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Cierta manera de la

luz sobre el cuerpo


Aleyda Quevedo Rojas
Cierta manera de la
luz sobre el cuerpo

Casa de la Cultura Ecuatoriana


2017
Cierta manera de la luz sobre el cuerpo
©Aleyda Quevedo Rojas
Primera Edición–CCE–2017
ISBN: 978-9978-62-937-6
Foto portada: Fernando Espinosa Chauvin
Título de la foto: Santuario de la caldera, Galápagos
http://www.fernandoespinosaart.com/
Corrección de pruebas: Aleyda Quevedo Rojas
Diagramación: Fernando Murgueitio
Diseño de portada: Santiago Ávila S.

Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión


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www.casadelacultura.gob.ec
Quito–Ecuador
ALEYDA QUEVEDO ROJAS

Cierta manera de la
luz sobre el cuerpo
Poesía reunida

1989-2016
a Edwin Madrid,
mi gran amor
Sumario

Prólogo
Ejercicios para abordar, de soslayo, el tren rojo de la poesía 11

Cambio en los climas del corazón 29


La actitud del fuego 43
Algunas rosas verdes 61
Huesos de pescado 85
Espacio vacío 117
Soy mi cuerpo 175
Dos encendidos 255
La otra la misma de dios 301
Jardín de dagas 419
Ejercicios en aguas profundas 483
Ejercicios para abordar, de soslayo,
el tren rojo de la poesía

A
cometer el duro ejercicio de presentar un volumen
con toda la poesía publicada es un desafío al que no
demasiados poetas están dispuestos a someterse. La
mayoría prefiere decantarse por la antología personal e ir incluyendo
y sacando poemas según lo dicte su dialéctica creativa o, en el peor
de los casos, el enamoramiento efímero o perpetuo con textos que
tal vez no merezcan permanecer en el conjunto. Otros, recurren a las
recopilaciones temáticas o estilísticas (poemas de amor, poesía social,
sonetos, romances, décimas) o al expediente de trazar una estrategia
de legitimación, una manera de sugerir ser leídos, que se va moviendo
de un tomo a otro, aunque en esencia estos contengan el grueso de su
producción lírica y lo variable sea la arquitectura composicional. Los
más perezosos, tal vez, dejan esa ímproba tarea de antologar en ma-
nos de un crítico (a veces un poeta-crítico, a veces un académico) que
espulgue la obra, la destace en poéticas y etapas, detecte influencias
y malas lecturas y brinde a la comunidad receptora una versión de lo
que él estime trascendente dentro del objeto de análisis.
Pero la poesía completa o reunida si, como en este caso, se
trata de alguien en pleno proceso creativo, es otra cosa. Significa
exponer ante los lectores años de trabajo y de equivocaciones (ese
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puede ser el si(g)no de la escritura), sin enmascarar las caídas ni
pretender mostrar solo las cumbres posibles en el siempre sinusoi-
dal movimiento de la carrera de cualquier autor(a). En algunos,
esta decisión quizá entrañe un acto de soberbia, el acariciar la ilu-
sión de que cuanto han escrito está a la misma altura y el bloque
monolítico que nos propinan recoge el testimonio de esa verdad.
En los más sensatos, subyace la resignación: cada libro en parti-
cular representa lo mejor que alcanzó a hacer en el momento en
que lo hizo, y revelar la totalidad permite a críticos y a simples
mortales adentrarse en los vericuetos de un viaje en el que habrá
caminos expeditos, atajos, callejones sin salida y hasta precipicios
al final o a ambos lados del sendero, pero a través del cual se pue-
den ver o intuir las principales ganancias, los estancamientos, las
mutaciones existentes en ese interminable acto de contrición que
resulta dedicarse de veras a pensar y a escribir poesía.
Esta última es, sin duda, la posición de Aleyda Quevedo,
quien arrastra la mala fortuna de haber sido una niña precoz (su
primer poemario, Cambio en los climas del corazón, lo publicó
con apenas diecisiete años), detalle que en los duros entresijos de
la agonística vida literaria1 suele no ser perdonado con facilidad, y
al criminal se le exige, desde ese momento, que siga dando la talla
cuando se adentre en el mundo feroz de los adultos. Por suerte,
Aleyda corroboró el aserto que reza: “Cualquiera escribe poemas
antes de los treinta; después, solo los poetas”; y se mantuvo en-
tregándonos con regularidad cuadernos que hoy ya suman ocho

1 Entendamos esta categoría como la palestra donde se dirimen las nimiedades más propias
de la vanidad que del talento, es decir: publicaciones, premios, viajes, visibilidad mediática;
mientras dejamos para el concepto literatura el campo de los hipotéticos aportes hechos por
alguien a la poesía universal o a la de su lengua o su país y, en última instancia, a los saltos
cualitativos presentes en su propia poesía.

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aparecidos en forma de libro y uno, incluido en la presente colec-
ción, que se mantiene, hasta donde sé, inédito.
Esa summa conforma el contenido de este título, Cierta ma-
nera de la luz sobre el cuerpo, desde cuyo nombre la autora nos ad-
vierte que vamos a entrar en contacto con tres de sus obsesiones:
el cuerpo, la luz y los modos diversos de combinar ambos polos en
los diferentes estadios vitales y conceptuales por los que han atra-
vesado ella y sus sujet@s líric@s. Y me arriesgo a usar el símbolo de
arroba porque aunque los textos iniciales acusan un marcado sesgo
femenino, típico de la herencia posmodernista americana (Delmi-
ra Agustini, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou), luego apare-
cen hablantes “hombres” y, por si fuera poco, también simbólicas
o manifiestas sombras de androginia que hacen menos ortodoxo el
discurso de género, no porque lo contradigan sino porque abren
los espectros genéricos a otras exploraciones tanto mentales como
físicas de ese inseparable cómplice del cuerpo que es el deseo.
Y eso ocurre porque, en esencia, este volumen también hu-
biera podido titularse “Tratado lógico-filosófico sobre el deseo”,
pues buena parte de sus interrogaciones centrales exploran el
complejo sistema de relaciones entre cuerpo, deseo, erotismo,
política, biopolítica y empoderamientos públicos y privados
que son, a la postre, embozos del dilema central que se intenta
dilucidar entre sus páginas: la identidad del sujeto femenino en
sus mutaciones y devenires desde la adolescencia hasta la madu-
rez. O dicho de otro modo: el testimonio de una vida y de un
surtidor de sentimientos en los cuales se escudriña con audacia
a través, primero, de las sensaciones, luego de las emociones y,
por último, de las especulaciones intelectivas. Y siempre con un
desenfado de fondo y de forma en el cual la resistencia y la sub-
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alternidad se manifiestan en forma de desafío, de una puesta en
crisis frontal y a la vez carente de eslóganes y posturas precon-
cebidas propias de ciertas voces del feminismo militante, del
pensamiento patriarcal y falocéntrico que signara las estructu-
ras sociales y, por ende, la jerarquización literaria a lo largo de
buena parte de la historia.
La poesía de Aleyda Quevedo parece echar por tierra las fa-
mosas cuatro falacias contra las que el New Criticism rompiera
tantas lanzas: la intencional, la afectiva, la biográfica y la comu-
nicacional. Esta poesía posee intencionalidad, quiere decir cosas,
provoca al lector, quiere que este sienta y piense esas mismas u
otras cosas, no pretende enmascarar ni abolir los hechos biográfi-
cos ni las conmociones que estos causan en el espíritu, y, encima,
disemina un aluvión de mensajes sobre el amor, el deseo, la sexua-
lidad y sus artificios y sobre los papeles que juegan en la confor-
mación del múltiple sujeto posmoderno.
Valdría la pena establecer una precisión: los cuadernos reu-
nidos en Cierta manera… simulan afiliar a Aleyda Quevedo a la
vertiente coloquial de la poesía hispanoamericana, con sus con-
sabidos tonos conversacional y confesional, su insistencia anec-
dótica y su tendencia neoclásica a la metonimia y no a la metafo-
rización. E insisto en el término simulan porque si bien es cierto
que hay confesión y anécdotas, el tono no resulta estrictamente
conversacional y persiste una insistencia metafórica cuyas sutile-
zas surrealizantes poco tienen que ver con lo coloquial.2

2 Salvo excepciones, no se hurga en las hablas de los distintos sitios geográficos donde estos
poemas “suceden” —Quito, Guayaquil, Buenos Aires, Granada, La Habana, Lima, Bogotá,
Medellín—, y ni siquiera en las hablas de l@s divers@s sujet@s líric@s, pues hay una suerte
de yo que monologa y solo en contadas ocasiones se abre a un tú que puede ser Dios en más de
una oportunidad o a un nosotros que, al final, no deja de ser primera persona.

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Estos detalles apuntan hacia un aliento de herencia román-
tica que, sin acercar en absoluto a Aleyda a la vertiente neoba-
rroca, la sitúa en un espacio versátil en el oscilar del péndulo
entre las dos tendencias capitales del arte según Wölfflin (lo
clásico y lo barroco, o el culto de las formas y la violencia de los
excesos), porque sin cultivar las formas clásicas se aprecia en sus
poemas un escrupuloso acabado, una precisión casi quirúrgica
en el exterminio de palabras innecesarias (vamos a encontrar
muchos microgramas en los textos de esta discípula y admi-
radora de Carrera Andrade), y, sin desbocarse en el desorden
expresivo del torrente neobarroquizante, también percibimos
en ellos, tras esa aparente serenidad estilística, una subterránea
corriente de pasiones y de transgresiones que los convierte en
volcanes al borde de la erupción.
Para no apartarnos de Carrera Andrade, brújula probable de la
mayoría de los poetas ecuatorianos, me gustaría trazar una analogía
entre el título de su autobiografía (El volcán y el colibrí) y la perso-
nalidad artística y la proyección pública de Aleyda Quevedo. Para
Carrera, el accidente geográfico y el ave simbolizan la grandiosidad
telúrica y la delicada belleza del paisaje de su país. Y dice: “…volca-
nes de cuyo fuego interno sacan su colorido los colibríes, pedrería
volante: de vuestra sustancia íntima están hechos los hombres del
Ecuador…” Y las mujeres, acotaría yo. Y, entre ellas, la autora de este
compendio, que podría ser un colibrí por su aparente fragilidad
corporal, por ese vuelo que (y vuelvo a citar a Carrera):

…es una vibración y cuya vida es una embriaguez, siempre me han pare-
cido un símbolo de la poesía, del arte, del sentimiento en general, que
no es otra cosa que embriaguez y vibración. El colibrí merece ser el ave

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heráldica del pueblo ecuatoriano porque es una imagen de la delicadeza
y del fulgor fugaz, como la encarnación viva del epigrama.

Variante poética en que están compuestos los suficientes poe-


mas de Aleyda como para advertir las ya mencionadas enseñanzas
de Carrera y sus experimentos en pos de atrapar en un español
sin resonancias grandilocuentes el espíritu de una composición
tan sintética como el haikú. Peculiaridad que, si nos fijamos bien,
hallaremos en casi todos los poemarios reunidos en Cierta mane-
ra…, en los cuales no solo la luz sino el fuego y la lava se proyectan
sobre el cuerpo amante y amado, deseante y deseado, enfermo y
salubre, que cae y se levanta en busca de una sanación que siempre
tendrá su culmen en el amor, que es fusión y fe, ligadura entre la
realidad y el deseo.
Varias de estas coordenadas se aprecian, aún balbuceantes, en
Cambio en los climas del corazón. Este es un libro de adolescencia,
y sus titubeos obedecen mejor a los hallazgos de la intuición, a una
necesidad de expresión desde el género de raíz tan auténtica que no
necesita la teoría para sacar a la esfera pública sus propias angustias
acerca de la incomprensión de los sexos, de esa guerra sorda pero
sostenida en la que la mujer ha llevado siempre la peor parte. Hay
en algunos textos conceptos, frases, palabras que denotan el force-
jeo con una tradición en que el varón dominante invade el espacio
femenino y esclaviza (“Soy la esclava perfecta”, dice un(@)sujet@
líric@ con un leve dejo de ironía) y amenaza (verbos como quemar
o penetrar; sustantivos como precipicio o monstruo para definir al in-
truso al que, no obstante, se ama, se desea y se seduce con la ances-
tral estrategia de la entrega) para terminar ensayando la conquista,
en cuerpo y alma, del sujeto hembra que habla en los poemas.
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Aparece ya, también sin la sofisticación que irá alcanzando
luego, uno de los temas esenciales en esta poesía: la peculiari-
dad del amor femenino que, como teorizó Simone de Beauvoir
y antes nos habían demostrado, entre otras, Safo o Jane Austen,
difiere bastante del masculino en intensidad, aptitud, duración
y entrega. Esa cualidad de amar y su descodificación meticulosa
a lo largo de la vida, lo mismo en la felicidad que en la angustia,
en la alegría que en el dolor, o en la carne que en el espíritu,
signan las subsiguientes mutaciones que se producen en la obra
de Aleyda y enrumban la mirada, el pensamiento, las estrategias
escriturales e, incluso, el destino editorial y publicitario de cada
libro que vendrá.
La actitud del fuego, el segundo de sus poemarios, anda más
cerca de las políticas que, en la década del sesenta, lanzaran al ima-
ginario público las feministas al desplazar la temática del amor de lo
sentimental a lo sexual. Aunque una veinteañera ecuatoriana de filia-
ción católica, casada y madre precoz no se atreviera todavía a seguir
la máxima de “gozar sin trabas” ni a liberar la expresión literaria de su
sexualidad del plano conyugal y de las construcciones heterosexuales
de rigor, sí late en este cuaderno un interés por la exploración volup-
tuosa (un poema como “Apología de Safo y Cavafis” lo evidencia),
un desenfado para abundar en lo erótico y un rechazo a seguir al pie
de la letra el legado de una dedicación absoluta y eterna al macho,
como indica el delicioso “Hai-kai de los pájaros”:

Cuidaré tus pájaros


pero me niego
a hacer el amor en la jaula.

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En La actitud del fuego el sujeto lírico —una mujer amante,
deseosa— reflexiona sobre el poder corrosivo del amor, que per-
mite descubrir nuevos modos de existir y comportarse, de crear
mundos inexplorados que perfeccionen la ambigüedad del mun-
do conocido y ayuden a vivir mejor.
La próxima parada del viaje, Algunas rosas verdes, enseña ya
una apreciable cantidad de mujeres modélicas para la autora, des-
de el epígrafe que abre el volumen, perteneciente a Sylvia Plath,
hasta los poemas dedicados a Olga Orozco, Sor Juana, Clarece
Lispector, Cristina Peri Rossi o Edith Piaf. Tal vez aquí es que
asume, a conciencia, la postura de género para indagar en su iden-
tidad y en el universo femenino en general. Es a partir de este
libro que la poeta comienza a utilizar los paratextos con toda in-
tención: la de marcar, por un lado, sus precursores y, por el otro,
las referencias intertextuales para dialogar con los más diversos
campos de la cultura artística (literatura, pintura, cine, música,
fotografía). Se afianza, además, otra línea temática capital: la
presencia del ámbito familiar (hija, madre, padre, hermana, es-
poso, hermano fallecido, otros parientes y amigos fraternos), que
atraviesa su producción lo mismo en clave elegíaca que irónica y
constituye uno de los puntos medulares de su mirada y actitud de
mujer en interacción con el cosmos.
Espacio vacío, por su parte, disecciona la pasión erótica, su
influencia sobre la psiquis y la moral del individuo, y se recrea en
la incomunicación, en la compartida soledad del erotismo que
marca la necesidad del amor como escalón supremo del ser. Hay
aquí una vuelta de tuerca importante y viene de la filosofía: uno de
los paratextos sobre los que descansa el poemario pertenece a La
tercera mujer de Gilles Lipovetsky, libro en el que el francés enun-
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cia la aparición y el empoderamiento de un nuevo tipo de mujer,
la que se conquista a sí misma y decide qué hacer con su cuerpo,
su fecundidad, su derecho al conocimiento y sus oportunidades
frente al hombre. El símbolo del desierto y su dialéctica manera
de borrar las huellas para volver a construir constantemente otras
y así de forma sucesiva, refuerza la idea de un fénix hembra que
renace de sus cenizas, se reconstruye a pesar de la aridez y sale por
el mundo en busca de la armonía, única ruta para vencer o paliar
el hastío de la existencia.
Fue una premonición. Varios años más tarde, luego de ven-
cer una repentina y molesta enfermedad que la llevó al quirófano
y estuvo a punto de troncharle la vida, Aleyda Quevedo publicó
Soy mi cuerpo, uno de sus mejores poemarios. A raíz de la ope-
ración, perdió dos atributos únicos de la feminidad: la mens-
truación y la posibilidad de concebir. Acerca de los cambios que
introduce en la existencia femenina la aparición del ciclo mens-
trual, diserta Simone de Beauvoir en su libro ya citado y comenta
que a esa primera trasformación sobreviene una muy posterior: la
menopausia, con otras molestias que exigen nuevas readecuacio-
nes mentales. Pero la francesa no se refiere a cuando la alteración
tiene un curso antinatural y la sensación de extrañamiento acen-
túa la incertidumbre ante un proceso quebrado que deja hon-
das huellas psíquicas y emocionales en quien lo sufre. Maurice
Merleau-Ponty, por su parte, desarrolló la tesis del cuerpo como
apertura en Fenomenología de la percepción; con posterioridad el
discurso feminista recalcó como modelo paradigmático de esta
tesis el cuerpo gestante de la mujer potencialmente abierto a lo
otro, a lo diferente que cabe en su interioridad, dentro de su carne
y de su piel y subraya su alteridad. La privación de esa facultad
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igual lacera no solo en lo físico sino en lo espiritual y multiplica a
niveles insospechados la repercusión negativa de la enfermedad.
Soy mi cuerpo descansa en un paratexto de Susan Sontag per-
teneciente a La enfermedad y sus metáforas. La escritora norteame-
ricana desmenuza allí las reacciones del artista y de la sociedad ante
la presencia de la tuberculosis, el cáncer y el sida, tres males que han
asolado a la humanidad y han provocado complejas obras de arte
y aún más complejas reacciones de miedo, asco, abandono, acep-
tación, tolerancia, solidaridad o enmascaramiento en los distintos
entramados del constructo social en las diferentes épocas. Aleyda,
igual que otros escritores ante similar trance (y pienso en Diario de
muerte de Enrique Lihn, en La universidad desconocida de Roberto
Bolaño o Medicinas para quebrantamientos del halcón de Eduardo
Chirinos, para remitirme solo a ejemplos recientes), sabe que la es-
critura resulta casi la única manera de aliviar el dolor, ya sea durante
o después del instante álgido del padecimiento, y es casi también la
única manera de sobrevivir, ya sea real o metafóricamente.
Este es, entonces, un tratado sobre el dolor, pero asimismo
sobre el crecimiento. En su polémico y aleccionador volumen La
enfermedad como camino Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke
apuntan que “la enfermedad no es un obstáculo que se cruza en
el camino, sino que la enfermedad en sí es el camino por el que
el individuo va hacia la curación”. Por supuesto que el sendero
presenta escarpaduras, trampas, genera desazón y el caminante
siente la tentación de flaquear. Pero la ilusión de salir del túnel
y ver qué hay después da un segundo aire. Soy mi cuerpo respira
con él, por él. Voy a permitirme citar in extenso a otro teórico,
el francés David Le Breton, que junto a Michel Foucault, Gior-
gio Agamben, Michael Hardt, Antonio Negri, Donna Haraway,
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Judith Butler, Luce Irigaray o Hélène Cixous, ha hecho aportes
esenciales a la comprensión del cuerpo y su papel en la historia, la
política, la economía, la producción y la sexualidad; lo dicho por
él en Antropología del dolor me exime de intentar repetirlo con
menos profundidad y fortuna:
El dolor es inherente a la vida como oposición que da su ple-
na medida a la alegría de existir. Vivir tiene un valor virtualmente
precario, amenazado. De ahí la dicha que siente el enfermo alivia-
do de su mal o que poco a poco se acerca a la curación, y el júbilo
de los primeros días de libertad que suceden a una larga interna-
ción. En todo dolor hay en potencia una dimensión iniciática, un
reclamo para vivir con mayor intensidad la conciencia de exis-
tir. Porque es ser arrancado de sí, trastorno de la quietud donde
arraiga el antiguo sentimiento de identidad, el dolor padecido es
antropológicamente un principio radical de metamorfosis, y de
acceso a una identidad restablecida. Es una herramienta de co-
nocimiento, una manera de pensar los límites de uno mismo, y
de ampliar el conocimiento de los demás. El dolor es una meta-
física, da la distancia adecuada para la instalación del hombre en
un universo de sentido ampliado y propicio a la alegría de vivir.
Porque abrasa y aherroja en el horror, la sensación de muerte es
una clave para arraigar en el hombre, tan pronto como se haya
librado de su enfermedad, el sentimiento del valor de la vida. El
dolor es sacralidad salvaje. ¿Por qué sacralidad? Porque forzando
al individuo a la prueba de la trascendencia, lo proyecta fuera de
sí mismo, le revela recursos en su interior cuya propia existencia
ignoraba. Y salvaje, porque lo hace quebrando su identidad. No
le deja elección, es la prueba de fuego donde el riesgo de quema-
dura es grande. Es propio del hombre que el sufrimiento sea para
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él una desgracia donde se pierde por entero, donde desaparece
su dignidad, o, por el contrario, que sea una oportunidad en que
se revele en él otra dimensión: la del hombre sufriente, o que ha
sufrido, pero que observa el mundo con claridad. O el hombre se
abandona a las fieras del dolor, o intenta domarlas. Si lo consigue,
sale de la prueba siendo otro, nace a su existencia con mayor ple-
nitud. Pero el dolor no es un continente donde sea posible insta-
larse, la metamorfosis exige el alivio.
Y el alivio llega en el mismo poemario, donde varios textos
nos recuerdan la presencia del amante, de la madre, de los ami-
gos, de los muertos queridos, de la literatura y de Dios, ya sea el
Padre o la Virgen a quienes se implora y en cuyas manos se deja
la petición para que ayude al suplicante a llevar la carga. En el
poema final, “¿Quién soy?”, se responde a la indagación ontoló-
gica con otro símbolo que igual apresa la idiosincrasia de Aleyda
Quevedo: el tren rojo —fuerza, velocidad, fulgor, viaje perpetuo
hacia todas y ninguna parte, sin principio ni fin, incesante en la
dialéctica eternidad de la poesía.
La siguiente estación de ese tren fue Dos encendidos, libro-
poema donde Aleyda nos da su interpretación de uno de los amo-
res más célebres y escandalosos de la historia americana, el de Ma-
nuela Sáenz de Thorne y Simón Bolívar. En su momento, escribí
el prólogo de la primera edición para Monte Ávila Editores. Allí
comenté algunas percepciones que resumo ahora: lo riesgoso de
abordar figuras históricas que en un santiamén se convierten en
muñecos caricaturescos o en esperpentos desacralizados al servi-
cio de intereses políticos, ideológicos, históricos; la osadía de re-
visitar un argumento espinoso y manoseado por muchos colegas,
y resolverlo gracias a su enfoque desde la perspectiva del amor y
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no desde las peripecias historicistas; el aliento fundamentalmen-
te lírico porque a pesar del visible dialogismo, de cierta narrati-
vidad y del tema en apariencia heroico que trata, más vecino de
la épica que de la lírica, en él priman la subjetividad, el arrebato
emocional y erótico, las ansias de posesión absoluta, la ingober-
nabilidad de los sentimientos del prójimo, el desafío de conven-
ciones y moralinas y la inmutable dicotomía entre Eros y Tánatos
que han caracterizado al género desde Catulo. El diálogo entre
los amantes, reforzado intertextualmente con el empleo de para-
textos extraídos de su correspondencia personal y de apuntes del
quizá apócrifo “Diario de Paita” de Manuela, igual nos hace mi-
rar desde otro ángulo: el amor, por grande e intenso que sea, no es
un espacio de concilio; está siempre marcado por la precariedad,
por la incomunicación, por la efímera satisfacción de la carne que
conduce a una perenne insatisfacción del espíritu, paradoja que
solo alcanza a resolverse cuando la putilla del rubor helado diri-
ma la querella entre agua y fuego, entre cuerpo y alma, e iguale a
los amantes en una resurrección donde serán ceniza, más tendrán
sentido, ese que tiene el polvo enamorado de hacer que los muertos
permanezcan constantes en el deseo, en el amor.
Al arribar a La otra, la misma de Dios Aleyda es ya una poeta
madura, con una manera peculiar de observar la realidad y un cabal
dominio de sus instrumentos expresivos. En esta estación, el tren rojo
nos hace el recuento del itinerario de una pasión: enamoramiento,
celos, miedos, odios, renuncia, reconciliación y vueltas y vueltas de
la noria del amor, siempre angustioso cuando el amante constata que
el amado es sujeto y no objeto y no se puede conseguir que recipro-
que el ardor, la devoción y el ansia de fusión y se limita a ejercer una
voluntad que por principio resulta incontrolable. Para introducirnos
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en ese mundo paradójico donde se dan la mano el goce carnal y la
pesadilla emocional, lo onírico-fantástico y lo real, y lo apolíneo y lo
dionisíaco, la autora recurre a uno de los maestros del tema: Georges
Bataille. En L’erostime, el perturbador literato francés enuncia tres ti-
pos de erotismo que se manifiestan en la literatura: el del cuerpo, el
del corazón y el sacro. O dicho de otro modo: el sexo, el amor y la fe.
Sobre esa tríada, en principio, arma Aleyda Quevedo su poemario.
En la primera sección incluye poemas en los que explota las posibili-
dades del cuerpo como fuente de placer y de un tipo de iluminación
tal vez primitiva pero válida en la senda del autoconocimiento. Este
apartado cierra con una serie de textos acerca de la masturbación. Ha
alcanzado, por fin, un claro ejercicio de estilización del cuerpo que,
como preconizó la Butler, adecua a la mujer, física y emocionalmen-
te, para la autoerotización. La niña católica, esposa y madre tempra-
na ha crecido y juega con dildos, entreabre las puertas y deja entrever
sus fantasías sensuales más privadas e incluso en el último segmento
del libro roza los territorios de lo lésbico y lo bisexual, tránsitos sin los
que, quizá, no esté completa la sexualidad femenina de nuevo tipo,
dispuesta a “gozar sin trabas”.
En la segunda parte del poemario, la del erotismo de los
corazones, la voz lírica explora los territorios del amor mental
y emocional que, pócima rara, unas veces cura y otras intoxica
igual o más que los desvaríos de la carne, pero que complemen-
ta la gimnasia y tiende un puente hacia el escalón superior del
erotismo: el sagrado. Tanto poetas orientales (Vidyapati) como
occidentales (Dante, San Juan, John Donne) han perseguido la
salvación mediante el conocimiento de o el diálogo con la divi-
nidad. El indio, al narrar los amores de Rada y Krishna, emplea
el lenguaje del amor corporal para describir el amor a la deidad
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y reflexionar acerca de los principios básicos del hinduismo. El
italiano descubrió que los tres amores (a la hembra, al cono-
cimiento y a Dios) pueden fundirse en uno solo y constituir
el súper objetivo del arte y de la vida. El español comprobó la
eficacia del lenguaje erótico más vehemente para expresar la
experiencia interior de un arrobamiento místico imposible de
narrar de otro modo, insinuándonos que la fusión terrenal en-
tre amante y amado es, en esencia, un anticipo, un anuncio de
la infalible fusión entre Amante y Amado, que habrá de cele-
brarse tras las verdaderas nupcias del ser con el Ser. El inglés
enfrentó un aprendizaje difícil: apóstata de su catolicismo de
cuna, devino con los años en sacerdote de la Iglesia Anglicana,
en brillante orador religioso y en un poeta atormentado por su
continua apostasía. En sus joviales y un tanto profanas poesías
de juventud, cargadas de erotismo del cuerpo, e incluso de ero-
tismo del corazón, emplea con frecuencia símbolos religiosos
con tal de expresar la ascendencia sacra, metafísica del amor, ya
sea carnal o emocional. Por el contrario, en sus concisas y pro-
fundas poesías de madurez, en las que subyace una búsqueda
angustiosa y obsesiva de Dios como única posibilidad de salva-
ción, John Donne utiliza un recurso similar al de San Juan: un
lenguaje plagado de ardiente sensualidad nos indica la necesi-
dad del alma de ponerse en contacto con Dios, de fundirse con
Él en un coloquio donde sean Uno y Lo Mismo.
Todas estas enseñanzas asoman en los versos de Aleyda Que-
vedo. Pero hay más. No contenta con la tríada de Bataille, decide
añadir otro erotismo: el de la contemplación. Mas no pensemos
en el samadhi de la dárshana Shamkya-Yoga, en el desapego bu-
dista o en la contemplación mística cristiana, aunque un poco de
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ellos haya en este acápite dedicado al cine, a la interpretación in-
tertextual de películas que, en verdad, son pre-textos para seguir
ahondando en su psiquis y en los puntos de contacto de esta con
el Todo. Para la poeta, el arte se erige en un escaño cimero desde
el cual es posible liberar el cuerpo, el espíritu, conocer el rostro de
la divinidad y transportarse a un estado en que se juntan el cero y
el infinito. A eso se refiere Yolanda Castaño, cuando afirma:

…el erotismo de Aleyda Quevedo ha crecido y en este libro se ha hecho


evolucionado, múltiple y transcendente. Porque ya no quiere circuns-
cribirse a un único ámbito. Ya huye de todo aquello que pueda hacerle
de límite y se libera a gozar de todo lo gozable: lo que enciende su inte-
lecto, lo que acaricia su clítoris, lo que estimula su imaginación creativa
o lo que enardece su religiosidad. Todo lo vive con la misma pasión
polimorfa y nada detiene a este ardor.

Dethlefsen y Dahlke afirman que para empezar el proceso de


curación el paciente debe buscar la armonía, la conciliación de los
polos dicotómicos que conforman su ser. Jardín de dagas, a mi juicio,
persigue esa ambición. El cuerpo, sede de un apetito insaciable, de la
enfermedad y de las semillas de la muerte, también es el templo de
la vida, un paraíso habitado por otros pequeños paraísos, todos con
sus correspondientes infiernos. Ya sabemos, el mal no puede existir
sin el bien ni el ying sin el yang. El jardín simboliza la naturaleza so-
metida, ordenada, ceñida; tiene atributos femeninos; en él ocurren
acciones de conjunción. La daga encarna el anhelo de embestida, la
amenaza informulada, inconsciente; posee particularidades fálicas.
El oxímoron aspira al andrógino anterior a la escisión, el que no ten-
drá que buscar eternamente a su mitad perdida porque la lleva en sí,
-28-
la alimenta y se alimenta de ella. Hay, además, otro refinamiento eró-
tico: un aire sadomasoquista juguetea con pezones y alfileres, tinas
repletas de hielo, dedos mordidos, agujas para curar y para enervar y
nos demuestra que l@s sujet@s líric@s de Aleyda Quevedo han dado
un paso más en el precipicio que conduce, paradójicamente, al edén.
Para el hasta ahora inédito “Ejercicios en aguas profundas”,
Aleyda ha elegido, casi por completo, el poema en prosa. Nadie
puede hacer esto sin remitir a Baudelaire, a aquellas líneas de la
dedicatoria de El spleen de París a Arséne Houssaye:

¿Quién de nosotros no ha soñado, en sus días más ambiciosos, con el


milagro de una prosa poética y musical, aunque sin ritmo ni rima, lo
suficientemente flexible y contrastada como para adaptarse a los movi-
mientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresal-
tos de la conciencia?

En estos ejercicios el cuerpo y el alma se abandonan a las on-


dulaciones del mar, el acto de nadar se equipara con el de escri-
bir: surcar la página en blanco y dejar apenas un rastro de espuma,
unas salpicaduras levísimas en que la prosa sirve de apoyatura a la
reflexión. Porque otra vez se cavila sobre el deseo y sus abismos
como simas oceánicas lo suficientemente flexibles y contrastadas
para que el cuerpo y el alma se hundan, se asfixien, salgan a flote
en el último instante y los sobresaltos de la conciencia se aferren a
esta prosa poética y también musical con que Aleyda da testimo-
nio de su obsesión por el mar. Andina por nacimiento y costera
por vocación, hay en su poesía anterior señales que apuntan hacia
esa añoranza que aquí se torna absoluta. El mar, en su ir y venir,
en su inmensidad inapresable, resume al hombre que subyuga y no
-29-
se entrega, y asimismo a la divinidad que nunca da fe exacta de su
presencia aunque se pueda intuir su estar en todas partes. Resaltan
en estos poemas un colorido, un brillo, una plasticidad de cierto
modo nuevos en la voz de Aleyda y que parecen avisar acerca de
otras búsquedas futuras en ese trayecto desbocado de este tren rojo
que nunca se detiene y se lanza, deseoso y enamorado, hacia una
próxima estación que nunca será la última y así sucesivamente.
Yo sí me detengo. Después de este somero vistazo impresio-
nista desde el andén de una de esas efímeras terminales, apenas he
conseguido vislumbrar el color y la forma del tren. Y ni siquiera
lo he hecho solo. Otros, en sus también fugaces apeaderos, me
ayudaron a mirar e imaginar: Luis La Hoz, Carlos Reyes, Carlos
Javier Morales, Rafael Courtoisie, Alicia Ortega, Ángel Emilio
Hidalgo, Eduardo Chirinos, Diana Bellessi, Miguel Donoso Pa-
reja, Fernando Iwasaki, Soledad Álvarez, Yolanda Castaño, Flo-
riano Martins, Juan Secaira y Carlos López son los que puedo
citar ahora y confirmar que en mis palabras vibra, sin duda, el eco
de las suyas. Y en las de todos trepida, a su vez, el de las palabras
que son, en esencia, la envoltura de un pensamiento y de un sentir
que conforman la verdadera masa férrea y a la vez elástica de este
tren rojo que, de cierta manera, arroja luz sobre el cuerpo, sobre
el deseo, sobre el amor.

Jesús David Curbelo


La Habana, noviembre 2016

-30-
CAMBIO EN LOS CLIMAS DEL CORAZÓN
Los jadeos
empañando
eléctricamente
la puerta cerrada

Laten
nalgas
y formas arcos

Una repentina
calma
reposa
sobre las cabelleras

Pulsan
sus sexos
húmedos

Otra vez
los jadeos
los arcos de las nalgas
El cansancio
que produce
una agitada posición

Y la calma
final
que abre la puerta.

-33-
Afeitada el vello
puedo morar
las paredes impresas
de jugos y secreciones
Caverna de labios cristalizados
Cuando te ensanchas pareces venir
de un lejano planeta
Medusa
Nebulosa
No necesariamente virginal
Manada
de cometas y ficciones
Los vellos escondidos cerca al clítoris, turbando
Hurgas en la luna
tus olores multiformes
Hay que descolonizar
la tela transparente
Una manera
de empezar a escribir sobre el agua
Por más señas crear
Mezcla de hierbas y peces
Cráter púrpura
expulsando
bromelias
violetas
triquiñuelas.

-34-
Estoy condena
a amar a un ojo gris
a punto de quemarme
Quemarme la lengua
con la saliva bendita por tus dedos
que hechizan mi espacio
cada vez que humedeces el goce
Es imposible no sepultarme
en esta angustia
de no verte pegado a mi almohada
Visto de negro
porque me siento poseída
por tu sombra
alrededor de mi sexo
Tu sexo haciendo circuito
con este tejido difuso
donde he aprendido
a susurrar acertijos
que son tu nombre
Soy la esclava perfecta
Perfecto este instante
No se parece a ti
ni el mar más salado
Ése que me hunde
en el lunar negro de tu pecho
Te muerdo los labios
Perro blanco
Amor mío
no llegas a ser mío
-35-
para ser mío
hay que alborotar
las sábanas de mi noche
encontrarte hasta en la sopa
Sopa remojada por la gente que nos mira
Mira lo que pienso para atraparte.

-36-
En el útero
Demiurgo persigue al orgasmo
El orgasmo
deliciosamente insospechado
Yo desvestida de lechuzas
Platón contemplándome
Demiurgo
niño con sífilis
Ambos infieles
me gustan sus risas
Amatoriamente sus ojos húmedos
Demiurgo falo de plata
Te acercas sereno
con tu respiración picante
y el orgasmo nos posee
Platón contempla.

-37-
Tú circundas
mis encías
y tobillos
con la lengua
En cualquier temperatura

lubricas el espacio

de inmisericorde amor
Y solo ahora
entiendo esto de disputarte con la poesía
De convertirme en el gran masturbador
como en el cuadro de Dalí
E incorregiblemente
volver mi cuerpo a vos
pues he probado un arcoíris feliz
que resbaló por la vereda de mi cuerpo
Entonces
es casi justo
que seas mi juez

Pero quiero meterme en tu cama.

-38-
Este es un espacio
que reconozco como mi cuerpo
(donde el mar huye de mí
como si estuviera interesada en quererlo)
Doy testimonio
del mojado amor que vivo
Acaricio con toda ciencia
este falo desnudo
que transpira olores
una cierta manera de la luz
que retumba en el paraíso
Falo apoyado
en mi piel
rozando deliciosamente
formas del cuerpo
Y el líquido
empapando la rutina
El hondo ombligo
como el mar
tormentoso
Mar
muy hondo
que debo cruzar
con sal
desnuda
y a nado.

-39-
Inventas
una mosca verde
dulce al gusto
Un escaparate
de hormigas transparentes
deslizándose por mis talones
Y cuando crees haber encontrado
mi corazón
Salgo del cuarto
recogiendo mis babas
dibujándote en pleno ojo
una telaraña
un palo encebado
que no podrás trepar
porque irremediablemente
seré
Yo
alzando vuelo.

-40-
El pellizco
sobre luz
de cuerpo
Vos
Pequeño Caín
Originándome
el zumbido de oídos
la risa
el cielo
en el sexo
Toda
el
agua.

-41-
Era para perderse
en el candor de sus vellos
y no salir
hasta encontrar al menos
el proyecto
de otro querible
y silencioso monstruo
Pero mientras
dure este
de extremidades azules
que en cada
deseo por crear
irradia
un color púrpura intenso
como los animales
soñados por Cavafis
que viajan
del naciente al poniente
Siempre
al final de la jornada
segregará armonía
que chorrea sobre los cuerpos
Para entonces
la vulva
habrá afirmado
que los sexos
son esferas que ruedan juntas
Que sus perfiles
corresponden al ojo humano
-42-
Que sin duda
se enfrentan
en cada acto del día
Todo por
rodar
hacia la inmortalidad.

-43-
Eres el certero
precipicio
que trata de habitar
mi anatomía
Destinado a penetrar
a desgarrarme
con su apéndice
apenas animal
Precipicio
obligado
a dejarme
muerta de razones
Oscura luz
Antiguo ardor.

-44-
LA ACTITUD DEL FUEGO
LOS OLORES DE LAS SÁBANAS

Aquí empiezas
cuando pinto de violeta
y perfumo los senos con carbón
Entonces
las sábanas giran
y no me canso
de adivinar los olores
que uno tras otro
aparecen en esta
duna de pájaros.

-47-
TIGRES EN LA HABITACIÓN

Un mundo de agua
me recorre como navaja
igual que tu insurrecto cuerpo
cuando me hace arder
y los tigres aparecen en la habitación
al acecho de la carne
Qué necesaria
es esta navaja
que aún cuando no estoy desnuda
me humedece.

-48-
AL FINAL DEL VIENTRE

La noche ha dado la señal


Los animales de tu cuerpo
están sobre mí
inquietos por empezar
Se vuelven en mi contra
y al final del vientre
construyen un anillo de fuego
que estalla
como todos los fuegos.

-49-
POEMA DE CAVAFIS

Despacio
sueltas tu calor
Tu lengua
ejerce la función
para la que fue creada
y cumples con el acto
de volverme animal sensible
tan parecido
al poema infinito que escribiera Cavafis.

-50-
HAIKU DE LOS PÁJAROS

Cuidaré tus pájaros


pero me niego
a hacer el amor en la jaula.

-51-
PERDIDO ENTRE LAS PIEDRAS

Todas tenemos un Caín


perdido entre las piernas
remojándolo
en lo indescifrable
de nuestros pensamientos

Caín vitoreando
a lo ancho del pubis
Caín largamente odiado y amado
razón de ser
subterfugio
que puede volarnos la cabeza.

-52-
CANTO ANIMAL

Obedezco al llamado
de las cenizas de la mujer
enterradas al borde del cielo
Son los restos de Alejandra Pizarnik
que descansan en mi territorio

Descalzos sus pies y los míos


sienten la madera
las astilla de los corazones
la voz de las hormigas

Boca abajo
apretando los senos
contra la tierra y las hojas
respiramos tallos
los breves encuentros con el amor

1972 yo nacía
El territorio estaba definido
tú te ibas con los “los prófugos del mundo”
con esos pájaros que escogieron
estrellas no conocidas
En este espacio
reconozco tu último día
que siempre es el mío.

-53-
CORONA DE SANGRE

Bajo mis uñas


siempre quedarán el arañazo de la pasión
y restos de tu espalda latiendo

¿Recuerdas?
comimos pedazos de nuestros cuerpos amargos

Tú decías
te arrancaré el trozo de luz
que alumbra tu pubis
para que todo aquel que te sienta
sepa que estuviste
entre cielo y una corona de sangre

Al filo de la lujuria
contemplaba al animal ciego
que habita tu piel
ánima profunda
que debía partirme

Hoy nado en el veneno de los sentidos


con los dedos de cara al infinito
y preciso de otros huesos
que invoquen la sangre de otro
para sobrevivir a la destrucción del amor.

-54-
DESCIFRAMIENTO DE LOS SIGNOS

Me miro y no alcanzo
a descifrarme
Pertenezco a la era de acuario
y por esa sabiduría de los chinos
una rata me cuida
De alguna manera
el sol y la lluvia en mis labios
me han permitido seguir creyendo
en los signos y en los ciegos
Miro
a mi alrededor
Los pájaros tiemblan
más inmensos más terribles que yo ante un hombre
Estoy resistiendo
no sé cuántas guerras
Acuario y las ratas
me han entregado el blanco de la noche
Lo que hay en mí
un tatuaje de la tarde
delirios quemándome
un pubis solar
Nuevamente me miro
Empezando a descifrarme.

-55-
VOCES

in memoriam a mi abuelo Orlando

Esta fotografía
enmudece y amarilla
con la luz que entra
por la ventana
Respira encuentros
Ya no es
el retrato del abuelo
piel de zorro
He encontrado
lo que querían mis sueños
El abuelo
es inseparable
de mis miedos y las voces de cada mañana.

-56-
CIEGAMENTE

En el fuerte derredor de la noche


tan fuerte
como los espacios
contiguos al fuego
me encuentro a oscuras
intentando
amar ciegamente.

-57-
EPIGRAMA

Se quitó las pieles


como cualquier
serpiente
Y después durmió
sobre la luna
de mis mamas

-58-
APOLOGÍA DE SAFO Y CAVAFIS

Estamos desnudas
en la profundidad de la ciudad
donde las fiestas lunares
declaran a Cidno
la pontífice de esta secta

Safo sigue despierta


sobre la tierra sembrada de manzanos
Una lluvia de minerales
cae sobre nuestras nalgas
y las vuelve firmes

Al cabo de unas lunas


en el ombligo todas llevamos
un trozo de obsidiana
símbolo de nuestras
aproximaciones a Febo

Es el tiempo de las mujeres


moviendo montañas
Los hombres parecen haber olvidado
las leyes del Amor

-59-
El círculo está hecho de hojas secas
y todas entramos en él
tocándonos las orejas
liberando los pezones

Safo y Cavafis
(bendita poesía)
Nuestras vaginas parecen una gruta
tapizada en jade
Tenemos hundida entre las piernas
la cabeza del fuego
A lo lejos los pájaros dicen
ver flores y lagartos cuidando el círculo

Nuestros movimientos empiezan


a secretar una infusión
de arcilla miel
que riega la tierra
y fluye hasta el mar

Cidno posee el nido


cubierto de musgo azul
frutas secas con incrustaciones de perlas
y pequeñas piedras de río
Bordeando el clítoris
suaves pequeñas naranjas
Olor a bosque y peces dorados
que lo envuelven todo

-60-
La lluvia de minerales
no ha cesado
y desde arriba más pájaros
observan el ritual
de iniciación en lo divino

Todas pertenecemos
a un imperio.

-61-
ALGUNAS ROSAS VERDES
Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Silvia Plath
BELLA COMO DIOS

Soy la bruja rubia


que fuma
para encontrarse
a sí misma en medio del humo
De manera
que soy
la que no posee sueños puros
y sabe que ha perdido
aunque camine
con las piernas más bellas del siglo
A solas
renace la estrella que fui
y que solo para cinéfilos
sigo siendo
pues, yo nunca dejé
de ser la empleada de tienda
que quiso encontrar la felicidad
sin desprenderse
de las voces del fuego
Ya no me oculto
en los barbitúricos
Soy bella como dios
y me encuentro
en un campo fresco
con mis nalgas reverberantes
sigo fumando cerca de la luna
-67-
Fuera de eso
solo me interesaron
los pájaros del mar
y los vagabundos de la tierra.

-68-
PARA OLGA OROZCO

Una noche de dunas


te ha sido destinada;
no dormirás sintiendo
la oscuridad
repitiendo
todos sus posibles nombres
con la nuca tensa
vestida de rojo
Verdugos y carceleros
comen tus huesos
El cuchillo
que viste desde niña
siempre fue para ti
como los seres
que crujen
bajo la cama
reclamándome sus angustias
Lo leo en tus cartas
contra ellas nada vale
y son ellas lo sensorial
La muerte
viene siguiéndote
desde mucho antes
de la sesión cartomántica

-69-
Sacerdotisa
nocturna y peligrosa
con el candor
del ave negra
emerges de los muertos
y cantas a los seres
gatos que
se lo juegan todo
a cambio de los oculto.

-70-
LA CREACIÓN DE LAS AVES, 1958
Óleo sobre masonite, 52,5 x 62,5cm.

Fija una golondrina


sobre la tela
Cautivo
el pájaro
se somete al viaje
de relámpagos y cuentos
estableciendo un vínculo
no verbal
con la creación
Remedios
la hacedora de aves
se ciñe a mi cuerpo
como queriéndolo
desplazar
de un extraño sueño
Seres rituales
se condensan
en la trampa perfecta
que ella ha inventado
Aunque la golondrina
sale del lienzo
a vivir los días que le faltan
presagiando
un nuevo poema.

-71-
MUJER DE DIOS

El amor a Dios
se apodera de la niña
tocada por los astros
aún antes de los sueños
que también saben de su amor
Encerrada
en el tiempo interior
Sor Juana Inés
elabora
la tabla astronómica
En su celda
se pregunta
por las imágenes descompuestas
que cruzan la tierra
Ella dijo
de su aberración
al matrimonio
como sabia respuesta a todas las épocas
Sor Juana Inés
tiene entre sus manos
el cometa Halley
y con él
vuela por los anillos
candentes de la poesía.

-72-
EL ÁNGEL DE LISPECTOR

Un gusano de azúcar
se quiebra
entre los dientes
No tiene cara
pero se repite
cuando siento hambre
Por la mañana
tengo el estómago cristalizado
Y la sombra del blando y pegajoso cuerpo
permanece en mi respiración
Así muero
muchas veces
para volver a resucitar.

-73-
REVELACIÓN

a Cristina Peri Rosi.

La mujer
que hunde el sexo
entre las piedras
sin dar tregua
a la estupidez
como en un parto de flores
sabe que ha vencido

Así de salvaje
y telúrica.

-74-
EDITH PIAF

La mujer
convierte
su voz
en agua
Suficiente
para salvarnos
a todas
del fuego.

-75-
CANCIÓN PARA LI PO

Tambores interminables
suenan desde la tierra
El rito de los pies pequeños
destrozados por el sonido
Recuerda
a una milenaria mujer
frágil criatura
que danza en el vasto cielo

Descansa junto
a las flores.

-76-
PINACOTECA DE SERPIENTES

Contemplar a Modigliani
su pasión por los cuellos
sentirlos crecer
demorando el recorrido
de la sangre
Víboras de porcelana
Cabellos rojos
como finas lianas de fuego
El rojo que descubre
la permanencia de ellas
en el interior del lienzo
Mi encanto
por Modigliani
viene de las fábulas femeninas
que encierran los ojos de sus figuras-visiones.

-77-
CARTA A HENRY MATISSE

En las historias
que pintaste
deteniendo a los amantes
traspasados por tu aliento
se deshace el azul no perfecto
de las películas del 20

El azul
nos salva del infierno
de pasiones atrapadas
en la inmensidad de París

Vestida de ese color


como Madame Matisse
estoy viva
dibujada
sobre el piso verde
y los sillones rojos
de la carta
que nunca recibí.

-78-
LA CORBATA AMARILLA DE DAVID LEDESMA

El lugar
para este poeta
no es el homenaje
ni el río letal
con su nombre,
ni siquiera
fuegos artificiales sobre su tumba.
Su lugar
es el bosque incendiado
con fósforos sagrados,
está en sus libros sobre
mi mesa de noche
junto a nuestro común odio
por la aritmética
y la corbata amarilla
que la llevaré
hasta cuando sepa
deshacer el nudo.

-79-
ELLA – LA OTRA – LA MISMA

Sola ante el peligro


no quieres salvarte
prefieres pensar
que hacer el amor
es un don de este mundo

Un hombre al que casi no conoces


te desviste
y más nunca
la tierra fue tan bondadosa.

-80-
MONÓLOGO DE LA MADRE

Confinada al viaje,
en soledad
llamo a mi hija,
para entregarle
los animales amarillos
de mi habitación
acto que resuelve
mi vida
Beso sus ojos
hasta encontrar
las voces
que me sosiegan

Allí
cobra pasión la soledad
escapando una vez más
a la línea del cielo.

-81-
EN LA ABADÍA

Allí está
habitando entre eunucos
y espinas de nieve
la niña de firmes nalgas
que se levanta la falda
para mostrar su reloj de arena
A los veinticinco el reloj
se volvió nudo
pero ella ya pertenecía
a las mujeres
que conocen las vocales de la sangre
No fue igual a nadie
y el nudo bajo su falda
era una crucifixión
para los sueños
Ella está marcada
por el aire que no nos llega a todas
Un aire de cuervos
enciende otro destino
alejado de los demoledores
golpes del amor
Domina las vocales de la sangre
en un pacto abierto
con la sabiduría
sagrada y oscura
de la castidad.
-82-
HECHICERAS DE OJOS GRANDES

Reinas furtivas
apuestan al amor
en un hotel
que estalla en besos
Evaden el frío
al que sus cuerpos
están habituados
y se despojan
por una noche
de su máscara
esculpida sobre el rostro
a fuerza de sexo insatisfecho
El hotel da al mar
ellasardientes
sangre y orquídea
terminan con Eva y los fantasmas
del paraíso
Al amanecer
despegan sobre la espuma dorada
como bandada de pájaros blancos
en su migración al infierno.

-83-
UN ALTAR

Instalado cuidadosamente
todas tienen un altar
con objetos mágicos, pequeños dioses
recuerdos y dalias
A veces
lo construyen
en un rincón del clóset
o en el cajón
junto a las cucharas
Cuando los objetos de adoración
son más íntimos
están pegados al colchón
que sabe de sudores nocturnos
El altar demarca
nuestros dominios en la casa
Los oráculos
que guardamos
tejen una sábana de conjuros
filosofía de viejas alianzas.

-84-
ALGUNAS ROSAS VERDES

Esta mujer de hechizos


de mentiras y yeso
teje las medias
más cálidas
para el día de su muerte
Una cruz
una caja de madera
algunas rosas verdes esperan por ella

No hay temor a la muerte


Solo pido
sea justa.

-85-
HUESOS DE PESCADO
Adoro todo lo que no es mío
tu por ejemplo
con tu piel de asno sobre el alma

Blanca Varela.
POESÍA

Dormir
junto al pájaro
que se quiere
y guarda secretamente
nuestras heridas

Despertar
chocando contra la ventana
y perdiendo algunas plumas.

-91-
PARECÍA UN DIBUJO

Entre cuerpos contrarios


el amor es una
fina punta
que lo va
sesgando todo
Más allá
del corte de piel
los amantes
se deslizan
por sus filos
dejando entrever siluetas
y unas gotas de sangre.

-92-
PASIÓN

Que empiece a llover


para saber
de todo aquello
que me enciende.

-93-
MOJADOS

Los extraños huesos de pescado


que te sostienen
podrían consagrarte
animal de ese reino

Tendida en la playa
te recorro con mis ojos
llenos de arena,
dispuesta a desentrañar
la perfecta combinación ósea
que ahora junto al mar
también se levanta

Amándonos
mojados por el cíclope azul
primer habitante del tiempo
pronto seremos
la tragedia de la fugaz
memoria de los hombres.

-94-
EL AMOR ES UN EXTRAÑO CULTO

Como un oficio sagrado


recojo las piedras de tu cuerpo
para echarlas al destino
sin saber
que no hay
tú ni yo
en la batalla de babel
donde los cuerpos
son aguijones candentes
que se hunden
hasta las más íntimas emociones
multiplicándonos
en fósforos y partículas
que mueven el paraíso
Amarse, gruta
de falsos paraísos
devorando nuestro tiempo
Amor provisional
atravesado por balas
de la tarde,
sobresalto del deseo

Oficio sagrado
ese del desamor.

-95-
POEMA

Con amor
extraviado en algún lugar
repetido del mundo
vuelvo inútilmente
sobre las voces
del cuarto de hotel
donde entrelazábamos
piernas tensas de furia
juntando nuestras miserias
como látigos
sobre la cama dulce

Nuestro amor
inmenso fósil
al igual
que estos versos
bajo tierra quedará
sellado con cal
apartando de la playa
el verano y el viento rojo
que lo delata.

-96-
CONFIDENCIA

Antes de ser nadie


cuidé el bosque de la cama
supe de tus ritos nocturnos
Antes de ser mujer
fui hombre
engendré 45 hijos
crucé el desierto
y rompí una nariz
de un solo golpe
Después fui árbol
incendiado
por secretas vidas
de la tierra
Ahora apenas soy
el pájaro que lleva
piedras en las alas
y piensa no claudicar.

-97-
VAMPIROS

Crisantemos amarillos
han brotado a la entrada de mi casa
En las mañanas
parecen quemados por el sol
y sin embargo florecen en la noche

Crisantemos vampiros
de alguna alquimia desenfrenada
que succionan el amor
de esta casa.

-98-
SANGRE SOBRE LAS PIELES

No hay volcán
no hay ración de paraíso
Somos nosotros
nadando
entre la habitación y el jardín
tratando de salvar
algunos espasmos
aún en contra
de lo que nos devora.

-99-
ASUNTO

Giras la llave,
si entras por lo que
te toca, llévatelo.
Tus patadas
en el sillón
reinventan
el hombre que eres
Tengo la impresión
de que no logras
acabar con este asunto
postergado tantas veces
Es aquí
donde arranca
la guerra
de corazones y juzgados.

-100-
BALADA

Al meterte en las cobijas


finges que el día fue bueno
pero en las tinieblas de la habitación
sabes que hay otra guerra
y empiezas a dudar
de los recursos del amor,
de tus desencajados huesos
en busca de trabajo
Todos los factores
para no volver a despertar
y confirmarte que eres un molusco
en la inmensidad azul
de las sábanas

Ves por qué escribo


tu historia,
yo también finjo
que no pasa nada.

-101-
ALGO DE BOLERO

Te sigo el hilo
ofreciéndote mandarinas
pan y orégano
¿Ves qué buena soy?
Un oasis en medio de la almohada
como receta casera
sin llegar a la ofensa
de los puños
Preparo una infusión de menta
en la tetera azul
barro los pisos
en la más silenciosa rutina
Mientras te espero
acaricio mis manos
con bálsamos humectantes
y murmuro:
¿Cuánta bondad para alguien
que tararea la misma canción
al poner la mesa?

-102-
RETRATO

En el álbum de familia
reconoces al perro
como la señal
más humana y terrestre
que supo escucharte
en días de lluvia

Antes de colocar la foto


te has declarado
el hijo obsceno
que mató al perro
confundiéndolo
con su padre,
como primera enseñanza.

-103-
CÁBALA

Húndete
en el agujero negro
que soy
Entiende el color de las flores
tu irrevocable fin.

-104-
VIRILVIDRIO

Aún hierve el vidrio


en mi boca
la lengua indefensa
te busca
cristal fatídico

Destrozaste
mis labios
transparencia sin reemplazo.

-105-
RITUAL PARA LA GUERRA

Pájaro amazónico
Maquillaje
en la estrategia de la noche
Antigua máscara
de grandes prodigios
enemiga de rostros pálidos
Pintura que ilumina
las facciones del jabalí
camuflándose para la batalla
en la que debo ocultar
los zarpazos
que dejan los hombres.

-106-
LA COCINA

Celda
de los más finos olores
espacio que guarda
lágrimas favoritas
para ellos y nosotras
Retiro caliente
donde las esclavas
experimentan venenos y manjares
Burdel encantado
en el que se conjuga el pan
con sabias mentiras
Trinchera del asombro
arrebatada a las brujas
Antiguo territorio
que fortalece el pacto
entre ellas y los astros.

-107-
HOJA DE DIARIO

Afeitaré mis cejas


a cambio
de lo que fue
tu cuerpo
en la época de miel y bruma

Dulce castigo
dame consuelo.

-108-
SIN DESTINO

El dolor
de una carta devuelta
te deja sus huesos
como miedo entre las manos.

Esqueleto hecho
de irrecuperables emociones.

-109-
CIUDAD SECRETA

Me incorporo
con las huesos perdidos
Las luces se desplazan
vertiginosas
y los ángeles caminan entre charcos
Doy un paso
igual al de ayer
aquí me contemplo
absurda en la ciudad
Como ayer
como hoy
siempre toco
el fango de imágenes propias
al doblar la esquina
Ciudad
a la deriva de las estrellas
en tus veredas
duermen estremecimientos
No tengo
abuelos aquí
y sin embargo
te encuentro
como a la cocaína
que ha cavado
un espacio solo mío.

-110-
CARNE Y HUESO

La risa de los gitanos siempre


descifró mi estación secreta
Existe un perfume de tilo
penetrándote la sien
Soy un cuerpo ácido
tendido sobre el asombro
encantado por la muerte
Seres perdidos
reaparecen escarlatas
avivando el funeral

Me alimento
del pan de ceniza
y en mis venas
corre sangre cortada
por manos ciegas.

-111-
BESO

Destilada lluvia
nace de ti
Misa profana
sobre la roja arista.

-112-
PERDIDO EL RASTRO

Harta de ser yo
Romperé la máscara
que conmigo
eligió la vida,
después de tantos años
un derecho lamentable
me asiste
Desconozco este cuerpo
que irritante
engulle grasa
queriendo
freír las penas
No hay posible pérdida
debo deshacerme
borrar la cara
y las buenas intenciones
Mi salvación
será tocar fondo
Me abandono
mas solo mi alma oscura
se niega a dejarme.

-113-
MANZANA

La serpiente
inventa
lo que nadie quiere ver

Ser mordida
sigue siendo contemporáneo.

-114-
ORACIÓN

Poesía, ayúdame a realizar


el último baile
En él
vestiré como la diosa Kalí
y todos sabrán
que soy la novia
que nunca
dejó de soñar
a la hora
en que nacen los condenados.

-115-
CONJURO

Con absoluta devoción


entro al cristal
confesando
semejanza a los cangrejos
No logro reconciliarme
con mi nombre
¿Soy
la que vive
de las causas perdidas?
De las sombras
inclementes en la pared
Vuelvo a mirar
la lámina de azogue
que circular permanece
vigilándome
en la habitación
Nadie conoce
a las mujeres
y me odio por ello
perdiendo hasta los secretos.

-116-
MI EFERVESCENCIA

Todo a ti
que hierves
bajo mis nalgas
y a tu cuarzo
de género
el casi animal
que me desafía.

-117-
INFINITA CONTRADICCIÓN

De este lado
ya nada puede hacerse
Sigo amándote
y en mí se refleja
la sal
devolviéndome
las mismas palabras
-no te vayas-
Ardo sin contemplación
a pesar del silencio
y como prueba
de que el amor
es un ave
que a las fieras
se enfrenta
pido seguir
equivocándome.

-118-
ESPACIO VACÍO
PRIMERA PARTE

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida


o la luz de la muerte?
Gonzalo Rojas
LA OPACIDAD DEL DESIERTO

Recorro las autopistas de la noche


nada me detiene
ni siquiera el canto del destino
que circunda mi piel
como extraño medallón astral

Las dunas del miedo


reducen mis manos a polvo

En la arena me mimetizo y pulverizo


repitiendo un acto fallido
No se deja huellas en el desierto

Un camello aparece en el rabo del ojo


sonámbula
sudando gotas agrias
lo sigo viendo en mi arenario

Los reptiles
toman las formas de la arena
se escurren
se deslizan cuando la pasión se niega
La naturaleza del sexo y el amor
son de origen volcánico
reptiles de sílice
que se desdoblan
-123-
para escapar con el viento
en la más absoluta promiscuidad

Corazón tan turbio


tan furiosamente dudoso
llevado por la velocidad
de las colinas que se deshacen
infalibles al amanecer

La arena es virulenta
sus dobleces resucitan y se volatilizan
una y otra vez
en el infinito
desgastante y necesario del amor

Observo el movimiento de las estrellas


amontonadas en el cielo
tengo vértigo
cuando parece que mis ojos
han logrado tocar la superficie del reino

En el arenario
piel llama a piel
y en la rugosidad
lamer sudor es el paraíso

Cuerpos metálicos
que se atraen y rechinan

-124-
El desierto es una palabra de arena
que se mueve y desaparece bella
y los amantes iguanas
que amargamente se arrastran en busca de un corazón

Cielo arriba
cielo abajo
El cielo del desierto
en mitad de la luz solar
perforando mis pupilas

Soy la salamandra
que llegó a la inmovilidad

Contemplo el reino de dunas rojizas

Memorizo los besos fuertes


la novedad de la saliva
que bloquea mis sentidos
y deja mi cuerpo sin paisaje
como piedra abrumada

La arena traga los pies


en el pantano de los impulsos

Nada produce el sentimiento


de ser de ninguna parte
de pertenecer a dos sexos guerreros
solo la noche del desierto
-125-
Me hago carne
me enraízo en la grava
mis uñas se aferran
a las formas onduladas de este espacio

Soy yo misma la que se hace


carne de la desidia
para acelerar la evaporación

Aquí estoy repitiendo el acto fallido:


no se deja huellas en el desierto.

-126-
OJOS DE TESTIGO

El viento histérico rompe mis hombros


Ópera que desmorona la contemplación
del desierto
y hace tambalear al saguaro
rey de cactus

Las horas larguísimas


caminan como pesadillas

Lentamente llega la calma furiosa


y el cielo del paisaje ocre
se limpia para dejar pasar
la más pura y metálica luz del planeta.

-127-
CONTEMPLACIÓN

Si permaneces despierto
verás la cabeza azul de la salamandra
La noche de los nómadas
y un Dios de marfil

Solo lo indispensable
para encontrar las palabras que con rigor
expliquen la venganza más necesaria

Un cuchillo reluciente
corta los cuellos de las bailarinas
y al amanecer es posible distinguir
manchas azules que se mueven
entre la sangre todavía caliente.

-128-
LA NOCHE BLANCA

En un inmenso hospital
un cuerpo vestido de espinas

Soy virtualmente la virgen del desierto


estampa desmayada sobre el miedo

Nada más yo
con las manos llenas de clavos calientes
caminando descalza entre las dunas

Un inmenso hospital es un desierto blanco

De mi boca sale el mensaje divino


pero aquí nadie me oye.

-129-
CORAZÓN DESHABITADO

La arena es una hoguera que grita

Mis oraciones se las lleva


el murciélago en sus alas

Queden aquí las convenciones absurdas


el polvo azul de las mentiras

Quien no está preparado


para morir con el corazón deshabitado
en la belleza de una noche
no podrá colocar una piedra
sobre el grito que está por salir.

-130-
EL AMOR Y LAS PIEDRAS

El amor en ocasiones se vuelve insustituiblemente frágil


tanto que puede diluirse y perderse entre el oxígeno

Esta necesaria levedad es anillo solar


que se pega en la lengua
inventando una ecuación de energía líquida

Golpe de aire que se repite pocas veces


y siempre tiene el rostro lleno de hielo

El amor fluye como la estructura de un bosque de cristal


su corte perfecto atraviesa montañas

Pero las piedras


siempre las piedras permanecen en el lugar del amor

Logran convertirse en la exactitud


que apenas la velocidad las supera.

-131-
ENEMIGOS

Tienes razón: el noamor es el que permanece


los nómadas comen dátiles frescos
los escorpiones succionan su propio veneno

Y tú y yo nos aferramos al odio


para mantenernos juntos
en este lado seco de la tierra.

-132-
LETAL

Peligrosa
repta entre las dunas rojizas

Los cascabeles de su cadera


se enroscan en la almohada

Él le pide que le muerda


y es cuando el silencio despiadado
letal de la felicidad
se riega por la cama
como veneno brillante.

-133-
OH, EL ASCO Y LA PASIÓN

No hay nada más que arena


y dos cuerpos idénticos
que se aman hasta incendiarse

Creen bañarse en las mismas aguas de la carne


pero están marcados por la música
que hiere los sentidos.

-134-
NATURALEZA

Y es de imaginar
que todo crece por dentro
como si una semilla volviera
a reventar en pleno desierto
y el sexo recuperara
su imagen de fruto luminoso.

-135-
PRINCIPIO

La lluvia pesada
expulsa el silencio de los volcanes

Sobre las rocas


lenta corre el agua turbia

La intuición y la catástrofe
como cosas transitorias
también se van de mí.

-136-
LA DUEÑA

Un océano de arena
tritura mi cuerpo

Crueldad
sin misericordia

No es el amor
es tu naturaleza lo que quiero para mí.

-137-
NIDOS DE COBRAS

Nada tan perverso como una tormenta de polvo

En mí había una bella iguana


tú la fuiste asesinando
como si pisaras nidos de cobras

Así en el caos que somos


has ganado todas las guerras
hasta dejarme sin piel
ni genitales

Satisfacción que encuentra paz


quemar y quemarse
en la energía necesaria de la maldad.

-138-
ESTADO DEL ALMA

La exactitud del dolor


llega en forma de muerte

Para una existencia


en puntillas sobre el mundo
no hacía falta tanto sufrimiento

¡Oh!, desiertos de la tierra y del alma.

-139-
CONTINENTE

El desierto es una cama


con miles de huecos

Cada cual tiene


su hueco para dormir eternamente

¡Ah!, los huecos profundos


de Latinoamérica.

-140-
DE LOS REPTANTES

Esta ciudad tiene arena por todas partes


es por eso que todos han enloquecido

La velocidad termina
matando las neuronas
y es cuando empieza la necesidad
de arrastrarse

Reptantes urbanos
con sobredosis de rapidez
van dejando partes de sus cuerpos
en cada estación

Una mutación de leprosos


arrastrándose hasta llegar a casa

En esta ciudad el metro


traza miles de líneas cristalinas
Y todo vuelve al principio de los tiempos.

-141-
TEDIO

Caliente acero
temible destino

De regreso a casa
una cama de arenas ardientes
me espera

Me asaltan cuerpos que pasaron


y que muertos aún permanecen

De regreso a la costumbre
voy hilvanando el vacío.

-142-
NADA

Domingo cuatro de la tarde:


la opacidad del mundo
toda la pesadez humana
Tal como el delirio de la arena
que al fin estalla en misterio.

-143-
DESGASTE

Una vez fui infiel hasta enfermar


Así parece atraparse la vida
en la grandeza del desierto

Ahora estoy cansada y fea


una resurrección no recuperaría
tanto desgaste y desamor
porque la infidelidad que derrota
no es la del cuerpo

Esa pronto se transforma en cenizas

La infidelidad devastadora
que como un anuncio paraliza el corazón
es la del espíritu.

-144-
LA SOLA NOCHE

Nunca más dejaré


que un extraño ingrese a mi lecho
y rompa el todo de las dos

Basta que empiece a dormir


para que sigas habitándome
noche de areniscas brillantes.

-145-
IMÁN

Mi pubis
como un pozo sin fondo
me lleva a ti

Pero tú eres la puerta de la oscuridad


y es en la noche
cuando se cortan cabezas.

-146-
POEMA DEL DESEO

Lobos negros en las montañas


se juntan al acecho

Carne dulce
para los sonidos de la tierra baldía
el hilo mortal y denso de la saliva

Lobos surgidos en la penumbra


allí donde las montañas se juntan
y el deseo llama al deseo.

-147-
INSOMNIO

Una orquídea
y el viento frío
abren un rojo agujero
en mi pálida mejilla

Es un hueco
por el que ingresa
suficiente perfume
a calmar mis nervios.

-148-
LA SAL CUBRE MI ALMA

Entro y salgo del mar helado


su sal cubre mi corazón
de extranjera dormida

Este puerto rojo


acoge a los comerciantes ciegos
de Argelia y Marruecos
que aceptan morir
en los brazos blancos de la espuma

Las cavidades del corazón


son rincones del mar
que recoge olas de tristeza.

-149-
TIERRA SUR

Una polvareda ciega


cubre la región de los faiques

Sequías interiores dormitan


en los ojos de la gente

Lagartijas y zorros desnudos


se aferran como los ancianos a su pedazo de nada

El agua
no llegará para lavar los mangos
verdes y polvorosos con la pepa de la soledad

Tan solo los faiques con sus ramas engañosas


sobreviven al paisaje de mi niñez.

-150-
DE LOS INFIERNOS

Luego de la muerte
queda el vacío
los fracasos acumulados
creciendo en las piernas

Territorios infernales
a los que llaman destino

Mejor cavar tu espacio propio


para llenarlo de frío
Después vendrá
otro amor.

-151-
CAFÉ ORIENTAL

La noche peina mi cuerpo en estéreo


los perros escuchan
lo amargo de esta música oscura
que como el té asiático:
calma
más tarde excita

Sonidos crispados
play que afloja
mis piernas
y filosas danzan
en la luz magnética del desierto.

-152-
MÚSICA JAPONESA

¡Ah! de las horribles pasiones que recorren mi cuerpo


insoportables cuando los ojos de otros miran

En nombre del Señor, el más poderoso


voy hacia el despeñadero de cuerpos desconocidos
que me aman y emocionan

Señor, no me abandones en arenas


de almas en movimiento
soy tuya
camino descalza y pulcra en mitad del desierto
preparada para el goce o la muerte

Más allá de la seducción


Guía mis pasos en el amor.

-153-
SEGUNDA PARTE

La primera mujer está sujeta así misma; la segunda mujer era una creación ideal de los hom-
bres; la tercera supone una autocreación femenina
Gilles Lipovetsky
IDENTIDADES

Fragmentada en mil mujeres


bajo la memoria de la salamandra

Soy ellas y yo
con un poco de hombre
que se disuelve
y se aferra
a mi indivisible identidad.

-157-
OTRA ÉPOCA

La feminidad goce que


manchada como un tigre
escapa a la ley masculina.

-158-
REDESCUBRIMIENTO

Las cosas que se dejan fuera


se conectan al insomnio

En el fondo de las pupilas


está quien se lanza al viaje
con los ojos abiertos

No me veo ahí
pero puedo sentir
la espiral caliente del sol
bañando mis tobillos ambigüos al amanecer.

-159-
SERPIENTE

La sexualidad circular
bulle en la adolescencia

Besa los bordes azules


de la línea frágil del alma

Sombra
donde no hay climas
solo estados del alma

Serpiente
que muerde su cola y choca contra el sol.

-160-
LO ESCONDIDO

La cobra serpentea en la cama


y trepa como un pañuelo de seda por el pecho

Lo oculto entre el ano y el sexo


es su secreto más guardado

Felicidad indeterminada que se revuelca de placer


en las sábanas de los amantes.

-161-
ANIMAL

Cuando nos pongamos


la máscara
que finge la exaltación del mal

Se dirán malvadas palabras


de lo masculino y de lo femenino

Signos carnívoros de celos

Quién no ha sido alguna vez


carne de mujer y de hombre
ardiendo en armonía.

-162-
SIGNOS

Piernas descubiertas
sobre el ancho sofá

Músculos
Carne profunda
tendones y huesos
en perfecta simetría

De él o ella
belleza que reposa
sobre la cama de sol
junto a la piscina

Demonios
que se sumergen en otras aguas.

-163-
PLEGARIA

En dos soledades compartidas


una delgada fibra
se conecta con el sexo

Plegaria que se repite


en la hora más triste.

-164-
LUNÁTICA

En la pista
de reflectores azules
un cuerpo duro
da vueltas
y una canción tecno
acelera su corazón enardecido

Plateado
limón
blanco

El pantalón de cuero negro


la camisa sin mangas
adherida al cuerpo

Algo como el mar


sale de su torso
y el baile es un concepto leve
bañado por el neón equívoco

Es un ángel de Versace
mientras las líneas
de sus labios se congelan
por la velocidad del tecno
el deseo crudo se riega por el lugar

-165-
Hombros tibios y brillantes
bajo el neón
Sudor manchando
el abdomen plano

Tetillas erectas
inmóviles
se pierden entre el rojo
líquido de la camisa

Gel
cabello cortísimo
whisky con hielo

El tecno se detiene
la inmovilidad del cuero negro
es ráfaga de sensualidad

Enciende un cigarrillo
y el lagarto sagrado de la seducción
arde en sus ojos

El humo
Mi corazón
Y soy yo
la que intenta
en un movimiento
cambiar de sexo
para atrapar la belleza.
-166-
TOTAL

Lanzarse al vacío con paracaídas


es salvarse de ser lo uno o lo otro

La duda es la totalidad
caer
con las piernas abiertas de una mujer
y el torso desnudo de un hombre
entrega la riqueza de vivir dudando

El titubeo entre masculino y femenino


permite gozar de lo incierto.

-167-
VELOCIDAD

Tu aparición y desaparición
como el roce de tu lengua
en mis rodillas
recupera el gemido
de nuestra alcoba.

-168-
MALA COSTUMBRE

Si tú lo supieras
mi corazón dejaría a un lado
su pésima costumbre de acelerarse

Nadie sabe lo de nadie


pero si tú lo supieras
estaría dispuesta
a abandonar este corazón
para convertirme solo en cuerpo.

-169-
AGUIJÓN

Una caja
encierra siete escorpiones

La destapo con mis manos frías

Grabo en la retina sus cuerpos negros


y el aguijón dispuesto como una interrogante

Siento el poder de su pregunta


atrapada por el miedo y la belleza.

-170-
CERTEZA

Un día me levantaré
con la furiosa convicción
de alejarme de las montañas

Una siempre está jugando


con los dados de la fatalidad
y no deja de apostar lo que ama.

-171-
HORIZONTE DE ARENA

Y caí desnuda sobre la arena


una inmensa lengua granulosa me abrazaba

De rodillas llegué hasta las últimas luces del día


tatuada por el ardor de lo confuso

Ahí estabas
hirviendo entre bebedores de té
y cojines de seda

Esperando a la extranjera perdida


que reza en mitad del fuego

Nuestra segunda oportunidad


el sabor de tu cuerpo en mi boca

Ese fue un gran viaje


que hoy por hoy
no lo volvería hacer

Demasiado miedo
a los sacrificios del amor.

-172-
CAZA

Disparo
y el humo
que deja el revólver
libera una fragancia

¡Ah! ese perfume


de nuestros cuerpos.

-173-
MAPA OCULTO

Esta soy yo
Ojos inasibles
Corazón sin lugar

Mi cuerpo pequeño
vendado con telas pintadas
La cabeza
doble herida que supura piedad

Pobre de mí
acompañada de mangostas
viajando por la extensión inmensa del Kalahari
aferrada a la tristeza natural del mundo

La tierra árida
es una variación del dolor

Areniscas antiguas
insensibles a las plegarias y al sufrimiento

Mi corazón oculto
sequedad que inflama
este lugar salado

-174-
Extensión sin edad
magma escarlata
como la muerte del cuerpo

El trazado del desierto


me llevará a mi hermano
donde hoy descansa
vestido de rosas verdes.

-175-
SOY MI CUERPO
LIBRO 1

Un viaje

Pese al individuo, la enfermedad traiciona


lo que éste no hubiera querido revelar.
Susan Sontag
FIN DE MI SUERTE

Mi útero reposa
en la bandeja de cirugía
Se vuelve ceniza
en los basureros hospitalarios

No tengo por qué mantener


compromiso con el misterio

No adivino más la suerte

He quemado el tarot.

-181-
APARICIÓN

Me abandono a la virgen
Tomo sus manos de porcelana
y las llevo suavemente hacia mí

Hasta quemar con su frío mi piel


Ahora que ellos me tienen
en sus tentáculos de acero
reescribiendo mi destino

Me abandono desnuda
a ese manto que he mirado desde niña.

-182-
PARA VOLVER A MI

Mi cuerpo pequeño
cruza límites helados
con la espalda encorvada
y un blanco camisón

Primer aviso
a mi terrible vanidad.

-183-
TÚNEL

Todavía escucho
a los dragones afilados
ingresando en mis entrañas

Tejido quemado
árbol de páramo yo
Vi sombras de arena
y horas abismales
detenidas en mi cabeza

Más todo se esfumó


por los besos de mi amado.

-184-
MI CANTO

El cariño de los amigos


se traduce en cartas besos
bálsamos contra la enfermedad

Los claveles que dejaron


reconfortan
las madrugadas ásperas

Amigos protectores
quieren inutilizar mi sufrimiento.

-185-
CIELO

Sobre los hemisferios


el peso del dolor
está en uno mismo

Nada tiene que ver la cirugía


experimento nuevas cicatrices
y agrego sufrimientos pasados
para alcanzar
la condición de santa vaciada en la tierra.

-186-
PEQUEÑA MUERTE

Cada noche
sueño y me entrego sin control
Sola
con mi corazón
caigo y renazco
al nuevo día.

-187-
UNA CERTEZA

Me deslizo
entre camas metálicas
y tanques de oxígeno
Estoy helada
en el fondo marino de este hospicio

Ya mis deudos aceptan que las cenizas


regresarán a las montañas
de dónde salí
cuando las piedras se movieron
por la fe de mis padres.

-188-
MANTRAS

Todos los enfermos dicen


antes de…

No más falsedades
Una segunda oportunidad
corre entre el agua de la virtud

Es banda sonora de latidos


Crujir de tripas
Saliva densa arrastrándose por la garganta

Una pedregosa tos antes de…


oooooommmmmm
oooooommmmmmmmmm
om.

-189-
SI ESTOY ESTÁ

Mi esposo con sus manos tibias


baña mi cuerpo dolorido
con raíces y hojas de menta

Mientras duermo me mira respirar

Si me alejo
entre las violetas
él me sigue
si estoy está conmigo

Es madero en alta mar


al que me abrazo con amor.

-190-
ENERGÍA

El amor selecciona
a los que se perdieron
de la maldad.

-191-
MÚSICA OSCURA

Cuánto dolor tolera


la suma del cuerpo

Su perímetro helado
termina los deseos.

-192-
TURQUESA

Me tumbo al sol
y de las piernas
y de la espalda
salen latidos de fuego y caracolas

Ahora que regresé


ningún lugar me es tan cercano como el mar
con la espuma chocando en mi brillante abdomen.

-193-
FADO

Tu corazón no deja de latir


en las cenizas

Polvo estremecedor
que tiene su altar en la casa

Sangre y emociones
fluyendo libres
ablandando mis nervios.

-194-
INSUFRIBLE

Qué será de ti
en manos de Dios
Qué será de nosotros
bajo sus designios
en este mundo
de reinos extraños
Arena al viento
apenas polvo que delata.

-195-
DÍAS

Como si nunca
te hubieras marchado
encuentro tu silencio

Viento que pasa


moviendo la espesura
de mis pestañas.

-196-
ALQUIMIA

Mezclaré cristales
plata de aire

Aquellas cenizas

Así continuaremos siendo hermanos


Pájaros distintos en el cielo nítido.

-197-
CLIMA

Mis pies congelados

Sobre el blanco mármol


que recubre la casa

Gélida forma del presente


Despiadada manera de seguir.

-198-
REZO

Sembraremos de nuevo árboles de capulí

Resucita

Aún cantan los colibríes de cola larga


tu canción de medio día.

-199-
AIRE

En la quietud
siento tu presencia
como un capullo explotando
en mis ojos

Grandes geranios heridos


brotando lágrimas de sangre.

-200-
NEGRO

Cuchillos relucientes
me miran

Danzan demonios
sobre mi lengua

Soy legión
pero tu ángel me protege.

-201-
ARCANOS MAYORES

Lavo mis penas


pero no alcanzo el vacío supremo

El agua del cielo


baña los animales de la tierra

Mas no te hallo en ese río infinito


de amores flotantes.

-202-
PERFORACIÓN

Hay una brizna de fuego


detrás de mis ojos cerrados

Vives allí quemándote


Aunque finjas
y continúes arriba y abajo de ellos.

-203-
HILOS

Ni el valle de los Incas


puede con mi alma

Tomen mi corazón
y siémbrenlo junto a las piedras

Solo entonces la vida será


un río sagrado de arañas.

-204-
AFLICCIÓN

Machaco mis dedos


para dejar atrás las azules
llagas de los pesares

Soy la muerta
y mi cuerpo un fantasma
sumergiéndose en los ríos
que mojan la memoria.

-205-
ESPONJAS

El agua en su paciencia
va y viene perforando el esqueleto

La voz
solo eso queda
contra las esponjas enfermas
y esta espalda de corcho.

-206-
TREN

Cruzando la estación del dolor


Olvido el golpe que Dios
Asestó en mi mundo.

-207-
AMONIÁCO

Un gato orina mi alma


Él sabe por qué no se alejan
los malos tiempos
Los pesares huelen a gato
Ese olor de amoniaco
y ser mal querido
Ese animal que soy
Que vive quejándose
hasta del gato.

-208-
ESPANTO

Una puerta me queda


por abrir
Infinitos pavores carcomen
mi sombra

Siento rabia al saber


que soy mi propio miedo
enfundado en este cuerpo.

-209-
OFRENDA

¡Señor!
te ofrezco estas pupilas
quiero ver mi destino.

-210-
EVOCACIÓN

En el sopor de la tarde
Miro mi casa llena de fotografías

Las cosas
se desgastan
Como el amor que te tuve
o el color de aquellas fotos.

-211-
TIEMPO

Para soportar
el crujir del dolor
te miro incendiando mi alma
Porque fuerte es el amor, como la muerte
Nada la desafía
ni siquiera mi todopoderoso y sublime amor.

-212-
RITOS

Las altas temperaturas


no consumen nuestras miserias
tampoco abrazan a los sentimientos

El amor
es una inmensa llama enferma.

-213-
HONDO MUY HONDO

Me afeito la cabeza
y empiezan las preguntas
sobre lo que dejamos de hacer

La alfombra verde que se hace hierba


cuando la pisas y se extiende como
mancha de insectos sobre mis manos
aún permanece en la sala de televisión

Un presentimiento puro
sale de mí
Las preguntas cubren mi cabeza afeitada.

-214-
AGUA

Cuando regresé
mis amantes
levantaron mi cuerpo sano
y lo llevaron al río de la dicha

Nos bañamos en la locura de las aguas


que prendieron una orgía
en sus bocas de vodka

Agua de pétalos de todos los colores


cubriendo mi pezón reencarnado.

-215-
LIBRO 2

Soy mi cuerpo

Éste es mi cuerpo de ayer


Sobreviviendo de hoy.

Ángel González
LIMÓN PERFUMADO

Soy mi cuerpo
atrapado por partículas
de otros cuerpos

Cuerpo
que enjabono en el mar
reconociendo suciedades
y miedos

Miedos míos
enjuagados con
el agua que todo lo cura
la sal de mi sudor
los celos bien guardados
los dulces jugos
y de nuevo el agua
que me concede
un cuerpo nuevo cada día

Cuerpo fresco
tendido en la cama
como limón al filo
de la ventana

-219-
Y el sol quemando
el vidrio
la madera
el limón
perfumado y desnudo
de la ventana que soy

¿Sé quién soy?


me miro
en el largo espejo del baño
tengo 33 años
nunca estuve tremendamente sola
abandono de perras
que te marca y deja sin curiosidades

Lloro y mis piernas blancas


se vuelven negrura profunda
que bloquea los sentidos

Quién es mi cuerpo
puede afrontar sus propias
desgracias
incluso las más asfixiantes horas
ansiedad
falta de ti
horas cuando me fundo con un monstruo
que conozco bien

-220-
Cuerpo mío
pólvoracielo
intenso estallido
de lámparas que filtran tu claridad
sobre mi pecho

Soy este cuerpo mío.

-221-
HISTORIA

La forma roja
de tu espalda
condenada a
juntarse a mí

Y esta suavidad
líquida
que lo borra
quema y desordena
a este lado
de la pantalla.

-222-
CONDENA

En el palacio del cielo


el torso desnudo
de tus palabras
salva mi alma perdida
en las agujas de este amor

La forma de tu mente
esa manera tuya de amar
este cuerpo para los dos.

-223-
SACRIFICIOS

En el mundo del más allá


con sus extrañas sombras
también te reconocí

La noche que quería de la vida


fue
a tu lado

Así y todo
contigo por sobre lo que soy
te dejaré marchar
viendo desde otros ojos
que son los mismos de siempre.

-224-
LO QUE SOY

Desdoblo mi rostro
encuentro a la mujer
en dos planos

La zona de sombras
habitada por murciélagos
y la de las angustias
ocupada por la imposibilidad de vivir

Los días me descubren


huyendo del sufrimiento.

-225-
CICATRIZ

¿Cómo conseguiré vivir


con mis muertos pegados
a la tela de la locura?

Acaso algún viento


me soplará alivio.

-226-
ROSA DE LOS VIENTOS

Hacia el amanecer
una brisa toca mi sueño
y descubro
conchas y caracoles negros
esparcidos sobre las sábanas

Levanto la almohada
y moluscos se arrastran
dejando una sustancia
que tiñe mis dedos

Es cuando el rumor del mar


invade mi casa y empieza otro día.

-227-
VELAS

a mamá

El verano
limpia el cielo
a 2.850 metros
En la montaña
enciendo una vela
para tu fiesta de cumpleaños

Vivir lo mejor que una leona puede


de eso trata la vida
y la línea amplia de tus ojos.

-228-
SENTIDOS

El gato
sigue la cuerda
que salta la hija

Amorosamente
somos la isla
que pende del hilo
de nuestra hija.

-229-
VOLANDO

Las piedras
que arrojaste como palabras
sobre mi esqueleto
duro y asustado
cayeron sobre el fósil
sin alas que aún tiembla
por palabras como piedras.

-230-
EL DIABLO ES

El diablo me ha dicho
lava tu cuerpo
Silenciosa
que allá voy
por tus venas luminosas
en todas las sangres
Agudo
voy por ti.

-231-
REENCARNACIÓN

Mi lengua
veloz pluma
cosquillea tu nariz
en el dibujo
de nuestras vidas

Soy la serpiente
que cuida tu siesta.

-232-
TU OLVIDO

Dos en la cama
olas de sudor y piernas
formando círculos

Ahora
dos
pescados secos

Afortunada noche
cautiva en un mar lejano.

-233-
OLFATO

La niebla
rodea mi cintura
de vez en cuando
la mirada de Satán
sobre mi nuca

Niebla en mis fosas nasales


desgarrándome toda.

-234-
CORAZÓN INDEPENDIENTE

Una enredadera oscura


en la piscina brillante
de tus ojos verdes

Pero yo me pongo
el biquini
y nado
con mi corazón independiente
sacudiéndome el polvo enamorado.

-235-
ALTA FIDELIDAD

Tu saliva
cálida en días de invierno

Blanquecino hilo
que enjuaga mis uñas

Áspera lengua fiel de la noche

Juntos en las siete vidas


conocidos gatos
que dan vueltas en una compacta
y amorosa madeja de pelos.

-236-
CENTRÍFUGA

¡Oh Señor!
concédeme
el don de callar a tiempo
y así llegar
a mis máximos estruendos
sin el más mínimo sonido.

-237-
TRAMPA

Me desbordo adentro

De mi piel al infinito de mí

Caigo en el centro más escondido

Yo misma internándome en mí
en los canales del corazón villano
Trampa
donde un viento rojo
sopla fuerte hacia la condena.

-238-
ARRODILLADA YO

Pongo las manos


al Hermano Gregorio
él es mi intermediario

Centrípeta
llena de mí
riñones
uréter
vejiga
Me entrego a la más honda fe.

-239-
HIPNOSIS

Luz blanca
dolor
que explotó en mí
nunca se es la misma
después de estar en la cruz

Soy respiración invadiéndome


carne de la noche
territorio del día

Y cada mañana amanezco


para aspirar
la flor de la risa.

-240-
CÍRCULO

Atrapada estoy
en tu fuerza mentirosa

Enemigo
de estos
días feroces

Rojo viento
en el jardín de la envidia

Secreto
de lo que se ama odia y necesita.

-241-
PAISAJE

Mi cuerpo
ánfora del alma
acogiendo desdichas
y dolor humano
que transmite la televisión

Cuerpo experimentado
Moviéndose por las calles
de la ciudad

Acomodado a las montañas


para el paisaje herido
que se emite
fuera del monitor.

-242-
TATUAJES

Se ama desde las cicatrices


o desde el frío

Mapas de amor contenido


latiendo en el espacio

Aullidos de piel
dibujos pintados
en un campo de batalla
que es tu mente
y a partir de ahí
es corazón tallado

Noble tatuaje
simulando el mar

Desde entonces
me turban los escotes
que dejan ver
el espectáculo de la piel
rayada por el dolor.

-243-
ROCK NACIONAL

Mi cuerpo
se ciñe
al misterio de la fe

Tu cuerpo
retumba por los acordes
de mi cintura acosándote

Mi cuerpo claro
se abriga en las montañas
de nunca más
nunca sin vos

Mi cuerpo
hoguera que se enciende
solo si me tocas desde la nariz

Tu cuerpo
muralla defendiéndome
del aire de maldad

Mi cuerpo
plegaria que se origina
en tu convencimiento

-244-
Cuerpo va y viene
cuerpo y nunca
más
con él me hundo
con él me salvo

Mi cuerpo
perfora la sangre
que da al mar de apariciones
al mar de cuerpos
donde solo distingo el tuyo

Mi cuerpo
su cansancio y su vómito

Cuerpo enfermo y recuperado


como el filo quebrado de un vaso
que corta y aún contiene agua pura

Tu cuerpo
la orilla de los misterios
intuición revivida
arrastrándome a los pájaros
que navegan sobre la carretera
hacia el bosque nublado

Cuerpo tuyo-mío
cuerpo este cuerpo que tiene alas
y lo atraviesa todo hasta llegar a la nada.
-245-
HUELLAS DE LUZ

A través del tercer ojo


las imágenes interiores se encienden
Las luminosas
significan sueños
Las más fugaces queman
y duelen como la infancia
El tercer ojo de Evgen Bavcar
atrapa tanta luz
que no parece ser el único
Fotógrafo ciego:
un rayo y sus huellas
una bicicleta negra con manubrio rojo
Pájaros encandilados chocando contra
las ramas de mis cabellos
Bavcar ajeno a los conceptos
mirándome con la nuca.

-246-
JAZZ

La voz de Sara Vaughan


frágil y feroz
punza mi corazón
y quedo
sin equilibrio natural

Cuando resuena su música


siento tu abrazo
en la inmensidad fugaz

Suspira mi cuerpo

No se sabrá
que en ese instante
ya no estoy
porque solo Vaughan
explota sobre un destino que no fue
el dique que jamás se romperá.

-247-
LO JURO

Del modo que un pájaro


atrapa el olor del mundo
con la misma intensidad
el mundo está fuera de él

Del mismo modo estos poemas


tienen un olor a mundo
sin perder ninguno de mis sentidos.

-248-
ESTRUCTURA DE UNA CARRETERA

A velocidad máxima
la sangre irrumpe
las carreteras de mi cuerpo

Estallido seco
puentes de sal
que conectan los ojos
y no dejan pasar luz

Rosa encarnada
turbulencia del amor

Velocidad que quema


fuego que sangra la nariz
esquinas que
desfallecen

Ciegos mis brazos


y mis piernas

Perdida
y sangrante voy
por las carreteras enamoradas
de mi cuerpo.

-249-
EN BRAZOS DE UN ÁNIMA

Quisiera olvidar
pero hay demasiado tequila
en las comisuras de mi boca

Además
está la sensación
de adormecimiento
y los seres ajenos
al cuerpo de la noche
que aún retengo en mis ojos

Aunque todo fue muy rápido


juraría que estuve
en brazos de un ánima.

-250-
EL QUITO QUE ME TOCA

Ahora que siento ganas de cambiar de ciudad


y no volver a ver nunca más las montañas
y el viento duro de la altura
Ahora que ni sus bellísimas iglesias
ni el azul del cielo
o la luz limpia que rodea a las nubes
me gustan
Ni siquiera sus calles de piedra
o la Virgen Protectora
tampoco los valles cercanos
o el Machángara de menta
Nada me conmueve ni me atrapa en esta ciudad
Justo ahora entiendo que estoy condenada
a vivir en Quito
experimentando la falta de oxígeno
y las miradas inquisidoras que aún perviven
Esto me tocó y vivo en la gracia de esta condena
que siempre busqué
que me cuesta trabajo dejar y aceptar
Quizá si el mar estuviese del lado
del Parque Metropolitano
todo sería más simple para mí
Montañas gigantescas
rodeando el corazón
Y las nubes que crecen como monstruos blancos
sobre mi cabeza pequeña
-251-
Ahora que siento ganas de cambiar de ciudad
descubro que nadie elige donde quiere vivir
Es solo el Quito de mi destino
Lo sé.

-252-
VENTANA

Todo en tu mente
es el cuerpo me dice Robert Creeley

La piel campo de batalla


los ojos un bosque extenso
y a partir del sentimiento una punzada
al corazón de cuando niña

La serpiente de la enfermedad
rasgando tus tejidos

Las costillas desdoblándose para escribir


sobre plantas e hijas bienamadas

Felicidad alcanzada por instantes


Con forma de un hombre de manos tibias
que retiene tus senos como pájaros blancos

Un río místico
ancho imantado y turbio que llega a ser etéreo
intentando salvarte a ti misma
pero regresa a tu cuerpo que es tu mente
y a partir de allí construye tu vejez en ese río.

-253-
PARTITURA

En torno a mi corazón
pasiones para violín
irrumpen la ira

La música penetra en el aire


Humo y una idea bullen:
la callada vejez llega seguro
más no toca los senderos del corazón

Mi vida
la gracia de las voces
el humo del violín
Una siente cuando ha vivido un susurro

En torno a mi corazón
medias palabras sin parpadear.

-254-
¿QUIÉN SOY?

¿Quién soy?
Tal vez la mujer senos de ámbar
y pies helados que escribe versos
para reconfortarse
Más la poesía
solo logra descarrilarme
Como el tren rojo que soy
Ese tren que se abre paso
entre las montañas puntiagudas
y difíciles de algún país
Ese tren que nunca llega
a ninguna estación de humo
Esta mujer que emana voces
Trenes y más trenes
que me esperan
Versos para sobrevivir
¿Quién soy?
Quizá este cuerpo encendido
que aún guarda tus huellas en los pliegues.

-255-
DOS ENCENDIDOS
1
MIRADAS

Que me sean tus brazos horizonte y camino,


camino breve y único horizonte de carne:
que la vida no vaya más allá…¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...

Dulce María Loynaz


Alucinada
con el corazón abierto al cielo
Corazón congelado de diamante
libremente puro en su centro
Manuela Sáenz desde el balcón
aguarda la entrada triunfal
de Simón Bolívar a Quito
Emocionada arroja una corona
de rosas y ramitas de laurel
al Libertador de América
Su corazón vibra completamente
sabe que encontró un dueño
16 de junio de 1822
la corona espléndida
no cayó frente al caballo de Bolívar
dio justo en su pecho
tocando definitivamente
su casaca perfumada en azul
La fuerza de Manuela
alucinada y exacta
con la precisión de una saeta
hizo que las rosas
turbaran al hombre de mil batallas
Él alzó la mirada
y sagaz descubrió
aún con los brazos estirados
a la que más amaría
Manuela casi desmaya
el aire la abandonó por segundos
-261-
Su sombra incluso
la dejó un instante
apartándose de su cuerpo
En su interior un temblor de tierra
la remeció en las fibras más guardadas
Él supo que un pedazo
del núcleo del diamante le pertenecía
Aunque un diamante jamás se fracciona
su luz permanece más allá de la soledad
Juro que pervive intacto
por encima de los pesares
de la densa oscuridad
Manuela y Bolívar
Lo descubrirán después
Su amor visible
no cabía en una ciudad
donde la poderosa química de dos diamantes
era pura pasión y deseo incontenibles
El desfile termina
Y la corona de flores se desbarata
entre la algarabía de los quiteños
Por la tarde
antes del crepúsculo
en el baile de gala
Bolívar se inclina
y besa la mano de Manuela Sáenz de Thorne
Ella se disculpa por el incidente
de la corona que dio en su pecho como una saeta
Él dice:
-262-
Mi estimada señora
si todos mis soldados
tuvieran esa puntería
yo habría ganado todas las batallas
La música envuelve el aire
sus manos se juntan
mientras sus ojos se queman
y de sus bocas vuelan fragancias
notas tersas e interminables señales de encanto
Un minué
un vals
y dos contradanzas
aligeran el corazón
Los acordes resplandecientes
de la orquesta visten de tricolor
y de júbilo los corazones
Manuela flexible y perfumada
gira en los brazos del estupendo bailarín
Los pasos sobre la madera
y el paso de las hadas
es el tenue paso del amor
Dos encendidos amantes
que vuelan con el baile
dejando atrás la bruma
En la sala son miradas iridiscentes de dos
no existe nadie más
que sus corazones
Bolívar le recita al oído
versos de Virgilio y Horacio
-263-
Manuela lo deslumbra hablándole
de política
y citas de Tácito y Plutarco
El baile emite una onda
que inicia un temblor de tierra
una onda expansiva que nos llega
150 años después de la misma muerte
cruzando inviernos y veranos feroces de Quito
los verdes de Caracas
el olvido amarillo de Lima
el azul cobalto de Bogotá
el desierto herido de Paita
y el rojo de sus enemigos
La historia que recorre
el patriotismo de los más sensibles
Un sentimiento revolucionario
el amor alucinado
de dos encendidos
en la más exacta mitad del mundo
Latitud cero
cero grados
cero minutos
cero segundos
donde dos corazones crecen de belleza.

-264-
2
BOLÍVAR ENAMORADO
Las formas del fuego
son posibles en tus ojos negros
en la fragancia salvaje
de tu cabello envuelto por la noche
Y la menta de tu boca
tan primaveral y transparente
que acaricia mis oídos
en los días amargos
cuando no distingo
el granizo de la tristeza
Tu menta
la porcelana de tus brazos
tu impaciencia
Tus cabellos como helechos
de bosque nocturno
magnéticos y fragantes
Manuela
soy tuyo de corazón
desde la mañana de luz meridiana de Quito
cuando aquella corona de rosas
como una aparición
tocó el pecho que ahora te pertenece
Las formas del diamante
están en ti
tú las llevas en tus dientes
Es tu temperamento informal y directo
comprometido con la libertad
muy cercano a la pureza del diamante
No eres el pájaro enjaulado
-267-
te pareces más al venado veloz
que desconfiado vaga por los montes
atento e inteligente al ataque del puma
Aunque un león de montaña
también vive en ti perdido
en un bosque de flores
El puma que cruza los páramos
venciendo la bruma adherida
en las ramas engañosas de los eucaliptos
Fiera de tus ojos
el mismo puma que palpita en tus deseos
que me envuelven y turban
Mi deseo por ti es inmenso
Manuela de mi destino
Manuelita de mi empeño
La fiera que te habita
rompe con la moral pacata e insostenible
El viejo león que soy
tiene sed de tu cuerpo
porque las formas del fuego
viven en ti Manuela del universo
diamante inquebrantable de las montañas de Quito
Quién hubiera sabido que en Quito
se encontraba precisamente
la poseedora del crisol donde
debo fraguar mis sentimientos
Su arrolladora belleza
hace que cualquier hombre transgreda
los más caros principios
-268-
de la fidelidad y el respeto
Permítame usted el que yo
su humilde admirador
haga uso de esa maravillosa transgresión
Soy el hombre que muere sin su presencia
el caraqueño que ama a la Caballeresa del Sol
Belleza mestiza de Los Andes
cobijada por el Pichincha
poblado de cholanes y peregrinas
Tuyo para siempre mi valerosa quiteña
Mi Manuelita
cuya voz no suena como la de los mortales
me diría Virgilio
El altar que tú habitas
no será profanado por otro ídolo ni otra imagen
aunque fuera la de Dios mismo
Tú me has hecho idólatra de la humanidad
Hermosa: de ti, Manuela
Mi Manuela del sol
bellísima señora de pechos blancos
cabello ensortijado
caminar perfecto entre la luna
amiga que me lo cuenta todo
Tú me has dado:
la vivacidad
y la inteligencia de batalla a batalla
Eres mi coronela
que abandonó marido y fortuna
por seguir a este humilde esclavo del amor
-269-
Mujer de armas tomar
Mi amable y celosa loca
Manuelita mía de espíritu indomable
Deseo verte libre de tu marido
Huye conmigo a Arequipa
por nuestro amor puro
lejos de la culpa
y de los chismes de Quito y Bogotá
Nunca miento
que es loca mi pasión por ti
lo sabes
Contigo gozo
como si nunca hubiera amado
gozo del viento
como si nunca me hubiera tocado el rostro
Veo por primera vez
a través de tus ojos
la lluvia helada
Los Andes palpitando
los caballos cansados
los árboles de eucalipto
y aspiro el aire cálido que nace de ti
como si nunca hubiera sentido la brisa del Caribe
La naturaleza no te rebasa Manuela
Y de noche
también gozo de las estrellas
respiro y las veo ensartadas en tus pestañas largas
que tocan mi nariz puntiaguda
Posiblemente de eso tratan los grandes amores
-270-
romper el curso natural de lo establecido
y sentir las cosas como un alucinado
El amor es total
en mi vida de luchas y guerras
y lo encontré en ti
alterando el curso de lo correcto
revolviendo las costumbres
Voy a ti Manuela
para perderme entre tus piernas firmes
debajo de tus encajes
Quizá respirando hondo tu fragancia dulce
encuentre sosiego
¿De eso trata la pasión?
El amor que aprendo contigo
en mi madurez
mientras nos desnudamos
meciéndonos tibios
en la hamaca de algodón
que sostiene nuestros cuerpos
¡Mi amada
oigo tu música!
Aunque sigo temeroso
de perder mi libertad
en tus pequeñas manos
y tus formas de fuego
Soy hombre de guerras
pero ahora loco tuyo
espérame
ataviada con ese velo azul y transparente
-271-
igual que la ninfa
cautiva al argonauta
Voy a ti Manuela
venciendo al hombre que fui
Incluso al hombre de guerra que soy
y seré el hombre del futuro
para convertirme en otro y siempre
el mismo hombre que te idolatra.

-272-
3
MANUELA ORQUÍDEA
Leo a Plutarco y Tácito
Monto a caballo
hábilmente empuño las armas
las manejo mejor que si se tratara de colocarse el corsé
y solo reconozco como vínculo el amor
no el matrimonio
El amor no el matrimonio
libertad que crece en mí
como un bosque de cristal
se extiende con sus nervios exactos
por mis pensamientos
Desde niña
siento su claridad segadora
persiguiéndome con íntimo resplandor
Intacto está el bosque por el que deliro
Tengo 24 años
y acabo de encontrar el puro amor
el amor de Afrodita
a quien adoro
y la cegadora libertad
me conduce esperanzada
por montañas y caminos
donde el trazado invisible
de los páramos me guía y me acompaña
Hay que tener valor para amar tanto
y tan locamente
No puedo más con mi pasión
que lo venera a usted
Me reanima saberlo dentro de mi corazón
-275-
Lejos de mi Libertador
no tengo ni descanso ni sosiego
sólo espanto de verme tan sola
Usted merece todo
yo se lo doy con mi corazón que palpita
al pronunciar su nombre
Simón
Simón
Mi general Bolívar
Mi amor puro
me mantengo respirando
por los recuerdos de las noches
que vivimos en “El Garzal”
bebiendo los jugos de Afrodita
atrapando las guirnaldas de mamey
Vivo gracias a esas horas apasionadas
recorriendo en sus brazos esa hacienda en Los Ríos
¿Recuerda nuestro amor?
los jardines y el río poblado de garzas blancas
sus manos sobre mis pechos de mango
el cacao entrando en nosotros
perfumada luz de pasión
Los platanales
y las heliconias salvajes
desnudas por el color de la lascivia
Sin esas noches de amor estaría muerta
Sin sus cartas
sin sus besos fluviales
enterrada en la arena negra del sepulcro estaría
-276-
En sus brazos fui orquídea abierta
con su cuerpo entré al templo de la fornicación
¡Qué gloria sentirme inmensamente amada
y deseada por el hombre
más grande de América!
Poco me importan las convenciones sociales
el dinero y el qué dirán
Todo hace parte de las cosas efímeras
La frigidez de mi matrimonio arreglado
la iglesia y sus culpas
los chismecillos de amigas
Nada me importa si tengo su cuerpo
la potencia de su espíritu
sus besos solo para mí
Con su amor Bolívar
estoy en paz con Dios
Sin él
soy una libélula sin alas
que se ahoga en el río de la desdicha
Con su amor
soy la loca desbordada
la alucinada de pasión
la más feliz de las mujeres de Los Andes
Vivo para usted Simón
y por la libertad que es mía
Le pertenezco
le sigo a cualquier lugar de América
y le persigo vestida de soldado
o desnuda portando la banda de Caballeresa del Sol
-277-
Al patriotismo de las más sensibles
Es que todos mis sentidos
se abrieron con usted
No creo en el matrimonio
Y usted es el amor
que me hace la mujer de profunda fe
Sé bien que ese credo me llevará con usted
Encarna la libertad de un pájaro
por eso me pertenece
No me deje Simón
No me deje nunca
Muy señor mío:
yo estoy enferma de ansiedad
y loca por la ausencia de usted
únicamente puedo soportarlo todo a su lado
Me sobra mucho demasiado amor para dárselo
Lo único que me importa es su amor
sentirme segura en sus brazos
Ahora dirá usted que soy libidinosa
por todo lo que voy a decirle:
que me bese toda como me dejó enseñada
¿No lo ve? ¿Cómo me las arreglaré
sin su presencia? Pregunto
¡Con el alma en pedazos!
Usted dice que el amor nos libera
Sí pero juntos
De lo contrario me siento encarcelada en mi desasosiego
No le pido que piense en mí
dígame que me ha amado a mí más que a ninguna otra
-278-
No me deje sola nunca más
no ve que por usted soy todas
Artemisa Atenea Afrodita
la mismísima Safo de Lesbos
Porque a su lado resuena en mi interior
el bosque de cristal
Ese sonido de la felicidad
el tesoro que todos buscamos
Lo adoro
y me queman sus besos
tanto como el deseo de libertad
Mi Libertador
así de fuerte
y loco es mi amor por usted
Guerra interior necesaria
que me mueve
y me arrastra a la locura
Estoy en la orilla
al margen
con el corazón incendiado
con mi cuerpo mojado por sus besos
en las orillas del Pacífico
quemada por los celos de otras mujeres
Estoy en sal viva
adormecida y mojada por su pasión
Soy todas las olas que golpean las rocas
Soy Manuela
y el viento que lo toca
Soy la mujer del Libertador
-279-
Manuela agua azul deslizándose
por su cuerpo curtido por la guerra
Corazón que se soltó
como lluvia blanca
sobre la batalla incontenible de su pecho.

-280-
4
LOS CELOS
Escucho al amor
Es una vertiginosa cascada
bañando mis nervios
Su caída me hace sentir completa
¿Amarse para siempre?
Casi juraría que es imposible de cumplir
Más lo que siento por usted mi Señor
siembra crueles dudas en mi cabeza
Nunca escuché hablar del amor eterno
era un ruido
pero ahora estoy segura de él
de su ritmo y tambores
tanto como de la libertad
y de mis actuaciones
Visto pantalones botas casaca azul
empuño el arma
batiéndome a tiro limpio bajo
los fuegos enemigos
internada en la Batalla de Ayacucho
sigo escuchando al amor
en medio de las balas
Dos volcanes se encienden en mi interior
todo es producto de mi desbordado
y eterno sentimiento por usted
Porque mi país es el Continente de la América
y he nacido bajo la línea del Ecuador
El triunfo en Ayacucho me hace un soldado más
me convierte en la coronela más convencida
en la patriota entregada
-283-
Ahí estoy rescatando heridos
curándolos con el bálsamo del Perú
e infusión de amapolas
apretando vendajes milagrosos
Ni marido ni fortuna ni sociedad
ni joyas ni perlas ni vestidos
Soy la más humilde dispuesta a luchar junto a usted
Cuido el archivo de cartas y sus espaldas
porque estoy aquí para protegerlo Libertador
Soy su fidelísima secretaria
su soldado más seguro y diestro
La amante que empapada por sus besos
lo idolatra
pero no soporto otras mujeres
Es que cuando llegué a Lima
me volví desquiciada
ofuscada de celos
loca de dolor y rabia
Serpientes asesinas
rodeando mi cabeza
en un círculo de suplicios
Nunca más en sus sábanas otro olor
Un arete
que no sea el mío
Nunca más las sábanas arderán
si no estoy en ellas con usted
Los celos agrios me queman
los celos viscosos me turban
apagan mi corazón
-284-
que se pinta negro
Soy tigresa herida que quiere matarle
porque usted me hirió de muerte
con esa perra limeña
que ahora lo tiene tan encantado
Con cuantas más se ha acostado usted
con cuantas más me ha traicionado
Sé que las marcas de mis uñas en su rostro Simón
lo han marcado y manchado con sangre
pero no tanto como usted ha logrado herirme a mí
Sus infidelidades solo logran aclararme
que usted no me ama suficiente
Nunca más otra en su cama
Nunca más nadie que ose besar sus labios
Nunca más otra mujer sobre su cuerpo
Nunca más otra que no sea yo besando su sexo
Si me dejara por otra
una fría tuberculosis
lo perseguirá hasta la eternidad
Muy señor mío:
Me pregunto a mí misma
si vale la pena tanto esfuerzo
en recuperarlo a usted
de las garras de esa pervertida
que lo tiene enloquecido últimamente
Dirá que son ideas absurdas
He de contarle que sé los pormenores
de muy buena fuente
Y usted sabe que solo me fío de la verdad
-285-
¿Le incomoda mi actitud?
Pues bien tengo resuelto desaparecer
de este mundo sin el permiso de su Señoría
Matarme si no lo tengo para mi sola
ese sería buen remedio
Más sé bien que a pesar de todo
la cascada de mi amor fluye por usted
crece y aumenta cada día
Nunca besé a nadie como a usted
es como si antes no hubiera existido mi boca
mi lengua mi paladar
Perdóneme por las heridas
que causé en sus mejillas mi amor
¡Ah! La distancia
hondo pozo que opaca nuestro amor
Y los celos
golpeando mi vanidad
torturándome
Cruzo la cordillera a caballo
montando larguísimas horas
Ni la altura y sus males
me sacan del cuerpo
este fuego
Voy a su encuentro
porque mi amor es más fuerte
Medio duermo
Medio como
y sigo deseándolo totalmente
Anduve
-286-
Cabalgué
Corrí a su encuentro
venciendo esta distancia
y la vida de guerra que nos une y nos separa
Hay madrugadas de 20 días que me pesan
me duelen los huesos
El frío ha hecho nido en mis piernas
más todo lo venzo por abrazarlo Simón
Excitada tiemblo al pensar
cómo me besará toda
Es terrible saberlo mío
y no tenerlo junto a mí.

-287-
5
FUERTE COMO EL AMOR LA MUERTE
Adorada Manuelita:
Tu conducta y la mía
que estrechan nuestra relación
con el cúmulo de la sensualidad que corre por tus venas
y las mías le dan a esta pasión enfermiza
el desenfreno de mis sentidos irritados por el mal
que ha invadido ya mi pobre humanidad
Y todo esfuerzo que consigo por el trajín
continuo del trabajo intelectual y físico
casi desborda en el vivo interés que me hace recordarte
No te hagas esperar
Ven por favor te ruego
pues muero ahora
Simón
Mi amor:
Conozco al viento
Conozco los caminos para llegar a mi Simón
Pero yo sé que aún así no puedo responder
a ese interrogante de tristeza
que ponen las luces en su rostro
y su voz que ya no es mía
ya no me dice nada
Señor mío mi amor
no me basta decir te quiero
por eso lo escribo
por la necesidad y el apremio de mi pecho
Quiero grabarlo en las nubes
en el cielo de mi Quito quiero
en el Pichincha es mi anhelo.
-291-
Viento te invoco
guíame hasta él
por él gimo lloro imploro ruego a los dioses
Viento trae el veneno de una culebra
para anular este presentimiento de muerte
Viento
derrota la oscuridad
llévame hasta la claridad de sus palabras
Viento
borra los fantasmas de la guerra
los muertos y la sangre que aparecen en sus sueños
Viento de Los Andes permite
que el dueño de mi amor duerma en calma
que sus sentidos logren descansar
sin alejar mi rostro de su mente
Te conozco Viento
porque tú conoces las conspiraciones
y los malos vientos alrededor de mi Señor
conoces como yo a los divisionistas
Que mueran diez
para salvar millones
este es mi humano pensamiento
Viento solo tú lo entiendes
Viento del norte Viento del sur
cuando mueves suave mi cabello
me lo recuerdas
y cuando golpeas el techo de mi casa
eres la muerte
que se repliega en sus huesos
-292-
esa tos el frío acumulado
la tristeza en la bruma
Mi amor morirá primero
me dejará para siempre
Está enfermo
y ha sido traicionado
Más solo tu fuerza viento andino
Llevará mi voz a sus oídos
Hará que mi aliento abrigue su espalda
que mi pasión lo acompañe
hasta ese instante como un aullido
que nace de mi diamante
Viento trasandino
Viento mío ayúdame
sacude mi dolor
prepárame para vivir sin él
Agudiza mis sentidos
para sobrevivir del amor que me entregó
Dame tu fuerza
para no enloquecer
sin él
sin mi Libertador
sin mi amor
voy a enloquecer
En mi amable locura
lo espero como siempre
dentro de mí misma
escucho su voz llamándome
¿o eres tú viento?
-293-
Viento negro Viento pálido
que no me dejas pensar
en otra cosa que no sea él
Sopla fuerte sobre mí
Pero no te lleves sus cartas
los cientos de palabras de lava
que sigan resonando en mi oído
ese territorio de palabras que los dos liberamos
Mas las confesiones de amor besos y
promesas te lo dejo a ti Viento puro de Los Andes.

-294-
6
DESDE PAITA
1834 abandonada en esta isla
sin un centavo
con los ojos secos en Paita
rodeada de baúles y unos pocos vestidos
Más sé bien
que el tiempo me justificará
Ni amigos
Ni familiares nada
solo Jonatás
fiel alma que me acompaña y me protege
Si el veneno de dos serpientes
hubiera actuado en mí
ahora estaría contigo Simón
en el amor eterno
de un campo de manzanas
en pleno sol cosechando rosas
besándonos impúdicos
y nuestros espíritus moviéndose
levemente
suavemente hacia el delirio
Soy un formidable carácter
amiga de mis amigos
enemiga de mis enemigos
Lloro la muerte del Padre de la Patria
del infeliz y Grande Bolívar
matado por la perversidad
Otra vez con mi soledad
y este territorio de cartas
que me sobreviven
-297-
que me dan oxígeno y me atan
a esta isla flotante de mi corazón dañado
1840 estoy condenada al vacío de una isla
a la soledad arcaica del mar
a vivir el exilio en un puerto ceniciento del mundo
puerto sordo y mudo
donde apenas quedan algunos perros
que pronto también se irán conmigo
Condenada en Paita
reconozco el viento que enloquece
no ha dejado de perseguirme
La luz lineal de las tardes quietas
la profundidad del horizonte
llenan mi mente
El viaje ha sido largo
no sé si valió la pena llegar a aquí
para contemplar olas
sal y fantasmas de este exilio
Las olas donde veo tus ojos
olas que traen cangrejitos
pedazos de madera oscura
temblores de mi pasado
peces que gritan
como ciertos brotes de alegría
el brillo de tu voz llamándome:
Manuela
Manuela
mi Manuelita
mi quiteña del viento
-298-
mi loca enamorada
Estoy sentada frente de la hamaca
que está quieta como si esperara a su dueño
El aire también está quieto
esta tarde es sorda
los árboles del huerto están como pintados
En este silencio mío medito
No puedo olvidar
Leo y me digo a mí misma
que soy adicta al sufrir
Sí su amor sigue en mi corazón
y en mis pensamientos
El mundo no se percata dónde queda Paita
Escribo a mis familiares en Quito
y nadie contesta
estoy sola y en el olvido
desterrada en cuerpo y alma
El camino al exilio ha sido muy largo
hasta la verdadera soledad
una religión que ahora profeso
mientras enciendo cirios
que trueco por llamas de nostalgia
Terminar en Paita
haciendo dulces de amaranto
entretenida con los perros
a los que rebautizo con nombres crueles
En Paita
fumo el tabaco del orgullo
el humo cicatriza los recuerdos
-299-
Un camino largo
tantas privaciones ha tenido
la Caballeresa del Sol
la mujer del Libertador de América
Recostada en mi hamaca
apaciguada por la sequedad
del calor amarillo de Paita
huelo tus cartas
cartas muy mías
que me acompañarán a la tumba
Un perfume de agria derrota
y de mujer sin miedos
invade las cuatro paredes
que me cubren de la lluvia
Pero no del viento
reclamándome
¡La historia no se la cuenta
se la hace!
Por eso quiero que me entierren
con tus cartas
saberme poseída por ellas
solo tus palabras apagan la difteria
que va tomándome
Ese temblor de tierra
retarda mi partida
ese temblor de mi cuerpo
cuando me abrazas
Sé bien a donde debo ir
el viento me guiará
-300-
ese mismo viento histérico y rotundo
que me llevó a ti
Soy una mujer que amó
y encontró la libertad
aunque luego perdió
a la libertad y a su amor
Una mujer en un campo de arena y agua
con un diamante en el pecho
que nadie logró quebrar
y solo un hombre logró retener
Soy Manuela Sáenz
Nunca tuve miedo
estoy vieja pero no temo
esta agonía de 26 años
que no ha logrado meterme pánico
Alucinada
con el corazón abierto al cielo
espero a la muerte
vestida de soledad
pura en mi locura
preguntándome
en qué parte de la dimensión de la muerte
debo buscarte mi bienamado Simón.

-301-
LA OTRA LA MISMA DE DIOS
(Tratado de erotismo)

DEL EROTISMO DE LOS CUERPOS


Hoy quisiera escribir lo que me falta
no gastar las horas
ni echar palabras al abismo:
bajar a mis profundidades
sola y desnuda.

Reina María Rodríguez


EN GRANADA, NICARAGUA EXISTE UN LAGO
con más de ocho mil kilómetros de tonalidades,
que van del ámbar al verde caña,
deteniéndose ligeramente en el gris azulado.
El lago tiene sus puertas veladas por la noche
y nadie sabe a qué profundidad exacta está su corazón.
La extensión interna del Cocibolca,
apenas me alcanza para nombrar
lo volcánico de tus besos en mi cuerpo.
Agua verde jade,
luz metálica de febrero,
y las olas que llegan recias,
al borde de mi antiguo deseo.
Debe ser el viento histérico,
algo frío y loco
que sopla en este lago ancestral.
El viento va y nos junta.
Viene y nos separa.
Golpea tu rostro y enreda mi cabello,
que pacientemente ordenas, besas
y acaricias, con ternura desconocida.
El Cocibolca repleto de fantasmas.
Fuera de él no quiero entender,
ni recordar, ni matar nada, ni a nadie.
Varias veces te pido:
no me marques con tus besos puros.
No, en este lago de amantes
que separan sus destinos.
No, con este viento poderoso
-309-
que sabe de trampas.
Pero no me escuchas,
y me besas sin detenerte
Los ojos del Cocibolca nos observan y se te parecen.
Tus ojos y los de este lago,
callados y hondos, perversos y tristes.
Creo que tú y el lago llegaron al fondo,
tomaron el puñal de las angustias
y humildes emergieron
a la superficie para buscar la felicidad.
Las olas de mi deseo te morderán el corazón.
Mi aliento que quiere comerse al mundo,
te envolverá por los siglos de los siglos,
igual que el azufre
y los vapores de esta tierra
volcánica e inquebrantable,
te perseguiré para cuidar tu sueño.
En Granada Nicaragua un lago,
y en su muelle blanco,
una pareja contempla
a las águilas pescadoras, que aunque serenas,
solo el viento histérico logra distraerlas.
Somos los únicos en este lago,
arropados por el viento y su misterio.
El viento que no es únicamente aire,
porque el viento de este lago dulce,
abrió sus puertas para que entráramos
en lo imposible de vivir.
Ahora se bien,
-310-
que al igual que mi amada Emily Dickinson,
vivo en la posibilidad.
El viento de hoy,
tu amor de horas,
este lago abismal,
y la perdición de tus besos sobre mi cuerpo,
no me alcanzan para nombrar
la belleza del Cocibolca que me alucina.
Me aterra pensar que fui feliz aquí,
que no siento culpas,
ni remordimientos.
Esto es lo que merezco,
tus besos de viento perfumado
que me consuelan,
y devuelven la inocencia
Este poderoso viento que me hace entender,
que este viaje tenía que ser.
Este lago de puertas gigantes
que entra en mí,
para dejar de ser yo,
y así ser otra más libre.
Esa que ya no cabe ni en su sombra,
aunque esencialmente,
la misma mujer, siempre otra.
La de las posibilidades,
aquella que siendo otra, ninguna y todas
es la única que ejerce su libertad.
Soy otra
y todas las que amaste,
-311-
contenida en esta mujer
que besas rodeado de aguas ancestrales.
Más se bien que el tiempo pasa de largo
venciendo cualquier oráculo,
borrando la pasión
y la velocidad del corazón que sale
por la boca en forma de meteorito.
Secretamente cuando sueño,
es el lago el que me posee
en mi verdadera naturaleza.
Ahora somos él y yo.
Y tú, querido mío,
sin una pizca de duda,
puedes empezar a olvidarme,
y entrar en ese siempre de mis besos
que ya no existen,
porque mi fe es del Lago de Nicaragua.

-312-
DONDE VIVO NO SE VE EL AGUA.
Seguramente por esta circunstancia
las emociones son tan fuertes
y las montañas íntimas
me vuelven furiosa y telúrica.
Cuando empezamos a amarnos
-tú rodeado de agua
yo de viento y bosques-
dijiste que lo realmente importante
era la intensidad del uno por el otro.
Después llegaron las noches
de los fantasmas que entibian la cama.
No digas que no te advertí:
donde vivo no se ve el agua,
solo permanece la fuerza de las emociones
como eficaz forma de entendimiento.

-313-
PARA VOLAR,
dolida de mí,
tuve que encontrarte
y hundirme en el cielo inextinguible de tus ojos.
Me crecieron alas
y aterricé en las ciudades de hoteles azules,
refugios prestados que nos comprendieron.
Para volar tuve que encontrarte
y mi sexo dormido bajo la tierra
tembló, gozoso volcán.
Más telúrica, terrena, tierna me hice.
Brotaron de mi cuerpo plumas brillantes
que acariciaste entre el aire y las nubes.
El amor contigo es sobrevolar
muchas patrias y detenerme cuando tu voz
me dice: Princesa, aspiro a palpar tu espíritu.
Volar en primitivo fuego
con la energía de tus besos,
maniobras furtivas
que vencen obstáculos.
Para volar tuve que encontrarte
que me turbes, estrellarme
y pensar en la Yourcenar:
Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.
Tanto vuelo solo puede ser
la irrefutable prueba de un gran amor.

-314-
BESAS MI SEXO
y reinventas en mi nuca
Inicio y escape.
Besas mi sexo
y te busco en las películas de amor
que retuve en la cabeza.
Besas mi sexo
concentrada,
amorosamente,
abstrayéndote del ruido.
Hasta que reviento.
Estallo de gozo.
Grito llamando a la muerte.
Me quedo en blanco
regreso a una escena
y arruino la armonía.
Besas mi sexo
cortado en dos.

-315-
a María de las Angustias y Miguel,
por esa tarde de primavera en Huétor Santillán

CON LA IMAGINACIÓN DESBORDADA


entro a un sex-shop buscándote,
segura de encontrarte en alguna forma
larga y templada, rosada y suave.
Pura nostalgia y abultado deseo
me conducen por las vitrinas
de lencería negra y roja.
Recuerdos de las noches juntos
me llevan al estante de películas porno
y vibradores último diseño.
Mientras pienso en nuestras afinidades
percibo el aroma dulce de los lubricantes.
Evoco tu lengua y miro fijamente
las plumas negras de esa bata de seda flotante
que te quitaría el aliento.
Se me hincha... me humedezco...
y compro la delicada prenda.
Exhausta de soñar
recibir por detrás,
y desearte con todas mis fuerzas,
salgo del sex-shop y camino hacia
esa placita en “La Mariscal” donde tomamos
el café más caliente y dulce de nuestra vida.

-316-
Y ME ABANDONÉ
a los oscuros besos que guardabas.
Gritando,
los nervios en carne viva.
Entregada en este extremo del sol
tan cerca al Trópico de Cáncer
que infame me quema
como el último de los lanzallamas
sobre pequeña boca de hielo ardiente.

-317-
CUANDO EL SILENCIO SUBE A LA SANGRE
callo mis ojos y entro en vos.
En la mitad del cuerpo
tengo un lago absoluto.
Tú lo conoces bien
porque sabes de mis perversiones.
Buceaste en humedales y afluentes
que desembocan en mi timidez.
Tengo el silencio en la sangre
y ya no digo lo que siento.
Aunque solo tú sabes escuchar mis verdades
en sabio, cínico y apropiado silencio.

-318-
SÉ MUY BIEN CONFECCIONAR MENTIRAS.
Miles de mentiras que me salven del deseo.
Mi amor,
estoy revolcándome en las mentiras perfectas,
en besos falsos, halagos evasivos,
caricias inventadas y fingidas.
Mentiras que tanto amo, todas las dichas por ti.
Ahora, que soy tan sabia mentirosa,
imitándote,
me es difícil atrapar
la líquida verdad de tu amor.
Se va de mis artificios
rodeada de tanta relativa agua.

-319-
NADA MÁS TRASNOCHAR.
Y más. De cara a la oscura manera del tiempo,
tragarse la noche oxidada.
Más que eso en una habitación
dos cuerpos que se buscaban y quizá no.
Descaradamente la noche en su pureza:
tú mi caballero y yo tu dama.
Dos oraciones coincidiendo en una ciudad húmeda.
Nadie es más que los dos en esta bella sucia habitación.
Me haces tantas cosas en la cama y en la alfombra.
Ya no soy una dama.
No hablamos de nada trascendente. No hace falta.
Abrazándonos fuerte me marcas los senos, cínico caballero.
Me tienes como quieres. Soy una capa centelleante de la noche.
Roces tiernos trocados en violentos choques de piernas.
Soy mi cuerpo dentro de vos.
La mismísima Beatriz elevada por otra idéntica a la noche.
Trasnoche perverso de esa otra mujer de agua.
Estoy secuestrándote porque siempre quiero contigo.
Siempre mía.
Las horas negras de la noche, el tiempo que nos traga.
Siempre tuya, siempre mía, siempre la noche de los dos.
“Aunque eres de otra”, afortunadamente eres de otra.

-320-
ME OBLIGAS A DECLARAR QUE TE AMÉ,
que hubo un tiempo de amor lumínico y hondo.
Ya nada tiene que decir en voz alta el corazón.
Tu amor pasó sobre la estructura trunca de mi alma.
Ese engranaje pesado, giratorio y libre.
Sobre esta tierra de anfibios, fósiles comestibles
y extraños pantanos, la fe en mí misma regresa
y entra al alma de la niña salamandra que a veces soy.
Mi corazón es de ley y tú no lo entendiste.
Sobre el pasado que llevo en mis nuevas escamas
aún puede leerse el mapa de tus besos
como la marca radical de mi valor.
Hubo un tiempo en que por amor o por deseo
me hice ninfa, anfibia, pájara, lagarta, nereida y sacerdotisa.
Me digo: tu amor pasará.
Te digo: amé y ese es el sello de mi absolución.

-321-
SENTIMIENTOS DE LOS DEDOS. Te hueles los dedos. Úni-
camente los dos sabemos donde estuvieron hundidos antes de lle-
gar a la casa de Dios. De dónde sacaron ese olor que se esconde
obsesivo bajo tus uñas y el sudor natural de las manos. Hueles el
aroma impreciso del sexo. Tus dedos largos estuvieron antes entre
el mar de secreciones y vellos voluptuosos que me niego a rasurar.
Penetrante olor metálico, marino, apenas frutal, que reconozco y
que ahora guardas inocente, en tus dedos todos los sentimientos.
Así se deletrea, con el cedazo de los dedos, el fondo de una mujer.

-322-
TU ALIENTO CONGELA EL PABELLÓN DE LAS OREJAS.
No obstante, la felicidad, entro en pánico. El amor somete y bien
sé que saldré quemada. Herida, agotada y más feliz. El amor me
compensa con sus llamas perversas. Tengo una rosa y mucha sal.
Extraño mi suerte y las rosas encandiladas de tus partes. Es tu
amor el que me redime y colma. Divina, generosa y ciega estoy.
Ten piedad de mi corazón que te extraña. Piensa que soy todas
las que llevaste al lecho de sal. ¡Dios!, aún tengo fuerzas para se-
guirte rogando que hagas que él me ame, aunque todo es cues-
tión de tiempo. Tiempo que ya no tengo. Suplicar también está
permitido. Todo el bien y todo el mal, antes de que la soledad me
anule. ¡Altísimo!: pensando que soy tuya, siguiéndote del cielo al
infierno, pido que su amor me contenga y redima en el tiempo de
juventud y oro que te entrego.

-323-
TU RECUERDO Y YO. Lo intenso, radica en que tu alma ocu-
pa un espacio en los labios, sobre ellos, entre, debajo del inferior
y adentro del superior, por donde pasa aire, palabras, cantos e in-
sultos. El alma en los labios ataviada de deseos. Quizá nunca lo
entiendas, ni yo misma logre explicarte la compleja levedad de
tu recuerdo sobre (en) mí. Otra vez es cuestión de tiempo, gra-
dual y complejo tiempo. Todo sucede cuando el alma mía sube a
los territorios húmedos: boca, sexo, ojos, nariz, axilas y me auto-
defino, me recreo, y reconvierto en una mujer que se aprende y
desaprende desde las mucosas. Lo irremediablemente intenso fue
encontrarte. Apenas para creer que todo sigue. Que no (te) (me)
he ido. Que mi deseo era eso.

-324-
PADRE MÍO, mira los vientos monstruosos cuando Amor me
elude y comienzo a trastornarme. Los vientos modifican los besos
que daré después de él. Los vientos han hecho de mí una mujer
azul, inasible, ante el paso de Amor. La cabeza llena de vientos
como red de pescador en alta mar. Los castillos escarpados de mi
cabello alborotado por la ira. Maldecir desde los rigores del des-
amor y nombrarte. Mira, estas son las maneras naturales del olvi-
do. Líquido Amor, evaporándose por todos los instantes. Intenso
trastorno sostenido, hasta la piedad. Piedad para el ligero Amor
huracanado que ya no tengo. Padre mío, hágase la paz sobre mi
persona.

-325-
LO QUE SE APRIETA ENTRE LAS PIERNAS,
rugidos de mar,
libertad bondadosa que se ciñe al alma.
Lo que se promete y tarde se cumple:
la nieve quemando tu rostro.
Lo que me debes por tanto amor entregado
a pesar del cinismo y las mentiras.
Comerás de mi mano y no es resentimiento.
Lo que se deja pasar por orgullo:
heridas abiertas de miel y hiel.
Como lo que no puedo ocultar de mí:
enfurecida imagen de dos cuerpos
que al final de la noche se conocen.
Lo que una mujer hunde entre su almohada
y las fibras de lo que escribe.
Lo que ella, seguramente, es.

-326-
CONSEGUIR TU AMOR
demanda demasiado esfuerzo.
Las puras ganas de saber cómo acariciarías
mi cuerpo y sus sinuosidades
me trajeron hasta el abismal laberinto que eres.
Es una cuestión de fe quedarme contigo.
Intento soportar el cansancio,
la fatiga de que me niegues,
no me nombres y no sueñes a mi lado.
Últimamente me he vuelto haragana
para las cosas del amor a las que voy
con más curiosidad que fe.

-327-
ME ES HERMOSA ESTA CAMA EXTRAÑA
donde el mar me ha colocado.
La fiebre enciende mis glándulas,
tiene que ver con la sal
y las corrientes de fría agua dulce
que mezcla y atesora la bahía.
¿Qué me ha traído hasta aquí?
La noche, la influencia que el mar ejerce
sobre mi voluntad y sentidos.
Me desordeno pensando en el tiempo que no tengo.
El azar y la música me toman por el cabello.
La fiebre por mal de amor aturde, extenúa,
más tarde ilumina el espíritu.
Mastico mis sueños entre el pasado y las aspirinas.
Despierto fresca por tus cuidados, amigo mío.
Me es más hermosa tu cama de menta donde fui
extranjera, princesa deseada,
una hoja perforada por la luz
y el mar de tu país,
que cantando me has entregado.

-328-
AMANECER DE FIEBRE EN UNA
habitación desconocida
Repetición de mi amor por vos.
Descarga de fuego dentro del cuerpo
porque aún no aprendo a decir adiós.
Dolor, fiebre, granos, sed, pus.
Todos los síntomas en ocasión de ti.
Pequeñas enfermedades que niegan el olvido,
el desgarro, la ausencia, el te tuve….
Afortunadamente,
lo dicen los caracoles:
toda enfermedad limpia el sentimiento,
toda fiebre adormece y consterna.
La fiebre, quemándome,
ahora que te vas, me libera.

-329-
LA LENGUA MANCHADA,
entre un beso duro y otro más.
La tinta del deseo en una esquina de la lengua.
El deseo emboscando el tiempo que me resta
para marcharme de ti,
grabado en tinta de lo que ya no es,
del inasible beso que dejaste
en la acuarela de arena del cuerpo.

-330-
ME QUIERES MUCHO, QUIZÁ, NADA, MÁS.
Pero más te quieres a ti mismo.
En la última mañana lames con dedicación
los dedos de mis pies, besas sin asco las axilas,
ardes y recorres los pliegues del sexo.
Haces bien en amarte tanto,
aunque goces de mis gracias,
como el experto cínico que eres;
haces bien y te deleitas.
Adiós, amor mío,
nunca mío, siempre tuya.
Sin dudarlo,
como el mar que aún me domina.
Adiós,
ahí he puesto toda la fe.

-331-
Cuando ya se me olvide habré olvidado.
viviré adormecida, liberada.
No ansiaré la respuesta, pues no habré preguntado,
no habré de perdonar ni habré ofendido.

Chabuca Granda

ADIÓS, CARIÑO MÍO,


para empezar un nuevo episodio
de nuestro amor.
Adiós bajo ninguna luna,
sin territorio posible de mar y promesas.
Adiós, para saber si te detesto o te adoro.
Ya no, inútiles palabras,
no me asistan más.
He llegado al éxtasis del dolor.
Ya no tengo que luchar contra
mis desbordadas maneras.
Adiós, para que mueras por mí
muchacho de ojos tristes.
Ya no, nunca más
tendré el alma de una mujer de 37 años.

-332-
MIRANDO A JAMES FENTON
reconozco que ha sido duro y muy triste
caminar las noches indulgentes sin ti.
Repensar las ciudades en fragmentos,
el lago en imágenes digitales,
atravesar los días raros
oliendo el mar, el río, los aeropuertos
y seguir con mi vida hecha
delineando mis ojos cada mañana.
Lo peor es que además de triste y duro
ha sido feo reconocer
que tu idea del amor y del sexo era
poseer el sudor de un cuerpo por dos horas,
fingir que cualquier mujer es bella.
Y no es así.
Si fuese así tú tendrías algún poder divino.
Bien sabes que solo Dios es capaz de encontrar la belleza
en todos los seres,
siempre Dios con su infinita misericordia.
Habrías entonces de ser un Dios
para tocar la belleza en todas las muchachas.
Y claro que no lo eres.
Este café igual al que bebimos tantas veces,
me llega como tsunami hiperintenso,
pero se va borrando por las ventajas
que guardan las separaciones.
Menos mal (me digo) que en este lugar
los detectores de humo no detectan sentimientos,
pues entonces sabrías que mi idea del sexo y el amor
no es esa que llevas por el mundo.

-333-
Safo se sienta en el diván vienés cubierto de bordados turcos;
se aprieta la cara entre las manos como si se esforzara por borrar las huellas de los recuerdos.

Marguerite Yourcenar

ME BASTA LA LUNA
para conocer lo escrito desde el deseo.
Ella me distingue de entre todas
las hembras que acechan.
Cuando se me hincha,
los labios se expanden
y reviento por dentro.
Soy mi antiguo ardor,
el mismo de esas otras vidas juntos.
Me mojo, se hincha a tope,
delirando, perfumada de miedo,
cruelmente ambigua luna,
la misma cara de antiguo ardor.
Por lo que sé del deseo,
la luna adorna mi cuerpo
escrito con tu lengua.

-334-
EL ANSIA DE SER TRASPASADA
AMOROSAMENTE
rompe los sentidos y turba mi noche.
Es poco lo que alcanzo rozando la almohada.
Hacer caballito en el sillón suave tampoco engaña
y deambulo por los pasillos de la casa
con los senos al aire y el cabello peinado.
Divina Safo coronada de violetas,
dolencia de amor,
el “olisbo” del padre Aristófano
finalmente, entrará en mí.

-335-
POR FORTUNA LA LUNA
me distingue.
Mas no puedo olvidar a aquel soldado
de miembro enorme y velludo
que lo llevaba descubierto.
Celebro en mi habitación
las fiestas en Lesbos a la luz de la luna,
acompañada de un hueso de porcelana roja
largo, suavísimo y limpio
que activa las vías nerviosas,
sin lastimar mi virginidad.

-336-
HAY MÚSICA Y CIRIOS ENCENDIDOS.
Soy mía en el cielo de mi cama.
Igual contigo que sin ti,
clítoris y cerebro,
confesarme, besarme.
Guío mi dedo
en la selva
de frondosos árboles
y perfume de mangos calientes.

-337-
HIELO Y FUEGO PARA LLEGAR A MÍ.
El deseo concede
tiempo para el combate interior.
Aspirando hondamente
este jardín de fuego
que se eterniza,
grito todos los nombres
y el hielo en mi vientre
me devuelve a la sabiduría.
En la parte más caliente del asombro de mí,
de la otra, de la misma que soy.

-338-
Sé que no me queda más remedio que seguir bailando
sobre las baldosas ardientes hasta que me muera

Virginia Woolf

DEL EROTISMO DE LOS CORAZONES


TRAS UN LARGO PERÍODO DE LLUVIAS
tengo docenas de versos de amor y deseo.
Escribí obsesivamente de mi amor,
y del amor de los otros.
Temblando,
tan tenaz como una adolescente,
dueña de las palabras, escribí.
Pasado un tiempo,
el ruido,
la gente,
vientos extraños en la piel,
y esos versos, de te tuve,
empezaron a ser aún más ajenos.
Aquí, en la región del olvido,
ni uno solo de esos versos
conmueve una pizca
de esa mujer que fui.

-341-
PARA APLACAR LA INTEMPERIE
EN MI CORAZÓN
bebo té aguantando el nudo.
No puedo llorar
y muero por hacerlo.
Entro en una y otra novela,
en una y otra película.
Preparo historias para nadie,
hilando situaciones bizarras.
Vago en la cotidianeidad buscándote…
Enciendo cirios y nervios.
No puedo llorar
y aún confío que de ti no quede nada.
Mi té se torna amargo,
el humo indiferente,
y me trago la saliva del abismo que me habita.

-342-
UNA VEZ MÁS LOS OJOS DEJAN EL MAR
con la impaciencia de tener otra vida.
Camino el viento con mis pies delgados de equilibrista
y esta estampa de princesa dueña de nada
que teme hondamente a la soledad
y lleva a sus muertos a todas partes.
Todas las partes son donde está el mar
y el clavado de los pelícanos.
Exactamente la virtud del mar a través de mí.
Pero lo debes dejar una vez más,
porque siempre él recoge su brillo
dejándote primero como loca princesa,
loca abandonada.

-343-
EN ESTA CIUDAD A NADIE LE HABLO DE TI.
Bien sé que debo cuidarme de los enemigos:
No decir mi verdad.
No soñarme muerta.
No cantar maldiciones.
En esta ciudad que siempre quiero dejar
soy impostora y finjo mi estampa.
No te conozco.
No te quiero.
A nadie le hablo que existes.
Y habiendo mentido tanto
aquí estoy verdadera,
a solas, hablándome a Mí, de Ti

-344-
ME ENGAÑO PENSANDO
que nadaré esbelta y pálida,
en esa laguna violeta,
gélida en la superficie,
caliente en su interior.
(Volcán de olas predecibles).
Es así que me engaño anhelando
una forma de amor,
lejos de las llamas frías de la tristeza.

-345-
MI DOLIDA SOLEDAD
con el rostro tembloroso
se pierde en la bruma.
Solo distingue los cabellos largos
y frondosos de los helechos,
iridiscentes seres
a los que me aferro,
deseando una mutación.

-346-
LOS CAMPOS DE TÉ,
igual que brócolis gigantes,
turban con su espeso color
la quietud de la tarde caliente,
cuando huyo de la angustia
y vilmente emprendo el éxodo de mí.
Densidad vaporosa,
altura amarga.
Verdes sentimientos míos
que pongo en claro,
desde la ventana del ligero avión.

-347-
a Isabel y Álex Fleites

TUS BESOS ROMPEN MI CUERPO,


el sonido que sale de ellos,
flota
en las paredes de agua
La cascada de besos,
me regresa a un hondo sentimiento.
Duele.
Suena.
Piano de agua.
Catarata vibrante
del amor trocado en delirio.

-348-
PIENSO EN LA NIEVE,
piel sin poros,
agua sin burbujas,
cielo de leche,
desierto de nada gélida,
inconmovible blanco
Niega la nieve
que no tienes,
que nunca viste,
la nieve que duele.
Niega ese espanto que deseas,
superficie amada,
que congela tu campo de visión cerca de la tumba.

-349-
EL PÁRAMO AMARILLO Y RUGOSO
me arrastra de pies y manos.
Es la derrota que somos,
la equivocada paja
que nos envuelve y cubre de angustia.
Excluida ya de tu corazón,
me obligo al páramo.

-350-
a Humberto Mata

ME DA LA NOCHE
en este río que solo puedo escuchar.
Es una canción de penas de amor.
Percibo su infinito caudal
golpeando mi oído,
incendiando suspiros en sus caños.
Río reproches,
agrios caprichos de amantes,
celos y dos o tres secretos del Manamo.
Río que fui
y que no puede salir al mar,
por lo inevitable del orgullo.

-351-
NO PODÍA DORMIR
por el olor de la soledad en las esquinas,
algún viento esperándote
en el desfiladero de la cama.
Y las sombras de los árboles,
jirafas herméticas,
dibujándose en las paredes del cuarto.
Predominaba la sensación
de que mi cuarto era una ciudad
extraña y fría,
y yo la mujer hermética
e insomne que no escucha
y camina en pijama
por un barrio desconocido y lejano.

-352-
MIS PULMONES
disminuyen por la humedad.
La pared revienta,
de ella brotan sales
que contienen lo blanco.
La pintura cae
en forma de cáscara de huevo.
Con el pecho líquido,
hundido en la noche,
cubierto de gotas salobres,
me diluyo,
respirando la humedad,
que circunda las corrientes de aire de la casa.

-353-
a Itzíar López Guil

ESAS FLORES ARDEN EN TU CABEZA.


Te gustaron desde el principio:
flores del mal,
flores del átomo,
flores del desierto.
Las que te dan cuerda,
las intensas flores
que iniciaron el amor,
y las que quieres en tu casa
a la que esperas volver.
Estas flores que te piden que cantes
y corones tu cabeza irreductible.

-354-
¡AMOR!
te llenas la boca de viento
y palabras dolorosas,
que estallan en mi cara.
Me dices adiós.
Buen viento,
que los dioses te sean propicios
con tu aceptable
e hiriente uso del idioma.

-355-
LAS GENTES DE LETRAS,
alumbrados,
libres,
siniestros,
envidiosos.
Y de entre ellos,
tú que dominas
todas las palabras,
porque huyes de ellas.
Las palabras te circundan.
Te eligieron de entre el silencio.
Las gentes de letras,
no entienden tu belleza muda sobre la colina de vocales.

-356-
a Anaís M. Q.

FLOR DE LA BOCA,
ese rumor,
seguidos puntos de luz
entonando raíces de palabras.
Desconocido silabeo
que fluye de tus labios perfectos y carnosos,
con ritmos serenos que duran más.
Ágiles sonidos,
exactos significados.
Flor de tu boca loca,
escucharte hablar alemán.
Viento grave de Rilke dicho por ti,
masajeando mis emociones.

-357-
TODO LO DICHO
me sitia y derrota.
Lo que dije
desde mi boca,
llenando mi estómago
de aire y palabras,
que primero pensé,
producto de este verano,
con poca agua y sin ventilador.
Desmesuradas frases,
imagino las aspas girando en mi rostro.
Gritos y sílabas de calor que te hieren.
Sudor, solsticio y sed.
Todo es lo que dije,
soy yo,
la misma
insondable bestia
que habita mis adentros calientes.

-358-
ESAS PALABRAS DE CLIMA SECO
y cielo encapotado,
las que me dices cuando
piensas en otra,
y me vulneras,
¡Ay mi amor!,
desearía tener a mis enemigos
y a ti
para siempre atrapados,
en un diccionario empolvado y lleno de ácaros.

-359-
a Floriano Martins,
por ese día en República Dominicana

CÓMO ATRAPAR LAS PALABRAS


malas que matan.
Necias,
ya no significan ni amenazan.
Atraparlas y darles vuelta,
uso y sentido más allá de ti.
Sumergirme en ellas
y rezar por el destino.
En orden alfabético,
palabras infalibles y estúpidas.
Los enigmas,
las emociones
y la tristeza del mundo en palabras.
Aunque todas estas palabras
sean solo ventanas del sufrimiento.
Contenerlas para nombrar
invierno y verano,
fuego y hielo,
las estaciones de tu psiquis.

-360-
LAS OLAS HABLAN CONSIGO MISMAS,
autosuficientes.
Ellas en blanco y en silencio.
Las escucho entre dos almohadas frías,
estridente diálogo de espuma.
Te pierdo.
Me hablo.
No me encuentro
en el vacío brillante de alta mar.
Trato de reinventarme,
desde la cal y las heridas que se cierran.
Todo se ondula, todo baila, todo es agilidad y triunfo.
No te encuentro
aunque te canto.
Medusas me reclaman.
Yo, mujer de mar abierto,
autosuficiente pido,
la soledad sin dolores de amor,
y dejarme arrastrar por las olas,
medusa tornasolada.

-361-
SOBRE EL AMOR CARNAL,
las hojas verdes del sauce
prefieren el candor del sol
filtrado a través del vidrio
de la ventana amplísima del estudio.
No, tan directo no,
sobre la carne abierta de las hojas delgadas,
el sol que se filtra por el vidrio cocina su deseo.

-362-
MI MADRE ME REGALA
la maceta de arcilla que guarda
una ensimismada hortensia.
Tal vez broten de un rosado fuerte,
aunque quizá, también, podrían salir
de un azul cobalto puro.
No importa el color que domine a la hortensia,
su concentración te ayudará
a librarte del miedo,
en esta época oscura.
Me dice, sosegada mi madre.

-363-
EL EUCALIPTO ME MUESTRA
la deseable promiscuidad de sus hojas.
Perfume que me llega dulce y gélido
como un viento polar que se desprende
en pequeñas ráfagas.
Sus aceites y rigores se adhieren a mis dedos,
promiscuamente a las curvas de mis huellas digitales.
Este árbol de ladera y altura
se relaciona con la luna tierna.
Sus ramas me tocan la frente
su alcanfor doblega el espíritu.
El eucalipto tiene el estigma de lo frágil:
en su corteza musgosa
en el frío viento que lo envuelve,
en ese corazón verde y dispuesto.
Hasta un ciego adivinaría que existe
un bosque de eucaliptos a un costado de esta ciudad,
sin sospechar el desorden de su origen
o el caos de su crecimiento.

-364-
DURANTE LA NOCHE
me despierto muchas veces
para escuchar al limonero.
Su voz lejana me persigue,
apenas iniciado el descanso.
Las ramas encendidas,
me hablan del pasado.
De amigos en quienes confié,
y la sospecha me arrebató.
Flores afiladas.
Azahares equivalentes a las vanidades.
La desconfianza que extirpó a mis amigos de mí,
me despierta para abrazar el pasado,
y el olor del limonero me habla con duda.

-365-
EN MI CIUDAD ES IMPOSIBLE MARCAR
la duración del invierno.
Las capas de neblina,
o la densidad de la lluvia.
Menos aún, el tamaño del granizo
y sus cortes exactos.
La tragedia de su música
o el color de su piel de plata.
Es de un solo tono penetrante
el invierno en Quito
como una rosa de hierro es este invierno que no termina nunca.

-366-
SE ALEJA Y HACE QUE SUCEDA.
Viento del sur,
azar y luz lo acompañan.
Cómo saber
adónde me llevará el viento,
códice del olvido.
Mas me entrego
a sus brazos,
convencida de su poder espiral.
El aire sigue allí,
525 veces acosándome,
como diciéndome: aprende a mirar el aire.

-367-
ESTE INVIERNO LAS GOTAS DE LLUVIA
caen siendo espinas.
Charcos y lagunas en las calles,
perros solos,
viejos despreciados y más solos.
Las espinas se esparcen sin miedo.
A nadie importa.
A mí tampoco.
Cristales se clavan
en la profundidad del pavimento, bajo el agua buena.

-368-
EN NINGÚN LADO COMO AQUÍ
la sal pesa tanto en la gente.
Los muros y el piso desbordan sal.
Líneas blancas abren camino
para que las babosas,
dejen huellas transparentes.
Brillante rastro que distrae mi asco al verlas,
horriblemente gordas y blandas,
arrastrándose sin cabello.
Saliva y sal,
cristales en estado de boca amarga.

-369-
a Hebe Ughart

TODAVÍA NO APRENDO A DISTINGUIR


el vértice donde se topan
la realidad y los sentimientos que soñamos.
Lo mismo me pasa,
cuando intento guiar la hiedra.
Esa liviana planta que tanto afecta
el muro de mi (tu) soledad.
Plantas y sentimientos bizarros
que me atraen, y poco logro entender.
Excepto la sobriedad de la hiedra,
están las plantas inflamadas del jardín:
lirios de sangre blanca,
farol chino que aprisiona deseos,
y la menta, húmeda calma que le da sentido
a mis otros sueños, donde no hay confusión,
y me es posible suspirar,
para empezar el nuevo día.

-370-
YO PENSABA QUE EL AMOR ERA UN DIOS.
Deletreaba su nombre sin considerar un final.
Me dejé robar todos los besos del mundo,
bañé mi cuerpo en sus mares llena de fe
y forcé todas las situaciones posibles para el deseo.
Esto es todo. Mi alma está encrespada.
Tu risa que adoro,
y a la que aún me abrazo,
corresponde a un pasado que no contemplé.
El amor es un Dios, eso todavía dice la gente.
Yo, humildemente soy su leal desertora
y no pido salvación.

-371-
VUELO SOBRE LAS CARRETERAS DE LA NOCHE
con el peso mínimo.
Sin hacerme notar,
apenas visible para los pájaros oscuros
de alas brillantes.
Tan solo ellos pueden percibirme suicida.
Tan amigos de la memoria.
Yo aquí, ahora, en ninguna parte.
Bajo una pequeña estrella
sin dueño, tan pájara,
ligera, tan mía yo.
Magnánima noche suicida.
Vuelo con el peso mínimo,
esforzándome por ser el ave de corazón puro
que sobrevuela en una noche tropical
su última ciudad cielo.

-372-
BIEN SÉ QUE DEBO AHUYENTAR
LAS TURBACIONES
que en mí deja la marea.
Arrebatarle al viento el control
de la peligrosa situación de desearte y no tenerte.
Desearte y no tenerte
sobre el curso voraz de la angustia.
Confesa en tus mares estoy.
Desesperación de agua muy salada
horadando mi vientre y cada hora
también las bolitas de la lengua.
La boca turbia avanza y es espuma.
Algas que golpean el morado del sentimiento.
Convicta y confesa en la línea tropical.
Costas infranqueables de tu cuerpo.
Yo bien sé que debo ahuyentarte.

-373-
LAS GRIETAS CIEGAS DEL CORAZÓN
son las de un volcán apagado.
Recuerdan una muchacha fresca,
que tuvo su época y ya no.
Un perfume que pasó
persuadiendo a todos.
El tiempo del corazón,
dejó este gusto de ceniza en la lengua.
Cavidad de sílice,
sin eco
y con poco aire dulce.
Como cuando el amor pasa demasiado rápido.

-374-
CONDENSADA POR EL PIANO DE KEITH JARRETT.
Del cuerpo al interior de la enorme caja de fina madera casi no
hay distancia. Encarcelamiento de huesos, piel, hilos de metal,
pedales y teclas. Altos y bajos, blancas y negras, tejidos sonoros en
mi caja de resonancia. Equilibrada temperatura en los hilos que
templan las emociones y el carácter. No más por ahora. ¿Cómo
entender a Jarrett? Tengo en mi caja de madera fina, la música del
amor que se comparte y se reparte. Y un corazón oscuro que aún
no aprende a estructurar las emociones.

-375-
DEL EROTISMO SAGRADO

Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,


recamadas con luz dorada y plateada,
las telas azules y las tenues y las oscuras
de la noche y la luz y la media luz,
extendería las telas bajo tus pies:
Pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
he extendido mis sueños bajo tus pies;
pisa suavemente, pues pisas mis sueños

Yeats
ME ARRODILLO ANTE EL ROSTRO DEL AMOR
en el fondo del pozo,
justo en su vórtice
oliendo la oscuridad.
Lamiéndome como gacela perdida
que conoce el punto exacto del dolor.
No me he separado de mí misma,
estoy en el fondo del pozo,
conociendo las heridas de amor,
perfectamente adheridas al cuerpo.

-379-
ARRANCO TODAS LAS FLORES DE MI CUERPO
para ofrecértelas, Señor.
Allá voy, más desnuda sin las diminutas flores
del torso, más desvestida que nunca
sin las dalias que crecían en mi espalda.
Voy saltando las piedras ciegas de la desdicha
y el viento me ayuda a alcanzar la arena.
Señor de las Angustias, todopoderoso mío,
me despojo incluso de la flor pasionaria
y de la corona de heliconias que adorna mi pubis.
Desnudísima, para entregarme a ti,
sin los lirios de la nuca o los girasoles de las nalgas,
pulcra, tal vez insondable isla de misterios
Y no más rosas, ni margaritas, ni violetas
encandiladas en mis senos.
Limpia estoy, vuelta promesa.
Brillante y sola para entregarme a ti
sin las astromelias del sexo,
sin la flor azul del corazón.

-380-
MI DIOS, EN VUESTRAS MANOS
entrego el cuerpo
para justificar la locura.
Los actos desbordados en la tierra
de tu cuerpo y el mío entrelazados.
Aceleramiento y calor entre los muslos
de mantis religiosa en plena cópula.
Los fuegos que te coronan
como peligrosos destellos
del entramado viaje al amor.
Y el hielo, ideal para terminar con el mundo.
Soy este cuerpo que sabe volar si lo tocas.
Y se abre, perfuma y tiembla electrizado
para decir tu nombre de hielo y fuego.
Más es poco, incluso este cuerpo
que te doy humildemente, mi Dios.

-381-
BUSCO ERIGIRME EN PRINCESA.
Audaz pájaro de estirpe centenaria
que se contempla a sí mismo
y abraza la oscuridad.
Espero acallar los gritos,
el furor de la carne
y los cantos del Buen Amor
Dominar la manía
de decir verdades.
Princesa del vórtice de tu deseo,
preciosa criatura de suaves plumas
salvada por la voz invariable del fuego.
Debo llegar a mis hondos animales,
esas bestias angelizadas que intuyen por mí
y me vuelven bondadosa, callada y pálida.
Erigirme princesa de fría voluntad
que sabe contemplar la mentira
sin enseñar nada de su diminuta verdad.
Princesa con voz indolente
que domina al Amor.

-382-
OH DIOS, SER BELLA Y SIMPLE PARECÍA FÁCIL
al urdir los laberintos del amor y el deseo
desde la entrega insomne de las rosas.
Hasta que él apareció con su sangre y paraíso
quemando los cuerpos, invulnerable mendigo,
leve y transparente hombre del Señor.
Presa en sus castigos
perdí toda la belleza
y lo simple se volvió caos y espinas.
¿OH Dios, cómo hago para liberarme?
¿A qué reino escapo de la agonía?
¿Agua de qué mandrágora debo beber?
¿Qué catedral debo construir?

-383-
ME DESPRENDO DEL CORAZÓN,
finalmente tengo el camuflaje de las piedras
para llegar al amor sin complicaciones.
De una ciudad a otra
la noche me lleva en sus alas,
libre y gozosa.
Yo como ella, en guerra las dos.
Puras, imitándonos.
Quizá perdimos la identidad,
de puerto en puerto,
de bar en bar
¿Ese bar o ese puerto,
existe para las dos?
Asombro en los cuerpos de otros,
vivo de los besos que doy.
Escarbo en la carne,
en el centro de labios ácidos
de esta otra que soy
embriagada, inocente, sin culpas.
Siento el cuerpo de un aerolito,
desprendida del corazón vértigo,
sin arrepentimientos robados.
Pudiera decir que espero
el rostro gélido de Dios.

-384-
AMOR DE TODOS MIS MISTERIOS,
misterio de todos los imaginados puertos,
puerto de pasión sin tu compasión,
compasión de todas las heridas,
herida que dejaste abierta maldito mío,
mío en todas las nadas cautivas del mar,
mar abraza nuestros castillos,
castillos de aire donde vive la misma de Dios.

-385-
LA BRUMA FLOTA PLATEADA
entre las varas altas de los eucaliptos.
Trampa.
Aurora.
Paisaje
que grita en voz alta
lo que seré por tu presencia.
Mi Dios,
soy esquirla de tus manos.
Aleja al diablo que pasea
entre el viento ululante
de la bruma que encandila.

-386-
ME PESA UN TERCIO DEL CORAZÓN
que aún se enamora.
¿De parte de quién estás?,
le pregunto cada vez que se acelera
o me obliga a congelar la mirada,
y encuadrar un divino rostro.
Los otros dos tercios de mi corazón
son de este mundo:
evidencias, veleidades y aire.
Toma tiempo desaprender una costumbre,
pesa y aburre la ilusión.
Mas sé bien que los años de rezos,
silencio siniestro y oraciones
me ayudarán a dominar
ese tercio calcinante,
que aún escucha impalpable al Amor.
Señor,
líbrame de la ilusión,
que me deje en paz esa idea del enamoramiento.
Amén.

-387-
SEÑOR: HAZ QUE EL TAROT SE EQUIVOQUE,
que todos los oráculos fallen
y los puntos de la arena mientan sobre los dos.
Haz que vuelva a mí
y esta rápida angustia desaparezca
para redimirme.
No estoy vencida.
Señor,
vuelve a nombrar las cosas
y entrégame su estallado corazón.

-388-
NO SOPORTO MÁS LA CARGA DEL EQUILIBRIO
sobre mi cuerpo en vigilia y sus 45 kilos.
Quiero girar en torno al corazón,
bailar descalza desde el centro
hacia fuera.
Liberarme del equilibrio
y volver al fuego.
Bailar sobre baldosas calientes.
No parar,
dar vueltas y vueltas
hasta encenderme en una antorcha.
No importa adónde vaya
mientras siga girando con la fe de mi corazón.

-389-
¡SEÑOR!, NO ME ABANDONES
en arenas de almas en movimiento.
Guárdame de la locura y de los gusanos de pus.
Mírame, soy la misma de los excesos,
la otra que te mandaba mensajes desde el salitre.
Líbrame de todo mal
y de su amor que llevo con cuchillos entre las piernas,
de mis desbordadas maneras de buscarlo
en la oscuridad profunda del mar,
de las acciones de libertad obsesivas.
Líbrame de mí misma, Señor.
Nada queda ya de la niña que fui
ni rezos, ni incienso,
quizá apenas el mismo brillo en los ojos.
No me abandones todopoderoso mío
ahora que el sexo lo tengo
justo a la altura del corazón
y recorro sábanas de arena
peinada con una corona de espinas verdes.

-390-
DE ALTOS VOLCANES BAJA EL LODO CALIENTE
que te enterrará vivo.
Así quise que fuera el amor que te entregué.
Un río de piedras del deseo.
Y que las piedras, el lodo y la desesperación te cubran
hasta las entrañas de las verdades que mentí por ti.
Estoy dentro de ti fluyendo espesa,
entre el lodo caliente y el río de piedras,
sabiendo que una vez más solo Dios
me regresará liviana y firme a la boca de los volcanes.

-391-
ME EXPLICAS QUE OJALÁ SIGNIFICA
“Si Dios quisiera”.
Absolutamente comprendo esta palabra
cuando levantas mi cabello con tus manos,
deslizas tus dedos entre las hebras negras.
Y ese recorrido que haces por mi cabeza enciende
una llama en mis pantorrillas
que ojalá no terminara nunca.

-392-
¿ME DEJARÁ LA MUERTE GRITAR
COMO AHORA?,
escribió José Watanabe para decir orgasmo.
Fuera de la cama el silencio es demente
y puedo escucharme gimiendo,
diciendo ciertas suciedades y rezos.
Y me gusto,
envuelta en las sábanas negras con letras blancas.
Gritándome alto, dicen:
love, love, my love.

-393-
DEL EROTISMO DE LA CONTEMPLACIÓN

Ningún arte traspasa nuestra conciencia como el cine; sólo el cine toca directamente nuestros
sentimientos hasta llegar a los oscuros recintos de nuestra alma.

Ingmar Bergman
Bailarina en la oscuridad

Sé valerme por mí misma:


cada poema que escribo
lo sentí antes en mi cabeza.
De ahí saltó a mi corazón.
Un lápiz me ayudó
a posarlo en el papel.
Bailé
me quedé ciega
pero sé valerme por mí misma.

-397-
Azul

Tomo aire,
me zambullo como si se tratara
de comerse el ancho mundo.
Más hondo,
hasta el diafragma.
Respira
que el fondo azul
parece abrirse
hasta tu corazón.
Un largo.
Dos
y vuelvo mojada por la tristeza.
Nadar cura
las heridas.
Lloro
Respiro
lágrimas
de cloro,
las más puras
y sutiles lágrimas de cloro.

-398-
Entre copas

Moras intensas,
madera y algo de cacao,
como un oleaje
hacia el final de la garganta.
Me queda ese cuerpo,
la madrugada ámbar.
Las gotas del vino oscuro
derramadas en el vestido.
Ese aroma de haber querido
tiñe las yemas de mis dedos
y los bordes extraños de esta lengua
que finalmente
empiezo a conocer.

-399-
In the mood for love

Antes y después de ti
ya tenía dibujado
un mapa.
Una herida abierta en las piedras
y solo yo la escucho.
Como si las palabras
fueran de viento.
Casi sin canto,
un silbido,
balbuceos.
No llegan a ser palabras
para nombrar la soledad.
El silencio del amor
y los días que se confunden
con los pecados de nuestro secreto.

-400-
Memorias de una geisha

Demasiada lluvia podría alterar


el cultivo de las flores.
En el salón de té
llamado también
Morada de la Fantasía,
una vida secreta se forja
entre la belleza del agua,
los cerezos rojos,
la garúa y los peces dorados.
Agua abriéndose paso entre las piedras.
Tu corazón flota,
se aferra a la corriente
y aunque a nadie doy mi corazón,
el mío desemboca en el amor de Tokio.

-401-
El secreto de la montaña

Nuestro amor
es una montaña
al pie de un río claro y torrentoso,
que arrastra besos paganos
inventados por el deseo.

Nuestras vidas se separan.

El matrimonio nos espera,


los hijos y la cotidianeidad
aguardan para distraernos.

Tedio, miedo, culpa.

Te llamo con mi cuerpo


y volvemos a los bosques.

Somos la montaña
a punto de desintegrarse
en un millón de cuerpos celestes
que navegan por el cielo.
Ovejas perdidas
buscando refugio.

Nuestro amor
envuelto en la camisa de sangre antigua.
-402-
El baño

La espuma de jabón
lava negaciones retorcidas.

Brota la voz
como piedra volcánica
desde la ducha fría.

Como cuando algo grande


tiene que pasar
y simplemente pasa.

El equilibrio térmico
se produce semejante a la magia,
corazón limpio que canta.

No hay frío en la voz


ni calor en la cabeza,
solo agua en los ojos
que todo lo alivia.

-403-
Las estaciones de la vida

Primavera: extremadamente luminosa,


música vegetal trocada en levedad.
Se apodera de plantas y flores
que pronto crecen en el estómago.

Verano: previsible calor del corazón.


El deseo gritando en el cuerpo pulcro.
La canoa es templo que guarda caricias
y los pensamientos de una pareja.

Otoño: pequeños lagartos marrones de los celos


se refugian en tu cabeza caliente.
Un cuchillo ayuda a aplacar a esos lagartos.
Es la maldad que envuelve tu rostro.

Invierno: la nieve sabe del arrepentimiento.


Subir la montaña más alta con el corazón lleno de piedras,
con el frío quebrando tus ojos que vieron la muerte,
y desde lo alto resarcirte bello y saberte vivo.

Primavera: fresca madurez como cuando sabes


el sentido de cada palabra o a qué hora regar las flores.
Mirar el agua acariciada por el viento tibio de mayo
sin temores que opaquen el encuentro con la muerte.

-404-
La leyenda de las ballenas

Los maoríes pintan sus brazos


con antiguos caracteres,
y los ancianos leen cantos de ballenas.
Versos de mares blancos,
enfurecidos barcos y espíritus de sirenas.
Las niñas maoríes imaginan
bailes donde se mueven como hojas secas.
Sus tatuajes son historias de ancianos
y mujeres que hablan con la arena.
La niña maorí
se aferra al lomo de su ballena,
huye de la desgracia y celebra así
su triunfo feroz sobre el odio.

-405-
37 ° 2 Le Matin (Betty Blue)

Ahora soy una leve gata


que cuida cada página que escribes.

Ya no escucho voces en mi cabeza,


he vuelto a recuperar mi ojo
y te observo escribir
sobre la mesa azul de la cocina.

Extraño tu calor en mi espalda desnuda.


A veces, también tus labios adentrándose
velozmente en mi sexo
y el golpe del tequila rápido
quema vivamente mi ser.

Soy feliz como la gata blanca


que no percibe la estupidez de la gente
y solo te ama
y te mira escribir.
Escribir que nuestro amor
fue una cuchillada dulce y definitiva.

-406-
Sonata de Otoño

El dolor arde,
sol picante galopando en la nariz.
Verticalmente sus rayos naranjas me hablan
de la vida y sus múltiples infelices realidades.
Es bueno hablar de una vez,
descontraerse,
confesarse entre la madre y la hija
sostenidas por los hilos del miedo.
Opacos tejidos que las unen y separan.
Fragmentos de música
curan algo de ese dolor picante.
Hay que tener talento para vivir la vida
de una madre que ama a su hija,
aunque se equivoque.
Vivir siendo la hija
que se reconoce en la madre,
a pesar de su odio auténtico.

-407-
Yo la peor de todas

Ella entra en este poema


con la vihuela y el blanco hábito,
perfumados de flores de Jamaica.

Sus ojos que leyeron todo


o casi todo de Oriente a Occidente.

Ella, la rosa mexicana,


ligera y silenciosa,
guarda la alquimia de
tratados, sonetos, cartas, epigramas, haikús.

Y la duda del amor,


misterio de sus poemas.

-408-
Himalaya

El camino de la sal cruje en el fuego,


es la llave que la montaña
ha entregado a los ancianos.
Una cosa parecida al viento,
antigua y líquida arde en los ojos.
Y solo los Dioses entienden
que el corazón sale por la boca
cuando se penetra la montaña.

-409-
Qué tan lejos

De pronto un país
que palpita entre las nubes.
Tan joven,
navegando sin el favor del viento.
Una hipótesis sobre la amistad
en ese espacio diminuto que reconozco mío.
Puede ser la andanza real
de El Quijote y Sancho Panza,
entre páramos y mar.
De pronto una mujer
con buenos vientos,
acariciando su rostro
y un país, su país íntimo
en paz con el mundo.

-410-
Women love Women

Soy el poeta sufí


que entra letalmente
en tu cielo de pitonisa.
Tomo los hilos de tu vientre
hasta encontrar el centro
que genera el gusto por la noche
y el vuelo de los pájaros.
Entro en ti,
mi querida,
al jardín prohibido que eres,
para aspirar el aroma
de las rosas
que recubren
el círculo perfecto de la rodilla atlética.
Mientras tu pierna me aplasta delicadamente
y afuera el mundo aún nos juzga
haciendo el juego a la posteridad.

-411-
El perfume

Primorosos olores de excrementos,


basura y lodo podrido embarran el aire
de un recién nacido.
Almizcle, limón, rosas y miel.
Esencias penetrantes en desbandada simultánea,
se toman la nariz, el sudor, la saliva
y el deseo que quema a un joven.
Celos, indiferencia, envidia,
lascivia, protección, belleza, odio,
con un olor centelleante
en la cabeza de un hombre
que olfatea por un instante el poder.
Esencia de Dios que ni el alquimista
que convierta estiércol en fragancia
logrará ejercer.

-412-
Wild animals

Una chica de bellos senos


baila dentro de una vitrina,
la música animada que la desgarra por dentro.

La lluvia fría cubre la blanca escultura viviente


que se ha tomado el Parque Luxemburgo.
Coreanos, árabes, latinos, europeos pobres
hacen sus historias a orillas del Sena.

Un pescado de hielo incrustándose


en el abdomen de un mal hombre.

Dar giros,
Arremolinarse,
vueltas y vueltas para sobrevivir
al verano emigrante.

Hilo de sangre lavándose con el agua de la agonía


que moja a los nuevos nómadas del mundo.

-413-
Cuando me toque a mí

Los muertos que acompañan la soledad


me sobreviven.
De tanto ver sus mil rostros fatigados,
los infinitos tonos de la palidez,
gélidos rictus mortis,
dedos y pantorrillas lilas
me imagino a mí mismo
en brazos de cualquier oscuridad.
Soledad, aquí nos recibió la noche.
Instantes de helada ironía,
sonrisas de cloroformo.
Me sueño muerto en esta ciudad
insalvable de montañas.

-414-
La copista de Beethoven

Caballos negros desesperados rompen mi pecho,


aceleran mi corazón y galopan salvajes dentro de mi cabeza;
se vuelven sonidos sofocantes y brutales
y sus patas parecen sonidos mirándome.

Pero también Dios persigue al genio,


mientras yo copio y dibujo notas encendidas y frescas
que me dejan escuchar los sonidos de la lluvia.

Soy todo lo que soy


era y seré.

Soy la única mujer que toca a Dios,


que traduce el movimiento de sus manos,
su mirada severa y la levedad de sus labios.
Copio solo las notas que él dicta.
Escucho el viento que emite
los coros que Él puso al universo
para que sea más completo.

Soy todo lo que soy y copio y copio,


una mujer corriendo hacia la creación.

-415-
Kama-Sutra

Elijo la tetera árabe


para ese líquido verde
que domina mi lengua
y repentinamente
también los huesos.
Me entrego al sueño
y descanso como un elefante herido.
Con el sol,
emerjo de las sábanas.,
Confieso en voz alta temores
y salgo a estudiar el Libro del Amor,
el arte del baile
y el beso poderoso, capaz de dejar sin aliento.
Pronto, mis manos serán pintadas con hena
y las certezas de este mundo de amor evidente conmigo.

-416-
Fur/ Autorretrato ficticio de Diane Arbus

La mujer barbuda.
El gigante amable.
Las siamesas de cabello rojo.
El hombre lobo.
La obesa inmisericorde.
Las gemelas con pene.
Las enanas travestis.
El hermafrodita tragafuegos.
El enano banquero y traficante.
Una lista de horrores
y en ella la verdadera yo,
tan bella y desequilibrada para mi esposo y el mundo.
En la lista de fealdades y proscritos yo,
igualmente aberrante.
Yo hermosa y deseosa de mirar la fealdad perfecta,
buceando en un cuerpo de pelos que parece bosque.
Tan bella yo,
rostro equilibrado y clásicamente bello,
enamorándome del circo de mis obsesiones.
Campos nudistas,
salones con gente sin brazos y sin ojos,
fotografío y capto a mis iguales,
por dentro soy todos ellos.

-417-
La Vie en Rose

Edith Piaf
convierte
su voz
en agua,
suficiente
para salvarnos
a todas
del fuego.

-418-
Henry y June

Sueño que Dios me penetra el corazón en un campo


de tréboles y girasoles, y todo lo que sueño
lo escribo en mi diario que guarda las experiencias
que vivo con el cuerpo y las que imagino también.
Al diario y a Dios les cuento que amo a Henry y a June
con el mismo furor como si se tratara de la misma persona
pero con distintos ojos y formas de besar mi alma.
Sueño que las más abismales maneras de escribir
sobre el amor y la libertad me pertenecen.
La experiencia de la pasión es mía.
No pretendo explicar el viaje interior
que los tres emprendemos.
Tampoco intento explicar la sexualidad y sus abismos.
Solo despertar para que la intuición me abrace.

-419-
El tambor de hojalata

Las líneas de la vida en la mano pequeña


dibujan un mapa que comienza en Danzig, 1924.
Geometría, emociones, cronómetros, vida común.
Suficientes argumentos para detener el desarrollo
del cuerpo y la música sentimental del tiempo,
por encima de los padres y la autoridad.
Un tambor rojiblanco es la sublime respuesta al mundo
y desde las cuerdas vocales de Óskar el grito
de la estatura de un niño con ojos de hombre.
El tambor rojiblanco contra los tiempos turbios,
la arena, el hambre, la guerra y los presagios.
Tocar esta caja de hojalata aplaca las miserias humanas
pero no el ardor de vivir el sexo abrazando a la muerte.

-420-
JARDÍN DE DAGAS
La poesía es un jardín: un jardín que habla de otros jardines.

Fredy Yezzed

No es difícil dominar el arte de perder;


tantas cosas parecen llenas del propósito de ser perdidas,
que su pérdida no es ningún desastre.

Elizabeth Bishop
Nunca las vi detenidamente aunque siempre estuvieron
y son las mismas a pesar de haber mudado de pétalos.
Jamás es la misma flor luego del granizo.
Algo modifica sus ojos secos y el destello del cáliz,
tan misteriosamente dispuestas en el mismo jardín.
Sus cuerpos me hablan cuando preparo mi daga
cortes exactos.
Algo que congele la belleza de la pasiflora o el romerito negro.

-425-
La poesía intensifica lo oscuro de mi espesura y lo vivido.
De ahí que decidiera recluirme en el blanco de la casa,
en el temblor del viento que mueve la hierba,
en las líneas de palabras que como dagas,
cortan el punto de la ternura y el sexo.

-426-
Por intuición vendí mi alma a la poesía.
Desde entonces sus cuchillos me acompañan,
sufrir por amores una habilidad que está justificada.
De lo que se trata es de alcanzar la intensidad.
Mi alma te ha cortado a su medida.
Está en mi destino, mal destino...
Aunque igual a Jara Idrovo,
amo la intensidad no lo que dure.

-427-
Lo que dura el corte de un beso,
y produce un largo verano.
El verso que corta el aire
produce un largo verano.

-428-
Con la daga,
los sentimientos son más penetrantes y angustiosos.
Poesía y daga.
Lo que germina y significa.
El presagio,
la crueldad,
conocimiento que se desea.

-429-
Versos de versos de versos,
bandadas de voces. Pájaros
de todos los tiempos.
Imágenes de imágenes de imágenes.
Piedras y los mismos misterios,
a los que me declaro fiel.

-430-
Cortadas a media noche,
las flores de verano iluminan la habitación del hotel.
Las de color naranja excitan
hasta afectar,
en esa zona que las mujeres confunden con:
deseo,
desgarro,
defectos.
Las flores fucsia y las excesivamente moradas
distraen y llegan a enervar.
Pero estoy húmeda,
lista para la noche en este hotel del mundo.
Piso un jardín de intimidades.
A las ramas verdes del follaje,
las chupo una por una.
Y la clorofila aceitada me va dejando,
las ganas de ir hasta el fondo.
Mas lo que hago antes de dormir
es leer los poemas de Szymborska.

-431-
En otra vida
logré engañar a la muerte.
Fui ágil y elástica empuñando la tijera,
danzante que espanta el mal.
Pero los zorros vigilaban mi espacio,
y el cielo insinuaba que no escaparía.
En esta vida no quiero el martirio de salvarme.
Creo en esta danza de valor.
Un rito conmigo misma,
goce que entregaría mi posible muerte.

-432-
Afiladas tijeras.
Suena música
que no es de aquí ni de allá,
y lleva los grises de la noche.
Interregnos.
Manos y piernas cortan el aire,
el roce metálico de las puntas
alcanza los cabellos de
los pequeños señores demonios.

-433-
Mi cuerpo lleva con honor las cicatrices,
marcas tenues de finas puntas de tijeras
recubren algunas zonas de la piel,
mapas que el alma guarda como suspiros.
Afino la vista entregando la ofrenda
y la muerte me permite un baile más sobre la sal.

-434-
Tendré la muerte
de alguien que
ejerció su libertad.
Aunque no te tengo y nada soy.
Tendré la muerte de un ser
que amó con todos los puñales.

-435-
Todo se debe a la poesía que te cambia con los años.
Los pezones entre alfileres,
inmovilizados durante la noche blanca
en la que todos rezan y cantan bajito.
Con la muerte entera
para seguir escuchándote.
Tiemblo por las finas puntas de tu ser,
en parte porque eres otra distinta de la que fuiste.

-436-
Liquidada por besos de acero,
me hundo en el silencio.
Me veo muerta.
No hablo en el presente quieto.
Con mano firme empuño la daga de cuatro filos.
Y bien arropada me doy al Señor de las Incertidumbres.

-437-
Mi corazón lo vendí al demonio que me sopla versos.
Pero el cuerpo lo llevaré conmigo.
Al cuerpo se le hacen cosas
que al alma no están permitidas.
Meterse en una tina repleta de hielo,
sentir agujas que se van con el cuerpo,
ideales espinas de acero quirúrgico.
Fría y convencida de este viaje,
me voy vuelta humo.

-438-
Las agujas guían con su punción,
las deseo en mis venas
para fugarme exacta,
sin dolor,
sin recuerdos.
Más abierta al fuego puntiagudo de la muerte.
Donde la incertidumbre es toda la primavera.
Donde tengo fe que te voy a encontrar.

-439-
Anoche durante el sueño te viste
en el horno del crematorio.
Y la lluvia débil acompañaba
el ritmo de tu respiración desigual.
Lo imaginaste y te gustó.

-440-
Asolada no consigo comprender,
ni esta ni la otra realidad que habitas.
Y miro el rumbo de tus labios,
en los filos de otras piernas.
Sin orgullo ni codicia,
desnuda y aún ebria,
busco la piedad de mis enemigos.
La humedad repetitiva de tu boca.
Los cuchillos de la poesía
para desgarrarme.
Y ser desorden.
Y ser pérdida.

-441-
Si tan solo de atrapar el viento
bajo la almohada se tratara,
habría al menos una oportunidad.
Bien se sabe que no tengo nada.
Ni siquiera una estrategia
que cambie la suerte de los destinos.
Si acaso la sombra de la muerte
fuera vitrales góticos en los ojos.
Momentos de luz y cortes perfectos.
Aun sabiendo nuestras derrotas.
Pero difícil atrapar el viento.

-442-
Espero por esa carta del tarot
que tiene dibujado
el ángel de la muerte.
Y tu alma persiguiéndome
en el cielo luminoso de mayo,
con violetas negras brotando de tu boca.
Solo así se entiende que seré tuya,
entre filos de navajas de barberos.

-443-
La tijera corta
el viento por el norte.
Sé por dónde moverme,
a pesar de las intrigas del
perfume que viene de los asfódelos.

-444-
Escasa humedad,
poca luz sin nutrientes.
Y las flores grandes,
tan grandes al final del invierno,
tapizando el camino hasta el final del túnel.

-445-
Cortar con la daga el pene que metiste
hace cuatro horas en tu boca.
Cortar las rosas marchitas de la maceta.
Cortar los versos que ensucian el poema.
Dejar que la daga purifique.

-446-
El arma blanca, antigua
aunque resulta perfecta,
no corta piedra o nieve.
Yo tampoco llego al néctar de tu boca,
al mar congelado de tus sueños.

-447-
El sanador aconseja llorar mientras se toma la ducha.
La inserción de agujas metálicas,
en senos y pantorrillas son chorros delgados de agua
purificando el cuerpo.
Nardos medicinales que arrastran mis lágrimas.
Puntas de un dolor placentero.

-448-
Dagas y agujas,
fuego y metal.
El médico abre meridianos,
busca eso que esplende y calma,
mi alma cortada a tu medida.
Casi casi la mariposa negra de la serenidad.

-449-
Finísimas agujas de cobre
sobre los puntos de la pasión.
Entran desapercibidas en los labios de la vulva
o el pabellón de la oreja izquierda,
por la lengua roja y a través del cuello.
Delicadas armas para sanar.
Pero el alivio no llega,
no llega.
Aunque por instantes
Un pinchazo lleve mi mente
al blanco de la espuma del mar.

-450-
Con estas dagas
más elegantes que un cuchillo,
me puedo acariciar
la energía afilada de mi cabeza,
cortando pensamientos impuros.

-451-
Me regalas un afiche de Sidartha Gautama.
Afirmas igual a él, que la muerte no existe como tal,
que es un estado más de vida y te beso deseando
que me digas más de Buda y el camino que debo tomar.
Despierta y atenta para remover los obstáculos,
apego la imagen a mi frente, me la paso por el cuerpo.
No importan más la poesía, las espadas, la realidad
que escribieron Simborozka y Bonnefoy.
Solo quiero ver la misma luz en tus ojos pequeños,
como destellos de un puñal afilado que me mata y da paz.

-452-
El arte de perder ya profundizó Bishop:
Casas, amigos, países, amores, libros, viajes…
Hasta que un día miras sin reconocerte en los
difusos bordes de la que fuiste.

-453-
Pasan la imagen de un hombre
que traga trozos de vidrio.
No sé lo que siente, solo viene a mi memoria
cuando pinché la foto de mi novio.
Así jamás dejará de quererme me dije
Malabares para la vida,
que volvería a repetir para amarrarte a mi amor.

-454-
Marcho, armada de dagas
de hoja corta y espadas antiguas,
al último planeta congelado,
donde también quiero encontrarte,
en el invierno de granizo y árboles de pino.

-455-
Mientras pasábamos como una hermosa
guadaña negra por aquel perfecto paisaje
Recuerdo estas líneas de Raymond Carver,
en este paisaje de altura donde mi cuerpo manda
y un danzante con tijeras me posee.
Mi cuerpo captor de mi alma,
controla la sangre que comienza a salir.
La punta de la tijera me ha cortado delicadamente.

-456-
Desde la ventana miro las sábanas de neblina,
que bajan lentas desde el Pichincha y cubren las casitas.
Baudelaire canta: soy la herida y soy el cuchillo.
Nada soy en el frío y nada quiero atesorar.
Mas todo llega mientras acaricio mis pies helados,
con mi daga de mango ámbar,
pensando que son tus dedos que mordí en el poema aquel.

-457-
De cara a una bifurcación
iluminada por los cuchillos de la noche.
Tiemblo ante un dudoso viaje,
mi lado asesino entierra agujas en las uñas.
Mi lado dulce no deja de picar papel con olor a jazmín.
Tú me matas de amor pero yo quiero asesinarte.

-458-
Dicen que sobre los escarpados Andes
camina la embriagada de muerte.
La ardiente enamorada del viento.
Digo mi nombre y debajo de él,
está el nombre de la malabarista de cuchillos,
con su vestido rojo encarnado lista para su acto.

-459-
Me tumbo sobre la hierba en la que viven
las flores amarillas del diente de león.
Me dejo estar y recupero el sentido
de tus manos atrapando mi cintura.
El amor es un jardín invisible con millones
de dientes de león acariciados por el viento.

-460-
El viento golpea el rostro provocando cortes.
Dos cuchillos sobre la mesa marcan las horas del reloj.
¡Ya te escucho, muerte!
En un invierno sin cantos de ranas,
los últimos dibujos me sobrevendrán.

-461-
Atroz frío del puñal de dos filos
cerca de mi corazón.
Maldición de un amor sangriento.
Lo frío de la idea de doblegarte.
Torcerá tus planes.

-462-
Que el escorpión látigo
conoce todo sobre la noche.
Que el cuchillo de plata
sabe de seres nocturnos.
Que la incertidumbre es la noche,
pero la mujer vestida de hombre
es la única orquídea que liquida,
con sus puntas amorosas.

-463-
¡Contigo no me importa mi nombre!
Ni las capas delgadas del alma
o el polen estático de las flores del mal.
Contigo solo cuenta el cuchillo resplandeciente,
que nos dará otros nombres, otras almas.

-464-
Como un dardo
que me encuentra más delgada,
te llevas mi legítima desnudez.
¡Pero cómo fue que no te dije
que mis pétalos mienten y envenenan!

-465-
La navaja es mi signo.
Una marca de agua en los pómulos.
El encuentro con mi demonio.
Algo que nada deja estable.

-466-
En aquel tiempo,
el vidrio me desgarró el paladar.
Estaba la herida.
Las marismas del insomnio.
Y las palabras ocultas en la cavidad de la boca.
Pero no era vidrio, ni herida, ni insomnio.
Tampoco metáforas o un jardín de palabras.
Esto lo supe cuando su aliento me cobijó,
y al mismo tiempo me lanzó a la intemperie.

-467-
Te veo dibujando el bisturí
con el que cortaron tu estómago en cinco partes.
No encontraron versos de silencio,
pero tampoco versos cancerígenos sirven
para construir poemas de humor.
En tu dibujo del bisturí ha quedado
la oración invisible extirpada de tu estómago.

-468-
El amor y su exigencia.
Esa llama que me quemó, arrastró y hundió.
Ni navajas, ni besos, ni cuerpos.
Ni el aleteo de la fe en forma de religión.
Ni el palpitante viento con sus dilemas.
Nada me sostuvo hasta llegar a este momento.
Solo tú, poesía, haces que valga la pena
seguir a la intemperie de la vida,
en el reluciente filo de la navaja.

-469-
¡Oh, Señor de la Poesía!
que tu ardor inflame mis metáforas.
Como los tulipanes que decoran
mi vientre ya cansado.
Ven a mí con tu manto de palabras elásticas
para cantar a los pobres de la tierra.
No soy la única que siente tu presencia.
Estás en los versos al mar y en las perras
rosadas de los prados.
En los poemas a las montañas y a la noche cubierta de helechos.
Pienso en los poetas y sus cuchillos.
En sus versos y suicidios por tu ardor, Señor.
La soledad es mi regalo.
La absoluta soledad de una acuariana mujer.
¡Y esa daga brillante del jardín de mi muerte
también es tuya, mi Señor!

-470-
Ágiles gatos trepan los árboles de capulí,
desquiciantes gatos en los árboles de mi jardín.
Desde la ventana alcanzo a dominar el fuego de sus ojos
y la destreza de sus patas.
Gatos que abrigan sus corazones con maullidos y gemidos,
parece que hablan con algo de llanto y algo de placer,
mientras afilan sus uñas en los árboles de mi jardín.

-471-
Se cree que el azafrán alcanza a tocar los túneles del corazón.
Por eso te abro el pecho.
Daga y carne, sangre y amor, venganza y estrategia.
Un temblor frío sacude mis recuerdos,
así lo escribió la suicida (Dina B.)
Fluir en el río de azafrán rojo encarnado de la sangre.
El arte de perder el corazón por la daga.

-472-
Me gusta tu jardín y el viento que se enreda en sus ramas,
pienso en el enemigo siempre hay que tenerlo cerca.
Descargar las debilidades propias,
igual que plantas espinosas o amargas.
Viento como plegaria loca evocando al enemigo.
Me gusta tu jardín para descargarme
mientras elevo una oración.

-473-
Ellas son la transparencia en la tormenta.
Acercarse al blanco agudo de sus pétalos, casi llega a doler.
Tratan de mimetizarse pero la seda las descubre.
En la tormenta que sacude al jardín solo los lirios escapan.
Siempre es igual, con tanta belleza, ni el agua cristalina,
llega a doler tanto, como el blanco primitivo de los lirios.

-474-
Fluir y estar.
Dejar que el agua lave los cuerpos
y el amor se quede flotando,
fluyendo, floreciendo.
Algo como suspendido y rojo.
Es el tiempo en que su perfume pinta el mar.
Dejarse estar por el amor y fluir sobre una misma.
Flotando en el mar rojo.

-475-
He llegado a La Habana en un viaje directo
como si se hundiera la daga en un queso.
Puedo adivinar las manchas del salitre
en aquella casa de El Vedado,
en San Lázaro tropiezo en sus huecos,
toco los muros húmedos de la esquina de San Nicolás.
Esta vez vine a encontrarla en su isla-jardín,
a abrazarla en su terraza envuelta en té.
Se sienten los maullidos de sus gatos en
el retrato de Woolf que cuida su sueño.
Vine a encontrarme con ella en
el espacio donde ejerce su libertad y afila
sus poemas en espirales concéntricas.
Sus poemas islas-jardín en el viaje circular
que es mi viaje definitivo a la belleza.

-476-
La daga se queda allí, perfecta
entre la piel blanda y sus capas.
Corta las comisuras de los labios,
donde más me siento sola,
en el fluir del espíritu partido.

-477-
El azote del viento,
en tu rostro luminoso.
Golpe de remo,
cielo oscuro,
un amor ciego y sin regreso.
Ese pozo del que no se sale,
sino para morir de amor.

-478-
Amarte es ver el rostro de Dios,
lanzo estas palabras para justificarme,
dagas filudas salidas mi boca ciega,
ciego amor que me pierde
buscando en un tiempo que no pasa.

-479-
Quito y La Habana,
malecón desnudo y montañas gigantes.
Las mismas piedras salidas del amor.
Dos maneras de ordenar la vida,
cortar flores y sentir el perfume del jardín que nos tocó.
Incontables besos-islas,
morder soledad y polvo, lamer montaña y mar,
Quito y La Habana. Dos amantes que se hunden
en las llamas del mar y en el fuego de las montañas.

-480-
El tiempo olvida su idioma cuando el cuerpo habla.
Es Adonis quien me instruye picarte con mi cuchillo-lengua.
¡Pobrecito mío!
Nada hará que olvides la divinidad de mi cuerpo,
ni el perfume comestible de mi flor.
La maldición de estos puñales te acompañará.

-481-
Voy a vestirme con
flores de filigrana y mi cabello dibujando un bosque…
Voy a llegar a ti hablando a las mismas piedras
que me escuchan desde hace noches.
Hay que destruir lo que amamos porque corta
lo intenso del silencio tuyo sobre el mío que corta, me corta.
Voy a salir a buscarte en la noche y cortarte la voz.

-482-
Piedra afilada por el paso del agua
Llenarse el pulmón con piedras y llanto,
sabiendo que ya no estás conmigo.
Para quienes hablamos con las piedras
diálogo espiral
Bajo el peso de los ángulos todo cuenta.
La piedra afilada no tiene edad.
Me deja llorar los mares sin ti.
Afilada por el paso del agua
Me quedo con las piedras y sus cristales.

-483-
Las lilas que sembraste en mis senos
ni te imaginas su relación lógica conmigo
Iridiscentes flores del mal de amor.
Las corto con tijera de jardín. Y logro volar,
volar del viento que soy,
con los senos al aire,
abriendo las alas que me otorgó la poesía.
Las lilas de mis alas
no imaginas la relación lógica que tienen con el viento.

-484-
EJERCICIOS EN AGUAS PROFUNDAS
Todo era cruel, y la Poesía, el dolor más antiguo, el que buscaba dioses en las piedras.

César Dávila Andrade.

A veces el amor muere, pero a veces, como un torrente sobre roca porosa, desciende en la
oscuridad interior de una colina, se une a otros torrentes ocultos para viajar a ciegas como el
pez blanco de la cueva.

Moya Cannon

El deseo es algo que se abandona.

Blanca Varela.

En el sexo (le dijo a ella) la mente se evapora y de repente


ahí está el cuerpo, sólo el cuerpo con sus límites.

Anne Carson.
METAMORFOSEADA

Cuerpo y aliento ingresan al agua haciendo uso del mecanis-


mo de la libélula. Hablo del cuerpo y del aliento en estado puro.
Sin equipo. Pez o criatura parecida. Libre y despojada de deseos
sin teorías de instructores de buceo. Tensión del cuerpo y fluidez
constante en el ritmo. Libélula de látex equilibrio respiratorio. El
agua se vuelve un ramaje de cristal de cuarzo. Densa estructura de
burbujas. Campo de corales donde eres tan liviana y tan compleja
planta acuática. Las vastas profundidades que logra alcanzar tu
espíritu te rescatan del mundo que arriba apesta. Pero te adentras
más y eres agua.

-489-
BRAZADA

Curtida la piel, gastados los ojos, aprendí a bucear desnuda


entre corales y piedras cortantes. Brazada abriendo el lenguaje:
mantener el codo más alto que el brazo, las imágenes más brillan-
tes son música.

-490-
BRILLOS

Agua oceánica persevera en mí. Dádiva que recibo en formas


de cloro y sodio. Y cuando en otro brillo moje mi cuerpo, el deseo
habrá pasado certero sobre las palabras amor, plancton, libertad,
magnesio, paciencia y sílice. Agua desbordamiento físico, quími-
co y biológico hasta volverse silencio que te deja ser. Digamos
amor líquido. Desatar las palabras. Algo como heredar de los pe-
ces la indiferencia y el lenguaje no verbal.

-491-
NOCHE

Toda la noche hago la noche. Bajo el agua del océano, la noche


alcanza la luz exagerada que pulveriza. La noche cumple ciclos
de luz cristalizada, lavada. Toda la noche hago de mi cuerpo una
planta sensible a la luz de la luna. Deseo, amor y belleza. Ya sabes
respirar y así comienza la vida nueva dentro de la noche brillante.

-492-
ACUÁTICA

Una flor

Una flor

Una flor

Flotando en el agua
al son de sus ciclos oxigenados
Mi vagina abierta al agua de flores
en perfecta alineación con las estrellas
Hasta el centro del estambre que guarda perfume
y una lengua
bulbosa,
carnosa,
florecida
vegetal

Chupando la flor abierta, acuática y amable al ácido de la


saliva
hasta ver la muerte en el centro enceguecedor del agua
y no ahogarnos de placer
y no regresar a la superficie.

Nunca más una flor sin saliva.

-493-
PERMANENCIA

Dos mares suman el líquido de la noche.


Azul acero el mar mío, turquesa violeta el suyo.
Mapas, barcos, brújulas y turbulencias que se cruzan.
Saber que hay un puerto para los dos en el tenue azul
de las noches largas que permanecen por encima del olvido.

-494-
DIJERON

Soportar es todo. El cielo vacío que te otorga la quietud im-


precisa. El movimiento íntimo del mar en calma. Las corrientes
frías masajeando las piernas. Los mordiscos de algunos peces que
te alertan sobre el poema cuando requiere atmósfera de silen-
cio. Dominar la rutina de la noche y su tejido. Dijeron que no
podía llegar hasta aquí. Que nunca lo lograría. Quietud interna
flotando desde el silencio interior. Dijeron que no lograría hacer
el poema. Entregarme en el poema, pero aquí estoy, respirando
palabras y proverbios bajo el agua. Soportar es todo hasta escri-
bir dentro del agua, desde el desgarramiento, solo para sentir que
eres más agua.

-495-
DILEMAS

Hay palabras puentes que nos separan dolorosamente de esa


luz.
Llegan flotando, inútiles.
Palabras suplicantes, hirientes, rabiosas, porque que a veces
los puentes rotos
de palabras se vuelven estambres flotantes y puntiagudos
dilemas que te enredan.

-496-
CORALES

No importa la profundidad del descenso


o la imposible maleza derramada en el camino.
Es largo y frío el viaje sobre oscuros caballos.
Ejercicio de inmersión y belleza piadosa
hasta pisar altos jardines de coral negro.
Entre mi dolor –que conozco tanto desde el lodo-
y el universo poco explorado por la falta de tus palabras,
me quedan flotando la impenetrabilidad de la música y la sal.
Las medusas atrapadas entre mis pestañas me jalan rápido.
Más no importa el precio del descenso.
Es necesario volver al camino consciente del miedo
y el aliento del océano golpeándome en la nuca.

-497-
GEOLOGÍA

Deseo es mojada lengua. Posee espinas. Gránulos de limón


que se diluyen en cada beso y llegan en avalanchas a la espalda y
de ahí al círculo de mis rodillas. Muerdes-chupas lengua salada
hasta cansar mi corazón. Es un limón explotando a través de la
capa de un suspiro. Un fresno verde se agita con el final del día.
Algo se esconde entre sus hojas. La geología granulosa y delicada
de mi turbación por ti me saca de la pecera sucia y real. Ya no
quiero salir de la cama y la egoísta que me posee evade el deseo
de regresar. Muchas transformaciones tallan a una nueva egoísta
que intenta atravesar los ventanales del deseo. Capas mojadas de
sal definen mi nuevo cuerpo hecho de injertos de otras pieles. La
egoísta se desborda. Se zambulle en las hojas del fresno. Lleva lu-
nares en toda su piel y nada convencida de su deseo en la tensión
vigorosa de aguas profundas.

-498-
MISIÓN

Me he quedado en la oscuridad
con el propósito de ver –claramente y desde esa fría luz- los
deseos que arden
dentro del magma del corazón cuando se queda sin aire.
Permanezco quieta,
repleta de virtudes, algas viscosas y melusinas angustias.
Enfocada en los límites predecibles del cuerpo azotado por
otro cuerpo agotado.
Temblando sin mi sombra en este mar azul acero,
donde no son posibles las mentiras
de ese cuerpo que ya no soy.

-499-
DESVELO

Quizá. Si me arranco el cabello tejido con largos collares en-


tiendas mi desespero. Es insomnio coagulado. Despiadado fuego
quemando hermosura. Se trata de perderse en la linealidad de la
noche larga más larga que los collares de mi cuello vestido para
que lo descubras. Desesperada noche en su florecer recto. Desnuda
devoción por el cielo. Aterciopelada flor de la angustia. Pronun-
ciando un nombre. Susurrando lo íntimo. Me despojo del cabello
negro. Despacio. Te lo digo: quizá eres el alma deseada de mis des-
velos. Desespero poroso horadando cabello largo de la noche.

-500-
ÁMBAR

Enjambre de agua, eterna en su no huella. Duda líquida y


abierta al fluir. Profunda inmersión del goce. Arriba o abajo, el lu-
gar de los dos, aunque nada de eso importe ahora que tomamos el
baño perfumándonos con esta resina. Entrar en tu cuerpo y en-
contrar el ámbar, un ejercicio de buceo sin el equipo adecuado. Da
igual si estás arriba y yo abajo, o los dos suspendidos en el agua tibia
y azulada de la tina pulida. Lisura de mi piel. Relieves en tu cuerpo.
Flemas transparentes de un árbol sin nombre. Espuma que torna
sinuosos dos cuerpos que no saben de dónde vinieron para encon-
trarse. Romero y pétalos perfumando el agua ya casi fría del vidrio
molido que lo torna todo de un verde que erecta. Norte en tus
pulmones y el sur queda debajo de mis axilas. Porcelana y fibra de
vidrio, líquenes blancos y algo de aire alcalino que llega desde otra
profundidad. Dos cuerpos secan al sol incalculables gotas. Los dos
se miran sabiendo del fulgor del ámbar. Teoría y práctica furiosa
de un hallazgo sobre la piel que saca humores gélidos del corazón.

-501-
DESGARRO

Deseo es pulsión. Espiral de mercurio instalado en el estó-


mago. Se cierra y se abre para expandirse. Algo tuyo que destilas,
aún a pesar de ti y por encima del olor de los demás. Un sistema
personal de cuyo interior se origina dolor. Se domina o te con-
trola, como cuando te sientas a escribir. El deseo es algo que se
enreda en las espumas de un mar picado. Fuerte invierno que
desgarra los dientes. Incesante lugar, paisaje, estación que habitas
nerviosa. Deseo es pulsión al borde de la que escribe, y colgarse
del abismo. Golpea el rostro ciego de ira. Se abandona cuando
él deja de pronunciar tu nombre. Cuando la música insiste en el
borde del cuerpo y el abismo de la escritura. Viene de la noche,
del oscuro lugar que el cuerpo retiene en la memoria. Cruel ins-
trumento que aviva la tarea silente de esperar que el sol toque con
su luz el fondo del océano contaminado y te succione.

-502-
MECANISMO

La arqueología del deseo parecería explicarse dentro de un


mecanismo en cadena: pulsión-emoción-deseo. Un mecanismo
similar al del viento frío de la montaña cuando te levanta el cabe-
llo. El punto es que la palabra deseo ingresa en mi casa gradual-
mente y devora puertas y bisagras. Araña muebles y se entrelaza
con las hiedras del jardín. Da terror el deseo, es frío. Ingresa con
una furiosa patada. Complicada pulsión desprovista de sereni-
dad. Reverdece a las flores de verano pero marchita a la sábila
hembra del tercer jardín. He tratado de mirarlo como una me-
táfora emplumada, pero se ha vuelto la fábula predilecta de mis
sentidos. Lo toco en las hendijas de la casa y en los pliegues de
las alfombras. La palabra deseo es imprecisa para definir pasión,
aunque brille y se escurra avanzando hacia el mar. Resulta aún
peor entrelazarla con el tiempo futuro y el del olvido. Ahora solo
confío en que la palabra deseo me permitirá desarmar y volver a
armar mis propias emociones expandidas por toda la casa. Da te-
rror el viento helado alzándote con deseo. Es un animal buscando
casa, a la caza de mi cuerpo. Buscando la cavidad tibia, mojada y
desconocida donde anidar.

-503-
DESEO

Cuentan que Safo saltó al vacío desde el acantilado de Leu-


cas. Mordió los labios y a su respiración un torrente eléctrico
acompañó su cuerpo tibio y desnudo. Sin pasiones, piedras, o ca-
tástrofes de dolor se zambulló para buscarse en el mar. Lejos del
fulgor del deseo, muy lejos del lugar del dolor dulce, amargo, miel
indefinible, agria miel.

-504-
CUERPOS

Para mantener a los dioses entre nosotros froto la piedra inter-


minable de la perseverancia. Deseaba que nunca nos abandonara
la intuición. Y que siempre supieras dónde tocarme y volverme
loca de risa. Pero fíjate ahora, ni las sabias piedras que extraje de
los mares Rojo y Caspio los más salinos, ni la noble perseveran-
cia que cultivé, tampoco el vestido rojo aquel, nada ha logrado
mantener a los dioses entre nosotros. Nuestra cama no parará de
girar entre el fuego cruzado del deseo y la flexibilidad de nuestros
cuerpos frotándose. Creo que ya lo sabías, ¿no?: “Donde termina
el amor comienza el odio”.

-505-
GRIEGOS

Otorgar favores y no enamorarse. Engarzar lenguas con tem-


blores, arcadas con rubor en el rostro. Algunas flores diminutas
con sudor de entrepierna. Mantenerte dueña de ti misma. Auto-
control de las emociones y de los estados del cuerpo. Los griegos
y los hindúes lo dejaron escrito con letra persiste. Eros sin amor,
pero se requiere un alfabeto especial que el alma-acertijo debiera
aprender. Un alfabeto del agua, muy sutil murmullo, que no en-
cuentra aún, quien lo invente.

-506-
ZONA

Deseos ocultos en algunas regiones del cerebro, igual que el


frío reparador que baja del páramo y me enfoca en una zona ale-
jada del arrepentimiento. Antes de mis deseos ocultos no tenía
nada. Ni señales eléctricas, menos aún dopamina. Nada para ob-
sesionarme. Ni siquiera la dimensión perfecta de la noche. Pero
he llegado a esta zona donde el ansia se ha convertido en gusto,
en saciedad, en puro fondo de obsesión por el deseo y la noche.

-507-
FOTO

Se podría transformar la domesticación del deseo en flores


de agua recubriendo tus nalgas. Porque así la belleza y el deseo se
convertirían en cuerda flotante, sin involucrar a la destrucción.
Solo nalgas firmes de un hombre que jugó fútbol. Un hombre
regido por escorpión desde los genitales hasta el iris de los ojos.
Flores de agua cubriendo peces, nalgas, acertijos. Se podría trans-
formar al amor en la fotografía de un hombre desnudo que se
mimetiza entre los peces y los lechuguines del enorme y convulso
río del vivir.

-508-
a Soledad Álvarez Vega
TURBULENCIAS

Las olas somos nosotras. Y las turbulencias incendiarias


e impenitentes también somos las dos. Juntas en la cresta de la
ola. Las mismas dos venidas de una especie que solo sabe crecer
en aguas subterráneas. Un mar interno nos es común. Idéntica
arqueología de las emociones. Buceadoras de aguas profundas
y peligrosas. Ir contracorriente nos alimenta. Tensar la cuerda y
cruzar de una orilla a la otra hasta alcanzar artificios, sutilezas,
encantos extremos. Me dictaste el poema cuando escribiste Auto-
biografía del agua. Desde la transparencia y profundidad del agua
que escribiste y el mecanismo de los deseos inconclusos. De allí
emerge lo que nos une. Los oceanógrafos nos estudian admira-
dos, fascinados, perturbados por criaturas, dominantemente fe-
meninas de branquias brillantes y labios carnosos.

-509-
Con Mahmud Darwix
ILUMINACIONES

Si no fuera por esta oscura necesidad de poesía, no necesitaría


nada. Nada, ni siquiera el verano que toca mis hombros con su
olor infernal a piña. Nada, ni siquiera un día mejor a este en el
que la soledad me hace libre. Si no fuera por mi deseo de atrapar
poesía, de machacarla y así intentar congelar el rugoso mundo
para mí misma, y todo lo observado por otros, no necesitaría
nada, tan solo irme sin ese dolor…porque nada más me importa
fuera de esa oscura necesidad de poesía. Nada se corresponde, ni
la profundidad alcanzada en el mar cuando rompe las palabras
puentes del silencio deseado.

-510-
Con Nuno Júdice

EPIDÉRMICA

Como si un dios no pudiera existir más allá del amor, o el amor


no se pudiera hacer sin un dios. Como cuando estalla tu nombre
en mi cabeza y terminamos en el sofá haciendo el amor, y veo que
es posible rezarle al mismo dios. No me arrepiento de haber acu-
dido a tu llamado, dios del amor. Firme, con ganas y muy ligera
voy a tu encuentro, así cada vez que volvemos al sofá y miramos el
aire que se escapa de la boca, invocando al único dios.

-511-
ONDULACIÓN

Lo sé, para escuchar al mar debo cerrar los ojos y contener


el aire. Piernas en movimiento de mariposa y brazos imitando al
gorrión. Un cuerpo flexible a punto del despegue en el acantila-
do. Antes, se debe mirar fijamente las nubes y tratar de encontrar
la que más se parece a las algas. Mis pies, adornados con cintas
verdes -en su espera parecen malaguas- pero, en realidad, son mi
ofrenda a los ahogados en el mar que se convierten en nubes.

-512-
CORRIENTES

La marea baja y las aguas tranquilas me aguardan solemnes.


Ingreso con la máscara que protege los ojos y me permite un hilo
de oxígeno a través de un tubo fluorescente. Me dejo llevar por
implacables fuerzas. Orgullosa de mi condición solitaria. Me doy
a las corrientes tibias que me alejan del miedo y alumbran el cen-
tro de la noche.

-513-
ORILLA

Él me bebió. Fue una noche en la que decidimos quedarnos


en la orilla. La intensidad es tres segundos y de allí nunca más se
desata el magnetismo. No hacía falta que el océano me tocara con
su perfección, o me humedeciera con el magnesio de sus besos y
la sal granulada de sus ojos. Él solamente me miró y de allí hasta
el ensimismamiento fueron fracciones de luz y devoción obsesa.
Hay un mar de locura, estoy dentro. ¡Existe! Por dios que sí.

-514-
DIVAGACIONES

Es el agua blanca que troca la piel en fina capa de hielo.


¿Quién ha sido el pez del brutal silencio arrojado sobre mí? Mue-
vo las piernas y miro como suben burbujas –desde los pulmo-
nes- hasta el hielo. La muerte es dolor petrificando los ojos, pez
que me sofoca tensando muy fuerte el hilo de oxígeno. Nada la
muerte conmigo. Peces, divagaciones, gélidas formas del sueño.
Nada conmigo la muerte.

-515-
NUBES

Cuando emerja a la superficie - lo primero será mirarlas


directo- para aprender de sus movimientos durante las tardes,
tiempo en que ellas son menos evidentes como cuando la nos-
talgia. Las espío desde las aguas profundas. Languidecen, dudan,
pero no se deshacen a pesar del cuerpo negro de la noche. Surgen
del aire caliente donde aletean en su viaje al amanecer. No hay
paisaje perfecto sin nubes. Ya no espero nada de este horizonte,
sin las nubes arropadas por el cielo y las perseverantes aves de in-
vierno que anidan en Quito.

-516-
APRENDIZAJES

Aguas saladas en mitad del mundo, epifanías de una región


equinoccial. Sumergirse en las capas de bicarbonato, mejillones y
más capas de sales poco estudiadas. Es igual cuando te arrebatan
el corazón y aspiras polvo de sílex con partículas de rechazo y
decepción. Sulfatos y bromuros de una cosa que aúlla y te despoja
de la bondad, tan poco estudiada. Te anegan el deseo y la parte
caliente de la lengua. También sé que llorar deshidrata y de cómo
el mar de la mitad del mundo te convierte en un pájaro subterrá-
neo y triste, un mutilado. Nada sabe el mundo de aguas saladas o
mucho menos de la bondad.

-517-
BORDE

Voy a detenerme al borde, delgadísimo borde del vaso de cris-


tal que tomaste con tus manos. Al borde del milímetro que guarda
tu ADN que es idéntico al mío. Saliva y canela de lengua madre.
Cristal, saliva, borde, canela y lengua, mis palabras para traerte de
vuelta a este tiempo árido, en el que refulge mi deseo por un abra-
zo tuyo al borde del agua que bebo y decide irme de mí. Irme para
el mismo borde de esta costa sin mar que moldeaste.

-518-
SILENCIO

Una vez que se logra el silencio parece posible. Alinear las


estructuras de la ansiedad. Retener la suciedad y la belleza de tus
manos acariciándome las rodillas. Compulsiva y sostenidamente
continuar visitando los lugares del deseo sin ser afectada. La hu-
medad porosa del parque donde me besaste. Aquella playa que
guarda en arena nuestros nombres. Hundir todo el rostro en el la-
vabo lleno de agua y pensarte. Serenidad y silencio para que no te
hiera-rompa-turbe-enferme-agote más, de adentro hacia afuera,
el espiral del deseo fuera del agua. Volver a los lugares húmedos
donde fuiste deseada. Lugares con color y salitre. Azul pertur-
bador hinchando tus pulmones. Verde turquesa socialmente in-
tolerable. Blanco amargo. Silencio también blanco. Memoria del
sufrir que agarra con devoción el poema de un ave de invierno
sobrevolando un acantilado que trasciende.

-519-
LA VIDA SEXUAL DE LAS PLANTAS

El deseo femenino suele ser comparado con la vida sexual de


las plantas. Amenaza y pérdida. Clorofila y fluidos. Inocencia y
experiencia. Belleza que tiembla y se troca en más belleza. Gritos
y cantos. Lo que hace deseable al otro, de la piel al lóbulo de la
oreja alargada. Del lunar que afecta a la nalga derecha hasta el
pezón ligeramente púrpura que produce una sensación extraña
que no te deja dormir. La vida sexual de las plantas subyace en la
noche que se memoriza. Tela orgánica destilando piedad.

-520-
DIBUJAR

Deseo la densa bola de pelos que el gato amasa en su estóma-


go. Comienzas a dibujar pájaros y vomitas. Dibujas por la tan-
gente la limpieza del sistema nervioso. Miedos y rencores. Hilos
de sangre y rasguños. Resentimientos acumulándose en un pozo
fangoso. Desear el gato de tu prójima mientras clavas uñas en el
sofá. Y más crece la bola de pelo en el centro del vómito. Debe
existir otro método para escapar de las ansias de desear el gato
de tu prójima. Un sistema que no sea el nervioso o el endócrino.
Conversar, en plena oscuridad, con tu estómago que escucha y
agrieta las mucosas. Ahí es cuando comienzas a masticar la bola
para limpiarte y dibujar pájaros rojos. Limpiarte y dibujar aire
rojo. Un cuerpo terso y afilado. Un dibujo peludo que te de aire
real e hipotético.

-521-
CUERDA

¿Cómo lograr silencio interno, si afuera está la pecera sin


fondo de la realidad? ¿Cómo hacerlo si el deseo agita la pecera?
Vehemencia por desear lo desconocido y también –lo que no es
tuyo-. La pulsión que te controla y deberías abandonar. Se trata
de una cuerda tensa que va del plexo solar hasta el cerebro. Intenso
ejercicio. Conozco como nadie el brillo de esa pulsión. La apren-
dí de los gatos que se parten las uñas en el bosque de la noche. Sin
ti la pecera se desborda, horrible dolor que destroza las rodillas,
me deja sin cabello y con la espalda rota. El silencio del cuerpo
inalcanzable en la noche. Imposible espiritualizar la cuerda del
deseo sexual. Pulsión dulce y amarga, más densamente amarga.

-522-
QUEMADURA

El deseo. El deseante. Lo deseado. El desearte. La efímera be-


lleza. La tríada del daño, la inmersión y la fragilidad que quema
la piel. El desearte que esclaviza los queloides de mi yo. Son los
estados de mí que puedes ver antes de iniciar cualquier ejercicio
de hundimiento. Errores que la gente critica. Cicatrices de grueso
relieve. Son estados del cerebro que arrastran a la desembocadu-
ra del hastío. Tratas apenas de abandonar esa quemadura extensa
sobre el cuerpo que te ha marcado. Buscas acantilados y altas te-
rrazas. Piedras lisas. Dagas y puñales. Lo deseado es voraz. El de-
seante pierde la fuerza y la codicia. El deseo sigue siendo tiempo
presente. Lo fue para Sócrates y para Safo, aún lo es. Eros creador.

-523-
MAREAS

Son invisibles los besos que me diste. Invisibles y queman


angustiantes. Elijo que duelan. Dejo que suceda lo bello y lo terrible
como aconsejó Rilke. Son flores hermafroditas que aparecen en
primavera. Invisibles el resto del año. De ahí que se desprenda
la humedad salival hecha angustia, acantilado, ánfora. Pistilo y
pétalos tornasoles en los lugares del deseo. Beso de pétalos redun-
dantes y mojados. Invisibles más siempre florecerán bajo el agua.
Dolerán como la flor del iris. Ánfora que implosiona con todo lo
que te define hacia adentro, kilómetros muy adentro de mi flor
pequeña. Onda expansiva de besos invisibles sobre todas las ma-
reas. Enjambre de besos telúricos. Tiemblo y me sacudo el polen
y los cristales de sal. Los órganos sexuales de las plantas renacen
invisibles con cada marea. Duelen y dudan –como yo- desde el
perímetro de su herida.

-524-
LIBERTAD

La libertad. De eso trata toda la vida que cuelga de las ramas


de los árboles de coral. Ramas lúbricas largas, de coral rojo y coral
negro. Mientras pasan los peces frente a ti y acaricias las piedras
redondas del mar paralelo a esa vida que elegiste. El amor y la can-
ción que resuena en nadie, que solo transitan en tu cabeza a pe-
sar de los árboles altos. Libertad y aflicción. No se debería desear
nada para alcanzar la libertad. El mar cuelga de tus ojos y sigues el
trazado que dejé en tu rostro con mis besos de sal. Salvajemente
el deseo me golpea con su cara de piedra redonda. Nadie debería
desear la libertad de la noche. Ni yo desear tanto besarte bajo el
agua. Lúbrico beso largo letal árbol libre de la lengua sin mi nariz
bajo el azul.

-525-
LLAMAS

Brevedades constantes, besos en diferentes tiempos. Rup-


turas y cortes a lo largo de años. Suficientes años para llegar a
“nosotros”. Abrazos impresionistas. Ciudades delirantes y mares
liberadores. Un gran amor de techo falso. Y el constante deseo
por retener la belleza de mi cuerpo junto al tuyo en llamarada.
Concebir el deseo como pulsión infinita de dos sistemas nervio-
sos. Diferentes perspectivas (dirás). El deseo como mecanismo
explicativo de esto que parece no dejarme ahogar. Dejar pasar el
goce que me produce tu olor. Química o maquinación del viento.
Y persiste la humedad sonora que sale de las llamas. Infierno mol-
deado por goce. Pequeña bestia placentera y cruel.

-526-
TAREA

La verdad sobre la palabra deseo podría estar explicada –en


esa relativa eficacia que tienes como amante-. Sin embargo, fíjate
que hay una vasta región del amor incondicional que no conoces.
Por amor podemos visitar una docena de veces las tumbas de los
muertos, de los suicidas y los incomprendidos. Podemos susurrar
elocuentes palabras de amor y de seguro que no llegarían a expli-
cártelo. La verdad sobre la palabra deseo podría estar en mi ru-
tina vigorosa de acomodar las plantas para que no las coman los
insectos, ni el polvo o tampoco les falte agua. Mi tarea es cuidar
el jardín hasta que llegue la decepción.

-527-
ANIMAL

La más ensimismada yo. Esa, la de mi más profunda intimi-


dad voltea la cara y corre. Soy un animal feroz que se niega a mo-
rir. Con insistencia cuando me falta la magia para levantarme.
Solo el cuerpo insiste y persevera. Rezo y no dejo de nadar. En-
tonces me levanto con la garganta dispuesta al café y a las espinas
de pescado. Tengo que enamorarme, volver dentro de ese mismo
cuerpo que deseaste. Y de pronto una resonancia. El viento frío
que llega con tu rostro. La más honda yo aún te evoca. Se mira
cabal y encuentro a su sombra flotando. Dependencia de la rela-
ción contigo. Mirar televisión. Correr y luego nadar. Un tiquete
aéreo para viajar a una isla. Soy un animal andrógino que se niega
a deprimirse u olvidarte. Sensación rara que descubro mientras
nado. Con cosas pendientes de otras noches. Soy animal que ex-
perimenta dolor por las mañanas y goce por la noche, ritos inevi-
tables del agua que desea hallar su isla para rodearla con todas las
sales minerales y emocionales.

-528-
FARO

Deseo eso que tú representas. Lo que yo quiero entender


por sagrado. Olas agresivas y espesura de blanquísima espuma.
Mi deseo por tu cuerpo y sus alabanzas. El faro y el tiempo que
pasan. La imposibilidad de los dos. El cuerpo que llevas puesto.
La noche de mi deseo y lo que yo quiero que seas tú en esa noche,
dentro de una idea fija del amor. De esto va la ficción del amor. Al
borde de finalizar el deseo de sacarte de mí, no sin antes dejar de
desear el acto de esperar por ti y que me arrebates el control. Algo
como desear un vestido que te hace sentir única y al mismo tiem-
po es una condena. Yo deseo no vestir nunca más ese vestido y al
mismo tiempo vestirlo por última vez. El faro ha definido la ruta
de luz sobre el espesor de la espuma. El faro indica la ruta hacia
la imposibilidad de tenerte. Y otra vez vuelve la ficción de que te
entregues, pero entonces dejaría de desearte. Vestida y desnuda,
gravedad y gracia. Con un cuerpo puesto que yo deseo abando-
nar y tú deseas poseer. Deseaba vestir un vestido que fuera una
especie de gran amor y conversar con las medusas, con Platón y
Madame Bovary, los tres.

-529-
A SOLAS

Ella susurra: se mire como se mire el sexo es diversión, creativi-


dad, sensualidad…Le digo que tener esa certeza es una ventaja so-
bre las demás. Ambas reímos porque sabemos que todas creemos
en las palabras. Palabras políticas como coartadas y promesas. El
coreano Byung Chul-Han, escribe: el Eros es superior al Deseo.
Ella vuelve a susurrarme: las mujeres nos lo creemos todo, y todo
por no pasar a ser una mujer sola. Dentro y fuera de la cama solo
pensamos en palabras que nos alejen de la soledad. Palabras que
emborrachan y crean la sensación de acompañamiento. Palabras
que calientan, nos hacen babear, y están las otras palabras que
dan terror cuando no se las nombran. Por lo demás, el deseo es
una palabra que debería desaparecer. Hay que arrasar con aque-
llas palabras que remiten deseo, mandarlas a la hoguera. Eros es
superior al Deseo, gobierna la imaginación. El deseo erótico… no
se puede quemar, estarás de acuerdo, dice Ella. No importa si eres
una mujer sola o si realmente alcanzaste el privilegio de la sole-
dad. En cualquier caso hay que ser creativas.

-530-
VORTEX

El movimiento del cuerpo y la inmovilidad del alma conte-


niendo mi existencia. Remolinos subterráneos y sanguíneos. Me
arrojan al vortex que es la intemperie del amor. Hasta que sea tu
deseo estar aquí entre el movimiento y la inmovilidad de mi amor.
Hasta que sea tu deseo enlazarte al ritmo de mis piernas que co-
rren hacia el verde lago de olas suaves. Torbellino interior de lo
que parece un jadeo. El amor contigo es abrazar los abismos del
mar sulfato, bromuro, sodio y flúor. Y pacientemente perderse en-
tre la sangre y las cavernas genuinamente íntimas del torbellino.

-531-
ESCRIBIR

Desde mi antigua ascendencia emocional escribir al amor


que te tengo y que pasará. Manteniéndome leal a la lengua que ha-
blo y escribo con método. Porque una se explica el mundo desde
la lectura y el amor desde la experiencia del deseo. No sé amarte
de otra manera que no sea escribiéndote. Más sé bien que tu amor
pasará entre lluvia menuda. Escritura que en su duración nos hace
temblar y luego se diluye en las laderas de la memoria. Escribir
para nombrar mi deseo por vos, lo que yo creí intenso y en los bre-
ves días pasó, porque es imposible escribir de eso: lo innombrable
del amor y su alcalinidad, lo que se ama y no se posee, la carne y la
temperatura de un beso que jamás volveré a entregarte.

-532-
IMPROVISAR

No hay oposición entre leve y pesado, la descarga de jazz es


ejercicio perfecto de lo que en amor se define como: “el gusto por
la transgresión”. Un paso bailado del contrabajo, una trayectoria
sostenida y virtuosa de la batería, entonces nada es leve ni nada es
pesado. En el jazz existe otra idea del tiempo. Con la sensación de
velocidad ya metida en el cuerpo todo saxofón y piano, provocan
con astucia y pericia, ese cruce entre conflicto y belleza. Si tan
solo aprendiéramos a improvisar en el goce. A besar entre lo frío
y lo caliente, con la lengua insospechada y cabal.

-533-
ANAGRAMA

Te pierdes en mi beso seso y pretendes extraerme el alma en


una especie de rutina metafísica. Me enredas en ese baile de la
mente que comienzas cuando me pides la lengua. Olvídalo, no
soy una fresa presa en tus artes amatorias. Articulamos movimien-
tos y pensamientos. Bailamos sobre la cama y vamos pensando:
cómo sería caminar las Islas Galápagos o almorzar en Roma con
vino blanco. Neuronas bailando en puntas de pie, cuerpos dan-
zando suavemente que equilibran quietud y aceleración, vueltas
y miradas fijas hasta saber que pensamos lo mismo. Y de allí a
enhebrar los besos-sesos de un cuento corto.

-534-
GOCE

Pensar el cuerpo como lugar de intercambio. Piernas y bra-


zos se desparraman para escuchar el recuerdo de una película.
Abres los ojos y es tu parpadeo un llamado a la luz que nos espe-
ra: vulnerabilidad, fragilidad, saber que te irás…aunque aún nos
quede el día entero. Entrégame tu cuerpo vulnerable y flexible.
Deja el caparazón, ablándate y entrégate. Yo te entregué mi voz y
la suavidad de mi espalda. ¿Qué me darás tú? Pasemos el día sin
caparazones, mirando cómo las ideas se estiran y se aflojan. Tal
vez mañana el deseo de atrapar la poesía ya no esté con nosotros.

-535-
DISOLVER

Eléctrico… mirar desde el desfiladero. Hay que disolver los


acantilados donde se esconden las ganas. Es una buena coarta-
da: disolver mi obcecación por tus ojos. Mirarme en el precipicio
de las caricias que me arrastran al mismo acantilado cubierto de
musgo y pequeñas piedras grises, lúcidas en su arrojo. Disolver un
más allá del principio del deseo, como deslumbramiento y dar-
do que se apetece cuando no se tiene. Disolver esa necesidad del
sufrir desde el estómago y contener la sed. Cumplir un ciclo. Un
más allá del principio del deseo, como los buzos cuando inician la
inmersión: concentrados, sufrientes y listos para disolverse entre
la belleza de las aguas profundas.

-536-
VISIBLE

A modo de un aeropuerto vacío. Sin el sucio ruido del des-


pegue, así se me para el corazón. Nada malo, pero está la furia de
marcharse. Sabes bien que nunca quiero abandonar mi deseo de
salir de aquí; y que no lo hago solo por lealtad a ti, porque tú amas
esta ciudad más que yo. ¿Existe el infierno, no? Las piedrecillas
sobre la pista, están en la mente, por aquello de aferrarse a un
lugar-hogar, y me recuerdan aneurismas circulando en las venas.
Ensuciando la partida.

-537-
CONSTANCIA

Sí, la constancia de mi cuerpo por perseguir el tuyo hace fluir


tantas derrotadas palabras de amor. Sonoras palabras que nos ha-
bitan por un tiempo. La constancia que chorrea a manera de río y
sale de la cabeza. Permanecer juntos hasta herirnos. Abrir heridas
incalculables, pequeñas heridas en estos cuerpos marcados por la
constancia de perseguirse y de ahí ingresar en los afluentes del
dogma. La constancia es la imagen para mí. Una piedra que es
un cuerpo que nada logra desgastar y obcecadamente persigue lo
deseado.

-538-
SUMERGIRSE

Salirse de la túnica, de manera sagaz, y hundirse en la pe-


queña piscina. 40 grados más el vapor que se levanta como niebla
constante detrás de la cabeza. Perforarse la piel por los minerales.
Sulfuroso olor adhiriéndose al cuerpo. Nada revela el agua en su
fluir. Quizá un poco de silencio entre las corrientes. Mas el deseo
va derritiéndose y me curo. Magnesio, bicarbonato, iones, agua
aceitosa y sulfurosa. Evidencia de mi metamorfosis. Sumergirse
para irse de una misma. Para nunca más volver a creerte.

-539-
BLANCO

Doy vueltas a tus últimas palabras hasta balancear su espesor


con silencio. Las encuentro muy blancas, indiferentes, invisibles.
Sin doble significado, sin encantos, excepto por el brillo de la pa-
labra deseo. Pero hay un espesor que las contiene para entrar en
la aventura de saber hasta dónde llega el indiferente blanco en las
últimas palabras que dijiste. Hay truco en ellas. Demostración y
ego. Un juego que me arrastra a seguir dando vueltas sobre pala-
bras, que parecerían que nunca antes fueron dichas por nadie más.

-540-
GALAXIA

Perder el deseo de volver a tus brazos. Espectro que mete


miedo. No sentir nada, no desear nada. Miedo de no saberte mi
amante. Perder en el fluir de no desearte. Escribir la galaxia que
es tu cuerpo junto al mío. Cuerpos de viento continúo y fluir de
saliva-iones salados del agua del océano. No desear que me con-
fortes con el aliento detrás de la oreja izquierda, la que más escu-
cha cuando estoy bajo el agua. Ni escuchar el viento dentro de la
galaxia de nuestros cuerpos cuando descienden al fondo del mar.
Pensar en una ciudad sin deseos.

-541-
BRASAS

Desde las pupilas en movimiento constante. Lágrimas lim-


pieza, aguas profundas del cuerpo, es el líquido subterráneo que
se destila desde los nervios. Lágrimas vertiente, -ojo de agua-lá-
grimas que tejen el puente hasta la montaña. Dulces lágrimas. No
deseo llorar más. Y sin embargo lloro aumentando el caudal. Áci-
das gotas tibias. No sabía volar hasta que encontré el afluente de
mis lágrimas. Leer las lágrimas y su desorden. Cruzar el puente,
extenderlo hasta las brasas de mi cuerpo, junto al tuyo reposan-
do en la montaña. Lamerte las lágrimas, secártelas con la lengua.
Lágrimas que derramarás cuando deje de desearte. Desde mis pu-
pilas en movimiento constante te veo erguido. Y te señalo con mi
forma primitiva de llorar.

No todo mi corazón te ama, solo la parte que está enferma.


Yolanda Pantin

-542-
HIEDRA DE AGUA

Sola ante el amor de mi vida. Medio enloquecida y despo-


jada de toda la belleza que me asistía, esa flor de hace 27 años,
cuando lo besé y todo comenzó. Enferma, caminando de ida y
vuelta en el tercer jardín, 20 metros de ida y vuelta, quizá por el
excesivo peso del corazón y el sexo, sin equilibrio pero en punti-
llas, construyendo un discurso que no he logrado renovar en años
por la enfermedad de este amor de agua mala, verdes manchas y
frialdad de ojos. Amor de flor de sílex, coral rojo y esponjas. Flor
de caléndula para desinflamar la parte de mi corazón que aún
ama. Flor de cobre y flor de limón para adormecer mis esfínteres
que presienten tormenta y desgaste. Hiedra sin flor que atrae la
virtud de vivir sin amar. Flor de azafrán, hebras rojas y ardientes
que piso, segura de mis deseos y desdichas, de ida y vuelta hacia la
continuidad del tercer jardín. 20 metros de ida y vuelta por más
de 100 mil veces para construir un discurso amoroso o tal vez,
un tratado sobre el olvido que crece como preciosa hiedra en el
jardín oceánico.

-543-
MURO BLANCO

Me trae el viento a Kate Millet musitando: “el amor es el opio


de las mujeres”. –Me desequilibra su afirmación- mientras merodeo
entre los corales, pensando que siempre lo supe y no quería recono-
cerlo. En mi huida de esa ola blanca y gigante que fuiste tú, muro
espuma blanca y agua abrazadora que me tumbó tantas veces, mu-
sito la frase por la herida. Ya en la superficie recorro con mi boca la
sal prístina y el magnesio mar. “El amor es el opio de las mujeres” y a
profundidad o en tierra, todo consiste en saber huir a tiempo de las
olas de un amor salado, dulce, amargo, densamente amargo. Huir
con esta boca que ya no te besa, no te nombra, no te comerá más.
Huir, aunque el amor sea la sal de la tierra.

-544-
PERFUME

La higuera en el jardín es de hojas rugosas y brillantes. Juntos


cosechamos los higos más grandes y vamos removiendo la leche
que nos susurra su constancia. En la cocina la miel bulle, tú son-
ríes y como siempre aligeras mi corazón. 65 higos hirviendo en
miel perfumada por canela y cardamomo. El vapor pinta los vi-
drios de la ventana, poco a poco nos abrigamos. Vuelves a sonreír-
me y me inflamas con caricias rugosas y brillantes. La higuera en
el jardín sabe de nuestra constancia. Desde que esa planta echó
ramas, un amor constante nos acuna y perfuma. Amo su leche.

-545-
OLIVOS

La noche viene de un país mediterráneo. Con su vestido


flotante dice su decir…Verde esmeralda, azul cobalto, negro, ne-
grísimo, plateado intenso. Tonos imposibles de definir sobre las
ramas del olivo. La noche viene de un país mediterráneo y con
viento propio vuela sobre mi cabeza. Me perfuma, me despeina,
me tumba sobre la tierra sembrada de olivares. La noche viene con
dos cuerpos brillantes, uno es el mío, me reconozco claramente
entre hueso y corazón, el otro, es de él, estoy casi segura que es él…
El cuerpo verde aceituna que deseo. Su piel lisa masajeada por el
aceite de las olivas, más verdes del imposible. Flotando sobre los
dos cuerpos, imposible definir el tono de la noche mediterránea.

-546-
PARTÍCULAS

Tengo la costumbre de pedir muchos deseos. 100 el día de


mi cumpleaños, 100 la noche de fin de año. Como si se tratara
de un acelerador de partículas del cielo, los deseos aterrizan en
mi cabeza. Pero miento sobre muchos de ellos. Miento sobre
lo que en realidad deseo y siempre termino pidiendo uno, re-
petido y único deseo. ¿Sabes cuándo miento? Cuando la tras-
cendencia del deseo por vos es una huella de medusa. ¿Me crees
ahora? 100 deseos que tienen que ver con la profunda dicha o el
profundo dolor. 100 susurros que orientan, al fondo de un río,
tus creencias y cábalas.

-547-
REZO

En la quietud del desierto, mar abierto sin peces, repleto


de grandes geranios heridos, se descuelgan el pasado y el futuro.
Rezo con las manos puestas al cielo, entregada al mar sagrado de
oriente. La memoria antigua del desierto y sus tribus continúa
estallando, como si se tratara de las lágrimas rojas brotando de los
mismos geranios –que aún florecen en Ramala y Gaza-. En la no-
che brillante de bombardeos controlados, las semillas de nuevas
flores comienzan a crecer en latas. Tú presencia, Todo Poderoso,
explotando en la tierra de las flores y la sangre. Geranios rojos y
blancos que moldean lo que parece imposible. Y este rezo resiste
–aunque el mundo apeste-.

-548-
Cierta manera de la luz sobre el cuerpo
de Aleyda Quevedo Rojas
se terminó de imprimir en el mes de julio de 2017
en la Editorial Pedro Jorge Vera
de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Presidente: Camilo Restrepo Guzmán
Director de Publicaciones: Patricio Herrera Crespo
Los libros reunidos en Cierta manera de la luz sobre el cuerpo simulan afiliar a Aleyda
Quevedo Rojas a la vertiente coloquial de la poesía hispanoamericana, con sus consabi-
dos tonos conversacional y confesional, su insistencia anecdótica y su tendencia neoclá-
sica a la metonimia y no a la metaforización. E insisto en el término simulan porque si
bien es cierto que hay confesión y anécdotas, el tono no resulta estrictamente conversa-
cional y persiste una insistencia metafórica cuyas sutilezas surrealizantes poco tienen
que ver con lo coloquial.
Estos detalles apuntan hacia un aliento de herencia romántica que, sin acercar en
absoluto a Aleyda a la vertiente neobarroca, la sitúa en un espacio versátil en el oscilar
del péndulo entre las dos tendencias capitales del arte según Wölfflin (lo clásico y lo
barroco, o el culto de las formas y la violencia de los excesos), porque sin cultivar las
formas clásicas se aprecia en sus poemas un escrupuloso acabado, una precisión casi
quirúrgica en el exterminio de palabras innecesarias (vamos a encontrar muchos
microgramas en los textos de esta discípula y admiradora de Carrera Andrade), y, sin
desbocarse en el desorden expresivo del torrente neobarroquizante, también percibimos
en ellos, tras esa aparente serenidad estilística, una subterránea corriente de pasiones y
de transgresiones que los convierte en volcanes al borde de la erupción.

Jesús David Curbelo

ISBN: 978-9978-62-937-6

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