Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Por mi parte, creo que un nuevo servicio debe servir como andamiaje del aprendizaje
organizacional y promover un cambio que sirva de disparador de los procesos de Desarrollo
Organizacional.
Me pasa casi siempre cuando respondo a alguien que me pregunta a qué me dedico: no tardan
ni cinco segundos en mover la cabeza arriba y abajo, decir “mmm”, darse la vuelta y hablar con
otra persona. Nada, que no lo entienden, oye.
A priori no parece difícil: trato de diseñar interfaces que sirvan de canal simbiótico entre otros
dos sistemas, así como los mecanismos de adaptación de éstos a la nueva situación. No sé, es
fácil, ¿no? Les explico todo eso de analizar las necesidades de una organización (notaréis que
uso a menudo este término en lugar de “empresa” porque creo que es un concepto más amplio
que incluye administración pública, ONG, instituciones…), sus aspectos críticos, los puntos de
contacto del usuario con los procesos, los inputs y los outputs (justo ahí es cuando empiezan a
mover la cabeza con cara de haber desconectado por completo), definir indicadores,
procedimentar tareas, definir flujos, implementar un prototipo operativo, analizar
desviaciones, modificar el diseño... Pues nada, ni con esas. Me está bien empleado. Por
pedante.
Entendido así, este servicio externo constituirá un sistema que va a requerir una importante
labor de desarrollo operativo y organizacional (cómo funciona y crece una organización para
ser más eficiente, reaccionar a los estímulos del entorno y crear valor para todos sus
empleados, socios, clientes, proveedores y la sociedad en general, incrementando con ello
sus posibilidades de supervivencia) en todas las empresas (= sistemas) implicadas.
Antes de empezar a pasar esta tortilla de patata por la sartén necesitamos comprender las
superestructuras de la organización a nivel personal, interpersonal y procedimental a fin de
que los cambios den fruto, se incorporen a la cultura corporativa e individual y resulten
duraderos. Tenemos que conocer uno a uno a los miembros del equipo, - tanto en relación con
su función en la organización como en sus motivaciones, gustos, aspiraciones, proyectos
profesionales, académicos y personales -, su forma de interactuar (pasiva, agresiva o asertiva,
en qué casos y con qué personas), de tomar decisiones, de gestionar la adversidad, de
negociar, etc. Además necesitamos conocer las redes relacionales, es decir, quién se
relaciona más con quién y para qué, las subculturas de dichas redes-equipos y su diferencial
con la de la organización en general, etc. Vamos, que se trata de algo bastante parecido a una
etnografía. Sólo así conseguiremos formar parte de esas redes, resultarles útiles, convertirnos
en nodos y facilitar la aceptación del cambio.
Pues ya ves qué fácil era, hombre: lo que hago es tratar de ayudar a las organizaciones a auto-
aprender y adaptarse a través de la mejora de los procesos, la estructura y el clima
corporativo, unas veces como un proyecto integral, otras como consecuencia de la
implantación de un servicio externo, un nuevo proceso, o bien a través de un plan de
formación.