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Inicio de una obra colectiva. Artículo del profesor Wulff
Título original
1Me propongo apuntar aquí algunas notas sobre un campo de trabajo que ha ocupado una parte substancial de mi investigación en la última treintena de años
1Me propongo apuntar aquí algunas notas sobre un campo de
trabajo que ha ocupado una parte substancial de mi
investigación en la última treintena de años, en la que los problemas ligados a la identidad en la Roma republicana han sido centrales. Es, en parte, también una despedida, en forma de un libro, el tercero y último de una serie sobre romanos e itálicos tras la II Guerra Púnica que ha tenido este tema como eje1. 2No es, sin embargo, una despedida del tema de las identidades. Pensar las sociedades exige pensar las identidades, aunque no sea lo mismo pensar las identidades que pensar las sociedades. Ha sido siempre así y lo seguirá siendo, pero es, adicionalmente y no por casualidad, un tema central de nuestro tiempo inmediato y de su historiografía. 2 Para la perspectiva del autor sobre esto, con la bibliografía correspondiente, ver F. WULFF, «¿Por (...)
3No estoy seguro, sin embargo, de que las explicaciones
sobre el porqué de esta preocupación sean lo suficientemente convincentes2. Lo más obvio es decir que este interés tiene que ver con los nuevos tiempos. Sin entrar en debates terminológicos, parece claro que el nuevo mundo de la globalización, y la multiculturalidad nos muestra nuevas formas de vivir las pertenencias. Como lo es que nuevas experiencias políticas como la Comunidad Europea — vinculada a la curiosa y excepcional experiencia de que los europeos de la Europa central y occidental llevemos más de sesenta años sin matarnos unos a otros en guerras— vuelven a incidir en la multiplicidad de las identidades políticas y estatales, poniendo en cuestión, a la vez, los modelos decimonónicos de soberanía nacional. La búsqueda de nuevas formas de vivir las pertenencias y las identidades sin la confrontación como clave, la crítica a la violencia en los hechos y en las palabras como mecanismo de afirmación y de «triunfo» nacional son parte también de todo esto. 4Pero debo decir también que todo esto me parece insuficiente como explicación. Lo que hacemos los historiadores es mucho más que responder a estas realidades o adaptar nuestros escritos a las exigencias y preocupaciones de los lectores del presente, ofreciéndoles una historia más o menos à la page. Me parece una buena prueba de ello el que este tema sea central en otros ámbitos, desde el arte a las restantes ciencias humanas, y que lo venga siendo en algunos de ellos desde hace décadas: antropólogos, sociólogos, críticos literarios o lingüistas se hallan en el mismo ámbito de preocupaciones. El afortunado eje de esta publicación no es, como es evidente, una línea aislada, sino parte de un cuadro amplio de replanteamientos.