero a veces puedo sentir sus ojos en mí como si el
deseo fuera tan fuerte que envía una señal. Hay seguridad en su
mirada constante, me siento deseada, adorada, poseída. Y sí, a
menudo me visto con la esperanza que me vea y quiera arrancar
hasta el último pedazo de ropa de mi cuerpo.
Estoy desnuda excepto por mis tacones, como lo he hecho tantas
veces en la oficina. Aunque cuando me gira para enfrentarlo, esta
vez no me siento sola. La parte superior de su cuerpo también está
desnuda, las crestas de sus músculos resaltadas por las sombras
en el pent-house. Las serpientes en su cuello se ondean en armonía
con su pecho. Los cortes por todo su torso me recuerdan su dolor y
desencadenan mi instinto para hacerlo sentir mejor de la única
manera en que me lo permite.

Él presiona su cuerpo desnudo contra el mío, calor contra calor,


carne contra carne, por primera vez. Sus dientes rozan y tiran, sus
labios chupan, su lengua prueba.

—Fóllame, Tax. Por favor.

—Mia… —Él gime, presionando su polla en mi abdomen—, suplica.

—Por favor. —Le susurro sin aliento al oído—. Te necesito dentro


de mí. Te necesito.

Y mi confesión que se está volviendo más que deseo, se está


convirtiendo en parte de mi identidad, la estructura de quien soy,
lo pone en marcha. Tax desabrocha sus pantalones, la hebilla de
su cinturón golpeando contra las baldosas del suelo. Saca su polla
rápidamente de su bóxer, acariciando arriba y abajo mi cremosa
entrada.

—Tax… — Lloriqueo, empujando mis caderas contra él. ¿Qué más


puedo hacer? Él me desea, me desea tanto, pero aún se burla—.
Fóllame… —Le imploro, tirando de su tatuaje del cuello con mis
dientes.
—No, Mia. Tú me vas a follar esta noche. —Agarra de mi culo y me
levanta del suelo. Envuelvo mis brazos y piernas alrededor de él y
nos lleva hacia el sofá, sentándose debajo de mí.

—Folla mi cara. Folla mi cara de la manera en que yo te follo a ti.

Mi coño palpita con necesidad y estoy ansiosa por aliviar la tensión


creciente. Me siento sobre sus hombros, mientras se inclina hacia
atrás, y suavemente me bajo sobre su cara. Sus ojos oscuros me
miran, llenos de energía y poder sexual, desafiándome. A pesar que
estoy en la cima, esto es obra suya. Su boca se aferra a mi coño
como una de las serpientes venenosas en el tatuaje de su cuello y
hunde su lengua en mi interior, mis caderas empujando contra su
cara; él gime mientras digo su nombre como una oración
desesperada.

—Dios, Tax. —Digo sin aliento—. ¡Mierda!

Su lengua gira a lo largo de mi clítoris hipersensible. Mis caderas


se balancean en su cara con abandono. —¡Maldita sea! —Suelto
una bocanada de aire, como si me estuviera ahogando en lujuria.
Sus manos agarran la carnosidad de mi culo y cavan dolorosamente
enviando un tiro de energía a través de mí. Follo su cara
arduamente, como si su lengua fuese una polla. Mis jugos empapan
mis muslos, como si Tax estuviese mordiendo un pedazo de fruta
madura. Sin vergüenza, inhalo fuertemente por aire mientras mi
deseo reprimido explota todo sobre su boca. Agarro mis pechos, mis
manos demasiado pequeñas para tocarlos de la manera en que Tax
lo hace pero los amaso de todos modos, su suavidad contrastando
la dureza de mi frote. Frote. Follar. Crema. Deseo. La boca caliente
de Tax me bebe, deleitándose en mis jugos. Gruñe como un hombre
hambriento alimentándose de un festín.

Mi clítoris pulsa en ondas sísmicas que rompen a través de mi


cuerpo, alternando entre olas de euforia y sensibilidad, mientras mi
ser está sobrecargado de deseo. Paso mis dedos a través de su
cabello y monto su cara como un jinete de caballo furioso hasta que
las ondas intensas terminan.

Mi centro hormiguea con las réplicas del trabajo de Tax, pero esto
no ha terminado aún, sensible por correrme, él me guía hacia abajo
en su sólida polla y dejo salir un grito ahogado de placer. Su polla
me llena, golpeando tan profundo dentro de mi útero, casi al borde
del dolor. La cabeza de su polla se frota contra un punto sensible
dentro de mí, como si nuestras partes hubieran sido diseñadas para
encajar perfectamente.

Miro directamente a los ojos ensombrecidos de Tax, la forma en que


se ha arraigado dentro de mí, pero los suyos no están en las míos.
En cambio, lo veo morder su labio, todavía brillando con mi
humedad mientras admira mi cuerpo con una mirada de
apropiación. Sus manos suben por mi torso y cada uno agarra un
pecho, apretando, cada pezón se hincha. Él desliza sus labios
mojados a lo largo de las puntas, y me derrito bajo la sensación.

—Mia, tus tetas son hermosas. —Él gruñe. Tax corre la punta de
su lengua a lo largo de un pezón y luego muerde y tira con dureza
con sus dientes. Grito mientras él lo sigue chupando, como si
estuviera curando el dolor—. Fóllame, Mia. —Me ordena—. Duro y
sucio. Sé cómo te gusta.

Los ojos de Tax regresan a los míos y se inclina hacia atrás,


sosteniendo mi cintura, mirándome mientras lo monto. Exploro
este nuevo territorio, pasando mis dedos por su pecho, sus hombros
y sus abdominales rasgados. Su respiración se vuelve dura, el dolor
en sus ojos tratando de salir a la superficie. Agarra mis manos con
fuerza, y las cruza a mis espaldas. Su tono se vuelve serio, como si
se estuviera impacientando. —Mia, he dicho que me folles.
Este hombre que es tan aterrador, está petrificado por la intimidad.
Cada vez que me acerco, él muerde.

Se sienta, mordiendo la carne de mis pechos, apretando mis


muñecas furiosamente, tiro mi cabeza hacia atrás, saboreando su
control. —Mia, no me pongas a prueba. Sigo siendo yo. Te haré
daño.

Algo sobre su amenaza me vuelve loca. Aun así, cara a cara,


finalmente desnudo y expuesto, no me dejará tenerlo todo. Como
un animal salvaje que ha sido atado, resisto su agarre en rebelión
y esto sólo le hace usar más de su fuerza para contenerme. No tengo
esperanza en los brazos de Tax. Agarra mis dos muñecas en una de
sus grandes manos, la fuerza de su agarre muerde mi carne.

Con la otra mano, me pega tan fuerte en el culo que peleo contra él.
—Mia, fóllame. Muéstrame quien eres. —Me balanceo arriba y abajo
en su polla, gruñendo por el erótico dolor debido a las
profundidades que él alcanza. Me nalguea de nuevo sin restricción
alguna. El punto donde su mano cae pulsa con fuego—. Sé que
quieres esto. Te gusta cuando te lastimo. —Otra bofetada, tan fuerte
que gruño de forma inusual.

—¡Jódete! —Le grito mientras reboto ferozmente en su polla. Mis


pechos rebotan arriba y abajo imprudentemente, y él golpea fuerte
de nuevo—. ¡Mierda! —Lloro.

—Ahí tienes. Mi pequeña buena zorra.

Subo de nuevo yendo a una altura a la que sólo Tax puede


levantarme. Tax toma mi rostro, besándome tan fuerte que pruebo
sangre.

Él se pone de pie, aun dentro de mí. Su demostración de fuerza saca


la bestia dentro de mí y muerdo su cuello ferozmente. Me coloca
violentamente en una mesa, tirando jarrones decorativos. El choque
de porcelana contra los azulejos me hace ahogar con la emoción.

—Eres una perra jodidamente loca. —Dice con una sonrisa—


¿Quieres follar como animales? Te follaré como un animal. Aullarás
como un maldito animal.

Él sube mis piernas sobre sus hombros y se inclina hacia adelante,


elevando mis caderas de la mesa. Usando esa ventaja, él frota su
polla dentro de mí, y sólo se necesita unos pocos empujes antes que
comience a gritar mientras agarro la mesa. A medida que alcanzo el
ápice de mi orgasmo, Tax saca su polla y la empuja dentro una y
otra vez añadiendo dolor al incomprensible placer, mientras dejo
salir sonidos que ninguna mujer humana debería hacer.

—Maldita mierda… —Tax dice clavando sus dedos en mi muslo. Él


golpea mi coño con su polla y dispara su esperma caliente dentro
de mí, gruñendo como una bestia salvaje.
Capítulo 26
Mia
Fiona Apple – I Know

Tax aún está aquí y creo que se quedará. El llamó esto nuestra
habitación. Me siento en el sofá, me envuelvo en una manta
mientras Tax mira por la ventana en toda su asombrosa desnudez.
Absorbo la vista. Después de todo el sexo que hemos tenido, él
nunca se había despojado de absolutamente nada antes.

Su cuerpo es hermoso. Nunca pensé en usar esa palabra para


describir el físico masculino hasta que lo conocí. Se inclina y curva
los músculos, el epítome de la masculinidad; sus hombros son
anchos y fuertes, su espalda luce con crestas de músculo que le
llegan hasta las caderas, esas líneas en sus caderas que llevan a su
paquete... se burlan de mi libido.

El tatuaje en su cuello y hombro, que parece tener vida propia, es


una obra de arte en sí misma. Incluso sus cicatrices cuentan una
historia, como marcas de cincel en una estatua.
Realmente no hemos dicho nada ni siquiera hemos encendido las
luces. Estamos aprendiendo, creo, como estar alrededor del otro
después del sexo.

—Mierda. Debería estar abajo. —Pienso en voz alta.

Tax se gira. Involuntariamente muerdo mi labio al verlo. —Soy tu


jefe y te digo que no te preocupes por eso.

Mi comentario parece romper el silencio. —¿Te sentarías conmigo?


—pregunto.

Tax levanta su barbilla escépticamente, como si yo estuviera


sosteniendo un cuchillo detrás de mi espalda. —Quizá debería abrir
un vino o algo. —Suena como un alienígena, recitando los entresijos
del comportamiento humano.

—Tal vez un poco, todavía estoy traumatizada por la gran


reapertura de Tiff.

Él sonríe y mi estómago tiembla como cuerdas de arpa.

—Te divertiste mucho esa noche ¿Cierto?

—Creo que tú también. —digo con una sonrisa de satisfacción.

Tax viene al sofá con dos copas y una fresca botella de Prosecco. Se
sienta a mi lado y sirve una copa para cada uno.

—Tus pies están helados. —comenta.

Ni siquiera me di cuenta que los había enterrado bajo su muslo, es


una cosa inconsciente que siempre he hecho.
—Ellos siempre se ponen fríos. —digo como disculpa. Siempre he
tenido el hábito de frotarlos contra las personas—. Mi mamá solía
darme mucha mierda sobre esto. —Todos estos años después,
mencionarla todavía duele. Tax me mira y asiente levemente como
si de alguna manera entendiera esto. Me da una copa, luego pone
la suya abajo y agarra mis pies de debajo de él, colocándolos en su
regazo y frotándolos en sus grandes y cálidas manos.

—Si quieres que los caliente, todo lo que tienes que hacer es
preguntar.

El tono en su voz, me recuerda el día en que se comportó de esa


forma burlona mientras lloraba. Si lo quieres, todo lo que tienes que
hacer es rogar, Mia. Incluso entonces, el más mínimo indicio de su
suavidad hacia mí me ayudó a ponerme de pie y me dio mi orgasmo.

—Viendo ya que los estás calentando, supongo que no lo haré.

Hay un estado de calma, por lo que podemos seguir con las


cortesías, pero esto que tenemos es lo opuesto a casual. Esto está
cargado, lleno de preguntas sin respuesta y sentimientos implícitos.
Si hay algo que entiendo sobre este hombre tan obtuso, es que
comunicarse no es fácil; al menos cuando se trata de algo más que
la rabia.

Dice que quiere más, pero no creo que sepa cómo definir más. Tengo
que tener agallas para mostrarle lo que es, incluso si ataca.

—¿Tax, qué estás haciendo? —pregunto. Me preparo para un


recordatorio duro. Esto es sólo follar. Me debes. Te poseo.

Va hacia adelante por su copa y toma un sorbo. —No lo sé.

Resoplo mientras me río. Qué respuesta tan casual. Sin embargo,


es honesto. Finalmente.
—Dijiste que querías más…

Su antes lánguido cuerpo se vuelve rígido. Esas palabras significan


mucho para él. Extiendo la mano suavemente sobre su hombro.

—Yo lo quiero también.

Mira sobre mí, con sus ojos marrones reflejando las luces de la
ciudad. —Lo sé. —Lo dice tristemente, como si mis palabras fueran
trágicas—. ¿Por qué? —pregunta.

Él no lo entiende.

Me trago el Prosecco. —Tax, me pregunto eso todo el tiempo. Pienso


mucho sobre ello cuando te desapareces por días. —Sus ojos se
alejan. ¿Podría ser eso remordimiento?— Sé que crees que soy solo
una mujer estúpida que hizo algo realmente estúpido, contratando
a alguien para que venga a por mí pero yo estaba tratando de
encontrar algo que no podía encontrar en cualquier lugar. Y lo hice.

Se inclina hacia adelante, procesando mis palabras.

—Mia, estoy tratando de luchar contra esto. He estado tratando de


luchar contra esto. Voy a hacerte daño y no porque lo quiera, sino
porque es lo que va a pasar. Es lo que hago. Es en lo que soy bueno.

—Pienso que crees eso de ti mismo, creo que por eso me dijiste una
vez que no puedes recibir amor, pero yo no creo eso sobre ti.

—Mia, tú no sabes nada sobre mí. —Él me ha dicho eso antes con
desdén, pero ahora, está lleno de abatimiento.

—Entonces, dímelo.
—No puedo.

—Aún estoy aquí… después de lo que tú… —Odio decir la verdad y


ponerlo a la defensiva.

—Después de lo que te hecho.

Miro hacia abajo, pero entonces encuentro sus ojos de nuevo. Me


hizo cosas horribles, no debería avergonzarme de decirlo.

—Tax, no podemos seguir así para siempre. Con el tiempo, la verdad


necesita salir. No puedo darte más si tú no me das más.

—Solo porque queramos más, no significa que podemos tenerlo.

Mi corazón se hunde y mi lado vehemente salta desde ese punto.


—Tax, quizás no lo has notado aún pero usualmente consigo lo que
quiero.

Me sacude la cabeza como para enderezarme, pero entonces él alza


sus cejas en comprensión. —En realidad, tienes razón…

—Lo que estás haciéndome, ocultándome la verdad, no está bien.


—Suplico.

—No sabes eso.

—No puedo seguir dándote más si te contienes. Eventualmente, no


tendré nada más para dar.

—Mia, te prometo que lamentarás algo más de lo que tenemos. —


Su honestidad es tan brutal que a veces duele físicamente.

—Esas son idioteces. —digo obstinadamente.


—No. —Dice, afirmando su postura—. No ahora.

—He estado pensando mucho sobre esto… no he lastimado a nadie,


no le debo nada a nadie mi padre fue un policía. ¿Es algo que él
hizo?

—Basta, Mia.

—Merezco saber por qué me estás extorsionando.

—No esta noche.

—¿Entonces, cuándo?

—Cuando sea el momento adecuado.

Suspiro.

—Mia, confía en mí cuando digo que hay razones que algún día
entenderás. Estoy tratando de protegerte.

—¿Protegerme? ¿Hay alguien detrás de mí?

—Nadie te tocará. Nadie. —Sus ojos se vuelven negros. Lo que le


hizo a ese tipo inofensivo en el club de Tiff me dice que es una
promesa.

—No dejaré de preguntar hasta que me digas.

—Lo sé.

Lo miro de arriba hacia abajo, mis ojos esbozando las marcas en su


cuerpo. Extiendo la mano y paso un dedo suavemente en una de
las marcas, sus fosas nasales se ensanchan y frunce sus labios
mientras mira hacia adelante.
—¿Qué te pasó, Tax? —pregunto tiernamente.

—Un amigo me tendió una trampa. —dice, la dura frase deja claro
que no dirá nada más.

—Eso es horrible. Tener a alguien en quien confiabas y que decida


lastimarte. —Su mandíbula se aprieta y las serpientes en su cuello
se estiran.

—Hay una manera fácil de arreglarlo: no confíes en nadie. —Tax se


ha endurecido de nuevo. Acaricio su sedoso cabello, sabiendo que
su dolor es tan profundo y nada de lo que diga ahora cambiará eso.

—Supongo que debería preguntarte entonces... —digo cambiando


de tema.

—¿Qué?

—¿Has estado con otra mujer, desde que nosotros…?

—No.

—Porque hemos…

—La respuesta es no. Solo he estado contigo. Me gusta mucho


follarte sin protección, y también disfruto mucho de mi polla, por lo
que la mantengo bien cuidada.

Si mi coño pudiera sonreír; lo habría hecho por su comentario sobre


follarme sin nada. Soy una mega pervertida.

—Confió en ti con eso, Tax

—Lo sé.
Recuesto mi cabeza en su regazo, frotando mi nariz en el olor de
nuestro sexo que permanece en su ingle. Me presiono con la
esperanza de meterme bajo su piel como él se ha metido bajo la mía.
Que va en contra de sus instintos la forma en que me ha hecho ir
en contra de los míos.

Sus dedos acarician mi cabello. La habitación está en silencio, pero


tranquila, el sonido de la introspección de Tax es ensordecedor.

—Tax, —digo adormilada—. Desearía que confiaras en mí.

—Yo también.
Capítulo 27
14 Años Antes
Casi me acobardé y me convertí en una gallina hoy, estaba muy
nervioso de la reacción de Mia por la carta. Ya debe haberla leído,
sabe oficialmente lo que siento por ella: que creo que es una
persona hermosa y que se merece algo mejor que el gilipollas con
el que está ahora, aunque eso signifique no estar conmigo.

Elegí darle la carta ayer porque hoy no tendríamos ninguna clase


juntos. Si ella quería hablarme de ello, tenía una opción y
honestamente, me vendría bien un día extra antes de enfrentarme
a ella. No hay manera que su reacción sea otra que, "Me gustas
como amigo".

Nuestros casilleros están en extremos opuestos del piso, pero


normalmente nos vemos de pasada un par de veces al día.
Usualmente ella saluda y sonríe pero tiene a sus amigos a su lado,
como una especie de guardia de popularidad de la escuela
secundaria. Así que, aunque no tenga que sentarme con ella
durante una hora, no es probable que pase el día de hoy sin
encontrarme con ella.

Mientras rebusco en mi casillero, la campana suena para el


segundo período. Voy por el pasillo y la veo caminando en dirección
opuesta a mí. Nos miramos a los ojos y juro que voy a vomitar.
Pero antes que podamos acercarnos lo suficiente para decir algo, la
Sra. Strumbull la directora, le da un golpecito en el hombro. Mia se
da la vuelta y la sigue por otro pasillo, fuera de mi vista.

No la veo por el resto del día, y me pregunto qué hubiera pasado si


no la llamaban. ¿Habría sonreído? ¿Me hablaría de ello? ¿Fingiría
que nunca había pasado?

No tiene sentido adivinarlo. Mañana tendremos que presentar


nuestro proyecto final y no tenemos otra opción que hablar.

Abro mi casillero para tomar algunas cosas antes de ir a casa y una


carta cae al piso. Miro alrededor, para ver si alguien está mirando
pero el pasillo se arremolina con la gente que se ocupa de sus
propios asuntos.

Abro cuidadosamente la carta, que está escrita con la letra de Mia,


usando grandes círculos para ponerle puntos a sus "I".

Querido Sil,

Gracias por tu carta. Era tan hermosa. A mí también me


gustas. Desde que empezamos este proyecto juntos, eres la
única persona en la que pienso.

Conocerte este semestre ha sido increíble. Pero, estoy con


Tripp así que me gustaría verte en privado. Por favor,
mantén esto en secreto y no se lo digas a nadie. Es la única
forma en que esto podría funcionar por ahora.
Quiero verte esta noche en el viejo cobertizo para botes a las
8pm. Por favor, ven solo. Trae traje de baño por si decidimos
darnos un chapuzón.

Con amor,

Mia

Escondo una sonrisa cuando doblo el papel y lo meto en el bolsillo,


y cierro suavemente mi casillero, como si alguien notara mi
excitación si lo cierro demasiado fuerte. Esto no puede estar
pasando. A las chicas como Mia no les gustan los pobres y flacos
pedazos de mierda como yo, pero tal vez eso no sea cierto, tal vez
hay gente que ve más allá de lo obvio y se siente atraída por lo
bueno de los demás.

Tal vez finalmente he tomado un descanso.

Echo otro vistazo rápido y salgo corriendo para encontrarme con


Jude frente al colegio.
14 Años Antes
Tan pronto como entro en la oficina de la Sra. Strumbull y veo a mi
padre allí de pie, lo sé. La mirada en sus ojos como si cada uno
pesara toneladas, me pone tan triste por él. Sé que lidiar con la
pérdida de su esposa es bastante difícil pero además de eso, tiene
que decirle a su hija que su madre se ha ido.

—¿Papá? —pregunto, mis ojos brotan hasta el borde, mi voz se


obstruye con lágrimas no derramadas. Ni siquiera digo las
palabras, sabíamos que este día iba a llegar, pero parecía estar
mejorando de nuevo. Me aferro a esa última esperanza que tal vez
sólo esté en mal estado, y todavía tengo una oportunidad de decir
adiós.

—Mia, nena... —se ahoga. Y sé que no hay esperanza, nunca más


tomaré su cálida mano o le leerle, o escucharé su risa cuando me
dice que deje de calentar mis pies helados bajo su trasero—. Mami
tuvo un ataque al corazón. Se debilitó demasiado por el cáncer, no
pudo defenderse.

Sabía que este día sucedería, se había hecho evidente que mi madre
nunca se curaría pero como por arte de magia, cada día seguía
estando ahí. Se enfermaba y volvía, supongo que estúpidamente,
pensé que seguiría luchando por mí. Pensé que tal vez podría
querer vivir para que yo no tuviera que estar sin ella.
Trato de mantenerme firme cuando escucho la noticia. Todo este
tiempo, no quería que nadie se compadeciera de mí. Nunca hablé
con mis amigos sobre ello. Mi padre estaba tan estresado con el
trabajo y mi madre, que no quería que se preocupara por mí y mi
mamá, lloré una vez en sus brazos cuando me dijo por primera vez
que estaba enferma, pero después de eso, tratamos de hacer felices
todos nuestros recuerdos.

Íbamos al parque en bicicleta y cuando se ponía más enferma,


dábamos cortos paseos y teníamos noches de pizza y de cine.
Eventualmente, cuando ya no podía caminar más le leía historias
de amor. A veces tenían finales felices, a veces eran trágicas.

Hoy vivo en uno de esos libros trágicos. No hay luz del sol aunque
el sol arda con fuerza, no hay risas aunque la sala esté llena de
adolescentes tontos. Hay un agujero. Es un agujero que nunca
puede ser reemplazado. Nadie será tan maravilloso y especial como
mi madre. Nadie más se quedó conmigo por la noche cuando estaba
enferma, nadie más hizo mi disfraz de Halloween desde cero para
que fuera la chica más fabulosa de la ciudad, nadie más besó mis
heridas e hizo desaparecer el dolor. Nadie hizo el mejor espagueti
del universo, porque lo hizo con su ingrediente especial: el amor.
Su amor se había ido. Sí, todavía vivía con él en mi corazón pero
nunca lo sentiría en su abrazo, nunca lo escucharía en sus
palabras. Ella no existe. Es tan definitivo. Nada en la vida debería
ser tan definitivo.

Es demasiado joven para irse. No es justo. ¿Quién me ayudará a


elegir mi vestido para el baile de graduación, o me ayudará a
planear mi boda? No es justo. Ella era demasiado buena para
morir.

Ni siquiera me doy cuenta que me estoy derrumbando hasta que


mi padre me coge en sus brazos. Sollozo incontrolablemente
mientras me susurra al oído: —Vamos a estar bien, nena. Voy a
cuidar de ti. Papá te ama.
Capítulo 28
Tax
Me despierto con el sonido de Mia saliendo a tientas de la cama. La
miro y su cabello es un desastre, su rostro hinchado por el sueño.
Está claro que no es una persona mañanera, lo que me hace más
imbécil por exigirle que se reúna conmigo para las sesiones
semanales de sexo a las cinco de la mañana. Es bueno saber que
no era el único que luchaba por salir de la cama.

Miro el reloj de la mesita de noche. Son casi las 7:30. Mi lado sádico
se deleita al verla revolverse entre su equipaje.

—¿Tienes prisa? —pregunto, mi cabeza apoyada en mi mano.

—¡Jesús! ¡Me has dado un susto de muerte!

La observo, mientras lucho contra el hecho que acabo de pasar la


noche en la cama con una mujer a la que he pasado los últimos
diez años de mi vida planeando matar.

Es tan inofensiva... pero no lo es. Ya me tiene agarrado de las


pelotas y ni siquiera lo sabe. Hay poder en su bondad y calidez. Si
fuera una perra fría ya estaría muerta, pero su vulnerabilidad ha
sido un escudo impenetrable.
Después de hablar con Rex, sus palabras fueron como la suave
brisa que empujó mi tambaleante cuerpo fuera de la cornisa.
Después de cambiar las píldoras, tenía que trabajar en embarazarla
de todos modos. Pero esa razón es una mierda, justifica que esté
aquí en el marco del "plan", pero estoy aquí porque quiero estar
aquí. Quiero follarme a Mia, verla, conocerla.

—Tengo que estar abajo a las ocho —dice, saltando por encima de
la ropa que sacó de su equipaje de camino a la ducha.

—No se ve bien.

—¡Gracias por el apoyo!, —grita, desapareciendo en el baño.

Por un momento sentí que éramos una pareja normal, que no tengo
que luchar constantemente con el deseo de castigarla y follarla. O
luchar una batalla más aterradora: querer castigarla o querer pasar
tiempo con ella.

Me siento y me trono el cuello, cojo el teléfono de la habitación del


hotel y llamo al servicio de habitaciones. —Hola, trae cualquier
comida para desayunar tan rápido como puedas. Tengo a alguien
que necesita estar en un lugar en quince minutos. Gracias.

Paso por delante de sus cosas esparcidas en una mesa en el


dormitorio y mis ojos captan su sobre de píldoras anticonceptivas...
Corrección: píldoras placebo.

Estoy tan jodido. Soy un pedazo de mierda.

Estoy haciendo esto por ella. No puedo vivir con que Jude no se
recupere nunca. Soy responsable de quién es ella hoy. Hice un voto
a Jude. Incluso si pudiera romper mi promesa, Jude nunca la
aceptaría. La única forma que Mia esté a salvo, fuera dejarla
embarazada o matando a Jude. Y eso no va a suceder. Sólo hay una
cosa que puede hacer que Jude mire más allá de la ira que siente,
la única cosa con la que se ha obsesionado todos estos años: un
niño.

Jude es infértil debido a las enormes heridas internas que sufrió y


siempre quiso tener un hijo en la familia. Nuestra familia es sólo
ella y yo, y eso me deja tener un hijo para cumplir con esta maldita
obsesión suya. Nunca tuve interés en tener hijos y eso le rompió el
corazón a Jude. Era como si estuviera perdiendo la capacidad de
tener hijos dos veces. Somos mellizos, pero ella siempre nos
consideró la mitad de un todo, una persona completa. Y así, ella
amaría a mis hijos como si los hubiera dado a luz. Reemplazarían
la rabia que su esterilidad ha dejado atrás.

No importaba cómo me rogara, yo le negué eso. Podría matar en


nombre de esta deuda, pero no le daría vida. Nunca conocí a una
mujer que quisiera tener mis hijos y nunca sentí el anhelo de ser
padre.

La palabra "padre" era como una maldición para mí. Odiaba a mi


propio padre. No sólo lo digo en la forma en que lo hacen la mayoría
de los hijos amargados de padres imbéciles. Mi padre nos odiaba y
nosotros le odiábamos a él también. Normalmente aprendes amar a
tus padres, yo aprendí a odiar. Me enseñó tan bien. De hecho, que
lo maté. Oh sí, él también nos debía. Era tan culpable como todos
esos malditos. Algunos podrían argumentar que era el más
culpable, porque tenía la obligación de protegernos pero eligió la
bebida y el dinero para toda una vida de más bebida, por encima de
sus propios malditos hijos. Padre, esa palabra hace que la bilis se
me suba a la garganta. ¿Por qué querría ser padre?

Ninguna mujer significó nada para mí, excepto Jude, y eso es


diferente porque es mi hermana. Nunca podría vincularme
emocionalmente con una mujer. Es como si un fusible se hubiera
fundido en algún lugar dentro de mí. Podría follarlas, podría hacer
que se enamoraran de mí, pero nunca podría devolver nada más
que la indiferencia.

Cuando tuve que follarme a la madre de Tripp durante dos años


agonizantes, también podría haberme follado una cama de agua. Ni
siquiera me importaba lo suficiente como para que me disgustara,
aunque follarla era un acto tan desagradable como se me ocurría.
Seducirla pacientemente era mucho más difícil que matar gente. Lo
bueno es que era la más lucrativa de todas las deudas que
cobramos. Cientos de millones cuando todas las fábricas y
propiedades fueron vendidas.

Eso es lo que me jodió de Mia. No era sólo que el sexo fuera genial,
había tenido mi cuota de mujeres hermosas. No, fue lo que sentí
durante el mismo... bueno, más que nada. El lado que me hizo
perder la cabeza por ella, todavía pensaba en Mia. Incluso sabe
diferente, como si la química de su cuerpo me atrajera hacia ella.

Así que, si hay alguna mujer en el mundo a la que le gustaría tener


mi bebé, sería Mia y le estoy mintiendo para que finalmente pueda
estar a salvo. Le advertí que no importaba lo que pasara, le haría
daño. Es para lo único que sirvo. No hay forma que esto termine sin
que Mia salga herida, pero puedo hacer todo lo que esté en mi poder
para disminuir el dolor. Un embarazo no planeado es mucho mejor
que la muerte.

Jude no le hará daño a la mujer que va a tener mi hijo y no querrá


que ese niño pierda a su madre como nosotros perdimos a la
nuestra. Conozco a Jude lo suficiente como para saber eso. Los
niños son su punto débil. Mi hijo es la única solución que reducirá
su potente rabia.

Después de unos minutos, llaman a la puerta. Me pongo unos bóxer


y acepto el servicio de habitaciones, me sirvo un café y pongo un
poco en una taza para Mia. ¿Ves? Puedo ser amable cuando no
estoy concentrado en una venganza de 14 años.

Mia sale a la sala de estar y se detiene cuando ve que el desayuno


está servido. Lleva un vestido de sol blanco que fluye. La hace
parecer tan pura, y quiero ensuciarla mientras lo lleva puesto.

—¿Pediste todo eso?

—Sí, me imaginé que de otra manera no tendrías tiempo de comer.

—Vaya, gracias... —dice con escepticismo. No la culpo, yo he


envenenado a la gente antes.

—Toma, no sé cómo te lo tomas, así que es negro —le digo,


entregándole una taza para llevar llena de café. La atrapo
mirándome una vez más y se muerde sutilmente el interior del
labio. No voy a mentir y decir que no me gusta el hecho que se sienta
tan atraída por mí como yo por ella.

—Gracias de nuevo. Lo siento, tienes que perdonarme, esto es tan...


diferente.

—Te traje algo de desayuno. No soy el Príncipe Azul.

—Aun así, muchas gracias. —Su teléfono suena—. Mierda, me


tengo que ir.

—Te veré para el almuerzo.

Sus ojos se iluminan, pero luego suspira. —No puedo seguir


escapándome. No son idiotas, van a sospechar. Laney ya me ha
enviado tres mensajes de texto sobre anoche.
¿Qué lindo?... ella cree que acepto un no por respuesta. ¿Qué tierno?
Mieeeeerda, necesito ir a luchar contra un oso rabioso o alguna
mierda.

—Te veré para el almuerzo. De hecho, deja que tu personal haga el


trabajo. Ya no eres una Directora de Operaciones, eres la maldita
Presidenta. Te estás tomando la tarde libre. No te olvides que
todavía soy dueño de tu trasero.

Sí, soy un imbécil por sacar ventaja, pero sé que la moja cuando
ejerzo poder sobre ella. Así que, yin yang o alguna mierda.

—¡Bien! Te veré luego, —dice, metiéndose un banano en la boca.


Erección instantánea. Mia toma un panecillo y se dirige a la puerta
luego se desliza hasta detenerse, gira, corre hacia mí y me planta
un beso en los labios. Se mete el bagel en la boca y dice—.
adiiioooss, —y desaparece por la puerta. Me quedo ahí de pie como
un idiota aturdido. Las cosas que le he hecho a esta mujer, y es un
beso en los labios lo que hace que me congele.

Miro fijamente a la puerta por un rato y luego me doy cuenta que


estoy sonriendo. De hecho, he estado sonriendo desde que me
desperté esta mañana.
Mia
No sé qué le pasa a Tax, pero me gusta. El café, sigo inhalando su
aroma, huele como el mejor café de la historia porque lo sirvió para
mí. Este panecillo seco sabe a la más pastosa de las delicias porque
él lo ordenó para mí.

¿Es seguro para mí bajar la guardia? ¿Al menos esperar que siga
aquí más tarde como dijo que haría? Hay tanto progreso que debe
hacerse, pero anoche fue un Tax diferente. Seguía siendo feroz, pero
feroz con el deseo, no sólo con el desprecio.

Puedo decir que su corazón está pesado por algún tipo de batalla
interior. No tengo la menor idea de lo que podría ser. A pesar de
toda la emoción que he envuelto en este hombre, todavía no sé casi
nada de él.

Sé que tiene un hermanastro llamado Rex, sus padres están


muertos, es dueño de Draconi Corp y por lo tanto, de Alea. Folla
como un demonio sexual. Cree que le debo. ¡Sí, eso es todo!

¿Estoy loca? ¿Se me ha roto algo en el cerebro? ¿Cómo puedo


sentirme segura cerca de este hombre? ¿Por qué querría perseguir
algo más profundo con alguien que entró en mi vida a escondidas
en mi casa bajo el disfraz de un prostituto violador contratado?
Pero a mi corazón le importa una mierda lo que mi mente tenga que
decir. Ella quiere lo que quiera. A pesar de todo el misterio que
envuelve a Tax, vivo cuando estoy con él. Todo es más potente: los
colores son más vivos, la comida más sabrosa, los olores más
aromáticos. Si logro que confíe en mí, entonces podremos
evolucionar.

No soy idiota. Las cicatrices en su cuerpo, la rabia que siempre


burbujea bajo la superficie: Sé que hay un demonio envuelto en una
hermosa concha. Tax promete que me hará daño. Estar con él es
como montar un fénix, sólo puedo aguantar un tiempo antes de ser
incinerada.

Pero, hay algo que creo que ambos comprendimos anoche. Ninguno
de los dos tiene elección. Cuando estamos juntos, la energía es
cósmica: cuando estamos separados, sólo podemos pensar en la
próxima vez que nos encontremos. Lo que sea que pase entre
nosotros es inevitable. Todo lo que puedo hacer es prepararme para
nuestro impacto.

Entro en el salón de convenciones, y aunque el sexo está en el


menú, la energía en la habitación es casi tonta: estrellas
pornográficas implantadas en silicona posan con fans, cabinas
luminosas muestran los últimos aparatos, los hombres caminan
por ahí en pantalones de cuero. Sí, esta chica de pueblo de Iowa ha
hecho una vida en este mundo.

Encuentro el stand de Alea y brilla con orgullo, admirando los


metales modernos contra las cerezas, rosas y púrpuras. Nuestras
modelos, todas nombradas en honor a las diosas griegas, están de
pie triunfalmente en vitrinas. Gracias a Tax, nunca volveré a mirar
algunas de esas modelos de la misma manera.
—¡Mia! —Laney llama con entusiasmo—. Oye, todo esto se ve muy
bien.

—Me preocupé cuando no volviste anoche. Dijiste que la reunión


era seria. ¿Está todo bien con Alea?

—Oh, sí. Lo siento, no quería preocuparte. El Sr. Draconi


aparentemente bajó porque quiere tomar un papel más activo en la
compañía y por supuesto me está soltando todas estas reuniones
ahora. Puede ser muy exigente así que voy a tener que hacer que
dirijas el barco mientras estoy fuera esta tarde.

—Bueno, qué suerte tienes, —dice con una sonrisa.

Mierda. —No estoy captando lo que estás tirando.

—¿Estás ciega? Admitiré que estaba un poco desconcertada cuando


vino, pero ¿cómo puede ser ese tipo el dueño? Amo a Dewey, pero
Dewey era como un padre. El Sr. Draconi... —se estremece.

—Sí, Laney, es muy guapo.

—¿Está casado?

Retrocede, Laney. —No, aunque no tenemos una política oficial,


fraternizar con los propietarios es algo que Alea desprecia.

Los ojos de Laney se iluminan, recordando que a pesar de nuestra


amistad casual, ahora soy la presidenta de Alea. —¡Bueno, por
supuesto Mia! Sólo quería saber quién era la afortunada zorrita.

Sonrío un poco por dentro. —No estoy segura, es muy reservado. —


No lo sé.
El día parece prolongarse mientras hablo con potenciales
distribuidores, paseantes y la gente común que asiste a estos
eventos.

Justo antes del mediodía, Tax me manda un mensaje de texto.

Espérame afuera. Has terminado por hoy.

Le hago saber a Laney que tengo reuniones con Draconi Corp por
el resto de la tarde y que me llame si necesita algo. No estoy siendo
irresponsable, ¿cierto? ¡Estoy delegando!

Tan pronto como salgo, el aire húmedo de Miami se adhiere a mi


cuerpo haciéndolo brillar con una fina capa de sudor. Protejo mis
ojos del sol para buscar a Tax cuando una mano se posa en mi
espalda baja.

—¡Oh, hola! —digo, tratando de contener los temblores que su toque


enciende.

—¿Qué tal la convención de consoladores de esta mañana? —Lo dice


tan seriamente, que me hace reír a carcajadas.
—Por favor, deja de llamarlo así ni siquiera puedo tomar mi vida en
serio cuando lo llamas así.

—Mia, compré una compañía de juguetes sexuales para poder estar


cerca de ti. Si hay alguien que no debería tomárselo en serio,
debería ser yo.

Esas palabras deberían aterrorizarme, pero en vez de eso me


disparan fuegos artificiales por la barriga. Tener a alguien que te dé
tanta importancia, buena o mala, es emocionante.

—El lugar está cerca, —dice Tax, empujando hacia atrás un mechón
suelto de mí cabello. Me muevo nerviosamente y reviso el perímetro
para asegurarme que nadie que conozca nos vea.

—Mi cola de caballo es un desastre, —digo.

—Me gusta el violeta. —Sonríe—. También me gusta cuando lo


dejas por fuera. Aunque es sólo para mí —Me pasa un dedo por el
cuello.

Este hombre.

—Es posible que ahora tenga hambre de algo más que de comida,
—digo sin aliento.

—¿No lo estás siempre?, —susurra.

—Sólo de ti. —Mi columna vertebral se estremece, al darme cuenta


que esas son sus palabras y como todo lo demás sobre él, se han
metido bajo mi piel—. Vas a matarme un día, —confieso.

Se pone tieso, agarrando su teléfono para ver la hora. El humor se


vuelve más pesado. —Deberíamos irnos.
Hoy hace un calor sofocante y la brisa de la costa es sólo un fugaz
respiro de la implacable humedad del aire. Incluso Tax, que suele
ir vestido con un par de pantalones marfil y una relajada camisa
sin mangas azul marino que destaca sus hombros, pectorales y por
supuesto, su colorido cuello.

En pocos minutos estamos caminando por un muelle, saludados


por un hombre vestido como se espera que se vista un capitán de
barco: con un uniforme blanco y una gorra.

—Sr. Draconi, buenas tardes.

—Buenas tardes, —responde Tax, haciéndose a un lado para que


pueda abordar el yate primero. Estoy aturdida. Pensé que
podríamos ir a un café o algo así.

Los instintos de autopreservación hacen efecto. Realmente no


conozco a este hombre. Desde este punto, podría llevarme a
cualquier isla del Caribe, podría dejarme en el océano pero como he
hecho hasta ahora con cualquier pizca de racionalidad, lo ignoro a
favor del instinto más poderoso que me dice que siga buscando
más. Seguir a este hombre a las profundidades del infierno.

Tax me lleva a una cubierta expansiva. Las bebidas están


almacenadas, y varias cestas de picnic nos esperan.

—Tax, ¿un yate? —Lo regaño—. Esto es demasiado.

—Estamos en Miami. ¿Con qué frecuencia puedes disfrutar del


océano? Además, no soporto a la gente de aquí, prefiero el consuelo
de un barco. Créeme, no cuesta mucho esfuerzo hacer una llamada
y reservar un yate. Piensa en ello como un café flotante.
Ahí va, minimizando su gesto. Es su manera de recordarme que no
debo leer demasiado en su amabilidad.

Sacamos la comida de la cesta de picnic y yo le doy unos mordiscos,


pero estar aquí con él en estas aguas brillantes me distrae de mi
hambre.

—¿Has terminado? —Me pregunta, después que dejo de comer.

—Sí, está bien, pero no tengo mucha hambre...

—Quítate la ropa.

—Lo siento, ¿qué?

—Mia, sólo porque algunas cosas estén cambiando no significa que


todo cambie.

Mi instinto se estremece ante esas palabras. Todavía me posee.


Puede elegir ser amable, puede elegir quedarse cuando termine,
pero aún tiene mi reputación en sus manos. Aunque en este punto,
me pregunto si me arruinaría si lo desafiara. No veo por qué lo haría
después de anoche. Hay momentos de crudeza entre nosotros
donde exponemos partes del otro que nadie más ve. Siento que él
se preocupa por mí. ¿Realmente querría destruirme?

—No, —le digo.

—Mia, no hagas que me arrepienta de mi amabilidad.

—Hay otro hombre en este barco.

—Está al timón, no estará aquí.

—¿Y si sigo diciendo que no?


Los músculos de la mandíbula de Tax se ondulan mientras rechina
los dientes.

—Es agradable ver que alguien ama su carrera de la manera en que


tú amas la tuya. No quiero ser el que haga que todo eso
desaparezca. No me hagas repetirlo.

—Después de todo esto, ¿todavía me harías eso?

—En este momento, hacerte esto es lo que te mantiene a salvo.

No lo entiendo. Estoy harta de sus amenazas crípticas y sus deudas


desconocidas. Nunca sentí que mi vida estuviera en peligro hasta
anoche, sólo pensé que mi dignidad estaba en juego. Pero esta es la
segunda vez que menciona mi seguridad, y de alguna manera creo
que este hombre, que creía que era mi mayor amenaza podría estar
protegiéndome de una manera que no entiendo.

—Dudo que convertirme en tu esclava sexual sea mantenerme a


salvo.

—No —dice, poniéndose de pie. Su paciencia se evapora—. Mia, te


doy un poco de cualquier otra cosa que no sea mi ira y empiezas a
ser desafiante. No puedo permitir eso. No hagas que me arrepienta
de haber venido aquí. Si quieres que vuelva a mis viejas
costumbres, puedo hacerlo en un abrir y cerrar de ojos. No creas ni
por un segundo que no puedo apagar esta mierda. No sabes de lo
que soy capaz.

Me ahogo en lágrimas de decepción. Si me hubiera quitado la ropa,


las cosas no habrían llegado a esto. El Señor sabe que yo quería,
pero tuve que desafiarlo. Tiene razón, empecé a sentirme confiada
en mi lugar con él, pero Tax da las órdenes y no le gusta desafiar.
—Ahora quítate el vestido o lo arrancaré yo mismo.

El barco se detiene para anclar, el zumbido del motor se apaga y


sólo está el suave latir de las olas contra el barco.

La ligera brisa del océano lame mi piel, pero no tan poderosamente


como cuando el barco se movía. La humedad y el sol empiezan a
arañar mi carne de nuevo, cubriéndome con un reluciente velo de
sudor. Miro a Tax con ojos feroces, como si pudiera apuñalarlo
ahora mismo, pero por dentro, mi cuerpo responde a su dureza.
Quiero todo lo de Tax, su ferocidad, su fuerza, pero debo tener la
otra parte. La parte que quiere más. No puedo vivir conmigo misma
si me rindo ante un hombre que me desprecia y usa el sexo sólo
para herirme. Pero si sé que le importa, si hay más, esta interacción
es algo totalmente distinto. Me gusta la violencia, el abandono, pero
necesito saber que no me dejará ni me hará daño cada vez que
terminemos.

—Vas a seguir usándome y a dejarme. De eso se trata todo esto.


Soy una persona, Tax. Tengo sentimientos. No puedes tratarme así.

Deja escapar un profundo suspiro. —Mia, no hagas eso.

—Pensé que querías más.

—Sí. ¿Tú no?

—Sí, pero...

—Entonces haz lo que te digo.

Deslizo lentamente cada tira de mi vestido y dejo que se caiga hasta


la cubierta.
Debajo del vestido, tengo puesto un sostén blanco y pantaletas de
algodón en bikini. —¿Bragas blancas de algodón? —pregunta.
Normalmente uso tangas de encaje.

—Este vestido tiene tendencia a levantarse con el viento, así que


sólo trato de cubrirme.

Sonríe sutilmente. —Me gusta. Hay una inocencia en ello. —Miro


hacia abajo. Ayer éramos carne y hueso, pero hoy volvemos a estar
solos. —Tu sujetador. Quiero ver tus tetas.

Me desabrocho, mis ojos pasan por sus hombros para asegurarme


que el capitán no esté cerca, pero no ha aparecido desde que nos
saludó.

El sol calienta mis pechos mientras dejo caer mi sostén al suelo.


Tax deja salir un gemido silencioso. Sus bóxer se expanden bajo su
cintura y se frota una mano contra el bulto.

—Deja caer tu cabello.

Agarro el elástico y tiro hasta que mi cabello cae por los hombros y
la espalda. Deslizo mis pulgares en la cintura de mis bragas.

—No. Quédatelos.

Se acerca a mí y me pasa los dedos por el cabello. De repente, está


golpeando suavemente un lado, y luego el otro. No he usado mi
cabello en dos trenzas como ahora desde la secundaria. Mis bragas
blancas se humedecen en reacción a su mezcla de fuerza y ternura.

—Mia, tienes que entender que hay cosas de mí que nunca


cambiarán. Siendo ésta una de ellas. —No tiene que especificar lo
que quiere decir. Sería una tonta si pensara que esta bestia de
hombre perdería alguna vez esa ferocidad.
—Eso puede ser algo bueno, —digo.

Levanta una ceja.

—Tax, te dije que estaba buscando algo. Esto es lo que estaba


buscando.

—Entonces, ¿por qué luchas conmigo? ¿Lloras? ¿Por qué sigues


tratando de ver más allá de esto?

—Porque quiero todo de ti, no sólo esto. Lucho contigo porque estoy
luchando contra mí misma, porque siempre me he sentido mal por
querer estas cosas, pero tú me permites tener estas cosas sin la
culpa. Si siempre me rindo, si no lucho, entonces eso significa que
es todo mío. Significa que estoy enferma.

Pasa la punta de un dedo por la mancha húmeda de mi ropa


interior. —No estás enferma, Mia. Estás más viva que nunca. —La
mancha se expande bajo su toque.

—Estoy entendiendo eso ahora. No necesito que me chantajees. Te


lo daría de buena gana, ¿no te das cuenta? Pero necesito que me
permitas confiar en ti. Eso significa que no puedes desaparecer
cuando hayamos terminado. Sé que viniste aquí por mí, que pasaste
la noche, pero siento que una vez que volvamos, volverá a suceder.
Más que nada, el hecho que amenaces con exponer mis secretos no
me hace sentir segura o a salvo contigo ni siquiera sé dónde vives.
Puedes decidir levantarte e irte para siempre, aún podrías
exponerme después de todo esto, y cuando termines conmigo, yo
estaré destrozada.

—Mantengo mi palabra. Nunca me retractaré de lo que prometí.

—¿Por qué debería tener alguna razón para creerte?


—Porque estoy aquí ahora, porque vine aquí por ti.

—Y aun así me amenazas. Creo que tú también tienes miedo.

—No tengo miedo de nada.

—¿Entonces por qué sigues alejándote cuando me acerco? —Sus


ojos se alejan de los míos—. Tienes todo el poder. Lo sabes todo de
mí y yo no sé nada de ti. Si tienes miedo de dejarme entrar, ¿te
imaginas cómo debo sentirme? Entraste en mi vida, estrellándote
como un meteoro, y si me dejas así... nunca seré la misma. Quiero
saber que te importaría una mierda si muriera mañana. Porque a
veces se siente como si pudieras deshacerte de mí en cualquier
momento. Como si pudieras reemplazarme en un instante. Me
gusta lo que hacemos, pero lo que hacemos fuera de eso importa
igual. Déjame hacerlo de buena gana. No me chantajees. Es la
diferencia entre que seas mi amante y que seas mi... —Dudo en
decir la palabra que ha permanecido en el aire desde que nos
conocimos—. Violador.

—Nunca me llames así maldita sea, —dice con fuego en sus ojos,
lanzando su dedo hacia mí—. Siempre tuviste una maldita opción.
Me rogaste que te follara la primera noche. —Él se aleja de mí con
ira.

—No quise decir eso. Quiero decir, no quiero decirlo en serio. Pero
eso significa que tienes que demostrarme lo contrario. Hay una
razón por la que acabas de estallar con esa palabra, porque cuando
te ves obligado a enfrentarte a las cosas, arremetes contra ellas.
Claramente lo que dije resuena, de otra manera no te habrías
enojado tanto.
—Mia, no tienes ni puta idea de lo que estás hablando. —Las venas
de sus antebrazos sobresalen cuando tensa los puños—. No tienes
ni idea de lo que esa palabra significa para mí.

—Entonces dime.

Sus labios forman una línea tensa, como si la historia de su vida


explotara si los relajara. Su pecho se hunde con una exhalación
lenta.

—No vuelvas a llamarme así. —Su tono sigue siendo firme, pero hay
algo más suave debajo. Es casi como si estuviera preguntando en
lugar de decir.

Suavizo mi voz a una súplica. —Mientras me amenaces, nada de


esto es real. ¿Cómo podemos confiar en los sentimientos del otro?
Si dejas de sostener el video sobre mi cabeza, entonces puedes
confiar en que estoy contigo genuinamente, y puedo confiar en que
no estás aquí sólo para herirme. Quiero saber que esto es real. Sólo
intento decir que tengo miedo que te vayas. Nadie más es como tú,
Tax.

Lo alcanzo para tocarlo, y él me agarra de la muñeca, acercándome.


—Mia, no voy a ninguna parte pero necesito que me prometas lo
mismo. Lo digo en serio cuando digo que esto es para protegerte.
No quiero sostener nada sobre tu cabeza. Hubo un tiempo en que
me gustaba la idea de humillarte de esa manera. Ya no. Pero lo haré
si tengo que hacerlo. Sólo si es necesario. Por ti.

—Tax, nunca lo hiciste, —digo. Me tuvo todo el tiempo. Si hubiera


entrado en esa sala de conferencias sin esa grabación, sin sus
amenazas, sólo habría sido cuestión de tiempo que estuviera
desnuda delante de él. Me hechiza con su poderosa aura. Habría
caído en sus brazos a pesar de mí, sin importar lo que pasara. Me
tuvo en cuanto olí su aroma, sentí su pecho presionando mi espalda
en mi cocina. El resto es sólo fingido.

—Nadie es como tú, Mia. Nadie, —dice, chocando apasionadamente


sus labios contra los míos, mordiéndome dolorosamente el labio
inferior. Mis caderas se presionan contra su fuerte toque—. No sé
cómo mierda hacer esto. ¿No lo ves? No sé cómo estar con alguien.
Tal vez deberías irte. Puedo poner el video y entonces todo esto
terminará. Puedes empezar de nuevo en algún lugar lejano. Te
dejaré empezar de nuevo. —Lo dice como dos jóvenes amantes
cuando fantasean con huir juntos, sabiendo que es imposible.

—No quiero empezar de nuevo. Me gusta mi vida. Y no iré a ninguna


parte sin ti, —juro.
Tax
Miro el rostro de Mia, descansando en mi regazo. Su cabello oscuro
aún tiene trenzas desordenadas, como las que solía llevar cuando
la conocí en una vida pasada. Su piel brilla con un tono dorado bajo
el sol de la tarde, sus senos están hermosos en su pecho, su coño
desnudo aún brilla por nuestro sexo. Ella yace aquí en la
vulnerabilidad del sueño, confiando en que la mantendré a salvo de
un destino desconocido.

Desearía tener la fuerza para dejarla ir, pero cada vez que lo intento,
me suplica y no puedo resistirme a ella. Debería de exponer el video,
arruinar su carrera y su vida. Entonces podré trabajar para
convencer a Jude de que ese es suficiente pago. Pero conozco a
Jude, eso no será suficiente. Al igual que la lesión de Tripp no fue
suficiente. Es la muerte o la vida. Elijo la vida. Así podré finalmente
tener a mi hermana de vuelta y quedarme con Mia también.

Mia no es la persona que me hirió hace años, al igual que no soy


ese chico que fue una víctima constante de las circunstancias.
Empiezo a creer que Mia nunca quiso hacerme daño de verdad, tal
vez pensó que sería una broma tonta o sintió la necesidad de
proteger a sus amistades, tal vez le tenía miedo a Tripp. Merece
pagar, pero no con la muerte. Matarla sólo sería castigarme a mí
mismo. Por primera vez, puedo ver un futuro más allá de la
venganza. Jude puede tener todo lo que quiera, pero no puede tener
a Mia. Puede elegir entre aceptar el regalo que traeré a este mundo
con Mia, o puede irse al infierno.
Capítulo 29
Mia
Alguien debería nominarme para la peor presidenta corporativa del
año. Tax alquiló el yate durante todo el fin de semana. Fuimos a las
Bahamas. Sí. ¿Sabías que puedes hacer eso? ¿Subir a un barco e
ir a las Bahamas? Bueno, ahora sí. Fue un fin de semana lleno de
insaciables apetitos sexuales, comida increíble y mucho sueño.

Si Laney sospechaba, escondió bien sus sospechas y felizmente


asumió la responsabilidad adicional de representar a Alea en la
conferencia. Le dije que Draconi, quería llevarme para hablar de
algunos planes a largo plazo para la compañía, pero que no se
preocupara porque era una buena señal. La verdad es que la única
charla de Alea que ocurrió fue cuando Tax me hizo demostrar el
resto de la línea de productos.

Pero ahora estoy de vuelta, lejos del mundo de fantasía de unas


vacaciones improvisadas. Aunque las cosas ya son diferentes. De
hecho, estoy sentada en el ático de Tax, al que me invitó a cenar
antes de volver a casa para afrontar otra semana de trabajo.

El amplio espacio abierto, está completamente rodeado de ventanas


desde el piso hasta el techo, con vistas interminables al lago
Michigan y al centro de la cuidad de Milwaukee. Miro a lo lejos en
la distancia mientras el atardecer brilla alrededor del Pabellón
Calatrava del museo de arte. Sus blancas alas se ven majestuosas
al caer el atardecer.

El condominio se inunda con el olor a ajo, aceite de oliva y tomates


asados. —¿Estás seguro que no necesitas ayuda? —pregunto.

—No. Probablemente la arruinarías. No es una pizza congelada, —


dice desde el otro lado de su enorme espacio.

—Eso no es justo. La pizza también es italiana.

La pizza congelada es algo que comí bastante después que mi madre


muriera. Mi padre lo intentó, bendito sea, pero no pude soportar
sus esfuerzos culinarios. Todavía es algo que guardo en mi nevera
con regularidad, ya que siempre ha sido un hábito poner una
cuando tengo invitados. Me pregunto si sabe eso de mí por la vez
que traté de hacer una para nosotros y se fue, o si es sólo una de
las muchas cosas que sabe por espiarme.

Me dirijo a la cocina abierta, el sueño de un chef con enormes


encimeras de piedra de cesárea gris, varios fregaderos de acero
inoxidable, y dos cocinas comerciales con hornos. Apuesto a que
esos hornos harían una pizza congelada increíble.

—Por cierto, sé cómo cocinar. Normalmente estoy muy ocupada con


el trabajo.

Observo a Tax mientras corta hierbas frescas, en una camiseta


blanca y pantalones grises. Estoy de pie a un lado del tatuaje de su
cuello y es difícil no morderlo. Hay algo tan caliente en ver a este
hombre parado sobre una sartén humeante, preparando
intensamente la comida con su atuendo casualmente sexy.
Mis ojos escudriñan el apartamento moderno y minimalista y me
doy cuenta de algo. Por ejemplo, tiene un montón de libros. Una
pared entera está dedicada a una estantería del suelo al techo, llena
de libros. El apartamento es minimalista e inmaculado, excepto por
la estantería, que se está desbordando. Está claro que no están sólo
para mostrar, que saca libros regularmente. Añade un toque
humano al tema monótono y lineal de su apartamento.

Y noto algo más: no hay fotos. Ni una sola, de sí mismo o de alguien


más.

—Entonces... ¿Rex?

Su corte rítmico se detiene. —¿Sí? ¿Qué pasa con él?

—Es tu hermano.

—¿Creo que ya hemos pasado por esto, o estabas demasiado


borracha para recordar? —pregunta, con ironía. Por cierto, me he
dado cuenta de esto en los meses desde que nos conocimos: Su
humor es más seco que el del Sahara. Puedo captar los cambios
casi imperceptibles en su tono que son la diferencia entre una
declaración literal y una broma, pero otros podrían pensar que sólo
está siendo un imbécil sin rodeos. Y es franco, pero eso es parte de
su humor. Lo disfruto. Me gusta la gente que no miente.

Pongo los ojos en blanco. —No, no estaba demasiado borracha.


Obviamente, no es un pariente de sangre. Mencionaste que sus
padres se han ido. ¿Cómo están ustedes dos relacionados?

Veo a Tax hacer una serie de cálculos mentales antes que diga algo.
Espero que esquive mi pregunta. Me está dando más de su tiempo
y atención pero en cuanto a la información sobre quién es, sigue
siendo muy codicioso.
—Nos conocimos en la calle, —dice, aclarándose la garganta.

—¿En la calle? —Pregunto, mirando alrededor de la muy costosa


habitación—. ¿Pasaste el rato en la calle?

—Vivía en la calle.

—Oh... —digo. Sé que no quiere mi compasión. Probablemente por


eso es reacio a mencionarlo—. ¿Así que no tienen padres en común,
es más como si fueran hermanos porque están muy unidos?

Mantiene su cara abajo y adelante en la tabla de cortar, pero sus


ojos se dirigen hacia mí un par de veces. —Sí, exactamente así.

—Eso debe ser agradable, tener a alguien con quien puedas estar
tan cerca. Soy hija única. Mi madre me tuvo cuando era joven y
siempre me prometió un hermano, pero luego se enfermó.

—Lo sé. —Tax lo dice con la suavidad del entendimiento. Le cuento


fragmentos de mi vida todo el tiempo, olvidando que probablemente
le estoy diciendo cosas que ya sabe. Me mira—. No quise decir que
es menos importante ya que me estás diciendo lo que ya sé. Sólo
que lo entiendo. Perder gente.

—Oh, sé que no lo quisiste decir de esa manera —digo—. ¿Te


refieres a tus padres?

—Sí. Yo también perdí a mi madre cuando era joven. Mi padre


murió cuando yo era mayor.

—Siento oír eso, —digo, besando su cuello. El más suave picoteo de


mis labios hace que todo su cuerpo se estremezca de incomodidad.
No puedo recibir amor. Recuerdo las palabras que me dijo después
de mostrarme sus cicatrices.
—Tax, no me enfadaré, sólo quiero saber... ¿Metiste a Rex en la vida
de Tiff?

Esta vez no tarda tanto en pensar en su respuesta.

—Sí, lo hice. Pero Rex es un buen tipo. Le gusta Tiff. La considera


una amiga. Sólo porque lo hayan puesto ahí no significa que no le
importe. A todos nos ponen en situaciones con las que tenemos que
arreglarnos.

Respiro profundamente, todavía tratando de envolver mi mente en


el nivel de vigilancia bajo el que mi vida ha estado.

—A Rex también le gustas Mia. Él es la razón por la que terminé en


Miami. Me dio un consejo de hermano.

—Oh, wow. Ni siquiera sabía que había fuerzas como esa


trabajando en mi vida, —digo.

—Mia, todo el que te conoce se enamora de ti. —Observo los ojos de


Tax mientras saltan, dándome cuenta de forma indirecta que acaba
de decir que se está enamorando de mí.

—Oh, no creo que tuvieras esos sentimientos cuando me conociste,


—bromeo, sacándolo de su rincón mental—. Me odiabas.

—El odio es un sentimiento. —Mis palabras saliendo de su boca.


También me meto bajo su piel.

—¿Así que Rex es tu único hermano?

—Yo también tengo una hermana menor. No somos muy cercanos,


—dice.

—¿Cómo se llama?
—Judith Ann.

Sus respuestas son más agudas cuando habla de ella.

—Bueno, te has hecho la vida imposible, —le digo—. Esto es


increíble. Estoy segura que tu madre estaría orgullosa. —Desliza
las hierbas de la tabla de cortar en una sartén. La sartén
chisporrotea y explota cuando una oleada de vapor sale de la
sartén.

—Me gusta esto —digo, envolviéndolo con mis brazos por detrás,
respirando profundamente su olor, su calor—. Aprender sobre ti.

—Mia... —dice, con indecisión, como si nos estuviera preparando a


ambos para un rechazo—. ¿Puedes coger el vino blanco de la
nevera?

Mi corazón se hunde, me pide que lo deje ir, pero lo hace de una


manera menos brutal. No duele menos.

—Claro, —digo, deslizando mis brazos lejos de su torso tenso.


Entiendo que esa pequeña conversación, que abrir su vida, su
familia, es un salto para él. El simple hecho de mostrarme su casa
me dice: Me quedo, Mia. No voy a desaparecer.

No puedo esperar que todo salga de él de una vez.

En pocos minutos la pasta, salpicada con hierbas y verduras


frescas, se abre paso entre dos platos. Saca la dorada lubina chilena
del horno y coloca un filete en cada plato.

Nos sentamos en su amplia cubierta, con vistas al lago que brilla


bajo la luna, veleros blancos encaramados a lo largo de los muelles
y pequeñas luces naranjas y rojas que brillan mientras los vehículos
navegan por Lincoln Memorial Drive.

—Gracias, esto es increíble. Nunca hubiera pensado que pudieras


cocinar así.

—No estoy seguro que eso sea un cumplido, —dice con media
sonrisa. Oh, cómo me encanta cuando comparte su sonrisa.

Comemos en un silencio pacífico. Por primera vez, creo que Tax no


me dejará. Por poco convencionales que seamos, no me usará y me
descartará.

Tax
In This Moment – Sick Like Me

Contrariamente a lo que Rex podría decir, yo trabajo. No solamente


te sientas sobre cientos de millones de dólares: Los manejas, los
cultivas, los inviertes y me esforcé mucho para trabajar hoy, pero
mi mente está inquieta. Hice promesas este fin de semana, y las
cumplo. Y ahora, todo lo que puedo pensar es en cómo puedo
cumplirlas todas. Creo que lo tengo resuelto, pero hasta que el Plan
C esté completo, estaré al límite.

No he hablado con Jude desde que me dio sus llaves. Nos


reconciliaremos, siempre lo hacemos. Sólo necesito tiempo y me
alegro que me lo dé.

Espero que esté pensando en lo que le dije. Sé que mi cambio de


opinión parece egoísta y lo es, pero quiero que mi hermana
construya su propia vida. En la última década hicimos planes tan
complicados y arriesgados, que parecía que nuestra misión de
venganza nunca terminaría. Bueno, el final está cerca y creo que
Jude y yo tenemos ideas diferentes sobre a dónde ir desde allí.

Mi dominio sobre Mia ha pasado de la destrucción a la tutela. Ella


se está entregando voluntariamente a mí, y ahora debo asegurarme
que no le pase nada bajo mi vigilancia. Me he convertido en su
caballero oscuro.

Mia no está tratando de cambiarme, y eso es lo increíble de ella. De


hecho, ella quiere todo de mí tal como soy. Nunca he tenido eso con
una mujer antes. Sólo he usado fragmentos de mi identidad para
lograr mi objetivo: sexo, dinero o dominación. Pero Mia anhela ese
lado oscuro de mí, un lado carnal que devora mientras folla. Y aun
así, saca un lado de mí que quiere salvaguardar, compartir,
expresar. Cuanto más hago de esto último, más anhela lo primero.
Las sombras no pueden existir sin la luz. Durante catorce años sólo
he acechado en los rincones más oscuros de mi mente. Mia me saca,
incluso si es sólo para asomarse a la oscuridad y recordar cómo era
disfrutar del brillo de algo bueno. Y Mia puede mirar en sus propios
rincones oscuros conmigo. Durante mucho tiempo, me mantuve en
un extremo de esa dicotomía, no permitiéndome el espectro
completo de calor, que viene con alguien que te hace sentir lo
suficientemente seguro para ser verdaderamente peligroso.
El afecto de Mia no cambia el hecho que soy un psicópata, pero les
da a mis impulsos un propósito, una forma de ser productivo, no
sólo destructivo. Por primera vez he conocido a alguien que me hace
querer estar incómodo. Es difícil para mí preocuparme por alguien
lo suficiente como para ponerme en la inquietante posición del
crecimiento.

En defensa de Jude, todos mis reproches hacia Jude eran igual de


justificadas para mí. Tendríamos el dinero, la satisfacción de la
venganza. ¿Y luego qué? Ninguno de nosotros tiene aún treinta
años. No podía disolverme en la vida cotidiana. Mi vida es una
venganza. Mi vida es la rabia. No tenía nada que esperar. Pero ahora
para mí, es Mia. Ella me ha dado algo para ver más allá de la
singular meta de la venganza. Cuando tenga a mi hijo, irónicamente
puede ser la clave para ayudar a curar a Jude. Puedo crecer más
allá de esto, convertirme en algo más que un estafador asesino. Ella
es un milagro: lo suficientemente amorosa como para cuidar a un
imbécil como yo, y aun así tiene sus propios impulsos oscuros.

Se ha cerrado el círculo: la chica que me puso en el camino de la


destrucción puede ser mi redención.

Espero en la oscuridad de la sala de estar de Mia. Algunas cosas


nunca cambiarán. Ha estado fuera en el trabajo todo el día, y la
distancia me hace desearla, y los deseos se transforman en algo
oscuro cuando ella no está cerca para templarlos de inmediato. Ella
estaba buscando esto. Estaba desesperada cuando la encontré.

Cuando pienso en Mia, empiezo a sentir algo cálido, y me enfada


cuando me hace sentir. Así que tengo que devolverle esa rabia.
Hacerle sentir la impotencia que siento cuando pienso en ella y no
puedo tenerla.

Lo sé, estoy jodido. Hay veces que puedo dársela de una forma
menos que salvaje, pero hay días como este, en los que se acumula
tan rápidamente como una inundación repentina, y sólo puedo
expresarlo haciéndola pedazos.

Sus llaves tintinean en la cerradura y yo saludo, saboreando su


esencia en mi lengua, como un drogadicto a punto de recibir una
dosis. Me pongo en pie y la espero en las sombras. Quiero sentirla
estremecerse en esos primeros momentos de pánico, seguidos por
sus músculos derritiéndose en la sumisión.

Suspira mientras tira su bolsa en el suelo junto a la entrada y se


quita los zapatos a patadas. Inhalo su aroma floral y limpio
mientras ella busca una luz.

Enciende una pequeña lámpara que le da la luz suficiente para


mirar su teléfono y escribe algo, manteniendo una pequeña sonrisa
en su cara.

Mi teléfono suena segundos después. Se da la vuelta con una


mirada de sorpresa en la cara y antes que pueda echar un vistazo,
le pongo la mano en la boca.

—Shhhh... No te resistas, —le susurro al oído. Ella se derrite. Mi


polla se enfurece.

Deslizo mi mano por su tembloroso estómago y aprieto su gordo


pecho. —Esto es mío —gruño—. Tu coño... es mío. Lo tomo cuando
quiero. Mi perfecta putita.

Se curva hacia mí, como la primera noche que la tuve en esta casa.
Mi polla palpita con necesidad mientras recuerdo las imágenes de
mi polla deslizándose en su coño, como mi propio porno personal.

—He estado pensando en tu coño haciendo crema alrededor de mi


polla todo el día.
Levanto su camiseta, empujo las copas de su sostén hacia abajo y
giro bruscamente sus pezones en mis dedos. Ella da un profundo
suspiro de alivio. —Voy a dejar mis marcas en tus tetas esta noche.
Tan jodidamente redondas y puras. Necesito arruinarlas, quiero
que te duelan mañana, quiero que sientas mis mordiscos mañana
y tu coño a flor de piel cuando recuerdes que estoy a punto de
follarte.

—Tax... —murmura, frotando su apretado culo contra mi polla. Me


duele, me molesta tomar un rápido alivio en su boca o coño. Pero,
también tengo el placer de sacar esto para ella.

Le bajo los pantalones y ella gime por la fricción ardiente. Su tanga


roja me grita puta pervertida secreta, y deslizo mi gorda polla contra
el pliegue de su culo. Si fuera posible, pondría mi polla en cada uno
de los agujeros a la vez. Quiero tener cada pedazo de ella. Mis
caderas se apoyan en su culo, tentando su trasero. Me acerco a ella,
explorando la carne cremosa.

—Joder, —susurra. Me deslizo hacia adentro y luego hacia afuera,


esparciendo su crema por todo su coño.

—Siempre estás tan lista para mí, —digo.

—Siempre, —susurra, alzando su cuello hacia mí. Levanto la mano


y deslizo su moño suelto, su cabello femenino se desenreda a lo
largo de su suave piel.

Mi mano libre se agarra a un pecho, la otra mano se la folla,


mientras froto mi polla contra su flexible culo. Agarro su pequeña
estructura fuertemente contra mí. Si presiono lo suficientemente
fuerte, podría romperla, arruinarla. Con tan poco trabajo de mi
parte, ella grita, convulsionando en mis brazos. Su coño me empapa
la mano. Me encanta la forma en que se corre, suena como si
estuviera llorando.
—Tu coño está tan jodidamente mojado —digo, usando su jugo para
mojar mi polla—. Mia, me has estado molestando todo el día y ni
siquiera lo sabes. Me molesta tener que esperarte. Y ahora viniste
demasiado rápido, la próxima vez tendrás que esperar.

Acaricio mi polla, acodada con su humedad, contra su culo hasta


que tengo que parar para no entrar en ella.

—Acuéstate en el suelo. —Se inclina delante de mí y se acuesta


como una buena chica.

Me paro frente a ella, me quito la camisa y me quito los pantalones


y la ropa interior y sus ojos brillan con calor.

Hago rodar la punta de mi polla a lo largo de sus pezones,


disfrutando de la mirada de rendición en su cara mientras se
endurecen.

Una gota de líquido preseminal. —Lame.

Ella cumple, pasando su sexy lengua por la punta de mi cabeza,


tomando mi sabor. Se lame los labios mirándome a los ojos.
Mierdaaaaaa. Solía mirar hacia otro lado, llena de vergüenza, pero
la he entrenado para que no sienta eso. Le encanta ser sucia para
mí, no hay vergüenza en eso.

La follo, golpeando mi pesada polla contra su entrada y clítoris,


tentándola.

—Suplica.

—Por favor, fóllame, Tax, —gime.


Eso es todo lo que necesito hoy. Mierda, estoy a dos segundos de
rogarle. Me sumerjo en su coño, la carnosidad resbaladiza está tan
apretada, que vuelvo a poner los ojos en blanco mientras mi polla
se llena de sensaciones. Sus gordas tetas ruegan ser brutalizadas,
y muerdo la carne pálida. Cada uno de sus jadeos hace que mi polla
parpadee con excitación.

Me llama por mi nombre, con su tono suplicándome que me detenga


y continúe. La forma en que la suave carne de su pecho se compacta
bajo mis dientes llena mi sangre de calor. Golpeo mi pelvis contra
ella, queriendo herirla con mi polla.

—Me vas a sentir durante días Mia. Cada vez que te muevas en tu
asiento, te toques para limpiarte, vas a recordar que soy dueño de
tu coño. Soy dueño de esas malditas tetas. Es mi semen el que te
llena.

Ella grita con abandono, su rostro inocente desfigurado por las


palabras de maldición que fluyen sin esfuerzo de sus labios
sonrojados. Me encanta convertirla en mi sucia putita. La empujo
con rabia, su abertura apretando alrededor de mi eje hinchado con
cada salida y entrada. Roe sus pechos, la carne ahora cubierta de
ronchas y marcas de dientes.

Mi instinto es arrancar y correrme por sus tetas, arruinarlas aún


más con mi corrida, pero el Plan C se está interponiendo en el
camino. Tendré que dejar eso para otro momento y disfrutar del
apretón de su coño sedoso alrededor de mi polla.

Ella llama a Dios, y sé que está cerca. Miro hacia abajo y veo mi
polla entrar en ella una y otra vez, y la forma en que brilla con su
crema espesa por la excitación. Ser un mirón de mi polla
hundiéndose en su coño, viéndola florecer para mí, como una flor
rosada. Los labios hinchados y maltrechos recibiéndome con tanto
entusiasmo, me lleva al límite.
Gruño mientras me sumerjo en ella tan profundamente como
puedo, mi polla palpita con violento placer, liberándose en su coño
mientras sus paredes se contraen a mí alrededor. Agarro la
alfombra debajo de ella, queriendo arrancar algo en pedazos
mientras su coño me arranca el esperma de mi polla.
Capítulo 30
Tax
Nos tumbamos en el suelo sobre la alfombra arrugada de Mia. Esta
cosa debe tener más fluidos corporales en este punto que una cama
en el Motel Local 9.

Mia traza su dedo a lo largo de mis labios.

—Tienes unos labios increíbles, —dice con una voz mareada.

—Tú también —le digo, frotando su suave coño—. Creo que es tan
jodidamente caliente que te acuestes aquí con mi esperma todavía
dentro de ti.

—Me gusta tener un poco de ti dentro de mí —dice con una


sonrisa—. No esperaba que me visitaras esta noche, pero fue una
sorpresa increíble, bueno, después del mini infarto.

—Mi polla no dejaba de palpitar. Es jodidamente molesto.

—Lo apuesto, —dice perezosamente.

—Pensé que te gustaban los mini infartos.


—Oh, sí, Sr. Draconi. Como ninguna otra. ¿Es lo mismo para tí?

Sonrío, pensando en la oscura alegría que siento en mi agresión


sexual. —Creo que la respuesta a eso es obvia.

—Todo un partido.

—Bastante —digo, pasando mi dedo sobre una leve marca roja en


su pecho—. ¿Qué tal el trabajo? —pregunto. Normalmente, tan
pronto como le hago a alguien ese tipo de pregunta me desconecto,
pero en realidad quiero escuchar sobre su día. Todo esto de que te
importe una mierda es tan extraño.

—Estuvo bien. Tener a Laney haciendo bastantes cosas, fue una


buena idea. Me ayudó a darme cuenta que necesito delegar más o
terminaré quemándome. Alea no se quemó sólo porque yo me alejé
un poco. Dewey era bueno en eso. Confió en nosotros, así que me
aseguraré de hacer las cosas que necesito hacer y confiar en el
personal lo suficiente como para no entrometerme a menos que sea
necesario.

—Parece que le estás cogiendo el truco, —digo. Mi intención original


al comprar Alea era cerrarla. No me importaban los millones que se
tiraban para hacerlo. Lo consideré como el precio de compra por la
satisfacción de destruir el trabajo duro de Mia. Pero ahora que veo
un posible futuro con Mia, quiero ver a Alea triunfar y crecer con
ella como su líder. Estrictamente desde el punto de vista de los
negocios, no hay nadie más a quien quisiera para dirigir esa
compañía.

—Sí, incluso contratamos a algunos nuevos distribuidores en la


convención. Así que eso hace que todo el asunto valga la pena. Más
distribución, más beneficios. —Demonios, eso fue algo sexy, la
forma en que ronroneo esa jerga de negocios como un pequeño
tiburón caliente.

—Creo que hice una sabia inversión.

—Sí lo hiciste, Tax. Puede que sea un desastre en mi vida personal,


pero si hay algo en lo que soy genial, es en mi trabajo. —Eso es algo
que definitivamente tenemos en común.

—No creo haberte dicho esto todo el tiempo que nos hemos estado
viendo, pero es algo que me impresionó de ti. No importaba lo que
estuviera pasando, eras resiliente. Aparecías en el trabajo todos los
días y dirigías una compañía multimillonaria. Nadie se habría dado
cuenta que podrías estar pasando por algo. Eso requiere una
enorme cantidad de aplomo.

—Vaya... gracias. Significa mucho para mí.

Ella traza su dedo en mi torso, a lo largo de mis cicatrices. Sangre.


Botas. El hedor del pis. Risas burlonas. La ira hacia Mia comienza a
formarse, y enhebro sus dedos en los míos para desviar su atención
del rechazo.

Eventualmente, tendré que decirle quién soy. No hay manera de


evitarlo. No quiero decírselo porque no quiero odiarla pero cuando
pienso en ese día, no importa quién es la Mia que tengo delante, no
importa cuáles hayan sido sus intenciones al tenderme una trampa,
ese oscuro odio, finamente cultivado durante catorce años,
petrificado y oscuro, supera y eclipsa cualquier cosa buena. Me
temo que, dependiendo de su reacción, podría quebrarme. Podría
perderlo todo. Ojalá pudiera volver atrás y no mencionar nunca la
deuda. Podría haber hecho todo esto sin restregárselo y podría ser
Tax Draconi, un sádico imbécil convertido en un imbécil no tan
sádico. Pero es demasiado tarde, no tolerará no saber para siempre.
Especialmente, si el Plan C llega a buen puerto.
La única manera de disfrutar de Mia es no pensar en ese día, pensar
en ella como una persona separada de la que he estado planeando
torturar y matar. Pero una vez que le haga saber quién soy y le
recuerde lo que hizo, no podré meter esa imagen de ella en esa
oscura grieta de mi memoria. Ella tendrá que responder por ello. La
Mia del presente y la Mia del pasado se convertirán en una sola y
no podrán separarse nunca más.

—Gracias por cuidar de Alea, nena —digo, tratando de combatir mi


propia ira hirviente que se abre paso a través de mi pecho.

—Mmmm, me encanta cuando me llamas así, y me encanta la forma


en que dices mi nombre cuando estás caliente. Miiia, —dice con una
voz burlona. El forúnculo se convierte en un hervor a fuego lento.
Sólo mantente presente, me digo a mí mismo.

—Soy un fanático que digas mi nombre cuando te estoy follando.


Pero, creo que ya sabes que...

—Oh sí, lo dejas muy claro, pervertido bastardo y es un placer para


mí decirlo, Sr. Tax Draconi... ¿Draconi? ¿Qué es eso?

—Rumano.

—¿Rumano? ¡Qué exótico! ¿Estoy acostada en el pecho de un


rumano caliente? Hmm... —Me besa el pecho—. Conocí a alguien
que era rumano...

—¿Oh?

—Sí, pero creo que sólo era la mitad, porque su apellido era
aburrido. Creo que era James.

Ella lo recuerda.
—No me suena a rumano.

—No, creo que fue sólo su madre. Su nombre de pila, sin embargo...
era algo más exótico... bueno era Sil... pero era la abreviatura de
algo. Sil... Silvo... ¡Silvio! Eso es: Silvio James. Siempre se llamaba
Sil. Éramos compañeros de laboratorio.

Respiro profundamente para mantenerme tranquilo. No parece


alguien que se sienta culpable de haber herido a Sil-yo.

—¿Compañeros de laboratorio? Maldito nerd.

—Cierra la boca. Sí, bueno, nos estábamos haciendo amigos, pero...


sí, ahora que lo pienso, fue muy raro. Él simplemente se levantó y
desapareció un día.

—¿Desapareció? —Mi táctica ahora mismo es hacer que confiese, y


la forma más fácil de hacerlo es dejarla que siga hablando. Si ella
puede mostrarme verdadero remordimiento, puedo trabajar con
eso.

—Estoy recordando ahora... Fue muy raro. Teníamos este enorme


proyecto que nos llevó semanas para completar. Venía unas
cuantas noches a la semana, y trabajábamos en el proyecto y
pasábamos el rato. Era tan delgado y flacucho. No creo que se diera
cuenta, pero lo veía meter comida extra en su mochila en la
cafetería. Era pobre y creo que su padre pudo haber sido abusivo.
Mi padre mencionó que tenía un problema con la bebida. Así que
cuando venía, siempre fingía que tenía hambre después de la
escuela y hacía pizza, y le daba montones de bocadillos. Luego le
pedía que se llevara las sobras a casa, diciendo que no las quería,
para que él y su hermana melliza pudieran comer más.
La revelación causa una sensación de hundimiento en mi pecho.
Siempre me hizo sentir tan cómodo que nunca se me ocurrió, estaba
haciendo comida sólo para alimentarnos a Jude y a mí.
Sentimientos. Odio cuando me hace sentir.

—Fue muy amable de tu parte. ¿Mencionaste que había


desaparecido?

—La última vez que lo vi, me dio lo que creo que eran notas de
laboratorio pero las perdí como una idiota. Creo que se me cayeron
del bolsillo de camino a casa. De todos modos, el día siguiente fue
el día en que mi madre murió inesperadamente. Bueno, sabíamos
que estaba enferma pero no pude despedirme ni nada. En realidad,
lo recuerdo vívidamente, porque no se olvidan esos momentos.
Estaba caminando por el pasillo y lo vi a lo lejos. Iba a decirle que
había perdido las notas y a disculparme, pero la directora me llamó
a su oficina y mi padre... estaba allí con esa mirada en su cara... y
supe... —Su voz tiembla mientras revive ese momento.

Recuerdo su miedo oculto, cómo se reía con sus amigos, pero


cuando ella y yo estábamos solos, había un aura de tristeza en ella.
Intentaba divertirse, bailar, hacer el ridículo porque no le gustaba
quedarse en la penumbra. Pero ella vio mi tristeza, y se sintió
segura compartiendo la suya conmigo, aunque fuera sólo por breves
momentos.

—Fue difícil, mi padre me sacó de la escuela. Me sacó a escondidas


para que la gente no me viera llorando.

Oh, mierda.

—¿Así que nunca encontraste esas notas o lo que fuera?

—No, y me sentí tan mal porque probablemente los necesitaba para


la presentación. No volví por una semana, dejándolo solo para
presentar el proyecto. Cuando volví y traté de encontrarlo para
disculparme por dejarlo varado sin los materiales que necesitaba,
se había ido. Mi padre dijo que su padre los tomó y se trasladó con
la familia. Eso fue todo. Me molestó un poco que no se despidiera,
pero me sentí tonta, sólo nos conocimos por unas semanas. No nos
habíamos dicho ni una palabra antes de convertirnos en
compañeros de laboratorio.

No. No. No.

—Eso es... una lástima.

—Ya sabes, me pregunté por él durante un tiempo. Era tan diferente


de todos los demás. En nuestro pueblo había una cierta forma de
ser, y si te caías de esa caja estrecha, entonces era difícil.
Especialmente en el instituto. Supongo que tuve la suerte de no
destacar, pero me gusta la gente interesante de todos los ámbitos
de la vida. Si lo hubieras mirado, podría haber sido algo
intimidante: demacrado, alto, cabello negro y largo, llevaba mucho
negro y cadenas, a veces usaba estos aterradores lentes de
contacto. —Se ríe para sí misma—. Pero en cuanto lo conocí, era un
flacucho. Me gustaba pasar tiempo con él. Me exponía a cosas
nuevas, y me gustaba que no se conformara a pesar de que lo
intimidaban. También era muy inteligente. Estaba un año por
debajo de mí, pero era de la misma clase de ciencias que yo, que
habría estado dos niveles por encima de su grado. Así que, a pesar
de sus circunstancias en casa, estoy segura que está viviendo una
buena vida. En realidad, ese CD de Radiohead que tengo ahí arriba,
me lo dio. Me introdujo en un montón de música que de otra
manera no hubiera conocido. Supongo que aprendí de él cómo la
gente puede ser tan diferente de lo que parece ser por fuera. No tuve
mucha exposición a la diversidad mientras crecía.

Me quedo quieto, observando su voz por un indicio de engaño, un


agujero en su historia. No hay nada más que un inocente despiste.
Es difícil no atacarla, no a ella, pero con un sentido general de rabia.
Quiero destrozar ese puto reproductor de cd, tirar lámparas,
golpear una pared. Pero no puedo, tengo que mantener la calma.
Ella no debería tener que ver eso, ya ha visto suficiente de mi odio
pútrido.

Este es un desastre que no se puede arreglar. Incluso si le cuento


todo ahora, ¿cómo puedo mirarla a los ojos y decirle todo este
tiempo que la he estado chantajeando por nada? ¿Que estaba tan
cegado por la furia que no consideré, el hecho de que su nombre
fue arrastrado a algo de lo que nunca podría haber sido parte?
Nunca fue virtuoso por mi parte hacer lo que hice, pero fue justo.
Pensé que eventualmente si ella averiguaba quiénes éramos lo
entendería. Podría estar enfadada, pero entendería por qué Jude y
yo estábamos tan jodidos. Podría intentar racionalizar con ella.
Entendería por qué sentíamos que tenía que pagar. Ahora no hay
comprensión. Si pudiera revivir a Tripp y matarlo de nuevo en este
mismo instante, lo haría. Apuesto a que ese cabrón se está riendo
en el infierno ahora mismo.

Soy un asesino. Planeé cortarle la garganta con un cuchillo de caza


dentado. Soñé con la mirada de terror en sus ojos en sus últimos
segundos de vida mientras la sangre caliente brotaba de su cuello,
pero como ese estúpido chico que fui una vez, me vi envuelto en
una ilusión: que soy normal, que puedo estar con alguien como Mia.
En cierto modo, Jude tenía razón, me permití quedar atrapado en
algún tipo de fantasía. Jude entiende quién soy realmente.

Soy bueno para dos cosas: para maquinar y para follar.

Fui un idiota al pensar que Mia querría algo más una vez que
supiera la verdad. Me odiará a muerte. Incluso la "verdad" que
planeaba decirle tendría que ser una mentira. Nunca le iba a contar
mi plan de matarla, cambiarle los anticonceptivos, y lo único sobre
todo que nunca podría mirar al pasado. Si le decía eso, me querría
muerto.

No hay ninguna deuda que pagar. Ella está a salvo ahora.


Intentando dejarla embarazada... ¿En qué estaba pensando? No soy
un padre. No creo. Yo destruyo. Ese niño acabaría tan jodido como
Jude y yo. Pensé que crear un niño era lo que necesitaba hacer para
salvarla y compensar a Jude, pero no hay nada de lo que salvarla.
Mia es inocente. Todas las deudas han sido pagadas.

De hecho, ahora le debo a ella.

Se merece algo mejor que yo. Se merece algo mejor que un psicópata
como novio y padre de su hijo. Merece algo mejor que su útero para
satisfacer los impulsos maternales de una mujer dañada y
vengativa. Necesita la vida que tenía antes que yo entrara en escena
y lo arruinara todo.

Esto lo cambia todo. Volvemos al principio. No hay razón para que


yo siga en su vida.

Necesito liberarla.

Soy un destructor. Soy el profanador de esperanzas y sueños. Es


hora de volver a lo que mejor hago y acabar con este pequeño
paraíso que Mia cree que hemos creado. Por su bien. Tal vez pueda
hacer una cosa buena. Puedo salvar a Mia como no pude salvar a
Jude.

Todo este tiempo, he empuñado mi espada de la venganza con un


escudo de auto rectitud. Incluso el daño colateral, me dije a mí
mismo, seguía estando justificado porque no era mi culpa, sino la
culpa de su ser querido que me había traicionado.
Pero la verdad es que me gusta lastimar a la gente. Soy un
depredador. Cazo por sexo, dinero y placer. Sólo hago cosas que me
hacen sentir bien. Esta venganza dejó de ser sobre la justicia hace
mucho tiempo. Ya no soy humano. No tengo alma.

He estado cobrando una deuda a Mia, que nunca debió.


Capítulo 31
Mia
Fiona Apple - Get Gone

¿Es posible que Tax pueda ser todo lo que necesito en un hombre?
Tiene el fuego que me quema y me despierta. Eso era lo que había
estado buscando, y es tan singularmente difícil de encontrar. A
todos se nos dice que debemos apagar ese lado de nosotros.

Es inmoral, es vil, es enfermizo. Pero algo de Tax es salvaje. Tiene


todos los adornos de un hombre civilizado: riqueza, posesiones
materiales, buen gusto pero la parte oculta de él, es indomable, no
ha sido tocada por las convenciones, como un niño criado por lobos.
Me convierte en ese animal salvaje también, y me encanta.

Pero necesito más que eso. Necesito saber que me ve. A pesar de
todos los impulsos que podamos tener, no quiere hacerme daño. Es
un baile de apareamiento, lleno de dientes rechinando, gruñendo y
mordiendo. Pero cuando todo termine, necesito una persona que
me proteja y cuide de mi bienestar como yo lo haría con él.

Sentí que siempre estaba ahí. Ese indicio de algo más que la rabia
sexual animalista. Se preocupaba, pero no quería hacerlo. Ahora
sin embargo, se está volviendo menos codicioso con eso,
arriesgando su cuello por otra bestia que podría arrancarle la
yugular. No tengo ningún poder sobre él como él lo tiene sobre mí,
pero si le importa, podría quebrarlo de otras maneras. Pero no
quiero quebrarlo, quiero construirlo. He encontrado una conexión
que es casi imposible de encontrar y quiero mejorarla. Ya no me
importa cómo llegamos aquí, sólo me gusta hacia dónde vamos y
significa, que estoy dispuesta a dejar ir esas circunstancias si las
cosas van como espero. Es un hombre malo y creo que puede
convertirse en una versión de un hombre bueno. Pero si quiero un
hombre malo, entiendo que tendré que aceptar algunas cosas
malas.

Es por eso que acostarme aquí en mi alfombra en el medio del piso


de mi sala de estar, después del repentino y brutal ataque de Tax,
se siente bien. Está siguiendo lo duro, con lo blando. Llena el vacío
dejado atrás cuando me saquea.

Me empapo de su aroma. Es como una droga, un indicio de su


masculinidad revestido con el calor del almizcle, el pino y la vainilla.
Me pregunta sobre mí, me habla. Me está viendo.

Y entonces algo cambia. Nuestra tenue conversación, bajo el brillo


de una sola lámpara, se detiene. Los tiempos de los impuestos
debajo de mí.

¿Es porque toqué sus cicatrices?

—¿Está todo bien? —pregunto—. Necesito levantarme.

—Bien...

Tax agarra sus pantalones y camisa y desaparece en el baño.


Aparece minutos después, completamente vestido, con la cara
sombría.
—¿Te vas? —pregunto. No hay respuesta.

Me siento, buscando algo con que cubrirme. Su frialdad enfría mi


piel expuesta. —¿Qué es lo que pasa? Aquí es donde me dices lo
que estás pensando, Tax. ¿Recuerdas lo que hablamos? No sólo
levantarse e irse.

Tax agarra su teléfono de una mesa lateral y lo desliza en su bolsillo,


su escueto movimiento es una clara señal que no quiere entablar
una discusión.

—Algo está obviamente mal, —digo, aturdida por el brusco cambio


de humor.

—Basta, Mia, —dice Tax fríamente —. Basta de interrogatorios.

Mi estómago se revuelve de ansiedad. ¿Cómo pueden haber


cambiado las cosas tan rápidamente?

Observo en silencio cómo se trona el cuello y se ajusta las mangas.


Espero que empiece a reírse y me diga que es una de sus bromas
pesadas, aunque sé que no lo es. En cambio, se aclara la garganta
y me mira.

—Mia, te libero oficialmente del acuerdo. Ya no me debes nada. Tu


reputación está a salvo conmigo. Haré que destruyan todos los
videos. Eres libre.

Esto es algo bueno. Esto es lo que quería. Entonces, ¿por qué siento
mi pecho como si Tax lo hubiera pateado?

—No lo entiendo... ¿entonces esto significa que seguiremos


viéndonos como la gente normal lo haría? ¿No más martes?

—No es así como funciona esto.


—¿Qué quieres decir?

—No hay ningún acuerdo. Ya no nos vemos más. En absoluto.

Ahora esas palabras se sienten como una grieta en el pecho.

—Hay algo más que está pasando aquí... —No quiero parecer
desesperada, pero es difícil contener el revoloteo que viaja de mi
corazón a mi estómago —. Dijiste... dijiste que no irías a ninguna
parte. ¿Recuerdas? ¿En el barco? ¿Se suponía que estaríamos aquí
el uno para el otro? El video era el último recurso. Acordamos que
el chantaje ya no importaba porque ambos no íbamos a ninguna
parte.

—Ahora eres libre. No me necesitas. Me quedé para protegerte. No


necesitarás eso por más tiempo.

—No te creo. ¿Cómo podría haber cambiado algo desde que llegaste
aquí? ¿Recibiste algún tipo de mensaje psíquico? Estabas aquí
acostado conmigo, hace unos minutos, todo estaba bien.

—¡Nunca nada estuvo bien, Mia!

Las lágrimas corren por mis mejillas mientras el miedo al abandono


total surge a través de mí. —Te preocupas por mí. Sé que lo haces.
¿Por qué haces esto? ¿Por qué te vas? Viniste aquí esta noche para
estar conmigo. ¿Qué ha cambiado desde que llegaste? No lo
entiendo. ¿Fue algo que dije? —Intento recordar nuestros temas de
discusión, pero la conversación se mueve demasiado rápido para
que me concentre.

—Mia, he venido aquí para follarte una última vez. Ya sabía que te
liberaría pero quería usarte de todas formas. Te usé. Quería invadir
tu casa y entrar en ti una última vez porque esa mierda me excita.
Te prometí que te haría daño. Te lo prometí, Mia. No me escuchaste.
Te lo advertí.

El optimismo que sentí por nuestra relación se desinfló cuando


pronunció esas palabras. ¿Había sido tan tonta todo el tiempo?
¿Seguiría creyendo que él estaba haciendo todo esto por un bien
mayor? ¿Por qué debería creer que no es más que un sádico
desalmado?

Ni siquiera importa si le importo o no. Porque está claro que hiere


a la gente que le importa y a la que odia. Para Tax, todo termina de
la misma manera. Tax es venenoso, y si tienes la desgracia de
tocarlo de alguna manera, su veneno se filtra en tu vida.

Tax me dijo que me haría daño de una forma u otra. No le escuché.


Podría haberme desconectado, dejarle usar mi cuerpo, y entonces
él se habría desvanecido y nuestras interacciones se habrían
convertido en un recuerdo lejano, pero en vez de eso me convertí en
un participante voluntario. Me convertí en esa Mia y Tax. Y como
un estafador, se está quedando con todo lo que yo he construido.

Lo odio. Lo odio tanto por hacerme esto. Por hacer que me convierta
en una bestia solitaria. ¿Cómo podría seguir sin él? ¿Cómo podría
tener sexo con otro hombre? ¿Ir a una cena poco convincente con
otra cita en línea? ¿Cómo podría pretender ser como todos los
demás después de estar con Tax? Es como no poder volver a
saborear, oler de nuevo. Cuando Tax se fuera, se llevaría esas cosas
con él. Mi mundo se volvería aburrido otra vez.

Pero estoy cansada de mendigar, tratando de hacer que quiera todo


de mí. Tan pronto como libere esa necesidad, la parte de mí que se
marchitó, se levanta de las cenizas como un fénix, dándome la
fuerza para hacer lo que no quiero.

Si Tax realmente no me quiere, entonces puede irse al infierno.


—¿Por qué, Tax? ¿Por qué vienes a mí en primer lugar? Dijiste que
te lo debía. ¿Por qué?

—Ya no es relevante.

—¡Al diablo que no lo es!

Él mira hacia abajo, y alguien que no lo conociera mejor podría


pensar que es con vergüenza, pero no creo que la tenga. Cuando
vuelve a mirar hacia arriba es como si se hubiera puesto una
máscara, con los ojos negros y una sonrisa cruel a juego.

—Mia, nunca hubo una deuda. Te vi, te quise y te tuve. Pensé que
sería divertido joder contigo mientras tanto.

—No te creo. Crees que no te conozco Tax, pero sí te conozco. Veo a


través de tu mentira.

—Mia, puedes decirte a ti misma eso, si te hace sentir mejor.


Elegirte a ti fue al azar. No había ninguna razón, o rima, aparte que
me gustaba tu aspecto y quería meter mi polla dentro de ti. Todo
esto fue porque me apetecía. Y ahora, he terminado aquí.

—Bueno, entonces ve. Espero que te hayas divertido, hijo de puta,


—le grito al espécimen de belleza física masculina que encierra un
núcleo podrido. Me tambaleo hacia mis pies, tratando de ganar
alguna apariencia de control—. Pero haznos un favor a ambos y no
finjas que me has protegido. Sólo te importas tú mismo. No eres
capaz de cuidar a otro ser humano. Eres un parásito. Te drogas y
cuando terminas, es probable que encuentres a alguien más a quien
chuparle la vida. Esa es la única manera en que puedes sobrevivir,
¿no es así? Chupando la vida de todos los que te rodean. Porque
solo eres hueco.
Creo que veo un parpadeo en su ojo, el más mínimo movimiento
que indica que mis palabras podrían haber tenido algún efecto. Pero
estoy harta de proyectar mi humanidad sobre él, y no lo haré esta
vez.

No responde y simplemente se da la vuelta, caminando hacia mi


puerta. Se detiene y sin darse vuelta dice: —Mia, te devuelvo tu
libertad. Nunca tuviste elección, ahora la tienes.

—Esto no es una elección, —silbo, mi cara retorciéndose de asco.


Nunca he disfrutado de herir a la gente, pero en este momento, mis
palabras son como el veneno y quiero escupirlas en Tax, como una
cobra. Para herirlo como él me hirió a mí y quiero que se dé cuenta
que no dejaré que me olvide. Claro que puede irse, pero perseguiré
su maldito trasero hasta que tenga respuestas—. Nunca he tenido
elección contigo y todavía no la tengo. Eres un cobarde, Tax. Puedes
confundir mi bondad con debilidad, o mi comprensión con locura,
pero me has entendido mal. Eres un matón. Puede que seas alto,
fuerte y tengas dinero, pero por dentro eres frágil. No tienes las
pelotas para permitir que te hagan daño. Lo he puesto todo ahí
fuera. Te digo lo que siento, aunque eso signifique que podría salir
herida. No soy débil Tax, pero me niego a lastimar a la gente para
sentirme fuerte y nunca dejaré que nadie me quite mi capacidad de
cuidar de la gente. Eso te incluye a ti, imbécil. Sé que estás
mintiendo. Hay una razón por la que viniste por mí y si no me la
dices, lo descubriré malditamente por mí misma.

Mis palabras queman mi pecho y mis labios mientras las vomito


como lava. Tax me sigue arrastrando y arrojando de nuevo a la
soledad de un océano oscuro. Esta vez me dejará a la deriva sin
esperanza de recuperación.

Toda mi vida he sido silenciosamente fuerte. Amable con la gente


pero sin miedo a decirles lo que siento, si eso significa hacer un
cumplido o defenderme. Todo este tiempo tuve tanto miedo que Tax
desapareciera, miedo de perder esta cosa retorcida que teníamos, o
miedo a que me expusiera, que sentía que caminaba sobre cáscaras
de huevo. Pero ahora se va a ir sin importar qué, y quiero que sienta
el dolor del aislamiento que me causa cuando juega con mis
emociones como una vieja muñeca de trapo deshilachada. Dejemos
que sienta algo de dolor esta vez, si es capaz.

Se queda de espaldas a mí, mirando a la puerta por un momento,


como si estuviera absorbiendo el impacto de mis palabras.

En esa quietud, lo siento como lo sentí la primera vez que me mostró


sus cicatrices. Es la humanidad que siempre descubro en él, por
mucho que intente esconderla bajo su negro manto de odio. —Mia,
confía en mí. No quieres saberlo.

Abre la puerta, sale y deja que se cierre detrás de él. Así de fácil.

Se ha ido.
Tax
Nine Inch Nails -Only

¿Qué he hecho? Mia no hizo nada. Nada. Y casi la mato. Ni siquiera


puedo soportar mirarla ahora mismo sabiendo quién soy, lo que
podría haber hecho. Me miré en el espejo de su baño por un rato,
resistiendo el impulso de romper mi reflejo. Una sensación oscura
y pesada rezumaba sobre mí como el alquitrán mientras pensaba
en la persona que una vez conoció y en la que se había convertido:
la vergüenza.

Nunca antes había sentido eso. Cuando era niño, soltaba cosas que
otras personas consideraban duras o inapropiadas. A pesar que me
molestaron o golpearon, no traté de ser alguien que no era. Nunca
me importó lo que la gente pensara. Hice lo que quería hacer y no
respondí a nadie pero me sentí avergonzado al escuchar a Mia, ya
que ella recordaba débilmente su breve amistad con Sil y todas esas
veces que me ofreció comida, porque sabía que yo tenía hambre y
no quería avergonzarme. Que vio más allá de mi exterior, diseñado
para aislar e intimidar. Esa fue la chica de la que me enamoré hace
años, y es la misma persona, no adulterada por un acto horrendo
como yo había pensado. Siempre ha sido la persona que yo
esperaba que fuera.

Me puse un cuchillo en la espalda, me la folle, la chantajeé, soñé


con descuartizarla, le dije que no significaba nada para mí una y
otra vez. Ella ha superado todas mis expectativas: soy yo quien es
la decepción. Dice que se imagina que Sil tiene éxito, viviendo una
vida feliz en algún lugar, habiendo vencido todas las probabilidades.
Pero yo no lo he hecho. Soy un asesino, un sádico y un estafador.

Y así, supe que tenía que herirla por última vez, para que se liberara
de mí y del lío en el que la he metido. Le diría a Jude que lo dejara
ir, y seguiríamos adelante. No queda nada de esa noche excepto las
cenizas de la devastación que Jude y yo dejamos atrás. Mia podría
ir y vivir una vida normal como si yo nunca hubiera existido. Como
si esa noche nunca hubiera sucedido, porque no le pasó a ella. Ella
no tuvo nada que ver con eso. No tiene ni puta idea.

Excepto que hay un gran problema: la posibilidad que la haya


dejado embarazada. Joder. Padre. Esa palabra. Esa asquerosa
palabra. Ni siquiera sé si he concebido un hijo con Mia y ya lo he
jodido como padre de innumerables maneras.

Las probabilidades que ya esté embarazada deben ser escasas, pero


si lo está, me aseguraré de que Mia y nuestro hijo estén bien
cuidados. Pero la única manera de dejar a Mia libre de mí y de Jude
es dejarla en paz. Si Jude descubre que tiene una sobrina o un
sobrino, encontrará la manera de ser parte de la vida de esa niña.
Después de todo, esa era la meta de embarazar a Mia: mantenerla
viva y hacer que le pague a Jude con una vida pero ahora sé que no
le debe nada a Jude. Y si Mia está embarazada, Jude se aferrará a
ese niño como si fuera suyo. Si voy a dejar que Mia sea libre, tengo
que ir con todo, sin importar el sacrificio.
Lo mejor para Mia, y para nuestro posible hijo, es que yo
desaparezca de su vida. Encontrará a alguien más cuya cara
querría aplastar, alguien que pueda ser un padre normal para
nuestro hijo, porque siempre estará en riesgo mientras yo esté
cerca. Me convencí a mí mismo que el riesgo era algo que ella había
adquirido a través de su comportamiento cruel y sin sentido hace
años. Ahora lo sé mejor. Es hora de ser un hombre de mierda.

El lado lógico de mi cerebro reza para que no esté embarazada y


pueda empezar de nuevo. Y aun así, en algún rincón profundo de
mi mente sigo queriendo que esté embarazada, para estar siempre
conectado a ella de alguna manera. Así que no importa si termina
con un tipo normal, siempre tendré una parte de ella y una parte
de mí sabe que las mejores partes de mí y las mejores partes de Mia
pueden hacer algo, alguien, increíble. Mia siempre será la única,
incluso si no puedo tenerla.

La he jodido. Fui un idiota al pensar que podría tener una mujer


como Mia. La jodería como lo hago con todo. Mi tacto es destructivo,
arruina cualquier cosa sobre la que se ponga.

Si Mia supiera quién soy, en quién me he convertido, lo que hice, la


destruiría y me odiaría de todas formas. Prefiero que me odie ahora
por dejarla, que por saber la verdad sobre el monstruo que ha
estado acechando en su cama.

Me detengo en la casa de Jude. Parece que es hora de romper la


silenciosa batalla que hemos librado estas últimas semanas.

Una ligera llovizna comienza a caer mientras golpeo su puerta.


Minutos después, abre la puerta con una bata y la cabeza envuelta
en una toalla.

—¡Jesús Tax! Me has dado un buen susto. —Me abro paso a través
de ella.
—Tenemos que hablar.

—¿Qué? ¿Ahora quieres hablar conmigo?

—Jude, me abandonaste. Me dijiste que me fuera a la mierda,


¿recuerdas?

Cruza los brazos y suspira. —Más vale que me digas que tu maldito
plan maestro finalmente está llegando a su gran final.

Paso de un lado a otro, pasando los dedos por mi pelo húmedo.


—Ella no lo hizo, Jude.

Se toma un momento para digerir mis palabras y luego se ríe con


incredulidad. —Huh. ¿Qué? Estás bromeando Tax. Se ha metido en
tu cabeza, ¿verdad?

—No... no. Jude, ¿quieres escuchar, joder? Sé que ella no lo hizo.

—¿Por qué, te dijo eso? —pregunta, con ojos de burla e inocencia.

—Sí-no-sí. No directamente, pero me habló de Sil. Nunca recibió la


carta. Todo fue por Tripp. Tenía que serlo.

—Oh, vamos, ¿crees que te diría que le tendió una trampa a un par
de niños para que casi los mataran a golpes?

—No, pero fue la forma en que me lo dijo... no tenía que hacerlo. Sé


que estaba diciendo la verdad.

Jude da vueltas y pasos, igual que yo. Es extraño como a veces


tenemos los mismos gestos y movimientos. Incluso yo lo noto.

—Estás creyendo lo que quieres creer, —dice, finalmente.


—No, Jude, tú lo estás.

Jude comienza a pasar de la incredulidad desapegada a la ira


desesperada. Veo su pequeño cuerpo apretado, sus ojos oscuros se
estrechan. Todavía siente esa noche como si hubiera ocurrido hace
días.

—Esto es una mierda, Tax. Después de todo lo que hemos pasado,


¿y ahora quieres echarte atrás? —grita, conteniendo las lágrimas.

—¡No es echarse atrás! No es culpable de nada más que de ser mi


amiga. ¿Sabes que nos alimentó porque sabía que teníamos
hambre? Su padre le habló de papá, de lo mal que estaban las cosas
en casa.

—¿Así que ahora nos importa lo que piense el sheriff Tibbett?

—Por el amor de Dios Jude, ya ni siquiera puedes ver el bosque por


los árboles. Ahora sólo quieres hacer daño a la gente. Ya ni siquiera
te importa la razón.

—Es cierto, lo olvidé. Disfrutaste cada momento de vengarte de


todos esos pedazos de mierda.

—Oh, lo hice. Desearía poder hacerlo todo de nuevo y si quedara


alguien para pagar, lo mataría con una sonrisa en mi cara pero Mia
no es una de esas personas.

—¡Sólo porque tu elijas creer en su recuerdo de los hechos no


significa que yo tenga que hacerlo! —Jude grita, apuñalándome con
un dedo. Todas las 100 libras, cinco pies de ella, nunca una para
retroceder de una discusión —. Ya sabes lo que dijo Tripp. Ella era
parte de ello. ¿Cómo pudo saber lo de la maldita carta?
—Ella dijo que la perdió. Tal vez la encontró. ¡No lo sé!

—¿Y la carta que respondió?

—Había un grupo de personas en esto, alguien debe haber


falsificado la carta para llevarnos allí.

—¡Oh, vamos! Esto suena como una mierda. Suenas como una
teoría de la conspiración. Cuando escuchas huellas de cascos...

—Lo sé, piensa en caballos no en cebras. Eso no significa que las


cebras no existan.

—No... ya no eres una fuente fiable. No puede tenerlo todo y luego


alejarse de esto. ¡Por una vez, su apariencia y encanto no le
permitirán hacer lo que quiera! Esto no son cebras. Sabes que te
ha traicionado. Esto no es una maldita serie de extrañas
coincidencias. Tú y yo hemos pasado años fabricando
"coincidencias" para matar gente y sabes que las extrañas
coincidencias sólo vienen de una planificación meticulosa.

—He visto mierdas más locas en mi vida y tú también.

Jude camina, sacudiendo la cabeza con incredulidad. —No. Lo


siento, ella estaba en esto. Odio tener que decírtelo. Te estás
enamorando de su mierda otra vez, como si estuvieras en el
instituto otra vez. Me metiste en este lío Tax la primera vez, porque
estabas loco por ella, ¡prometiste qué harías que todos pagaran!

—Me gustaría, pero no a ella. No si ella no lo hizo. Se acabó, Jude,


déjalo ir.

—Bueno, si no tienes las agallas para hacerlo, lo haré yo misma.


Conozco a Jude lo suficiente para saber que lo dice en serio. Y
aunque abandoné a Mia, lo hice para protegerla, y esa necesidad
incontrolable de protegerla vuelve a surgir en mí. Nadie va a tocar
a Mia, ni siquiera mi hermana.

Me abalancé sobre Jude y ella jadeó mientras la agarraba por el


cuello, empujándola contra la pared de su vestíbulo. Una lámpara
cae sobre su mesa de entrada mientras agita sus brazos.

—Jude, si la tocas, joder. Te mataré. ¿Entiendes? Te mataré. Esto


es suficiente. Todos recibieron su merecido. Hemos terminado.
HECHO.

Jude y yo nos miramos a los ojos, dos mitades, dos aliados, dos
luchadores, siempre en el mismo equipo, y ahora estamos
desgarrados, dispuestos a alienar la única constante en nuestras
vidas. Ella me mira fijamente a los ojos oscuros como los suyos, y
cuando no cede aprieto mi mano, apretando lentamente mi agarre.
Siempre he visto a Jude como un igual, pero sentir su pequeño
cuello en mi mano me recuerda que es una ilusión. Jude necesita
sentir el agarre de la muerte. Necesita entender que esto no es una
amenaza ociosa. Si le hace daño a Mia, Jude ya no será mi
hermana.

La lámpara rueda hasta el borde de la mesa y se rompe en el suelo,


rompiendo nuestro empate. Ambos miramos hacia abajo y la dejo
ir mientras retrocede varios pasos. Su bata está a medio camino de
su cuerpo, exponiéndose descaradamente a mí, la toalla de su
cabeza se inclina hacia un lado.

Su cara roja, mojada por las lágrimas me mira con tanta ira y
lástima. ¿Cómo pudo pasar esto tan rápido? ¿Cómo pudieron
odiarme las dos únicas mujeres de mi vida que han importado
alguna vez? Pero Jude ya ni siquiera está ahí. Es como un perro
acorralado, y gruñe mientras las palabras se acumulan en su boca,
casi como si las estuviera probando antes de escupir su veneno.

—¿La amas? ¡La amas! ¡Maldito idiota de Tax! —grita—. ¡Ella nunca
te amará de vuelta! Incluso si pudiera aceptar el hecho que has
matado a Tripp y a su padre, y a Huck, y a Tucker, y a todos esos
gilipollas. Ella nunca aceptará que mataste a su padre!

Jude no me está diciendo nada que no sepa ya, pero al escuchar


las palabras que he estado evitando, me disparan como balas de
cañón, me pican. Lo que Jude está diciendo es correcto, y es por lo
que me di cuenta hoy que todo mi plan era para cumplir los sueños
de Sil, no la realidad de Tax. Si Mia se enterara que yo fui la persona
que le dio un ataque al corazón a su padre con una inyección de
succinilcolina, escupiría en mi tumba, me despreciaría. Por eso tuve
que irme. Mia, yo y nuestro hijo, todo fue una fantasía tonta. Tal
vez sólo podía decirle a Mia una verdad a medias, pero lo sabría.
Sabría que me llevé a la única persona en la que ella confiaba en
este mundo, el hombre que estuvo ahí para ella cuando su madre
murió y la protegió, incluso a expensas de mí y de mi hermana. Lo
comprendo. Si alguien matara a Jude o a Rex, nunca lo perdonaría.
Hay algunas deudas que no pueden ser perdonadas.

—Ya no te importa nada, ¿verdad, Jude? Todo se trata de ti. Yo


existo para que puedas acumular tu culpa. Nunca haré lo suficiente
para compensar lo que pasó. No quieres que siga adelante. Quieres
que sólo seamos yo, tú y Rex para siempre. Puedes tener a Rex,
pero a mí no se me permite tener a alguien, ¿verdad? El mundo
tiene que girar a tu alrededor. Seguirás encontrando formas de
mantenerme para ti misma. —Sacudo la cabeza con asco, a Jude y
a mí mismo—. Sin embargo, no tienes que preocuparte le dije que
se había acabado. Ella no se merece esta mierda. Pero no pienses
ni por un segundo, que no quiero decir lo que dije. No sólo te
mataré, sino que me pintaré la cara con tu sangre si le haces daño.
No me importa quién eres para mí, porque si lo haces, obviamente
tú tampoco.

Jude hace lo que siempre hace, pasa de dar golpes a actuar como
un animal herido que necesita ayuda, aprovechándose de mi
necesidad de proteger a mi hermana, la hermana que no pude
proteger cuando era importante.

—Tax, Tax, Tax… —dice en rápida sucesión, corriendo hacia mí y


agarrándome del brazo—. Lo siento. No quise decir eso. Vamos,
compañero. Los dos nos decimos porquerías el uno al otro. No lo
haré. ¿De acuerdo? No la lastimaré. Podemos olvidarlo. Podemos
empacar y mudarnos a Tahití o Malta. ¿Recuerdas todos esos
planes que teníamos?

Miro sus pequeñas manos apretando mi antebrazo. —Jude, no lo


entiendes, joder. Necesitamos vidas separadas hasta que
averigüemos quién mierda somos. Estamos jodidos. Necesitamos
formar nuestras propias vidas en el mundo real. No eres mi maldita
esposa, Jude.

—No, no soy tu esposa. Puedes divorciarte de tu esposa, pero no


puedes divorciarte de tu gemela. —Jude suaviza su voz hasta casi
un susurro—. Tax, nunca seremos normales, —dice con ojos
tristes, como si me diagnosticara una enfermedad terminal.

—Tal vez no, pero podemos ser mejores que esto, —digo yo,
apartándome el brazo y volviendo a mi coche.
Capítulo 32
Mia
Gnarls Barkley – Crazy

—¡Lo mataré! —Tiff dice después que le digo que Tax me ha


abandonado. Lo mantuve en secreto, pero dije que él era un imbécil,
que me dijo cosas malas. Le dejé creer que estaba en duelo por
nuestra relación pero era mucho más que eso. Estaba de luto por
Tax como si él hubiera muerto. Estaba de luto por mi antiguo
amigo, por mi antiguo yo, por la persona que era antes de entrar en
la sala de conferencias en Alea y reconocí las serpientes que se
deslizaban por el cuello de un hombre misterioso. Estaba de luto
por mi nueva sentencia a una vida sin amor, no por la pasión
explosivamente violenta que Tax y yo compartíamos.

Ha pasado casi una semana desde que Tax salió por esa puerta sin
siquiera decir adiós y nunca nada me ha dolido tanto en mi vida.
Pero he mostrado mi rostro de juego de Mia Tibbett. Nadie sabe de
mi silenciosa y solitaria agonía. Pero con Tiff aquí, no puedo
mantener la máscara por más tiempo.

Amo a Tiff y ella podría decirme cualquier cosa sin juzgarme y


siempre me he sentido de esta manera con ella, pero en lo que me
he convertido, es tan retorcido que tengo miedo a que me juzgue
esta vez y me avergüenza admitirlo, pero que juzgue a Tax. Él es mi
secreto, me pertenece, ella no lo conoce. Sólo yo podría juzgarlo en
mi silencioso sufrimiento.

—No lo entiendo, en el bar sólo tenía ojos para ti... —ella dice—. La
forma en que te miraba, era como si fueras la única jodida chica en
ese lugar.

—Bueno estaba borracho y cachondo supongo, —digo. Pero sé que


no es sólo eso. Me miraba con ojos feroces, con toda la necesidad y
protección. Nunca me había sentido más necesitada.

—Y una mierda. ¿Por qué los hombres tienen que ser tan imbéciles?
Voy hablar con Rex sobre su maldito hermano, —dice.

—¡No! —Mierda, Rex—. Por favor, eso sólo me hará parecer patética.
Puedo manejar esto por mi cuenta.

—Bien... —acepta con vacilación.

—Lo digo en serio Tiff. Si te quejas con Rex, me enfadaré mucho.


Nada sale de esta habitación. Sólo necesito que me escuches, el
resto puedo manejarlo.

—Odio que alguien te haga esto. Eres la persona más generosa y


amable que conozco, no juzgas, eres exitosa y hermosa. ¿Qué
demonios está pensando él? —Sus palabras arrojadas tan
casualmente hacen que mis lágrimas salgan a la superficie otra vez.
¿Por qué no era todo eso suficiente para Tax? ¿Por qué me rechazó?

—No, no, no... no llores. ¡Lo siento! —me dice.

—No eres tú... —digo—. Sólo estoy hecha polvo. Estaré bien. —
Limpio unas cuantas lágrimas con mi manga.
—Odio verte así. Nunca te he visto así por un hombre, nunca. ¿Qué
tenía él de especial? Sé que es guapo y rico, pero es sólo un hombre,
¿verdad? Hay otros por ahí como él. —Ella está tratando de razonar
y ayudarme a ver que no es el fin del mundo, pero su declaración
sólo amplifica la diferencia entre Tax y todos los demás hombres
con los que he estado.

No hay nadie como Tax. Nadie.

—¿Qué pasa con Blake? No era él un tipo más para ti. ¿Verdad?

—En ese momento, no. Sabes que pensé que nunca sobreviviría a
la ruptura con ese bastardo, pero los sentimientos se calman. Él no
quería estar conmigo y yo merecía algo mejor que eso; igual que tú.
¡Te mereces el mundo, Mia! Eres una gran persona. Te mereces a
alguien que te aprecie y te ame. Alguien que no te abandone sin
más. —Añade un poco de vino a su vaso—. ¿Quieres más? —
pregunta.

—No-Sí, —digo. Adormece el dolor que me invade el pecho, me hace


olvidar su tacto, su olor tal vez deje de ver flashes de esa sonrisa
que rara vez muestra, tal vez me ayude a olvidar la forma explosiva
en que me siento cuando me sostiene en sus fuertes brazos. Cómo
mi mundo se desmorona a su alrededor cuando está dentro de mí.
Sólo quiero olvidar que alguna vez existió.

Varias charlas de perras y copas de vino después, hay una pausa


en la conversación mientras empiezo a adormecerme.

—Mia, ¿puedo preguntarte algo?

—Sí... —Tiff rara vez pregunta si puede hacerme una pregunta, no


es su estilo.

—¿Usaste... usaste la tarjeta que te di. ¿No es así?


—Yo... ¿por qué lo preguntas?

—Hice otra reservación y mi tarjeta fue cargada sólo a mitad de


precio.

—Bueno, ¿no has referido a otros?

—Pensé en hacerlo, pero esto es demasiado sensible y privado. Sólo


a ti te di la tarjeta, o fue un error de su parte o fuiste tú.

Mi somnolencia se evapora por el calor de la energía nerviosa.

—Lo hiciste, ¿eh? No tienes que avergonzarte, sólo quería que lo


experimentaras y también quería hablar con alguien sobre ello. No
hay mucha gente como nosotros Mia. No a mucha gente le gusta
que sea duro, sucio y doloroso. O si lo hacen, nunca lo comparten.
Somos afortunadas de tenernos la una a la otra para hablar de esto.

—No estoy avergonzada. —Digo, sabiendo que mentirle a Tiff sobre


la reserva con Happy Kitty fracasará.

—Lo hiciste. ¡Lo sabía! —dice ella—. ¿Pero cuándo? Tuvo que haber
sido hace un tiempo.

Pienso en mentirle, diciéndole que el tipo que se me acercó en la


entrada cumplió con sus deberes. Pero, algo se rompe en mí. El
llanto que había hecho antes fue atenuado, era una versión
comedida de la tristeza que sentía. Contarle a Tiff la historia
modificada de Tax y yo me ayudó a casi creerlo por un tiempo, que
nos encontramos para nuestra primera conferencia ese martes por
la mañana hace meses, salimos a desayunar, congeniamos y así
comenzó nuestro romance torbellino.
Pero este trozo de verdad que ha metido en ese pequeño espacio
entre mi versión falsa de Tax y la realidad de la situación me abre
de par en par. Empiezo a sollozar incontrolablemente. Es profundo,
desde un lugar donde no he llorado desde que perdí a mi madre.
Un lugar de miedo, confusión, dolor y soledad irreconciliable.

Los ojos de Tiffany se abren de par en par con la preocupación. En


todos los años que la he conocido, casi nunca he llorado, nunca por
un chico, y nunca así.

—Oh Dios mío, Mia. ¿Qué es lo que pasa? ¿Alguien te ha hecho


daño? —pregunta, envolviéndose sobre mi cuerpo acurrucado— ¿Te
ha hecho daño el acompañante?

—No... —Me ahogo entre respiraciones superficiales— Tiff, la he


cagado. No sé qué hacer...

—Oye... respira un poco. Todo va a estar bien.

—No puedo... decírtelo. —Mis sollozos se descontrolan, lo que me


dificulta la respiración.

—Mia, realmente me tienes preocupada aquí.

—No quiero... que... te mezcles en las cosas y te conozco. Tú...


querrás involucrarte, pero no puedes.

—Me estás asustando.

—Ningún acompañante me hizo daño. Si te lo digo, tienes que...


prometer que nadie puede saberlo. No puedes... hacer... nada al
respecto. Te estoy confiando… esta información. —Mi habla
entrecortada me frustra, así que respiro más despacio para intentar
reprimir la emoción.
—Cariño, por supuesto. Nunca traicionaría tu confianza. Dime, no
tienes nada de lo que avergonzarte.

Respiro lentamente, pero mi pecho se rebela con sollozos


descontrolados.

—Lo prometo. No se lo diré a nadie. Esto es entre nosotras.

—Era Tax.

—¿Tax fue tu atacante?

—Espera... —Digo respirando profundamente otra vez para poder


controlar mi voz y contar la historia con claridad—. Fui a la página
web y pagué por el servicio, pero tan pronto como lo hice, pensé que
era un error. Iba a cancelarlo tan pronto como el tipo llegara a mí
pero entonces, esa primera noche alguien vino y cambié de opinión.
Tuvimos sexo. Me dije a mí misma que diría que no, pero cuando
sucedió, lo quise y no se parecía a nada… me asustó lo mucho que
me gustaba. Pero entonces, días después, alguien más vino y entré
en pánico. Sólo pagué por un servicio. Usé la palabra clave y él se
fue. Me dijo que era imposible que alguien más llegara antes que él.
Me di cuenta que la primera persona con la que estuve...

—Oh, Dios mío. —Tiff es una chica salvaje. Ha visto muchas cosas
en sus treinta años, pero la mirada de shock y horror en su rostro
es una que no he visto desde que la conocí hace casi una década.

—Me asusté. Pensé que alguien al azar entró en mi casa y lo dejé,


no, lo animé a follarme. Llevaba una máscara, pero había cosas que
recordaba de él, tenía un tatuaje en el cuello...

—Oh, mierda. —Es algo que todo el mundo recuerda sobre Tax, y
Tiff entiende la conexión al instante.
—Alea fue comprada más o menos al mismo tiempo, me
ascendieron, y luego tuve mi primera reunión con el nuevo dueño...
temprano cuando nadie más estaba en la oficina...

—¡Me estás jodiendo! —dice. Su voz tiene un tono de incredulidad,


de ira, con un toque de risa. La entiendo, todo esto es ridículo.

—Fue una emboscada. Él me dijo que lo había grabado, que si no


hacía lo que me decía, me destruiría.

—Espera, ¿él hizo qué?

Miro hacia abajo con vergüenza.

—Ese enfermo hijo de puta. Mia, creo que voy a matarlo! —dice,
poniéndose en pie.

—No. Prometiste que te guardarías esto para ti. ¡Y me refiero solo


para tu alma!

—Sí. Lo sé. Sólo estoy emocional Mia pero no puedes dejar que se
salga con la suya. Esto es una locura. Todo esto es una locura.
¿Cómo te encontró? ¿Por qué? ¿Es parte de Happy Kitty?

—No... me ha estado observando supongo. Por lo que sé, él puede


estar oyéndonos ahora, pero no me importa. Él sabía todo sobre mí.
Dijo que se lo debía.

—¿Le debías? ¿Por qué?

—Se negó a decírmelo.

—Probablemente te estaba engañando para que te jodieras la


cabeza.
—No, creo que había algo.

—¿Así que sólo fuiste y le pagaste por algo que no sabías que
debías?

No puedo evitar sentirme juzgada por esa pregunta.

—¿Qué opción tenía? La deuda ni siquiera importaba. La razón no


importaba. Tenía mi actividad en el ordenador y el vídeo de mí
follándole mientras llevaba una máscara y me ponía un cuchillo en
la garganta. Iba a publicarlo en todas partes, diciéndole a la gente
que contraté a hombres para violarme. Me dijo que lo enviaría a
todos los empleadores posibles, lo pondría en Internet. Lo enviaría
a amigos y a cualquier familia lejana que tuviera. Iba a arruinar mi
vida. No estaba dándome opción, me dijo que lo haría.

Y sé lo jodida que estoy cuando a pesar de la historia enferma que


estoy recitando, me preocupa que ella esté pintando a Tax de mala
manera.

—¿Qué podría haber llevado a esto? ¿Para qué alguien venga a por
ti?

—¡No lo sé! Ya me conoces, me ocupo de mis asuntos. Estoy casi al


borde del aburrimiento. Mi padre era policía, pero crecimos en un
pueblo aburrido. No hay grandes arrestos por drogas ni nada de
eso.

—Todavía no me lo creo. Creo que mintió sobre que le debías algo,


como algo psicológico. Así que la gran reapertura, ¿estabas bajo
coacción? Oh, Dios. ¿Cómo no me di cuenta?

—No, no lo estaba. —Digo mirándola con ojos de remordimiento,


disculpándome por mi propia depravación.
—Estoy confundida.

—Yo lo quería allí.

—¿Quieres decir que querías estar con él? ¿La relación era real?

Lucho tanto para no volver a perderlo. —Tiff, me siento como una


idiota, pero...

—¿Estás realmente enamorada de él?

Otra vez me agacho. Soy tan buena controlando mis emociones.


Cuando mi madre se estaba muriendo, caminaba con una sonrisa,
tratando de asegurarme que todos los demás se sintieran bien a mí
alrededor. Pero Tax me abre de par en par.

Tiff se sienta a mi lado, acariciando mi espalda. —Está bien, Mia.


Ya sabes, esto pasa... cuando la gente es forzada...

—No tengo el maldito síndrome de Estocolmo. Tomé una decisión.


—Le confieso a Tiff las palabras que aún no me había confesado—.
Me permití enamorarme de una mala persona. Creo que es
peligroso. No quiero decir que vaya a hacerme daño. Pero creo que
está envuelto en cosas malas, por eso es importante que no te metas
en esto y empezó a decir cosas sobre protegerme, y hay una parte
de mí que sigue esperando que se haya ido porque pensó que estaba
haciendo lo correcto y luego hay otra parte de mí que se grita a sí
misma, diciéndome que soy una idiota por pensar que incluso le
importa si estoy viva.

—¿Todo este tiempo has estado lidiando con esto sola? —Tiff
pregunta.

—Estaba avergonzada. Sé que lo que he estado haciendo es


imprudente pero estar con Tax, cuando es bueno, es como nada
más. Demonios, incluso cuando es malo, es bueno. Sabe cómo ser
ese tipo que necesito en el buen sentido y en el malo.

—Rex... —Tiff susurra en voz alta.

—Dijo que Rex se preocupa por ti. Te considera una verdadera


amiga.

—¿Pero?

—Fue plantado en nuestras vidas para observarme.

Tiff mete sus dedos entre sus mechones verdes. —¡Esto es una
locura! Entonces, ¿por qué te dejó en realidad?

—Todavía no lo sé. Pero lo hizo y voy a averiguar por qué realmente


vino por mí.
Capítulo33
14 Años Antes
Jude y yo vamos a compartir un par de latas de cerdo y frijoles para
la cena. Pronto iré a encontrarme con Mia. Normalmente trago
hasta el último bocado qué hay disponible para la cena, ya sea
mucho o casi nada, pero esta noche apenas puedo quedarme quieto
en mi asiento mientras empujo los frijoles alrededor de mi plato.

—¿Qué se te ha metido en el culo? —Jude pregunta. Ya ha


terminado su comida. Para lo poco que ella come es una pequeña
cosa apenas llega a los 36 kilos esta chica.

—Nada, —le digo. Normalmente le cuento todo a Jude, pero sabe


que me gusta Mia y ya se burla de ella incesantemente.

—¡Mentiroso! ¡Puedo leer tu mente, Sil! ¡Somos mellizos! —dice ella,


tomando una cuchara de mis frijoles.

—¡Oye! —digo, golpeando su cuchara con la mía. Los frijoles


sobreviven y llegan a su boca.

—¡Dime! —ella gime con una voz molesta que sabe que haré
cualquier cosa para callar. La verdad es que quiero decírselo a mi
hermana. Es mi única amiga. Me habla de sus enamoramientos,
que tienden a cambiar cada semana pero creo que debería estar
escuchando. Pobrecita, siempre atascada en la zona de amigos
porque está tan subdesarrollada. Los dos lo estamos. Aún no tengo
vello facial, mis miembros son sólo hueso y piel. Pops dice que
somos desarrollo tardío, que él no se desarrolló hasta los diecinueve
o veinte años, luego se puso musculoso, le salió la barba, le cambió
la mandíbula. Esto es una característica de los James: nos
desarrollamos tarde, pero cuando lo hacemos, explotamos. Al
menos eso es lo que espero.

—¡Vamos Sil!

—Bien, —digo, deslizando la nota de Mia hacia ella—. Le di a Mia


una nota y ella puso esto en mi casillero.

Veo los ojos oscuros de Jude escudriñando la nota, ensanchándose


con cada línea que leen.

Mira hacia arriba, su boca formando una gran O. —Sil, Oh Dios


mío. ¡Le gustas! —Jude empieza a saltar en su silla.

—Bien, relájate. Me estás poniendo nervioso, —le digo, pero una


sonrisa ya se ha hecho un hueco en mi cara.

—¿Cuándo te vas?

—En un par de minutos.

—Papá no está en casa para que uses la camioneta.

—Por eso me voy ahora, para tener tiempo extra para ir en bicicleta.

Justo entonces el sonido de la camioneta de papá rodando por las


hojas secas y las ramitas nos alerta de su llegada. Mierda.
Normalmente cuando llega tarde del trabajo, se queda toda la noche
bebiendo, vuelve a casa cuando estamos en la cama y se desmaya.
Si llega antes de eso y está borracho, significa que va a hacer de
nuestras vidas un infierno.

La luz brillante de su camioneta inunda nuestro lugar y luego se


apaga. Tanto Jude como yo hemos aprendido a escuchar la
cadencia de sus pasos y su respiración, a veces acompañada de un
murmullo incoherente, así que podemos medir si es un padre sobrio
(raro), un padre achispado (menos raro), o un padre muy borracho
(muy común). El sonido de sus pies arrastrándose, el repetido
aclaramiento de su garganta y sus murmullos hacia sí mismo
mientras se tropieza con sus pies, me hacen saber que esta no será
una noche rara.

Jude y yo ponemos los ojos en blanco. Mi estómago se aprieta.


Cuando tienes un borracho violento como padre rezas para que se
desmaye, o quizás un día no vuelva a casa borracho, pero siempre
tienes esa sensación de hundimiento. Sabes que serás un saco de
boxeo humano. A veces son puños, a veces son palabras, pero te
sientes como alguien que espera en un pozo a que se desate un
león.

Le arrojo unos frijoles al plato de Jude. La clave es mantener los


ojos bajos, dejarle gritar, dejarle que te golpee. Luchar sólo le da lo
que quiere, entonces los puños vuelan. Sólo tienes que tomarlo. Con
comida en nuestros platos, nos da algo que mirar.

Los dos nos comemos lentamente los frijoles.

—¿Dónde están los malditos frijoles? ¿Eso es lo que has hecho? —


pregunta en un tono amenazante.

—Eso es todo lo que había, papá. —Le encanta quejarse de las


escasas provisiones a la hora de comer, aunque apenas consigue
comida y no nos da dinero.
—¿Te estás haciendo el listillo? —pregunta, amenazándome. Tiene
los pies bien abiertos y las caderas hacia afuera para que no se
caiga.

—Puedo servirte, papá —dice Jude, para quitar la atención de mí.

—No... Yo lo hago. ¡Nadie aquí tiene que levantar un dedo por mí!
Yo sólo hago todo. Pago las cuentas, trabajo pero ambos me miran
como si fuera un don nadie... mierdecillas desagradecidas.

Agarra la sartén y la cuchara de Jude de su plato y empieza a


recoger frijoles. Alrededor de ochenta intentos por fin alcanza con
éxito su objetivo.

Abre la nevera. —¿Dónde está la maldita cerveza?

—Te lo bebiste todo. —Digo, tan poco conflictivo como sea posible.

—¡No. Había cerveza aquí! —Él se mueve a tropezones—. ¿Las


bebiste, Sil?

—No, papá.

—¡No me mientas!

Sé que es difícil para él creerlo, ya que aunque la nevera no tiene


mucha comida, siempre tiene cerveza. Pero se la bebió toda ayer.

—A la mierda, —dice, cerrando la puerta del refrigerador con el pie.

Tan discretamente como sea posible, llevo los platos al fregadero.

Papá se acerca a mí, tan cerca que podría olerme. —¿Por qué tienes
que ir vestido como un maldito loco?
Miro hacia adelante. Es mejor no desafiarlo. Me golpea en la cabeza.
—Respóndeme, imbécil testarudo.

—No lo sé, —digo.

Un día, seré grande y musculoso como él y le daré una paliza. Le


meteré una lata de cerdo frío y frijoles en la boca y lo veré
atragantarse.

Me doy la vuelta y me deslizo por delante de Jude, notando


demasiado tarde que la maldita nota está sobre la mesa. Voy a por
ella, intentando meterla en mi bolsillo antes que la vea.

—¿Qué es lo que tratas de ocultar? —Pregunta, en voz baja.

—Nada.

—Sigues mintiendo muchacho. Me estoy cansando de eso.


Entrégamelo.

—No.

Se acerca, arrebatándomelo de las manos. —¡Dame esa mierda!

Lo mira lentamente, tratando de comprender las palabras en su


neblina de borracho. —¿Así que crees que vas a salir esta noche?
¿En una noche de escuela?

Ni una sola vez este hombre se ha preocupado por mi educación.

—Sólo por un rato.

Me mira de arriba a abajo con tanto desdén. La gente dice que mi


madre era una buena mujer, pero me cuesta creer que una buena
mujer haya tenido hijos con semejante mierda.
—Tienes que limpiar el cobertizo esta noche. Llevo toda la semana
diciéndote que lo hagas.

—Nunca lo habías mencionado antes.

—No me llames mentiroso, joder.

—Está bien, —dice Jude en pie. Ella ha sido una espectadora hasta
este punto. Normalmente me toca a mí la peor parte del acoso,
porque soy el chico y supongo que le gusta más desafiarme—.
Puedo limpiar el cobertizo. Sólo déjalo ir.

—¿Y qué? ¿Ahora crees que tú eres la que manda bajo mi techo?

—Ella no lo quiso decir de esa manera.

El tiempo se acaba. Ya son las 7:55, necesito 15 minutos para llegar


en bicicleta.

—Ahora los dos limpian el cobertizo. Quiero ser capaz de comer del
suelo de esa maldita cosa.

Es en ese momento que me doy cuenta de lo cruel y odioso que es.


Una cosa es que te disgusten tus hijos lo suficiente como para no
querer proveer o alimentar, pero ver que uno tiene una oportunidad
de ser feliz en otro lugar y arruinarlo sólo por eso, eso es puro odio
hacia tu propia carne y sangre.

—No, —digo. Es una palabra que no se le dice a papá sin que hayan
consecuencia.

Arroja la olla vacía en el fregadero. La cuchara traquetea mientras


gira, choca metal contra metal y luego se calla.
—¿Qué mierda dices? —pregunta acercándose a mí.

—Voy a salir esta noche. Volveré a casa a una hora razonable.

—Vas a limpiar el cobertizo esta noche. —Toma la nota arrugada de


Mia, la abre y la parte por la mitad dejándola caer al suelo.

Hay un silencio tenso mientras el miedo y la ira luchan dentro de


mí, cada uno tratando de ganar acceso a mis próximas palabras.

—Sil... tal vez podríamos limpiarlo rápido... —La pequeña voz suave
de Jude razona conmigo desde algún lugar que no puedo ver. No
quiere ver que me hagan daño. Cada vez que papá golpea a uno de
nosotros, es como si lo hiciera con los dos.

Papá se acerca y en su gruñido, hay trozos de concha de frijoles


pegados a sus dientes y salsa rodeando descuidadamente su boca.
Es entonces cuando me doy cuenta que toda la fuerza, la ira y el
poder que ejerce sobre nosotros, es un desperdicio. Es una broma
amarga y patética de un hombre. Un hombre que se siente
indefenso en la vida, enojado por cosas que no pudo controlar,
probablemente lo joden en el trabajo y ejerce su dominio sobre las
dos únicas personas en su vida que no tienen otra opción que
tomarlo: sus propios hijos.

—No. —Digo, mi voz un poco más firme esta vez.

Sus ojos se estremecen de incredulidad, tal vez pánico. Las cosas


son diferentes hoy en día; podría él estar perdiendo el control,
incluso sobre nosotros.

—¡Métete en el cobertizo! —dice, agarrándome por la nuca y


empujándome hacia la puerta.
—No. Voy a salir. Limpiaré el cobertizo este fin de semana. —Nadie
me impide ver a Mia hoy.

No puedo ver a Jude, pero puedo sentir su miedo. Viaja como un


aroma, flotando en el aire.

Y luego me da una bofetada. Fuerte. Tan fuerte que casi me hace


caer de pie pero me enderezo y lo miro fijamente, ya no puede
hacerme daño. Puede que no sea tan grande o fuerte, pero ya no
soy un niño.

—No.

Lo hace de nuevo, esta vez con más fuerza.

—¡Alto! —Jude llora. Puedo oírla llorando, murmurando sonidos


incoherentes.

Lo siguiente es un puñetazo y me manda al suelo. Abro los ojos


justo a tiempo para ver impotente a papá levantar una pierna para
darme una patada.

—¡No! —El pequeño cuerpo de Jude navega hacia él, su pequeña


figura derribando a un hombre que la supera por 68 kilos. Mi padre
da unos pasos atrás, pero recupera el equilibrio, y lanza a Jude
como si no pesara nada. Su pequeño cuerpo se golpea contra el
borde de la mesa y grita mientras cae, encogiéndose en su lado.

El momento de valentía de Jude me da tiempo para ponerme de pie,


y así como mi desafío aumentó su valentía, el suyo hace lo mismo
por mí. Si mi hermana de 36 kilos puede enfrentarse a papá,
entonces yo también puedo.

Poniéndome de pie, en posición de cuclillas, derribo a mi padre al


suelo. —¡Déjala en paz! —le digo—. ¡Déjanos en paz! ¡Idiota!
Su embriaguez permite un momento de indulto, pero es un hombre
grande, con los músculos de alguien que ha trabajado toda su vida.
Me levanta sobre él y me da la vuelta. Me golpea una vez, luego
envuelve sus manos alrededor de mi garganta, cortando mi
suministro de aire. Aprieto sus muñecas y forcejeo, pero sus ojos
están vacíos. Es rabia de borracho; todo animal, nada de
humanidad.

Y entonces, alivio. Miro hacia arriba y veo pequeños brazos que


envuelven la cabeza de papá.

—¡Maldita sea Jude, pequeña zorra! —Se levanta con ella a la


espalda y se golpea contra la pared, pero ella se sostiene. Mi
hermanita se ha convertido en un feroz gato montés. Pero él la
romperá. Podría matarla tan fácilmente en un lapso momentáneo
de juicio. Él la golpea de nuevo y ella se suelta, deslizándose hacia
el suelo, jadeando por aire.

Se vuelve hacia ella y sé que hay que detenerlo. Ahora... Jude y yo


hemos llegado a un punto sin retorno. Si no lo detenemos, matará
a uno de nosotros esta noche.

Agarro lo más cercano, la olla en la que hice los frijoles esta noche
y le golpeó. Él se mantiene de pie, erguido. Me balanceo de nuevo,
más fuerte. Me mira en estado de shock, se abre una rendija en el
hueso de la mejilla y empieza a salir sangre oscura. Cae de rodillas.

—¡Sil! —Jude dice, animándome a pegarle de nuevo. Lo hago una


vez más y él cae al suelo.

—Mierda. Creo que lo maté, —digo en voz baja.


Jude tropieza con sus rodillas y se inclina vacilantemente hacia
adelante. —Está respirando. Creo que lo noqueaste. Sabes que nos
va a matar. Tenemos que huir.

Agarro sus llaves de la camioneta. —Coge tu mochila y empaca tus


cosas.

El reloj marca las 8:09 pm

Corro a mi habitación y cojo lo esencial, luego voy a la habitación


de mi padre y busco su dinero escondido. Lo encuentro en una lata
de café, metido en un cajón y saco un fajo de billetes de veinte. Echo
un último vistazo a mi padre, su pecho sube y baja. Bien, no soy un
asesino.

En pocos minutos estamos corriendo hacia la camioneta. Tiramos


nuestras mochilas en el asiento y nos subimos.

—¿Qué vamos a hacer? —Jude pregunta.

—No lo sé, —digo, manejando en el largo oscuro y aislado camino


de tierra que lleva lejos de nuestra casa.

—Todavía vas a encontrarte con Mia, ¿verdad? Por eso hicimos esto
para que no faltaras, no puedes perdértelo.

—Sí, la veré esta noche. Él no está ganando. ¿Qué hora es?

—8:17...

—¡Mierda! —Digo, dándole al gas más fuerte, haciendo que la vieja


camioneta se mueva a lo largo de las rocas y el terreno desigual. —
Deberíamos estar allí en cinco minutos.

—Ella estará allí, —me asegura Jude.


—¿Estás bien? —pregunto, dando a Jude una sucesión de rápidas
miradas mientras trato de mantener mis ojos en el oscuro camino.

—Sí, —se levanta la camisa y hace una mueca de dolor por un


verdugón en su caja torácica donde golpeó la mesa. —Está bien, es
sólo un moretón. ¿Y qué hay de ti? Te golpeó muy fuerte.

Toco mi cara. Ahí es cuando me doy cuenta que me veo como si


acabara de pasar por una batalla. Eso asustará a Mia. —Mierda, —
digo, mirando la sangre que he limpiado de mi cara.

—Lo tengo, —dice Jude, sacando cosas de su bolsa—. Pensé en el


futuro. —Agarra un trapo de la parte de atrás y vierte el alcohol
para frotar que tomó de la casa—. Va a doler.

—Sólo hazlo, —digo.

Me limpia la cara, mientras silbo al sentir fuego en cada corte.

—Mucho mejor. Mejilla hinchada, pero no tan mal como pensaba.

Nos detenemos en el claro que lleva a la casa del lago abandonada,


un lugar popular para las fiestas y reuniones del instituto. Es
tranquilo, siendo una noche de escuela. Me detengo al lado del
único otro coche. Mia y yo solemos ir andando a la escuela, así que
no recuerdo cómo es su auto, pero tiene que ser éste.

—Quédate aquí, ¿vale?

—Buena suerte —dice Jude con una sonrisa. La beso en la frente y


ella sonríe—. Te amo, compañero de vientre.

—Yo también te amo, —digo.


Cierro la puerta de la camioneta y busco una señal de Mia en la
noche tranquila. El lago parpadea con el reflejo de la luna, el canto
de los grillos, las ocasionales llamadas de los búhos, pero no hay
señales de ella. ¿Se ha ido? ¿Llego demasiado tarde?

Oigo un crujido en los arbustos cercanos. —¿Hola? —Llamo.

—Shhhh.

—¿Mia?

Sigo los sonidos pasando los árboles y las ramas caídas, hasta otro
claro. Las latas de cerveza y las botellas llenan el suelo, docenas de
ellas. El olor del aire es fresco.

Algo no está bien. El instinto de salir golpea y doy un paso atrás


para dirigirme al camión. Tal vez pueda encontrar a Mia mañana y
explicarle todo.

Justo entonces, oigo un estallido de risas colectivas de un montón


de tipos y Tripp camina por ahí desde detrás de un árbol.

—¿Qué pasa, Sil?


Capítulo 34
Mia
Hozier – Take Me to Church

Miro a través del vidrio de mi parabrisas en el frente del edificio de


Tax. Así es como empiezo mi sábado por la mañana. Paso número
uno: mis búsquedas en Internet aún no dan mucho resultado, así
que pensé que lo mejor sería tratar de seguirlo. Lo sé, he perdido la
maldita mente pero voy a averiguar quién es y por qué entró en mi
vida. A Tax le encantaba decir que le debía, bueno... ahora él me
debe una explicación.

Y no me detendré hasta que averigüe por qué él entró en mi vida.

Casi una hora pasa sin nada, pero me he preparado para estar aquí
todo el día, he empacado un almuerzo y una lista de reproducción
llena de música. Esto es en lo que me ha convertido Tax; una mujer
loca que sigue a un hombre pero no me ha dejado otra opción. Si lo
dejo ir, la pregunta del por qué Tax entro y se fue, quedará en mi
mente mientras viva.

Oh, Dios mío, soy como ese astronauta que usó un pañal para
conducir a través del país y encontrar a su amante.
Se sintió muy bien contarle todo a Tiff. Después que el shock
desapareciera, prometió apoyarme en todo lo que ella pudiera,
aunque admitió que quiere la cabeza de Tax en un pincho. Le
recalqué que no quería que nadie viniera a rescatarme y que es
importante para mí resolver esto por mi cuenta.

Mi impaciencia comienza a instalarse justo cuando la puerta


principal se abre y sale Tax, con un par de pantalones de correr y
una camisa de entrenamiento sin mangas.

Mi corazón se hunde. Esta semana ha sido dura y solitaria, pero al


menos no tuve que ver a Tax. Pude centrarme en otras cosas e
ignorar el dolor causado. Ahora al verlo correr, su cuerpo cubierto
de sudor, sus músculos brillando en la ligera lluvia, su cabello
mojado y desordenado, hace que mi cuerpo se despierte con deseo.
Son las pequeñas cosas como verlo correr las que me hacen darme
cuenta que todavía hay mucho que no sé de él. Yo también corro.
Podríamos haber corrido juntos. Lloro las cosas que nunca
haremos.

Para mi decepción, Tax parece estar bien y me duele pensar que


probablemente ya haya seguido adelante; pero ese pensamiento me
impulsa a superar el dolor y obtener mis respuestas.

Salgo de mi lugar, con cuidado de quedarme unos cuantos autos


detrás de donde él está en la acera. Si me acerco demasiado, me
verá. Se dirige al sur y me pregunto si irá al este, al parque,
arruinando efectivamente mi persecución. Sin embargo, para mi
sorpresa se queda en la acera y corre hacia una parte más
industrial del centro de la ciudad. En algunas partes creo que casi
lo pierdo, teniendo que permanecer a tal distancia, pero de alguna
manera me las arreglo para seguirle la pista. Finalmente, llegamos
a Walkers Point, una parte de Milwaukee llena de almacenes,
tiendas de antigüedades y bares gay, no es la típica zona donde uno
iría a trotar. Me hace preguntarme si se dirige a algún lugar
específico. ¿Por qué otra razón alguien correría hasta aquí, cuando
está a pocos minutos de un hermoso lago y parque?

Eventualmente Tax corre por una calle tranquila cargada de


almacenes que lleva a un eventual callejón sin salida. Me detengo
un par de cuadras detrás del callejón sin salida para mantener mi
vista en él sin ser demasiado evidente. Tax gira abruptamente en lo
que parece ser una vieja colección de almacenes abandonados, tal
vez una vieja curtiduría. Después de esperar unos veinte segundos,
salgo de mi sitio y sigo sus huellas.

¿Podría estar conociendo a alguien?

Entro en el terreno de grava en medio de tres edificios de almacenes,


todos perpendiculares entre sí, de modo que estoy casi rodeada de
edificios abandonados. Tax se ha ido. Mierda. Creo que realmente
lo perdí esta vez o tal vez no se ha ido, y se metió en uno de estos
edificios. Acabo de pasar 45 minutos siguiéndolo para conseguir
respuestas y puede que finalmente tenga una, no hay forma que lo
deje. Llevo mi auto a un callejón sin salida entre dos edificios,
haciendo lo posible por protegerlo de la vista en caso que vuelva a
salir del callejón.

Salgo del auto con precaución, buscando señales de vida. El


rechinar de la grava bajo mis pies es el único sonido en el espacio
sin salida. Luego, cerca de allí, oigo el sonido del chirrido del metal,
justo detrás de una puerta a no más de 15 pies de distancia. Miro
de lado a lado mientras la paranoia se hace sentir. Todavía estoy
sola. Me inclino hacia la puerta que está cubierta de grafitis,
esperando ver a través de una de las ventanas que la flanquean.
Otro chirrido resuena desde esa dirección. Silencio mi respiración
aunque mi corazón se acelera en anticipación a lo que podría ver.
De todos los materiales para un lote, este tenía que ser grava. Me
acerco a una ventana rota, me agacho debajo de ella, preparándome
para lo que podría encontrar.
Una paloma se agita y revolotea sobre mí, escapando de la ventana
rota, y causando que yo dé unos pocos pasos hacia atrás. La
conmoción es suficiente para que pierda los nervios.

Esto es una locura. Debería volver a su edificio para empezar de


nuevo. Está claro que lo he perdido por ahora y debo ser paciente.

Saco mi teléfono del bolsillo para ver la hora, cuando escucho la


grava crujiendo detrás de mí. Antes que pueda girar, un enorme
cuerpo caliente presiona contra el mío, empujándome hacia el frío
capó de mi auto. Mi memoria sensorial explota y ni siquiera tengo
que oír su voz para saber que Tax ya me ha atrapado.

—¿Me estás siguiendo ahora? —me gruñe al oído.

Mi cuerpo se calienta contra el suyo. La sensación de su pelvis


presionando mi trasero trae una mezcla de rabia y deseo.

—Voy a averiguar quién eres Tax. No puedes hacer lo que me


hiciste.

—Mia, sólo déjalo ir.

Sólo déjalo ir. Como si no fuera nada. Dejar ir meses de locura.

—No.

—Crees que quieres esto, pero no es así.

—¡No me digas lo que quiero! —Yo le replico de nuevo y él sólo me


presiona más fuerte.

—¿De verdad quieres esto Mia? ¿De verdad me quieres, joder?


¿Quieres saber quién soy? —pregunta, con la voz llena de
frustración. De repente, una hoja dentada me presiona el cuello—.
Esto es lo que soy Mia. Esa primera noche. Ese psicópata, ese soy
yo.

—Estás tan lleno de mierda, —sollozo. No quiere hacerme daño. No


estoy segura de mucho, pero eso si lo sé.

—Esto no es un maldito juego Mia. No soy el chico al que puedas


alimentar y mejorar, no puedes arreglarme, no soy un proyecto, no
soy un caso de caridad que puedas usar para sentirte mejor contigo
misma. No soy un hombre al que puedas follar para sacarte de la
monotonía de tu aburrida vida.

—¡Oh, vete a la mierda!

—¿Quieres que te haga sentir sucia? ¿Te gusta lo sucio? ¿Eh? Soy
destructivo. Mi peligro es real, Mia. Deberías irte y nunca mirar
atrás. Olvida que alguna vez me conociste porque sólo te traeré
dolor. Esto es lo que soy.

Tax inclina la parte superior de su cuerpo sobre el mío y sus caderas


sobresalen hacia adelante, frotando su grosor contra la parte
inferior de mi espalda. El filo de la navaja se clava dolorosamente
en mi cuello, siempre a punto de cortar la piel, pero su preciso
agarre me impide derramar sangre. —Esto es lo que soy. Soy un
maldito salvaje.

Me sube el vestido floral y me arranca las bragas, frotándome el


coño por detrás. —Joder, siempre estás tan mojada para mí.
Maldita sea Mia. Te di una maldita oportunidad de ser normal.

—No quiero ser normal.

—Cállate —dice, presionando la hoja contra mi cuello y dejo escapar


un grito asustado mientras me muerde la piel—. No digas ni una
puta palabra. ¿Por qué estás aquí? ¿Quieres que te folle? ¿Qué te
haga daño?

Sus contradicciones me enfurecen, pero lo quiero así. Quiero que


esta bestia salvaje me lastime mientras me lleva al ápice del placer.

Se baja el chándal. Su esencia llega a mi nariz y como un poderoso


afrodisíaco, me deja estupefacta. —¿Quieres mi maldita polla? ¿La
quieres tanto? —Me frota la cabeza a lo largo de mi entrada, entre
las mejillas y de nuevo hacia abajo.

La llovizna se convierte en una ligera lluvia y cae sobre nosotros,


mezclando el sudor con el agua, la suciedad con la limpieza. Mi
cabello mojado se aferra a mi cara y hombros, las gotas se
acumulan en mis pestañas y se deslizan por mis mejillas, hasta mis
labios.

Me trago cualquier deseo que se introduzca en mí, no le daré la


satisfacción de saberlo.

—Quiero la verdad, maldito imbécil.

Presiona el cuchillo contra mi cuello otra vez.

—Cuida tu maldita boca o yo la cuidaré por ti.

Me mete la mano en el culo y la otra en la cintura, me da la vuelta


y me aprieta el pecho. —Estas malditas tetas, —murmura.

Desliza su mano por mi estómago y masajea mi clítoris a través de


mis labios, enviando ondas de placer a mi vientre.

—Te mojaste tanto para mí. Mi pequeña zorra, —dice casi con
cariño. Me muerde el hombro y las chispas salen bailando del
lugar—. Si sigues buscando problemas Mia, los tendrás.
Lo anhelo en mis huesos. Apenas ha pasado una semana, pero bien
podría haber pasado un mes. Lo odio, lo deseo y quiero la verdad,
pero ahora mismo sólo lo quiero dentro de mí. Echo de menos que
nuestros cuerpos se fundan en una mezcla de miedo, ira, pasión y
afecto. Soy fuerte, maldita sea. Pero Tax, me hace jodidamente
débil. Conseguiré mi verdad pero su cuerpo húmedo y duro
presionado contra el mío me recuerda que es el único hombre que
puede darme las cosas que quiero.

Joder, lo deseo tanto pero no me rendiré a él, hasta que me dé más.


Mi sexo es el único poder que tengo porque aunque él nunca lo
admitirá, sé que él es débil por mí también.

Mi coño está tan listo que su cabeza se desliza dentro de mí, casi
sin esfuerzo y mis paredes se aprietan, anticipando que su polla
llene el vacío. Aunque el cuchillo todavía se clava en mi cuello, el
dolor se atenúa al darme cuenta del peligro, pero es sólo parte del
juego. No me hará daño. Lo sé.

Curvo mi columna hacia él, animándole a entrar en mí, para


hacerme olvidar quién soy ahora mismo. Si se mete dentro de mí,
con un cuchillo en mi cuello puedo culparlo por hacerme hacer esto,
en vez de a mí misma por permitir que esto suceda, pero a pesar de
la frustrada firmeza de su polla, se resiste, burlándose de mí con
su cabeza.

—Suplica.

Mis puños se cierran en consternación. Siempre hace esto, me hace


arrastrarme, dejándonos claro a los dos, que no importa cuán
grande sea su demostración de fuerza, lo deseo tanto como él. Pero
no puedo. No rogaré por alguien que no me quiere toda. Que me
abandona como si no significara nada. No le dejaré tener todo el
poder de nuevo. No voy a rogar joder. No hasta que sepa quién es
este hombre y que realmente le importo una mierda.

—No.

El cuchillo profundiza más. Esto es lo que realmente soy, Mia. Me lo


está diciendo, pero no creo que eso sea todo de él. He visto sus otros
lados, ya me ha mostrado demasiado para creer que es sólo un
bruto.

—He dicho que ruegues, joder. —Desliza la cabeza hacia afuera y


hacia adentro, electrifica mis labios con la excitación. Me muerdo
el labio y endurezco mi rostro para soportar la agonía de resistirle.
Odio decirle no a Tax.

—Me has seguido. Estoy aquí Mia. Te daré lo que quieres joder. Pero
mejor que ruegues por ello.

—Jódete —me estremezco—. Vete al infierno.

Me suelta el cabello de la cola de caballo ferozmente, el cuchillo me


presiona tanto que si me sacudo, me corta la piel. —No, jódete —
me empuja una vez, puntualizando su declaración. Ambos dejamos
escapar jadeos de intenso alivio y placer. Ambos nos fundimos en
ese momento de singular entrega.

Pero Tax no se rinde. Él da un poco y siempre toma más. Tan rápido


como está en mí, se retira. El aguijón del cuchillo contra mi
garganta se desvanece rápidamente y su calor abandona mi cuerpo,
dejándome húmeda y fría. Sus pies aplastan la grava mientras se
mete en sus pantalones de chándal y vuelve a meter el cuchillo en
la funda de su tobillo.

Me vuelvo para enfrentarlo, abandonada y frígida por la lluvia, mis


bragas todavía descansan en la parte superior de mis botas de
lluvia, sintiéndome desnuda aunque mi vestido empapado todavía
se aferra a mi cuerpo.

Lo miro fijamente, la lluvia en mi cara disfrazando las lágrimas que


se mezclan con ella. Pero mis labios tiemblan con desdén. Él me
está dejando. Otra vez. Todo está siempre en sus términos. Puede
que lo vuelva a ver, puede que no. He tratado de mantener la calma,
de no enfrentar su agresión con agresión. No me anduve con rodeos
el día que se fue de mi casa, pero aun así me he contenido. Lo
ataqué, pero no quería decirle cuánto me había herido. En ese
momento, sólo quería devolverle el daño.

Pero él necesita saber. Si quiere protegerme, si piensa que lo que


hizo fue bueno para mí, necesita saber la verdad. Me ha herido
hasta la médula. Me ha hecho sentir un tipo de dolor emocional que
ningún dolor físico puede igualar. No puede irse pensando que está
haciendo lo mejor.

Si realmente no le importa una mierda, entonces se irá sin ningún


cuidado. Pero si le importa, quiero que sienta el dolor que me está
haciendo pasar. Lo sentirá, joder. Sabrá que es un pedazo de
mierda.

Tax me mira, con sus ojos marrones decididos, pero las serpientes
a lo largo de su cuello se desvían. Su tatuaje es una señal. No puede
ocultar la tensión en su cuello y lo incómodo que se siente al
alejarse de mí.

No dice una maldita palabra, mirándome con ojos muertos antes de


darse la vuelta para alejarse.

Lo observo, su cuerpo es un monumento a la destrucción mientras


se aleja, dejándome en ruinas otra vez.

Y esta vez, me vuelvo loca.


Me subo mi ropa interior tan rápido que se enreda en mi vestido y
corro hacia él por la grava húmeda y fangosa.

—¿Qué mierda te pasa? —grito, tropezando con mis botas de lluvia


y aterrizando de rodillas. Las pequeñas rocas perforan mi piel, pero
el dolor es insignificante comparado con el fuego que sale de mis
pulmones. Cojo un puñado de grama y se la tiro. —¡Me has
arruinado! ¡Hijo de puta! —Me derrumbo, a cuatro patas llorando.
Agarro otro puñado y se lo tiro. La mayor parte de la grama y el
barro, pesado por la lluvia, apenas llega a él.

Sigue caminando, pero su cuerpo se vuelve más pesado con cada


paso. —¿Cómo puedes ser un bastardo sin corazón? —grito entre
lágrimas—. ¡Me has arruinado! ¡Dijiste que no te irías y luego me
tiraste como basura! ¡Dijiste que no te irías y luego te fuiste como
si me odiaras!

Me pongo de rodillas, las pequeñas roca escarbando más


profundamente en mi piel, como una especie de castigo
autoimpuesto por permitirme caer tan bajo.

—¿Qué te he hecho, Tax? ¿Por qué me odias tanto? ¿Qué hice para
merecer la forma en que me tratas? Me has hecho mucho daño.
Hiciste que me preocupara por ti y luego me abandonaste. ¡Maldito
bastardo! ¡Ni siquiera tienes las malditas pelotas para decírmelo,
imbécil! ¡Hijo de puta! ¡Hazte hombre, joder! ¡Enfrenta el desastre
que hiciste!

Tax finalmente se detiene, como si cada palabra fuera otro peso


añadido y finalmente era demasiado pesado para soportarlo. En el
momento de tranquilidad, tengo un momento de claridad mientras
la espalda de Tax me mira. Parece agotado, su cuerpo empapado de
lluvia parece que aguanta décadas de dolor. Mis palabras, le
lastiman. Mis palabras importan.
Y en lugar de gritar esta vez, suplico, con una semana de lágrimas
ocultas en mi voz; —Tax ¿qué te he hecho?

La lluvia comienza a caer y me hundo en cuatro patas, dejando que


las gotas me inunden. Miro las rocas grises y la suciedad, sin querer
ver cómo Tax se aleja de nuevo.

Sus pasos se deslizan por la grama pero esta vez el sonido se acerca.

Miro hacia arriba para ver a Tax parado sobre mí, con el agua
cayendo en cascada por su cabeza y hombros.

Sus ojos son pesados. —Nada, —dice en voz baja.

No es la respuesta que quiero oír. Tengo que saber por qué, tengo
que saber que esto no fue al azar, que hay un significado detrás de
todo esto. Me ofrece su mano.

—Dime, Tax, —digo, rechazando el gesto.

—Nada. —Vuelve a tenderme la mano.

—¡Mentiroso! —grito, apartando su mano de una bofetada.

Y ahora, Tax no me ofrece su ayuda para levantarme, me agarra de


las muñecas y yo lucho con él mientras me pone de pie. Discuto
con él y me deja ir, permitiéndome empujarlo y golpear mis
muñecas contra su pecho.

—¡Eres un maldito mentiroso! —grito.

—No lo soy Mia, —dice con calma. Su calma me frustra. Me hace


sentir histérica mientras Tax se mantiene firme, recibiendo la paliza
como alguien que sabe que se la merece.
—Hay más. Lo sé y tienes que decírmelo joder. Me debes eso. Me lo
debes.

Finalmente, se frustra y me agarra de los antebrazos, acercándome


a él. Nuestros cuerpos húmedos se aferran uno con el otro, y dejo
de pelear con él.

Los labios de Tax rozan mi oreja. —Sólo tienes una oportunidad


para alejarte de mí Mia. Te la doy. No puedo resistirme a ti. Estaba
haciendo esto por ti, —dice, respirándome en el cuello.

—No, tú estás haciendo esto por ti —le digo—. No puedes alejarte


de mí. No puedes prenderme fuego y dejarme como un montón de
cenizas.

—Nunca te dejé Mia. Pero, soy yo quien te hará daño. Te estoy


protegiendo de mí.

—¿Me estás protegiendo? ¿O a ti mismo?

El fuego entre nuestros cuerpos hace que el frío de la lluvia se


evapore de mi piel. Sólo soy yo en los brazos de Tax. Los elementos
se inclinan hacia nosotros. El tiempo se congela. Los sonidos se
callan.

—Joder, —dice Tax mientras me mete la mano en mi cabello mojado


y me da un beso tan apasionado que duele. No sólo mis labios, sino
que mi corazón se retuerce y se contorsiona en agonía. Ambos
sabemos que estamos jodidos. Seguimos luchando contra lo que
sea y seguimos perdiendo la batalla.

Me vuelvo flexible, moldeando mi cuerpo al suyo. Su disculpa está


en la forma en que su lengua se desliza contra la mía, la forma en
que su brazo envuelve mi cintura, la forma en que su mano anuda
la tela empapada de mi vestido. —Te lo debo, —dice, mientras sus
labios rozan mi cuello—. No hay nadie como tú Mia.

Mientras mi mente quiere respuestas ahora, mi cuerpo grita mucho


más fuerte, gritando por el alivio del toque de Tax. Desliza sus
manos hasta mi culo y me levanta mientras lo envuelvo con mis
piernas. Me lleva de vuelta a mi auto y me presiona contra la puerta
del conductor, sacando su polla. La guía mientras me deslizo hacia
él. La sensación que me llena es agonizantemente placentera.
Gimoteo a media risa, delirantemente abrumada por la explosión
de éxtasis.

Sus poderosas caderas me empujan de arriba y abajo sobre su


pesada y curvada polla mientras grito maldiciones y versiones
deformadas de su nombre. Sus fuertes dedos se clavan en la carne
de mi culo, haciendo rebotar mi coño contra su polla. Mi carne
húmeda golpea contra su carne húmeda. Las correas de mi vestido
se derrumban, mis tetas salen rebotando contra los labios de Tax.
Él agarra la carne entre sus dientes, provocando un camino
eléctrico desde mis pechos hasta las paredes de mi coño.

—Echo de menos follarme tu coño apretado. Probar tu crema.


Fuiste hecha para mí, —resopla mientras me maneja como una
bestia que arrasa con su presa.

Envuelvo mis brazos alrededor del fuerte cuello de Tax, asfixiando


su cara en mis pechos mientras intento amortiguar mis gritos en
su cabello. Él agarra la carne de mi culo con firmeza, empujándome
por su eje, apuñalándome por dentro. Echo la cabeza hacia atrás
en una agonía eufórica cada vez que su cabeza se hunde en lo más
profundo de mí.

Mi cuerpo se bloquea, mientras yo aprieto el suyo, tenso de


bombear dentro de mí como un estallido de energía se dispara a
través de mí. —¡Joder, Tax! —grito mientras la presión de mi peso
sobre su polla hace ineludible la intensidad del orgasmo. Me agarro
frenéticamente de su cabello y choco mis labios contra los suyos
regordetes mientras gruño y gimo en su boca. Él frota su pelvis
contra la mía mientras su polla saca hasta la última oleada de
placer de mi cuerpo. Su polla se hincha cuando mi orgasmo
disminuye y se libera dentro de mí, presionándome contra el auto
para hacer palanca mientras se empuja tan profundamente como
puede, llenándome con su cálida corrida.

Deslizo mis piernas hasta el suelo, pero no voy a liberar a Tax de


mis brazos. No quiero que se asuste y se vaya. Necesita enfrentarse
a mí. Necesita contarme todo.

Pero esta vez, se derrumba sobre mí, jadeando, las cuerdas de sus
músculos se suavizan con el alivio. Ambos necesitábamos sacarnos
eso de encima.

—Me vuelves jodidamente loco Mia. —Es como un poema que sale
de los labios de Tax.

—Entonces supongo que estamos en paz. —Dejo salir mi primera


sonrisa genuina en una semana. Acopló su cara en mis manos—.
Tax, es hora que hablemos.

—Lo sé, —dice, sus ojos llenos de temor. Hace un gesto para decir
algo, pero luego vacila.

—¿Qué es? —Yo pregunto.

—Ahora no.

—Ahora. Necesito que me des algo. Cualquier cosa.

Suspira, mirando la grava empapada debajo de nosotros. Su cuerpo


termina en mis brazos, la relajación de nuestro sexo ya está siendo
consumida por sus secretos. Lo que sea que tenga que decirme,
debe pensar que lo cambiará todo. Me tenso en respuesta a su
toque, preparándome para cualquier palabra que salga de su boca.

Finalmente, me mira a los ojos. Están nublados por el


remordimiento. —Mia, yo soy-era Sil.

Tax
Sabía que Mia estaba esperando fuera de mi edificio antes que yo
saliera. Tenía el presentimiento que podría aparecer eventualmente
después de su pequeña promesa de averiguar por qué la chantajeé.
Le dije al portero y a los de seguridad que si un auto con su número
de matrícula aparcaba en o alrededor del edificio, me llamaran. Mia
no es tonta. Es amable, pero es tenaz. Le creí cuando dijo que
averiguaría quién soy y por qué entré en su vida.

Tengo que admitir que todo este asunto de seguirme es un poco


caliente de su parte.
Y luego está la otra posibilidad, la que rezo para que no se haga
realidad: que aparezca en mi puerta diciéndome que está
embarazada. No es que no quiera que tenga mi hijo, es que quiero
que esté libre de todo mi equipaje. Así que, entierro ese pensamiento
y me digo a mí mismo que no va a suceder. La dejé antes que
pudiera hacer más daño del que ya he hecho y si sucede, tendré
que luchar con cada fibra de mí ser para mantenerme alejado,
porque eso es lo que sería mejor para Mia y nuestro hijo.
Probablemente me odiaría por abandonarlos, pero nunca sabrá
cuánto me torturaría mantenerme alejado. Y merecería que ella
pensara eso de mí, incluso si es una mentira.

Pensé que seguir a Mia esta semana haría las cosas más fáciles.
Egoístamente, podría observarla desde la distancia, tomar una
dosis de ella mientras se protegía de cualquier otro drama que
pudiera traer, pero sólo me hizo desearla con una intensidad que
era una tortura: noches de insomnio llenas de deliberación interna,
un dolor implacable en mis entrañas, una polla que no se calmaba.

Intenté hacerle creer que me importaba una mierda. Eso sería mejor
que la verdad, pero ella ve a través de mi mierda y no tiene miedo
de llamarme por ello. Normalmente puedo dejar fuera a la gente, es
un escudo que he usado toda mi vida, pero Mia ni siquiera se da
cuenta del escudo. Corta a través de esa mierda como un soldado.
Sus palabras fueron como balas, cada una atravesando la
armadura que una vez fue impenetrable.

Cuando me llamó cobarde, tenía razón. Mia se expone a mí con tal


intrepidez. Yo respondo marchándome. Sí, hago esto para
protegerla, pero tampoco quiero que Mia me odie. Me gusta que me
desee. Podría irme mientras estoy en control o podría quedarme y
ganarme su eventual odio.

Y si Mia descubre toda la verdad, me odiará. No hay otra manera.


Yo seré el que se quede solo en un montón de cenizas.
Pero al verla en el suelo, rota y abandonada, sabiendo que fui yo
quien le hizo eso sin ninguna razón, no pude convencerme más de
que lo que estaba haciendo era bueno para ella. No podía dejar que
pensara que no me importaba. Ella merecía saber que ella es mucho
más para mí de lo que yo nunca dejé ver. Y si está embarazada de
nuestro hijo, no puedo dejarla hacer esto sola, tendré que encontrar
una manera de controlar a Jude.

Vi sus ojos hinchados cuando se fue a trabajar todos los días la


semana pasada, guardando los recuerdos de lo que había pasado
entre nosotros para poder seguir dirigiendo Alea. Toda la semana
había estado luchando contra el impulso de terminar en su puerta
y hacer que las lágrimas se detuvieran pero me decía a mí mismo
que tenía que hacer lo correcto con ella y que su dolor temporal
valdría la pena, para evitar el mayor dolor de conocer la verdad.
Pero entonces se puso de rodillas. Me suplicó.

Y no puedo decirle que no cuando me ruega.

Si alguien tiene una deuda que pagar, soy yo. Ella merece saber
quién soy, qué nos pasó a Jude y a mí, por qué nos convertimos en
lo que somos.

Ahora estoy dentro. Mia y yo no tenemos elección, podemos intentar


correr, pero cada uno de nosotros sigue siendo arrastrado, como si
nuestra conexión fuera una fuerte corriente, tirando de nosotros en
su curso sin importar lo duro que nademos.

Le diré todo lo que pueda, será feo, pero puede ser suficiente.
Aunque hay algunas cosas que ella nunca puede saber. No se
merece ese tipo de dolor.
—¿Sil? ¿Qué? ¿Sil como Silvio? Eso no es posible ni siquiera te
pareces a él... —dice ella en respuesta a mi confesión, su cara
enmascarada en la confusión.

—Mia, eso fue hace 14 años, 36 kilos, y una pubertad retrasada.


Nadie me reconocería. ¿Realmente recuerdas cómo es Sil? ¿Aparte
de las características superficiales más obvias? Cabello largo, alto,
ropa negra. No has visto su imagen en catorce años. Nadie recuerda
a Sil, a nadie le importaba Sil. Sil desapareció un día y nadie se dio
cuenta.

—Lo hice, —dice.

Veo a Mia observar mi cara, buscando en sus recuerdos. Su boca


se abre en shock. —No tiene sentido. Las cosas que dijiste de ti
mismo... eso no era la vida de Sil.

—Bueno, algunas cosas eran verdaderas para Sil, otras eran


verdaderas para Tax.

—No puedo creerlo... —su voz se desvanece en la incredulidad—.


Tus ojos... pensé que había algo familiar creo que es por eso que
siempre me sentí segura contigo. No importaba cuánto te
esforzaras, había algo familiar dentro de ellos.

Miro a un lado, ahora siento que mis ojos son una especie de
vulnerabilidad. No me gusta la vulnerabilidad.

—Pero nunca tuviste un hermano...

—Conocí a Rex justo después de dejar a Clint.

—¿Qué pasa con tu hermana? Jude... Por supuesto... Judith...


Nunca la conocí por otra cosa que no fuera Jude. Dijiste que era tu
hermana menor, no tu melliza.
—Técnicamente, es más joven por unos minutos. Semántica.

—Dijiste que no eras cercano a ella. Recuerdo que estabas muy


cerca.

—Eso fue una mentira, lo admito. No quería que husmearas con


más preguntas sobre ella.

—Ni siquiera puedo aclarar mi mente... —Se desploma, temblando


como una brisa.

—Ven a mi casa, podemos hablar, pero vamos a ponerte ropa de


abrigo, —le digo, sintiéndome protector.

—No entiendo... —se dice a sí misma mientras la guío al asiento del


pasajero de su auto—. Pero, ¿por qué? Nunca te hice nada... pensé
que éramos amigos.

—Volvamos a casa, —digo saliendo del lote abandonado.


Capítulo 35
14 Años Antes
Esto es malo, realmente malo. No estoy seguro de lo que está
pasando, pero cada instinto básico me dice que me vaya de aquí.
No quiero correr y parecer asustado, así que retrocedo lentamente.

—Nada, hombre. No sabía que estabas aquí esta noche, —digo,


como si el hecho de que Tripp esté en el punto de encuentro en
lugar de Mia fuera una gran coincidencia.

Escaneo mi perímetro y veo que Tucker, el hermano mayor de Tripp


y delincuente de toda la vida, está parado cerca en las sombras. A
diferencia de Tripp, que es visto como un chico de oro y una futura
estrella del fútbol universitario D1, Tucker siempre ha sido un
descarado alborotador. En lugar de ir a la universidad, mi padre se
quejaba que Tucker tenía una cómoda oficina en la fábrica sin hacer
nada. Ni siquiera aparece la mitad del tiempo. Se le conoce por amar
las noches en el bar y por abofetear a algunas novias. Tripp y
Tucker juntos borrachos son malas noticias.

Miro a cada lado buscando una ruta de escape. Flanqueándome


están Huck y Curtis. Mi estómago se retuerce y la bilis sube por mi
garganta.

—Sólo me pregunto por qué quieres follarte a mi chica, —dice, con


una sonrisa de listillo, su postura se tambalea por su borrachera.
—No sé de qué estás hablando.

Tripp se ríe, mirando a los demás para asegurarse y se unen a su


coro de burlas. —Cree que Mia querría a un pobre, parte basura de
remolque, parte inmigrante, un flacucho como él. —Tripp saca una
nota de su bolsillo, agitándola en el aire.

Se aclara la garganta y entrecierra los ojos para leer la carta en la


oscuridad del bosque poco iluminado.

—Mia, creo que eres una persona increíble y te mereces lo mejor.


Sé que me consideras un amigo, pero yo te veo como algo más.
¡Awwwwww! —Lee las palabras con voz aguda, burlándose de la
dulzura de mis palabras.

Mis mejillas arden cuando lee las palabras privadas, ahora hechas
públicas para burlas y humillaciones.

—Oh, esta parte es mi favorita: Creo que te mereces a alguien que


te trate como a una reina. Puede que no sea asunto mío, pero te
mereces algo mejor que Tripp. —Me mira y se burla de mí—.
Entonces, ¿estás intentando que mi chica rompa conmigo?

—¿Cómo la conseguiste? —pregunto. Mis entrañas se estremecen


de mortificación. ¿Cómo podría volver a mostrar mi cara en la
escuela?

—Amigo, ella se rio mucho cuando leyó tu carta y luego me la dio.


Mia sólo estaba tratando de terminar su proyecto. Ella es amable
con todos. No le gustas. Has estado arrastrando la mierda fuera de
ella. Quiere que la dejes en paz y me pidió que me asegurara que
recibieras el mensaje.
—Bien. Ya lo tengo. No es necesario que cuatro personas entreguen
el mensaje, —digo.

—Creo que sí. Parece que has olvidado tu maldito lugar, maldito
raro. —Tripp golpea su pecho contra el mío, y el olor de la cerveza
caliente asalta mi nariz. Me recuerda al hombre cuya cabeza acabo
de golpear con una olla.

—No quiero problemas, —digo.

—Bueno, entonces tal vez no deberías ir por ahí causándolos.

Doy unos pasos atrás y me golpeo con una pared. Me doy la vuelta
y veo que es Tucker. Tripp y sus amigos son todos mayores. Todos
juegan al fútbol y Tucker solía jugar cuando estaba en el instituto.
Aunque todos tenemos la misma altura, cada uno de ellos me
supera por lo menos en 40 libras.

—Vamos chicos, lo entiendo, —digo.

Tucker me empuja hacia adelante en los brazos de Tripp y me


empuja hacia atrás. —Oh, ¿quieres empezar algo? ¡El loco de aquí
se cree un tipo duro! —Luego me mira a la cara, inclinando la
cabeza—. Parece que ya te han dado una paliza una vez esta noche.
Supongo que no le gustas a nadie, ¿eh? ¿Qué ha pasado? ¿Papá te
golpeó de nuevo? Todos en este maldito pueblo saben lo borracho y
perdedor que es tu padre.

—Cállate, —digo, hirviendo bajo mi aliento.

—No es de extrañar que tu madre se haya suicidado. ¿Quién querría


vivir con un marido así y un maldito loco por hijo?

—Mi madre murió al dar a luz. Ni siquiera sabes de qué estás


hablando.
Tucker se ríe detrás de mí. —Mi papá dijo que tu mamá se suicidó
después que tú y tu hermana nacieron.

El choque atraviesa mi cuerpo como una granada. Esto no puede


ser verdad. A Jude y a mí siempre nos han dicho que murió al
darnos a luz. Por eso papá nos odiaba. ¿Pero por qué Tucker diría
estas cosas de la nada?

—¿Sil? —La pequeña voz llama desde los árboles, buscándome.


Mierda, Jude.

—¡Sólo vuelve al auto! —grito, pero es demasiado tarde, llega al


claro y ve la conmoción.

—¿Qué está pasando? —pregunta, sus ojos se dirigen a los tipos


que me rodean.

—Le estaba contando a tu hermano cómo la puta de tu madre se


suicidó, —dijo. Ni siquiera lo pienso. Las palabras de Tripp,
diseñadas para la crueldad, me hacen enojar. Tal vez si fuera sólo
yo, podría haber resistido. Pero Jude, mi mejor amiga, la pequeña
fiera que se enfrentó a mi padre para defenderme, no debería tener
que escuchar esta mierda.

Me balanceo y doy un puñetazo justo en la mejilla de Tripp. Mi


mano dispara con un dolor agudo mientras se conecta y él retrocede
unos pasos. La satisfacción sólo dura un segundo mientras siento
que los brazos de Tucker se fijan en los míos, exponiendo mi torso.

Tripp se frota los labios y mira las puntas de sus dedos


ensangrentados. —¿Así que quieres enfrentarte con los chicos
grandes? Tal vez olvidaste quién soy. ¡Soy el puto dueño de esta
ciudad! —grita.
—Pégale, —dice Tucker, apretando sus brazos alrededor de los
míos.

Tripp da un paso al frente y me golpea en las tripas. El puñetazo se


siente como un misil disparado directamente a mi estómago,
provocando un tsunami de náuseas. Antes de poder jadear por aire,
lo hace una y otra vez.

—¡Basta! —Jude grita, tratando de alejarse de Tripp. Pero no somos


dos de nosotros contra un hombre tan borracho que apenas podía
mantenerse en pie. Se trata de cuatro fornidos adolescentes
atléticos mayores. No somos rivales.

Tripp la empuja al suelo. —Huck no la dejes ir. Ella hablará, —dice.

—¡Corre, Jude! —Grito a través de jadeos rasposos.

Jude trata de ponerse en pie y Huck, con sus seis pies, la agarra.
Ella patea y grita mientras él la aleja.

—Jude va a mirar, —me dice Tucker al oído y su aliento a cerveza


se añade a la sensación de malestar en mi estómago.

Luego me golpea muy fuerte, mi cuerpo, mi cara, mi cuello. La


cálida humedad de la sangre y los mocos me cubre la barbilla. Me
duelen tanto las costillas que si no fuera por Tucker que me
sostiene, me desmayaría hasta el suelo.

Finalmente lo hace, y la tierra fría y húmeda atrapa mi cuerpo.


Alivio. Esto finalmente ha terminado.

Pero pronto me doy cuenta de que no.

—¡Quiero estar en esta mierda! —Tucker dice, como si fuera su


turno en un juego de golf en miniatura. Un enorme ruido sordo
retumba en mi pecho cuando un pie hace contacto con la parte
superior de mi espalda. El dolor sube y baja por mi columna
vertebral mientras las estrellas explotan en mi visión.

—Espera, espera, —Tripp dice, con una pizca de risa en su voz—


Mostrémosle quién es su verdadero padre. —Miro hacia arriba a
través de los ojos hinchados mientras se quitan el cinturón.

—Por favor... —Gimoteo, levantando débilmente una mano para


protegerme.

Ahí es cuando distingo la voz de Jude gritando. Lo había apagado


antes. Sus súplicas guturales para que me dejaran en paz eran
demasiado difíciles de soportar.

—¡Cállala! —Tripp grita.

Quiero decirle que se detenga, pero cada vez que hablo, me ahogo
con sangre y saliva.

—¡Vas a matarlo! —Jude llora.

—Quizá deberíamos parar, —dice Huck—. Chicos, esto se está


saliendo de control.

—Huck, ¡cállate la boca! —Tripp grita—. No seas marica. Cúbrele la


boca.

Entonces las hebillas del cinturón llueven. Parece que cada


hermano está compitiendo con el otro para ver quién puede golpear
más fuerte. Tripp empuja a Curtis para que se una y añade su
cinturón a los violentos azotes. De alguna manera, mi camisa se
levanta, y atacan directamente mi carne, rasgándola con cada
latigazo. Cada vez que una hebilla fría cae sobre mi piel,
inmediatamente estallo en llamas de dolor. El calor viscoso se filtra
de cada nueva herida.

—Mierda, mi cinturón se rompió, —se queja Tripp.

—¡Woooh! —Curtis grita con una descarga de adrenalina.

—¡Dame eso! —Tripp le quita el cinturón a Curtis.

—Mierda, hombre, se ve mal, —dice Curtis—. Joder hermano,


vamos a tener muchos problemas.

—¡Cállate! —Tripp grita, golpeándome con el cinturón de Curtis una


y otra vez.

Finalmente, se detiene. El mundo comienza a oscurecerse


lentamente, pero yo lucho por mantenerme despierto. No puedo
dejar a Jude sola, tengo que ponerme de pie y sacarla de aquí.

—No, hombre, —oigo decir a Huck, mientras él y Tucker discuten


algo en un murmullo bajo. Me doy la vuelta y arqueo mi cuello para
mirar hacia arriba y ver a Tripp tocando a Jude. Se sacude y se
retuerce bajo sus manos.

Sin siquiera mirarme, Tripp habla. —¿Qué tal si te dejo follarte a


Mia, si me dejas follarme a tu hermana? Apuesto a que su coño está
apretado. Es tan jodidamente pequeña.

Esto no puede estar sucediendo. Esto debe ser una pesadilla. Esto
no sucede en la vida real. Sólo en las películas. Tripp y Tucker son
malos, pero nadie es tan malo.

—No, —digo, tratando de llegar a mis pies. Cada vez que levanto
una parte del cuerpo del suelo, me derrumbo. Mi caja torácica se
siente como si diez cuchillos se clavaran en ella con cada
respiración. La sangre y la saliva cuelgan de mi barbilla,
balanceándose como un péndulo con cada movimiento.

—Huck, no seas tan marica, —dice Tucker—. Sujétala.

—¡No! —grito, pero mi voz apenas es un susurro.

La cara de Huck está llena de temor mientras agarra más fuerte a


Jude y Tripp le sube la camisa. Se ríe. —¡No tiene tetas!

Tucker le aprieta uno de sus pezones. —Apuesto a que ni siquiera


tiene pelos en el coño, —dice, tirando de su cintura.

Su diminuto cuerpo patea y lucha bajo el agarre de Huck, pero él


prefiere sujetar a una chica indefensa en lugar de enfrentarse a sus
amigos. Curtis se hace a un lado, desplazando su peso
incómodamente, pero se ríe con los Pettit cuando hacen sus
desagradables comentarios.

Inhalo profundamente y con dolor. Siento como si las uñas bailaran


en mis pulmones, apuñalándolas sin piedad. Finalmente me pongo
en pie, arrastrándome hacia Tripp. Están tan ocupados
atormentando a mi hermana que apenas me notan.

Reúno todas las fuerzas que me quedan para atacarlos a todos, pero
con un solo tirón, simplemente me derrumbo encima de Tripp.

—¿Qué mierda? —dice, empujándome al suelo y pateándome en el


estómago.

Coge una botella del suelo y la balancea en mi dirección. Entonces


todo se vuelve negro.
El calor húmedo me despierta. Al principio, es casi reconfortante,
como si estuviera nadando en un océano cálido, pero luego el olor
me llega a la nariz, el sabor acre de los clavos de amoníaco en los
labios. Apenas puedo enfocar mis ojos, ya que todo mi cuerpo late
en un dolor unánime. Entonces mi oído se enfoca en el ruido de
una sola corriente de fluido que viene de arriba. Alguien me está
meando encima. Apenas tengo la energía para preocuparme. Al
menos hace calor, y hace tanto frío a estas horas de la noche, que
parece ser el único alivio físico disponible para mí. Probablemente
voy a morir esta noche. No veo cómo puedo salir de esto.

Entonces recuerdo a Jude. Mis ojos pasan de una sombra oscura a


otra, y finalmente veo una que se mueve.

—Hazlo, Huck. No estás con nosotros a menos que lo hagas, joder,


—la voz de Tripp es más difusa. Está incluso más borracho que
antes. La sombra es una joroba y se empuja hacia adelante y hacia
atrás, de forma dentada, deteniéndose durante segundos, sobre
una figura flácida. Gimoteo, tratando de hacer todo lo posible para
que la dejen en paz. Los empujes se detienen.

—¡No puedo! —Huck está sollozando—. Yo lo trate, ¿vale? Lo


bombeé. Ya es suficiente. Lo hice.

—¡Entonces usa esto, joder! —Tripp coge algo del suelo y se lo


entrega a la figura. Entrecierro los ojos para enfocar la forma y veo
que es una botella de vidrio.
Abro la boca para gritar, pero sólo salen de mi garganta ruidos
débiles y ásperos. Me levanto hasta los antebrazos y arrastro mi
inútil cuerpo por el esponjoso suelo del bosque. Usaré lo último que
me queda de vida para evitar que le hagan más daño a Jude. Algo
se agarra al cuello de mi camisa y me levanta.

—No te rindes, joder. Es demasiado tarde. Todos nos turnamos para


explotar su cereza. —Me suelta el cuello mientras las lágrimas
corren por mis mejillas y caigo al suelo. Una explosión de dolor sale
disparada en todas direcciones de mi torso y me enrosco en una
bola mientras gimo en agonía.

No me queda nada.

Nunca pensé que la vida fuera justa. Lo aprendí desde muy joven.
Pero hoy, aprendí que la vida es cruel. No es casualidad. Se dirige
a algunas personas. Gente como Tripp y Tucker viven con
impunidad. Tienen dinero, chicas y padres que se preocupan por
ellos. La gente como Jude y yo somos olvidados. No, somos peores
que olvidados. Somos los juguetes del destino. El destino es una
perra cruel y cuando pone sus ojos en ti, no puedes escapar de sus
planes.

Así que apelo a lo único que queda. Nunca creí realmente en la


oración. Solía hacerlo cuando era pequeño. Solía pedirle a Dios que
hiciera a mi padre amable. Dejé de pedírselo a los ocho años. Estaba
claro que mis oraciones no importaban pero ahora, estoy dispuesto
a dejar mi orgullo a un lado por mi hermana. Yo la metí en este lío.
Ella nunca debió haber estado aquí. Debería haber estado en casa
preparándose para la escuela mañana. Todo esto vino de mi
obsesión con una chica que se rio de mi carta sincera y se la pasó
a su novio para que la usara como un dispositivo de tortura. Mia
sabe quién es Tripp. Sabía que esto terminaría mal para mí. Tal vez
no la muerte, pero el dolor y la humillación estarían garantizados.
Ella no es quien yo pensaba que era. Fui un idiota al pensar que
una chica como ella me querría a mí.

Por favor, si hay un dios, si nos dejas a mí y a Jude sobrevivir a esto,


lo arreglaré. Seré fuerte. La compensaré.

Las botas crujen a lo largo de las hojas y ramitas secas, llegando


frente a mi torso. Tucker se arrodilla, me agarra por el cuello y
levanta el puño.

La oscuridad me cubre de nuevo.


Capítulo 36
Tax
Mia se sienta frente a mí, con el pelo aún mojado por la lluvia,
cubierta con una manta mientras las lágrimas le salpican la cara.
Es la primera vez que le cuento a alguien sobre esa noche. Los
eventos se han repetido en mi cabeza más veces de las que puedo
recordar, pero nunca los he recordado en voz alta. Incluso Jude y
yo hablamos de ello usando vagas referencias: lo que nos hicieron
esa noche; lo que pasó. Nunca nos permitimos revivirlo
abiertamente.

Para mí, es para evitar el auto-odio que se propaga porque permití


que mi hermana fuera violada y golpeada por una pandilla. Para
Jude, es la vergüenza de saber que su hermano fue testigo de
mucho de eso.

Nunca he hablado con Rex de ello, salvo en una referencia pasajera.


Él sabe lo esencial de esto por Jude. En cierto modo, es nuestro
cuarto hermano. Esa noche tiene vida propia. Vive con nosotros,
nos alimenta, nos da un propósito y refuerza nuestro vínculo. Rex
nos ama a Jude y a mí lo suficiente para saber que las cicatrices de
mi cuerpo y las del vientre de Jude son del mismo ataque. Eso es
todo lo que siempre ha necesitado saber.
Diciéndole las palabras a Mia, me sorprendió lo entumecido que me
había vuelto. Era como si estuviera contando una historia de terror,
no algo que hubiera vivido. Pero para Mia, podía sentir que sentía
cada golpe, cada violación, cada palabra dura. La vi sentir el dolor
por mí que ya no podía invocar.

—Siento mucho que esto te haya pasado. Pobre Jude... —Mia dice,
ahogándose en más lágrimas—. No entiendo cómo pudieron salirse
con la suya, —dice, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

—Estuve en el hospital durante días bajo sedantes, al igual que


Jude. Para cuando despertamos, Pettit había pagado a todos los
que importaban, incluyendo a mi propio padre de mierda.

—No puedo creer que haya salido con Tripp, ese asqueroso pedazo
de mierda. Rompí con él tan pronto como volví a la escuela después
que mi madre muriera. Era una pesadilla narcisista y estoy segura
que lloró a su padre diciéndole que cometió un error, suplicándole
ayuda. Eso es todo lo que hacía, fue hacer lo que quiso y luego llorar
a sus padres para que lo arreglaran.

—Bueno, lo que sea que hizo, funcionó. Porque todo el mundo fue
silenciado.

—Entonces, ¿pensaste... que te había tendido una trampa?


¿Pensaste que podía hacerlo? —Sus ojos se llenan de lágrimas sin
derramar—. Tax, dime que no pensaste que podía hacer algo así.

—Tripp tenía la carta. Dijo que tú se la diste. Tenía sentido para mí,
no creí que fuera digno de ti en ese momento. Tenía sentido para
mí que pudieras reaccionar así. En realidad, parecía más probable
que yo le gustara más que tú.
—Tax... nunca lo haría. ¿Cómo puedes pensar eso? Fui buena
contigo. —Sus labios se llenan de indignación.

—Mia, no sabes cómo es. Fuiste amada desde el día en que naciste,
Jude y yo, nunca nadie se preocupó por nosotros, excepto el uno
por el otro. Fue muy fácil para nosotros pensar que otra persona no
lo hacía.

La línea tensa de los labios de Mia se suaviza. Ella suspira, cerrando


los ojos por un par de segundos. La tensión de sus músculos se
disuelve mientras digiere mi perspectiva. Abre los ojos, asiente con
la cabeza y extiende su mano hasta mi muslo. Me tenso. Pero esta
vez, me permito recibir su toque. Ella no es la que causó las
cicatrices o la brutalidad. Tengo que entrenarme para recordarlo.

—Nunca, Tax. Nunca, nunca hubiera dejado que eso sucediera si


lo hubiera sabido, —dice con remordimiento.

—Ahora lo sé. Pero Mia, lo que nos pasó, te cambia. No quiero decir
que te traumatice. Quiero decir que te infecta con rabia. Te jode de
una manera que no se puede arreglar. El mundo seguía tomando y
tomando y nunca devolvió nada. No puedes dar mucho sin devolver.
Amor, comprensión, empatía. Jude y yo sólo dimos esas cosas, rara
vez se nos presentaron y esa noche tomamos lo último que nos
quedaba. Perdimos algo. No siento remordimiento. Odio el mundo.
Mi vida se convirtió en una misión para propagar el dolor diez veces
más. El dolor. El mundo nos dio eso en grandes cantidades. Yo tenía
mucho de eso para devolver.

—Tienes más que dar que dolor, Tax. No son esos hijos de puta. No
lo son, —dice con firmeza. Sus ojos se abren de par en par—. ¿Mi
padre?
No tengo el corazón para decirle la verdad. La rompería. Y si sabe
que su padre está involucrado, podría llevar a una línea de
preguntas que no quiero que siga. —No lo sabía.

—¿Por qué no se lo dijiste? Habría hecho lo correcto. —Él no es el


hombre que era para ti, Mia.

—Estaba demasiado asustado de mi propio padre. Amenazó con


hacer daño a Jude si no le mentía a la policía.

—Maldición. Ojalá lo hubiera sabido. Habría ayudado. Te prometo


que no tenía ni idea y si lo hubiera sabido, habría hecho que mi
padre te ayudara.

—Lo sé.

—¿Así que me buscaste porque pensaste que yo te hice esto?

Asiento con vergüenza. Es la única persona que puede hacerme


sentir con el más mínimo gesto o mirada. No es porque ella tenga
la intención de hacerlo, sino porque por primera vez, me importa
mucho lo que alguien piensa de mí.

—Y porque pensaste que yo era responsable de la violación de


Jude... ¿Querías hacerme lo mismo?

Joder. No quiero admitir que soy un violador. Soy muchas cosas,


pero no eso. Nunca tuve la intención de follarla, tenía la intención
de matarla, pero sé que sólo en mi mente retorcida eso suena mejor.
Trato de encontrar alguna manera de explicarlo todo.

—Quería asustarte. Cuando vi que reservaste ese servicio, era el


momento, fue perfecto. El resto simplemente ocurrió. Cuando fui a
tu casa esa noche, no iba a violarte, lo prometo. Pero cuando te
toqué y respondiste, no pude evitarlo.
—Fue la cuartada perfecta... —piensa en voz alta.

—Sí. Y luego una vez que estuvimos juntos, te deseé más. Sé que
tú también lo hiciste y la forma en que queríamos las cosas no era
típica. Pero aun así estaba enfadado. Me convencí que podía hacer
ambas cosas; tenerte y hacerte pagar. Por supuesto, me estaba
engañando a mí mismo. Supe tan pronto como empezamos el
acuerdo que algo estaba mal. No podía reconciliar que tú eras la
persona que nos había tendido una trampa a Jude y a mí. Y empecé
a querer verte más y más, mientras me odié a mí mismo por
traicionar mi promesa de hacer las cosas bien. Tienes que entender
que hasta la semana pasada, pensé que nos habías tendido una
trampa a Jude y a mí.

—¿Así que a pesar de pensar que yo había hecho todo eso, fuiste a
verme a Miami?

Me doy cuenta de lo confuso que debe ser esto para que ella lo
entienda, pero era igual de confuso para mí en ese momento. —Sí.
No pude detenerme.

—Conociéndome ahora como adulta, ¿cómo pudiste pensar eso?

—Apuesto a que no pensaste que yo sería en lo que Sil se habría


convertido. Era mi verdad Mia. Lo que te hice estuvo mal. Es lo
único que lamento.

—Lo es. Pero yo también soy parte de eso. Te dejé hacer lo que
querías y no tengo una excusa.

—No es tan simple, Mia. No te atrevas a culparte por nada. Esto es


culpa mía y no necesitas una excusa para ser quien eres. Eres
perfecta tal y como eres.
Ella mira hacia abajo y su suave sonrisa ilumina la tristeza de su
rostro.

—Si lo que pasó entre nosotros no se suponía que pasara, entonces


¿cuál era tu objetivo original? ¿Qué planeabas hacerme?

No quiero seguir mintiéndole a Mia. Pero debo hacerlo. Ella nunca


puede saber que tenía la intención de cortarle la garganta esa
primera noche. Algunas cosas nunca pueden ser olvidadas o
perdonadas.

—Mi objetivo original era asustarte esa noche en tu casa, luego


comprar Alea y aturdirte cuando te dieras cuenta que era la misma
persona que entró en tu casa. Luego iba a decirte en la sala de
juntas durante esa primera reunión que iba a cerrar Alea. Te
quedarías sin trabajo y también lo harían todos tus amigos.

Ella jadea. Hasta ahora, no entendía la profundidad de mi


venganza. Y todavía no lo hace, pero esta pequeña verdad es una
prueba.

—¿Habrías hecho todo eso? ¿Y el dinero? La compañía valía


decenas de millones.

—Era el precio que estaba dispuesto a pagar. Sabía lo importante


que era Alea para ti.

—Me habría devastado.

—Ese era el objetivo.

Inclina la cabeza en sus manos, dejando que su húmedo pelo


marrón caiga en cascada sobre sus hombros. No insisto en el
perdón, no hay excusa. Es la verdad. Es lo que quería en ese
momento. Ella suspira profundamente.
—Pero tú no lo hiciste.

—No lo hice.

—¿Por qué?

—Porque te conocí.

—Así que fuiste a por mí. ¿Fuiste tras los otros?

—Mia, no quieres saber las cosas que hice y no puedo decírtelo. No


soy un soplón y otros están involucrados. Prometí que te diría quién
eras para mí. Por qué vine por ti y eso es lo que he hecho. Sólo
puedo decir que he hecho algunas cosas feas, pero nunca pedí la
vida que me dieron. Todos los que tuvieron la suya merecieron
tenerla.

No puede saber que el tatuaje que sutilmente admira cuando


estamos juntos es un tributo a todas las personas que he matado.
Cada serpiente es otra persona con la que he acabado felizmente.
Es algo de lo que me enorgullezco y quedaba un lugar para ella.
Debido a Mia, este tatuaje nunca se completará. Su incompleto es
una dedicación a mi compromiso de protegerla.

Mia se pone de pie y viene a mí, se coloca sobre el otomano de gran


tamaño y apoya su cabeza en mi hombro. —Sé que algún mal
destino cayó sobre algunos de esos tipos. No tienes que decirme si
lo hiciste pero lo que sea que les hayas hecho, después de lo que te
hicieron a ti y a Jude, estoy segura que se lo merecían. Te conocí.
Eras amable, generoso y tenías un buen corazón.

—Sil está muerto. No existe. No soy Sil, Mia. Quiero dejártelo claro.

—Lo entiendo.
Ella desliza sus dedos a través de los míos. —Jude, ¿está por aquí?

—Ella y yo no nos hablamos en este momento.

—Creí que eran cercanos.

—Lo somos. Sólo tenemos una relación caliente y fría. Ahora


mismo, se apoya en el frío.

—Tal vez podría hablar con ella. Podría explicarle que no lo sabía.

—Ella lo sabe, se lo dije y ya no es Jude tampoco. Conservó el


nombre, pero no se parece en nada a la chica que recuerdas.

Mia me pasa un dedo por encima de la mano y en el antebrazo. La


suavidad de su toque envía calor a través de mis venas. No quiero
hacerle daño pero es lo que hago. Infligir dolor y sufrimiento. ¿Cómo
puedo convertirme en el hombre que esta mujer fuerte, hermosa y
de buen corazón merece? Todo lo que puedo hacer es advertirle,
como siempre lo he hecho, pero ella es persistente. Tiene una forma
de conseguir lo que quiere, incluso con alguien como yo.

Es un esfuerzo desesperado. Sigo alejándola, tratando de ponerla a


salvo y ella sigue corriendo hacia la casa en llamas para agarrarme.
Eso es lo que Mia es, eso es lo que siempre ha sido. Desde que la
conozco en una vida anterior, ha estado tratando de salvarme. Ya
sea fingiendo tener hambre para poder comer, haciéndose amiga
mía o permitiéndome la alegría de enamorarme en un momento de
mi vida en el que me sentía tan solo. Sil llegó a saber lo que es
enamorarse de ella. Tax sabía lo que era odiar por ella.

Y ahora, tal vez ella finalmente se está saliendo con la suya. Tal vez
a pesar de las quemaduras, los cortes y el humo que la han
obstaculizado, a pesar de mi persistencia en que corra y se salve,
se está convirtiendo en mi salvadora.

—Soy una persona dura. Digo cosas malas incluso cuando no es mi


intención. Si otro hombre te pone una mano encima, se la romperé.
Yo no hago el amor, ni tengo sexo, yo follo y a veces es duro. A veces
brutalmente. No me altero, me cago en la mierda. No juego limpio
con los demás.

—Dime algo que no sepa, —dice Mia con una sonrisa sarcástica en
su cara. Es ese descaro el que me hace querer inclinarla y golpear
su apretado trasero.

Quiero decirle que soy un mentiroso, que la he traicionado de la


peor manera posible. Maté a alguien que ella amaba. O que me
propuse quitarle la vida de la manera más brutal posible. Que
incluso tomo algo que debería ser un regalo de alegría, el regalo de
la vida y lo pervierto con mi mente retorcida. Pensé que de alguna
manera, dejarla embarazada podría compensar todo lo que le hice
al salvarle la vida y darle la familia que había perdido. Pero para la
gente normal, las vidas no son piezas de Lego intercambiables. No
puedes cambiar una por otra. No puedo compensar a la persona
que eliminé regalándole una nueva.

Y aun así, sigo bombeando mi semen dentro de ella, porque a pesar


de lo que mi mente racional sabe que es correcto, una parte de mí
todavía quiere conectarse con ella a ese nivel.

Mia ve mis buenas intenciones y piensa que eso es todo lo que


importa, pero las intenciones no valen nada cuando eres como yo.
Porque en el momento en que las intenciones viajan a través de mi
jodida psique e irrumpen en el mundo como acción, han sido
desmenuzadas y deformadas hasta que son destrozadas con bordes
afilados que cortan hasta el hueso.
Pensé que podía salvar a Mia de la muerte dándole la vida, pero me
da igual incluso cuando creo, destruyo.

Pero no le diré esas palabras, porque quiero que se quede. Le di la


oportunidad de irse y ella regresó y no tengo la fuerza de voluntad
para alejar a Mia de nuevo.

—Nunca seré una persona normal y no puedo ser controlado. No


debería estar con nadie. De eso es de lo que necesito protegerte. No
opero como la mayoría de la gente. Eres una buena persona,
deberías encontrar una buena persona.

Las palabras no tienen sentido, porque sé que a ella no le importa


una mierda. Ya se ha decidido.

—Ya lo he hecho, —dice, sus labios suaves besando las serpientes


en mi cuello.
Mia
Finalmente lo entiendo y quizás debería estar enfadada, pero no lo
estoy. Tax no quiere mi compasión, pero lo que les pasó a él y a
Jude es horrendo. ¿Cómo podrían no estar más que llenos de odio
y venganza?

Admito que me dolió oír a Tax decir cuáles eran sus intenciones
originales conmigo. Me dolió pensar que incluso creyó que yo era
capaz de esas cosas. Pero, todo lo que él conocía era el odio. Nadie,
aparte de su hermana, había sido bueno con él. ¿Por qué pensaría
que eso habría cambiado en las pocas semanas en que él y yo
fuimos amigos? No se necesitaría mucho para un joven que ha sido
decepcionado una y otra vez para creer que otra persona ha seguido
el ejemplo.

Y tal vez debería molestarme el que tomara la ley en sus propias


manos, pero a veces las circunstancias requieren otras formas de
justicia. ¿Quién sabe cuánto daño se les permitió hacer a los demás
porque nunca se les hizo responsable de lo que le hicieron a Sil y
Jude? ¿A cuántas otras víctimas se les pagó el dinero del silencio?
No puedo encontrar compasión por los hombres que violaron e
hirieron a la pequeña Jude. Hay tantas otras personas que merecen
mi empatía e incluso yo tengo mis límites de a quién puedo
extenderla.
Mientras veo a Tax cuidar de las heridas de mi rodilla, trato de ver
físicamente a Sil. Se ha transformado tanto a lo largo de los años,
que apenas puedo verlo, incluso ahora que sé quién es. Pero veo a
Sil de maneras que no son físicas. Tax dice que Sil está muerto, que
no queda nada del sarcástico pero dulce chico que conocí hace
catorce años, pero eso no es cierto. Lo veo en pequeños momentos
como este. Cuando no siente la necesidad de protegerse con la
agresión. Tax puede ser duro pero él no es cruel.

—Así que después de todo lo que pasó, ¿te escapaste?

—Sí. No nos sentimos seguros. Tan pronto como pudimos caminar,


nos escapamos mientras mi padre estaba en el trabajo.

—¿Cómo sobreviviste?

—Hice lo que tuve que hacer —dice—, trabaje duro. Ambos lo


hicimos. Jude hizo cosas que yo no quería que hiciera pero como
dije, algunas cosas te cambian. —No pido ningún detalle. Sólo
puedo imaginar lo que se tuvo que hacer.

—¿Cómo llegaste de eso a todo esto? —pregunto. Tengo que admitir,


como alguien que es ambicioso, que su tenacidad me impresiona.

Me mira de reojo. —Alguien me debía —dice a sabiendas—. Hay


muchas maneras de pagar una deuda. Es todo lo que puedo decir,
nena.

Nena. Me encanta cómo su voz gutural y ronca se envuelve


alrededor de esa palabra cariñosa, la maneja a la perfección.

—Entonces, ¿tu apellido? ¿Draconi?

—Es de mi madre.
—¿Alguna vez averiguaste la verdad? ¿Sobre cómo murió?

—Mi padre no me lo dijo. Después que Jude y yo nos recuperamos,


nos escapamos de casa, vivimos en la calle durante años. No tenía
los recursos para investigar pero al final lo hice. Se suicidó. No sé
por qué mi padre mintió, tal vez fue la única cosa buena que hizo o
tal vez estaba tratando de ser aún más cruel. Creo que estaba
avergonzado. Conoces nuestro pueblo. El suicidio tiene un gran
estigma. Éramos niños de todos modos. En cualquier versión de la
historia, ella muere por nuestra culpa.

—Tax, la depresión posparto no es culpa de nadie. Es un


desequilibrio químico.

—Pero si no hubiéramos nacido...

—No Tax. Estás aquí porque estás destinado a estar. Si nunca te


hubiera tenido, nunca habría conocido al amor de mi vida. —Oh,
mierda. A veces, soy un poco demasiado abierta. Tax ya ha
compartido tanto y esta palabra, esta pequeña palabra puede ser
como una bomba, incluso con un hombre normal. No quería dejarlo
caer así. No tan pronto después de todo lo que acabamos de pasar.

Tax se tensa de forma casi imperceptible, como si la palabra fuera


una ráfaga de viento invisible. Él aprieta mi rodilla.

Estoy paralizada por la incertidumbre en mi elección de palabras.


Eran honestas, pero muy pronto. Debí esperar más tiempo para que
esas palabras se profundizaran antes de decírselas a él.

Mi corazón se acelera, y ahora soy yo la que está rígida e inquieta.


Se vuelve hacia mí, su pelo recién secado, suave y oscuro se aplana
para parecer casi infantil, y me besa en la parte superior de la
cabeza. —Tú también eres jodidamente especial.
Capítulo 37
14 Años Antes
Después de ser informado por el pedazo de excremento caminante
que es mi padre que tendría que decirle al Alguacil Tibbett una
mentira descarada, me siento lleno de rebelión. No me importa si
papá me asfixia hasta la muerte, no dejaré que esos bastardos se
salgan con la suya por lo que me hicieron, mucho menos por lo que
le hicieron a Jude.

Un médico viene y me hace una ronda de pruebas. Me dice lo


"afortunado" que soy de haber salido del ataque sin heridas
permanentes, sólo huesos rotos, contusiones profundas y una
severa conmoción cerebral. Se lamenta que las laceraciones fueron
la parte más difícil pero cuando levanta mi manta y me desenvuelve
el torso, entiendo por qué. Parezco el maldito Frankenstein. Hay
puntos de sutura por todas partes. Sólo las heridas de mi torso
requirieron cientos de puntos de sutura. El doctor también me dice
que debo quedarme unos días más en observación y luego me darán
el alta.

Después, me dejan unos minutos solo, sollozando, el Alguacil


Tibbett se pavonea en la habitación con su bronceado traje de
policía. Tiene ese estereotipo de policía, con sus caderas
desplazadas hacia adelante y su pequeña barriga empujada hacia
afuera. Se quita los aviadores de la nariz.
—¿Cómo te sientes, muchacho? —Es como si le estuviera
preguntando a alguien que está resfriado, no a alguien que ha sido
golpeado con los puños, botellas, botas, hebillas de cinturón y luego
han meado.

Me limpio los ojos con mi brazo menos jodido. —No muy bien.
Quiero ver a mi hermana.

Suspira y tira de una silla al lado de mi cama, coge una caja de


pañuelos y la pone a mi lado. Yo no los toco.

—Está descansando. La tienen sedada para lidiar con el dolor.

Mis manos tiemblan con un odio hirviente por lo que esos animales
le hicieron. Incluso Huck, ese cobarde que se la folló mientras
lloraba. Él lloró. Como si fuera la víctima. Como si no hubiera
sujetado a una niña indefensa de 1,50 m en vez de dejarla correr a
un lugar seguro cuando tuvo la oportunidad.

—Bueno, entonces, ¿cuándo puedo verla?

—Después que hablemos, traeré a los doctores para que vean lo que
dices.

—Bien, te diré todo lo que recuerdo. Y ahora sé más. Pettit le está


pagando a mi padre para que me mantenga callado. Los chicos
Pettit y Huck McKinley y Curtis Collins, nos atacaron a mí y a
Jude…

—Woah, woah, woah, ahora ve más despacio y toma un respiro


aquí, Silvio.
Hago una pausa, entendiendo que necesita un relato cronológico de
las cosas. Esto incluye mi vergonzosa carta a su hija pero antes que
pueda debatir eso internamente, él continúa.

—Según tengo entendido, tú y Jude atacaron a tu padre después


que te dijera que no podías salir en una noche de escuela. Luego
robaste su camioneta, su dinero y huiste de la escena. Te detuviste
en el lago para tomar cerveza con tu hermana y unos transeúntes
que pasaban corriendo temprano por la mañana se toparon con
ustedes. Escucharon algunos crujidos en los arbustos, como si
algunos tipos hubieran huido. Los corredores deben haberlos
asustado. Tú y tu hermana tienen suerte. —Desearía que la gente
dejara de usar esa palabra para describirnos—. Tenemos reportes
de un vehículo desconocido y un grupo de hombres manejando por
el pueblo solo horas antes. Creemos que es quien los atacó.

—No. Te digo que sé quién lo hizo... y no robé la camioneta de mi


padre. Él me atacó, nos defendimos y Jude y yo no bebemos.

—He visto la cara de tu padre. Parece un hombre asaltado.

—De todos modos, sé que quien nos atacó... no fueron unos


bandidos. Fueron los Pettit...

—¿Los Pettit? —Se inclina hacia atrás en su asiento y suspira—.


Eso no es posible chico. Estaban con su familia esa noche. Huck y
Curtis pasaron la noche en la casa de los Pettit. Tenemos varios
testigos que lo confirman, incluyendo sus padres. Ahora, te
golpearon bastante fuerte...

—¿Estás bromeando? ¡Están mintiendo! ¿No puedes hacerle


pruebas a mi hermana? Fue violada.

—No puedo hablar de esos detalles contigo, hijo.


—Pero...

Tibbett se inclina y casi susurra. —Escucha, no quiero tener que


presentar cargos contra ti y tu hermana. Asalto y agresión, robo de
auto, robo menor...

Y fue entonces cuando me di cuenta que los Pettit no sólo pagaron


a mi padre, Tibbett también ha sido sobornado. Nadie es tan
estúpido, está mirando exactamente donde quiere mirar. Me está
dando mi historia. Todos los que importan están en esto. Jude y yo
estamos solos. Estamos rodeados de gente a la que se le ha pagado
para permitir que nuestro sufrimiento perdure.

—A la mierda, —digo.

—¿Perdón?

Usando el control remoto de la cama, me bajo, manteniendo mis


ojos entrecerrados hacia adelante. El techo en blanco de mi
habitación del hospital se parece a como me siento por dentro.
—Sí, estaba oscuro. No sé quién era. Sólo recuerdo haber caminado
hacia el bosque y eso es todo. Deben haberme golpeado de
inmediato.

—Bien. —Noto que no escribe nada, porque lo que tengo que decir
es irrelevante—. Tenemos una orden de búsqueda para un camión
que se ajusta a la descripción del que se ha visto en la zona. Nos
pondremos en contacto contigo y con tu padre con cualquier
novedad.

No lo miro. Sólo me concentro en el techo, tratando de no parpadear


pero cada vez que me derrumbo, las lágrimas ruedan por mis
sienes. Me pregunto si Dios me está castigando por no rezar y usarle
sólo cuando le necesitaba en el último minuto. Le prometí que si
vivíamos, haría esto bien, pero él va a hacer que sea lo más difícil
posible. Nadie, ni una sola maldita persona va a ayudarnos. Ni
siquiera la ley.

El Alguacil Tibbett, se levanta de la silla y camina tranquilamente


hacia la puerta. Antes de abrirla, se da la vuelta.

—¿Silvio?

No respondo.

—Sé que has estado trabajando con Mia para un proyecto y sé que
eso ya está hecho. Quiero que la dejes en paz. Tripp me ha dicho
que le has estado dando problemas, teniendo una idea equivocada
de su amistad. Es una buena chica. Pronto irá a la universidad.
Ella es todo lo que tengo. No quiero que se vea envuelta en
problemas. Por lo tanto, tus visitas a mi casa ya no son bienvenidas.

Mira al frente. No llores. No dejes que vean el dolor que han


causado.

La puerta se cierra detrás de Tibbett y luego estoy solo otra vez.

Mi pecho tiene espasmos mientras dejo que las lágrimas fluyan.


Capítulo 38
Tax
Estoy esperando que Mia se despierte. Me hizo prometer que iría a
correr con ella esta mañana. Normalmente me levanto alrededor de
las siete y los días que no estoy levantando pesas, me pongo algo
de ropa para correr y me voy, pero esta mañana, me levanto más
temprano que de costumbre y Mia se ve tan tranquila, que no tengo
el corazón para ni siquiera tocarla.

Así que me tumbo a su lado, observando su quietud. Ella duerme


tan tranquila. Recuerdo cuando solía dormir así. Desde que Mia
apareció, me doy vuelta tirándole un poco. Nunca he tenido tanto
que perder y tantas razones para perderlo.

No me siento mal por haber matado a Tibbett. Tenía mala salud,


cambió la justicia por dinero. Aparte de mi propio padre, nadie me
debía más que Tibbett. Era su maldito trabajo ayudar a los
indefensos pero cambió su ética por dinero. Como adulto, lo
entiendo mejor. Acababa de perder a su esposa, se enfrentaba a
criar a su hija solo. El dinero ayuda mucho con cargas como esa
pero no era cualquiera, tenía la obligación de ayudarnos a Jude y a
mí y eligió ponerse del lado de los corruptos. Sólo me siento mal por
haber herido a Mia. Odio tener que ocultarle esta verdad pero ese
es mi problema, no el de ella.
Me encanta mirar a Mia de cerca, su piel suave, la suavidad de sus
curvas, la forma en que su cabello oscuro cae sobre sus hombros
desnudos. Flashes de ese cuerpo retorcido alrededor del mío
mientras me la follaba anoche juegan en mi cabeza. Sus labios
suaves y regordetes llenos de color se envolvieron alrededor de mi
polla mientras su lengua se arremolinaba alrededor de ella,
haciéndola estallar. Sus gordas tetas, con sus perfectos y suaves
pezones, me encantan cómo se sienten en mi boca. Su olor ligero y
floral perdura en todo, así que cuando no está conmigo, me
encuentro pensando en ella en momentos inesperados. Todo en ella
me excita, como si hubiera sido creada a mi medida.

Pero no se trata sólo de sexo. Porque no quiero a nadie más. Nunca


antes me había dolido cuando alguien salía por la puerta. Nunca
sentí la necesidad de proteger. Nunca quise sentarme y no hacer
nada con alguien más, desde la primera vez que conocí a Mia en la
adolescencia. Eso es, hasta que volví a ver a Mia.

Mi teléfono suena con una llamada desde la recepción de abajo. Me


levanto de la cama en silencio. Es demasiado temprano para visitas
inesperadas.

—¿Hola?

—Buenos días, señor Draconi. Su hermana está aquí para visitarlo.

Puedo oírla quejándose en el fondo. Siempre ha tenido un pase libre


para subir, pero ahora que Mia ha pasado algunas noches en mi
casa, le he revocado ese privilegio. Jude es demasiado impulsiva
para descubrir a Mia en mi casa al azar.

—Dile que bajaré, pero no la dejes subir.

—Sí, señor.
Miro a través del montón de ropa en el suelo del salón que Mia y yo
dejamos anoche y me pongo una camiseta y un chándal. Salgo del
condominio y bajo las escaleras.

Tan pronto como la veo, Jude parece enfadada. La entiendo, se


siente excluida. Ese no era el objetivo, sólo tenía que hacerse.

—¿Qué pasa? —pregunto. No la he visto desde que la arrojé contra


la pared y amenacé con matarla.

—¿Y ahora qué es esto? ¿Ni siquiera me pueden dejar subir? ¿Es
así?

Me froto las sienes. —No. Sólo quiero privacidad.

Se enfurruña un poco. —¿Por qué estás haciendo esto? —pregunta


con lágrimas en los ojos. Miro a mi alrededor para ver si alguien
nota nuestra interacción y luego la tiro de su brazo a un área del
salón.

—¿Por qué estás aquí?

—Pensé en lo que dijiste y tienes razón. Tenemos que mirar hacia


adelante y yo estaba siendo una perra. Te voy a dar tu espacio, pero
no quería dejar de hablar. Así que, quería ver cómo estabas.
¿Quizás podríamos ir a desayunar?

—Me alegro que empieces a ver mi lado de las cosas. Me encantaría


ir, pero tengo compañía.

—¿Desde cuándo te preocupa echar a una de tus putas?

—Esta es la mierda de la que estoy hablando.


—Vale, vale. ¡Lo siento! —dice ella—. Sólo estás actuando de forma
extraña. No hemos hablado en semanas y ni siquiera me dejas
subir. Tener una chica arriba nunca te ha impedido dejarme entrar
antes.

—Tal vez estoy tratando de tener una relación normal y saludable.

Jude se ríe burlonamente. —Bien, puedo apreciar esta nueva


página que estás pasando, pero nunca serás Ned Flanders.

—Oh, jódete —digo, empujándola medio juguetón—. No es lo que


quise decir.

—Entonces, ¿quién es ella?

—¿Eh? —Justo entonces, mi teléfono zumba con un mensaje de


texto, lo miro.

Si saliste a correr sin mí, estás muerto.

Meto mi teléfono en el bolsillo lo menos obvio posible, tratando de


ocultar una sonrisa.

—Tengo que irme, —me levanto.

—Es ella. ¿No es así?

Joder. Es esa mierda de los mellizos.

—Jude, ahora no es el momento de hablar de esto.

Se aleja de mí, luego se gira bruscamente y me golpea con el dedo.


—Dijiste que terminaste las cosas con ella. Ese fue el compromiso.
Ella se iría; La hiciste sufrir. Hiciste que te amara y luego te fuiste.
Es la única manera en que puedo vivir con el acuerdo.

—Ahora no, —digo firmemente en voz baja mientras la miro


fijamente.

Jude se ríe. —Ella debe significar algo más, para que arriesgues
nuestra relación por ella.

—Ella no hizo nada y no estoy arriesgando nada, Jude. Eres tú


quien lo hace.

—No me lo creo.

—Tienes que irte Jude.

—Así que así como así, ya no significo nada. Después de todo lo que
hemos pasado juntos. Solíamos salir todos los días. Ya no me
necesitas en tu vida ahora que eres el nuevo Tax.

—Siempre serás mi hermana y siempre serás importante para mí.


Deja de ser tan dramática.

—Odio cuando me llamas dramática.

—Entonces no seas tan jodidamente dramática.

—Sigues siendo un tonto por ella, todos estos años después, —dice,
sacudiendo la cabeza.

—Vete a la mierda.

—Lo mismo digo.


—Bueno, en ese sentido, me alegra que estemos hablando de nuevo
y que estés dispuesto a cambiar de rumbo. Todo está bien y cuando
no estés ocupado, tendremos una larga charla sobre ello.

Cruza los brazos y me mira con desaprobación.

—Te llamaré y podremos salir sólo tú y yo en algún momento de la


semana. Te lo explicaré todo, pero tengo que irme.

—No puedo creerlo —dice, genuinamente dolida—. Es como si me


odiaras ahora. No quieres tener nada que ver conmigo desde que
ella entró en escena.

—Eso no es cierto. Nuestros problemas no tienen nada que ver con


ella.

—¡Tienen todo que ver con ella!, —sisea en voz alta.

—No tengo tiempo para esta mierda. Haremos la cena. Hablaremos;


no te voy a dejar fuera, te lo prometo. Te llamaré y te llevaré a donde
quieras para cenar, tal vez vayamos a Door Country el fin de
semana o algo así. ¿De acuerdo? Ahora me tengo que ir. —Digo
saliendo del salón.

Jude se enfurruña, con los brazos cruzados. —Tal vez no esté cerca
cuando finalmente tengas tiempo para mí.

—Te veré esta semana... —Digo, corriendo de vuelta al ascensor.

El aroma del café me llega en cuanto abro la puerta de mi casa. Mia


está de pie en la cocina completamente desnuda, esperando frente
a la cafetera.

—Bueno, maldita sea —digo.


—¿Adónde fuiste? pregunta inclinándose sobre el mostrador. Sus
ojos aún están hinchados por el sueño y su pelo es un desastre por
todo el tirón que soportó en mis manos.

—El portero tenía un problema de entrega. No fui a correr sin ti.


Siempre cumplo mis promesas, —digo, mi polla se levanta mientras
veo su cuerpo desnudo brillando al sol de la mañana.

Me acerco a ella y la presiono. La suavidad de sus pechos


almohadillados frotándose contra mi estómago hace que me duela
la polla con necesidad.

—Tenemos que correr, —dice, alejándose de mí.

Agarro su culo tan fuerte que se estremece. —Sabes lo que estás


haciendo. No hay versión de una historia en la que camines por este
condominio con las tetas y el coño fuera que no termine en que yo
te folle.

La hago girar y la inclino sobre la isla de la cocina y ella jadea


mientras le froto la mano sobre su coño mojado. —Maldita
seaaaaaaa Mia, sabía que lo querías, joder.

Deslizo un par de dedos dentro de ella y su calor cremoso los


envuelve. Mi polla pulsa en anticipación de ser envuelta por su coño
pero me encanta jugar con ella incluso si es un rapidito, hay formas
de hacer que su coño chorree para mí.

Rozo mis dedos en su punto G y ella ronronea como una maldita


leona. —Para Tax. Nunca hacemos nada, —gime, empujando sus
caderas contra mi dedo. Su protesta simula convenientemente,
mientras ella se folla mi mano.

Deslizo mis dedos, brillan con el jugo de su coño y lo paso por su


nuca, usando la punta de mis dedos para frotar la punta de sus
malditas y hermosas tetas. Ella acurruca su cuerpo contra el mío,
gimiendo desde la parte de atrás de su garganta. Agarro un pezón
y lo estiro mientras ella suelta este jodido y sexy gemido que hace
que mi polla se estremezca.

Agarro su teta con fuerza y la presiono hacia arriba. —Lame, —digo.


Se muerde el labio inferior, mirándome con vacilación, bromeando
con sus ojos marrones —Lame joder, —digo, apretando más fuerte.
Baja su barbilla y saca la lengua a lo largo de su pezón marrón
claro. Viéndola lamer el pezón así hace que mi polla grite por ser
tocada, así que la acaricio para aliviar la palpitación.

La giro lo suficiente hacia mí para poder lamer el resto de sus jugos


de su pecho y eso es todo lo que puedo soportar antes de reventar.

—Mierda, Mia. Te voy a follar tan fuerte que todo el edificio te va a


oír, —digo, mirándola de frente otra vez y agarrándole el cuello para
hacer palanca.

—Fóllame, —me ruega, metiendo su mano debajo para frotar su


coño—. Follaaaaaaame.

—Di por favor —gimo en su oído—. Te gusta rogar, ¿no?

—Por favor Tax, mete tu enorme y jodida polla dentro de mí. —


Mierda, está tan buena.

Me meto en su coño apretado, gruñendo por el apretado y caliente


agarre que me envuelve la polla. Ella suelta un gemido que suena
como un llanto. La forma en que gime podría hacer que mi polla
explotara en el acto si la dejo.

Me sumerjo en ella y luego mantengo mi polla dentro, frotando su


punto G con la cabeza. Separo sus mejillas exponiendo el botón
apretado de su culo.
Y entonces el pomo de la puerta empieza a moverse.

—Oh, mierda, —me quejo, a punto de correrme. Me salgo de ella de


un solo golpe. Las bisagras de la puerta se abren.

—¿Quién es ese? —pregunta cubriéndose el pecho.

—Agáchate —digo, justo cuando Rex entra por detrás de la puerta.


Ella cae de rodillas. —¡Oh, por el amor de Dios! —grito—. ¡Puedo
tener algo de privacidad, mierda!

Entonces siento los labios de Mia envolviendo mi polla. Oh, esta


pequeña descarada.

Rex no me mira cuando empieza a decir. —¿Desde cuándo el


infierno tiene privacidad, no me jodas?

Justo en ese momento, Mia empieza a hacer algo de movimientos


en mi polla con sus dos manos y su boca: chupar, retorcer, lamer.

—Oooh joder... —Digo, agarrando la mesa.

—¿Estás desnudo? —Rex pregunta.

—Vete, vuelve… en una hora. —Justo cuando digo eso, ella me


toma hasta las pelotas profundamente. Sus habilidades para
chupar pollas son tan mágicas como un puto unicornio.

—Ah vamos hombre, ¿qué demonios voy a hacer durante una hora?

Rex a veces puede ser tan tonto, para ser un genio.


—Rex, literalmente me están chupando la polla debajo de este
mostrador mientras hablamos. ¿Necesito escribir un puto cartel?
¡Vete a otra parte!

—Oh, mierda, hombre. Está bien. —Él sale. Dejo escapar un


suspiro de alivio. Entonces la puerta se abre de nuevo.

—Mierda, hombre, ¿está Mia aquí?

—¡Estás bromeando! —La risa de Mia zumba contra mi polla.


Debería haberlo puesto en esa lista con Jude. No le he contado
sobre mi reencuentro con Mia, pensando que volvería a Jude antes
que pudiera decírselo yo mismo.

—¡De acuerdo! —Rex dice volviendo a salir con un portazo detrás


de él.

—Uhhhh... —Echo la cabeza hacia atrás y me gusta la sensación


de la preciosa boca caliente de Mia en mi polla—. Ven aquí, —digo,
tirando de ella hacia arriba—. Lo que acabas de hacer estuvo muy
mal.

—Eres una mala influencia, —dice con una sonrisa.

—Ahora te voy a follar culo inteligente.


Capítulo 39
Mia
Hoy me siento como una mierda, me he despertado con náuseas y
con malestar para colmo, me ha empezado la regla. Todo este
asunto con Tax me ha hecho menos productiva estas últimas
semanas porque quiero pasar todo mi tiempo con él o pensando en
él. ¿Ya lo sé? Qué patético ¿verdad? Me he convertido en una
adolescente enamorada.

De todos modos, como tengo una empresa que dirigir, he insistido


en contra de los deseos de Tax, en que pase la mayoría de las noches
de la semana en mi casa lejos de él. Así puedo dormir bien y
también llevarme algo de trabajo a casa. Trabajo, debo añadir, que
he estado atrasada desde la semana en que me dejó. Mantuve un
rostro feliz para todos en Alea durante ese tiempo, pero mi
rendimiento todavía sufría. Me gusta recordarle que es su inversión
la que estoy cuidando después de todo, aunque ahora sé que
originalmente no tenía intenciones que floreciera.

Ahora, al entrar en Alea este martes al mediodía, siento que nunca


me pondré al día. Afortunadamente, lo que sea que haya hecho
parece funcionar, aunque mi período decidió que ella se presente
para su chequeo mensual. Perra.
—¡Buenos días, Mia! —Laney dice, mientras me dirijo a mi oficina—
¿Te sientes mejor?

—¡Buenas tardes! Sí, creo que comí algo en mal estado o lo que sea.
De todas formas, ¡me siento como un millón de dólares ahora! ¿Algo
que deba saber?

—Sí. Adán y Eva llamaron, los pasé a tu buzón de voz. Oh y Pete te


estaba buscando. Aaaa y el Señor Draconi está en tu oficina, —dice
presionando sus labios en una línea apretada mientras abre los
ojos.

—¿Espera qué?

Mantiene los labios fruncidos y murmura, apuntando su cabeza


hacia la dirección de mi oficina. —El señoooooor Draacooniiii está
en la oficinaaaaaa.

—Sí, eso ya lo oí.

—Lo siento, normalmente no dejaría entrar a nadie, pero él insistió


y es dueño de toda la compañía.

—No, está bien, —digo, dejando caer una carpeta y luego


derramando mi café en el suelo mientras me agacho para
recuperarlo—. ¡Mierda! —No he visto a Tax en estas oficinas desde
nuestra última reunión pervertida del martes por la mañana hace
semanas, y tenerlo aquí tan inesperadamente me lleva a esa
sensación de deliciosa ansiedad.

—Adelante. Lo tengo, —dice Laney, sacando mis carpetas de mis


brazos y casi empujándome en dirección a mi oficina.

—¡No me pases llamadas! —grito mientras me dirijo hacia mi


puerta.
Aliso mi vestido, pasó mis mano por mi cabello y abro la puerta.

Tax está sentado en mi silla, sonriendo como sabía que estaría. Le


encanta verme al límite. Lleva un traje negro, con una camisa
blanca y una corbata color mostaza que resalta los matices
aceitunados de su piel. Mis queridos ovarios, se ve sexy en ese traje
con su tatuaje asomando por encima del cuello. Cierro la puerta
detrás de mí. —¿Qué estás haciendo aquí? —Susurro.

—Esperaba una reacción mucho mejor que esa, —dice Tax,


inclinándose en mi silla.

—Bueno, hace tiempo que no te veo por aquí y no te esperaba.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, lo estoy. Gracias por preguntar.

—Bien, porque he venido aquí por algo, —dice, lamiéndose los


labios.

—¿Querías jugar al caballero? —pregunto.

—Oye, eres tú quien insiste en ir a casa sola, señorita


independiente.

—Bueno ya sabes, estoy dirigiendo tu empresa e irónicamente eres


una gran distracción para esa tarea y es en mi silla en la que está
sentado, señor.

—No olvides quién es el jefe aquí, —dice, poniéndose de pie.


Inmediatamente vuelvo a la mujer que estaba a merced de este
hombre oscuro. Cuando no está en Alea, yo dirijo el espectáculo,
pero en cuanto Tax se pone delante de mí, su cabello liso hacia
atrás, su cuerpo finamente envuelto en un traje Armani, me
convierto en su puta secreta. Y sí, me excita.

—Sabes que me voy por unos días esta tarde. Pensé que pasar por
tu casa ayer me sería suficiente, pero decidí que necesito tu coño
una última vez antes de irme.

—O puedes quedarte en la ciudad. Probablemente vas a ir allí a


tomar el sol de todos modos.

—¿Por qué todos piensan que no trabajo? —Tax pregunta,


exasperado. Sé que Rex lo molesta con esto, así que me sumo a
jugar con eso de vez en cuando—. Si fuera a tomar el sol, tú
vendrías conmigo. Es una mierda aburrida de desarrollo de bienes
raíces, como sabes.

—Tal vez es porque haces que todo parezca tan fácil.

—Ese es un buen punto. Aunque algunos de nosotros no


trabajamos tanto para mantener todo funcionando, —dice
juguetonamente.

—Estás celoso porque trabajo en una fábrica de consoladores como


te gusta llamarla. Es mucho más divertido que las cosas poco
convincentes que haces, —digo yo.

Tax se acerca a mí lentamente, con una mirada hambrienta


mientras me presiona. Vuelvo a estar contra la puerta y su pecho
firme me atrapa contra ella. Sus labios se acercan a una distancia
casi invisible de los míos.

Clic.

Ese sonido me trae una avalancha de recuerdos. Mucho ha


cambiado desde ese primer día. Sucedió lágrima por lágrima,
empuje tras empuje, beso tras beso, pero con el tiempo Tax y yo
hemos evolucionado en algo hermosamente feo. El doloroso viaje es
tan importante como este momento aquí, porque sin él, lo que
tenemos ahora no tendría el mismo significado.

Tax sigue siendo una bestia salvaje, pero ahora, es mi bestia


salvaje.

Desliza sus dedos alrededor de mi cuello y me tira hacia él,


presionando sus labios contra los míos. Murmurando en mi boca,
su cálido aliento se mezcla con el mío. —Vine aquí por mi coño.
Ahora dámelo.

Se adueña de mi boca, deslizando su lengua contra la mía,


dibujando mi labio superior con sus dientes. El calor se extiende
entre mis piernas, mis bragas se humedecen, como una respuesta
condicionada a su agresión sexual en este edificio.

Sus besos bajan hasta mi cuello, seguidos de mordiscos furiosos.


Le ofrezco mi nuca, como alguien que invita a un vampiro a chupar.
Tax me agarra el culo, arrastrándome hasta mi escritorio. Me sienta
en el borde, se detiene para desabrochar su chaqueta, mientras se
la arranca, yo desabotono su camisa, desabrochándola mientras se
agarra a mis rodillas y me tira hacia él. El vaso de mis bolígrafos se
cae y los bolígrafos ruedan por el acantilado de mi escritorio uno
por uno.

—Espera... espera... —Digo, presionando una mano contra su


pecho desnudo.

—No, —gruñe, empujando mi vestido hacia arriba.

—Tengo la regla, —digo con remordimiento, como si fuera mi culpa.


Se detiene, inclinando su nariz hacia mi cuello, como si le pillara
desprevenido. Un débil suspiro sopla a lo largo de los finos pelos de
mi cuello.

Por un momento, parece como si su humor hubiera cambiado.

Pero entonces Tax se ríe en mi cuello, su aliento hace cosquillas


detrás de mi oreja. Se endereza, mirándome a través de sus ojos
color chocolate. —Mia, ¿crees que un poco de sangre me asusta?

—Bueno, no pensé...

—Me importa una mierda tu período. —Él tira de mis bragas a un


lado y suavemente tira de la cuerda de mi tampón para que se burle
de mi coño con promesas de placer—. ¿Quieres hacer los honores,
o debería hacerlo yo?

Dios, ¿por qué encuentro esto tan caliente?

—¿Qué quieres?

—Mujer inteligente. —Me mira a través de unos ojos llenos de


excitación—. ¿Por qué no lo sacas por mí? Despacio. —Su voz es
áspera y baja, emergiendo de un profundo lugar de anhelo.

Tax retrocede para una mejor vista. Me pongo de pie y dejo que mis
bragas caigan al suelo, luego me deslizo de nuevo sobre el escritorio
y me muerdo el labio mientras me subo el vestido otra vez. Tax mira
con una sonrisa maliciosa mientras se desabrocha los pantalones
y saca su polla. Sus gruesos dedos se aferran a su eje y la mueve
de arriba a abajo mientras suelta un aliento persistente. Me mira a
través de sus ojos oscuros y excitados mientras paso mis dedos por
el interior de mis muslos, hasta mis rodillas y empujo mis piernas
para abrirlas.
—Tu coño es jodidamente precioso nena, —me dice.

Me lamo los labios mientras me llevo las yemas de los dedos por la
parte interior de los muslos, alcanzando el cordón de algodón
blanco.

—Sácalo muy despacio, deja que te haga cosquillas en los labios del
coño mientras sale.

Santo cielo, es tan pervertido.

Tiro de la cuerda poco a poco. Acabo de empezar mi período, así que


la sequedad causa algunas molestias, pero una vez que se libera, la
saco gradualmente, dejando que las fibras hagan cosquillas en la
carne de mi abertura.

Se me pone la piel de gallina en los brazos y muslos mientras Tax


me observa hacer el acto sucio, mientras se masajea la polla. Coloco
la cuerda sobre el cubo de basura y hace un pequeño ruido al caer
al fondo.

Tax se pone de pie, todavía sosteniendo su polla grande y ancha en


su mano. Se acerca a mí y la desliza por mi abertura. —Mi perfecta
putita, —me dice. Es un término de cariño. Soy una zorra para él y
para nadie más.

—¿Vas a ser capaz de permanecer callada? —Tax me pregunta, sabe


que siempre me hace gritar.

—¿Tengo elección?

—Aquí hay una póliza de seguro, —dice, agarrando su corbata y


enrollándola en una bola. Abro la boca sin que me lo pidan—. Ahora
voy a follarte fuerte. Te voy a lastimar, como te gusta. —Saca un
pecho del escote de mi vestido y me pone el pulgar en el pezón—. Y
tú te vas a quedar callada.

Muevo las caderas hacia adelante y hacia atrás, señalando que voy
a cumplir. Escupe en su mano y acaricia su gruesa polla,
mirándome como un depredador que se está preparando para su
presa y entonces sus ojos se estrechan mientras se mete
profundamente en mí. Gimoteo en voz alta y sólo es amortiguado
por la corbata en mi boca.

—Mia, no duraste ni un maldito empujón —gime—. Necesitas


hacerlo mejor.

Asiento detenidamente. Una vez más, se zambulle dentro y fuera de


mí. Colapso mi cara en su cálido pecho mientras lo rodeo con mis
brazos para amortiguar mi dulce agonía. Se impulsa
profundamente hacia adentro, tirando de la carne de la parte
posterior de mis muslos para que choquemos con cada bombeo.
—Mia, tu coño es siempre mío, me importa una mierda el día del
mes que sea, —gime entre uno de sus poderosos empujones.

La piel de mis muslos arde por la fricción de su agarre, pero sólo


ayuda a acelerar la necesidad de que el fuego salga de mi núcleo.
Me levanta del escritorio y se estrella contra una silla.

—Fóllame Mia. Usa mi polla para buscar tu orgasmo. —Sus dedos


arrastran las mangas de mi vestido para sacarme los pechos.

Pongo los pies en el suelo y reboto en su rígida firmeza.


Instantáneamente comienza la acumulación.

—Haz que tus malditas tetas reboten —dice, apretándolas en sus


manos mientras pasa sus labios húmedos por mis pezones y luego
tira de uno con sus dientes—. Haz que ese sucio coño se deslice por
mi polla, Mia. Córrete sobre ella.
Sus caderas se unen a las mías cada vez que caigo sobre su polla y
la profundidad que alcanza envía ondas de energía desde el interior.
Aprieto mi boca contra la corbata y entierro mi cara en el tatuaje de
su cuello, dejando que amortigüe los sonidos de mis gritos
orgásmicos.

Tax lanza un suspiro desde lo más profundo de su pecho mientras


usa su propia fuerza para correrse conmigo y yo lanzo otro gemido
mientras su gorda polla se expande, disparando su semen dentro
de mí.

Me recuesto en su pecho por unos minutos, mis ojos navegando por


el collage de cicatrices en su pecho. Una vez fueron como su tatuaje,
sólo una manifestación física de su misterio. Pero ahora, cuando
los miro, me duele el corazón por él. Y entonces me enfado. Intento
no mostrarlo, porque él no necesita más ira en su vida, pero las
cicatrices me recuerdan lo injusto que puede ser el mundo. Y aun
así, a pesar de la injusticia, la belleza emerge. Sus cicatrices
protegen un hermoso físico, la robustez y la belleza combinadas son
únicas de Tax. Nunca las miré como un defecto, sino como una
firma. Cuando solía pasar mis dedos a lo largo de su pecho, se
cerraba pero ahora es diferente. No hay ningún secreto y sabe que
no soy yo quien le ha abierto la carne.

Deslizo mi dedo índice a lo largo del montículo de sus pectorales,


encontrando ocasionalmente la carne levantada. Siento que me
observa en silencio. Hay algo en el aire entre nosotros, como si
quisiera decir algo, pero se retiene. No pasa nada. Sé que me lo dirá
cuando esté listo.
Tax
Solía llenarme de sentimientos de ira cuando tocaba mis cicatrices.
¿Cómo se atreve a tomarse la libertad de tocar la brutalidad que he
soportado a instancias suyas? ¿Cómo se atreve a fingir que su toque
podría curarme? Se necesitaba todo dentro de mí para no atacar,
pero incluso entonces estaba luchando contra algo.

Incluso cuando pensé que ella era la que me había tendido una
trampa, su toque inesperado me hacía sentir cosas que nunca me
había permitido sentir. Y ahora, mientras pasa sus delicados dedos
por los permanentes recuerdos del sufrimiento que Jude y yo
soportamos, ya no me siento en conflicto. Puedo permitir que lo que
sea que pase cuando ella me toque.

Cuando era niño, solía tener la compulsión de destruir las cosas


suaves y bonitas. Si pasaba por un parche de hermosas flores, las
pisoteaba. Si veía un arbusto con flor, cogía una rama y la golpeaba
hasta que el suelo se llenaba de pétalos dispersos. Las cosas que
nacieron hermosas, que fueron regadas y atendidas, me agitaban.
Nada debería ser tan fácil. La suavidad debe ser profanada y la
verdadera belleza debe ser ganada.

Mia me permite seguir cumpliendo con esa compulsión. Pero con


ella, puedo hacerlo sin destruir su belleza. Ella es fuerte, compasiva
y a diferencia de esas flores que se marchitaron y murieron cuando
las destrocé, ella florece. No hay nadie como Mia. Ella es delicada y
feroz. Cobra vida cuando se enfrenta a mi fealdad.

Creo que ella lo entiende, pero nunca lo he dicho realmente. No


puedo sacar las palabras de mis pensamientos. Lo hice una vez,
hace catorce años y cuando lo hice, todo se vino abajo. No quiero
que esto se desmorone. No quiero que esto termine. Tal vez si no lo
digo, no pueda desaparecer. Puede ser vulnerable para los dos, pero
nunca me abriré. Siempre que lo hago, la crueldad del mundo
encuentra la manera de filtrarse a través de esas fisuras.

Así que en lugar de palabras, le doy sexo y tacto esperando que


entienda que es todo lo que puedo dar. Ya le he advertido que es
todo lo que tengo a mi disposición.

Cuando Mia me dijo que tenía el período, mi primera sensación fue


de decepción. Fue puro instinto. En algún lugar de mis huesos
anhelaba algo que expresara la cercanía que siento con ella, apesto
para mostrarlo o decirlo y no hay mayor conexión que con la de un
hijo. Pero momentos después, el alivio me invadió. Realmente
podemos seguir adelante, libres de las consecuencias de las
mentiras que creí sobre ella.

Así que hay otra cosa que haré por ella. Algo que ella nunca sabrá.
No voy a reemplazar el próximo paquete de píldoras anticonceptivas
con placebos. Porque Mia merece una elección y ya no es una
estrategia para mantener a Jude feliz mientras tengo a Mia en mi
vida. Si Mia y yo alguna vez tenemos un hijo, será porque ambos
queremos, no como una ofrenda a Jude. Jude tendrá que aprender
a aceptar las cosas como yo lo he hecho. Lo que tengo con Mia nos
pertenece a nosotros y sólo a nosotros. Nadie más puede tener una
parte de ello.

Agarro su mano, tan pequeña y acurrucada en la mía y muerdo la


punta del dedo que rozó mi pecho.
—Tengo que tomar un vuelo, nena, —le digo.

—Ya lo sé. Esta reunión también está empezando a ser


sospechosamente larga. Laney probablemente tiene la oreja pegada
a la puerta, —suspira.

Mi teléfono suena y echo un vistazo. Es Jude. No he hablado con


ella desde que vino a mi edificio esa mañana. He querido pasar por
aquí, pero la mayor parte de mi tiempo libre ha sido con Mia y ahora
me ha surgido este viaje de último minuto. Ignoro la llamada. Me
pondré en contacto con ella tan pronto como vuelva del viaje. No
tiene sentido intentar explicarle por teléfono. Se quejará y gemirá
como siempre parece hacerlo en estos días. Le envio un mensaje
rápido diciéndole que me voy de la ciudad y que hablaré con ella
cuando vuelva. Luego tiro el teléfono a un lado y vuelvo a dedicarle
mi atención a Mia.

—Lo siento, es Jude —digo—. De todas formas, volveré el jueves.


Entonces te tendré todo el fin de semana y luego te encerraré en el
condominio, venderé tu casa y mudaré toda tu mierda.

—¿Es esa la forma de Tax Draconi de pedirme que me mude


contigo? —pregunta. Siento su mejilla presionando mi pecho
mientras sonríe.

—En realidad, creo que sí.

Se detiene un momento y se acurruca en mi pecho.

—Bueno, ya que lo pediste tan amablemente... pero sólo si hay


espacio para mi reproductor de CD rosa y plateado.

—Oh, mierda. El valor de mi propiedad va a caer en picado, pero


creo que tengo un lugar para ello. Oculto. En una caja. En lo
profundo de un armario. Donde nadie pueda verlo, —digo,
disfrutando de la música de su risa.
Capítulo 40
14 Años Antes
Han pasado tres días desde que me desperté y todavía no he visto
a Jude. Sigo pidiendo verla y todos evitan el tema, diciendo que está
sedada, o que se está recuperando. Hoy es el primer día en que se
me permite deambular por el hospital con muletas. Hasta ahora, el
dolor en mis costillas era demasiado severo para soportar mi propio
peso.

Por supuesto, mi primera parada es la habitación de Jude. El


hospital es pequeño y sólo toma minutos encontrarla, incluso a mi
paso lento. Hay dos camas en la habitación, pero la más cercana a
la puerta está vacía. La cortina está corrida entre ellas, bloqueando
a Jude de la vista. En la televisión hay una repetición de Salvados
por la Campana, su programa favorito.

Entro con dificultad en la habitación, miro a través de la cortina y


una fuerte corriente de náuseas me sacude las tripas. Se ve tan
pequeña en la cama, su cuerpo cubierto de moretones púrpura y
verde, su cara está arañada. Está durmiendo y yo me ahogo con las
lágrimas y los mocos que salen de mí, mientras asimilo lo que le
hicieron cuando estaba inconsciente a pocos metros de distancia.

Meto mi cara en el antebrazo, sofocando mis sollozos que estallan.


Mis sollozos ahogados despiertan a Jude y ella voltea el rostro y
abre los ojos.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta aturdida.

Me limpio las lágrimas. —Quería verte.

—No quiero que me veas así, —dice.

Todo el tiempo, fue Jude quien pidió no verme estos últimos días.

—¿Por qué?

Sus labios tiemblan incontrolablemente, sus ojos se enrojecen y


brillan con lágrimas. —Yo-yo-yo estoy avergonzada.

Entonces un torrente de lágrimas baja por su rostro y mis sollozos


ahogados se liberan. Durante minutos, ella y yo sólo lloramos. No
sólo por esto, sino por todo. Nunca nos habíamos permitido el
privilegio de la autocompasión.

Pero si hay algún momento para revolcarse en nuestras penas, es


ahora.

Me siento a su lado.

—Yo debería avergonzarme, no tú, fui el idiota que creyó que Mia
querría verme alguna vez. Usaron mi estupidez para tenderme una
trampa. Te hicieron daño, Jude. No hiciste nada malo. Ellos son los
que deberían estar avergonzados.

—Te hicieron mirar... —ella empieza a llorar de nuevo. Entiendo la


vergüenza. Aunque no es su culpa, la idea que su hermano sea
testigo de la pérdida de su virginidad de una manera tan
repugnante, todavía me duele la humillación. Me avergüenza haber
tenido que verlo también.
—No vi mucho. Siento no haber podido detenerlos; Me noquearon
una y otra vez. Intenté tanto detenerlos.

—Desearía que fuéramos más fuertes. Que pudiéramos haberlos


matado. Otra cosa que podemos agradecerle a papá, por ser de
crecimiento tardío. —Lo dice como una broma, pero sé que lo dice
en serio.

Nos sentamos en devastador silencio por un rato, hasta que Jude


reúne las fuerzas para hablar de nuevo.

—Sil... me dijeron que tenía una hemorragia y que tenían que


operarme. Que no podré tener bebés.

Me estremezco por la devastación, lágrimas que bien podrían haber


sido una lluvia de fuego en mi cara. Desde que éramos pequeños,
apreciaba cada muñeca como si fuera una niña de verdad. No
recibíamos muchos juguetes, así que cuando lo hacíamos era algo
importante. Me dijo que quería tener hijos que tuvieran una buena
madre y un buen padre como nunca tuvimos. Quería reescribir
nuestras vidas a través de sus propios hijos y ahora, incluso ese
don inherente que se le dio, la capacidad de hacer su propia vida,
se ha ido.

—¿Cuándo dijeron los médicos que podrías caminar? —le pregunto.

—Puedo soportar ir a hacer pis ahora, pero creo que falta una
semana para que pueda moverme de verdad. ¿Por qué?

—No estamos seguros aquí. ¿Papá te lo dijo?

—Lo sé, él dijo que te haría daño si lo contaba.


—No es sólo él, el Alguacil Tibbett, los Pettit, todos lo saben y lo
están encubriendo. No podemos vivir aquí. No dejaré que vayas a la
escuela y tengas que enfrentarte a esos imbéciles.

—Desearía poder matarlos a todos, hacerlos sufrir para siempre.

Asiento con la cabeza, deseando que hubiera una manera de hacer


volar esta maldita ciudad en pedazos.

—¿Qué vamos a hacer? —pregunta.

—Tan pronto como nos den de alta a los dos, cuando papá esté en
el trabajo, nos escaparemos. Y entonces, te prometo que un día
haremos que cada pedazo de mierda en esta ciudad pague.

Sollozamos en silencio hasta que no hay más lágrimas.

Será la última vez que llore.


Capítulo 41
Mia
T: No puede esperar a verte.

Ese es el texto que recibo de Tax el jueves por la mañana,


acompañado de una foto de su preciosa polla.

M: ¿Qué hay de la otra cabeza pegada a tu cuerpo?

T: Ya sabes la respuesta a eso. Lo que dije antes de irme es en serio, acerca que
te quedes. No es sólo Hércules el que habla.

M: ¿Hércules? Por favor, dime que te lo acabas de inventar.

T: ¿Lo hice?

M: Puedo perdonar cualquier cosa menos que nombraras a tu polla como


Hércules.

T: Estaba bromeando (no realmente). Pero es en serio la otra parte.

M: Ya lo sé. Y lo que dije como respuesta es en serio.


T: Bien. Ahora puedes dejar de fingir que haces cualquier otra cosa que pensar
en mí todo el día.

M: Igualmente, Tax.

T: Abordando. Te veré en unas horas.

Paso las siguientes horas trabajando en mi escritorio, tratando de


mantener fuera de mi mente la reunión con Tax. A eso de las 11:30
Laney me llama.

—Hola.

—Hola. Tengo una llamada en la línea de alguien relacionado con


los Draconi.

—¿Draconi? ¿En serio?

Nunca he hablado con nadie más relacionado a los Draconi, aparte


de Tax y me parece inusual que no me haya avisado con
anticipación que alguien más podría estar llamando.

—¿La persona dio un nombre?

—Sí, ella dijo que era importante. Se llama... Judith James.

¿Jude?

—Sí. Sí, pásamela.

Laney me pasa la llamada.

—¿Hola? ¿Jude? —pregunto.

—Sí, hola Mia.


—Oh Dios mío, ha pasado tanto tiempo. ¿Está todo bien? —Por un
momento siento pánico, recordando que Tax está en un vuelo y ella
es su pariente más cercana.

—Sí. Lo siento, no quise preocuparte. Esperaba poder hablar


contigo en privado lo antes posible. ¿Quizás encontrarnos alrededor
del almuerzo?

—Ummm... sí... sí. Claro. ¿De qué se trata? —Tax dijo que ella tuvo
un momento difícil aceptando lo que pasó. Tal vez está lista para
escuchar mi lado de las cosas.

—Se trata de Tax. Estoy preocupada. Necesito pedirte algo; Por


favor, no le digas que te busqué al menos no hasta después de que
hablemos.

—Vale... —respondo dudando—. ¿Podríamos hacer esto fuera de la


oficina? Lo preferiría así al tratarse de asuntos personales.

—Vale. ¿A mediodía funciona para ti? Hay un parque al otro lado


de la calle de Alea. ¿Sabes dónde está?

—Sí. Te veré entonces.


Mis rodillas se mueven hacia arriba y hacia abajo mientras espero
nerviosamente en un banco del parque a Jude. Casi siento la
necesidad de disculparme con ella. Aunque no hice nada, todos
estos años ella pensó que lo hice. Todos estos años en su mente, yo
le tendí una trampa que los llevó a ella y a su hermano a su eventual
tortura.

Y quiero decir que lo siento por lo que le pasó. Sé que no es mi


culpa, pero es como decir lo siento a alguien cuando pierde a un ser
querido. No aceptas la culpa sino que expresas tu pesar por la
tragedia misma.

En retrospectiva, siento que fui parte del problema. Me hice amiga


de Sil, pero eso no fue suficiente. No lo invité a sentarse conmigo en
el almuerzo, no le presenté a mis amigos. Como adolescente, el
impacto de esos pequeños actos ni siquiera se me ocurrieron. Era
más fácil mantener a Sil solo para mí. En cierto modo, me gustó
nuestra amistad secreta y no quería compartirlo.

Y Jude, vino a mi casa varias veces y se mantuvo ocupada mientras


Sil y yo trabajábamos en nuestro proyecto. Ella siempre fue
agradable, un poco más traviesa que Sil. Me caía bien. Pero
realmente nunca me acerqué a ella, podría haberla invitado a pasar
el rato conmigo y con mis amigas, pero simplemente dejé que las
apariencias ganaran.

Debería haber hecho más. Ser una buena persona en privado no es


lo suficientemente bueno. Lo sé ahora, pero no lo sabía cuando
tenía dieciséis años.

Alrededor de las cinco, veo a una mujer pequeña caminando por la


entrada del parque. Ella sigue siendo una cosa pequeña. Claro que
ahora es una mujer, así que es unos centímetros más alta y tal vez
pese unos 45 kilos. Es casi cómico lo pequeña que es en
comparación con Tax. Su cabello negro está cortado en un bob 6
marcado y está elegantemente vestida de negro, pantalones metidos
en unas botas de tacón alto, un blazer negro abotonado y gafas de
sol negras estilo ojos de gato. Recuerdo que en la escuela
secundaria, ella usaba muchos colores, mientras que Sil se vestía
como si estuviera en un perpetuo estado de luto. En este momento,
parece que su próxima parada podría ser un funeral.

Me levanto y saludo en su dirección, ella asiente y camina hacia mí.

—Jude, es tan bueno verte. De verdad —digo, extendiendo mis


brazos para un abrazo.

Ella acepta, pero el abrazo es un gesto vacilante.

Jude se quita las gafas de sol, revelando sus grandes ojos oscuros,
enmarcados por largas y gruesas pestañas al igual que Tax. Ella se
ha convertido en una mujer muy atractiva. —Aprecio que te hayas
tomado el tiempo para encontrarte conmigo. Me imagino que Tax
podría haberte dado una cierta impresión de mí así que gracias por
darme la oportunidad de explicar mi lado de las cosas. —Dice
mientras las dos nos sentamos en el banco.

—Por supuesto. Y bueno, Tax acaba de decir que estabas teniendo


dificultades para aceptar que las cosas no eran lo que pensabas
originalmente y solo quiero que sepas que nunca, nunca lo supe;
pensé que perdí la carta ni siquiera sabía que era una carta para
ser sincera. Si lo hubiera sabido, se lo habría dicho a mi padre y me
habría asegurado que llevara a todos ante la justicia.

Sus ojos oscuros se abren, y se inclina un poco hacia atrás,


aparentemente sorprendida por mi declaración. Ella ajusta su
posición en el banco para mirarme. —Yo entiendo eso. Pero Mia,

6
Corte Bob: es un estilo de media melena corta, donde la longitud de los laterales se
encuentra por encima del nacimiento del cabello en la zona posterior.
estoy aquí para decirte que hay algunas cosas que debes saber
sobre Tax. Cosas que claramente no te ha contado.
Capítulo 42
Tax
—Lo siento Señor Draconi, la Señora Tibbett salió a almorzar y
luego llamó para decir que no se sentía bien y que se iba a casa.
Ella ha estado luchando con un virus estomacal toda la semana,
cancelé sus citas pero hoy no vi nada con usted, —dice la asistente
de Mia, que obviamente me mira demasiado cada vez que entro en
la oficina.

—No, está bien. Estaba justo en el área y pensé que podría parar
para conversar. —Esperaba sorprender a Mia para el almuerzo. Le
envié un mensaje de texto desde el aeropuerto, pero no respondió.
Debe estar descansando en su casa.

Camino a su casa, me detengo en el mercado público de Milwaukee


y compro sopa de su lugar favorito. Eso es lo que hacen los buenos
novios, ¿verdad? Estoy aprendiendo en el camino.

Cuando llego a su casa, uso las llaves que me dio para entrar por
si acaso está tomando una siesta. Tengo mi propio par, de mis días
de venganza, pero me gusta usar las que ella me dio. Entro en el
vestíbulo y me dirijo a la sala de estar, donde se enciende una sola
lámpara y ahí es cuando la veo, sentada en el sofá inclinada hacia
adelante con el pecho temblando. Está llorando. Algo está mal.
Debe estar sintiéndose realmente enferma o alguien la lastimó. Voy
a matar a quien haya sido.

—¿Mia? ¿Qué pasa, nena? —pregunto, colocando la sopa en la


mesa más cercana.

Ella me mira, sus ojos hinchados y al rojo vivo. La he hecho llorar


antes, pero esta vez parece desgarrada. Esto es diferente.

—Jude me contó todo, —dice ella.

Voy a matar a esa pequeña perra.

—Woah, woah. ¿De qué estás hablando?

—¡Sabes muy bien de lo que estoy hablando! —Hace una pausa,


como si tuviera miedo de preguntar—. ¿Tú... mataste a mi padre?

Vergüenza. Ahí va, envolviendo mi pecho y apretando fuerte. Miedo.


Golpeando mi corazón como un tambor tribal. Voy a perder a Mia
hoy. Voy a perder lo mejor que me ha pasado.

—Cálmate. Déjame explicarte.

—¡No me calmaré! ¿Explicarme? Era una pregunta de sí o no, me


ibas a matar esa noche, la noche que entraste a mi casa. No viniste
solo para intimidarme. Me ibas a cortar la garganta, ¡Maldito
enfermo!

Aunque me paro sobre ella, mi interior se marchita hasta su punto


más pequeño. Ahora me siento enfermo.

Traté de explicarle quién soy realmente, pero ella no lo entendió. No


quería verla así, estaba tratando de protegerla de la fea verdad.
—Mia, nunca te haría daño.

—Todo lo que has hecho es lastimarme. Una y otra vez, y es mi


culpa por ser una idiota y pensar que podría salvarte. Es mi
estúpida mierda del complejo de salvadora.

—Me salvaste, —le digo, desesperado por aferrarme a cualquier


respeto o amor que Mia pueda tener por mí.

Pero esas palabras no tocan su corazón que está protegido por la


ira y la traición.

Ella me frunce el ceño. —Si tuviera pruebas, si mi padre no hubiese


sido cremado, no dudaría en llamar a la policía. Tienes suerte que
tu hermana haya dejado en claro que no hay rastro de nada de lo
que hiciste.

—Jude está tratando de destruir nuestra relación.

Mia se ríe incrédula. —Ella me dijo la verdadera razón por la que


no querías que nos conociéramos. Porque ella quería contarme
todo. La hiciste sonar como una especie de psicópata desquiciada.
Estaba perfectamente tranquila y bien cuando la conocí.

Mi desesperación se convierte en furia desquiciada cuando levanto


mis puños en mis sienes y grito. —Mia, ella está loca. ¿No puedes
ver lo que está haciendo? Ella te quería muerta. ¡He estado tratando
de evitar que te lastime!

—Bueno, estaba justo frente a ella hoy y no hizo nada.

—¿Estás segura de eso?


En algún momento durante los gritos, Mia se había puesto de pie.
Estaba demasiado abrumado para notarlo, pero sí noto cuando se
rompe de nuevo, sentada en el sofá.

—¿Por qué, Tax? Mi papá era un buen hombre. Entiendo lo de los


demás, pero tomaste a la única persona en la que podía confiar. Me
lo quitaste y me dejaste sola en este mundo. Me quitaron a mi mamá
y luego a mi papá... Eres un enfermo hijo de puta.

—Tienes que entender... no te dije cosas porque no quería hacerte


daño.

—¡Para! ¡Solo deja de decir eso!

—Mia, él podría haber sido un buen padre para ti, pero él era un
hombre diferente para mí y para Jude. No quería decirte esto... pero
él era parte del encubrimiento. Tomó dinero e incluso cuando traté
de contarle lo que sucedió, me dijo que nos arrestaría a Jude y a mí
por robar el auto de mi padre y atacarlo. Me dijo que nunca te
volviera a ver.

Ella se pone de pie. —¡Cállate! ¡No puedes hablar de él! ¡Era un


buen hombre!

—Entiendo por qué lo hizo. Tuvo que criar una hija solo. ¿Cómo
crees que te envió a Marquette con su salario? ¿Te ayudó a comprar
tu casa? ¡Mia, era dinero con sangre! ¡Mi sangre, la sangre de mi
hermana!

—¡Eres un maldito mentiroso! Mi madre tenía seguro de vida.

—Su póliza de seguro de vida era una mierda.

—¿Cómo lo sabrías? Oh sí, me has estado espiando durante años.


Estás loco y estoy jodidamente más loca por haber confiado en ti.
No puedo comunicarme con ella. El pánico surge cuando estoy allí
mirando a Mia escaparse de mí. Tengo que atravesar la ira, el dolor
y el miedo. No puedo perderla de nuevo.

—Mia, mi hermana pequeña de 36 kilos fue violada por un grupo


de adolescentes borrachos que la superaban en al menos 50 kilos,
me golpearon hasta casi matarme, luego la follaron con botellas
rotas, ramas de árboles, la golpearon, la patearon en el estómago.
La vi acostada allí sin vida mientras follaban su cuerpo inerte. Tu
ex novio y su asqueroso hermano obligaron a sus amigos a hacerlo,
para que ninguno de ellos dijera algo. Fueron tan crueles que le
quitaron su capacidad de tener hijos y tu jodido padre se hizo el de
la vista gorda. Dos adolescentes que él sabía que provenían de una
casa llena de abusos, que ni siquiera conocían a su madre, que no
tenía a otra persona a quien recurrir sino a él, a quien tenía la
responsabilidad de proteger, ¡les dio la espalda! ¿Quién sabe con
qué más se hizo el de la vista gorda? Cualquiera que sea el bien que
crees que hizo, ese solo acto lo definió.

—¿Qué te define?

—No lastimo a las personas a menos que me lastimen a mí primero.

Ella se ríe por lo bajo. —¿En serio? —Qué cosa tan hipócrita para
decirle.

—Tu papá pensó que era basura y me lo dejó claro el día que entró
en mi habitación en el hospital. Me dijo que nunca volviera a tu
casa. Estaba acostado allí, cubierto de puntos, huesos rotos, el
espíritu aplastado, y me dijo que no era bienvenido. No todo era
bueno Mia. Podría haber sido tu papá, pero era otra persona en una
larga lista de personas que me lastimaron.
—¡Cállate! —Mia grita—. ¡Fuera! ¡Te odio! No quiero volver a verte
nunca más. ¡Nunca!

Respiro y suavizo mi tono. —Joder. Mia, no quieres hacer esto.

—¡Fuera! No me importa si pones una cartelera de nosotros follando


en Times Square. Despídeme de Alea. No puedes arruinar mi vida
más de lo que ya lo has hecho. Eres un jodido psicópata. ¡Vete! No
me llames. No intentes volver. Si te veo en algún lugar a mi
alrededor, llamaré a la policía y conseguiré una orden de
restricción, —llora.

—Mia, no voy a renunciar a ti tan fácilmente.

La mujer que ha madurado para mirarme con felicidad en sus ojos


ahora me mira con devastación. —No importa, Tax. Porque me he
rendido contigo. Ahora vete, o llamaré a la policía.
Mia
Fiona Apple – Love Ridden

—Lo siento, Mia.

Esas son las últimas palabras que el amor de mi vida me dirá. Lo


expulsé de mi vida. Tuve que hacerlo. Hay algunas cosas que no se
pueden tolerar. Estoy haciendo lo correcto, pero el dolor en mi
pecho es tan profundo que no creo que pueda respirar. No creo que
pueda sobrevivir a este dolor.

Me odio por querer perseguirlo y tratar de arreglar esto pero no se


puede mejorar. El mató a mi padre. ¿Qué tipo de persona sería si
me quedara con el hombre que admitió haber asesinado a mi papá?

Odio a Tax por decirme lo que hizo mi padre. De paso me pregunto


cómo mi padre podría permitirse algunas de las sutilezas a las que
tuvo acceso durante los años posteriores a la muerte de mi madre.
Mi madre tenía un seguro de vida, pero estábamos abrumados por
un profundo agujero de facturas médicas. Simplemente disfruté los
beneficios y nunca pensé profundamente en cómo pudo haberlo
logrado. Mi papá probablemente obtuvo la mayor recompensa.
Como brazo local de la ley, tenía la capacidad de desviar la
investigación. La pelota se detuvo con él. Solo mi universidad eran
decenas de miles al año; hice un semestre en el extranjero, puso
cincuenta mil dólares para mi casa. ¿Cómo podría haber sido tan
ingenua como para no preguntar cómo un hombre que gana apenas
cincuenta mil al año podría permitirse enviarme a una universidad
privada de forma libre y limpia, sin préstamos ni preguntas?

Jude solo dijo que Tax mató a papá porque lo culpó por no
investigar la verdad. Si ella supiera más y no me lo dijo, es posible
que intentara sabotearnos. Jude y Tax son mentirosos, personas
que nunca tuvieron la oportunidad de desarrollarse y florecer como
yo. El sol brillaba sobre mí. Me amaron, mi madre me crió, mi padre
me protegió. Nací en un mundo de seguridad y protección. Jude y
Tax nacieron en las sombras, justo en el camino de un depredador.
Cada vez que se acercaban al sol, la bestia los golpeaba y así se han
convertido en almas retorcidas y deformadas.

Cuando se debate entre dos mentirosos, ¿a quién debo creer?

Si lo que dijo Tax es cierto, entonces soy una hipócrita. ¿Cómo


puedo ponerme del lado de Tax, hacerme de la vista gorda ante las
otras personas que arruinó y luego odiarlo por lo que le hizo a mi
padre?

¿Cómo puedo decir que estaba justificado en perseguir a todos los


demás asociados con el encubrimiento, pero de alguna manera
excluir a mi padre? Cuando Tax me dijo lo que hizo mi padre, fue
como si lo estuviera matando de nuevo. No pude soportarlo. No
podía aceptar el hecho que mi padre podría no ser el hombre que
pensé que era. Ahora me doy cuenta que podría haber sido como
todos los demás en Clint, si no eras uno de “ellos” entonces no
importabas.
Recuerdos de mi padre hablando de cómo la familia James era
basura, me vienen a la mente, recuerdos del tono cortante con el
que lo decía. Mencionaba como el Sr. James siempre estaba en la
celda por ebrio o por comenzar peleas, cómo Sil había sido
sorprendido robando en tiendas varias veces, cómo vivían en el
bosque en una ratonera, cómo Clint estaría mucho mejor sin esa
basura. Tal vez mi padre me trató como a una princesa, pero eso
significaba que veía a personas como Sil como campesinos.

Pero seguía siendo mi padre. El hombre que me sostuvo cuando


colapsé ante la noticia que mi madre había muerto. El hombre que
me enseñó a andar en bicicleta. El hombre que fue entrenador de
los juegos de fútbol de mi escuela secundaria. ¿Cómo puedo
quedarme con el hombre que acabó con su vida?

Tax puede culpar a Jude todo lo que quiera. Tal vez sus motivos no
eran puros, y tal vez omitió ciertos hechos, pero Tax mató a mi
padre. Esa es la verdad innegable.

Desearía poder decir que odio a Tax, pero no puedo evitar que las
lágrimas caigan. Ya hay un espacio vacío dentro de mí.
Simplemente no puedo apagar mis sentimientos por él. Incluso si
nunca lo vuelvo a ver, siempre anhelaré al hombre que mató a mi
padre y tenía planes de matarme brutalmente.

Me siento en el sofá por un rato, frotando mis sienes para dominar


el palpitar. Finalmente, me pongo de pie para hacer lo que he estado
evitando toda la tarde. Me acerco a la bolsa de Walgreens en el
mostrador de mi cocina y saco la prueba de embarazo. Mis manos
tiemblan incontrolablemente.

Esto no puede estar pasando. Mi vida no puede derrumbarse a mí


alrededor así. Soy responsable. Dirijo una empresa exitosa. Nunca
me he perdido un día de la píldora. Demonios, tengo una alarma
diaria para eso. Soy jodidamente responsable. Sin embargo, de
alguna manera, me he enamorado de mi chantajista, el hombre que
mató a mi padre, y puedo estar embarazada de su hijo.

Esa mañana que me enfermé por primera vez, pensé que había
llegado mi período pero resultó no ser más que unos dos días. El
período nunca llegó. Tuve los síntomas de un período: hinchazón
de los senos, letargo, mal humor. Algunas mañanas estaba enferma
del estómago. Pensé que tal vez estaba enferma además del período.
Solo después de una semana de retraso pensé que todos podrían
ser síntomas de otra cosa.

Respiro hondo y camino hacia el baño, a solo unos minutos de las


noticias que pueden cambiar todo el curso de mi vida.

Miro el signo positivo por un tiempo indefinido. A pesar de todas las


señales, me convencí que sería una falsa alarma. Nunca pensé que
tendría un embarazo no planificado. Eso solo les pasa a los idiotas
irresponsables. Sentimientos conflictivos de calidez y angustia me
invaden. Tax y yo hemos creado una vida. De los escombros
estériles de todo lo que ha sucedido, crece un pequeño brote.
Nuestro bebe.
Pienso en nuestro último momento de felicidad junta en mi oficina,
cuando me senté a horcajadas sobre Tax y descansé sobre su
pecho. Me pidió que me mudara con él. Éramos genuinamente
felices. Cuando somos solo nosotros, las cosas son mejores que un
sueño pero no somos solo nosotros, hay un mundo enfermo por ahí
y ha infectado todo el bien. Tax está roto sin posibilidad de
reparación. ¿Es incluso correcto exponer a un niño a un hombre
como él? Pero conozco a Tax, sus intenciones provienen de un buen
lugar. Se vuelven tan retorcidas que la bondad en ellas se vuelve
irreconocible. Nunca lastimaría a nuestro bebé.

El aborto está fuera de la mesa para mí, no porque esté en contra,


sino porque ya me siento apegada a la única parte de Tax que he
dejado creciendo dentro de mí. De todo el dolor y la muerte, se ha
creado una vida. Algo bueno e inocente para eclipsar el horror.

No quiero nada más que Tax esté aquí ahora, para que él me abrace
y me diga que él estará aquí para mí y nuestro hijo.

Luego, una avalancha de dolor entra. Él mató al abuelo de nuestro


hijo. No puedo conciliar esto. ¿Cómo puedo perdonarme si perdono
a Tax?

Lucho con estas emociones mientras me siento en la tapa de mi


inodoro mirando el resultado positivo. Ya extraño a Tax como si una
parte de mi propia alma se hubiera ido, y el conocimiento que una
parte de él está dentro de mí, solo hace que el anhelo sea más
profundo. Si fuera solo yo, podría hacerlo. Podría reunir la fuerza
para seguir adelante. Me dolería todos los días, tomaría cada
centímetro de fortaleza que tendría para mantener oculto el dolor,
y lo lloraría por el resto de mi vida. Incluso si aprendiera a amar a
alguien más por lo que es, nunca sería Tax. Incluso si me casara
con otra persona me sentiría viuda, mi vida siempre eclipsada por
el fantasma de la memoria de Tax.
Pero si tengo que mirar a los ojos de una niña que tiene sus largas
pestañas, escuchar su risa apagada, o un día ver a mi hijo tronar
los huesos de su cuello cuando sale de la cama, no podría soportar
la agonía diaria de esos pequeños recordatorios. Ecos de Tax en
nuestro hijo sería como una navaja que corta la misma herida
abierta todos los días. Nunca obtendría la distancia que necesito
para vivir de nuevo, porque viviría con una parte de Tax. Viviría con
una manifestación física de nuestro vínculo único y lo amaría más
que a la vida misma. Amar a alguien que es mitad de Tax siempre
mantendría mi amor por él en bruto, sin dejar espacio para nadie
más.

Tax solo ha visto dolor y traición, merece saber que es capaz de


hacer algo puramente bueno.

Mi padre se ha ido. Hizo algo reprensible. Todos hacemos cosas


malas, incluso las buenas personas pero tal como dijo Tax, a veces
una cosa es tan horrible que te define. El hombre que encubrió la
brutalidad de dos adolescentes inocentes fue mi padre. Era otras
cosas, pero también era ese hombre. Tal vez incluso ese hombre
antes que nada. Lo que le sucedió a mi padre nunca hubiera
sucedido si hubiera hecho lo correcto.

Y nuestro hijo no debería tener que pagar por los pecados de su


padre. Tanto Tax como yo sabemos lo que es perder a un padre.
Ambos sabemos lo que es pagar por sus pecados, él por el suicidio
de su madre y yo por la codicia de mi padre.

Nuestro bebé no pagará.

Entonces, tomo mi decisión. No sé cómo puedo seguir adelante con


esto, pero necesito decirle a Tax que lo amo. No de pasada, ni un
resbalón de la lengua. Pero decirle que lo amo y que no es un error
y no sé si puedo estar con él después de lo que ha hecho, pero él
necesita saber que no quise decir esas cosas que dije. Sobre
renunciar a él, o sobre él solo hiriéndome. Porque ha hecho mucho
más que lastimarme; me ha traído a la vida, me ha hecho sentir
emociones más altas y profundas de lo que nunca creí posible y
nunca me rendiré con él, especialmente cuando se trata de ser el
padre de nuestro hijo.

Dejo la prueba en el tocador del baño y salgo para encontrar mi


teléfono. Cuando llego al final del pasillo, veo una sombra en la sala
de estar.

—¿Hola? ¿Tax?

El regresó.

Entro en la sala de estar y encuentro a Jude sola.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?

—La puerta estaba sin seguro cuando echaste a mi hermano.

—¿Qué? Como lo supiste ¿Estabas afuera?

—Necesitaba mostrarle a Tax que realmente nunca lo amaste. Al


verdadero él. No dejaré que lo alejes de las personas que realmente
lo aman. Será más fácil para él seguir de esta manera.

—Jude, ¿de qué se trata esto?

—Sé que le diste esa carta a Tripp. Ustedes dos caminaron juntos
a casa esa tarde. Lo vi. Estoy segura que no pensaste que llegaría
tan lejos. Pero lo hizo. Nada personal, ¿verdad? Huck, Tripp,
Tucker... nada de eso habría pasado si no hubieras manipulado a
los chicos a tu alrededor y ahora se lo estás haciendo a Tax
nuevamente. Siempre te sales con la tuya.
—Jude, pensé que lo entendías. Ni siquiera vi la carta. Lo juro.
Nunca hubiera hecho algo tan malicioso. Lo siento, pero debes irte.
—Debería haber escuchado a Tax. Algo está mal sobre Jude. La
amabilidad que mostró en el parque ha mutado como una piel de
serpiente. Sus ojos oscuros se curvan con frígida satisfacción
mientras se enfrenta a mí en mi sala de estar.

—Nunca debería haber sido él quien te persiguiera. Debería haber


sido yo. Mujer a mujer. Es hora de que pagues, Mia.
Capítulo 43
Tax
—Hola, has llamado al correo de voz de Jude James. Deja un
mensaje.

—¡Responde tu maldito teléfono, Jude! ¡Contesta tu puto teléfono!


—grito, golpeando mi celular hacia el asiento del pasajero. Me
acerco y salgo del tráfico mientras acelero hacia su casa.

No sé qué le voy a hacer cuando la encuentre y no importa. Solo


estoy cegado de furia. Se llevó a la única persona que realmente me
hizo sentir menos que muerto por dentro. Jude no quiere que
termine la venganza, quiere que Rex, ella y yo seamos una pequeña
familia retorcida para siempre. Claro, Jude y yo fantaseamos con
una vida “normal”, pero ahora que estamos cerca, creo que Jude
está asustada. Ella no conoce lo normal. Joder, a ella quizás no le
guste lo normal. A mí no me gusta. La diferencia entre nosotros es
que quiero más y ella solo quiere lo mismo.

A Jude siempre le encantó el hecho que estuviera alejado de las


mujeres con las que me acostaba. Que solo la amara a ella. Me
dediqué a ella. Pero siempre vi un final en nuestra misión, y ahora
veo que Jude no quiere que esto termine. Ella tiene a los hombres
que quiere, no necesita buscar en otro lado. Ella siempre fue el
centro del mundo de Rex y de mi mundo. Seguir adelante con Mia
era una amenaza para eso y ella tuvo que arruinarlo para mí.

Desde esa noche, todo lo que hice fue hacer las paces con Jude pero
nada de lo que haga compensará el dolor y la pérdida. Solo está
enojada y quiere que todos los demás se pongan furiosos como ella.
Quiere creer que Mia hizo esas cosas. Porque de lo contrario todo
fue al azar.

No hay nadie a quien culpar. Y ni siquiera sería mi culpa porque


Mia no me manipuló, a ella le caía bien como persona. Fue solo el
destino. Esa perra. De alguna manera, Tripp recibió la carta, y el
destino encontró la manera perfecta de manifestar su crueldad.

Odia a Mia porque Mia es todo lo que nunca tuvo la oportunidad de


ser. Ella odia a Mia porque la amo. Odia a Mia porque ve a Mia como
esas flores que me gustaba pisotear, Mia lo tuvo demasiado fácil.

Jude estaría condenada si Mia también me atrapara.

Mia era bonita, inteligente y popular, y su papá la amaba. Claro que


perdió a su madre, un dolor que la mayoría de los niños nunca
deberían soportar. Pero Jude mataría por haber tenido dieciséis
años en la tierra con nuestra madre como lo había hecho Mia. La
vida era demasiado justa para Mia, y Jude iba a pisotear sus
pétalos.

Cierro la puerta de mi auto y corro hacia la casa de Jude, golpeando


la puerta con puños furiosos. Estoy a unos diez segundos de
patearla cuando Rex abre, sin camisa, solo en sus bóxer, con ojos
somnolientos a las dos y media de la tarde.

—Tax, ¿qué demonios está pasando?


Lo empujo más allá.

—¿Dónde diablos está Jude?

—¿Huh?

—¿Dónde está? —Pregunto, golpeándolo contra la pared.

—Tax cálmate. No lo sé, salió ayer y no ha regresado. Pensé que


estaba fuera viendo a uno de sus chicos.

Sus chicos. Es como Rex llama a los otros hombres a los que ella
folla mientras lo mantiene cerca.

Doy un paso atrás y lo dejo ir. —Ella le contó todo a Mia. Esa puta
perra. Mia acaba de perder su mierda sobre mí.

—Joder.

—¡Me dijiste que te asegurarías que ella no hiciera nada estúpido!

—Amigo. Lo juro, me dijo que te creía. Ella estaba actuando normal


y mierda estaba mejor de lo que he visto en mucho tiempo.

Es porque sabía que estaba a punto de obtener lo que quería.

Doy vueltas, pasando mi mano por mi cabello. —¿Qué demonios


está haciendo? —Pienso en voz alta. ¿Cuál es su objetivo? Ella sabe
que me enfurecería. Si ella hizo esto para mantenerme para ella,
¿por qué haría esto y desaparecería? Tal vez ella está esperando que
me calme, no lo sé.

—Necesitamos encontrarla. Ahora, —digo, moviendo un dedo en


dirección a Rex.
—Está bien hombre... está bien... déjame pensar, —dice Rex—.
Vamos, —dice corriendo hacia el nivel principal—. Déjame mirar en
su oficina para ver si encuentro algo, —dice.

Paso por la sala de estar, turnándome para llamar a Mia y a Jude.


No me importa si Mia llama a la policía. Necesito que sepa que iré
al final de la jodida tierra por ella. Necesita saber que no me rendiré
con ella.

Siento que estallaré con cada llamada perdida a las dos únicas
mujeres que me han importado.

Los sonidos de Rex hurgando en la oficina de Jude son


interrumpidos por él diciendo —mierda, mierda, mierda...

—¿Qué es? —pregunto desde el umbral.

—Oh hombre... no sé... esto no es bueno.

—¡Maldita sea, dime! —Grito.

—Su caja fuerte. Es algo que ella guarda para emergencias. Ya


sabes, nuestro plan de escapada.

—Escúpelo, maldita sea.

—Yo también tengo la combinación. Acabo de mirar, está vacía.

—¿Crees que ella se va de la ciudad?

—Tax, había al menos dos mil en efectivo y…

—¿Y qué?

—Un arma.
—¿Un arma?

A pesar del deseo de matar de Jude, siempre fuimos Rex o yo


quienes hicimos el trabajo sucio. Quería evitar que ella tuviera que
hacer eso. Jude no es de las que andan por ahí con un arma.

Rex y yo nos miramos y nos damos cuenta al instante de la


implicación de esa arma perdida. —Mia, —decimos al unísono. En
una fracción de segundo salimos corriendo. Rex se pone los
pantalones mientras corre, agarrando una chaqueta para ponerse
sobre su cuerpo sin camisa.

Le tiro las llaves para que pueda conducir mientras llamo a Mia.
Rex y yo ni siquiera hablamos. Operamos sin palabras con pura
adrenalina.

—¡Nena, por favor contesta tu maldito teléfono! Cierra las puertas


o ve a Alea y llámame desde allí. Si ves a Jude, corre. ¡No le hables,
solo corre!

Termino la llamada y sigo con un mensaje de texto.

Si Jude va a tu casa, no la dejes entrar. Quédate callada. Cierra tus puertas.


¡¡¡Contesta tú teléfono por favor!!!

—Vamos... vamoooooos... —Rex se dice a sí mismo mientras acelera


en la autopista.

Llegamos a la cuadra de Mia y Rex se dirige a la acera justo al lado


de la entrada. El auto ni siquiera se detiene por completo cuando
abro la puerta y salgo, tropezando con el césped cuando llego a los
escalones de su porche. Subo las escaleras de su porche y corro por
la puerta de su casa sin seguro.
—¡Mia! ¡Nena! ¡Mia! —Llamo. No hay respuesta. Debajo de mi propio
jadeo, escucho un gemido proveniente del pasillo que conduce a las
habitaciones. Miro hacia abajo y veo un pie asomándose por la
esquina.

—¿Mia?

Corro y doy la vuelta al pasillo para encontrarla tirada en el suelo


en un charco de sangre.

—Nonononono, —digo, levantando el cuerpo inerte de Mia en mis


brazos, golpeando su mejilla para mantenerla consciente. Levanto
su camisa para encontrar la herida. Hay tanta sangre. Tanta jodida
sangre. Mi mano se resbala y se desliza a lo largo del cálido calor
hasta que encuentro una herida en la parte inferior del abdomen.
—Nena, vas a estar bien ¿vale? —Aprieto el agujero de la bala y ella
gime.

—Tax... —levanta una mano hacia mi cara—. Nuestro bebé...

—¿Bebé? ¿Qué? —Mi mente está corriendo mil millas por hora,
tratando de darle sentido a todo—. ¿Estás embarazada?
Ella asiente.

—Oh Dios. Oh, Dios —gruño, meciendo a Mia de un lado a otro en


mis brazos.

—Oh, mierda hombre... —dice Rex cuando entra en escena.

—¡Dónde está la maldita ambulancia! —grito

—No vendrán. Esa arma tenía un silenciador. Vamos a meterla en


el auto, será más rápido. Ella lo logrará, ¿de acuerdo? ¡Pero
tenemos que irnos!

—Nena, sé que duele, pero presiona, —le digo, arrancando un


manto de su sofá, presionándolo sobre la herida y colocando su
mano sobre él.

Levanto a Mia del suelo, casi resbalando sobre el charco viscoso de


sangre.

—¡Vamos! —Rex grita. Por lo general, yo soy el que tiene la cabeza


fría, pero en este momento no puedo pensar con claridad y es Rex
quien tiene que mantener la calma por los dos.

Corro hacia el auto y me meto en el asiento trasero con ella. Los


ojos caídos de Mia están fijos en mí, mientras descansa en mi
regazo. — ¡Vamos! ¡Vamos! —Le grito a Rex. El auto rebota cuando
salta de la acera, y el motor ruge cuando él pisa el acelerador.

Presiono mi mano sobre la de ella, haciendo todo lo que puedo hacer


para detener el sangrado. Ella dice algo pero es inaudible en el caos,
así que me inclino. —Háblame nena, quédate conmigo, —
murmuro— Te llevaremos al hospital.

—Jude, —susurra.
—Lo sé. Lo siento mucho, Lo jodí todo. Nunca debería haberme ido.
—Es en ese momento que me doy cuenta que estoy llorando. No
solo estoy llorando, estoy sollozando en un estado de impotencia
histérica. No he derramado una lágrima desde el día que visité a mi
hermana después del ataque. Catorce malditos años sin permitirme
sentir otra cosa que no sea la ira entumecedora. Prometí que no me
dejaría sentir ese tipo de dolor otra vez y cumplo mis promesas.
Pero desde que conocí a Mia, todo lo que he hecho es romperlas. Me
encantaría romper cualquier promesa por ella. Mi pecho se agita
irregularmente, empujando un flujo interminable de lágrimas.

Presiono mi rostro contra el de ella, besando su frente húmeda. Su


temperatura corporal está bajando. Me quito la chaqueta y la cubro.

—Vas a estar bien. Nuestro bebé estará bien, —le digo. Es una
mentira. Mia se está yendo, y no hay forma a que un embarazo tan
temprano pueda sobrevivir a un disparo en la parte inferior del
abdomen.

Nunca debería haber dejado sola a Mia pero nunca pensé que Jude
haría algo como esto. Ella solo había matado a una persona, y eso
fue conmigo a su lado. Sobre todo, nunca pensé que Jude me
lastimaría así. A pesar de todos los ladridos de Jude, era yo quien
mordía.

Ni siquiera creo que a Jude le importara si Mia vivía o moría, solo


quería asegurarse que Mia sufriera la misma maldición que ella.

—Lo siento. No quise decir lo que dije —me dice con voz ronca—.
No me di por vencida contigo.

—Lo sé, nena. No te preocupes por eso. Lo siento mucho por todo
pero no puedes dejarme. —Aprieto mi cara con más fuerza contra
la de ella y le suplico en la oreja—. No puedes dejarme; No puedo
vivir sin ti. Eres la mejor cosa, nena. No hay nadie como tú, —
susurro, saboreando una mezcla de su sangre y lágrimas saladas
en mis labios.

—Nadie como tú, —dice ella, sacando una delgada sonrisa a través
del dolor.

Miro hacia arriba para ver dónde estamos. —¿Cuánto tiempo? —


grito—. ¡Date prisa, joder!

—¡Voy tan rápido como puedo! Otro minuto, —dice Rex


frenéticamente.

—Espera Mia, ya casi llegamos, —se ahoga desde el asiento del


conductor. Sus ojos están rojos, su cara está húmeda de lágrimas.
Rex había visto a Mia durante años y no creo que se haya dado
cuenta que él también se había apegado a ella, especialmente
cuando descubrió que era inocente.

Su rostro, generalmente iluminado por un resplandor color


durazno, se vuelve gris. Y le grito las palabras, he sido jodidamente
demasiado imbécil como para pensar en mí mismo. —Te amo. Te
amo Mia. Por favor no te mueras sobre mí. Oh Dios, por favor.

Las lágrimas fluyen de sus ojos. —Te amo, —dice ella—. Está bien...

Destellos de la impotencia que sentí cuando vi a Jude ser devastada


me alcanzan. Entonces hago lo que hice esa noche. No sé si
funcionará, pero intentaré cualquier cosa. No me importa si me
castigan nuevamente por rezar solo cuando necesito algo. O ni
siquiera creer en la deidad a la que rezo. Déjame caer, déjame sufrir,
solo deja que Mia viva.

El puntaje nunca estará parejo. Siempre hay daños colaterales. Es


como una forma deshonesta de interés. Cuando maté a las
personas que nos lastimaron a mí y a Jude, personas inocentes
también resultaron heridas. Niños perdieron a sus padres, un
pueblo entero perdió su sustento, hermanas perdieron a sus
hermanos. Nunca termina. Todo lo que Jude y yo hemos hecho es
propagar nuestro dolor como un virus. Ahora el puntaje se acumula
contra mí y ahora tengo una deuda que pagar. Y pasaré el resto de
mi vida pagando si eso significa que Mia no tiene que hacerlo.
Merezco el castigo, pero ella nunca mereció nada de esto. Ella
nunca mereció el portador de la destrucción que soy yo. Viviré en
la miseria todos los días si eso significa que ella puede vivir una
buena vida.

El día que descubrí que era inocente y salí de su casa, debería haber
salido de la ciudad. Debería haber cambiado mi nombre. Nunca
debí dejar que me encontrara de nuevo. Porque sabía que no debía
pensar que podía mantenerme alejado. No puedo decirle que no a
Mia.

Aun susurrándole al oído, murmuro. —Si existes, por favor, déjala


vivir. Me iré. La dejaré tener una vida normal. Le dejaré tener la vida
que se merece. La dejaré ser feliz. Haré esto bien. Por favor no la
dejes morir.

El auto se detiene por completo. Rex sale y abre la puerta. Miro


hacia abajo y sus párpados apenas están separados. —Nonono, —
murmuro para mí mientras salgo corriendo del auto hacia las
puertas correderas del hospital.

—¡Que alguien me ayude! —grito corriendo por la sala de


emergencias. Los pacientes jadean y cubren los ojos de sus hijos
mientras las enfermeras nos invaden—. ¡Le han disparado!

—Señor, necesita entregárnosla. —Como una colonia de hormigas,


la arrastran y yo me quedo allí en estado de shock, mi camisa de
vestir blanca empapada con la sangre de mi chica y del niño que
nunca conoceremos. —¿Señor? ¿Señor? ¿Qué pasó señor?

—Alguien le disparó. Entré y ella estaba en el suelo. No sé cuánto


tiempo estuvo acostada allí.

¡Su pulso tiene taquicardia!

¡Necesitamos un cirujano inmediatamente!

¡La presión sanguínea está cayendo en picada!

¡Consigue un tipo de sangre que coincida!

¡Necesitamos un carro de paro 7!

—¿Señor? ¡Señor! ¿Sabe si tiene alguna alergia a medicamentos? —


Una enfermera pregunta en voz alta, mientras veo
desesperadamente a Mia desaparecer detrás de unas puertas
dobles.

Me desplomo contra la pared más cercana en pura devastación.


—Ella está embarazada, —es todo lo que puedo reunir. No hay nada
que pueda hacer para salvarla. El destino, esa perra cruel y
despiadada regresó por más.

—¿Usted es su marido?

—No, pero yo soy el padre, no sé nada sobre sus putos problemas


médicos. ¡Deje de hablar conmigo y vaya a salvarla! —Le grito a la
enfermera.

7
Carro de paro: es una unidad móvil y compacta, que asegura, garantiza e integra los
equipos, medicamentos e insumos necesarios para atender en forma inmediata una
emergencia o urgencia tras la activación de un código azul, que amenace
inminentemente la continuidad y conservación de la vida.
—Herm... —Siento que las manos de Rex descansan sobre mis
hombros y mis rodillas se doblan por un momento—. Te tengo
hombre, —dice Rex, con simpatía—: Ella va a estar bien.

Me giro para mirarlo. Se ve como un jodido desastre. Su cabello


apunta en todas direcciones, no tiene camisa debajo de su
chaqueta, sus ojos están rojos. Ahí es cuando me doy cuenta que
ni siquiera usa zapatos. Él entiende lo malo que es todo esto. Rex
me conoce lo suficientemente bien como para comprender mi
reacción típica a la muerte. Él sabe que esto es diferente para mí.

—La escuché balbucear. —No puedo decir que está muerta.

—Los policías estarán aquí pronto, —susurra Rex.

Desde el ataque, he tenido una desconfianza inherente a la ley y su


capacidad de hacer justicia a quienes la merecen.

Jude. Necesito encontrar a Jude.

Los policías deberían estar aquí en cualquier momento ya que es


una herida de bala. Si no me voy ahora, Jude ya se habrá ido hace
mucho tiempo. Hice una promesa que haría esto bien y cuando se
trata de alguien que no sea Mia, cumplo mis jodidas promesas.
Capítulo 44
Tax
—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —Grito. Mis manos dejan huellas de la
sangre de Mia en todo el tablero mientras golpeo—. Necesito
encontrar a Jude de inmediato. Tiene que haber dejado algún
indicio de a dónde va en su computadora o algo así. Sabes cómo
mirar esa mierda, ¿verdad?

Rex se rasca la cabeza incómodo. —¿Qué le vas a hacer, hombre?

Hay una incertidumbre en sus ojos que no me gusta. Por supuesto,


sus lealtades están divididas. Está enamorado de Jude. —Detente,
—le digo entre dientes.

—¿Qué?

—¡Dije que te detengas! —Agarro el volante y lo empujó hacia un


lado de la carretera. Un conductor nos toca la bocina y por poco le
da al parachoques del auto.

—Tax, ¿Qué demonios?

Lo agarro por el cuello. —¿Dónde está?


—¡No lo sé!

Tuerzo la tela de su camisa en mis manos. —¡¿Dónde diablos está?!


Sabes algo maldita sea. Ella te cuenta todo.

Sus ojos bajan. —No sabía nada de esto Tax. ¿Qué demonios? Sabes
que nunca la habría dejado hacer lo que hizo si lo hubiera sabido.
Me cae bien Mia, hermano. —Suspira, sacudiendo la cabeza—. Yo
fui quien te convenció de darle una oportunidad, ¿recuerdas?

Me relajo y me doy cuenta que estoy fuera de control y tengo que


mantener la calma si quiero alguna posibilidad de hacerlo bien.

Rex suspira, las palabras salen de sus labios con amargura. —Jude
me envió un mensaje de texto mientras conducíamos al hospital.
No lo vi hasta que entraste.

—¿Y me lo ibas a esconder?

—¡No quiero que la mates! —grita—. ¡Ella es tu jodida hermana!

—Ella es mi hermana y necesito verla. Rex, no puedes mantenerte


al margen de esta puta batalla, no puedes simplemente salirte del
camino. Estás en esto, justo en el medio. Si no me dices lo que
sabes, estás jodidamente muerto para mí. —Aprieto mi agarre
alrededor de su cuello.

—Tax, creo que todos necesitamos pasar desapercibidos. Sólo


enfriar nuestras cabezas.

Lo levanto y lo golpeo contra su asiento. —Tienes una puta


oportunidad más para decírmelo. Haz lo correcto. No elijas a Jude
por encima de mí. Juro por Dios que lo lamentarás por el resto de
tu vida. Sabes, no importa lo que sientas por ella, lo que hizo, ¡le
disparó a Mia! —grito de frustración.

Las lágrimas caen por los ojos de Rex. —No puedo elegir, hombre...

—No tienes otra opción —le digo, relajando el agarre en su cuello—


Esta mierda se termina.

Cada palabra sale de su boca como un peso pesado. Por una vez,
tiene que elegir entre las dos personas más importantes de su vida.
Rex no es como yo o Jude. Él arruina las cosas, pero es por lealtad
feroz hacia nosotros, nunca por malicia. Pero él sabe en el fondo
que por más apego que tenga hacia Jude, ella está jodidamente
equivocada en esto.

—Su mensaje vino de un número celular diferente. Quería saber


qué estaba pasando. No estaba segura de lo que sabíamos. Solo
sabía que estabas enojado con ella por contarle todo a Mia. No creo
que ella sepa que encontramos a Mia o que incluso sabemos lo que
le sucedió todavía.

—¿Y?

—Ignoré la pregunta. Le pregunté dónde estaba. Ella no ha


respondido. Solo quería quedarme al margen.

—Lo siento hermano. Esta vez no.

Conecto la línea de tiempo de los eventos. La última vez que llamé


a Jude, iba camino a su casa, enojado por la discusión. Si se
esconde en algún lugar, no sabe qué sé que tomó su arma y dinero.
Ella no sabe que encontré a Mia muriendo en un charco de su
propia sangre. Puedo usar esto como ventaja.
La mejor manera de encontrar a Jude es darle lo que quiere, ser
necesitada. Para ser el hombro en el que me apoyo.

Libero el cuello de Rex y agarro mi teléfono celular.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta.

—Dame el nuevo número. Le estoy enviando un mensaje.

¿Dónde estás? Necesito hablar contigo. Lamento haber reaccionado de forma


exagerada. Tenías razón sobre Mia. Ella me echó de su casa. Ahora está en el
hospital y nadie me dará detalles. Creo que ella podría haberse lastimado. O...
¿fuiste tú? Si lo hiciste, ahora entiendo. Nunca debí haberme salido del curso.
Me enamoré de su mierda de nuevo. Debería haber terminado las cosas como
lo planeamos.

Es una posibilidad remota, pero nadie conoce a Jude como yo. Ella
nunca ha estado sola. Es su mayor miedo y ahora, le estoy
permitiendo creer que el esquema finalmente está funcionando.
Que tiene la oportunidad de cabalgar hacia el atardecer con nuestro
plan original. Jude puede ser fría y calculadora, a veces
aparentemente impenetrable. Pero conozco las partes de ella que
son fáciles de manipular, partes que son casi infantiles.

Comenzamos a conducir de regreso a la casa cuando recibo un


mensaje del nuevo número.

J: Hice todo esto por ti. Te amo. No podría soportar verte enamorarte así de
ella. Sabía que iba a lastimarte de nuevo. Ella no te ama, solo amaba una
versión tuya que presentaste. Tenía que mostrarte eso para ahorrarte el dolor.
No es como nosotros. Ahora todos podemos seguir adelante.

T: ¿Dónde estás, Jude? Si hiciste esto, las cosas se pondrán difíciles para ti si
ella lo logra. Necesito asegurarme de sacarte del país de manera segura.
Ella sabe que necesita mi ayuda. Ya está jodida enviándonos
mensajes a mí y a Rex en nuestros teléfonos celulares principales.
Jude es toda emoción, y la emoción nubla el juicio.

J: ¿Prometes que no me lastimarás?

T: Nunca. Estoy enojado. No contigo, sino con Mia y conmigo mismo. Lo siento,
no te escuché. Seguiré adelante como siempre. Es lo que hacemos.

J: Por favor recuerda que hice esto porque te amo. Te extraño. Me he ido a
casa.

Por supuesto. Ella se va a casa. Clint, Iowa, el lugar donde perdimos


nuestra inocencia, un pueblo fantasma, el lugar perfecto para pasar
desapercibida.

—Llévame al garaje, —le digo a Rex sin dudarlo.

El almacén. No importa cuánto dinero tengamos, siempre seremos


forajidos. Siempre estamos listos para abandonar nuestras vidas en
cualquier momento.

El plan siempre era huir juntos si surgía la necesidad, razón por la


cual Jude podría estar luchando un poco. No tiene a Rex para
ayudar a cubrir sus huellas. No me tiene liderando el grupo. Ella se
ha puesto en una isla ahora.

El almacén, donde conduje a Mia en mi carrera, es una propiedad


que tengo. En el tengo varios vehículos almacenados. Cada uno con
nuevos pasaportes, efectivo y teléfonos desechables. Los vehículos
tienen registros falsos. Es exactamente el tipo de mierda que uno
necesita para desaparecer.

—¿Vas a ir así? —pregunta suavemente, haciendo un gesto hacia


mí con los ojos.
Bajo el espejo de la visera y miro mi reflejo. Las cosas se han movido
tan rápido que realmente no he tenido tiempo de absorber la
brutalidad de todo. Solo pequeños indicios de mi camisa blanca se
asoman a través del rojo intenso. Mi cara, manos y cuello, están
manchados de carmesí. Mi cabello está cubierto de sangre seca.

Mia. Mia está muerta.

De ninguna manera podría haber sobrevivido y si por algún milagro


lo logra, nunca la volveré a ver. Mi visión comienza a hacer un túnel,
pero tomo algunas respiraciones profundas para apagar el torrente
de emociones. Tengo que mantener mi mente enfocada en encontrar
a Jude. Es lo único que puedo controlar en este momento. Es lo
único que puedo hacer por Mia pero no quiero quitarme la camisa.
Es todo lo que me queda de ella.

—Sí. Vamos, —le digo.

—Ella tomó uno de los autos, —dice Rex, mientras abrimos la


puerta del garaje.
—No me importa —le digo, lanzando mi teléfono hacia él para que
no se pueda rastrear mi paradero—. Sabes el número del celular
desechable, ahora ve a averiguar sobre Mia y dime lo que sabes.
Barre el lugar de Jude por si acaso. No queremos que esta mierda
lleve a otras cosas que hemos hecho. Ponte en contacto con
nuestros abogados, ya sabes qué decirles. Necesitamos comprarme
algo de tiempo antes de hablar con la policía. Estoy en modo misión.
No puedo pensar en Mia. Si lo hago, lo perderé.

—Te tengo, hermano. —Rex me mira con ojos tristes—. Por favor...
—dice.

Tres horas y cuarenta y cinco minutos así de largo es el viaje de


Milwaukee a Clint, Iowa. Escucho la música en el auto tan fuerte
como puedo, tratando de distraerme de la intensa agonía. Sigo
esperando que Mia esté viva, pero sé que no lo logrará. Voy a vivir
con esta carga o tal vez no lo haré. Si Mia se ha ido, no tengo motivos
para vivir. Si Mia se ha ido, haré que Jude pague. No matándola,
sino haciéndola verme suicidarme.

Jude no puede pagar un precio mayor que perderme después de


intentar desesperadamente mantenerme en sus manos.

Conduzco lo más rápido que puedo sin llamar la atención, el


anochecer me protege de las miradas indiscretas de otros
conductores o policías en la carretera.

La determinación feroz de llegar a Jude adormece la devastación.

Mensaje de Rex:

Tratando de conseguir información. No puedo ir al hospital. Tiff me maldijo


cuando llamé. Está histérica.
Solo necesito hacerlo en las próximas horas. No pienses en Mia. No
te desmorones. Encuentra a Jude. Hiciste la promesa que harías esto
bien.

No importa cuántas veces me diga eso, la desesperación sale de mi


pecho en momentos aleatorios. Gritar, llorar, o golpear el volante.
Solo dura un momento, luego lo vuelvo a guardar, como una bestia
que momentáneamente escapa de una jaula.

El cielo se convierte de remolinos de naranja, rojo y azul, en índigo


cuando salgo hacia Clint. No he estado aquí en ocho años. Nunca
pensé que me encontraría aquí de nuevo. Limpié este agujero de
mierda del mapa para que nadie, incluyéndome a mí, tuviera alguna
razón para venir aquí.

Momentos después, conduzco por la calle principal. Ventanas


tapiadas, vidrios rotos, letreros medio caídos y basura es lo que más
queda. Es difícil creer que esta ciudad alguna vez prosperó, que las
familias acompañaron a sus hijos a la heladería, los desfiles
marcharon por esta calle. Ahora es un cadáver. Doblo varias calles
hacia el camino que conduce al bosque donde una vez lo llamé
hogar.

Hogar.

Esa palabra le da a la mayoría de las personas una sensación de


comodidad, pertenencia. Para mí, siempre ha sido un
presentimiento. Un lugar de miedo, aislamiento y rabia. Un lugar
que anhelaba olvidar y sin embargo, me encuentro de nuevo aquí.
Me atrae. No importa cuán lejos vaya, nunca me libera. O tal vez es
al revés.

Me detengo en el camino que conduce a nuestra vieja casa. Está


cubierta de años en que nunca se accedió, pero aún es manejable.
Mis pensamientos se remontan a la noche en que Jude y yo
corrimos en la camioneta de nuestro padre, tratando
desesperadamente de encontrarnos con Mia, completamente
inconscientes de que estábamos a punto de enfrentar nuestra
destrucción.

Me detengo en la casa destartalada, cubierta de óxido, colgando del


lado. Se me revuelve el estómago. Todos estos años, y este lugar
todavía me inquieta. Hay un resplandor proveniente del interior,
que irradia brillantemente en la oscuridad del desierto circundante.

Reviso mi teléfono. Nada de Rex todavía. Esto debería hacerme


tener esperanzas. Ninguna noticia debería significar que está viva,
pero no me permitiré sentir esperanza. Estoy condenado.

La puerta cruje ruidosamente cuando la abro. El hedor a cigarrillos


llena el pequeño espacio.

Mis ojos se dirigen a la única luz en el hogar.

Jude está sentada en la mesa, con una pequeña lámpara de mano


apoyada junto a ella, un rastro de humo de cigarrillo deslizándose
sobre su cabeza.
Capítulo 45
Tax
Resisto el impulso de golpear su cara contra la mesa. Estoy aquí
para terminar con mi vida y dejarla caminar por esta tierra en un
estado de limbo.

—Encontré este viejo paquete de cigarrillos en una lata. Añejo como


la mierda, pero pensé que hoy es un buen día para empezar a fumar
de nuevo, —dice, sin mirar atrás. Creo que está en estado de shock.

No digo una palabra.

—Sé que esto es difícil, Tax. Pero puedo decir que ya estás
entendiendo, —se da vuelta para mirarme, pero yo permanezco
escondido en las sombras.

—Lo estoy, —le digo con la mandíbula apretada.

—¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí? —pregunta.

—Sí, —digo, dando unos pasos hacia adelante, pero deteniéndome


justo antes del resplandor de la pequeña lámpara.
Hace ocho años. Regresamos por papá. Ella se ríe con nostalgia.
—Trabajaste tan duro para ser grande y fuerte para poder
enfrentarlo y cuando llegamos aquí, lo que encontramos fue a un
borracho débil y destrozado que apenas podía levantar la cabeza del
sofá.

Veo el arma que usó en Mia descansando sobre la mesa. Mis venas
brotan de la rabia tan fuerte que empiezo a temblar. Respira.
Mantente tranquilo.

—Lo mantuviste presionado, y forzamos a alimentarlo con latas de


frijoles. Él vomitaría y lo obligaríamos a seguir adelante. Eso es lo
que somos. Por eso hice todo esto. Era solo cuestión de tiempo antes
que Mia se volviera contra ti. Su vida ha sido demasiado fácil, nunca
pudo entender las cosas que la gente como tú y yo tenemos que
hacer. Sabía que ella se volvería contra ti sin dudarlo. Tuvimos que
hacer el primer movimiento. Te estabas escapando, —dice,
poniéndose de pie para mirarme. Ella jadea cuando me mira bien.
Sus labios tiemblan. Nunca ha apretado el gatillo, y claramente
cuando lo hizo con Mia, se fue antes que pudiera ver el daño.

—Es de Mia —le digo—. Ella estaba sobre mí.

—Pero pensé que no la habías visto.

—La encontré, Jude.

Jude retrocede medio paso.

—No estoy aquí para lastimarte. Mentí porque quería verte, eso es
todo. Si te dijera que lo supe de inmediato, pensé que no me darías
la oportunidad.

—¿Sabes si ella...?
—Todavía no.

Ella asiente —Es lo mejor. No quise matarla, sólo quería


emparejarnos. Quería que ella supiera lo que es saber que la
capacidad de concebir fue despojada de ti.

—¿Qué te pasó? —pregunto.

—¿Qué?

—¿Qué pasó con la chica con la que solía sentarme en esta mesa y
que me robaba la comida? ¿Reía de la vida sin importar cuán malas
fueran las cosas? Todo este tiempo, seguí pensando que si hacía
desaparecer a todos los que nos hicieron daño, la recuperaría.
¿Cómo es que no vi morir a esa chica esa noche en el lago?

—Es lo mismo que te pasó, Tax. Nunca tuvimos una oportunidad.


Pensé que habías dicho que entendías.

—Sí, Jude. Ahora entiendo más que nunca.

Mi teléfono suena con una alerta.

Saco el teléfono de mi bolsillo.

¡Ella lo va a lograr! Eso es todo lo que sé.

Esas palabras, me destrozan y todo lo que intenté excluir estalla.


Las lágrimas caen por mi cara manchada de sangre, las bocanadas
de aire salen de mi pecho mientras oculto la sonrisa de alivio.

—¿Qué es? —Jude pregunta.

Miro hacia abajo por un momento. Resolución.


—Ella está muerta, —sollozo.

—Todo va a estar bien.

—Lo sé, —digo a través de una mezcla de alegría y angustia.

—Pasaré desapercibida, iré a algún lugar lejos y estableceré una


nueva identidad. Tú y Rex pueden reunirse conmigo poco después.
¿Cierto? Ustedes pueden encubrir esto, ¿no?

—Sí podemos, —le digo.

—Entonces podemos viajar por el mundo tal como lo planeamos.


Finalmente, podemos seguir adelante.

—Lo sé, —digo, mi pecho se agita con el conocimiento de lo que


tengo que hacer. Mia no está muerta pero mientras Jude esté viva,
ella nunca estará a salvo.

—Sé que las cosas se sienten como una mierda ahora, pero todo
volverá a la normalidad. Lo prometo, —dice Jude, acunando mi cara
en sus manos.

—¿Puedes agarrar el arma? Tenemos que deshacernos de ella —


digo—. Es un arma homicida.

—Por supuesto, es por eso que no la dejé en la escena, —dice con


orgullo, tratando de alcanzarla. La agarra, y tan pronto como se da
vuelta para mirarme, abrazo su pequeño cuerpo.

Al principio se pone rígida por la presión del abrazo, pero luego se


relaja.

—Te amo, —le susurro al oído.


—Yo también te amo, Tax. Haría cualquier cosa por ti.

—Lo siento, Jude.

Deslizo mi mano hacia la que tiene la pistola y la agarro. —Ay, Tax...


¿qué estás haciendo? —pregunta. Trata de defenderse, pero su
resistencia apenas hace algo—. Tax, ¿qué estás haciendo? —Sus
grandes ojos marrones crecen con miedo.

Me inclino y le susurro al oído. —Ella estaba embarazada. Mataste


a mi bebé pero no mataste a Mia. Prometí que si la tocabas, te
mataría, —le digo—. Te lo advertí.

—¡Tax! —grita, mientras la empujo contra la mesa, sosteniéndola


con mi peso corporal. Levanto el arma debajo de su barbilla—. ¡Tax!
—ella grita, sus ojos llorosos—. Oh Dios. ¿Un bebé? No lo sabía...
Si lo hubiese sabido, ¡nunca lo habría hecho!

—Lo sé. Porque se trata de lo que funciona para tus necesidades.

Sus ojos se llenan de lágrimas. —Por favor, te amo, Sil. No la dejes


hacer esto... No lo sabía. Me hubiera encantado ese niño...

—Nunca te habría dejado tocar a mi hijo.

Y luego aprieto el gatillo. Un grito gutural se escapa de mi cuerpo


cuando el cráneo de mi hermana explota en el techo y la pared
detrás de ella. Dejo caer su cuerpo sin vida y me desplomo en el
suelo, empapado en la sangre de las dos únicas mujeres que he
amado.

Jude mató a mi hijo. Casi mata a la única mujer que siempre me


importó. Jude dejó de preocuparse por lo correcto y lo incorrecto
hace mucho tiempo. Mientras Jude existiera, ella seguiría
atrayéndome a esa noche una y otra vez. Jude está en casa.
Me siento allí en un silencio aturdidor, abrumado por la pérdida.
Cuando recupero algo de presencia mental, aprieto la pequeña
mano floja de Jude y lloro. La sostengo hasta que se enfría.

Mi compañera, mi hermanita pequeña, ahora es solo otro cadáver


a mi paso.

Pero Jude ha estado muerta durante años y nunca más volverá a


estar sana. No tuve elección incluso si nunca hubiera conocido a
mi hijo, tenía que vengar su muerte.

Ahora estoy sin ataduras. Mia está viva pero le prometí que si ella
vivía, no volvería egoístamente.

He destruido a Mia.

Yo maté a su padre. La atormenté. La puse en el camino de Jude.


Sin su consentimiento, le di un hijo que tendrá que llorar por el
resto de sus días.

Siempre seremos un recordatorio del dolor del otro. Mirar a Mia


siempre me recordará el hecho que maté a mi hermana. Pero Mia
nunca tuvo algo que decir al respecto. Todo el dolor que le causé a
Mia fue intencional.

Nunca me importó hacer las cosas correctas, solo quería las cosas.
Un ojo por un maldito ojo.

Sabía que la lastimaría y seguí volviendo a ella, porque soy egoísta.


Solo una vez, quiero hacerlo bien por Mia.

Ella nunca tendrá la vida que se merece conmigo. Ella siempre


tendrá que enmascarar la agonía por la que la hice pasar. La gente
no olvida el dolor.
Yo de todas las personas debería saber eso.

Mia
Lo primero que noto es lo difícil que es tragar. Cuando abro la boca
para hablar, no sale nada. Mi visión borrosa se centra en la
colección de tubos que se ciernen a mí alrededor. Me doy cuenta del
agudo sonido a mi lado. Mi bebé. Quiero preguntar por mi bebé,
pero estoy atrapada. Siento los tubos, agarrándolos, tratando de
quitármelos.

—Mia, cálmate cariño, estás en el hospital. No hales nada. —Tiff


dice, agarrando mi mano. Intento respirar, pero los tubos me hacen
sentir que no tengo control sobre mi propio cuerpo. Mis ojos
recorren la habitación para buscar a Tax. Los recuerdos caen sobre
mí como olas violentas, cada uno amenazando con hundirme de
nuevo, cómo Jude me contó lo que hizo Tax. La pelea. La prueba de
embarazo. Cómo apareció Jude en mi casa y después de decir unas
pocas palabras, rápidamente apuntó con un arma a mi abdomen y
disparó, dejándome morir lentamente mientras rogaba por ayuda.
Pensé en todas las cosas que nunca le diría a Tax. Pensé que moriría
solo diciendo que había renunciado a él, que todo lo que él hizo fue
lastimarme. Me sentí cada vez más débil, alejándome a un lugar
tranquilo y luego él estaba allí. Mi caballero oscuro.

Y sabía que si moría, al menos podría contarle sobre el niño que


concebimos, y que lo sentía. Pero lo que obtuve fue mucho más. Me
contó las cosas que nunca estuvo seguro de sentir. Derramó sus
palabras y emociones sobre mí. Me dolió ver su dolor, pero también
me sentí consolada con esas palabras. Que si moría, al menos había
podido encontrar lo que estaba buscando y al menos Tax sabía lo
que era encontrar eso también. Al menos lo había logrado. Médicos
y enfermeras entran en la habitación. Lectura de signos vitales,
luces brillantes en mis ojos. Sigo intentando hacer preguntas, pero
mi voz está obstruida. —Mia, no intentes hablar. Estás intubada.
Vamos a sacar el tubo. Se va a sentir incómodo.

Sacan el tubo largo de mi boca, una fuerte sensación de asfixia me


da náuseas y luego soy libre. Toso, tocando mi garganta, señalando
agua.

Una enfermera me da un poco. Mi garganta casi se siente extraña,


mientras trato de activar mi voz. —Bebé... —es todo lo que puedo
decir.

La enfermera y el doctor se miran incómodos.

—Señora, necesito hablar con ella en privado, —le dice a Tiff, quien
parece estar en un nuevo estado de shock.

—No, —le digo.

—Está bien —suspira el doctor—. Sra. Tibbett, le dispararon dos


veces en la región pélvica. Su arteria uterina fue rozada, la fuerza
de una de las balas fracturó su ilion, un hueso de su región pélvica.
La otra golpeó directamente un ovario. Pudimos quitar la bala y
detener el sangrado. Perdió mucha sangre Mia, tuvimos que hacerle
cinco transfusiones de sangre. Creemos que su ilion sanará bien,
debido a su estado físico y edad. Ahora, con respecto a la arteria,
no había forma que un feto pudiera soportar ese tipo de trauma.
Tuvimos que ir rápido para salvar su vida y lamento decir que es
muy poco probable con el trauma en el útero y con la pérdida
completa de un ovario, que pueda concebir. No diré que es
imposible, pero será difícil. Podemos consultarlo con un especialista
en reproducción. Pueden darle una mejor idea de sus posibilidades.
Puede haber opciones alternativas.

Miro a Tiff, que aprieta mi mano mientras sus ojos se llenan hasta
el borde de lágrimas. Dudo que ella supiera que estaba embarazada.

Lucho por mantener todo junto, pero ver los ojos verdes de Tiff es
como mirar un charco reflexivo de mi propia tristeza. Las lágrimas
caen por un lado de mi cara. No trato de limpiarlas, las dejo bullir,
mojando la almohada a un lado de mis orejas.

—¿Dónde está Tax? —Le pregunto a Tiff.

—No sé —dice. Un ceño fruncido emerge. Sé que ella lo culpa por


todo—. Rex llamó un par de veces para ver cómo estabas, pero no
contestará ninguna de mis preguntas. No sé dónde están.

—Me salvaron. —Le digo.

Se muerde los labios, por una vez manteniendo la boca cerrada


cuando sé que todo lo que quiere hacer es gritar. Ella mira hacia
arriba, una lágrima, luego dos ruedan por su mejilla mientras
sacude la cabeza. Ella trata de mover sus labios para decir algo,
pero tiemblan y ella se detiene.

—¿Mi teléfono está aquí? Lo llamaré.


—Creo que la policía lo tiene. Estaban en tu casa.

—Llama a Rex. Quiero hablar con Tax.

—Acabas de despertar, cariño.

—Solo hazlo por favor.

Vacilante toma su teléfono, llama y se lo lleva al oído. —Ella está


despierta. Quiere hablar con Tax... No, jodidamente dile... No lo
haré.

Ella sacude el teléfono en mi dirección. Lo sostengo contra mi oreja.


—¿Hola?

—Hola Mia. ¿Cómo te sientes?

—¿Dónde está Tax? —pregunto.

—¿Puedo visitarte?

Mi pecho comienza a retumbar mientras lucho contra las lágrimas.


Necesito a Tax pero sé lo que Rex no puede decirme. —Tengo
algunas cosas para ti. ¿Ya has hablado con la policía?

—No.

—No hay nada que puedan hacer. Tax hizo lo correcto. Necesito
llevarte algo, pero hasta que limpies mi nombre, no debería verte.
Tanto Tax como yo somos personas de interés.

—¿Hizo lo correcto?
—No queda nada por hacer, Mia —dice Rex. Su voz es áspera por la
emoción—. Solo diles que Jude lo hizo. Todo lo demás está
arreglado.

—Quiero ver a Tax.

—Hablaremos de eso cuando te vea. Lo siento por todo. Nunca lo


mereciste. —Y luego silencio.

Aprieto el teléfono contra mi pecho y sollozo.


Capítulo 46
Mia
—Señorita Tibbett. Soy el detective Schuler y este es el detective
Bishop. Sé que es un momento muy difícil para usted, pero tenemos
algunas preguntas sobre lo que le sucedió.

Conozco a Tax, vinieron demasiado tarde. Él solo confía en sí mismo


para cuidar las cosas. No sé qué significa eso en el caso de Jude,
pero dejaré que Tax ejecute su propia versión de justicia. La verdad
es que estoy demasiado desconsolada para hablar, sólo quiero
acostarme aquí sola en silencio. Solo quedarme lo más quieta
posible. Quizás si hago eso, el dolor desaparecerá.

—Pregunte, —le digo, conteniendo las lágrimas.

—¿Puede decirnos qué pasó la tarde del ataque?

—Salí del baño y vi a la hermana de mi novio esperándome. Ella


dijo que entró por la puerta sin seguro. No le gustaba mi relación
con su hermano.

—¿Su novio?
—Sí, Tax Draconi.

—¿Y el nombre de su amigo?

—Rex. No recuerdo su apellido. Siempre le llamaba por Rex.

—¿Podría identificar a estos hombres? —Pone una foto de Tax y Rex


del video de vigilancia del hospital frente a mí.

—Ese es Tax y Rex.

—Y usted y Tax. ¿Estaban bien las cosas?

—Sí. Él me salvó la vida. Su hermana tuvo problemas con nuestra


relación. Tax y yo estábamos bien.

—¿Podría dar más detalles?

—Eran mellizos, supongo que pensó que me estaba interponiendo


en el camino.

—¿Ha hablado con su novio? Desde el incidente.

—Estoy cansada —le digo—. Saben quién lo hizo. No quiero hablar


más.

Los detectives se miran escépticos y suspiran. —Es importante que


nos cuente todo lo que sabe. Estamos buscando a Judith. ¿Le
indicó a dónde podría dirigirse? ¿Incluso una pequeña pista?

—No. Ella solo me dijo que quería que me fuera. No dijo mucho
antes de dispararme. Solo dijo que no creía que lo mereciera, y luego
me disparó tan rápido. Apenas tuve tiempo de gritar.

—¿Y su novio? ¿Cree que él podría saberlo?


—No la protegería por hacer esto. Estaba embarazada de su hijo,
como estoy segura que saben. Éramos felices. ¿Por qué no le
preguntan? Ahora, por favor, quiero estar sola.

—Señora, es importante.

—Quiero estar sola, —digo con firmeza.

—Estamos seguros que Judith será encontrada. Su novio es un


hombre muy poderoso, —dice Bishop, en su camino hacia la
puerta—. Tiene excelentes abogados. Es inflexible sobre ayudarnos
a encontrarla.

Pueden sentir que estoy ocultando algo. No tienen ni puta idea de


la extensión de lo que en realidad oculto.

Unos minutos después que se van, Tiff regresa. Yo uso su teléfono


para llamar a Rex.

—Les dije que Jude lo hizo, y tú y Tax me salvaron. No volveré a


hablar con ellos. Estás fuera del radar. No hay forma que puedan ir
tras de ustedes cuando juré su inocencia ahora dime qué tienes que
decirme.

—Estaré ahí pronto.


Pronto... pasan cinco días desde la llamada telefónica. Después de
mi primer día de fisioterapia, me siento en la silla de ruedas
mirando por la ventana, preguntándome cuándo veré a Tax. Hice
que Tiff se fuera a casa y se duchara. Ella ha estado aquí todo el
día y necesita descansar un poco.

—Mia, —dice Rex suavemente.

Me doy la vuelta para mirar a Rex. Normalmente despreocupado y


burbujeante, hoy parece dolido. También ha experimentado una
tremenda pérdida.

Verlo hace que las emociones que había estado reprimiendo toda la
semana vuelvan a la superficie. No había llorado desde el día en que
desperté. Me disolví en un estado de entumecimiento. El dolor fue
demasiado. La falta de Tax, perder al bebé, a veces pensaba que
dejaría de respirar bajo el abrazo de la tristeza. Si lo apagaba todo,
tal vez podría sobrevivir.

Pero Rex es mi única conexión con Tax, y verlo me recuerda cuánto


lo extraño. Cuanto lo necesito.

—¿No está contigo? —pregunto.

Rex mira hacia abajo, con las manos metidas en los bolsillos. —No.

—¿Dónde está?

—No lo sé. Quería que te diera esto.

Saca un grueso sobre de papel manila debajo del brazo. Deslizo el


contenido. En la parte superior hay una carta de Tax escrita a
mano.
Hace años, te escribí una carta que nunca te llegó. Y durante
tanto tiempo pensé que la habías leído, y la habías usado en
mi contra. Pero ahora me doy cuenta, ni siquiera sabías las
palabras que habían cambiado el curso de nuestras vidas.
Creo que te lo debo. Todavía recuerdo la mayor parte, y todo
sigue sonando cierto.

Mia,

Tengo que admitir que escribir esto es una de las cosas más
aterradoras que he hecho, pero creo que vale la pena decirte
lo increíble que creo que eres.

Me he sentado en la parte de atrás de la clase todo el año


preguntándome si un chico como yo podría tener una
oportunidad con una chica como tú. Todavía no sé si lo hago
pero quiero decirte que ser tu amigo ha sido una de las
mejores cosas que me han pasado. Me haces sentir que no soy
un bicho raro. Me haces sentir que pertenezco.

Creo que eres una persona increíble y te mereces lo mejor. Sé


que piensas en mí como un amigo, pero yo te veo como algo
más. Tal vez no sea yo, pero creo que mereces a alguien que
te trate como a una reina. Puede que no sea asunto mío, pero
te mereces algo mejor que Tripp. Te mereces el mundo y si
alguna vez tuviera la suerte de ser ese tipo, te haría la más
feliz. Pero si no, espero que lo encuentres con alguien algún
día.

Sinceramente,
Sil

Lo jodí Mia. Lo jodí todo. Sigo pensando que te mereces el


mundo. Desearía ser ese tipo. Desearía no destruir las cosas
que amo. Pero te amo demasiado para seguir haciéndote
daño. Y ya he hecho demasiado mal para arreglar las cosas.

Apuesto sentado aquí, que crees que has visto el pozo sucio de
mi alma, pero todavía hay cosas que no sabes. Tu embarazo
fue cosa mía. Me colé en tu casa y reemplacé tus píldoras
anticonceptivas. Lo hice porque pensé que tener a mi hijo
terminaría con la ira de Jude y te mantendría a salvo, pero
no importa por qué lo hice. Incluso cuando trato de ser
bueno, soy malo. Incluso cuando trato de hacer lo correcto
contigo, solo te lastimo. Lo quería todo, y ahora vivirás con el
dolor de perder un hijo y casi morir porque rompo cosas.
Rompo personas incluso cuando trato de crear, destruyo.

Tenías razón sobre mí. No puedo ser salvado. Estoy roto. Y


no es justo pedirte que mires más allá de todas las cosas que
hice. Mia, eres lo más parecido a un ángel, pero no puedo
pedirte que me perdones. No soy digno.

Encontrarás a alguien que sea bueno. Todavía querré


romperle la cara, pero él nunca te hará daño como yo.

Nunca encontraré a nadie tan buena como tú.

Nunca amaré a alguien como te amo a ti. Nunca. No hay


nadie como tú, Mia. Nadie.
Pero no estoy seguro de lo que tenemos pueda durar para
siempre. Es muy intenso. Por eso la gente escribe sobre eso,
para capturar algo tan salvaje y fugaz. Lo que tenemos nos
vuelve locos. Nos hace hacer cosas que nunca haríamos de
otra manera. Puedo vivir siendo un monstruo, pero no
quiero convertirte en uno.

Nunca podré compensar el dolor que te he causado y lloraré


a nuestro hijo hasta el día de mi muerte. Fue todo por mí.
Solo tú serías la madre de mi hijo. Hubieras sido una madre
increíble para nuestro bebé. Serías la madre que solía desear
mientras me escondía debajo de la mesa de mi padre
borracho.

Te he quitado mucho.

Pero te estoy dando lo que puedo: una nueva vida y tu otro


bebé.

Eres la mejor maldita cosa, nena.

Tax

Hojeo los montones de papeles detrás de la carta, usando mis


antebrazos para limpiar las lágrimas de mis ojos. Es difícil ver el
texto mientras jadeo por aire. No me puede dejar. Él es todo lo que
tengo. Sigue diciendo que encontraré a alguien más, pero no hay
nadie más. Es él.

Escaneo los documentos: mi casa ha sido totalmente pagada, la


escritura de su condominio está a mi nombre, un documento que
me declara como nueva propietaria de Alea por la suma de $1, una
nueva cuenta bancaria a mi nombre. Desmenuzo la pila y la tiro al
suelo, sollozando su nombre. Tax piensa que de alguna manera su
valor en mi vida puede ser reemplazado por dólares. Pero no
entiende, lo perdoné en el momento en que la bala atravesó mi
útero. Aferrarse al odio es lo que nos ha metido en este lío.
Estábamos empezando a hacerlo bien. No puede renunciar a
nosotros ahora.

—¡Donde está! —Le grito a Rex que me mira desde la esquina de la


habitación—. Dile que lo amo. Dile que no me importa. No lo está
haciendo mejor. Podemos empezar de nuevo, —lloro.

Rex ni siquiera puede mirarme. —Lo siento, Mia, —dice, luchando


por mantener la compostura—. Lo siento.

—¿Y qué hay de ti? ¿Nunca volveré a verte?

Rex sonríe un poco. —Sabes que Tax siempre tendrá ojos sobre ti.
Soy sus ojos.

—No creo que pueda hacer esto... —digo, abrazando la carta, el


último pedazo de Tax que me queda—. Sé que sabes dónde está.
Solo dime... —Suplico.

—Mia, no lo sé. Se fue. Me comunico con él a través de abogados,


—sus mejillas se sonrojan mientras llora—. Yo también lo voy a
extrañar...

Rex se acerca y se sienta en la cama a mi lado. —Nunca se va a


perdonar por lo que te pasó. Nunca lo había visto de la manera en
la que estaba cuando te llevamos al hospital. Él está haciendo esto
por ti.

—Él está haciendo esto por él —sollozo—. Lo perdono. Eso es todo


lo que debería importar.
—Mia, él ha tomado su decisión.

—¿Qué hay de mí? —Siento que voy a morir. No puedo soportar


más la devastación—. No puedo hacer esto. Estoy completamente
sola.

—Yo también, —dice.

—¿Qué le pasó a Jude? —Pregunto.

—No puedo... —Los labios de Rex se agitan mientras empuja las


palabras—. Gracias por hablar con la policía. Vieron los mensajes
de Tax en tu teléfono, tratando de contactarte. Junto con su
declaración, parece que por ahora de todos modos, creen lo que
sucedió. Durante un tiempo estuvieron presionando por algún tipo
de conexión. Como si la pusiéramos a ello o algo así.

—Solo les dije la verdad. Gracias por salvar mi vida.

—Desearía haberlo visto venir.

Me encojo de hombros. Ya he aprendido que desear que las cosas


hayan salido de otra manera es la mayor tortura.

—Entonces, ¿somos tú y yo? Los Draconis simplemente entran y


salen de nuestras vidas. Nos quedamos en ruinas.

Rex asiente, mirando hacia el suelo.

—Nunca aceptaré esto. No viviré en este purgatorio.

—Lo sé —dice Rex— Tengo que irme pero si necesitas algo,


llámame. Le prometí a Tax que cuidaría de ti.
Apenas asiento. Todo este tiempo, quería abrir a Tax, convertirlo en
el hombre que sabía que podía llegar a ser. Se ha convertido en todo
lo que sabía que podía ser.

Y ahora la cruel ironía es que no puedo estar con él.


Epílogo
Mia
Todo parece normal por fuera. Así es como siempre he operado con
la pérdida. No dejes que la gente vea el dolor. No incomodes a otros
con tu dolor.

Cuando murió mi madre, regresé a la escuela una semana después,


toda sonrisa. Nadie vio cómo lloré hasta quedarme dormida durante
tres meses.

Cuando falleció mi padre, el servicio fue en un fin de semana, y


estaba de regreso en el trabajo ese lunes, enterrándome en el
trabajo y en compañía de otros para no tener que pensar en su
pérdida.

Y este año, tan pronto como pude volver a ponerme de pie, y en


contra de los deseos de mi médico, volví a Alea. Mi otro bebé.
Trabajé tanto tiempo que la gente juraba que nunca salía de la
oficina. No pude parar. Si lo hacía, sabía que cedería ante el vacío.

No he hablado con Rex desde que me entregó el paquete en el


hospital. Estoy segura que me vigila, pero no lo busco alrededor. Él
me recuerda mucho a Tax, y no puedo soportarlo. Recordar duele.
Si no fuera por Tiff, no sé cómo podría haberlo hecho. Ella no sabe
que Tax mató a mi padre o que tenía planes de matarme. No quiero
decirle eso y luego hacer que guarde ese secreto. Es una carga
demasiado pesada para pedirle a alguien que ya ha hecho tanto por
mí.

Estoy bastante curada físicamente. Puedo correr de nuevo y estoy


viendo a un especialista para ver si hay alguna esperanza de tener
hijos. Pero no importa, porque Tax no está aquí. Se suponía que
éramos nosotros.

He intentado. Dios, lo he intentado tanto. He ido a un par de citas,


solo para acortarlas, volver al condominio de Tax y sollozar.

Todas las mañanas miro la cicatriz quirúrgica en mi pelvis y


recuerdo el vacío. La desolación.

Después que Tax me dejó, pasé por todas las etapas del dolor.
Estuve enojada por un tiempo. A veces estaba tan enojada que me
detenía en su lugar y golpeaba sus almohadas, o tiraba sus libros
al otro lado de la habitación. Esas fichas superficiales eran todo lo
que me quedaba de él. No tuve el privilegio de una confrontación
cara a cara.

A veces, después de eso, después que los libros, las almohadas y


los cojines de los sofás se extendían por todas partes, me
derrumbaba y agarraba lo más cercano y lo abrazaba. Lo apretaba
con fuerza, cerraba los ojos y fingía que de alguna manera esta
extensión de él significaba que todavía estaba cerca. Las lágrimas
serpentearían de mis párpados plegados, y las dejaría caer sobre lo
que sea que estuviera sosteniendo. Una parte de mí uniéndose a
una parte de él solo una vez más. Estaba rodeada de vestigios de
Tax: sus muebles, sus libros, sus sábanas, sus obras de arte y sin
embargo, no podía entenderlo. Sin Tax, el ático que me dejó estaba
vacío. Me dejó. Él jodidamente me dejó.

Pero lo que hizo es la razón por la que siempre lo amaré. Es la razón


por la que realmente puedo perdonarlo.

Poco después que Rex dejó la carta de Tax, los policías encontraron
a Jude. Había vuelto a Clint y se suicidó. Sé que ella no lo hizo. Me
di cuenta por el dolor en los ojos de Rex cuando me visitó en el
hospital, que sabía que ella ya estaba muerta. Sé lo que Tax hizo
por mí y sé que esa es otra razón por la que no me verá. Amaba a
su hermana. Verme siempre será un recordatorio de lo que tenía
que hacer. La historia de Jude también es una tragedia. Recuerdo
a la pequeña niña de cabello oscuro que seguía a su hermano, lo
miraba con admiración en sus ojos. Le quitaron mucho, incluida su
alma. Desearía que Tax no la hubiera matado. Nunca le habría
pedido que hiciera algo tan doloroso por mí o por nuestro bebé.
Aunque ese es Tax. Es un buen hombre, pero sigue siendo malo.

Es claro y oscuro, perdón y venganza, belleza y fealdad. Él es todas


esas cosas. Mi hermoso salvaje. E incluso los salvajes protegen a
sus crías.

Hoy, decidí llamar a Rex y pedirle un favor. Solo uno. Porque no


puedo seguir viviendo esta mentira. Ir a trabajar, tener todo este
dinero, las casas, cuando todo lo que hago es morir dentro un poco
más cada día.
No hay nadie como Tax. Y puedo ir a citas todos los días, buscar en
el mundo a alguien más. Pero no estarán siquiera cerca de él. Traté
de honrar sus deseos y seguir adelante pero está equivocado. Está
jodidamente equivocado.

Desafiamos al destino, quien intervino hace mucho tiempo e hizo


todo lo que estuvo a su alcance para mantenernos separados. Como
dos cometas que se dirigen a una colisión, nuestra trayectoria no
se puede detener. Seguimos encontrando un camino de regreso.

Cada elección, cada beso, cada empujón sutil estaba destinado a


nuestro inevitable impacto. El destino pensó que nos estaba
separando, cuando todo el tiempo estaba preparando el camino
para un choque espectacular; una erupción, una súper nova, una
gran explosión, una constelación. Eso es lo que somos. Somos la
belleza creada a partir de la catástrofe. Somos la luz que brilla
intensamente, forjada a partir de una colección imposible de
coincidencias.

No dejaré que toda esta muerte y destrucción sea en vano. No dejaré


que seamos una catástrofe sin sentido. Seremos el remolino de
estrellas que nace del desastre.

Suena el timbre.

—Qué bueno verte, —dice Rex, dándome un gran abrazo. Su cabello


ya no es negro, sino su rubio fresa natural con una barba clara a
juego.

—Estoy segura que me has visto más de lo que te he visto a ti, —le
digo con una sonrisa. Rex guiña un ojo.

—Te ves muy bien, Mia.

—Gracias, tú también. Me encanta el cabello. —Justo cuando digo


eso, me doy cuenta que se había teñido el pelo para parecerse más
a los Draconis. Rex se ha convertido en su propia persona.

—Gracias —sonríe—. ¿Entonces qué hay de nuevo? —pregunta.

—Necesito que hagas algo por mí.


—Cualquier cosa.

—Dale esto a Tax, —le digo, entregándole un sobre.

Él mira hacia abajo y suspira. —Mia...

—Solo haz esto por mí. Por favor. Toma el sobre. No estoy pidiendo
verlo. Solo dale esto.

—Está bien, —asiente. Se dirige hacia la puerta y luego se da la


vuelta.

—Mia, él nunca te ha olvidado. Sé que parece que tal vez siguió


adelante pero tú eres todo lo que le importa.

—Lo sé.
Tax
Ray LaMontagne – Empty

Rex me visita aquí en Miami una vez al mes. Tratamos de hacer las
cosas como si nada hubiera cambiado, pero nada es igual. Él y yo
somos todo lo que nos queda y sin embargo, apenas nos aferramos.
Intento vivir como antes que llegara Mia, en ese estado de
entumecimiento cómodo, pero Mia me abrió de par en par. No
puedo apagarlo.

Rex y yo no hablamos de lo que le pasó a Jude. Él sabe que tenía


que hacerse y ni siquiera puedo pronunciar palabras sobre esa
noche.

Todo lo que pido es que una vez al mes me diga en persona que Mia
está bien. Solo una o dos oraciones sobre cómo está. Es todo lo que
puedo soportar escuchar sobre ella.

Algo más, y mi fuerza de voluntad se romperá.

Así que esta mañana, cuando aparece en mi casa con una carta de
ella en la mano, no estoy contento.

—¿Qué es esto?
—Hermano, ella no aceptaría un no por respuesta.

Casi me río, sintiéndome nostálgico. Sé exactamente lo que quiere


decir. Mia es tan jodidamente persistente. Con la misma rapidez,
evito recordarla, olvido su puchero insatisfecho cuando digo que no,
su risa, el sabor de sus lágrimas en mis labios, la sensación de su
piel en la punta de mis dedos.

Así es como sobrevivo.

Sobrevivo tratando de olvidar el temblor de arrepentimiento en la


voz de mi hermana cuando se dio cuenta que había matado a su
sobrina o sobrino. La sangre. La sangre de Mia arremolinándose por
el desagüe. No importa cuántas veces me frotara, la encontraría
escondida en alguna parte. La maldición Draconi, tanto Jude como
yo nunca tendremos hijos. Porque Mia era la única con la que podía
imaginar eso.

Pero no puedo olvidarlo.

Mis sueños están fuera de mi control. Y Mia me visita en ellos. Huelo


su sutil aroma a flores, siento las curvas de su cuerpo contra el mío,
la brizna de su aliento, de sus gemidos en mi oído.

Muchas veces levanté el teléfono y lo miré, a solo un botón de


llamarla. No puedo decir cuántos teléfonos he destrozado,
arrojándolos por la habitación para detenerme.

Ojalá no la amara. Porque sería muy fácil volver con ella. Pero no
puedo enfrentarla sabiendo lo que le he hecho. Verla siempre me
recordará lo que le hice. Ella sigue adelante. Rex me dice que va a
Alea todos los días, que la compañía está creciendo a la velocidad
del rayo. Ella no está con nadie, pero sé que al menos lo ha
intentado y sé que todavía soy un imbécil egoísta porque la idea de
que incluso salga a cenar con alguien más me da ganas de romper
la mierda. Específicamente, la maldita mandíbula del tipo.

De todos modos, finalmente está floreciendo sin mí. Me está


superando como sabía que lo haría. Era una nube oscura, y la
cegué para ver cualquier otra posibilidad para ella. Alejarse le dio
el espacio para ver más allá de mí y hacia un futuro en el que no
tenga que lastimarse. Porque partes de mí han cambiado, pero otras
partes nunca lo harán.

Siempre seré el hombre que la haga rogar, que inflija dolor para dar
placer. Estoy roto y sucio. No creo que Mia pueda recibir eso más,
sabiendo que la primera vez que follamos, no fue la actuación de
una fantasía. Fue real para mí. Iba a matarla.

Pero luego está esta carta. Me está mirando. Podría tirarla. Pero un
pedazo de Mia está ahí. Lo correcto es triturarla. No dejar que se
meta en mi cabeza. Por eso tuve que irme como lo hice. Si la viera,
me habría llevado de vuelta. La única forma de dejar a Mia es de
golpe.

Pero abrir esta carta podría ser como tener un pedazo de ella,
incluso si es solo por escrito. Tal vez sea ella diciendo adiós, o que
se ha mudado, o diciéndome que me vaya al infierno. Entonces
puedo tener esa tranquilidad.

Gruño mientras agarro el abrecartas, rasgando el sobre color crema


y me dirijo al balcón para leerlo.

Querido Tax,

No sé por qué elegí hoy para escribir esta carta. Han pasado 330
días desde la última vez que te vi. Al menos podría haber esperado
todo el año pero ya he esperado demasiado.
He vivido una vida encantadora con algunos días de mierda, el día
que murió mi madre, el día que me dispararon. Demonios, el día que
te enfrenté por primera vez en la sala de conferencias. Luego estaba
el día que descubrí que nuestro bebé se había ido.

Pero sin duda, el peor día de mi vida fue el día que leí la carta que
me decía que no volverías por mí. Porque eso fue cuando perdí toda
esperanza. Todo este dolor y tragedia tenía que ser por algo pero
entonces todo se fue. Es como si un tornado llegara a mi vida,
rompiéndola en pedazos, y luego me quedé sentada sola en las
secuelas silenciosas. Todas las mañanas, me levanto y trato de
recoger pedazos de mi ser destrozado. Se suponía que me ibas a
llevar contigo, pero me dejaste atrás.

Apuesto a que Rex te informa sobre mí y te dice que todo se ve bien.


Estoy segura que sí. He aprendido a esconderme a plena vista.

Pero Rex no sabe acerca de las noches en que sostengo tu sudadera


en tu cama y lloro hasta quedarme dormida. No sabe cómo paso el
dedo sobre la cicatriz que quedó del disparo y desearía que
estuvieras aquí para ayudar a que el dolor indescriptible
desapareciera. Él no sabe cómo sueño con que vengas a la cama y
me abraces, te des la vuelta para ver tu tatuaje y sabiendo que
estoy a salvo en tus brazos. Solo cuando te alcanzo, te desvaneces.

A veces voy a casa y dejo las luces apagadas, esperando que


salgas de las sombras como solías hacerlo. Mi caballero oscuro. Mi
ángel oscuro. No ha sido más fácil, Tax. Nunca lo será. Dijiste que
no me dejarías. Pero aquí estoy, sola.

Nunca tuve la oportunidad de decirte que después que te fuiste


cuando te dije todas esas cosas, me hice la prueba de embarazo y
descubrí que tenía un pedazo de ti dentro de mí. Iba a llamarte y
decirte que quería que funcionara. Que podría perdonarte, porque
mi padre tomó una decisión terrible y malvada pero nunca pude
decir realmente esas cosas. Claro, nos despedimos en el auto
camino al hospital, pero quería que volvieras antes de pensar que
mi vida podría llegar a su fin.

Así que todos los días me pregunto si mis palabras te hicieron ir y


nunca volver. Que a pesar que dije que no las decía en serio,
pensaste que esas eran solo las últimas palabras de una mujer
moribunda.

Bueno, todavía estoy aquí, y quise decir cada palabra que dije.

Escuché la promesa que hiciste. Sobre irte si sobrevivía, sobre


dejarme tener una vida normal. Sé que piensas que esto es una
especie de penitencia, que te estás castigando a ti mismo por el mal
que has hecho. Sé que te estás haciendo pagar. ¿Pero por qué tengo
que pagar yo? Vivir sin nuestro hijo es suficiente, ¿por qué tengo
que vivir también con el dolor de ser abandonada por el hombre que
amo?

Mi vida es una línea plana, paso por los controles todos los días, me
levanto, corro, desayuno, voy a trabajar hasta que no puedo
mantener los ojos abiertos, me voy a casa. Empezar de nuevo.
Repetir.

No hay color, ni aroma, ni sabor.

Extraño tu salvajismo y tu ternura. Entendiste lo que necesitaba, y


espero haber hecho lo mismo por ti.

A veces el dolor es tan fuerte que no puedo respirar. Incluso en


Alea, a veces, tengo que encerrarme en un baño solo para
recuperarme.
No solo lloro a nuestro bebé todos los días, también te lloro a ti. Los
perdí a los dos tan rápido. Nunca pude decir las cosas que quería
decir. Es como si hubieras muerto con nuestro hijo.

Ya nada del pasado importa, porque te amo y nunca dejaré de


amarte.

Me dejaste con dinero y cosas, como si alguna vez pudieran


reemplazarte. No puedes ser reemplazado, jamás.

Te lo ruego, por favor vuelve, por favor abrázame, por favor fóllame,
por favor ámame de nuevo.

Puedo perdonarte por todo, pero no puedo perdonarte por nunca


volver.

No hay nadie como tú. Nadie.

Mia

Parte de la tinta de la página está manchada de lágrimas. Nunca


debí haber abierto esta maldita carta. Estoy haciendo lo correcto,
pero ¿por qué se siente tan jodidamente mal? Casi ha pasado un
año y todavía tengo una sensación de malestar estomacal por dejar
a Mia.

Camino alrededor del balcón y golpeo la pared de estuco con tanta


fuerza que mis nudillos gotean sangre.

Ella tuvo que jodidamente rogar.


Mia
Alicia Keys – Try Sleeping with a Broken Heart

Otra semana termina en Alea. El trabajo que solía traerme tanta


alegría ahora es otro recordatorio del vacío. Los recuerdos de Tax
están en todas partes. No puedo escapar de él. Está impreso en
cada parte de mi vida. Sé que es extraño que todavía viva en la casa
donde me dispararon, pero también hay muchos buenos recuerdos
aquí. Me temo que si sigo adelante, perderé algunos de ellos.

Entro en mi casa, quitándome los zapatos pero dejo la luz apagada


como un deseo tácito.

Hoy ha sido muy duro. Es el primer aniversario del día en que me


dispararon, el día en que supe que estaba embarazada y perdí a
nuestro bebé, y el último día que vi a Tax.

Utilizo hasta la última fuerza que tengo para mantener todo unido
en el trabajo, pero en la seguridad de las paredes de mi casa, me
doy permiso para desmoronarme.

Entro en mi habitación con la ropa puesta, me acuesto en la cama


y lloro. La angustia es tan fresca como el primer día. En algún lugar
en la oscuridad y las lágrimas, me quedo dormida.
En la tranquila bruma del sueño es donde estoy más viva. Es donde
puedo ver a Tax, y a veces incluso, a nuestro bebé.

Tax me rodea con sus brazos. Su calidez, la firmeza de sus


músculos y su olor me envuelven. Mi tristeza se desvanece mientras
llena el vacío que creó cuando se fue. Me quita el cabello de la cara
y luego me limpia las lágrimas.

—Lo siento, nena —dice, la suave brisa de su susurro acaricia la


curva de mi oreja—. Lo siento mucho.

Esta es la primera vez que habla en un sueño desde que se fue. Casi
me había olvidado de cómo suena su voz, rica y embrujada.

—Te extraño mucho, —le digo.

—Estoy aquí, Mia.

Él juega con el mechón púrpura en mi cabello. Lo he conservado,


esperando que algún día regrese y lo gire en sus dedos nuevamente.

—Pensé que estaba haciendo lo correcto para ti pero no puedo


decirte que no. Simplemente no sé cómo hacer lo correcto por ti. No
quiero seguir haciéndote daño.

—Solo quédate aquí. Es todo lo que tienes que hacer, —le digo.

—Siempre terminas obteniendo lo que quieres, ¿no? —Siento su


sonrisa en mi hombro, luego un beso.

—Por favor no me dejes de nuevo. No lo soporto más. No puedo


seguir haciendo esto sin ti, —le digo.

—No lo haré —dice, su voz de barítono zumbando contra mi sien—


Y nunca lo hice.
Esta es la parte donde termina el sueño.

Siempre rezo para que no sea así, que cuando me dé la vuelta y


alcance su rostro para besarlo, no me despertaré en una cama vacía
con solo sollozos para llenar el silencio. Tal vez algún día, el sueño
se convierta en mi vida para que pueda dejar de vivir en esta
pesadilla.

Me giro para mirar a Tax, el tenue resplandor de la luz de la luna y


una farola me permiten ver la maraña de serpientes de colores
brillantes en su cuello. Antes de extender la mano, miro hacia la
barba en su mandíbula cuadrada, sus labios regordetes, sus cálidos
ojos marrones y su espeso cabello rozando contra mi almohada.
Inhalo su aroma, excitando y consolando a la vez.

Miro sus ojos marrones, tratando de atraparlo por última vez, antes
de despertar sola, antes de volver a mi pesadilla.

Alcanzo su cara.

Su barba pincha mi mano. Sus labios presionan contra los míos


llenos de lágrimas. Su lengua se mueve suavemente contra la mía,
avivando las llamas que se habían humedecido desde el día en que
se fue. El sabor de su beso patina en mis papilas gustativas. Su
mano fuerte se desliza por mi camisa y agarra mi cadera, mientras
su pulgar pasa suavemente hacia arriba y hacia abajo contra mi
cicatriz.

Abro mis ojos.

Él todavía está aquí.


Fin
Sobre la
autora
Nina G. Jones es la autora de la serie Strapped y
Gorgeous Rotten Scoundrel.

Reside en Milwaukee, WI con su marido y sus dos


perros.

Visit Nina’s Amazon Page

Connect with Nina on Facebook

Nina Website

Nina Newsletter
Más de Nina
¿Has leído la serie Strapped de Nina G. Jones?

“Me enamoré de estos personajes de inmediato. Y me enamoré de la


escritura de Jones de inmediato. Ella es capaz de atrapar todos los
sentidos y encenderlos incluso con las escenas más simples y esa
habilidad combinada con la increíble profundidad incorporada en
estos personajes y su historia, se convierte en una serie que se
destaca entre sus contemporáneos." —Reseñas literarias de
Lightning Room.

“En pocas palabras, si aún no has leído la serie ¡HAZLO AHORA! ¡Si
fue demasiado loco para ti y te diste por vencido, ¡VUELVE Y
PRUEBA OTRA VEZ, NO LO LAMENTARÁS!” —Autor de reseña de
Amazon.

“Wow, qué tormenta de eventos. Siento que corrí una maratón."


Autor de reseña de Amazon.

Según todas las apariencias, Shyla Ball tiene una vida envidiable:
un novio leal, un gran trabajo y una familia que la ama. No se da
cuenta de lo profundamente insatisfecha que está hasta que tiene
un encuentro embarazoso con un extraño guapo en una cafetería.
Taylor Holden, un exitoso hombre de negocios, tiene un interés
especial repentino en ella y le ofrece un trabajo que no puede
rechazar. Poco después, ella descubre que hay mucho más en este
hombre intensamente privado de lo que parece. Él está ocultando
muchos secretos dolorosos, incluso por qué es que aparentemente
la ha sacado de la oscuridad para una posición tan lucrativa. Su
mundo "perfecto" se ve trastornado por su enamoramiento hacia
Taylor y en solo un par de meses, su vida no se parece en nada a lo
que era antes. Si bien está asustada por los cambios que ve en sí
misma, no puede resistir el atractivo de Taylor Holden. A medida
que Shyla gana lentamente la confianza de Taylor, se entera de su
compleja historia y de cómo lo ha convertido en la persona que es.
Cuando resurgen elementos del pasado secreto de Taylor y
amenazan con destruirlos, Shyla descubre que puede haber más en
la historia de Taylor de lo que incluso él sabe. Strapped es una
historia de pasión, manipulación, obsesión y secretos familiares.

Strapped en Amazon.

¿Tienes ganas de un poco de humor caliente y sarcástico?

Echa un vistazo a Gorgeous Rotten Scoundrel, una novela


independiente de Nina G. Jones.

"Gorgeous Rotten Scoundrel está oficialmente en el top de mi lista de


romance para este año." —Danielle de This Redhead LOVES Books.

"Me encantó este libro. Fácilmente 5 estrellas para mí. Me encanta


un libro que está escrito tan perfectamente que sientes cada
emoción.". —Give Me Books.

"Precioso, descarado, ingenioso, coqueto, luchador y humeante...


¡tráeme una toalla que estoy lista para darme un baño en la cama!"
—All Booked Out.

Era un cerdo, un imbécil, egoísta, insensible, grosero, sin tacto,


propenso a arrebatos y hermoso. El tipo de belleza en la que ni
siquiera intentas ocultar el hecho de que estabas mirando. Conocía
el tipo: toda su vida se ha esforzado por su buena apariencia,
encanto artificial y atractivo sexual. Todos querían ser él o estar
SOBRE Él. Me habían lastimado idiotas como él antes. Era como
esos tipos pero mucho peor.

Fui la desafortunada tonta a quien le ofrecieron un trabajo que


necesitaba desesperadamente como su chef para un verano en los
Hamptons. Pero no era como las otras chicas, las modelos y las
personas de la sociedad que entraron por la puerta giratoria de su
habitación. Sería valiente, tomaría el trabajo, lidiaría con sus
comentarios sexistas, su expectativa de que me adularía con él, y
no tendría ningún problema en dejar que la puerta me golpeara el
trasero cuando saliera del trabajo.

Entonces sucedió algo inesperado que cambió todo y me di cuenta


de que podría haber más en él que las etiquetas que le había puesto
a su personaje. Tal vez.

Pero si realmente me deseaba, no iba a ser fácil, no como todo lo


demás en su vida. Iba a tener que trabajar, iba a hacerlo sentir
miserable. Iba a odiar desearme tanto como me odiaba a mí misma
por querer que volviera.

Heath Hillabrand: Supermodelo Internacional. Mujeriego.


Magnífico, Depravado, Sinvergüenza.

También podría gustarte