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El maestro guía al narrador a través del Infierno descrito por Dante en La Divina Comedia. En el primer círculo, ven almas tristes que vivieron sin gloria ni infamia, mezcladas con ángeles que no se rebelaron ni fueron fieles a Dios. Estas almas están condenadas a envidiar cualquier otra suerte debido a su vida obcecada. Luego descienden al segundo círculo, donde reina Minos juzgando las almas de los lujuriosos condenados a ser arrastrados por un tor
El maestro guía al narrador a través del Infierno descrito por Dante en La Divina Comedia. En el primer círculo, ven almas tristes que vivieron sin gloria ni infamia, mezcladas con ángeles que no se rebelaron ni fueron fieles a Dios. Estas almas están condenadas a envidiar cualquier otra suerte debido a su vida obcecada. Luego descienden al segundo círculo, donde reina Minos juzgando las almas de los lujuriosos condenados a ser arrastrados por un tor
El maestro guía al narrador a través del Infierno descrito por Dante en La Divina Comedia. En el primer círculo, ven almas tristes que vivieron sin gloria ni infamia, mezcladas con ángeles que no se rebelaron ni fueron fieles a Dios. Estas almas están condenadas a envidiar cualquier otra suerte debido a su vida obcecada. Luego descienden al segundo círculo, donde reina Minos juzgando las almas de los lujuriosos condenados a ser arrastrados por un tor
Por m se va a la ciudad del llanto; por mi se va al eterno dolor; por mi se va
hacia la raza condenada; la justicia anim a mi sublime arquitecto; me hizo la
divina potestad, la suprema sabidura y el primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepcin de lo eterno, y yo duro eternamente. h vosotros los que entr!is, abandonad toda esperanza" #i escritas estas palabras con caracteres ne$ros en el dintel de una puerta, por lo cual exclam%& ' (aestro, el sentido de estas palabras me causa pena. ) %l, como hombre lleno de prudencia me contest& ' *onviene abandonar aqui todo temor; conviene que aqu termine toda cobarda. +emos lle$ado al lu$ar donde te he dicho que veras a la dolorida $ente, que ha perdido el bien de la inteli$encia. ) despu%s de haber puesto su mano en la ma con rostro ale$re, que me reanim, me introdujo en medio de las cosas secretas. All, bajo un cielo sin estrellas, resonaban suspiros, quejas y pro,undos $emidos, de suerte que al escucharlos comenc% a llorar. -iversas len$uas, horribles blas,emias, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas, acompa.adas de palmadas, producan un tumulto que va rodando siempre por aquel espacio eternamente oscuro, como la arena impelida por un torbellino. )o, que estaba horrorizado, dije& ' (aestro, /qu% es lo que oi$o, y qu% $ente es %sa, que parece doble$ada por el dolor0 (e respondi& ' 1sta miserable suerte est! reservada a las tristes almas de aquellos que vivieron sin merecer alabanzas ni vituperio; est!n con,undidas entre el perverso coro de los !n$eles que no ,ueron rebeldes ni ,ieles a -ios, sino que slo vivieron para si. 1l *ielo los lanz de su seno por no ser menos hermoso, pero el pro,undo 2n,ierno no quiere recibirlos por la $loria que con ello podran reportar los dem!s culpables. ) yo repuse& ' (aestro, /qu% cruel dolor les hace lamentarse tanto0 A lo que me contest& ' 3e lo dir% brevemente. 4stos no esperan morir; y su ce$uedad es tanta, que se muestran envidiosos de cualquier otra suerte. 1l mundo no conserva nin$5n recuerdo suyo; la misericordia y la justicia los desde.an& no hablemos m!s de ellos, mralos y pasa adelante. ) yo, ,ij!ndome m!s, vi una bandera que iba ondeando tan de prisa, que pareca desde.osa del menor reposo; tras ella vena tanta muchedumbre, que no hubiera credo que la muerte destruyera tan $ran n5mero. -espu%s de haber reconocido a al$unos, mir% m!s ,ijamente, y vi la sombra de aquel que por cobarda hizo la $ran renuncia. *omprend inmediatamente y adquir la certeza de que aquella turba era la de los ruines que se hicieron desa$radables a los ojos de -ios y a los de sus enemi$os. Aquellos des$raciados, que no vivieron nunca, estaban desnudos, y eran molestados sin tre$ua por las picaduras de las moscas y de las avispas que all haba; las cuales hacan correr por su rostro la san$re, que mezclada con sus l!$rimas, era reco$ida a sus pies por asquerosos $usanos. As descend del primer crculo al se$undo, que contiene menos espacio, pero mucho m!s dolor, y dolor punzante, que ori$ina des$arradores $ritos. All estaba el horrible (inos que, rechinando los dientes, examina las culpas de los que entran; juz$a y da a comprender sus rdenes por medio de las vueltas de su cola. 1s decir, que cuando se presenta ante %l un alma pecadora, y le con,iesa debe ocupar y se lo desi$na, ci.%ndose al cuerpo la cola tantas veces cuantas sea el n5mero del crculo a que debe ser enviada. Ante %l est!n siempre muchas almas, acudiendo por turno para ser juz$adas; hablan y escuchan y despu%s son arrojadas al abismo. ' h, t5, que vienes a la mansin del dolor" 'me $rit (inos cuando me vio, suspendiendo sus terribles ,unciones'; mira cmo entras y de qui%n te ,as& no te alucine lo anchuroso de la entrada. 1ntonces mi $ua le pre$unt& ' /Por qu% $ritas0 6o te opon$as a su viaje ordenado por el destino& as lo han dispuesto all donde se puede lo que se quiere; y no pre$untes m!s. 1mpezaron a dejarse or voces pla.ideras& y lle$u% a un sitio donde hirieron mis odos $randes lamentos. 1ntr!bamos en un lu$ar que careca de luz, y que ru$a como el mar tempestuoso cuando est! combatido por vientos contrarios. 7a tromba in,ernal, que no se detiene nunca, envuelve en su torbellino a los espritus; les hace dar vueltas continuamente, y les a$ita y les molesta& cuando se encuentran ante la ruinosa valla que los encierra, all son los $ritos, los llantos y los lamentos y las blas,emias contra la virtud divina. 8upe que estaban condenados a semejante tormento los pecadores carnales que sometieron la razn a sus lascivos apetitos; y as como los estorninos vuelan en $randes y compactas bandadas en la estacin de los ,ros, as aquel torbellino arrastra a los espritus malvados llev!ndolos de ac! para all!, de arriba abajo, sin que abri$uen nunca la esperanza de tener un momento de reposo, ni de que su pena se aminore. ) del mismo modo que las $rullas van lanzando sus tristes acentos, ,ormando todas una prolon$ada hilera en el aire, as tambi%n vi venir, exhalando $emidos, a las sombras arrastradas por aquella tromba. 9+emos lle$ado al sitio que te he dicho en que ver!s las $entes doloridas, que perdieron el bien del intelecto.: 7ue$o tom mi mano con la suya con $esto ale$re, que me con,ort, y en las cosas secretas me introdujo. All suspiros, llantos y altos ayes resonaban al aire sin estrellas, y yo me ech% a llorar al escucharlo. -iversas len$uas, hrridas blas,emias, palabras de dolor, acentos de ira, roncos $ritos al son de manotazos, un tumulto ,ormaban, el cual $ira siempre en el aire eternamente oscuro, como arena al soplar el torbellino. *on el terror ci.endo mi cabeza dije& 9(aestro, qu% es lo que yo escucho, y qui%n son %stos que el dolor abate0: ) %l me repuso& 91sta msera suerte tienen las tristes almas de esas $entes que vivieron sin $loria y sin in,amia. 1st!n mezcladas con el coro in,ame de !n$eles que no se rebelaron, no por lealtad a -ios, sino a ellos mismos. 7os echa el cielo, porque menos bello no sea, y el in,ierno los rechaza, pues podran dar $loria a los cados.: ) yo& 9(aestro, /qu% les pesa tanto y provoca lamentos tan amar$os0: ;espondi& 9<revemente he de decirlo. 6o tienen %stos de muerte esperanza, y su vida obcecada es tan rastrera, que envidiosos est!n de cualquier suerte. )a no tiene memoria el mundo de ellos, compasin y justicia les desde.a; de ellos no hablemos, sino mira y pasa.