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De la vergüenza a la autoestima
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Recursos para confiar en uno mismo
y afirmarse para actuar
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1. Psicología. 2. Emociones. I. Almoño de Jenichen, Ligia
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La vergüenza se relaciona con el miedo a mostrarnos tal como
somos, por la creencia de que así, con nuestras equivocaciones e im-
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perfecciones, no seríamos aceptados. Carecemos de la confianza básica
de ser dignos de ser amados tal cual somos.
Si bien la vergüenza y el enojo son formas opuestas de reacción
cuando nos sentimos frustrados, tienen la misma raíz. Ambas son
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crítica punzante que en momentos difíciles o de estrés no nos permite
encontrar tranquilidad, calma, seguridad. Y no son sólo sentimientos
sino actitudes, formas de interpretar la experiencia que nos llevan a
actuar en consecuencia.
La vergüenza disfuncional es un indicador de baja autoestima,
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porque implica desamor a nosotros mismos: pensamos que somos
indignos, que no somos como los demás y tampoco originales. Si bien
este déficit en la autoestima deriva de mensajes negativos recibidos
de nuestros padres y de otras personas significativas, que nos llevan a
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percibir que nuestros sentimientos, necesidades y nuestro sí mismo
auténtico no son aceptables, no se trata únicamente de observar las he-
ridas y seguir culpando, reprochando y reclamando a nuestros padres,
a nuestra historia, sino de asumir la responsabilidad de nuestra vida.
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En este texto nos vamos a abocar a la vergüenza disfuncional,
relacionada con los sentimientos de inferioridad y baja autoestima.
Cuando somos muy críticos con nosotros mismos vivimos ame-
nazados, externamente en relación con el juicio de los otros e interna-
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que no nos gusta de nosotros, cómo nos tratamos, ¿en forma agresiva
o compasiva? ¿Con autocrítica condenatoria o con actitud amorosa?
La autoestima se regula y fortalece si restablecemos la cohesión
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interna, si integramos todos nuestros aspectos, aun los que nos aver-
güenzan. No se trata de erradicar la vergüenza, de combatirla, sino de
tomarla como mensajera, reconocer su buena intención descubriendo
de qué nos quiere proteger. Si nos conectamos con nuestra verdadera
esencia, reforzamos los recursos propios, nos respetamos y aceptamos
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Lo que pensamos, imaginamos y sentimos influye sobre el or-
ganismo y el sistema inmunológico. Según experimentemos amor
y compasión, o miedo, resentimiento y vergüenza, estimulamos
sistemas cerebrales relacionados con la calma y el bienestar o con la
intranquilidad.
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Es posible activar zonas cerebrales que contienen redes neurales
vinculadas con la empatía, el amor y una mayor conexión entre pen-
samientos y sentimientos.
Si aprendemos a relacionarnos con nosotros mismos con amabili-
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dad y cuidado y, cuando tenemos dificultades, nos enviamos mensajes
de ayuda, en lugar de criticarnos, estimularemos aquellas partes del
cerebro que responden con amabilidad.
Todos tenemos en nuestra esencia una fuente de energía amorosa.
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El arte consiste en conectarnos con ella y poder tomarla. Está en nues-
tras manos poner en funcionamiento esta capacidad y acceder a espacios
más profundos de nuestro ser, en el cual todos estamos entrelazados,
creados, hijos de un mismo Dios y hermanos con toda la humanidad.
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Neurociencia de las emociones 1
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Tomamos de Richard Davidson, uno de los principales inves-
tigadores actuales del nuevo campo de la neurociencia afectiva, el
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fundamento neurológico de las emociones.
Cualquier conducta compleja, como la emoción, no se asienta en
una sola región cerebral sino en la interacción y conjunción orquestada
de todos los circuitos del cerebro.
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emociones negativas.
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jos, como la capacidad de pensar de forma abstracta y más allá de la
inmediatez del momento, la flexibilidad mental, la planificación, el
lenguaje, la imaginación, la creatividad.
También tienen funciones ejecutivas, toman información de las
demás estructuras y las coordinan para actuar en forma conjunta, tomar
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decisiones y dirigir nuestra conducta hacia un fin.
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Es un complejo conjunto de estructuras que se halla por encima y
alrededor del tálamo, y justo bajo la corteza. Incluye el hipotálamo, el
hipocampo, la amígdala y muchas otras áreas cercanas. Es el principal
responsable de nuestra vida emocional, y es donde procesamos las
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diferentes emociones: alegría, tristeza, enojo, vergüenza…
El hipotálamo está relacionado principalmente con la homeosta-
sis. Interviene en la regulación del hambre, la sed, la respuesta al dolor,
los niveles de placer, la satisfacción sexual, la ira y el comportamiento
agresivo... También regula el funcionamiento de los sistemas nerviosos
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información sobre el contexto y nos ayuda a dar una respuesta emo-
cional adaptada a él. Muchas veces las emociones no son apropiadas
a la situación: por ejemplo, si bien resulta adecuado experimentar
miedo ante una amenaza a nuestra supervivencia, no lo es la respuesta
de la persona fóbica que experimenta miedo en contextos en los que
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no existe ninguna amenaza real. Esto está muy ligado a la memoria.
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funcionan en oposición una a la otra. La primera es el sistema nervioso
simpático, que comienza en la médula espinal y viaja hacia una gran
variedad de áreas del cuerpo. Su función es preparar el cuerpo para
actividades asociadas con la huida o lucha. La otra parte, el sistema
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nervioso parasimpático tiene sus raíces en el tronco cerebral y en la
médula espinal de la espalda baja. Su función es regresar al cuerpo de la
situación de emergencia a la que lo llevó el sistema nervioso simpático.
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El cerebro reptil
La zona más primitiva, la que compartimos con los animales, se
encarga de los instintos básicos de supervivencia: la búsqueda de co-
mida, el deseo sexual y la defensa del territorio frente a las amenazas.
Dispara reacciones instantáneas, casi reflejas.
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lajadamente el lindo día de sol. El cerebro racional nos puede ayudar a
discernir cuándo la amenaza es real o si nuestra respuesta es desmedida
por haber desencadenado un temor irracional e infundado.
Los lóbulos frontales, la amígdala y el hipocampo están muy
relacionados con el resto del cuerpo, en particular con el sistema
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inmunológico, el sistema endocrino (que controla el funcionamiento
hormonal) y el sistema nervioso autónomo (que regula la tasa cardíaca,
la presión sanguínea, etcétera).
De esta manera, si los circuitos cerebrales trabajan en forma or-
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denada o disfuncional, ello va a tener influencia sobre la secreción de
hormonas, la inmunidad y la salud de nuestro organismo.
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Sistemas cerebrales 2
de regulación de emociones
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Paul Gilbert, profesor de la Universidad de Derby, dirige la Com-
passionated Mind Foundation con el objeto de estudiar científicamente
el tema de la compasión y cómo influye en los circuitos cerebrales.
Afirma que nuestro cerebro contiene tres tipos de sistemas interac-
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tivos que regulan las emociones. Cada uno tiene diferentes funciones,
y también trabajan juntos, balanceados unos con otros.
Ellos son:
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es importante para nosotros, especialmente los peligros y las amenazas.
La hormona del estrés, cortisol, segregada por las glándulas suprarre-
nales, también juega un rol importante en nuestra sensibilidad frente
a las amenazas y cómo las experimentamos, en especial la ansiedad.
Así, la aparición de un estímulo estresante en el entorno provoca la
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liberación de cortisol.
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La función de este sistema es despertar sentimientos positivos
que nos guíen, motiven y alienten a encontrar los recursos necesarios
para prosperar, satisfacer los deseos y alcanzar nuestras metas. Si ga-
namos una competencia, aprobamos un examen o nos enamoramos,
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probablemente experimentemos sentimientos de placer y euforia. En
estos casos producimos una hormona llamada dopamina que genera
naturalmente energía y sentimientos positivos.
Ante estímulos muy intensos, la sobreexcitación desbalancea el
sistema y tal vez no podemos dormir ni parar nuestros pensamientos.
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Nos habilita para lograr calma, quietud y la paz que ayuda a
restaurar el equilibrio. Cuando no tenemos que defendernos contra
amenazas y problemas, ni esforzarnos por lo que necesitamos, porque
tenemos suficiente, estamos satisfechos. Significa estar feliz con las
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cosas como van y con lo que sentimos. No deseamos nada. Es una paz
interior que no tiene que ver con la alegría, la excitación o el éxito. Es
el estado que se logra en la meditación.
Los sentimientos de calma y seguridad parecen trabajar a través de
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las redes cerebrales en forma similar a los que producen sentimientos de
paz. Ciertas sustancias del cerebro llamadas endorfinas son importantes
para la paz, la calma y la sensación de bienestar. La hormona oxitocina,
junto con las endorfinas, está relacionada con nuestros sentimientos
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de seguridad afectiva.
Investigaciones recientes hechas sobre la oxitocina sugieren que
esta hormona se encuentra en la base de dos pilares emocionales: la
capacidad de sentir empatía, ser amables, y la posibilidad de tener
confianza. Actúa también como neurotransmisor, lo que permite la
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ciones respiratorias.
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tigación de la Universidad de Michigan, se concluyó que realizar tra-
bajos de voluntariado con regularidad e interactuar con los demás con
benevolencia aumentaba las expectativas de vida y la vitalidad general.
El poder de la imaginación
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Vivimos en dos mundos diferentes aunque relacionados entre sí:
el de la experiencia directa y el de la imaginación. La imaginación nos
permite crear en nuestra mente.
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En el lóbulo parietal se unifican las representaciones procedentes de
todos los sentidos, como la visión, la audición y el tacto, y desempeña
un papel fundamental en las representaciones mentales.
Los pensamientos, imaginación y memoria tienen efectos podero-
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sos sobre los sistemas de nuestro cerebro y pueden activarlos.
Si cerramos los ojos e imaginamos un delicioso manjar frente a
nosotros, la imagen que creamos deliberadamente en nuestra mente
puede mandar mensajes a la misma parte del cerebro como si realmente
lo tuviéramos delante. El cerebro envía mensajes al cuerpo, que em-
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conflictos, y también a desarrollar relaciones armónicas con los demás.
Hay dos caminos que se retroalimentan: la imaginación, los
pensamientos y las reflexiones pueden estimular sistemas de nuestro
cerebro, y los sistemas de regulación de emociones pueden dirigir
nuestros pensamientos e imaginación.
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El cerebro es complejo: si se activa el sistema de amenazas, se
reduce la compasión, y cuanto más autocríticos somos, más difícil
nos resulta calmarnos.
Nuestra propuesta es aprender a desarrollar los estados mentales
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positivos y disminuir los negativos, pasar de la autocrítica a la auto-
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Vergüenza 3
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Qué es la vergüenza y cómo se manifiesta
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mos conformes con nosotros mismos, con nuestra realidad, y tenemos
una sana autoestima, nos avergonzaremos menos que quien está insegu-
ro, insatisfecho, con aspiraciones desproporcionadas a sus posibilidades
de logro y necesita la aprobación de los demás para sentirse valioso.
La vergüenza es una emoción que nos perturba intensamente por
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la sensación de menoscabo e indignidad. Afecta nuestra identidad, la
idea que tenemos de nosotros mismos y la capacidad de enfrentarnos
a las situaciones. Y aparece cuando tomamos conciencia de nuestra
vulnerabilidad en presencia de los otros.
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Kaufman describe la vergüenza como “la emoción de la inferiori-
dad”. Es una experiencia abrumadora, desorganizante, nos hace sentir
fragmentados, con falta de cohesión interna, por eso es tan dolorosa.
Deriva de un sentimiento de no aceptación, y ésta es una de las
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necesidades más primarias del ser humano, pertenecer, ser parte del
sistema y a la vez ser aceptado con la propia originalidad.
Así, podemos definir la vergüenza como un sentimiento de rechazo
y condena hacia nosotros mismos, a través de nuestros propios ojos
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relacionan con el ideal del yo. Cualquier ideal desmedido que uno se
imponga tiene la vergüenza como posibilidad permanente si está muy
lejos de las posibilidades reales de alcanzarlo. Tanto que podríamos
decir: “Dime qué te avergüenza y te diré cuál es tu ideal”.
Hay refranes o sentencias que avalan la creencia de que es mejor
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ocultar las limitaciones: “Vuelen con sus puntos fuertes y aprendan a
esconder sus debilidades”; “Si hay miseria, que no se note”, etc. Y así,
todos intentamos mostrar nuestros aspectos más valorados y esconder
los rechazados, nuestras debilidades.
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La vergüenza también es un síntoma invalidante, porque callar,
mantenernos en secreto, nos aísla, nos lleva a la soledad, nos impide
establecer relaciones íntimas. Y esta imposibilidad de compartir y
descargar se transforma en inhibición intelectual, emocional y de
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relación con los otros.
Cuando lo indecible se instala, nos replegamos para evitar el riesgo
de revivir heridas y de mostrar un mayor derrumbe ante los demás.
A veces sentimos vergüenza por haber tenido vergüenza, y esto se
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sino burla, por ejemplo, cuando decimos una broma fuera de lugar.
La mezcla de deseo y retención la manifestamos a través de la
piel, el órgano más expuesto, en forma de sonrojo y ardor, en lugar
de la cálida sensación corporal de bienestar ante el reconocimiento y
el afecto deseados.
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Como se dice “lo que se evita, invita”, en el preciso momento en
que queremos tapar lo que nos avergüenza para que no se note, eso
irrumpe inconscientemente a través del cuerpo.
Otra reacción física es interrumpir el contacto visual: bajamos la
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vista, no podemos mirar a los ojos, nos cubrimos la cara con las manos,
encogemos el cuerpo, con deseos de escondernos a través de la ropa
para pasar inadvertidos, con deseos de desaparecer, sentimos que el
corazón late aceleradamente, vacío en el estómago. Sin poder reír y
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con dificultad para explicarnos, nos sentimos inhibidos, perdemos el
control de nuestro cuerpo.
Cuando estamos desanimados, desvitalizados o con una percep-
ción negativa de nosotros mismos, tenemos menos energía disponible.
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pensar. Es una actitud consciente que elegimos reservar para los ínti-
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mos. No es una manera de ser, sino una actitud ocasional.
La vergüenza “existencial” es la sensación central de que nuestros
defectos nos hacen inaceptables, poco valiosos. Deriva de experiencias
tempranas de la infancia o la adolescencia, cuando en lugar de sentir-
nos aceptados y respetados vivenciamos el juicio severo de los otros en
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relación con determinadas cualidades, sentimientos o comportamientos
considerados inaceptables.
Esto, que proviene de afuera, luego es internalizado y somos no-
sotros los agentes activos en el proceso generador de vergüenza: nos
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criticamos y despreciamos por ideas, creencias distorsionadas sobre
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cursi”, “soy maleducada”, “qué torpe soy”, en lugar de “en esta ocasión
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me comporté de manera inadecuada, maleducada, con torpeza”.
Hacer algo mal no es ser completamente “malo”. La solución es
desidentificarnos: “Eso me ocurre, no soy eso”.
Vergüenza ajena. Hay vergüenzas que no tienen que ver con nues-
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tra propia persona, son externas. A veces nos avergonzamos cuando nos
hacemos cargo del papel ridículo al que se ven expuestos otros tal vez
sin darse cuenta. Es como creernos habitados por sentimientos ajenos.
Nos identificamos con quien está haciendo el papelón. Por ejemplo,
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cuando alguien con la intención de destacarse cuenta un chiste con
tan poca gracia que nadie se ríe, e insiste en contar otro. Poniéndonos
en su lugar asumimos su vergüenza, nos avergonzamos por él.
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A los grupos de pertenencia. Es la que no tiene que ver con la
propia persona sino con la identidad de los grupos de pertenencia no
aceptados: clase social, etnia, familia, hijos biológicos y adoptados,
instituciones, el propio país.
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ocultar partes del cuerpo y los hombres los sentimientos, “las lágrimas”.
En la actualidad, con la liberación sexual parecería más fácil
desnudar el cuerpo que desnudar el corazón, abrirnos y compartir
auténticamente lo que somos en una comunicación profunda.
Cuando Adán y Eva son expulsados del paraíso descubren su des-
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nudez y sienten deseo de esconderla. El término griego para designar
los genitales, “aidoia”, contiene una alusión a la vergüenza, “aidós”,
significa “partes vergonzosas”. El pudor también es el malestar que
uno siente cuando es descubierto en la intimidad, la impotencia o las
insatisfacciones.
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“En un primer momento al niño le gusta exhibir su desnudez, en
la exaltación de su narcisismo triunfante, hasta el momento en que
una mirada le da a entender que es ‘sucio’, o por lo menos impúdico,
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mostrarse así. Cuando está desnudo delante del otro, aprende el pudor.
También se despierta su curiosidad sexual. Las ganas de comprender
los misterios de la procreación y el amor se vuelven imperiosas. Aquí
descubrirá igualmente el pudor, la desnudez y a veces la vergüenza de
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to: “La desvergüenza implica desprecio y desdén ya que sólo ante los
que desdeñamos mucho no sentimos vergüenza. La vergüenza es un
cierto pesar y turbación relativos a aquellos vicios presentes, pasados
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los medios, que no asumen ninguna responsabilidad del mal que
ocasionan a los demás.
También hay personas que no pueden sentir vergüenza por da-
ños cerebrales. Antonio Damasio, especialista en neurobiología de las
emociones, cita pacientes con lesiones en la parte inferior e interna del
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lóbulo frontal que tienen discapacidad para sentir vergüenza.
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Lazarus incluye la vergüenza dentro del grupo de “emociones exis-
tenciales”, junto a la ansiedad-miedo y la culpa, porque las amenazas en
las que se basan tienen que ver con significados e ideas sobre quiénes
somos, nuestro lugar en el mundo, la vida y la muerte, y la calidad de
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nuestra existencia. Lo que específicamente se ve amenazado difiere en
cada una de estas emociones. En la ansiedad-miedo, el significado
se centra en nuestra seguridad personal, mientras que la culpa se
refiere a las infracciones morales, cuando tenemos conciencia de
que hemos actuado mal. La vergüenza trata de nuestro fracaso en vivir
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de alcanzar metas que nos hemos propuesto, incompetentes, poco
atractivos.
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nosotros mismos por no habernos animados a mostrarnos, por no ser
fieles a nuestra identidad. Muchas veces es más fácil expresar enojo
que reconocer que sentimos vergüenza, porque sentirla nos disminuye,
nos vuelve indefensos, pasivos y el enojo, al ser una defensa activa,
nos da fuerza.
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Con la culpa: con frecuencia se las confunde utilizándolas como
sinónimos, pero en realidad tienen significados diferentes. Aunque a
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veces se pueden sentir juntas, conviene diferenciarlas.
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Vergüenza Culpa
1. Se relaciona con quien creemos que somos, 1. Está relacionada con algo que hicimos; nos senti-
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inadecuados, ante la mirada propia y de los otros. mos mal porque actuamos mal. Apunta a una falla
Apunta a poder ser, tiene que ver con la persona. en el hacer, tiene que ver con acciones específicas.
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2. Incluye la totalidad de nuestra persona. 2. Se refiere a situaciones específicas.
3. Creemos que hay algo intrínsecamente malo en 3. Pensamos que hicimos algo malo y merecemos
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nosotros. un castigo.
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4. Nos preocupan nuestras deficiencias. 4. Nos preocupan nuestras transgresiones.
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5. Nos sentimos incompetentes, incapaces de al- 5. Nos sentimos mal por haber lastimado a otros.
canzar metas que nos hemos propuesto.
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6. Tememos ser abandonados: nadie nos va a querer 6. Tememos ser castigados: merecemos pagar por
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con tantos defectos. haber hecho algo malo.
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7. Es un sentimiento físico, ocurre en el cuerpo. 7. Sucede en la mente.
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Nos lleva a ruborizarnos, retraernos, escondernos. Los pensamientos autoacusadores nos llevan a ex-
cusarnos, a reparar o pagar por haber obrado mal,
por perjudicar a otros.
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8. Alude al fracaso de los ideales personales de 8. Alude a la moral, a la conciencia.
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perfección al no encontrarnos a la altura de las
exigencias del ideal.
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9. Surge de experiencias tempranas del desarrollo. 9. Surge en etapas posteriores, a partir de la capa-
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cidad de autoconciencia de transgredir normas.
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10. Se vivencia en forma pasiva. Quien la siente 10. Se vivencia en forma activa, incita a hacer algo.
calla y esconde.
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11. La aceptación de sí mismo sana la vergüenza. 11. Reconocer la falta, disculparse y sentirse per-
donado repara la culpa.
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Humillar a alguien es exponerlo a la vergüenza, y avergonzar a alguien
es, en la mayoría de los casos, humillarlo (Morrison).
La relación entre humillación-vergüenza se ve con claridad en lo
hoy llamado “bullying”: niños que padecen humillación, burlas y malos
tratos por sus compañeros.
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La humillación es una forma de ejercer poder, de manipular, a
veces “sutilmente”, que puede ir desde avergonzar hasta las formas más
crueles de violencia.
Cuando es utilizada con fines correctivos, puede llegar a ser peor
el remedio que la enfermedad.
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Con la envidia, que es el malestar que sentimos cuando alguien
tiene algo que queremos para nosotros mismos y nos damos cuenta de
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que nos falta, nos sentimos insatisfechos, frustrados. Al experimentarla
nos vivenciamos inferiores y, para colmo, malos, ya que sentimos tris-
teza y rabia por lo que los demás tienen y nosotros no. Lo que posee
en común con la vergüenza es que ambas cumplen un profundo rol
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instrumentales.
Vergüenza y adicciones
El desamor, la desvalorización hacia nosotros mismos nos hace
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vez ponernos máscaras para disimular nuestras frágiles identidades,
demasiado avergonzados para revelar nuestro verdadero ser.
Es tan intolerable la sensación de vergüenza que tratamos de ocul-
tarla con falsos recursos, los que en lugar de solucionar el conflicto lo
tapan. ¿Y de qué manera podemos taparla? Hay sustancias y conductas
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compulsivas que pueden atraparnos.
El alcohol en el “preboliche de los adolescentes para desinhibirse”.
Los energizantes, las drogas para sentirnos todopoderosos. Los desór-
denes alimentarios, las compras compulsivas, el perfeccionismo y el
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trabajo desmedido, por mencionar algunos.
Adicción, de a-dicto, tiene que ver con lo no dicho, con el ocul-
tamiento.
La vergüenza está en la raíz de las adicciones.
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El nacimiento de la vergüenza
La vergüenza tiene diferentes fuentes. Hay investigaciones que
destacan un origen biológico, genético, mayor predisposición y sen-
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“Mirá, aquí estoy, mirá qué lindo soy”. Y la madre o quien cumpla la
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sonrisa, palabras serenas, ante el llanto o señal de angustia lo calmará apo-
yándolo suavemente contra su propio cuerpo. Al deleitarse por lo que es
y por cómo es, le provee los rudimentos de la experiencia del sí-mismo.
Cuando la mamá, jugando con su hijo, sigue el ritmo e intensidad de
los movimientos del bebé, se pone a tono con lo que él está expresando.
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A esta experiencia Stern la llama “diálogo corporal”. Podríamos decir,
utilizando una metáfora musical, que la mamá afina su respuesta con
el tono del bebé, y ambos darían la misma nota aunque con distintos
instrumentos.
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Disfrutar del cuidado del niño con calma no es lo mismo que
con apuro para terminar cuanto antes. Él percibe lo mullido o lo
rígido del cuerpo del adulto, las palabras que acompañan lo que
hace, el tono de voz y los sentimientos que transmite al manipular
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su cuerpo. Así irá vivenciando lo agradable que es compartir, se
sentirá importante, a través de la ternura y firmeza en los cuidados.
La capacidad para responder con empatía a lo que Kohut llama “el
exhibicionismo del niño” es tan esencial como la satisfacción de las
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y expectativas.
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la virtud de la esperanza, de un mundo prometedor de cosas buenas
por sobre lo amenazante.
Si, por el contrario, las necesidades de amor y cuidado, de acep-
tación del bebé tal como es en su singularidad, no se ven satisfechas,
éste se volverá desconfiado y se refugiará dentro de sí mismo, evitando
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toda relación.
Siguiendo a Eric Erikson, la esperanza, primera y más elemental
fuerza humana, surge como resultado de la victoria de la confianza
básica sobre la desconfianza.
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Otros autores también coinciden en la importancia de las interac-
ciones primarias en la seguridad afectiva y la denominan de distinta
manera, aunque aluden al mismo concepto: sostén (Winnicott, 1992),
confortamiento (Harlow, 1959), reverie (Bion, 1974), apego (Bowlby,
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1972) o empatía responsiva (Kohut, 1957, 1977). Son fundantes de la
autoestima realista. Si un niño logró una conexión segura con sus padres
y siente que estarán disponibles cuando los necesite, paulatinamente
buscará ganar independencia, autonomía, individuación y tratará de
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diferencia entre lo que está bien y lo que está mal; cuando le pega a otro
niño o se hace encima..., y lo reprenden, empieza a sentir vergüenza.
A esta edad trata de conquistar su autonomía, va tomando conciencia
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esfínteres, anhela explorar el espacio, hacer las cosas por él mismo,
necesita que le afirmen su valor como un ser autónomo.
También manifiesta deseo de independencia en su dominio de los
objetos, empujando, transportando, desarmando y armando juguetes,
y en las relaciones sociales: aprende a hablar, comienza a desobedecer
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indicaciones de los padres y se niega a que lo ayuden.
Se produce un conflicto de voluntades, y el adulto es quien debe
ejercerla cuando el niño intenta hacer algo inconveniente. Saber que
alguien más fuerte lo va cuidar le da seguridad si las correcciones y
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limitaciones no son públicas ni humillantes.
Si no es alentado en esta independencia, se llenará de vergüenza
por sentirse imperfecto, inadecuado, y tendrá dudas sobre su capaci-
dad. En estas condiciones no confiará en sí mismo, se volverá inseguro
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buscando siempre una guía externa.
En esta etapa se encuentra ante un dilema: complacer a sus padres
que son mucho más grandes, saben más, tienen más poder y de ellos
depende, o afirmarse como una persona separada, experimentar, como
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que los padres se alegren por ello y alienten la iniciativa en sus juegos.
También es importante que tengan firmeza para decir “no” en lo ne-
cesario. Es difícil encontrar el grado apropiado de firmeza y tolerancia.
Cuando las experiencias de “ser como soy y hacer las cosas a mi manera”
satisfacen a los padres, el niño se alegra, se siente importante, puede desarro-
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negativo, la sobreprotección que coarta la libertad de ser, de explorar, se
siente menospreciado a los ojos de los padres. Y en lugar de afirmarse,
se avergüenza.
La vergüenza se da cuando no ha podido apoyarse en sus padres
para afirmar su autonomía. El amor incondicional y la protección le
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otorgan seguridad, confianza, y lo autorizan a ser como es.
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Todos los padres son valiosos por el solo hecho de coparticipar
en la creación y transmitir la vida. Sin ellos no existiríamos, merecen
nuestra honra, nuestro reconocimiento hacia sus buenas intenciones en
hacer lo mejor al educar. No siempre logran los resultados esperados,
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no hay padres perfectos. Muchas veces tienen conductas “avergonza-
doras”, provienen de familias con vergüenza, no conocen otro modo
de ser padres o tal vez no se dan cuenta del daño que hacen con sus
humillaciones.
No es nuestra intención criticarlos, sí referirnos a las conductas
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1. Juzgar negativamente a la persona, en lugar de sus acciones,
rebajar el sentido de sí, humillando:
“Sos mala, así nadie te va querer”
(Luego puedo decirme: “Así como soy no soy querible”)
DF
2. Generalizar una forma de ser o de hacer:
“Siempre la misma desordenada, así nunca vas a lograr nada”
(O sea: “No tengo solución”)
rP
3. Hacer públicos los defectos y las faltas:
“Qué vergüenza, miren lo que hizo...”
(“Mejor me escondo”)
s te
4. Valorar la imagen en oposición al verdadero ser, impresionar
como la familia perfecta, sin conflictos. Se dicen frases como:
“No sólo hay que ser, también hay que parecer”, “La ropa sucia
Ma
se lava en casa”
(“Yo siempre tengo que estar impecable, no sea que digan que
mi mamá no es una buena madre”)
—32
36 —
r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen
Ed
le define después:
“Es muy divertido, no te podés aburrir con tus abuelos, ellos
te quieren tanto”
(“Entonces no me tengo que aburrir porque los quiero. Luego
soy una mala nieta, porque me aburro”)
DF
8. Sobreproteger, limitar la capacidad exploratoria, subestimar
los recursos personales, sobredimensionando posibles:
“Cuidado, el mundo es peligroso, solo no vas a poder”
rP
(“Entonces no me puedo cuidar solo, necesito depender de un
cuidador externo”)
puedo”)
33—
— 37
r
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
genera falta de confianza, desesperanza.
En general se relaciona con una educación rigurosa y con restric-
ciones para expresarnos y mostrarnos con libertad.
De estas experiencias externas nace lo que Norberto Levy llama
el “avergonzador interno”; los sentimientos de vergüenza pasan a ser
DF
intrapsíquicos.
Y ya no son los otros quienes nos hacen avergonzar: nosotros
mismos nos decimos en forma automática mensajes avergonzantes:
“Lo que digo no es importante”, “a quién le va interesar”, “total nadie
rP
va a mirarme”. Estos pensamientos no se cuestionan porque parten de
la fuerte creencia de que son verdaderos.
Son debilitadores y nos limitan la acción, no esperamos ser com-
petentes, no nos creemos capaces de ser lo suficientemente buenos
s te
como para hacer las cosas bien. Por temor al fracaso y para evitar la
humillación, nos exigimos un perfeccionismo que también nos lleva
a postergar y evitar lo que podríamos hacer.
Ma
Por ejemplo:
—34
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r
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Gladys Brites de Vila y Ligia Almoño de Jenichen
Ed
conducta producirá resultados esperados.
En otras palabras, la expectativa de eficacia es confiar en que vamos
a poder hacer lo necesario para lograr un resultado.
DF
su libro Mi cuerpo y yo, dice que la imagen que tenemos de nosotros
mismos es afectiva, no real, según ideales de cada época y su cultura.
No nos percibimos tal como somos, sino tal cual fuimos amados, “bien
o mal vistos”, según la apreciación de nuestras figuras significativas,
rP
padres en principio y pareja luego. Las burlas de la infancia a veces
marcan de por vida.
35—
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r
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De la vergüenza a la autoestima
natural, el trato no tiene por qué ser denigrante, sino asegurar el respeto
Ed
y la dignidad de cada uno como distinto.
Esto también se puede dar en las relaciones de pareja cuando no
son “parejas”, y uno de ellos siente que es mejor a nivel moral, social,
cultural o económico, y resalta las diferencias disminuyendo a su pareja.
El machismo y el feminismo también son formas de acentuar la
DF
superioridad de unos sobre otros. Cada sexo tiene formas propias de
subestimar: los hombres callan o actúan, y suelen ser de acciones más
directas verbales y físicas.
Las mujeres hablan más, quieren que se les dé la razón, tienen
rP
sutiles formas de debilitar con mensajes no verbales: gestos, miradas,
indiferencia, poner los hijos en contra.
La solución es que cada uno reconozca su parte de responsabilidad,
en lugar de defenderse humillando.
s te
Cuando nos aferramos a ofensas para seguir acusando a quienes
nos hicieron mal, rechazamos la vida.
La vergüenza es un sentimiento que debilita, empequeñece, y quien
se siente así a veces tiende a buscar relaciones dominantes, repitiendo la
Ma
Cuanto más han sufrido, más frágiles están y más devaluaciones esperan
—36
40 —
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Ed
También hay quienes se vuelven “adictos” a la vergüenza, manifies-
tan una incontrolable necesidad de sufrir, de estar tristes, avergonzados,
de sentirse víctimas por todo y de todo. Es como si gozaran de esa
sensación. Lo peligroso es que el adicto se va convenciendo a sí mismo
de que no vale y de que el sufrimiento es su única forma de vivir.
DF
Una sociedad menos generadora de vergüenza es aquella en la
que las personas se tratan con respeto, que acepta las diferencias sin
basarse en comparaciones.
rP
Cuando los que mandan pierden la vergüenza,
los que obedecen pierden el respeto.
Georg Christoph Lichtenberg
s te
Valoración positiva
¿Qué puede tener de bueno sentir vergüenza?
Reconocer y acrecentar la buena vergüenza tiene sus beneficios.
Igual que otros sentimientos como el enojo, la tristeza, el miedo, indica
Ma
que nos evita transgredir las normas sociales y los códigos internos. Sin
excluir lo que estamos sintiendo, nos adecuamos a las circunstancias.
Permite tomar conciencia de nuestros propios límites y del de
te d
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— 41
r
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
o intentar cambiar cosas que no son posibles.
Reconocer lo que hicimos mal mitiga “el castigo”, porque lo que
más enoja y mueve a la venganza es cuando alguien actúa mal, trans-
grede una norma y no lo reconoce ni se hace cargo.
La vergüenza positiva es moderada y temporal, nos muestra lo
DF
que hicimos “mal” y puede ser una guía para rectificarnos, corregir,
prepararnos para actuar.
rP
consideraba que en el corazón del hombre hay cuatro tendencias naturales
que lo inclinan al buen camino: la compasión, el respeto, la distinción
entre bueno y malo y la vergüenza. La suma de los cuatro, adecuadamente
cultivada, era lo que daba lugar a la rectitud y a la sabiduría.
s te
Sanación de la vergüenza
Las situaciones traumáticas que nos avergüenzan tienen cura, no
son sentencias de por vida, condenas perpetuas: todos tenemos capaci-
Ma
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Ed
a los padecimientos propios y ajenos, comprendernos y comprender a
los demás. La verdadera compasión no es sólo una respuesta emocio-
nal ni un puro pensamiento, sino un compromiso firme basado en la
voluntad de hacer algo por aliviar.
El desarrollo de la compasión y el altruismo tiene un efecto posi-
DF
tivo sobre nuestra salud física y emocional. Proporciona una sensación
de entusiasmo asociado con la actividad, un incremento de energía y
autoestima. La interacción emocionalmente nutritiva y la serenidad
del que ayuda alivian las perturbaciones derivadas del estrés.
rP
Hay varios niveles de compasión: la que sentimos de los demás
hacia nosotros, la que tenemos hacia los demás y la compasión hacia
nosotros mismos.
Los términos amor y compasión no sólo se refieren a los demás
s te
sino que también se aplican a uno mismo. Aristóteles, en su Ética
a Nicómaco, dice que el amor propio no siempre es egoísta sino que
también supone respetarse a sí mismo.
Movilizar fortalezas y recursos saludables como el autorrespeto y
Ma
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Ed
mino para el futuro es aceptar lo que fue, dejar de reclamar lo que no
pudieron darnos, honrar la vida y todo lo que nos dieron a pesar de que
no fue perfecto. Todos fuimos heridos porque nadie tiene la capacidad
de darnos todo lo que anhelamos. Perdonar significa estar dispuestos a
disculpar a los otros por no ser Dios, por no poder ofrecernos lo que
DF
sólo Él puede darnos.
rP
demos de nosotros mismos. Más que seguir quejándonos, se trata de
asumir la responsabilidad por el niño herido en nosotros.
Y atravesando nuestras heridas descubriremos nuestro auténtico
núcleo interior, nuestra verdadera esencia, nuestro ser original, tal
s te
como Dios nos pensó. Así podremos desplegarnos en plenitud, florecer
y desarrollar las propias fortalezas.
De la vergüenza necesitamos ser liberados a través de la curación
de nuestras heridas.
Ma
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44 —
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Ed
independizarnos de la opinión de los demás, de su confirmación o
aprobación, y estar en contacto con nosotros mismos, con nuestra
auténtica sabiduría interior.
La curación interior toma tiempo, así como la vergüenza estuvo
por años actuando negativamente, requiere paciencia aceptar nuestra
DF
verdadera identidad, confiar y recibir el amor sanador que nos hace
crecer.
La familia, la escuela, los ámbitos laborales, la sociedad en general,
todos tenemos la responsabilidad de hacer algo con los avergonzados,
rP
como evitar comparaciones, exclusiones aceptando las diferencias para
que no se arraiguen sentimientos que alteran la identidad.
Sanar la vergüenza comprende distintos momentos:
s te
autoobservación aumenta nuestra conciencia, nos permite
reconocer lo que estamos sintiendo y aceptar como propios aspectos
de nosotros mismos, sin rechazarlos.
Así, integramos sentimientos, necesidades y deseos ligados a la
Ma
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
un fracasado!”
A Juan le recuerda un acontecimiento del pasado siendo muy
chico, cuando se avergonzó por fracasar en un evento deportivo.
DF
de ella.
Compartir con alguna persona significativa que, contrariamente
a lo que pensamos de nosotros mismos, nos muestre que por lo que
somos o hacemos no somos despreciables ni los únicos en sentirnos así.
rP
La experiencia de ser escuchados y aceptados a pesar de nuestros
sentimientos de no ser valiosos nos reconforta y afirma.
. Hacer algo
s te
vergonzoso no quiere decir ser una vergüenza. Acallar al crítico interior,
esa vergonzosa voz interior que a menudo viene de discursos paternos
interiorizados, consecuencia de lo que oímos cuando niños. “No fun-
cionará”, “no es suficiente”, “así nadie te va a querer”.
Ma
Hay que rever esas creencias que nos llevan a sentirnos así, desterre-
mos los pensamientos ilógicos que conducen a tener una visión catas-
trófica, a ver la realidad de un modo terrible e insuperable, a generalizar,
sobredimensionar una característica o hecho negativo. Los comporta-
mientos de los que nos lamentamos pueden ser reconocidos como errores,
sin amenazar nuestra valía en su totalidad. Esto reestructura la sensación
in
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Ed
nuestras necesidades primarias de pertenencia y conexión.
Ésta es una síntesis de lo que conviene Hacer y No hacer:
DF
HACER NO HACER
y reparar.
un comportamiento asertivo.
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Ed
8- Permitir errores o equivocacio- 8- Creerse dioses, sin posibilidad
nes recompone las relaciones. de equivocarse.
DF
10- Desenmascar a quienes bajo 10- Callar y aceptar descalifica-
el disfraz de “bromas” rebajan el ciones.
sentimiento de sí.
14- Afrontar, asumir riesgos, de- 14- Huir, negar, replegarse, evitar
safiar. las relaciones.
in
te d
re a
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Ed
Autoestima 4
DF
rP Quien se siente amado,
es capaz de amarse a sí mismo
s te
y así amar a los demás.
Ma
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terna, al integrar todos nuestros aspectos, aun los que nos avergüenzan.
No se trata de erradicar la vergüenza sino de respetarnos y aceptarnos
como somos, y así, al cambiar el concepto que tenemos de nosotros
mismos, la transformación de la vergüenza vendrá por añadidura.
DF
Indicadores de sana autoestima
rP
s te
Ma
otros.
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Origen
Ed
Antes de haberte formado yo
en el seno materno, ya te conocía,
y antes de que nacieras
ya te tenía consagrado (Jer 1,5)
DF
Ya desde el seno materno están presentes deseos, proyectos y
expectativas de los padres acerca de ese hijo por nacer. Es como si el
bebé dijera: “Alguien espera algo de mí, apuesta por mí”.
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Ed
pla la función materna, que refleje con orgullo el despliegue del niño
por mostrarse, que lo apruebe y lo confirme, lo acepte como es para
que pueda descubrirse en lo que siente, lo que necesita a través de la
mirada del otro.
La presencia de alguien que sea un alimento emocional, que se
DF
deleite porque existe, que su presencia lo haga feliz sin hacer nada, sólo
por existir. Es como transmitirle “así sos, así nos agradás”.
La raíz de la palabra afirmación es “firme”. Es la fuerza que nos
permite crecer. Es el regalo primordial que recibimos de los demás,
rP
no nos autoafirmamos solos. Necesitamos sentirnos buenos, amados,
aceptados a través de un amor incondicional.
Una herida muy frecuente es sentirnos insatisfechos, quejarnos
por no haber recibido lo suficiente en lugar de aceptar y tomar lo que
s te
nos dieron.
Si lo reconocemos, dejaremos de andar vacíos por el mundo, recla-
mando la afirmación, la aprobación, que no supimos recibir y tomar.
A propósito de tomar, vale aclarar que éste es un proceso activo,
Ma
alegre. Todo por la simple razón de que forma parte de nuestra herencia,
del conjunto de experiencias vividas que nos conforman.
Tomarlo con sus consecuencias, cumpliendo el propio camino con
el coraje de transformar los pesares en recursos nos posibilita amarnos,
valorarnos, y así darnos a los demás.
re a
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52 —
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Ed
mente, aprendemos a confiar en nosotros mismos, alcanzar objetivos,
propósitos, y disfrutar de ellos.
La admiración va a surgir de la posibilidad que el niño tenga de
identificarse con alguien que le dé seguridad y sostén, a quien pueda
idealizar en un determinado momento y le sirva de modelo, fuente de
DF
fortaleza, de la que pueda participar.
Es como si le dijéramos: “Como nosotros lo hicimos, vos también
vas a poder”, “te podés copiar de nosotros para ser vos mismo”.
Admiración tiene que ver con estimar y valorar a quienes llegaron
rP
primero. Es como si el niño dijera: “Mis papás ya saben cómo es; me
entusiasma y me da seguridad imitarlos”. Esta característica que en los
inicios está dada por los padres otorga al niño la seguridad de sentirse
protegido, insertado en la jerarquía de alguien más fuerte.
s te
Vivenciar estas fuentes de fortaleza y seguridad permite identi-
ficarse con ellas e internalizar la función: “Como tuve alguien fuerte
que me sostuvo, me siento fuerte y puedo sostenerme; porque tuve
quien me calmó, puedo calmarme”.
Ma
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— 53
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Ed
Desde el inicio de la vida estamos insertos en un sistema de relaciones.
Primero la familia de origen, más tarde pasamos a formar parte de otros
sistemas, escuela, amigos, trabajo, comunidad y del universo en general.
Todos somos iguales: no nos autogestamos, somos hijos, perte-
necemos a las familias de papá y mamá, tenemos sus genes, formamos
DF
parte de un sistema superior que vela por la integridad de todos, y
todos vamos a morir.
También somos distintos en cuanto originales e irrepetibles.
Cada uno trae algo especial a la humanidad, enriquece al mundo con
rP
su contribución única e irreemplazable. Convendría sustituir la frase
“nadie es indispensable” por “todos somos indispensables”.
Y cada quien con libre albedrío interpreta las experiencias de un
modo singular y elige la maneras de responder.
s te
Respuesta de los padres a las necesidades
de los hijos
Ma
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puede hacer por su cuenta y lo hacemos por él, retarda el crecimiento.
Así, mediante un proceso específico de estructuración psicológica
llamado internalización transmutadora, se establece el sí-mismo nuclear
que, como concluye Kohut en “La restauración del sí-mismo”: Cons-
tituye la base de nuestra sensación de ser un centro independiente de
DF
iniciativa y percepción, integrado con nuestras ambiciones e ideales
más básicos y con nuestra experiencia de que el cuerpo y la mente
constituyen una unidad en el espacio y un continuo en el tiempo”.
También, la idealización de los padres, necesaria en un deter-
rP
minado momento, sufrirá posteriormente una desidealización que
permitirá humanizarlos, valorarlos de una manera más realista, sin
sentir que tienen o pueden todo.
s te
De la autoafirmación van a surgir las ambiciones de la persona:
“Si confío en mí por haber sido afirmado, voy a esperar algo de mí, sé
que tengo algo para dar”.
De la admiración surgen los ideales. Si tuvimos modelos de quienes
Ma
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
De la capacidad de sostener la distancia entre el ideal de nosotros
mismos y la realidad, entre el descubrimiento de nuestros dones y la
aceptación de las limitaciones.
Los sentimientos de autosatisfacción surgen cuando existe una
DF
relación fluida entre lo que aspiramos como ideal y lo que somos en
realidad. Del correcto balance entre talentos, ambiciones e ideales.
Autoestima e ideales
rP
Si los ideales son razonables, somos capaces de trabajar eficiente-
mente para lograrlos, de lo cual derivan sentimientos de satisfacción
de nosotros mismos, por la tarea realizada y por el fin alcanzado.
Si los ideales son elevados de tal manera que no tenemos posi-
s te
bilidad de alcanzarlos en forma eficiente, sentiremos inferioridad e
ineficacia.
A menor brecha entre el ideal y la posibilidad de alcanzarlo, menor
ansiedad, mayor autoestima.
Ma
plenitud.
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Ed
auténticamente con los demás.
Se dice: “Quererse es mirarse a través de unos ojos que te miran
con amor”. En esta matriz nos descubrimos valiosos, amados. Cono-
ciéndonos podemos ser empáticos con nosotros mismos para satisfacer
nuestras necesidades. Y luego estaremos en condiciones de ponernos
DF
en el lugar del otro, comprenderlo y dar respuesta a sus necesidades.
Ésta es la secuencia del desarrollo de la empatía.
Proceso de individuación
rP
El viaje desde el útero hasta la vida adulta
y de la madurez hasta la senectud
es largo, complicado,
s te
y plagado de innumerables contingencias.
Theodore Lidz
De la lealtad al sistema:
Ma
ideales, conforman las raíces que nos alimentan. Tiene poco sentido
cortarlas. Los árboles pueden desarrollar sus copas cuanto más pro-
53—
— 57
r
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
da la fuerza para recorrer nuestro propio camino.
Lo más valioso –la vida– nos viene de ellos. No podemos cambiar
los hechos, la historia, la cultura, la época ni las personas. Son lo que
son. Y gracias a ellos tenemos vida, vida en abundancia.
Reconocer el pasado puede ser una bendición cuando procura-
DF
mos reconocer la obra de Dios en nuestra vida y dar gracias. Cuando
nos volvemos agradecidos aparece lo que falta. Se trata de asentir a lo
recibido, lo que nos fue dado, lo que no pudimos elegir.
Es como si dijéramos “lo que me dieron es suficiente, asumo
rP
la responsabilidad de mi individuación. Me desprendo, como fruto
maduro, doy lugar a nuevos retoños, y que todo lo recibido se multi-
plique al infinito”.
s te
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Ed
integrar los aspectos excluidos para lograr la totalidad psíquica –la
imagen, lo que mostrábamos para agradar y lo que somos de verdad–,
e intentamos volver al origen, hacia el “sí-mismo” auténtico.
Dejamos de proyectar en los demás lo que rechazamos en noso-
tros mismos, recuperamos los depósitos y cualidades escondidas y los
DF
reintegramos para unificarnos.
Carl Jung introdujo el concepto de “sombra” diciendo: “Es todo
aquello que arrojamos al inconsciente por temor a ser rechazados por
las personas que desempeñaron un papel determinante en nuestra
educación”.
rP
Es lo que excluimos de nuestra vida porque no coincide con la
imagen que queremos mostrar. Lo que quisiéramos ser no deja crecer
nuestro verdadero ser, por la creencia de que tal como somos no se-
s te
ríamos queribles.
Esta dicotomía nos causa sufrimiento porque obstaculiza la mani-
festación de nuestros aspectos esenciales que no pudieron exteriorizarse,
excluye la propia esencia. También lo que no vivimos y nos hubiera
Ma
Dice el poeta Robert Bly: “Hasta los treinta años nos pasamos la
mayor parte de nuestro tiempo arrojando aspectos de nosotros mismos
a un saco de desperdicios para gustar a los demás y hacernos aceptar
te d
por ellos. Y luego nos pasamos el resto de nuestra vida para vaciarlo y
recuperar todo lo que en él habíamos dejado inhibido”.
re a
55—
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r
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Ed
Propuestas para sanar la vergüenza 5
y desarrollar la autoestima
DF
rP
s te
Lo que descubrimos por nosotros mismos tiene más poder que
las verdades dichas por otros; por eso, más que aconsejar, sugerimos
herramientas para que cada quien pueda encontrar la forma personal
de dejar la mala vergüenza y desarrollar la autoestima.
Ma
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
dejar el libro y seguir los pasos que se recuerdan. Puede ser útil escribir
cuando estamos dispersos o “perezosos”.
Se puede repetir el mismo ejercicio tantas veces como sea necesario,
especialmente cuando no se logró romper las corazas defensivas. La
repetición permite acceder a niveles más profundos.
DF
Antes de hacerlos, proponemos relajarnos, conectarnos con nues-
tros espacios internos, acallar el parloteo interior, escuchar a nuestro
espíritu y dejarnos guiar.
Toda la transformación que experimentemos redundará en bene-
rP
ficio de la creación del universo del cual formamos parte.
La música es un recurso valioso para escuchar diariamente o
acompañar los ejercicios. En especial sugerimos el canto gregoriano y
la música de Mozart.
s te
Uno de los grandes méritos de Mozart fue introducir en sus
óperas su propia experiencia de Dios, en particular el haber logrado
expresar la imagen de un Dios enamorado del hombre, que es amado
en su miseria. Es una música esperanzadora, fuente de felicidad, de
Ma
recreación y renacimiento.
Entre las bondades de la música de Mozart está la virtud de
acrecentar el conocimiento de sí mismo porque está llena de una
inteligencia que es el amor, ilumina nuestras vidas con una luz que a
veces puede cuestionar todo.
No hace falta una concentración profunda, se trata de dejar que
in
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Ed
que te vean
Para qué:
-Tomar conciencia de los aspectos que más avergüenzan, los que
DF
se quieren esconder, para que nadie se entere, ni siquiera uno mismo.
-Reconocer las propias sombras, defectos y debilidades.
-Darse cuenta de la dependencia de la mirada de los otros.
-Descubrir de qué se es responsable y de qué no.
Consignas: rP
-¿Qué es lo que menos quisieras que quedara al descubierto?
-¿Qué quisieras mantener oculto ante los ojos de los demás y qué
te delataría como ridículo, inadecuado…? (Por ejemplo, algún defecto
s te
físico, no haber nacido en “cuna de oro”, no tener títulos, blasones,
no ser capaz en algún aspecto, cometer alguna equivocación, alguna
limitación, no poder algo).
-Descubrí cómo justificás esta conducta: ¿cómo te autoevaluás?
Ma
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Ed
Para qué:
-Confrontar, como motor para salir de la pasividad.
-Exteriorizar sentimientos negativos atascados.
DF
-Recuperar la confianza en sí mismo.
-Reparar vínculos.
Consignas:
-Ponete cómodo, distendido.
rP
-Cerrá los ojos con la intención de observar tu cuerpo por dentro,
recorriendo tus espacios internos...
-Cuando surja alguna imagen, emoción, recuerdo, alguien... Una
situación en la cual te sentiste muy avergonzado, volvé a ese momento,
s te
a ese lugar. ¿Cuántos años tenés?
-Ubicate en un lugar seguro, protegido.
-Convocá a la persona ante la cual te sentiste así, subestimado.
Mirala a los ojos y decile cómo te sentiste en ese momento, todo lo
Ma
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Ed
profundas que me atraparon en creencias negativas.
DF
rP
s te
Ma
in
te d
re a
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De la vergüenza a la autoestima
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Sentir vergüenza no es agradable. A nadie le gusta ponerse colorado
y que los demás se den cuenta. Nos da rabia sentirla, por eso tratamos
de negarla y excluirla, la vivenciamos como enemiga. Sin embargo, si
DF
comprendemos la necesidad escondida detrás de ella y dejamos que se
manifieste, podremos verla como aliada; entonces quizá la vergüenza
desparezca.
La función protectora del síntoma es a través de los cambios
glandulares desencadenados por el cerebro emocional. Antes de
rP
cambiar un síntoma debemos preguntarnos para qué están, qué
podemos hacer para no seguir produciéndolos.
Los síntomas aparecen cuando el cuerpo recuerda experiencias
difíciles y se activa la memoria celular. Todos los órganos del cuerpo
s te
estás conectados y dicen, a través de los síntomas, que están necesitando
nuevas formas de manejar las experiencias y responder de otra manera.
Ma
Para qué:
-Descubrir la función protectora del síntoma.
-Antes de cambiarlo, preguntarse para qué está.
-Reconocer las necesidades expresadas a través de la vergüenza.
in
Consigna:
-Establecé una diálogo imaginario con la vergüenza como si ésta
fuera un personaje.
No te apures a contestar sólo desde la cabeza. Tené en cuenta la
te d
sabiduría del cuerpo, que se manifiesta con las emociones y actúa con
el asesoramiento de la razón.
re a
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Yo: —Mirá, Vergüenza, apenas te siento me pongo furiosa, me
dan ganas de que desaparezcas...
Vergüenza: —Yo no quiero perjudicarte, para algo me hago
presente...
DF
Yo: —¿Qué estás intentando decirme cuando te siento?
Vergüenza: —Estoy tratando de cuidarte, de decirte que analices
la situación.
Y: —¿De qué querés cuidarme?
rP
V: —Que confíes en lo que sentís y te animes a expresarlo cómo,
cuándo dónde y a quién corresponda con el asesoramiento de la razón.
Y: —¿Qué más podés enseñarme?
V: —Aceptate como sos, sin querer ser otro, perfecto, con ideales
s te
desproporcionados y pendiente de los demás.
Y: —¿Qué podría hacer ahora?
V: —Viví más relajado, en armonía, sin ocultar lo que sos. Se
más honesto con lo que sentís, practicá formas nuevas de cumplir
Ma
tus necesidades. Son tan importantes las necesidades ajenas como las
tuyas. No te quedes solo con la comprensión de los hechos, ponete
en acción, resolvé las situaciones que te causan malestar, terminá con
situaciones incompletas.
in
te d
re a
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De la vergüenza a la autoestima
4. Ni humillados ni humilladores
Ed
Las heridas no sanadas nos llevan a herirnos a nosotros mismos
y a los demás.
Para alguien que fue humillado es muy fácil repetir lo conocido
DF
en el pasado, cuando no tuvo otra opción que el sometimiento. Pasi-
vamente encuentra humilladores. Cuando permanece en silencio, sin
posibilidad de reparar, va guardando enojos, resentimientos, y puede
llegar a gozar rebajando a los demás, como revancha.
Cuando se trata de superar la humillación padecida humillando
rP
a otros, se convierte en una cadena sin fin.
Para qué:
-Resolver sin atacar ni retirarse.
s te
-Desarticular el sistema de interacción entre “humilladores y
humillados”.
-Conciliar estos aspectos opuestos.
-Minimizar las emociones negativas, maximizar las positivas.
Ma
-Hacer valer la necesidad más primaria del ser humano: ser acep-
tado con la propia singularidad.
Consigna:
-Conectate con una situación en la cual te sentiste humillado.
in
-Buscá tres sitios o sillas para tres personajes: uno para el que humi-
lla, otro para el humillado y el tercero para el observador, mediador.
-Ocupá la silla que corresponde al humillado, cerrá los ojos, e
identificate con ese papel.
te d
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Ed
portarte así, qué estás pensando cuando lo hacés, cuándo te surge este
impulso, cuál es su propósito.
-Continuá el diálogo con la intención de que cada uno despliegue
sus razones y necesidades.
DF
Se trata de lograr:
Que el humillado cambie su pasividad, no esconda lo que le sucede,
que hable, busque resolver sus malestares.
Que alcance autonomía y fortalecimiento para neutralizar el sen-
timiento de desamparo e indefensión.
rP
Que revise las creencias de ser “inquerible” y de que hay que aceptar
cualquier trato con tal de conservar la relación.
Que el humillador pida disculpas y ofrezca una reparación.
s te
-Terminado el diálogo, ocupá el lugar de mediador. Si ambos han
llegado a un acuerdo, verificá si esto es creíble. Si no, desde ese lugar
podés ayudar a que cada uno asuma la responsabilidad en su relación.
Ma
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r
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Ed
Para qué:
-Para salir de la vergüenza desorganizadora.
-Cambiar creencias.
DF
-Ejecutar alguna acción proactiva.
Consigna:
-Pensá en una situación en la cual te avergonzaste intensamente.
Observá tu estado interior y cuán herido te sentiste.
rP
-¿Qué pensás acerca de este sentimiento?
¿Y qué te decís acerca de eso que pensás, cómo te autoevaluás?
-Relacionalo con algún hecho del pasado en el cual te sentiste igual.
-Buscá una persona confiable, comprensiva con quien puedas
s te
compartir lo que sentís.
-Desidentificate de las ideas irracionales, cambiá la visión de ellas.
Hiciste algo que te avergonzó, no sos una vergüenza. No generalices,
si algo sucedió, no tiene por qué suceder siempre.
Ma
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6. Me conozco y actúo
Ed
Para qué:
-Reflexionar, discernir creencias y defensas.
-Cambiar quejas por acciones.
DF
Consigna:
-Date cuenta y resolvé:
1) Lo que me avergüenza, ¿me debilita e impide desarrollarme?
¿Qué actividades puedo desplegar sin inhibiciones?
rP
2) Esto que siento, ¿es mío o ajeno? Si no es mío, lo devuelvo...
3) Lamentarme, quejarme, ¿resuelve la situación? Lo digo a quien
corresponda en el momento adecuado, de modo proactivo.
4) ¿Mis ideales son acordes a mis posibilidades? Hago lo que
s te
puedo hacer.
5) ¿En qué situaciones desearía mostrarme más y en cuáles desearía
mostrarme menos? Me arriesgo.
6) Me conecto con situaciones en las cuales me adapté al cambio,
Ma
salí airoso.
in
te d
re a
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Ed
Para qué:
-Relativizar pensamientos rígidos, automáticos que llevan a creer
que algo negativo que sucedió una vez sucederá siempre.
DF
-Cambiar frases limitativas que condicionan actitudes.
Consigna:
-Suprimí las generalizaciones (nadie, todos, siempre, nunca).
-Cambialas por palabras más relativas (a veces, alguna vez, alguien).
rP
-Reemplazalas por palabras más concretas y precisas (tal persona,
tal ocasión).
s te
Ma
in
te d
re a
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Ed
DF
1-Nadie me valora. 1-Alguien puede no valorarme.
vocarme.
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Ed
Lo que pensamos tiene mucho poder, son como órdenes inter-
nas que nos llevan a sentirnos de determinada manera y a actuar en
consecuencia.
DF
Cuando los pensamientos son positivos nos sentimos confiados
y vamos por el buen camino. Cuando pensamos y sentimos en forma
negativa, vamos en dirección equivocada.
Son como reflejos que se desencadenan automáticamente, sin darle
tiempo a la voluntad ni al discernimiento reflexivo.
rP
Ya en tiempos remotos, los monjes del desierto utilizaban un
método para reaccionar ante las autosugestiones negativas, llamado
método de contradicciones “antirrhetikon”.
Consiste en que cuando nos venga a la cabeza una frase negativa,
s te
inmediatamente le contrapongamos una frase positiva, que oficia como
frase sanadora.
Para qué:
Ma
Consigna:
1-Descubrí las frases negativas que te decís con frecuencia.
in
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Ed
creencias.
DF
4-Escribí una nueva creencia constructiva o propicia para el cre-
cimiento. Por ejemplo:
“Los acontecimientos desdichados de mi pasado me han permitido
ser más fuerte y me han enseñado a arreglármelas.”
rP
s te
Ma
in
te d
re a
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De la vergüenza a la autoestima
9. Balanza
Ed
Para qué:
-Equilibrar las demandas externas y las necesidades propias.
DF
Consigna:
-Adoptá una postura cómoda, relajada. Cerrá los ojos y extendé
ambas manos a los costados, semejando los platillos de una balanza.
-En la mano izquierda, poné todas tus necesidades.
-En la mano derecha, sentí que los demás ponen sus necesidades.
¿Hay equilibrio o desbalance?rP
-En el platillo de las demandas ajenas evaluá, diferenciando cuáles
podés, querés o te corresponde satisfacer o no.
-En el platillo de las necesidades propias, qué estás postergando,
s te
evitando, exigiéndote en demasía.
¿En qué platillo tenés que agregar o sacar para que haya equilibrio?
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10. Prospectivas
Ed
Para qué:
-Prevenir situaciones avergonzantes.
-Desarrollar esquemas anticipatorios ante situaciones nuevas.
DF
-En el espacio imaginario, ensayar maneras de enfrentar eventos,
encuentros, exámenes, etcétera.
Consigna:
-Ante cualquier situación que tengas que atravesar: examen –even-
rP
tos, encuentro con alguien, un nuevo trabajo– que te genere miedo a
pasar vergüenza, a ser descalificado, así como los actores o los atletas
ensayan antes de presentarse en público, podés vivir por anticipado
el hecho por venir.
s te
-Distentido, cerrá los ojos, sabé que contás con todas las herra-
mientas necesarias, para resolver cada situación, con la seguridad de
llegar a la meta.
-Visualizá cada momento resolviendo satisfactoriamente la acción
Ma
Cuando tengas que vivir la situación real, vas a tener menos miedo
a lo desconocido porque ya lo transitaste en tu espacio imaginario.
in
te d
re a
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Ed
Para trabajar en grupo.
Para qué:
DF
-Resolver alguna situación molesta y vergonzosa, que se desea
cambiar y no se sabe cómo.
-Facilitar su expresión a través de imágenes.
-Ampliar alternativas de solución.
Consigna: rP
-Pensá en la situación que más miedo te provoque sentir vergüenza.
¿Qué es lo peor que te podría pasar?
-Describila diciendo a los demás miembros del grupo: “Si me
s te
pasara tal cosa, ante esa situación me sentiría así”.
-Luego, tratá de representarla a través de un dibujo concreto o
abstracto. Podés utilizar colores.
-Al mismo tiempo, cada uno de los miembros del grupo dibuja
Ma
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Ed
Para qué:
-Descubrir la propia sombra a través de rasgos o conductas enfa-
tizados desmedidamente.
DF
-Asentir los opuestos dentro de sí, propio de las limitaciones
humanas.
-Tomar conciencia que los aspectos que tanto perturban de los
demás: son los que falta desarrollar en uno mismo.
-Integrar la propia sombra.
Consigna:
rP
-¿Qué aspecto tuyo manifestás en forma exagerada, o qué es lo que
considerás que hacés de más? (Por ejemplo: “Soy demasiado modesto,
s te
busco siempre pasar desapercibido”.)
-¿Cuáles son las cualidades exacerbadas o disminuidas que los
demás te atribuyen? (Puede ser la misma característica u otra.)
-¿Qué aspectos contrarios reprimiste para poner de manifiesto los
Ma
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Ed
Para qué:
-Descubrir la propia sombra a través de lo que molesta de los
demás.
DF
-Integrar en uno mismo los aspectos rechazados y proyectados.
-Reconciliarse con la propia sombra.
Consigna:
-¿Qué es lo que más te molesta de los demás que te saca de las
rP
“casillas”? (Por ejemplo: que alguien sea competitivo, que siempre
quiera destacarse y ganar a cualquier precio, sin importar los medios.)
-Tratá de encontrar una forma más moderada de ese mismo rasgo
que rechazás para que pueda ser positivo. (Disfrutar la relación, a veces
s te
se puede ganar otras perder, dejarse fluir, sin la obsesión de sobresalir
y ganar.)
-Preguntate si a vos no te vendría bien desarrollar ese rasgo, en su
versión moderada para equilibrar tu personalidad. Si ésta no podría
Ma
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Ed
Para qué:
-Elaborar situaciones avergonzantes.
-Redimensionar problemas.
DF
-Innovar, transformar a través de la simbolización.
Consigna:
-Ponete cómodo y cerrá los ojos.
-Imaginá un frasco y dejalo a un costado.
rP
-Pensá en las cosas que más vergüenza te dan.
Ahora esas cosas se empiezan a achicar y achicar hasta que puedas
meterlas en el frasco.
-Tapá el frasco y sacudilo bien.
s te
-Mientras tanto, las cosas que te dan vergüenza van cambiando y
se van convirtiendo en otras.
-Volvé a abrir el frasco y volcá su contenido sobre la mesa. Observá
en qué se convirtieron las cosas que pusiste adentro.
Ma
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Ed
Para qué:
-Reconstruir el propio pasado.
-Discernir nuevos temas que apunten a un futuro más esperan-
DF
zador.
Consigna:
-Revisá las principales etapas de tu vida, encontrando en cada una
las situaciones que más te avergonzaron y quién o quiénes te hicieron
sentir así. rP
-Dividí cada etapa como si fueran capítulos y ponele un título.
-Resignificá lo sucedido encontrando también personas o acon-
tecimientos de tu vida que te sirvieron de apoyo.
s te
El significado personal que le atribuimos, el modo de contarnos
nuestra vida determina nuestros sentimientos.
Ma
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te d
re a
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16. Metáforas
Ed
Cuando las palabras no bastan para expresar la intensidad de lo
que sentimos o pensamos, lo que pugna por aparecer puede hacerse
presente a través de símbolos, imágenes o metáforas.
DF
En las metáforas trasladamos el sentido de las palabras a otro
figurado, reemplazando lo que queremos decir por una imagen que,
por comparación, representa alguno de sus aspectos.
Para qué:
rP
-Facilitar la expresión de sentimientos bloqueados a través de
imágenes que están más cerca del inconsciente.
-Apoyarse en la fuerza de imágenes positivas, para no quedar
atrapados en lo negativo.
s te
-Alentar la creatividad para salir de lo estereotipado.
Consigna:
-Cuando no tengas claro qué te pasa o como te sentís, podés in-
Ma
tentar pensar una metáfora de vos mismo, una imagen que represente
cómo te sentís en este momento.
Por ejemplo, cuando nos avergonzamos de algo que querríamos
esconder frente a los demás por miedo a ser vistos como débiles y
rechazados con desprecio, podríamos representarlo a través de esta
in
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
Las personas avergonzadas tienden a ver la competencia como
perfección. Como parten de una premisa falsa, llegan a una conclu-
sión falsa.
DF
-Para ser competente tengo que ser perfecto.
-Soy imperfecto.
-Luego, soy incompetente.
rP
La condición humana es la imperfección; si para ser competente
pienso que tengo que ser siempre perfecto, nunca voy a lograrlo.
Para qué:
s te
-Reconocer que no se necesita ser perfecto para ser competente.
-Aprender de los errores.
-Reconocer habilidades y debilidades propias y ajenas.
Ma
Consigna:
-Recordá tres acciones que hayas hecho en forma competente: un
buen trabajo en el ámbito intelectual, laboral, de estudio, sin necesidad
de ser perfecto.
Y tres situaciones que hayas resuelto en forma competente en las
in
relaciones interpersonales.
Cuando sientas que algo no te sale como esperabas, en lugar de
descalificarte, evitar o abandonar el intento, ¿podrías revisar dónde te
equivocaste para aprender del error?
te d
¿Podrías reconocer para qué cosas sos competente y para cuáles no?
Nadie es competente en todo y todos tenemos alguna competencia.
re a
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Ed
Un hombre que sufría porque no podía lograr la perfección decidió
visitar a un especialista. El terapeuta le dijo:
—Cuénteme su vida.
El paciente se sorprendió:
DF
—¿Desde el principio?
El terapeuta insistió:
—Sí, cuénteme todo lo que recuerda.
Entonces el paciente comenzó así:
rP
—Pues bien, en el principio creé el cielo y la Tierra...
s te
Ma
in
te d
re a
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Ed
Para qué:
-Descubrir los aspectos propios menos valorados.
-Evaluar en qué circunstancias su presencia es beneficiosa.
DF
Consigna:
-¿Podrías hacer una lista de tus aspectos menos valorados, aquellos
que más querrías cambiar?
Por ejemplo: “Soy vergonzoso”.
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………
rP
s te
¿En qué circunstancia o de qué manera te perjudican?
Por ejemplo: “Sentir vergüenza me inhibe para hacer determinadas
cosas que desearía”.
……………………………………………………………
Ma
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……………………………………………………………
……………………………………………………………
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Ed
Para qué:
-Reconocer aspectos que perturban, sin juicios condenatorios.
-Ser compasivo con uno mismo.
DF
-Valorar el poder sanador de los movimientos ascendentes.
Consigna:
-Conectate con tus aspectos de sabia compasión, los que no juzgan
ni condenan.
rP
Ahora imaginate que la vergüenza, el enojo, la ansiedad, la tristeza,
o lo que más te perturba está frente a vos como si fuera un personaje.
-Mirá su expresión facial y su conducta. Imaginá lo que esa parte
tuya está sintiendo y pensando.
s te
-Ahora, simplemente mirala con buenos ojos, con benevolencia,
sin tratar de cambiar nada.
Simplemente mirá todos estos aspectos perturbadores, y enviales
una energía compasiva que los sostiene y los eleva, en un movimiento
Ma
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
San Pablo, en Carta a los Gálatas (6,1), aconseja: Hermanos, si
alguien cae en alguna falta, ustedes, los espirituales, corríjanlos con espíritu
de bondad. Piensa en ti mismo, porque tú también puedes ser tentado.
DF
Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas…
Que cada uno examine sus propias obras y, si siente algún orgullo por
ellas, que los guarde para sí y no lo haga pesar sobre los demás.
Para qué: rP
-Entender el origen de la autocrítica.
-Comprender las limitaciones de quienes critican.
-Discriminar las críticas negativas para poner los límites necesarios.
s te
Consigna:
-Tratá de identificar personas que en momentos de tu vida te ha-
yan disminuido, criticado o juzgado negativamente (padres, maestros,
Ma
compañeros).
-Reconocé que muchas veces las críticas no están dirigidas direc-
tamente hacia uno mismo sino que provienen de quienes no fueron
valorados cuando niños, y de la propia fragilidad.
Por supuesto que esto no excusa a la persona pero puede darte
in
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……………………………………………………………
DF
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……………………………………………………………
rP
s te
Ma
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Ed
Para qué:
-Identificar al crítico externo internalizado.
-Enfrentar al crítico interno.
DF
-Desprenderse de patrones del pasado.
-Optar por una autocorrección compasiva.
Consigna:
-Tratá de visualizar a tu crítico interno, como si lo tuvieras frente
rP
a vos y lo pudieras mirar. ¿Qué aspecto tiene? ¿Humano o no humano?
Si es humano, ¿de qué sexo es, de qué edad (joven, mayor, niño),
qué expresión facial tiene? ¿Qué emociones transmite?
-Imaginate que sos una persona sabia y compasiva.
s te
-Tomá unos minutos para entrar en ese estado emocional.
-Cuando lo puedas sentir imaginá que le decís a tu crítico interno:
“Mirá, respeto tu forma de ser, pero lo que me estás diciendo tiene que
ver con amenazas, frustraciones y voces del pasado, que no me sirven.
Ma
Por favor mirame con buenos ojos, cuando yo hago las cosas a mi
manera. A esta altura de mi vida, decidí ser bueno conmigo mismo”.
La idea es ser asertivo y no pelear con él.
in
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Ed
Para qué:
-Favorecer el estado de alerta compasiva.
-Llevar los propósitos a la acción.
DF
Consigna:
-Tratá de identificar el momento justo cuando tu crítico interno
se hace presente. Así podés aprender a enfrentarlo en el instante en
que la crítica o el conflicto ocurra.
rP
-Dejalo ir, pasá a su lado sin culparte.
-Si hay cosas que estuviste evitando o encontrando dificultad para
hacer, pensá pequeños pasos que podés hacer para avanzar.
-Pensá, a la manera de un brainstorming (lluvia de ideas), diferentes
s te
opciones de ideas que te ayuden a enfrentar y resolver tus dificultades.
-Después de evaluar las alternativas, podés elegir la que más te
convenga.
Ma
in
te d
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
Para qué:
-Prestar atención a los aspectos positivos de las reacciones de la
gente más que a la reacción negativa.
DF
-No definirse según el criterio de los demás.
Consigna:
-Ante una situación dada...
Cómo pienso
que los otros me
ven.
dicen de mí.
rP
Qué siento y pienso acerca de lo que otros
s te
La gente va a
pensar que no Me siento “en falta”, soy un incapaz.
puedo.
Ma
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Ed
Cuando somos vulnerables a la vergüenza y la autocrítica, a me-
nudo tenemos en la mente varios ideales: cómo queremos ser y cómo
no queremos ser. Sentimos decepción al percibir la diferencia entre el
DF
sí-mismo ideal y el sí-mismo actual.
Para qué:
-Disminuir la tensión entre el yo y el ideal del yo.
-Favorecer la aceptación de sí mismo.
Consigna:
rP
-Completá el cuadro siguiente con tus propios ideales, lo que no
querés y cómo te sentís.
s te
la posibilidad de decepcionarte.
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
Para qué:
-Diferenciar la autocrítica corrosiva de la autocorrección cons-
tructiva.
DF
Consigna:
-Cada vez que te equivoques, analizá tu estilo de corrección y date
cuenta de cuál te ayuda y cuál te “desayuda”.
-Si aprendés a diferenciarlos, podés dejar de despreciarte, castigarte
y “portarte bien con vos mismo”. rP
s te
Autocrítica corrosiva Autocorrección constructiva
Me condeno y castigo. Trato de corregirme.
Me castigo por errores del Aprendo de errores, evito repetirlos en
pasado. el futuro.
Ma
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Ed
Para qué:
-Distenderse vivenciando la naturaleza.
-Encontrar el propio centro en contacto con ella.
DF
Consigna:
-Caminando, sentado o recostado, podés sentir la naturaleza, libre
de las distracciones subjetivas, de afectos y razonamientos. Recibí sus
estímulos, de afuera hacia adentro, dejá obrar las bellezas de la natura-
rP
leza... Sentirlas “tonifica el cerebro y el sistema nervioso; produciendo
paz, alegría, tranquilidad y reposo”.
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De la vergüenza a la autoestima
27. Meditar
Ed
Meditación viene de ir al medio, al centro, y también de medir,
encontrar la propia medida.
Es el camino al propio centro, donde cada quien toma contacto
DF
con sus recursos internos y puede ejercer el señorío de sí mismo para
no ser determinado desde afuera. Es volver al origen para dar paso a
lo nuevo.
Para qué:
rP
-Recuperar el propio centro, la calma.
-Acceder a los propios recursos para encontrar soluciones.
Consigna:
s te
-Nos vamos relajando, profundizamos la respiración tomando
contacto con lo más profundo de nuestro ser, ese espacio interior de
silencio. Sentimos cada inspiración como un rayo láser que va rom-
piendo corazas hasta encontrar lo esencial de nosotros mismos. Donde
Ma
bra que represente lo que queremos lograr: amor, paz, luz, serenidad,
claridad, confianza, coraje, libertad...
-También podemos visualizar una luz y sentir que va penetrando
en nuestro corazón y nos va iluminando.
te d
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r
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Ed
Para qué:
-Entrenar la mente receptora.
-Vivenciar que recibir descansa.
DF
Consigna:
-Cerrá los ojos y recordá una situación en la que fuiste muy
cuidado. Al experimentarla, inmediatamente sentí que los músculos
alrededor de los ojos se relajan. Los ojos están sueltos, blandos.
rP
-Soltá los músculos de la cara, poné a descansar la lengua y todos
los músculos que rodean la boca. Dejá que las comisuras de los labios
se levanten y apunten hacia arriba.
-Imaginá una sonrisa que se va esparciendo por toda la cara. Todo
s te
lo que te rodea es enteramente apacible, confiable, predecible.
-Preparate para abrir los ojos y recibir lo que tengas delante... La
persona, el objeto o la situación que se pose sobre tus ojos, que venga:
no los nombres ni identifiques, sólo sentilos, y reconocelos como son,
Ma
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
Para qué:
-Cambiar ideas, sentimientos catastróficos persistentes.
-Recuperar la vitalidad.
DF
-Entrenar la mente compasiva.
Consigna:
-Cambiá “el disco rayado” rumiante de pensamientos catastrófi-
cos por el canturreo de vocalizaciones, y dejá que el sonido salga muy
rP
fuerte con la intención de expulsar del cuerpo el estrés, la rabia, la
frustración, la vergüenza.
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Para qué:
-Sentir la cercanía amorosa de Dios que da confianza y tranqui-
lidad.
DF
Consigna:
-Recordá algunas palabras sanadoras o salmos: “El Señor es mi
pastor... Nada me puede faltar...”, hay uno para cada ocasión... O lo
que Santa Teresa nos aconseja:
Nada te turbe,
rP
nada te espante.
s te
Todo se pasa.
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
Ma
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
Para qué:
-Tomar como modelo a personas bondadosas.
-Valorar cuidados amorosos.
DF
-Aplicar este modelo con uno mismo y con los demás.
Consigna:
-Sentate confortablemente, con los pies apoyados en el suelo, la
espalda recta, con un ritmo de respiración tranquilo, para relajarte.
rP
-Tratá de recordar a alguien que fue cuidadoso, afectuoso, cálido
con vos, y que en algún momento de sufrimiento te calmó.
-Imaginá un hecho específico y focalizá los detalles de lo que está
pasando, la expresión facial amorosa de esa persona, su tono de voz, sus
s te
modales en general y los detalles más específicos que puedas recordar.
-Tratá de revivirlo como si estuviera ocurriendo en este momento.
¿Qué emociones te aparecen?
¿Cómo te sentiste recibiendo esa experiencia afectuosa, benévola
Ma
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Ed
Para qué:
-Construir una imagen autocompasiva, como anclaje.
-Desarrollar áreas positivas de la mente.
DF
-Estimular el sistema cerebral que calma.
Consigna:
-Cuando sientas tu cuerpo distendido, con la respiración calma,
comenzá a imaginar, a construir tu imagen ideal de compasión.
necesites.
rP
Puede ser más de una imagen que podés ir cambiando según la
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………
re a
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De la vergüenza a la autoestima
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Ed
Para qué:
-Despertar sentimientos benevolentes.
-Contribuir en la construcción de un mundo mejor.
DF
-Vivenciar el rol compasivo.
Consigna:
-Pensá en las cualidades ideales que te gustaría tener como persona
sabia y bondadosa.
rP
-Como si fueras un actor que tiene que representar a una persona
compasiva, identificate con el rol, adoptá la expresión facial, la postu-
ra, apariencia, tonos de voz y sentimientos interiores de una persona
sabia; ¿qué edad tiene?
s te
-Tomá contacto con lo que es ser esa persona. Así como un actor
estudia el personaje que tiene que retratar, convertite en esa persona
compasiva ideal.
-Puede ser tu intención diaria, practicarla varias veces al día, y
Ma
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r
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
En la vergüenza, un sentimiento clave es sentirse amenazado en la
relación, no sentirse atractivo, valorado, por lo tanto quien la experi-
menta evita el contacto, baja la mirada o mira con dureza imaginando
DF
hostilidad, crítica.
Para qué:
-Vivenciar la protección en el propio lugar seguro.
-Experimentar confianza a través de la respiración costal.
rP
-Establecer contacto con una mirada afirmada, benévola.
Consigna:
-Cerrá los ojos y, en tu espacio imaginario, creá un ambiente
s te
agradable, soleado, donde te sientas protegido.
-Visualizate a vos mismo de cara al sol.
-Con ambas manos, tocá tus costillas para percibir con mayor
claridad la expansión y contracción de la caja toráxica mientras respi-
Ma
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Ed
Para qué:
-Ser consciente del sistema de amenaza/autoprotección.
-Desarrollar la capacidad de autocalmarse, en situaciones de ame-
DF
naza, real o imaginaria.
-Integrar las experiencias peligrosas recordando las confiables.
-Aceptar las propias limitaciones.
Consigna:
rP
-Para acrecentar tus sentimientos de compasión, podés crear
deliberadamente con la imaginación, con sonidos, palabras, tonos
de voz, recordar, mirar imágenes, o hacer alguna actividad según tu
estilo cognitivo.
s te
-Con la punta de los dedos, podés darte suaves toques en el timo
(ubicado en la base de tu cuello, detrás de la parte superior de tu
esternón).
-Con los brazos cruzados, podés darte palmadas en el pecho, a la
Ma
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r
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De la vergüenza a la autoestima
Ed
Para qué:
-Contemplar la misericordia de Dios.
-Vivenciar la necesidad de cercanía y protección.
DF
Consigna:
-Contemplá el cuadro El regreso del hijo pródigo, de Rembrandt.
-Podés meditar unas veces desde el lugar del hijo y, desde su pe-
queñez y humildad, sentirte amado, seguro, abrazado, cobijado por
el Padre. rP
Y otras veces desde el lugar del padre, identificándote con él, sentir
que vos también podés dar consuelo, abrazar con ternura a un hijo, a
cualquier persona que necesite ser recibida con un abrazo.
s te
El tierno abrazo del Padre al hijo, un lugar para sentirte amado
seguro y la humildad del hijo de rodillas pueden contribuir a grabar
en tu corazón la consolación.
Ma
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Para qué:
-Reconocer situaciones desvalorizantes que atemorizan.
-Redefinir su paradigma.
DF
Consigna:
-Pensá en alguna situación que te dé vergüenza y en la que te
autocritiques, puede ser porque te equivocás, o no lucís como querés.
-Escribí algunos de los pensamientos actuales o imaginados que
rP
te preocupan. Tratá de encontrar cuáles son tus amenazas y temores.
-Traé a tu mente tu imagen compasiva ideal. (Ver ejercicio “Cons-
truyendo una imagen compasiva ideal”.)
-Con la fuerza de esa imagen, observá tus pensamientos críticos,
s te
respirá amablemente, vivenciando los sentimientos de amor que te
acompañan. Si volvés a la autocrítica, simplemente sonreí y refocalizá
la calidez y amabilidad.
-Podés agregar la energía amorosa fluyendo dentro de tu corazón
Ma
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Para qué:
-Estimular patrones de actividad mental que ayuden a desarrollar
una mente calma y bondadosa.
DF
-Descubrir que las sensaciones relajan y discurrir con la cabeza
cansa.
-Redescubrir los sentidos en la vida.
Consigna:
rP
-Como un novelista, podés crear en tu mente la escena y las ca-
racterísticas que te permitan explorar y conectarte con una experiencia
segura, tranquila.
-Date cuenta de si tenés más afinidad con el mar, la montaña, el
s te
bosque o contemplar el cielo...
-Conectate tanto como puedas con un ritmo de respiración calma,
cerrando tus ojos.
-Ahora imaginá, por ejemplo, que un mar azul, sereno y cálido
Ma
está frente a vos, acompañado de una arena blanca y suave, con una
brisa agradable acariciando tu cara, el perfume del mar, el sonido de
las olas, el sol calentando tu cuerpo.
Sentí la naturaleza, recibí sus estímulos, dejá obrar sus bellezas...
Sentirlas tonifica, produciendo paz, alegría, tranquilidad y reposo. Este
in
mar ha visto mucha historia, sabe de las cosas de la vida. Él sabe de tus
luchas y temores y te acepta completamente.
Sentite conectado con el mar, con su poder y sabiduría.
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Ed
Los tesoros son, en general, acumulación de objetos valiosos que
fuimos guardando, de cuyo origen a veces ya ni tenemos memoria.
DF
Para qué:
-Sentirse merecedores de ser queridos.
-Vivenciar sentimientos de confianza en los propios recursos.
Consigna:
rP
-Buscá en tu memoria recuerdos positivos. Si pensás bien de vos
mismo, vas a ver el mundo amigable, confiable. Si no te sentís seguro,
lo vas a ver peligroso.
-Recordá cómo fuiste calmado y volvé a vivenciar esa experiencia
s te
de confianza y tranquilidad de ser aceptado así, tal como sos.
-Explorá en el cofre de tus recuerdos la mirada de alguien que te
haya mirado con amor, con aceptación, y más aún con admiración.
-Encontrá en tu “biblioteca emocional” palabras de consuelo, de
Ma
aliento.
-Visualizá alguna escena donde pudiste desplegar tus habilidades
con libertad.
-Imaginá a toda tu familia mirándote con aprobación, aplaudiendo
tus logros.
in
-Volvé a vivenciar las veces en que fuiste amable con vos mismo y
centrate en esos sentimientos. Escuchá atentamente lo que tu mente
piadosa te está diciendo. Tratá de sentir esa confianza fluyendo a través
de vos.
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Para qué:
-Conectarse con experiencias nutricias y recursos propios.
-Refocalizar pensamientos y sentimientos de soporte y cuidado
DF
más que de crítica.
-Desidentificarse del juicio externo.
-Apelar a la sabiduría interior.
Consigna:
rP
-Imaginá una consulta con un especialista en autoestima.
-Planteale tus motivos de consulta, y lo que quisieras lograr.
El experto escucha con atención, comprende tus preocupaciones
y con claridad anota las prescripciones indicadas para vos.
s te
¿Cuáles son? ¿Qué te prescribió?
……………………………………………………………
……………………………………………………………
……………………………………………………………
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in
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Para qué:
-Para no quedar “tildado” en situaciones frustrantes.
-Reconocer situaciones honrosas.
DF
-Integrar la actividad de ambos hemisferios, el derecho que procesa
las emociones negativas con el izquierdo que procesa las emociones
positivas.
-Activar el cerebro para cruzar la línea media, ampliar la percepción.
Consigna: rP
-Dividí una hoja en dos partes. A la izquierda, escribí o dibujá una
situación que te avergüenza y a la derecha una situación que te honra,
te “enorgullece”. O la que considerás una buena solución.
s te
-Cuando termines, mirá cada situación en un lado y en el otro.
-Mové los ojos, pasando primero lentamente, luego más rápido de
una situación a otra, acelerando cada vez más hasta que ambos lados
se puedan balancear sin adherirte sólo a lo negativo.
Ma
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Para qué:
-Desarrollar actitudes mentales positivas.
-Vivir agradecidos y esperanzados.
DF
Consigna:
-Cuando vayas a dormir, tratá de recordar los momentos del día
en que recibiste pequeños gestos que te hayan hecho sentir bien. Puede
ser una mirada benevolente, una sonrisa, una palabra de aliento, un
rP
reconocimiento. Los pensamientos, imágenes, sentimientos con que
nos dormimos permiten un sueño más distendido y despertar de la
misma manera.
-Cada día, al despertar, tratá de conectarte con un pensamiento,
s te
sentimiento positivo, una oración, un salmo que infunda confianza.
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Ed
Para qué:
-Reconocer que la afirmación interna o la inseguridad se reflejan
en la postura y la mirada.
DF
Consigna:
-Cuando vayas al encuentro con alguien, ante todo adoptá una
postura erguida, mirá a la persona a los ojos, con benevolencia, hablá
con claridad sin prepotencia, ni menospreciándote.
rP
La vestimenta es importante, y también la actitud con que te
dirigís al encuentro.
s te
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Sin la afectividad nada se comienza;
sin el intelecto nada se realiza.
(Ribot)
DF
Para qué:
-Revisar creencias que impiden la realización de deseos.
-Percibir con mayor claridad la meta que se desee alcanzar.
-Darse cuenta de las posibilidades reales de alcanzarla.
rP
-Facilitar los medios para concretar lo deseado.
Qué:
Las consignas figuran con negrita, entre paréntesis hay un ejemplo
s te
de la vida real.
Primer Paso:
Enuncio el deseo.
Ma
Segundo Paso:
Para qué lo quiero, cuál es el beneficio que persigo.
(Crecer profesionalmente, ganar más dinero.)
te d
Tercer Paso:
A qué tengo que renunciar. ¿Lo acepto?
(A la seguridad que me ofrece el trabajo actual, a la falta de confian-
za en mis propios recursos. ¿Acepto salir de la pasividad y presentarme
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Cuarto Paso:
Ed
¿Hay factores externos que limitan?
(Competir con quienes puedan tener más capacidad o mayor
experiencia laboral.)
Quinto Paso:
DF
¿Cuáles pueden modificarse y cuáles no?
(Puedo salir de la pasividad, arriesgarme a competir, a probarme
en nuevas situaciones, y no puedo evitar que haya gente más capaz
que otra para un determinado cargo.)
Sexto Paso:
¿Creo que es posible?
rP
(Sí, porque me gusta progresar, innovar.)
s te
Séptimo Paso:
¿Creo que lo merezco?
(Sí, porque me capacito continuamente.)
Ma
Octavo Paso:
Al darme cuenta de cuál es la situación, ¿qué querría hacer?
(Prefiero intentarlo. Desligarme de la creencia de que no voy a
tener suerte, los demás van a poder, yo no.)
in
Noveno Paso:
Podría representar esta situación, tal como quisiera lograrla.
Podría imaginarla y dibujarla a través de una figura concreta o un
te d
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Son regalos simbólicos, no están limitados por si hay o no en
plaza o por lo económico. Como la imaginación siempre supera a la
realidad, todo es posible.
DF
Para qué:
-Enriquecer la autoimagen a través de la opinión de los demás.
Consigna:
rP
-Todos piensan en un regalo para los miembros del grupo que
destaque la cualidad más relevante de esa persona.
Se lo puede dar verbalmente o por escrito, dando las razones de
dicha elección.
s te
Por ejemplo: “Mariana, te regalaría un micrófono para que los
demás disfruten de la linda voz que tenés”.
“Santiago, te regalaría un espacio en una galería de arte para que
puedas exponer tus obras y muestres tu creatividad”.
Ma
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Para qué:
-Tomar conciencia de situaciones y aspectos valiosos en uno
mismo.
DF
-Recuperar recursos y construir posibilidades.
-Descubrir actitudes proactivas.
-Alentar la autoconfianza.
Consigna:
rP
-Ponete en contacto con alguna experiencia en la que te sentiste
plenamente realizado, que resolviste exitosamente a pesar de haber
sentido profunda vergüenza y que te haya costado enfrentarla.
-Describila como si las estuvieras viviendo ahora mismo, utilizando
s te
verbos en presente.
Qué cualidades tuyas se ponen de manifiesto, algún don o talento.
No sólo basta con que tengamos recursos, hay que saber que los
in
tenemos.
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Para qué:
-Identificar anhelos, objetivos postergados por vergüenza.
-Facilitar su alcance a través de una visualización positiva.
DF
-Neutralizar los factores que juegan en contra.
-Valorar dones y recursos propios.
Consigna:
-Comenzá por un brainstorming de todo lo que desearías ser,
familia, amigos...
rP
tener, lograr, con respecto a los diversos ámbitos de tu vida: trabajo,
……………………………………………………………
……………………………………………………………
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tuya quiera alcanzarlo y otra quiera otra cosa y debilite tu propósito.
En este caso, ¿cuál es la intención positiva de la parte que se resiste?
¿Qué quiere hacer de bueno por vos?
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DF
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……………………………………………………………
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Para trabajar en grupos de familia, escolar, de amigos, de tra-
bajo.
DF
Para qué:
-Enriquecer la autoimagen a través de la confirmación de los
demás.
-Aumentar la autoestima.
Consigna: rP
-El grupo se reúne en círculo. Uno por vez pasa a ser la figura
central ocupando un lugar destacado.
Cada uno de los integrantes, llamándolo por su nombre y mirán-
s te
dolo a los ojos, le dirá el aspecto que más valore de él.
Por ejemplo: “María, me gusta de vos que sepas escuchar”.
Es importante que cada uno vaya registrando las apreciaciones de
los demás (en la memoria o por escrito).
Ma
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in
te d
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i to
Índice
Ed
DF
Introducción …………………………………………………….3
rP
1. Neurociencia de las emociones ...............................................6
s te
Neocórtex (cerebro racional)...................................................6
El sistema límbico (cerebro emocional)...................................7
El cerebro reptil ......................................................................8
2. Sistemas cerebrales de regulación de las emociones ............... 10
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r
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Valoración positiva …………………………………37
Ed
Sanación de la vergüenza …………………………………38
4. Autoestima ........................................................................... 45
Indicadores de sana autoestima .............................................45
Cómo se manifiesta la baja autoestima .................................. 45
DF
Origen.................................................................................. 47
Qué se necesita para desarrollar la autoestima ...................... 47
Respuesta de los padres a las necesidades de los hijos ............ 50
De qué depende la mayor o menor autoestima ..................... 52
Autoestima e ideales ............................................................. 52
rP
De la autoestima a estimar a los demás ................................. 52
Proceso de individuación ...................................................... 53
5. Propuestas para sanar la vergüenza y desarrollar
s te
la autoestima ........................................................................56
1. Dime qué escondes y te diré cómo te gustaría que te vean 58
2. Dar palabras al dolor ........................................................ 59
3. Diálogo con la vergüenza .................................................. 61
4. Ni humillados ni humilladores ......................................... 63
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19. Del maltrato al buentrato ............................................... 82
Ed
20. Crítica como proyección o con mala intención ............... 83
21. El ojo autoevaluador del sí mismo .................................. 85
22. Manos a la obra ……………………………………….. 86
23. Vergüenza y autocrítica………..………………………..87
24. Vergüenza y decepción………………………...………. 88
DF
25. De la autocrítica a la autocorrección ……………………89
26. Sentir relaja, pensar agota ............................................... 90
27. Meditar .......................................................................... 91
28. Mirar con buenos ojos .................................................... 92
rP
29. Cambio el CD................................................................ 93
30. La fe como camino a la libertad ...................................... 94
31. Modelar a los compasivos …………………………..…..95
32. Construyendo una imagen compasiva ideal …………….96
s te
33. Aprendizaje del rol compasivo ………………………….98
34. Contacto visual ………………………………………...99
35.Puedo calmarme ............................................................ 100
36. Meditaciones ante imágenes ......................................... 101
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