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UNLa
Docente: Dr. Rubén Efron, Dra. Susana Disalvo, Mg. Daniel Korinfeld
Abril 2016
A partir de la propuesta del docente del seminario se realizará a continuación una sucinta
articulación entre conceptos vertidos en las clases y leídos en la bibliografía acercada por
la cátedra, con la película iraní “La Manzana”.
La Manzana
Amanece en Teherán. La noticia de dos niñas, hermanas, encerradas por su propio padre
en su domicilio por 12 largos años cobra estado público, primero, en todos los diarios y,
luego, en la televisión iraní.
La vida, a partir de allí, de transformarse este ominoso hecho privado en algo público,
para Zahra y Massoumeh, ya no será la misma…
El film, que está basado en hechos reales intenta reflejar diferentes aristas de un mismo
hecho bruto.
Zahra y Massoumeh, dos hermanas gemelas de doce años, son encerradas en su casa de
Teherán desde su nacimiento, el padre, alegando que sus hijas son como flores que
pueden marchitarse con el sol, no las ha dejado salir mas allá del umbral de la puerta
desde que vieron la luz.
Los vecinos alarmados por la situación –no queda en claro en la película que desencadena
la visualización de un hecho que en si venia transcurriendo hacia doce años- denuncian
a la Dirección de Asuntos Sociales la dramática situación en la que se encuentran las niñas;
el Estado interviene y las niñas podrán salir de la casa, en un inicio complejo y largo de
socialización y subjetivación.
Es así que en la película se relata el encuentro de estas dos gemelas con el mundo
exterior. El simbólico momento en que quedan libres, atraviesan el umbral, y se enfrentan
a un nuevo mundo totalmente desconocido para ellas en donde todo las sorprende queda
plasmado en el suceder de las imágenes.
Juntas, las hermanas, descubren lo que hay más allá de la puerta de su casa y se
relacionan con otros niños.
Entremezclado con ello, se oye también la voz del padre, quien se gana la vida
fundamentalmente ofreciendo plegarias a cambio de dinero, quien insiste en decir que
obedece a los preceptos tradicionales. No entiende por qué se lo ha presentado como un
monstruo. Se siente desconcertado y herido. Esporádicamente aparece la silueta de la
madre cuyo rostro jamás podrá verse, cubierto perpetuamente con el chador, se la
escuchara maldecir e insultar, evidenciando su enojo frente a los cambios que deben
enfrentar en esa ominosa rutina que habían consolidado.
Algunas reflexiones
Según Efron, una característica central de la convención sobre los Derechos del Niño es la
indisociabiilidad e interrelacion de los derechos que están explicitados y desarrollados en
la misma. No se ha enfatizado, afirma, ni reconocido lo suficiente la responsabilidad que
se le adjudica a la comunidad y no solo a los padres en la necesidad de dirigir y orientar al
niño para que ejerza sus derechos. La responsabilidad de la comunidad debe ser
ponderada y jerarquizada.
Escucharlo también implica legitimar sus opiniones. Ello sin desconocer que en el
complejo recorrido histórico el niño pasa de un lugar de inexistencia a una consideración
de él mismo como sujeto. Es decir, se pasa del niño inexistente al niño como sujeto de
derecho.
Sabemos que escuchar a un niño es escuchar las señales de su sufrimiento, escuchar a sus
vínculos afectivos, familiares y comunitarios. Escuchar a un niño es responsabilizarse.
Es decir, el interés superior del niño reduce su condición abierta e indeterminada cuando
al ponerlo en vinculación con el derecho del niño a ser escuchado se legitima y se le da un
lugar a la opinión del niño y esta aporta un sentido que contribuye a una mayor
determinación del interés del niño.
Cuando se trata de la protección de los niños, el problema se complica aun mas porque no
son únicamente los hechos que han desencadenado la separación los que son juzgados,
sino también la actitud posterior de los padres hacia el hijo y los servicios sociales. Detrás
de la defensa del niño se perfila un juicio de valor sobre los padresii
Pensando en ello, rápidamente uno podría asestarle duros golpes al padre de la niña,
quien las encierra durante 12 años sosteniendo y creyendo que así las protegía… sin
embargo, a medida que la película transcurre, uno puede entender, sin justificar, algunos
porque de la actitud de ese padre, que con escasos recursos simbólicos para echar mano,
intenta hacer lo que cree es lo mejor.
En el transcurso de la película se ponen de relieve aquellas acciones que desde la
interacción apuntan a la construcción de subjetividad. Allí, aparece el juego, asociado al
contacto con otros chicos del barrio, como constitutivo de subjetividad y sociabilidad.
Este padre, un anciano de 65 años, sin empleo, llamado Ghorban Ali Naderi aplicó la ley
musulmana. Es sobre esa creencia que mantuvo a estas niñas iraníes alejadas de todo
contacto humano.
Ghorban era un hombre estricto y religioso que estaba preocupado por su honor y el de
sus hijas; no deseaba que sus hijas estuvieran expuestas a las pecaminosas influencias del
mundo exterior mientras él estaba fuera de la casa.
Las niñas crecieron, así, tras las rejas y paredes de una casa pobre de Teherán, sin
bañarse, sin aprender a caminar correctamente y emitiendo solamente gruñidos
inarticulados. Se habían transformado en una piltrafa.
Durante años nadie se dio cuenta de esta atrocidad. Hasta que unos vecinos dieron parte
a las autoridades de la Dirección de Asuntos Sociales la dramática situación en la que se
encontraban las dos hermanas gemelas, encerradas por su padre desde su nacimiento, y
las niñas, al fin, pudieron ser rescatadas.
Cuando la trabajadora social volvió, las encontró de nuevo inmovilizadas por su padre.
Ghorban se quejó, lloró e insistió inútilmente en que no había hecho otra cosa que
cumplir con el mandato de lo que le enseñó la tradición. Para apoyar sus palabras sacó un
vetusto libro de Consejos para los Padres que inspiró literalmente su accionar. En el libro
se podía leer: “La mujer es una flor que se marchita al sol y la mirada de los hombres es
ese sol”.
La trabajadora social decide sancionar dicha situación, así, mientras que las niñas
consiguieron salir a la calle e interactuar con otros niños, Ghorban fue forzado a
permanecer en casa tras las rejas de la puerta. Escena cargada de mucho simbolismo en
tanto es la mujer quien libera a las niñas y el hombre quien se queda encerrado hasta que
son sus niñas quienes lo liberan.
La mujer, furiosa tras descubrir que el padre de las niñas sigue manteniéndolas bajo llave,
lo encierra a él dentro de la casa, le da una sierra para que corte los barrotes y deja salir a
las niñas, quienes no saben qué hacer con su nueva libertad.
La cinta está cargada de muchos símbolos y alegorías, desde la manzana del título (con su
obvia connotación bíblica) hasta los relojes que compran las gemelas en una de sus
escapadas con una de las niñas vecinas.
Para finalizar, me gustaría señalar que una posible lectura además de las expresadas es la
que asevera que el padre de las niñas en definitiva lo que hace, lo hace no solo por
ignorancia, religiosidad, etc., sino que lo hace por amor… amor a su mujer y amor a su
propio honor.
Es a ella a quien en el fondo intenta cuidar, es ella quien debe cuidarse del sol, y para ello
si es necesario sacrificar a sus hijas (con el concomitante cuidado que aparentemente ello
acarrea), Ghorban está dispuesta a hacerlo, rozando así la conflictiva posición del héroeiii.
La escena final donde esta mujer lograr alcanzar la manzana acompaña metafóricamente
lo afirmado aquí. Era ella quien no debía caer en el pecado. El honor de Ghorban había
sido así mancillado.
Allí es que acude, pensando en estas niñas que no podemos dejar de ver, las palabras de
Efron usadas como epígrafe, donde asegura que esos niños debieron perder y ceder algo
para dejarse ayudar. Dice puntualmente: “Tanto Albio como Julito han entregado algo de
sí mismos para que otro pueda sostenerlos y acompañarlos ¿Cómo hacer para que ese
acompañamiento no se transforme en una condena?”
Bibliografia:
Eliacheff, Carline: Del niño rey al niño víctima .Violencia familiar e institucional. Editorial
Nueva Visión. 1997. Buenos Aires.
Efron, Ruben: Niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Del malestar al protagonismo y las
vicisitudes del acompañar. Editorial académica española. 2012.