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En mi condición de Rector y en nombre de las autoridades, Asamblea Universitaria y Consejo

Universitario, expreso nuestro reconocimiento y gratitud a las madres trabajadoras de esta


Universidad y nuestro saludo a las madres del Perú y del mundo, en este segundo domingo de
mayo, día en que muchos hogares se colman de alegría por la presencia de la madre como eje y
sustento del desarrollo de la familia.
Bien ha hecho el universo en reconocer, valorar y resaltar el día de la madre, que es germen de
vida, eslabón de la cadena viviente, ejemplo de entrega sin límites y centro de la familia como
núcleo de la sociedad. La madre es la única persona que esta con nosotros en forma
incondicional. En la tristeza nos consuela; en el equívoco nos comprende; en la lucha nos presta
sus armas; en el silencio nos acoge; en el error nos corrige y en la alegría nos abre su corazón.
En su inmenso corazón anida el verdadero amor; amor que une, que es luz, que es sabiduría;
amor que es comprensión eterna en la lucha por la vida; amor que es luz en la oscuridad del
mundo; amor que es tolerancia y perdón en los errores humanos.
Por todo esto y por mucho más; nuestro respeto y saludo; nuestro cariño y recuerdo; nuestro
abrazo y nuestra devoción a todas las madres del mundo.
Mi homenaje a las madres pobres; a las madres sin voz, a las que les falta el pan de cada día, a
las que no tienen un techo digno; a las que desempeñan oficios humildes, sin leyes que las
protejan y sin una sociedad que las valore; a ellas mi voz de aliento para que sean fuertes y
vigorosas y prosigan luchando por el bienestar y cariño entrañable a sus hijos, en un mundo
donde la incomprensión hace mella en sus corazones y donde la contienda con la pobreza parece
nunca terminar.
También a las madres que sufren en el núcleo familiar; sea por el machismo imperante en el
hogar; sea por los ultrajes o desprecios que a diario reciben; sea por la incomprensión o
intolerancia de los esposos y, a veces, de los hijos; a estas madres que conllevan una pesada cruz
en silencio, mi sentido reconocimiento porque cada día demuestran ser tolerantes y comprensivas
confirmando su actitud de madres; que Dios les dé fuerza para que su cruz no sea tan
insoportable.
Mi reconocimiento a las madres que han sabido poner en su sitial el rol de la mujer en el mundo
actual derrotando la idea del “sexo débil”, desplegando esfuerzos para desempeñarse en cargos
de responsabilidad que antes eran de exclusividad de los varones; hoy, muchas mujeres –madres
se desempeñan como empresarias, docentes universitarias, congresistas, alcaldesas,
gobernadoras, dirigentes sociales y cargos destacados en organismos públicos y privados;
mujeres que, peldaño a peldaño, han sabido escalar en una sociedad machista; a ellas les
decimos que su lucha es una hermosa lección de superación y avance y que su semilla es un
vibrante capítulo destinado a alcanzar una sociedad más igualitaria y justa; estoy seguro que su
contienda tiene como faro la presencia de la familia y el íntimo amor por los hijos.
Quiero recordar en este momento a Evangelina Chamorro, ejemplo de madre peruana en el
fenómeno del “niño costero”; mujer que no se atemorizó ante la furia de la naturaleza. La vimos
arropada por el lodo y el barro, trastrabillando entre leños, alzando sus brazos, gritando y
llamando a sus hijas y a su esposo. ¿Y cuál fue su motivación en ese momento? Sus hijas. En
una entrevista, afirmó: “Le pedí a Dios que me dé fuerzas para seguir luchando, para poder salir
y ver a mis hijas. No quería que se queden sin madre, sin padre”, sostuvo, entre lágrimas.
Deseamos expresar nuestra gratitud a las madres santamarianas; reconocemos su esfuerzo y
dedicación por contribuir al desarrollo de esta Universidad, por eso en esta Ceremonia estamos
reconociendo y distinguiendo a Nuestra Madre Docente y Administrativa; a nuestra Madre
Estudiante y también a la Madre de nuestros Estudiantes Santamarianos y solicito a todos los
presentes les brindemos un cariñoso aplauso que exprese nuestro homenaje a todas las Madres de
la Comunidad Universitaria. Que el Altísimo les de salud, felicidad y bienestar personal.
Y no puedo dejar de mencionar que mañana 13 de mayo celebramos los primeros 100 años de la
fecha en que se apareció la Virgen María a tres pastorcitos en Fátima y nosotros en nuestra
Universidad que la tenemos de Patrona, la recordamos como una madre que sufrió
entrañablemente y en silencio la crucifixión y muerte de su hijo. Una madre como muchas que,
en silencio, viven la intimidad doliente de sus hijos. Por eso, y por ser una madre ejemplar, le
pido nos otorgue sus bendiciones, nos dé fuerzas para seguir contribuyendo con el
engrandecimiento de nuestra querida Universidad y nos guie en este difícil momento por el que
atraviesa el país.
Un fuerte abrazo a todas las madres en este segundo domingo de mayo, todas las felicidades para
ustedes.

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