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¡Ololoi!

Gastón Fernando Deligne


http://www.los-poetas.com/n/gaston1.htm#OLOLOI

Yo, que observo con vista anodina, Y clamando, clamaban no en vano,


cual si fuesen pasajes de china... ya aquel pueblo detesta al tirano:
y por más que indicándolo, actúe;
Tú, prudencia, que hablas muy quedo; y por más que su estrella fluctúe,
y te abstienes, zebrada de miedo; augurando propincuos aDioses,
tú, pereza, que el alma te dejas no lo vio. 1Lo impidieron los Dioses!
en un plato de chatas lentejas:
tú, apatía, rendida en tu empeño y por mucho que en gamas variables,
por el mal africano del sueño; -no prudentes, mas no refrenables-
y ¡oh, tú, laxo no-importa! que aspiras estallasen los oDios en coro,
sin vigor; y mirando, no miras... -como estalla en tal templo sonoro
un insólito enjambre de toses-
El, de un temple felino y zorruno, no lo oyó. ¡Lo impidieron los Dioses!
halagüeño y feroz todo en uno;
por aquel y el de allá y otros modos, y pasó que la sangre vertida
se hizo dueño de todo y de todos. con baldón de la ley y la vida,
trasponiendo el cadalso vetusto,
Y redujo sus varias acciones, ¡se cuajó... Se cuajó... Se hizo un busto!
a una sola esencial: ¡violaciones!
los preceptos del código citas, y pasó, que la ruin puñalada,
y las leyes sagradas no escritas; a traición o en la sombra vibrada,
la flor viva que el himen aureola, con su mismo diabólico trazo
y el hogar y su honor... ¿Qué no viola...? ¡se alargó... Se alargó... Se hizo un brazo!
cuyo extremo terrífico lanza
Y pregona su orgullo inaudito, un gran gesto de muda venganza.
que es mirar sus delitos, delito:
y que de ellos murmúrese y hable, Y la ingente maldad vampirina
es delito más grande y notable; de aquella alma zorruna y felina,
y prepara y acota y advierte, de aquel hombre de sangre y pecado,
para tales delitos, la muerte. vióse frente del tubo argentado
de una maza que gira y que ruge.
Adulando a aquel ídolo falso,
(que de veces irguióse el cadalso! ¡Y ha caído el coloso al empuje
y a nutrir su hemofagia larvada, de un minuto y dos onzas de plomo!
¡cuántas veces sinuó la emboscada!
los que odiáis la opresión, ved ahí cómo!
ante el lago de sangre humeante, si después no han de ver sus paisanos,
como ante una esperanza constante, cual malaria de muertos pantanos,
exclamaba la eterna justicia: otra peste brotar cual la suya;
¡ololoi, ololoi! (¡sea propicia!) ¡aleluya! ¡aleluya! ¡aleluya!

y la eterna equidad, consternada si soltada la fuerza cautiva,


ante el pliegue de alguna emboscada, ha de hacer que resurja y reviva
tras el golpe clamaba y el ay: lo estancado, lo hundido, lo inerte;
¡sea propicia!: ¡ololoi! ¡ololoi!... ¡paz al muerto! ¡loor a la muerte!
escurre luego por tranquilo cauce,
purpura las hojas y las flores
un abrojo rastrero...

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