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La señal de la

esperanza

Jorge Peña Capcha


Índice

Índice ......................................................................................................................... 2
PROLOGO ................................................................................................................. 3
CAPITULO I ............................................................................................................. 4
Una conexión con el mundo .............................................................................................. 4
CAPITULO 2 ............................................................................................................. 9
El viaje por la selva .......................................................................................................... 9
CAPITULO 3 ........................................................................................................... 12
La llegada a la comunidad .............................................................................................. 12
CAPITULO 4 ........................................................................................................... 16
La instalación de la antena ............................................................................................. 16
CAPITULO 5 ........................................................................................................... 20
El cambio en la comunidad ............................................................................................ 20
CAPÍTULO 6 ........................................................................................................... 23
El regreso........................................................................................................................ 23

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PROLOGO

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CAPITULO I

Una conexión con el mundo

Carlos era un ingeniero de telecomunicaciones que trabajaba en una empresa de

telefonía móvil en Perú. Su trabajo consistía en supervisar y mejorar la cobertura y la

calidad de la señal en las diferentes regiones del país. Carlos era un profesional

dedicado y comprometido, que se esforzaba por brindar un buen servicio a sus

clientes.

Un día, Carlos recibió una asignación especial. Debía viajar a la selva amazónica, a una

zona remota y aislada, donde había una comunidad indígena que nunca había tenido

acceso a las telecomunicaciones. Su misión era instalar una antena satelital que les

permitiera comunicarse con el resto del mundo, usando teléfonos celulares que les

habían donado.

Carlos aceptó el reto con entusiasmo. Le gustaba la idea de llevar la tecnología a un

lugar donde podía hacer una gran diferencia. Le gustaba la idea de conocer una cultura

diferente y aprender de ella. Le gustaba la idea de vivir una aventura.

Carlos se preparó para el viaje. Empacó su equipaje, sus herramientas, sus

documentos. Se informó sobre la zona, el clima, la flora, la fauna, los riesgos. Se

vacunó contra las enfermedades tropicales. Se contactó con un guía local, que lo

acompañaría y le ayudaría con el idioma y las costumbres.

Carlos tomó un avión desde Lima hasta Iquitos, la ciudad más grande de la selva

peruana. Allí se encontró con su guía, Pedro, un hombre joven y simpático, que lo

recibió con una sonrisa y un abrazo.

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- “Hola, Carlos. Bienvenido a la selva. Soy Pedro, tu guía.”

- “Hola, Pedro. Gracias por recibirme. Soy Carlos, tu ingeniero.”

- “Mucho gusto, Carlos. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.”

- “Gracias, Pedro. Estoy muy emocionado por este viaje.”

- “Yo también, Carlos. Va a ser una experiencia única.”

Pedro le mostró a Carlos el vehículo que usarían para trasladarse: una camioneta 4x4

equipada con todo lo necesario para el viaje: combustible, agua, comida, medicinas,

carpas, linternas, mapas, GPS.

- “Esta es nuestra camioneta” -dijo Pedro-. “Es nuestra casa rodante.”

- “Es impresionante” -dijo Carlos-. “Tiene de todo.”

- “Sí, es muy útil. Pero no te confíes. La selva es impredecible y peligrosa. Hay

que estar preparados para cualquier cosa.”

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- “Lo sé, Pedro. He leído sobre los desafíos que nos esperan: las carreteras malas

o inexistentes, los ríos caudalosos o secos, los puentes colgantes o rotos, los animales

salvajes o venenosos, los insectos molestos o mortales…”

- “Así es, Carlos. La selva no es un lugar para los débiles o los imprudentes. Hay

que tener cuidado y respeto.”

- “Lo tendré, Pedro. No te preocupes.”

Pedro y Carlos cargaron la camioneta con el equipaje y las herramientas. Entre ellas

estaba la antena satelital que debían instalar en la comunidad indígena. Era una

estructura metálica de unos dos metros de alto y uno de ancho, con forma de parábola

y un transmisor en el centro.

- “Esta es la antena” -dijo Carlos-. “Es lo más importante de nuestro viaje.”

- “¿Y cómo funciona?” -preguntó Pedro.

- “Es simple” -explicó Carlos-. “La antena capta las señales de los satélites que

orbitan alrededor de la Tierra y las convierte en señales eléctricas que pueden ser

usadas por los teléfonos celulares. Así se puede llamar o enviar mensajes a cualquier

parte del mundo.”

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- “¿Y eso es bueno?” -preguntó Pedro.

- “Claro que sí” -dijo Carlos-. “Es bueno porque permite comunicarse con otras

personas, acceder a información, educación, salud, entretenimiento, oportunidades.

Es bueno porque abre las puertas al progreso y al desarrollo.”

- “¿Y no tiene ningún efecto negativo?” -preguntó Pedro.

- “No, ninguno” -dijo Carlos-. “Al contrario, solo tiene beneficios. Es una

maravilla de la tecnología.”

- “Bueno, espero que tengas razón” -dijo Pedro-. “Porque yo tengo mis dudas.”

- “¿Qué dudas?” -preguntó Carlos.

- “Pues, que la tecnología no siempre es buena. A veces trae problemas,

conflictos, dependencias, pérdidas. A veces cambia las cosas para peor.”

- “¿A qué te refieres?” -preguntó Carlos.

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- “A que la tecnología puede afectar la cultura, la identidad, la tradición, la

naturaleza. A que la tecnología puede alejar a las personas de sus raíces, de sus

valores, de su esencia.”

- “No creo que sea así” -dijo Carlos-. “Creo que la tecnología puede convivir con

la cultura, la identidad, la tradición, la naturaleza. Creo que la tecnología puede acercar

a las personas a sus raíces, a sus valores, a su esencia.”

- “Bueno, veremos” -dijo Pedro-. “Veremos cómo reacciona la comunidad

indígena cuando vea la antena. Veremos cómo cambia su vida cuando tenga acceso a

las telecomunicaciones. Veremos si es para mejor o para peor.”

Pedro y Carlos se subieron a la camioneta y arrancaron el motor. Se dirigieron hacia el

sur, siguiendo el curso del río Amazonas. Tenían por delante un viaje de varios días por

la selva, hasta llegar a su destino: la comunidad indígena de los ashánincas.

¿Qué les esperaba en el camino? ¿Qué les esperaba al final? ¿Qué impacto tendría la

antena en la comunidad? ¿Sería positivo o negativo?

Fin del primer capítulo.

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CAPITULO 2

El viaje por la selva

Pedro y Carlos condujeron por la selva durante varios días, enfrentando todo tipo de

obstáculos y dificultades. La camioneta se atascó en el barro, se pinchó una llanta, se averió el

motor. Los ríos estaban crecidos, los puentes estaban rotos, los caminos estaban bloqueados.

Los animales salvajes los acechaban, los insectos los picaban, las plantas los rasguñaban. El

calor era sofocante, la humedad era agobiante, la lluvia era torrencial.

Pero Pedro y Carlos no se rindieron. Con paciencia y perseverancia, lograron superar cada

problema y avanzar hacia su destino. Con ingenio y habilidad, repararon la camioneta y la

pusieron en marcha. Con valentía y precaución, se defendieron de los animales y se

protegieron de los insectos. Con ropa adecuada y repelente, se cubrieron del calor y de la

lluvia.

Pedro y Carlos también disfrutaron del viaje. Admiraron la belleza y la diversidad de la selva,

con sus árboles gigantes, sus flores exóticas, sus frutos sabrosos. Observaron la fauna y la flora,

con sus colores y formas, sus sonidos y movimientos. Aprendieron sobre la historia y la cultura

de la región, con sus leyendas y mitos, sus costumbres y ritos.

Pedro le contó a Carlos muchas cosas sobre la selva peruana y sobre los asháninkas. Le dijo

que la selva era el hogar de más de 50 pueblos indígenas, que hablaban más de 40 lenguas

diferentes. Le dijo que los asháninkas eran uno de los pueblos más numerosos y antiguos, que

habían resistido a la colonización española, a la explotación cauchera, a la violencia terrorista.

Le dijo que los asháninkas tenían una cosmovisión basada en el respeto a la naturaleza, a los

ancestros, a los espíritus. Le dijo que los asháninkas se organizaban en comunidades

autónomas, que practicaban la agricultura, la caza, la pesca, el arte.

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Carlos le preguntó a Pedro muchas cosas sobre la selva peruana y sobre los asháninkas. Le

preguntó cómo era el clima, el suelo, el agua. Le preguntó qué animales y plantas había, qué

comían, qué usaban. Le preguntó cómo era su vida cotidiana, su educación, su salud. Le

preguntó cómo era su relación con el Estado peruano, con las ONG, con las empresas.

Pedro y Carlos se hicieron amigos durante el viaje. Se contaron sus historias personales, sus

sueños profesionales, sus planes futuros. Se rieron de sus bromas, se apoyaron en sus

momentos difíciles, se confiaron sus secretos.

Pedro le dijo a Carlos que él era hijo de un asháninka y una mestiza. Que había nacido en una

comunidad indígena, pero que había salido a estudiar a Iquitos. Que había aprendido español e

inglés, además de su lengua materna. Que había trabajado como guía turístico y como

traductor para varias organizaciones. Que le gustaba viajar por la selva y conocer otras

culturas.

Carlos le dijo a Pedro que él era hijo de dos ingenieros de telecomunicaciones. Que había

nacido en Lima, pero que había estudiado en Estados Unidos. Que había aprendido francés y

alemán, además de su lengua materna. Que había trabajado como ingeniero para varias

empresas. Que le gustaba diseñar y construir dispositivos tecnológicos.

Pedro y Carlos se complementaban en sus conocimientos y habilidades. Pedro le enseñaba a

Carlos sobre la selva y los asháninkas. Carlos le enseñaba a Pedro sobre las telecomunicaciones

y la antena.

Pedro le explicaba a Carlos cómo orientarse por las estrellas o por el sol. Cómo reconocer las

plantas medicinales o comestibles. Cómo evitar o curar las picaduras o mordeduras.

Carlos le explicaba a Pedro cómo funcionaba el GPS o el celular. Cómo instalar o calibrar la

antena satelital. Cómo enviar o recibir mensajes de texto.

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Pedro y Carlos se respetaban y se admiraban mutuamente. Pedro valoraba la inteligencia y la

creatividad de Carlos. Carlos valoraba la sabiduría y la generosidad de Pedro.

Pedro y Carlos se acercaban cada vez más a su destino. Según el GPS, solo les quedaban unos

kilómetros para llegar a la comunidad indígena de los asháninkas. Según el mapa, solo tenían

que cruzar un último río y seguir un sendero hasta el poblado.

Pedro y Carlos estaban ansiosos y expectantes. ¿Cómo sería la comunidad? ¿Cómo los

recibirían? ¿Cómo reaccionarían ante la antena?

Pedro y Carlos no lo sabían, pero pronto lo descubrirían.

Fin del segundo capítulo.

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CAPITULO 3

La llegada a la comunidad

Pedro y Carlos llegaron al último río que debían cruzar antes de llegar a la comunidad indígena

de los asháninkas. Era un río ancho y caudaloso, que se veía turbio y peligroso. No había

ningún puente ni bote para atravesarlo.

- “¿Cómo vamos a cruzar este río?” -preguntó Carlos.

- “Tenemos que usar la camioneta” -respondió Pedro.

- “¿La camioneta? ¿Estás seguro?”

- “Sí, la camioneta. Es la única forma. La camioneta tiene tracción en las cuatro ruedas y

puede soportar el agua. Solo tenemos que ir despacio y con cuidado.”

- “Bueno, si tú lo dices…” -dijo Carlos con duda.

Pedro condujo la camioneta hasta el borde del río. Revisó el nivel del agua y el estado del

terreno. Encendió el motor y puso la marcha baja. Miró a Carlos y le dijo:

- “Agárrate fuerte, Carlos. Esto va a ser una locura.”

- “Estoy listo, Pedro. Vamos allá.”

Pedro aceleró la camioneta y entró al río. El agua empezó a subir por las llantas, por las

puertas, por las ventanas. La corriente empujaba la camioneta hacia los lados, haciendo que se

tambaleara y se desviara. El motor rugía y se ahogaba, haciendo que se detuviera y se

reanudara.

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Carlos se asustó y se aferró al asiento. Miró por la ventana y vio el agua turbia y oscura, que

ocultaba lo que había debajo. Pensó en los animales que podían estar en el río: pirañas,

caimanes, anacondas…

- “Pedro, ¿estamos bien?” -preguntó Carlos con voz temblorosa.

- “Tranquilo, Carlos. Estamos bien. Solo hay que mantener la calma y seguir adelante -

dijo Pedro con voz firme.”

Pedro manejaba la camioneta con destreza y confianza. Conocía el río y sus secretos. Sabía

dónde estaban las piedras, las ramas, los huecos. Sabía cómo evitarlos o sortearlos. Sabía

cómo mantener el equilibrio y la dirección.

Pedro y Carlos avanzaron por el río durante varios minutos, que les parecieron horas.

Finalmente, vieron la otra orilla, donde había un sendero que los llevaría al poblado.

- “Lo logramos, Carlos. Lo logramos” -dijo Pedro con alivio.

- “Gracias a Dios, Pedro. Gracias a Dios” -dijo Carlos con gratitud.

Pedro salió del río y siguió el sendero. La camioneta estaba mojada y sucia, pero intacta y

funcional. Pedro y Carlos estaban empapados y nerviosos, pero sanos y salvos.

Pedro y Carlos llegaron al poblado de los asháninkas. Era un conjunto de casas de madera y

paja, rodeadas de árboles frutales y plantas ornamentales. Había una plaza central, donde

había una cancha de fútbol, un centro comunal, una escuela, una iglesia.

Pedro y Carlos fueron recibidos por los habitantes del poblado, que salieron a su encuentro

con curiosidad y alegría. Eran hombres, mujeres y niños de piel morena, cabello negro y ojos

oscuros. Vestían ropas coloridas y adornos de plumas y semillas. Hablaban en su lengua nativa,

el asháninka.

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Pedro saludó a los asháninkas con respeto y afecto. Les dijo que él era su amigo y que venía a

visitarlos con un invitado especial: Carlos, un ingeniero de telecomunicaciones que traía un

regalo para ellos: una antena satelital que les permitiría comunicarse con el mundo exterior.

Los asháninkas miraron a Carlos con interés y sorpresa. No sabían qué era un ingeniero ni una

antena satelital ni qué significaba comunicarse con el mundo exterior. Pero confiaban en

Pedro y le agradecieron su visita y su regalo.

Los asháninkas invitaron a Pedro y a Carlos a entrar al poblado. Les ofrecieron comida y

bebida, frutas y jugos, pescado y yuca. Les mostraron sus casas y sus familias, sus animales y

sus cultivos, sus artesanías y sus instrumentos. Les contaron sus historias y sus costumbres, sus

fiestas y sus rituales.

Pedro y Carlos aceptaron la hospitalidad de los asháninkas. Comieron y bebieron, vieron y

escucharon, aprendieron y compartieron. Se sintieron bienvenidos y cómodos.

Pedro le presentó a Carlos a los líderes de la comunidad: el jefe, el maestro, el curandero, el

pastor. Les explicó quién era Carlos y qué hacía. Les explicó qué era la antena satelital y cómo

funcionaba. Les explicó qué beneficios traería a la comunidad.

Los líderes de la comunidad escucharon atentamente a Pedro. Le hicieron preguntas sobre

Carlos y la antena satelital. Le expresaron sus dudas y sus temores. Le pidieron su opinión y su

consejo.

Pedro les respondió con sinceridad y prudencia. Les dijo que Carlos era una buena persona y

un gran profesional. Les dijo que la antena satelital era una herramienta útil e innovadora. Les

dijo que los beneficios serían muchos y variados.

Pero también les dijo que había que tener cuidado con la tecnología. Que había que usarla con

responsabilidad y criterio. Que había que preservar la cultura, la identidad, la tradición, la

naturaleza.

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Los líderes de la comunidad agradecieron a Pedro por su información y su orientación. Dijeron

que necesitaban tiempo para pensar y decidir. Dijeron que consultarían con el resto de la

comunidad y con los espíritus.

Pedro y Carlos respetaron la decisión de los líderes de la comunidad. Dijeron que esperarían su

respuesta con paciencia y humildad. Dijeron que estaban a su disposición para lo que

necesitaran.

Pedro y Carlos se quedaron en el poblado de los asháninkas durante varios días, esperando la

respuesta de los líderes de la comunidad sobre la antena satelital.

¿Qué responderían los asháninkas? ¿Aceptarían o rechazarían la antena? ¿Cómo afectaría la

antena a la comunidad? ¿Sería positivo o negativo?

Fin del tercer capítulo.

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CAPITULO 4

La instalación de la antena

Pedro y Carlos esperaron la respuesta de los líderes de la comunidad asháninka sobre la

antena satelital. Mientras tanto, se integraron a la vida del poblado, participando en sus

actividades y conviviendo con sus habitantes.

Pedro y Carlos ayudaron a los asháninkas en sus labores diarias: sembraron y cosecharon maíz,

yuca, plátano, cacao; cazaron y pescaron monos, venados, peces, tortugas; tejieron y pintaron

canastas, mantas, collares, pulseras.

Pedro y Carlos aprendieron de los asháninkas sus conocimientos ancestrales: identificaron y

usaron las plantas medicinales para curar sus dolencias; escucharon y cantaron sus canciones

sagradas para invocar a sus dioses; observaron y respetaron sus normas sociales para

mantener la armonía.

Pedro y Carlos enseñaron a los asháninkas algunos aspectos de la tecnología: les mostraron

cómo usar el GPS para ubicarse en el mapa; les mostraron cómo usar el celular para tomar

fotos y grabar videos; les mostraron cómo usar la antena para enviar y recibir mensajes.

Pedro y Carlos se sintieron felices y agradecidos con los asháninkas. Los asháninkas se sintieron

curiosos e interesados por Pedro y Carlos.

Después de varios días, los líderes de la comunidad asháninka dieron su respuesta sobre la

antena satelital. Dijeron que habían consultado con el resto de la comunidad y con los

espíritus. Dijeron que habían llegado a un acuerdo.

Los líderes de la comunidad asháninka aceptaron la antena satelital. Dijeron que estaban

dispuestos a probarla y ver qué beneficios les traía. Dijeron que confiaban en Pedro y en Carlos

y que les agradecían su regalo.

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Pero también pusieron algunas condiciones. Dijeron que querían controlar el uso de la antena

y decidir con quién se comunicaban. Dijeron que querían preservar su cultura, su identidad, su

tradición, su naturaleza. Dijeron que querían seguir siendo libres e independientes.

Pedro y Carlos respetaron las condiciones de los líderes de la comunidad asháninka. Dijeron

que estaban de acuerdo con ellas y que las cumplirían. Dijeron que solo querían ayudarlos y no

interferir en su vida.

Pedro y Carlos se prepararon para instalar la antena satelital en el poblado. Escogieron un

lugar adecuado para colocarla: una colina cercana, donde había una buena visión del cielo y

una distancia prudente de las casas. Llevaron la antena hasta allí, usando la camioneta y la

ayuda de algunos asháninkas.

Pedro y Carlos instalaron la antena satelital en la colina. Fijaron la estructura metálica al suelo,

usando tornillos y cemento. Ajustaron la forma de la parábola, usando un nivel y una brújula.

Conectaron el transmisor al centro, usando cables y baterías.

Pedro y Carlos probaron la antena satelital en la colina. Encendieron el transmisor y buscaron

una señal. Encontraron un satélite que orbitaba sobre el Perú. Sintonizaron una frecuencia

especial que no interfería con otras señales. Enviaron un mensaje de prueba desde un celular a

otro celular.

Pedro y Carlos recibieron el mensaje de prueba en el celular. El mensaje decía: “Hola, soy

Pedro. Hola, soy Carlos. La antena funciona”. Pedro y Carlos se alegraron y se felicitaron.

Habían logrado instalar la antena satelital con éxito.

Pedro y Carlos bajaron de la colina al poblado. Llevaron consigo los celulares que habían usado

para probar la antena. Se los mostraron a los líderes de la comunidad asháninka. Les

explicaron cómo funcionaban y cómo podían usarlos.

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Los líderes de la comunidad asháninka miraron los celulares con asombro y cautela. No

entendían muy bien cómo eran capaces de enviar y recibir mensajes sin cables ni papel. No

sabían muy bien qué hacer con ellos ni para qué servían.

Pedro les dijo a los líderes de la comunidad asháninka que los celulares eran un medio de

comunicación. Que podían usarlos para hablar con otras personas que tuvieran celulares. Que

podían usarlos para enviar y recibir información, educación, salud, entretenimiento,

oportunidades.

Carlos les dijo a los líderes de la comunidad asháninka que los celulares eran un regalo para

ellos. Que podían quedarse con ellos y usarlos como quisieran. Que podían compartirlos con el

resto de la comunidad y enseñarles cómo usarlos.

Los líderes de la comunidad asháninka agradecieron a Pedro y a Carlos por los celulares.

Dijeron que los aceptaban y que los probarían. Dijeron que los usarían con responsabilidad y

criterio. Dijeron que los cuidarían y los valorarían.

Pedro y Carlos se despidieron de los líderes de la comunidad asháninka. Dijeron que habían

terminado su trabajo y que tenían que volver a Lima. Dijeron que habían sido muy felices en el

poblado y que habían aprendido mucho. Dijeron que esperaban volver a verlos pronto.

Los líderes de la comunidad asháninka se despidieron de Pedro y de Carlos. Dijeron que habían

sido muy buenos huéspedes y que habían hecho mucho por ellos. Dijeron que habían sido muy

generosos y amables. Dijeron que esperaban mantener el contacto con ellos.

Pedro y Carlos se subieron a la camioneta y arrancaron el motor. Se dirigieron hacia el norte,

siguiendo el curso del río Amazonas. Tenían por delante un viaje de varios días por la selva,

hasta llegar a Iquitos.

Pedro y Carlos miraron por la ventana y vieron la antena satelital en la colina, brillando bajo el

sol. Se preguntaron qué impacto tendría en la comunidad asháninka. Se preguntaron si sería

positivo o negativo.

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Pedro y Carlos no lo sabían, pero pronto lo descubrirían.

Fin del cuarto capítulo.

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CAPITULO 5

El cambio en la comunidad

Pedro y Carlos volvieron a Lima después de instalar la antena satelital en el poblado de los

asháninkas. Retomaron sus actividades habituales, pero no olvidaron su experiencia en la

selva. Mantuvieron el contacto con los líderes de la comunidad, usando los celulares que les

habían dejado.

Pedro y Carlos se sorprendieron al ver el cambio que había ocurrido en la comunidad

asháninka gracias a la antena satelital. Los asháninkas habían aprendido a usar los celulares

con facilidad y entusiasmo. Habían empezado a comunicarse con otras personas y lugares,

accediendo a información, educación, salud, entretenimiento, oportunidades.

Pedro y Carlos se alegraron al ver los beneficios que había traído la antena satelital a la

comunidad asháninka. Los asháninkas habían mejorado su calidad de vida y su bienestar.

Habían ampliado sus conocimientos y sus horizontes. Habían fortalecido su identidad y su

cultura.

Pedro y Carlos recibieron mensajes de los líderes de la comunidad, contándoles las novedades

y agradeciéndoles su ayuda. Estos son algunos ejemplos de los mensajes que recibieron:

- “Hola, Pedro. Hola, Carlos. Soy el jefe de la comunidad. Quiero decirles que estamos

muy contentos con la antena. Gracias a ella, hemos podido hablar con otras

comunidades indígenas del Perú y del mundo. Hemos podido compartir nuestras

experiencias y aprender de ellas. Hemos podido defender nuestros derechos y

denunciar nuestros problemas. Hemos podido unirnos y organizarnos para luchar por

nuestra causa.”

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- “Hola, Pedro. Hola, Carlos. Soy el maestro de la comunidad. Quiero decirles que

estamos muy agradecidos con la antena. Gracias a ella, hemos podido acceder a más

recursos educativos para nuestros niños y jóvenes. Hemos podido descargar libros,

videos, juegos, aplicaciones. Hemos podido aprender más sobre matemáticas, ciencias,

historia, arte. Hemos podido mejorar nuestra enseñanza y nuestro aprendizaje.”

- “Hola, Pedro. Hola, Carlos. Soy el curandero de la comunidad. Quiero decirles que

estamos muy satisfechos con la antena. Gracias a ella, hemos podido mejorar nuestra

salud y nuestra medicina. Hemos podido consultar con médicos y especialistas de otros

lugares. Hemos podido recibir diagnósticos, tratamientos, consejos. Hemos podido

curar nuestras enfermedades y prevenir otras.”

- “Hola, Pedro. Hola, Carlos. Soy el pastor de la comunidad. Quiero decirles que estamos

muy bendecidos con la antena. Gracias a ella, hemos podido fortalecer nuestra fe y

nuestra espiritualidad. Hemos podido escuchar la palabra de Dios y orar con él. Hemos

podido cantar alabanzas y dar testimonios. Hemos podido sentir su amor y su paz.”

Pedro y Carlos se emocionaron al leer los mensajes de los líderes de la comunidad. Se sintieron

orgullosos y felices de haber contribuido a su desarrollo y progreso. Se sintieron honrados y

humildes de haber sido parte de su historia.

Pedro y Carlos respondieron a los mensajes de los líderes de la comunidad, felicitándolos por

sus logros y animándolos a seguir adelante. Les dijeron que estaban muy contentos por ellos y

que los admiraban mucho. Les dijeron que los querían mucho y que los extrañaban mucho.

Pedro y Carlos esperaban volver pronto al poblado de los asháninkas para verlos en persona y

abrazarlos.

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¿Qué pasaría cuando Pedro y Carlos volvieran al poblado? ¿Cómo estaría la comunidad

asháninka? ¿Cómo sería su relación con ellos?

Pedro y Carlos no lo sabían, pero pronto lo descubrirían.

Fin del quinto capítulo.

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CAPÍTULO 6
El regreso

Carlos y Pedro llegaron a la comunidad ashaninka después de un largo viaje. Estaban ansiosos

por ver cómo habían cambiado las cosas desde que instalaron la antena. Esperaban que la

tecnología hubiera traído beneficios y no problemas a la gente de ese lugar

Al entrar al pueblo, se sorprendieron al ver que todo estaba igual que antes. Las casas, las

ropas, las costumbres, nada parecía haber cambiado. Se preguntaron si la antena funcionaba o

si la gente la usaba.

Se dirigieron a la casa del jefe de la comunidad, que los recibió con una sonrisa. Les dijo que

estaban muy contentos con la antena y que les había ayudado mucho. Les explicó que la

usaban para comunicarse con otras comunidades, para recibir información sobre el clima, la

salud, la educación y otros temas importantes. También les dijo que habían aprendido a usar

internet, pero que lo hacían con moderación y respeto.

- “No queremos perder nuestra identidad ni nuestra cultura - les dijo el jefe -. La

tecnología es una herramienta, no un fin. La usamos para mejorar nuestra vida, pero no

para cambiarla. Sabemos lo que somos y lo que queremos. No nos dejamos influenciar

por lo que vemos en las pantallas.”

Carlos y Pedro se sintieron aliviados y felices al escuchar esas palabras. Se dieron cuenta de

que habían hecho un buen trabajo y que habían ayudado a la comunidad sin perjudicarla. Se

sintieron orgullosos de ser ingenieros en telecomunicaciones y de tener la ambición de ayudar

a la gente con la tecnología.

Pasaron unos días en el pueblo, compartiendo con la gente, aprendiendo de su cultura y

disfrutando de su hospitalidad. Se hicieron amigos de algunos niños, que les mostraron sus

juegos y sus sueños. Se admiraron de la sabiduría de los ancianos, que les contaron sus

historias y sus consejos. Se emocionaron con la belleza de las mujeres, que les enseñaron sus

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tejidos y sus cantos. Se impresionaron con la valentía de los hombres, que les invitaron a sus

cacerías y sus rituales.

Se despidieron con abrazos y promesas de volver. Se llevaron un recuerdo imborrable de esa

experiencia y una lección de vida: la tecnología puede ser una aliada, pero no debe ser una

amenaza para la diversidad y la identidad de los pueblos.

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