Misterio de lo que se encuentra plegado y en su estrechez me espera.

Abrir el libro y tocar

el susurro de unas páginas tocándose con otras, sonido sibilante que abre universos.
Movimiento del papel, rígido o flexible, que actúa sobre la cadencia de nuestros ojos.
Algunos libros, en la ligereza y transparencia de sus páginas, nos invitan a pasarlas más lentamente
y detenernos en el gesto de cuidar que no se enrosquen sus esquinas, los que a veces parecen pedir
veneración.
Las de corte áspero, hermanas melosas que a veces niegan a separarse o distinguirse. Somos una y
no quiero que me leas hasta que llegues acá.

Leer es caminar con las manos y andar en el paso de cada página sobre un valle que fluoresce
porque es impredecible, no sé qué reacción propia me frenará en el giro…
Leer es caminar sobre subrayados y círculos,
visiones y meditaciones

—¿escribí yo esto? —

que me sorprenden por su lucidez, ajena: se han fusionado con la página y ahora pertenecen a ella.
¿Leo un libro o los trazos de mis vidas pasadas que dejé en sus lecturas?
Por un momento, la vida solo existe entre párrafos y oraciones. Ojos cosidos en la página, la
levedad de que las