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Abel Sandoval
Mi palabra
Antología personal
Ch861 Sandoval Ormeño, Abel
S Mi palabra: Antología personal / Abel Sandoval
Ormeño. -- Santiago : RIL editores, 2013.
78 p. ; 21 cm.
ISBN: 978-956-01-0027-6
Mi palabra.
Antología personal
Primera edición: octubre de 2013
ISBN 978-956-01-0027-6
Derechos reservados.
Abel Sandoval Ormeño
o la luminosidad de la poesía
7
La luna, sí la misma cantada mil veces por los rapsodas en todas
las épocas, sirve de testigo ocular a un instante sublime, aquel que
es compartido con la compañera de sublimes horas y días, el cual el
poeta canta con su verbo esclarecedor: Me sonríe, a mar abierto me
sonríe/ y yo león zodiacal me muevo felino por entre los pliegues de su
cuerpo/ que en medio de los cerezos reconoce su almendra./ Entonces
busco de nuevo, el agua y la arena balbuceando sofocado la palabra
me enamora,/ luego me oculto para recoger su mirada en esta orilla
donde a mar abierto esta luna creciente me sonríe.
Sin lugar a duda el poeta sabe dar la tonalidad exacta, armoniosa
a su verbo convincente. Así lo vemos cuando nos dice: Por las calles
llenas de vocablos camino,/ agudizando mi oído, mi olfato mi lengua/
y me queda mucho todavía para encontrar la señal que me has dejado.
El autor de estas estrofas vuelve a entonar su canto y nos entrega
textos que denotan que es capaz de hacer poesía donde predominan el
verso armónico y la belleza a toda prueba: Dejo su boca en mi boca,
su desnudez en mi desnudez./ Ella, tomó mi mano en su mano, acari-
ció su cuerpo con mis dedos,/ rozó sus pechos con mi lengua, acarició
sus íntimos pétalos en mi muslo,/ luego llenó mi boca con sus labios./
Ella, se ofrendó para mí, toda./ Y fuimos íntimos corazones palpitando
al ritmo antiguo,/ del uno al otro, mientras mar afuera, la ciudad se
iluminaba con el mar.
Los otrora placenteros instantes que fueron parte esencial de horas
y días el poeta los rememora en todo su esplendor cuando vuelve su
mirada hacia el ayer y en un verdadero periplo hacia la nostalgia nos
dice: Un muchacho mudo en el mundo antiguo,/ cuando el piano era
tu voz melodiosa y el fuego de la chimenea bailaba su danza extraña,/
entre azules y rojos y me ofrende todo para ti,/ allí escuchaste mi voz
en silencio,/ contemplaste mi recia procesión y de tus ojos dos lágrimas
escaparon vírgenes cuando nuestros cuerpos se unieron libres como las
hojas y el viento/ cual Polonesa OP 53 de Frederick Chopin./ Ahora
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soy para ti un sueño astillado al viento/ abandonado en el frescor de
la tarde,/ tal vez, en el último recodo de tu memoria.
Más adelante, Abel Sandoval decide compartir con sus lectores
la identidad de la musa inspiradora de sus estrofas y lo hace en los
versos de «Maran»: Graciosa tú entre todas con tus manos aladas y
tu florido cantar en la espiga que desgrana su pan en este vaso de vino
y miel que sobre mí derramas para calmar mi sed en esta hora donde
mis manos suben a tu templo acariciando lunas, y amapolas sedosas
en tanto escanciamos la sublime libación de tu mágico cántaro.
La segunda parte del libro «El cáliz universal», data de la ya
pretérita década de los noventa. Aquí el poeta utiliza sus imágenes
para denunciar cruentos instantes que, debido a las trastocaciones
cotidianas, pasan a ser parte de un rutinario transcurrir. Es por ello
que no trepida en declarar lo que sigue: Miedo Tengo miedo del Jueves
Santo, de la Crucifixión Eterna,/ de las tres de la tarde del viernes,/
cuando la sangre inocente regó la tierra y el velo del templo se rasgó
en señal de duelo./ Miedo, tengo miedo y ya no es Jueves Santo, ya no
hay crucifixión romana,/ pero tú y yo somos a diario crucificados en la
angustia/ y nuestros cuerpos lacerados por el furor de los poderosos,/
tengo miedo y ya no es Jueves Santo, si no un día más en esta soledad
de mundo que perdió la fe en el Mesías Prometido.
Pero a nuestro juicio uno de los poemas más logrados en esta se-
gunda parte es «Baila Salomé». Aquí vemos una voz que no teme en
abanderizarse con lo que considera válido y digno de compartir con
los demás y lo hace con poesía pura, no destinada a quienes hacen
alarde de rebuscados vocablos para tratar de completar estrofas sin
fuerza ni claridad, destinados a un merecido olvido. Todo lo contrario,
el poeta prefiere la transparencia y el resultado es simplemente alta
poesía: Tu danza de víbora en este bacanal, donde la cabeza de Juan
te llegará en bandeja de plata./ Retuerce tu vientre, provoca a tu señor
Herodes,/ enciéndelo de lascivia y luego mira, mira, ves como babea
de placer/ ¡Míralo!/ Se bambolea fálico ante tu mirada y el mirar de
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Herodías./ Baila, baila. ¡Baila hembra sanguínea!/ No te arrepientas,
de seguro mereces la recompensa./ Baila, baila./ ¡Baila Salomé!/ que
tu danza encienda los deseos hasta enajenar los sentidos para no es-
cuchar el grito del Bautista que viene desde lejos hablando con voz de
sangre, anunciando la otra voz del desierto./ Y ahora que todo ha sido
consumado, dime Salomé, dime: ¿Valió la pena?
La tercera y última parte de este poemario se titula «Un canto
para el río Biobío», que es un verdadero canto a la vida, a la madre
natura, la misma mancillada día a día por ancestrales depredadores
que, lamentablemente, moran como una maldición eterna a lo largo
y ancho del territorio. En este caso, Abel Sandoval a la manera del
inmortal Walt Whitman comienza la invocación a sus aguas: Te in-
voco en tu forma, en tu larga cabellera azul,/ en tu cuerpo de líquida
transparencia, que corre, por senderos de piedras, de bosques, de arena/
y siempre llegas hasta mí con tus susurros, con tu amor precipitado,
con tu voz de lluvia y tus aguas,/ caudal de otros ríos, aumentan tu
vientre y yo te contemplo con ojos de lince como arrastras tus tesoros
para ocultarlos en el mar.
Toda una radiografía, una verdadera fe de bautismo es lo que
leemos en los versos de «Es tiempo de preguntar»: Llegó como una
ráfaga por entre las paredes de mi cerebro y de mis labios que escaparon
como pájaros asustados tres interrogantes: ¿Dónde naces tú Bío-Bío?/
¿Qué lugares se bañan en tus aguas? ¿Eres puro o contaminado?/ Y
las respuestas llegaron como palomas después de un breve vuelo: Mi
nacimiento se remonta a dos lagos fronterizos: Galletué e Icalma en
la Región de la Araucanía y en mis senos se bañan Lonquimay, los
Pewenches de Callaqui, paso bebiéndome las aguas de Pino Solo de
Pupul, de Queuco y llego a Santa Bárbara hecho un torrentes/ sigo mi
camino por el sendero de piedra llegando hasta Negrete, allí recojo al
amigo Duqueco, me acompaña también Mulchén y junto a ellos voy
creciendo y los valles de mi región se bañan en mis aguas./ Paso por
Nacimiento a buscar el Vergara, para seguir rumbo a Laja metiéndome
10
por Millantú, Diuquín y Monterrey./ En el extremo de la Isla Laja me
entrega su tributo,/ paso por San Rosendo, rumbo a Quilacolla, de allí
me remonto a Hualqui, pasando por Chihuayante, desembocando en el
mar cercano a Concepción./ Mis aguas son puras hasta Nacimiento, de
allí hasta mi desembocadura, el hombre se ha empeñado en contami-
narme, no se contenta con explotarme, sino que se torna encarnizado
enemigo llenándome de inmundicias./ ¿Es tiempo de preguntar/ ¡Es
tiempo de preguntar al Bío-Bío! ¡Es tiempo de preguntar!
He aquí un eslabón más en el ya sólido proyecto escritural de Abel
Sandoval Ormeño, forjado en horas sucesivas y transformado en letra
impresa a la hora precisa. Sí, porque curiosamente estos poemas inician
su vuelo cuando su autor se apresta a ingresar al selecto club de los
sexagenarios. Doble regocijo entonces, primero por el preciso uso del
verbo con el que nos ha brindado imágenes duraderas, y luego por la
dicha de seguir en la tarea creadora. Sólo nos queda una interrogante:
¿cuál será el título del poemario con que Abel Sandoval celebrará sus
próximos sesenta años? Ojalá estemos ahí para conocerlo.
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A mi mujer e hijos, por su infinito amor a toda prueba.
Selección de la obra inédita
Esta ebriedad llamada amor
La noche
En tanto, colgado,
de la última rama
el pájaro trina
su canción de despedida
y el árbol que la sostiene
se sacude suave por el viento
dejando caer sus hojas
como la noche
su negro sombrero
sobre este rincón de la tierra.
17
Amor
Amor
deja que mi boca
acaricie cada hendidura
de tu desnudez,
que contemple
tus ojos insondables,
que respire
al ritmo de tu corazón.
Amor
deja que me harte
de tu cuerpo,
deja que te invada
como una ola
que acaricia la playa
y así, juntos deslizarnos
al borde del abismo
que multiplica los colores
cuando el corazón canta
el triunfo del día
y la ola vuelve
a su juego infinito.
18
Amor
entrégame tu cuerpo
para que el día y la noche
sea en nosotros
fuego impetuoso
extraño e insondable
19
Tiempo de flores y estrellas
20
donde los peces nos acarician
en este mar eterno
de barcos y lunas,
de flores y estrellas,
en este tiempo de amor.
21
La luz del atardecer
Allí me esperas,
poseyéndome,
dejándome
entre los pinos,
en la arena,
sudoroso,
agitado como el mar,
salgo de tus brazos
cual delfín
que baile a mar abierto
complacido por las olas.
22
Yo en mi lejano vuelo
23
La distancia
Me hace recordar,
el tiempo aquel
donde los árboles
tenían de verde,
de rojo y amarillo
el despertar apasionado
de mi juventud
y tú, a la distancia
apareces
como una rama
mecida por el viento,
con tu larga cabellera negra,
con tu risa desbocada,
con tu cuerpo ágil,
cabalgando en la arboleda.
parece,
me digo,
que toda la dulzura acumulada
es un milagro de amor.
24
Esta luna creciente
Me sonríe,
a mar abierto, me sonríe
y yo león zodiacal
me muevo felino
por entre los pliegues
de su cuerpo
que en medio de los cerezos
reconoce su almendra.
Entonces
busco de nuevo,
el agua y la arena
balbuceando sofocado
la palabra que enamora,
luego me oculto
para recoger su mirada
en esta orilla
donde a mar abierto
esta luna creciente
me sonríe.
25
Por las calles
Llenas de vocablos
voy buscando tu respiración,
tu palpitante andar,
en esta travesía
temblorosa de mareas
donde otras bocas
murmuran palabras entrecortadas,
dejando herida tu belleza,
invadiendo con su idioma
nuestra íntima escritura del deseo.
¡Pechos alucinados!
mirada febril,
apariencia rígida.
Por las calles llenas de vocablos
camino,
agudizando mi oído,
mi olfato,
mi lengua
y me queda mucho todavía
para encontrar
la señal que me has dejado.
26
Ella
27
Caen las hojas
Al atardecer
el sol se descuelga tras los cerros
y en el mar un rayo ilumina
como tu risa blanca.
mi rostro
que bajo el sol de la tarde
contempla el caer de las hojas
y tú me amas
más allá del otoño
y siento en mi corazón
un latido dulce
como tu caricia
que embriaga mi mente,
despojando la tristeza,
haciendo de mi vida
una goleta remolcada mar afuera,
o un botecillo anclado en la arena.
en tanto tú
cual ola con penachos multicolores
te abanicas en el horizonte
de mis días idos.
28
Me pregunto
Aquí y ahora
por tu piel,
por tu larga cabellera,
emblema de mis sueños.
Por tus manos
que cual prenda perfumada
acariciaban mi rostro,
por tus jóvenes pechos
que presagiaban horas felices
donde la música
aceleraba el ritmo
de nuestros corazones.
Me pregunto aquí y ahora,
por el jeroglífico de tu nombre
y siento cerca de mí
que tú eres mi estrella constante,
el canto, la vida, el amor,
ese que camina
por la noche y el día
dentro de mi universo
y te siento nutricia
en este recuerdo constante
y me digo aquí y ahora:
¿Dónde estás amada mía?
29
Ven, deja que te tome
30
Yo era para ti
Un muchacho mudo
en el tiempo antiguo,
cuando el piano
era tu voz melodiosa
y el fuego de la chimenea
bailaba su danza extraña,
entre azules y rojos
y me ofrendé todo para ti.
Allí escuchaste mi voz de silencio,
contemplaste mi sacra procesión
y de tus ojos
dos lágrimas
escaparon vírgenes
cuando nuestros cuerpos
se unieron libres
como las hojas y el viento
cual Polonesa OP 53 de Frederick Chopin.
Ahora soy para ti
un sueño astillado al viento
abandonado en el frescor de la tarde,
tal vez, en el último recodo de tu memoria.
31
Mujer viene a mí
Tu danza loca
que maravilla mis sentidos
haciendo que mi cuerpo sintiera
la expansión del universo,
que me alzara
más allá de la luz y de las sombras
que las velas proyectaban.
Y tú eras para mí,
grandiosa,
como una flor codiciada.
Mujer,
hoy salgo en busca de tu recuerdo
en mi sueño infinito de hombre
y te veo venir
a mi lecho de flores,
bailando tu loca danza,
coronada de copihues,
engalanada de madreselvas,
trayendo para mí
un ramillete de esperanza.
32
La noche cual diosa negra
Viene a consolarme
en este olvido
donde desapareciste lejana,
dejándome con el deseo palpitante
como tu cabellera
que flotaba al aire misterioso,
allá, en la distancia,
donde el mundo rumorea incesante,
la palabra perdida
y yo subo de la noche
hasta los primeros rayos del alba
para encontrarme iluminado en la esperanza,
más no apareces
y me pierdo en el desconsuelo
de no ver tus ojos
iluminando mis días.
33
Cómo quisiera detener el mundo
34
De ti mujer
35
Hubo un tiempo en mi adolescencia
36
Soy un pájaro fugaz
37
Hoy es día de temporal
El viento arrecia
y el mar embravece,
ambos hablan su idioma eterno,
mezclando sus orígenes,
en tanto yo,
camino en mi propio temporal,
agotado por la pasión
que el amor desencadena
y me embriago de tu aroma
al recordar tu presencia
y soy un relámpago
en el horizonte de sus ojos,
persiguiéndote por sobre la tormenta,
tratando que tus ojos
despierten a los míos
antes que la furia desatada me arrebate
y sea yo el eco profundo del amor.
38
Maran
39
Tratando de definir la palabra mujer
Mujer:
Latido universal de la palabra amor.
Mujer:
Perfume fresco en noche de luna.
Mujer:
Expansión infinita del espíritu y los sentidos.
Mujer:
Amparo de mi desvarío.
Mujer:
Lecho embriagador de mi gozo.
Mujer:
Blanco permanente del deseo.
Mujer:
Manto piadoso de mi desnudez.
40
Selección de la obra inédita
El Cáliz Universal
San juan, el evangelista
Se aleja lentamente
dejando en mis manos
su renovado verbo,
diseminado en palabras
que se extienden infinitas
entre la belleza azul
y la dura piedra
embrutecida por el tiempo.
Olvidar que en el principio
fue el Verbo
y el Verbo era Dios;
es negarse como hombre,
es perderse entre los árboles,
es como el granito entre el granito,
como las algas en el mar
y sin embargo
San Juan el Evangelista
me trae a la orilla
donde la luz ilumina al hombre
que busca la verdad en el Amor.
43
El día del relámpago
Se me encogió el corazón
con tanto apesadumbra miento
y el yo de mi ser fue sacudido
en las madrugadas del silencio.
Ahora que el día ha roto sus venas
y este cuerpo se desangra
por los costados abiertos
a los ejercicios de la memoria,
vendrán asomando los recuerdos,
con simpleza de lirios envejecidos
y saldrán a desfilar por las calles enrejadas
los noctámbulos
que se desatan en las noches de tormenta,
cuando la luz
es la vieja muerte disfrazada de claridad,
en medio de los sueños prohibidos
que se construyen
en este mundo de rotación y traslación,
en estas horas cuerdas
que día a día
nos machaca en la tristeza
de ser nuevamente,
los peregrinos de la luz.
He aquí entonces la gran idea totalizadora:
El caos –el cosmos– la humanidad doliente,
el sabor de los besos proscritos,
44
la maldición eterna-éxodo-destierro-
lloro-crujir de dientes-estruendo de mar;
en las altas cumbres del planeta minúsculo,
donde Dios plantó su simiente de vida
y luego, solos, nos quedamos tallando
los maderos de nuestra crucifixión
en medio del dolor y la esperanza luminosa.
45
Armagedón
Grito amenazante,
grito como genital varón,
incendiando la humanidad.
El ágape del amor
amenaza los rasgos santos
de la hermosa
que vinimos a desposar.
El hierro caldea,
el gran crepúsculo
azota sus banderas,
las angustian bailan,
lloran las ciudades.
Todos reímos
en una mueca de espanto,
sintiendo como crujen los goznes de la tierra,
en tanto,
un gran hongo infernal
comienza a florecer.
46
Mitoria
47
Cielo y tierra
48
Aleluya gregoriano
49
Miedo
50
El vaso del alfarero
51
Lluvia de gracia
Dentro de la lluvia,
una lluvia de Gracia.
Dentro de la Gracia,
una lluvia de espanto.
Dentro del espanto,
un dragón ruge
devorando muertos – vivos.
Afuera, en la oscuridad,
en el último día de la vida,
una batalla colosal,
librarán los ejércitos de la tierra.
Dentro de la lluvia,
una lluvia de Gracia.
Dentro de la Gracia,
un guerrero salido del misterio
¡rompe las páginas de la historia!.
Todo va pasando.
Dentro de la lluvia,
una lluvia de Gracia.
52
Baila salomé
Tu danza de víbora
en esta bacanal,
donde la cabeza de Juan
te llegará en bandeja de plata.
Retuerce tu vientre,
provoca a tu señor Herodes,
enciéndelo de lascivia
y luego mira,
mira,
ves como babea y gime de placer.
¡Míralo!
se bambolea fálico
ante tu mirada y el mirar de Herodías.
Baila, baila
¡Baila hembra sanguínea!.
No te arrepientas,
de seguro mereces la recompensa.
Baila, baila.
¡Baila Salomé!
Que tu danza encienda los deseos
hasta enajenar los sentidos
para no escuchar el grito del Bautista
que viene desde lejos
hablando con voz de sangre,
anunciando la otra voz que clama en el desierto.
53
Y ahora que todo ha sido consumado,
dime Salomé,
dime: ¿valió la pena?.
54
Reiniciemos el diálogo de la luz
55
Un Canto para el río Bío Bío
Desde monterrey por el río
El Bío Bío,
Como una sombra de luz y tiempo,
como una interrumpida noche
me acompañó en el crecimiento
entre los verdes árboles de mis montes,
por entre el aroma de los cerezos.
Allí,
otra vez mi embarcación primaveral
junto a la tibia arena
dejó de navegar.
Y detuve el caudal azul entre mis manos
y como caminante confundido
después del polvo,
antes del polvo,
volví a ser niño,
y mi alma de pájaro
sobrevoló tu caudal
y se posó en la frescura del follaje.
59
Ahora que estoy solo
60
Aquí bío bío
Te invoco
en tu forma,
en tu larga cabellera azul,
en tu cuerpo
de líquida transparencia,
que corre,
por senderos de piedras,
de bosques,
de arena
y siempre llegas hasta mí
con tus susurros,
con tu amor precipitado,
con tu voz de lluvia
y tus aguas,
caudal de otros ríos,
aumentan tu vientre
y yo te contemplo
con ojos de lince
como arrastras tus tesoros
para ocultarlos en el mar.
61
Un día en santa bárbara
Contemplaba tu caudal,
largas horas,
estuve parado sobre el puente,
junto al sol abrazador
sentí tu fresco aliento
de cristalina esencia
arrancada a la nieve cordillerana
y de súbito
llegó hasta mis oídos
tu desgarradora melodía,
como gritos ausentes
de voces aplastadas
por entre el torrente viajero
de tus frías aguas
que bañaban las tristes piedras
que adornaban tu camino.
Allí mi cuerpo
se nutrió de tu fuerza
y mi espíritu
fue una llama clara
en la hora del silencio.
62
Surgió la arenosa soledad
En la playa grande
que dejas en verano
y tú te escondiste
más al sur de Monterrey
como escapando
de las inquietas miradas.
¡Oh río!
¡Enredadera del valle!,
te comparo con la madreselva
y con la mirada dormida
de unos ojos nocturnos.
Atrás el frío invierno
quedó en la sepultada noche
de las salpicadas piedras,
de las raíces desnudas
que hoy se cubren
con tu légamo arenoso
y crecen en tus orillas
llorones y amargos sauces
junto a los álamos,
los culenes y las pataguas.
63
Una fría mañana de abril
Caminaba,
escuchando la leve conversación
de los álamos amarillos
que crecen junto a los pinos
en los campos de Monterrey
y llegaba hasta mí
el leve rumor
de hojas perdidas
en el coloquio de serenas aguas
que la arena comenzaba a cubrir.
Fue una mañana fría
cuando…
a golpe de conciencia
desperté sobre tu lecho
y supe de tu secreta esencia.
64
El movimiento de tu oleaje
65
El tiempo de preguntar
66
y junto a ellos voy creciendo
y los valles de mi región se bañan en mis aguas.
Paso por Nacimiento
a buscar a Vergara,
para seguir rumbo a Laja
metiéndome por Millantú,
Diuquín y Monterrey.
En el extremo de la isla,
Laja me entrega su tributo,
paso por San Rosendo,
rumbo a Quilacolla,
de allí me remonto a Hualqui,
pasando por Chiguayante,
desembocando en el mar
cercano a Concepción.
Mis aguas son puras hasta Nacimiento,
de allí hasta mi desembocadura,
el hombre,
se ha empeñado en contaminarme,
no se contenta con explotarme,
sino que se torna encarnizado enemigo
llenándome de inmundicias.
¡Es tiempo de preguntar!.
¡Es tiempo de preguntar al Bío Bío!.
¡Es tiempo de preguntar!
67
Bío Bío
Rayo y sombra,
agua salvaje,
reptas combatiendo
las eternas piedras,
las pulidas arenas,
acorazándome con tu fuerza
que deslumbra
mi esperanza vital.
Vengo retornando hasta el amor
que nos abraza
en el vuelo de una gaviota,
en el remar acompasado de los boteros
que surcan tus aguas.
Bío Bío
68
Piedra y arena
Arena gastada,
ojos que vuelan,
agua que corre
pleno de romances,
de leyendas,
de historia embravecida;
vamos viviendo junto a la mañana,
comunicándonos
todo el secreto verde
y lo enrojecido de tus aguas,
que un día fueron
sustancia y cuerpo,
andar secreto entre lluvias,
desenterrando el amor,
para que tu manto de agua pura
que viene cantando de piedra en piedra
nos bese,
más allá,
de las auroras en el tiempo.
69
Desmenuza conmigo las maderas
Hasta llegar
a los muertos
que viven en nosotros.
¡Ven!
para que abramos las ventanas
a la lluvia que multiplica
las aguas consumidas
y repitamos hasta el cansancio:
¡El amor es nuestra bandera!.
Tu boca y mi boca
se embriagan de la dulzura
que tú proyectas
entre la cintura invisible
de los valles que se descuelgan
de la andina cordillera
y nos aprietan,
haciéndonos florecer
cual copihues en la selva,
donde unos ojos
nos cubren junto a la luna
reflejada en tus aguas.
¡Ay, desmenuza conmigo las maderas!
hasta llegar a los muertos
que viven en el recuerdo de nuestro amor.
70
Desata tus ojos en los míos
71
Río bío bío
72
RIO BÍO BÍO
¿Qué fue de tu agua?
¿Qué fue de nuestras vidas?
ARENA SOLO ARENA.
Tierra.
Mano abierta.
Agua.
Antiguo caudal desnudo.
Así fuiste para mí Bío Bío,
sonoro de aire,
translúcido de agua,
canto puro,
desbordado de sueños y banderas.
Tu nombre
brilla más allá de las palabras,
donde un viento verde
hiere mis ojos
y mece mis cabellos
en tanto mi cuerpo reposa
en el fondo de tu lecho de arena.
Tal vez,
alguien solloce en esta hora,
derramando lágrimas oscuras,
sobre un bordado terciopelo
que oculta las letras de mi nombre.
73
Índice
La noche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Amor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Tiempo de flores y estrellas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
La luz del atardecer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Yo en mi lejano vuelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
La distancia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Esta luna creciente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Por las calles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Ella. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Caen las hojas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
Me pregunto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Ven, deja que te tome. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
Yo era para ti. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Mujer viene a mí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
La noche cual diosa negra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Cómo quisiera detener el mundo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
De ti mujer. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Hubo un tiempo en mi adolescencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Soy un pájaro fugaz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Hoy es día de temporal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Maran . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Tratando de definir la palabra mujer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
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Santiago de Chile, octubre de 2013
Se utilizó tecnología de última generación que reduce
el impacto medioambiental, pues ocupa estrictamen-
te el papel necesario para su producción, y se apli-
caron altos estándares para la gestión y reciclaje de
desechos en toda la cadena de producción.
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ISBN 978-956-01-0027-6
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