Está en la página 1de 157

Néstor Pilco Contreras

PUNO DURANTE LA INDEPENDENCIA


(1809–1825)
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO

AUTORIDADES UNIVERSITARIAS

Dr. Hector Eddy Calumani Blanco


RECTOR

Dr. Dante Atilio Salas Avila Dr. Julio Mayta Quispe


VICERRECTOR ACADÉMICO VICERRECTOR DE INVESTIGACIÓN
De esta edición
© Universidad Nacional del Altiplano
Av. El Sol N° 329
Telf. 051-353578

© Puno durante la Independencia (1809-1825)


© Néstor Pilco Contreras
N° orcid. https://orcid.org/0000-0003-1775-5090

Dirección y edición general


José Luis Velásquez Garambel
Coordinación Editorial
Moises Bustincio Cahui
Edición gráfica
Elida Heredia Quispe
Ilustración y fotografía
Renán F. Monroy Cazorla
Nayra Guerrero Huarahuara
M. Patricia Cari Cuentas
Corrección de Estilo
Henry N. Esteba Flores

Primera edición – Abril 2021


Tiraje 500 ejemplares

Hecho el Depósito Legal en la


Biblioteca Nacional del Perú N° 2021-03950
ISBN N° 978-612-4295-88-1

Foto de portada: Inauguración del obelisco de Zepita en 1923. (Archivo foto-


gráfico Elard V. Chaiña F.)

Se terminó de imprimir en los talleres de:


Industria Gráfica Altiplano EIRL
Jr. Micaela Bastidas N° 340 – Barrio Magisterial – Puno
Puno – Perú, abril de 2021

Prohibida la reproducción total o parcial de las características gráficas y tex-


tuales de este libro por cualquier medio, salvo que lo acrediten fines acadé-
micos. Libro no venal de carácter educativo y de difusión cultural.
Índice

Prólogo 9
Introducción 15
Balance historiográfico de la Independencia 19
Origen y desarrollo institucional de la intendencia de Puno 22
Puno entre la junta de La Paz de 1809 y las expediciones
argentinas al Alto Perú 28
La rebelión del Cusco de 1814 y Puno 38
La batalla de Umachiri en 1815 42
La Constitución de Cádiz y los ayuntamientos
constitucionales en Puno 47
Elección de cabildos en las parroquias de Puno entre
1821 y 1824 53
El virrey La Serna en Puno y el sur andino 56
Patriotas prisioneros en la isla Esteves 60
Batalla de Zepita o Chua Chua 65
Proclama y jura de la independencia en Puno en 1824 75
Sucre y Bolívar en Puno en 1825 81
Situación económica de Puno entre 1815 y 1825 85
Contribuciones de los pueblos de Puno para el ejército
realista 92
Haciendas y locerías de Santiago de Pupuja entre
1816 y 1826 97
Situación social de Puno durante la independencia 103
Milicias indígenas de Puno 107
La Iglesia puneña en vísperas de la independencia 113
La educación durante la independencia 118
El centenario de la batalla de Zepita en 1923 124
El centenario de la independencia en Puno 128
Bibliografía 133
Anexos 139
“Que al fin exterminadas las guerras por las enbictas
Armas de nra. Patria Nacional, me ha parecido que
justamente también deven extermenarse la hamarga
esclavitud q todavía padecemos, a pesar ya estar confir-
mada nra. Libertad e independencia. Lo más sensible es
que nra. Casta indica este y haya estado esclavesado en
su misma Patria natal”
(Juan de Dios Queque y Pascual Guanca,
Ylacatas de las parcialidades de Hanansaya
Ylata, Huancané, 1825).
PRÓLOGO
Néstor Pilco Contreras

Me es muy grato dar la bienvenida al libro de Néstor Pilco


Contreras a la gruesa historiografía que existe sobre la indepen-
dencia del Perú. Sin duda, mucho se ha dicho ya sobre la misma
y autores de todas partes del mundo han hecho aportes que
enriquecen nuestra comprensión de los sucesos ocurridos entre
1809 y 1825. Sin embargo, los argumentos que Pilco Contreras
presenta en este libro son una contribución muy bienvenida a
un campo que por demasiado tiempo ha estado dominado por
el debate sobre la independencia conseguida o concedida. En los
últimos años, los historiadores han procurado superar el debate,
en algunos casos agregando nuevos adjetivos al mismo (inde-
pendencia concebida, independencia controlada) pero siempre
procurando complejizar el estudio de los acontecimientos.
En esta línea, sin duda lo más novedoso ha sido el retorno al
análisis de los sectores populares (tanto negros como indígenas
y plebe en general) que acompaña la renovación historiográfica
latinoamericana de las últimas dos décadas. Es aquí donde se
enmarca el estudio de Pilco Contreras y sin duda su aporte es
una contribución muy importante porque se esfuerza por evitar
posturas historiográficas ya largamente recorridas, apoyándose
en una sólida investigación de archivo.
Sin duda, el enfoque regional que adopta este estudio
resulta relevante dado que escasean los estudios regionales
sobre la independencia y poco se ha avanzado en este respecto

11
Puno durante la Independencia (1809-1825)

desde los años setenta. Asimismo, Pilco Contreras se esfuerza


por poner de manifiesto un dato tan obvio como soslayado por
la historiografía en general: el hecho de que Puno fue uno de los
más importantes escenarios de la guerra de independencia, y
sus habitantes protagonistas de esta. Al centrarse en el análisis
de los eventos ocurridos en la intendencia de Puno, Pilco
Contreras propone una nueva cronología de la independencia
del Perú porque incorpora los eventos ocurridos en el Alto Perú,
erróneamente dejado de lado por la historiografía peruana. Tal
como el autor lo demuestra, las conexiones sociales, econó-
micas, políticas y sociales entre el alto y el bajo Perú hacían de la
región una sola, más allá de las fluctuantes divisiones adminis-
trativas que la afectaron. El autor demuestra con contundencia
que resulta artificial separar estos espacios geográficos a partir
de limites nacionales que no existían en ese entonces.
De la misma manera, la insistencia del autor en relevar
los sucesos en los que sectores indígenas se vieron envueltos
representa una contribución mayor al estudio de la indepen-
dencia. Si bien ha habido numerosos estudios sobre el rol de los
sectores indígenas en el proceso independentista, estos siempre
se han centrado en el carácter patriota a priori de los mismos y
no ha habido nuevas investigaciones desde los ya lejanos años
ochenta. En este sentido, algunos historiadores han procurado
retomar el tema desde una perspectiva acorde a las últimas
tendencias historiográficas a nivel global que destacan la diver-
sidad de actores sociales que participaron de movimientos
sociales antes solo protagonizados por sectores criollos. Con este
libro, Pilco Contreras se enmarca firmemente en esta tendencia
historiográfica gracias al solido trabajo de archivo en el que ha
realizado hallazgos muy destacables tales como su análisis de
las milicias indígenas de Puno.
Los aportes del libro no se detienen allí porque al análisis
de los sectores indígenas y la nueva cronología de la guerra que
el autor despliega, también le añade un análisis de las trans-

12
Néstor Pilco Contreras

formaciones económicas del periodo y numerosas tablas en las


que compila largas series de datos tanto ya conocidos, como la
lista de los intendentes de Puno, como inéditos, tal como la lista
de desertores y reclutas de Lampa de 1820. Es preciso resaltar
también que los postulados más novedosos de este estudio se
basan fundamentalmente en documentos hallados en el Archivo
Regional de Puno. Merece la pena destacar al Archivo no solo
porque los historiadores deberían frecuentarlo más a menudo,
sino también porque sus archiveros merecen un reconocimiento
importante tanto por el nivel de profesionalismo que manejan,
la sabiduría con que cuentan y el cariño y la dedicación que le
han puesto a un espacio que merece más relevancia académica
que la que actualmente disfruta.
No tengo dudas que el lector disfrutará muchísimo la
lectura de este libro y se preguntará por qué nunca se ha desta-
cado en la escuela la importancia de Puno en la independencia.
Me alegra muchísimo que Néstor Pilco Contreras haya escrito
este libro y espero que vengan muchos más, no solo para conti-
nuar enriqueciendo nuestra comprensión del proceso indepen-
dentista sino también porque historiadores comprometidos con
el trabajo de archivo como Néstor es lo que necesita nuestra
historiografía.

Silvia Escanilla Huerta


University of Illinois at Urbana-Champaign
Virginia, 5 de diciembre de 2020.

13
INTRODUCCIÓN
Néstor Pilco Contreras

La proclama de San Martín en Lima, el 28 de julio de 1821,


fue un hecho pacífico que no representa ni el inicio ni el fin
de las luchas por la independencia. De hecho, durante la vida
republicana, la historiografía tradicional limeño-centrista legi-
timó una narrativa y una representación oficial. Sin embargo,
tuvo como escenario geográfico principal a la zona andina y
gran participación de las masas indígenas; en ese sentido, urge
descentralizar la narrativa y sobre todo visibilizar las “voces
silenciadas”.
La historiografía sobre la independencia del Perú, tanto la
corriente de la independencia conseguida como la de la conce-
dida, tiene como punto de partida 1820, cuando las tropas de
San Martín desembarcaron en la bahía de Paracas. Sin embargo,
la guerra de independencia en el virreinato del Perú comenzó
en mayo de 1809, cuando las ciudades de Chuquisaca primero
y La Paz después organizaron sus propias juntas de gobierno
en respuesta a la crisis monárquica (Escanilla, 2018). Por consi-
guiente, desde esa fecha, la guerra constituyó un hecho funda-
mental en la toma de decisiones y ejecución de las medidas
sociales y económicas en los pueblos del sur andino del Perú,
incluido Puno.
Durante estas acciones militares, el sector social más
vulnerable y protagonista a su vez fue el de los indígenas,
quienes participaron ―según las circunstancias obligadas― bajo
el bando patriota o realista. El estado de guerra en la Intendencia

17
Puno durante la Independencia (1809-1825)

de Puno ―con las juntas de gobierno de La Paz y Chuquisaca en


1809, las expediciones rioplatenses al Alto Perú (1811-1816), la
Batalla de Umachiri, la presencia del Virrey La Serna, la batalla
de Zepita y la visita de Simón Bolívar en Puno― causó leva y
exacciones. Los más afectados bajo esta coyuntura fueron los
pueblos ubicados en el eje vial del Qhapaq Ñan.
La intendencia de Puno estaba dividida en cinco partidos
o subdelegaciones (Azángaro, Carabaya, Chucuito, Huancané
y Lampa) y tenían una población de 151.646 habitantes en
1825. Los gobernadores intendentes Quimper, Paula Gonzales
y Gárate, con tendencias absolutistas, aplicaron una política
represiva contra las poblaciones indígenas con la ayuda de las
milicias indígenas realistas (“Patricios de Asillo”), dirigidas por
José Manuel Choquehuanca, las acciones de estos consistieron
en neutralizar cualquier estado de convulsión en el altiplano y
sobre todo, suministrar miles de reclutas al ejército real del Alto
Perú. La jura de la independencia en Puno se realizó recién el 30
de diciembre de 1824, siendo Pedro Miguel de Urbina el primer
prefecto y Manuel José Morel el primer alcalde lacustre. Durante
esta transición, las autoridades políticas fueron las mismas
personalidades de la colonia, ahora con bandera patriota.
Las consecuencias de las guerras de independencia con la
presencia de los ejércitos en el sur andino fueron desfavorables.
Las medidas militares ocasionaron la ruptura del orden social
andino y las estructuras económicas interétnicas. El descenso
demográfico y las migraciones fueron irreversibles. La política
de servicios y méritos en las campañas del Alto Perú y la parti-
cipación en general durante la independencia fue la justificación
que utilizaron los militares y las autoridades políticas para garan-
tizar la compra y despojo de tierras a los indígenas en el altiplano
puneño. En fin, la independencia solo trajo cambios cosméticos
(superficiales); la desigualdad, la corrupción y la emergencia
sanitaria son coyunturas de una “guerra que no cesa”.

18
Néstor Pilco Contreras

Balance historiográfico de la Independencia

La independencia del Perú fue un proceso largo, complejo


y discontinuo de guerra civil que tuvo como escenario principal
al territorio andino. También debemos recordar que en nuestro
país hubo varias proclamas y juras de independencia, por
ejemplo: Cangallo, el 7 de octubre de 1814; Ica, el 21 de octubre
de 1820; Huancayo, el 20 de noviembre 1820, y Puno, el 30 de
diciembre de 1824. Entonces, surgen varias preguntas: ¿Por
qué celebrar la proclama de San Martín, el 28 de julio de 1821
en Lima, como aniversario nacional? ¿Cuál de las proclamas
tiene más valor? Durante la vida republicana se desarrollaron
tres interpretaciones o posturas sobre el proceso de nuestra
independencia.
La primera es la tesis nacionalista, también conocida en
la historiografía nacional como la “independencia conseguida”.
Esta postura sostiene que la independencia fue producto de la
toma de conciencia colectiva, donde todos los sectores sociales
lucharon sin antagonismos por la emancipación bajo el liderazgo
de los criollos. Los primeros en desarrollar esta idea fueron José
Agustín de la Puente Candamo y Mariano Paz Soldán. Durante
la década de 1970 surgía otra interpretación que aceptaba que
la independencia tuvo raíces internas, pero incidía más en el
liderazgo indígena y mestizo y buscaba enfatizar la participa-
ción popular en general. Esta interpretación fue favorecida por
el gobierno nacionalista de Juan Velasco Alvarado, quien elevó
a Túpac Amaru a la categoría de héroe nacional y símbolo prin-
cipal de la independencia (Méndez, 2014).
Entre los años setenta y ochenta del siglo pasado, se gestó
la segunda visión o interpretación: la “independencia conce-
dida”. Según esta postura, la independencia fue producto de
las corrientes libertadoras lideradas por San Martín y Simón
Bolívar, es decir, fue “traída desde fuera”. Dicha tesis, que
generó encendidos debates, fue presentada en un artículo publi-

19
Puno durante la Independencia (1809-1825)

cado en 1972 por Heraclio Bonilla y Karen Spalding, quienes


argumentaban que los criollos nunca estuvieron convencidos
de la necesidad de independizarse y que los indios tampoco
pudieron ser agentes activos en el proceso de independencia.
La tercera interpretación se desarrolló a partir de los años
noventa y puso énfasis en los aspectos políticos, en línea con
la tesis de la “revolución hispánica”. En el nuevo revisionismo
historiográfico, también se le conoce como la “independencia
concebida” y entre los que plantean esta explicación resaltan
Scarlett O’phelan, Víctor Peralta y Silvia Escanilla. “Entre 1808
y 1820 se introdujo numerosos cambios administrativos, econó-
micos y políticos en el virreinato impulsados por la Junta Central,
el Consejo de Regencia, la Constitución de Cádiz, Fernando VII y
finalmente la reinstauración de la constitución de 1820” (Escanilla,
2018, p. 113).
En cierta medida, estas interpretaciones, sobre todo las
dos primeras, representan un discurso oficial y limeñocentrista.
Ante esta situación, surge la imperiosa necesidad de descen-
tralizar la narrativa sobre nuestra independencia. La tradición
impuesta hace que celebremos como día de nuestra indepen-
dencia el 28 de julio de 1821, fecha de la proclama de San Martín
efectuada en Lima. Celebramos ―como dice Cecilia Méndez
(2014)― un hecho pacífico que no fue ni el comienzo ni el final
de la guerra de independencia. Asimismo, como sostiene Esca-
nilla (2018), es importante elaborar una nueva cronología de la
guerra independentista en el Perú.
En la historiografía regional puneña, durante la vida repu-
blicana, se replicaron las narrativas y representaciones de la
historia oficial sobre la independencia. Aunque el puneño Juan
Bustamante Dueñas, bautizado como el “Mundo Purikuq”, fue
uno de los primeros en cuestionar la independencia de nuestro
país. Bustamante en sus escritos enfáticamente señalaba: “La
declaración de nuestra independencia […] la que estamos hoy prego-
nando [es] falsa. Nada hemos adelantado con ella, ni adelantaremos

20
Néstor Pilco Contreras

hasta que recobremos la verdadera. Sin ese esfuerzo nunca será nada
el Perú”. Proponía una verdadera independencia que redime e
integre a los indígenas, la mayoría de la población del país.
“Los que se oponen á la regeneración del indio, y los que frustran
todo buen deseo, son los que viven á costa del sudor del pobre, y los
que se enriquecen abusando de la ignorancia, humillación y abandono
del indio. No quieren que el indio abra los ojos á la luz de la verdad,
porque no conozca sus derechos y se emancipe de sus opresores”
(Bustamante, 1849).
En el siglo XX, durante las celebraciones del centenario de
la independencia, aparecieron en los periódicos locales, princi-
palmente “El Eco” y “El Siglo”, varios artículos sobre el tema
escritos por el abogado Eduardo Pineda Arce y Washington
Cano. Pineda Arce, según las actas de la época, poseía docu-
mentos originales sobre la independencia en Puno y fue el artí-
fice de las celebraciones de la misma en 1924.
Por su parte, el insigne puneño Emilio Romero Padilla
(historiador, geógrafo, ensayista, folklorista, político y diplo-
mático), perteneciente a una generación heroica llamada Grupo
Orkopata, de vasta y prolija producción intelectual, en su
monumental obra “Monografía del Departamento de Puno”,
publicada en 1928, indica:
“Proclamada la independencia en Puno, el general Alvarado se hizo
cargo del mando hasta el rio Desaguadero y procedió a nombrar inten-
dente a don Pedro Miguel de Urbina que fue por este hecho el primer
intendente república de este departamento. Después de la batalla de
Ayacucho, Sucre continuó su marcha triunfal llegando a la ciudad
de Puno el 1 de febrero de 1825. Allí nombró prefecto y comandante
del departamento al general Miller que llegó el 4 de febrero del mismo
año. Bolívar arribó a Puno el 5 de agosto de 1825 de paso a La Paz”
(pp. 44−45).
Al mismo tiempo, Alfonso Torres Luna, en su libro
“Puno Histórico”, publicado en 1968, sostiene que “A principios
de 1824, seguía en Puno la comuna del régimen español y nada se

21
Puno durante la Independencia (1809-1825)

hacía para expulsar a Dn. Tadeo de Gárate que como Intendente daba
órdenes al vecindario para que acopiasen los elementos necesarios para
los ejércitos del Rey” (Torres, 1968, p. 228). De la misma manera,
señala que la guarnición realista de Puno estuvo dirigida por
el brigadier Echevarría, pero una vez realizada la declaración
de independencia en Puno, el 27 de diciembre de 1824, asumió
el mando político de los independientes el general Rudecindo
Alvarado.
Finalmente, una de las investigaciones más próximas que
aborda la intendencia de Puno fue realizada por Miguel Luque
(1999), quien expone el desarrollo institucional de la inten-
dencia y las circunscripciones administrativas y eclesiásticas. Al
referirse a la situación de la independencia en Puno, menciona:
“Puno, al igual que el resto del Perú, fue uno de los últimos baluartes
realistas en la vorágine emancipadora, y a pesar de que la indepen-
dencia del Perú había sido proclamada de jure el 28 de julio de 1821,
no la consiguió de facto hasta el 9 de diciembre de 1824. Mientras
que Puno no la lograría hasta el 27 del mismo mes y año. […]. No
obstante, la Historia de la última fase de la guerra de la independencia
peruana, iniciada en 1823, no terminó hasta el 22 de enero de 1826,
cuando las guarniciones realistas que aun resistían en el puerto de
El Callao bajo las órdenes de José Ramón Rodil, se convencieron de
que ya no iban a recibir ayuda de España, aceptando la capitulación”
(Luque, 1999, p. 251).

Origen y desarrollo institucional de la intendencia de


Puno

Las intendencias fueron circunscripciones territoriales


políticas ―según el modelo francés― establecidas con las
reformas borbónicas, en reemplazo de los corregimientos. En
el virreinato del Perú, las intendencias fueron creadas en 1784,
bajo el gobierno del virrey Teodoro de Croix, con posterioridad
a la gran rebelión de Túpac Amaru II. Al respecto, Luque (1999)
señala:

22
Néstor Pilco Contreras

“Croix hizo pública la nueva división administrativa del virreinato


peruano que pasó así a estar integrado por las Intendencias de Lima,
Trujillo, Tarma, Huancavelica, Huamanga, Cuzco y Arequipa. A su
vez, las sietes intendencias estaban subdivididas en un total de 52
partidos, con un subdelegado al frente de cada una de ellos. En 1786,
se añadió al Virreinato del Perú la Intendencia rioplatense de Puno”
(p. 234).
Por su parte, Domínguez (2017) sostiene: “el sistema de
Intendencias creó un nivel administrativo intermedio entre la auto-
ridad de virrey (residente en Lima) y la de los corregidores en las
provincias (los corregimientos de indios)” (p. 42). La intendencia
de Puno fue creada por Real Orden del 5 de junio de 1784, inte-
grada por los partidos o subdelegaciones de Chucuito, Paucar-
colla ―también conocida como Huancané―, Lampa, Azángaro
y Carabaya. (Ver cuadro 1)
“Las provincias más septentrionales, habían estado jurisdiccional-
mente vinculadas a la ciudad del Cuzco (residencia de sus encomen-
deros, del Obispado del Cuzco, parte de la Audiencia de Lima), mien-
tras que las provincias meridionales (la gobernación de Chucuito y el
corregimiento de Paucarcolla, donde se ubicaba desde 1668 la villa de
Puno) pertenecían a la ciudad de La Paz (igualmente residencia de sus
encomenderos, del Obispado de Charcas y, desde 1610, del Obispado
de La Paz, parte conformante de la Audiencia de Charcas, con sede en
La Plata o Chuquisaca)”1.
Las intendencias se dividían en partidos o subdelega-
ciones y estos a su vez en doctrinas, también llamadas parro-
quias de indígenas. Las doctrinas eran lugares de enseñanza e
instrucción a los indios recién conversos, a cargo de los curas
doctrineros. En los documentos coloniales que obran en el
Archivo Regional de Puno (en adelante ARP) se utiliza el
término de pueblo o parroquia.
El partido de Chucuito, en las primeras décadas del siglo
XIX, estuvo integrado por los pueblos y parroquias de Chucuito,

1 Domínguez, 2014, p. 44.

23
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 1
Divisiones administrativas y eclesiásticas de la Intendencia de Puno
(1 de febrero de 1796-1824).

Pa rtidos Di visión administrativa Di visión eclesiástica


Obispado de La Paz
Intendencia de Puno
(Arzobispado de Charcas,
Chucuito Audiencia del Cusco
virreinato de Río de la
(Virreinato del Perú)
Plata)
Obispado de La Paz
Intendencia de Puno
(Arzobispado de Charcas,
Pa ucarcolla Audiencia del Cusco
virreinato de Río de la
(Virreinato del Perú)
Plata)
Intendencia de Puno Obispado del Cuzco
La mpa Audiencia del Cusco (Arzobispado de Lima,
(Virreinato del Perú) virreinato del Perú)
Intendencia de Puno Obispado del Cuzco
A z ángaro Audiencia del Cusco (Arzobispado de Lima,
(Virreinato del Perú) virreinato del Perú)
Intendencia de Puno Obispado del Cuzco
Ca rabaya Audiencia del Cusco (Arzobispado de Lima,
(Virreinato del Perú) virreinato del Perú)

Fuente: (Luque, 1999, pp. 241 – 242) 2

Pichacani, Acora, Chunguruni, Ylave, Santa Bárbara, Juli, Santa


Rosa, Salez, Pomata, Guacullani, Pizacoma, Zepita, Desagua-
dero, Yunguyo y Las Yslas de Oje. Mientras que los pueblos del
partido de Huancané fueron Huancané (parcialidad de Hanan-
saya), Huancané (parcialidad de Hurinsaya), Verenguelilla
(Hanansaya), Verenguelilla (Hurinsaya), Cojata, Vilque [chico],
Rosaspata, Moho (parcialidad de Cupisaya), Moho (parcialidad
de Checasaya), Conima, Capachica, Coata, Paucarcolla, Tiqui-
llaca, Chiaraque e Hicho (Icho).

2 Véase Luque, M (1999) La Intendencia de Puno: de circunscripción colonial a departa-


mento de la República del Perú (1784-1824). En Revista Complutense de Historia de
América, N° 25. pp. 219-252.

24
Néstor Pilco Contreras

Cuadro 2
Pueblos o parroquias de los partidos de Chucuito y Huancané en 1818.

CHU CUITO HU ANCANÉ


Huancané (parcialidad de
Chucuito
Hanansaya)
Huancané (parcialidad de
Pichacani
Hurinsaya)
Acora Verenguelilla (Hanansaya)
Chunguruni Verenguelilla (Hurinsaya)
Ylave Cojata
Santa Bárbara Vilque [chico]
Intendencia de Juli Rosaspata
Puno, obispado
Santa Rosa Moho (parcialidad de Cupisaya)
de La Paz
Salez Moho (parcialidad de Checasaya)
Pomata Conima
Guacullani Capachica
Pizacoma Coata
Zepita Paucarcolla
Desaguadero Tiquillaca
Yunguyo Chiaraque
Las Yslas de Oje Hicho (Icho)

Fuente: ARP, fondo intendencia, documentos varios. Relación de alcaldes


pedáneos de los partidos.

Los pueblos y parroquias septentrionales de la Inten-


dencia de Puno que pertenecían administrativamente a la
Audiencia del Cusco y eclesiásticamente al Obispado de La Paz.
Los pueblos de Azángaro fueron: Azángaro, Salinas (anexo de
esta capital), Santiago de Pupuja, Asillo, Poto, Muñani, Putina,
Chupa, Arapa, Villa de Betanzos, Achaya, Caminaca, Samán,
San Taraco, Pusi, San Antón de Guanacomayo, San Josef de
Llaulli y Potoni. Los pueblos de Carabaya: Sandia, Cuyocuyo,
Patambuco, Valle de Maxari, Asiento de Acocunca, Quiaca,
Sina, San Juan de Oro, Phara, Valle de Palcabamba y Pacchani,
Asiento de Aporoma, Coasa, Ajoyani, Valle de Iñambari,
Usicayos, Cruzero, Ayapata, Ytuata, Upina, Valle de Esquilaya,
Valle de San Gabán, Macusani, Corani, Ollachea y Azaroma Y

25
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Figura 1: Mapa de la Intendencia de Puno


Fuente: Luque, 1999, p. 244.

los pueblos de Lampa: Pucara, Ayaviri, Ururillo, Nuñoa, Santa


Rosa, Macari, Humachiri, Ucubiri, Llalli y Cupi, Lampa, Palca,
Cabanilla, Cavana, Vilque, Atuncolla, Caracoto, Juliaca, Nicasio
y Calapuja. (Cuadro 2; figuras 1 y 2)
Una vez instaurada la independencia, las intendencias
se convirtieron en departamentos, los partidos en provin-
cias y las parroquias en distritos. El primer prefecto de Puno
fue Pedro Miguel de Urbina y el primer alcalde republicano

26
Néstor Pilco Contreras

Figura 2. Mapa de Puno, La Paz y el norte argentino en el siglo


XVIII

Fuente: Tamayo, 2018, p. 34.

Manuel José Morel. En un documento del 7 de enero de 1825, el


prefecto Urbina da cuenta a su sucesor que deja un inventario
de documentos:
“Adjunto el inventario de todos los documentos correspondientes a
la prefectura creada desde el 27 de diciembre último en que se cons-
tituyó libre este departamento hasta el día que Ud. tomó posición
del destino. Todos son interesantes y acreditan las providencias que
pudieron tomarse y que se tomaron en servicio del estado siempre a
consecuencia de las que tubo por conveniente dictar el señor general de
división D. Rudecindo Alvarado. Las libranzas guiadas contra la teso-
rería del estado deben obrar en ella originales” (ARP, fondo prefec-
tura, 1825). (Ver cuadro 3)

27
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 3
Lista de intendentes de Puno.

AÑO IN TENDENTE
1784 -1788 José Reseguin
1788 – 1790 José Joaquín de Contreras
1790 – 1795 Francisco José de Mesa Ponte y Castillo
1795 – 1796 José Antonio de Campos
1796 Antonio de Villa Urrutia
1790- 1792 Joseph García y Meza (Márquez Casahermosa)
1796- 1800 Tomas de Samper
1801 Ignacio (Marcos) Mirando de Maldonado (interino)
1801 – 1806 José González de Navarra y Montoya
1802 – 1801 Clemente José Frisancho
1806 Antonio de Zuloaga
1806 – 1810 Manuel Quimper Benites del Pino
1810 Manuel Antonio Nieto.
1810 Mariano Agustín del Carpio
1811 Tadeo Joaquín Gárate
1810- 1814 Manuel Quimper Benites del Pino
1814 Manuel Velarde
1814 – 1815 Martín de Rivarola
1815 – 1816 Francisco de Paula González
1816 Narciso Basaigoitia
1817 – 1824 Tadeo Joaquín de Gárate
1824 – 1825 Pablo Echevarría

Fuente: ARP, fondo intendencia, documentos varios.

Puno entre la junta de La Paz de 1809 y las expediciones


argentinas al Alto Perú

Informado el virrey peruano Fernando de Abascal sobre


la formación de las juntas autonomistas de 1809 en Chuquisaca
y La Paz, ordenó al coronel Juan Ramírez y Goyeneche ocupar
Puno. Este último organizó la tropa en el Cusco —seis compa-

28
Néstor Pilco Contreras

ñías con 800 hombres y 100 artilleros— y se dirigió a Puno y


Desaguadero. La violencia y el miedo se instalaron nueva-
mente en los pueblos sur peruanos, después de treinta años
de aparente paz y tranquilidad. El fantasma de la rebelión de
Túpac Amaru se reactivaba.
La participación de los pueblos sureños del Perú fue vital
en los sucesos del Alto Perú, “el despliegue de tanta fuerza militar de
las principales ciudades del sur del virreinato del Perú es parte funda-
mental del periodo de las juntas” (Barragán, 2013, p. 259). Estas
incursiones militares durante tres lustros demandaron gran
cantidad de recursos y hombres. En 1823, tres alcaldes “consti-
tucionales” del norte de Puno, agobiados por las múltiples obli-
gaciones militares impuestas por el ejército realista, presentaron
un memorial al entonces intendente de Puno, Tadeo Joaquín de
Gárate, bajo los siguientes términos: “Que hace más de catorce
años poco más o menos que hemos sufrido las más estrechas fatigas
en despachar casi cotidianamente las tropas que transitan por estos
lugares” (ARP, 1823,048).
Tradicionalmente se pensaba que en el Perú las guerras
de independencia se habían iniciado con el desembarco de las
tropas de San Martín en la costa peruana en setiembre de 1820.
Sin embargo, las nuevas investigaciones van proponiendo una
nueva cronología al respecto (Escanilla, 2018). En efecto, la
tradición historiográfica peruana ha considerado la proclama
realizada por San Martín el 28 de julio de 1821 como base para
conmemorar el bicentenario de la independencia, sin tomar en
cuenta que las guerras de independencia tuvieron como esce-
nario principal al sur andino y que se habían iniciado mucho
más antes. Además, esta “no fue una guerra de grandes batallas,
sino que más bien estuvo constituida por cientos de combates en los
que pelearon pequeños grupos de hombres” (Escanilla, 2018, p.
125), lo que dio pie a una guerra civil donde cada integrante
del virreinato defendía la bandera patriota o realista según sus
intereses personales o de grupo.

29
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Con la presencia del ejército regular realista en Puno,


dirigido por José Manuel de Goyeneche, las voces de alarma
se encendieron entre las autoridades locales y la población en
general. Goyeneche estableció su cuartel general en el pueblo
de Zepita, en la otra banda del río Desaguadero, desde donde
dirigió todas sus acciones contra los insurgentes desde 1809
hasta 1813. El 25 de setiembre de 1809, desde la villa de Puno,
Goyeneche envía una carta y dos emisarios −el teniente coronel
Mariano Campero y el coronel D. Pablo Astete− a la junta de
La Paz. En la mencionada esquela invoca a los miembros de la
junta “se retiren como pacíficos honrrados becinos (sic) a sus casas a
disfrutar de la dulce tranquilidad de sus familias” (Archivo General
de la Nación Argentina, en adelante AGNA, 1809). Al mismo
tiempo advierte que:
“…respetables fuerzas militares sujetas a mi jurisdicción, y conside-
rablemente aumentadas con otras de las provincias de este ordenado
virreinato, que por disposición de su superior jefe se hallan hoy a mis
órdenes abundantes de disciplina, armas y subordinación, con oficiales
y jefes escogidos, y llenos de un honor y buena voluntad sin exemplo y
últimamente disciplinados para hacerse obedecer y respetar” (AGNA,
1809).
El interés de las autoridades locales puneñas por conocer
lo que sucedía en el Alto Perú fue una constante. En estas
circunstancias, en octubre de 1810, el subdelegado de Chucuito,
Tadeo Joaquín de Gárate, comandante militar designado por el
presidente comandante general Goyeneche, señala que estando
en el pueblo de Zepita, luego de despachar a los 100 hombres
bajo el mando del capitán Teodoro Martínez del Campo a la
ciudad de La Paz y situar los 50 hombres destinados para los
destacamentos del Desaguadero y Tiquina, tuvo una conver-
sación con el cura D. José María Aperrigue sobre la aparente
desorganización del virreinato de Buenos Aires y que “la seduc-
ción por parte de los insurgentes era tan viva y activa que rece-
laba se filtrase en los pueblos sanos” del Perú.

30
Néstor Pilco Contreras

Con estas preocupaciones se trasladó al Desaguadero


en espera de alguna noticia. En la noche del 2 de octubre se
encontró con el conductor de correos Pedro Barriga, natural
de Chuquisaca, quien estaba yendo al Cusco. Tuvieron una
conversación por insistencia de Tadeo Gárate y, debido a su
antigua amistad, Barriga le confesó lo siguiente respecto a los
sucesos en el Alto Perú:
“… que los porteños ya están en el Bolcan, que la fuerza que trayen
era mucha y gente aguerrida, que traían muchas armas y aun poste-
riormente habían recibido de BS AS tres mil fusiles empaquetados qe
su artillería era como de sesenta piezas de calibres de diez y ocho a mas
[… ] la fuerza era insuperable que no había quien les resistiese, así
porque las tropas de Tupiza no eran más que quatrocientas y la demás
gente de puñete, como porque todos los pueblos interiores estaban por
la buena causa de los ynsurgentes y que estos venían a favor de noso-
tros especialmente los criollos” (ARP, 1810, 09).
Este tipo de informaciones extraoficiales abundaron en el
altiplano; al margen de su veracidad o falsedad, un mes después
las tropas auxiliares de la junta porteña lograron un triunfo en
la batalla de Suipacha. Además, Gárate agrega que el señor
Barriga estaba tan entusiasmado con el “detestable sistema
de los porteños”, que —según su narración— “el designio de
los porteños era ir conquistando hasta Lima y qe contaban con todos
los habitantes de este Virreinato como que ellos no venían haciendo
perjuicio alguno, sino por la buena causa, de que ya era tiempo de que
mandásemos nosotros” (ARP, 1810, 09).
A pesar de las bondades que supuestamente ofrecían los
rebeldes a los criollos, la autoridad de Chucuito no se inmutó e
inmediatamente comunicó al intendente Quimper. El conductor
de correos fue encarcelado en el cuartel de Puno, acusado de
estar “vertiendo especies seductivas” envueltas en valijas a
favor de los “sediciosos de Buenos Aires”.
Por su parte, las principales casas cacicales desempeñaron
un papel importante como aliados realistas. Por ejemplo, Nicolás

31
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Calisaya (sobrino del capitán del ejército Andrés Calisaya, de


Tiquillaca), Fernando Aza y Diego Colquehuanca, vecinos de
Puno e indios nobles descendientes de caciques, ante los sucesos
de la ciudad de La Paz en 1809, juraron su vasallaje al rey y
dieron donativos consistentes en 25 pesos en plata, 20 cargas
de chuño, 7 cargas de papa y 5 chalonas. Además, solicitaron a
Goyeneche ser admitidos en la expedición a costa de su peculio.
“Suplicamos a V.S. muy ilustre se digne admitirnos en su real expe-
dición pues queremos ir a expensas nuestras sin grabar en cosa alguna
al Real Erario, siquiera con el empleo de alcanzar agua a los señores
oficiales y ayudar los equipajes […] bajo el bien entendido que en los
lances mayores de Batalla que se ofrezcan también sabremos como en
la pasada rebelión manifestar el resto de nuestras fuerzas hasta rendir
la vida en defensa de nuestra ley y Rey” (ARP, 1809, 09).
De la misma manera, el cacique de Huancané, Juan de
Dios Cornejo, el primero de octubre de 1809, enterado de las
“turbulencias” en la ciudad de La Paz, informa al subdelegado
que persuadió y “amonestó a los indígenas al servicio del sobe-
rano”, y ofrece dos mil indígenas para el servicio real. Además,
señala que dio una “peara de mulas que ha caminado hasta Oruro,
toda aparejada sin exigir el menor flete, ni contribución alguna; del
mismo modo que ahora cinco meses remití a esta ciudad otra peara
aparejada, y costeada de mi escaso y pobre peculio para conducir los
víveres al Desaguadero” (ARP, 1809, 08).
Los caciques fidelistas que más protagonismo tuvieron,
sin duda, fueron el cusqueño Mateo Pumacahua y el azanga-
rino José Manuel Choquehuanca. Este último era nieto de Diego
Choquehuanca, cacique propietario de Hanansaya en Azán-
garo y coronel de milicias naturales del mismo pueblo, deno-
minadas “Patricios de Asillo”, luego llamado “Río de la Plata”.
El 26 de agosto de 1811, por decreto del virrey, los miembros
de la Real Hacienda de Lima remitieron por correo a Puno “un
cajoncito precintado con dos banderas para que las entregue al cacique
gobernador de Azángaro Don José Manuel Choquehuanca, coronel del

32
Néstor Pilco Contreras

cuerpo de naturales nominado del Río de la Plata” (ARP, 1811, 046).


La actuación del cacique Choquehuanca fue importante en la
pacificación entre noviembre y diciembre de 1811, después de
la batalla de Guaqui.
“El avance del batallón de naturales del Cuzco, comandado por Mateo
García Pumacagua, y de las tropas de Azángaro, dirigidas por Manuel
José Choquehuanca, se realizó a lo largo del mes de octubre, quedando
las tropas indígenas encargadas de perseguir a los indios sublevados
de la región altiplánica. Los rebeldes indígenas de Jesús de Machaca y
Caquiaviri fueron responsabilidad de Pumacagua, mientras que los de
Guaqui fueron perseguidos por Choquehuanca. A partir de noviembre,
las tropas virreinales habían ido controlando uno a uno los pueblos
sublevados en los alrededores del Titicaca; en algunos casos por medio
de escaramuzas y en otros, mediante el ofrecimiento de un indulto
general” (Soux, 2016, p. 467).
El cacique José Manuel Choquehuanca, hijo del teniente
coronel Don Blaz Choquehuanca, el 22 de abril de 1811 fue
nombrado coronel provincial de los naturales de Azángaro por
Don Pedro Benavente, coronel de dragones de dicho partido.
Con ese cargo, fiel a la causa realista, sostiene:
“… mandé juntar a son de caja a todos los Naturales de mi gobierno
quienes como leales y constantes tributarios que saben servir en
medio de sus desdichas al Rey y a los Superiores y aunque estos por la
novedad se vieron sorprehendidos pero como entendiesen por tantas y
tan diferentes oraciones que les hice en su propio idioma”3.
También señala que tiene “trece compañías de a cien hombres
en el término de cinco días con el deseo de hacer lo mismo con los de
los Pueblos de Asillo” (AGN, 1811). Debido a la tradición familiar
realista —dice: “mi abuelo Diego Choquehuanca fue Capitán
de todo el Reyno del Perú”— y los servicios prestados, solicita
al virrey del Perú que le otorgue dos banderas, ascenso en el

3 Archivo General de la Nación (AGN, en adelante), Ministerio de Hacienda y Comercio H-3,


Carpeta N° 327, Cuaderno 1170, Libro de Superiores decretos de 1807 a 1812.

33
Puno durante la Independencia (1809-1825)

cargo y otros privilegios. Y efectivamente desde Lima, en junio


de 1811, acceden a su petición.
“Sirva concederles y enviarles a costa de la Real Hazienda las
Banderas con las Armas del Rey, y en los ángulos de ellas los Retratos
de Santiago y el de Nuestra Señora de la Asunta según lo solicitan:
que los oficiales vistan por Uniforme casaca, chaleco, y Pantalón azul
con cuello vuelta y solapa encarnada y media bota, y que los soldados
se sirvan de las lanzas como más propio que las hondas y garrotes
= Me parece oportuno que desde luego se sirva V.E. librar el título
de Coronel con denominación del Rio de la Plata al Expresado Don
Manuel José Choquehuanca previniéndole que remita desde luego las
relaciones de los Gefes Oficiales que nombre para veinte compañías
respecto a que tiene ya trece de a cien hombres cada una que estas
sean de quatro oficiales cinco sargentos y doce Cabos , y los restantes
soldados”4.
El cacique fiel de Azángaro, luego de su destacada
campaña en el Alto Perú y posterior declaración de la indepen-
dencia del Perú en 1821, se asentó en su pueblo natal dedicado
a la administración de su hacienda Picotani. Sin embargo, el
15 de agosto de 1825, en la fiesta de la virgen de Asunción en
Azángaro, armó un bochornoso incidente: lanzó vivas al rey
Fernando VII, demostrando su amor intacto a la causa realista.
Por este episodio fue encarcelado en la ciudad de Puno (Ramos,
2006). Entretanto, su primo hermano José Domingo Choque-
huanca ofrecía un discurso inmortal al libertador Bolívar, quien
pasó por Puno rumbo al Alto Perú. Así, mientras José Domingo
fue un patriota que dio todo de sí; José Manuel fue un exacer-
bado realista.
De otro lado, después del triunfo en la batalla de Suipacha,
las tropas de Castelli fortalecían la alianza con los grupos locales,
al tiempo que se emitían proclamas, inclusive en quechua, a los
indios del Virreinato del Perú. La propaganda y desfiles, como

4 AGN, Ministerio de Hacienda y Comercio H-3, Carpeta N° 327, Cuaderno 1170, Libro de
Superiores decretos de 1807 a 1812.

34
Néstor Pilco Contreras

el acto de Tiahuanaco, fueron constantes. Por su parte, el ejército


de Goyeneche, situado en la otra banda del Titicaca, “también
dispuso una imponente parada militar en honor del monarca, que se
celebró en el campamento de Zepita” (Wasserman, 2013, p. 295).
Concluidos los actos de demostración bélica y vulnerado el
armisticio de ambos ejércitos, se produjo la batalla de Guaqui el
20 de junio de 1811, con la derrota del ejército auxiliar y combi-
nado. Nuevamente las fuerzas virreinales volvieron a ocupar el
Alto Perú.
La noticia de la victoria realista se difundió rápidamente.
Con este motivo, el intendente de Puno, Manuel Quimper
Benites del Pino, el 24 de junio de 1811, dirigió un bando a la
población puneña destacando el triunfo de las fuerzas realistas
en la batalla de Guaqui. También ordenó la iluminación de las
casas y oficinas durante tres noches continuas, repique general
de campanas y misa de gracia y Te Deum en la iglesia matriz de
dicha ciudad. El bando suscrito señalaba:
“… los insurgentes del Reyno de Buenos Aires, los que vil y cobarde-
mente abandonaron aquel punto fatigado de nuestros fuegos, dejándose
el tren de campaña compuesto de quince piezas de cañón, el almacén
de municiones, quatrocientos fusiles, y una completa botica, cerca de
trescientos prisioneros con la crecida pérdida de quinientos muertos
resultando de nuestra parte en corto número que es a indispensable,
que por su valor y constancia hicieron el sacrificio de sus vidas, a Dios,
el Rey y la patria, cuya memoria de su honor y valor, será eterna en los
annales de nuestra historia” (ARP, 1811, 036).
Para celebrar con magnificencia estos actos, Manuel
Quimper ordena:
“… a los nobles y leales vecinos de esta capital procedan a la ilumi-
nación de tres noches contiguas, dando principio en la del día, que
con las candelas y repique general de campanas se les convida a la
asistencia de la misa de gracia y Te Deum en el siguiente, que deberá
celebrar el D.D. Miguel Antonio de Arce, en su iglesia matriz de la
Villa de San Carlos de la Concepción de Puno, en donde en general
tributaran las devidas (sic) gracias al Dios de los exercitos (sic) y mise-

35
Puno durante la Independencia (1809-1825)

ricordia para los subcesivos (sic) triunfos que debemos esperar contra
los enemigos de su iglesia; que así son de guardar a los que han aspi-
rado a la destrucción de este basto continente en donde se halla tan
simentado (sic) el catolicismo. Es fecho (sic) en esta ciudad de Puno a
veinte y quatro (sic) de junio de mil ochocientos once”5.
El estado de rebeldía de la población indígena en el Alto
Perú no cesó con la derrota de Guaqui; al contrario, tuvo una
larga duración mediante la “guerra de guerrillas”. El arriero
puneño Juan Santos Días, alias el “Cochabambino”, señala que
cuando estuvo en Oruro, realizando servicio al ejército real, se
aprestó a retornar a Puno con 18 mulas, con pasaporte otorgado
el 27 de julio de 1811 por Fermín de Piérola, coronel del regi-
miento de infantería de Urubamba y comandante de la segunda
división de vanguardia del ejército de observación del Alto
Perú. En el trayecto fue “sorprendido en el alto de la Paz por los
ynsurgentes de cuya tiranía pude salvar mi vida por caminos extra-
viados dejando las referidas mulas y varios intereses mios” (ARP,
1810: 08).
Con posterioridad a los sucesos de Suipacha y Guaqui,
hubo varios enfrentamientos en el Alto Perú entre los patriotas
y realistas, donde la población indígena de Puno, organizada
en cuerpo de milicias naturales, tuvo destacada participación
a favor de los realistas. Una de estas batallas se produjo en
Salta el 20 de febrero de 1813, donde se enfrentaron las fuerzas
patriotas del Ejército del Norte, al mando del general Manuel
Belgrano, y las realistas, conducidas por el general Pío Tristán.
La contienda, que se desarrolló en los campos de Castañares, se
decidió a favor de las tropas patriotas.
Gracias a un informe del subdelegado de Carabaya,
Manuel Antonio de Gómez, de fecha 17 de enero de 1819, se
conoce que:

5 Manuel Quimper informa sobre la victoria de la batalla de Guaqui y ordena una acción de
gracia y un conjunto de actividades en la ciudad de Puno. ARP, fondo intendencia, sección
documentos varios, caja 036, año 1811.

36
Néstor Pilco Contreras

Este partido que en el año de 1809 constaba de un regimiento de caba-


llería de dragones compuesto de 600, y pico de plaza desde aquella
fecha hasta la presente ha servido a V.M. con 1500 hombres. Yo en los
6 años que lo mando he enviado 1100 hombres, 200 me asegura que
remitió el coronel don Antonio Goyvuro y 200 mi antecesor Larrauri:
de estos bien creo que haber vuelto una décima parte y como les he
perseguido y vuelto a mandar de nuevo, aun cuando hayan desertado
no asoman por acá me aseguran que de ellos han casado muchos en las
intendencias de Salta, Chuquisaca, Cochabamba, La Paz, Arequipa y
Cusco, aquí no asoman porque no les dejo vivir.6
Evidentemente, fueron miles los reclutas puneños desti-
nados por las autoridades realistas a la lucha contrarrevolucio-
naria en el Alto Perú; no obstante, los informes también indican
el alto número de desertores, lo que implica el descontento y los
atropellos que vivían los indígenas puneños. Los testimonios de
los reclutas son desgarradores. Por ejemplo, el soldado Eugenio
Molina, vecino del pueblo de Cabana, partido de Lampa, pide al
gobernador intendente “servir como el más leal vasallo y derramar
la última gota de mi sangre, dando ejemplo a todos los que intentan
desertarse”7 y solicita permiso para visitar a su madre, en vista
de que su hermano también está en el ejército del Alto Perú
“hace años”.
Estas situaciones tienen relación con un informe del
subdelegado de Azángaro, Juan Bautista Morales, que advierte:
“el jefe del ejército del alto Perú pide generosidad con que ha meditado
auxiliar a los inválidos, madres y viudas de los que murieron en la
campaña de Jujuy y Salta el año pasado de 1817”8.
Por otra parte, Miguel Garcés, contador de las cajas reales
de Puno, el 19 de mayo de 1817 envía al intendente de Puno
“un ejemplar de la razón del donativo voluntario, que sin perjuicio de

6 Informe del subdelegado de Carabaya Manuel Antonio de Gómez, Phara y enero 17 de


1819. ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 045.
7 ARP, fondo Intendencia, sección documentos varios, caja 045, año 1818.
8 Ibíd.

37
Puno durante la Independencia (1809-1825)

otras pensiones que reconocen han ofrecido los ministros y empleados


de esta administración en auxilio de la recuperación del Reyno (sic) de
Chile”9. No se encontró el “ejemplar de donativo”, por lo que no
se sabe cuánto fue el aporte que otorgaron los empleados de la
real hacienda de Puno. Asimismo, en un documento que envió
Tadeo Gárate el 19 de enero de 1818 al subdelegado de Cara-
baya, le informa que había “salido el ejército expedicionario contra
los insurgentes de Chile, con la fuerza de 3,500 hombres armados en la
forma que se menciona, a la reunión de Talcaguano […] con el mayor
entusiasmo en defensa de la justa causa”10.

La rebelión del Cusco de 1814 y Puno

En la madrugada del martes 3 de agosto de 181411 se


produjo un levantamiento en el que la guarnición del Cusco
se sumó masivamente a los ideales independentistas. El presi-
dente de la audiencia y el regente Manuel Pardo Ribadeneira
fueron depuestos. José Angulo asumió el cargo de jefe máximo
de la revolución, en calidad de presidente de la junta de autogo-
bierno y capitán general de las armas de la patria de las provin-
cias de Cusco, Puno, Huamanga y La Paz. Posteriormente, la
presidencia de la junta de gobierno autónomo fue asumida
por Mateo Pumacahua Chihuantito, secundado por el coronel
Domingo Luis Astete y el teniente coronel Juan Tomás Moscoso.
Pero ¿por qué razones Mateo Pumacahua y otros indios
nobles del Cusco se rebelaron? Garrett (2009) sostiene que “para
Pumacahua y los Tito Quecaño, 1813 dejó en claro la renuencia de

9 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 045, año 1819.
10 Informe del subdelegado de Carabaya Manuel Antonio de Gómez sobre la situación
militar del partido de Carabaya. ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja
043.
11 Pilco, N. (2014). Bicentenario de la rebelión del Cusco 1814. Publicado en el diario regional
Los Andes el 17 de agosto de 2014.

38
Néstor Pilco Contreras

los oficiales reales a implementar la nueva política que se encontraba


en el meollo de las reformas: igualdad de indios y españoles” (p. 394).
Es más, los Tito Quecaño deseaban ser llamados españoles.
Otra de las razones por las que se subleva Pumacahua es que
el virrey Fernando de Abascal no lo ratifica como presidente de
la Audiencia Real, haciéndole sufrir en carne propia y en toda
su magnitud la discriminación social de la colonia. Asimismo,
cuando los hermanos Angulo deciden incorporar a Pumacahua
a la rebelión, este se encontraba en su finca Urquillos. Puma-
cahua aceptó la oferta a condición que lo nombren Mariscal de
Campo, subdelegado del partido de Calca y lo “aperciban” con
un sueldo mensual de quinientos pesos.
Pumacahua, para el 25 de setiembre de 1812, era “Brigadier
de los reales ejércitos, Coronel del Regimiento de Infantería de mili-
cias Nobles, cacique gobernador por derecho de sangre del pueblo de
Chinchero, distinguido con el Real Busto y Banda Roja, interino de la
Real Audiencia, Gobernador intendente, Vice patrón de su provincia,
Comandante General de las Armas, subdelegado de correos” (Garrett,
2009, p. 393). Es decir, Pumacahua era el único cacique que tenía
el grado de brigadier, requisito indispensable para asumir la
presidencia de la Real Audiencia, pero solo fue presidente inte-
rino entre 1812 y 1813 ya que el virrey Abascal nunca lo ratificó.
El escenario de la rebelión del Cusco de 1814, también
llamada “rebelión de los hermanos Angulo”, comprendió
la mitad del territorio del Virreinato del Perú. En sus inicios,
esta rebelión fue “criolla y urbana”, luego incorporó a sus filas
al renegado cacique de Chinchero (Pumacahua), también se
unió Marcos Chillitupa de Oropesa, quien llevó a combatir a
doscientas tropas indias. Para expandir la rebelión por diversas
zonas del virreinato, diseñaron una estrategia, para lo cual orga-
nizaron tres expediciones. La primera fue enviada al Alto Perú
al mando de José Pinelo e Idelfonso Muñecas; la segunda se
dirigió a Huamanga (Ayacucho) al mando de Manuel Hurtado
de Mendoza y sus lugartenientes José Gabriel Béjar y Mariano

39
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Angulo Torres, y la tercera expedición, la más numerosa, estuvo


al mando de Mateo Pumacahua y Vicente Angulo.
En Cusco, los rebeldes tenían el control total y organizaron
un nuevo gobierno; Fermín Quispe Carlos Ynga, el yerno de
Pumacahua, fue nombrado subdelegado. Los rebeldes procla-
maron a Juan Angulo “capitán general” del Cusco.
La primera expedición libertadora del ejército peruano
recién creado por los hermanos Angulo y Pumacahua fue la que
partió al Alto Perú. Esta fue la que reunió mayores elementos
de tropa y con varias operaciones. A mediados de agosto de
1814, apenas dos semanas después del estallido libertario,
partió al mando del sargento mayor José Pinelo y el cura tucu-
mano Ildefonso Muñecas; el objetivo fue destruir la retaguardia
de Pezuela para aislarlo de su núcleo de abastecimientos.
La expedición al Alto Perú avanzó sin dificultades por
el camino del Collasuyo y en el altiplano peruano recibió el
refuerzo de numerosas milicias rurales, sobre todo en Azán-
garo y Carabaya. En Puno existía una guarnición realista de
200 soldados y 500 reclutas al mando del intendente Manuel
Quimper, pero este resolvió retirarse a Arequipa pues en
la noche del 25 de agosto la guarnición realista de la ciudad
lacustre se sublevó y se pronunció a favor de los patriotas. De
esta manera, Pinelo y Muñecas tomaron Puno sin combatir el 29
de agosto 1814 y se dirigieron hacia Desaguadero, donde existía
una pequeña fuerza realista al mando de Joaquín Rebuelta,
que tenía una poderosa artillería de 13 cañones. Los patriotas
arribaron a Desaguadero, donde capturaron cañones, fusiles y
pertrechos de guerra, luego enrumbaron hacia la ciudad de La
Paz, donde se enfrentaron a las fuerzas realistas comandadas
por Juan Ramírez el 2 de noviembre de 1814 en la batalla de
Chacaltaya, donde fueron derrotados.
Respecto a la relación de la revolución de Cusco de 1814 y
el ayuntamiento de Puno, Álvarez (2010) sostiene que “varios de

40
Néstor Pilco Contreras

los miembros del ayuntamiento constitucional, a pretexto de oponerse


y defender la ciudad del comisionado de la junta cusqueña Pinelo,
poco a poco fueron preparando el ambiente en la ciudad para sumarse
y plegarse a la revolución cusqueña”12. Quimper fue informado de
tal situación, comunicándosele que la noche del 25 de agosto de
1814 estallaría la revolución en la ciudad. Esa noche se presen-
taron en la casa de Quimper el alcalde Ramón de Echenique y el
regidor Manuel Bermejo, quienes le hicieron conocer la decisión
de la provincia a favor de los revolucionarios del Cusco. Así, el
ayuntamiento constitucional puneño hizo alianza con la junta
del Cusco, según el gobernador intendente, “por medio de su
Cabildo, y por bando publicado en 25 de agosto del pasado año
de 1814, un día después de su alzamiento infame”13. Quimper,
viendo que la capital se hallaba decidida por el gobierno revolu-
cionario del Cusco, solicitó que le permitan retirarse a la ciudad
de Arequipa.
El principal revolucionario, de acuerdo con el propio
Quimper, era José Benito Laso de la Vega, quien había entrado
en alianza con los revolucionarios del Cusco y “provocado al
caudillo Pinelo que entrase con toda seguridad en su capital sino
también auxiliando con tropas para la toma del Desaguadero y sangui-
nario pillaje de la ciudad de la Paz que ya lo tenían prevenido y a los
infames traidores Mateo Pumacahua y Vicente Angulo, con el entu-
siasmo mayor franqueándole toda la oficialidad soldados e indiada para
la toma de Arequipa, acaecida el 10 de noviembre de 1814”14.
Según el testimonio de Manuel Valencia, sargento
primero del regimiento de infantería y maestro carpintero de
la real maestranza, en mayo de 1817 pide que se le reconozcan
sus remuneraciones por los servicios, argumentando que “hace

12 Álvarez, W. (2010). “Obra de la plebe: El Ayuntamiento Constitucional de Puno,


1813–1814”.
13 Ibíd.
14 Álvarez, W. (2010). “Obra de la plebe: El Ayuntamiento Constitucional de Puno, 1813–
1814”.

41
Puno durante la Independencia (1809-1825)

siete años que sirvo al Rey con mi oficio de carpintería en el ejército y


en las guarniciones del Desaguadero, y Puno dando el debido lleno a
mis obligaciones a satisfacción de mis jefes”15. Aquí nos proporciona
datos importantes sobre la batalla de Desaguadero, ocurrida
“el 10 de setiembre de 1814, donde —dice— distinguiéndome de los
demás hice fuego al insurgente Pinelo con la mayor energía desde las
5 de la mañana hasta las 10 del referido día, y por desgracia mía cay
(sic) prisionero”16. Cuenta que en esa oportunidad actuó como
artillero bajo el mando del capitán de la guarnición de Desagua-
dero, Andrés Cornejo.

La batalla de Umachiri en 1815

La batalla de Umachiri se desarrolló el 11 de marzo de


1815, a orillas del río Llallimayo, donde se enfrentaron las
fuerzas rebeldes de miles de indígenas del altiplano puneño
dirigidos por Mateo Pumacahua, Norverto Dianderas, Diego
Sánchez y otros. El ejército realista estuvo al mando de Juan
Ramírez Orozco, veterano del teatro de guerra en el Alto Perú
frente a los patriotas argentinos. Si bien esta batalla terminó
con la derrota de los patriotas, los ideales de la justa causa de
la independencia no habían expirado en Umachiri, más bien
continuaron, sobre todo en el altiplano puneño.
Respecto a lo sucedido en Umachiri, Joaquín de la Pezuela
señala en sus memorias: Ramírez “pasó aquel formidable y cauda-
loso río llamado de Umachiri, y aunque Pumacahua y Angulo tenían
a la orilla opuesta más de veinte mil hombres de todas clases (su mayor
número de indios con honda, flecha y piedra), seiscientos fusiles y
treinta y ocho cañones, los derrotó completamente, tomándoles toda
su artillería, municiones, muchos fusiles y prisioneros (entre ellos a

15 Testimonio del sargento Manuel Valencia sobre las actuaciones en la guarnición de


Desaguadero el 10 de setiembre de 1814. ARP, fondo Intendencia, caja 041.
16 Ibíd.

42
Néstor Pilco Contreras

Pumacahua, que fue ahorcado en Sicuani), dejando el campo cubierto


de cadáveres” (Pezuela, 2020, p. 117).
El historiador Augusto Ramos17, basado en los docu-
mentos escritos por el maestro José Antonio Encinas y Eduardo
Pineda, puntualiza que a pesar de la derrota las fuerzas revolu-
cionarias de todo el departamento de Puno se mantenían en pie
de guerra. “Ante la debilidad del intendente de Puno, don Manuel
Quimper, fue nombrado en su lugar, el temible sanguinario Francisco
Gonzales de Paula que sirvió a Ramírez en toda su campaña contrarre-
volucionaria” (Ramos, 2011, p. 56).
Varias de las provincias del departamento se encontraban
dominadas por los partidarios de los Angulo y Pumacahua. El
Dr. Encinas, sobre el particular, dice:
“Francisco Monroy, jefe de un puñado de patriotas dominaba toda
la extensión comprendida entre Paucarcolla, Atuncolla y Moro, y el
26 de mayo de 1815, Gonzales, logró encontrarlos en las alturas de
Paucarcolla, empeñándose un sangriento combate en el que quedaron
muertos 150 soldados y un número igual de prisioneros, entre ellos
algunos jefes, un religioso de la orden de San Juan de Dios”18.
Otro duro combate se desarrolló el 3 de junio cerca de
Atuncolla, donde cayeron prisioneros los jefes locales Jorge
Carreón y Vicente Carreri, quienes fueron inmediatamente
decapitados y sus cabezas exhibidas en distintos lugares. El
principal caudillo, Francisco Monroy, tenazmente perseguido
por las tropas del intendente Gonzales y ante la inminencia de
su captura, en un acto de gran heroísmo, colocándose frente a
sus perseguidores, tomó su arma y se mató de un pistoletazo,
ante el asombro de sus enemigos.
“Gonzales […] deshizo a los insurgentes el 11, 12 y 19 de abril en las
alturas de Octo, en Azángaro, Azangarillo y Asillo, en tres acciones

17 Véase Ramos, A. (2011) “Bocetos históricos de la provincia de Melgar”. DASUR GRAFF,


Arequipa, Perú. pp. 56–58.
18 Ibíd.

43
Puno durante la Independencia (1809-1825)

obstinadas que tuvo con ellos por los meses de mayo y junio, habiendo
logrado escarmentarlos, matándoles mucha gente y coger a los caudi-
llos principales Carrión y Monroy, que pasó por las armas, y a Carreri,
que era tan perverso como los dos, lo estrechó de manera que por no
entregarse se mató, asimismo” (Pezuela, 2020, p. 117).
Las provincias norteñas de Puno se encontraban igual-
mente sublevadas con un ejército de 3,000 hombres, al mando
de don Cipriano Oblitas. En las alturas de Inampo (Asillo) cons-
truyeron trincheras e iniciaron la batalla el 24 de junio de 1815
contra el ejército del intendente Gonzales de Paula. “El combate
de Asillo ha sido uno de los más sangrientos que registra la
historia de esta Revolución, no solo por la defensa que prepa-
raron los patriotas sino por los sacrificios de sangre que hicieron
los españoles para vencer” (Ramos, 2011, p. 57).
“Dominada de este modo la resistencia heroica de Azángaro, y al cono-
cerse que la Provincia de Carabaya se levantó asimismo en armas a
favor de la Revolución, Gonzáles comisionó al teniente José Solórzano
que se encontraba en Nuñoa para aplastar a los indios que estuvieron
sublevados desde setiembre de 1814, uniéndose a las fuerzas de Buena-
ventura Cornejo y Patricio Clavijo que eran oficiales superiores de
las fuerzas realistas. Los indios de Carabaya, especialmente de los que
pertenecían a la hoy provincia de Sandia formaron un verdadero ejér-
cito al mando de Andrés Carita, natural del pueblo de Patambuco, por
lo que era paisano de los grandes caudillos de la Rebelión tupacama-
rista Diego Quispe Mayor y Diego Quispe Menor quienes tuvieron
una larga trayectoria en dicho movimiento revolucionario” (Ramos,
2011, p. 57).
Encinas (1915) declara “que los habitantes de Lequeque
fueron pasados a cuchillo, muriendo centenares, y fueron incendiadas
sus cabañas, talados sus campos de cultivo y sus habitantes destruidos
sin distinción de sexos ni edad” (citado por Ramos, 2011, p. 57).
La provincia de Huancané fue también escenario de grandes
combates en los que murieron centenares y miles de patriotas,
para lo cual el intendente Pío Tristán tuvo que enviar refuerzos
desde Arequipa. Entre Huancané y Larecaja operaba el cura

44
Néstor Pilco Contreras

Muñecas, que enfrentó a las poderosas fuerzas de Gonzales y


Tristán, sobre todo en Cojata, donde se dio sangrientas bata-
llas. Después de estas acciones, cerca de cien prisioneros fueron
ejecutados en Puno el 27 de abril de 1816, entre los que destaca el
coronel Miguel Pascual San Román, quien estuvo en Umachiri
junto a su hijo Miguel. El prócer cusqueño Santiago Prado fue
pasado por las armas el 27 de abril de 1816 en el partido de
Lampa; la misma suerte corrieron muchos otros esclarecidos
patriotas de todo el departamento de Puno, incluyendo distin-
guidos ayavireños.
Aún a dos años del proceso de pacificación del altiplano,
continuaron las revueltas. El subdelegado del partido de Huan-
cané, Mariano Cáceres, el 14 de enero de 1816 informa al inten-
dente de Puno que el caudillo patriota Leandro Bustios domina
el amplio territorio de Huancané, Moho y Larecaja (Bolivia).
De este y otros documentos se desprende que las rebeliones en
Puno continuaron hasta por lo menos 1817, ocasionando graves
consecuencias económicas y sociales a los habitantes de la hoy
región de Puno.
“Las continuas noticias funestas que se toman a menudo de las disposi-
ciones del caudillo Leandro Bustios, y demás mandones que se asegura
con evidencia se hallan en una hacienda de Panascachi jurisdicción de
Vilquechico, y mediata al pueblo con el ánimo de una noche de estas
asaltar esta capital, y por este motivo no lo he verificado, pero lo haré
con toda prolijidad y veracidad que acostumbro”19.
Además, Mariano Cáceres, con mucha preocupación,
informa que “los habitantes de Moho, aunque están pagando
tributos, la mayor parte de los naturales se halla de mala fe, y
creo que todas las demás están lo mismo”20. Por precaución ante
un eminente alzamiento popular, el subdelegado asegura que
el “comandante Cornejo tiene pedidas valsas (sic) en el río de

19 Informe del subdelegado de Huancané Mariano Cáceres sobre la acción del caudillo
patriota Leandro Bustios. ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 040.

45
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Ramis” para evadir cualquier movimiento popular. Gracias a


otro documento, se sabe que el religioso Francisco Balbas, sacer-
dote de la orden de San Juan de Dios, participó con los insur-
gentes del Cusco, sirviéndoles de capellán.
Para conocer los ingresos de contribución de naturales,
el intendente de Puno, Tadeo Joaquín Gárate, el 7 de junio
de 1817 ordena “averiguar sin pérdida de momento el producto de
los tributos o contribución voluntaria que se ha pagado en el pueblo
de Umachiri, y sus anexos en el partido de Lampa, tanto en tiempo
del gobierno legítimo, como de los revolucionarios”21. Para tal acto
comisionó al asesor de la intendencia, quien obtuvo las decla-
raciones de “recaudadores, alcaldes, segundas, Ylacatas, o cual-
quiera persona las preguntas siguientes”22. ¿A quién y en qué
cantidades se pagó la contribución del semestre de Navidad de
1812 en el pueblo de Umachiri y sus anexos de Llalli y Ucubiri
(sic)? ¿A quién se pagó la contribución de San Juan y Navidad
de 1813, por quién se cobró, en qué cantidad y dónde se hallan
los recibos? ¿A quién se pagó los tercios de San Juan y Navidad
de 1814?
Destaca la declaración del capitán don Buenaventura
Cornejo, vecino y alcalde pedáneo del pueblo de Umachiri,
partido de Lampa, quien cumpliendo con las parafernalias del
juramento señaló que por: “cacique y alcalde recaudador de reales
tributos del citado pueblo de Umachiri fue Don Tomas Dueñas, y
siguió hasta el año de 1815”23. En tanto el cacique recaudador de
Llalli fue Tomas Miguel de Salazar y del anexo de Ucuviri se
mantuvo de cacique y alcalde recaudador el teniente de milicias
D. Bernardino Yepes.

20 Ibíd.
21 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 042, año 1817.
22 Ibíd.
23 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 042, año 1817.

46
Néstor Pilco Contreras

En cuanto a la cantidad de tributos recaudados, el inte-


rrogado señala desconocer. Posteriormente, agrega que una
vez lograda la pacificación de la citada revolución, fueron
nombrados como nuevos recaudadores para el cobro del tercio
de San Juan de 181524, a saber:
—— Pueblo de Cupi a don Felipe Puma Ccaccya Vilca
—— De Llalli por conocer y sus notorios bienes, lo dejó
al mismo Francisco Xavier Surco.
—— De Ucubiri por ausencia de Bernardino Yepes a su
confidente Domingo Portugal.
—— Pueblo de Umachiri Buenaventura Cornejo quien
del tercio de San Juan recaudó 600 pesos de los 913
pesos que estaba asignado.

La Constitución de Cádiz y los ayuntamientos


constitucionales en Puno

La Constitución de Cádiz de 1812 fue uno de los prin-


cipales logros de los liberales en la coyuntura de la invasión
napoleónica a la península ibérica. Esta constitución dispuso:
la igualdad entre españoles y americanos, la abolición de la
mita, la eliminación de la Santa Inquisición, la abolición del
tributo indígena, la elección de ayuntamientos o cabildos de
ciudades, entre otras medidas. Respecto a la elección de ayunta-
mientos, el artículo 309 de la referida carta magna señalaba que
“para el gobierno interior de los pueblos habrá ayuntamientos
compuestos de alcalde o alcaldes, los regidores y el procurador
síndico”25. Estas autoridades fueron nombradas por elección de
los pueblos en el mes de diciembre por el periodo de un año.
De esta manera, las primeras elecciones de ayuntamientos en la
ciudad capital de Puno se realizaron en 1813.

24 Ibíd.

47
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Figura 3. Puno, cruce entre el Jr. El Puerto y Jr. Cahuide (antes


llamado Av. Leguía). Al fondo, la Plaza Centenario (hoy Parque
de las Aguas o Cultura)
Fuente: Archivo Regional de Puno

La noticia del arribo de la constitución a Puno no fue del


agrado del gobernador intendente. Este personaje manifes-
taría así su profunda animadversión: “La infame constitución,
ese código destructor de los sagrados derechos del Rl. [real] Trono,
ese instrumento mortal del reposo en que vivían los habitantes del
continente peruano rindiendo gustosos el homenaje de fieles vasallos
al más benigno y amable de los monarcas fue el móvil fundamental de
la desorganización de la capital de Puno y progresivamente de toda su
provincia”26. Pese a la repugnancia del gobernador intendente, la
carta magna fue publicada el 30 de noviembre de 1812 y al día

25 Constitución Liberal de Cádiz de 1812.


26 Informe de Manuel Quimper, julio 1 de 1816, en Susana Llontop Sánchez Carrión.
Actuación de los diputados peruanos titulares 1812–1814. Tesis Doctoral. Lima: Pontificia
Universidad Católica. Programa Académico de Letras y Ciencias Humanas, 1974, p. 80.

48
Néstor Pilco Contreras

Figura 4. Avenida Titicaca. Al fondo, la Isla Huajehuata (hoy


llamada Esteves), 1961
Fuente: Archivo Regional de Puno.

siguiente, 31, se hizo el respectivo juramento, presidiendo los


actos Manuel Quimper27.
La corte de Cádiz fue una institución que tenía repre-
sentación española y americana. Los diputados que fueron
nombrados para representar a Puno en Cádiz en 1814 fueron
el prior obispo de La Paz, don Remigio de la Santa, don Ysidro
José Gálvez, Juan Francisco Reyes y don Manuel Quimper, pero
debido a la distancia y la coyuntura política solo lograron viajar
hasta Lima. Por ello la junta superior de real hacienda, con el
informe de la real general de cuentas y expuesto por el señor
fiscal, determinó en 1817 que devuelvan el presupuesto asig-
nado a la real caja de la ciudad de Puno.
27 Libro de correspondencia con el Excmo. Sr. Virrey del Reyno por el Sr. Dr. Manuel Quimper,
Gobernador Intendente de esta provincia de Puno, que empieza desde 1º de enero de
dicho año. Biblioteca Nacional del Perú. Ms. 1812–1813 N° 457. Nº 466, acompañando
testimonio de la publicación y juramento de la Constitución los días 30 y 31 de noviembre
de 1812, 18 de enero de 1813.

49
Puno durante la Independencia (1809-1825)

El virrey Joaquín de la Pezuela, desde Lima, el 25 de enero


de 1817 envía el siguiente documento al intendente de Puno:
“Visto este expediente en junta superior de real hacienda con lo infor-
mado por el real general de Cuentas y expuesto por el señor fiscal
resolvieron que los quatro diputados nombrados para cortes el año de
1814 por la provincia de Puno, devuelvan inmediatamente en estas
reales cajas las cantidades que se les entregaron respecto de que no
efectuaron su viaje a la península, y teniendo presente que a otros
diputados de provincias, se han abonado mil pesos para resarcimiento
de los gastos y perjuicios que les ocasionó su transporte a esta capital
con ánimo de dirigirse a España para ejercer sus cargos; mandaron
que a cada uno de los tres diputados Don Ysidro José Gálvez, Juan
Francisco Reyes y Don Manuel Quimper, se les abone mil pesos por el
mismo fundamento, y que al primer diputado el Prior Obispo de la Paz
Don Remigio de la Santa, en consideración a su dignidad y crecida
familia, se le abone cinco mil pesos; librándose para el cumplimiento
de esta resolución, la orden oportuna por el excelentísimo señor virrey
superintendente al gobernador Yntendente de la citada provincia de
Puno”.28
La primera elección del ayuntamiento constitucional de
Puno, según los modos y formas que previene la Constitu-
ción de la Monarquía Española de 1812, se llevó a cabo el 12
de enero de 1813. Álvarez (2010) sostiene que “en las actividades
previas a la elección trabajaron con mayor eficacia los constitucio-
nales, logrando obtener la mayoría de los cargos de electores parro-
quiales”29. La primera junta electa del ayuntamiento de Puno
estuvo compuesta por Manuel Martín de Rivarola (alcalde
de primera nominación), José Benito Laso de la Vega (alcalde
de segunda nominación); Juan Manuel Peralta, José Antonio
de los Ríos, Eusevio García, Casimiro Rudecindo Bravo, José
Cano, Manuel Eusevio Bermejo, Pascual Toledo, Manuel Pino y
Bernardo Portugal (regidores); Juan Ignacio Velarde y Domingo

28 ARP, fondo intendencia, caja 038, año 1817.


29 Álvarez, W. (2010). “Obra de la plebe: El Ayuntamiento Constitucional de Puno,
1813–1814”.

50
Néstor Pilco Contreras

Terroba (síndicos procuradores). En estas elecciones triunfaron


los constitucionalistas.
Durante esta coyuntura, el intendente de Puno, Manuel
Quimper, se mostró adverso a la instalación de la primera auto-
ridad edil constitucional de esta ciudad, al considerar que las
elecciones estaban viciadas y que alteraban el orden público. La
rivalidad política entre el cabildo constitucional y el gobernador
intendente fueron notorias y constantes. Uno de los promotores
de las reivindicaciones del ayuntamiento constitucional de
Puno fue José Benito Laso, alcalde de segunda nominación y
abogado de la Real Audiencia del Cusco. Si bien Laso aceptó
con beneplácito la constitución gaditana y las pretensiones de
autonomía de criollos y mestizos de la ciudad al amparo de la
normativa constitucional, también era conocido que trabajaba
en concordancia con el gobierno autónomo de Buenos Aires. Su
conducta liderando el ayuntamiento constitucional de Puno fue
observada con animosidad y caracterizada como insubordinada
por el gobernador intendente. En efecto, Quimper, en comuni-
cación al virrey Abascal, manifestaba que en la capital de Puno
había un “espíritu de anarquía con que se hallan muchos indivi-
duos (sic) de esta capital abrigándose a la sombra del savio (sic)
código de Constitución”30.
Por estas y otras razones, Quimper solicita al virrey
ordenar la separación de Laso de la ciudad de Puno con destino
a Lima. No solo por su conducta contraria al gobierno, sino por
haber sido elegido sin tener los cinco años de residencia que
prescribía el artículo 317 de la Constitución Política para ejercer
el cargo. Asimismo, solicitaba que se le facultara para remitir
a todo sospechoso e insubordinado con destino a la ciudad de
Lima.

30 Nº 539, Oficio de Manuel Quimper al virrey Abascal, 1 de junio de 1813, en Libro de


correspondencia con el Excmo. Sr. Virrey del Reyno…

51
Puno durante la Independencia (1809-1825)

En diciembre, fecha de la renovación del ayuntamiento


constitucional, nuevamente los “constitucionales” hicieron
grandes esfuerzos para que sus candidatos triunfaran en las
elecciones parroquiales y de provincia. Los nuevos miembros
del ayuntamiento constitucional de Puno para el año de 1814
fueron los siguientes: Manuel Velarde y Ramón de Echenique
(alcaldes de primera y segunda nominación, respectivamente),
Manuel Ledesma, Mariano Esteves, Nicolás Calisaya, Evaristo
Franco, Vicente Rodríguez, Leonardo Solórzano y José Patricio
Silva Salgado (regidores y procurador síndico). Posteriormente,
como había fallecido el regidor Evaristo Franco, los capitulares
puneños, sin acudir a los electores anteriormente nombrados,
decidieron reemplazarlo por votación de sus propios inte-
grantes, eligiéndose a Felipe Arce, decisión que contravenía lo
dispuesto por decreto de las cortes.
De la misma forma, en Putina, el 21 de abril de 1913 se
llevó a cabo la elección de los miembros del ayuntamiento,
según la constitución de 1812. El responsable de los comicios
electorales fue Juan Paulino Molina, quien informa que las elec-
ciones se llevaron de la siguiente manera:
“Alcalde de primer boto (sic), fue electo el capitán D. Luis Sánchez
Toro, ausente por siete botos, en competencia del capitán D, Mariano
Peñaloza, con tres botos, el teniente Mario Figueroa con un boto,
del teniente D. Manuel Barreda con cinco botos, y del teniente D.
Patricio Clavijo con dos botos. En seguida se hizo la elección y lo que
fue alcalde de segundo boto el teniente Manuel Barreda con seis botos,
habiendo sacado para este mismo empleo el capitán D. Mario Peña-
loza tres botos y el teniente D. Patricio Clavijo tres botos. Inmediata-
mente separa a la votación por el primer regidor q recayó por sorteo
en el capitán D, Mario Peñaloza por cuatro botos, habiendo sacado el
teniente D. Patricio Clavijo otros cuatro botos. De segundo regidor
el citado teniente Patricio Clavijo, por cuatro botos; de tercer regidor
el teniente Mariano Figueroa por cuatro botos; de cuarto regidor el
cadete D. Miguel de Urrutia; por cuatro botos; de regidor quinto D.
Nicolás Quenalllata con cinco botos; de sexto regidor Martin Mamany
con cuatro botos; de síndico procurador es el ayudante mayor D. José

52
Néstor Pilco Contreras

Molina por ocho botos, y D. Tomas Argandoña de segundo síndico


procurador por seis botos”.31
En suma, la implantación de los nuevos ayuntamientos
constitucionales trajo consigo la agudización de las tensiones
entre indios y blancos por el control del poder local. “Las elec-
ciones consagraron el dominio local y comarcal de los mistis que
ya habían ido copando progresivamente desde tiempos atrás” (Sala
y Vila, 1989, p. 394). Aunque en algunas parroquias de Puno
surgieron revueltas de indios exigiendo que se cumplan las
medidas dictadas en la constitución liberal y reclamando una
cuota de poder en la misma.

Elección de cabildos en las parroquias de Puno entre


1821 y 1824

Después de seis años, la Constitución de Cádiz de 1812,


también conocida como “La Pepa”, entró nuevamente en
vigencia, esta vez, al parecer, con mayor alcance y aplicación,
inclusive en los pueblos más alejados de la hoy región de Puno.
Mediante un informe del 29 de noviembre de 1820, el subde-
legado del partido de Azángaro, Juan Antonio Larrauri, da
cuenta que recibió el 10 de marzo de 1820 la orden de estable-
cimiento de los ayuntamientos constitucionales en Azángaro;
sin embargo, en el documento el subdelegado presenta algunas
inquietudes:
“… de las facultades de los alcaldes constitucionales y hasta el grado
que se extienden y las mías sobre ellos, y el cuerpo de ayuntamiento,
que tratamiento es el que tiene; si debo presidir en las juntas, si pueden
juntarse sin orden mía, si tengo voz y voto, y en qué casos si debo
entender en los delitos de ellos, y a quien debo dar cuenta de sus
excesos; o si pueden ser separados de sus empleos”32.

31 ARP, fondo intendencia, sección cabildos, caja 038, año 1813.


32 ARP, fondo Intendencia, caja 030, año 1820.

53
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Esta eventualidad, según el subdelegado, fue por desco-


nocer el “reglamento de ayuntamientos” y se deduce que en
esta jurisdicción no se aplicó la elección de ayuntamientos en
los años de 1813 y 1814. Respecto al partido de Chucuito, por
informe de José Gavanar se conoce que el 22 de octubre de 1820
en la ciudad de Chucuito se realizó la jura de la constitución
de 1812 y su posterior publicación. Dichos actos, como consta
en el documento, se realizaron con solemnidad y “regocijo en
todos los ciudadanos que seguramente se han esmerado en solemnizar
tan augusto acto con iluminación, disfraces, y toda especie de bayles
(sic)”33. Asimismo, se tiene noticia que la jura y publicación de la
Constitución de Cádiz en la ciudad de Puno se realizó el 15 de
octubre de 1820 con una misa Te Deum del vicario de Huancané,
Isidoro José de Gálvez, y el párroco de Puno, Manuel Poblete, y
la asistencia del gobernador intendente, Tadeo Gárate.
Las actas de la elección de ayuntamientos entre los años
1821 y 1824, que obran en el ARP, nos permiten conocer los
pueblos o parroquias de la jurisdicción de la intendencia de
Puno, las composiciones sociales y las personalidades de cada
uno de los pueblos. De esta manera, tenemos la elección de
cabildos de los pueblos de Cuyo Cuyo, San Martín de Vilque,
San Agustín de Coata, Nuñoa, Vilquechico, Santiago de Huan-
cané, San Salvador de Capachica, San Pedro de Moho, San Juan
Bautista de Cupi, Zepita, Desaguadero, entre otros.
Para conocer los modos y mecanismos de elección de los
ayuntamientos, a continuación, transcribimos el documento
sobre la elección de cabildo en el pueblo de Cuyo Cuyo, del
partido de Carabaya, en el año de 1821. Como primera medida,
el alcalde saliente Bernabé Huaquisto y el secretario Fabián
Sebastián Zolis hacen la convocatoria para instalar el ayunta-
miento bajo los siguientes términos34:

33 Ibíd.
34 ARP, fondo intendencia, 1821.

54
Néstor Pilco Contreras

“En el pueblo de Cuyocuyo, en 23 días del mes de diciembre de 1821.


Para que se siga el buen régimen en la observancia de la Constitución
política de la monarquía y cumpliendo con el auto circular del señor
jefe político superior de la provincia. Debía de mandar y mando que
todo el vecindario de esta parroquia se congregue para el día 27 con
el objeto de instalar el ayuntamiento de que verificado su congreso se
proceda a la nombracion (sic) de los electores, y estos a los que deben
ser los nuevos funcionarios en el entrante año de 1822, conforme a la
constitución, y dicho auto circular”.
En seguida, como manda la constitución, se procede con
la elección de escrutadores y votación de electos, según mayoría
de votos.
“En dicho pueblo en 27 días del dicho mes y año: después de que en la
casa constitucional se congregaron los ciudadanos de esta parroquia
con el fin de que se hablaen (sic) el auto presidente; se procedió al
nombramiento de los escrutadores que lo fueron don Pedro Soto, y
Manuel Aliaga quienes después de haber aceptado el empleo, en seguida
procedieron a la votación de los electores, que para ver reunido mayor
de número de votos salieron don Diego Paja, don Simón Collque, don
Sebastián Ampuero, don Juan Aliaga, don Agustín Mamani, don
Andrés Hachata, don Andrés López, don Pedro Cori, don Manuel
Aliaga, en este estado se disolvió la junta de observación de lo que
previene el artículo 57 de la constitución y reglamento previniéndose
a los de la junta confieren, entre si sobre las persona más dignas para
obtener los primeros empleos en el cabildo que se va a formar para
cuya verificación se dispuso para el día de mañana se ejecutaran las
votaciones. Rubrica de los electores”.
Finalmente, el 30 de diciembre de 1821, previo acto litúr-
gico, se procedió con la elección de alcalde, regidores, procu-
rador síndico y secretario según la mayoría de votos.
“En la vice parroquia de Cuyo Cuyo en 30 de diciembre de 1821, para
la conclusión de las mencionadas votaciones se volvieron a congregar
los electores en la casa consistorial, de donde pasaron a la iglesia en ella
se cantó una misa solemne del espíritu santo, por el cura Dr. Don Blas
Navarro después de haber hecho un breve pero conceptuoso discurso
propio del caso; concluido este religioso acto se personaron de nuevo

55
Puno durante la Independencia (1809-1825)

en la sala consistorial se procedió a la votación de los individuos que


hande (sic) de componer el ayuntamiento explicándoles a los electores
el art. 19 de la misma constitución y por haber reunido mayor número
de votos resultaron electos por alcalde constitucional don Simón
Collque, en ocho votos, por regidor de-cano don Gerónimo Cori, y por
subdecano don Martin Ticona, tercero don Rafael Paja, cuarto don
Agustín Mamani, en siete votos, quinto don José Sacaca, en seis votos,
sexto don Sebastián Ampuero, en seis votos, y por procurador sindico
don Pedro Soto, en siete votos.
En los términos referidos quedó enteramente concluydo (sic) la vota-
ción en la que se observó la tranquilidad y buen orden que exige tan
respetuoso acto cuya satisfacción dejo complacido a todos. Concluida
la votación resolvió el congreso se eligiese un secretario del ayunta-
miento y por conformidad de ellos salió don Fabián Sebastián Zolis, a
quien y a los demás q acaban de posesionarse en sus empleos le recibió
juramento que prescribe la constitución política de la monarquía en
el artículo 347, don Bernabé Huaquisto alcalde constitucional que
haré de presidente y en cumplimiento de lo que ordena la constitución
firmada esta acta, así el mencionado presidente como los demás escru-
tadores alcalde = regidores = procurador sindico = secretario = de que
certifico. Rubricas”.
De la misma manera, tenemos la elección de las autori-
dades ediles en el pueblo Santiago de Huancané, llevada a cabo
el 29 de diciembre de 1821. En pueblos o parroquias con una
población numerosa, la composición de alcaldes y regidores
fue mayor, tal es así que en Huancané se eligieron dos alcaldes
de primer y segundo voto, hasta ocho regidores y dos procura-
dores síndicos. (Cuadro 4)

El virrey La Serna en Puno y el sur andino

José de la Serna y Martínez de Hinojosa (1770-1832) llegó


a nuestro país en 1816 como general en jefe del ejército del Alto
Perú. El 29 de enero de 1821 se produce el pronunciamiento o
motín de Aznapuquio, debido a las diferencias sobre la guerra

56
Néstor Pilco Contreras

Cuadro 4
Lista de alcaldes y regidores de Santiago de Huancané en 1821.

A utoridades N ombres
Alcalde 1° elección Manuel del Carpio
Alcalde 2° elección Antonio Canassa
Regidor decano José Antonio Alcosca
Regidor subdecano Esteban Alvares (sic)
3 regidor Domingo Cornejo
4 regidor Buenaventura Arias
5 regidor Mathias Huanca
6 regidor Martin Queque
7 regidor Blas Canassa
8 regidor Nicolás Flores
Procurador Sindico Vicente Alvares
Procurador Sindico Tomas Agular y Coila

Fuente: ARP, fondo intendencia Elección de cabildos o ayuntamientos en


Huancané en 1821.

en el Alto Perú entre los principales jefes realistas. Pezuela es


destituido y se nombra a José de la Serna como último virrey del
Perú. Este episodio es considerado en la historiografía nacional
como el inicio del militarismo y caudillismo en la historia polí-
tica peruana o como el enfrentamiento entre liberales, dirigidos
por La Serna, y conservadores, representados por Pezuela.
Ante la expedición marítima y desembarco de San Martín
en la costa peruana, y posterior ocupación y temor social de
la capital del Virreinato del Perú, el virrey La Serna abandonó
Lima el 5 de julio de 1821 y enrumbó al valle del Mantaro
(Huancayo). Cuatro meses más tarde, recibió una invitación de
la Real Audiencia del Cusco para que establezca su gobierno
en dicha ciudad, a la cual llegaría el sábado 29 de diciembre de
1821. Al respecto, O’Phelan (2014) dice:

57
Puno durante la Independencia (1809-1825)

“El Perú pasó a tener entonces un gobierno patriota en Lima, encabe-


zado por el protector San Martín, y un gobierno realista, en el Cusco,
liderado por el virrey La Serna, el cual controlaba más de la mitad del
virreinato y, sobre todo, el territorio de la sierra sur y sus recursos
naturales” (p. 335).
De esta manera, Cusco y el altiplano se convirtieron
en epicentro de la resistencia realista y la guerra de indepen-
dencia. La Serna se trasladó al Cusco “con su guardia personal,
la compañía de Granaderos de Burgos, y dos cañones […]. Además,
llevó consigo la imprenta para publicar periódicos e influenciar sobre
la opinión pública, así como, estableció la Casa de Moneda debido a los
activos ingresos de las provincias de Cusco y Puno” (O’Phelan, 2014,
pp. 336–337). La inicial lealtad que ofrecieron las autoridades
cusqueñas y las elites regionales se iría desgastando debido a
que La Serna comenzó a exigir sucesivas donaciones y contribu-
ciones forzosas con el fin de mantener activo y bien abastecido
al ejército realista.
El virrey realizó su ingreso a la intendencia de Puno el 19
de agosto de 1823. Previo a la batalla de Zepita, envió una orden
circular a los alcaldes de los pueblos de Santa Rosa, Ayaviri,
Pucará, Calapuja, Juliaca, Paucarcolla y Puno indicando que
“provean víveres para cuatro mil soldados y forraje para mil
caballos”. Por este documento se conoce que el alcalde de Santa
Rosa fue José Ramón de Beltrán, en Ayaviri Eustaquio de Bejar,
en Pucara Simón Aguirre, en Nicasio Manuel de Miranda, en
Calapuja Francisco Solano, en Juliaca Pedro José de Mestas y en
Paucarcolla Manuel Luciano Zotto. Dichos alcaldes se compro-
meten a proveer lo solicitado por el Virrey.
“Los alcaldes de los pueblos del tránsito de Santa Rosa a Puno tendrán
pronto en las pascanas que al margen indica víveres para quatro (sic)
mil hombres y forrajes para mil caballos en los días que se expresan y
vajo (sic) toda responsabilidad, en la inteligencia que no ha de haber
falta alguna ni de víveres ni forrajes. De quedar enterados de esta
orden circular firmarán los alcaldes de cada pueblo a continuación, y
el conductor seguirá la marcha a Puno”.

58
Néstor Pilco Contreras

La cantidad de raciones en cada pascana o pueblo que


requería el ejército realista en su tránsito desde el pueblo de
Santa Rosa hasta Puno fue de: “800 carneros o 70 vacas, 100
arrobas de papa, 130 fanegas de cebada en grano o en chipas”35.
Esta orden fue suscrita por el secretario del virrey, Eulogio de
Santa Cruz, en Sicuani, el 17 de agosto de 1823.
Indicadas las órdenes y las provisiones, el virrey La Serna
estuvo en el pueblo de Ayaviri el 20 de agosto de 1823, enviando
pliegos militares al jefe del ejército de Arequipa, Carratalá; el 26
de agosto el virrey estuvo en Puno, dando órdenes para que
Arequipa envíe 20 cargas mayores de arroz, y el 27 y 28 estuvo
en Ilave, solicitando 30 frazadas para los heridos de la batalla de
Zepita. Además, pide al alcalde de Santa Rosa (Ayaviri) 28 quin-
tales de arroz, 400 chaquetas e igual número de pantalones para
el primer batallón del primer regimiento, y 100 pares de zapatos
para su compañía de guardia al subdelegado de Lampa36.
Se conoce que La Serna, en persecución al ejército patriota
de Santa Cruz y Gamarra, llegó hasta Santiago de Machaca
(Bolivia), donde estuvo el 31 de agosto de 1823. Luego de
realizar la “Campaña del talón”, La Serna regresó a Puno y se
estableció en el Cuartel General de Lampa. Desde este lugar, el
2 de octubre de 1823 ordena al intendente de Puno, Gárate, que
para los “cuatrocientos caballos de los regimientos de la guardia y
cazadores Dragones que vienen de Sicuani a Puno, para desde aquella
capital pasar a la de Arequipa, […] que en las pascanas del tránsito
se ponga la cantidad de cebada en grano y en rama necesaria para su
manutención verificándose esto, tanto en las pascanas de Santa Rosa a
Puno como de Puno hasta Pati inclusive”37.
La Serna, durante su estadía en Puno, ejecutó diversas
actividades básicamente militares, pero a la par realizaba gran

35 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios. Año 1823, caja 048 y 2 folios.
36 Ibíd.
37 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios. Año 1823, caja 048, un folio.

59
Puno durante la Independencia (1809-1825)

difusión periodística para influenciar en la opinión pública.


Le remitió al intendente de Puno ejemplares de la Gaceta de
gobierno (número 31), donde le señala que “el apresamiento de
la fragata enemiga Azarvia en el puerto de Pisco, y el parte del
jefe político de Huancavelica sobre el enemigo”, e indica que
“las haga circular en la provincia de su mando y se introduzca
en las partes ocupadas por los rebeldes”38.

Patriotas prisioneros en la isla Esteves

El Titicaca o Puquinacocha, lago navegable más alto


del mundo, sin duda, fue el escenario principal del desarrollo
cultural de los uros, puquinas, aimaras y quechuas debido a la
gran biodiversidad (flora y fauna) y el efecto termorregulador
ambiental. Las islas e islotes fueron asentamientos humanos y
de gran producción agrícola en la etapa prehispánica del Perú
hasta el periodo tardocolonial. Durante el proceso de la inde-
pendencia y parte de la etapa republicana, las islas fueron utili-
zadas como cárcel para los patriotas y enemigos políticos.
En la bahía de Puno se encuentran las islas de Esteves
y Espinar. La primera tiene una historia muy particular pues
presenta ocupación humana pucara, tiwanaku y de los seño-
ríos altiplánicos, según los trabajos arqueológicos. El nombre
original de la isla Esteves fue Huajehuata, así lo demuestra un
documento encontrado en el Archivo Regional de Puno (ARP):
“razón de las tierras compradas desde 1802 a dicho 1805”. Allí
se indica que “en tres días del mes de mayo de 1805 años se
remató la Ysla de Guajehuata (sic) en don Gregorio Estevez (sic)
en la cantidad de cien pesos a denso redimible, y quitable”39.
Asimismo, en el mismo documento, en la sección “propios y
arbitrios” se indica que en “mayo 21 de 1805 don José Romero

38 Ibíd.
39 ARP, fondo Intendencia, sección documentos varios, años 1804–1806 caja 033.

60
Néstor Pilco Contreras

que remató la ysla (sic) y tierras de Antaguata jurisdicción de


esta villa en 60 pesos”40. Esta última referencia hace alusión a la
actual isla Espinar o de los enamorados.
Es bastante conocido en la historia del Perú y mundial que
las islas fueron utilizadas en distintas épocas como presidio. Las
del Titicaca no fueron la excepción. El recaudador José García,
del pueblo de San Salvador de Capachica, propone —con la
anuencia del intendente de Puno— la “adjudicación de unos
islotes de la laguna de Titicaca sita en esa provincia, con cargo
de mantener presidio en ellos”41. Este pedido no prosperó.
“Visto este expediente con lo expuesto por la real audiencia del
Cuzco en su informe a que coadyuba (sic) el señor fiscal, siendo tan
contrario a los objetos de la justicia, y policía el arvitrio (sic) propuesto
por don José García recaudador del tributo del pueblo de Capachica
de la provincia de Puno [quiere] que se le adjudiquen las Yslas (sic)
situadas en la Laguna de Chucuito, constituyéndolas presidio de los
malechores (sic) de aquel territorio, y manifiestos los inconvenientes
que resultarían si se adoptase semejante proyecto: se declara no haber
lugar a dicha adjudicación; previniéndose al señor intendente haga
que inmediatamente se saquen y conduzcan a sus respectivas cárceles
los reos que hubiese remitido por vía de prueba o deposito, como lo
expuso en su oficio de 2 de julio del año pasado promoviendo medios
menos arriesgados para consultar la seguridad pública a que lo esti-
mula su buen celo, y para ello diríjasele la orden que corresponde.
Lima 17 de octubre de 1803”42.
La isla Esteves se convirtió en cárcel con posterioridad a
la rebelión de Cusco de 1814. Se conoce que el padre de Miguel

40 Según el lingüista Cerrón Palomino, Huata en puquina significa pueblo. Mientras que
Mamani, en su libro “Toponimias altiplánicas del departamento de La Paz”, sostiene que
“Wat’a en aimara significa itsmo” (p. 303). Nosotros sostenemos que Huata proviene
del puquina y significa isla e implica la parte más baja de la llanura donde emerge un
montículo.
41 ARP, fondo Intendencia, sección documentos varios, años 1804–1806 caja 033.
42 ARP, fondo intendencia sección documentos varios 1803, caja 032.

61
Puno durante la Independencia (1809-1825)

San Román43 fue sacado de la isla y ejecutado en la Plaza Mayor


de Puno. Por su parte, Néstor Cano, en un artículo publicado
en la revista Ondina, tercera época N° 13, 1915, bajo el título
“Patriotas puneños presos en la prisión de la isla Esteves”,
republicado en el Álbum de Oro, tomo XVII, indica:
“Después de las batallas de Macacona, Torata, Moquegua y Zepita,
libradas contra las huestes españolas fueron tomados prisioneros
muchos conspicuos jefes del ejército libertador y estos, víctimas de
inauditos vejámenes, aherrojados en los calabozos de la isla Esteves,
y frente a esas mazmorras áspides del despotismo para sepultar la
libertad, colocaron un cañón que debía sembrar metralla y cosechar la
muerte al primer intento de evasión”.44
Por un manuscrito de fecha 5 de octubre de 1823, dado en
el cuartel general de Tincopalca por José de la Serna, se sabe que
no solo los patriotas estuvieron en la cárcel de la isla Esteves,
sino también aquellas autoridades virreinales que incumplieron
las órdenes del virrey, como revela el siguiente texto:
“Respecto a que en este punto solo han puesto veinte quatro (sic)
chipas de cebada, dispondrá Ud. Que el alcalde y el señor cura de
Cabana pasen inmediatamente a la Ysla (sic) en donde deberán estar
presos un mes contado desde el día de su presentación en esa capital,
a fin de que no obaden (sic) otra vez el cumplimiento de las órdenes
superiores y sirba (sic) de estímulo para que los demás las cumplas con
la exactitud que el servicio nacional demanda”.45
También se conoce que la situación dentro de la isla fue muy
compleja pues hubo intentos de fuga. En un informe del 8
mayo de 1823, realizado por el jefe del “destacamento de la
Ysla”, Manuel Harnica, se señala:

43 Glave, L. M. (2016). Guerra, política y cultura en la génesis de la independencia andina,


1808–1815. En la independencia del Perú ¿concedida, conseguida, concebida?, IEP, pp.
305–354.
44 Álbum de Oro “Monografía del Departamento de Puno” tomo XVII de Samuel Frisancho,
p. 74. Patriotas puneños presos en la prisión de la isla Esteves.
45 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios 1823, caja 048.

62
Néstor Pilco Contreras

“Hoy a las honse (sic) del día he echo (sic) venir a este destacamento
al indio mulero que se relevó a hir (sic) y pase en compañía del capitán
don Álvarez y el dicho indio mulero al depósito de prisioneros para que
me hisiera (sic) saber los que le ofrecieron oro y plata a fin de que les
facilitaran sacarlos de la Ysla (sic) donde se hallan ellos, resultan ser
Mata Linares el mayor y Moncaxau el paceño V.S. me havisara (sic)
la providencia que debo de tomar sobre este echo (sic)”.46
Ante este episodio se tomaron varias medidas, entre ellas
que el jefe del destacamento de la isla envíe informes mensua-
les47sobre la cantidad de prisioneros y situación de los mismos
al mismo virrey asentado en Cusco. Además, se mandó reforzar
las medidas de seguridad de la isla con mayor cantidad de arti-
lleros realistas. Según la revista de fecha 11 de junio de 1823,
fueron destacados a la isla Esteves el sargento de segunda
Fermín Chávez y el artillero Miguel Ascuña.
Existen tres documentos en los que se da a conocer la lista
de presos de la isla Esteves durante el proceso de la indepen-
dencia (1815–1825). El primero de ellos es proporcionado por
Cano (1915)48: “relación de los puneños que luchan por la indepen-
dencia del Perú y fueron encarcelados en prisión de la isla Esteves y son
Carpio, Deustua, Morote, Ríos, Noriega, Valdizan, Jiménez, Toledo,
Velásquez, Elguera, Torres, Laiseca, Grados, Taramona, Dulanto,
Matis, Gonzales, Solar, Iraola, Castro, Tineo, Ugarte, Coloma,
Dulanto, Echenique, Cardenas, Tapia, Pila” (Frisancho, 2000, p. 74).
Una segunda lista la presenta el historiador Torres Luna
(1968), quien señala que “mientras se realizaban las campañas de

46 Ibíd.
47 EL virrey La Serna en una carta enviada al intendente de Puno Tadeo Gárate, con fecha 27
de agosto de 1822 pide informe mensual sobre la situación de los prisioneros en la Isla
Esteves.
48 El artículo “Patriotas puneños presos en la prisión de la isla Esteves” de Néstor Cano origi-
nalmente fue publicado en la revista Ondina, tercera época N° 13, octubre de 1915 y
republicado en el Álbum de Oro tomo XVII “Monografía del Departamento de Puno” de
Samuel Frisancho p. 74.

63
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Intermedios, en Puno se hizo de la isla Esteves un presidio donde se


deportaban a los patriotas ilustres […]” (p. 224). En la numerosa
relación de patriotas prisioneros destacan Rudecindo Alva-
rado, Agustín de Solar, Fermín del Castillo, José Rufino Eche-
nique, José de la Guarda, Francisco Crespo, Carlos Godoy, etc.
Además de sus nombres, figuran los cargos y el origen de su
compañía o batallón.
La tercera nómina fue encontrada en el ARP, fondo intenden-
cia, sección documentos varios, bajo el título “Lista de los jefes
oficiales, prisioneros y presos que se conducen a la [Ysla] isla
de Esteves [Estebes] en Puno por el teniente Don José María
Martínez y salen de esta capital el día 3 del corriente”49. Dicho
documento fue enviado por el virrey La Serna desde la ciudad
del Cusco, con fecha 4 de julio de 1824. (Figura 5)

Para rendir tributo a los patriotas que ofrendaron sus vidas en


la isla, se han construido dos “monumentos conmemorativos;
uno a la independencia peruana y el otro dedicado a la me-
moria de James Orton, investigador norteamericano muerto en
el naufragio de la goleta Aurora, frente a las costas de la Isla
Amantani, a fines del siglo XIX” (Vera, 2014, p. 224). Sobre la
construcción del monumento en homenaje de los patriotas, Fri-
sancho (1915) dice: “El 3 de junio de 1863, Manuel V. Morote pre-
fecto del departamento y comandante de la quinta división del ejército,
dirigió un oficio al subprefecto del cercado, Comandante Diego Arés-
tegui, manifestándole su propósito de levantar, de su propio peculio,
un monumento que perpetuase la memoria de los que tanto sufrieron
por la causa de la libertad” (pp. 74–75). El monumento de la in-
dependencia fue inaugurado el 28 de julio de 1863. Finalmente,
destacamos que hasta las primeras décadas del XX funcionaba
en la isla Esteves una prisión, donde se encontraban recluidos
los presos políticos que se oponían a los regímenes de turno.

49 ARP, fondo intendencia, documentos varios 4 de julio de 1824, caja 049.

64
Néstor Pilco Contreras

Figura 5. Obelisco en honor a James Orthon (izquierda) y a los


patriotas de la independencia (derecha) en la isla Esteves.

Fuente: Washington Cano (1952).

Batalla de Zepita o Chua Chua

Zepita50 es un distrito de la provincia de Chucuito, región


Puno. Lingüística y culturalmente son los herederos de los
uruquillas, puquinas y aimaras. El legado histórico lo cons-
tituyen las pinturas rupestres de Chosecani, las chullpas de
Ichocollo y el complejo arqueológico de Tanka Tanka (pukara).
Durante el desarrollo del señorío Lupaca, Zepita fue una de las
siete cabeceras o pueblos; con el advenimiento inca fue parte
del Camino (Qhapaq Ñan) del Collasuyo, y en la etapa colonial
acogió a los frailes dominicos, quienes construyeron la iglesia

50 Pilco, Néstor: “Zepita en la historia del Perú”, publicado en el diario los Andes, 27 de
agosto de 2016. p. 20.

65
Puno durante la Independencia (1809-1825)

matriz de San Pedro, de estilo barroco; al mismo tiempo, fue el


eje comercial del circuito viñero de la mita de Potosí.
A fines del siglo XVIII, durante la rebelión postupacama-
rista, destaca el zepiteño Isidro Mamani, quien fue figura de la
rebelión indígena en la provincia de Chucuito. Condujo junto a
Pascual Alarapita la toma de Zepita, Pomata, Juli, Ilave, Acora
y Chucuito.
Uno de los acontecimientos más relevantes durante las
guerras de independencia fue la batalla de Zepita, también
conocida como batalla de Chua Chua, realizada el 25 de agosto
de 1823, durante la segunda Campaña a Puertos Intermedios,
dirigida por el general patriota Andrés de Santa Cruz, siendo
presidente de facto de nuestro país José de la Riva Agüero.
El ejército patriota se embarcó en el Callao en mayo de 1823,
compuesto por 7 batallones de infantería, 5 escuadrones de
caballería y ocho piezas de artillería; entre oficiales y soldados
sumaban cerca de 5000 efectivos. Desembarcaron en Arica,
desde donde emprendieron la marcha sobre la cordillera de los
andes divididos en dos grupos, uno dirigido por Gamarra y el
otro dirigido por Santa Cruz. (Cuadro 5)
El general Oscar Santa Cruz, hijo del mariscal de Zepita
Andrés Santa Cruz, en su discurso por el centenario de la
batalla de Zepita, celebrado el sábado 25 de agosto de 1923 en
los campos de Chua Chua, publicado en el diario “El Eco” de
Puno, respecto a la marcha del ejército expedicionario de la
costa a la sierra, señaló:
“El General Santa Cruz salió de Tarata, el 23 de Julio, por la cordi-
llera de Iscuchaca, hacia el Desaguadero, y tomó posesión del puente
del Inca, 29 y el 7 de agosto, ocupó la ciudad de La Paz, cuya pequeña
guarnición realista se retiró, abandonando sus pertrechos y repuestos
militares.
El General Gamarra salió también el 23 de Julio, con la segunda divi-
sión, hacia Oruro por el camino de Tacora y San Andrés Machaca,

66
Néstor Pilco Contreras

Cuadro 5
Cuerpos y jefes comprometidos en la campaña de Santa Cruz a
intermedios.

U nidad J efe Ef ectivos


Infantería
Primer batallón de Legión Tte. Cnel. Cerdeña 536
Batallón de Cazadores Tte. Cnel. Alegre 843
Nro 1 Cnel. Elespuro 816
Nro 2 Tte. Cnel. Garzon 642
Nro 3 (?) 507
Nro 4 Cnel. Pardo Zela 508
Nro 6 Cnel. San Miguel 654
Ocho piezas de campaña Tte. Cnel. Morla 142
Ca ballería
Regimiento de Húsares de la Legión Cnel. Brandsen 423
Dos escuadrones de Lanceros Cnel. Plasencia 298
Total 5369

Fuente: Rincones, 2014, p. 50.

y llegó el diez de Agosto á Calamaros, sorprendiendo al General


Olañeta que con 1,500 hombres venía desde Potosí ignorando el
desembarco y proximidad de los patriotas. En Calamarca, el General
Santa Cruz reforzó la División del General Gamarra con un Escua-
drón de Húsares, y una columna ligera de 300 soldados escogidos del
Primer Cuerpo, a las órdenes del Coronel Vargas y antes de llegar á
Oruro se le reunió el intrépido Coronel Lanza, con una partida de
600 hombres. Con estos importantes aumentos de tropa el General
Gamarra contaba con más de 3000 hombres, es decir con el doble del
ejército de Olañeta, y no se comprende que, con fuerza tan superior,
no lo hubiera perseguido, hasta destruirlo, pero lo dejó escapar, tran-
quilamente, contentándose con tomar los elementos de guerra aban-
donados por el enemigo. Esta culpable conducta del General Gamarra,
fue la repetición de la energía que demostró en Ica y Macacona, y la
primera de las desastrosas faltas que cometió en la actual campaña,
imposibilitando la realización del plan del General Santa Cruz, que
se había propuesto dejar el Sur libre de enemigos, para dirigir sus
operaciones sobre Arequipa y el Cuzco”.

67
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Santa Cruz, según Eduardo Pineda, una vez “llegando a


La Paz […] impuso al pueblo una contribución de doscientos mil
pesos” (El Siglo, 1923). Al mismo tiempo, el futuro “Mariscal de
Zepita” envió cartas y bandos a los caciques puneños invitando
a que se unan, junto a la masa indígena, al “ejército libertador”.
En la revista “Letras” de la Universidad del Cuzco, en agosto
de 1923, el chucuiteño Manuel A. Quiroga publica una carta
inédita en la que Santa Cruz, el 2 de agosto de 1823, se dirige
desde el pueblo de Desaguadero a un cacique.
“Al abrir la campaña con el ejército libertador de que estoy encar-
gado, he marchado sobre la base cierta de que han de ayudarme i
concurrir a su vez los pueblos a quienes vengo a libertar, porque estoy
convencido de que el amor a la libertad e independencia de nuestra
patria es grande ya en todos los americanos. […] indígenas del país
i amigos bien conocidos de todos sus habitantes lo componen, i esta
circunstancia doble que más nos estrecha, debe también marcar la
confianza de todos ellos. […] Ud. es uno de ellos, i cuento con que
inmediatamente que reciba esta orden, se presente con ella al pueblo
de su mando, leyéndola en público, exija que se levante i arme en
masa para cooperar con este ejército. […] cerrar todas las comuni-
caciones al enemigo, prendiendo i remitiéndome a los sospechosos,
auxiliándome así mismo con algunos caballos i hombres montados
que puedan servir en el ejército”.
También se conoce que el 5 de agosto de 1823, Sucre envía
una carta a Bolívar indicándole claramente que Santa Cruz desa-
provechó una gran oportunidad por la pasividad y lentitud de
su ejército. “Suponga usted, que después de haber desembarcado el
general Santa Cruz en Ilo pacíficamente, y que no tenía otra oposi-
ción a todo su ejército que Carratalá con 700 hombres en Arequipa,
yo debí pensar que aprovechando la ocasión habría caído sobre esta
fuerza y seguidamente sobre el Cusco, donde por todo existían 300
veteranos y 800 a mil reclutas acabados de tomar. Tenía tiempo para
esto y para tomar el Apurímac, antes que Canterac pudiera mandar
ningún refuerzo” (Dellepiane, 1931, p. 529).

68
Néstor Pilco Contreras

En tanto, el ejército realista, dirigido por el general Geró-


nimo Valdés, partió rumbo a Sicuani el 2 de agosto, compuesto
por un batallón, un escuadrón y dos piezas de artillería que le
encomendó el virrey La Serna. En Pomata recibió el refuerzo
traído de Arequipa por Carratalá, que consistía en 1000 hombres
formados en un batallón y dos escuadrones. Valdés dispuso
entonces de un total de 1900 soldados y 2 piezas de artillería,
con los que continuó sobre el Desaguadero.
El virrey La Serna salió de Cusco rumbo a Puno con 4000
soldados y 1000 caballos. Durante el trayecto daba órdenes a los
pueblos que se ubicaban en el antiguo camino de Qhapaq Ñan
del Orcosuyo para que provean alimentos y forrajes. Asimismo,
informaba sobre la marcha del ejército realista al punto de
Zepita. El 6 de agosto de 1823, desde Sicuani, señala al inten-
dente de Puno:
“Del 16 al 17 del actual llegará a esta ciudad la primera división
nacional al mando del señor mariscal de campo D. Gerónimo Valdez,
doy a V.S. este aviso para su inteligencia y a fin de que desde el recibo
de esta orden de Ud. al señor general Valdez iguales partes que a este
superior gobierno de quantas (sic) noticias adquiera de los enemigos,
sus movimientos y fuerzas y de todas las novedades que merezcan la
importancia” (ARP, fondo intendencia, caja 048).
El 20 de agosto de 1823, las compañías de Valdés y de
Carratalá se unieron en el pueblo de Juli y desde allí empren-
dieron la marcha sobre el ejército patriota acampada en el
punto de Desaguadero. Cabe indicar que en esa fecha el grueso
del ejército del virrey La Serna se encontraba en el pueblo de
Ayaviri.
Respecto a la composición de las tropas combatientes
existen algunas diferencias propias de los usos de guerra, en
vista de que la reserva y confidencialidad de la información
fue fundamental para explicar el resultado de la batalla. Según
Miller, “las fuerzas realistas al mando de Valdez constaban de los
batallones Victoria, Partidarios y el 1er batallón del 1er Regimiento,

69
Puno durante la Independencia (1809-1825)

un destacamento de 700 jinetes y 4 piezas de artillería de campaña,


fuerzas que se estimaban en 1,800 hombres, mientras las fuerzas de
Santa Cruz fueron estimadas en 1,600 hombres”51.
Por su parte, Bonilla (1923) dice que los realistas tenían
el “batallón Victoria y de Partidarios, destacamento del primer regi-
miento de infantería, diversos cuerpos de caballería, 4 piezas de arti-
llería. Haciendo un total de 1800 combatientes. Los patriotas, batallón
legión peruana, cazadores, N° 2, N° 4, regimiento húzares de la legión
peruana y 2 piezas de artillería. Haciendo un total de 1300 soldados de
los cuales 400 de caballería, habiendo quedado asegurado el puente por
300 hombres con dos piezas” (pp. 68–69).
De acuerdo con Valdés, sus fuerzas eran los batallones
Victoria, Cazadores, el 1er batallón del 1er Regimiento, tres
escuadrones de caballería y 4 piezas de artillería. En tanto, sobre
el ejército patriota, dice: “el caudillo Santa Cruz con cuatro bata-
llones, dos escuadrones, y dos piezas de campaña vino desde el
Desaguadero sobre mis fuerzas”.
Las fuerzas patriotas, según el parte oficial de Santa Cruz
y el coronel Federico de Brandsen, estuvieron integradas y lide-
radas de la siguiente manera: Batallones: 1° de la Legión peruana
con 350 hombres liderado por José María Apellanis, Cazadores
con 350 hombres liderado por Ventura Alegre, Vencedor con
300 hombres dirigido por Eugenio Garzón, batallón Número 4
con 150 hombres dirigido por Félix Castro y los escuadrones 2
y 3 del regimiento de caballería Húzares con 200 jinetes diri-
gidos por Federico de Brandsen y Eugenio Aramburú, respecti-
vamente, además de 2 piezas de artillería de montaña dirigidas
por Francisco Méndez.
El desarrollo de la batalla fue de la siguiente manera. El
ejército patriota, “en la mañana del 25 de agosto, Santa Cruz que

51 Citado en: Linares, E. (2003). Batalla de Zepita. En http://elinaresm.blogspot.com/2013/08/


la-batalla-de-zepita.html. Consultado el 8 de octubre del 2018.

70
Néstor Pilco Contreras

disponía de toda su división reunida, a la que había hecho pasar la


víspera el puente del Inca, emprendió el avance sobre Zepita para
buscar al enemigo precedido por una vanguardia a órdenes del
Coronel Brandzen, compuesta por el Batallón de “Cazadores” y el 2°
escuadrón de “Husares” (Dellepiane, 1931, p. 177). En el trayecto,
Brandzen tuvo el primer enfrentamiento con una división
realista en el lugar denominado Cumi (distrito de Zepita). El
puente, Según Santa Cruz, había quedado asegurado por “dos
piezas de artillería y dos compañías de cada Batallón”.
En tanto, el ejército realista aguardaba en los altos de
Chuachuani. Valdés dice: “El caudillo Santa Cruz con cuatro
batallones, dos escuadrones y dos piezas de campaña, vino desde el
Desaguadero sobre mis fuerzas, y reconocido con tiempo, hice con
todo orden mi repliegue hasta la cuesta de Zepita, en donde me situé”.
Con los patriotas ubicados en la llanura y los realistas
situados en los cerros de Chuachuani, la batalla se inició en
horas de la tarde del 25 de agosto de 1823 para decidir entre la
tiranía y la libertad. La fuerza patriota, según Bonilla, “quedó
desplegada en el vasto campo de Chua Chua”. Distribuida a
la derecha la legión peruana, al centro el batallón N° 4 y a la
izquierda el batallón “Cazadores”. Las piezas de artillería divi-
dían por la mitad la línea de la infantería. Mientras el batallón
N° 2 “Vencedor” quedó como reserva.
Una vez que los realistas estuvieron en posesión de las
alturas, se inició un violento tiroteo entre ambas líneas formadas
paralelamente. Santa Cruz, en su informe, señala:
“La tarde estaba vencida y para obtener un triunfo cierto y más
pronto en el tiempo que daba el día, era preciso burlarlo”. Para ello,
“marchó el batallón de la Legión a ocupar las alturas de la derecha
precedido de una columna de tiradores a las órdenes del sargento
mayor don D. José María Apellanes, y apoyado del tercer escuadrón
de Húsares; el batallón de Cazadores con su distinguido comandante
don Ventura Alegre apoyado del segundo escuadrón dirigido por el

71
Puno durante la Independencia (1809-1825)

muy esforzado y benemérito coronel don F. Brandzen atacaron sobre


el camino principal”.52
“En esta disposición se encendió un fuego matador por todas partes:
la Legión y Tiradores se adelantaron como debían sobre la gran resis-
tencia: las compañías del No. 4 aparentaron una fuga desordenada,
según ordenes que tenían, se replegaron sobre el Vencedor destinado
a sostenerlas, lograron así atraer al llano al enemigo que creyendo
cierta su ventaja tomó la ofensiva e hizo descender toda su infantería
y numerosa caballería”.53
El caudillo Santa Cruz atribuye el triunfo a esas manio-
bras, “estas dos cargas brillantes secundadas a la vez por
un esfuerzo general decidieron el combate y arrancaron al
enemigo la victoria y el prestigio que ha querido sostener de su
superioridad”54.
Por otro lado, Valdés, en su parte militar, sostiene:
“... creídos los enemigos de sacar ventajas de mi fuerza inferior en
número, dispusieron un ataque sobre mi posición, ocupando con su
batallón de Cazadores la altura de mi izquierda, y viniendo los demás
por mi frente: dispuse por tanto que el Señor Brigadier Carratalá
atacase dicha izquierda con trescientos hombres de Vitoria, y dos
mitades de Caballería, y a pesar de la grande escabrosidad del terreno,
este jefe logro desalojar al enemigo al anochecer de unas fuertes cercas
que ocupaba: allí murió el Coronel enemigo Cerdeña con algunos
Oficiales y como ochenta soldados: entre tanto hice un vigoroso ataque
contra las columnas de mi frente, en el que el valiente Capitán Olivares
con su Compañía de Cazadores de Vitoria se arrojó a la bayoneta, y
dispersó al batallón número cuatro; siguió apoyando de la segunda
del de Cazadores del mando del Capitán Archondo, ambos obligaron
a retirarse en desorden al batallón enemigo número dos causándole
mucha perdida: al mismo tiempo la compañía de granaderos de dicho
cuerpo al mando de su brillante Capitán Manrique, arrolló al batallón

52 Parte de la Batalla de Zepita dirigida por Santa Cruz Cuartel General, en el Desaguadero,
agosto 26 de 1823.
53 Ibíd.
54 Ibíd.

72
Néstor Pilco Contreras

de la Legión, interín contenían con vivo fuego a un escuadrón enemigo


las compañías de tiradores, y tercera del de cazadores mandadas por
sus Capitanes Herrera y Puente; y cerrada en esto la noche retirándose
precipitadamente los enemigos”.55
Fueron los intereses y celos de los líderes patriotas los que
ocasionaron que resultara un fracaso la expedición a puertos
intermedios. Sobrevilla (2015) dice:
“Santa Cruz escribió a Sucre detallando que no había esperado que el
virrey estuviera pisándole los talones de tan cerca, y que, incluso con
la ayuda de Cochabamba y las fuerzas guerrilleras de los valles bajos,
no tenía ninguna esperanza real de triunfo, salvo que recibiera un
apoyo inmediato ya fuera de las tropas que habían sido prometidas de
Chile o del mismo Sucre. Para octubre toda la aventura en el Alto Perú
había llegado a su fin: Santa Cruz y Gamarra se habían visto obligados
a huir de vuelta a Moquegua” (pp. 94–95). (Figura 6)
Después de la batalla de Zepita, el 25 de octubre de 1823,
el general en jefe Alejandro Gonzales Villalobos comisionó al
teniente coronel don Domingo Espinoza y al capitán don Tadeo
Picasarri para que pasen desde los pueblos de Pomata hasta
Desaguadero con el objeto de que reúnan las armas, municiones,
aparejos y demás efectos que los enemigos en su fuga a la costa
hayan dejado. Asimismo, ordenó que los curas de los pueblos
también “se encarguen de la reunión de armas, que les diga que
serán abonados por la hacienda pública; cuatro pesos, por cada
fusil útil, tres una bayoneta y dos un bayoneta ni llave”56.
En suma, la segunda expedición a puertos intermedios
dirigida por Santa Cruz concitaba diversos intereses geopolí-
ticos de los países de América del Sur y sed de poder entre los
caudillos militares.
“La expedición de Santa Cruz fue percibida desde el inicio como una
amenaza para los intereses de Chile, las aspiraciones del gobierno

55 Informe de Valdés al Virrey sobre los sucesos de Zepita, en CDIP. Tomo. XXII. p. 209.
56 Ibíd.

73
Figura 6. Fotos de la celebración del centenario de la Batalla de
Zepita
Fuente: Revista Mundial, N° 176 – Lima, 28 de setiembre de 1923.
Néstor Pilco Contreras

en Buenos Aires por recuperar su influencia en el Alto Perú, y de


Colombia vía Bolívar, Para que se instituya un Estado republicano
extenso y poderoso sobre el territorio del antiguo virreinato peruano.
Ello explicaría las demoras y bloqueos de ayuda militar de tales
gobiernos al ejercito de Santa Cruz, sin ignorar sus aspiraciones
reales o imaginarios de Santa Cruz, para controlar tales territorios”
(Montoya, 2019, p. 205).
Esta campaña constituyó una gran oportunidad para
lograr la victoria patriota sin intervención extranjera, pero no lo
fue, debido a los intereses geopolíticos de los países, fallas estra-
tégicas y ambiciones personales por el poder. Años después,
Santa Cruz fue laureado con el título de “Gran Mariscal de
Zepita”, así como el coronel Blas Cerdeña y Federico Brandzen
y, la ciudad de Zepita honrada con el título de “Benemérita de
la Patria”.

Proclama y jura de la independencia en Puno en 1824

Muchos patriotas de las expediciones a “puertos interme-


dios” tras la derrota fueron capturados y confinados en la isla
Esteves, en la bahía de Puno. En diciembre de 1824, una vez
conocida la victoria patriota en Ayacucho, se procedió a liberar
a los presos patriotas de la isla y el lunes 27 de diciembre de
1824 el argentino Rudecindo Alvarado proclamó la indepen-
dencia y asumió el mando político y militar bajo los siguientes
términos:
“Los abitantes (sic) de esta capital al saber q las armas de Colombia y
el Perú sellaron la independencia de su suelo en los campos de quinua,
no quisieron ni un solo momento la expresión de su entusiasmo a la
causa de América y reunidos con los jefes españoles q mandaban la
fuerza proclamaron su libertad, dándola a los valientes q la desgracia
encerró en dura prisión: mis sentimientos propensas al orden y bien-
estar de este departamento me obligaron a entregarme del mando polí-
tico y militar, con solo el objeto de conservar la tranquilidad de sus

75
Puno durante la Independencia (1809-1825)

moradores, y resguardarlo de nuevas inbaciones (sic) que nos son de


esperar”.57
Al respecto, el ilustre abogado puneño Eduardo Pineda,
en un artículo publicado en 1925, sostiene:
“En la Isla de Esteves, a poca distancia de esta ciudad en la que se
encontraban también presos varios patriotas puneños i de otras partes
condenadas por sus ideas de libertad, quienes eran severamente vigi-
lados en el lugar denominado “la pólvora”, cercano a la isla i antiguo
arsenal de los españoles […] no era posible soportar tantos despo-
tismos; había que tomar una actitud resuelta mayormente si llegaban
ya leves rumores de la victoria de Ayacucho. I así fue. Los presos i otros
patriotas que les unieron, a las órdenes del general mayor Alvarado
consiguieron salir de la Isla i tomar a viva fuerza esta plaza, sirviendo
la sangre derramada de simiente para la libertad”.58
La proclama y plan para la jura de la independencia en
Puno fue redactada por el general Rudecindo Alvarado, quien
nació en Salta (Argentina), fue lugarteniente de San Martín y
formó parte del ejército de los Andes. El documento consta de
ocho artículos y se encuentra en el ARP, fondo intendencia, año
1824 (lamentablemente, la parte superior de la hoja quemada).
A continuación, transcribimos con fines académicos:
“1. El jueves 30 del corriente, concurrirán todas las corporaciones de
esta ciudad, y todas sus estantes y abitantes (sic) a la plaza mayor,
a las diez de la mañana, y prestaran en ella, el juramento de la inde-
pendencia, pasando en seguida a la iglesia mayor donde se cantará
solemne misa de gracia y el ygno Ambrosiano por tan plausible suceso.
2. Se hará un repique general de campanas y salva de artillería (f1)
[quemado] del juramento haya terminado, y al tiempo que se entone el
tedeum en la iglesia matriz.

57 ARP, fondo intendencia, caja 049, año 1824. Declaración de la Independencia en Puno por
el general Rudecindo Alvarado, el 27 de diciembre de 1824.
58 Cirrus: Revista mensual de letras, ciencias, pedagogía y sport. Año 1, N° 2, Puno, 28 de
julio de 1925, p. 4.

76
Néstor Pilco Contreras

3. Se iluminarán los balcones, puertas y calles de esta ciudad por tres


noches consecutivas y acompañarán la iluminación el repique general
de campanas.
4. Los funcionarios públicos, continuaran en el ejercicio de sus
empleos, hasta que resuelva lo conveniente el gobierno superior de la
república, reservándome la provisión de los que han quedado vacantes
o exija la necesidad.
5. Los españoles existentes en este departamento serán tratados con
toda la consideración a que se han echo (sic) acreedores en estas
circunstancias, y el gobierno protegerá su seguridad e intereses.
6. Si algunos quisiesen salir del departamento se les expedirá pasa-
porte franco para donde la acomode: prestándoseles los auxilios qe
permitan las circunstancias, por q mi ánimo es hacerles más soporta-
bles su desgracia, y manifestarles la lenidad del gobierno.
7. Todos los empleados q dependen del gobierno libre del Perú se presen-
tarán al acto de que abla (sic) el capítulo 1° con escarapela blanca y
encarnada conformándose al pavellón (sic) qe los protege.
8. Se circulará a los gobiernos sugetos (sic) en este departamento
para su ejecución y observancia y se publicará en los lugares acos-
tumbrados, para que llegue a noticia de todos. Dado en Puno 27 de
diciembre de 1824”.
Para realizar la jura de la independencia, el 29 de
diciembre se envió una correspondencia al vicario de Puno,
Manuel Alejandro Grados, para que todas las corporaciones se
reúnan en la casa del general Alvarado y luego “se dirijan con él
a la Yglecia (sic) matriz, donde se celebrará la misa y se cantará el TE
DEUM” (ARP, 1824). Además, “antes de comenzarse la misa deberé
prestar yo el respectivo juramento en manos del señor general en jefe: y
en seguida las corporaciones en las mías y acto continuo ante V. todos
los eclesiásticos residentes en el lugar” (ARP, 1824).
De la misma manera, se envía documentos a las distintas
autoridades del departamento de Puno. Así, por ejemplo, el
27 de diciembre de 1824, se remite un documento a la Junta
Mayor de Chucuito, dirigida por Barragán, comunicándole lo
siguiente:

77
Puno durante la Independencia (1809-1825)

“El jueves 30 del presente se jura la independencia en esta capital por


disposición del señor general en jefe de la provincia y como esta debe
solemnizarse con toda la pompa que es debida, le provengo a V. que sin
detención de un instante haga que concurran los funcionarios de los
pueblos de Chucuito, Acora e Ylave con todos sus bailes: entendién-
dose qe en aquel día a las 7 de la mañana deben estar reunidos en esta
capital” (ARP, 1824).
Pineda Arce dice: “La jura de la Independencia se hizo solem-
nemente conforme á ese ceremonial, el día 30 de diciembre de 1824.
El acto fue público, sobre un tablado que se había levantado al centro
de la plaza principal”59 de Puno. La fórmula de la juramentación
fue: “Jurais a Dios y a la patria el sostener la independencia de la
América, de toda dominación extranjera y especialmente de la espa-
ñola, sacrificando para ella vuestras propiedades y vuestra vida si fuese
preciso […]” (Álbum de Puno, 1937). Posteriormente, el cabildo
puneño recibió un oficio dirigido por el general en jefe del Ejér-
cito Libertador del Perú, Antonio José de Sucre, felicitando al
departamento de Puno por su comportamiento patriótico y
anunciándole que la República del Perú había completado su
libertad y su independencia.
Entre las primeras autoridades republicanas de Puno
figura Pedro Miguel de Urbina como primer prefecto, “abogado
defensor general de menores y ausentes de la alta cámara de
justicia del Cusco, intendente propietario de la provincia de
Chucuito y prefecto interino de este departamento” (ARP, 1825).
En tanto que el primer concejo municipal estuvo integrado por:
Manuel José Morel (alcalde de primer voto), Andrés Torres
(alcalde de segundo voto), Fermín Arriaga, Manuel García y
Anselmo Arce (regidores), Felipe Arce (síndico procurador) y
Gregorio Gallegos (defensor de menores). (Figura 7)
Las nuevas autoridades republicanas, como primera
medida, examinaron los recursos económicos que había en

59 Cirrus: Revista mensual de letras, ciencias, pedagogía y sport. Año 1, N° 2, Puno, 28 de


julio de 1925. p. 5.

78
Néstor Pilco Contreras

Figura 7. Pedro Miguel de Urbina, primer prefecto de Puno

Fuente: “El Eco de Puno”, 1925 (Archivo de Henry N. Esteba Flores)

la “Contaduría Principal del estado”. Según el informe del


ministro contador, José Victoriano de la Riva, del 7 de enero
de 1825, en los almacenes quedaban: 58 fanegas de harina, 13
marcos de plata chafalonía, 35 frazadas, 400 fanegas de maíz,
6358 cabezas de ganado ovejuno en poder del contralor y recau-
dador Faustino Gordillo, 200 sogas, 12 camisas de tacuyo, 119
pares de zapato, entre otros bienes. Asimismo, por orden del
prefecto Pedro Miguel de Urbina, se elaboró la relación de los

79
Puno durante la Independencia (1809-1825)

“empleados en la administración de renta unidas del departa-


mento de Puno”60, destacando su conducta y patriotismo para
ejercer el cargo.
—— Don Francisco Garcés, natural de la ciudad de Lima,
administrador. Su patriotismo conocido, aptitud y
conducta, las exprimirá el señor prefecto.
—— Don Juan de Oviedo, natural de Arequipa, contador.
—— Don Juan de Escobedo, oficial mayor natural de
esta provincia (su patriotismo, aptitudes y conducta
conocida y notorias).
—— Don Domingo Choquehuanca, oficial segundo,
natural de Charcas en el Alto Perú (amante de la
patria de juicio y aptitud).
—— Don Miguel Núñez, oficial tercero, natural de la
ciudad de La Paz.
—— Don Antonio Talavera, vista y tercerista, natural de
Arequipa.
—— Don Eugenio Miguel de Olazabal, comandante del
resguardo natural de Arequipa (amante de la patria
de juicio y aptitud).
—— Don Francisco García, teniente del resguardo,
natural de esta provincia.
—— Don Manuel de Vidaurre, guarda natural de Lima.
—— Don Faustino Gordillo, guarda natural de Arequipa.
—— Don Mariano Rodríguez, guarda natural de
Arequipa.
—— Don Baltazar Cano, guarda natural de Arequipa.
Según el intelectual puneño Eduardo Pineda (1925), el
congreso constituyente expidió el 7 de mayo de 1825 una reso-

60 ARP, fondo prefectura, caja 001, año 1825.

80
Néstor Pilco Contreras

lución dirigida al señor ministro de estado (en el departamento


de guerra) bajo los siguientes términos:
“El Soberano Congreso, teniendo en consideración, los graves pade-
cimientos heroica constancia i esfuerzo con que ha sufrido en Puno é
Isla Esteves, el general don Rudecindo Alvarado, los Coroneles Carlos
María Ortega i don José Videla, como igualmente don Fernando López
Aldana, Mariano Anselmo Arce y todos los demás prisioneros , que los
enemigos remitieron á la citada laguna de Puno: ha determinado que
su excelencia los atienda como tenga á bien i según el mérito particular
que á cada uno de ellos recomiende”.61

Sucre y Bolívar en Puno en 1825

El libertador Simón Bolívar, después de emprender la


campaña final en el Perú con las victorias de Junín y Ayacucho,
realizó su recorrido triunfal por los pueblos de los andes. Previa-
mente, Sucre preparó la salida del ejército libertador de Cusco
rumbo al Alto Perú, “movilizó a la legión peruana y el batallón Nro.
2 del Perú con mil hombres más 550 húsares de Junín. Próximamente
marcharían Córdova con 3.500 y Lara finalmente con 3000. Todo este
contingente se reuniría entre Sicuani y Lampa” (Rincones, 2014, p.
235).
Antonio José Sucre debió estar en Puno entre el 29 de
enero y el 3 de febrero de 1825. El prefecto y la municipalidad
de Puno le rindieron un merecido homenaje de bienvenida,
siendo los comisionados de los festejos “don Vicente Rodríguez,
don Blas Ramos y don Leandro Cuentas”.62 Al respecto, el notable
abogado puneño Eduardo Pineda (1922) señala: “El 1° de enero
de 1825, se reunió la municipalidad para ocuparse de la recepción de
tan ilustre huésped y, también del alojamiento para los cuatrocientos
soldados que venían con él. Los respetables miembros acordaron acuo-

61 Cirrus: Revista mensual de letras, ciencias, pedagogía y sport. Año 1, N° 2, Puno, 28 de


julio de 1925. p. 5.
62 ARP, fondo prefectura, documentos varios, caja 001, año 1825.

81
Puno durante la Independencia (1809-1825)

tarse hasta reunir la suma de 2000 pesos, y que se embargasen todos


los cebadales existentes para el forraje de la caballería”.63
Ante la presencia del héroe de Ayacucho, el pueblo y las
corporaciones fueron “más allá del Azoguine, antiguo ingenio
de mercurio, donde se levantó un arco triunfal de rojo y alba
con el escudo de la patria y el de Puno” (Pineda, 1922). La casa
donde se alojó Sucre fue propiedad de Vicente Rodríguez,
situada en la plaza principal, colindante con el local del concejo
(ARP, 1825). Finalmente, según Pineda (1922), después de 12
días de permanencia en esta capital, Sucre se dirigió al Alto
Perú. (Cuadro 6)
Durante su estadía en la ciudad lacustre, Sucre comunicó
a Bolívar que elaboró el decreto “que anuncia y prepara el naci-
miento de la futura república de Bolivia” (Rincones, 2014, p. 238).
También se conoce que en la villa de Ácora, Sucre y Casimiro
discutieron largamente el problema del Alto Perú y a su paso
por Zepita se conmemoró la batalla allí ocurrida. Además, Sucre
nombró como prefecto de Puno a Guillermo Miller.

Cuadro 6
Relación de soldados enfermos de la división colombiana en Puno 64

Ba tallón Cl ases N ombres Pesos


Cabo 1° Agustín de Cala 6
Batallón Caracas
Soldado Faustino Rondón 5
Batallón Bogotá Soldado Antonio Sánchez 5
Soldado Manuel Navarro 5
Batallón Boltigeros
Soldado José Centeno 5
Batallón Pichincha Soldado Pedro Ponce 5
Total 31

Fuente: ARP, fondo prefectura, caja 001, 1825.

63 Pineda Eduardo, en diario el “El siglo”, 16 de setiembre de 1922 – N° 2079.


64 Los soldados enfermos fueron atendidos en el hospital San Juan de Dios, esta institución
fue fundada el primero de setiembre de 1801.

82
Néstor Pilco Contreras

En tanto, el libertador Simón Bolívar, en su recorrido por


el surandino, pasó en dos ocasiones por los pueblos de Puno, en
la primera de Arequipa hacia Cusco y en la segunda de Cusco
hacia Alto Perú (hoy Bolivia). Durante su segunda travesía,
Bolívar estuvo en la ciudad de Puno entre el 5 y 9 de agosto de
182565.
Para el recibimiento de Bolívar se realizaron un conjunto
de actividades y coordinaciones. El 6 de julio de 1825 se dio a
conocer la relación de curas y vecinos notables que lo hospe-
darían en su visita a Puno. En el pueblo de Santa Rosa, los
anfitriones fueron los curas de Ayapata, Phara y Quiaca; en
Ayaviri, los curas de Coasa, Macusani y San Antón; en Pucará,
los curas de Arapa, Caminaca, Taraco y Pusi; en Juliaca, el cura
de Moho y Capachica; y en Puno, el primer día el cura de Asillo,
el segundo día los curas de Puno y Chucuito, el tercer y cuarto
días el vecindario de Puno (Victoriano Riva, Manuel Caballero,
Vicente Rodríguez, Felipe Arce, Manuel Ledesma, Casimiro
Bravo y Pedro Velasco) y el quinto día nuevamente el cura de
Capachica66.
Los rituales alegóricos para el recibimiento de Bolívar
en Puno, específicamente en la zona aimara–lupaca, fueron
ideados por Angelo Catacora, quien desde el pueblo de Zepita,
el 26 de marzo de 1825, envía una propuesta al prefecto de Puno.
Fueron siete escenas alegóricas claramente inspiradas en la
riqueza natural, flora y fauna del poblador aimara. En esencia,
estas iconografías y representaciones, en alguna medida, fueron
reproducciones de la tradición colonial como rituales de poder.
“En la raya de Chucuito después de formada el arco triunfal, se presen-
tarán dos toros de buena presencia mansos y decentemente vestidos en
ambos costados, cada uno pisando el yugo opresor, y en seguida en el

65 Véase Urviola, L.H. (2013) Bolívar en Puno y otros ensayos bolivarianos. Puno, Perú:
Corporación MERU.
66 ARP, fondo prefectura, caja 010.

83
Puno durante la Independencia (1809-1825)

mismo pueblo de Chucuito, al pie del dosel y en ambos extremos de la


silla poltrona dos águilas o buitres bien adornados con sintas (sic) de
colores de Colombia y Perú.
En Acora dos garsas en la misma forma.
En Ilave dos vicuñas cargadas de barra tener de oro y plata.
En Juli dos venados con sus penachos muy enjoyados y sus escarapelas
de Colombia.
En pomata, dos llamitas pequeñas blancas para que resalten las cintas.
En Zepita dos alpaquitas pequeñas de un mismo color y tamaño.
Todos estos animales ricamente vestidos”.67
Durante su periplo, el Libertador emitió varios decretos,
tales como:
—— Se declaró heroicos y vitalicios los distritos de
Umachiri, Llalli, Cupi, Macarí y Santa Rosa, lugares
que desde entonces celebran su aniversario de
fundación política.
—— Se incorporó eclesiásticamente los partidos de
Chucuito y Huancané a la jurisdicción del obispado
del Cusco (7 de agosto de 1825).
—— Se eliminó el título de caciques y se procedió con la
distribución de tierras.
—— Se ordenó la construcción de caminos desde el
puente Maravillas (Juliaca) con dos ramales rumbo
a Arequipa y Cusco, respectivamente.
—— Se creó el Colegio de Ciencias y Artes de Puno.
Las principales instituciones republicanas, la prefectura y
la municipalidad, organizaron festejos de despedida a Bolívar.
Los miembros del honorable concejo municipal, según sus
manifestaciones, “quedan con el mayor duelo y ternura, al contem-

67 Informe de Angelo Catacora al prefecto del Departamento, ARP, fondo intendencia, 1825.

84
Néstor Pilco Contreras

plar de que se nos ha separado el padre del Perú, el creador de nuestra


libertad, y el hombre que nuevamente sobre la tierra ha formado la
cuna de la generación americana” (ARP, 1825, 001).

Situación económica de Puno entre 1815 y 1825

Contreras (2015), en su artículo titulado “Menos plata,


pero más papas: Consecuencias económicas de la indepen-
dencia en el Perú”68, sostiene:
“La guerra de independencia fue prolongada. Había iniciado en 1809,
cuando el virreinato se convirtió en el centro de la contrarrevolución
en el subcontinente sudamericano, y perduró por los siguientes quince
años. Esos tres lustros de guerra consumieron una gran cantidad de
hombres, animales y capital. Las pérdidas se acentuaron cuando los
ejércitos libertadores que habían venido de Chile, el Río de la Plata y
la Gran Colombia cobraron sus salarios y repatriaron las ganancias de
los capitales que pudieron arrancar a los derrotados españoles. El país
quedó, así, independiente, pero sin comercio, sin barcos ni capitales;
sin minas, sin mulas ni operarios; y sus haciendas sin semillas y con
menos esclavos de los que habían tenido antes” (p. 454).
“La Independencia tuvo un costo económico muy alto
para el país”, indica Orrego (2011), debido, entre otras causas,
a que “dos ejércitos —unos 20 mil hombres— transitaban por
el país. Había que alimentarlos, vestirlos, armarlos y pagarles.
El dinero y los productos para sostenerlos salieron de los
propios peruanos”69. No obstante, este esfuerzo económico
no reflejó un cambio estructural pos-independencia. Jacobsen
(2013), en su libro “Ilusiones de la Transición. El Altiplano
peruano, 1780–1930”, y Contreras (2011), en su artículo “Inde-

68 Contreras (2015). “Menos plata, pero más papas: Consecuencias económicas de la inde-
pendencia en el Perú”. En Contreras, C y Glave L.M. (Ed.). (2015). La Independencia del
Perú: ¿Concedida, conseguida, concebida? Lima, Perú: IEP. pp. 453–481.
69 Orrego J.L. (2011). Perú: Independencia y Economía (1810-1825). Revista Ideele, N° 211,
Lima. Disponible en http://laicacota.blogspot.pe/2011/10/peru-independencia-y-eco-
nomia-1810-1825.html, (consultado el 8 de junio del 2017).

85
Puno durante la Independencia (1809-1825)

pendencia sí, Revolución no”, coinciden en señalar que la


independencia no trajo cambios estructurales en el aspecto
social ni económico.
“La tragedia de la independencia en el Perú es que este cambio polí-
tico no sucedió. Las haciendas, los esclavos y las minas cambiaron de
manos, pero no de espíritu ni de hábitos. Salieron de las manos de
comerciantes y empresarios “chapetones” y fidelistas, para entregarse
a las de generales y caudillos criollos y mestizos […] sin que se alterase
la estructura social del país. Éstos ocuparon el lugar de aquéllos, sin
que su preparación o su motivación ofreciesen un mejor desempeño
económico. La esclavitud se mantuvo por treinta años más, los lati-
fundios y las minas no cambiaron su método de producción […]”.70
Para el caso del altiplano surandino en general y Puno en
particular, la depresión económica se había iniciado con la gran
rebelión de Túpac Amaru. Tamayo (1982), en su libro “Historia
social e indigenismo en el Altiplano”, sostiene que “las ciudades
fueron despobladas, destruidas y algunas borradas del mapa”; agrega:
“la baja enorme de la población ganadera, la disminución del
capital pecuario fue imposible reemplazar en el mediano plazo”
(Tamayo, 1982, pp. 74–75). En consecuencia, “Puno llega a la
independencia, en plena etapa de depresión económica y de crisis gene-
ralizada” (ibíd. p. 76).
Para corroborar esta aguda situación económica de Puno,
Tamayo cita a Choquehuanca, quien indica que Azángaro en
1829 se encontraba en:
Completa decadencia […]. Las carestías generales han sido tremendas
y han hecho estragos en la población; con la carestía general de 1814
y 1816 murieron centenares de personas; las plazas, las calles y los
campos estaban sembrados de cadáveres de los habían sucumbido al
hambre […]. La industria y el comercio están en la mayor decadencia
por falta de capitales, por escases de bestias de transporte y la educa-
ción está totalmente abandonada” (Tamayo, 1982, pp. 74–75).

70 Contreras, C. (2011). Independencia sí, Revolución no. Revista Ideele, N° 212, Lima.

86
Néstor Pilco Contreras

Este panorama desolador y de crisis fue generalizado en


el altiplano puneño. Existen testimonios preocupantes, como el
del recaudador de San Antón (Azángaro), don Carlos Tutacano
Morales, quien el 7 de enero de 1818 informa “no poder cumplir
con la contribución de naturales debido a la calamidad que se
encuentra dicha población”71. Asimismo, en 1817 el alcalde de
Moho, Manuel Isidro Olvea, invoca a paralizar la construcción
de la cárcel debido a la hambruna que afecta a la población de
Moho, bajo los siguientes términos:
“La plaga, que oprime de hambres a este mi comando de indios, repido
(sic) a su piedad paternal, mande al pedáneo de este pueblo suspenda
aun la construcción de la cárcel de que apura a los miserables indios,
pero debiendo ser, una obra maciza, fuerte y duradera para la custodia
de reos, no son capaces los indios lánguidos y estenuados (sic) de
fuerzas de poner en logro su trabajo, pero si para estar siquiera con
descanso en el día, y mas no teniendo abios (sic). Con que alimentarse
fuera de ellas, quando (sic) ni aun, yo tengo que darles a proporción;
para que los indios al comer, se equiparan con los cuadrúpedos, y por
eso la escases presente, hace más efecto en ellos”.72
El aporte económico de Puno para sostener a las tropas
reales fue considerable y fundamental, ya sea en forma de
tributos, contribuciones, acotaciones forzosas (en dinero o
especies) o capital humano y logístico, como a continuación
demostraremos. El virrey Joaquín de Pezuela, con fecha 22
de agosto de 1816, envía un circular a los gobernadores inten-
dentes indicando: “desde que se restableció el ramo de tributos
con el nombre de contribución se mandaron hacer en todos
los partidos del distrito de este virreinato padroncillos provi-
sionales, […] siendo estos documentos esencialísimos para la
cuenta general del ramo”73.

71 ARP, fondo Intendencia, sección documentos varios, caja 044, año 1818.
72 Informe del alcalde de Moho Manuel Isidro Olvea, 21 de octubre de 1817, que pide se
suspenda la construcción de la cárcel debido a la calamidad que sufre la población indí-
gena. ARP, fondo intendencia, documentos varios, caja 041.
73 ARP, fondo Intendencia, sección documentos varios, caja 040, año 1816.

87
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 7
Contribución de los pueblos de Chucuito en 1818.

Pueblos Cantidades Premios Lí quido


Chucuito 2125 89 2040
Ácora 5596 223.7 5372.1
San Miguel de Ylave 2254.4 89 2136.4
Santa Bárbara de Ylave 2202.4 88 2114.4
Juli 3232.6 129.2 3103.3 ½
Pomata 4353 174.1 4178.7
Asunción Patrón de Yunguyo 2268 90.5 2177.3
Magdalena de Yunguyo 1500 60 1440
Zepita 3232 129.2 3102.6
Desaguadero 0848.6 33.6 815
Pichacani 878 35 843
Total 27.323.4 ½

Fuente: ARP, fondo intendencia 1818, caja 044.

Las contribuciones de indígenas durante las guerras de


independencia fueron cumplidas con muchos obstáculos, ya
sea en dinero o en especies. Conocemos que los tributos se
pagaban en dos armadas: El semestre de San Juan y el semestre
de Navidad. Según la planilla de la contribución de San Juan
de 1818 del partido de Chucuito, elaborado por el subdelegado
Francisco de Paula Mendizábal, el monto total y líquido de
contribución fue de 27.323.4 ½ pesos. (Cuadro 7)
En otro documento, el subdelegado de Azángaro, Juan
Bautista de Morales, con fecha 19 de junio de 1818, comunica al
gobernador intendente que don Romualdo Cotacallapa y don
Carlos Mamani, principales y originarios de las parcialidades
de Urinsaya y Hanansaya de este repartimiento, conducen a esa
capital 100 cabezas de ganado vacuno, siendo el importe de ellas,
según las equitativas tasaciones que se han hecho, cuatrocientos
noventa y nueve pesos y cuatro reales. Asimismo, indica que
ese monto se abone en el ministerio de Real Hacienda, por el

88
Néstor Pilco Contreras

ramo de contribución de naturales del presente semestre de San


Juan, y las restantes cien cabezas se han acopiado y caminarán
prontamente. La cantidad de reses recolectadas provenían de
distintos pueblos de Azángaro, tales como San José, Muñani,
Asillo, Arapa, etc.
A medida que pasaban los años, la situación del virreinato
se complicaba. Debido a estas circunstancias, las autoridades
virreinales, para incrementar los ingresos de la real hacienda,
implementaron un conjunto de medidas económicas afectando
fundamentalmente a los indígenas. Aparte de sus tributos,
ahora tenían que pagar contingentes mensuales extraordina-
rios, donativos, 5% de las ventas de tierras, contribución del
10% de las fincas de comunidad, etc. Estas medidas arruinaron
la precaria economía rural de Puno.
El 7 de enero de 1818, el subdelegado de Azángaro, Juan
Bautista Morales, sostiene que recibió el oficio del intendente,
donde le indica “cobrar donativo a los indios y de la venta de
tierras del 5%”74 y responde que los indígenas se “hallan opri-
midos de la notoria calamidad de hambre, que está ocasio-
nando diaria mortandad y dispersión en la indiada, tanto que
aun la contribución de costumbre no se puede recoger”75. Sin
embargo, cinco meses después, en el pueblo de Arapa, el mismo
subdelegado manifiesta haber enviado a Juan de Oviedo 3087
pesos y cinco reales por los ingresos del 10% de las haciendas y
donativo de los vecinos pudientes. También contamos con un
documento en el que el subdelegado de Carabaya informa que
los fieles y leales vecinos de Phara76 donaron cinco caballos para
el servicio activo de las partidas. (Cuadro 8)

74 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 043, 1818.


75 Los fieles y leales vecinos del pueblo de Phara que donaron los cinco caballos son Ignacio
Guaracha, Matias Chamquilla, Tomas Pocco, Manuel Ruiz y Francisco Vega; informe del
subdelegado Manuel Antonio de Gómez, 20 de enero de 1819.
76 Ibíd.

89
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 8
Ingresos del 10% de las fincas y el tributo de bienes de comunidad de
los 5 partidos de Puno.

Tributos de bienes de
Pa rtidos 10% de las fincas (1819)
Com unidad (1818)
Chucuito 1,329.0 1,171. 2
Lampa 5,576.0 1,422
Azángaro 912.0 1, 241.6
Carabaya 245.4 3,1
Huancané 498.1 607. 1 ½
Total 8.560.5 4,445. 2 ½

Fuente: ARP, fondo intendencia, caja 045, año 1819.

Por otro lado, un memorial de la excelentísima diputa-


ción provincial de Arequipa enviado al virrey La Serna en 1822
resalta “la desigualdad que sufre aquella provincia en el contin-
gente mensual”77. Como lo demuestra el siguiente documento:
“La falta de estas formalidades esenciales en la asignación de los
contingentes, ha ocasionado el de Arequipa de 15 mil pesos mensuales
en el año de 1814, en 20 mil en el año de 1816, y de 30 mil desde abril
del presente año haya sido y sea mayor en todos casos que el de las
provincias del Cusco y Puno cuyas rentas públicas son notoriamente
duplicadas”.78
El 10 de marzo de 1820, los vecinos del pueblo de Lampa,
principalmente funcionarios públicos, subdelegado, teniente
asesor, vicarios foráneos, alcaldes y demás individuos, apor-
taron para “atender la urgencia del erario nacional y poder llenar el
contingente extraordinario de 48 mil pesos, en lugar de 60 mil pesos”79.
En esta lista, el pueblo de Lampa aportó 381 pesos, siendo el
subdelegado José Antonio Pelotieri el que más contribuyó con un

77 ARP, fondo intendencia, documentos varios, caja 047, año 1821.


78 Ibíd.
79 ARP, fondo intendencia, documentos varios, caja 046, año 1820

90
Néstor Pilco Contreras

Cuadro 9
Contribución de vecinos del partido de Lampa en 1820.

Pueblo Ca ntidad en pesos


Lampa 381
Pucara 64
Ayaviri 20
Orurillo 16
Nuñoa 12
Santa rosa 6
Macari 34
Cupi 8
Llalli 8
Ocuviri 14
Umachiri 16
Cabanilla 12
Cabana 24
Vilque 20
Hatuncolla 18
Caracoto 12
Juliaca 22
Subtotal 700
Por el 5% que deben
300
contribuir los diezmeros.
Total 1000 pesos

Fuente: ARP, fondo intendencia, caja 046.

monto de 150 pesos; luego destacan Fernando Velón, Rudecindo


Barrionuevo, Pedro Chávez Moscoso y otros. El segundo pueblo
con más aportes es Pucara, con 64 pesos, siendo el mayor contri-
buyente Juan Antonio Larrauri. El aporte total de los vecinos de
Lampa es 700 pesos y más el 5% de contribución de diezmeros,
que fue 300 pesos, suma un total de 1000 pesos. (Cuadro 9)
El 6 de octubre de 1823, el gobernador intendente Tadeo
Gárate envía un oficio al subdelegado de Huancané, Juan
Estevan Padin, pidiendo que “para cubrir los apuros en la caja
nacional es muy interesante el cobro del donativo de naturales; un peso

91
Puno durante la Independencia (1809-1825)

al originario, y quatro (sic) reales al sobrino: el Exmo (sic) señor Virrey


tiene dispuesto esta medida desde antes selo indique a V. con concepto
a los estrecheces del erario para la manutención de las tropas del ejér-
cito y espero que amas tardar entre ocho días remita a la tesorería el
total y se presente con todos los demás ramos de su contribución”80.
Esta orden fue reproducida y enviada el 9 de octubre de 1823 a
los alcaldes recaudares de los siguientes pueblos: Coata, Capa-
chica, Paucarcolla, Tiquillaca, Puno, San Antonio y Chiaraque.
De la misma manera, contamos con un reporte en 1819
del subdelegado de Carabaya, Manuel Antonio de Gómez, indi-
cando que el pueblo de Carabaya aportó 1600 pesos como dona-
tivo para el ejército real. En suma, este ciclo revolucionario que
se inició en 1809 en las provincias norteñas del virreinato de Río
de La Plata y las provincias sureñas del virreinato del Perú hizo
declarar al virrey Pezuela, en un oficio enviado al intendente
de Puno en 1818, que “la larga guerra que llevamos ha agotado los
recursos de plata y brazos”.

Contribuciones de los pueblos de Puno para el ejército


realista

Las contribuciones o empréstitos forzosos entre los años


1809 y 1825 fueron constantes, ya sea en dinero o en especies,
básicamente para cubrir los ingentes gastos que ocasionaban el
ejército realista en el sur del Perú y el Alto Perú. Estas contri-
buciones fueron obligatorias. Así, por ejemplo, en un memorial
presentado en 1823 al intendente de Puno, tres alcaldes consti-
tucionales de Santa Rosa, Nuñoa y Macarí señalan:
“Que hace más de catorce años poco más o menos que hemos
sufrido las más estrechas fatigas en despachar casi cotidianamente las
tropas que transitan por estos lugares, facilitándoles con todo esmero
y actividad toda especie de vagajes (sic) hasta hallarnos en el día tan

80 ARP, fondo intendencia, caja 047, año 1823.

92
Néstor Pilco Contreras

sumamente esquilmados, y estropeados por el mucho desorden con q


dichas tropas se conducen, llebándose (sic) continuamente mulas y
caballos, en grave perjuicio de sus legítimos dueños, y grave falta que
hacen para los posteriores despachos que por esta disminución en la
actualidad nos hallamos ya en estado de no poder sufrir con desahogo
dichos servicios”.81
Además, estos alcaldes constitucionales —Josef Ramón
de Beltrán, Fernando Sucso (alcalde de segunda nominación) e
Isidro Pérez— sugieren al intendente “en justicia a que el pueblo
inmediato de Macusani, del partido de Carabaya, nos ayude a
llevar esta carga tan pesada, por el termino de tres meses o por
el tiempo que determine”82, en vista de que “aquel vecindario
mantiene en el día mucho número de mulas, y caballos a causa de que
nunca han experimentado una de estas fatigas disfrutando la paz y
tranquilidad sus hogares”83. Evidentemente, los pueblos más afec-
tados con el tránsito de las tropas virreinales y patriotas fueron
los que se encontraban en la ruta del Qhapaq Ñan (camino inca).
Por otro lado, estas contribuciones se intensificaron entre
los años 1821 y 1824, debido a la expedición sanmartiniana a
la costa del Perú, el establecimiento del Cusco como sede de
gobierno del virrey La Serna y el desarrollo de la batalla de
Zepita, la llegada del ejército libertador y Simón Bolívar a Puno.
En esa coyuntura, el 21 de julio de 1823, el propio virrey José de
la Serna ordena en Sicuani:
“Es de absoluta necesidad que en Lampa se contribuyan dos mil pares
de zapatos en quince días desde el recibo de esta orden en aquel punto,
bajo de este concepto dará V.S. las suyas al subdelegado del partido y le
prevendera (sic) de la mía superior que sin excusa ni pretexto, ni impe-
dimento alguno ha de verificarse la construcción de los dos mil pares
de zapatos que dejo ordenados, y que para ello dedique más actividad

81 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 048, dos folios. 1823.
82 Ibíd.
83 Memorial de los alcaldes constitucionales de Santa Rosa (Chungará), Nuñoa y Macarí, soli-
citan apoyo al pueblo de Macusani para cumplir con las obligaciones, de las acotaciones y
contribuciones. ARP, fondo intendencia,1823, caja 048.

93
Puno durante la Independencia (1809-1825)

y más zelo (sic) que el que manifestó en prestar los auxilios a partes de
las tropas que acompañan al excelentísimo señor general Canterac”.84
Asimismo, en el documento se advierte: “al subdelegado
que no cumpla con sus deberes con la extraordinaria actividad y deci-
sión que demandan las actuales circunstancias, lo suspenda desde
luego de su empleo, y ponga provisionalmente otro en su lugar […]”85.
Las contribuciones debieron ser cumplidas con la mayor exac-
titud; caso contrario, las autoridades políticas serían destituidas
y las poblaciones “castigadas” con mayores exacciones.
Las precauciones para cumplir con las órdenes reales
fueron previstas, así el virrey La Serna dirige una carta al subde-
legado de Puno el 4 de marzo de 1824, indicándole: “respecto
se acerca el tiempo de la cosecha en esa provincia, re-encargo a V.S.
que practique las más activas diligencias para el acopio en los alma-
cenes, de la cebada en grano que se le tiene pedida”86. No obstante,
no fueron las únicas tareas que tuvieron que soportar las pobla-
ciones de Puno por parte de las autoridades virreinales, sino
también los abusos y atropellos que cometía el ejército realista
en cada pueblo que pasaba. Manuel Ramos, indio principal del
punto del Desaguadero, en 1822 denuncia que hace dos años
el recaudador don Vicente Urbina “reclutó 16 vacas y toros”87
para sostener el batallón Gerona que se dirigía a la Villa de
Moquegua, sin pago alguno. (Cuadro 10)
Finalmente, entre la abundante documentación sobre las
exacciones destaca la “Relación de las acuotaciones (sic) para el
empréstito forzoso de veinte sinco (sic) mil pesos pedido por el exce-

84 Orden del virrey La Serna al pueblo de Lampa, sobre la contribución de 2000 pares de
zapatos en 15 días. ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 048, año
1823.
85 Ibíd.
86 ARP, fondo intendencia, documentos varios, año 1824, caja 049.
87 Los abusos que cometían los batallones del ejército realista, principalmente Gerona,
ante ello los caciques y jilacatas elevan un memorial al cura, luego al prefecto. ARP, fondo
intendencia, sección documentos varios, caja 046, 1821–1822.

94
Néstor Pilco Contreras

Cuadro 10
Contribución en especies de los pueblos de Puno entre 1816 y 1824
para el ejército realista.

P u eblo Fec ha C o ntribución y encargado


200 pares de zapatos
Capachica 31/01/1816
Encargado: Manuel Ormachea
200 borregos de año
Cabana 29/07/1817
Encargado: Diego Otazu
140 frazadas selectas
Putina 03/10/1817
Encargado: Josef Matías Clavijo
70 cabos de lanza de donativo
Patambuco 15/12/1817
Encargado: Manuel Antonio de Gomes
500 frazadas
Arapa 17/06/1818
Encargado: Juan Bautista Morales
Pupuja 16/06/1819 200 borregos: Narciso Rosselló
90 tablas y 78 fustes para cajas de fusil
Phara 26/06/1819
Encargado: Juan Bautista Calvo
Mil (1000) borregos
Asillo 16/08/1820
Encargado: Mariano Aragón
520 costales de lana de oveja
Moho 02/10/1820
Encargado: Diego Felipe de Aliaga
50 pesos y frutas de las yungas
Zepita 01/12/1820
Encargado: Manuel Pino
265 borregos
Azángaro 16/11/1820
Encargado: Juan Antonio de Larrauri
43 caballos, 2 mulas y un asno
Crucero 08/12/1820
Encargado: Subdelegado Juan Luis Pérez
350 cabezas de ganado ovejuno
Cabanilla 28/05/1823
Encargado: José Manuel Salas
2000 pares de zapato para el ejército real
Lampa 29/07/1823
orden del virrey José La Serna
Paucarcolla 16/08/1823 500 borregos y 30 vacas
Mil (1000) borregos
Huancané 10/10/1823
Encargado: Subdelegado Juan Estevan
40 llamas con sus respectivos peones
Pichacani 12/10/1823
Encargado: Tiburcio Zabala
Cuatrocientos (400) fanegas de bosta
Asillo 09/05/1824
Encargado: Mariano Aragón
100 cargas de papa y 50 de cebada
Capachica 09/09/1824
Encargado: Isidoro Cuentas
Fuente: ARP, fondo intendencia, documentos varios, años 1816 – 1824.

95
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 11
Relación de aportantes del partido de Lampa en 1823.

Ap ortante P esos
La viuda Doña Joseja Alatristra y Almonte 1.500
Don Bernabé Carbajal 1.000
Don Julián Guerra 0.300
Don Antonio Galdamez 0.300
Don Melchor Goyzueta 0.300
Don Rudecindo Barrionuevo 0.300
Don Blas Guevara 0.100
Don Pedro Aguirre 0,050
Don Genaro Torres 0.100
Don Pedro Chávez Moscozo 0.100
Don Andrés Pacheco 0.100
Don Julián Añasco 0.100
La viuda Doña Isabel Salazar 0.100
Don Ancelmo Arce 0.100
Don Andrés Fernández 0.100
Don Mariano Ponce 0.050
Don Manuel Chávez Moscozo 0.050
Don Mariano Morales 0.050
Don Fernando Velón 0.050
Don Manuel Chávez Quiroz 0.050
Don Santiago Chávez Quiroz 0.050
Don Mariano Bustamante 0.050
Don Simón Pino 0.050
Don Isidro Ponce 0.050
Don Alberto Ponce 0.050
Don Andrés Polvorinos 0.030
Don Eugenio Valdivia 0.025
Don Francisco Tobar 0.025
El presbítero Don Tomas Pacoricona 0.050
El presbítero Don Dámaso Barrionuevo 0.025
Acotación del pueblo de Vilque 0.300
Acotación del pueblo de Cabanillas 0.100
Acotación del pueblo de Lampa 0.200
Cura de Vilque por sí y fábrica de su iglesia 0.200
Cura de Cabana por si fábrica de su iglesia 0.800
Cura de Cabanillas por sí y fábrica de su iglesia 0.250
To tal recolectado 7 055

Fuente: ARP, fondo intendencia, documentos varios, año 1823, caja 048.

96
Néstor Pilco Contreras

lentísimo señor virrey realizada la virtud de comisión superior por


el diputado provincial don Juan Francisco de Reyes en los pueblos de
Vilque, Cabana, Cabanillas y Lampa”88. Dicho empréstito obliga-
torio se cumplió el 23 de marzo de 1823, recaudándose el monto
de 7055 pesos. (Véase cuadro 11).

Haciendas y locerías de Santiago de Pupuja entre 1816 y


1826

Santiago de Pupuja actualmente es uno de los 15 distritos


de la provincia de Azángaro. Ubicado al oeste de Azángaro,
el pueblo actual se asienta al pie de los cerros Santa Bárbara
y Antaña. Es de origen puquina por los topónimos de Ch’eka,
Pupuja, Chocorosi, etc. Durante la invasión española se refundó
este pueblo bajo la advocación del apóstol San Santiago. En 1772
el corregimiento de Azángaro poseía 11 repartimientos; entre
ellos, Santiago de Pupuja y San Juan de Arapa, tenía una pobla-
ción tributaria de 515 personas, de los cuales 143 eran origina-
rios y 372 forasteros. Para 1796 el número total de habitantes
de Santiago de Pupuja fue de 1732 (véase cuadro 01), mientras
que en 1806 se aprecia un notable crecimiento demográfico, en
esta ocasión, Santiago de Pupuja tenía una población de 2658
habitantes, de los cuales 190 eran originarios y 601 forasteros.
(Cuadro 12)
En el altiplano en general y Santiago de Pupuja en parti-
cular, entre los años de 1816 y 1826 fue notable la posesión y desa-
rrollo de las haciendas, ya sea en manos de la iglesia, conventos,
monasterios, particulares o de la comunidad (ayllus). Dentro
de las haciendas de Pupuja, destaca la presencia de las locerías
o industria alfarera. Durante los años de la guerra civil de la
independencia, el intendente de Puno, Tadeo Gárate, ordena
a todos los subdelegados de los cinco partidos (Azángaro,

88 ARP, fondo intendencia, documentos varios, año 1823, caja 048.

97
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 12
Relación de ayllus, estancias y número de población de Santiago de
Pupuja en 1796.

A yllus y estancias N úmero de población


Naturales del ayllu de Checa 489
Naturales del ayllu de Llallagua 516
Naturales del ayllu Mataro 31
Naturales del ayllu de Callapani 100
Naturales del ayllu Racasco 56
Naturales del ayllu Tacaguati 79
Naturales del ayllu Titiri 63
Naturales de la estancia Quera 31
Naturales de la estancia Achozita 16
Naturales de la estancia Chocorosi 31
Total 1732

Fuente: Dianderas, 2001, p. 79.

Lampa, Chucuito, Huancané y Carabaya) realizar un registro


“individual de todas las haciendas, de iglesia, de monasterios,
de conventos y de particulares” que existen en los pueblos y
doctrinas de Puno, evidentemente con la finalidad de conocer la
capacidad económica con que cuenta cada hacienda para finan-
ciar los gastos del ejército realista en el Perú.
Es así que el registro o “razón” de las haciendas de Pupuja
fue realizado por el alcalde de españoles Narcizo Rosselló. El
informe señala que: “Según la cuenta y razón que le instruyo
tiene esta doctrina 11 haciendas entre iglesia, conventos, monas-
terios y particulares sin haber ninguna de comunidad de indios,
ni de escuela, como es notorio y público firmo en este pueblo de
Santiago 8 de julio de 1817”.
Se conoce que la iglesia, bajo el liderazgo del cura Pedro
Santos, poseía tres haciendas denominadas Cancata, Guatacoa
y Cullumarca, entre las tres tenían un capital de 6500 cabezas de
oveja. En tanto, las haciendas de Santo Domingo de Achosita y

98
Néstor Pilco Contreras

Quea pertenecían a los conventos y monasterios del Cusco, con


un capital ovejuno de 5800 cabezas. Por ello, Jacobsen (1981)
señala que en Azángaro “la iglesia era dueña del 30% de todas
las haciendas y sobre 40% del ganado pertenecientes a las igle-
sias”. Las haciendas particulares fueron Checa, Chocorose,
Llallagua, Fueri, Guito y Potrero, entre todas reunían 11600
cabezas de ganado. Varias de las haciendas fueron alquiladas
por los religiosos, como el cura Lucas Aréstegui de Juliaca.
(Cuadro 13)
Además, como propietario y arrendatario destaca Pedro
Dianderas, uno de los hijos de Norverto Dianderas. Se conoce
que Norverto participó en las guerras de independencia a favor
de los patriotas, fue fusilado después de la batalla de Umachiri
(1815) y sus propiedades fueron confiscadas por orden del rey.
Sin embargo, después de la independencia, sus herederos serán
beneficiados con tierras, pensiones y cargos políticos. Así lo
demuestra un documento del 16 de marzo de 1826: “El liber-
tador se ha servido declarar a los hijos del finado coronel D. Norverto
Dianderas, el montepío que han reclamado, asignándoles la cuarta
parte del sueldo que, como coronel efectivo de infantería correspondía
a su difunto padre, debiéndose satisfacer esta asignación, por esta
tesorería”. Es más, se adjunta la lista de los hijos de Norverto
Dianderas: Clemente (soltero), Ramón (soltero), Pedro (viudo),
Eustaquia (viuda), Mercedes (casada) y Martina (soltera) del
primer matrimonio; y Sebastián Dianderas de 12 años del
segundo matrimonio.
Fue Pedro Dianderas quien tuvo mayor prestancia. Se
encargó de administrar las haciendas de Potrero y Cullomarca,
ejerció el cargo de alcalde de Santiago de Pupuja y en 1826
fue nombrado administrador de las rentas de la provincia de
Azángaro. Sin duda, el grado de participación en las guerras
de independencia determinó la movilidad y posición social de
los caciques y caudillos empoderados en los primeros años de
la república y quizá hasta la actualidad. Rengifo (1990) sostiene

99
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 13
Lista de haciendas, propietarios y cantidad de ovinos de Santiago de
Pupuja en 1817.

Ca pital de Tributo
Ha cienda Dueño / arrendatario
ovejas en pesos
Ha ciendas de iglesia
Pedro Santos, cura de
Ca ncata 2000 200
Santiago
Arrendatario Nicolás
G uatacoa 4000 400
Alemán
Arrendatario Pedro
Cul lomarca 500 50
Dianderas
Ha ciendas de conventos y monasterios
Santo Domingo del Cusco
Sa nto Domingo de
Arrendatario Gregorio 1300 130
A chosita
Perales
Nasarenas del Cusco
Quea Arrendataria Bartola 4500 525
Palma (y de locerías)
Ha cienda de particulares
Propia de Señorial
Marquesa del Cusco
Checa Arrendatario Pedro 3000 300
Villafuerte, vecino de
Urubamba
Propia de Isabel de
Aguirre, vecina del
pueblo de Lampa.
Chocorose 4500 450
Arrendatario Simón
Aguirre, vecino del
pueblo de Pucara
Propio de D. Martin
Concha, vecino del
LLallagua Cusco. Arrendatario 2000 200
Lucas Arestegui, cura de
Juliaca

100
Néstor Pilco Contreras

Ca pital de Tributo
Ha ci enda Dueño / arrendatario
ovejas en pesos
F ueri (sic) Propio de D. Martin 1000 100
Concha, vecino del
Cusco. Arrendatario
Lucas Arestegui, cura de
Juliaca
Propio de Micaela
Auscurina, vecina de
G uito 900 90
Lampa. Arrendatario
Ángela Benavente
Propio del finado
Nolberto Dianderas.
Potrero 200 20
Corre su hijo Pedro
Dianderas
Propio de Lucas
Ti tire* 1000 100
Arestegui, cura de Juliaca

Fuente: ARP, fondo intendencia, documentos varios.


* La hacienda de Titire aparece en el informe de 1816.
Nota: Santiago de Pupuja hasta mediados del siglo XX comprendía los distritos
de Tirapata y José Domingo Choquehuanca.

que, en agosto de 1916, Eduardo Quispe y Quispe y otros repre-


sentantes llegaron a Lima portando un memorial firmado por
cientos de indígenas en la hacienda de Llallagua y dirigido al
presidente de la república, donde se quejan “por los despojos
de tierras que han sufrido los comuneros de Santiago de Pupuja
de parte de la familia de Pascual Dianderas y de Felipe Aguirre”
(pp. 52–53).
Por otro lado, la industria alfarera estuvo íntimamente
relacionada con la posesión de la tierra, las haciendas y los
grupos sociales. Los ayllus, durante la etapa preinca e inca,
fueron unidades económicas y sociales de producción especia-
lizada y estructuradas bajo los principios de dualidad geográ-
fica y política, urcusuyo/umasuyo, hanan/hurin y cupisaya/
checasaya. Existieron ayllus alfareros, cumbecamayoc, plateros,
plumeros, etc. Uno de los ayllus alfareros más notables del alti-

101
Puno durante la Independencia (1809-1825)

plano, sin duda, fue el de los “Cheqa Pupuja” de Azángaro,


eximios ceramistas que representaron las conopas [qonopas],
las divinidades de la reproducción de los camélidos y los uten-
silios cotidianos (ollas, platos). Pero con la invasión hispana, la
imposición ideológica hizo que representen, recreen y adopten
nuevos símbolos, como los “toritos”. Debemos esclarecer que el
área de producción de cerámica fue la cuenca de los ríos Ayaviri
y Ramis al norte del Titicaca, pero el privilegiado con la materia
prima (arcilla) fue el área Cheqa Pupuja.
Según el registro o “razón de haciendas, predios urbanos,
predios rurales, industrias (locerías)” efectuado por el alcalde
de españoles Narcizo Roselló el 22 de octubre de 1816, las loce-
rías y caserías (caserías hace alusión a los predios rurales y
casas a los predios dentro del pueblo) que tiene la doctrina de
Santiago de Pupuja son las siguientes:
—— La locería de Quera reditúa al año 50 pesos.
—— La locería de la hacienda de Chocorose reditúa 30
pesos
—— La casería con su correspondiente locería propia de
Norverto Dianderas está avaluada en 300 pesos –
embargado por orden del rey– y reditúa la locería
25 pesos.
—— La casería con la locería propia de Gregorio Perales
está avaluada en 250 pesos y reditúa 25 pesos.
—— La locería del señor cura de Atuncolla, Francisco
Xavier Silva, está avaluada en 200 pesos y reditúa
22 pesos.
—— La casa del recaudador Nicolás Alemán está
avaluada en 100 pesos y reditúa 10 pesos (pueblo
solitario de poca gente española).
—— La casa del alcalde de españoles Narciso Rosselló
está avaluada en 100 pesos y reditúa 10 pesos.

102
Néstor Pilco Contreras

Para corroborar la importancia de Santiago de Pupuja


como centro alfarero, en julio de 1825, a pocos días de la visita
de Simón Bolívar a Puno, el administrador de rentas Faustino
Gordillo eleva un documento al prefecto del departamento de
Puno bajo los siguientes términos:
“... participo a V.S. que, en esta provisión de mi cargo, no hay para el
día de mañana papas, cebada en grano, [cebada] en rama, y ollas, las
que ni con dinero se pueden conseguir en esta, porque no las fabrican,
y solamente se puede ocurrir por ellas al pueblo de Santiago de Pupuja
donde las hacen: Por lo respectivo ala (sic) falta de papas en el lugar se
pueden comprar diez o doce qq [quintales]. De arroz lo que hay, y nos
quitamos del afán de buscar las papas que piden por cada carga a dos
pesos. Lo que hace cebada en grano y versa (sic), solo Capachica puede
contribuir, pero mientras vienen pasaran algunos días. Dios Guarde a
V.S. --- Faustino Gordillo (rúbrica)” (ARP, 1825: 003).

Situación social de Puno durante la independencia

Uno de los puntos polémicos del proceso de indepen-


dencia es la “participación popular”. Indudablemente, la parti-
cipación de los sectores populares fue activa y decisiva pues
los bandos estaban conformados por indígenas, tanto en las
tropas españolas como en las tropas libertadoras, siempre como
súbditos y nunca como líderes. Por consiguiente, según Fonseca
(2016): “lo que más bien parece que ocurrió fue una gran guerra civil
en la que los distintos sectores sociales del país tuvieron la oportunidad
de combatir sobre la base de intereses singulares (étnicos, clasistas,
regionales, etc.)” (p. 82).
No obstante, la historiografía tradicional legitimaba a
través de los textos escolares, durante el siglo XIX y principios
del XX, la tesis de la “independencia conseguida”. Sostenía
que la “voluntad general de todos los habitantes estaba decidida por
la independencia, sin embargo, esta voluntad no había sido suficiente
porque el Perú era el centro de poder español por lo tanto los patriotas

103
Puno durante la Independencia (1809-1825)

peruanos necesitaban de la ayuda de ejércitos extranjeros” (Espinoza,


2012, p. 398).
Asimismo, esta visión tradicional admitía que la inde-
pendencia fue un proceso nacional multiétnico, “resultado de
una toma de conciencia colectiva”, guiada por los precursores o
ideólogos de la independencia. Bonilla (2016) sostiene: “El Perú
colonial no estuvo compuesto de peruanos. Esta sociedad fue altamente
estratificada y diferenciada, y sus líneas de separación y de oposición
fueron trazadas a partir de criterios económicos, raciales, culturales y
legales” (p. 55). Y los círculos intelectuales eran mínimos como
para poder influir en una población de mayoría analfabeta.
Existe una vasta producción sobre los montoneros o
guerrilleros patriotas, sobre su origen, organización, campo de
acción, estrategias, etc., sobre todo de la sierra central de nuestro
país. Pero ¿quiénes narraron la historia de estos grupos subal-
ternos? Una de las mayores producciones bibliográficas sobre
la independencia la constituye la Colección Documental de la
Independencia del Perú (CDIP), elaborada durante el gobierno
nacionalista de Velasco Alvarado (1968–1975), donde la parti-
cipación popular está ampliamente documentada. Las descrip-
ciones de estos grupos subalternos son siempre las mismas,
los representan como “fuerzas indómitas, rudas, agrestes e incluso
vandálicas, nos muestran que, dentro de la conciencia de la elite,
siempre existió el pánico hacia la plebe” (Fonseca, 2016, p. 99). Si
bien estos trabajos abordan las guerrillas patriotas, pero queda
un vacío: realizar un trabajo sobre las guerrillas o milicias indí-
genas realistas, como lo advierte Fonseca (2016).
La memoria social subversiva que había experimentado
la población rural puneña durante la rebelión de Túpac Amaru
(1780) estaba intacta. “No estaba desinformada la plebe rural en el
sur andino. Aunque con distorsiones, los disidentes ponían en movi-
miento ideas y aspiraciones abiertamente subversivas” (Montoya,
2019, p. 189). El subdelegado de Carabaya, Manuel Antonio de
Gómez, y el alcalde de Juli, José Marcelo de Molina, en octubre

104
Néstor Pilco Contreras

de 1820, en comunicaciones que mantienen con el intendente


Gárate, concluyen que los indios no ignoran el desembarco de
San Martín contra Lima. La noticia de la presencia de San Martín
rápidamente se difundía en las ferias locales y de la mano de los
arrieros y comerciantes (Montoya, 2019).
La intendencia de Puno durante el año de 181289 contaba
con una población de 184.682 habitantes, de los cuales 10.000
eran españoles, 14.000 mestizos y 160.682 indígenas, constitu-
yendo estos últimos la mayoría de la población. Puno era la
cuarta intendencia más poblada del virreinato, solo superada
por Cusco, Tarma y Trujillo. Mientras que, para el año de 1828,
periodo de la república inicial, Puno tenía una población de
156.450 habitantes90. En efecto, Puno en ese lapso de 16 años
reporta un descenso demográfico de 28.232 habitantes.
Durante los años de 1815 y 1825, la población puneña se
vio seriamente afectada por un conjunto de obligaciones que
cumplir tanto para el ejército realista como para el patriota.
Con la rebelión del Cusco de 1814 y la batalla de Umachiri, las
estructuras de poder andinas, esto es, las autoridades comu-
nales llamadas caciques y jilacatas, fueron removidas del cargo
según el grado de participación en dicha rebelión. Las nuevas
autoridades, lógicamente las que apoyaron la causa realista,
ahora gozaban de prestigio y poder, generando rivalidades
con las legítimas autoridades nombradas por consenso en sus
ayllus.
A parte de ello, las múltiples obligaciones que tenían
que cumplir las poblaciones puneñas arruinaron la economía
rural y campesina de estos pueblos. Entre las obligaciones más
comunes que cumplían estas gentes figuran: abastecer de miles
de reclutas al ejército español, proporcionar dinero y alimentos

89 Véase, Chanamé, R. (2015). La república inconclusa. (Tercera Edición). Lima, Perú:


Derrama Magisterial, p. 70.
90 Ibíd. p. 221.

105
Puno durante la Independencia (1809-1825)

para los ejércitos realista y patriota (véase cuadro 10), trasladar


los materiales de guerra de distintos puntos del escenario de
guerra, cumplir con las obligaciones tributarias de contribu-
ciones o donaciones forzosas, cumplir con el servicio personal
de pongos y muleros a favor de los curas, etc. Todas estas obli-
gaciones ocasionaron ostensiblemente el descenso demográfico
de la población puneña.
Los abusos cometidos por las tropas realistas fueron cons-
tantes en el altiplano puneño. Así, Agustín Castillo, Asencio
Chambilla, Ysidro Gonzalo, Melchor Choque y Nicolás Mayta,
indios todos originarios del pueblo de Pisacoma, partido de
Chucuito, en 1820 denuncian que el batallón Gerona arrebató
los bienes personales. Según los quejosos, comunicaron el atro-
pello al cura Francisco Chamorro; sin embargo, el clérigo nunca
les dio solución alguna, por lo que enviaron una carta al propio
intendente de Puno bajo los siguientes términos:
“Los soldados de la tropa de los Geronas, nos hicieron un notable
perjuicio de saquearnos, al primero 80 ovejas, al segundo 100 ovejas,
al tercero 8 vacas madres, al cuarto 48 ovejas, y al quinto 10 vacas
madres y de nuestras casas también se llevaron ponchos finos, lliqllas
finas de hilado de llama, costales grandes de lo mismo, manta nuevas,
bayera azul de Zedillo, dos topos grandes de plata con dos piedras
de esmeralda, y ambos tenían nueve onzas de peso; quatro uncuñas
nuevas de labores y muchas cosas más”.91
De la misma manera, en 1817 el alcalde de españoles del
pueblo de San Andrés de Atuncolla denuncia que “quatro (sic)
soldados que decían ser del cuerpo de la Unión Peruana, y asegurando
tener orden de V.S. y del señor coronel D. Sebastián Benavente [se]
han llevado 142 ovejas madres que sus dueños entregaron sin recibir
la paga”92. Además, indica con el más “profundo respeto, que si

91 ARP, fondo intendencia, año 1820, caja 042. Obligaciones impuestas por el gobernador
intendente Tadeo Gárate.
92 EL alcalde de españoles de Atuncolla denuncia que los soldados de la Unión Peruana se
llevaron 142 ovejas de la mejor calidad sin pagarlos. ARP, fondo intendencia, caja 041.

106
Néstor Pilco Contreras

hubiese más necesidad de ovejas ordene que vayan ir a otros pueblos


del partido, teniendo presente que este pequeño, y pobre pueblo ha
contribuido ya habiendo (quemado) el número de cientos de ovejas”93.
Por otro lado, los abusos que cometían los sacerdotes
estuvieron a la orden del día. Los alcaldes ordinarios de natu-
rales del pueblo de Caminaca (Azángaro), el 14 de marzo de
1817 elevaron sus oficios a las autoridades políticas y eclesiás-
ticas, indicando que “el alcalde mayor don Blas Almonte se halla en
cama muy malo, por los golpes que lo había dado el señor cura coad-
jutor doctor don Anselmo Valenzuela”94. Los 50 azotes sin motivo
alguno ocasionaron graves daños. Debido a estos hechos, los
alcaldes ordinarios sugieren “pasar la insignia a otra persona”,
vale decir, destituirlo del cargo.
Asimismo, se tiene noticia de que el párroco de Paucar-
colla en 1817, Joseph Aragón Heredia, pide servicios perso-
nales de pongo y mulero al alcalde de naturales Thomas Ninco
y propinó a este, quitándole su bastón, unos cuantos palos.
No solo los maltratos eran ocasionados por los curas, también
los cometían los alcaldes de españoles. Así, Domingo Flores y
Tomás Pérez azotaron al ylacata del ayllu de Unicachi, Miguel
Mamani, sin más motivo que haber ido a su casa a cobrarles el
real tributo, “cortándole los calzones”, como era costumbre de
servidumbre. Los documentos donde se presentan quejas son
abundantes.

Milicias indígenas de Puno

El cupo de reclutas impuesta a la intendencia de Puno


para enrolarse en el ejército realista fue considerable a lo largo
del proceso de independencia del Perú. Fueron miles las mili-

93 Ibíd.
94 ARP, fondo intendencia, sección documentos varios, caja 042, año 1817.

107
Cuadro 14
Número de población de Carabaya en 1825.

Doctrinas Pueblos A B C D E F G H Total


Crucero 1 380 36 46 89 75 201 199 1027
Coa sa Usicayos 366 20 30 74 59 146 167 862
Coasa 2 704 55 106 98 88 275 275 1603
Pha ra Phara 1 444 51 83 215 104 303 225 1426
Patambuco ... 474 36 74 171 227 185 175 1342
Sa ndia Cuyocuyo … 626 31 58 68 278 106 677 1844
Sandia 2 1332 81 79 199 115 519 333 2660
Quiaca 1 204 21 26 38 35 79 57 461
Quiaca
Sina … 222 18 14 32 25 88 93 492
Ayapata 1 1212 72 74 95 120 527 320 2421
A yapata
Ituata 1 710 53 106 95 86 273 272 1596
Ollachea … 230 35 26 60 56 65 56 528
Corani … 214 16 41 82 88 57 55 553
Ma cusani
Macusani 2 418 21 75 87 74 224 205 1106
Ajoyani … 126 8 21 11 16 54 71 307
6 15 11 7662 554 859 1414 1446 3102 3180 18,228

Fuente: ARP, fondo prefectura, caja 001, año 1825.


A) Eclesiásticos, B) Casados, C) Viudos, D) Viudas, E) Solteros, F) Solteras, G) Niños y H) Niñas
Néstor Pilco Contreras

cias indígenas de Puno que incursionaron en el Alto Perú para


hacer frente a las expediciones argentinas, así como para sofocar
las revueltas y rebeliones en el surandino dentro del Virreinato
del Perú.
Estos reclutas, al incorporarse al ejército realista, fueron
registrados en unos documentos conocidos como “filiaciones”.
Por ejemplo, “José Castillo Mamani soldado hijo de Melchor y
Juana Mamani, natural de Juli partido de Chucuito, de 24 años,
su estado casado, su oficio chacarero, su religión católica apos-
tólica romana, sus señales pelos y cejas negras; ojos castaños,
nariz redonda, color trigueño, redonda de cara, su estatura 5,2
pies”95. El documento indica que “sentó plaza”, vale decir “para
servir al S.M. durante la presente guerra el 11 de julio de 1817,
se le leyeron las leyes penales, según ordenanza y no les servirá
de disculpa alguna, y por no saber firma hizo la señal de cruz”96.
Dicho recluta se incorporó a la Segunda Compañía “Decididos
del Rey”.
Estas filiaciones fueron realizadas fundamentalmente
para evitar las deserciones. El 10 de diciembre de 1817, el virrey
Pezuela envía una carta al subdelegado de Puno97 instruyéndole
lo siguiente: ante la abultada deserción de reclutas del ejército
real previene una ordenanza en la que señala que el disimulo y
pasividad de los alcaldes de los pueblos son los que estimulan
la fuga de los soldados y para evitar ello indica que ninguna
autoridad “tolere forasteros” en su pueblo y si lo tuviera deberá
tomar su “filiación y despachar a los gobernadores”. Del mismo
modo, se conoce un escrito del comandante militar del Alto
Perú disponiendo lo siguiente98:

95 ARP, fondo Intendencia, sección documentos varios, caja 042, año 1817.
96 Ibíd.
97 Ibíd.
98 ARP, fondo intendencia, documentos varios, año 1817, caja 041.

109
Puno durante la Independencia (1809-1825)

“1. Se presentarán inmediatamente todas las armas blancas y chispas.


Que existan en poder de particulares, en el término preciso de cuatro
días, bajo la pena de cien pesos de multa a cualquiera que las oculte
aplicables 50 al denunciante, y el restante a los fondos del estado.
2. Todo desertor o disperso tanto del ejército independiente cuanto
del ejército español se presentará a los tres días publicado este bando
al juez del lugar en que resida, y el que pasado este término no lo
hiciere, será pasado por las armas. Los jueces de las paradas vigilaran
el cumplimiento de este capítulo bajo la más estrecha responsabilidad.
3. Cualquier individuo que sepa se hallan ocultos desertores, o armas,
tendrán la obligación de denunciar al gobierno (seguro de que no serán
descubiertos) el sujeto en cuyo poder existan.
4. Serán admitidos al servicio de las armas cuantos individuos de los
desertores quisieran seguir en ellas y licenciados los que por inútiles
no quieran hacerlo, sin que por esto se entienda quedan exentos de
presentarse justicias.
5. Los jueces de partido al servicio de las armas tendrán cuidado de
recoger todo el armamento que se halle del ejército español y reunido
que sea, lo remitirán a esta comandancia general sin la menor demora.
6. Se le llevara por los mismos una razón de las armas que presenten
los particulares, respecto a que han de ser devueltas a sus dueños
cuando convenga, y para el efecto sacaran cada uno un recibo de las
que presente”.
La cantidad de reclutas solicitados por los virreyes Pezuela
y La Serna fueron miles a lo largo de los años que van de 1815 a
1824. En un documento hallado en el ARP, fondo intendencia,
el 31 de enero de 1821, desde Lima, La Serna solicita 800 reclutas
a la intendencia de Puno con la finalidad de garantizar la segu-
ridad del virreinato y expulsar a los invasores:
“Siendo de la más urgente necesidad, aumentar el ejército por el grado
de fuerza con que pueda no solo garantizar la seguridad del Virrey-
nato, sino también arrojar al enemigo invasor he determinado pedir
reclutas a las provincias interiores (quemado) que Ud. Manda he seña-
lado ochocientos (800) que deberán hacerse con la más urgente pron-
titud observando en ella la mayor igualdad en su reparto. Verificada

110
Néstor Pilco Contreras

la indicada reunión que deberá ser lo más pronto posible, los mandará
Ud. A esta capital por el camino más corto escoltado con las tropas que
sea suficiente, y en su defecto por algunos vecinos honrados que venga
a la orden de un oficial que deberá hacer la entrega a este le encargará
usted la mayor responsabilidad, previniéndole sufrirá serios cargos, si
por falta de vigilancia o actividad tuviese alguna deserción pudiendo
tomar para evitarla las medidas que crea necesarias”.99
La situación económica y social de los reclutas fue compli-
cada, como lo amerita una guerra. En 1817, Pedro Pablo Torres,
sargento segundo de la primera compañía del batallón de
Infantería del partido de Chucuito, sostiene que sirvió en el ejér-
cito real del Alto Perú, en el “Batallón Cotabambas”, desde que
“empezaron las revoluciones hasta ser juramentado en Salta
y que a mi regreso de tan penosa como dilatada ausencia, he
encontrado arruinada por los ladrones mi casa y disipado mis
bienes hasta quedar en una total destrucción”100. Debido a esta
situación, solicitó a sus superiores incorporarse a su batallón o
servir en cualquier otro101.
También se encontró un memorial de 1818, redactado por
los reclutas y enviado al gobernador intendente de Puno, donde
señalan lo siguiente:
“Los soldados reclutas todos unánimes y conformes en el recto celo
de V.S. con el más sumiso rendimiento parecemos y decimos: “nos
hallamos con padecimientos, no podemos sostenernos con el real diario
que nos dan, también venir las recaudadoras, a sacarnos los ojos de
la cara, motivo de traernos todo escaso hasta del medio queso sacan
un real y los pancitos que lo juntean (sic) cinco pesos un real nos lo
encajan como quieren, y lo propio las comidas nos dan muy escaso”.
102
(Cuadro 15)

99 ARP, fondo Intendencia, sección documentos varios, caja 047, año 1821.
100 ARP, fondo intendencia, documentos varios, caja 042, 1817.
101 El virrey La Serna ordena que “mil trecientas [1300] reclutas que empezaran a salir de esta
[Puno] del 21 al 22 del presente, en quatro (sic) partidas mediando de una a otra, tres o
quatro días, le aviso a V.S. ARP, fondo Intendencia, caja 047, año 1822”.
102 Ibíd.

111
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 15
Lista de reclutas y desertores del Partido de Lampa en 1820.

N úmero de
Mes A l calde Pueblo
reclutas
Andrés Barrionuevo Vilque 4
Ancelmo Arce Juliaca 4
Pedro José Mestas Atuncolla 3
Enero
Juan Fosé de Rivero Lampa 6
Paulino Zevallos Macari 5
Pedro Mendoza Solórzano Nuñoa 9
Anselmo Arias Juliaca 4
Simón Aguirre Pucara 4
Andrés Barrionuevo Vilque 2
Justo Pastor Paucarcolla* 4
Febrero Diego Tapia Umachiri 3
Nicolás Macedo Ayaviri 6
Francisco Xavier Surco Llalli 4
Pedro Mendoza Solórzano Nuñoa 4
Andrés Barrionuevo Vilque 6
Pedro Mendoza Solórzano Nuñoa 3
Marzo
Mariano Arias Cavana 4
Total 75

Fuente: ARP, fondo intendencia, caja 046, año 1820.


* Paucarcolla pertenecía al Partido de Huancané.

Asimismo, el memorial de los reclutas dice “que en el real


cuartel los cabos apuntan con palos […] sin la menor huma-
nidad”103. Además, piden que se les dé “algunas cositas para
socorro”, también algunos sufrimos el “mal de flato y otros
males imperceptibles”104, concluyen. Debido a estas quejas, el
virrey La Serna en 1822 ordena:

103 Ibíd.
104 Ibíd.

112
Néstor Pilco Contreras

“A fin de que no haya reclamaciones injustas y que conste al soldado


se le da lo que esta prevenido, ordeno que en la revista de comisario que
mensualmente deben pasarle, el interventor pregunte compañía por
compañía si están satisfechos sus individuos del haber diario de dos
reales el soldado, dos y medio los cabos primeros y cornetas y tres los
sargentos debiendo dar parte por escrito de lo que contesten al coman-
dante militar bajo cuyas órdenes estén y este a mí”.105
Asimismo, debido a la ausencia de pagos o insuficiencia
en sus haberes, el ejército real ocasionaba graves perjuicios a la
población civil durante su tránsito. Para frenar estos abusos, el
virrey La Serna en 1824, en una comunicación con el intendente
Tadeo Gárate, dispone que “se subministre a la tropa para su
manutención mitad en borrego y mitad en chalonas, uno para
cada nueve soldados”106. Asimismo, indica: “compondrán un
rancho nutritivo que les liberte de las enfermedades que ocasionan
los malos alimentos y no tendrán motivo para salir a las haciendas
y estancias en solicitud de carne cometiendo excesos que no deben
permitirse”107.

La Iglesia puneña en vísperas de la independencia

La participación del clero a favor o en contra en la inde-


pendencia fue muy significativa, en vista de que era la insti-
tución colonial más representativa de alcance y contacto con
las poblaciones indígenas. Según Klaiber (2013), “de los 3 000
sacerdotes en el Perú en vísperas de la Independencia posiblemente
solo el 10 % apoyó activamente la causa” (p.78). Pero esta minoría
era muy influente. En su tesis doctoral, María Consuelo Sparks
concluye que “entre 1805 y 1824 unos 390 sacerdotes participaron

105 Carta del virrey José La Serna enviada al intendente de Puno sobre la alimentación de los
soldados, Cusco 16 de marzo de 1824. ARP, fondo intendencia, documentos varios, caja
049.
106 ARP, fondo intendencia, documentos varios, caja 049, año 1824.
107 Ibíd.

113
Puno durante la Independencia (1809-1825)

en el movimiento separatista en el Perú: 122 como insurgentes, 77


como conspiradores, 48 como propagandistas y 143 como colabora-
dores” (Sparks, 1972, p. 209).
Uno de los eclesiásticos que más resalta por su parti-
cipación en la rebelión del Cusco de 1814 es Ildefonso de las
Muñecas. Nacido en Tucumán, Muñecas estudió en Córdoba,
Chuquisaca y Lima, fue párroco de la parroquia del Sagrario en
Cusco cuando se adhirió a la conspiración, y acompañó al ejér-
cito que bajo el mando de Juan Manuel Pinelo se dirigió hacia
el Alto Perú.
La Iglesia católica, como principal agente de la espiri-
tualidad y la evangelización en las colonias americanas, jugó
un papel muy importante en el adoctrinamiento y apacigua-
miento de las poblaciones aborígenes. Se conoce, a través de los
padroncillos o censos de propiedades, que el clero tenía consi-
derable cantidad de bienes, poseía gran cantidad de haciendas
o estancias, ya sea de monasterios o curas particulares. El 12 de
noviembre de 1819, el obispado del Cusco ordena a todas las
iglesias de su jurisdicción (Carabaya, Lampa y Azángaro) en
la intendencia de Puno contribuir con el 5% de los ingresos de
sus rentas. De esta manera se realizó el respectivo cobro por el
notario público Julián Sánchez.
El monto de la contribución asignada a los ingresos de
las iglesias de Lampa, Carabaya y Azángaro, pertenecientes
al obispado del Cusco, fue de 3650 pesos anuales. Por informe
del notario público Julián Sánchez se conoce que “los curas del
partido de Carabaya y los del partido bajo de Lampa, a saber,
Nuñoa, Ayaviri, Macari, Umachiri y Orurillo se niegan entera-
mente a toda contribución, y solamente los del partido alto de
Lampa, a saber, Lampa, Cavanilla, Cavana, Hatuncolla, Cara-
coto, y Juliaca ofrecen 1025 pesos y los del partido de Azángaro
532 pesos según la planilla”108. En otro documento se señala que

108 ARP, fondo de Intendencia, sección documentos varios, caja 045, año 1819.

114
Néstor Pilco Contreras

el monto que debería satisfacer la vicaría de Carabaya es de 225


pesos anuales.
De este documento se desprende que los curas de Cara-
baya y partido bajo de Lampa se niegan a pagar, esto posible-
mente debido a la crisis económica que sufrieron con la revolu-
ción del Cusco de 1814, o probablemente muchos de estos curas
estaban comprometidos con las rebeliones, como Dámaso Deza
de Ayaviri. Dicho informe considera que “por las calamidades
de la guerra y de la esterilidad pasada, que causó estragos que
son notorios”109 no se puede cumplir con la suma de contribu-
ción asignada. (Cuadro 16)
Respecto al clero de Azángaro, por un informe realizado
por el subdelegado del mencionado partido, Juan Bautista
Morales, en el año de 1818, se conoce que por cuenta del señor
gobernador eclesiástico del Cusco se impuso “un ramo de
donativo en dinero a los señores curas de las doctrinas”110 entre
50 y 25 pesos al año pagables en cuatrimestres; así como a “las
pensiones impuestas al 5% de rentas de las iglesias”111, también
pagables en cuatrimestres, en beneficio y para el importante
auxilio de las tropas del ejército real del Alto Perú.
En cuanto al ramo de donativo de los curas de las
doctrinas de Azángaro durante el primer cuatrimestre hasta el
30 de abril de 1818, se recaudó 83 pesos con 3 ½ reales y una
deuda de 16.6 pesos (véase Cuadro 17) y, durante el segundo
cuatrimestre hasta el 31 de agosto del mismo año, se recaudó
58 pesos 4 reales y queda una deuda de 50.1 pesos, habiendo
recaudado de los dos cuatrimestres un total de 141.7 ½ pesos y
deuda de 66.7 pesos.
Solo las iglesias (parroquias) de Azángaro, Asillo y San
Antón fueron obligadas con las “pensiones a las rentas de las

109 Ibíd.
110 ARP, Fondo Intendencia, sección documentos varios, caja 044, año 1818.
111 Ibíd.

115
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Cuadro 16
Contribución personal y del ingreso de rentas de las iglesias de Lampa.

Contribución de rentas Contribución personal de


Pueblos
de las iglesias l os curas
Lampa 200 125
Cavanilla 075 058
Cavana 200 060
Hatuncolla 020 022
Caracoto - 050
Juliaca 085 050
Vilque - 080
Subtotal 580 445
Total 1025

Fuente: ARP, Fondo intendencia, caja 045, año 1819.

iglesias”112, lo que obedeció seguramente a la gran cantidad de


propiedad que concentraban las iglesias en esas localidades.
De esta manera, la doctrina de Azángaro fue impuesta con
500 pesos de rentas por el señor gobernador eclesiástico del
Cusco. De esta suma, el cura Matías de Alday solo pagó 166.6
pesos, teniendo un saldo de 333.2 pesos. La doctrina de Asillo
debió pagar la suma de 200 pesos y la doctrina de San Antón
300 pesos, pero ambas no cumplieron con la obligación a pesar
de las diligencias que realizó el señor subdelegado del partido.
En suma, del ramo de donativo de curas y renta de iglesias se
recaudó 308. 5 ½ pesos y quedó una deuda de 891.7 pesos.
Asimismo, se encontró en el ARP una “razón de los
marcos de plata que, por vía de suplemento, en auxilio de las
urgentes necesidades en que se halla el estado han franqueado
las santas iglesias del Partido de Huancané”113, fines del año de

112 ARP, Fondo Intendencia, sección documentos varios, caja 043, año 1818.
113 ARP, Fondo Intendencia, sección documentos varios, caja 040, año 1816.

116
Néstor Pilco Contreras

Cuadro 17
Relación de curas y doctrinas de Azángaro que otorgaron donativos
del primer trimestre de 1818.

Curas doctrinas Pa go Deuda


Mariano Guevara, cura de Asillo 16.5 -
Matías de Alday, cura de Azángaro 16.5 ½ -
José Melchor Ortiz, cura de Putina 8.3 -
Pedro Crisólogo Santos, cura de Santiago 8.3 -
Francisco Xavier de Vedoya, cura de Pusi 8.3 -
José Manuel Delgado, cura de Caminaca - 8.3
Manuel Bejar, cura de Samán 8.3 -
Agustín Narváez, cura de Taraco 8.3 -
Juan Norberto Santos, cura de Arapa 8.3 -
José Vicente Luza, cura de San Antón - 8.3
Total 83.3 ½ 16.6

Fuente: ARP, fondo intendencia año 1818, caja 044.

1816. Recordemos que los partidos de Chucuito y Huancané


eclesiásticamente dependían del obispado de La Paz.
Los donativos en “marcos de plata labrada no útil” ni de
necesidad precisa fueron entregados por los señores curas de
las siguientes doctrinas del partido de Huancané. El cura José
Sánchez, de la doctrina de San Agustín de Coata, entregó una
pieza de lámpara destrozada pesada en 32 marcos, según el
documento, destinada “al sonten (sic) de los altos fines de la
pacificación y sagrados derechos del soberano”. El cura del
pueblo de San Salvador de Capachica, Juan Calvo, otorgó
“cinco mantas que pesan cuatro marcos y dos y media onzas”.
El cura coadjutor Diego Chiquicallata, de la doctrina de Huan-
cané, entregó “dos lámparas de plata una grande con peso de
92 marcos y otra pequeña con peso de 11 marcos y 4 onzas”114,
haciendo un total de 103 marcos y 4 onzas.

114 Ibíd.

117
Puno durante la Independencia (1809-1825)

De la misma forma, el cura de Vilquechico, Mateo


Monroy, entregó una lámpara de 41 marcos de plata y “cuatro
mantas y dos vinaferitas (sic) pertenecientes a la vice-parroquia
de Cojata”. Así también, el señor cura vicario Ysidro José de
Gálvez otorgó 120 marcos de plata en dos lampas, dos faroles,
cuatro mayas, ocho jarras grandes, 14 jarras chicas, y cinco pies
de abril. Por último, el 11 de diciembre de 1816, el señor cura
Josef Aragón Heredia, del pueblo de Paucarcolla, entregó “una
lámpara de plata con peso de 30 marcos”.115

La educación durante la independencia

La transición de la colonia a la república tenía un rasgo


fundamental, fomentar la educación de los indígenas. Como
señala Guillermo Miller: “el medio es ilustrar en lo posible a la
casta indígena y que ella entre en el goce de la ciudadanía”116.
Además, la mayoría de la población en Latinoamérica hacia la
década de 1820 era analfabeta, por ello saber leer y escribir era
fundamental en el nuevo sistema de gobierno (Loayza, 2019).
Bajo esta perspectiva, en Puno capital, el 11 de julio de 1825
se apertura la primera escuela de primeras letras de la repú-
blica. La prefectura de Puno, dirigida por el inglés Miller, y la
ilustre municipalidad, dirigida por el primer alcalde republi-
cano Manuel José Morel, convienen en instalar dicho centro de
instrucción.
Para ello se creó una comisión dirigida por el alcalde
de segundo voto Vicente Velásquez, quien fue el encargado
de proveer los insumos y útiles, además de seleccionar un
preceptor. Los candidatos a preceptor fueron: Luciano Rodrí-
guez, Juan Valenzuela, Antonio Zevallos y Pedro Leyva. Luego

115 Ibíd.
116 Guillermo Miller fue el prefecto de Puno republicano. ARP, fondo prefectura, documentos
digitalizados, caja 002, año 1825.

118
Néstor Pilco Contreras

de un minucioso examen realizado por el presbítero Luis Espi-


nosa —persona versada en la fe católica, en las reglas del bien
obrar, en el ejercicio de las virtudes y en el noble arte de leer,
escribir y contar— resultó ganador Pedro Leyva.
“La escuela fue mixta y los alumnos no estaban obligados a contribuir
con ninguna pensión para el sostenimiento de aquella. En cuanto a la
dotación de maestro, se le señalaron quinientos pesos anuales, sobre
el fondo de la comunidad, pagaderos mensualmente. La casa en que
funcionó la escuela fue la de doña Brígida Arce, a quien se le pago 80
pesos anuales de alquileres”. 117
De la misma manera, en las capitales provinciales del
departamento de Puno, se abrieron varias escuelas de primeras
letras. El 14 de octubre de 1826, en la ciudad rosada de Lampa,
se inauguró la escuela de primeras letras bajo la dirección del
preceptor Eusebio Goyzueta, con un sueldo anual de 400 pesos.
En Azángaro, a principios de 1827, bajo la conducción del
preceptor Juan Francisco Urrutia, funcionaba una escuela con
poca cantidad de alumnos debido a la falta de material educa-
tivo y la presencia del batallón Zepita, que reclutó a los estu-
diantes como “tambores y pitos”.
Las formas y modalidades de instrucción, la metodología,
los sistemas de enseñanza y aprendizaje, las asignaturas y los
castigos estuvieron establecidos en el reglamento de primeras
letras. A continuación, transcribimos con fines académicos
el “Reglamento de enseñanza de primeras letras de Ylave”,
promulgado por el prefecto de Puno, Juan Francisco de Reyes,
el 3 de octubre de 1827.
“1° [El maestro] Llevará un cuaderno en que asiente los nombres y
familias de los niños que van a su enseñanza y los días que entran en
ella. Quando (sic) hagan faltas maliciosas lo avisará a sus padres pa qe
cuiden de que no se repita, y abiendo (sic) algunos que no queriendo
aprovecharse más de la escuela la abandonen, apuntará también el día
de ese suceso.

117 Pineda Eduardo, en diario El Siglo, 13 de enero de 1923. N° 3051.

119
Puno durante la Independencia (1809-1825)

2° conforme fuese recibiendo niños los irá enseñando los primeros


rudimentos por cartilla, catonlla [sic] mientras no sepan leer bien, el
será quien diariamente les haga una lectura tanto de libros de religión,
cuanto del catecismo político y del Geográfico para que aun tiempo
mismo, que se hagan creyentes en el Dogma, reciban (f.95a.) inspi-
raciones del amor patrio, de los deberes de ciudadanos, y de aficcion
a conocimientos geográficos. Versando ya lectura en su mejor sentido
ellos mismos alternativamente se encargarán de la de dichos libros
por todos los días pa la audiencia de sus condicipulos (sic), y asu ves
también se les señalará que aprendan de memoria y den por lección un
periodo de ellos.
3° de los que fueren manifestando más aprovechamiento, hará nombra-
mientos de decuriones [jefe de 10, en Roma] que tengan asu cargo
tres ó cuatro condicipulos (sic) ó el número de cupiere a proporcionar
para que les reciban lecciones, y den cuenta al maestro del buen ó mal
desempeño de ellas. Este será quien las reciba delos primeros: pero no
por eso dejará de velar sobre todos y satisfacerse personalmente dela
aptitud de cada uno.
4° las primeras correcciones de desaplicación serán por palabras suaves
y espociones (sic) bien demostradas del gran bien que seles espera con
su continua y gustosa contracción al curso escolar y de los males
afrentosos que padecerán con su quebrantamiento. La reincidencia y
otros defectos de que siempre son suseptibles los hombres en esa edad,
nunca serán castigados con asotes sino conguna (sic) pena de gradual
moderación que les promueva la vergüenza a vista de sus condicipulos
(sic) como V.E. tenerlos algún tiempo parados, incados, doblarlas la
lección, darles algunos palmetazos de que momentáneamente sientan
dolor pero que no les deje lección [lesión] alguna.
5° en tiempo de verano a seis de la mañana y estarán en la escuela,
y por la tarde desde las dos hasta las seis. En invierno será hara la
entrada a las siete de la mañana, y estarán por la tarde hasta las cinco.
Selos enseñará que al venir de la escuela y retirarse lo hande (sic) de
hacer en el mejor orden y, compustura, sin distraerse a nada por las
calles.
6° en los sábados harán lectura doblada de doctrina, se resará el
rosario, y se sostendrán competencias de argumentos entrebandas
(sic) por preguntas y respuestas (f.95r.) del catecismo crisano [cris-

120
Néstor Pilco Contreras

tiano] del político del geógrafo. Aquines sobresaliesen según el juicio


del maestro, les dará este un boleto de premio que sirva para redemirlo
de pena cuando le toque o de hacerlo valer algún otro condicipulo
su camarada en igual caso. Últimamente dejándose a la discreción y
probidad del maestro por el interés de su propio honor todo lo demás
que en lo formal económico y mecánico contribuya al más sano y solido
adelantamiento de sus discípulos de cada seis meses ha de presentar
un ecsamen (sic) ante el señor intendente o Y°. Municipalidad de ese
pueblo, sele encarga más particularmente que los estimule por el honor
y por el patriotismo sobre las bases de la religión y con menuda y bien
esplicada (sic) referencia de cuanto tiene de bueno la historia de ntra
[nuestra] revolución para que vayan imprimiéndose en ellos los nobles
sentimientos de honrrados ciudadanos”.118
Sin duda, el evento cumbre en el aspecto educativo, con
la llegada de Simón Bolívar a Puno, fue la creación del “Colegio
de Ciencias y Artes” el 7 de agosto de 1825. “El año de 1828 se
instaló el colegio, bajo la dirección del R.P. Fray Mariano Andia, en la
casa construida por el intendente Quimper para regularizar la plaza
de “San Juan”, que fue la misma designada por Bolívar para el funcio-
namiento del colegio y que por haberla adquirido anteriormente un
vecino del lugar apellidado Fuentes se permutó con el “Tambo de Jeru-
salén” de propiedad fiscal” (Patrón, 1928, p. 334).
Se conoce que el 15 de enero de 1826 el prefecto Manuel
Martínez de Aparicio otorgó el título de preceptor de latinidad
al teólogo Mariano Andia, “perteneciente al colegio de Cien-
cias y Artes de esta capital con la dotación anual de 500 pesos”.
El colegio estuvo bajo la dirección de diversas personalidades.
El primer rector fue Mariano Andia, luego Melchor Montes
de Oca, quien, habiéndose destinado la casa del colegio para
cuartel, enseñó gratuitamente a 13 jóvenes la gramática latina, la
mitología y la lógica, llegando al extremo de adecuar sus aulas
en las cuevas del cerro denominado Huacsapata. Continuaron
como rectores: N. Zavala, Mariano Delgado, Pío Vicente Rosel,

118 ARP, Tomas de razón, tesorería fiscal (libro 001) años 1826–1827. Folios 95–96.

121
Puno durante la Independencia (1809-1825)

Figura 8. Escuela Nacional de Aplicación “María Auxiliadora”


en la plaza Mayor de Puno. Fiestas Patrias, 1958.

Nicolás Cano, Pablo Pino, Francisco Cabrera y José Palacios.


Durante el gobierno confederado de Santa Cruz (1836 – 1839),
se llamó “Colegio mineralógico de Socabaya” y tuvo como
rector al D.D. Francisco Rivero, quien también ejercía la catedra
de mineralogía. La de matemáticas se encomendó a D. Mariano
Corrales Melgar y la de gramática latina a D. Pedro Franco119.
(Figura 9)
Los gastos del funcionamiento del colegio fueron cubiertos
con los ingresos económicos de los diezmos de las provincias
de Chucuito y Huancané. Por ejemplo, con este fin, el 15 de
marzo de 1826, don Manuel Martínez de Aparicio, prefecto
de Puno, remató los diezmos de Huancané en dos divisiones:
“partido grande y partido chico siendo el mejor postor para el
primero Don Bernardo Escobar a nombre y como apoderado
de D. Cipriano Machicado en quien quedaron rematados por la

119 Véase el informe del rector Bartolomé Duran, el 28 de agosto de 1825, denominado
“Biografía del Colegio”, ARP, fondo prefectura.

122
Figura 9. Decreto de creación del Colegio de Ciencias y Artes
de Puno, 1825.
Puno durante la Independencia (1809-1825)

cantidad de mil y cien pesos bajo las respectivas fianzas”, y de


la misma manera se procedió con el remate de los diezmos de
Chucuito en dos mil quinientos ochenta y cinco pesos a Manuel
Salas.
Con posterioridad al proceso de independencia e inicios
de la vida republicana, en Puno funcionaron varias escuelas y
colegios. Se crearon las escuelas lancasterianas en las capitales
provinciales, la Escuela Ayacucho en Puno, el Colegio de la
Libertad en Puno, cuyo administrador era Bernardo Casapía;
la escuela de “Santa Rosa de Ácora” en 1833, los colegios parro-
quiales y, en Ayaviri, en la casa de uno de los héroes de la batalla
de Umachiri, Diego Sánchez, en 1826 funcionó la “Escuela de la
Patria”120.

El centenario de la batalla de Zepita en 1923

La celebración del centenario de Zepita en 1923 se hizo


con magnificencia y pomposidad. La comisión de festejos fue
nombrada mediante una resolución suprema y fue presidida
por el prefecto de Puno, Enrique Rendón, y las demás autori-
dades políticas de la región y provincia de Chucuito. Con este
motivo, el 25 de agosto de 1923 fue declarado feriado regional
por el gobierno peruano presidido por Augusto B. Leguía.
También se conoce que el 15 de noviembre de 1922, en la
ciudad de Juli (Chucuito), quedó constituido el Comité depar-
tamental pro centenario de la batalla de Chua Chua, dirigido
por Manuel A. Quiroga, Julián Palacios, José María Franco y
J. Alberto Cuentas. Los objetivos principales de este comité
fueron, entre otros, “la inauguración de la carretera Puno–Desagua-
dero, la construcción de una pirámide de granito en Chuwa Chuwa,
la organización de las sociedades obreras, deportivas y humanitarias

120 Toda esta información será publicada en el libro “Historia de la educación en Puno”.

124
Néstor Pilco Contreras

de la Cruz Roja en toda la provincia de Chucuito y la creación de una


feria y exposición agrícola, ganadera e industrial en Chuwa Chuwa”
(El Siglo, 1922).
Para celebrar esta efeméride, el 5 agosto el prefecto de
Puno cursó invitación a distintas autoridades e instituciones,
entre ellas: prefecto de Arequipa, prefecto del Cuzco, alcalde
del concejo de Arequipa, alcalde del concejo de Cuzco, rector
de la Universidad de Arequipa, rector de la Universidad del
Cusco, coronel comandante general de la Tercera Región,
comandante general de la Cuarta Región, ministro plenipoten-
ciario del Perú en Bolivia, gerente general de los Ferrocarriles.
Asimismo, a Oscar de Santa Cruz, hijo de Andrés de Santa Cruz
y otras personalidades.
Las actividades de la celebración del centenario se
iniciaron en julio de 1923. El 23 de julio, en el teatro municipal
de la ciudad, se realizó la conferencia sobre la batalla de Chua
Chua o Zepita a cargo del diputado provincial de Chucuito,
Manuel A. Quiroga. De la misma manera, según el diario “El
Siglo”, el 20 de agosto de 1923 se realizó la conferencia ofrecida
por J. Alberto Cuentas en la Universidad de San Andrés (La
Paz, Bolivia), bajo el título: “La confraternidad Perú-boliviana y
solidaridad estudiantil como ideal de vida”. En ella señaló “que
la batalla de Chuachua fue una de las primordiales para las posteriores
victorias, no debiendo desconocerse nunca, su importancia en nuestra
historia de emancipación” (El Siglo, 1923).
El 22 de agosto de 1923, a bordo del vapor Inca, arribó al
muelle de Puno el general Oscar de Santa Cruz, sus dos hijos
—Enriqueta y Andrés de Santa Cruz— y su secretario Rufino
Garnica Flores. Fueron recibidos por el prefecto Rendón y el
alcalde Málaga. En la tarde del 24 de agosto, la comitiva, a bordo
del vapor Coya, se dirigió a Desaguadero y de allí al campo de
batalla de Chua Chua.

125
Puno durante la Independencia (1809-1825)

El día central, vale decir, el 25 de agosto de 1923, se concen-


traron “más de veinticinco mil almas, diseminadas en la célebre pampa
y en los cerros circunvecinos daban al conjunto una nota sugestiva por
la policromía de los vestidos de los movilizables, escuelas fiscales y
mujeres indígenas” (El Eco, 1923). Allí se llevaron a cabo los actos
protocolares y la inauguración del obelisco.
En seguida, se realizó el desfile, luego “el banquete en el
pabellón levantado por el distrito de Yunguyo el cual, fue ofrecido
por el diputado nacional doctor Salcedo, pronunció un brillantísimo
brindis, el señor Prefecto Doctor Rendón y el coronel Santa Cruz. El
alcalde de Yunguyo señor Passano también pronunció otro discurso.
De allí las comisiones oficiales pasaron al pabellón de Ilave donde el
joven Alberto Cuentas Zavala ofreció en nombre de dicho distrito y
en frases elocuentes una copa de champagne” (El Eco, 1923). Culmi-
nado la ceremonia se emprendió el viaje de retorno a Puno.
Durante la mañana del 26 de agosto, una multitud aguar-
daba la llegada de la comitiva en el puerto de Puno. El diario
“El Eco” (1923) informaba: “La asistencia puede calcularse en más
de doce mil almas. Tan luego como el vapor “Coya” hizo el viraje hacia
el muelle, las dos bandas de músicos del Escuadrón Gendarmes y de la
Platería, ejecutaron alegres dianas”121. La comitiva se trasladó por
la Av. Leguía (hoy Puerto), pasando por la Plaza Centenario
(hoy Parque de la Cultura o de las aguas) hasta llegar a la casa
prefectural.
A las 10:00 horas del 26 se realizó la misa Te Deum, a cargo
del señor vicario de la diócesis, Mons. Riquelme. La oración
gratulatoria la pronunció el vicario foráneo de Chucuito, Dr.
Galindo. Asimismo, en el concejo municipal se dio la sesión
solemne dirigida por el alcalde Dr. Málaga y en dicho acto
se declaró a Oscar de Santa Cruz y sus hijos “huéspedes de
honor”. Posteriormente se llevó a cabo el desfile escolar, militar
y de los movilizables, “su número asciende a más de seis mil,

121 Tomado del diario “El Eco”, 10 de setiembre de 1923, N° 8663.

126
Néstor Pilco Contreras

poco más o menos”, señalaba el diario “El Eco”. En la noche fue


la “quema de fuegos artificiales” y el baile en el “Club Unión”,
adonde asistieron distinguidas personalidades de Puno.
El lunes 27 de agosto, en horas de la tarde, se “realizó
en el Stadium Leguía el match definitivo entre los equipos del
“Deportivo Obrero” del Cuzco y “Juventud Obrera” de Puno”
(El Eco, 1923). Durante estos días se efectuaron varias actividades
culturales, como la actuación musical en el teatro municipal y la
conferencia de Santa Cruz sobre la batalla de Zepita. Finalmente,
el 28 de agosto, en los salones del “Club Unión”, se ofreció un té
de despedida a todas las comisiones oficiales que habían llegado
a Puno para celebrar el centenario de la batalla de Zepita.
Por otra parte, durante el oncenio de Augusto B. Leguía,
con ocasión de celebrar el centenario de la batalla de Chua
Chua, el Congreso de la República, el 5 de abril de 1923, dio la
Ley N° 4648, mediante la cual se mandó a erigir un obelisco en
el campo de batalla de Chua Chua, para lo cual se asignó un
presupuesto de mil quinientas libras peruanas. La inauguración
se realizó el sábado 25 de agosto de 1923 y el diario “El Eco”
informó de la siguiente manera:
“La inauguración del obelisco fue asimismo muy emocionante. Por la
premura del tiempo hubo de suprimirse algunos números del programa
oficial. Comenzó la ceremonia con la bendición del monumento. En
seguida el prefecto del departamento pronunció un magistral discurso
en nombre del señor Presidente de la República, después del cual la
banda del regimiento de infantería No 11 ejecutó el himno nacional.
En seguida el coronel Santa Cruz dio lectura a un magnífico discurso
de carácter histórico, y la banda tocó en seguida el himno boliviano.
Momentos después el coronel Bonilla dio lectura a fragmentos de su
interesantísima conferencia siendo muy aplaudido. Inmediatamente
se procedió a descorrer el velo del obelisco, el cual es una preciosa
columna de granito de seis metros de alto, en la cual se ha colocado
una placa conmemorativa fundida en la casa Arenas de Arequipa y
que es una verdadera obra de arte”.122
122 Fuente: diario “El Eco”, 31 de agosto de 1923.

127
Puno durante la Independencia (1809-1825)

El 6 de junio de 1996, este obelisco fue “declarado patri-


monio cultural Monumental de la Nación mediante resolución
Directoral N° 075-96-INC-DD-PUNO”. La parte resolutiva del
mencionado documento dice: “artículo primero, declarar patri-
monio cultural monumental de la nación el obelisco de Chua
Chua, ubicado en el centro Educativo N° 70275 de Chua Chua
del distrito de Zepita; artículo segundo, el obelisco de Chua
Chua constituye un homenaje a los caídos de la batalla de
Zepita, marcando un hito en nuestra historia”. (Figura 10)

El centenario de la independencia en Puno

Las conmemoraciones o celebraciones de la indepen-


dencia del Perú, en gran medida, se hicieron para fortalecer
el centralismo simbólico limeño y para legitimar y fortalecer
a las autoridades políticas. Del mismo modo, en las capitales
departamentales, estas celebraciones y representaciones tenían
como fin fortalecer la autoridad de las elites regionales, al
mismo tiempo buscaban su integración en la nación y su rol, y,
por otra parte, celebrar y reafirmar la identidad local (Loayza,
2016,). Bajo esta perspectiva, aunque más descentralista —vale
decir—, celebrar con mayor énfasis la jura de la independencia
en Puno en diciembre de 1824 y no el 28 de julio de 1821123, el
29 de octubre de 1924, en una reunión de las principales autori-
dades regionales y locales, se constituyó el “Comité pro-cente-
nario de Puno”.
“En la ciudad de Puno a los veintinueve de octubre de mil novecientos
veinticuatro, se reunieron en el Salón prefectural a invitación de la
primera autoridad política del departamento, los señores Ilustrísimo
Obispo de la Diócesis Monseñor Fidel M. Cossio, Presidente de la
Corte Superior de Justicia, doctor Julio C. Campos, Alcalde Provin-

123 Por el centenario del 28 de julio, en Puno se inauguró la “Plaza Centenario”, hoy “Parque
de las Aguas o Cultura”, las avenidas “Leguía” y “prefecto Arenas”, además se puso la
primera piedra para la escuela de Artes y Oficios.

128
Néstor Pilco Contreras

Figura 10. Placa del obelisco de la Batalla de Chua Chua,


inaugurado en 1923.

cial don Fidel Ortiz del Carpio, Decano del Colegio de Abogados Dr.
Adrián Solórzano, Director de Beneficencia Ing. Carlos A. Barreda,
Diputado Regional Dr. Eduardo Taver, Director del Colegio Semi-
nario Dr. Alberto Barrientos, Director del Centro Escolar de Niñas
Señorita María Manuela Yuychud, señorita secretaria del Comité
Pró-Monumento Bolognesi María Josefa Enríquez, Presidenta de
la Unión Católica de Señores señora Aurora Somocurcio del Valle,
presidente del Club Social Puno Dr. Ismael Cornejo Rossello, por
el Director del Centro Escolar de Varones el Auxiliar don Adrián
Dávila, Director de El Siglo Sr. Gustavo A. Manrique, y Presidente
de la Liga Deportiva Sr. Eduardo Rodríguez”.
Está reunión, tenía por objetivo “tomar los acuerdos más
convenientes a fin de celebrar debidamente el primer centenario de la
Jura de la Independencia en Puno, que se cumplirá el 30 de diciembre
del año en curso” (El Siglo, 1924). Por tanto, esta efeméride, en
palabras del prefecto Félix Costa, era una “oportunidad magní-

129
Puno durante la Independencia (1809-1825)

fica para solemnizar un hecho que enaltece al departamento de


Puno”. El plan o proyecto de las celebraciones del centenario, al
parecer, fue propuesto bajo la iniciativa consecuente del ilustre
abogado e historiador Eduardo Pineda Arce. El plan inicial de
las celebraciones fue el siguiente:
“1° inaugurar el busto del D. Pedro Miguel de Urbina colocándolo en
el lugar que actualmente ocupa el de Bolognesi, en atención a que el
Dr. Urbina constituye para Puno una figura prócer, tanto por haber
sido el primer Prefecto que juró la independencia, como por que su vida
pública al servicio de este departamento le hace acreedor a tal home-
naje. El busto del D. Urbina, deberá ser obsequiado por la provincia
de Chucuito, de donde fue aquel y en retorno se le entregara el actual
busto de Bolognesi, para que sea colocado en una de las plazas de Juli.
2° inauguración del monumento a Bolognesi en la plaza principal de
esta ciudad, acto que será apadrinado por el señor Presidente de la
Republica don Augusto B. Leguia.
3° inauguración del camino carretero a Chucuito, conforme a un
programa especial.
4° feria de los productos de la granja de Chuquibambilla y exposición
industrial de las ocho provincias del departamento con premio a los
mejores expositores.
5° Estreno de un baño público cerca de la quinta de Mostajo, obra
iniciada por el prefecto del departamento, don Félix Costa Lauret,
capitán de Puerto señor Antonio Rodríguez Revich, y apadrinada por
el gerente general de los ferrocarriles Mr. L.S. Blaisdell.
6° Colocación de la primera piedra del Hospital nuevo, apadrinado por
el ilustrísimo obispo Mons. Cossio.
7° Concurso deportivo de instituciones deportivas y colegios.
8° Velada de gala en el teatro municipal organizada por los señores de
la Unión Carolina.
9° Fiesta en los clubes sociales.
10° Parada militar de los movilizables.
11° Edición de la obra: El departamento de Puno, Monografía de Puno
y ediciones extraordinarias de los periódicos locales, con subvenciones
y premios especiales”.

130
Néstor Pilco Contreras

Respecto a la “Plaza Mayor de Puno” y por ende la inau-


guración del “monumento a Bolognesi”, se conoce que, en
el centro de la plaza, bajo la autoridad del prefecto Manuel
Mariano Basagoitia, el 9 de enero de 1856, se instaló una pileta.
Pineda (1924) dice: “llegó a esta ciudad, desde Islay, conducida por
Felipe Delgado y Valentín Pinto, siendo colocada por el ingeniero don
José Gonzuret”. Mientras, la Plaza Mayor de Puno se remodeló
en 1917.
Una vez remodelada la plaza, en el marco de las celebra-
ciones del centenario de la independencia, se consideró cons-
truir un monumento dedicado a Bolognesi —que reemplace a
la pileta y esté acorde con la nueva plaza—, siendo el encargado
de promover dicha obra el comité de damas “Pro-monumento
Bolognesi”, dirigido por María Eugenia V. de Ramos, presi-
denta, y María Josefa Enríquez, secretaria, quienes realizaron

Figura 11. Jirón Tacna, hoy local de la Prefectura, y la


plataforma del barrio Victoria.

Fuente: Archivo Regional de Puno.

131
Puno durante la Independencia (1809-1825)

múltiples actividades para recaudar los fondos. La inaugu-


ración del referido monumento estuvo prevista para el 30 de
diciembre de 1924, fecha en que se celebraba el “centenario de
la jura de independencia en Puno”; sin embargo, debido a la
coyuntura electoral, no fue posible. La ceremonia de inaugu-
ración se llevó a cabo el 28 de julio de 1825, siendo alcalde de
Puno Fidel Ortiz del Carpio y prefecto del departamento Félix
Costa Laurent. El encargado de construir el monumento fue
Cornelio Tapia y la estatua de Bolognesi fue hecha en Italia por
el artista E. Pellini.
Por otro lado, una de las actividades culturales más impor-
tantes propuesta por el “Comité pro-centenario” de Puno fue
la publicación de una monografía del departamento. Efectiva-
mente, años después, las autoridades lacustres, especialmente
su alcalde Eduardo Beroldo Ratti, lo promovieron. Se formó un
jurado presidido por Humberto Luna, director de San Carlos, e
integrado por Adrián Solórzano y Vicente Jiménez. Los compe-
tidores fueron Emilio Romero, Eduardo Pineda Arce y Alfonso
Torres Luna. El primer lugar lo obtuvo Romero con su hoy tan
renombrada “Monografía del Departamento de Puno”, editada
en 1928, y el segundo lugar le correspondió a Torres Luna.

132
BIBLIOGRAFÍA
Néstor Pilco Contreras

FUENTES PRIMARIAS
Archivo Regional de Puno (ARP), fondo intendencia y
prefectura.
Archivo General de la Nación Argentina (AGNA).
Archivo General de la Nación (AGN), Perú.

PERIÓDICOS
El Siglo de Puno
El Eco de Puno
Los Andes

FUENTES SECUNDARIAS
Bonilla, Heraclio. (2016). Metáfora y realidad de la independencia en
el Perú (6a edición). Lima, Perú: IEP.
Bonilla, Manuel. (1923). Batalla de Zepita. Lima, Perú: T. Scheuch.
Contreras, Carlos & Glave, L. Miguel (Ed.). (2015). La Indepen-
dencia del Perú: ¿Concedida, conseguida, concebida? Lima,
Perú: IEP.

135
Puno durante la Independencia (1809-1825)

De la Pezuela, Joaquín. (2020). Compendio de los sucesos ocurridos


en el Ejército del Perú y sus provincias (1813-1816). Proyecto
Especial Bicentenario.
Dellepiane, Carlos. (1931). Historia Militar del Perú. Tomo I. Lib.
Imp. y Lit. Gil S.A.
Dianderas, J. Luis. (2001). Mi pueblo Santiago de Pupuja (Azán-
garo) y Mártir de Umachiri Coronel Norverto Dianderas.
Arequipa, Perú: Impresiones Cárdenas.
Domínguez, Nicanor. (2017). Aproximaciones a la historia de Puno
y del Altiplano. Puno, Perú: Ministerio de Cultura.
Escanilla, Silvia. (2018). Hacia una nueva cronología de la
guerra de Independencia del Perú. En McEvoy, C y Rabi-
novich, A. Tiempo de guerra: Estado, nación y conflicto en el
Perú, siglos XVII – XIX. Perú: IEP, pp. 111–137.
Fonseca, Juan. (2016). ¿Bandoleros o patriotas? Las guerrillas
y la dinámica popular en la independencia del Perú. En
Loayza, Alex (Ed.). La independencia peruana como repre-
sentación. Historiografía, conmemoración y escultura pública.
Lima, Perú: IEP, pp. 81–99.
Garret, David. (2009). Sombras del Imperio, la nobleza indígena del
Cuzco, 1750–1825. Perú: IEP.
Jacobsen, Niels. (2013). Ilusiones de la Transición. El Altiplano
Peruano, 1780-1930. Lima, Perú: BCRP; IEP.
Loayza, Alex (Ed.). (2016). La independencia peruana como repre-
sentación. Historiografía, conmemoración y escultura pública.
Lima, Perú: IEP.
Luque, Miguel. (1999). La Intendencia de Puno: de circunscrip-
ción colonial a departamento de la República del Perú
(1784-1824). En Revista Complutense de Historia de América,
N° 25, pp. 219-252.

136
Néstor Pilco Contreras

Méndez, Cecilia. (2014). La República Plebeya: Huanta y formación


del Estado Peruano, 1820-1850. Lima, Perú: IEP.
Montoya, Gustavo. (2019). La independencia controlada: Guerra,
gobierno y revolución en los Andes. Perú: Sequilao editores.
O’Phelan, Scarlet. (Ed.) (2016). 1814: La junta de gobierno del
Cuzco y el sur andino. Lima, Perú: PUCP; IFEA.
Pilco, Néstor. (2018). Batalla de Zepita: Historia y Sociedad. Juliaca,
Perú: Ediciones Andino.
Ramos, Augusto. (2011). Bocetos históricos de la provincia de
Melgar. Arequipa, Perú: Dasur Graff.
Rincones, Orlando. (2014). Ayacucho y la Independencia del
Alto Perú. La Paz, Bolivia: Instituto Internacional de
Integración.
Romero, Emilio. (1928). Monografía del Departamento de Puno.
Lima, Perú: Torres Aguirre.
Sobrevilla, Natalia. (2015). Andrés de Santa Cruz, Caudillo de los
Andes. Lima, Perú: PUCP; IEP.
Soux, M. Luisa. (2016). De cercos, masacres e insurgentes de
larga data. La Paz en 1811 y 1814 en el contexto de una
guerra continental. En O’Phelan, S. (Ed.). 1814: La junta de
gobierno del Cuzco y el sur andino. Lima, Perú: PUCP; IFEA.
pp. 459–482.
Tamayo, José. (1982). Historia social e indigenismo en el Altiplano.
Lima, Perú: Ediciones Treintaitrés.
Torres, Alfonso. (1968). Puno Histórico. Lima: Talleres Gráficos
del Colegio Unión Ñaña.

137
ANEXOS
Celebración de la Independencia Nacional en 1852.
Fuente: Archivo Regional de Puno
Celebración de la Independencia Nacional en 1852.
Fuente: Archivo Regional de Puno
Pueblos y población de Chucuito en 1825.

Pue blos Doctrinas

Contribuyentes
Próximos a ella
Niños
Ca ciques
Re s ervados
Niñas
V iudas
S olteras
Ca s adas
T otal de
ha bitantes

Chucuito Asunción 608 34 198 1 57 231 96 148 304 1677


Santo Domingo 322 105 409 .. 118 364 163 201 543 2225
Pichacani Desamparados 355 54 180 1 86 159 76 120 271 1302
Acora Chunguruni – Aguacaliente 836 99 445 1 190 413 174 291 563 3012
San Pedro y San Juan 292 194 711 1 272 554 204 451 914 3593
Ilave San Miguel 886 178 296 1 224 288 179 312 681 3045
Santa Bárbara y San Cristóbal 841 125 359 1 169 380 137 292 498 2802
Juli Cuatro doctrinas 591 94 768 1 157 225 123 126 484 2569
Sales 341 67 214 1 86 108 88 128 186 1219
Santa Rosa 264 59 146 1 70 140 67 117 228 1092
Pisacoma San Martín Pisacoma 323 66 212 1 64 129 94 103 115 1107
Pomata San Pedro de Huacullani 324 55 192 1 78 136 66 127 293 1272
Santiago y San Miguel 764 101 430 1 129 225 220 265 636 2771
Zepita San Pedro 440 152 475 1 200 294 170 285 769 2786
San Sebastián 540 70 272 1 128 89 79 113 466 1758
Desaguadero San Andrés 362 63 180 1 85 54 55 72 311 1183
Yunguyo Santa María Magdalena 713 84 353 1 113 110 134 160 578 2246
Asumpción de Oxe 905 119 505 1 182 140 209 222 768 3051
T otal 9107 1719 6345 17 2408 4039 2334 2334 8608 38,493
Fu ente: ARP, fondo prefectura, 1825.
Puebl os y pobl a ci ón de A z á ng a ro en 1825.

P u eblos
Or iginarios
So brinos
P r óximos
Niños
Casadas
So lteras
Viudas
Niñ as
Reservados
To tales

Azángaro 163 483 86 307 456 163 75 238 73 2044


Salinas 133 387 65 263 358 170 62 225 52 1715
Mu ñani 73 404 51 203 319 181 45 209 48 1533
P oto 15 113 14 53 114 16 12 55 11 403
P utina 3 107 144 783 704 513 130 708 135 4127
Chupa 129 362 61 389 317 165 84 325 25 1857
Ar apa 147 153 32 237 228 129 29 129 43 1127
Betanzos 43 142 13 148 132 54 12 92 22 658
Saman 154 379 66 477 440 145 49 391 58 2118
San Taraco 31 497 66 427 557 165 48 434 62 2410
P u si 47 131 18 83 108 58 10 101 16 556
Caminaca 88 111 26 172 130 65 5 103 28 687
Ac haya 106 118 24 210 167 83 14 126 34 864
Santiago 190 601 134 558 462 265 90 371 71 2658
Asillo 99 834 176 661 722 332 80 509 129 3633
San anton 81 374 100 217 463 177 93 248 72 2143
P otoni 117 207 28 225 231 75 19 157 27 1050
San José 113 333 67 335 304 138 41 214 51 1600
To tales …. 31. 183
Fu ente: ARP, fondo prefectura, 1825.
Puebl os y pobl a ci ón de Hua nca né en 1825.

P u eblos
Or iginarios
Fo rasteros
P r óximos
Niños
Caciques
Casadas
So lteras
Viudas
Niñ as
Reservados
To tales

H u ancané 99 1002 47 374 2 1185 446 178 599 324 4256


Ver enguelilla 30 259 15 120 1 278 129 46 206 83 1167
Vilquechico 10 505 68 305 1 496 235 79 386 161 2246
Cojata 00 446 33 226 1 418 135 38 293 110 1700
Mo ho 30 1353 46 483 2 1464 719 190 976 475 5738
Co nima anexo de Moho 05 378 50 290 1 425 196 79 341 150 1915
Capachica 46 538 46 462 1 508 244 55 439 163 2502
Co ata 04 141 26 102 1 130 80 26 105 44 659
P aucarcolla 14 214 24 164 1 192 108 18 142 71 948
Tiquilllaca 15 278 35 158 1 280 109 23 188 106 1193
P uno 19 416 49 263 1 358 209 55 266 107 1743
Yc ho anexo de Puno 03 276 22 157 1 252 108 31 135 69 1054
Ch iaraque anexo de Puno 01 125 02 34 1 102 47 22 54 36 424
San Antonio 00 170 06 86 1 152 42 14 79 36 586
To tal de almas 2 6.131

Fu ente: ARP, fondo prefectura, 1825.


Puebl os y pobl a ci ón de La m pa en 1825

P u eblos
Or iginarios
So brinos
Yanaconas de
h acienda
P r óximos
Niños
R eservados
Niñ as
Viudas
So lteras
Casadas
To tal

L ampa y Calapuja su anexo 286 1151 365 117 805 328 819 362 102 1304 6239
Cavanilla 94 448 301 55 446 194 448 190 351 649 3176
Cabana 80 198 239 56 346 121 338 103 175 430 2083
Vilque y Mañazo 195 148 27 11 117 55 112 46 65 180 954
H atuncolla 139 56 63 17 145 63 141 44 120 192 980
Caracoto y Guaca 233 302 24 51 330 135 270 74 256 419 2094
Ju liaca 185 479 127 67 470 158 413 101 302 630 2932
Nicasio anexo de Caminaca 34 76 46 6 87 32 115 41 42 98 577
P ucará 123 606 41 60 483 193 431 103 304 510 2854
Ay aviri 158 654 102 66 484 201 540 129 274 689 3297
Or urillo 361 650 22 108 618 352 660 210 372 1027 4380
Nu ñoa 270 226 29 63 430 182 456 135 193 490 2474
Santa Rosa su anexo 99 206 73 44 253 90 266 62 144 334 1531
Macari 115 391 53 44 319 169 332 99 223 494 2239
Cupi anexo de Macari 52 165 23 22 143 48 165 58 90 105 871
L lalli anexo de Umachiri 48 52 4 13 32 29 53 26 37 84 378
Uc ubiri anexo de Umachiri 54 65 12 16 75 22 92 23 43 102 574
Um achiri 119 262 44 41 245 70 261 90 134 318 1584
To tal 3 9. 217
Fu ente: ARP, fondo prefectura, 1825.
Puebl os y tri butos de l a s ca j a s rea l es de Chucui to y Ca ra ba ya en 1796

P AR TIDOS P U EBLOS DO C TRINAS TR IBUTOS S U B TOTAL SIN ODOS S U B TOTAL


Asumpcion o la mayor 2604.4 1562.4
Chucuito
Santo Domingo el Real 3335.0 609.3
San Pedro 8980.4 1218.6
Acora
San Juan 1109.0 1218.6
San miguel 5983.4 1203.1
Hilabe (sic)
Santa Bárbara 1761.4 1203.1
San Pedro 1563.0 1250.0
Asumpcion 1410.0 1250.0
Juli
San Juan 1433.0 1250.0
Santa Cruz 1115.4 1250.0
San Miguel 1494.1 1203.1
C h ucuito Pomata 53828.4 23066.2
Santiago 3575.0 1203.1
Asumpcion (sic) 4249.4 1187.4
Yunguyo
Sta María Magdalena 2700.5 1187.4
San Pedro 5982.1 1171.7
Zepita
San Sebastián 2171.4 585.7 ½
Desguadero San Andrés 1293.1 585.7 ½
Pisacoma San Martin 2067.0 1203.1
Ntra señora de los
Asiento de mineral y ……… 609.3
desamparados
Pichacani
Sn Ant. De Esquilache ………… …….
4% del subdelegado 2113.1
Villa de Puno San Juan y San Carlos 3953.3 1093.6
Paucarcolla San Martin 1026.4 921.7
G u ancane o
Tiquillaca San Francisco 1316.1 26147.3 1093.6 9623.7
P au carcolla
Coata San Agustín 548.3 1093.6
Capachica San Salvador 1874.4 1093.6
P AR TIDO S P U EBLOS DO C TRINAS TR IBUTOS S U B TOTAL SIN ODOS S U B TOTAL
Vilque chiquito San Pedro 3124.3 1093.6
Moho y Conima San Pedro 7711.3 1093.6
Guancane Santiago 4951.3 546.7
Verenguelilla Santiago 1641.3 546.7
4% del subdelegado 1045.6
Lampa Santiago 7074.3 937.4
Cavanilla San Juan 4187.4 937.4
Cavana Ntra. Señ de la Asump 2360.0 937.4
Vilque y Mañazo San Martin 2437.4 937.4
Hatuncolla San Andrés 1207.4 937.4
Caracoto y Guaca San Felipe 2384.5 625.0
Juliaca y Nicasio Sa Catalina y S. Pedro 3840.5 600.0
L ampa Orurillo N. Sa de la Concepción 5992.1 48908.5 937.4 12340. 5 ½
Nuñoa y Sta Rosa Santa Rosa 5602.6 937.4
Macari y Cupi Santa Lucia 4700.3 984.3
Umchiri, Llalli y Ocuviri San Pedro 3623.1 576.0
Ayaviri San Francisco 3048.1 992.2 ½
Pucara Santa Isabel 2450.0 801.4. ½
4% del subdelegado ….. 1956.2
Real Monasterio de San Lorenzo el escorial …… 242. 5 ½
Azángaro N. SA de la Asunción 10315 1287.6
Asillo San Gerónimo 12275 937.4
Pupuja Santiago 2545 937.4
Caminaca y Achaya San Sebastián y San Miguel 1504 937.4
Az ángaro 42787 17460.3 ½
Putina y Chupa N. Sa de la concepción 7780 903.0
Saman N. Sa del Rosario 2145 937.4
Taraco San Taraco 2855 937.4
Pusi San Miguel 805 542.7 ½
P A R TIDO S P U EBLOS DO C TRINAS TR IBUTOS SU B TOTAL S IN ODOS S U B TOTAL
Arapa y Villa de
San Juan 2565 1075.4
Vetanzos
4% del subdelegado 1746.1
Real monasterio de S. Lorenzo el escorial 7317.5
Sandia Santiago 6433.2 921.4
Quiaca San Juan del Oro 1720.4 458.7
Phara San Miguel 2139.0 1074.1
C arabaya 26797.4 5741.2
Coaza Santa Bárbara 7490.2 1074.1
Ayapata y Macusani San Salvador 9014.2 1074.1
4% del subdelegado …….. 1138.4
5 47 56 1 9 8471.4 6 8 232.4

FU ENTE: Archivo General de la Nación Argentina, Sala IX división Colonia, sección gobierno 1796 –1809. Leg. 355
G OBIERN O IN TEN DEN TE DE PU N O 1796

P ensiones y En teros de
P artido Villas, pueblos, anexos y minerales
sínodo t r ibuto
P uno capital de esta Yntendencia. Villa de españoles e indios, tiene dos
iglesias con un cura, y su ayudante, hay administrador principal de Correos y 1093.6
administrador general de tabacos.
Yc ho pueblo de indios, tiene una iglesia y servido por un ayudante y anexo
al curato de Puno. 3953.3.
Ch iaraque mineral de plata de Indios, tiene una iglesia con ayudante y
anexo de Puno.
Cancharani y Laycacota minerales de Plata, tienen una capilla anexa a Puno;
su total entero ……
Gu ancané cabezera de este partido, donde habita el subdelegado pueblo de
546.7 4951.3
españoles e indios, tiene dos iglesias servidas con un cura.
P artido de
P aucarcolla pueblo de indios tiene un curato con una iglesia. 921.7 1026.4
P aucarcolla
Tiquillaca pueblo de indios tiene un curato con una iglesia. 1093.6 1316.1
Jesús María, mineral de plata tiene una iglesia servida por ayudante y anexa
a Tiquillaca.
Co ata pueblo de indios, tiene una iglesia con un cura y esta la
1093.6 548.3
administración principal de tabacos de este partido.
Capachica pueblo de indios tiene un curato con 1 iglesia. 1093.6 1874.4
Vilque chiquito pueblo de españoles e indios tiene un curato con una iglesia. 1093.6 3124.3
Mo xo pueblo de españoles e indios tiene un curato con una iglesia. 1093.6 7711.3
Co nima pueblo de indios tiene una iglesia con ayudante anexa a la doctrina
de Conima.
Ver enguelilla pueblo de indios tiene un curato con 1 iglesia. 546.7 1641.3
P ensiones y En teros de
P ar t id o Villas, pueblos, anexos y minerales
sínodo t r ibuto
4% del subdelegado 1045.6
Su btotal 15 poblaciones 2623.7 26147.3
Chucuito cabezera (sic) de este partido donde habita el subdelegado, ciudad
de españoles e indios; están las cajas reales de esta provincia y hay 2171.7 5939.4
administración principal de correos, tiene dos iglesias y dos curatos.
P ichacani pueblo de españoles e indios tiene dos iglesias con un cura. 609.3
San Antonio [de Esquilache] mineral de españoles e indios, tiene una iglesia
con un cura, sin sínodo.
Ac ora pueblo de españoles e indios, tiene dos curatos con dos iglesias. 2437.4 10089.4
H ilave pueblo de españoles e indios ay administración principal de correos,
2406.2 7745.0
tiene dos iglesias con dos curatos.
Ju li pueblo de españoles e indios donde está la administración principal de
P artido de Chucuito 5000.0 5521.4
tabaco tiene 4 iglesias con 4 curatos, y un colegio que fue de Jesuitas.
P omata pueblo de españoles e indios tiene dos curatos con dos iglesias 2406.2 5069.1
Gu acullani, mineral pueblo de indios, tiene una iglesia con ayudante anexa a
Santiago de Pomata.
P isacoma, pueblo de indios tiene una iglesia con un curato. 1203.1 2067.0
Yu ngullo [Yunguyo] Pueblo de españoles e indios tiene dos iglesias con dos
2375.0 6950.1
curatos
Zepita pueblo de españoles e indios tiene dos iglesias con dos curatos. 1757.6 ½ 8153.5
D esaguadero pueblo de indios tiene una iglesia con un cura. 585.7 ½ 1293.1
4% del subdelegdo 2113.1
su btotal 12 poblaciones 23066.2 52828.4
P ensiones y En teros de
P ar t id o Villas, pueblos, anexos y minerales
sínodo t r ibuto
L ampa cabezera de este partido donde habita el subdelegado, pueblo de
españoles e indios, tiene una iglesia con un curato, hay también 937.4 7074.3
administración principal de tabacos.
Calapuja pueblo de indios tiene una iglesia con ayudante anexa a la doctrina
de Lampa.
Nicasio pueblo de indios tiene una iglesia con ayudante anexa a Lampa.
P aratia, Umpuco y Pomasi, minerales con una iglesia a Lampa.
Vilque pueblo de indios y españoles tiene una iglesia con un curato. 937.4 2437.4
Mañazo pueblo de indios tiene una iglesia con ayudante anexa a Vilque.
Cabana pueblo de españoles e indios tiene una iglesia con un curato. 937.4 2360.0
L aripata y Quilloquillo minerales con una capilla anexa a Cabana.
Cabanilla pueblo de españoles e indios tiene curato con una iglesia. 937.4 4187.4
P artido de Lampa At uncolla pueblo de indios tiene una iglesia con un curato 937.4 1207.4
Ju liaca pueblo de españoles e indios tiene una iglesia con un curato. 600.0 3840.5
Caracoto y Guaca pueblo de indios tiene cada una iglesia sujetas a un cura. 625.0 2384.5
P ucara pueblo de españoles e indios tiene una iglesia con un curato. 801.4 ½ 2450.0
Ay aviri pueblo de españoles e indios haya administración principal de
992.2 ½ 3048.1
correos, tiene una iglesia con un curato.
Um achiri pueblo de españoles e indios tiene un curato con una iglesia. 576.0 3623.1
L lali y Ocubiri pueblo de indios con una iglesia cada uno, anexa a la doctrina
de Umachiri.
Macari pueblo de españoles e indios, tiene una iglesia con un curato. 984.3 4700.3
Cupi pueblo de indios con una iglesia anexa a Macari.
Nu ñoa pueblo de españoles e indios tiene una iglesia con un curato. 937.4 5602.6
Santa Rosa pueblo de indios tiene una iglesia anexa a Nuñoa.
P ensiones y En teros de
P ar t id o Villas, pueblos, anexos y minerales
sínodo t r ibuto
Or urillo pueblo de indios tiene una iglesia con un curato. 937.4 5992.1
4% del subdelegado 1956.2
San Lorenzo de Escorial [real Monasterio] 242.5 ½
su btotal 24 poblaciones 12340.5 ½ 48908.5
Azángaro cabezera de este partido donde habita el subdelegado. Pueblo de
españoles e indios tiene una iglesia con un curato; hay administración 1287.6 10315.0
principal de tabaco.
Mu ñani pueblo de indios tiene una iglesia anexa a Azángaro.
P oto mineral de Oro de indios tiene una iglesia anexa a Azángaro.
Asillo pueblo de españoles e indios tiene una iglesia con un curato. 937.4 12275.0
Gu anacomayo y Potoni pueblos de indios tienen una iglesia cada uno con
ayudante anexa a Asillo.
P upuja pueblo de españoles e indios tiene un curato con una iglesia. 937.4 2545.0
Ac haya pueblo de indios tiene una iglesia con un curato. 937.4 1504.0
P artido de Azángaro Caminaca pueblo de indios tiene una iglesia anexa a Achaya.
Saman pueblo de españoles e indios tiene una iglesia con un curato. 937.4 2145.0
Tar aco pueblo de españoles e indios tiene una iglesia con un curato. 937.4 2855.0
Ar apa pueblo de indios tiene una iglesia con un curato. 1075.4 2565.0
Vetanzos villa de indios tiene una iglesia anexa a Arapa.
P u si pueblo de indios tiene una iglesia con un curato. 542.7 ½ 805.0
P utina pueblo de españoles e indios tiene una iglesia con un curato, aquí
están las cajas reales de Carabaya, y en el día trasladadas a Chucuito 803.0 7780.0
provisionalmente.
Chupa pueblo de indios tiene una iglesia anexa a Putina.
4% p. del subdelegado 1746.1
P ensiones y En teros de
P ar t id o Villas, pueblos, anexos y minerales
sínodo t r ibuto
San Lorenzo de Escorial 7317.5
su btotal 16 poblaciones 17460.3 ½ 43789.0
Sandia cabezera de este partido y donde habita el subdelegado, pueblo de
921.4 6433.2
españoles e indios tiene una iglesia con un curato.
Cu yocuyo pueblo de indios tiene una iglesia anexa a Sandia.
P atambuco y Chaquiminas minerales habitados por indios anexa a Sandia.
Qu iaca pueblo de indios tiene un curato con una iglesia. 458.7 1720.4
Sina pueblo de indios con una iglesia anexa a Quiaca.
San Juan del Oro mineral habitado de indios anexo a Quiaca.
Co aza pueblo de indios tiene una iglesia con un curato. 1074.1 7490.2
P artido de Carabaya Cr ucero y Usicayos pueblo de indios tiene una iglesia cada una anexa a
Coaza.
Ay apata y Macusani pueblo de indios tiene cada uno una iglesia servidas por
1074.1 9014.4
un cura.
Yt uata, Oyachea [Ollachea] y Corani minerales de oro habitadas de indios y
anexo de Ayapata.
P ara [Phara] pueblo de indios tiene una iglesia con un curato.
Alp acato, Limbani y Checani, minerales de oro habitadas de indios y anexo a
1074.1 2139.0
la doctrina de Phara.
4 p% del subdelegado 1138.4
su btotal 1 9 poblaciones 5 741.2 2 6797.4
To tal 8 6 poblaciones 6 8232.4 1 98471.0
L íquido a favor de la real hacienda 1 30238.4

FU ENTE: Archivo General de la Nación Argentina, Sala IX división Colonia, sección gobierno 1794–1795. Leg. 354.

También podría gustarte