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De la vergüenza a la autoestima
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Recursos para confiar en uno mismo
y afirmarse para actuar
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Gladys Brites de Vila


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Ligia Almoño de Jenichen


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Brites de Vila, Gladys
De la vergüenza a la autoestima / Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño
de Jenichen.

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1. Psicología. 2. Emociones. I. Almoño de Jenichen, Ligia

Corrección: María Bazán Lascano rP


Diagramación de interiores y diseño de cubierta: Cecilia Ricci
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editor.
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Introducción

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La vergüenza se relaciona con el miedo a mostrarnos tal como
somos, por la creencia de que así, con nuestras equivocaciones e im-
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perfecciones, no seríamos aceptados. Carecemos de la confianza básica
de ser dignos de ser amados tal cual somos.
Si bien la vergüenza y el enojo son formas opuestas de reacción
cuando nos sentimos frustrados, tienen la misma raíz. Ambas son
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manifestaciones de heridas recibidas que inciden en la identidad y en


el desarrollo de la autoestima.
Según predomine la tendencia a luchar o a huir ante una amenaza,
podemos defendernos atacando con rabia intensa, con el goce de la
revancha –como lo describimos en nuestro libro El Enojo o retrayén-
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donos con vergüenza e inhibición.


Aunque hay una vergüenza sana, funcional, cuando nos sentimos
conmovidos por haber actuado mal o cometido errores, la vergüenza
también puede ser desadaptativa, cuando deriva de una imagen dis-
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torsionada, degradada, de nosotros mismos que nos invalida para la


acción, y cuando se hace presente en el momento que no amerita,
por ser desproporcionada en relación con el estímulo que la provoca.
Igual que cuando sentimos miedo, sobredimensionamos la amenaza
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y disminuimos los recursos propios para enfrentarla.

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De la vergüenza a la autoestima

Es agobiante vivir con permanente sensación de vergüenza y auto-

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crítica punzante que en momentos difíciles o de estrés no nos permite
encontrar tranquilidad, calma, seguridad. Y no son sólo sentimientos
sino actitudes, formas de interpretar la experiencia que nos llevan a
actuar en consecuencia.
La vergüenza disfuncional es un indicador de baja autoestima,

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porque implica desamor a nosotros mismos: pensamos que somos
indignos, que no somos como los demás y tampoco originales. Si bien
este déficit en la autoestima deriva de mensajes negativos recibidos
de nuestros padres y de otras personas significativas, que nos llevan a

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percibir que nuestros sentimientos, necesidades y nuestro sí mismo
auténtico no son aceptables, no se trata únicamente de observar las he-
ridas y seguir culpando, reprochando y reclamando a nuestros padres,
a nuestra historia, sino de asumir la responsabilidad de nuestra vida.
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En este texto nos vamos a abocar a la vergüenza disfuncional,
relacionada con los sentimientos de inferioridad y baja autoestima.
Cuando somos muy críticos con nosotros mismos vivimos ame-
nazados, externamente en relación con el juicio de los otros e interna-
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mente por las propias creencias.


Si descubrimos lo que nos avergüenza, evitamos que se instale en
nuestra identidad, porque cuando la vergüenza se internaliza más allá
de un sentimiento pasajero, pasa a formar parte del sí mismo.
Todos tenemos aspectos de nosotros mismos que valoramos y
otros que rechazamos. La cuestión es cómo nos relacionamos con lo
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que no nos gusta de nosotros, cómo nos tratamos, ¿en forma agresiva
o compasiva? ¿Con autocrítica condenatoria o con actitud amorosa?
La autoestima se regula y fortalece si restablecemos la cohesión
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interna, si integramos todos nuestros aspectos, aun los que nos aver-
güenzan. No se trata de erradicar la vergüenza, de combatirla, sino de
tomarla como mensajera, reconocer su buena intención descubriendo
de qué nos quiere proteger. Si nos conectamos con nuestra verdadera
esencia, reforzamos los recursos propios, nos respetamos y aceptamos
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como somos, al cambiar el concepto que tenemos de nosotros mismos,

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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

la transformación de la vergüenza vendrá por añadidura.

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Lo que pensamos, imaginamos y sentimos influye sobre el or-
ganismo y el sistema inmunológico. Según experimentemos amor
y compasión, o miedo, resentimiento y vergüenza, estimulamos
sistemas cerebrales relacionados con la calma y el bienestar o con la
intranquilidad.

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Es posible activar zonas cerebrales que contienen redes neurales
vinculadas con la empatía, el amor y una mayor conexión entre pen-
samientos y sentimientos.
Si aprendemos a relacionarnos con nosotros mismos con amabili-

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dad y cuidado y, cuando tenemos dificultades, nos enviamos mensajes
de ayuda, en lugar de criticarnos, estimularemos aquellas partes del
cerebro que responden con amabilidad.
Todos tenemos en nuestra esencia una fuente de energía amorosa.
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El arte consiste en conectarnos con ella y poder tomarla. Está en nues-
tras manos poner en funcionamiento esta capacidad y acceder a espacios
más profundos de nuestro ser, en el cual todos estamos entrelazados,
creados, hijos de un mismo Dios y hermanos con toda la humanidad.
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Nuestra propuesta, a través de una modalidad teórico-práctica,


es sanar el autoconcepto de indignidad y pasar de la autocrítica a la
autocompasión para adquirir una sana autoestima.
La buena noticia es que podemos entrenarnos para desarrollar
estados mentales positivos y desactivar los negativos. A este fin, y para
comprender mejor la estrecha relación que existe entre el cuerpo, la
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mente y el espíritu, antes de abocarnos a desarrollar el tema de la


vergüenza vamos a hacer una descripción de la neurofisiología de las
emociones y de los sistemas cerebrales que las regulan.
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Neurociencia de las emociones 1

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Tomamos de Richard Davidson, uno de los principales inves-
tigadores actuales del nuevo campo de la neurociencia afectiva, el
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fundamento neurológico de las emociones.
Cualquier conducta compleja, como la emoción, no se asienta en
una sola región cerebral sino en la interacción y conjunción orquestada
de todos los circuitos del cerebro.
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El cerebro humano está formado por zonas diferentes que evolu-


cionaron en distintas épocas.

Neocórtex (cerebro racional)


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Neocórtex, “corteza nueva” o “corteza más reciente”, es la capa


neuronal evolutivamente más moderna de nuestro cerebro y presenta
la organización funcional más compleja. Recubre los lóbulos prefron-
tales y, en especial, los frontales.
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Los lóbulos frontales, ubicados justo detrás de la frente, juegan


un papel especial en la moderación y la regulación de las emociones.
El lóbulo frontal izquierdo cumple con una función decisiva en las
emociones positivas, mientras que el derecho está más ligado a ciertas
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emociones negativas.

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De la vergüenza a la autoestima

Ambos intervienen en el control de procesos cognitivos comple-

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jos, como la capacidad de pensar de forma abstracta y más allá de la
inmediatez del momento, la flexibilidad mental, la planificación, el
lenguaje, la imaginación, la creatividad.
También tienen funciones ejecutivas, toman información de las
demás estructuras y las coordinan para actuar en forma conjunta, tomar

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decisiones y dirigir nuestra conducta hacia un fin.

El sistema límbico (cerebro emocional)

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Es un complejo conjunto de estructuras que se halla por encima y
alrededor del tálamo, y justo bajo la corteza. Incluye el hipotálamo, el
hipocampo, la amígdala y muchas otras áreas cercanas. Es el principal
responsable de nuestra vida emocional, y es donde procesamos las
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diferentes emociones: alegría, tristeza, enojo, vergüenza…
El hipotálamo está relacionado principalmente con la homeosta-
sis. Interviene en la regulación del hambre, la sed, la respuesta al dolor,
los niveles de placer, la satisfacción sexual, la ira y el comportamiento
agresivo... También regula el funcionamiento de los sistemas nerviosos
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simpático y parasimpático, el pulso, la presión sanguínea, la respiración


y la activación fisiológica en respuesta a circunstancias emocionales.
Está neurológica y químicamente conectado a la glándula pituitaria,
que bombea hormonas de liberación en el torrente sanguíneo.
La amígdala, formada por un par de estructuras ubicadas a
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ambos lados del cerebro, permanece especialmente activa durante la


experiencia de emociones negativas como el miedo y desempeña un
papel fundamental en los circuitos activadores de la emoción, mien-
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tras que la corteza prefrontal se ocupa de la regulación. Las regiones


cerebrales implicadas en la actividad inicial de una emoción no son las
mismas que las que se ponen en juego durante su regulación, si bien
en circunstancias normales se ponen en marcha simultáneamente, de
modo que cuando se desencadena una emoción también se disparan
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los mecanismos implicados en la regulación.

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El hipocampo, ubicado detrás de la amígdala, nos proporciona

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información sobre el contexto y nos ayuda a dar una respuesta emo-
cional adaptada a él. Muchas veces las emociones no son apropiadas
a la situación: por ejemplo, si bien resulta adecuado experimentar
miedo ante una amenaza a nuestra supervivencia, no lo es la respuesta
de la persona fóbica que experimenta miedo en contextos en los que

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no existe ninguna amenaza real. Esto está muy ligado a la memoria.

El sistema nervioso autónomo también juega un papel impor-


tante en nuestra vida emocional. Está compuesto por dos partes que

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funcionan en oposición una a la otra. La primera es el sistema nervioso
simpático, que comienza en la médula espinal y viaja hacia una gran
variedad de áreas del cuerpo. Su función es preparar el cuerpo para
actividades asociadas con la huida o lucha. La otra parte, el sistema
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nervioso parasimpático tiene sus raíces en el tronco cerebral y en la
médula espinal de la espalda baja. Su función es regresar al cuerpo de la
situación de emergencia a la que lo llevó el sistema nervioso simpático.
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El cerebro reptil
La zona más primitiva, la que compartimos con los animales, se
encarga de los instintos básicos de supervivencia: la búsqueda de co-
mida, el deseo sexual y la defensa del territorio frente a las amenazas.
Dispara reacciones instantáneas, casi reflejas.
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Los tres sistemas cerebrales trabajan juntos. El sistema límbico


está en constante interacción con la corteza cerebral. Los lóbulos pre-
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frontales y frontales moderan las reacciones emocionales, frenando las


señales del cerebro límbico, lo que nos permite tener el control sobre
nuestras emociones.
El cerebro racional también se relaciona y trabaja en equipo con
el cerebro reptil. Éste, que cuida la supervivencia, nos resulta útil
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en determinadas circunstancias. Por ejemplo: si estamos en la selva,

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tenemos que estar atentos a peligros posibles, en lugar de disfrutar re-

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lajadamente el lindo día de sol. El cerebro racional nos puede ayudar a
discernir cuándo la amenaza es real o si nuestra respuesta es desmedida
por haber desencadenado un temor irracional e infundado.
Los lóbulos frontales, la amígdala y el hipocampo están muy
relacionados con el resto del cuerpo, en particular con el sistema

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inmunológico, el sistema endocrino (que controla el funcionamiento
hormonal) y el sistema nervioso autónomo (que regula la tasa cardíaca,
la presión sanguínea, etcétera).
De esta manera, si los circuitos cerebrales trabajan en forma or-

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denada o disfuncional, ello va a tener influencia sobre la secreción de
hormonas, la inmunidad y la salud de nuestro organismo.
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Sistemas cerebrales 2
de regulación de emociones

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Paul Gilbert, profesor de la Universidad de Derby, dirige la Com-
passionated Mind Foundation con el objeto de estudiar científicamente
el tema de la compasión y cómo influye en los circuitos cerebrales.
Afirma que nuestro cerebro contiene tres tipos de sistemas interac-
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tivos que regulan las emociones. Cada uno tiene diferentes funciones,
y también trabajan juntos, balanceados unos con otros.

Ellos son:
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Sistema de amenaza / autoprotección


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La función de este sistema es captar rápidamente las amenazas y


desencadenar emociones como miedo, ansiedad, vergüenza o enojo,
que nos alertan y nos preparan para actuar y autoprotegernos. Nos
activan para huir, luchar o inhibir la acción. Este sistema opera con
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particulares redes cerebrales, una de las cuales es la amígdala.

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De la vergüenza a la autoestima

La amígdala es un procesador activo que capta velozmente lo que

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es importante para nosotros, especialmente los peligros y las amenazas.
La hormona del estrés, cortisol, segregada por las glándulas suprarre-
nales, también juega un rol importante en nuestra sensibilidad frente
a las amenazas y cómo las experimentamos, en especial la ansiedad.
Así, la aparición de un estímulo estresante en el entorno provoca la

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liberación de cortisol.

Sistema de incentivos / búsqueda de recursos

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La función de este sistema es despertar sentimientos positivos
que nos guíen, motiven y alienten a encontrar los recursos necesarios
para prosperar, satisfacer los deseos y alcanzar nuestras metas. Si ga-
namos una competencia, aprobamos un examen o nos enamoramos,
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probablemente experimentemos sentimientos de placer y euforia. En
estos casos producimos una hormona llamada dopamina que genera
naturalmente energía y sentimientos positivos.
Ante estímulos muy intensos, la sobreexcitación desbalancea el
sistema y tal vez no podemos dormir ni parar nuestros pensamientos.
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Cuando los deseos y estímulos se convierten en una amenaza, el siste-


ma de autoprotección nos hace generar ansiedad, frustración y enojo.

En la medida en que determinados aspectos de la emoción impli-


can una cierta anticipación del futuro, como cuando esperamos con
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ansiedad el encuentro con una persona que queremos y que llevamos


mucho tiempo sin ver, la parte anterior del lóbulo frontal permanece
activa durante la representación mental imaginaria de ese objetivo.
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Podríamos decir que la motivación depende parcialmente de esa región


del lóbulo frontal, que mantiene en nuestra mente los sentimientos
que tendremos cuando se cumplan nuestros objetivos.
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Sistema de calma / satisfacción

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Nos habilita para lograr calma, quietud y la paz que ayuda a
restaurar el equilibrio. Cuando no tenemos que defendernos contra
amenazas y problemas, ni esforzarnos por lo que necesitamos, porque
tenemos suficiente, estamos satisfechos. Significa estar feliz con las

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cosas como van y con lo que sentimos. No deseamos nada. Es una paz
interior que no tiene que ver con la alegría, la excitación o el éxito. Es
el estado que se logra en la meditación.
Los sentimientos de calma y seguridad parecen trabajar a través de

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las redes cerebrales en forma similar a los que producen sentimientos de
paz. Ciertas sustancias del cerebro llamadas endorfinas son importantes
para la paz, la calma y la sensación de bienestar. La hormona oxitocina,
junto con las endorfinas, está relacionada con nuestros sentimientos
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de seguridad afectiva.
Investigaciones recientes hechas sobre la oxitocina sugieren que
esta hormona se encuentra en la base de dos pilares emocionales: la
capacidad de sentir empatía, ser amables, y la posibilidad de tener
confianza. Actúa también como neurotransmisor, lo que permite la
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comunicación entre las células cerebrales.


Este sistema de calma / satisfacción es central para entrenarnos en
la compasión. Nos ayuda a balancear los otros dos sistemas, ya que la
compasión surge del balance de los tres sistemas emocionales.
El estrés se genera cuando los sistemas de amenazas y deseos están
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desbalanceados con respecto al sistema de calma y satisfacción.


En un conocido experimento, David Mc Clelland, psicólogo de
la Universidad de Harvard, le mostró a un grupo de estudiantes una
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película sobre la Madre Teresa trabajando entre los enfermos y los


pobres de Calcuta. Los estudiantes declararon que la película había
estimulado sus sentimientos de compasión. Más tarde, se analizó la
saliva de estos estudiantes y se descubrió un incremento en el nivel de
inmunoglobulina A, un anticuerpo que ayuda a combatir las infec-
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ciones respiratorias.

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De la vergüenza a la autoestima

En otro estudio realizado por James House en el Centro de Inves-

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tigación de la Universidad de Michigan, se concluyó que realizar tra-
bajos de voluntariado con regularidad e interactuar con los demás con
benevolencia aumentaba las expectativas de vida y la vitalidad general.

El poder de la imaginación

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Vivimos en dos mundos diferentes aunque relacionados entre sí:
el de la experiencia directa y el de la imaginación. La imaginación nos
permite crear en nuestra mente.

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En el lóbulo parietal se unifican las representaciones procedentes de
todos los sentidos, como la visión, la audición y el tacto, y desempeña
un papel fundamental en las representaciones mentales.
Los pensamientos, imaginación y memoria tienen efectos podero-
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sos sobre los sistemas de nuestro cerebro y pueden activarlos.
Si cerramos los ojos e imaginamos un delicioso manjar frente a
nosotros, la imagen que creamos deliberadamente en nuestra mente
puede mandar mensajes a la misma parte del cerebro como si realmente
lo tuviéramos delante. El cerebro envía mensajes al cuerpo, que em-
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pezará a segregar saliva y jugos gástricos aunque el alimento no esté


presente y sea sólo una imagen que creamos en nuestra mente.
De la misma manera, los pensamientos y las imágenes que ge-
neramos también son capaces de estimular los sistemas cerebrales
que nos dan calma o nos hacen sentir amenazados. Si aprendemos a
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relacionarnos con nosotros mismos con una mentalidad compasiva,


cuidadosa, estimularemos las partes del cerebro que responden con
amabilidad. Y si somos amables con nosotros mismos, seguramente
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vamos a serlo con los demás.


En general nos sentimos bien si las cosas van bien y nos deprimi-
mos cuando fallamos. La mentalidad de cuidado, sin embargo, actúa
precisamente cuando las cosas no van tan bien para darnos ánimo,
sostén y calma. La compasión nos puede asistir en muchos aspectos de
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la vida, no justamente en los momentos de felicidad. Nos puede ayudar

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a relacionarnos con nuestras fallas, a asumir riesgos, a encarar críticas y

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conflictos, y también a desarrollar relaciones armónicas con los demás.
Hay dos caminos que se retroalimentan: la imaginación, los
pensamientos y las reflexiones pueden estimular sistemas de nuestro
cerebro, y los sistemas de regulación de emociones pueden dirigir
nuestros pensamientos e imaginación.

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El cerebro es complejo: si se activa el sistema de amenazas, se
reduce la compasión, y cuanto más autocríticos somos, más difícil
nos resulta calmarnos.
Nuestra propuesta es aprender a desarrollar los estados mentales

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positivos y disminuir los negativos, pasar de la autocrítica a la auto-

Si nos entrenamos para despertar el sistema de calma / satisfacción


con relajación, visualizaciones positivas, música apropiada y a través de
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la meditación, es posible llegar a estados de compasión pura.
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Vergüenza 3

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Qué es la vergüenza y cómo se manifiesta
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Vergüenza: turbación del ánimo que suele encender el color del


rostro, ocasionada por alguna falta cometida o por alguna acción
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deshonrosa y humillante propia o ajena.


Diccionario de la lengua española, Espasa, 1992

Es un sentimiento universal, todos hemos sentido vergüenza en


algún momento, con mayor o menor intensidad, y la expresamos
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también de la misma manera, ruborizándonos, bajando la mirada,


parpadeando, tapándonos la cara, encorvándonos. Estas señales de
alarma, útiles y necesarias, nos advierten que algo nos está ocurriendo.
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Esto que sentimos es también singular, ya que nos avergonzamos


por distintos motivos y ante distintas circunstancias de acuerdo al
significado personal que les damos a los hechos y cómo interpretamos
la experiencia. Así, podemos ser espontáneos, extrovertidos en una
situación que a otros los ruborizaría e inhibiría, y avergonzarnos en
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casos que no incomodan a los demás.

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De la vergüenza a la autoestima

Hay quienes se avergüenzan con más facilidad que otros. Si esta-

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mos conformes con nosotros mismos, con nuestra realidad, y tenemos
una sana autoestima, nos avergonzaremos menos que quien está insegu-
ro, insatisfecho, con aspiraciones desproporcionadas a sus posibilidades
de logro y necesita la aprobación de los demás para sentirse valioso.
La vergüenza es una emoción que nos perturba intensamente por

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la sensación de menoscabo e indignidad. Afecta nuestra identidad, la
idea que tenemos de nosotros mismos y la capacidad de enfrentarnos
a las situaciones. Y aparece cuando tomamos conciencia de nuestra
vulnerabilidad en presencia de los otros.

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Kaufman describe la vergüenza como “la emoción de la inferiori-
dad”. Es una experiencia abrumadora, desorganizante, nos hace sentir
fragmentados, con falta de cohesión interna, por eso es tan dolorosa.
Deriva de un sentimiento de no aceptación, y ésta es una de las
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necesidades más primarias del ser humano, pertenecer, ser parte del
sistema y a la vez ser aceptado con la propia originalidad.
Así, podemos definir la vergüenza como un sentimiento de rechazo
y condena hacia nosotros mismos, a través de nuestros propios ojos
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autocríticos y ante la mirada de los demás. Sentimos desaprobación


y nos desaprobamos cuando, ante la comparación interna o externa,
nos percibimos deficientes e inadecuados.
Intervienen tres aspectos: la necesidad de ser valorados, nuestras
creencias y la fortaleza o debilidad de nuestro yo.
Todos tenemos la necesidad esencial de conservar nuestro honor,
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de hacer un buen papel frente a los demás.


Si creemos que no estamos a la altura de lo esperado, y ante la
amenaza de ser expuestos y fallar, nos retraemos para evitar mostrarnos,
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nos cubrimos protegiéndonos de las miradas hirientes que juzgan y


condenan. Así, evitamos ponernos en evidencia, por miedo al ridículo,
a que queden al descubierto las fallas personales que guardamos en
secreto porque nos avergüenzan.
Cuando nos minusvaloramos, tenemos la sensación de no poder
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alcanzar cierto estado ideal. Y éste difiere de una persona a otra, ya

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que cada una valora y aspira a diferentes ideales. Los psicoanalistas lo

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relacionan con el ideal del yo. Cualquier ideal desmedido que uno se
imponga tiene la vergüenza como posibilidad permanente si está muy
lejos de las posibilidades reales de alcanzarlo. Tanto que podríamos
decir: “Dime qué te avergüenza y te diré cuál es tu ideal”.
Hay refranes o sentencias que avalan la creencia de que es mejor

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ocultar las limitaciones: “Vuelen con sus puntos fuertes y aprendan a
esconder sus debilidades”; “Si hay miseria, que no se note”, etc. Y así,
todos intentamos mostrar nuestros aspectos más valorados y esconder
los rechazados, nuestras debilidades.

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La vergüenza también es un síntoma invalidante, porque callar,
mantenernos en secreto, nos aísla, nos lleva a la soledad, nos impide
establecer relaciones íntimas. Y esta imposibilidad de compartir y
descargar se transforma en inhibición intelectual, emocional y de
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relación con los otros.
Cuando lo indecible se instala, nos replegamos para evitar el riesgo
de revivir heridas y de mostrar un mayor derrumbe ante los demás.
A veces sentimos vergüenza por haber tenido vergüenza, y esto se
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transforma en un ciclo autohumillante que justifica el propio desprecio,


por no poder reaccionar.
La palabra vergüenza significa “cubrir algo, velar”.
Lo paradójico es que, a pesar de este deseo de ocultamiento, todos
tenemos un impulso natural a mostrarnos, exponernos, desempeñarnos
con eficacia, destacarnos y ser reconocidos por esto, como una necesi-
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dad de afirmación personal y alimento de la autoestima.


En el caso de la vergüenza, se produce un desequilibrio entre el
impulso y los deseos de exteriorizarnos y el bloqueo de esa misma
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energía. Es el conflicto entre dos fuerzas antagónicas: una que nos


moviliza a la descarga, a la espera de respuestas aprobadoras, sean del
medio o propias, y otra que nos fuerza con desesperación a detener
esa corriente.
Justo en el momento en que quisiéramos manifestarnos, y es-
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peramos lucirnos, brillar, experimentamos lo opuesto: el ridículo, el

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desaire, el rechazo inesperado. La exhibición ya no causa admiración

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sino burla, por ejemplo, cuando decimos una broma fuera de lugar.
La mezcla de deseo y retención la manifestamos a través de la
piel, el órgano más expuesto, en forma de sonrojo y ardor, en lugar
de la cálida sensación corporal de bienestar ante el reconocimiento y
el afecto deseados.

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Como se dice “lo que se evita, invita”, en el preciso momento en
que queremos tapar lo que nos avergüenza para que no se note, eso
irrumpe inconscientemente a través del cuerpo.
Otra reacción física es interrumpir el contacto visual: bajamos la

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vista, no podemos mirar a los ojos, nos cubrimos la cara con las manos,
encogemos el cuerpo, con deseos de escondernos a través de la ropa
para pasar inadvertidos, con deseos de desaparecer, sentimos que el
corazón late aceleradamente, vacío en el estómago. Sin poder reír y
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con dificultad para explicarnos, nos sentimos inhibidos, perdemos el
control de nuestro cuerpo.
Cuando estamos desanimados, desvitalizados o con una percep-
ción negativa de nosotros mismos, tenemos menos energía disponible.
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Así la vergüenza reduce nuestra propia vitalidad y, en consecuencia,


el rendimiento… Si nos vivenciamos incapaces de hacer algo nos va a
costar mucho más trabajo hacerlo y el resultado va a ser peor.
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La vergüenza adopta distintas formas


Tiene diferentes matices que incluyen la timidez, el bochorno, el
descrédito, la humillación, turbación, sentido del ridículo.
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Hay vergüenzas ocasionales, como respuesta emocional a una si-


tuación específica. Se trata de un sentimiento pasajero, que como viene
se va sin consecuencias. Por ejemplo, al tropezar y caer en público.
A veces la vergüenza es funcional, cuando la utilizamos en forma
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razonable, limitada, en algunos contextos sociales donde y cuando no


nos conviene mostrar algunos aspectos de nuestra forma de ser o de

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pensar. Es una actitud consciente que elegimos reservar para los ínti-

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mos. No es una manera de ser, sino una actitud ocasional.
La vergüenza “existencial” es la sensación central de que nuestros
defectos nos hacen inaceptables, poco valiosos. Deriva de experiencias
tempranas de la infancia o la adolescencia, cuando en lugar de sentir-
nos aceptados y respetados vivenciamos el juicio severo de los otros en

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relación con determinadas cualidades, sentimientos o comportamientos
considerados inaceptables.
Esto, que proviene de afuera, luego es internalizado y somos no-
sotros los agentes activos en el proceso generador de vergüenza: nos

nosotros mismos. rP
criticamos y despreciamos por ideas, creencias distorsionadas sobre

Evaluamos negativamente nuestra eficacia, nuestra capacidad para


realizar tareas o enfrentarnos con un problema, e intentamos esconder
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o evitar esas experiencias, por temor a que emerjan y se revele esa otra
experiencia interna.

La vergüenza y los códigos grupales. Los grupos establecen códi-


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gos que funcionan como normas de convivencia. Si queremos sentirnos


parte de ese grupo, pertenecer a él, tendremos que adecuarnos a sus
reglas. Éstas incluyen la manera de vestirse, de hablar, de comer, cómo
comportarnos según la ocasión.
Al transgredir los modelos sociales y personales nos arriesgamos
a quedar excluidos, descalificados. Por ejemplo, si asistimos a una
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reunión social con jeans y zapatillas, suponiendo que es informal, y


encontramos que todos están vestidos con saco y corbata, y las mujeres
“con brillos”, es probable que nos sintamos avergonzados al darnos
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cuenta de que desentonamos.


En estas formas de vergüenza, también aquello que proviene del
afuera, el quedar expuesto ante el juicio de los demás se transforma
luego en una experiencia interna autodenigrante. Y puede ocurrir que
lo que sentimos en un comportamiento específico lo generalicemos a
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la totalidad de nuestra persona, de manera que nos autodefina: “Soy

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cursi”, “soy maleducada”, “qué torpe soy”, en lugar de “en esta ocasión

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me comporté de manera inadecuada, maleducada, con torpeza”.
Hacer algo mal no es ser completamente “malo”. La solución es
desidentificarnos: “Eso me ocurre, no soy eso”.

Vergüenza ajena. Hay vergüenzas que no tienen que ver con nues-

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tra propia persona, son externas. A veces nos avergonzamos cuando nos
hacemos cargo del papel ridículo al que se ven expuestos otros tal vez
sin darse cuenta. Es como creernos habitados por sentimientos ajenos.
Nos identificamos con quien está haciendo el papelón. Por ejemplo,

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cuando alguien con la intención de destacarse cuenta un chiste con
tan poca gracia que nadie se ríe, e insiste en contar otro. Poniéndonos
en su lugar asumimos su vergüenza, nos avergonzamos por él.
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A los grupos de pertenencia. Es la que no tiene que ver con la
propia persona sino con la identidad de los grupos de pertenencia no
aceptados: clase social, etnia, familia, hijos biológicos y adoptados,
instituciones, el propio país.
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Por ejemplo, no se puede sentir igual una persona en un baile de


su pueblo natal, donde es uno entre los demás, que en el baile de gala
de un palacio donde desconoce las reglas de protocolo; es probable
que se sienta avergonzado.

Todo lo señalado nos genera sentimientos contradictorios, entre lo


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que somos y lo que quisiéramos ser. No se trata de negar, desterrar el ori-


gen o abandonar lo que constituye nuestra identidad, sino de integrarlo.
Ser o pertenecer, ésta es la cuestión: podemos ser distintos sin dejar de
te d

pertenecer. Si provenimos de una familia pobre, de obreros, sin avergon-


zarnos de ellos, podemos mejorar naturalmente nuestro nivel económico
e intelectual sin pasar del complejo de inferioridad al de superioridad.

La vergüenza y el pudor. Pudor se refiere a lo que no se puede


re a

mostrar del cuerpo o los sentimientos. Las normas sociales establecen

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r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

estos criterios y, aunque ya no es lo que era, las mujeres tienden más a

Ed
ocultar partes del cuerpo y los hombres los sentimientos, “las lágrimas”.
En la actualidad, con la liberación sexual parecería más fácil
desnudar el cuerpo que desnudar el corazón, abrirnos y compartir
auténticamente lo que somos en una comunicación profunda.
Cuando Adán y Eva son expulsados del paraíso descubren su des-

DF
nudez y sienten deseo de esconderla. El término griego para designar
los genitales, “aidoia”, contiene una alusión a la vergüenza, “aidós”,
significa “partes vergonzosas”. El pudor también es el malestar que
uno siente cuando es descubierto en la intimidad, la impotencia o las
insatisfacciones.
rP
“En un primer momento al niño le gusta exhibir su desnudez, en
la exaltación de su narcisismo triunfante, hasta el momento en que
una mirada le da a entender que es ‘sucio’, o por lo menos impúdico,
s te
mostrarse así. Cuando está desnudo delante del otro, aprende el pudor.
También se despierta su curiosidad sexual. Las ganas de comprender
los misterios de la procreación y el amor se vuelven imperiosas. Aquí
descubrirá igualmente el pudor, la desnudez y a veces la vergüenza de
Ma

los adultos frente a las cuestiones sexuales” (Vincent de Gaulejac, Las


fuentes de la vergüenza, p. 278).

La falta de vergüenza: sinvergüenza. Es la falta de vergüenza en


el momento en que debería estar presente.
Aristóteles ya mencionó la inadecuación de esta falta de sentimien-
in

to: “La desvergüenza implica desprecio y desdén ya que sólo ante los
que desdeñamos mucho no sentimos vergüenza. La vergüenza es un
cierto pesar y turbación relativos a aquellos vicios presentes, pasados
te d

y futuros cuya presencia acarrea una pérdida de reputación. Y la des-


vergüenza es el desprecio y la insensibilidad ante esos mismos vicios”.
A esto se refiere José Hernández en el Martín Fierro: “Si la vergüenza
se pierde jamás se vuelve a encontrar”.
re a

21—
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De la vergüenza a la autoestima

Existen personalidades psicopáticas para quienes el fin justifica

Ed
los medios, que no asumen ninguna responsabilidad del mal que
ocasionan a los demás.
También hay personas que no pueden sentir vergüenza por da-
ños cerebrales. Antonio Damasio, especialista en neurobiología de las
emociones, cita pacientes con lesiones en la parte inferior e interna del

DF
lóbulo frontal que tienen discapacidad para sentir vergüenza.

Relación con otras emociones

rP
Lazarus incluye la vergüenza dentro del grupo de “emociones exis-
tenciales”, junto a la ansiedad-miedo y la culpa, porque las amenazas en
las que se basan tienen que ver con significados e ideas sobre quiénes
somos, nuestro lugar en el mundo, la vida y la muerte, y la calidad de
s te
nuestra existencia. Lo que específicamente se ve amenazado difiere en
cada una de estas emociones. En la ansiedad-miedo, el significado
se centra en nuestra seguridad personal, mientras que la culpa se
refiere a las infracciones morales, cuando tenemos conciencia de
que hemos actuado mal. La vergüenza trata de nuestro fracaso en vivir
Ma

según nuestros propios ideales y los de los demás, lo que deberíamos


ser como personas.
Incluye un sentimiento de incompetencia.

La vergüenza nos conecta:


in

Con el miedo, ante la mirada o presencia ajena, su evaluación


negativa convertida en una amenaza. Así evitamos exponernos, nos
replegamos, nos volvemos tímidos, actitud que se relaciona con el temor.
te d

Y cuando anticipamos las consecuencias de posibles fracasos perso-


nales nos sentimos ansiosos, no toleramos la espera, la incertidumbre.

Con el dolor, al sentirnos menospreciados ante la mirada de los


otros, nos percibimos deficientes.
re a

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Nos preocupan nuestras fallas. Nos sentimos inútiles, incapaces

Ed
de alcanzar metas que nos hemos propuesto, incompetentes, poco
atractivos.

Con el enojo, ya que cuando nos sentimos humillados surge una


necesidad de vengarnos de los demás. También nos enojamos con

DF
nosotros mismos por no habernos animados a mostrarnos, por no ser
fieles a nuestra identidad. Muchas veces es más fácil expresar enojo
que reconocer que sentimos vergüenza, porque sentirla nos disminuye,
nos vuelve indefensos, pasivos y el enojo, al ser una defensa activa,
nos da fuerza.
rP
Con la culpa: con frecuencia se las confunde utilizándolas como
sinónimos, pero en realidad tienen significados diferentes. Aunque a
s te
veces se pueden sentir juntas, conviene diferenciarlas.
Ma
in
te d
re a

23—
— 27
re a
Vergüenza Culpa

1. Se relaciona con quien creemos que somos, 1. Está relacionada con algo que hicimos; nos senti-
te d
inadecuados, ante la mirada propia y de los otros. mos mal porque actuamos mal. Apunta a una falla
Apunta a poder ser, tiene que ver con la persona. en el hacer, tiene que ver con acciones específicas.
in
2. Incluye la totalidad de nuestra persona. 2. Se refiere a situaciones específicas.

3. Creemos que hay algo intrínsecamente malo en 3. Pensamos que hicimos algo malo y merecemos
De la vergüenza a la autoestima

Ma
nosotros. un castigo.

—24
28 —
4. Nos preocupan nuestras deficiencias. 4. Nos preocupan nuestras transgresiones.
s te
5. Nos sentimos incompetentes, incapaces de al- 5. Nos sentimos mal por haber lastimado a otros.
canzar metas que nos hemos propuesto.
rP
6. Tememos ser abandonados: nadie nos va a querer 6. Tememos ser castigados: merecemos pagar por
DF
con tantos defectos. haber hecho algo malo.
Ed
i to
r
7. Es un sentimiento físico, ocurre en el cuerpo. 7. Sucede en la mente.
re a
Nos lleva a ruborizarnos, retraernos, escondernos. Los pensamientos autoacusadores nos llevan a ex-
cusarnos, a reparar o pagar por haber obrado mal,
por perjudicar a otros.
te d
8. Alude al fracaso de los ideales personales de 8. Alude a la moral, a la conciencia.
in
perfección al no encontrarnos a la altura de las
exigencias del ideal.
Ma
9. Surge de experiencias tempranas del desarrollo. 9. Surge en etapas posteriores, a partir de la capa-

— 29
25—
cidad de autoconciencia de transgredir normas.
s te
10. Se vivencia en forma pasiva. Quien la siente 10. Se vivencia en forma activa, incita a hacer algo.
calla y esconde.
rP
11. La aceptación de sí mismo sana la vergüenza. 11. Reconocer la falta, disculparse y sentirse per-
donado repara la culpa.
DF
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Ed
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De la vergüenza a la autoestima

Con la humillación, que es la cara activa pública de la vergüenza.

Ed
Humillar a alguien es exponerlo a la vergüenza, y avergonzar a alguien
es, en la mayoría de los casos, humillarlo (Morrison).
La relación entre humillación-vergüenza se ve con claridad en lo
hoy llamado “bullying”: niños que padecen humillación, burlas y malos
tratos por sus compañeros.

DF
La humillación es una forma de ejercer poder, de manipular, a
veces “sutilmente”, que puede ir desde avergonzar hasta las formas más
crueles de violencia.
Cuando es utilizada con fines correctivos, puede llegar a ser peor
el remedio que la enfermedad.
rP
Con la envidia, que es el malestar que sentimos cuando alguien
tiene algo que queremos para nosotros mismos y nos damos cuenta de
s te
que nos falta, nos sentimos insatisfechos, frustrados. Al experimentarla
nos vivenciamos inferiores y, para colmo, malos, ya que sentimos tris-
teza y rabia por lo que los demás tienen y nosotros no. Lo que posee
en común con la vergüenza es que ambas cumplen un profundo rol
Ma

social y nos hacen sentir inferiores.


Como es una de las emociones con mayor connotación negativa,
uno de los siete pecados capitales, nos avergüenza reconocerla, por eso
intentamos ocultarla.

Con la tristeza, en la que el foco está puesto más en uno mismo,


in

sin involucrar a otros. En este caso el discurso es autorreferencial,


con descripciones negativas acerca de nosotros mismos, teñido por
la queja, errores, fracasos e incompetencias intelectuales, afectivas o
te d

instrumentales.

Vergüenza y adicciones
El desamor, la desvalorización hacia nosotros mismos nos hace
re a

sentir desprotegidos, vulnerables, y esto nos lleva a pensar que somos

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“malos, sucios, feos”, y a actuar en consecuencia: replegarnos y tal

Ed
vez ponernos máscaras para disimular nuestras frágiles identidades,
demasiado avergonzados para revelar nuestro verdadero ser.
Es tan intolerable la sensación de vergüenza que tratamos de ocul-
tarla con falsos recursos, los que en lugar de solucionar el conflicto lo
tapan. ¿Y de qué manera podemos taparla? Hay sustancias y conductas

DF
compulsivas que pueden atraparnos.
El alcohol en el “preboliche de los adolescentes para desinhibirse”.
Los energizantes, las drogas para sentirnos todopoderosos. Los desór-
denes alimentarios, las compras compulsivas, el perfeccionismo y el

rP
trabajo desmedido, por mencionar algunos.
Adicción, de a-dicto, tiene que ver con lo no dicho, con el ocul-
tamiento.
La vergüenza está en la raíz de las adicciones.
s te
El nacimiento de la vergüenza
La vergüenza tiene diferentes fuentes. Hay investigaciones que
destacan un origen biológico, genético, mayor predisposición y sen-
Ma

sibilidad; a esto se suma la influencia de la crianza, familia, escuela,


exigencias de la sociedad, de cada época, relaciones humanas que
valoran o avergüenzan.
A pesar de que la vergüenza se pone de manifiesto alrededor de
los dos años, ya está en escena antes de que tomemos conciencia de
in

nosotros mismos y nos demos cuenta del sistema de valores sociales


en el que habitamos.
Antes de nacer, el bebé goza de un estado de equilibrio y bienestar
te d

que se interrumpe con el nacimiento. Al nacer es indefenso, tiene ham-


bre, frío, está mojado, necesita calor, contacto físico. Si bien la piel es el
órgano de sentido que primero se desarrolla, y el primordial en los co-
mienzos, el niño también necesita ser mirado, manifiesta una vitalidad
espontánea, un impulso natural a mostrarse, a exhibirse, como si dijera:
re a

“Mirá, aquí estoy, mirá qué lindo soy”. Y la madre o quien cumpla la

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De la vergüenza a la autoestima

función materna al responderle visualmente con el brillo de los ojos, la

Ed
sonrisa, palabras serenas, ante el llanto o señal de angustia lo calmará apo-
yándolo suavemente contra su propio cuerpo. Al deleitarse por lo que es
y por cómo es, le provee los rudimentos de la experiencia del sí-mismo.
Cuando la mamá, jugando con su hijo, sigue el ritmo e intensidad de
los movimientos del bebé, se pone a tono con lo que él está expresando.

DF
A esta experiencia Stern la llama “diálogo corporal”. Podríamos decir,
utilizando una metáfora musical, que la mamá afina su respuesta con
el tono del bebé, y ambos darían la misma nota aunque con distintos
instrumentos.

rP
Disfrutar del cuidado del niño con calma no es lo mismo que
con apuro para terminar cuanto antes. Él percibe lo mullido o lo
rígido del cuerpo del adulto, las palabras que acompañan lo que
hace, el tono de voz y los sentimientos que transmite al manipular
s te
su cuerpo. Así irá vivenciando lo agradable que es compartir, se
sentirá importante, a través de la ternura y firmeza en los cuidados.
La capacidad para responder con empatía a lo que Kohut llama “el
exhibicionismo del niño” es tan esencial como la satisfacción de las
Ma

necesidades de alimentación. Si en su anhelo de ser admirado, valorado


como especial y único, es frustrado en la respuesta que recibe, va sentirse
desvalorizado e insignificante. Esto influye en lo que posteriormente
va a experimentar como vergüenza y es la matriz de la autoestima.
Así, la sensibilidad a la vergüenza se desarrolla especialmente en niños
cuyos cuidadores, dieron una respuesta inadecuada a sus necesidades
in

y expectativas.

Es posible, pues, que nuestras experiencias tempranas frente a la


te d

“indefensión” hayan dejado huellas mnémicas muy sensibles con relación


a nuestras “posibilidades de fracasos” en la vida, con la consiguiente po-
sibilidad de experienciar una incompetencia vergonzante (Morrison).

El niño que recibió suficiente amor, expresado en forma de cui-


re a

dados físicos y emocionales durante la etapa de bebé, desarrolla una

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sensación de seguridad, una confianza básica que dará fundamento a

Ed
la virtud de la esperanza, de un mundo prometedor de cosas buenas
por sobre lo amenazante.
Si, por el contrario, las necesidades de amor y cuidado, de acep-
tación del bebé tal como es en su singularidad, no se ven satisfechas,
éste se volverá desconfiado y se refugiará dentro de sí mismo, evitando

DF
toda relación.
Siguiendo a Eric Erikson, la esperanza, primera y más elemental
fuerza humana, surge como resultado de la victoria de la confianza
básica sobre la desconfianza.

rP
Otros autores también coinciden en la importancia de las interac-
ciones primarias en la seguridad afectiva y la denominan de distinta
manera, aunque aluden al mismo concepto: sostén (Winnicott, 1992),
confortamiento (Harlow, 1959), reverie (Bion, 1974), apego (Bowlby,
s te
1972) o empatía responsiva (Kohut, 1957, 1977). Son fundantes de la
autoestima realista. Si un niño logró una conexión segura con sus padres
y siente que estarán disponibles cuando los necesite, paulatinamente
buscará ganar independencia, autonomía, individuación y tratará de
Ma

manifestar su voluntad para conseguir lo que busca.


Erikson y Kohut piensan que la vergüenza como tal aparece en
los niños alrededor de los dos años, momento en que se constituye el
sí mismo, la autoconciencia de vivir de acuerdo con los criterios de los
demás, y esto sucede como consecuencia de un proceso de internaliza-
ción de las funciones que antes realizaban los padres. El niño ya capta la
in

diferencia entre lo que está bien y lo que está mal; cuando le pega a otro
niño o se hace encima..., y lo reprenden, empieza a sentir vergüenza.
A esta edad trata de conquistar su autonomía, va tomando conciencia
te d

de sí mismo en cuanto distinto entre otras personas, quiere hacer


cosas por su cuenta. Cuando descubre sus nuevas aptitudes quiere
ejercitarlas solo, sin ayuda del adulto. Su negativismo lo expresa con
un “no” poniendo el cuerpo rígido o dejándolo totalmente fláccido,
con berrinches o escapándose.
re a

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De la vergüenza a la autoestima

Demuestra autonomía en el cuerpo, al caminar, trepar, controlar

Ed
esfínteres, anhela explorar el espacio, hacer las cosas por él mismo,
necesita que le afirmen su valor como un ser autónomo.
También manifiesta deseo de independencia en su dominio de los
objetos, empujando, transportando, desarmando y armando juguetes,
y en las relaciones sociales: aprende a hablar, comienza a desobedecer

DF
indicaciones de los padres y se niega a que lo ayuden.
Se produce un conflicto de voluntades, y el adulto es quien debe
ejercerla cuando el niño intenta hacer algo inconveniente. Saber que
alguien más fuerte lo va cuidar le da seguridad si las correcciones y

rP
limitaciones no son públicas ni humillantes.
Si no es alentado en esta independencia, se llenará de vergüenza
por sentirse imperfecto, inadecuado, y tendrá dudas sobre su capaci-
dad. En estas condiciones no confiará en sí mismo, se volverá inseguro
s te
buscando siempre una guía externa.
En esta etapa se encuentra ante un dilema: complacer a sus padres
que son mucho más grandes, saben más, tienen más poder y de ellos
depende, o afirmarse como una persona separada, experimentar, como
Ma

si dijera: “Yo no soy vos; yo soy yo, ése es tu gusto...”.


Siguiendo a Erik Erikson, el conflicto a esta edad se produce entre
dos fuerzas contrapuestas: la autonomía y la vergüenza, entre ser pasivo
(obedecer) o activo (actuar por sí mismo), de cuya fricción surge una
energía vital que es la voluntad.
La vergüenza se instala cuando, eligiendo su propia voluntad, el
in

niño se siente controlado y experimenta la contrariedad de sus padres u


otros seres significativos por no cumplir con sus expectativas. Necesita
ser aprobado cuando toma medidas positivas para afirmarse. Es bueno
te d

que los padres se alegren por ello y alienten la iniciativa en sus juegos.
También es importante que tengan firmeza para decir “no” en lo ne-
cesario. Es difícil encontrar el grado apropiado de firmeza y tolerancia.
Cuando las experiencias de “ser como soy y hacer las cosas a mi manera”
satisfacen a los padres, el niño se alegra, se siente importante, puede desarro-
re a

llar su narcisismo, es decir, el sano amor a sí mismo, base de la autoestima.

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Por el contrario, cuando predomina la desaprobación, el juicio

Ed
negativo, la sobreprotección que coarta la libertad de ser, de explorar, se
siente menospreciado a los ojos de los padres. Y en lugar de afirmarse,
se avergüenza.
La vergüenza se da cuando no ha podido apoyarse en sus padres
para afirmar su autonomía. El amor incondicional y la protección le

DF
otorgan seguridad, confianza, y lo autorizan a ser como es.

Crianzas generadoras de vergüenza

rP
Todos los padres son valiosos por el solo hecho de coparticipar
en la creación y transmitir la vida. Sin ellos no existiríamos, merecen
nuestra honra, nuestro reconocimiento hacia sus buenas intenciones en
hacer lo mejor al educar. No siempre logran los resultados esperados,
s te
no hay padres perfectos. Muchas veces tienen conductas “avergonza-
doras”, provienen de familias con vergüenza, no conocen otro modo
de ser padres o tal vez no se dan cuenta del daño que hacen con sus
humillaciones.
No es nuestra intención criticarlos, sí referirnos a las conductas
Ma

generadoras de vergüenza por ser quienes están a cargo de la familia.


Ellis, Beck y Seligman sostienen que hay tres causas principales que
determinan la interpretación afectiva de los episodios. El primero es el
modo como la madre explica los sucesos. El niño oye continuamente a
su madre hacer comentarios sobre los acontecimientos de la vida dia-
in

ria, y esto es recibido como si fuera la propia estructura de la realidad.


El segundo es el modo como los adultos, profesores o familiares, critican
el comportamiento de los niños. Oyen el contenido de la reprimenda
te d

y también su forma. No sólo lo que les dicen sino cómo se lo dicen.


El tercer elemento es el modo como los niños han superado las crisis
importantes de su vida.
re a

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De la vergüenza a la autoestima

Sutiles modos de avergonzar

Ed
1. Juzgar negativamente a la persona, en lugar de sus acciones,
rebajar el sentido de sí, humillando:
“Sos mala, así nadie te va querer”
(Luego puedo decirme: “Así como soy no soy querible”)

DF
2. Generalizar una forma de ser o de hacer:
“Siempre la misma desordenada, así nunca vas a lograr nada”
(O sea: “No tengo solución”)

rP
3. Hacer públicos los defectos y las faltas:
“Qué vergüenza, miren lo que hizo...”
(“Mejor me escondo”)
s te
4. Valorar la imagen en oposición al verdadero ser, impresionar
como la familia perfecta, sin conflictos. Se dicen frases como:
“No sólo hay que ser, también hay que parecer”, “La ropa sucia
Ma

se lava en casa”
(“Yo siempre tengo que estar impecable, no sea que digan que
mi mamá no es una buena madre”)

5. Desestimar los sentimientos propios en función de las expec-


tativas ajenas.
in

“Qué importa que no lo quieras, es un buen candidato”


(“Es más importante que me convenga, que quererlo”)
te d

6. No tener en cuenta los deseos ni las necesidades afectivas:


“Vos me pediste un perfume, pero te traje un libro de cocina,
es más útil”
(“Mis deseos no importan, importa lo que a los otros les pa-
rece”)
re a

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7. Anticipar lo que tiene que sentir, y si no siente lo correcto, se

Ed
le define después:
“Es muy divertido, no te podés aburrir con tus abuelos, ellos
te quieren tanto”
(“Entonces no me tengo que aburrir porque los quiero. Luego
soy una mala nieta, porque me aburro”)

DF
8. Sobreproteger, limitar la capacidad exploratoria, subestimar
los recursos personales, sobredimensionando posibles:
“Cuidado, el mundo es peligroso, solo no vas a poder”

rP
(“Entonces no me puedo cuidar solo, necesito depender de un
cuidador externo”)

9. Cuando se privilegia con exageración el deber ser, el esfuerzo,


s te
lo justo, lo ético, lo correcto:
“Trabajá mucho y bien, cumplí, primero la devoción, después
la diversión”
(“Tengo que cumplir primero con lo que debo, no lo que
Ma

puedo”)

10. Con altos ideales, difíciles de alcanzar:


(“Te sacaste un 8, qué pena que no te sacaste un 10)
(“... nada es suficiente”)
in

11. Mostrarse indiferente ante la exposición de habilidades y


competencias de sus hijos. No asistir a eventos deportivos,
actos escolares, entrega de premios.
te d

(“Lo que hago no es importante”)

Estas frecuentes actitudes son generadoras de vergüenza porque


no reconocemos lo que verdaderamente sentimos, tenemos que ade-
cuarnos a lo esperado por las personas significativas, nuestro deseo se
re a

desdibuja y, por lo tanto, la propia identidad.

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De la vergüenza a la autoestima

Subestimar los propios recursos y desconfirmar los logros nos

Ed
genera falta de confianza, desesperanza.
En general se relaciona con una educación rigurosa y con restric-
ciones para expresarnos y mostrarnos con libertad.
De estas experiencias externas nace lo que Norberto Levy llama
el “avergonzador interno”; los sentimientos de vergüenza pasan a ser

DF
intrapsíquicos.
Y ya no son los otros quienes nos hacen avergonzar: nosotros
mismos nos decimos en forma automática mensajes avergonzantes:
“Lo que digo no es importante”, “a quién le va interesar”, “total nadie

rP
va a mirarme”. Estos pensamientos no se cuestionan porque parten de
la fuerte creencia de que son verdaderos.
Son debilitadores y nos limitan la acción, no esperamos ser com-
petentes, no nos creemos capaces de ser lo suficientemente buenos
s te
como para hacer las cosas bien. Por temor al fracaso y para evitar la
humillación, nos exigimos un perfeccionismo que también nos lleva
a postergar y evitar lo que podríamos hacer.
Ma

Por ejemplo:

a mí nunca me van a salir igual.

admite la posibilidad de fracasar.


in

mostrarlas por temor a la crítica.

no ser una buena madre.


te d

“Entre los distintos aspectos del conocimiento de sí mismo quizá


ninguno influya tanto en la vida del hombre como la opinión que
éste tenga de su eficacia personal”, ha escrito Bandura. Ésta distingue
entre expectativa de eficacia, que es el convencimiento de que uno
re a

puede ejecutar con éxito la conducta necesaria para lograr un resultado

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dado, y la expectativa de resultado, que es como la creencia en que una

Ed
conducta producirá resultados esperados.
En otras palabras, la expectativa de eficacia es confiar en que vamos
a poder hacer lo necesario para lograr un resultado.

Juan David Nasio, psicoanalista argentino residente en Francia, en

DF
su libro Mi cuerpo y yo, dice que la imagen que tenemos de nosotros
mismos es afectiva, no real, según ideales de cada época y su cultura.
No nos percibimos tal como somos, sino tal cual fuimos amados, “bien
o mal vistos”, según la apreciación de nuestras figuras significativas,

rP
padres en principio y pareja luego. Las burlas de la infancia a veces
marcan de por vida.

La vergüenza en las relaciones actuales: trabajo,


s te
pareja, sociedad y cultura
Si bien el sentimiento de vergüenza hecha raíces en la infancia,
más allá de la familia se consolida en relaciones posteriores: escuela,
Ma

trabajo, pareja, sociedad en general.


No siempre las relaciones humanas están basadas en la dignidad
y el respeto mutuo. Cualquier intercambio basado en la vergüenza
deshonra a sus participantes. Quien se siente superior, se arroga el
derecho de calificar, juzgar y hasta avergonzar, usando esa capacidad
para aumentar o mantener el control y enaltecerse.
in

La cultura de cada época marca sus tendencias, estilos, la imagen


y la apariencia, ser joven, delgado, exitoso... Sentimos vergüenza
te d

cuando nos vemos o actuamos en forma diferente de los estándares


convencionales.
Quien se sintió avergonzado avergüenza; es una cadena de poder:
el miembro más fuerte avergüenza al que le sigue; éste al siguiente y
así sucesivamente. Si bien en las relaciones asimétricas entre padre e
re a

hijos, patrón-empleado, generales y soldados hay un poder jerárquico

35—
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De la vergüenza a la autoestima

natural, el trato no tiene por qué ser denigrante, sino asegurar el respeto

Ed
y la dignidad de cada uno como distinto.
Esto también se puede dar en las relaciones de pareja cuando no
son “parejas”, y uno de ellos siente que es mejor a nivel moral, social,
cultural o económico, y resalta las diferencias disminuyendo a su pareja.
El machismo y el feminismo también son formas de acentuar la

DF
superioridad de unos sobre otros. Cada sexo tiene formas propias de
subestimar: los hombres callan o actúan, y suelen ser de acciones más
directas verbales y físicas.
Las mujeres hablan más, quieren que se les dé la razón, tienen

rP
sutiles formas de debilitar con mensajes no verbales: gestos, miradas,
indiferencia, poner los hijos en contra.
La solución es que cada uno reconozca su parte de responsabilidad,
en lugar de defenderse humillando.
s te
Cuando nos aferramos a ofensas para seguir acusando a quienes
nos hicieron mal, rechazamos la vida.
La vergüenza es un sentimiento que debilita, empequeñece, y quien
se siente así a veces tiende a buscar relaciones dominantes, repitiendo la
Ma

misma interacción, lo conocido que probablemente vivió en su infancia.


Quien olvida la historia está condenado a repetir errores, por eso
es bueno conocer los patrones de comunicación, esas reglas de amar
de nuestro sistema familiar, para no repetir estos modelos. El afán de
no disentir puede ser una forma sutil de indiferencia y desapego: nos
callamos, cada uno calla sus enojos, tristezas, decepciones, vergüenzas,
in

sus propios puntos de vista, como si no se pudiera pensar de manera


diferente...
Si nos avergonzamos, en lugar de confrontar, evitamos expresar
te d

nuestros desacuerdos, los sentimientos, cómo nos afectan los hechos,


los distintos puntos de vista.
Las personas agraviadas rara vez se sienten lo suficientemente
fuertes como para enfrentar a los que ostentan el poder, porque han
perdido su sentido de valoración interna y lo viven en silencio, callan.
re a

Cuanto más han sufrido, más frágiles están y más devaluaciones esperan

—36
40 —
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

que confirmen su baja autoestima.

Ed
También hay quienes se vuelven “adictos” a la vergüenza, manifies-
tan una incontrolable necesidad de sufrir, de estar tristes, avergonzados,
de sentirse víctimas por todo y de todo. Es como si gozaran de esa
sensación. Lo peligroso es que el adicto se va convenciendo a sí mismo
de que no vale y de que el sufrimiento es su única forma de vivir.

DF
Una sociedad menos generadora de vergüenza es aquella en la
que las personas se tratan con respeto, que acepta las diferencias sin
basarse en comparaciones.

rP
Cuando los que mandan pierden la vergüenza,
los que obedecen pierden el respeto.
Georg Christoph Lichtenberg
s te
Valoración positiva
¿Qué puede tener de bueno sentir vergüenza?
Reconocer y acrecentar la buena vergüenza tiene sus beneficios.
Igual que otros sentimientos como el enojo, la tristeza, el miedo, indica
Ma

que algo nos está sucediendo.


Cuando no somos honestos con lo que estamos sintiendo, negamos
la vergüenza e impedimos que sea comprendida y expresada.
Protege la pertenencia social, porque aprendemos a no mostrar
aquello que será juzgado como inaceptable. Es una señal de alarma
in

que nos evita transgredir las normas sociales y los códigos internos. Sin
excluir lo que estamos sintiendo, nos adecuamos a las circunstancias.
Permite tomar conciencia de nuestros propios límites y del de
te d

los demás. Reconocer las actitudes provocadoras de quienes tienen la


intención de avergonzarnos nos ayuda a sosegar la hostilidad.
Nos lleva a ejercitar la modestia y la humildad, a reconocernos
humanos, “desinfla el ego”. A quien nunca sintió vergüenza podría serle
muy difícil aceptar su condición humana. Podría desarrollar un orgullo
re a

y arrogancia que lo llevaría a separarse de los demás creyéndose superior.

37—
— 41
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De la vergüenza a la autoestima

Nos ayuda a no tratar de alcanzar metas que no podemos lograr

Ed
o intentar cambiar cosas que no son posibles.
Reconocer lo que hicimos mal mitiga “el castigo”, porque lo que
más enoja y mueve a la venganza es cuando alguien actúa mal, trans-
grede una norma y no lo reconoce ni se hace cargo.
La vergüenza positiva es moderada y temporal, nos muestra lo

DF
que hicimos “mal” y puede ser una guía para rectificarnos, corregir,
prepararnos para actuar.

En el siglo IV a. C. el filósofo chino Meng Zi, discípulo de Confucio,

rP
consideraba que en el corazón del hombre hay cuatro tendencias naturales
que lo inclinan al buen camino: la compasión, el respeto, la distinción
entre bueno y malo y la vergüenza. La suma de los cuatro, adecuadamente
cultivada, era lo que daba lugar a la rectitud y a la sabiduría.
s te
Sanación de la vergüenza
Las situaciones traumáticas que nos avergüenzan tienen cura, no
son sentencias de por vida, condenas perpetuas: todos tenemos capaci-
Ma

dad para elaborarlas y transformarlas, más allá de la perturbación que


nos lleva a inhibir la acción eficaz, luchar, huir.
Podemos tomarlas como malestares, desarmonías que nos in-
forman acerca de qué es lo que no está fluyendo entre la razón y la
emoción. Si las ignoramos no nos darán paz y si las exageramos y
in

dramatizamos se instalarán y quedaremos atrapados.


Se trata de prestarles atención, aceptarlas sin juzgarnos. Esta aten-
ción que no rechaza ni condena brinda un espacio de compasión. ¿Por
te d

qué no mostrarnos comprensivos, cuidadosos con nosotros cuando nos


abrimos completamente a nuestro dolor? Percibirnos desde las distintas
dimensiones que tenemos, no sólo desde las faltas, nos humaniza.
Tener una actitud benevolente sobre nuestro sufrimiento y el
ajeno ofrece la posibilidad de sentirnos parte del mundo, vulnerables.
re a

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42 —
r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

Compasión, del latín compatire, significa “padecer con”, ser sensible

Ed
a los padecimientos propios y ajenos, comprendernos y comprender a
los demás. La verdadera compasión no es sólo una respuesta emocio-
nal ni un puro pensamiento, sino un compromiso firme basado en la
voluntad de hacer algo por aliviar.
El desarrollo de la compasión y el altruismo tiene un efecto posi-

DF
tivo sobre nuestra salud física y emocional. Proporciona una sensación
de entusiasmo asociado con la actividad, un incremento de energía y
autoestima. La interacción emocionalmente nutritiva y la serenidad
del que ayuda alivian las perturbaciones derivadas del estrés.

rP
Hay varios niveles de compasión: la que sentimos de los demás
hacia nosotros, la que tenemos hacia los demás y la compasión hacia
nosotros mismos.
Los términos amor y compasión no sólo se refieren a los demás
s te
sino que también se aplican a uno mismo. Aristóteles, en su Ética
a Nicómaco, dice que el amor propio no siempre es egoísta sino que
también supone respetarse a sí mismo.
Movilizar fortalezas y recursos saludables como el autorrespeto y
Ma

el sano orgullo contrarrestan las experiencias de vergüenza y ayudan a


construir un nuevo significado para ellas.
¡Que la avergüenza no nos invalide! ¡Que como una fuerza nos
empuje a salir de la pasividad! El mejor asidero para el cambio es la
acción. Así, lo que una vez fue fuente de sufrimiento puede ser el motor
para expresarnos y rescatar formas de reparación, dirigir nuestros actos
in

para construir nuevos hábitos o restaurar los antiguos.


Tomemos conciencia de lo externo, de lo cual no somos respon-
sables, y de lo interno, nuestras competencias, valores, la dignidad
te d

de ser amados. Y también de la idea que nos formamos de nosotros


mismos, las creencias, el modo en que interpretamos los hechos y las
aspiraciones grandiosas que podamos tener, que nos llevan a perder
la autenticidad.
Con respecto a los déficit, a lo que nos faltó en nuestra historia y
re a

desarrollo original, en lugar de seguir resentidos por los malos tratos,

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De la vergüenza a la autoestima

heredados o recibidos, que dañaron nuestra identidad, un nuevo ca-

Ed
mino para el futuro es aceptar lo que fue, dejar de reclamar lo que no
pudieron darnos, honrar la vida y todo lo que nos dieron a pesar de que
no fue perfecto. Todos fuimos heridos porque nadie tiene la capacidad
de darnos todo lo que anhelamos. Perdonar significa estar dispuestos a
disculpar a los otros por no ser Dios, por no poder ofrecernos lo que

DF
sólo Él puede darnos.

Identifiquemos nuestra parte lastimada, los aspectos mal amados


que intentamos esconder y olvidar y, como una madre nutricia, cui-

rP
demos de nosotros mismos. Más que seguir quejándonos, se trata de
asumir la responsabilidad por el niño herido en nosotros.
Y atravesando nuestras heridas descubriremos nuestro auténtico
núcleo interior, nuestra verdadera esencia, nuestro ser original, tal
s te
como Dios nos pensó. Así podremos desplegarnos en plenitud, florecer
y desarrollar las propias fortalezas.
De la vergüenza necesitamos ser liberados a través de la curación
de nuestras heridas.
Ma

Hipócrates, padre de la medicina, dijo: “Las fuerzas naturales


dentro nuestro son los verdaderos sanadores de la enfermedad”.
También convendría que revisáramos las situaciones generadoras
de vergüenza en nuestras relaciones actuales –laborales, de pareja– para
afirmarnos, limitar las influencias negativas y fomentar relaciones
saludables.
in

Si sentimos a los demás como un tribunal que dicta sentencia,


ante el cual tenemos que justificarnos o defendernos, les daremos
poder soberano sobre nuestra persona, en lugar de tenerlo nosotros.
te d

Nos convertimos en esclavos si nos sometemos a sus juicios, y así nos


desvalorizamos.
Si en cambio estamos en contacto con nuestro interior, con nues-
tros recursos positivos, confiamos en lo que sentimos y hablamos desde
el corazón, el poder que tengan los demás dependerá del que les demos.
re a

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r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

Existen dos maneras de liberarnos del miedo al juicio externo:

Ed
independizarnos de la opinión de los demás, de su confirmación o
aprobación, y estar en contacto con nosotros mismos, con nuestra
auténtica sabiduría interior.
La curación interior toma tiempo, así como la vergüenza estuvo
por años actuando negativamente, requiere paciencia aceptar nuestra

DF
verdadera identidad, confiar y recibir el amor sanador que nos hace
crecer.
La familia, la escuela, los ámbitos laborales, la sociedad en general,
todos tenemos la responsabilidad de hacer algo con los avergonzados,

rP
como evitar comparaciones, exclusiones aceptando las diferencias para
que no se arraiguen sentimientos que alteran la identidad.
Sanar la vergüenza comprende distintos momentos:
s te
autoobservación aumenta nuestra conciencia, nos permite
reconocer lo que estamos sintiendo y aceptar como propios aspectos
de nosotros mismos, sin rechazarlos.
Así, integramos sentimientos, necesidades y deseos ligados a la
Ma

vergüenza sin sentirnos separados de ellos y avergonzarnos por necesitar


ayuda, no ser perfectos, sentir rabia, tristeza, miedo o alegría. A veces
tratamos de no sentir lo que estamos sintiendo y de actuar como si no
tuviéramos necesidades. Como cuando decimos que estamos bien y
en realidad estamos tristes o enojados.
in

comprensión e interpretación que hacemos de ella de


acuerdo con el significado personal que le damos: qué sentimientos
la provocaron (exclusión, burla, etc.), qué pensamos y qué nos de-
te d

cimos acerca de eso que estamos sintiendo y cómo la relacionamos


con acontecimientos del pasado en los cuales nos sentimos igual.
Por ejemplo, a Juan siempre le fue bien en el colegio. En el pri-
mer examen de ingreso a la Facultad, lo reprobaron. Juan se sintió
excluido, disminuido por haber fallado. Entonces pensó: “No soy lo
re a

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r
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De la vergüenza a la autoestima

suficientemente inteligente para ir a la Universidad”. Y se dijo: “¡Soy

Ed
un fracasado!”
A Juan le recuerda un acontecimiento del pasado siendo muy
chico, cuando se avergonzó por fracasar en un evento deportivo.

Hablar de la propia vergüenza puede conducir a liberarnos

DF
de ella.
Compartir con alguna persona significativa que, contrariamente
a lo que pensamos de nosotros mismos, nos muestre que por lo que
somos o hacemos no somos despreciables ni los únicos en sentirnos así.

rP
La experiencia de ser escuchados y aceptados a pesar de nuestros
sentimientos de no ser valiosos nos reconforta y afirma.

. Hacer algo
s te
vergonzoso no quiere decir ser una vergüenza. Acallar al crítico interior,
esa vergonzosa voz interior que a menudo viene de discursos paternos
interiorizados, consecuencia de lo que oímos cuando niños. “No fun-
cionará”, “no es suficiente”, “así nadie te va a querer”.
Ma

Hay que rever esas creencias que nos llevan a sentirnos así, desterre-
mos los pensamientos ilógicos que conducen a tener una visión catas-
trófica, a ver la realidad de un modo terrible e insuperable, a generalizar,
sobredimensionar una característica o hecho negativo. Los comporta-
mientos de los que nos lamentamos pueden ser reconocidos como errores,
sin amenazar nuestra valía en su totalidad. Esto reestructura la sensación
in

central del sí-mismo y los esquemas emocionales distorsionados.

animarnos a participar como protagonistas


te d

activos, dejar de ocultarnos.


Sin embargo, no es fácil acceder al esquema emocional que genera
vergüenza, tendemos a esconderlo por resultarnos amenazante para
nuestra autoestima frágil. Puede ser necesario recuperar la confianza
básica para fortalecer la autoestima antes de que podamos tolerar ex-
re a

ponernos o reconocer que sentimos vergüenza.

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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

El impulso a retirarnos bloquea el contacto social y pone en peligro

Ed
nuestras necesidades primarias de pertenencia y conexión.
Ésta es una síntesis de lo que conviene Hacer y No hacer:

DF
HACER NO HACER

1- Aceptar la propia verdad. 1- Negar.

2- Analizar los sentimientos ver-


gonzosos en relación con las exi-
gencias de las normas grupales.
rP
2- Compararse o aceptar com-
paraciones.
s te
3- Pertenecer al grupo sin perder 3- Dejar de ser para pertenecer.
la identidad.

4- Reconocer las propias equivoca- 4- Atribuirse la total responsabi-


ciones, hacerse cargo, disculparse lidad de los hechos.
Ma

y reparar.

5- Confiar la propia vergüenza a 5- Quedar atrapado en un monó-


personas benevolentes, verificando logo interno torturante.
antes su capacidad de no enjuiciar.
in

6- Relativizar, “lo hecho, hecho


está”. No se puede cambiar, sí tener 6- Paralizarse, invalidarse.
te d

un comportamiento asertivo.

7- Ser flexibles en las apreciaciones


y posibilidad de cambio. 7- Guiarse sólo por creencias
rígidas.
re a

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De la vergüenza a la autoestima

Ed
8- Permitir errores o equivocacio- 8- Creerse dioses, sin posibilidad
nes recompone las relaciones. de equivocarse.

9- Darse cuenta de las característi- 9- Someterse a tratos humillan-


cas y manejos de los humilladores. tes.

DF
10- Desenmascar a quienes bajo 10- Callar y aceptar descalifica-
el disfraz de “bromas” rebajan el ciones.
sentimiento de sí.

11- Censurar comportamientos


rP 11- Criticar a la persona.
inadecuados, inaceptables.
s te
12- Tener ideales de acuerdo a las 12- Cumplir con la exigencia de
posibilidades de logro. altos ideales propios y ajenos.
Ma

13- Ser auténtico. 13- Representar un papel.

14- Afrontar, asumir riesgos, de- 14- Huir, negar, replegarse, evitar
safiar. las relaciones.
in
te d
re a

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48 —
r
i to
Ed
Autoestima 4

DF
rP Quien se siente amado,
es capaz de amarse a sí mismo
s te
y así amar a los demás.
Ma

Autoestima: del inglés self-esteem. Apreciación u opinión favorable


acerca de uno mismo. Confiar en sí mismo.
Estimar deriva del latín estimare, que quiere decir evaluar, apreciar,
reconocer el mérito y juzgar (Joan Corominas, Diccionario Etimológico,
1967).
in

La autoestima deriva de experiencias de amor y confianza en lo


que somos y podemos hacer. Nos lleva a percibirnos positivamente y
a manifestarnos afirmativamente.
Está claro que cuando sentimos vergüenza traducimos un concepto
te d

de nosotros mismos devaluado. El desamor a nosotros mismos, pensar


que somos inadecuados, que no somos como los demás y tampoco ori-
ginales es un indicador de baja autoestima. También es una experiencia
desorganizadora, que nos hace sentir fragmentados e impotentes, más
re a

aún si nos comparamos con un “yo ideal”.

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De la vergüenza a la autoestima

La autoestima se regula y fortalece si restablecemos la cohesión in-

Ed
terna, al integrar todos nuestros aspectos, aun los que nos avergüenzan.
No se trata de erradicar la vergüenza sino de respetarnos y aceptarnos
como somos, y así, al cambiar el concepto que tenemos de nosotros
mismos, la transformación de la vergüenza vendrá por añadidura.

DF
Indicadores de sana autoestima

rP
s te
Ma

otros.

Cómo se manifiesta la baja autoestima


in

Generalmente se asocia a personas vergonzosas, inhibidas, teme-


rosas.
Sin embargo, son también signos de baja autoestima ciertas actitu-
te d

des que aparentemente revelan lo contrario: fanfarroneo, necesidad de


ganar siempre, aun haciendo trampa, perfeccionismo exagerado, buscar
siempre llamar la atención o estar muy atentos a la aprobación externa.
re a

—46
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Origen

Ed
Antes de haberte formado yo
en el seno materno, ya te conocía,
y antes de que nacieras
ya te tenía consagrado (Jer 1,5)

DF
Ya desde el seno materno están presentes deseos, proyectos y
expectativas de los padres acerca de ese hijo por nacer. Es como si el
bebé dijera: “Alguien espera algo de mí, apuesta por mí”.

No nacemos con baja autoestima.rP


La mayor o menor confianza en nosotros mismos depende de:
s te
nuestros padres, cuidadores, educadores, personas significativas.

por ejemplo estar delgado, ser exitoso en los negocios y los


deportes, ser astuto y ágil.
Ma

Qué se necesita para desarrollar la autoestima


El doctor Heinz Kohut, médico y psicoanalista, que estudió en
in

profundidad el tema del narcisismo, en su libro La restauración del sí


mismo afirma que:
te d

El niño necesita satisfacer tres necesidades básicas: autoafirma-


ción: ser reconocido y confirmado en el ser; admiración: ser contenido,
calmado, participando de la calma y seguridad de sus cuidadores; y
gemelaridad: sentirse humano entre los humanos, sentir la presencia
de alguien semejante a sí mismo.
re a

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De la vergüenza a la autoestima

Para la afirmación se requiere de una madre o alguien que cum-

Ed
pla la función materna, que refleje con orgullo el despliegue del niño
por mostrarse, que lo apruebe y lo confirme, lo acepte como es para
que pueda descubrirse en lo que siente, lo que necesita a través de la
mirada del otro.
La presencia de alguien que sea un alimento emocional, que se

DF
deleite porque existe, que su presencia lo haga feliz sin hacer nada, sólo
por existir. Es como transmitirle “así sos, así nos agradás”.
La raíz de la palabra afirmación es “firme”. Es la fuerza que nos
permite crecer. Es el regalo primordial que recibimos de los demás,

rP
no nos autoafirmamos solos. Necesitamos sentirnos buenos, amados,
aceptados a través de un amor incondicional.
Una herida muy frecuente es sentirnos insatisfechos, quejarnos
por no haber recibido lo suficiente en lugar de aceptar y tomar lo que
s te
nos dieron.
Si lo reconocemos, dejaremos de andar vacíos por el mundo, recla-
mando la afirmación, la aprobación, que no supimos recibir y tomar.
A propósito de tomar, vale aclarar que éste es un proceso activo,
Ma

implica incorporar lo dado, asimilarlo, hacerlo propio. A modo de


ejemplo, no es lo mismo aceptar la comida y no comerla, o tragarla y
devolverla sin sacarle ningún provecho, sin conciencia, que saborearla,
degustarla, nutrirse de ella.
Así como comemos, también aprendemos y vivimos. Muchas
veces nos sentimos vacíos porque no tomamos lo que nos ofrecen, y
in

no basta que nos den sino tomar lo que nos dan.


Abrirnos a recibir y tomar todo exactamente como fue, sin añadir
ni quitar nada, incluyendo lo triste, lo difícil y también lo dulce y lo
te d

alegre. Todo por la simple razón de que forma parte de nuestra herencia,
del conjunto de experiencias vividas que nos conforman.
Tomarlo con sus consecuencias, cumpliendo el propio camino con
el coraje de transformar los pesares en recursos nos posibilita amarnos,
valorarnos, y así darnos a los demás.
re a

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Cuando esta necesidad de afirmación se desarrolla armoniosa-

Ed
mente, aprendemos a confiar en nosotros mismos, alcanzar objetivos,
propósitos, y disfrutar de ellos.
La admiración va a surgir de la posibilidad que el niño tenga de
identificarse con alguien que le dé seguridad y sostén, a quien pueda
idealizar en un determinado momento y le sirva de modelo, fuente de

DF
fortaleza, de la que pueda participar.
Es como si le dijéramos: “Como nosotros lo hicimos, vos también
vas a poder”, “te podés copiar de nosotros para ser vos mismo”.
Admiración tiene que ver con estimar y valorar a quienes llegaron

rP
primero. Es como si el niño dijera: “Mis papás ya saben cómo es; me
entusiasma y me da seguridad imitarlos”. Esta característica que en los
inicios está dada por los padres otorga al niño la seguridad de sentirse
protegido, insertado en la jerarquía de alguien más fuerte.
s te
Vivenciar estas fuentes de fortaleza y seguridad permite identi-
ficarse con ellas e internalizar la función: “Como tuve alguien fuerte
que me sostuvo, me siento fuerte y puedo sostenerme; porque tuve
quien me calmó, puedo calmarme”.
Ma

Admirar también es reconocer, honrar la procedencia y la presen-


cia de alguien superior que nos respalda, garantiza nuestra existencia.
Los buenos resultados del desarrollo de los valores e ideales incor-
porados nos hacen capaces de autocalmarnos, de regular los afectos,
tener un proyecto vital, ideales y entusiasmo para alcanzarlo.
in

Para la gemelaridad o pertenencia, necesita sentirse humano


entre los humanos, ser tratado como “persona” aunque sea pequeño y
con menos poder, sentirse miembro del mismo grupo de pertenencia:
te d

la humanidad. Es como decirle: “Sos uno de nosotros”.


Gemelaridad viene de igualdad, nos hace sentir hermanados, igual-
mente dignos, formando parte de la gran familia que es la humanidad.
Pertenencia proviene del profundo anhelo de sentir que somos
parte de lo mismo, conectados a un sistema mayor que nos contiene.
re a

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De la vergüenza a la autoestima

Nadie viene al mundo “suelto” ni nace por generación espontánea.

Ed
Desde el inicio de la vida estamos insertos en un sistema de relaciones.
Primero la familia de origen, más tarde pasamos a formar parte de otros
sistemas, escuela, amigos, trabajo, comunidad y del universo en general.
Todos somos iguales: no nos autogestamos, somos hijos, perte-
necemos a las familias de papá y mamá, tenemos sus genes, formamos

DF
parte de un sistema superior que vela por la integridad de todos, y
todos vamos a morir.
También somos distintos en cuanto originales e irrepetibles.
Cada uno trae algo especial a la humanidad, enriquece al mundo con

rP
su contribución única e irreemplazable. Convendría sustituir la frase
“nadie es indispensable” por “todos somos indispensables”.
Y cada quien con libre albedrío interpreta las experiencias de un
modo singular y elige la maneras de responder.
s te
Respuesta de los padres a las necesidades
de los hijos
Ma

Es importante que los padres mismos tengan una autoconfianza


realista ya que, sobre todo, se transmite lo que uno es, lo que se vive
más que lo que se dice.
Las actitudes nutricias de los padres, confirmatorias, generadoras
de experiencias de satisfacción, necesitan luego frustraciones “ópti-
mas”, adecuadas y tolerables a cada momento del desarrollo. Al poner
in

límites al hijo, decir “no” a algunos de los deseos, le enseñan a entender


que todo lo que quiere no puede, a desarrollar la capacidad de espera
en lugar de satisfacer inmediatamente su necesidad. Así, integrando
te d

las funciones que antes cumplían los padres, surge la construcción


gradual de la estructura interna del hijo y se consolida la experiencia
en sí mismo.
Si lo sobreprotegemos y hacemos por él lo que puede hacer solo, lo
que le estamos transmitiendo es: “Vos no podés, yo tengo que hacerlo
re a

por vos”, y de esta manera no desarrolla la función. La medida para

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saber hasta dónde permitirle autonomía sería: todo lo que el niño

Ed
puede hacer por su cuenta y lo hacemos por él, retarda el crecimiento.
Así, mediante un proceso específico de estructuración psicológica
llamado internalización transmutadora, se establece el sí-mismo nuclear
que, como concluye Kohut en “La restauración del sí-mismo”: Cons-
tituye la base de nuestra sensación de ser un centro independiente de

DF
iniciativa y percepción, integrado con nuestras ambiciones e ideales
más básicos y con nuestra experiencia de que el cuerpo y la mente
constituyen una unidad en el espacio y un continuo en el tiempo”.
También, la idealización de los padres, necesaria en un deter-

rP
minado momento, sufrirá posteriormente una desidealización que
permitirá humanizarlos, valorarlos de una manera más realista, sin
sentir que tienen o pueden todo.
s te
De la autoafirmación van a surgir las ambiciones de la persona:
“Si confío en mí por haber sido afirmado, voy a esperar algo de mí, sé
que tengo algo para dar”.
De la admiración surgen los ideales. Si tuvimos modelos de quienes
Ma

aprender y a quienes admirar, durante toda la vida vamos a tener ideales


a alcanzar, puestos en otras personas o en situaciones que no están ya
relacionadas con nuestros padres: un profesor, un libro, una figura
religiosa que nos ayuden a alcanzarlos.
Entre las ambiciones y los ideales está la vivencia de los talentos
y habilidades que tengamos posibilitando la unión de los dos polos.
in

Cuando estas estructuras básicas se transforman exitosamente en


estructuras maduras, Kohut sostiene que se desarrollan las capacidades
de empatía, creatividad, humor, sabiduría y aceptación de nuestra
te d

trascendencia y finitud. Todos éstos, signos de salud mental.


re a

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r
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De la vergüenza a la autoestima

De qué depende la mayor o menor autoestima

Ed
De la capacidad de sostener la distancia entre el ideal de nosotros
mismos y la realidad, entre el descubrimiento de nuestros dones y la
aceptación de las limitaciones.
Los sentimientos de autosatisfacción surgen cuando existe una

DF
relación fluida entre lo que aspiramos como ideal y lo que somos en
realidad. Del correcto balance entre talentos, ambiciones e ideales.

Autoestima e ideales
rP
Si los ideales son razonables, somos capaces de trabajar eficiente-
mente para lograrlos, de lo cual derivan sentimientos de satisfacción
de nosotros mismos, por la tarea realizada y por el fin alcanzado.
Si los ideales son elevados de tal manera que no tenemos posi-
s te
bilidad de alcanzarlos en forma eficiente, sentiremos inferioridad e
ineficacia.
A menor brecha entre el ideal y la posibilidad de alcanzarlo, menor
ansiedad, mayor autoestima.
Ma

Es humano experimentar sentimientos de insatisfacción e inferiori-


dad, nadie tiene la posibilidad de alcanzar todos los ideales. Siempre hay
un resto de insatisfacción que funciona como movilizador, que genera
una tensión constante dando lugar al progreso. Abre un espacio en el
que deberemos buscar por nosotros mismos la manera de realizarnos,
in

libre y creativamente, integrando la fuerza de nuestros deseos con las


posibilidades que nos ofrece el mundo externo.
te d

De la autoestima a estimar a los demás


Si nos sentimos amados, es decir comprendidos, valorados en lo
que tenemos de singular, podremos aceptarnos, adquirir el sentido del
propio valor, descubrir nuestros dones, desplegarlos, desarrollarnos en
re a

plenitud.

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Y sólo si nos aceptamos y valoramos vamos a poder relacionarnos

Ed
auténticamente con los demás.
Se dice: “Quererse es mirarse a través de unos ojos que te miran
con amor”. En esta matriz nos descubrimos valiosos, amados. Cono-
ciéndonos podemos ser empáticos con nosotros mismos para satisfacer
nuestras necesidades. Y luego estaremos en condiciones de ponernos

DF
en el lugar del otro, comprenderlo y dar respuesta a sus necesidades.
Ésta es la secuencia del desarrollo de la empatía.

Proceso de individuación
rP
El viaje desde el útero hasta la vida adulta
y de la madurez hasta la senectud
es largo, complicado,
s te
y plagado de innumerables contingencias.
Theodore Lidz

De la lealtad al sistema:
Ma

a la fidelidad con nosotros mismos


Si bien en un primer momento necesitamos la fusión, el modelo
del sistema, también necesitamos desarrollar nuestra propia singula-
ridad, recreando esos modelos.
En los comienzos actuamos según pautas de conducta impuestas
in

por nuestro sistema de origen, de acuerdo con sus opiniones y expec-


tativas, adaptándonos a lo que esperan de nosotros; crecer implica la
responsabilidad de encontrar la propia identidad y, con autonomía,
te d

desarrollar un proyecto de vida cumpliendo la propia misión.


Sin dejar de reconocer de dónde venimos, nuestras raíces y todo
lo recibido, saber también hacia dónde vamos y a qué.
Nuestros antepasados, aun cuando no respondan a nuestros
re a

ideales, conforman las raíces que nos alimentan. Tiene poco sentido
cortarlas. Los árboles pueden desarrollar sus copas cuanto más pro-
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De la vergüenza a la autoestima

fundas son sus raíces. Reconocer el origen es el mejor fertilizante, nos

Ed
da la fuerza para recorrer nuestro propio camino.
Lo más valioso –la vida– nos viene de ellos. No podemos cambiar
los hechos, la historia, la cultura, la época ni las personas. Son lo que
son. Y gracias a ellos tenemos vida, vida en abundancia.
Reconocer el pasado puede ser una bendición cuando procura-

DF
mos reconocer la obra de Dios en nuestra vida y dar gracias. Cuando
nos volvemos agradecidos aparece lo que falta. Se trata de asentir a lo
recibido, lo que nos fue dado, lo que no pudimos elegir.
Es como si dijéramos “lo que me dieron es suficiente, asumo

rP
la responsabilidad de mi individuación. Me desprendo, como fruto
maduro, doy lugar a nuevos retoños, y que todo lo recibido se multi-
plique al infinito”.
s te

Proceso de individuación dentro de nosotros mismos


Otra forma de entender el desarrollo humano como proceso de
Ma

individuación tomado de Carl Jung alude a la integración de aspectos


propios disociados y excluidos.
Este proceso tiene dos grandes fases. La de expansión, en la primera
mitad de la vida, y la de introversión, en la segunda.
En la fase de expansión buscamos fortalecer nuestro yo, afirmarnos,
encontrar un lugar en el mundo. Para conseguirlo, renunciamos a las
in

actitudes espontáneas y suprimimos parte de nuestro verdadero ser,


para asegurarnos la vinculación, la permanencia en el sistema, porque
nuestra existencia depende del afecto de nuestros padres y de la acep-
te d

tación del entorno. Así, desde muy temprano aprendemos a negar lo


que sentimos, a enmascararnos, ser lo que no somos y perdemos el
contacto con muchos aspectos de nosotros mismos en nombre de la
adaptación al mundo que nos rodea.
re a

Desarrollamos una personalidad paralela, la imagen, que nos va


distanciando del verdadero ser.

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En la segunda mitad, la fase de introversión, nos ocupamos de

Ed
integrar los aspectos excluidos para lograr la totalidad psíquica –la
imagen, lo que mostrábamos para agradar y lo que somos de verdad–,
e intentamos volver al origen, hacia el “sí-mismo” auténtico.
Dejamos de proyectar en los demás lo que rechazamos en noso-
tros mismos, recuperamos los depósitos y cualidades escondidas y los

DF
reintegramos para unificarnos.
Carl Jung introdujo el concepto de “sombra” diciendo: “Es todo
aquello que arrojamos al inconsciente por temor a ser rechazados por
las personas que desempeñaron un papel determinante en nuestra
educación”.
rP
Es lo que excluimos de nuestra vida porque no coincide con la
imagen que queremos mostrar. Lo que quisiéramos ser no deja crecer
nuestro verdadero ser, por la creencia de que tal como somos no se-
s te
ríamos queribles.
Esta dicotomía nos causa sufrimiento porque obstaculiza la mani-
festación de nuestros aspectos esenciales que no pudieron exteriorizarse,
excluye la propia esencia. También lo que no vivimos y nos hubiera
Ma

enriquecido, los dones no desarrollados, se convierten en la sombra


que no pudo desarrollarse como parte de la unidad.
Si aceptamos la sombra con humildad, dejará de ser inconsciente
y se transformará. Reconciliarnos con ella nos permite descubrir e
integrar el oscuro tesoro interior, desarrollarnos en plenitud y generar
relaciones interpersonales armónicas.
in

Dice el poeta Robert Bly: “Hasta los treinta años nos pasamos la
mayor parte de nuestro tiempo arrojando aspectos de nosotros mismos
a un saco de desperdicios para gustar a los demás y hacernos aceptar
te d

por ellos. Y luego nos pasamos el resto de nuestra vida para vaciarlo y
recuperar todo lo que en él habíamos dejado inhibido”.
re a

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Ed
Propuestas para sanar la vergüenza 5
y desarrollar la autoestima

DF
rP
s te
Lo que descubrimos por nosotros mismos tiene más poder que
las verdades dichas por otros; por eso, más que aconsejar, sugerimos
herramientas para que cada quien pueda encontrar la forma personal
de dejar la mala vergüenza y desarrollar la autoestima.
Ma

Ideamos estos ejercicios para pasar del conocimiento intelectual


al emocional. Son para “hacerlos”; sólo así se podrá experimentar el
acceso al autoconocimiento, a la “iluminación”; entonces lo asumido
podrá ser redimido.
También están pensados para que revisemos cómo nos portamos
in

con nosotros mismos, si corregimos nuestros errores en forma com-


pasiva o nos dañamos.
Algunos ejercicios se pueden hacer en forma individual o grupal
te d

para favorecer el desarrollo social cooperativo. Si hay empatía habrá


menos hostilidad y competencia.
Cuando se realizan en grupo, el coordinador hace las pausas que
crea convenientes, pero cada miembro puede seguir su propio ritmo
interior y si siente que algo lo toca profundamente puede quedarse
re a

allí para indagarlo.

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r
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De la vergüenza a la autoestima

Si se realizan individualmente, conviene leerlos con atención,

Ed
dejar el libro y seguir los pasos que se recuerdan. Puede ser útil escribir
cuando estamos dispersos o “perezosos”.
Se puede repetir el mismo ejercicio tantas veces como sea necesario,
especialmente cuando no se logró romper las corazas defensivas. La
repetición permite acceder a niveles más profundos.

DF
Antes de hacerlos, proponemos relajarnos, conectarnos con nues-
tros espacios internos, acallar el parloteo interior, escuchar a nuestro
espíritu y dejarnos guiar.
Toda la transformación que experimentemos redundará en bene-

rP
ficio de la creación del universo del cual formamos parte.
La música es un recurso valioso para escuchar diariamente o
acompañar los ejercicios. En especial sugerimos el canto gregoriano y
la música de Mozart.
s te
Uno de los grandes méritos de Mozart fue introducir en sus
óperas su propia experiencia de Dios, en particular el haber logrado
expresar la imagen de un Dios enamorado del hombre, que es amado
en su miseria. Es una música esperanzadora, fuente de felicidad, de
Ma

recreación y renacimiento.
Entre las bondades de la música de Mozart está la virtud de
acrecentar el conocimiento de sí mismo porque está llena de una
inteligencia que es el amor, ilumina nuestras vidas con una luz que a
veces puede cuestionar todo.
No hace falta una concentración profunda, se trata de dejar que
in

se produzca una sintonía automática y sincrónica. De esa manera, el


efecto de la música se irá convirtiendo en una especie de masaje sonoro
que ayuda a eliminar las tensiones, provocadas por una vida cotidiana
te d

cargada de estrés y ansiedad.


La música combinada con imágenes hace aflorar emociones pro-
fundamente sentidas pero no expresadas, permitiendo así hacer las
paces con los sentimientos reprimidos y liberarlos.
re a

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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

1. Dime qué escondes y te diré cómo te gustaría

Ed
que te vean

Para qué:
-Tomar conciencia de los aspectos que más avergüenzan, los que

DF
se quieren esconder, para que nadie se entere, ni siquiera uno mismo.
-Reconocer las propias sombras, defectos y debilidades.
-Darse cuenta de la dependencia de la mirada de los otros.
-Descubrir de qué se es responsable y de qué no.

Consignas: rP
-¿Qué es lo que menos quisieras que quedara al descubierto?
-¿Qué quisieras mantener oculto ante los ojos de los demás y qué
te delataría como ridículo, inadecuado…? (Por ejemplo, algún defecto
s te
físico, no haber nacido en “cuna de oro”, no tener títulos, blasones,
no ser capaz en algún aspecto, cometer alguna equivocación, alguna
limitación, no poder algo).
-Descubrí cómo justificás esta conducta: ¿cómo te autoevaluás?
Ma

-Reconocé que no hace falta ser perfecto y que, mientras vivamos,


vamos a equivocarnos.
-¿Qué rasgos o cualidades de tu personalidad te gustaría que fueran
apreciados? (distinguida en el vestir / de modales refinados / de buen
nivel económico / con títulos universitarios, etcétera).
in

-¿Qué aspectos contrarios reprimiste para poner en evidencia los


que querías mostrar (nivel social humilde, pobre, mis orígenes).
-¿Te sentirías menos avergonzado ante los demás si aceptaras que
lo que querés esconder ante los otros (no soy capaz, estoy mal vestido,
te d

no puedo leer en público) podrías lograrlo si en lugar de lamentarte


decidieras hacer algo como cambiar tus creencias y el rótulo de “no
podés”, adoptar otra postura, no excluirte? Y lo que no sea posible
cambiar, aceptarlo. Se trata de integrar, más que esconder.
re a

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De la vergüenza a la autoestima

2. Dar palabras al dolor

Ed
Para qué:
-Confrontar, como motor para salir de la pasividad.
-Exteriorizar sentimientos negativos atascados.

DF
-Recuperar la confianza en sí mismo.
-Reparar vínculos.

Consignas:
-Ponete cómodo, distendido.
rP
-Cerrá los ojos con la intención de observar tu cuerpo por dentro,
recorriendo tus espacios internos...
-Cuando surja alguna imagen, emoción, recuerdo, alguien... Una
situación en la cual te sentiste muy avergonzado, volvé a ese momento,
s te
a ese lugar. ¿Cuántos años tenés?
-Ubicate en un lugar seguro, protegido.
-Convocá a la persona ante la cual te sentiste así, subestimado.
Mirala a los ojos y decile cómo te sentiste en ese momento, todo lo
Ma

que no pudiste decirle entonces, de manera que surja todo lo retenido,


que fluya lo atascado.
Podés hacerlo en silencio o en voz alta, como te resulte más li-
berador...
-Cuando sientas que ya no tenés nada guardado, nada que decir,
in

volvé a escanear tu cuerpo, hasta que te sientas íntegro, con la sensación


de haber recuperado partes invadidas por sentimientos desvalorizantes.
-Íntegro, con toda la fuerza de la liberación, y tomando todo el
tiempo que necesites, lentamente, vas a regresar aquí y ahora.
te d

-Podés repetirte algunas frases autosugestivas, sanadoras, que te


ayudarán a liberarte de la vivencia de sometimiento, de víctima...:
re a

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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

Ed
profundas que me atraparon en creencias negativas.

DF
rP
s te
Ma
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

3. Diálogo con la vergüenza

Ed
Sentir vergüenza no es agradable. A nadie le gusta ponerse colorado
y que los demás se den cuenta. Nos da rabia sentirla, por eso tratamos
de negarla y excluirla, la vivenciamos como enemiga. Sin embargo, si

DF
comprendemos la necesidad escondida detrás de ella y dejamos que se
manifieste, podremos verla como aliada; entonces quizá la vergüenza
desparezca.
La función protectora del síntoma es a través de los cambios
glandulares desencadenados por el cerebro emocional. Antes de
rP
cambiar un síntoma debemos preguntarnos para qué están, qué
podemos hacer para no seguir produciéndolos.
Los síntomas aparecen cuando el cuerpo recuerda experiencias
difíciles y se activa la memoria celular. Todos los órganos del cuerpo
s te
estás conectados y dicen, a través de los síntomas, que están necesitando
nuevas formas de manejar las experiencias y responder de otra manera.
Ma

Para qué:
-Descubrir la función protectora del síntoma.
-Antes de cambiarlo, preguntarse para qué está.
-Reconocer las necesidades expresadas a través de la vergüenza.
in

Consigna:
-Establecé una diálogo imaginario con la vergüenza como si ésta
fuera un personaje.
No te apures a contestar sólo desde la cabeza. Tené en cuenta la
te d

sabiduría del cuerpo, que se manifiesta con las emociones y actúa con
el asesoramiento de la razón.
re a

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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

Éste es solo un ejemplo:

Ed
Yo: —Mirá, Vergüenza, apenas te siento me pongo furiosa, me
dan ganas de que desaparezcas...
Vergüenza: —Yo no quiero perjudicarte, para algo me hago
presente...

DF
Yo: —¿Qué estás intentando decirme cuando te siento?
Vergüenza: —Estoy tratando de cuidarte, de decirte que analices
la situación.
Y: —¿De qué querés cuidarme?

rP
V: —Que confíes en lo que sentís y te animes a expresarlo cómo,
cuándo dónde y a quién corresponda con el asesoramiento de la razón.
Y: —¿Qué más podés enseñarme?
V: —Aceptate como sos, sin querer ser otro, perfecto, con ideales
s te
desproporcionados y pendiente de los demás.
Y: —¿Qué podría hacer ahora?
V: —Viví más relajado, en armonía, sin ocultar lo que sos. Se
más honesto con lo que sentís, practicá formas nuevas de cumplir
Ma

tus necesidades. Son tan importantes las necesidades ajenas como las
tuyas. No te quedes solo con la comprensión de los hechos, ponete
en acción, resolvé las situaciones que te causan malestar, terminá con
situaciones incompletas.
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

4. Ni humillados ni humilladores

Ed
Las heridas no sanadas nos llevan a herirnos a nosotros mismos
y a los demás.
Para alguien que fue humillado es muy fácil repetir lo conocido

DF
en el pasado, cuando no tuvo otra opción que el sometimiento. Pasi-
vamente encuentra humilladores. Cuando permanece en silencio, sin
posibilidad de reparar, va guardando enojos, resentimientos, y puede
llegar a gozar rebajando a los demás, como revancha.
Cuando se trata de superar la humillación padecida humillando
rP
a otros, se convierte en una cadena sin fin.

Para qué:
-Resolver sin atacar ni retirarse.
s te
-Desarticular el sistema de interacción entre “humilladores y
humillados”.
-Conciliar estos aspectos opuestos.
-Minimizar las emociones negativas, maximizar las positivas.
Ma

-Hacer valer la necesidad más primaria del ser humano: ser acep-
tado con la propia singularidad.

Consigna:
-Conectate con una situación en la cual te sentiste humillado.
in

-Buscá tres sitios o sillas para tres personajes: uno para el que humi-
lla, otro para el humillado y el tercero para el observador, mediador.
-Ocupá la silla que corresponde al humillado, cerrá los ojos, e
identificate con ese papel.
te d

-Desde allí, dejando el comportamiento pasivo, dirigite al humi-


llador que está frente a vos y decile con claridad y firmeza tu necesidad
de ser “bien tratado”. Podés hablar de cómo te sentís, cómo te afecta
esta forma de trato...
re a

-Cambiá de lugar, y ocupá la silla que corresponde al humillador.

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r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

Identificate con él y respondé por qué lo hacés, qué te lleva a com-

Ed
portarte así, qué estás pensando cuando lo hacés, cuándo te surge este
impulso, cuál es su propósito.
-Continuá el diálogo con la intención de que cada uno despliegue
sus razones y necesidades.

DF
Se trata de lograr:
Que el humillado cambie su pasividad, no esconda lo que le sucede,
que hable, busque resolver sus malestares.
Que alcance autonomía y fortalecimiento para neutralizar el sen-
timiento de desamparo e indefensión.
rP
Que revise las creencias de ser “inquerible” y de que hay que aceptar
cualquier trato con tal de conservar la relación.
Que el humillador pida disculpas y ofrezca una reparación.
s te
-Terminado el diálogo, ocupá el lugar de mediador. Si ambos han
llegado a un acuerdo, verificá si esto es creíble. Si no, desde ese lugar
podés ayudar a que cada uno asuma la responsabilidad en su relación.
Ma

-Tratá de buscar la conciliación. En lo posible, reintegrar el buen


trato en vez de estigmatizar y dividir entre los buenos y los malos.
Que cada uno transforme la manera de interpretar el mundo y
aprenda formas benevolentes de relacionarse.

Si tu hermano pecó contra ti, ve a solas y hazle ver su falta. Si te hace


in

caso, ganarás a tu hermano (Evitar la humillación pública; Mt 18,15).

Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes (Mt 18,35).


te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

5. Pasos para sanar la vergüenza

Ed
Para qué:
-Para salir de la vergüenza desorganizadora.
-Cambiar creencias.

DF
-Ejecutar alguna acción proactiva.

Consigna:
-Pensá en una situación en la cual te avergonzaste intensamente.
Observá tu estado interior y cuán herido te sentiste.
rP
-¿Qué pensás acerca de este sentimiento?
¿Y qué te decís acerca de eso que pensás, cómo te autoevaluás?
-Relacionalo con algún hecho del pasado en el cual te sentiste igual.
-Buscá una persona confiable, comprensiva con quien puedas
s te
compartir lo que sentís.
-Desidentificate de las ideas irracionales, cambiá la visión de ellas.
Hiciste algo que te avergonzó, no sos una vergüenza. No generalices,
si algo sucedió, no tiene por qué suceder siempre.
Ma

-Cambiá las creencias limitativas por respuestas proactivas.


-Revisá la valoración que tenés de vos mismo que te lleva a ocultarte
y a quedar atrapado sin salida. Salí del escondite, tomá coraje y actuá.
in
te d
re a

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6. Me conozco y actúo

Ed
Para qué:
-Reflexionar, discernir creencias y defensas.
-Cambiar quejas por acciones.

DF
Consigna:
-Date cuenta y resolvé:
1) Lo que me avergüenza, ¿me debilita e impide desarrollarme?
¿Qué actividades puedo desplegar sin inhibiciones?
rP
2) Esto que siento, ¿es mío o ajeno? Si no es mío, lo devuelvo...
3) Lamentarme, quejarme, ¿resuelve la situación? Lo digo a quien
corresponda en el momento adecuado, de modo proactivo.
4) ¿Mis ideales son acordes a mis posibilidades? Hago lo que
s te
puedo hacer.
5) ¿En qué situaciones desearía mostrarme más y en cuáles desearía
mostrarme menos? Me arriesgo.
6) Me conecto con situaciones en las cuales me adapté al cambio,
Ma

salí airoso.
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

7. Generalizar versus relativizar y precisar

Ed
Para qué:
-Relativizar pensamientos rígidos, automáticos que llevan a creer
que algo negativo que sucedió una vez sucederá siempre.

DF
-Cambiar frases limitativas que condicionan actitudes.

Consigna:
-Suprimí las generalizaciones (nadie, todos, siempre, nunca).
-Cambialas por palabras más relativas (a veces, alguna vez, alguien).
rP
-Reemplazalas por palabras más concretas y precisas (tal persona,
tal ocasión).
s te
Ma
in
te d
re a

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Ed
DF
1-Nadie me valora. 1-Alguien puede no valorarme.

2-Todos se dan cuenta 2-“Tal persona” se da cuenta.


de mis deficiencias.

3-Todas las reuniones


sociales me incomodan.
rP 3-Algunas reuniones con gente
desconocida me incomodan.

4-Necesito la aprobación 4-Necesito la aprobación de


s te
de todos para funcionar bien. algunos para que me vaya bien.

5-Siempre me asustan 5-A veces me...


las situaciones nuevas.
Ma

6-Nunca pienso que me a va ir 6-En alguna ocasión...


bien.

7-Siempre me da vergüenza equi- 7-Cuando hablo en público...


in

vocarme.

8-No tolero decepcionar. 8-A veces…


te d

9-Me dejo abatir fácilmente por 9-En ocasiones…


las contrariedades.
re a

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8. Cuando quieras que algo cambie

Ed
Lo que pensamos tiene mucho poder, son como órdenes inter-
nas que nos llevan a sentirnos de determinada manera y a actuar en
consecuencia.

DF
Cuando los pensamientos son positivos nos sentimos confiados
y vamos por el buen camino. Cuando pensamos y sentimos en forma
negativa, vamos en dirección equivocada.
Son como reflejos que se desencadenan automáticamente, sin darle
tiempo a la voluntad ni al discernimiento reflexivo.
rP
Ya en tiempos remotos, los monjes del desierto utilizaban un
método para reaccionar ante las autosugestiones negativas, llamado
método de contradicciones “antirrhetikon”.
Consiste en que cuando nos venga a la cabeza una frase negativa,
s te
inmediatamente le contrapongamos una frase positiva, que oficia como
frase sanadora.

Para qué:
Ma

-Transformar pensamientos, sentimientos y conductas automáticas


negativas en positivas.

Consigna:
1-Descubrí las frases negativas que te decís con frecuencia.
in

-Si te aparecen imagenes negativas, así como en la computadora


ante un error, apretá la tecla suprimir e inmediatamente reemplazala
por una imagen positiva.
-Si te irrumpen frases o palabras negativas, como cuando estás
te d

escuchando una mala noticia, cambiá de dial, y escuchá buenas nuevas.


-Si experimentás actitudes corporales negativas (encorvado, mi-
rando para abajo), espirá, liberate de ese impulso y contraponé una
actitud corporal positiva (erguida, con frente alta, mirando la realidad).
re a

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2-Descubrí los preconceptos que se esconden detrás de estas

Ed
creencias.

3-Encontrá los acontecimientos traumáticos vividos, que te pue-


den hacer pensar de esta manera.

DF
4-Escribí una nueva creencia constructiva o propicia para el cre-
cimiento. Por ejemplo:
“Los acontecimientos desdichados de mi pasado me han permitido
ser más fuerte y me han enseñado a arreglármelas.”

rP
s te
Ma
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

9. Balanza

Ed
Para qué:
-Equilibrar las demandas externas y las necesidades propias.

DF
Consigna:
-Adoptá una postura cómoda, relajada. Cerrá los ojos y extendé
ambas manos a los costados, semejando los platillos de una balanza.
-En la mano izquierda, poné todas tus necesidades.
-En la mano derecha, sentí que los demás ponen sus necesidades.
¿Hay equilibrio o desbalance?rP
-En el platillo de las demandas ajenas evaluá, diferenciando cuáles
podés, querés o te corresponde satisfacer o no.
-En el platillo de las necesidades propias, qué estás postergando,
s te
evitando, exigiéndote en demasía.
¿En qué platillo tenés que agregar o sacar para que haya equilibrio?

Cuando recibimos demandas externas, que superan nuestra capa-


Ma

cidad de respuesta, ponemos en riesgo nuestro equilibrio, amenazando


la salud y el bienestar.

Una variación de este ejercicio puede ser que pongas alternativa-


mente una necesidad tuya, y otra de los demás, tratando de reconocer
in

a la persona que te demanda algo, y las circunstancias. Así podrás


evaluar cuándo se justifica tener en cuenta las necesidades de ambos.
te d
re a

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10. Prospectivas

Ed
Para qué:
-Prevenir situaciones avergonzantes.
-Desarrollar esquemas anticipatorios ante situaciones nuevas.

DF
-En el espacio imaginario, ensayar maneras de enfrentar eventos,
encuentros, exámenes, etcétera.

Consigna:
-Ante cualquier situación que tengas que atravesar: examen –even-
rP
tos, encuentro con alguien, un nuevo trabajo– que te genere miedo a
pasar vergüenza, a ser descalificado, así como los actores o los atletas
ensayan antes de presentarse en público, podés vivir por anticipado
el hecho por venir.
s te
-Distentido, cerrá los ojos, sabé que contás con todas las herra-
mientas necesarias, para resolver cada situación, con la seguridad de
llegar a la meta.
-Visualizá cada momento resolviendo satisfactoriamente la acción
Ma

que tengas que realizar.

Cuando tengas que vivir la situación real, vas a tener menos miedo
a lo desconocido porque ya lo transitaste en tu espacio imaginario.
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

11. Dibujá lo que te pasa

Ed
Para trabajar en grupo.

Para qué:

DF
-Resolver alguna situación molesta y vergonzosa, que se desea
cambiar y no se sabe cómo.
-Facilitar su expresión a través de imágenes.
-Ampliar alternativas de solución.

Consigna: rP
-Pensá en la situación que más miedo te provoque sentir vergüenza.
¿Qué es lo peor que te podría pasar?
-Describila diciendo a los demás miembros del grupo: “Si me
s te
pasara tal cosa, ante esa situación me sentiría así”.
-Luego, tratá de representarla a través de un dibujo concreto o
abstracto. Podés utilizar colores.
-Al mismo tiempo, cada uno de los miembros del grupo dibuja
Ma

esa misma situación desde su óptica personal.


-Cuando todos finalizan, se muestran los respectivos dibujos y
explican las razones por las cuales los hicieron de esa manera.
-Te entregan sus dibujos para que, con el aporte de otros puntos
de vista, puedas ampliar tu esquema referencial.
in

-En un segundo momento, enriquecido con las sugerencias del


grupo, tratá de diseñar otra forma de “ver” la situación planteada para
que así te lleve a la solución del problema.
te d
re a

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12. Lo que te sobra revela lo que te falta

Ed
Para qué:
-Descubrir la propia sombra a través de rasgos o conductas enfa-
tizados desmedidamente.

DF
-Asentir los opuestos dentro de sí, propio de las limitaciones
humanas.
-Tomar conciencia que los aspectos que tanto perturban de los
demás: son los que falta desarrollar en uno mismo.
-Integrar la propia sombra.

Consigna:
rP
-¿Qué aspecto tuyo manifestás en forma exagerada, o qué es lo que
considerás que hacés de más? (Por ejemplo: “Soy demasiado modesto,
s te
busco siempre pasar desapercibido”.)
-¿Cuáles son las cualidades exacerbadas o disminuidas que los
demás te atribuyen? (Puede ser la misma característica u otra.)
-¿Qué aspectos contrarios reprimiste para poner de manifiesto los
Ma

anteriores? (Tal vez, para mostrarte modesto y prudente, tuviste que


disimular a veces tus verdaderos sentimientos, lo que tenías ganas de
decir o hacer, o tus deseos de exponerte y ser mirado con buenos ojos.)
-¿Qué es lo que más te perturba de los demás? (Por ejemplo: que
sean soberbios, que busquen llamar la atención, brillar.)
in

Generalmente, cuando algo nos molesta, desarrollamos excesiva-


mente la cualidad contraria para evitarlo, en lugar de integrarlo.
te d
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De la vergüenza a la autoestima

13. Cuando los desequilibrios perturban

Ed
Para qué:
-Descubrir la propia sombra a través de lo que molesta de los
demás.

DF
-Integrar en uno mismo los aspectos rechazados y proyectados.
-Reconciliarse con la propia sombra.

Consigna:
-¿Qué es lo que más te molesta de los demás que te saca de las
rP
“casillas”? (Por ejemplo: que alguien sea competitivo, que siempre
quiera destacarse y ganar a cualquier precio, sin importar los medios.)
-Tratá de encontrar una forma más moderada de ese mismo rasgo
que rechazás para que pueda ser positivo. (Disfrutar la relación, a veces
s te
se puede ganar otras perder, dejarse fluir, sin la obsesión de sobresalir
y ganar.)
-Preguntate si a vos no te vendría bien desarrollar ese rasgo, en su
versión moderada para equilibrar tu personalidad. Si ésta no podría
Ma

ser una cualidad que te complemente. (Tener más afirmación, también


permitirte ganar.)

Generalmente, lo que censuramos en los demás son las propias


deficiencias.
in
te d
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14. Si la vergüenza se achica…

Ed
Para qué:
-Elaborar situaciones avergonzantes.
-Redimensionar problemas.

DF
-Innovar, transformar a través de la simbolización.

Consigna:
-Ponete cómodo y cerrá los ojos.
-Imaginá un frasco y dejalo a un costado.
rP
-Pensá en las cosas que más vergüenza te dan.
Ahora esas cosas se empiezan a achicar y achicar hasta que puedas
meterlas en el frasco.
-Tapá el frasco y sacudilo bien.
s te
-Mientras tanto, las cosas que te dan vergüenza van cambiando y
se van convirtiendo en otras.
-Volvé a abrir el frasco y volcá su contenido sobre la mesa. Observá
en qué se convirtieron las cosas que pusiste adentro.
Ma

¿Qué cosas salen? Miralas bien. ¿Qué ves?


¿Pudiste relacionar esa transformación simbólica con las situacio-
nes que te avergüenzan?
-Andá abriendo despacio los ojos.
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

15. Piedras de apoyo

Ed
Para qué:
-Reconstruir el propio pasado.
-Discernir nuevos temas que apunten a un futuro más esperan-

DF
zador.

Consigna:
-Revisá las principales etapas de tu vida, encontrando en cada una
las situaciones que más te avergonzaron y quién o quiénes te hicieron
sentir así. rP
-Dividí cada etapa como si fueran capítulos y ponele un título.
-Resignificá lo sucedido encontrando también personas o acon-
tecimientos de tu vida que te sirvieron de apoyo.
s te
El significado personal que le atribuimos, el modo de contarnos
nuestra vida determina nuestros sentimientos.
Ma
in
te d
re a

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16. Metáforas

Ed
Cuando las palabras no bastan para expresar la intensidad de lo
que sentimos o pensamos, lo que pugna por aparecer puede hacerse
presente a través de símbolos, imágenes o metáforas.

DF
En las metáforas trasladamos el sentido de las palabras a otro
figurado, reemplazando lo que queremos decir por una imagen que,
por comparación, representa alguno de sus aspectos.

Para qué:
rP
-Facilitar la expresión de sentimientos bloqueados a través de
imágenes que están más cerca del inconsciente.
-Apoyarse en la fuerza de imágenes positivas, para no quedar
atrapados en lo negativo.
s te
-Alentar la creatividad para salir de lo estereotipado.

Consigna:
-Cuando no tengas claro qué te pasa o como te sentís, podés in-
Ma

tentar pensar una metáfora de vos mismo, una imagen que represente
cómo te sentís en este momento.
Por ejemplo, cuando nos avergonzamos de algo que querríamos
esconder frente a los demás por miedo a ser vistos como débiles y
rechazados con desprecio, podríamos representarlo a través de esta
in

metáfora: “Quiero que me trague la tierra”.


-Describí lo que para vos representa esta imagen.
¿Podés pensar en la imagen contraria a la de sentirte tragado por
la tierra?
te d

Por ejemplo, una fuente surgente, iluminada, radiante, de donde


brota el agua con fuerza.
Tratá de ser esta fuente y sentite esa fuente: así como el agua brota
radiante, pueden exteriorizarse todos tus recursos, tu potencial y ser
re a

admirados con alegría por todos.

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De la vergüenza a la autoestima

17. Competente sí, perfecto no

Ed
Las personas avergonzadas tienden a ver la competencia como
perfección. Como parten de una premisa falsa, llegan a una conclu-
sión falsa.

DF
-Para ser competente tengo que ser perfecto.
-Soy imperfecto.
-Luego, soy incompetente.

rP
La condición humana es la imperfección; si para ser competente
pienso que tengo que ser siempre perfecto, nunca voy a lograrlo.

Para qué:
s te
-Reconocer que no se necesita ser perfecto para ser competente.
-Aprender de los errores.
-Reconocer habilidades y debilidades propias y ajenas.
Ma

Consigna:
-Recordá tres acciones que hayas hecho en forma competente: un
buen trabajo en el ámbito intelectual, laboral, de estudio, sin necesidad
de ser perfecto.
Y tres situaciones que hayas resuelto en forma competente en las
in

relaciones interpersonales.
Cuando sientas que algo no te sale como esperabas, en lugar de
descalificarte, evitar o abandonar el intento, ¿podrías revisar dónde te
equivocaste para aprender del error?
te d

¿Podrías reconocer para qué cosas sos competente y para cuáles no?
Nadie es competente en todo y todos tenemos alguna competencia.
re a

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Compartimos este cuento anónimo:

Ed
Un hombre que sufría porque no podía lograr la perfección decidió
visitar a un especialista. El terapeuta le dijo:

—Cuénteme su vida.
El paciente se sorprendió:

DF
—¿Desde el principio?
El terapeuta insistió:
—Sí, cuénteme todo lo que recuerda.
Entonces el paciente comenzó así:

rP
—Pues bien, en el principio creé el cielo y la Tierra...
s te
Ma
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

18. Bueno o malo… según para qué

Ed
Para qué:
-Descubrir los aspectos propios menos valorados.
-Evaluar en qué circunstancias su presencia es beneficiosa.

DF
Consigna:
-¿Podrías hacer una lista de tus aspectos menos valorados, aquellos
que más querrías cambiar?
Por ejemplo: “Soy vergonzoso”.
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………
rP
s te
¿En qué circunstancia o de qué manera te perjudican?
Por ejemplo: “Sentir vergüenza me inhibe para hacer determinadas
cosas que desearía”.
……………………………………………………………
Ma

……………………………………………………………
……………………………………………………………

¿En qué ocasiones o con quiénes esto que te perturba te viene


bien, te es útil?
in

Por ejemplo: “Protege mi pertenencia social, porque me ayuda a


no mostrar aquello que será juzgado como inaceptable en un grupo”.
……………………………………………………………
……………………………………………………………
te d

……………………………………………………………
re a

—81
86 —
r
i to
Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

19. Del maltrato al buentrato

Ed
Para qué:
-Reconocer aspectos que perturban, sin juicios condenatorios.
-Ser compasivo con uno mismo.

DF
-Valorar el poder sanador de los movimientos ascendentes.

Consigna:
-Conectate con tus aspectos de sabia compasión, los que no juzgan
ni condenan.
rP
Ahora imaginate que la vergüenza, el enojo, la ansiedad, la tristeza,
o lo que más te perturba está frente a vos como si fuera un personaje.
-Mirá su expresión facial y su conducta. Imaginá lo que esa parte
tuya está sintiendo y pensando.
s te
-Ahora, simplemente mirala con buenos ojos, con benevolencia,
sin tratar de cambiar nada.
Simplemente mirá todos estos aspectos perturbadores, y enviales
una energía compasiva que los sostiene y los eleva, en un movimiento
Ma

ascendente hacia la luz del sol.


-Observá qué va pasando, en qué se van transformando estos
aspectos, a medida que van ascendiendo hacia al calor y la luz del sol.
Y así podrás notar que diferentes sentimientos y pensamientos
vendrán a tu mente para ayudarte.
in

Sean bondadosos y compasivos... (Efesios).


te d
re a

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— 87
r
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De la vergüenza a la autoestima

20. Crítica como proyección o con mala intención

Ed
San Pablo, en Carta a los Gálatas (6,1), aconseja: Hermanos, si
alguien cae en alguna falta, ustedes, los espirituales, corríjanlos con espíritu
de bondad. Piensa en ti mismo, porque tú también puedes ser tentado.

DF
Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas…
Que cada uno examine sus propias obras y, si siente algún orgullo por
ellas, que los guarde para sí y no lo haga pesar sobre los demás.

Para qué: rP
-Entender el origen de la autocrítica.
-Comprender las limitaciones de quienes critican.
-Discriminar las críticas negativas para poner los límites necesarios.
s te
Consigna:
-Tratá de identificar personas que en momentos de tu vida te ha-
yan disminuido, criticado o juzgado negativamente (padres, maestros,
Ma

compañeros).
-Reconocé que muchas veces las críticas no están dirigidas direc-
tamente hacia uno mismo sino que provienen de quienes no fueron
valorados cuando niños, y de la propia fragilidad.
Por supuesto que esto no excusa a la persona pero puede darte
in

claridad para diferenciar que las descalificaciones no se referían tanto


a vos sino que tenían que ver con ellos mismos.
-Otras veces las críticas no son bien intencionadas y provienen de
personas que buscan disminuirnos para sentirse mejor ellos mismos.
te d

En este caso es bueno delimitarnos y rechazar el juicio negativo de


quien lo hace no deseando lo mejor para nosotros.
-Completá las siguientes declaraciones:
re a

—83
88 —
r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

Para desprenderme de la influencia de las críticas negativas me ayudaría

Ed
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………

Para ser compasivo y cuidadoso conmigo mismo tengo que

DF
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………

rP
s te
Ma
in
te d
re a

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r
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De la vergüenza a la autoestima

21. El ojo autoevaluador del sí mismo

Ed
Para qué:
-Identificar al crítico externo internalizado.
-Enfrentar al crítico interno.

DF
-Desprenderse de patrones del pasado.
-Optar por una autocorrección compasiva.

Consigna:
-Tratá de visualizar a tu crítico interno, como si lo tuvieras frente
rP
a vos y lo pudieras mirar. ¿Qué aspecto tiene? ¿Humano o no humano?
Si es humano, ¿de qué sexo es, de qué edad (joven, mayor, niño),
qué expresión facial tiene? ¿Qué emociones transmite?
-Imaginate que sos una persona sabia y compasiva.
s te
-Tomá unos minutos para entrar en ese estado emocional.
-Cuando lo puedas sentir imaginá que le decís a tu crítico interno:
“Mirá, respeto tu forma de ser, pero lo que me estás diciendo tiene que
ver con amenazas, frustraciones y voces del pasado, que no me sirven.
Ma

Por favor mirame con buenos ojos, cuando yo hago las cosas a mi
manera. A esta altura de mi vida, decidí ser bueno conmigo mismo”.
La idea es ser asertivo y no pelear con él.
in
te d
re a

—85
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

22. Manos a la obra

Ed
Para qué:
-Favorecer el estado de alerta compasiva.
-Llevar los propósitos a la acción.

DF
Consigna:
-Tratá de identificar el momento justo cuando tu crítico interno
se hace presente. Así podés aprender a enfrentarlo en el instante en
que la crítica o el conflicto ocurra.
rP
-Dejalo ir, pasá a su lado sin culparte.
-Si hay cosas que estuviste evitando o encontrando dificultad para
hacer, pensá pequeños pasos que podés hacer para avanzar.
-Pensá, a la manera de un brainstorming (lluvia de ideas), diferentes
s te
opciones de ideas que te ayuden a enfrentar y resolver tus dificultades.
-Después de evaluar las alternativas, podés elegir la que más te
convenga.
Ma
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

23. Vergüenza y autocrítica

Ed
Para qué:
-Prestar atención a los aspectos positivos de las reacciones de la
gente más que a la reacción negativa.

DF
-No definirse según el criterio de los demás.

Consigna:
-Ante una situación dada...

Cómo pienso
que los otros me
ven.
dicen de mí.
rP
Qué siento y pienso acerca de lo que otros
s te
La gente va a
pensar que no Me siento “en falta”, soy un incapaz.
puedo.
Ma

Cuando somos compasivos, identificamos y reconocemos nuestras


equivocaciones, aprendemos de ellas y nos independizamos de lo que
“la gente puede pensar de...”.
in
te d
re a

—87
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

24. Vergüenza y decepción

Ed
Cuando somos vulnerables a la vergüenza y la autocrítica, a me-
nudo tenemos en la mente varios ideales: cómo queremos ser y cómo
no queremos ser. Sentimos decepción al percibir la diferencia entre el

DF
sí-mismo ideal y el sí-mismo actual.

Para qué:
-Disminuir la tensión entre el yo y el ideal del yo.
-Favorecer la aceptación de sí mismo.

Consigna:
rP
-Completá el cuadro siguiente con tus propios ideales, lo que no
querés y cómo te sentís.
s te

Sí-mismo ideal Sí-mismo indeseado Sí-mismo actual


(quiero) (no quiero) (soy)
Ma

Ser delgado. Que me rechacen. Me siento gordo.


Ser perfecto. Equivocarme. Me siento incapaz.
No me animo
Ser el mejor. Perder.
a competir.
in

-Revisá la discrepancia que existe entre tus altos ideales y tu reali-


dad. ¿Te decepcionarías menos si te aceptaras como sos?
-Cuanto más altos e inalcanzables sean los ideales, mayor va a ser
te d

la posibilidad de decepcionarte.
re a

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De la vergüenza a la autoestima

25. De la autocrítica a la autocorrección

Ed
Para qué:
-Diferenciar la autocrítica corrosiva de la autocorrección cons-
tructiva.

DF
Consigna:
-Cada vez que te equivoques, analizá tu estilo de corrección y date
cuenta de cuál te ayuda y cuál te “desayuda”.
-Si aprendés a diferenciarlos, podés dejar de despreciarte, castigarte
y “portarte bien con vos mismo”. rP
s te
Autocrítica corrosiva Autocorrección constructiva
Me condeno y castigo. Trato de corregirme.
Me castigo por errores del Aprendo de errores, evito repetirlos en
pasado. el futuro.
Ma

Me trato con desprecio. Me trato con amabilidad.


Me concentro en los Me apoyo en lo positivo.
déficits.
Tomo la totalidad de mi Tomo en cuenta atributos y cualidades
in

persona. específicas de mí mismo.

Enfatizo la posibilidad de Enfatizo la esperanza de éxito.


fallar.
te d

Se trata de corregirnos, hacer lo mejor que uno puede hacer, como


si tuviéramos en la mente un maestro compasivo.
re a

—89
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26. Sentir relaja, pensar agota

Ed
Para qué:
-Distenderse vivenciando la naturaleza.
-Encontrar el propio centro en contacto con ella.

DF
Consigna:
-Caminando, sentado o recostado, podés sentir la naturaleza, libre
de las distracciones subjetivas, de afectos y razonamientos. Recibí sus
estímulos, de afuera hacia adentro, dejá obrar las bellezas de la natura-
rP
leza... Sentirlas “tonifica el cerebro y el sistema nervioso; produciendo
paz, alegría, tranquilidad y reposo”.

“Si sabes recibirlo en tu interior, te alegrará y apaciguará el azul


s te
del cielo, la paz de la noche estrellada, la hermosura y variedad de las
flores, la frescura del aura matinal, el susurro de la fuente, el silbido
del viento, el verdor de los campos, el trinar de los pájaros, los cantos
de los niños inocentes”, dice Narciso Irala.
Ma
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

27. Meditar

Ed
Meditación viene de ir al medio, al centro, y también de medir,
encontrar la propia medida.
Es el camino al propio centro, donde cada quien toma contacto

DF
con sus recursos internos y puede ejercer el señorío de sí mismo para
no ser determinado desde afuera. Es volver al origen para dar paso a
lo nuevo.

Para qué:
rP
-Recuperar el propio centro, la calma.
-Acceder a los propios recursos para encontrar soluciones.

Consigna:
s te
-Nos vamos relajando, profundizamos la respiración tomando
contacto con lo más profundo de nuestro ser, ese espacio interior de
silencio. Sentimos cada inspiración como un rayo láser que va rom-
piendo corazas hasta encontrar lo esencial de nosotros mismos. Donde
Ma

podamos decirnos: “Éste soy yo, y nombrarnos. Al inspirar tomamos


contacto con ese manantial interior que, como un río de agua viva,
clarifica nuestras emociones”.
-Al exhalar nos entregamos a él, confiando en ser sostenidos. Una
ayuda puede ser pronunciar al unísono, con la respiración, una pala-
in

bra que represente lo que queremos lograr: amor, paz, luz, serenidad,
claridad, confianza, coraje, libertad...
-También podemos visualizar una luz y sentir que va penetrando
en nuestro corazón y nos va iluminando.
te d

O una imagen religiosa: el Sagrario, el Santísimo, un ícono u otra...


Si nos mantenemos en nuestro centro, en presencia de algo más
grande que nos trasciende podemos sentir “la esperanza que no de-
frauda”.
re a

—91
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r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

28. Mirar con buenos ojos

Ed
Para qué:
-Entrenar la mente receptora.
-Vivenciar que recibir descansa.

DF
Consigna:
-Cerrá los ojos y recordá una situación en la que fuiste muy
cuidado. Al experimentarla, inmediatamente sentí que los músculos
alrededor de los ojos se relajan. Los ojos están sueltos, blandos.
rP
-Soltá los músculos de la cara, poné a descansar la lengua y todos
los músculos que rodean la boca. Dejá que las comisuras de los labios
se levanten y apunten hacia arriba.
-Imaginá una sonrisa que se va esparciendo por toda la cara. Todo
s te
lo que te rodea es enteramente apacible, confiable, predecible.
-Preparate para abrir los ojos y recibir lo que tengas delante... La
persona, el objeto o la situación que se pose sobre tus ojos, que venga:
no los nombres ni identifiques, sólo sentilos, y reconocelos como son,
Ma

sin juicios ni prejuicios, con buenos ojos.


in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

29. Cambio el CD*

Ed
Para qué:
-Cambiar ideas, sentimientos catastróficos persistentes.
-Recuperar la vitalidad.

DF
-Entrenar la mente compasiva.

Consigna:
-Cambiá “el disco rayado” rumiante de pensamientos catastrófi-
cos por el canturreo de vocalizaciones, y dejá que el sonido salga muy
rP
fuerte con la intención de expulsar del cuerpo el estrés, la rabia, la
frustración, la vergüenza.

Mmm, aaa libera energía, iii recarga energía.


s te
Se trata de que cada uno encuentre “su” sonido. Si bien el estímulo
es el sonido, no lo escuches por los oídos sino sentilo como vibraciones
que van poblando todo el cuerpo.
Ma

A medida que se generan y reproducen los sonidos en el cuerpo,


los síntomas disminuyen y el cuerpo comienza a sanarse a sí mismo. Tu
organismo tiene la capacidad de encontrar la solución a tu problema.
in
te d
re a

*Recreación de una actividad de Paul Gilbert.

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30. La fe como camino a la libertad interior

Ed
Para qué:
-Sentir la cercanía amorosa de Dios que da confianza y tranqui-
lidad.

DF
Consigna:
-Recordá algunas palabras sanadoras o salmos: “El Señor es mi
pastor... Nada me puede faltar...”, hay uno para cada ocasión... O lo
que Santa Teresa nos aconseja:

Nada te turbe,
rP
nada te espante.
s te
Todo se pasa.
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
Ma

quien a Dios tiene


nada le falta:
sólo Dios basta.

-También, cuando alguien te dijo una frase tranquilizadora, recor-


in

dá esas palabras de aliento, de confianza, que te afirmaron. Como éstas:


No pasa nada.
Y si pasa, no importa.
Y si importa, qué pasa.
te d

Santa Teresa, después de experimentar el amor de Dios, que la


liberó de miedos y angustias, no volvió a preocuparse por lo que los
demás pensaran de ella.
re a

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r
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De la vergüenza a la autoestima

31. Modelar a los compasivos

Ed
Para qué:
-Tomar como modelo a personas bondadosas.
-Valorar cuidados amorosos.

DF
-Aplicar este modelo con uno mismo y con los demás.

Consigna:
-Sentate confortablemente, con los pies apoyados en el suelo, la
espalda recta, con un ritmo de respiración tranquilo, para relajarte.
rP
-Tratá de recordar a alguien que fue cuidadoso, afectuoso, cálido
con vos, y que en algún momento de sufrimiento te calmó.
-Imaginá un hecho específico y focalizá los detalles de lo que está
pasando, la expresión facial amorosa de esa persona, su tono de voz, sus
s te
modales en general y los detalles más específicos que puedas recordar.
-Tratá de revivirlo como si estuviera ocurriendo en este momento.
¿Qué emociones te aparecen?
¿Cómo te sentiste recibiendo esa experiencia afectuosa, benévola
Ma

de otro? Explorá tus sentimientos al recibir afecto. ¿Podés sentirlo en


tu cuerpo?
-Tomando este modelo compasivo, ¿podrías implementarlo con
vos mismo y con los demás?
in
te d
re a

— 95
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32. Construyendo una imagen compasiva ideal*

Ed
Para qué:
-Construir una imagen autocompasiva, como anclaje.
-Desarrollar áreas positivas de la mente.

DF
-Estimular el sistema cerebral que calma.

Consigna:
-Cuando sientas tu cuerpo distendido, con la respiración calma,
comenzá a imaginar, a construir tu imagen ideal de compasión.

necesites.
rP
Puede ser más de una imagen que podés ir cambiando según la

Es importante que trates de darle cualidades reales, incluyendo


sabiduría, fuerza, calidez, que no juzgue.
s te
-Permití que surja en tu mente lo mejor que puedas.
-Desearías que tu imagen cuidadora y nutricia fuera: ¿joven o
vieja?, ¿hombre o mujer?, ¿humana o no humana?
¿Qué colores o sonidos están asociados con las cualidades de
Ma

sabiduría, fuerza, calidez, que no juzga?

¿Qué cualidades visuales te gustaría que tu imagen ideal compasiva


tuviera?
……………………………………………………………
in

……………………………………………………………
……………………………………………………………

¿Qué tono de voz te gustaría que tuviese?


te d

……………………………………………………………
……………………………………………………………
re a

*Recreación de una actividad de Paul Gilbert.

96 —
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r
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De la vergüenza a la autoestima

¿Qué otras cualidades sensoriales?

Ed
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………

¿Qué te gustaría que te contara?

DF
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………

¿Qué te gustaría relatarle?


……………………………………………………………
……………………………………………………………
rP
……………………………………………………………
s te
Ma
in
te d
re a

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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

33. Aprendizaje del rol compasivo

Ed
Para qué:
-Despertar sentimientos benevolentes.
-Contribuir en la construcción de un mundo mejor.

DF
-Vivenciar el rol compasivo.

Consigna:
-Pensá en las cualidades ideales que te gustaría tener como persona
sabia y bondadosa.
rP
-Como si fueras un actor que tiene que representar a una persona
compasiva, identificate con el rol, adoptá la expresión facial, la postu-
ra, apariencia, tonos de voz y sentimientos interiores de una persona
sabia; ¿qué edad tiene?
s te
-Tomá contacto con lo que es ser esa persona. Así como un actor
estudia el personaje que tiene que retratar, convertite en esa persona
compasiva ideal.
-Puede ser tu intención diaria, practicarla varias veces al día, y
Ma

mientras transcurre tu vida recrearla hasta convertirte en ese personaje.


-Así podemos ir mejorando, si alimentamos la persona que elegi-
mos ser, más compasiva que vengativa.
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

34. Contacto visual

Ed
En la vergüenza, un sentimiento clave es sentirse amenazado en la
relación, no sentirse atractivo, valorado, por lo tanto quien la experi-
menta evita el contacto, baja la mirada o mira con dureza imaginando

DF
hostilidad, crítica.

Para qué:
-Vivenciar la protección en el propio lugar seguro.
-Experimentar confianza a través de la respiración costal.
rP
-Establecer contacto con una mirada afirmada, benévola.

Consigna:
-Cerrá los ojos y, en tu espacio imaginario, creá un ambiente
s te
agradable, soleado, donde te sientas protegido.
-Visualizate a vos mismo de cara al sol.
-Con ambas manos, tocá tus costillas para percibir con mayor
claridad la expansión y contracción de la caja toráxica mientras respi-
Ma

rás. En cada inspiración sentí como las costillas se expanden, y en la


espiración se contraen.
-Luego sentí que esta respiración fluye hacia arriba, va directamente
a tu corazón con amabilidad y compasión, se expande en tu pecho, en
todo tu cuerpo, y sale a través del brillo de tus ojos.
in

-Mirá a la persona con quien desearías establecer contacto, primero


con los ojos de la imaginación, a modo de ensayo.
-Al mirar a la persona real, observá qué te ocurre.
te d
re a

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35. Puedo calmarme

Ed
Para qué:
-Ser consciente del sistema de amenaza/autoprotección.
-Desarrollar la capacidad de autocalmarse, en situaciones de ame-

DF
naza, real o imaginaria.
-Integrar las experiencias peligrosas recordando las confiables.
-Aceptar las propias limitaciones.

Consigna:
rP
-Para acrecentar tus sentimientos de compasión, podés crear
deliberadamente con la imaginación, con sonidos, palabras, tonos
de voz, recordar, mirar imágenes, o hacer alguna actividad según tu
estilo cognitivo.
s te
-Con la punta de los dedos, podés darte suaves toques en el timo
(ubicado en la base de tu cuello, detrás de la parte superior de tu
esternón).
-Con los brazos cruzados, podés darte palmadas en el pecho, a la
Ma

altura del timo, como “alas de mariposa”.


-En el espacio imaginario, ubicate en un lugar seguro, donde te
sientas protegido, puede ser un lugar actual o del pasado. Convocá a
la o las personas con quien te sientas cuidado, seguro.
-Convocá a tu Ángel de la Guarda, a los Arcángeles.
in

-Sentí la mirada benevolente de las personas que alguna vez sen-


tiste que te miraron con alegría, cuando notaste el brillo de sus ojos
al mirarte.
-Recordá la mirada de alguien que te haya mirado con amor y,
te d

más aún, con admiración.


-Caminá, da un paseo, corré, gritá, escuchá la música que te
tranquilice.
-Contemplá imágenes de la naturaleza, las que sientas que te
re a

calman, el amanecer, una puesta de sol, flores, pájaros...

100—
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De la vergüenza a la autoestima

36. Meditaciones ante imágenes

Ed
Para qué:
-Contemplar la misericordia de Dios.
-Vivenciar la necesidad de cercanía y protección.

DF
Consigna:
-Contemplá el cuadro El regreso del hijo pródigo, de Rembrandt.
-Podés meditar unas veces desde el lugar del hijo y, desde su pe-
queñez y humildad, sentirte amado, seguro, abrazado, cobijado por
el Padre. rP
Y otras veces desde el lugar del padre, identificándote con él, sentir
que vos también podés dar consuelo, abrazar con ternura a un hijo, a
cualquier persona que necesite ser recibida con un abrazo.
s te
El tierno abrazo del Padre al hijo, un lugar para sentirte amado
seguro y la humildad del hijo de rodillas pueden contribuir a grabar
en tu corazón la consolación.
Ma

El gesto más intenso de amor es tender los brazos ofreciendo cobijo


y cercanía. Son gestos que tranquilizan.

Comprobá el efecto provocado por estas imágenes.


in
te d
re a

—101
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37. Recurrí a tu imagen compasiva*

Ed
Para qué:
-Reconocer situaciones desvalorizantes que atemorizan.
-Redefinir su paradigma.

DF
Consigna:
-Pensá en alguna situación que te dé vergüenza y en la que te
autocritiques, puede ser porque te equivocás, o no lucís como querés.
-Escribí algunos de los pensamientos actuales o imaginados que
rP
te preocupan. Tratá de encontrar cuáles son tus amenazas y temores.
-Traé a tu mente tu imagen compasiva ideal. (Ver ejercicio “Cons-
truyendo una imagen compasiva ideal”.)
-Con la fuerza de esa imagen, observá tus pensamientos críticos,
s te
respirá amablemente, vivenciando los sentimientos de amor que te
acompañan. Si volvés a la autocrítica, simplemente sonreí y refocalizá
la calidez y amabilidad.
-Podés agregar la energía amorosa fluyendo dentro de tu corazón
Ma

o ubicar la mano derecha cerca de tu corazón sintiendo calidez.


in
te d
re a

*Recreación de una actividad de Paul Gilbert.

102—
— 107
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De la vergüenza a la autoestima

38. Conectándote con el flujo de la naturaleza

Ed
Para qué:
-Estimular patrones de actividad mental que ayuden a desarrollar
una mente calma y bondadosa.

DF
-Descubrir que las sensaciones relajan y discurrir con la cabeza
cansa.
-Redescubrir los sentidos en la vida.

Consigna:
rP
-Como un novelista, podés crear en tu mente la escena y las ca-
racterísticas que te permitan explorar y conectarte con una experiencia
segura, tranquila.
-Date cuenta de si tenés más afinidad con el mar, la montaña, el
s te
bosque o contemplar el cielo...
-Conectate tanto como puedas con un ritmo de respiración calma,
cerrando tus ojos.
-Ahora imaginá, por ejemplo, que un mar azul, sereno y cálido
Ma

está frente a vos, acompañado de una arena blanca y suave, con una
brisa agradable acariciando tu cara, el perfume del mar, el sonido de
las olas, el sol calentando tu cuerpo.
Sentí la naturaleza, recibí sus estímulos, dejá obrar sus bellezas...
Sentirlas tonifica, produciendo paz, alegría, tranquilidad y reposo. Este
in

mar ha visto mucha historia, sabe de las cosas de la vida. Él sabe de tus
luchas y temores y te acepta completamente.
Sentite conectado con el mar, con su poder y sabiduría.
te d

En lugar de imaginarla, esta actividad también puede hacerse en


contacto real con los aspectos de la naturaleza más afines.
re a

—103
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

39. El tesoro escondido

Ed
Los tesoros son, en general, acumulación de objetos valiosos que
fuimos guardando, de cuyo origen a veces ya ni tenemos memoria.

DF
Para qué:
-Sentirse merecedores de ser queridos.
-Vivenciar sentimientos de confianza en los propios recursos.

Consigna:
rP
-Buscá en tu memoria recuerdos positivos. Si pensás bien de vos
mismo, vas a ver el mundo amigable, confiable. Si no te sentís seguro,
lo vas a ver peligroso.
-Recordá cómo fuiste calmado y volvé a vivenciar esa experiencia
s te
de confianza y tranquilidad de ser aceptado así, tal como sos.
-Explorá en el cofre de tus recuerdos la mirada de alguien que te
haya mirado con amor, con aceptación, y más aún con admiración.
-Encontrá en tu “biblioteca emocional” palabras de consuelo, de
Ma

aliento.
-Visualizá alguna escena donde pudiste desplegar tus habilidades
con libertad.
-Imaginá a toda tu familia mirándote con aprobación, aplaudiendo
tus logros.
in

-Volvé a vivenciar las veces en que fuiste amable con vos mismo y
centrate en esos sentimientos. Escuchá atentamente lo que tu mente
piadosa te está diciendo. Tratá de sentir esa confianza fluyendo a través
de vos.
te d
re a

104—
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De la vergüenza a la autoestima

40. Escribir una receta curativa

Ed
Para qué:
-Conectarse con experiencias nutricias y recursos propios.
-Refocalizar pensamientos y sentimientos de soporte y cuidado

DF
más que de crítica.
-Desidentificarse del juicio externo.
-Apelar a la sabiduría interior.

Consigna:
rP
-Imaginá una consulta con un especialista en autoestima.
-Planteale tus motivos de consulta, y lo que quisieras lograr.
El experto escucha con atención, comprende tus preocupaciones
y con claridad anota las prescripciones indicadas para vos.
s te
¿Cuáles son? ¿Qué te prescribió?
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………
Ma
in
te d
re a

—105
110 —
r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

41. Equilibrar fracasos y logros

Ed
Para qué:
-Para no quedar “tildado” en situaciones frustrantes.
-Reconocer situaciones honrosas.

DF
-Integrar la actividad de ambos hemisferios, el derecho que procesa
las emociones negativas con el izquierdo que procesa las emociones
positivas.
-Activar el cerebro para cruzar la línea media, ampliar la percepción.

Consigna: rP
-Dividí una hoja en dos partes. A la izquierda, escribí o dibujá una
situación que te avergüenza y a la derecha una situación que te honra,
te “enorgullece”. O la que considerás una buena solución.
s te
-Cuando termines, mirá cada situación en un lado y en el otro.
-Mové los ojos, pasando primero lentamente, luego más rápido de
una situación a otra, acelerando cada vez más hasta que ambos lados
se puedan balancear sin adherirte sólo a lo negativo.
Ma

-También podés extender el brazo y mover la mano, de un lado


a otro, como si dibujaras un ocho acostado. Los ojos deben seguir el
movimiento de las manos. Hacé lo mismo con la mano derecha. Así
se activan ambos hemisferios.
in

Este movimiento que parece un ocho acostado es el símbolo del


infinito. Mientras realizás estos movimientos podés imaginar que abra-
zás los hemisferios para que trabajen unidos. La capacidad de abrazos
entre las células del cerebro es infinita.
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

42. Con alegría me acuesto, con alegría me levanto

Ed
Para qué:
-Desarrollar actitudes mentales positivas.
-Vivir agradecidos y esperanzados.

DF
Consigna:
-Cuando vayas a dormir, tratá de recordar los momentos del día
en que recibiste pequeños gestos que te hayan hecho sentir bien. Puede
ser una mirada benevolente, una sonrisa, una palabra de aliento, un
rP
reconocimiento. Los pensamientos, imágenes, sentimientos con que
nos dormimos permiten un sueño más distendido y despertar de la
misma manera.
-Cada día, al despertar, tratá de conectarte con un pensamiento,
s te
sentimiento positivo, una oración, un salmo que infunda confianza.

La primera actividad con que ocupes la mente perdurará durante


el día. Anselm Grün lo dice con esta metáfora: igual que una piedra
Ma

de molino no cesa de triturar durante todo el día lo que se le echa, sea


trigo o mala hierba, sé tú el primero que arroja el trigo antes de que
el enemigo pueda arrojar mala hierba.
in
te d
re a

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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

43. Como me presento, me tratan

Ed
Para qué:
-Reconocer que la afirmación interna o la inseguridad se reflejan
en la postura y la mirada.

DF
Consigna:
-Cuando vayas al encuentro con alguien, ante todo adoptá una
postura erguida, mirá a la persona a los ojos, con benevolencia, hablá
con claridad sin prepotencia, ni menospreciándote.
rP
La vestimenta es importante, y también la actitud con que te
dirigís al encuentro.
s te
Ma
in
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

44. Creer para querer

Ed
Sin la afectividad nada se comienza;
sin el intelecto nada se realiza.
(Ribot)

DF
Para qué:
-Revisar creencias que impiden la realización de deseos.
-Percibir con mayor claridad la meta que se desee alcanzar.
-Darse cuenta de las posibilidades reales de alcanzarla.
rP
-Facilitar los medios para concretar lo deseado.

Qué:
Las consignas figuran con negrita, entre paréntesis hay un ejemplo
s te
de la vida real.

Primer Paso:
Enuncio el deseo.
Ma

-Pensá en algo que desees profundamente, una meta que desees


alcanzar. ¿Podés enunciarla con claridad con una frase, de tal modo
que refleje tu verdadero sentimiento? Por ejemplo:
(Yo quiero encontrar un trabajo nuevo.)
in

Segundo Paso:
Para qué lo quiero, cuál es el beneficio que persigo.
(Crecer profesionalmente, ganar más dinero.)
te d

Tercer Paso:
A qué tengo que renunciar. ¿Lo acepto?
(A la seguridad que me ofrece el trabajo actual, a la falta de confian-
za en mis propios recursos. ¿Acepto salir de la pasividad y presentarme
re a

a una selección de personal?).

—109
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r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

Cuarto Paso:

Ed
¿Hay factores externos que limitan?
(Competir con quienes puedan tener más capacidad o mayor
experiencia laboral.)

Quinto Paso:

DF
¿Cuáles pueden modificarse y cuáles no?
(Puedo salir de la pasividad, arriesgarme a competir, a probarme
en nuevas situaciones, y no puedo evitar que haya gente más capaz
que otra para un determinado cargo.)

Sexto Paso:
¿Creo que es posible?
rP
(Sí, porque me gusta progresar, innovar.)
s te
Séptimo Paso:
¿Creo que lo merezco?
(Sí, porque me capacito continuamente.)
Ma

Octavo Paso:
Al darme cuenta de cuál es la situación, ¿qué querría hacer?
(Prefiero intentarlo. Desligarme de la creencia de que no voy a
tener suerte, los demás van a poder, yo no.)
in

Noveno Paso:
Podría representar esta situación, tal como quisiera lograrla.
Podría imaginarla y dibujarla a través de una figura concreta o un
te d

símbolo, hacer una escultura, o un collage. Y escribir debajo: “Es


posible para mí progresar profesionalmente, tengo la capacidad,
me lo merezco”.
re a

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r
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De la vergüenza a la autoestima

45. Regalos personalizados

Ed
Son regalos simbólicos, no están limitados por si hay o no en
plaza o por lo económico. Como la imaginación siempre supera a la
realidad, todo es posible.

DF
Para qué:
-Enriquecer la autoimagen a través de la opinión de los demás.

Consigna:
rP
-Todos piensan en un regalo para los miembros del grupo que
destaque la cualidad más relevante de esa persona.
Se lo puede dar verbalmente o por escrito, dando las razones de
dicha elección.
s te
Por ejemplo: “Mariana, te regalaría un micrófono para que los
demás disfruten de la linda voz que tenés”.
“Santiago, te regalaría un espacio en una galería de arte para que
puedas exponer tus obras y muestres tu creatividad”.
Ma
in
te d
re a

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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

46. Recupero mis recursos

Ed
Para qué:
-Tomar conciencia de situaciones y aspectos valiosos en uno
mismo.

DF
-Recuperar recursos y construir posibilidades.
-Descubrir actitudes proactivas.
-Alentar la autoconfianza.

Consigna:
rP
-Ponete en contacto con alguna experiencia en la que te sentiste
plenamente realizado, que resolviste exitosamente a pesar de haber
sentido profunda vergüenza y que te haya costado enfrentarla.
-Describila como si las estuvieras viviendo ahora mismo, utilizando
s te
verbos en presente.
Qué cualidades tuyas se ponen de manifiesto, algún don o talento.

Cuando pienses en alguna situación que te cueste atravesar, que


Ma

no te animás a enfrentar por vergüenza, temor al fracaso, o al juicio


negativo, tené presente aquella experiencia exitosa en la que sí fuiste
capaz de resolver los desafíos que se te presentaban.

No sólo basta con que tengamos recursos, hay que saber que los
in

tenemos.
te d
re a

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De la vergüenza a la autoestima

47. Animate a concretar tus sueños

Ed
Para qué:
-Identificar anhelos, objetivos postergados por vergüenza.
-Facilitar su alcance a través de una visualización positiva.

DF
-Neutralizar los factores que juegan en contra.
-Valorar dones y recursos propios.

Consigna:
-Comenzá por un brainstorming de todo lo que desearías ser,

familia, amigos...
rP
tener, lograr, con respecto a los diversos ámbitos de tu vida: trabajo,

Evitá imponerte límites creados por tus creencias.


……………………………………………………………
s te
……………………………………………………………
……………………………………………………………

Elegí un objetivo entre las aspiraciones que desearías realizar,


Ma

encontrando las razones por las cuales quisieras realmente alcanzarlo.


Formulá tu deseo de manera positiva enunciando lo que quisieras para
vos y no pongas lo que no querés.
……………………………………………………………
……………………………………………………………
in

……………………………………………………………

Imaginá que has alcanzado tu objetivo. Mirá las imágenes, oí


los sonidos, sentí los olores y viví las sensaciones que acompañan su
te d

realización. Cuanto más rica sea la descripción, más fuerza creadora


le dará a tu inconsciente.
……………………………………………………………
……………………………………………………………
re a

……………………………………………………………

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r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen

Identificá si hay en vos alguna resistencia, de modo que una parte

Ed
tuya quiera alcanzarlo y otra quiera otra cosa y debilite tu propósito.
En este caso, ¿cuál es la intención positiva de la parte que se resiste?
¿Qué quiere hacer de bueno por vos?
……………………………………………………………
……………………………………………………………

DF
……………………………………………………………

¿Qué recursos necesitás para alcanzarlo? Dones, talentos persona-


les, relaciones, energía, tiempo disponible, formación…
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………
rP
s te
Recordá un momento en el que hayas logrado muy bien algo,
ya sea en el ámbito familiar, en el trabajo, en el deporte o en el amor.
Cerrá los ojos y creá una imagen muy bella, brillante y clara de
tu logro.
Ma

Colocá esta imagen en tu espacio mental.


Retomá tu objetivo. Imaginá que se produjo un milagro y lo has
alcanzado.
Colocá esta nueva imagen al lado de la anterior, y dale tanta luz,
color y precisión como te sea posible.
……………………………………………………………
in

……………………………………………………………
……………………………………………………………
te d

¿Qué etapas tenés que seguir para alcanzar tu meta? ¿Cuál es tu


primer paso, hoy?
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………
re a

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r
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De la vergüenza a la autoestima

48. Aprecio de vos...

Ed
Para trabajar en grupos de familia, escolar, de amigos, de tra-
bajo.

DF
Para qué:
-Enriquecer la autoimagen a través de la confirmación de los
demás.
-Aumentar la autoestima.

Consigna: rP
-El grupo se reúne en círculo. Uno por vez pasa a ser la figura
central ocupando un lugar destacado.
Cada uno de los integrantes, llamándolo por su nombre y mirán-
s te
dolo a los ojos, le dirá el aspecto que más valore de él.
Por ejemplo: “María, me gusta de vos que sepas escuchar”.
Es importante que cada uno vaya registrando las apreciaciones de
los demás (en la memoria o por escrito).
Ma

Cuando haya recibido el reconocimiento de todos, se elige a otro


miembro, y así sucesivamente hasta que todos puedan pasar por la
experiencia.
Al finalizar, cada uno puede decir cómo se sintió cuando recibió
el reconocimiento de los demás.
in
te d
re a

—115
120 —
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in
te d
re a

—119
124 —
r
i to
Índice

Ed
DF
Introducción …………………………………………………….3
rP
1. Neurociencia de las emociones ...............................................6
s te
Neocórtex (cerebro racional)...................................................6
El sistema límbico (cerebro emocional)...................................7
El cerebro reptil ......................................................................8
2. Sistemas cerebrales de regulación de las emociones ............... 10
Ma

Sistema de amenaza / autoprotección.................................... 10


Sistema de incentivos / búsqueda de recursos ........................ 11
Sistema de calma / satisfacción ............................................. 12
El poder de la imaginación ................................................... 13
3. Vergüenza ............................................................................ 15
in

Qué es la vergüenza y cómo se manifiesta ............................. 15


La vergüenza adopta distintas formas ………………………18
Relación con otras emociones ……..………………………22
Vergüenza y adicciones ……...……………………………..26
te d

El nacimiento de la vergüenza ..…………………………....27


Crianzas generadoras de vergüenza ....................................... 31
Sutiles modos de avergonzar ................................................. 32
La vergüenza en las relaciones actuales: trabajo,
re a

pareja, sociedad y cultura ...................................................... 35

120
r
i to
Valoración positiva …………………………………37

Ed
Sanación de la vergüenza …………………………………38
4. Autoestima ........................................................................... 45
Indicadores de sana autoestima .............................................45
Cómo se manifiesta la baja autoestima .................................. 45

DF
Origen.................................................................................. 47
Qué se necesita para desarrollar la autoestima ...................... 47
Respuesta de los padres a las necesidades de los hijos ............ 50
De qué depende la mayor o menor autoestima ..................... 52
Autoestima e ideales ............................................................. 52
rP
De la autoestima a estimar a los demás ................................. 52
Proceso de individuación ...................................................... 53
5. Propuestas para sanar la vergüenza y desarrollar
s te
la autoestima ........................................................................56
1. Dime qué escondes y te diré cómo te gustaría que te vean 58
2. Dar palabras al dolor ........................................................ 59
3. Diálogo con la vergüenza .................................................. 61
4. Ni humillados ni humilladores ......................................... 63
Ma

5. Pasos para sanar la vergüenza ............................................ 65


6. Me conozco y actúo .......................................................... 66
7. Generalizar versus relativizar y precisar ............................. 67
8. Cuando quieras que algo cambie ...................................... 69
9. Balanza ............................................................................. 71
in

10. Prospectivas .................................................................... 72


11. Dibujá lo que te pasa ...................................................... 73
12. Lo que te sobra revela lo que te falta ............................... 74
te d

13. Cuando los desequilibrios perturban ..............................75


14. Si la vergüenza te achica… .............................................76
15. Piedras de apoyo ............................................................. 77
16. Metáforas ....................................................................... 78
17. Competente sí, perfecto no.............................................79
re a

18. Bueno o malo… según para qué ..................................... 81

121
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19. Del maltrato al buentrato ............................................... 82

Ed
20. Crítica como proyección o con mala intención ............... 83
21. El ojo autoevaluador del sí mismo .................................. 85
22. Manos a la obra ……………………………………….. 86
23. Vergüenza y autocrítica………..………………………..87
24. Vergüenza y decepción………………………...………. 88

DF
25. De la autocrítica a la autocorrección ……………………89
26. Sentir relaja, pensar agota ............................................... 90
27. Meditar .......................................................................... 91
28. Mirar con buenos ojos .................................................... 92

rP
29. Cambio el CD................................................................ 93
30. La fe como camino a la libertad ...................................... 94
31. Modelar a los compasivos …………………………..…..95
32. Construyendo una imagen compasiva ideal …………….96
s te
33. Aprendizaje del rol compasivo ………………………….98
34. Contacto visual ………………………………………...99
35.Puedo calmarme ............................................................ 100
36. Meditaciones ante imágenes ......................................... 101
Ma

37. Recurrí a tu imagen compasiva ..................................... 102


38. Conectándote con el flujo de la naturaleza .................... 103
39. El tesoro escondido ...................................................... 104
40. Escribir una receta curativa ........................................... 105
41. Equilibrar fracasos y logros ........................................... 106
42. Con alegría me acuesto, con alegría me levanto ............ 107
in

43. Como me presento, me tratan ...................................... 108


44. Creer para querer .......................................................... 109
45. Regalos personalizados.................................................. 111
te d

46. Recupero mis recursos .................................................. 112


47. Animate a concretar tus sueños ..................................... 113
48. Aprecio de vos… ......................................................... 115
Bibliografía................................................................................ 116
re a

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