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El tejido adiposo

I. Introducción

El adipocito desempeña un papel crítico en el equilibrio energético.


El crecimiento del tejido adiposo se produce principalmente por un aumento en el
tamaño de los adipocitos preexistentes. La cantidad de adipocitos que una persona
tendrá durante toda su vida se define durante la niñez y la adolescencia. La formación de
nuevos adipocitos es un fenómeno poco frecuente. El tejido adiposo es la principal
reserva de energía: almacenan grasas en períodos de exceso de energía y durante la
privación de energía la misma se libera para ingresar a diferentes vías metabólicas
productoras de energía.
Recientemente, ha habido un aumento dramático en la incidencia de la obesidad
resultante de un exceso de tejido adiposo.
La obesidad es un riesgo de salud prevalente y está relacionado con una serie de
trastornos patológicos, incluyendo la diabetes 2 no insulino dependiente, hipertensión y la
aterosclerosis.
Con respecto a esta amplia gama de consecuencias para la salud, la necesidad de
desarrollar estrategias nuevas y eficaces para que las personas tengan hábitos más
saludables es muy importante. Recientemente, se ha avanzado en la comprensión del
proceso de diferenciación de los adipocitos. Esto no sólo ha permitido comenzar a
entender las bases celulares y moleculares de crecimiento de tejido adiposo en los
estados fisiológicos y fisiopatológicos, sino también ha proporcionado medios para
desarrollar estrategias terapéuticas para el tratamiento y prevención de la obesidad.

II. TEJIDO ADIPOSO COMO órgano secretor

Los adipocitos maduros secretan factores que juegan un papel en las respuestas
inmunológicas, enfermedades vasculares, y la regulación del apetito.

a. La leptina, es una hormona que se hace y secreta principalmente en los adipocitos


maduros y actúa a nivel del Sistema Nervioso Central uniéndose al hipotálamo. Los
estudios indican que la leptina puede funcionar en la regulación de la masa grasa
corporal. La pérdida de las reservas de grasa reducen los niveles de leptina y aumenta los
niveles de neuropéptido hipotalámico y esto conduce a un aumento de la ingesta de
alimentos. Por el contrario, el aumento de peso aumenta los niveles de leptina que
conducen a la disminución de la ingesta de alimentos. Los niveles de leptina son elevados
en la obesidad en el ser humano y en modelos animales. Más recientemente, el receptor
de leptina se ha detectado en los tejidos periféricos. Esto sugiere papeles adicionales
para la leptina, incluyendo la modulación de la acción de la insulina en el hígado, la
producción de hormonas en el ovario, y efectos directos sobre la glándula suprarrenal.

b. Proteínas relacionadas con el sistema inmunológico producidas por los adipocitos.


Estos factores también podrían estar involucrados ya sea en el control de la
homeostasis de energía o resistencia a la insulina.

c. Los adipocitos también secretan proteínas relacionadas con la función vascular.

Tomados en conjunto, está claro que el adipocito se desempeña en la regulación del


balance energético, y desempeña una función dinámica en una variedad de otros
procesos fisiológicos, incluyendo la autorregulación de crecimiento de tejido adiposo y el
desarrollo.

III. Origen de células adiposas y tejido adiposo

Los orígenes de la célula adiposa y el tejido adiposo son aún poco conocidos. En la
mayoría de las especies, la formación del tejido adiposo comienza antes del nacimiento,
después del nacimiento se produce un aumento del tamaño de células de grasa, así como
un aumento en el número de células de grasa. Incluso en la etapa adulta, el potencial de
generar nuevas células de grasa persiste pero es bastante limitado.

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